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#plazas y parques
viajeenmoto · 1 year
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Marcelo Hidalgo Sola y un paseo en moto por los senderos de Plaza Irlanda
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Hoy recorremos el perímetro de una plaza que se asemeja a una pradera llena de niños. Se llama Plaza Irlanda y evoca en su contorno los verdes intensos del país al que homenajea con su nombre.
Existen muchas plazas en la Ciudad de Buenos Aires que quizás sin saberlo, se parecen mucho a los paisajes que sus nombres evocan. Este es el caso de Plaza Irlanda, un rincón urbano en donde el verde abunda y se extiende como un manto hasta cubrir cada resquicio del parque. De hecho, por un instante, si uno entrecierra los ojos hasta desdibujar el contorno de los lejanos edificios, podría por un momento pensar que el lugar se trata de una verdadera pradera irlandesa . La plaza es perfecta para respirar un poco de aire fresco, y es una linda opción para visitar alguna tarde de primavera.
En plaza Irlanda, se respira un poco de la esencia del barrio de Caballito. Arboledas, una calesita de tiempos remotos y zonas de descanso que ofrecen su hospitalidad a todos los porteños que llegan hasta sus veredas para sentarse en un banco o para dar alguna ágil caminata por el contorno.
Este espacio es un tesoro del barrio de Caballito , un pulmón de aire fresco en donde de pronto, se descubre a una romería de niños que juegan bajo la mirada atenta de los adultos en el sector de los juegos.
La historia indica que esta plaza con su nombre , quizo honrar a la Asociación Católica Irlandesa, que fue la que donó los terrenos a la ciudad para que se convirtiera en un espacio verde para el disfrute de grandes y niños. Hoy por sus senderos, circulan gran cantidad de chicos rumbo a la zona de juegos -cuenta Marcelo Hidalgo Sola- y las bicicletas van y vienen por el circuito del perímetro pasando raudas y sin saludar al busto de un personaje muy importante aquí : Mr Padraic Pearse.
La historia que regala Plaza Irlanda
Pearse fue el primer presidente que tuvo la República de Irlanda; un líder del levantamiento ocurrido por 1910 contra la dominación de Gran Bretaña y por el cual se consiguió la Declaración de la Independencia de Irlanda.
Las bicis también pasan a todo pique frente al gran Monumento-mástil que fue levantado en homenaje a la Confraternidad argentino-irlandesa; una estructura hecha en bronce y granito por el destacado escultor Luis Perlotti. Inaugurado en 1935 , en él se destacan dos figuras femeninas coronadas por el sol, que ambas damas sostienen , cada una desde uno de los extremos por la cola de un rayo; también el escudo nacional argentino y el arpa del héroe Brian Boru, otro de los símbolos nacionales de la República de Irlanda que recuerda a ese personaje histórico nacional que expulsó a los temibles invasores vikingos de la isla en el 1002. El arpa, es un instrumento musical muy valorado y tradicional de la cultura irlandesa.Bajo el sonido de este dulce instrumento los primeros pueblos transmitían sus conocimientos y enseñanzas de tradición oral a sus hijos .
Debajo del relieve se observa una inscripción: Plaza Irlanda, inaugurada para el barrio de Caballito un 12 de octubre de 1927. En el extremo opuesto de la base se encuentra otra inscripción : La bandera argentina blanca y celeste, Dios sea loado,no será atada jamás al carro triunfal de ningún vencedor de esta tierra. En las otras caras laterales se ven dos relieves también, hechos en bronce que plasman figuras de escolares en donde algunos van con sus libros en sus manos y parecen recordar el principal motivo de la creación del parque: el disfrute de los chicos.
Esculturas que homenajean a todas la madres del mundo
En lo relativo a las esculturas que se han instalado en la plaza, cada uno tendrá sus gustos y preferencias. Pero, aquí en el barrio de Caballito, como en casi todas las plazas porteñas se destaca también un busto de una madre con sus niños alrededor, como en otras plazas hay también bustos de madres amamantando. Todas son obras del genial escultor Luis Perlotti, oriundo del barrio. El detalle no es para nada casual. Este artista, perdió a su madre en su más temprana infancia y desde que se hizo escultor, fue trabajando , creando y transformando esa pena en arte. De allí en más, su obra se basó en la creación exclusiva de motivos que evocaron a las figuras de madres con sus niños.
Cada obra es un modo de homenajear a su madre y también a todas las madres del mundo por la sacrificada, loable y titánica tarea que llevan y sobrellevan día a día. De hecho, el autor sostenía que eran los motivos que realizaba con mayor destreza y perfección y además, que una y otra vez encontraba la forma de innovar en un tema que en el arte escultórico es uno de los más trillados.
En Plaza Irlanda,Perlotti realizó la escultura de una mujer amamantando a uno de sus hijos, mientras los otros dos juegan con sus ropas. Un motivo que destaca, bellísimo, a modo de particular celebración de todas las madres que muy atentas en Plaza Irlanda, custodian mientras toman un mate y charlan, a sus tesoros más preciados que ,día a día juegan y crecen en este gran parque como si fuera una verdadera pradera de la vieja Irlanda.
Originally published at on https://viajeenmoto.com.ar June 12, 2023.
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sociedadnoticias · 1 year
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Se incorporan nuevos elementos a la Comisaría de Seguridad Ciudadana de Guadalajara
Se incorporan nuevos elementos a la Comisaría de Seguridad Ciudadana de Guadalajara #PeriodismoParaTi #SociedadNoticias #Vacaciones #Viaje #Alimentos #PabloLemus #Guadalajara @GuadalajaraGob @PoliciaGDL @PabloLemusN
Se incorporan 101 nuevos elementos a la Comisaría de Seguridad Ciudadana de Guadalajara Daniel Reséndiz | Corresponsal                                                Guadalajara, Jalisco.- Con la graduación de 101 cadetes —59 hombres y 42 mujeres— de la Generación 119 de la Academia de Formación Policial, hoy la Comisaría de Seguridad Ciudadana de Guadalajara llega a un estado de fuerza de 3…
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maquilanews · 1 year
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Están listos Parques y Plazas de Nuevo Laredo para Pascua
El secretario de SSPP, Horacio Seoane Yeme, indicó que por instrucciones de la alcaldesa Carmen Lilia Canturosas Villarreal, la dependencia trabaja diariamente en el mantenimiento de los parques y jardines de la ciudad.
NUEVO LAREDO, TAM.-* Con la finalidad de que las familias neolaredenses celebren la Pascua en espacios de esparcimiento dignos y limpios, el Gobierno Municipal a través de la Secretaría de Servicios Públicos Primarios (SSPP), trabaja en el mantenimiento de los 426 parques, plazas y espacios recreativos de Nuevo Laredo. Para estos festejos de Semana Santa se realizaron 445 acciones para pintar…
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ylliasbell · 2 years
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mondosalamone · 7 months
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🏛️En el partido de Alberti, Salamone construyó el palacio municipal, el portal del parque municipal, remodeló la plaza Arias, realizó un depósito en el cementerio y una escuela.
🗓️ Las obras se inauguraron en 1938, con la presencia del Gobernador Fresco y su comitiva. Además, la de Alberti es la primera municipalidad bonaerense que FS construye en esquina.
⛲La fuente de la Plaza es muy similar a la de Laprida aunque difieren en que la albertina posee un mástil con la bandera argentina y también en la forma del remate.
🏫 La actual Escuela Secundaria “Pablo Pizzurno” está emplazada donde antiguamente se encontraba la Municipalidad. Luego de la restauración que realizó Salamone, funcionó un Club Social hasta que finalmente terminó siendo utilizada con el fin que hoy la conocemos.
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Suelo leer
lo que carece
de letras,
aquello que todavía
anda huérfano
de manos
que reclaman
la propiedad
de los versos.
Cuando la poesía
todavía es virgen.
Porque
si observas bien,
también
en la luz
hay palabras.
El cielo,
está lleno
de poemas,
a veces incluso
debajo de el
algunas personas
riman.
Las escritas,
en ocasiones,
son como
una planta artificial
recargada de adornos,
como a las que ahora
adorno yo.
Sí,
escribir,
es como ir de compras
a ikea,
pensamos,
buscamos,
y montamos
las piezas
en el salón
de nuestra cabeza.
Pero ya nadie
va de compras
al bosque,
nadie se detiene
a leer las hojas
cuando todavía
están vivas,
donde las palabras,
cuelgan de las nubes
con una ortografía
perfecta y universal,
donde los versos,
andan vivos
por las calles,
parques y plazas.
Sí,
sin duda,
me gusta leer
la lluvia
mientras el café
me escribe
en los labios.
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last year i went to albacete with my family and my grandma told me that her father planted one of the first trees in this park next to her sister's house. now i'm reading his memoirs and he just talked about that event !!!
this is the only picture i took of the park that day (i'm obsessed with the albacete themed garbage containers btw)
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and here's his description of the whole thing <3
Estos edificios los hacían de tres y cuatro pisos y que en pocos años se llegó la calle hasta la que es ahora la Plaza de Don Gabriel Lodares que al final se empezó a hacer el parque que se llamó de Canalejas y después otro nombre que no recuerdo y que al final de la Guerra Civil los de Franco le pusieron de los Mártires porque en él fusilaron los rojos a varios señores de los más superiores de la sociedad del pueblo. Hoy se llama de don Abelardo Sánchez, de los primeros árboles que se pusieron yo ayudé a poner uno pues fue un día de Jueves Lardero que nos convidó el Ayuntamiento, dándonos de merienda una bolsa de papel con un bollo, un huevo y una onza de chocolate y una naranja, así que de esto hará ya setenta y seis años.
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mexicoantiguo · 1 year
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El cruce del Viaducto y la avenida Cuauhtémoc en los años cincuenta. A la izquierda se ve el antiguo estadio de beisbol del Seguro Social, donde hoy está la plaza comercial Parque Delta; a la derecha se encuentra la barda del Panteón Francés.
Imagen: Archivo El Universal
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trastornadosrevista · 4 months
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BUENOS AIRES TRAP anuncia un impactante line up
El movimiento más grande de los últimos tiempos que arrasa en el mundo vuelve con su festival y los artistas referentes estarán presentes en una juntada histórica, reviviendo lo que fue un antes y un después para toda una generación.
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Buenos Aires Trap es el lugar de encuentro de todo un movimiento que emerge desde el epicentro de la plaza y corazón de los pibes, que movilizados por la pasión, el sudor y el trabajo, destruyeron, reconstruyeron y escribieron la historia de toda una generación.
El movimiento creció, atravesó y rompió fronteras. La plaza fue potrero y semillero de grandes artistas. Buenos Aires Trap es la voz más grande de los últimos tiempos, es la unión de generaciones, es la ciudad invadida. Jóvenes artistas que abrieron camino para los que van a hacer historia. 
