Tumgik
#poesía rusa
espejomonastico · 2 months
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Me gusta saber que no estás loco por mí y que yo no estoy loca por vos, que el pesado globo terrestre no se derrumbará bajo nuestros pies. Me gusta que pueda ser ridícula y desenfrenada sin temerle a las palabras, que no tenga que sonrojarme cuando se rocen nuestras manos. Me gusta que puedas abrazar a otra mujer delante de mí y que no me mandes al infierno por besarme con otro. Y que no me llames cariñosamente ni en la noche ni en el día. Y que nunca, en el silencio de una iglesia, nos cantarán el Aleluya. Con la mano en el corazón te doy las gracias por amarme tanto sin saberlo siquiera, por mis noches tranquilas los escasos encuentros y los no paseos bajo la luna, por el sol que no existe encima de nosotros, por no estar loco por mí, por no estar yo loca por vos.
—Marina Tsvietáieva: Me gusta saber que no estás loco por mí (trad. de Natalia Litvinova).
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the1stranger · 9 days
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Lamento, poema de Georg Trakl.
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Sueño y muerte, lúgubres águilas
que colman de rumores mi cabeza en noches
enteras:
cual imagen dorada de hombre
que la escarchada ola de la eternidad
devora. Contra la roca tremenda
se estrella el purpúreo cuerpo.
Y la oscura voz se lamenta
sobre el océano:
mira, hermana de tempestuosa tristeza,
esa angustiosa barca hundiéndose
en las estrellas,
en el callado rostro de la noche.
Traducción: Jorge Yglesias.
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ancruzans-blog · 2 months
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Velimir Jlébnikov
El 22 de junio de 1922 falleció el poeta ruso Velimir Jlébnikov, habiendo nacido el 29 de octubre de 1885. Componente del movimiento futurista ruso, fue amigo de Vasily Kamensky, David Burliuk y Vladimir Mayakovsky, siendo considerado entre sus contemporáneos como “el poeta de los poetas”. Además de poesía escribió cuentos, ensayos sobre futurología y teatro. A pesar de haber apoyado la…
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herederosdelkaos · 9 months
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Primera advertencia
Qué nos importa al fin y al cabo
que todo se convierta en ceniza,
en cuántos precipicios canté
y en cuántos espejos viví.
Que no sea yo sueño ni consuelo
y mucho menos paraíso.
Pero puede ser que con frecuencia
tengas que recordar
el rumor de las líneas sosegadas
y el ojo que oculta en el fondo
aquella corona de flores, punzante y oxidada,
en su tranquilo silencio.
..........................
Tú me has inventado. No existe en el mundo
alguien así. No podría existir.
Ni los médicos curan ni los poetas alivian,
la sombra de un fantasma te perturba día y noche.
Nos encontramos en un año monstruoso,
cuando las fuerzas del mundo se habían agotado,
todo estaba marchito y enlutado por la desgracia,
y solo las tumbas eran frescas.
El talud del Neva, sin faroles, era negro azabache.
La noche sorda se erguía alrededor, como un muro.
¡Entonces mi voz te llamó!
¡Qué hice! Yo misma aún no lo entiendo.
Y tú llegaste a mí como una estrella conocida,
huyendo del trágico otoño,
hacia aquella casa desolada para siempre,
de donde salió una bandada de poemas incinerados.
1956. Ciclo El escaramujo florece
Anna Ajmátova
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fannyjemwong · 2 years
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Lástimas por la muerte de Marina Tsvietáieva por Marco Martos , del poemario "Mar del Perú"
Lástimas por la muerte de Marina Tsvietáieva por Marco Martos , del poemario “Mar del Perú”
Lástimas por la muerte de Marina Tsvietáieva por Marco Martos , del poemario “Mar del Perú” Lástimas por la muerte de Marina Tsvietáieva por Marco Martos , del poemario “Mar del Perú” Poesía es una víspera. Ahí está el nudo corredizo De la muerte. El día es bello Y la pálida nieve Y el rojo torrente de las fresas. La oscuridad tiene cascabel Y silbidos de tragedia Y le da a Marina su…
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viscerasparlantes · 1 year
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Besar. Morder. Reír hasta llorar. Decir "Te amo" Llegar a casa. Que te reciban con el corazón abierto. Mirar a tus padres sonreír. Caminar bajo la lluvia. Caminar entre la sombra de los árboles. Ver una estrella fugaz y alcanzar a pedir un deseo. Hacer el amor. Que te tiemblen las piernas. Encontrar dinero en algpun bolsillo. Una llamada de cumpleaños a las 12 de la noche. Ver al sol ocultarse. Contagiar una sonrisa. Terminar un buen libro. Desnudar a alguien. Que te desnuden. Una ducha caliente. Escuchar a todo volumen tu canción preferida. Correr. Nadar. Viajar. Escribir. Leer. Sonrojarse. Bailar. Saltar. Gritar. Suspirar. Ayudar a alguien. Dar las gracias. Ser feliz y darte cuenta. Ser feliz y recordarlo. Un chocolate caliente. Una Coca Cola de vidrio bien fría. Emborracharse. Ir a la playa. Subirte a una montaña rusa. Andar en bicicleta. Patinar Tomar a alguien de la mano. Mirar crecer a alguien que amas. Recordar a alguien. Que te regalen o regalar algo. Encontrar algo que habías dejado de buscar. Hablar de cualquier cosa con tu mejor amigo. Celebrar un touchtown Abrir un regalo. Recibir una carta. Trabajar en algo que te guste. Pintar. Aprender a soltar. Estar en un auto con los vidrios abajo y que el viento te golpee la cara. Despertar y tener a alguien que amas a tu lado. Andar descalzo en casa. El olor a café por las mañanas. La comida de mamá Mirar mil veces tu película favorita. Equivocarse y empezar de nuevo. Que lo único que perdamos sea el miedo. Llorar y saber que alguien se preocupa por secarte las lágrimas. Conocer nuevos lugares. Que alguien que te gusta te diga que ha soñado contigo. Ganarse un premio. Probarte un vestido nuevo. Recibir un cumplido. Estar en un concierto. Provocar a alguien. Que te reciten poesía. Perdonar. Abrazar. Abrazar lento y largo. Mirar la hora y descubrir que aún te queda tiempo. Hoy el tiempo está de tu lado
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jgmail · 4 months
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Lev Gumiliov, el “último eurasianista”
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Por Maxence Smaniotto
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Publicado en la revista Rébellion 98
Una vida de exilio
Entre las enseñanzas del emperador Marco Aurelio existe una que nos parece ilustra particularmente bien la personalidad de Lev Goumilev: “En ninguna parte un hombre se retira con mayor tranquilidad y más calma que en su propia alma; sobre todo aquel que posee en su interior tales bienes, que, si se inclina hacia ellos, de inmediato consigue una tranquilidad total. Y denomino tranquilidad única y exclusivamente al buen orden”.  Todo en los antecedentes de Goumilev parecía predisponerle a que se convertiría en un historiador y pensador que, tras varias décadas de ostracismo y sufrimiento dentro de su natal URSS, exploraría a fondo el origen de los pueblos de Rusia y el Asia Central, hasta el punto en que hoy en día es considerado una de las autoridades más influyentes en ese tema.
Hablemos primero de su familia. Lev Goumilev nació en 1912, hijo del poeta Nicolai Goumilev y Anna Ajmátova. Su padre, que se alistó en la caballería durante la Gran Guerra y fue condecorado dos veces con la Cruz de San Jorge. Fundó junto con el poeta Sergei Gorodetski la Corporación de Poetas. Esta agrupación estuvo en el origen del movimiento acmeísta y se oponía fuertemente al movimiento simbolista que en ese entonces dominaba la poesía rusa, criticándolo por su hermetismo y su gusto por lo oculto. Nicolai Goumilev fue detenido por la CEKA en 1921 y fusilado sin juicio, acusado de “agitación monárquica”, mientras que Anna Ajmátova, que se había divorciado de Nicolai en 1918 y se había vuelto a casar y se le prohibió volver publicar desde 1922. Lev Goumilev quedó huérfano a los nueve años y fue considerado por las autoridades soviéticas como el hijo de unos contrarrevolucionarios, lo que le acarreó una serie de persecuciones durante el resto de su vida. Siempre tuvo una imagen muy idealizada de su padre, al que defendía constantemente, mientras que no sentía mucho aprecio por su madre Anna. Anna había perdido rápidamente el interés en cuidar de su hijo, dejándolo con su madrastra en un pequeño pueblo del oblast de Tver, Bezek, a 400 kilómetros de Moscú. Lev pasó allí toda su infancia y adolescencia, es decir, de los seis a los veinte años. No abandonó Bezek hasta 1929 para irse a vivir Leningrado en condiciones muy difíciles. “Privado de sus derechos civiles” debido a sus orígenes familiares, su carrera académica resultó especialmente complicada. Aunque eso no le impidió encontrar los medios para participar en expediciones arqueológicas en Siberia, Crimea y Asia Central a principios de 1930. En ese entonces el joven Goumilev ya mostraba una profunda fascinación por los grandes espacios, los pueblos nómadas y los climas duros, que influirían profundamente en su visión de la historia. En cierto modo, toda su vida estuvo marcada por esta doble vertiente existencial, la cual se reflejó en su obra: por un lado, el sufrimiento material y, por otro, el exilio interior de un hombre que nunca dejaría de cuestionarse el destino de la humanidad.
