Tumgik
#pero recién me cayó la ficha
7odopasaporalgo · 2 years
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Hace unos días llegué al final de la carrera, llegué a la tan ansiada meta. Ya está, listo. Y AHORA?
Cumplí mi sueño, soy abogada. Y AHORA?
Esa pregunta empezó a invadirme en las noches, no me dejaba dormir. Me molestaba durante el día también. Todo empezó a la semana de haberme recibido, cuando (finalmente?) me cayó la ficha que venía procesando.
Me pintó el bajón. Me sentía rara. No tenia ganas de nada. Quería hacer cosas pero me daba paja. No entendía qué me pasaba.
Hasta que me di cuenta que era ansiedad, que surgió por la incertidumbre de la situación. Apareció intentando distraerme de este festejo sin fin que venía teniendo. Generándome un vacío. Haciéndome sentir que se acababa todo, que el camino se terminaba ahí y después no había nada, como si estaba al borde del abismo. Pero (por suerte) me di cuenta que no es así...
Sí, una hermosa etapa llegó a su fin.
Sí, ya no tengo que estudiar (por ahora)
Sí, tengo que buscar trabajo
Sí, tengo que pensar qué quiero. A dónde apuntar. Me quiero quedar en Paraná? Me quiero ir?
Y AHORA?
Ahora es momento de relajar. De disfrutar haber logrado lo que tanto tiempo soñé. De seguir festejando.
Me rompí el orto para hoy estar como estoy, para hoy ser abogada. Y es MI logro, todo mío. Es algo que yo misma lo hice.
No tengo porque responder YA todos esos interrogantes. No tengo que decidir todo ahora. Recién pasaron solo 2 semanas de que me recibí. Y ENCIMA, HACE 5 DÍAS SOMOS CAMPEONES DEL MUNDO DESPUÉS DE 35 AÑOS. Dejame disfrutar de todo lo que está pasando, de la hermosa energía que se está sintiendo. Incluso se, que me voy a aburrir de estar tanto al pedo.
Ya tendré tiempo para pensar y decidir todo lo que quiero para mi. Pero todavía no. Me merezco bajar mil cambios, pasaron muchas cosas (lindas) este año y necesito parar un ratito, aprovechar esta época para agradecer por todo. Necesito un tiempo para mi.
Estoy muy muy orgullosa de mí. Por enésima vez digo, LO LOGRÉ CUMPLÍ MI SUEÑO. Y quiero disfrutarlo.
Tengo muchos otros sueños por delante. Sé que me esperan cosas hermosas.
A alguien cuando me saludó por mi recibida me dijo "alto cierre del año", y le respondí "sin dudas, y eso que le quedan unos días al 2022".
El año no para de sorprenderme, me sigue alegrando. Confío en que seguirá haciéndolo hasta que llegue a su fin, y que el 2023, no se va a quedar atrás y va a ser un gran año también.
SOY ABOGADA LA PUTA MADRE
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diariodelverano · 6 years
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FASO DE LOS TOROS
El verano no terminó, aunque la lluvia de ayer, que hizo destrozos por toda la ciudad, lo ponga en pausa por un rato. Un intervalo de brisa fresca. Caminamos por las bicisendas de la ciudad, cuidadosamente planificadas para que anden los Glovos. Una película fina de humedad se nos pega a la piel, eso también es verano. Vemos la luna entre los jacarandás y nuestra sombra recortada en la pintura refractante dorada.
Muchas de las cosas que llamamos esta noche llegaron a nosotros, en distintas formas, bajo distintas figuras. En la vereda de Bacci nos armaron una mesa, en medio del quilombo de mesas que ya era cuando llegamos. Teoricé que a Bacci van muchos pinchas, pero sin saber bien por qué. Ahí apareció el Turco, que es pincha, y contó muchas cosas buenas que nos pusieron felices por él. Sonreí tanto y lo miré tan profundamente que en un momento me pareció un extraño. Me pareció lindo, de todos modos, sentir esas cosas por un extraño.
Desde hace un tiempo parece que venimos redondeando cuentas. Mientras esperábamos cuatro porciones de pizza y una de fainá, hicimos resúmenes aproximados de nuestras vidas so-far y tratamos de entender las trayectorias. A veces tengo la sensación de que estuve ausente de las decisiones que me trajeron hasta acá. Que recién ahora empiezo a elegir cosas. Lucas dijo que los viajes si son de a cinco o seis son superiores. Sobre la mesa planeamos un viaje y un dream team para el próximo verano. Los notificaremos en comunicaciones próximas. Antes de eso, Lucas se va a ir en su propio plan de evasión del invierno y yo voy a terminar algo que va a ser un re viaje.
Tenemos ciertos acuerdos sobre las permanencias. Yo le dije que le tengo pánico a las rutinas y a las burocracias y que una beca doctoral en esta ciudad se parece peligrosamente a eso. Él me entendió pero igual formulamos contraejemplos. Sabemos bien que la ciudad no está agotada aunque a veces la sintamos así. Son efectos del estar, a veces: del venir de otro lugar. Enumeramos las cosas que nos faltan para darnos cuenta de que también podemos no tener razón. Aprender trapecio, ser gimnasta, hablar ruso, tener un conjunto musical, que yo cante en una banda pop. El peso de los argumentos, en última instancia, lo decidimos nosotros. La pizza está tan gruesa que parece un pan relleno. Yo agrego que también me gustaría volverme a Concepción y hacer excavaciones arqueológicas. Sería la arqueóloga del pueblo, a mis abuelxs les encantaría. Es un mandato difícil de desarmar el de hacer felices a lxs abuelxs.
Lucas dice que se puede conocer de memoria una ciudad. Cualquier ciudad. Caminamos para bajar la pizza. Pasamos por la catedral y se acuerda de su tocayo Lucas que vivía en el primero B del edifico y decía que sabía llegar a un living exterior saltando un muro de por ahí afuera. Antes, cuando no estaban las rejas, ranchábamos por el parquizado. Ahora son recuerdos difusos, como sueños. Entonces, por ejemplo, una de mis primeras noches en la ciudad, salimos a patear con el Cristo, el primo de la Vero, mi primera concubina. Nos habíamos fumado un paragua que yo había comprado en Concepción con mis ahorros. Usaba una trincheta oxidada para picarlo sobre la mesita de pino que me habían comprado mis papás. A veces algunos paraguas, los que son húmedos y compactos, me recuerdan el olor de esos primeros churritos. Pegaban re piola. Con el Cristo compramos una Paso de los Toros, porque yo no tomaba alcohol, y la tomamos sentados en el umbral de una puerta altísima y majestuosa. Desde ahí se divisaba un parque y la calle desierta. Estaba oscuro y yo tenía la sensación de estar en la entrada de un castillo. Mucho tiempo después me cayó la ficha: habíamos terminado en una de las puertas de la catedral. En el momento no fue más que el flash de lo nuevo y la frescura del pomelo.
Las ciudades son así, se sobreescriben todo el tiempo. No sé si puedo conocer una ciudad de memoria, lo que sí hago es superponer capas. Recuerdos estratificados en una sedimentología que con los años va adquiriendo potencia. Por la diagonal nos cruzamos con Fran. Se baja de la bici y nos ponemos a charlar. Los Glovos nos pasan por al lado a toda velocidad. Nos agradecen la delicadeza de corrernos. A Fran, como al Turco, por estos días hace diez años que la conozco. Habla de su tesis doctoral y de un evento en el que mañana se van a colgar fanzines de los árboles de una plaza. De que capaz vaya a publicar algo pero que no tiene tiempo. Nos da agua, nos despedimos y se va. Nosotros seguimos.
Lucas dice algo de la ciudad pueblo y que ahora la venta de alcohol se extendió hasta las once. Histórico. Un grupo de adolescentes vestidos para salir viene cruzando la plaza. Uno tiene una Paso de los Toros en la mano. La miro con deseo. Pasamos por al lado del banco donde ranchamos la primera cita, que era una cita pero estaban mis amigos. Ese recuerdo es un estrato sobre esta plaza. Tomamos unas imperiales, hablamos de cosas, hablamos de viajes. A mí me dieron ganas de hacer pis y me metí al medio de la plaza, a mear el monumento. Vos te quedaste hablando con los pibes. Pensé si me creerías más una heroína por hacer eso. Después, cuando conté que tenía luna en leo, vos dijiste: confunde amor con atención, y ahí me cayeron unas cuantas fichas. Esos días me quedó resonando la frase y no me podía acordar a quién se la había oído. Te lo tuve que preguntar. Ese recuerdo es un estrato sobre esta plaza al que tengo acceso ilimitado.
En eso pienso, y en la película de humedad que tengo sobre la piel, cuando Lucas me dice:
-Cóme gusta la mezcla de olor a perfume con escabio.
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polarhoid · 6 years
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Grillo
Me hallé un saltamontes gigante en el patio; patas larguísimas, el cuerpo acorazado, lustroso y de color verde brillante. Él me miraba desde el piso con sus ojos saltones que eran como dos canicas pardas.  Aleteó para alzarse del piso pero topó en el techo de lámina del cuartito de los triques. El animalillo quedó tirado de panza, tieso. Y yo me le acerqué para aplastarlo de un pisotón.
No.
Gritó mi papá desde la cocina cuando notó mis ansias asesinas.
Es un saltamontes. Esos no pican; ha de estar lastimado y por eso no puede volar.
Luego levant�� al herido y me lo colocó en las manos.    
Ten, no lo vayas a dejar caer, ahorita vengo.
El bicho clavó sus patitas puntiagudas en mi piel. Quiso escapar, sentí el roce de sus alas y su cuerpo fibroso retorciéndose. pero yo lo apachurré hasta que se quedó quieto. Imaginé que si lo apretaba más iba a crujir entre mis dedos. y en eso llegó mi papá con una caja de zapatos agujerada.
Toma. Ahí échalo; aquí lo vamos a tener. Hay que cuidarlo y ya que pueda andar pues lo soltamos, eh.  
Abrí la tapa de la caja y metí al Grillo.  
Vente, vamos a darle de comer.
Mi papá sacó una lechuga del refri y le arrancó un trozo; luego, buscó en la red de los mandados y sacó una corcholata de cocacola.
Ten, échale poquita agua en la ficha y la echas en la caja con la lechuga.
Así que abrí la tapa con agujeritos y miré que el saltamontes se peinaba las antenas en una esquina. Puse la ficha en medio de la caja y a un ladito la lechuga; el insecto siguió aplanándose las antenitas como si nada.  
Oye, ¿y qué nombre le vas a poner?    
Pues Grillo.
Contesté sin pensarlo.
¿Así nada más?
Sí, que se llame Grillo. Y nada más.
La caja la guardé en mi cuarto y durante algunos días, después de la escuela, le levantaba la tapa para ver al animal peinándose las antenas en su esquina preferida. No había tocado la ficha y la lechuga ya estaba oxidada. Mi papá se preocupó porque el Grillo no comía nada, así que un día me sentó en la sala para hablar conmigo.
A lo mejor se muere porque no quiere comer. Pero si se muere no tenemos por qué agüitarnos porque no es culpa de nadie. Hicimos lo que pudimos.
Y se quedó callado un largo rato mirando por la ventana a los rayos del sol dorando las ramas del limón del porche.
Chingado. A ver, ya sé, tráete una cachucha, vamos a salir tantito.
Caminamos por Martín de Zavala; dimos vuelta en América y le seguimos hasta el baldío de la esquina. Entramos por un boquete en la reja y apenas avanzamos unos metros, el monte nos recibió con un tufo de calor pegostioso y un apestadero a perro muerto. Mi papá se adelantó esquivando la maleza, los hormigueros, las cacas, los envases rotos, la basura, los montoncitos de cables quemados. Yo escuché un enjambre de moscas y un ruido quedo y acuoso que no alcancé a identificar. Me salí del caminito, brinqué un colchón jediondo, unas hierbas crecidas que me llegaban a la cintura y me encontré a un perro podrido, con el cráneo pelado hasta el hocico y ya sin orejas. Unas moscas verdes y gordas se me querían meter en los ojos; las espanté y se fueron volando y se acomodaron en la panza desinflada del perro. El cuero del perro se removió por dentro y el zumbido se escuchó más fuerte. Con un palo de escoba le pique las costillas y crujieron como un pisotón en una cucaracha reseca: de la piel renegrida le brotó otra piel viva de pequeños gusanos amarillos que burbujearon y se desparramaron a unos centímetros de mis pies. Yo observaba los ojos del perro, que eran dos canicas negras aplastadas, y machaqué con las suelas de mis zapatos a los montoncitos de gusanos. El cráneo del animal tenía los colmillos de fuera, como si todavía estuviera gruñendo.  