“MÁS QUE UN GENERO, UN MOVIMIENTO”, fue el primer mensaje que dio indicios de la vuelta del Buenos Aires Trap. Ahora con la confirmación de su line up se termina de materializar lo que van a ser dos días de festival con más de 50 artistas, en el Parque de la Ciudad con la capacidad de reunir más de 70.000 jóvenes por día que brindará el escenario perfecto para disfrutar de música, activaciones y experiencias pensadas para el entretenimiento del público durante todo el día.
Con nombres como Duki, Eladio Carrión, Cazzu, Neo Pistea, Bizarrap, Nicki Nicole, C.R.O, Khea, Lit Killah todo cobra aún más fuerza y energía, ya que lograr reunir a los máximos exponentes quienes no han querido dejar pasar este junte épico y retribuir a su público en dos días imperdibles de festival. 
INFORMACIÓN SOBRE NUEVA FASE DE VENTA
Con PREVENTA, ABONO MANIJA y FASE 1 AGOTADOS, los nuevo accesos para la FASE 2 se podrán adquirir a un precio de $85.000, a partir del miércoles 22 de mayo en Preventa Exclusiva Galicia Visa, y en Venta General el jueves 23 de mayo. La venta oficial es únicamente a través de www.ticketek.com.ar 
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sicl5 · 4 months
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Capítulo 8 (2ª temporada)
(La historia es una adaptación de la obra FINAL FANTASY VII por lo tanto incluye SPOILERS de esta.) -
Estábamos en el teleférico rumbo al parque de atracciones Gold Saucer. Tifa, Yuffie, Aeris y yo mirábamos fijamente la ventana del teleférico para poder ver el parque. La emoción se notaba en nuestras miradas. 
— ¡Mirad, mirad!- Exclamó Yuffie.- ¡Ya se ve!
Las cuatro miramos fijamente y allí estaba, todo iluminado, era increíble de ver. De golpe unos hologramas de varias invocaciones vinieron hacia donde estábamos, saludándolos. Era maravillosa la tecnología que rodeaba el Gold Saucer.
— ¡Ah, hola!- Dijo Yuffie saludando a la invocación Shiva por la ventana.
— ¡Qué bonito!- Exclamó Aeris.
— ¡Woah! ¡Pero qué es toda esta tecnología!- Exclamé yo. 
En mis ojos se podía apreciar la emoción que sentía, la emoción se me salía por la boca viendo los fuegos artificiales que nos daban también la bienvenida al parque. Miré a Cloud por un momento y le pillé mirándome fijamente, me puse roja y desvié mi mirada rápidamente. 
¿Qué es esto que me haces sentir…?
Gold Saucer: Parada del teleférico. 
Finalmente llegamos al Gold Saucer y Yuffie no tardó ni un segundo en abrir la puerta del teleférico y salir corriendo. Yo fui detrás de ella, me moría de felicidad. Aeris y Tifa también estaban super animadas.
— ¡Deprisa, deprisa!- Exclamó Yuffie.
— ¡Vamos!- Dijo Aeris.
Zona de bienvenida.
Pusimos rumbo a la entrada del parque y allí un helicóptero de Shinra pasaba por la zona. Cloud se lo quedó mirando fijamente.
— ¿Qué ocurre?- Preguntó Red XIII.- Espabila. 
Un peluche robot de un moguri grande nos dio la bienvenida. Era todo tan fantástico. 
— ¡Bienvenidos al Gold Saucer, kupó!- Dijo la Moguía.- El acceso al parque es por aquí. ¡Pasadlo de lujo, kupó!
Vimos un grupo de gente rodeando algo en el centro de la plaza y rápidamente Yuffie y yo fuimos hacia allí, colandonos entre la gente y poniéndonos en primera fila. Tifa y Aeris se agarraron de las manos para conseguir pasar juntas también. Nos pusimos las cuatro juntas delante del todo para presenciar un espectáculo de bailarines, moguris robots y un gato con una corona.
— ¡Vamos, todos juntos y revueltos!- Exclamó el gato con una materia en la mano.
El gato tiró la materia por los aires y se dividió en tres saliendo un cactuar, un tomberry y un chocobo gordo con atuendos de fiesta.
— ¡A mover la colita, ita!- Exclamó el gato una vez más lanzando la materia hacia Yuffie.
De repente y gracias a la materia, Yuffie cambió de vestimenta, poniéndole un vestido verde precioso de fiesta y un abanico. Yuffie salió rápidamente a bailar con el personal y Tifa, Aeris y yo la estábamos animando justo cuando el personal vino corriendo hacia nosotras tres y se nos llevaron hacia la actuación para que participaramos dándonos abanicos. 
Me sentía tan feliz que baile como nunca junto con las chicas, sin quitar la sonrisa de mi rostro y moviendo estupendamente el abanico. De golpe aparecieron en escena Andreas Rhodea con sus bailarines y se unieron a la actuación. 
— ¡Espléndido!- Exclamó Andreas.
Seguimos la actuación y terminamos de bailar haciendo una pose final. Las cuatro nos miramos y choqué los cinco tanto con Aeris como con Tifa como con Yuffie. No podíamos borrar las sonrisas de nuestras caras. En ese momento las luces se apagaron y una luz blanca iluminó un coche. Encima de este, se encontraba un hombre muy fornido y con un curioso bigote. Empezó a bailar, parecía muy popular por como todas las chicas de la zona le miraban. Su baile moviendo el pectoral hicieron que Yuffie se cayera hacia atrás, hipnotizada de su baile, no podía parar de reir.
— ¡Ah, Yuffie!- Exclamó Aeris
El señor se puso en el centro y de golpe dirigió su mirada a Cloud haciendo que un foco le iluminara.
— Pero, ¿qué…?- Dijo Barret sin entender nada.
— Zagal.- Dijo el hombre fornido señalando a Cloud.- ¡Tú serás el contrincante de esta noche! 
El personal agarró a Cloud y lo puso al lado del hombre. Cloud parecia totalmente desubicado.
— Bienvenido al paraíso dorado, ¡el Gold Saucer!- Exclamó el hombre apretando sus pectorales.- Soy Dio, el director. ¿Con quién tengo el placer de hablar?
— Cloud.- Respondió Cloud antes de que Dio le agarrara la mano acercándole a él.
— Muy bien.- Dijo Dio.- ¡Que empiece el combate!
— Oye, un segun…- Mencionó Cloud intentando escabullirse de la situación.
— Zagal, ¡los retos surgen cuando menos te lo esperan!- Exclamó Dio con una sonrisa.
— ¿Todo a punto, señores?- Exclamó de golpe el gato de nuevo, entrando en escena. 
La plataforma en donde estaban Cloud y Dio se levantó y unos píxeles les rodearon a los dos. No podía quitar mi mirada de Cloud.
— ¡Cloud! ¡A ganar!- Dijo Red XIII.
Los pixeles que les rodeaban les escanearon creando unos hologramas tanto de Cloud como de Dio retros. Los hologramas empezaron a bailar, dando inicio lo que sería una pelea virtual.
— Preparados, listos… ¡Ya!- Exclamó el gato.
La pelea consistia en esquivar y pegar al lado contrario que tu adversario para ganar. Cloud lo estaba haciendo bien, tenía buena sinergia entre su derecha y su izquierda y veía perfectamente los movimientos del rival para poderlos esquivar a tiempo. La pelea finalizó con el píxel de Dio en el suelo dándole la victoria a Cloud. No pude evitar celebrarlo, saltando de alegría. 
— ¡Impresionante, Cloud!- Dijo Red XIII.
La plataforma se volvió a juntar y Dio miró fijamente a Cloud quien parecia ni haberse inmutado. 
— Eres duro de roer, zagal.- Mencionó Dio. 
En ese momento a Cloud se le dibujó una sonrisa y desvió la mirada. Mi corazón empezó a correr mucho más rápido al verle así. Dio se acercó donde Cloud y le agarró el brazo levantandolo dando pie al ganador de esta batalla. 
— ¡Un aplauso para el contrincante de esta noche!- Exclamó Dio. 
Los fuegos artificiales estallaron en ese momento y yo no podía evitar saltar y celebrarlo al máximo. Cloud parecía feliz, levantó su otro brazo con una sonrisa de campeón, parecía disfrutarlo al máximo.  
— ¡Cloud!- Exclamó Tifa.- ¡Vivaaa!
— ¡Así se hace!- Exclamé yo muy feliz.
Cloud me miró desde arriba en ese momento y una sensación de felicidad aún más fuerte invadió mi cuerpo. En ese instante la plataforma bajó y el espectáculo se terminó. Cloud no tardó ni un segundo en venir hacia donde estábamos todos. 
— ¡Cloud, eres un máquina!- Dijo Yuffie ya vestida normalmente.
Dio se acercó donde estábamos y puso una mano en el hombro de Cloud. 
— Como agradecimiento, toma esto.- Dio sujetaba una tarjeta dorada es sus manos.- ¡Para que disfrutes sin límites del Gold Saucer!
— ¡Gracias!- Exclamó Yuffie.
Nos pusimos rumbo hacia dentro del parque. 
— ¡Ha sido una pasada!- Dijo Tifa con una sonrisa. 
— ¡Yo quiero probar también! ¿Dónde se juega?- Exclamé.
— Cloud, qué nervios, ¿no?- Dijo Yuffie.
— Tampoco es para tanto.- Respondió Cloud. 
— Claro.- Dijo Aeris.- Ya estás más que habituado a este tipo de cosas. Deberíais haberlo visto en el Honeybee…
— Fue impresionante, Cloud ha nacido para el espectáculo.- Exclamé sacando un poco la lengua. 
— ¡Aeris, Sil!- Exclamó Cloud algo avergonzado.
— Les doy la bienvenida al paraíso dorado, ¡el Gold Saucer!- Una recepcionista nos daba la bienvenida. 
— Venga, vamos a desmelenarnos un poco.- Dijo Aeris.
— Contad conmigo.- Mencionó Tifa.
— ¿No os habéis desmelenado bastante en Costa del Sol?- Preguntó Barret.
— Venga Barret, no se está en el Gold Saucer todos los días.- Dije yo con una sonrisa.
— ¡Pues la mayoría decide!- Dijo Aeris. 
— Bueeeeno.- Dijo Yuffie con una sonrisa.- ¿Quien se apunta, entonces? 
— ¡Yo!- Mencionó Aeris.
— ¡Yo!- Dijo Tifa con una sonrisa.
— ¡Yo también!- Exclamé
De momento teniamos 4 votos, suficientes para ganar.
— Yo.- Dijo Red XIII levantando la pata. Yuffie le acarició muy contenta. 
— ¿Cloud?- Preguntó Tifa.
— Pues…- En ese momento Cloud dirigió la mirada a otro punto y no pude evitar mirar hacia donde él miraba encontrándome con quien ya sabía: Sephiroth.