La policía soviética nunca dejaba de visitar la casa de Lev y fue detenido por primera vez en 1933, para ser luego liberado dos días después. Su segundo encarcelamiento se produjo en 1935, en plena Gran Purga, y sólo fue excarcelado gracias a una carta que su madre escribió directamente a Stalin (rogándole, por cierto, que liberara a su nuevo marido). Fue encarcelado por tercera vez en 1938, esta vez como consecuencia de la defensa pública que hizo de la obra de su padre tras el hecho de que un profesor se burlara y la denigrara en una conferencia universitaria. Acusado de haber formado un grupo subversivo – formado por tres miembros – que tenía por objetivo asesinar a Stalin (!), Goumilev fue interrogado, insultado y torturado antes de ser condenado a diez años en un Gulag, pena que más tarde se redujo a cinco años de trabajos forzados en el norte de Siberia. Fue liberado en 1943 y, haciendo caso omiso de sus sentimientos personales hacia el régimen, se alistó como voluntario y partió hacia el frente europeo en 1944. Como soldado del Ejército Rojo, sirvió como artillero y luchó hasta llegar a Berlín tras participar en la campaña de la Pomerania. Goumilev siempre decía que se alistó en el ejército por patriotismo, no porque apoyase al régimen que había matado a su padre y le había enviado al Gulag. Además, sus antecedentes penales y su filiación le impidieron recibir cualquier clase de condecoración militar. Sin embargo, el hecho de haberse convertido en veterano de la Guerra Patria le dio cierto respeto y le permitió continuar sus estudios con tal de preparar su doctorado, el cual se centraba en la formación de los primeros kanatos de Asia Central.  Pero esta calma duró poco. En 1949 fue detenido de nuevo en el marco de una serie de purgas y, una vez más, lo condenaron a vivir en un Gulag cerca a Omsk, donde pasó siete años de su vida.
Goumilev demostró un estoicismo excepcional y una resistencia sin parangón que lo mantuvo firme todo ese tiempo. De día trabajaba y de noche escribía las notas que constituirían los esbozos de su primer libro dedicado a la historia de los xiongnu, un pueblo de habla túrquica que era antepasado de los hunos. Este libro, titulado Los Xiongnu, sigue considerándose una obra de referencia sobre el tema, aunque no ha sido muy traducido en el extranjero, sólo cuenta con ediciones en italiano, turco y polaco. El XX Congreso del PCUS y la llegada al poder de Nikita Jrushchov marcaron el inicio de un periodo de distención dentro de la URSS. Goumilev fue liberado y, de regreso a Leningrado, donde trabajaba como bibliotecario, inició una correspondencia con dos de los fundadores del movimiento eurasiático: Petr Savitski, exiliado en Praga – al que conoció durante un breve viaje a Checoslovaquia – y Georges Vernadski, que se había convertido en profesor universitario en los Estados Unidos. El contacto con el pensamiento euroasiático animó a Goumilev no sólo a proseguir sus trabajos, sino también a ampliarlos, desarrollarlos y añadirles un gran número de conceptos tomadas de la geografía, la etnología, la historia de las religiones, la biología y la paleo-climatología que estaba en consonancia con la metodología desarrollada por los euroasiáticos de las décadas de 1920 y 1930. Y aunque a partir de ese momento comenzó a tener una vida más estable, su situación académica continúo siendo precaria. Sus trabajos fueron frecuentemente censurados, criticados y condenados al ostracismo. También se le negó la posibilidad de dar conferencias universitarias a pesar del apoyo de algunos de sus colegas y antiguos directores que desde hacía mucho tiempo reconocían sus capacidades. Muchos de sus libros, sobre todo los más importantes desde el punto de vista teórico, fueron rechazados por las editoriales soviéticas. No fue sino hasta finales de la década 1980, en el clima de la Perestroika, que sus obras fueron finalmente publicadas, convirtiéndose rápidamente en un éxito.
Lev Goumilev murió en San Petersburgo en junio de 1992 a la edad de 80 años. A pesar de las dificultades que tuvo que afrontar a lo largo de su vida, escribió diez libros y más de doscientos artículos, es muy conocido en Rusia y en el mundo postsoviético, incluso entre el gran público. Ha sido citado por jefes de Estado como Vladimir Putin, Nursultan Nazarbaiev, quien fue presidente de Kazajstán, y Askar Akaev, expresidente de Kirguistán. Además, sus obras siguen siendo citadas por muchos intelectuales y políticos de la República de Tartastán. Una universidad kazaja (la Universidad Nacional Eurasiática de Astana) lleva su nombre y su antiguo apartamento se ha convertido en una casa museo. Sus ideas fueron retomadas por Said Buriatski, ideólogo islámico de las guerrillas del Cáucaso, con tal de oponerse a Moscú y legitimar la creación de una confederación musulmana del Cáucaso Norte separada de Rusia. Sus obras se reeditan con regularidad y su pensamiento ha influido e inspirado a un gran número de pensadores y artistas. Aunque sus libros son poco traducidos en el extranjero, su obra ha sido objeto de análisis y monografías en Italia (Luigi Zuccaro en 2022, Dario Citati en 2015 y Martino Conserva en 2005), Estados Unidos (Mark Bassin) y Francia (por Marlène Laruelle, quien las ha abordado de una forma innecesariamente polémica).
La revalorización de los pueblos nómadas del Asia Central
La primera parte de las obras de Lev Goumilev está íntegramente dedicada al estudio de los pueblos turco-mongoles del Asia Central. No se trata de estudios especulativos o místicos sino, por el contrario, del fruto de varios años de estudio realizados durante expediciones arqueológicas que permitieron al investigador ruso estar en contacto directo con los descendientes de los pueblos que estudiaba. El resultado de estos estudios y experiencias sobre el terreno es una obra polifacética y abundante cuyas características ya pueden verse en su “trilogía de la estepa”. En sus tres primeros libros (Los Xiongnu, publicado en 1960; Los antiguos turcos, en 1967; En búsqueda de un reino imaginado, en 1970) Goumilev mostró mucho interés por la historia de los pueblos turco-mongoles que, durante siglos, dominaron las estepas de Asia Central y crearon inmensos imperios que se extendían desde Corea hasta las puertas de Europa. El investigador ruso se esfuerza por devolverles una dignidad cultural e histórica despreciada durante mucho tiempo por la historiografía rusa, a la que Goumilev y los eurasiáticos acusan de haber sido influenciada por Occidente y su concepción de la civilización, ya que para ellos estos pueblos eran considerados como bárbaros. Frente a esta corriente historiográfica, que no veía en estos pueblos más que una sucesión de tiranías y destrucciones, Goumilev no sólo rehabilita sus estructuras culturales, sino que subraya las distintas facetas de cohabitación entre los pueblos rusos y turco-mongoles que, más allá de sus relaciones conflictivas, pasaron por periodos de simbiosis, alianzas e intercambios recíprocos. El punto de vista desde el que Goumilev abordó la historia del pueblo xiongnu en el primer volumen de su trilogía, Los xiongnu, era totalmente inédito en su época, ya que trató de distanciarse lo más posible de la historiografía china, única fuente que existía en ese entonces sobre este proto-imperio turco. El Imperio Medio estaba constantemente en guerra con el Imperio Xiongnu, los cuales eran considerados como los antepasados de los hunos. Goumilev, en cambio, optó por una perspectiva “des-chinificada”, rehabilitando a lo xiongnu como sujetos históricos; este enfoque ya había sido adoptado por el historiador y académico francés René Grousset en L'Empire des steppes: Attila, Genghis Khan, Tamerlan, que desde entonces se ha convertido en un clásico sobre el tema.