Eít, qué estás haciendo, vente para acá.
Mi papá desarrugó la bolsa de soriana que traía en la bolsa del pantalón, y le echó dentro unos manojos de hierbas recién cortados.
Puede que el grillo no quiera comerse la lechuga porque no está acostumbrado. Le vamos a llevar de estas plantas a ver si sí se las come.
En la casa le pusimos de esas hierbas pero pronto se aguadaron. El grillo nunca comió y mejor ya no puse más y sólo me quedé esperando a que el grillo amaneciera muerto. Pero el animalillo no se quiso morir: amaneció peinándose las antenas y mirándome desde su misma esquina. Se había comido una esquinita de la tapa de cartón y, de ahí en delante, todas las noches lo escuchaba rasguñando la caja con sus tenacitas. Yo lo sentía moviéndose, ruñendo; casi lo veía peinándose las antenas después de cada bocado, con sus canicas pardas que parecen ojos y se me figuraba que abría un agujero a mordidas para volar en el cuarto, para escapar. Dejé asomarme en la caja cuando llegaba de la escuela. Ya no quería ver a ese Grillo, ya no quería escucharlo, pero aunque le pusiera trapos, toallas y pantalones encima a la caja, yo seguía escuchando su masticadera, su rasguñar y crujir dentro de la caja. Es un Grillo muerto. Un día senté a mi papá en la sala para hablar con él.
Ya no quiero a ese Grillo.
¿Qué pasó?, ¿se murió?
No, nomás no lo quiero, de noche hace ruidos.
Fuimos a mi cuarto y destapamos la caja y el Grillo voló: revoloteaba sus alas verdosas y me miraba desde lo alto, desde la esquina del techo. Ya no se relamía sus antenitas. Mi papá lo cazó con una playera; se le tiró encima y la tela cayó con todo bicho. Después con sus manos toscas lo volvió a meter a la caja.
Ya hay que soltarlo, ¿o quieres que esperemos unos días más?
No le contesté. Tomé la caja de zapatos y me salí al patio. La caja puse en el suelo y enseguida la destapé. El Grillo brincó una vez, dos veces; a la tercera se despegó volando del piso. Con sus alas extendidas se veía todavía más gigante y más verde y más brillante. Era una mancha viva esmeralda.  El saltamontes se alejaba más y más y más, hasta que una línea negra cruzó el cielo: un zanate lo pescó en el aire y se lo llevó hasta lo más alto de una tapia con una agilidad fulminante. El pájaro lo sostuvo un ratito en el pico y después se lo tragó haciendo arcadas.
Bajo el relumbre del sol, las plumas del zanate destellaron un índigo que nos dejó enmudecidos. Nos miraba desde la tapia. Sus ojos eran como dos canicas amarillas y brillantes.
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bashdupondmoretti · 4 years
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Dad?
N𝒐𝒗𝒆𝒎𝒃𝒆𝒓 𝟐𝟒, 𝟐𝟎𝟐𝟎. 𝑴𝒐𝒔𝒌𝒐𝒘, 𝑹𝒖𝒔𝒔𝒊𝒂. 𝑺𝒐𝒎𝒆 𝒇𝒐𝒍𝒌𝒔 𝒅𝒐𝒏'𝒕 𝒃𝒆𝒍𝒊𝒆𝒗𝒆 𝒊𝒏 𝒉𝒆𝒓𝒐𝒆𝒔 '𝒄𝒂𝒖𝒔𝒆 𝒕𝒉𝒆𝒚 𝒉𝒂𝒗𝒆𝒏'𝒕 𝒎𝒆𝒕 𝒎𝒚 𝒅𝒂𝒅. Moscú evocó recuerdos que juró enterrados bajo siete llaves. Todo estaba fresco, más intenso, potenciado al mil. No pasó mucho tiempo en el que estuvo en territorio de la mafia rusa intentando buscar la razón del ataque de la Bratvá, misma emboscada que casi acaba con su vida, la de sus hermanos y más importante… la de su mujer, su hijo e ahijada. Pisar tierras rusas fue la grieta abierta de un trauma que lo tenía al borde de una crisis total. El constructo de años se vino abajo, agrietándose el corazón. Su padre no era quien decía ser y la persona que estuvo a su lado durante los últimos veinte años, sí lo era. Albert Knight era su padre y dolía, tanto que sentía su órgano vital estrujarse en una débil caparazón. Lo que más lo torturaba era haber pasado dos décadas odiándolo. ¿Y si lo hubiese sabido antes? Imaginaba un escenario distinto, ¿y qué tanto? Su cabeza maquinaba. Y volvía a lo de siempre: el whisky puritano flameando en la garganta. —¿Tu familia sabe que estás acá? En medio del búnker bajo el Kremlin, Sebástian descansaba en aquel sillón de terciopelo rojo imperial que tan bien se acomodaba a su contextura. Los pies sobre la mesa de cristal y el meneo incesante de los hielos de su trago. Blanca Civantos estaba ahí, vigilándolo como cuan infante. Una de las sicarias más peligrosas y la más buscada, incluso por la Interpol, estaba ahí, desligándose del papel de mafiosa para ser su amiga. Un apoyo en medio del abismo. —No, pero probablemente Julienne sospecha que estoy aquí. —Y le mentiste, ¿no? Rhage… Ahora más que nunca no puedes esconderte y olvidar todo lo que pasó. Antoine es tu padre. No puedes negar la realidad. Sebs cerró los ojos con dolor y depositó su trago en la mesa frente a él. No se atrevió a mirar a la morena que, insistentemente, buscaba alguna respuesta cuerda de parte del francés. La española tocaba terreno peligroso y aun sabiendo el temperamento de su jefe, se atrevió. —No me atrevo, Blanca, es… es demasiado. —Y mientras más huyas, más te va a perseguir. Viniste con tu familia hasta Moscú y mírate, estás acá, borracho y pensando en Albert. Es tu padre, al fin y al cabo, y sé que te necesita tanto como tú a él… —Calla. —¡No! Es hora de que lo enfrentes. —¡Cállate! Y lo siguiente que vieron los dos fue el cristal de la botella de whisky estrellarse contra la pared, haciéndose añicos en el acto. Una ráfaga de finos cristales cayó al piso y Sebástian, agitado y al borde de un ataque de pánico, fue sostenido por los brazos de la mujer que rápidamente actuó ante un destrozado y quebrado Sebástian. Un par de minutos le tomó para que el hombre finalmente se recuperara. —No puedo. —fue lo último que musitó el francés. (...) Era la hora de retorno a la cabaña donde se estaba quedando junto a su esposa e hijo. No quería volver, al menos no en esas condiciones. Tambaleante en consecuencia del alcohol, era un pésimo ejemplo para Vicenzo. En adición, sabía que el regaño de su mujer se venía como cuan avalancha. Debía evitar ese espectáculo a toda costa. ¿Cómo? El francés no tenía ni la más paupérrima idea. Eran las doce de la noche en punto. Ni más ni menos. Escuchaba el tic tac del reloj de la escalera que daba a la salida secreta del bunker, a un costado del Kremlin. Escondidos, ocultos de los demás. Oía su propia respiración y su sangre arder en sus venas. Fue una brisa de aire fresco cuando el gélido viento lo recibió al salir y, por una fracción de tiempo sintió una paz que, como siempre sucede, se vería interrumpida por una voz que le provocó un escalofrío por la espina dorsal. —Te estaba esperando. —Mierda, no. —susurró para sus adentros. Empuñó las manos, imposibilitado por una fuerza externa a voltear. No, ahora no, por favor. No. Rogaba internamente que aquella voz que resonó en su cabeza no era la persona que de inmediato relacionó. No podía ser Albert Knight. No estaba preparado, o al menos esas eran las señales que su cuerpo le daba. La cabeza le daba vueltas y confundido, no reaccionó. —Charles, esperaba hacer esto antes pero no pude, realmente no pude. Fue todo tan repentino. Salvar a tu familia, mantener a salvo la mafia de los rusos y luego enterarme que eras mi hijo… Fue… —Te odié tantos años… —Y yo lo sé, chaval. —Mataste al que pensé que era mi padre y a mi madre. —volteó lento, juntando fuerzas para no desmoronarse ahí mismo. Deseó tener una mano amiga, un hombro sobre el cual sostener las últimas piezas que estaban a punto de caer. —Tú… ¿Tú lo sabías? —No. —Entonces por eso mi padre quiso matarte… Sebástian recordó aquella alucinación con Cameron en aquel café de New York, fantasma que le dio una pista al montón de preguntas que se iban acumulando en él. —Por eso puso en riesgo todo. —continuó. —Yo nunca lo supe. —se defendió. Su voz sonaba dura. —Pero tu padre se volvió loco y, joder, debí imaginar que era por algo así. Alphonse era ambicioso y jamás perdía el control de las cosas. Solo —Pero enterarse de que su hijo único reconocido era, en realidad, hijo de su mejor amigo, acabó por destruirlo. Albert Knight, con la pesadumbre en la respiración y los hombros en muestra de vulnerabilidad, asintió con vergüenza. Su mirada gacha, apagada, rendida; dispuesto a lo que el francés impusiera. Padre e hijo, enfrentándose a una desgarradora verdad. ¿Sellarlo con un abrazo? No muy típico de ambos. —Y mi madre… Mierda. Mi madre solo fue un daño colateral. —Perdóname. —rogó Knight. —Ya te perdoné hace mucho tiempo. —aseguró Dupond. Y un suspiro de alivio inundó el frío ruso de parte del padrino de la mafia Corsa. Una sonrisa desganada, pero sincera de parte de ambos. No bastó ninguna palabra más y Albert y Sebástian tomaron rumbos distintos. Recién ahí cayeron las fichas a su lugar. Era el heredero por derecho de la Unione Corse. En unos cuantos años, el próximo padrino por sangre .
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Romper Conmigo
Inglés autor: @imagining-supernatural Traducido por: @kclaire1
Pedido por andhiseyesweregreen: ¡Eh, cielo! He visto que están abiertas las peticiones y me preguntaba si podrías escribir uno para mí.  Estaba pensando en un Dean/Reader, algo en la línea de la letra de la canción “Break On Me” de Keith Urban. Si haces peticiones de canciones, claro y perdona por ser tan imprecisa. Por favor, y muchas gracias.
Recuento de palabras: 1914
Advertencias: Ninguna.
N/A: Vale, la música country es definitivamente mi género menos favorito y normalmente lo evito, pero en cuanto pulse click para escuchar esta canción, como que me enamore de ella y tuve la idea para esta historia y además era exactamente lo que necesitaba en ese momento.
Break On Me by Keith Urban
English Version: Break On Me
Era uno de esos días. La alarma no te había despertado, se te quedó atascada la cabeza en la camiseta cuando trataste de ponértela, se te derramó el café, y los aspersores decidieron que necesitabas una segunda ducha mientras caminabas hacia el coche. A lo mejor era la oscura nube que flotaba sobre tu cabeza, pero parecía que había una cantidad insana de tráfico en tu pequeña ciudad de Kansas. Tuviste que darle la vuelta dos veces al aparcamiento de la parte de atrás antes de encontrar un sitio donde aparcar. La campana sonó según entrabas en la cafetería, pero ni siquiera eso te hizo sonreír como solías hacerlo.
“Parece que alguien tiene un buen día,” Joe te saludo con sarcasmo desde detrás del mostrador.
“Cierra le pico o te despido,” gruñiste. Con los dedos intentaste peinar el lio mojado que era tu pelo, pero pronto te rendiste, segura de que perderías un dedo si hacías enfadar a la bestia.
“Roxy ha hecho donuts y café recién hecho esperándote.”
“Chico listo,” achicaste los ojos para mirarle mientras caminabas hacia la cocina. “Los diamantes serian un bonito toque para la próxima, pero acepto tu oferta de paz esta vez.”
El resto del día parecía ir por el mismo camino: mal con uno pocos momentos brillantes. Afortunadamente uno de esos brillantes momento llegó cuando estabas mirando los informes que te había enviado tu contable. Te había costado unos cuantos años, pero finalmente tu negocio ya era estable. No ibas a tener que preocuparte por cómo ibas a sobrevivir mes a mes y no ibas a tener que echarle la agonizante cantidad de horas a las que ya te habías acostumbrado durante los últimos años.
A lo mejor podías hasta tener tiempo para Dean cuando estuviera en la ciudad. A lo mejor tenías hasta tiempo para avanzar en ese flirteo que os traíais. Conocías los riesgos, sabías a qué se dedicaban Sam y él.  Pero tenías la sensación de que podría merecer la pena. Dean merecía la pena.