— Aprovechad el tiempo los dos juntos.- Dijo Sephiroth.- Divertíos… Tenéis mucho que conocer el uno del otro…  
Un dolor intenso golpeó mi cabeza y yo puse una mano en esta cerrando fuerte los ojos. Con la mirada, algo perdida, intenté avispar a Sephiroth de nuevo pero no lo vi. Aeris agarró la mano de Cloud quien parecía igual de perdido que yo para despertarlo y yo fui movida bruscamente por Yuffie.
— ¡Tierra llamando a Sil! ¿Estás bien?- Exclamó Yuffie.
— ¿Eh?- Me rasqué los ojos por un momento y miré fijamente a cada uno de mis compañeros. 
— Quizá deberiais descansar…- Dijo Aeris mirandonos. 
— No… Estoy bien.- Mencionó Cloud dirigiéndose hacia mi.- ¿Estás tu bien?
— Sí, si… puedo.- Respondí.
— Sil.- Dijo Barret mirándome fijamente.- Aunque se que tienes ganas de pasarlo bien deberías descansar un poco, anda. Los dos. 
Todo el mundo asintió a las palabras de Barret y miré hacia abajo. No queria, para nada. 
— Lo siento… Pero quiero ir con vosotras.- Dije mirando fijamente a las chicas.- Vamos a pasárnoslo bien.
— Entonces.- Dijo Aeris acercándose a mí y agarrándome la mano.- Te cuidaremos bien ¿sí?
— Pero a nuestro lado todo el rato, Sil.- Dijo Tifa agarrando mi otra mano.
— A vuestras órdenes, jefas.- Agregué con una sonrisa.
— Tu a descansar Cloud.- Dijo Tifa mirándole.
— Vayamos a buscar un hotel.- Mencionó Barret mirando a Cloud.
— ¡Vamos, a qué estamos esperando entonces!- Exclamó Yuffie.
Las cuatro junto con Red XIII nos dirigimos rápidamente a investigar el parque con mucha emoción. Era nuestro momento para pasarlo bien y no iba a cambiarlo solo porque Sephiroth se nos había aparecido una vez más.
En un mundo paralelo (ZACK POV)
Estaba en casa de Aeris. Habíamos dejado a Aeris en su cama respectivamente y a Cloud sentado en una silla, los dos sin consciencia. Me acerqué a Aeris y le acaricié la cara por un momento, pensando, seguía sin entender nada. Mis ojos se posaron rápidamente en las pertenencias de Aeris. Allí estaba esa materia tan extraña que Aeris tenía.
— Qué color tan extraño tiene esta materia.- No pude evitar decir.- Seguro que Sil se moriría por investigarla.
Miré fijamente la habitación para ver una librería repleta de libros. No pude evitar acercarme y mirarlo.
— No sabía que te gustase tanto leer.- Le hablaba a Aeris como si pudiera escucharme.
En ese momento decidí salir de la habitación con el corazón en un puño. En el comedor se encontraba Elmyra con una niña pequeña con un vestido rosa llamada Marlene.
— ¿Quieres comer algo?- Me preguntó Elmyra. 
— Sí, que hambre.- Dije dejando la espada en un lado y sentándome en la mesa.
— Se dice gracias.- Me dijo Marlene mirándome fijamente. 
— Perdón. ¡Perdón!- Exclamé con una sonrisa. 
— Con un "perdón" basta.- Me volvió a decir Marlene. 
— Perdón.- Dije mirándola y agarrando una galleta para dirigir mi mirada a Elmyra.- Anoche… vino alguien, ¿no?
— Sí, Biggs.- Me respondió Elmyra.- Nos trajo comida. 
— ¿Y por qué tanto secretismo?- No pude evitar preguntarlo.
— ¿No has visto los carteles de "Se busca"? Su cara está por todas partes.- Mencionó Elmyra. 
— ¿De qué le conocéis?- Yo no sabia quien era Biggs. 
— Pregúntale a él.- Contestó Elmyra.- Mientras Marlene esté por aquí, seguro que vuelve. 
— No va a volver.- Dijo Marlene apretando los puños. Tanto Elmyra como yo miramos fijamente a la niña, sorprendidos por sus palabras.- Biggs no va a volver. ¡Ni papá, ni Tifa, ni Sil! ¡Ya veréis como no viene!
Me quedé inmóvil por un momento al escuchar el nombre de Sil salir por la boca de Marlene pero tenía que reaccionar, a Marlene le empezaron a salir las lágrimas. 
— Pues iré a buscarlo yo mismo.- Dije yo levantándome de la mesa y agarrando mi espada.- Y luego lo traigo aquí. 
— ¿De verdad?- Me preguntó Marlene.
— ¡De verdad, de verdad!- Respondí con una sonrisa.- Uy, conque lo diga una vez basta, ¿no?
— No, lo puedes decir más veces.- Me dijo Marlene con una pequeña sonrisa. 
— ¡De verdad, de verdad!- Exclamé. 
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Mundo original (Sil POV)
Nos montamos en las mejores atracciones durante dos horas. Lo estábamos pasando fenomenal, el Gold Saucer era una pasada. Estábamos andando por el Gold Saucer de camino a otra atracción las cuatro, Red XIII se había perdido por el camino, cuando escuchamos a un chico del personal.
— La noria tiene activa una oferta para parejas en este momento. ¡No esperes más para ir con tu media naranja y tener la mejor cita de vuestras vidas!
— ¡Vaya!- Dijo Aeris con una sonrisa al escuchar la noticia.- Sil.
— ¿Si?- Pregunté mirándola. 
— ¿No crees que deberías invitar a Cloud a la noria?- Mencionó con una gran sonrisa.
— ¿Eh?- En ese momento desvié algo mi mirada, poniéndome algo roja. 
— ¿Le has confesado ya lo que sientes?- Me preguntó Aeris de nuevo.
— Uy, uy…- Dijo Yuffie acercándose a mi y dándome un pequeño golpe en la espalda.- ¿Te gusta Cloud?
— ¡E-Eh! ¡N-No!- Exclamé, desviando mi mirada cruzándose con la mirada de Tifa. Su mirada parecía algo vacía al escuchar la conversación y me sentí culpable. 
— ¡Vaya que no!- Exclamó Yuffie.- Se te nota de aquí hasta Midgar. 
— ¡Deberías aprovechar la ocasión y declarate en la noria!- Dijo Aeris con una sonrisa.- Sería tan bonito.
Miré a Tifa de nuevo, con el corazón en un puño y volví a mirar a Aeris y a Yuffie.
— Ya basta, chicas…- Dije yo, intentando desviar la atención de la conversación.
En ese momento noté la mano de Tifa colocarse en mi hombro y me giré mirándola a los ojos. 
— Sil… No te preocupes por mí.- Me dijo Tifa con los ojos embarnizados.- Sabes… os vi besaros de lejos en el Monte Corel.
Mi corazón se partió en muchos pedazos y no pude evitar bajar la mirada, intentando controlar mis emociones. Aeris agarró a Yuffie para llevársela de ahí y dejarnos privacidad. 
— Lo siento muchísimo…- Expresé.
— No, Sil… ¿Por qué te disculpas? No tienes porqué pedirme perdón…- Tifa me agarró de mis mejillas suavemente haciendo que nuestros ojos se encontrar una vez más.- Tu no tienes culpa aquí de nada… El amor simplemente surge… 
— Se que te gusta Cloud…- Respondí.- Y no quería hacerte daño, me siento horrible. 
— Puede…- Tifa negó con la cabeza.- Pero lo superaré… valoro más nuestra amistad. Y… Cloud parece más feliz también… Yo, quiero que os vaya bien a los dos en este sentido. 
— Haré lo posible para que no te afecte, Tifa.- Le dije con un hilo de voz, estaba algo rota.
Tifa me abrazó y le correspondí sin poder evitar romper en llanto. Tenía las emociones a flor de piel. Últimamente estaba muy sensible por todas las emociones vividas, era como una montaña rusa emocional. 
— Estamos juntas en esto.- Me dijo Tifa.
— Sí, gracias de verdad. Te quiero mucho, Tifa.- Me salió de dentro decirle eso, la apreciaba muchísimo como amiga por eso había estado intentando "protegerla" de esto pero era obvio que esto habria llegado algún día. Noté la mirada sorprendida de Tifa a mis palabras pero inmediatamente una sonrisa se le dibujó en el rostro.
— Yo también te quiero, Sil.
Nos quedamos un poquito más abrazadas hasta que por fin pude cesar las lágrimas. Nos separamos y nos sonreímos.
— Venga, Sil.- Me dijo ella.- Ves rápido a buscar a Cloud y a apuntaros a la noria. Tienes que decirle lo que sientes.
— Gracias Tifa.- Le sonreí y nos despedimos ella yéndose con las chicas. 
Me quedé mucho más tranquila después de esa conversación. No hubiera querido perder la amistad con ella de ninguna manera y sentía que esto nos había hecho un poco más fuertes. 
Fui corriendo hacia el hotel Embrujado del Gold Saucer. Estaba todo ambientado como en una casa del horror y además estaba muy bien conseguido. Entré al hotel y me dirigí a recepción preguntando la habitación de Cloud y subí al ascensor yendo hacia la suite y piqué a la puerta. No tardaron demasiado en abrir la puerta y allí estaba, Cloud. Me puse un poco nerviosa al verle pero le sonreí. 
— ¿Cómo te encuentras…?- Le pregunté. 
— Bien, dormir me ha venido bien.- Me respondió él.
— De casualidad… ¿no te apetece venir conmigo a un sitio?- Pregunté intentando sonar como de costumbre. 
— ¿Dónde?
— La noria tiene una oferta para parejas. ¡Quiero subirme a la noria!- Exclamé con una sonrisa.- Venga, va… 
— Si, porqué no.- Me respondió él.
— ¿De verdad?- Una sonrisa se dibujó en mi cara.- ¡Toma! Pues… ¡Rumbo a la noria!
Cloud cerró la puerta de la habitación y salimos del hotel juntos. Los nervios me estaban comiendo por dentro pero también tenía muchas ganas de disfrutar de la noria. 
Plaza de la noria.
— Esta franja horaria está dedicada a las parejas.- Un auxiliar comentaba la situación a varias personas.- Vuelva con su pareja, o bien con un amigo, y disfrute del Gold Saucer por todo lo alto. Podrán contemplar las hermosas vistas, enmarcadas por la ventana de la cabina como si fueran un cuadro de un museo… Será una experiencia inolvidable.
— ¿Vamos?- Dije con una sonrisa.- ¡Creo que hay que hacer cola!
Cuando nos íbamos a hacer a la cola de golpe la noria se paró y la gente empezó a preguntarse qué estaba pasando.