En su libro Los Xiongnu, Goumilev propone tres grandes temas a seguir en su enfoque intelectual y metodológico: restablecer a los pueblos de las estepas como sujetos de la historia, descentrar radicalmente las narraciones sobre los mismos y emanciparlas del eurocentrismo que tiende a dividir a los pueblos en “civilizados” y “bárbaros”, y presentar una concepción cíclica de la historia de los pueblos, una historia íntimamente ligada a su entorno y su clima.  En el siguiente volumen, Los antiguos turcos, se nota una evolución en su metodología al analizar la formación del primer imperio turco, de cuya disolución surgieron dos kaganatos (reinos) que tuvieron una enorme extensión territorial: desde Crimea hasta la actual Vladivostok. En este libro Goumilev critica enérgicamente las doctrinas maniqueístas, las cuales se convirtieron en la religión oficial del Imperio uigur, acusándola de haber instaurado en la cúspide del Estado una actitud destructiva hacia el mundo y la realidad debido a que imponía la idea de distanciarse de la mundanidad con tal de alcanzar la pureza espiritual. En su opinión, este alejamiento del mundo desarticuló las estructuras sociales y apartó a los uigures de sus valores ancestrales, lo que provocó el colapso del Imperio. El último volumen de la trilogía de Goumilev sin duda es el más interesante, empezando por su título: En busca de un reino imaginado. Lo terminó de escribir en 1970, pero no se publicó hasta 1987 e inmediatamente después fue traducido al inglés por la prestigiosa editorial de la Universidad de Cambridge. El tema es realmente sorprendente. Se trata de un intento de comprender la realidad histórica oculta tras la leyenda del Preste Juan. Según esta leyenda del siglo XII – que apareció en pleno apogeo de las Cruzadas – existía un reino cristiano más allá de Persia, en el Asia Central, que era gobernado por un rey-sacerdote, el Preste Juan, descendiente de los Magos. En aquella época, esta leyenda era tomada con mucha seriedad, ya que los europeos buscaban una alianza en esa zona con tal de luchar contra los turcos que en ese entonces dominaban el Oriente Próximo y amenazaban los reinos cruzados. Este libro es interesante por varias razones. En primer lugar, por su enfoque: Goumilev realiza una descripción muy detallada de su época que abarca tanto los imperios, reinos, pueblos y personajes que existían desde Europa hasta el Asia Central y como ellos interactuaban entre sí. Además, examina las mentalidades de esta época, sus deseos y sus visiones del mundo, sin limitarse a los meros hechos históricos. Esta metodología recuerda a la obra maestra de Fernand Braudel, Le monde et la Méditerranée à l'époque de Philippe II, fruto de veinte años de investigación.
La visión que Goumilev tiene de Europa y de la civilización occidental es también sorprendente: contrariamente a la vulgata de la época, que veía a Occidente como un modelo a imitar, el investigador ruso describe una Europa subdesarrollada, atrasada y provinciana. Esta crítica es objetivamente errónea, ya que éste fue el siglo de la caballería, de las primeras universidades, de la invención del molino, de los trovadores y de los grandes proyectos de salud. La tesis central del libro es que Goumilev cree que el Preste Juan existió, al igual que su reino, que identifica con el kaganato mongol de Kara-Kitaj, cuyo fundador, Yelü Dashi, era cristiano nestoriano. El nombre de Juan podría ser una transliteración del nombre de pila de uno de sus hijos, Elías, que unos cientos de kilómetros conocido como Yohanna y luego como Juan.
Una última observación. Es necesario matizar la turcofilia de Goumilev. Si bien es cierto que hubo periodos en los que las relaciones entre los pueblos turco-mongoles y rusos fueron mucho más complejas de lo que la historiografía oficial ha afirmado durante mucho tiempo, no es posible hablar de una armonía total o relaciones simbióticas. Afirmar, como hizo posteriormente Goumilev, que los pueblos eslavos – y más concretamente los rusos – nunca estuvieron sometidos al yugo turco y mongol, e insistir en que siempre hubo complementariedad, hace más parte de la fantasía que de la realidad histórica, ignorando la existencia de trece guerras libradas entre otomanos y rusos y que estuvieron a punto de convertirse en catorce de haber estallado un conflicto entre ellos en 1947 y de nuevo en el 2016. El panturquismo sigue siendo una amenaza muy grande para Irán, China y Rusia, y las relaciones entre Moscú y Ankara están dictadas sobre todo por las circunstancias, no por una amistad natural heredada de siglos de simbiosis. Como señala Igor Delanoë, director adjunto del Observatorio Franco-Ruso, “las élites rusas y turcas comparten el deseo de crear un orden mundial policéntrico que supuestamente daría a Moscú y Ankara la oportunidad de convertirse en polos de poder afirmando su liderazgo a escala regional o incluso mundial en el caso de Rusia. Esta atracción por un mundo multipolar les está llevando a explorar formas alternativas de asociación que privilegian los intereses nacionales y se basan en gran medida en un enfoque transnacional desprovisto de confianza”. En otras palabras, las relaciones entre la “Tercera Roma” y la “Sublime Puerta” siempre se han caracterizado por la rivalidad y, hoy en día, por frágiles alianzas de circunstancias.
La teoría de la etnogénesis y la pasionaridad
La “Trilogía de la Estepa” representa, en cierto modo, la base de las siguientes obras de Goumilev. Después de terminar el tercer volumen, este historiador ruso se dedicó a perfeccionar sus puntos de vista teóricos con tal de publicar su obra más importante, un verdadero behemoth (casi ochocientas páginas), la famosa Etnogénesis y biosfera de la Tierra, presentada en 1974 como tesis doctoral a la Universidad de Leningrado. El comité examinador lo rechazó por considerar que la obra sobrepasaba los objetivos de una tesis doctoral normal. Fue por esa razón que el manuscrito fue depositado en los archivos de la universidad y solo gracias al boca a boca se convirtió en uno de los textos más consultados de la misma hasta que finalmente se publicó en la URSS en 1989. Rápidamente fue traducido al inglés y publicado en los Estados Unidos. Etnogénesis y biosfera de la Tierra es un libro absolutamente asombroso. Goumilev intenta responder la siguiente pregunta: ¿qué impulsa a ciertos pueblos y personajes a realizar hazañas que superan los logros de sus predecesores? ¿Cómo nacen, se desarrollan y declinan los pueblos y las civilizaciones? Se trata de una morfología de los pueblos y de la historia en su conjunto que Goumilev explora en su libro, prestando especial atención a la región euroasiática. En este sentido, Etnogénesis y biosfera de la Tierra (por la amplitud de sus temas, la riqueza de su pensamiento y la profundidad de su análisis) es comparable a libros como La decadencia de Occidente de Oswald Spengler, la Muqaddina del historiador árabe medieval Ibn Jaldún o el monumental Estudio de la Historia de Arnold Toynbee.
El punto de partida de la teoría de la etnogénesis de Goumilev es el estrecho vínculo entre un pueblo determinado y su entorno. Los cambios climáticos, que son cíclicos, influyen en el desarrollo de los pueblos, por lo que el autor recurrió ampliamente a la paleo-climatología en sus investigaciones, escribiendo numerosos artículos sobre el tema, uno de los cuales fue traducido al francés y publicado en 1965 en la prestigiosa revista Cahiers du Monde Russe, bajo el nombre de Les fluctuations de la mer Caspienne. Variations climatiques et histoire des peuples nomades au sud de la plaine russe. Según Goumilev, para que un pueblo pueda conquistar una vasta zona geográfica y fundar un imperio, deben darse ciertas condiciones climáticas y medioambientales: la presencia de pastos para el ganado, las variaciones del paisaje, la presencia o ausencia de cadenas montañosas, fuentes de agua, el tipo de clima, etc. Goumilev introduce también el concepto de “etnos”, que no puede traducirse como “etnia” porque no tiene una dimensión biológica o racial. Más bien, etnos se refiere a un grupo de individuos que se han adaptado al medio en el que viven generación tras generación y que los lleva a adoptar características propias de su entorno. El historiador ruso escribe: “Este grupo de individuos desarrolla un sentimiento de pertenencia basado en una lógica de ‘Nosotros/Los Otros’, es decir, percibiéndose a sí mismos como diferentes de los demás”. Cada etnia está formada por individuos que comparten un conjunto de valores, es decir, una cultura que se ha transmitido de generación en generación. La interacción entre el entorno y la comunidad de individuos da lugar a un “comportamiento estereotípico” que define las conductas comunes entre sus miembros. Inscritos en la cultura de la comunidad, estos estereotipos de comportamiento son inconscientes, automáticos y bastante dinámicos, ya que pueden cambiar con el tiempo y según el contexto, por lo que tienen una función adaptativa.
El etnos puede estar formado por diferentes subetnoi, unidades que no son lo suficientemente estables y desarrolladas como para ser definidas como un etnos. Los subetnoi pueden surgir cuando las comunidades se separan del etnos, como sucede con ciertas sectas o corrientes religiosas que desarrollan rasgos de comportamiento y estereotipos diferenciados, como los yezidíes o los molokanes. También hay que señalar que los entornos excesivamente monótonos difícilmente favorecen el nacimiento de nuevos etnoi; Europa y el Cáucaso, con sus paisajes diversos, han visto nacer un número impresionante de etnoi. Mientras que el subetnoi es la unidad más pequeña del etnos, el superetnos es su manifestación más desarrollada y se corresponde, en cierta medida, a las diferentes civilizaciones. Según Goumilev, el Imperio ruso y la Res Publicae Christiana son superetnos formados por diversos etnoi que comparten rasgos comunes. Esto no significa que los etnoi de un superetnos sean siempre armoniosos y pacíficos entre sí; pueden surgir conflictos, a veces sangrientos, entre ellos. En el caso de la superetnia rusa, el autor identifica las siguientes etnoi: Grandes Rusos, Bielorrusos, Ucranianos, Tártaros de Kazán y varias subetnoi, entre los que podemos contar a los cosacos del Don, los Viejos Creyentes y los Pomori. Los tártaros musulmanes no están incluidos, ya que están adscritos a la superetnia musulmana. Goumilev menciona también el ejemplo de Francia, que estudia varias veces porque representa un caso básico. La etnia francesa se compone de subetnoi como los bretones, provenzales, alsacianos, vascos, normandos, etc., todas ellas pequeñas etnias que en su día se fusionaron para formar la etnia francesa y que ahora tienen más en común que rasgos distintivos. Cada etnos pasa por diferentes fases, todas ellas caracterizadas por un “imperativo de comportamiento”, es decir, una misión:
Fase ascendente → el etnos es joven, dinámico y mantiene una relación viva con el entorno (imperativo de comportamiento: “Sé lo que debes ser”).