Pero Dean estaba fuera de la ciudad durante al menos unos cuantos días más, y tú aún tenías que lidiar con tu vida normal. Desafortunadamente, tu vida normal parecía estar empeorando hoy. La cafetería estaba más ocupada que de costumbre, así que tenías que ayudar y los clientes tenían un día particularmente charlatán y rudo. Para cuando aparcaste en tu pequeña casa, estabas exhausta.
Era viernes por la noche y tus glamurosos planes eran descongelar la cena en el microondas y ver capítulos repetidos de las Chicas Gilmore en pijama. Pero en cuanto te sentaste y cogiste el mando a distancia sonó el teléfono.
“¿Hola?” contestaste ya que al mirarlo durante un segundo siguió sonando.
“¿Eres T/N T/A?” preguntó alguien con una voz muy profesional.
“Eh, sí. Soy T/N. ¿Puedo preguntar con quién hablo?” 
 “Soy Richard Norton. Trabajé con tu padre y solamente quería ofrecerte mis condolencias.”
El tenedor que tenías en la mano cayó hacia el planto con estrepito. “¿Condolencias?”
“Es algo horrible que haya sucedido esto. Y eran tan jóvenes, además.”
“¿Eran? Eh, perdóneme. No estoy segura de qué está hablando.” Las paredes parecían estar cerrándose sobre a ti, y tenías ese horrible latido en la cabeza sonando a la vez que el latido de tu corazón que se estaba haciendo cada vez más rápido.
“¿No te has enterado? Tus padres han sido asesinados en un tiroteo en la gala anual en el Capitol. Están muertos.”
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“Venga, tío. Llámala”
Dean puso los ojos en blanco y salió del coche. “Seguro que está bien. Además, es casi medianoche.”
Sam sonrió y dio una carrerilla para alcanzar a Dean antes de que desapareciera en la habitación del hotel. “Entiendo. No quieres interrumpir nada que pudiera estar haciendo.”
“¿Qué demonios quieres decir?” preguntó Dean, molesto por la forma en la que su corazón se aceleró al pensar en lo que Sam estaba insinuando.
“Sólo digo que esta buena, es maja y esta tan fuera de tu liga,” Sam se encogió de hombros. “Tú aún no has movido ficha. Algún otro tío va a ser más listo que tú y va a encontrar la forma de quitártela.”
A Dean comenzaron a picarle las manos y tuvo que obligarse a aflojar los puños. “¿Y qué? Solo somos amigos.”
“Lo que tú digas, tío.”
“Eso, lo que yo diga. Además, no es asunto tuyo.” Dean tiró las llaves encima de la mesa y se dejó caer en la cama. En cuanto bajó los parpados, tu rostro apareció llenando su mente. Le había estado pasando mucho últimamente, y la verdad es que a Dean no le importaba. De hecho, le gustaba. La mayoría de las veces, eras tú la razón por la que era capaz de seguir adelante. Desde que Sam y él pararon en tu cafetería hace ya un año de camino a la ciudad después de una caza y le sonreíste, estaba condenado. Todos se daban cuenta y a Dean ni siquiera le hacía sentirse incómodo lo que era muy extraño teniendo en cuenta lo privado que era.
La fusión de las dos canciones favoritas de Dean empezó a sonar en su teléfono y echó un vistazo a la pantalla para ver tu nombre iluminarse. Miró a Sam que simplemente sonrió y se fue al cuarto de baño.
“Eh, T/N,” Dean te saludo cariñosamente, con una pequeña sonrisa elevándole la comisura de los labios mientras pronunciaba tu nombre.
“Eh, ¿Qué pasa?” tu voz sonaba apagada. No era tan vibrante como de costumbre.
“Acabo de matar a un ghoul en Denver. ¿Y tú qué tal? ¿Por qué estás despierta a las dos de la mañana?”
“Ha sido un…” te rompiste y Dean escuchó el claro sonido de un suspiro antes de que le contestaras.  “Ha sido un día muy largo y no podía dormir. Supuse que estarías despierto.”
“Tenías razón, cielo. ¿Por qué ha sido un día tan largo?”
“Parece que la tierra se ha ralentizado o algo. Y he recibido muy malas noticias, pero no quiero hablar de ello ahora mismo. Cuéntame lo del ghoul.”
Mientras Dean te contaba cómo había sido la caza, embelleciéndolo un poco y aún así fallando en su intento de hacerte reír, miró a las llaves del Impala.
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No sabes cómo, pero lograste dormir un par de horas después de llamar a Dean. No sabías por qué no le habías contado lo de tus padres. No es que fuera un gran secreto. A lo mejor no querías que sintiera pena por ti, o que se sintiera obligado a reconfortarte.
Lo único que sabías es que tu familia se había ido, estabas sola, y parecía que tu mundo se estaba haciendo pedazos. Durante toda tu vida tus padres habían estado allí. En lo malo y en lo bueno. Habían sido la roca a la que agarrarte y tu pilar. La única constante en tu vida. Y ahora el mundo era más pesado y duro. No podías hacerle frente.
Así que mandaste un mensaje a Joe y a Roxy y les dijiste que te ibas a tomar un día personal. Ellos podían manejarse con la tienda por un día. Tú necesitabas tiempo para procesar y pasar el duelo y planear tu viaje al este para los funerales.
Acababas de abrir el armarito y estabas mirando fijamente las cajas de cereales para ver cuál te apetecía, cuando el timbre de la puerta sonó. Ignorándolo seguiste considerando tus opciones de desayuno, pero entonces sonó de nuevo, y una voz familiar te llegó a través de la puerta de madera.
“¿T/N? Sé que estás ahí. Y sabes que puedo abrir la cerradura.”
La voz grave de Dean hizo que te temblara el corazón y miraste al reloj. Hiciste un cálculo y dedujiste que tenía que haber conducido toda la noche para llegar desde Denver hasta Lebanon. Corriste hacia la puerta más rápido de lo que te hubieras creído capaz de ir a esta hora de la mañana.  Al abrir la puerta viste que allí estaba Dean, de pie en el porche de tu casa. “¿Qué estás haciendo aquí?” 
Se encogió de hombros, mirando hacia abajo tímidamente. “Sonabas como si necesitaras un amigo.”
Te escocieron los ojos cuando la importancia de lo que acababa de hacer te caló hondo. Había pasado de dormir esa noche para conducir más de cinco horas seguidas solamente porque le habías llamado a las dos de la mañana. Seguro que había dejado a Sam en el bunker y había venido directamente a verte. “Gracias.”
“No es para tanto,” se encogió de hombros, moviéndose incómodo.
Las horribles noticias que habías recibido ayer, volvieron a tu mente y diste un paso para arrojarte a sus brazos. El no dudó ni un segundo antes de estrujarte contra su pecho y mantenerte exactamente donde necesitabas estar. Como si fuera la gota que hacía falta para romper la presa, comenzaste a sollozar, agarrándote a Dean como si fuera un salvavidas. Sus manos acariciaron tu espalda y se deslizaron por tu pelo. No dijo nada y ni se apartó; simplemente te dejó llorar. Un par de minutos después las lágrimas fueron disminuyendo y le miraste. Miró hacia abajo sonriéndote con dulzura. “Tan malo, ¿eh?”
Asintiendo, diste un paso atrás y le agarraste de la mano para tirar de él hacia dentro. “Entra dentro.”
Te siguió dentro de la casa, mirando vuestras manos entrelazadas. Le miraste a los ojos cuando levantó la vista. Tu estado de ánimo se aligeró un poco cuando viste como él apartaba la mirada y se ruborizaba, pero te apretaba los dedos en un gesto tranquilizador.
“Bueno… ¿quieres hablar de… las noticias que recibiste la pasada noche?” preguntó Dean sentándose en el sofá. Tú te sentaste a su lado, negándote a soltar su mano.
Miraste hacia delante, estudiando la pintura de la pared. Recordabas esa única vez, que mencionaste que tenías que pintar alguna pared de la casa y a la semana siguiente Sam y Dean aparecieron en la puerta con rodillos y pinceles. Tu familia biológica puede que estuviera muerta, pero sabías que la familia no terminaba con la sangre. Así que cogiste aire y te preparaste para decirlo en voz alta. “Mis padres han muerto. Hubo un tiroteo en la gala en la que estaban y no sobrevivieron.”
Dean tiró de tu mano y miraste para verle observándote con comprensión y simpatía en los ojos. “Lo siento mucho, T/N.”
“Yo también,” a penas habías formado las palabras cuando tu labio inferior comenzó a temblar. Dean se inclinó hacia ti y tiró hasta tenerte en sus brazos. Usó la mano que no te estaba sujetando para colocar tu cabeza sobre su pecho mientras tú rompías a llorar de nuevo. “Es tan duro.”
“Lo sé. Lo superarás. Tienes a Sam y sabes que me tienes a mí. Estaremos aquí para cuando nos necesites.”
“Gracias por estar aquí,” susurraste tras un momento de silencio.
Dean te besó la coronilla, apretándote un momento entre sus brazos. “Cuando quieras, cariño.”
Te moviste y levantaste los ojos para mirar a Dean a la cara, necesitando que comprendiera lo mucho que significaba para ti que él estuviera allí. “En serio. Has conducido toda la noche. Nadie ha hecho nunca algo así por mí.”
Ruborizándose, Dean apartó la mirada. “Bueno, cuando me necesites, llámame. Hablo en serio cuando te digo que estaré aquí cuando me necesites.”
Te recostaste de nuevo sobre él, con los ojos fijos en vuestras manos aún unidas. Las próximas semanas iban a ser un infierno, pero podrías soportarlo con Dean a tu lado.