— Disculpen las molestias.- Dijo el auxiliar.- Acabamos de confirmar una avería en la red eléctrica del recinto. Estamos investigando las posibles causas, pero hasta solucionar el problema rogamos que sigan las instrucciones de evacuación. Por aquí, por favor. Mis compañeros les indicarán adónde dirigirse. 
— ¿En serio?- Exclamé con un suspiro.- Que mala pata…
— Lo siento.- Dijo Cloud mirándome a los ojos.
— No te preocupes. Ojalá podamos volver algún día.- Le sonreí.
— ¡Cloud! ¡Prrr mis bigotes!- El gato del principio se acercó corriendo a nosotros.
— ¡Oh, tú eres el de la bienvenida!- Sonreí. 
— ¡Encantado, señorita! Soy Cait Sith.
— ¿Qué quieres?- Preguntó Cloud. 
— ¡Tienes que venir al coliseo de inmiaudiato! Se han liado a tiros… en el vestíbulo.- Exclamó Cait Sith.- Según los testigos, ¡ha sido un menda con un arma en vez de brazo!
— ¿Qué?- Exclamé. Conocía a alguien que coincidía perfectamente con la descripción.
— Yo se lo digo a tus compis. ¡Venga, dales caña a esas almohadillas!- Exclamó Cait Sith antes de salir corriendo.
— No veo a Barret haciendo algo así… ¿o no?- Miré a Cloud fijamente.
— Vamos a comprobarlo.- Me dijo Cloud. 
Fuimos rápidamente a la plaza de Combate del Gold Saucer donde se encontraba el coliseo. Allí el personal de seguridad nos paró.
— Lo siento, el acceso está restringido en estos momentos.
El personal se puso una mano en la oreja donde tenía el pinganillo y de golpe nos miró fijamente.
— De acuerdo, adelante.
En ese momento nos dieron paso y allí nos encontramos con Aeris, Tifa, Yuffie y Red XIII.
— ¿Sabéis algo?- Pregunté.
Todos negaron con la cabeza y rápidamente entramos en la parte trasera viendo una situación horrorosa. Cadáveres tapados por una manta azul y toda la zona marcada con cintas de seguridad. 
— Barret…- Dijo Cloud. 
— Dejó a las tropas de Shinra como una colador de pasta, y luego…- Dijo Cait Sith.
— Déjame hablar a mí.- Exclamó Dio quien también se encontraba allí.- Soy Dio, el director del parque. Zagales, os doy la bienvenida al Gold Saucer, nuestro paraíso dorado. Tú eres mi rival de antes… Espero la revancha. 
— Ahora no es el momento.- Respondió Cloud.
— Un jefe de departamento de Shinra está aquí de visita y han disparado a su escolta.- Dijo Dio.- El personal y algunos visitantes también se han visto involucrados en el altercado. 
— Qué horror…- Exclamó Tifa. 
— Además, las cámaras de seguridad han quedado hechas trizas. No hemos podido grabar al tirador, pero sí tenemos testigos oculares.- Explicó Dio.- Dicen que tiene un arma por brazo. Por esa descripción, he pensado que podría tratarse de un individuo peligroso del cual nos habían informado. Un tipo grande, aunque no tanto como yo. Vozarrón. Con muy mal genio, gafas de sol… y un arma en vez de brazo. Apuesto a que os suena, ¿verdad?
— No puede ser…- Dije yo.- Imposible. Debe haber un error.
— Barret suele perder los estribos, pero nunca haría algo así.- Agregó Tifa. 
— Me gustaría creeros, de verdad.- Dijo Dio enseñándonos un cartel de "SE BUSCA" con las caras de Barret, Tifa y Cloud impresas en ella dando una recompensa de 100.000 guiles.- Mirad, hoy nos ha llegado esto. 
— Pero…- Dijo Tifa bajando la mirada. 
— No ha sido Barret.- Añadió Cloud. 
— ¿Puedes demostrarlo?- Preguntó Dio.
— Para empezar, él no destruiría las cámaras de vigilancia.- Explicó Cloud.- Suponiendo, hipotéticamente, que tuviera motivos para abrir fuego querría dejar constancia de esa motivación. No destruiría las cámaras.
— Hermoso discurso.- Dijo Dio.- La amistad es lo más sagrado que hay. Sin embargo, esto es muy grave. No puedo fiarme de vuestra palabra. Os propongo un trato. Buscadme al tirador y demostrad así la inocencia de vuestro amigo. Os doy 24 horas. Si no lo encontráis, os arrestaremos y os entregaremos a Shinra.  
Dio le tendió la mano a Cloud para cerrar el pacto y Cloud se lo aceptó. En ese momento Dio le puso un rastreador en la muñeca.
— Esto es un rastreador.- Mencionó Dio.- Estaréis bajo vigilancia para que no huyáis. 
— Nunca huimos.- Dijo Cloud.
— ¡Me alegro!- Exclamó Dio.- No dejéis que los Turcos se os adelanten. Buena suerte.
— ¿Eh? ¿Los Turcos?- Pregunté. 
— Tener competencia hace el reto un poco más estimulante, ¿no es así?- Dijo Dio.- ¡Ánimo, zagales! El tirador está abajo, en alguna parte. ¡Vuestro amigo cuenta con vosotros!
— ¡Yo también os echo una patita!- Dijo Cait Sith saludandonos desde atrás.- Necesitáis un guía, ¿no? ¡El ascensor es prrr aquí! ¡Prrr aquííí! ¡Aligerad esas patitas!
Pusimos rumbo al ascensor, definitivamente sabía que no había sido Barret pero por la descripción lo parecía. Teníamos que defenderle. Entramos al ascensor y Cait Sith le dio al botón.
— Vamos rumbo al Infrasaucer.- Dijo Cait Sith.- Hace miaucho tiempo, el personal de este parque tenía aquí sus casas. Pero empezaron a aparecer monstruos, así que trasladaron a la gente arriba. Después de eso, todo fue raspa abajo. ¡Ahora solo vive ahí la peor calaña! Prrr, se me erizan los bigotes solo de pensarlo… 
— Me recuerda al mercado Muro.- Mencionó Aeris. 
— Sí, pero ¡miaucho peor!- Exclamó Cait Sith.- Dicen que, una vez metes la patita, ya no hay vuelta atrás. Es por eso que… le pusieron otro nombre. La prisión de Corel. ¡Un miauténtico infierno en el desierto! Hurto. Violencia. Homicidio. ¡De todo! Ya sabéis… Miaucho cuidadín, camaradas. 
El ascensor se paró y todos íbamos algo tensos por lo que Cait Sith nos acababa de contar. 
— Ya estamos…- Dijo Yuffie. 
Infrasaucer: Prisión de Corel
Entramos a lo que parecía ser un pueblo muy pobre. Las casas eran chozas construidas a base de basura y daba muy mala espina.
— Prrr, ¿no hay nadie?- Preguntó Cait Sith. 
— Nos están observando.- Dijo Red XIII.
— No bajéis la guardia.- Añadió Cloud. 
Empezamos a andar por sus calles hasta que llegamos a un sitio que parecia una especie de plaza. Allí a lo lejos avistamos a dos hombres quienes llamaron a los demás y varias motos nos empezaron a rodear. 
— Una trampa…- Dije yo.
— Buen ojo, bonita.
En ese momento noté como me pegaban un golpe cayendo directamente al suelo quedandome inconsciente. 
Casa de Gas (a la mañana siguiente)
— ¡Buenos días!- Una voz que no reconocía me daba los buenos días.
Abrí los ojos como pude encontrándome con los demás, en el suelo. Me levanté de golpe y saqué mi arma. Cloud hizo exactamente lo mismo que yo.  
— Eh, tranquilitos.- Dijo el tio ese riendose.- Seguidme. ¡Arreando! Vamos que nos vamos.
No nos quedó otra que seguir aquellos tipos y nos dieron órdenes de quedaron parados en un sitio no demasiado lejos de donde estábamos. 
— ¡Jefe, aquí los traigo!- Exclamó el tio. 
En ese momento la puerta que teníamos delante se abrió de una patada y de allí salió un tío de pelo blanco y dos de sus guardias. El chaval entró bailando, como vacilandonos.
— ¡Caray!- Exclamó.- Bienvenidos. La prisión de Corel os abre sus puertas. Busco a una tal Sil… ¿os suena?
Me sorprendí muchísimo al escuchar mi nombre y en ese instante Cloud se puso delante mío. 
— ¡Ajá! Así que eres tú.- Me miró fijamente de arriba a abajo.- No hace falta que tu perrito te proteja, no te haré nada. 
— ¿Cómo me conoces?- Pregunté.
— Es interesante.- Me dijo el chaval.- Te aseguro que no nos hemos visto nunca. ¡Lo tendrías grabado a fuego, créeme! Si sé quién eres, es porque yo me entero de todo. Y también sé quien es tu perrito faldero, Cloud ¿verdad? ¿Y sabes porqué, verdad? ¡Va! ¡Te lo suelto! Cuando se trata de la chiquilla que acabó con el negocio de Don Corneo, hay que estar aún más al tanto. Felicidades. Ole, ole y ole. ¡Eres famosa por aquí! 
— Estamos buscando a un hombre con un ar…- Dijo Cloud intentando aprovechar la situación.
— Lo sé, lo sé.- Dijo el chaval.- ¿Estás sordo, chaval? Aquí estamos bien informados. No me hagas repetirlo. Yo estoy al tanto de todo lo que se cuece ahí arriba. Al grano. Necesito a una chiquilla como tú, que sepa de manipulación y además, sepa hacer de todo.  
— ¿Para qué?- Crucé mis brazos.
— Buscáis al tipo del arma, ¿verdad? Está bajo mi custodia.- Dijo el tipo.- Encarcelado en el desierto. Podría decirte la ubicación exacta, solo por ser tú. Qué chollo, ¿no? Pero hoy en día, todo es un toma y daca. ¿Me equivoco? En otras palabras, no te va a salir gratis. Necesito pasta, ¡y no sabes cuánta! ¡Llega un pirado y se pone a disparar a las tropas de Shinra sin ton ni son! ¡Se carga a no sé cuantos! ¡Y aun así, la recompensa por entregarlo a las autoridades no me basta! ¡Para defender la prisión hace falta más que calderilla! ¡Se necesitan fajos tochos! ¡Joder, joder, joder! ¡Mierda! 
— Ajá.- Dije mirándolo fijamente.
— Entonces… Tú, querida, vas a conseguirme ese dinero. ¿Cómo? Tranquila, que te lo voy a decir. Escúchame muy atentamente. Vas a participar en una carrera de chocobos y vas a ganar, nena. Hasta que lo logres… tus amigos, incluyendo a tu bonito perro faldero, serán mis huéspedes. 
En ese momento los guardias del tipo este encerró a todo el grupo en unas rejas, sin dejarles salir.
— ¡Noooo!- Exclamó Cait Sith.
— ¿De qué vas?- Dije yendo hacia el tipo y empujándolo.