Fase de acméica → el etnos sigue siendo muy activo, pero tiene una relación menos dinámica con su entorno (“Sé lo que eres”).
Fase de resquebrajamiento → el etnos se encuentra menos organizado en su relación con el entorno (“Que las cosas no sean como antes”)
Fase de inercia → el etnos ha acumulado todo el conocimiento técnico que ha podido y ha desarrollado sistemas de valores que se vuelven estáticos (“Sé como eres”)
Fase de obscurecimiento → se encuentra caracterizada por la rigidez y el etnos ya no produce nada en cuanto a técnica y valores comunes (“Confórmate con lo que tienes”)
Fase homeostática → el etnos y su entorno se empobrecen irremediablemente (“Recuerda lo bueno que era antes”).
Goumilev también plantea la cuestión de las relaciones entre los etnoi. Distingue cuatro tipos de relación:
Coexistencia: los etnoi interactúan sin mezclarse y permanecen separados. La coexistencia puede adoptar la forma de simbiosis (dos etnoi se necesitan mutuamente), ksenia (cohabitación cordial pero neutra) y quimera (los etnoi son totalmente opuestos e incompatibles, lo que provoca conflictos e incluso masacres mutuas).
Asimilación: los miembros de una etnia se integran en otra y olvidan sus orígenes.
Mestizaje: hibridación en la que persiste el recuerdo de los respectivos orígenes.
Fusión: cuando miembros de etnias diferentes se unen para formar una nueva etnia.
Pero, ¿qué desencadena el nacimiento de los etnoi y el paso de una fase a otra de sus ciclos? Aquí es donde Goumilev expone su teoría más controvertida, fascinante y extraña a la vez: la “pasionaridad”, que se corresponde a grandes rasgos con la energía vital desplegada por un pueblo en determinados momentos de su ciclo histórico. En su opinión, existen tres tipos de individuos: los pasionarios, que se caracterizan por la disponibilidad, el compromiso, la determinación y la capacidad de aceptar sacrificios por el bien de la comunidad; los armónicos, más equilibrados y racionales, inclinados a la autoconservación; y, por último, están los subpasionales, que son hedonistas, obsesionados con la autoconservación y plagados de neurosis. Las comunidades donde los pasionarios son numerosos y dominantes son dinámicas, creativas, conquistadoras y dotadas de una energía que las impulsa a todo tipo de empresas. Esta es precisamente la pasionaridad de la que habla Goumilev, la energía que está en el origen de todos los procesos de etnogénesis. En las dos primeras fases, denominadas ascendente y acmeica, los individuos pasionarios son la mayoría. En las fases tercera y cuarta, las de inercia y resquebrajamiento, los armónicos son la mayoría. En cambio, los individuos subpasionales dominan las últimas fases, las de decadencia.
Lo absolutamente sorprendente de esta teoría de la pasionaridad es el supuesto origen cósmico de esta energía. Para apoyar sus hipótesis, Goumilev se basa en diversos estudios astrofísicos y paleo-climatológicos con el fin de observar posibles concordancias entre los ciclos solares, los cambios climáticos en determinadas épocas y las fases de etnogénesis en el curso de la historia. Según el investigador ruso, los ciclos solares producen un excedente de energía en la Tierra que altera los procesos bioquímicos de los seres vivos, incluidos los humanos. Esto explicaría por qué surgen y se abren paso en la historia individuos y grupos pasionarios. Esta teoría fue parcialmente validada por investigadores de la Universidad de Omsk a finales de 1990 y principios del 2000, y por la paleo-climatología, que demostró que los periodos de expansión mongola y tártara en Asia Central coincidieron con periodos de insolación que permitieron ampliar las zonas de pastoreo.
Lev Goumilev y el eurasianismo
Ya hemos visto cómo Goumilev mantuvo correspondencia epistolar con dos de los fundadores del movimiento eurasiático en la década de 1920. También está claro que el principal objeto de estudios de este pensador era Eurasia. Por lo tanto, conviene concluir este breve relato de su vida y sus investigaciones mencionando algunos de los puntos de convergencia y divergencia entre su pensamiento y el del movimiento eurasiático, al que se refirió explícitamente cuando se describió a sí mismo en una entrevista en televisión titulada “el último eurasiático”. En primer lugar, es importante tener en cuenta que Goumilev representa una especie de puente entre el eurasianismo clásico – que surgió en la diáspora rusa de la década de 1920 y cuyos principales exponentes son Nikolai Troubetskoi, Petr Savitski y Georges Vernadski – y el neo-eurasismo cuyo exponente más famoso es Alexander Dugin. Mientras que los autores clásicos basaban su pensamiento en datos lingüísticos, geográficos, históricos y étnicos, los neo-eurasiáticos proponen dos componentes que los primeros pasaron por alto: el aspecto místico, con el concepto de la Tercera Roma, y el aspecto geopolítico, que se convirtió en uno de los principales problemas de la política internacional rusa a mediados de 1990. No es de extrañar que gran parte de la obra de Goumilev se haya traducido al turco: los círculos euroasiáticos de Turquía (intelectuales, pero también políticos y militares) insisten en que Ankara debe rechazar la occidentalización y aliarse con Rusia para la creación de un mundo multipolar.
Aunque bautizado e identificado como ortodoxo, Goumilev no era un practicante. Influido por los fundadores del eurasianismo, en los que vio un importante medio para repensar la coexistencia de los pueblos que conformaban el Imperio ruso, y cuya voluntad de subrayar los estrechos vínculos que existían entre el medio ambiente y el pueblo, influyó a su vez en la nueva generación de eurasiáticos, pero casi todos ellos se vieron obligados a enfrentarse a él después. Sin embargo, el aspecto místico está prácticamente ausente de la obra del pensador ruso, que también evitó toda consideración política y geopolítica, debido a que las juzgaba, con razón, fuera de su competencia. Otro punto que une a Goumilev con los eurasiáticos clásicos y los neo-eurasiáticos es su implacable crítica del eurocentrismo y, en general, de Occidente, que a su juicio era el exponente de una ideología materialista y agresiva que ponía en peligro a las otras civilizaciones. Para los eurasiáticos y Goumilev era importante centrarse en el estudio de Oriente como un medio para volver a la Tradición y renovarla. Y a pesar de que algunas de sus hipótesis son excesivamente aventuradas y tiene todo tipo de opiniones tajantes que parecen reflejar más sus inclinaciones personales que una verdad objetiva, el pensamiento de Lev Goumilev sigue siendo extremadamente rico, estimulante y profundo. Sus teorías sobre la etnogénesis pueden ayudarnos a comprender mejor el presente, especialmente la geopolítica, desde una perspectiva apolítica, situando nuestras reflexiones dentro de una dinámica histórica en la que las constantes históricas de lo que Fernand Braudel llamaba “la larga duración” tienen mucho más peso e interés que los meros acontecimientos. En definitiva, Goumilev es una lectura obligada para todo aquel que quiera hacerse con las herramientas necesarias para reflexionar sobre los orígenes de los pueblos y los ciclos históricos que jalonan su existencia.
Lecturas para profundizar en el autor:
Citati D., La passione dell’Eurasia, 2015, edizioni Mimesis.
Bassin M., Ethno-paysages et ethno-parasites: l’écologie de l’ethnicité chez Lev Goumiliov, https://revues.univ-tlse2.fr/slavicaoccitania/index.php?id=2083&file=1
Laruelle M., L’idéologie eurasiste russe, ou comment penser l’empire, éditions l’Harmattan.
Laruelle M., Lev Goumilev: biologisme et eurasisme dans la pensée russe contemporaine.
Goumilev L., Les fluctuations de la mer Caspienne. Variations climatiques et histoire des peuples nomades au sud de la plaine russe, 1965, Les Cahiers du Monde Russe.
Fuente: https://rebellion-sre.fr/lev-goumilev-le-dernier-eurasiste/
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dyskolo · 2 years
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Sobre la literatura rusa
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Universalidad, creo yo, es la primera excelencia que hemos de señalar en la literatura rusa, sentido de lo íntegramente humano, porque sólo este valor esencial puede sufrir la ruda prueba que hemos descrito.