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exnoctambulo · 7 years
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-¡La puta que te parió!- me dijo mi mamá y fue a socorrer a mi viejo que estaba en el piso retorciéndose de un dolor seco y sordo. Creo que nunca voy a olvidar esa mirada que me largó desde el suelo: triste, decepcionada y, sobre todo, llena de bronca. Un rato antes, mi papá me estaba gritando como un desaforado. Yo también le estaba gritando a él. Rutina, nada nuevo. Ya era un deporte para nosotros, al que le poníamos el alma. Y así se nos iba la vida. Nos estábamos trenzando en una discusión por una boludez: la música. Digo boludez ahora que pasó el tiempo. Ahora que crecí y puedo ver las cosas de otro modo, menos terminantes. En esa época, cuando era chico, era rígido como un milico. Era dueño de pensamientos comprados y tenía unos cuantos prejuicios en los bolsillos para repartir y desechar cualquier cosa que no vaya conmigo. Hablaba porque el aire era gratis en realidad. Cuando era joven sentía que le verdad tenía contrato de exclusividad conmigo. También creía que tenía mucha personalidad. Pero estaba equivocado. La cuestión era que estaba escuchando en mi pieza a los Rolling Stones a todo lo que da. Jumping Jack flash, no sé si lo conocen. Él, que recién volvía del laburo, entró sin golpear, como hacía siempre, y me pidió, más bien me ordenó, que bajara el volumen. Yo sabía perfectamente que eso le molestaba, lo ponía loco. Sin embargo, se lo hacía porque que era algo que disfrutaba. Papá y yo teníamos varias cuentas pendientes y quería hacérselas pagar de alguna forma. ¿Quién no quiso matar a su viejo en algún momento? Tal vez nadie. Yo sí. Era un pensamiento que me acosaba con una profunda intensidad. Parricidio. O hacerlo mierda, no eran ideas abstractas. Eran imágenes mentales que quería trasladar al terreno de lo real. Pero sabía que ese trasbordo era imposible, nunca iba a poder llevarlo a cabo. Me daba fiaca, o, como dice una amigo, paja. Mucho laburo: pensar un plan, después deshacerse del cadáver, arrojarlo a un lugar seguro. Hay que tener en cuenta que el viejo pesaba 95 kilos y yo, apenas, 63: era una diferencia a tener en cuenta, había peligro de una hernia o algo así. Y estaba luego todo el bondi con la policía: explicaciones, ver a mi vieja destruida, etcétera. Era demasiado. Entonces, resignado, hacía pequeñas contribuciones al caos hogareño: le ponía pequeñas vayas para que al tipo le cueste llegar a su tranquilidad. Les cuento una: le calentaba la cerveza. Mi papá, una vez por semana, el domingo o el lunes, se compraba cinco birras para tener algo de placer espumoso a la vuelta del día laboral. Se tomaba una por noche para sentirse como un ser humano y sacarse de encima ese traje mugroso de empleado de matadero que detestaba. Él iba a las cinco, todas las tardes, a la cocina, abría la heladera y pretendía encontrar una botella de birra bien helada, pero siempre las encontraba tibias. Se enardecía, puteaba a Edesur, a Dios y a María santísima. Creía que era un problema de electricidad, de tensión, de la mala leche del destino. Se quedaba cargado de esa impotencia desgastante de no tener con quien quejarse o ir a romperle la jeta. Unas horas antes yo las había llevado al techo para que se nutran de sol, para que pierdan vida. Luego las dejaba humeantes en la heladera y esperaba. De mi pieza escuchaba sus gritos tristes y sonantes. Me reía de él, que no había hecho nada grave como para ser el blanco de mi odio injustificado. Trabajador, iletrado y sin una pisca de sensibilidad, papá nunca estuvo presente en casa. Sólo eso: faltó a todos los hechos importantes de mi corta vida y se ganó la rifa de mi desprecio insondable y agudo. Lamentablemente uno no elige a los padres, pero sí elige cómo tratarlo. Yo había elegido destruirle la sonrisa. Es increíble lo que produce la ausencia. Uno necesita llenarla con algo sustancial. Algo que tenga un peso mucho mayor que aquello que falta. Se trata de hacerle contrapeso al dolor. Equilibrar la vida para que no te salte la térmica. Por eso, esa enorme sensación que todos persisten en llamar amor tiene esas cosas; puede dar paso a su contracara más desquiciada y obsesiva. Me acuerdo como era todo cuando no estaba con la mochila llena de cascotes afilados, siempre listos para el patriarca de la casa. De niño, cuando llegaba del colegio al mediodía almorzaba rápido, luego me tiraba de panza en la alfombra del living y miraba durante horas la televisión para poder ver qué daban a la noche y luego contarle a papá para que pueda elegir lo que más le gustaba. Yo me había memorizado toda la programación de todos los canales de aire y me acercaba a él con una emoción ansiosa, impaciente, desbordante y lo veía tomando su cervecita, estaba tranquilo, relajado, mamá a su lado. Entonces presentía que era el momento esperado y lo tenía enfrente. Entonces me veía y decía con un visible hastío: -No, ahora no… después. – Ese momento nunca llegaba. Después se convirtió en la palabra que designaba un futuro inalcanzable. Uno puede esperar durante años que lleguen situaciones imposibles por promesas irresponsables como esas. Después, odio los después. Ahora y siempre. Yo no bajé la música. Lo desafiaba. Lo toreaba, sin embargo él nunca pasó de levantarme la voz. Esa seguridad me daba confianza para tirar la soga de su paciencia. Volvió. Empujó la puerta para que sonara contra la pared, se acercó al equipo y apretó el botón que decía power. Pero yo estaba en esa edad endiablada llamada adolescencia y no iba a aceptar que nadie me ponga límites. Otra vez Play y a girar el volumen al tope. Me tiré en la cama a esperarlo. No vino. Cansado de aturdirme y escuchar pura saturación bajé el sonido. Fui a la cocina a tomar un poco de agua y estaba sentado, solo, mirando por la ventana. Se lo veía desgastado. Murmuró algo. No le hice caso. Lo dijo más fuerte mientras me iba: -Esa música de maricones.-Dijo con toda la seriedad de lo insustancial. Yo no tenía el ánimo para ningún comentario y volví. -¿Y vos? Esa porquería que escuchás es más aburrida que ir a la escuela, no sé ni cómo se llama.-Contesté con muy pocas luces. -Tango, se llama tango, te lo dije mil veces. Pero qué vas a saber vos de música, ni siquiera sabés lo que te están diciendo… si por ahí te cantan “el que escucha esto se la come doblada” y ni te das cuenta. -Qué decís, que decís, si ni siquiera sabes hablar bien castellano. Qué hablás. -Te lo dije mil veces: no me faltes el respeto y no me levantes la vos.-Se paró. Era un poquito más bajo que yo. Nos sostuvimos la mirada. Era un duelo de western sin armas y absolutamente desigual. ¿Por qué estaba tan cargado de violencia si nunca nadie me había dado un mísero sopapo? -¿Qué vas a hacer sino?- Le pregunté sabiendo que no me iba a decir nada. Mi papá toda la vida pregonó que la educación de un chico no tiene que estar contaminada de golpes. En realidad estaba desafiando a su propia memoria: su padre, un inmigrante brutal, solitario y abandonado por su mujer, lo surtía ante cualquier nimiedad como quien se descarga con el cuerpo equivocado. Mi vieja hizo su aparición bajo el marco de la puerta. Ella no le daba mucha importancia a nuestras batallas. Y siempre le daba la razón a su marido. Yo tenía que obedecer sin cuestionar nada. Mi papá sabía, decía. Nunca me pudo convencer de eso. Para mi, razón tenía el boludo de Mick Jagger, así de ciego estaba. Le ponía muchas fichas a mis ídolos musicales. Sin saber que son los primeros a los que tenés que matar para que todo vaya bien más adelante. -Te podés ir a tu pieza y dejalo tranquilo a papá.- Me ordenó. Yo iba a hacer caso. Todavía le tenía un poco de respeto a mamá. Antes de irme me acerqué y le largué: -Maricón.- Y me fui. Él me agarro del brazo, me dio vuelta y lo vi levantar la mano por encima de su cabeza y pensé esto se va a poner bueno. Pero se agarró el brazo izquierdo que se endureció repentinamente y cayó. Parecía que se tragaba las palabras. Quería hablar. La vieja, que siguió toda la secuencia, me insultó y me mandó a llamar una ambulancia. El viejo me miraba como nunca lo había hecho. Me lo merecía. Los pocos años que vivió luego de esa tarde, los hizo en una silla de ruedas. No podía hacer nada sin la ayuda de mi vieja, que nunca me perdonó. Papá estaba ahí, pero ausente. Como antes, como siempre. Y nunca más volvimos a pelear.
Walter Lezcano, La ultima canción 
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quemolasnaves · 7 years
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A propósito de la rola nº25
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5-15-25
Traté de pensar en hechos, en “hitos”, esta nueva vuelta, este nuevo giro, el número 25.
Más de ¿60? toques. Tres veces Peter. Strokes. Dos Iggy. La adolescencia despidiéndose con una hermosa reverencia.
Pensé en noches y, realmente, perdí la cuenta. No lo digo esto como un acto de multiloquismo. Fue una vuelta con trifectas y redonditos de tricota que desafiaron cualquier memoria matemática. Aunque ahora me vaya a dormir a las 22.
Pensé en personas. Pocas. Dejé de pensar en cantidad, porque justo, en lo que a personas respecta, me quedo con y abrazo a mis amigos con más respeto, cariño y presencia que nunca.
Cuatro o cinco estrellas fugaces. Quiero un cielo rayado de estrellas fugaces. 26, te tengo fe.
Poca playa, poco mar y más tierra. También más ciudad. Más caminatas. Mucho Centro, menos Pocitos. Sano equilibrio.
Menos estudio, más laburo. Menos teoría, más práctica. Menos traducción, más idioma. Quemé naves. 
A lo largo de mi vida me rodee de gente más grande que yo. No sé por qué, pero siempre me gustó rodearme de gente “más grande”, con más años vividos y me di cuenta que a mi ego retorcido le gustaba sentirse reconocida como una igual pero con la certeza de que esos más grandes reconocían y tenían presente mi ser “más joven”. El 2017 me sacudió un poco y me rodeó de niños a los cuales les parezco un ser multiviejo que va a morir rodeado de gatos. Me hizo bien el choque de sabiduría infantil.
Me llené de aire rico y fresco y empecé a desatar todos los nudos internos que no me dejaban moverme con mi propia cadencia. Soy un robot con discapacidad emocional en proceso de aceitado.
Lloré. Lloré sola. Lloré dormida. Lloré caminando, en taxis, saliendo de laburar, en el bondi, en el medio de la nada a 5500 metros de altura. Lloré borracha, acostada en la cama, y al otro día me desperté sin entender por qué había llorado. Me empecé a sacar las penas llorando. Me entregué al naufragio.
Vi a Saturno con un telescopio y me reí como una niña al comprobar que el anillo es de verdad y entendí por qué a la gente le llama tanto la atención. Es precioso. Es abismal. También vi una estrella roja quemándose como una bengala y no sé si entendí pero parece que esa estrella se estaba “muriendo” para transformarse en otra cosa. Y me encantó verla tan plena.
Sentí miradas con orgullo de mis padres y no sé muy bien por qué recién lo sentí cuando era 2 de octubre, pero me cayó esa ficha y se me llenó de calidez el cuerpo.
Empecé a observar que cada vez que yo llegaba de buen humor a la escuela, o con más paciencia, tranquilidad, paz, ese cucú interno más emperifollado y tierno, la clase transcurría mucho mejor. Y entendí, lo juro, lo vi, lo que significa recibir lo que das. Y me sigo comprometiendo, aunque me cueste un huevo y dos y tres, a estar más presente en esas tres horas de clase.
Me jugué las peores pasadas mentales. Me cuesta explicarlas. Me cuesta desenredarlas. Me creí cosas que nunca pasaron. Me di cuenta de la vida propia del bocho. Casi que corría. Me di contra muros más reales. Me calmé. Me di más crédito. Me dediqué a dejar de pensar por adelantado. Me hice presente.
Miré más para arriba que para abajo. La luna es muy linda.
Me es imposible calcular la cantidad de birra que ingerí pero puedo asegurar que no se fumigó ningún demonio. Se ulceró alguno. Hay formas de consumirse más hermosas, eso sí lo aprendí.
Pienso en una charla que tuve con una amiga, hace un tiempo, a propósito de ser feliz y dejarse de joder. No sé qué es ser feliz pero quiero ser feliz con esto. Con lo que hay. Con mi propia presencia y mi devenir. Quiero consumirme y quemarme por la vida misma, por lo que me gusta, por lo que activa el ronroneo de mi motor oxidado. Con esta mesa, este teclado sucio, Tom Waits borracho on the moon, Bob Dylan deschavándose todo cuando miente que ya casi ni piensa en eso que se desprende de cada verso que lo carcome, Holden extrañando al pibe más imbécil que conoce; con el viento en la cara, el pelo enredado, poca carga encima, el esternón latiendo, el recuerdo mezclado con olvido lacerándome los cubículos de la memoria y acentuando la estalactita izquierda, acompasando el ritmo vital necesario, con la cuotita de nostalgia romántica para matar el escepticismo; con un cielo lleno de estrellas incontables e incansables, pequeños instantes de eternidad, y que en ese espectáculo se me vengan canciones sobre estrellas y entienda, y sonría, ante el entretejido de conexiones que solo yo entiendo; con Paul Auster inventando la soledad y la profesora hablando de lo mismo que, por casualidad, terminé leyendo en un libro una semana después; con la vida diciéndome que la realidad, por más podrida, jodida, dormida, molida que sea, es el auténtico milagro; con el brazo extendido y la mano apretando flores, ofreciéndolas al otro, tierna y tibia como un gorrión.
IT WAS. IT WILL NEVER BE AGAIN. REMEMBER
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quetalsivolas · 7 years
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Paz
Y Vale me pregunto: Estarás emocionada, no Carola???? Y yo le dije mmmm. No era emoción la que sentía, era cansancio, era abrume, era ganas de algo de objetividad, era ganas de abrir mi corazón a la experiencia de visitar Tierra Santa, y tratar de entender algo de que tiene esa tierra que une y desune a tanta gente, a tantas religiones, a tantos intereses políticos y económicos. 
Una de las mejores cosas que tiene esta experiencia de HKS es poder intercambiar experiencias y conocer lugares y gente que de otra forma sería muy difícil conocer. Y así me lancé a la aventura durante el spring break, con otros 100 compañeros de distintos programas y escuelas, de conocer Palestina. Y tuvimos información más o menos objetiva, vimos mapas, muros, checkpoints, gente añorando a su tierra, gente enojada, gente esperanzada. Gente que te hablaba de la solución de uno o dos estados. Gente que ya no cree nada. Visitamos ciudades llenas de vida y de gente cálida. Ciudades con contrastes desde un campo de refugiados a una cena en una casa estilo La La Land. Sentimos la opresión de un checkpoint y la impresión de ver muchachitos y muchachitas apenas saliendo de la adolescencia con metralletas casi más grande que ellos. Sentimos el acoso de militares y settlers en Hebron, pero también la dignidad de un grupo de ex soldados de israelíes que aman a su tierra y su gente, pero que así no, que esto no quieren más. Porque uno siente la ocupación permanente, la asfixia, pero también la dignidad y resiliencia de muchos. Y la corrupción y desencanto de otros, incluso con su propio gobierno que no los representa. No es fácil concluir nada en tan poco tiempo, pero lo que no me puedo permitir es ser indiferente a algo que está pasando en mi propio tiempo. Como tampoco puedo dejar de escuchar a mis compañeros israelíes, que ya almorcé con dos, y entiendo también parte de sus sentimientos. Pero la ocupación es un sin razón, eso si lo entiendo. Me traje mucha gente de ese viaje, mis compañeros de aventura pero también muchas miradas, gestos, tristezas y sueños. Y también yo lleve mucha gente ahí, a esa tierra santa. A la que fui armada con escepticismo ese primer día y ya al segundo, en una misa tempranito en italiano, en la Iglesia de la Natividad, Jesus empezó a desarmar todas mis corazas, y empecé a rezar por toda la gente que traía conmigo en la oración. 