— Nena, no te alteres. Los trataré como si fueran de la realeza. Y si no me consigues el dinero, ya idearemos tus amiguitas, tu y yo otra forma de hacer negocio. Y tus mascotitas seguro que aportarían algo. 
— Imbécil.- Exclamé.
— ¡No, nena! ¡Mi nombre es Gas!- Gas sonrió.- ¡Decidido! En cuanto a las carreras, que te informe mi colega de ahí. 
— ¡A la orden, jefe!- Dijo uno de los guardias. 
— Mucha mierda.- Me dijo Gas levantandome el mentón.- Ah, y… ten cuidado. Una chica sola por aquí… puede no volver nunca.
Gas se metió hacia dentro de la casa una vez más, riendose y el guardia me miró fijamente.
— Te llevo a por el chocobo. Tú sígueme. 
Me acerqué a los demás y los miré fijamente a través de las rejas. 
— Pero de qué van estos apestosos.- Dijo Yuffie.- Como me cabreen, van a ver lo que vale una ninja…
— Sil.- Me dijo Cloud.- Ten muchisimo cuidado.
— Lo tendré. Esto no me da miedo, solo espero que estéis bien.- Dije mirandolos.
— Confiamos en ti.- Dijo Aeris.- Ya vimos lo bien que se te da montar en chocobo.
— Mucha suerte, Sil. Estaremos apoyandote desde aquí.- Mencionó Tifa.
— Gracias… Cuidaos, por favor.
Me fui de allí persiguiendo al guardia de Gus a mi ritmo.
— Vamos, aligera el paso.- Dijo el guardia.- Como intentes escapar, acabas en un pozo de arena. 
— Y como no te calles o me hables mejor tú terminarás peor.- Expresé.
— Cuidado con tus palabras, nena.- Me dijo el guardia.- Aunque seas una pava no voy a pasar por alto tus faltas de respeto, ¿eh?
Chocobovestidor provisional.
Llegamos al sitio y el guardia se paró de golpe.
— Aquí la tienes.- Dijo el guardia.
Una chica, algo más pequeña que yo, se acercó a mí. 
— Así que tú eres Sil, ¿verdad? Yo soy Ester. Me encargo de los chocobos.- Me dijo la chica. 
— ¿Sil?- En ese momento una voz que reconocía llamo mi nombre y al girar la mirada vi a Billy. 
— ¿Billy?- Pregunté confundida. 
— ¿Os conocéis o qué?- Preguntó Ester. 
— ¿Qué haces aquí…?- Me acerqué a él. 
— Vine al Gold Saucer para entrar en la competición con Piko… ¡y estos tipos me secuestraron!- Respondió Billy.
— Oye, tú, esas son palabras mayores.- Exclamó el guardia.- Te perdiste en el desierto y te rescatamos, ¿o no? Como nos vaciles, ¡nos cargamos a tu chocobo y nos lo zampamos! 
— ¡Oye! No digas gilipolleces- Exclamé yo para después mirar fijamente a Piko.- Ay, Piko… ¿no está bien?
— El desierto lo ha dejado exhausto…- Dijo Billy.- Es el chocobo con el que vas a competir… pero veo crudo que gane, como no coma y recupere sus fuerzas. 
— Kuééé…- Exclamó Piko.
— Entonces…- Dijo Ester.- Lo primero que harás será buscarle algo que echarle al buche. 
— Bien…- Dije mirando a Piko, muriendome de pena. 
— Venga, yo le ayudo.- Dijo Billy con una sonrisa. 
— Trademe lo que encontréis.- Mencionó Ester. 
Salimos del chocovestidor profesional entrando en la cárcel de corel. De día se seguía viendo tan mal rollero como de noche. Empezamos Billy y yo a dar una vuelta por la zona para ver dónde podíamos conseguir verduras y de golpe un tipo con sombrero nos paró.
— Oye bonita, me han hablado de ti.- Dijo el hombre con sombrero.- Buscas verdura, ¿no? Te propongo un trato: tú me haces un encarguillo y yo te doy la verdura. ¿Qué me dices? 
— ¿De qué se trata?- Pregunté.
— Resulta que en mi casino, que está en la plaza, hay una panda de tahúres singulares. Me gustaría que fueras a buscarlos y les ganaras una partida a Sangre de la Reina. ¿Qué me dices? 
— Si, vale.- Dije. 
— Estupendo. Son más raros que un perro verde, pero como juegan de maravilla ya nadie se atreve a retarlos. Si les ganas seguro que otros se animan a retarlos. Los tahúres en cuestión son tres y están en el casino de la plaza. Te daré una verdura por cada uno que derrotes.- Me explicó dándome una baraja.- Ten, te la puedes quedar. ¡Cuento contigo! 
Salimos de allí y Billy me miró fijamente.
— ¿Sabe jugar a eso, Sil?- Me preguntó.
— Por lo que sé, sí.- Dije.- Gané un torneo no hace demasiado. Será fácil. 
— Me alegra mucho escucharlo.- Dijo él dejando salir un suspiro.
Casino.
Llegamos al casino y allí habían tres tableros de la Sangre de la Reina y tres combatientes detrás de estos. Sin problema me enfrenté a los tres ganando sin demasiado rollo. La estrategia era totalmente lo mio asi que no tardé demasiado en tumbarlos a todos. La emoción en el casino fue incrementando y al final de la última partida todo el mundo quería retarse así que mi misión había sido cumplida exitosamente. 
— ¡Se le ha dado de maravilla!- Me dijo Billy.- ¿Hay algo que no sepa hacer?
— No es para tanto.- Dije riendome un poco.- Simplemente es una coincidencia. 
Rápidamente volvimos a la tienda de cartas donde se encontraba el hombre del sombrero.
— Muy buenas, bonita.- Me dijo.- Gracias a tu racha de victorias… se está reavivando el interés por el sangre de la reina. Así que el negocio va en viento en popa. Me has ayudado un montón así que lo prometido es deuda.
El señor nos dio tres verduras para poder alimentar a Piko y miré a Billy.
— ¿Con esto tendremos suficiente?- Pregunté.
— Sí, de sobra.- Me dijo él.- Vamos a ver a Piko. 
Chocobovestidor provisional.
Pusimos la verdura en el comedor de Piko y de golpe el chocobo se levantó comiendo como un condenado. Se puso super contento y me miró batiendo sus alas.
— Kuééé.- Exclamó Piko.
— ¡Perfecto! ¡Ya está listo para correr veloz como un rayo!- Exclamó Billy.
— Habla con el guardia para que te lleve al chocobódromo.- Me dijo Ester. 
— Vamos arriba, te llevaré al chocobódromo.- Me dijo el guardia con una sonrisa. 
— Oye, mejor voy yo con ella.- Dijo Ester.- No te importa, ¿no? 
— ¿Ein? ¡Joer! Siempre igual, ¿ahora eres lesbiana o qué?- Exclamó el guardia.
— ¡Es mona!- Ester sonrió a lo que yo me puse algo roja.- Decidido. Vente conmigo.
La empecé a seguir siguiendo el camino que ella marcaba. Billy también nos seguia con Piko.
— Nunca pensé que vería a Piko en tan buena forma.- Me dijo.- Estaba en los huesos cuando llego. Piaba tan flojito que daba lástima.
— Ay… pobre.- Expresé.- Me alegra que ahora esté bien. 
— Ahora está irreconocible.- Dijo Ester.- Ya verás la pedazo de carrera que nos va a dar. Aunque de nada sirve tener un buen chocobo si el jinete no está a la altura. Cuántas veces habré visto chocobos rápidos que pierden por sus jinetes de pacotilla… 
— Sil es un fenómeno a chocobo.- Mencionó Billy. 
— No se me da mal.- Expresé.
Gold Saucer: Plaza Chocobo.
Nos subimos al montacargas llegando al Gold Saucer de nuevo. 
— Es usted jinete, ¿no?- Me preguntó un auxiliar. 
— ¡Así es!- Ester respondió por mi.
— Nosotros nos ocupamos del chocobo.- Diríjase a la sala de espera. 
Me dirigí junto con Ester y Billy a la sala de espera y al llegar, Ester se giró mirando a un hombre que estaba apoyado a la pared, vestido de cowboy. 
— ¡Pero si es Joe!- Exclamó Ester. 
— Ay, Ester…- Dijo Joe.- ¡Cada vez más guapa! 
— Ya, ya. Gracias.- Dijo Ester.- Os presento. Este es Joe, el jinete personal de Sam. Siento tener que decirlo… pero es el mejor del circuito. 
— Encantado de conocerte.- Me dijo Joe haciendo una reverencia. Me lo quedé mirando fijamente, me transmitia una vibra extraña.
— Esta es Sil.- Mencionó Ester.- Digamos que es nuestra nueva estrella. No le quites el ojo de encima. 
— Se nota que le has caído bien a Ester…- Me dijo Joe.- Aunque… extraño es. ¿Vas a competir, tú? ¿Una chica? 
— ¿En serio?- Pregunté cruzándome de brazos. 
— Bueno, a ver si cumples las expectativas. Me gusta que mis rivales estén a la altura, aunque lo dudo. Mucha suerte, Sil.- Joe me puso una mano en el hombro antes de marchar.
— Bueno, no lo escuches.- Me dijo Ester.- Ahora solo queda esperar a que empiecen las carreras. 
Me senté en el sofá y me crucé de brazos. No podía parar de pensar en los demás, como debían estar esperando, que los estuvieran tratando bien. Aunque la carrera de chocobos profesional me motivaba, quería superarme, ver de que era capaz. Poco después me llamaron para entrar a la carrera y me levanté yendo con Piko al circuito, poniéndonos en la línea de meta. 
En otra parte del Gold Saucer…
— ¿Sabéis que han intentado dispararme? 
— ¿Cómo? ¿Eso es lo que ha pasado en el coliseo? 
— Sí, sí. Menos mal que había escogido ese momento para ir al baño.
— ¡Qué me cuenta! ¡Menuda suerte! 
— ¿Verdad? Hoy me sonríe el destino, así que seguro que voy a ganar las apuestas. ¡Ah! ¿Le han echado manteca? Me gusta que lleve mucha. 
— ¿Lo has encontrado?
— ¡Qué más dará ahora eso, Rude! Estás ahí, fresquito, con Palmer y las tontas que le siguen solo para ver a Sil en la carrera de chocobos y yo me voy a desmayar del calorazo que hace aquí en el desierto. Explícamelo… ¿Por qué tenemos que ir de negro? 
— En cuanto termine la carrera, voy para allá. 
— Y hazme el favor de traerme un refresco. ¡O mejor un helado!  
— ¿De vainilla?
— No, de vainilla no. A este paso, ¡me voy a quedar más seca que una momia! ¿Me oyes? ¿Rude? ¡Rude!
— Ah… ojalá estuviera Reno aquí.