Antonio Machado
Hace 100 años Antonio Machado reivindicaba el papel y la participación de la literatura rusa en el concierto de la cultura europea. Vivimos tiempos de involución, en los que se hace preciso explicar lo evidente.
El siguiente texto forma parte del libro “Fabulaciones y otros textos en prosa” (Dyskolo, 2022)
SOBRE LITERATURA RUSA
En el siglo XIX la literatura rusa influye en todas las literaturas europeas, sin excluir a la española. Las obras de Turguénev, de Dostoievsky, de Tolstóy —cito no más los nombres más egregios— serán para muchos de vosotros, no sólo conocidas, sino familiares. Podemos preguntarnos: ¿Qué debe la moderna literatura europea, y dentro de ella la española, al genio creador de Rusia? ¿Qué es en literatura lo específicamente ruso?
Las lenguas eslavas —perfectamente ignoradas en España— no son todavía de uso corriente en la Europa culta. La producción literaria rusa nos es conocida por traducciones no siempre directas, frecuentemente incompletas, defectuosas muchas veces. Anotemos este hecho. Porque todos sabéis que traducir una obra es someterla a una dura prueba, y traducirla mal es casi borrarla. Al pasar de una lengua a otra sólo se salvan los más altos valores literarios. De toda la rica producción española ¿cuántas obras han logrado la estimación universal? Las Coplas de don Jorge Manrique; La Celestina, El Quijote, La vida es sueño y El burlador de Sevilla; acaso la poesía de Góngora; seguramente la obra de nuestros místicos más excelsos. Todo lo demás es literatura para andar por casa; no puede pasar la frontera. Y es que los adornos, gracias y matices que pone en su obra el habla del poeta se amenguan, marchitan y corrompen cuando se les trasiega y vierte en otros moldes lingüísticos. Sólo si una obra contiene valores esenciales hondamente humanos y una sólida estructura interna, puede —aun disminuida por la traducción disminuida ser admirada en lengua extranjera. Tal calidad pudiera tener la novela rusa. Traducida, y mal traducida, ha llegado a nosotros. Sin embargo, decidme los que hayáis leído una obra de Turguénev disminuida —Nido de hidalgos—, o de Tolstóy —Resurrección—, o de Dostoievsky —Crimen y castigo—, si habéis podido olvidar la emoción que esas lecturas produjeron en vuestras almas. Yo os daría por docenas novelas de ilustres autores contemporáneos, muchas de españoles, seguro de que habríais de devolvérmelas después de hojear sus páginas con hastío. Y si todo cuanto hay en vosotros de humano vibra hasta la raíz y se conmueve por la magia de una obra que fue, acaso, vertida del ruso al alemán, del alemán al francés y del francés al misérrimo español de un traductor catalán, que trabajó a peseta por página (y no creáis que exagero al mostraros esta escala de degradaciones literarias, porque hasta hace muy pocos años no han circulado entre nosotros sino versiones de esta índole), decidme: ¿qué riqueza estética no hemos de asignar a esta obra en su fuente originaria, en la lengua rusa en que fue pensada y escrita?
Universalidad, creo yo, es la primera excelencia que hemos de señalar en la literatura rusa, sentido de lo íntegramente humano, porque sólo este valor esencial puede sufrir la ruda prueba que hemos descrito.
Pero al decir universalidad hemos dicho demasiado y no suficiente. ¿Qué suerte de universalidad es ésta que asignamos a los libros rusos? Por la razón se define al hombre; ente de razón le diputan las escuelas filosóficas intelectualistas desde Platón a Descartes. Es la razón la facultad de los conceptos generales, de las ideas; en ellas hay una forma de universalidad. Pero no es ésta la que descubrimos en los libros rusos, muchos de los cuales nos parecen a veces frutos de la misma locura.
La razón humana será un don divino —yo no lo dudo—, pero tuvo que ser inventada, descubierta por el hombre mismo; ser el fruto bien maduro de una experiencia, que algunos pueblos no han realizado plenamente todavía. Fue en Grecia, y en la divina Atenas, cien veces sagrada, donde el hombre descubre y se adueña de su propia racionalidad por el hábito de pensar en común: al amparo de las democracias helénicas, los hombres libres, los ciudadanos convierten el pensamiento en un hábito social, en una actividad de ágora, de plaza pública. El hombre libre opina, discute, polemiza, conversa, dialoga, contrasta su propio pensar con el de su prójimo y averigua por sí mismo —no acepta como dogma— que las normas y categorías de su entendimiento no son individuales, sino específicas, que revelan la común estructura del espíritu humano y que, por ello, hay verdades a que todos los hombres pueden elevarse porque son el fruto del pensar de todos: que existe una objetividad. Tal fue el resultado, más tarde, de la mayéutica socrática, del arte de partear espíritus, la gran conquista del genio helénico realizada plenamente cuando la actividad del ágora pasó al jardín de Akademos, donde disertaba el divino Platón.
Pero el pueblo ruso, sometido hace años al imperio despótico de los zares, sin hábitos de ciudadanía, sin libertad política, no ha conocido aún, como tal pueblo, esta forma de eucaristía; la comunión en las ideas no ha socializado aún su pensamiento, ni alcanzó la dialéctica, cuyo fruto tardío es la pura especulación filosófica. Buscaréis en vano un gran nombre ruso en la historia de los grandes sistemas de ideas. Falta hoy a Rusia metafísica propia, y una de las causas del fracaso de su gran revolución acaso sea el desmedido tributo que las mentalidades directoras de Rusia rinden necesariamente al pensamiento alemán, al determinismo económico de Carlos Marx.
Pero hay otra forma de universalidad que no la expresa el pensamiento abstracto, que no es hija de la dialéctica sino del amor, que no es de fuente helénica, sino cristiana; se llama fraternidad humana, y fue la gran revelación de Cristo.
El Viejo Testamento no es todavía un libro íntegramente humano y mucho menos divino; Javeh es un Dios guerrero y nacional, tutor o guía de un pueblo elegido a través de la historia. Este pueblo apenas conoce otro valor que el genésico. Para el hebreo la castidad es sólo virtud en cuanto encauza el impulso genésico y asegura la prole. El hebreo repudia la mujer estéril y exalta al patriarca, al semental humano. No ya en el sentido trascendente ni aun siquiera en el familiar es el amor fraterno una exigencia ética. El amor no rebasa apenas las fronteras de la animalidad, cabalga sobre el eros genesiaco y no ha tomado aún la línea transversal, no es de hermano a hermano, sino de padre a hijo. El imperativo de la castidad aparece en el Evangelio con una significación completamente distinta. Castidad es ya superación, no aniquilamiento del sentido biológico del amor. Tregua de la sexualidad prolífica que haga posible la honda revelación del amor fraterno y la comunión cordial y el reconocimiento de un padre común supremo garantizador de la hermandad humana.
En la idea, dice el pensamiento platónico, hay siempre un punto de vista y al par un límite del pensar humano. Donde haya un hombre, nos dice el Cristo, allí está la humanidad entera. El pensamiento del hombre pretende vanamente anclar en lo absoluto, mas las ideas trascendentes, inasequibles como las estrellas que nunca podremos alcanzar, las ideas nunca realizadas orientan la mente humana, sirven también como las estrellas para navegar, nos guían en la ruta nunca terminada del conocer. El corazón del hombre, nos dice el Cristo con su ansia de inmortalidad, con su anhelo de perfección moral, con su sed de amor nunca saciada, tiene ante sí también un camino infinito hacia la suprema inasequible perfección del Padre. Y esta ansia, esta sed que tú, hombre, descubres con sólo mirar a tu propio corazón, es la de todos los hombres. Los que ayer comulgasteis con las ideas bajo los pórticos de Atenas, los ciudadanos libres, cuya vida entera reposaba sobre el trabajo de los esclavos, no habéis comulgado aún con los corazones. Lo que vosotros llamáis simpatía —recordemos la bella fase de Eurípides en su Antígona— es, cuando más, compasión, sufrimiento común, dolor pasivo, fatal, impuesto por los dioses; no es todavía libre tarea de los corazones, fraternidad humana.