Y en un momento el cura dijo, La Paz este con Ustedes. Y recién ahí me cayó la ficha, la gratitud, el perdón, la gracia. De rezar por La Paz en esa tierra no era una frase hecha. De que si algún lugar está Dios cerca, es ahí, con ellos. 
Y a lo Pedro, salí afuera y llore, llore, llore….
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iamjesuseduardo · 8 years
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Recuerdo que lo llegué a dudar...
Recuerdo que lo llegué a dudar, me parecía un plan quimérico. Imprimí aquella ficha de depósito con una ligera desconfianza y con el vaticinio de que estaba por enfrentarme a un reto personal bastante extenuante. El pago lo realicé justo el último día de la convocatoria y me reduje a expresar mi emoción únicamente a mis padres y amigos más cercanos. Al primer mes del año aún le quedaban algunas noches, sin embargo y atendiendo un poco a mi inexcusable procrastinación no decidí empezar a estudiar hasta faltando tres semanas de aquel ansiado 20 de febrero.
Antes de eso debía poner en claro cómo planificaría mis horas de estudio ya que estaba consciente que se juntarían con los exámenes del primer parcial del Colegio, así que le di un vistazo al temario de la prueba de selección y determiné asignar dos días para cada una de las nueve materias (cosa que no pude mantener como hubiera querido). Estaba claro que mis tachones de futbol tomarían un descanso y que esta realidad venía acompañada con el trago amargo de devolver el gafete de capitán del cual había sido poseedor por los últimos meses. Me despedí momentáneamente del equipo, de mi diletante forma de tañer el piano, de un par de libros recién empezados, de esos fines de semana con amigos y del aparente confort de mi cotidianidad
Los días pasaban y la escena de mi cuarto por las noches no presentaba variación alguna, simplemente era yo arrellanado frente a un escritorio pequeño de madera, con la luz cálida de una lámpara que iluminaba con exclusividad el grueso cuerpo de mi libro abierto, una guía práctica para exámenes de ingreso a la universidad que había comprado y cuya naturalidad blanquecina me vi necesitado a alterar con el color chillante de un marcatextos que poco a poco iba perdiendo vida. No sabía realmente qué clase de examen iba a encarar, pero sin duda quería estar preparado para la más complicada de las circunstancias. Si bien es cierto que confiaba en mi trayectoria y en mis conocimientos, la exorbitante cantidad de aspirantes y el peso de esa prestigiosa casa de estudios imponían.
En ocasiones mi mente agotada, como traicionando a los ojos que brincaban de palabra en palabra, solía perderse en pensamientos de un futuro anhelado, de un resultado favorable e intentaba simular la sensación del gozo y la satisfacción de ser aceptado.
“El día” se precipitaba con una velocidad agobiante y con ello se podía notar el incremento del nerviosismo de quienes, por parte del Colegio, íbamos a presentar el examen. Mi vuelo salía por la mañana del viernes diecinueve, mismo en el que también se irían algunas compañeras y dos de mis grandes amigos. Era la primera vez que me subía a un avión y a ante la luz del alba emprendimos el efímero viaje. Llegamos por fin a la gran ciudad, que era tan dinámica y diversa como la recordaba. Como ya lo teníamos contemplado, nos dirigimos a la casa de la hermana de un amigo, donde junto a ella viven otros tres exalumnos del Cervantes. Ella nos recibió con gusto y hospitalidad, y tras comer unas cuantas rebanadas de pizza decidimos aprovechar la proximidad y nos encaminamos hacia Ciudad Universitaria. Era un lugar totalmente nuevo para mí, por todos lados se percibía un ambiente de vitalidad y mientras rondaba por entre las facultades observaba materializadas, frente a mí, construcciones emblemáticas que solo había visto en fotografías. El breve tiempo que estuve ahí me hizo sentir tal nivel de motivación que terminé de convencerme que ese era el lugar en el que deseaba realizar mis estudios profesionales.
La noche cayó sobre aquella inmensa urbe. Intenté cenar algo ligero, pues no quería ni siquiera imaginar un malestar estomacal a pocas horas del examen. Antes de apagar la luz pasé la mirada una última vez sobre la hoja magullada de mi formulario de física. Me acosté e hice todo lo posible por conciliar el sueño, sin embargo un desasosiego me conquistó por completo; mi cabeza, presa de la incertidumbre, no dejaba de pensar en el examen, ninguna posición satisfacía mi comodidad y esta insoportable condición se prolongó hasta las tres de la mañana cuando el remolino mental por fin se desvaneció.
“El día” había llegado, mi hora designada era a las dos de la  tarde en el Centro Universitario de México. En un gesto de admirable compañerismo, César, egresado del Cervantes tres generaciones atrás y a quien apenas había conocido el día anterior, me acompañó a enfrentar por primera vez el ajetreo metropolitano. Llegué a la sede donde ya había una fila de tamaño considerable. Los buenos deseos de mis amigos y familiares devenían por mi mente. Finalmente y tras pasar algunos filtros de documentación, me encontraba sentado en la primera fila de un salón pequeño pero raramente muy poblado de mesabancos que en su mayoría no fueron ocupado durante la aplicación de la prueba. Un profesor de porte común tomó los cuadernillos y minuciosamente los repartió a quienes estábamos ahí. El sonido remoto de una chicharra marcó el inicio del examen. Las tres horas reglamentadas se fueron esfumando reactivo tras reactivo. De vez en cuando me tomaba respiros para contraer disimuladamente mi espalda e intentar disipar la tensión. El tiempo estaba por agotarse así que me dediqué a contar el número de dudas que había marcado, era una cantidad pequeña y esperanzadora. Entregué mi cuadernillo seguido de mi hoja de respuestas completamente contestada y con una voz alivianada les di las gracias al profesor y a su asistente. Salí del aula, di una profunda bocanada de aire y lentamente lo fui soltando mientras avanzaba.
Ya solo restaba pasar a tomarme una fotografía, firmar y que mis huellas digitales fueran almacenadas junto a la base de datos de aproximadamente otros tres mil quinientos aspirantes a la carrera de arquitectura.  Cansado, fastidiado y hambriento hice fila por más de dos horas; ni el sol tuvo compasión ante el lento avanzar del serpentino camino de personas que estábamos ahí.
Los días pasaron y por un momento pensé que me encontraba absuelto de toda intranquilidad, pues no me quedaba de otra más que esperar la publicación de resultados. El polo optimista de mis pensamientos siempre se vio neutralizado por una posibilidad triste y adversa, esta lucha interna me mantenía al margen de lo que me tuviese preparado el destino.
La misma noche de la publicación de resultados, luego de haber estado en una plácida reunión de amigos, llegué a mi casa inquietado por encontrarme a unos instantes de que la página fuera abierta. Con anterioridad me habían advertido que los primeros minutos e incluso las primeras horas del día de la difusión (en mi caso 20 de marzo) el sitio web se tornaba incapaz de soportar tantas consultas por lo que la demora estaba anunciada. Prendí mi computadora y en el mismo sitio, incrustado en el mismo escritorio e iluminado con la misma lámpara de siempre, me senté a esperar pacientemente a que cargaran los enlaces. Con lentitud fui avanzando hasta que por fin en una página sobria y escueta, me di a la nerviosa tarea de buscar mi clave a lo largo de un listado que parecía interminable, mi respiración era lenta, sentía el rudo palpitar de mi corazón en cada sien, una orquesta de silencio amenizaba el ambiente de suspenso en mi habitación, sorpresivamente mis ojos ubicaron aquellos seis números que me identificaban y junto a ellos una “A” acompañada de la leyenda “Cita para entregar documentación”, me quedé atónito, volví a leer el número y lo confirmé de nuevo  con mi clave; un suspiro se escapó desde mi pecho. Efectivamente había pasado mi examen de la UNAM.
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Cada día que despierto acá, me siento extrañamente feliz.
Porque hace dos meses era todo incierto, pero hoy me desperté en esa vida que imaginaba como una utopía de adolescente, pero la verdad es que todo es mas posible de lo que creemos.
Porque sé que esto recién empieza, y si hay limites yo soy el que los determina. Porque siento que estoy creciendo un montón y aprendiendo un poco más de todo cada día.
Porque el intercambio cultural es algo genial estando acá, y se conoce una verdad mas genuina de las cosas, en comparación con la mostrada por la televisión.
Porque toda la información nueva que entra a mí cabeza con cada persona que conozco me hace querer conocer todo lo que tenga el mundo para enseñarme.
Porque al no tener internet todo el tiempo, me cayó la ficha de cuanto tiempo pasaba con mi cabeza en el celular, en notificaciones, whatsapps, aplicaciones, sin ver todo lo que me rodea, sin compartir con los que quiero.
Porque sé que siempre hay una vuelta y con cada día que pasa ese abrazo con toda la gente que dejé se hace más grande.
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librosdereseas84 · 4 years
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Libro La mecánica del corazón
 Sinopsis Descargar La mecánica del corazón de Mathias Malzieu En la inglaterra del siglo 19 nace un hijo débil y enfermizo de una prostituta. Como su corazón apenas es capaz de mantenerlo vivo, recibe una protesis extraña y mágica: Un reloj de madera al que hay que estar dando cuarda para hacer funcionar su corazón. El unico problema es que no puede sentir ninguna emoción fuerte, incluyendo el amor, ya que si lo hace, corre riesgo de morir.
Leer el Primer Capítulo:
Uno encuentra de todo en su taller. Estamos a finales del siglo XIX, por lo que no es difícil convertirse en sospechosa de brujería. En la ciudad se rumorea que la doctora Madeleine mata a los recién nacidos y los transforma en seres a los que esclaviza. También se comenta que se acuesta con extrañas aves para engendrar monstruos. En este lugar mi joven madre está dando a luz, y mientras se esfuerza en parir, observa a través del cristal cómo los pájaros y los copos de nieve se estrellan contra la ventana silenciosamente. Mi madre es una niña que juega a tener un bebé. Sus pensamientos derivan hacia la melancolía; sabe que no podrá quedarse conmigo. Apenas se atreve a bajar la vista hacia su vientre, que ya está a punto de dar a luz. Cuando mi nacimiento es inminente, sus ojos se cierran sin crisparse. Su piel pálida se confunde con las sábanas y su cuerpo se derrite en la cama. Mi madre ha estado llorando desde que subió por la colina hasta llegar a esta casa. Sus lágrimas heladas se deslizan hasta tocar el suelo. A medida que avanzaba, se iba formando bajo sus pies una alfombra de lágrimas heladas, lo cual provocaba que resbalara una y otra vez. La cadencia de sus pasos iba en aumento hasta alcanzar un ritmo demasiado rápido. Sus talones se enredaban, sus tobillos vacilaban hasta que finalmente se cayó. En su interior, yo emito un ruido como de hucha rota. La doctora Madeleine ha sido la primera persona que he visto al salir del vientre de mi madre. Sus dedos han atrapado mi cráneo redondo, con forma de aceituna, de balón de rugby en miniatura, y luego me he encogido, tranquilo. Mi joven madre prefiere apartar la mirada de mí. Sus párpados se cierran, no quieren obedecer. «¡Abre los ojos! ¡Contempla la llegada de este pequeño copo de nieve que has creado!», quiero gritar. Madeleine dice que parezco un pájaro blanco de patas grandes. Mi madre responde que prefiere no saber cómo es su bebé, que es precisamente por eso que aparta la mirada. –¡No quiero ver nada!¡No quiero saber nada! De repente, algo parece preocupar a la doctora. Mientras palpa mi minúsculo torso, su gesto se tuerce y la sonrisa abandona su rostro. –Tiene el corazón muy duro, creo que está congelado. –Yo también tengo el corazón helado –dice mi madre. –¡Pero su corazón está congelado de verdad! Entonces me sacude fuertemente y se produce el mismo ruido que uno hace cuando revuelve una caja de herramientas. La doctora Madeleine se afana ante su mesa de trabajo. Mi madre espera, sentada en la cama. Está temblando y no es por culpa del frío. Parece una muñeca de porcelana que ha huido de una juguetería. Fuera nieva con auténtica ferocidad. La hiedra plateada trepa hasta esconderse bajo los tejados. Las rosas translúcidas se inclinan hacia las ventanas, sonrojando las avenidas, los gatos se transforman en gárgolas, con las garras afiladas. En el río, los peces se detienen en seco con una mueca de sorpresa. Todo el mundo está encantado por la mano de un soplador de vidrio que congela la ciudad, expirando un frío que mordisquea las orejas. En escasos segundos, los pocos valientes que salen al exterior se encuentran paralizados, como si un dios cualquiera acabara de tomarles una foto. Los transeúntes, llevados por el impulso de su trote, se deslizan por el hielo a modo de baile. Son figuras hermosas, cada una en su estilo, ángeles retorcidos con Transcrito por Los Ángeles de Charlie 4 bufandas suspendidas en el aire, bailarinas de caja de música en sus compases finales, perdiendo velocidad al ritmo de su ultimísimo suspiro. Por todas partes, paseantes congelados o en proceso de estarlo se quedan atrapados. Solo los relojes siguen haciendo batir el corazón de la ciudad como si nada ocurriera. «Ya me habían advertido que no subiera a esta casa, a la colina de Arthur’s Seat. Me habían dicho bien clarito que esta vieja está loca», piensa mi madre. La pobre muchacha tiene aspecto de muerta de frío. Si la doctora logra reparar mi corazón, me parece que el de mi madre le va a dar aún más trabajo… Yo, por mi parte, espero desnudo, estirado en el banco que linda con la mesa de trabajo, con el torso oprimido por un gran tornillo. Y Ficha Técnica Título: La Mecánica del Corazón Autores: Mathias Malzieu Editorial: Rocaeditorial Fecha: 07 may 2020 Tamaño: 1.74MB Literatura: Libros juveniles Páginas: 489 Isbn: 943783434653 Formato: epub y pdf Read the full article
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andreaclavocanela · 6 years
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Reflexión del día
Es chistoso eso de escribir una reflexión del día. Me siento como cuando la literatura de superación personal descubrió un nuevo nicho comercial y ahora te venden agendas y libros motivacionales de Pablo Coelho u Osho, todo al mismo tiempo. Chin-chin (ruido de dinero). La verdad es que no sabía que título ponerle a esto y estoy tratando de obligarme a escribir más seguido, así que no dejé que un título me detuviera (Gracias por los aplausos). 