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Acaricié el plumaje de Piko y le sonreí, él y yo hacíamos un buen equipo. El contador empezó a ir hacia atrás: 3, 2, 1… ¡YA!
Piko y yo salimos disparados, sin mirar atrás. Puse mi cuerpo ligeramente hacia adelante, levantándome un poco del sillín para tener aún más control. Piko ya sabia que significaba eso, correr sin mirar atrás. Intenté adelantarme a absolutamente todo el mundo para evitar cualquier incidente. El jinete de Sam me transmitía cero confianza y más teniendo en cuenta lo tramposo que es Sam así que lo evité usando el máximo la delantera y así, una vez más consiguiendo una victoria aplastante. Levanté mis brazos cuando crucé la línea de meta, celebrandolo y abracé a Piko.
— ¡Bien hecho, Piko!
— ¡Kuéééé!
La carrera terminó y me entregaron el premio que le tenía que dar a Gas. De allí ya me dirigí a la casa de Gas.
Casa de Gas (dos horas después)
Cuando llegué todo el grupo estaba liberado y se acercaron corriendo a mi, super emocionados.
— ¡Sil has hecho una carreraza!- Exclamó Aeris.
— Te hemos visto por la tele y como te has adelantado a todos desde el principio… ¡NO LO HABÍA VISTO ANTES!- Exclamó Yuffie.
— ¡Estaba segurísima de que ibas a ganar!- Me dijo Tifa con una sonrisa.- Ya te vimos montar super en el rancho de Billy.
— ¡Chicas!- Exclamé algo avergonzada.- ¡No hace falta!
— ¿Estas bien?- Me preguntó Cloud acercándose a mi. 
— Sí… Ha estado bien al final.- Sonreí.
— ¡Caray! Aquí está nuestra campeona.- Exclamó Gas al verme.- ¡Sabía que lo ibas a petar a lo grande! Ya podemos dormir tranquilos. 
 — Ah.- Dije sin decir nada más. Me importaba poco. 
— Ay, no seas tan mala, va directo a mi corazón.- Dijo Gas.
— Cumple tu parte del trato.- Dijo Cloud de golpe.
— Que sí, ya voy.- Mencionó Gas.- Soy un hombre honrado, ¿sabes? ¡Y odio que me metan prisa! 
Gas chascó los dedos y uno de sus guardias abrió una puerta con unas escaleras.
— Este paso subterráneo atraviesa el desierto. No tendréis ni que preocuparos por las arenas movedizas.- Dijo Gas.- Una vez fuera, encontraréis un buitre muy simpaticón que conoce el camino. Seguidlo. El fulano del arma está preso en el desguace. Podéis entregárselo a Shinra, cortarle el pescuezo o lo que os venga en gana. 
— Vamos.- Dije. 
Infrasaucer: Pasaje de los bellacos.
Bajamos las escaleras y empezamos a correr por el pasaje para llegar lo antes posible.
— Barret nunca haría algo así.- Dijo Tifa. 
— La escena del crimen no era propia de él.- Añadí.
— Pero, ¿quién más tiene un arma por brazo?- Preguntó Yuffie.
— Estoy segura de que no ha sido él.- Mencionó Aeris. 
— Pronto lo sabremos.- Dijo Cloud. 
El pasaje estaba infestado de bichos que una vez más derrotamos rápidamente para que no nos molestaran hasta que finalmente vimos la luz.
Región de Corel: Sur.
Allí literalmente un buitre nos esperaba y alzó vuelo cuando nos vió. Le empezamos a seguir con un buen ritmo para no perderle de vista. Teníamos todos los nervios a flor de piel ya que la incertidumbre de lo de Barret nos estaba matando. Pero todo no fue color de rosa ya que de golpe unos torbellinos de arena se generaron y venían a toda velocidad hacia nuestra dirección.
— Una tormenta de arena.- Dijo Red XIII.
— ¡Vámonos!- Exclamó Cloud. 
La arena subía y yo rápidamente bajé mi mirada para que no entrara en mis ojos. Cloud puso su brazo en mi, protegiendome de la arena. De golpe escuchamos unos disparos.
— ¡Por aquí!- Giré la mirada y allí estaba Barret. 
— ¿¡Barret!?- Exclamó Tifa. 
— ¡Rápido!- Dijo Cloud sin soltarme ni un segundo, poniéndonos detrás de donde estaba Barret. 
Por suerte la tormenta cesó rápidamente pero la arena cayó encima nuestro. 
— ¡Prrrr!- Dijo Cait Sith.- ¡Hemos acabado miaulamente! 
— ¡Achú!- Red XIII estornudó tan fuerte que tiró hacia atrás a Cait Sith. No pude evitar reír un poco. 
— Barret… por fin…- Dije mirándolo, había estado muy preocupada. 
— ¡Menos mal que estás bien!- Mencionó Tifa. 
— ¿¡Te has escapado!?- Preguntó Yuffie. 
— ¿Qué dices?- Exclamó Barret.- ¿Qué pintáis vosotros aquí? 
— Tratando de encontrar al tirador del Gold Saucer.- Dijo Cloud. 
— Parece que…- Dijo Tifa.- Tenía un arma en vez de brazo. 
Barret miró su brazo fijamente y se giró empezando a andar.
— Ajá…- Dijo él.
— No has sido tú, ¿verdad?- Preguntó Cloud. 
— Todo esto es culpa mía.- Dijo Barret parándose en seco. 
— ¿Qué dices…?- Exclamé mirándolo fijamente. 
— El tirador se llama Dyne.- Explicó Barret.- Es amigo mío… Más bien, lo era. Fue hace cuatro años, cuando explotó el reactor. Dyne y yo nos acercamos a echar un vistazo. Y a la vuelta… Vimos como la aldea estaba en llamas y como las tropas de Shinra atacaban a los aldeanos. En una de estas, Escarlata nos empezó a disparar y Dyne casi se cae por el acantilado. Lo intenté ayudar y fue cuando Escarlata disparó a nuestros brazos haciendo que Dyne cayera por el vacío gritando lo que pensaba que eran sus últimas palabras: "Eleanor, Marlene..". 
— ¿Marlene?- Preguntó Tifa.
— Yo había perdido mucha sangre y estaba mareado, pero logré huir.- Seguia contando Barret.- Me desmayé y el doctor Sheiran me encontró. Le debo la vida. Por eso.. elegí esto en lugar de una prótesis para mi brazo derecho. Quería vengarme. Dyne debió elegir igual. Sí, supongo que sí. Estaba convencido de que no había sobrevivido. De haberlo sabido… 
— ¿Así que Dyne también quería vengarse de Shinra?- Pregunté. 
— Yo qué sé…- Mencionó Barret.- Lo vi alejándose del lugar del tiroteo, pero, aun así, no me cabe en la cabeza que fuera él. Esa no es forma de vengarse. Tengo que hablar cara a cara con él. Tengo cosas que contarle. 
— ¡Pues vámonos!- Exclamó Yuffie señalando el desguace. 
— Se supone que está ahí encerrado.- Dijo Cloud. 
Fuimos hacia el desguace y Barret se nos adelantó mirando fijamente el sitio.
— Habéis dicho que Dyne está aquí, ¿verdad?- Preguntó.
— Supuestamente, si.- Respondí. 
— Creo que es mejor que vaya yo solo.- Dijo Barret quitándose las gafas. 
— Pero…- Dijo Tifa a lo que Cloud intervino.
— Adelante.- Le dijo Cloud a Barret. 
Barret se fue para adentro y nos quedamos afuera, esperandole. 
— Espero que esté bien.- Dije yo. 
Pocos minutos más tarde, lo vimos salir con Dyne, ayudandole a andar aún algo lejos de nosotros pero se les podía escuchar.
— Oye.- Dijo Dyne.- Anda, si también hay un Soldado. Desgraciado… Nos has vendido a Shinra. 
— ¡No!- Exclamó Barret.- ¡Te equivocas! 
En ese momento Dyne empezó a disparar como un loco en nuestra dirección y todos nos escondimos detrás de las paredes para que sus balas no nos alcanzaran. 
— ¡Ya basta, Dyne!- Exclamó Barret.
— ¿Qué te pasa?- Pregunto Dyne.- Dispara. 
— He venido a ayudarte.- Mencionó Barret.
— ¿¡Para ayudarme!? ¿Tú?- Exclamó Dyne mientras se reía.- ¡No me hagas reír! Te has levantado graciosillo hoy, Barret. Esas gilipolleces te las llevas a la tumba. 
Se volvieron a escuchar disparos y yo rápidamente salí, estaba claro que le estaba disparando a Barret, tenía que ayudarlo. 
— ¡No te entrometas!- Exclamó Barret al verme.- Esto es cosa nuestra… Entre él y yo. 
Me quedé mirando la escena, muy preocupada y con el corazón encogido, pero entendía perfectamente que no debía meterme.
Barret y Dyne empezaron a pelear, disparandose. Dyne iba a por todas a por él y Barret se defendía sin evitar dispararle también. 
— ¡Ya no somos lo que éramos!- Exclamaba Dyne mientras disparaba.- ¿¡No es así, Barret!? ¿Te acuerdas de cuando pusimos trampas para las ratas y te pillaste la mano en una? ¡Qué risa me eché aquel día! 
Cada palabra que decía Dyne me rompía el corazón ya que no podía evitar empatizar con Barret. Debía ser tan duro para él y aun así, le estaba enfrentando. De golpe Dyne cayó de rodillas.
— Eleanor… Marlene…- Dijo Dyne.- Aaah… Veo todo oscuro…
En ese instante un montón de chatarra se le acumuló en el brazo haciendo incluso un arma mucho más fuerte. 
— ¡Dyne!- Exclamó Barret.- Confía en mí. ¡Quiero ayudarte! 
— ¡Barreeeet!- Exclamó Dyne atacándole de nuevo, pero con más fuerza.
— ¿¡Qué pretendes, Dyne!?- Exclamó Barret una vez más. 
Barret le atacó con todas sus fuerzas tirando a Dyne hacia atrás ya sin fuerzas. Barret le volvió a apuntar una vez más. 
— Vamos…- Dijo Dyne.
— Dyne, se acabo.- Dijo Barret bajando el arma. 
— ¿Qué?- Exclamó Dyne apuntando a Barret de nuevo.- ¿¡Cómo que se acabó!? ¡Nada de esto ha acabado! 
— Pues venga, mátame y así le ponemos punto y final.- Mencionó Barret sacándose la prótesis de arma y tirándola al suelo.
— ¡Barret!- Exclamó Tifa.
— ¡No te acerques!- Exclamó Barret. 
— Cobarde…- Dijo Dyne riendose.- Así, si mueres, no tendrás que sufrir más, ¿no? ¿De qué vas? 