Los, pueblos de cultura integral, los herederos de la civilización heleno-cristiana, saben de ambas formas de universalidad, porque pasaron por la doble experiencia histórica de las luchas políticas y religiosas. De entre ellos no podemos excluir a Rusia, pero el más superficial conocimiento de su historia nos muestra su enorme atraso político y social. Mas su literatura, en cambio, nos revela cuán profundamente ha penetrado el Evangelio en el alma rusa. El despotismo oriental de sus emperadores, desde Juan el Terrible hasta nuestros días, condenó a la incultura y al sufrimiento a casi toda la población eslava, al pobre campesino, al mujik triste, vacío de ideas y lleno de supersticiones, al mujik que no conoce aún la vida social y cuyo corazón, como la tierra empedernida por el hielo en que sufra y trabaja, es el fruto de esta misma cruel tiranía, y sólo encierra el odio, el miedo y la desesperanza. Y los poetas rusos, los novelistas, los pensadores, la aristocracia intelectual nacida casi toda ella en la clase noble, al mirar a su patria sólo encontró un tema realmente ruso: el dolor humano. Un sentimiento de piedad impregna toda la moderna literatura rusa. Desde Pushkin y Lérmontov, muertos trágicamente en los primeros años del siglo XIX, hasta Chéjov y Gorky, nuestros contemporáneos, los libros rusos contienen estas dos notas esenciales: 1ª Una falta de coherencia lógica, y, si queréis, una lógica extraña al genio de Occidente, sobre todo, al genio latino. El vizconde Melchor de Vogüe, en un reciente trabajo sobre la obra inmortal de Fedor Dostoievsky, El idiota, dice estas o parecidas palabras (cito de memoria): “El rasgo dominante que diferencia los personajes de esta obra, de aquellos a que estamos habituados en nuestra novela, es su falta de disciplina mental. Un buen latino domina, o cree dominar su razón; no duda del poder que posee para dirigirla, encauzarla y convertirla en una fuerza siempre sumisa. Entre los rusos de Dostoievsky esta fuerza aparece indisciplinada, su pensamiento es como un resorte que no obedece a la voluntad del mecánico, procede por saltos bruscos con súbitas transiciones del llanto a la risa. Y este pensamiento es además complicado y sutil; algunas frases sencillas en apariencia, ocultan una docena de intenciones equívocas”. Y es natural, el pensamiento ruso no es pensamiento de polemistas, de dialécticos, de razonadores ni de filósofos especulativos; es pensamiento ascético, místico, solitario; no es lógica, sino intuición.
2ª. Esta tendencia colectiva, marcadamente irracionalista o insuficientemente racional, que nos desconcierta en la novela rusa, creadora de tantos extraños personajes, que viven y se agitan como en un mundo de pesadilla, se compensa ampliamente con esa otra tendencia hacia los universales del sentimiento; ansia de inmortalidad, piedad hacia los humildes, amor fraterno, deseo de perfección moral, anhelo de suprema justicia, cristianismo en suma. Se diría que el ruso ha elegido un libro, el Evangelio, lo ha puesto sobre su corazón y con él y sólo con él pretende atravesar la historia.
¿Recordáis alguna novela de León Tolstóy? Es Tolstóy, sin duda, la síntesis del alma rusa. Su obra es además la que mejor conocemos en España. Traed a la memoria alguna página del Príncipe Delhi, de La guerra y la paz, de Resurrección, y evocad sus personajes centrales. Son hombres y mujeres siempre en pugna con las normas del mundo, siempre inquietos y descontentos de sí mismos, pero siempre, también, buscando a su prójimo para curarle de sus dolores, para aliviar su miseria. Les preocupa —como a nuestro egregio Unamuno— el problema esencial, el del último destino del hombre (recordad la hermosa muerte del príncipe Andrés en La guerra y la paz); dudan, vacilan, como dudan y vacilan las almas sinceras y profundas, siempre divididas en sus entrañas; pero siempre se diría que alcanzan a ver una luz interior reveladora de la suprema esperanza. Su religiosidad es mística, porque busca a Dios por el camino del amor. Su misticismo es cristiano, de combate íntimo, activo, dinámico..., no pasivo, contemplativo y panteístico a la manera oriental. Estos hombres y estas mujeres, estos personajes de la obra de Tolstóy, se aman y se desean con amor humano, apasionado, violento a veces.
Las pasiones desenfrenadas son frecuentes en las novelas rusas. Muchos de estos personajes son entes crapulosos y degradados. Pero yo os desafío a que me citéis una sola página rusa en que el amor carnal no esté superado por el amor íntegramente humano, en que la mujer sea exaltada únicamente como medio de placer. Lo que llamamos pornografía, esa baja literatura que halaga no más la parte inferior del centauro humano, es algo muy ajeno al alma rusa. Cuando pasamos de la novela francesa —más o menos refinadamente sensual— a la novela rusa, estamos en otro clima espiritual. De Tolstóy a Anatole France —os cito al más ilustre nombre francés— hay más distancia que de la estepa rusa al Jardín de Epicuro.
Y ahora podemos repetirnos la pregunta con que comenzamos esta conferencia: ¿Qué debe la moderna literatura occidental a las letras rusas? Los pueblos que alcanzaron un alto grado de prosperidad material —Francia, Alemania, Inglaterra, Italia— y también un alto grado de cultura (lo uno no va sin lo otro) tienen un momento de gran peligro en su historia, peligro que sólo la cultura misma puede remediar. Estos pueblos llegan a padecer una grave amnesia, olvidan el dolor humano, su civilización se superficializa, toma el sentido de la utilidad y del placer, olvidan esa tercera dimensión del alma humana: el fondo religioso de la vida, el sentimiento trágico de ella que dice el gran Unamuno; dejan a un lado los problemas esenciales y paralizan sin saberlo los íntimos resortes de su misma civilización. La literatura rusa ha sido un enérgico y vibrante despertador que nos desvela y ahuyenta de nosotros el sueño epicúreo.
(Conferencia pronunciada en la “Casa de los Picos”. Segovia, 6 de abril de 1922).
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joseandrestabarnia · 2 years
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Aleksey Savrasov (1830-1897)
LOS GRAJOS HAN LLEGADO
1871
Tamaño - 62 x 48,5
Material - lienzo
Técnica - óleo
Número de inventario - Inv.828
Adquirido por P. M. Tretyakov del autor. 1871
El comienzo y la formación de la pintura paisajista realista en Rusia está indisolublemente ligada al nombre de Alexei Kondratievich Savrasov, y su pintura “Han llegado los grajos” puede considerarse, en palabras de Alexander Benois, una “estrella guía” en la formación de la escuela nacional de paisaje.
Por primera vez, este trabajo se exhibió en la primera exposición de la Asociación de los Caminantes en noviembre de 1871 en San Petersburgo. El nombre terminaba con un signo de exclamación, lo que transmitía la entonación emocional del artista, lamentablemente, posteriormente desapareció. Savrasov en ese momento ya era un artista experimentado, ganó varios concursos, participó en exposiciones durante mucho tiempo y dirigió la clase de paisaje en la Escuela de Pintura, Escultura y Arquitectura de Moscú. Pero recién en la década de 1870 llegó el momento del verdadero florecimiento de su obra.
La historia de la creación de la pintura está relacionada con un viaje al Volga, donde el artista fue a principios de la primavera de 1871 para recuperar la fuerza mental después de la muerte de su hija recién nacida. Bajo la influencia de la "extensión curativa", que ayuda a superar el sufrimiento, los bocetos de paisajes llenos de encanto y calidez aparecen bajo el pincel de Savrasov, renovándose eternamente después del sueño invernal de la naturaleza rusa. La necesidad de impresiones naturales empuja al artista a buscar parcelas en el "interior" ruso, y Savrasov se encuentra en el pueblo de Molvitino, ubicado a sesenta millas de Kostroma, donde se realizaron los primeros estudios y bocetos de "Torres". A su regreso a Moscú, el artista aclaró algunos detalles en la composición y terminó el cuadro ya en el estudio.
A primera vista, todo en la imagen es extremadamente simple y modesto, extremadamente familiar para los rusos: una pendiente con abedules, nidos de grajos y un pueblo con un templo. Al mismo tiempo, según Levitan, este es "el mundo de la alta poesía". A pesar de la intimidad incondicional e incluso la intimidad del paisaje lírico, el espectador siente simultáneamente la inmensidad de las vastas extensiones de Rusia. A través de la "telaraña" de ramas de abedul hasta el mismo horizonte se pueden ver campos cubiertos de nieve derretida. Sobrio, tranquilo en su tonalidad general, la coloración se distingue por una especial delicadeza, suavidad y riqueza de matices. Los colores proporcionalmente tomados con precisión de cálidos tonos amarillo-marrón y fríos gris-azul con un acristalamiento delgado apenas perceptible y transiciones de luz y sombra crean una sensación de movimiento oculto en la imagen. aire crudo puro,
En la estructura figurativa de la imagen, no es tanto la trama lo importante, sino el estado de ánimo, sutiles fluctuaciones emocionales que resuenan en nuestra alma. Este rincón de la naturaleza rusa simple evoca un sentimiento de alegría tranquila y brillante y amor por la tierra natal. En cada preciosa pincelada se puede sentir la actitud reverente del artista hacia la naturaleza como creación divina. Savrasov transmite sorprendentemente el estado de transición de la naturaleza de las heladas invernales al calor de la primavera, así como el corazón humano se “descongela” después de severas pruebas y dolores, encontrando consuelo en la fe, la esperanza y el amor.
Información e imagen de la web de la Galería Tretyakov.