Lo que estaba pensando hace un ratito y que me dieron ganas de compartir gira en torno a ese asunto de crecer. De ir poco a poco, pasando de una cosa a otra, saltando de piedra en piedra, hasta que un día decides mirar a tu alrededor y te das cuenta que cada brinco que diste habilitó nuevas responsabilidades (y una que otra libertad ahí medio chafa) y ahora estas sobrecargada, estresada, llena de compromisos, sintiéndote culpable de perder el tiempo en cosas que te gustan hacer... en fin, te volviste adulta (o adulto, si eres hombre, ¿ves que feo se siente?). 
Es como un videojuego, con unas imágenes increíbles, con unos gráficos matadores,  pero con una historia súper de hueva (flojera en mexicano). Soy lo menos gamer que hay, así que ténganme paciencia si mis referencias a los videojuegos saben a pasa. Porque sí, los comentarios que dice la gente adulta sobre cosas que son o consideran modernas, y que no entienden,  tienen sabor a pasa, admitámoslo y sigamos con nuestra vida.  
Bueno, en fin, prosigo. El chiste es que yo he tenido varios de esos momentos en la semana, de detenerse a reflexionar y darse cuenta de que ya llevo un rato en la adultez sin darme cuenta. Es decir, sintiéndome fresca en la brisa de la despreocupación juvenil cuando en realidad ya llevo varios minutos en el sauna de ser adulto. 
El primero fue cuando me di cuenta de que me empezaron a gustar las pasas. No sólo eso. Llegué a contemplar la posibilidad de que, en el caso de un tipo de pan en específico, podría preferir las pasas al chocolate. Terrible, ya sé. ¿Por qué identifico tanto las pasas a la adultez? Creo que de niña, cuando yo odiaba las pasas siempre veía que las cosas nutritivas de los adultos tenían pasas. Quién sabe. 
Otro momento de iluminación fue algo un poco más profundo. En realidad, no pasó nada concreto. Estaba tomando el café de después de comer con una rica tarta de manzana, recién hecha (por mí) y el libro del momento y entonces, me cayó la ficha (no sé en qué país hispanohablante dicen eso, pero me encanta la expresión). Me di cuenta de que, mientras a los 20 años sabía pocas cosas de la vida y a los 24 las llegué a saber, hasta ahora, a los 28, no sólo las sé, sino que las entiendo. Las siento familiares. Y eso que sólo son algunas cosas. Me pregunto por lo que vendrá, cuando vea, por ejemplo, artículos sobre partos y no sólo sepa sino que entienda -Traga saliva y te mira con preocupación-. 
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sweet-miracle · 7 years
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2017 / 22
Y qué cómico que el número 22 siempre dije que era “mi favorito”.
Este año lo empecé siendo una Licenciada en Turismo y Hotelería recién estrenada. Mis ganas de empezar a ejercer eran tantas que después de un par de entrevistas sin éxito, decidí irme a un Work & Travel.
Así, de la nada, chau, me voy. Costa Rica fue el destino. 3 meses a un hotel de lujo, al departamento de Ventas & Grupos/Eventos. Podría dar detalles por horas del viaje, pero en resumen, solamente destacar que es algo que marca la vida. Estar sola en un país desconocido, con los recursos más o menos planificados para estar cómoda por 3 meses, buscando soluciones a todo lo que surja sin dejar el disfrute de lado es algo que te muestra muchas cosas de la vida que en el día a día no vemos o no sabemos apreciar. Crecimiento personal y profesional; descubrimiento de uno mismo, de los otros y de otra cultura; emociones positivas y negativas; pérdidas y ganancias; nuevas perspectivas, nuevos valores. En fin, cosas que a uno lo hacen, y que si no vivís este tipo de experiencias, no te digo que nunca llegues a tales conclusiones, pero que no te van a llegar de forma tan abrupta estoy segura. Y vale la pena vivirlo, y vale la pena descubrir diferentes perspectivas, y vale la pena estar tan en contacto con la vida de uno y vivir cada segundo a pleno.
Y fue a las 2 semanas de estar en Costa Rica que cumplí los 22. Y ya me estaba pasando toda esta maravilla de vida. Pero esta increíble edad recién empezaba.
Como ya describí, toda esa magia de los 3 meses terminó de la mejor manera que podía haber pensado: la gente que conocí ahí, la más cálida y amable, me hizo una despedida sabiendo bien algo que a mí también me llena muchísimo y me hace muy feliz: un día entero en una embarcación, navegando sin rumbo en el mar.
Aparte de este hermoso regalo material, después llegó algo aún mejor: palabras del corazón. No sólo de mis compañeras que fueron como mis hermanas durante toda la estadía, sino también de mi increíble Gerente, que no pudo haber dicho cosas más lindas sobre mí y mi pasión y esfuerzo por el trabajo que amo. ¿Cómo no volverse con el alma llena, no?
Cuestión que volví a lo que más amo: mi familia, mis amigos, mi barrio. Fue lindo sentirme en casa otra vez. Lo extrañaba. Pero ni bien pise suelo Argentino, seguí queriendo crecer, seguí mi búsqueda laboral, que pasó a ser mi mayor prioridad.
Y lo conseguí. Empecé a crecer junto con una nueva agencia de viajes y turismo. Encontré lo que amo, encontré gente honesta, amable, que tira para el mismo lado que vos y que nunca te suelta la mano. Gente con los mismos principios, con la misma pasión, con la misma alegría de vivir. Y seguimos creciendo, y seguimos disfrutando.
Entonces seguí creciendo. Personalmente, profesionalmente, económicamente. Seguí cumpliendo metas que me pongo constantemente a mí misma. Y seguí siendo descontroladamente feliz.
Una meta muy importante que cumplí fue usar mi primer sueldo en llevar a mi familia a disfrutar una buena cena y brindar conmigo por todos los logros. Qué se yo… no es mucho. Pero es una forma de agradecer los esfuerzos, el amor, las oportunidades, la complicidad, y todo aquello que tuve la suerte de compartir estos 22 años con mi familia. Una forma de brindar por la suerte que tuve de que en mi vida, soy quien soy gracias a ellos.
Y también este año me quise expresar. Y me animé y me hice 2 tatuajes con mucho significado para mí. Siempre estaba en la duda de que “y en el trabajo…”, “y cuando sea grande…”, “y si me arrepiento…”, y no es así. Y si hay algo que aprendí este año, es que LA VIDA ES AHORA. Y con mi personalidad y mis principios, si tengo la oportunidad de hacerlo, ¿por qué no?
Ahora me acompañan para siempre la constelación de Acuario (fuerte creyente en el signo y sus características, con las que me identifico 100%, mezclado con una fuerte obsesión con el cielo y el Universo y sus increíbles misterios) y los 6 continentes de este mundo (por estar simplemente enamorada de esta Tierra y su belleza natural; y por la variedad de culturas y diferencias que existen).
En Septiembre llegó la colación de grado de la Universidad; la entrega del título y del diploma. No tenía muchas expectativas la verdad, yo sólo quería mis papeles, que certificaban mi profesión. Pero terminó siendo muy lindo. Fue el momento en que me cayó la ficha en verdad: wow, me recibí; SOY LICENCIADA EN TURISMO Y HOTELERÍA. Encontré lo que me apasiona, tuve la oportunidad y lo estudié, me esforcé, lo conseguí, y ahora tengo la suerte de ejercerlo y vivir de eso. Imposible que no se me escape un lagrimón y me tiemblen las piernas de la emoción. Sin dudas un logro que valoro muchísimo.
También me decidí a seguir cumpliendo sueños. Así de determinada estuve que empecé a planificar un viaje para el próximo año a Estados Unidos (puntualmente Nueva York y Miami), para ver, sí sí, EN VIVO Y EN DIRECTO, uno de los mejores Grand Slams del año: el US Open 2018. Sobredosis de tenis en primera persona. El año que viene les cuento cuántas veces me hice pis de la emoción en el viaje.
¿Otras cosas que me llenaron e hicieron el año increíble, sin ser grandes eventos?
Risas con mis amigas, música nueva que descubrí, disfrutar buenas películas o series, leer buenos libros, probar nuevos cafés, hacer snorkeling por primera vez, días llenos de partidazos de tenis en la tele, jugarlo también, mañanas de natación, tardes de calorcito paseando a mi perro, días despejados, días lluviosos… tantas cosas cotidianas que aprendí a ver. Les aseguro que, en mis 22, no hubo un día que no sonreí.
Y por último, y lo más importante de todo, lo que me hizo el año fue la gente. La que siempre estuvo y la que sigue estando. MI FAMILIA Y MIS AMIGAS. Estoy segura que si me faltara al menos una de esas personas, podría casarme con Nick Jonas y no disfrutarlo, y no sonreír, y no ser yo. Todo se lo debo a ustedes. Gracias.
Hasta acá escribí el 9 de Septiembre de 2017. Mirá si no habrá sido tremendo año. A ver cómo me sorprenden los meses que faltan de este 2017.
3 de Noviembre, y al día de hoy hubo algunas cositas más que hicieron mi año. Una de ellas fue mi tercer tatuaje con mi hermano, dos triángulos superpuestos. Yo me pinté el que apunta para abajo (ya que el mismo representa al sexo femenino) y él, el que apunta para arriba obviamente. Además, los triángulos también simbolizan la armonía y el equilibrio entre mente, espíritu y cuerpo. ¿Hermoso, no?
Y otra cosa excelente: mi primer participación en la FIT América Latina (Feria Internacional de Turismo) como profesional, ¡y no de visitante!. Extenuante pero increíble. Tan hermoso, que me aseguró todavía más cuánto quiero estar en este mundo de turismo y hotelería toda mi vida. ¿Se vendrá FITUR en Madrid? ¿Se vendrá IMB en Berlín? Me muero acá. Y BIEN FELIZ.
Noviembre, primer viaje de trabajo. En esta ocasión a Merlo, San Luis. Siempre supe que en algún momento iba a llegar, e iba a ir a un aeropuerto para subirme a un avión… por trabajo. Llegó. Y para qué mentirnos… viajar por trabajo tiene un gustito especial. Sí, tenés cosas ya organizadas, horarios establecidos, tareas que realizar y cumplir, todas cosas que si estás de vacaciones no pasan. Pero igual: cambiás de aire, conocés lugares, conocés culturas… No es tu oficina. Y aparte, viajando con gente mayor, que no conocía ni compartía cosas... la pasé excelente y tuve un viaje productivo. ¿Qué más se podría pedir, no?