Dyne le pegó un guantazo a Barret girándole la cara haciendo que él cayera al suelo. Le agarré fuerte la mano a Cloud en ese momento, apretandosela, ver todo esto me estaba afectando de gravedad emocionalmente.
— ¡Se supone que has venido a ayudarme a mí!- Exclamó Dyne. 
— Yo…- Dijo Barret.
— No has cambiado nada.- Mencionó Dyne agarrandole la cabeza a Barret y apuntándolo con su arma.- Tiras la toalla… a la primera de cambio… 
— Perdóname, Dyne.- Dijo Barret, de rodillas.- Fui un idiota. Seguro que había otra opción, pero nos ofrecieron tanto dinero… que me cegué… 
— Pagamos con sangre cada guil que nos dieron.- Dijo Dyne.- ¿Sabes…? En mi cabeza… aún oigo su voz. La voz de Eleanor. "No odies… a Barret. Él es inocente…" Entonces, ¿¡de quién es la culpa!? ¿¡De Shinra!? ¡Sí! ¡Siempre es de Shinra! 
Dyne empezó a disparar hacia atrás y cuando dirigimos la mirada vimos a un montón de centinelas subiéndose a los escombros para dispararles. Rápidamente Cloud, yo y los demás fuimos hacia allí para luchar contra ellos y quitarlos del camino y que no tocaran ni a Dyne ni a Barret.
Barret tiró al suelo a Dyne para que no le alcanzaran las balas.
— Estoy destrozado…- Dijo Dyne.- Cada vez que mato a alguien, yo también me muero un poquito. Tengo el alma podrida. Me encantaría palmarla yo también… pero no puedo. ¿Por qué? La vida no tiene sentido sin Eleanor y Marlene y, aun así… 
— Marlene está viva.- Mencionó Barret enseñándole una foto de carné que llevaba siempre encima de Marlene.- Vive en Midgar y ya tiene cuatro años.
— Marlene…- Dijo Dyne agarrando la foto, temblaba.- Tiene los ojos y el pelo de su madre… 
— Después de la explosión, vivía sin vivir en mí.- Explicó Barret.- Había perdido a Myrna, y creía que a ti también. Los remordimientos me carcomían. Marlene me dio fuerzas para seguir adelante. La encontré llorando frente a vuestra casa en llamas, y me la llevé. Desde entonces, ella ha sido mi razón de ser. 
— ¿Por eso me la quitaste?- Preguntó Dyne.- ¡Sabías lo mucho que la quería! Lo sabías muy bien, y aun así… 
— No he dicho eso.- Dijo Barret intentando que Dyne entrara en razón. 
— ¡Me has arrebatado todo lo que he amado!- Exclamó Dyne tirando la foto de Marlene.
— Dyne…- Dijo Barret levantándose y agarrandole el brazo.- Vamos a ver a Marlene, juntos. 
— Te odio, Barret…- Exclamó Dyne.- ¿¡Por qué mierdas me dices esto ahora!?
— Dyne… 
— ¿¡No ves que tengo las manos manchadas de sangre!?- Gritó Dyne con desesperación.- ¡Está todo perdido! 
Dyne apartó a Barret al ver que venían más centinelas por otro lado y les atacó, disparando pero tristemente, mientras los quitaba a todos de en medio, le balearon a él también. El arma se le cayó del brazo y aunque intentó andar un poco, se cayó de rodillas para luego estirarse encima de Barret.
— Dyne…- Dijo Barret. 
— Sigue… viviendo… y sufre…- Mencionó Dyne, mirando fijamente a Barret. 
— ¡No!- Exclamó Barret.- ¡Noooo! 
— Ya estoy aquí, Eleanor…- Dijo Dyne- Ya estoy en casa.
En ese momento Dyne cerró los ojos para no volver a abrirlos nunca más y Barret soltó un grito de desesperación y de tristeza que resonó directamente en mi corazón. 
— Barret…- Dijo Tifa, con el corazón en un puño. 
— ¡Cloud, mira!- Exclamó Yuffie señalando al cielo.
Miramos al cielo y tres helicópteros de Shinra junto con un robot gigante venían hacia la zona.
— Lo que nos faltaba, joder.- Exclamé. 
Fuimos corriendo hacia la entrada del sitio y allí, delante nuestro soltaron al robot gigante.
— Me tratan como a un donnadie… Me anulan la reserva del hotel… Encima, cierran el coliseo por un tiroteo ¡y el chocobo por el que había apostado pierde la carrera!- Alguien hablaba desde dentro del robot. En ese instante asomó la cabeza para ver el director Palmer, de Shinra- ¡Estoy que me pinchan y no sangro! ¡Ya estoy hasta la coronilla! ¡Se van a enteraaar! 
Palmer controlaba al robot gigante. Lo analicé rápidamente con mi materia para encontrar que su debilidad era electro y que su punto débil era ponerlo boca abajo. Todos empezamos a atacar, cada uno a su estilo. La rabia y la tristeza me invadian y no estaba para tonterías y menos para derrotar a este pardillo de Shinra.
— Encima va y vienes a molestar.- Exclamé.- Vas a arrepentirte de haber venido. 
Rápidamente saqué una de mis materias de invocación que guardaba para ocasiones especiales, mi invocación favorita. Fénix. Lo invoqué y los demás se me quedaron viendo fijamente, nunca había recurrido a las materias de invocación pero estaba harta. 
Fénix empezó a atacar sin piedad al robot y por tanto a Palmer, destrozando el robot rápidamente, haciendo que sus funciones poco a poco dejaran de funcionar y que Palmer saliera disparado del robot. Fénix volvió hacia mi, le acaricie el plumaje y le sonreí.
— Gracias por tu trabajo, pequeño.- Le sonreí. 
En ese momento Fénix volvió a su materia, desapareciendo y Cloud intentó cargar hacia Palmer pero un helicóptero de Shinra le empezó a disparar. En ese instante, decidimos que lo mejor era meterse hacia dentro del desague, donde estaba Barret y eso hicimos. Allí vimos una devastadora escena, Barret de rodillas, viendo a su amigo muerto en el suelo, con la foto de Marlene en su mano. Tifa se acercó a Barret poniendole una mano en el hombro y Aeris se puso de rodillas al lado de Dyne, rezando. Me dolía tanto verle así.
— No hay tiempo.- Dijo Cloud.- Nos tenemos que largar. 
— ¿¡Y cómo!?- Exclamó Yuffie. 
De golpe escuchamos un motor de un coche venir a toda pastilla hacia donde nos encontrábamos y allí se paró, delante nuestro. Era un todoterreno rojo, con 8 pedazo de ruedas. Un increíble cacharro. De allí salió Dio quien bajó del todoterreno.
— Zagales, os traigo el vehículo de la huida.- Exclamó Dio. 
— ¿¡Director!?- Preguntó Cloud confundido. 
El director Dio le agarró el brazo a Cloud y le quitó la pulsera aquella que le había puesto, el geolocalizador. 
— Los rastreadores llevaban micrófono integrado.- Explicó Dio.- Lo he oído todo. Ahora sé que eres inocente, Barret. Siento haber sospechado de ti. 
Barret seguía mirando fijamente a Dyne, se estaba despidiendo de él con la mirada, para siempre. 
— Ese todoterreno es mi modo de disculparme. Lleváoslo.- Dijo Dio acercándose a Barret.- Yo me encargo de zanjar este asunto.  
— Se agradece.- Dijo Cloud.
— ¡En marcha!- Exclamó Yuffie. 
— Director.- Dijo Cait Sith señalando el coche.- ¿De verdad que no hay problema? 
— Es mi deber garantizar la seguridad de los visitantes.- Mencionó Dio moviendo los pectorales.- Lo que hayáis hecho en Midgar, se queda en Midgar. Volved cuando queráis. 
Dio le apretó la mano a Cloud y le sonrió antes de apartarse un poco y poniendose al lado del coche. Los demás se dirigieron hacia el coche también quedando Barret y yo en la escena. Agarré el arma de Barret del suelo y me acerqué a él.
— Barret…
— Que viva y sufra, ha dicho.- Me dijo Barret, mirando fijamente a Dyne.
— No sabemos si ese es tu destino.- Dije yo sujetando su arma, que casi era más grande que yo.- Pero, estamos aquí para ti.
Barret me sonrió y agarró el arma de mis brazos, poniendosela.
— Sil, eres un encanto.- Me dijo Barret dedicandome una sonrisa.- Dyne, hasta siempre.
Barret y yo fuimos al coche y ya que vi que nadie se había puesto en el asiento de piloto me senté yo.
— Woah, que pedazo de trasto… Esto es una fantasia.- Abracé el volante. No podía evitar estar algo emocionada por el coche.
— ¿Ya sabrás conducirlo?- Me preguntó Tifa.
— Aquí donde me ves soy una gran fanática de los coches.- Sonreí.- Puedo con esto y con más. 
Cuando iba a arrancar vimos a Rude llegar con un grupo de centinelas hacia donde estábamos. No pude evitar reírme un poco al verle de nuevo.
— ¡Zagales, aprended del mejor!- Dijo Dio de golpe.- ¡La vida es un campo de batalla!
Dio cargó contra Rude y los dos empezaron a aplicar fuerza entre ellos. Era el momento idóneo para escapar.
— Chicos, agarraos fuerte, ¡qué despegamos!- Exclamé pisando fuerte el acelerador y saliendo a toda mecha con el todoterreno.
Un helicóptero de Shinra y varios centinelas motorizados empezaron a perseguirnos. 
— ¡A todas las unidades!- La voz de Elena sonaba desde el helicóptero.- AVALANCHA se desplaza en un vehículo todoterreno. ¡Seguidles! Repito: AVALANCHA se desplaza en un vehículo todoterreno… 
— Deja que yo me encargue.- Dijo Barret. Solo lo podía escuchar, mis ojos estaban centrados en conducir. 
— Todo tuyo.- Dijo Cloud. 
Empecé a escuchar las balas salir del arma de Barret y antes de pegarle al acelerador giré mi cabeza un momento y miré a Barret. 
— ¡Barret, enséñame el arma!- Exclamé.
Barret acercó su arma a mi y yo la imbuí de ELECTRO++ y volví a mirar hacia adelante, controlando el coche y pegando el acelerón de nuestras vidas.
— ¡ESA ES!- Exclamé al notar tanta velocidad, disfrutando de la adrenalina que me provocaba.
— ¡Buena táctica, Sil!- Me dijo Barret disparando a todo lo que se nos acercaba.
— ¡Madre mia!- Exclamó Elena desde el helicóptero.- ¡La ex de Tseng está como una cabra! ¡Nosotros nos retiramos!
En ese momento el helicóptero de Shinra y varios centinelas se retiraron y cuando pensábamos que todo estaba listo Palmer volvió con un robot una vez más.
— ¡Barret, tú puedes!- Exclamó Tifa.