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mrafnda · 7 days
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El cuaderno gris
Me compré un libro de poemas en ruso, que también es un cuaderno de apuntes, que también es un valiosísimo registro del pensamiento de Aлекса́ндр Введе́нский (Aleksandr Vvedenski). El libro, como de costumbre, me ha acompañado en la mayoría de mis trayectos, pero también me acompaña en el pensamiento cuando se queda en casa. 
Me parece que la poesía rusa del siglo XX es profundamente desencarnada, pero, además, este cuaderno es altamente destructivo, y potencialmente transformador. Para Vvedenski, el tema principal son las relaciones entre el lenguaje y la realidad. Desprecia la idea de que el lenguaje pueda alguna vez llegar a ser verdaderamente objetivo en la literatura, basta someter el verbo al efecto corrosivo del tiempo para darse cuenta de ello. Más aún, considera que si bien la poesía ejecuta tan solo un milagro verbal, no es real, en absoluto, que recurriendo al lenguaje pueda expresarse algo con sentido.
Según Vvedenski, los verbos no se corresponden con el tiempo. En sus propias palabras: Antes, sobre un hombre que se ponía el sombrero y salía a la calle, solíamos decir: Ha salido a la calle. Esto era absurdo, la frase "ha salido" es incomprensible. Ahora decimos: Se puso el sombrero y comenzó a iluminarse. Aquí Vvedenski nos muestra con total claridad el problema: el verbo salir es demasiado estrecho.
"De acuerdo con nuestras concepciones habituales, los verbos existen como por sí mismos. Es como un amontonamiento de sables y rifles.  Cuando nos vamos a cualquier parte, cogemos un verbo y nos lo llevamos con nosotros. Para nosotros los verbos tienen una estructura triple. Tienen tiempo. Tienen presente, pasado y futuro. Son móviles. Fluyen, y en esto son semejantes a las cosas verdaderamente existentes. Sin embargo, no existe ninguna acción que tenga peso, a excepción del asesinato, el suicidio, el ahorcamiento o el envenenamiento. Haré notar que la última hora o las últimas horas antes de la muerte no pueden ser verdaderamente llamadas horas. Es algo completo y detenido, como un espacio, el mundo, una habitación o un jardín. Algo liberado del tiempo."
Vvedenski prescribe una incomprensión activa, como una fuerza que arroja luz sobre lo pensado. Es, por decirlo así, una provocación consciente y hábil de la desintegración del concepto del verbo a través del tiempo...
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Bueno. Esto es lo que he estado leyendo, y en lo que he estado pensando. Últimamente salgo a la calle y me ilumino. Si me ven en silencio, no me molesten.
:)
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Del cuaderno... (XIII)
NERUDA ELEMENTAL
Adoro las «odas elementales» de Neruda. Sus tres libros de odas, y las muchas otras composiciones sueltas, del mismo estilo, que salpimentan volúmenes como Navegaciones y regresos. Releo ahora el Tercer libro de las odas y me topo con la dedicada «a la luz marina», que si no me equivoco debe de ser la que inspiró a Raymond Carver el título de su poesía reunida: Bajo una luz marina.
Neruda tiene una obra inmensa, vasta y oceánica, desbordante de versos que rompen y resbalan por la dermis de su verbo como olas que bañaran las cubiertas de un intrépido velero. Pero yo creo que si solo hubiera escrito los libros de las odas, para mí ese regalo ya sería suficiente; nada más le hubiera hecho falta para pasar a mi panteón particular (aunque soy consciente de lo mucho que eso le restaría, pues ningún autor es verdaderamente él mismo más que en la exacta suma de todas sus partes, y los artistas ingentes, como Neruda, deben ser tomados precisamente en su gloriosa totalidad, con sus altos y sus bajos y sus vertiginosos vaivenes de sísmica montaña rusa).
En sus odas dio Neruda en el clavo esencial de todas las cosas, grandes y pequeñas, regocijándose en la venturosa celebración, material, tangible y suculenta, del mundo que nos rodea. Demostró, de paso, que era posible hacer «realismo socialista» y gran poesía al mismo tiempo; las odas, que rezuman una diáfana e iluminada sencillez verdaderamente deleitable, pueden ser leídas por cualquier hombre o mujer, sin dejar por ello de exhibir una enorme belleza y perfección formal. Su virtuosismo técnico y estético es muy notable: son como valses jubilosos que trazan remolinos de color y aroma por la página, deslizándose entre perfectos endecasílabos redactados «de oído» y versos de apenas unas sílabas; y en todo ello está siempre presente esa radiante sensación de «vida coronada», esa fruición, esa alegría crítica y mordiente —limpiamente rabiosa— que le devuelve, uno tras otro, gozosos cortes de mangas al culto nihilista e «intelectual» de la abyección.
Pablo Neruda era un hombre que como ser humano es posible que dejara bastante que desear, y hablo ahora recordando algún truculento suceso de su biografía personal. Políticamente está también en las antípodas de la cordura, y en eso fue en gran medida un personaje de su tiempo. Pero nada importa cuando lee uno sus versos, y se deja embelesar por los malabarismos de su fluyente inspiración, sus metáforas de aire y nube y sol, su pleno dominio de la palabra, la portentosa facilidad con la que hacía del lenguaje el mirífico traje «todo tiempo» que habitaba. Neruda nos regala sus odas como quien se enfunda un mágico par de guantes y nos abofetea con su incansable espectáculo de poética prestidigitación. Era un rey Midas que transmutaba en eufónico y rutilante oro todo aquello que tocaba con su voz.
[28/03/24]
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SILBANDO EN EL CAMINO
En la «Oda al presente», de Pablo Neruda, encuentro un par de soberbias posibilidades para títulos, que ya estoy poniendo mentalmente a buen recaudo con vistas al libro que venga después de este. La cita concreta es la que encabalga los dos últimos versos de la pieza: «… y ándate / silbando en el camino».
«Ándate silbando.» O tal vez, casi mejor, el heptasílabo: «Silbando en el camino». Sería un título que no estaría nada mal.
Yo asocio a Neruda con un hombre que siempre está silbando de felicidad. No sé si en otro poema suyo, tal vez de Residencia en la tierra, habla precisamente el chileno de «salir silbando de una barbería». (La imagen, en cualquier caso, del hombre que sale alegre y contento de una barbería está en alguna parte, en la obra de Neruda, y desde hace muchos años la relaciono con él, y con lo mucho que me gusta su poesía.)
Ayer, releyendo las Nuevas odas elementales, volví a hacerme una antigua reflexión: aquellos poetas de antes, que vemos hoy en viejos retratos en sepia o en instantáneas en blanco y negro, yendo y viniendo por el mundo con sus versos, eran vates totales y verdaderos; artistas que no se andaban por las anémicas ramas de lo intrascendente, ni parecían tener tiempo para el esnobismo filisteo ni las tonterías que aguardan al mediocre «al cabo de la calle» (donde siempre cree haber descubierto la américa de turno y del momento). Eran poetas, y lo eran con mayúscula inicial, aunque eso fuera algo que curiosamente no resultara necesario consignar.
Cada cosa tiene su tiempo y tiene su edad. Y al siglo XXI parece haberle correspondido ser la edad del fin de todas las cosas. Aquellos hombres y mujeres —pienso en Gabriela Mistral, compatriota de Neruda— tensaban y henchían las velas de su canto y surcaban un mar de trabajo y abnegada inspiración. Poseían el fuego. Se lo tomaban todo muy en serio, en un mundo que aún era capaz de seriedad.
[03/04/24]
ROGER WOLFE
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suicafc · 1 month
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¿Cuáles son las principales diferencias culturales entre Estonia y Azerbaiyán?
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¿Cuáles son las principales diferencias culturales entre Estonia y Azerbaiyán?
Costumbres estonias
Las costumbres estonias están impregnadas de tradiciones arraigadas que reflejan la rica historia y cultura de Estonia. Estas costumbres se han transmitido de generación en generación, y siguen siendo una parte importante de la identidad nacional de este país báltico.
Una de las tradiciones más emblemáticas de Estonia es el canto coral, que ha desempeñado un papel crucial en la historia del país. Durante siglos, los estonios se han reunido para cantar juntos en festivales y celebraciones, lo que ha contribuido a fortalecer el sentido de comunidad y unidad nacional entre su gente.
Otra costumbre importante en Estonia es la sauna, que tiene una larga historia en la cultura estonia. Las saunas son consideradas como lugares de purificación y relajación, donde las personas pueden socializar y conectarse con la naturaleza. Muchas familias estonias tienen su propia sauna en casa, y es común disfrutar de este ritual de calor y vapor regularmente.
Además, las celebraciones de las festividades tradicionales como el solsticio de verano (Jaanipäev) y la Navidad tienen un lugar especial en el calendario estonio. Estas festividades están llenas de rituales y costumbres únicas que reflejan la conexión de los estonios con la naturaleza y las estaciones del año.
En resumen, las costumbres estonias son un tesoro cultural que enriquece la vida diaria de su gente y contribuye a la identidad nacional de Estonia. Desde el canto coral hasta las saunas y las celebraciones tradicionales, estas prácticas reflejan la diversidad y la riqueza de la cultura estonia.