Puedo decir, y sin desmerecer ni quejarme ni mucho menos de años anteriores, que este año aprendí a VIVIR. Yo creo que se debe al hecho que siempre tuve una “gran responsabilidad”, que fue principalmente estudiar y construirme para ser alguien. Pero este año, al estar “realizada” en ese sentido, el enfoque fue más YO. Así, bien egoísta, todo lo que hice fue por y para mí. Y quizás de ahí viene esta sensación de “realmente vivir” y esta suerte de “libertad”. Que se entienda el abuso de comillas, es un sentimiento difícil de explicar. Ojalá se entienda.
Y se me complica brindar por este año que a nivel Mundo y actualidad, fue bastante complicado. Pero si voy a ser realmente honesta, como a mí me gusta ser, levanto la copa bien alto porque 2017, a mis 22-casi-23 pirulos, te portaste.
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freemannisyou · 7 years
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Me cayó la ficha.
Y no es para menos, después de un par de acontecimientos, las ultimas semanas me di cuenta que el gen destructivo en los humanos no disminuyó demasiado. 
Hace apenas unas semanas, estaba trabajando, soy camarero, trabajo durante la noche y suelo salir al patio del restaurante a fumar un cigarrillo y descansar unos minutos. Mientras lo hacia, escribía mensajes por whatsapp con un amigo al que aprecio muchísimo, me había contado que tuvo la desgracia de ser robado en su propia casa, y le pasó de la peor manera. Me sentí muy mal, me preocupé por él, y sin pensarlo, al terminar la jornada salí disparado a su casa. Llegué, lo abrace con todas mis fuerzas, - Boludo! estas vivo chabón!- mientras lo apretujaba entre mis brazos. Él había conocido a un chico por medio de una aplicación para citas, estuvieron hablando por una semana hasta que se dio el encuentro. Mi amigo lo invitó a su casa, ya que en Buenos Aires es algo muy natural conocer personas por Internet, le invitó unos tragos, iban a salir a bailar a una discoteca, y al pasar el rato entre charla y tragos, mi amigo empezó a sentirse muy mal, pues el visitante había puesto alguna droga en su bebida y lo durmió, lo dejó tirado en su cama, y se llevo varios electrodomésticos de la casa, algunos de gran tamaño, lo cual da indicio de que no fue algo que hizo solo sino que seguramente tenia a alguien esperando del lado de afuera para que lo ayudara a llevarse las cosas. Revolvieron su placar, los cajones, los muebles del living, se llevaron dinero, dejaron todo tirado y se fueron. A ver, por suerte no le hicieron daño físico a mi amigo, podría haber pasado cualquier cosa. 
Me sentía indignado! 
Me gusta hacer vídeos en Internet, por lo tanto, le pregunte si me dejaba contar su historia sin dar nombre para proteger su identidad, mas bien porque en mi perfil la mayoría de contactos que tengo son de la comunidad gay, y el mensaje que quería dar era bastante claro, PRECAUCIÓN.
Hice el vídeo y lo publiqué, diciendo lo que había pasado y la indignación e impotencia que me producía este tipo de eventos y con razón de tener tantos contactos de la comunidad, la idea básica era protegernos entre todos. El vídeo se volvió viral de una forma mínima, pero tuvo una gran repercusión, y las solicitudes de amistad empezaron a explotar, me llegaban de a 300 solicitudes por día. Lo sentí como una señal, si toda esta gente me mira, puedo hacer algo para las personas, se me pasaron infinidades de cosas por la cabeza, desde hacer vídeos sobre concientización, cultura general y hasta humor. 
No tarde demasiado en recordar que cuando era chico, decía que cuando fuese grande, me gustaría ser conocido, o reconocido socialmente por haber hecho algo bueno, ya que a mi alrededor veía a la sociedad tan contaminada de mediatisismo barato y de peleas entre las personas provocadas por ejemplo de los medios de comunicación. Me di cuenta que estos medios, tienen éxito por brindar información, pero información de la mala, como tragedias, muertes, asesinatos, malas actitudes, chismes o hasta incluso información que a nadie le sirve, obviamente hay una gran organización que idiotiza a la sociedad, y como la gran mayoría de la población, ya nace entre estos ejemplo, la colonización de idiotas no se detiene. Muchas empresas tienen su éxito porque reprimen, atacan y cuestionan a la sociedad por no respetar o pertenecer a ciertas clases sociales, por no usar ropa de determinada marca, por no consumir ciertos alimentos, o por no tener cierta imagen ante los ojos de su entorno. No es nada de lo que no se haya hablado antes, pero al haber tenido tantas repuestas a partir de ese vídeo que hice, entre en conciencia de lo enferma que esta la sociedad, las empresas y el marketing, lograron que la gente básicamente se suicide por no cumplir algunos requisitos y lo peor de todo, es que a mi alrededor, veo a gente completamente ciega ante el objetivo macabro de estas grandes corporaciones. 
Tiempo después de todo esto, me sentí un completo inútil, ¿Cómo podía yo cambiar esta situación que parece ser irreversible? Me puse como meta tratar de ayudar, de brindar información, de tratar de explicar de forma general, e incluso hasta individual, que no todo era el dinero, que no todo era la imagen o los alimentos que comíamos, pero cada vez mas me sentía aplastado por el poder incalculable que ejercieron las empresas sobre la sociedad, me di cuenta que hasta yo estaba bajo el engaño, que muchas de mis actitudes y hasta incluso pensamientos estaban avasallados por estas costumbres mediocres, tenia que cambiar yo, tenia que cambiar el enfoque. Si lograba ajustarme al sistema, e ir de a poco cambiando la visión de las cosas ante el público, quizás algunos me tomen como ejemplo y sigan mis enseñanzas, pero otra vez me sentí aplastado, la gente esta convencida de que no sirven para nada, de que no pueden llegar a ser tal o cual cosa, de que todo cuesta y que es tanto el esfuerzo que hay que poner para hacer algo que prefieren no hacerlo, que sin dinero no se puede, que sin estar cerca de alguna persona de mayor clase social no se puede, que todo depende de algo externo, cuando lo menos errado es creer realmente en uno mismo, si otros lo hacen, ¿Porqué yo no voy a poder hacerlo?
Para que seguir dando ejemplos, si ya los tenemos bastante claros a todos. Nos enseñan a que no podemos hacer nada, a que no tenemos poder para hacer las cosas. Pero, llego un momento en el que así como me di cuenta de todo esto que no es nada nuevo porque siempre estuvo ahí presente, solo que como todo el mundo lo hacia pensaba que estaba bien, senté cabeza y pensé en todos mis logros personales, algo volvió a darse vuelta en mi cabeza, una vocesita por ahí en mi mente, me decía que no estaba yendo por mal camino, que necesitaba seguir, que si me rendía estaba volviendo a caer en la trampa de los medios, que no por nada toda esa gente que me miro en ese vídeo empezó a seguirme, también en la sociedad enferma, hay una semilla puesta de bondad, una semilla que también ya me di cuenta que esta germinado de a poco, y que yo podía ser uno mas de las personas que se dedican, mucho antes que yo, a intentar cambiar y mejorar las cosas, la sociedad, los comportamientos y estimular nada mas y nada menos que la misma felicidad. Desde que era chico lo pensaba, yo quería cambiar el mundo, yo quería ser feliz siendo lo que soy, y hacer felices a los demás a partir de que sigan mi ejemplo, es un tema bastante complejo, mas bien como para escribir hasta un libro de instrucciones, de como abandonar todas las enseñanzas destructivas que nos impusieron las empresas. Ya hay muchísima gente trabajando en esto, me quiero sumar a la misma campaña, y voy a hacer uso de las mismas herramientas que utilizan las empresas para destruir todo, pero para sanar, para hacer de la humanidad en el futuro algo mejor, no me da miedo, ni si quiera morir, porque hasta donde sé las empresas con mas poder han asesinado a personas por intentar hacer el bien, y si suena extremista no me importa, sale todos los días por televisión, y esa gente debería sentir vergüenza por el daño que sigue propagando por todos lados, lo mas lamentable es que no sienten nada mas que la misma presión de las personas mas poderosas que los endulzan con fama y fortuna para que sigan propagando la maldad..
No llegué ha estas conclusiones solo, tuve que darme la cabeza contra la pared 800 mil veces, y no me da miedo tampoco seguir rompiéndome todos los huesos del cuerpo para cambiar, para ser ejemplo a seguir, por cuestiones bondadosa, generosas, y de felicidad. Quiero ser feliz, haciendo felices a los demás, o tengo bien claro. Quedar grabado en la historia como muchos otros genios mas, por hacer un bien a la humanidad.
Ya me siento feliz, porque perdí muchísimos años de mi vida sin saber lo que quería hacer y ahora encontr�� una vocación de increíble valor, y aunque yo solo no sea suficiente, sé que soy un aporte mas, un antivirus mas, para frenar esta gran enfermedad. Esto recién empieza.
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blackappletwitter · 7 years
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Personajes Inventados
Aquí escribiré las fichas de todos los personajes que se inventen.
Eliza Smith. Ocupada: @HinaHyuga3 Edad: 16 años. Ocupación: aprendiz de bruja. Personalidad: Fría, seria, introvertida. Eliza vivía junto a su madre Sheila en una pequeña casa cerca de un arroyo, ella nunca supo realmente quien era su padre, pero se rumoreaba que se trataba de un hombre que que estaba viviendo al otro lado de las montañas. Sheila vivía con una gran pena en su corazón al no ser capaz de vivir junto a su amado por eso una noche tomó la decisión de cargar a su pequeña hija y escapar para encontrarse con él en el lugar donde habían acordado unas noches atras Pero nada salió como esperaban, esa misma noche fueron descubiertas terminando con el asesinato de Sheila Y desde esa noche Eliza juró que se convertiría en una poderosa bruja y destruiría a quienes acabaron con los sueños de su familia. CF: Emily Rudd
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Hace tiempo tuve un personaje, js. Nombre y apellido: Ileana Gheorghe. Edad: 687, aunque aparenta 22. Especie: Vampiro. Historia: Ileana nació un cuatro de septiembre de 1350 en Zârna lo que actualmente es Zărnești, un pueblo de Rumania. Siendo la única niña y menor de cinco hermanos, la familia Gheorghe vivía bajo excelentes comodidades, no sólo por ser una de las familias fundadoras sino por sus antepasados brujos. Desde los años remotos, cada descendencia de la familia Gheorghe escondía un gran secreto y era la magia que corría por sus venas; cada noche, la suprema reunía el aquelarre en las penumbras del bosque donde planeaban sus objetivos y cada mañana vivían sus vidas humanas en el pueblo. Nadie sospechaba nada, jamás hubo un accidente y es que gracias a los hechizos del aquelarre lograron mantener a las demás especies fuera del pueblo por años. Sin embargo, la nueva generación Gheorghe mantenía el portador de una nueva suprema y todo el peso recayó bajo los hombros de Ileana apenas siendo una pequeña recién nacida. Los primeros años de Ileana fue lo que cualquier niña pudiese desear, toda la atención dentro de las paredes de su casa siempre recaía sobre ella siendo malcriada en todos sus aspectos hasta el punto en que era completamente irritable estar cerca de ella por más de cinco minutos. Detestaba hacer las cosas que se le imponían y de alguna u otra manera, siempre se salía con la suya por lo que la denominaron como manipuladora. Sin embargo, los años pasaron y dejó de ser una niña para convertirse en toda una señorita y con ello trajo su desarrollo como bruja; sus padres ansiaban por conocer sus poderes, pero la joven no pareció hacerlo. Aunque ignoraron el hecho de que criaron a una niña manipuladora y mentirosa bajo su mismo techo y es que Iliana no deseaba convertirse en la siguiente suprema de aquel aquelarre, quería todo lo opuesto y era escapar de aquel lugar. Todo parecía salir como ella lo hubo planificado, no dejó mostrar jamás sus poderes ante algún miembro del aquelarre y se convirtió en “la oveja sin magia” de la familia algo que no le gustó mucho puesto que pasó de ser respetada por ser la burla de los brujos más mantuvo su mente fría y miró más allá que aquellos comentarios fuera de lugar. Pero su pequeña mentira piadosa no duró mucho justo después de que su abuela, la actual suprema falleciera, dejando al pueblo descubierto sin alguna protección contra el resto de criaturas sobrenaturales. No tardaron en suceder los primeros asesinatos por causas desconocidas, incluso entre esas personas se encontraba su hermano mayor el cual falleció al tratar de defender a una señora en el pueblo, ni siquiera usando su magia pudo ser capaz de frenar a aquel vampiro suelto que había en el pueblo. Fue ese el momento en que Ileana se arrepintió de todo lo que ocasionó y fue cuando se sinceró con el aquelarre, pero no fue cómo se lo esperó; su familia la echó a la calle, se negaron a perdonarla. Sin embargo, una anciana, amiga de la familia y conocedora del secreto, se hizo cargo de la joven dándole un techo y manteniéndola oculta por un par de meses ya que una masacre se hizo próxima. Todos los brujos pertenecientes al aquelarre fueron asesinados por vampiros y la única sobreviviente fue Ileana. Eran conscientes de que no debían permanecer mucho tiempo en el pueblo así que tomaron sus cosas y se marcharon, fue un golpe duro para la joven ya que sabía perfectamente que era la responsable de aquellos sucesos; no sólo había perdido a su familia, sino que le había dado su espalda a los suyos y poco a poco le fue afectando cada vez más. Se asentaron en Sighișoara, Rumania donde comenzaron alquilando una pequeña casa para ambas y poco tiempo después optaron por comprarla cansadas de viajar sin un lugar vivo, tampoco era que su mentora pudiese más ya que la edad comenzaba a pasarle factura. Ileana por otro lado dejó de usar la magia, como si nunca lo hubiese sido una bruja y comenzó a tener una vida normal como siempre había planeado. Conoció a un caballero, respetado por muchas familias locales y en poco tiempo contrajeron matrimonio debido a que ya un bulto comenzaba a hacerse notar en el vientre de la joven y tan esperado de la época ver a una madre soltera dejaba muchas cosas qué pensar. Todo parecía ir bien ahora, la muerte de su familia seguía doliendo más fue capaz de soportarlo y hacerse fuerte con cada día que pasaba; no había necesidad de vivir en el pasado así que por fin pudo tomar la decisión de pasar página como era debido. Fue poco después del nacimiento de su hija cuando extraños secuestros sucedieron en toda Sighișoara y entre ellos siempre robaban bebés de menos de un año, lamentablemente Regina, la pequeña hija de Ileana entró en este grupo. Nuevamente su vida dio un giro inesperado, ella no iba a afrontar la idea de que su hija desapareciera así que una noche sin dejar rastros y se marchó en busca de su hija. Volvió a dar uso de sus habilidades, un hechizo localizador y pudo encontrar el paradero donde estaban todos aquellos bebés más no se percató de que alguien la había estado siguiendo y fue muy tarde para cuando ella lo descubrió y todo se tornó borroso. Al despertar se encontraba tirada en medio del bosque, pero no era lo que me preocupaba sino el cuerpo sin vida de un hombre junto a ella. Ileana se encontraba bañada de sangre y algo dentro de ella pedía que se alimentara con necesidad; se levantó como pudo y llegó al primer pueblo, estaba completamente abrumada y había algo en ella que no estaba del todo bien. Cuando el tercer cuerpo de un desconocido cayó al suelo fue cuando se percató de qué le había pasado, la habían convertido en vampiro. La muerte fue lo primero que pasó por su mente, ya no tenía el rastro de su pequeña y su esposo jamás le iba a perdonar por haberse marchado, así como así, la señora que le dio cobijo estaba muerta. Ya no tenía nada ni nadie a quien pudiese acudir. Fue su tercera noche donde se encontró con otro vampiro, pero lo reconoció de inmediato. Fue él con quien estuvo la última noche antes de perder el conocimiento, una parte de ella decía que lo asesinara y lo hiciera pagar más el otro lado le dio una idea y es que lo utilizara para descubrir el nuevo paradero de su pequeña. Ese fue el momento en que Ileana dejó de ser ella y afrontó su nueva vida inmortal; sus siguientes años fueron en búsqueda de Regina, pero cada vez que obtenía una pista algo sucedía y la perdía. Con el tiempo perdió la esperanza, dejó de importarle y comenzó a vivir para sí misma obteniendo diversión de cualquier manera. Primero, se mudó a Inglaterra donde pasó gran parte de sus años, pero no fue suficiente y terminó en Francia, aunque su estadía no fue la más grata puesto que se ganó unos cuantos enemigos así que terminó huyendo al nuevo continente, América, donde aprendió nuevas costumbres. Años más tardes, volvió a Rumania, justamente a su pueblo natal en donde descubrió que su nombre había sido cambiado. Sin embargo, su antigua casa seguía exactamente igual salvo que abandonada e investigó el motivo; extrañas leyendas decían que la familia Gheorghe se encontraba maldita y el lugar estaba embrujado, la menor de las hijas se había vuelto loca y los asesinó a todos desapareciendo justo después. Lo primero que pensó Ileana fue que era absurdo, pero luego lo tomó como una especie de broma personal. Entrando el siglo veinte decidió sentar cabeza en Gales pareciéndole un lugar favorito el cual admirar, pero poco tiempo después cambió de opinión y terminó en los Estados Unidos hasta la edad moderna. Su vida era completamente perfecta, no había nada por qué quejarse, tenía todo lo que quería y lo que alguna vez fue ya no le importaba absolutamente nada. Dejó a un lado toda su humanidad y se convirtió en la peor pesadilla que su familia pudo haber creado. No le importaba absolutamente la vida humana, los tomaba y usaba hasta que se aburría y luego los dejaba a un lado e incluso simplemente los asesinaba. Todo hasta que comenzaron a cazarlos donde se vio obligada a ir hacia aquel pueblo Black Appel. Personalidad: Ha olvidado cómo era su vida, incluso llegado al punto en que ha bloqueado todos los sentimientos del mismo y con ello como había sido en ella. Las personas que no la conocen sólo pueden verla como una chica completamente educada siempre con el toque de elegancia a la hora de hablar. Por otro lado, los que verdaderamente conocen a Ileana, saben que se trata de una joven completamente manipuladora la cual da miles de vueltas a las situaciones, pero siempre con el fin de lograr lo que ella quisiera. Sin embargo, manteniendo siempre un perfil bajo, no quiere que todos sepan cuáles son sus verdaderas intenciones. En el fondo puede llegar a ser una joven bastante quebrada, la cual busca de alguna u otra manera no perder la poca humanidad que le queda y sentirse verdaderamente querida. Curiosidades: – Justo después de que su hija nació, le pasó su colgante de una luna que había permanecido en su familia por muchos años atrás, aunque el mismo tiene una copia exacta el cual lo usa Ileana. – Sólo ha amado una vez en su vida, pero el trágico destino de James ha hecho que ella viese el amor como algo fugaz. CF: Nina Dobrev.
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vitamingirl-jw-blog · 7 years
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        it's a secret! (+18) — ✨ .       › march. › jeonghwa.nim › #PJH95 › #inconnuerpg #mission001                « f l a s h b a c k »    «No me hable así, que no me lo pienso siquiera dos veces... »     Todos tenemos secretos, cosas que preferimos siquiera revelar. Ya sea por que nos avergüenzan, o simplemente por el hecho de que sea algo que simplemente creemos que fue un error. Y aunque para Jeonghwa este segundo no era el caso, mas fue algo que siempre ocultó para ella misma. La noche recién había empezado y el bar comenzaba a llenarse. Podían verse alguna personas en la pista de baile entrando en calor, y algunas personas en la barra. Jeonghwa se encontraba en uno de los tantos livings que disponía el lugar junto a sus amigos y claramente LE estaba allí junto a ella como siempre. En la mesa había distintas bebidas, la pizza que habían pedido ya casi estaba pereciendo, haciendo que el tema de comprar una nueva volviera a plantearse. —¿Realmente van a comprar más? —Inquirió la menor con extrema curiosidad. Ya había pasado demasiado tiempo desde que habían comenzado a discutir por eso tan trivial, aunque en el proceso se habían distraído con un par de cosas, tan así que la pista estaba básicamente llena y el calor comenzaba a hacerse del local logrando empañar los espejos. Rápidamente negó divertida viendo como finalmente la mesa se vaciaba, al parecer se habían decidido a comprar más bebida y más pizza. Pero como ella los conocía era más que obvio que regresarían un par de horas más tarde, era muy normal que se perdieran en medio de la pista: la música les llamaba. Pero por más que era amante del ritmo aquella maknae incluso de su grupo de amigos, aún estaba concentrada en acabar su tercer vaso de Speed con Vodka. La bebida recién comenzaba a hacerse de su sistema, y esa noche iba a ser la que drenaría todo lo que estaba destruyéndola. Todos los fracasos que estaba teniendo en la industria.... esa noche volvería a empezar. ¿Cuándo fue que sucedió? A las penumbras podría decirse que se trataba de un hermoso chico. Parecía agitado, y de seguro había ocupado el primer lugar que vio libre en medio de ese lugar tan poblado. Pero simplemente se mantuvo divertida mirando a la pista. —¿No bailas? —Unos cuantos minutos después una voz un poco profunda pero suave resonó entre la música, pero era audible con algo de cercanía, la cual sorprendió a la fémina. —Oh, si. Pero estoy acabando con esto. —Rápidamente, y algo nerviosa Jeonghwa se atrevió a responder. Esa persona estaba sacando conversación con ella, y aunque no le conocía, por alguna razón no podía ignorarle. Y el silenció volvió a reinar por unos momentos más. De alguna manera eso había sido realmente incómodo, pero el sentir la mirada ajena sobre ella.... lo era aún más. Sin embargo su voz volvió a oírse, preguntándole unas cuantas cosas más. Realmente se notaba que quería algo con ella; lentamente comenzó a abrirse. —Y entonces.. ¿tú nombre, bonita? —JeongHwa, ¿y el tuyo? —YoungHee. —Respondió automática con una sonrisa de lado, de esas que parecían querer llevarse el mundo consigo mis.... ¿ma? Tarde le cayó la ficha: ese chico en realidad era una chica. Aquella sonrisa, los finos rasgos que la penumbra dibujaba en aquella.... ¿por qué no se dio cuenta antes? Agradeció la penumbra y por sobre todo sus pequeños dotes de actuación que le permitieron ocultar la sorpresa. Pero aún sabiendo eso, no se sintió incómoda. Es más, sintió más y más curiosidad aquella extraña. De un momento a otro ambas estaban sentadas una a un lado de la otra, sin espacios en blanco que las separaran, e incluso el coqueteo discreto que recibió desde el primer momento comenzaba a ser inconscientemente correspondido por la maknae de EXID. La noche comenzaba a encenderse. —Entonces, ¿realmente no me vas a dejar, linda? —Preguntó coqueta, pero podía sentir como cierto toque de ternura salía de ella. —Oh, ya déjalo. No me hable con ese tono que no lo pienso siquiera dos veces. —Respondió entre divertidas risas. Aquella comenzaba a ser más insistente y Jeonghwa con la semana pésima que estaba teniendo, siquiera podía poner resistencia a eso. —¿De verdad? —Continuó con ese tono acercándose al rostro de la menor. ¿Qué sucedía con ella? Los encantos quien cabellos cortos llevaban eran hipnotizante; no dio una vuelta más, rápidamente acortó la distancia entre ambas y lentamente comenzó un suave beso. Siendo una sonrisa cómplice de aquel momento en cuanto fue correspondida. Aquella unión se hizo eterna, y la suavidad las llevó con pasión de la pista de baile a un cuarto de hotel. Y aunque apuradas parecían, el camino se hizo eterno antes de que la primera prenda de ropa se separara de cada cuerpo, y que el primer suspiro se hiciera de sus labios con extremo placer tras rebotar sobre el colchón. Su espalda se arqueaba ante cada movimiento, dejando que suspiros evolucionaran a jadeos, a suaves gemidos. Extasiándose tan solo de oír los impropios resonar en aquella habitación. Pero..... ¿qué tanto control tendría el alcohol sobre el ardiente cuerpo de la menor? Cuando quiso acordar estaba desnuda, cerrando sus piernas con fuerza.... cubriendo sus ojos y de aquella manera suplicando para sus adentros que acabara todo eso que estaba sucediendo. ¿Qué estaba haciendo? Eso era una locura. Y la más grande no se tardó en entender, dejando que Jeonghwa, a la par que arrastraba una de las sábanas de la cama alrededor de su cuerpo, huir hacia el baño. Esa noche, no había terminado tan bien como sus deseos carnales de atención le habían sugerido. No era lo que quería para ella, sin embargo... lo hecho, hecho estaba. Y las disculpas tenían que hacer acto de presencia pronto.
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