Tradiciones azerbaiyanas
Las tradiciones azerbaiyanas son una parte fundamental de la rica cultura de Azerbaiyán, un país situado en la encrucijada entre Europa Oriental y Asia Occidental. Estas tradiciones reflejan la historia, la identidad y las costumbres de su pueblo, transmitidas de generación en generación.
Una de las tradiciones más emblemáticas de Azerbaiyán es la celebración del Novruz, el Año Nuevo persa que marca el inicio de la primavera. Durante esta festividad, las familias se reúnen para realizar rituales tradicionales, como saltar sobre hogueras para purificar el cuerpo y quemar muñecas de paja que simbolizan la despedida del invierno.
Otra tradición importante es el arte del tejido de alfombras, un símbolo de la artesanía y la creatividad azerbaiyanas. Las alfombras azerbaiyanas, con sus diseños elaborados y colores vibrantes, son reconocidas en todo el mundo por su belleza y calidad.
Además, la música tradicional azerbaiyana, como el mugam, es otra expresión cultural destacada en el país. Este género musical combina poesía, melodía y ritmo de una manera única, creando una experiencia sensorial inigualable para quienes la escuchan.
En resumen, las tradiciones azerbaiyanas son una parte esencial de la identidad nacional y un tesoro cultural que se mantiene vivo en la actualidad. A través de sus celebraciones, artesanías y expresiones artísticas, Azerbaiyán sigue conectado con su pasado y proyecta su rica herencia hacia el futuro.
Gastronomía en Estonia
La gastronomía en Estonia es una fusión de tradiciones culinarias escandinavas, rusas y alemanas que ha evolucionado a lo largo de los años para crear platos únicos y deliciosos. Este pequeño país báltico situado en el norte de Europa ofrece una amplia variedad de sabores que reflejan su historia y geografía.
Uno de los platos más populares de la gastronomía estonia es la sopa de pescado, conocida como "kalasupp". El salmón, la trucha y el lucio son pescados comunes en la región y se utilizan para dar sabor a este reconfortante plato. Otro plato típico es el "mulgipuder", una especie de puré de patatas con cebolla y tocino que es perfecto para los días fríos de invierno.
Los estonios también son amantes de los productos lácteos, por lo que el queso y la mantequilla son ingredientes clave en muchas de sus recetas. El "kama" es un postre tradicional elaborado a base de harina de centeno tostada y mezclado con kéfir. Se sirve con frutas frescas o miel y es una delicia para el paladar.
Además, no se puede hablar de la gastronomía estonia sin mencionar el "mulgikapsad", un guiso de col agria con cerdo que se cocina lentamente para lograr una mezcla de sabores única. Este plato es una muestra de la influencia alemana en la cocina del país.
En resumen, la gastronomía en Estonia es una experiencia culinaria única que combina sabores tradicionales con influencias internacionales para crear platos deliciosos y reconfortantes.
Estilos arquitectónicos en Azerbaiyán
Los estilos arquitectónicos en Azerbaiyán han sido influenciados por diversas culturas a lo largo de los siglos, creando una rica diversidad en la arquitectura del país. Desde la antigüedad, Azerbaiyán ha sido un importante punto de encuentro entre Oriente y Occidente, lo que se refleja en su arquitectura.
Uno de los estilos más destacados en Azerbaiyán es el estilo arquitectónico islámico, que se caracteriza por sus intrincados diseños geométricos y elaborados detalles. Muchas mezquitas y edificios históricos en Azerbaiyán están construidos siguiendo este estilo, que refleja la profunda influencia de la cultura islámica en la región.
Además del estilo islámico, Azerbaiyán también cuenta con una arquitectura soviética que refleja la influencia de la época en la que el país formaba parte de la Unión Soviética. Edificios gubernamentales, bloques de viviendas y monumentos en Azerbaiyán todavía conservan el estilo arquitectónico soviético, que se caracteriza por su simplicidad y funcionalidad.
Por otro lado, la arquitectura moderna también ha ido ganando terreno en Azerbaiyán en las últimas décadas, con la construcción de rascacielos y edificios contemporáneos en ciudades como Bakú. Estos edificios modernos aportan un contraste interesante con la arquitectura histórica del país, creando un paisaje urbano diverso y vibrante.
En resumen, los estilos arquitectónicos en Azerbaiyán reflejan la rica historia y la diversidad cultural del país, desde la influencia islámica y soviética hasta la arquitectura moderna que define su paisaje urbano actual.
Celebraciones culturales en ambos países
Las celebraciones culturales son una parte fundamental de la identidad de un país, ya que reflejan sus tradiciones, creencias y valores. Tanto en España como en México, existen una amplia variedad de festividades que son celebradas con entusiasmo y alegría por la población.
En España, algunas de las celebraciones más emblemáticas incluyen la Semana Santa, que se lleva a cabo en diferentes ciudades del país con impresionantes procesiones y ceremonias religiosas. Otra festividad destacada es la Feria de Abril en Sevilla, donde se celebra la cultura andaluza a través de bailes, música y gastronomía típica.
Por otro lado, en México se llevan a cabo festividades como el Día de los Muertos, una celebración única que honra a los seres queridos fallecidos a través de altares, ofrendas y desfiles coloridos. Además, el Día de la Independencia es una festividad muy importante que se celebra con fiestas, música y fuegos artificiales en todo el país.
Tanto en España como en México, las celebraciones culturales son una oportunidad para reunirse con la familia y los amigos, preservar las tradiciones ancestrales y fomentar el sentido de pertenencia a la comunidad. Estas festividades son una muestra de la riqueza cultural de ambos países y una forma de mantener viva la historia y la identidad de su pueblo.
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adyblue · 4 months
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Me enseñas a sentir…
80 días y los días se seguirán sumando, te seguiré queriendo un poco cada días más, te estaré amando y escribiendo cuando despierte a estas horas, cuando viaje por el metro.
Sabes, no soy buena para escribir, ni para querer menos para amar. Tu ahí! Existiendo sin sabernos, qué hiciste, que haz tocado!?
Llevo días y mis días se vuelven como días de montaña rusa, mi estómago como jaula de mariposas, mi piel se eriza sin siquiera tocarme.
El sentir me está volviendo loca!
Tu!!
Eres la causa del delirio a estas horas de la mañana, que despierto y te busco y el espacio vacío de mi cama me recuerda que no eres mío, que no estás, que te comparto en recuerdos y viejos amores. Una realidad ajena a la verdad, me muerdo los labios buscando tu sabor, busco entre mis piel tus caricias que con los días se van desvaneciendo, no te borras de mi mente, porque te escribo que aunque mañana te fueras y no volvieras, vivirás eterno en mi memoria con algunas lágrimas entre recuerdos.
Pueda ser muy pronto para decirlo pero, serás el último gran amor de esta vida, el ser que dio vida, me inspiras y te amo por eso.
Mis palabras son burdas mi poesía barata.
Mi amor no será el mejor que hayas tenido, eso es claro.
Adryhdz
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ancruzans-blog · 2 months
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Nikolái  Nekrásov
Nekrásov fue un poeta y dramaturgo ruso nacido el 10 de diciembre de 1821, creciendo en la finca de su padre en Yoroslav. Cuando Nikolai tenía diecisiete años, su padre lo envió a una academia militar de San Petersburgo, pero él se inscribió en la universidad. Al enterarse su padre se negó a apoyarle;por lo que, Nekrasov pasó bastantes penalidades y se vio obligado a renunciar a los estudios…
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herederosdelkaos · 9 months
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A LA MUERTE
Ya sé que vendrás, ¿por qué mejor no ahora?
Espero tu llegada mientras llora mi alma.
Apagué la luz y abrí de par en par la puerta
para que pudieras entrar, tú, tan simple y tan extraña.
Asume para esto el aspecto que quieras,
irrumpe como un proyectil envenenado,
o golpea silenciosa, como un bandido experto,
o mátame con el veneno del delirante tifus.
O llega con ese cuento, que tú misma inventaste
y que ya todos conocemos hasta la náusea —
en ese que descubro la gorra azul del gendarme
y detrás al conserje, pálido de muerte.
Hoy ya me da igual. Sobre el Yenisei se arremolina
la niebla. Fulgura imponente la estrella polar.
Y el más cruel de los espantos nubla
el brillo azul de los ojos que amo.
Casa de la Fontanka, 19 de
Anna Ajmátova
Réquiem y otros escritos
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fannyjemwong · 1 month
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Poemas de Anna Ajmatova
Dedicatoria Poema de Anna Ajmatova Dedicatoria Las montañas se doblan ante tamaña pena Y el gigantesco río queda inerte. Pero fuertes cerrojos tiene la condena, Detrás de ellos sólo «mazmorras de la trena» Y una melancolía que es la muerte. Para quién sopla la brisa ligera, Para quién es el deleite del ocaso – Nosotras no sabemos, las mismas por doquiera, Sólo oímos el odioso chirriar…
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