El robot de Palmer explotó al poco tiempo de que Barret empezara a disparar gracias a mi materia electrificante y escuchamos un disparo que se iba hacia el cielo. De un momento a otro, Elena aterrizó en la parte delantera de nuestro coche.
— ¿¡Qué…!?- Exclamó Aeris.
— Rendíos, como es debido.- Dijo Elena mirándonos fijamente.
— No va a durar demasiado allí arriba.- Dije con una sonrisa.
Le di fuerte al acelerador, yendo a más de 200 km/h.
— ¡Eh!- Exclamó Elena.- ¡Pero qué haces, Sil!
— Gente, ¡agarraos!- Exclamé..
Cuando llegué a la velocidad que quería rápidamente puse el freno de mano girando el volante 180º a la derecha haciendo que el coche diera un gran giro rápido para volver a girar 180º a la izquierda sin dejar de apretar el acelerador. 
— ¡Se ha vuelto turuletaaaaaa!- Exclamó Cait Sith. 
Elena salió disparada por los aires y conseguimos huir de ahí, a toda velocidad dejando a Shinra finalmente atrás. Bajé la velocidad, no podía parar de sonreír.
— Si que disfrutas de la velocidad, Sil.- Dijo Aeris, riendo un poco.
— Espero que no me haya pasado demasiado.- Dije riendo un poco también.
— Ha estado brutal.- Mencionó Barret con una sonrisa.
— Eso, Barret. Me gusta escucharte así.- Sonreí.
Me centré en conducir ahora ya más tranquilamente para poder salir del desierto.
— Marlene, menudo padre tienes.- Dijo Barret de golpe.- Cuando vuelva, se lo contaré todo. 
En alguna parte de Midgar…
— ¡Perfecto! Información actualizada de "se busca". Hoy está siendo un día productivo. 
— Disfruta usted demasiado.
— Tseng…
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En un mundo paralelo (ZACK POV)
Salí de casa de Aeris para buscar a ese tal Biggs. Agarré un cartel de "Se busca" que contenía una imagen de toda AVALANCHA y por tanto tenía una referencia visual del hombre. Recorté el papel hasta que solo quedó su foto.
— Manos a la obra.- Dije.
Me puse a buscar por toda la barriada del sector 5 hasta le pregunté a varias personas de la zona por si lo habían visto pero nadie sabía nada. No tenía ni idea de por donde seguir buscando, se me estaba haciendo cuesta arriba. De golpe el suelo tembló y no demasiado lejos de aquí vi un humo muy negro.
— ¿Ya está AVALANCHA haciendo de las suyas?- Dijo un residente de la barriada.
— No lo descartaría.- Le respondió otro.
— ¡Mejor que eche un vistazo!- Dije para mi.
Lo más posible es que, si lo había hecho AVALANCHA, Biggs sería el que estaría allí. Empecé a correr en dirección al humo, había sido una bomba, también había fuego y de golpe allí vi a un chico con una bandana roja. Miré la foto y volví a mirar al chico.
— ¡Biiiingo!- Exclamé acercándome rápidamente a él.
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Mundo original (Sil POV)
— A ver, prrrstadme antención.- Dijo Cait Sith.- ¿Adónde nos dirigimos, gentecilla?
— Al sur. Vamos al sur.- Dijo Barret.
— ¿Qué se nos ha perdido ahí?- Preguntó Cloud.
— Al norte está Corel, ¡y yo no vuelvo ni loco!- Exclamó Barret.
— ¡Al sur, pues! ¡Yo te indico, Sil! Soy el mejor miaucopiloto.- Me dijo Cait Sith.
— ¡Allá vamos!- Exclamé con una sonrisa. 
Le pegué fuerte al acelerador. No sabia que era lo que nos deparaba el destino al llegar a la siguiente región pero estaba llena de energía para descubrirlo. 
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Esto es una adaptación de la obra original FINAL FANTASY VII (SQUARE ENIX©) sin fines de lucro. Solo tiene fines lúdicos y de comunidad. Prohibida la copia de la adaptación igual que la extracción de personajes propios sin autorización.
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crescentcitybynight · 20 days
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// Este pasado sábado dirigí la cuarta sesión de Morte Ascendō, la introducción del pj Lasombra de mi buen amigo Carlos en la Crónica de V5 "Crescent City By Night" que llevo en marcha.
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En esta ocasión el trío de Lasombra, Carlos de Montedemo, el Padre Manuel de Mendoza y Manuel de Montedemo, en compañía del heredero y ghoul del primero Miguel de Montedemo, fueron en busca de la Primogénita Nosferatu Diana Selene para intentar averiguar el posible paradero del enigmático y peligroso "Hombre de Negro", un Matusalén Lasombra que podría ser parte de su familia...
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El escudo de la provincia de Toledo (España) en la Plaza de España de Nueva Orleans.
Acudieron a la Plaza de España, donde se suponía que a través de los gatos callejeros podrían contactar con ella. Tras un intento de engaño por parte de Diana, adoptando la forma de una corredora a la que habían intentado asaltar en el cercano parque, se descubrió ante ellos y les recriminó entre otras cosas que hubieran dejado con vida a uno de los Sabbat la noche anterior.
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Diana Selene "ofuscada" como corredora.
Hablaron sobre el 'Hombre de Negro' largo y tendido, comentando todo lo que ella había llegado a averiguar mediante su red de espionaje a lo largo de la ciudad... pero no consiguieron localizar su ubicación en Nueva Orleans por el momento.
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Diana Selene, Primogénita Nosferatu, Señora de los Secretos de la Corte de Nueva Orleans.
Se despidieron de ella y decidieron acudir a preguntar a un Hecata, Antonio Rossellini, un criminal que entre otras cosas vendía información sobre Cainitas. Solía ser asiduo de un club para adultos cerca de Canal Street, "The Diamond's Club".
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Se dirigieron en coche hasta allí con la intención de entrar.
Continuará...
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louisupdates · 11 months
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musictrendscol: LOS INVITAMOS A NUESTRO PRIMER FLASH TATTOO! ¡Celebremos el 28 de este mes como se debe, Louies! 🫶🏻
‘28 Flash Tattoo’ se llevará a cabo este Sábado 28 de Octubre en 27 Tattoo Collective en Bogotá (Centro Comercial Edificio Parque 63 - Cra 13 #63-21, Segundo Piso) frente a la Plaza de Lourdes ⚓️
Estaremos tatuando la smiley face de Louis Tomlinson todo el día desde las 9AM y hasta las 7PM 🔥
Confirma tu asistencia en este formulario: forms.gle/8cnjtXB2KGMdet…
*Para obtener tu tatuaje solo debes llevar una bolsa de comida para gato o perro más 25.000 COP.
**Todo el alimento recolectado será donado a la Fundación Rufo Salvando Vidas que da hogar y refugio a animales de la calle y en situación de abandono 🐱❤️🐶
***Evento para mayores de edad.
¡Lxs esperamos!
Apoya: @louistcol y 27 Tattoo Collective
[WE INVITE YOU TO OUR FIRST FLASH TATTOO! Let's celebrate the 28th of this month properly, Louies! 🫶🏻
'28 Flash Tattoo' will take place this Saturday, October 28 at 27 Tattoo Collective in Bogotá (Centro Comercial Edificio Parque 63 - Cra 13 #63-21, Second Floor) in front of Plaza de Lourdes ⚓️
We will be tattooing Louis Tomlinson's smiley face all day from 9AM to 7PM 🔥
Confirm your attendance in this form: forms.gle/8cnjtXB2KGMdet…
*To get your tattoo you only have to bring a bag of cat or dog food plus 25,000 COP.
**All the food collected will be donated to the Rufo Saving Lives Foundation that provides home and shelter to street and abandoned animals 🐱❤️🐶
***Event for adults.
We are waiting!
Support: @louistcol and 27 Tattoo Collective]
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sociedadnoticias · 1 year
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Prevén Inaugurar Feria Municipal del Libro y la Cultura en Guadalajara
Prevén Inaugurar Feria Municipal del Libro y la Cultura en Guadalajara #PeriodismoParaTi #SociedadNoticias #Vacaciones #Viaje #Alimentos #PabloLemus #Guadalajara @GuadalajaraGob @PoliciaGDL @PabloLemusN
Inauguración de la Feria Municipal del Libro y la Cultura en Guadalajara Daniel Reséndiz | Corresponsal                                                Guadalajara, Jalisco.- Este sábado 22 de abril, en Guadalajara, se llevará a cabo la inauguración de la edición número 54 de la Feria Municipal del Libro y la Cultura. El evento se realizará en el Paseo Literario Fray Antonio Alcalde y los…
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vaniinh · 2 years
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No sé en qué momento comencé a sentir miedo. Probablemente empezó a los seis años, cuando no entendía las palabras que albañiles me gritaban mientras comía mi lunch en la primaria. O quizá surgió en la secundaria, a los doce años cuando un compañero dos años mayor me tocó en honores a la bandera, y los profesores no hicieron nada. O a los 17 cuando un tipo intentó manosearme en el transporte público y llegué a llorar a casa mientras mi mejor amiga me calmaba por mensajes.
Cómo olvidar las dos veces, ya en mis veintes cuando dos sujetos me siguieron. La primera en la calle, la segunda en un parque y una plaza. Cómo olvidar que por semanas en el trabajo un individuo llegaba a la misma hora que yo en su moto, sólo para verme entrar y hacer llamadas mientras me miraba asquerosamente. Tuve que llamar a mi papá, y como niña chiquita tuvo que llevar a su hija adulta al trabajo porque el tipo me esperaba hasta que saliera. Actualmente sé que no soy libre, no puedo salir a la calle sin el miedo constante de estar en riesgo. Ojalá pudiera decir ya puedo salir a la calle tranquila, caminar en paz. Pero sé que no es posible.
No sé en qué momento comencé a sentir miedo, pero sí sé que estoy harta de sentirlo.
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mondosalamone · 1 year
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En el partido de Alberti, Salamone construyó el palacio municipal, el portal del parque municipal, remodeló la plaza Arias, realizó un depósito en el cementerio y la fachada de una escuela.
🗓️ Las obras se inauguraron en 1938, con la presencia del Gobernador Fresco y su comitiva.
La de Alberti es la primera Municipalidad bonaerense que FS construye en esquina (antes ya lo había hecho en Las Varillas, Córdoba). También será el comienzo de la utilización del hall para atención al público y no sólo como espacio circulatorio.
La fuente de la Plaza es muy similar a la de Laprida aunque difieren en que la albertina posee un mástil con la bandera argentina y también en la forma del remate.
🏫 La actual Escuela Secundaria “Pablo Pizzurno” (foto 4) está emplazada donde antiguamente se encontraba la Municipalidad. Luego de la restauración que realizó Salamone, funcionó un Club Social hasta que finalmente terminó siendo utilizada con el fin que hoy la conocemos.
Fuente: @alberti_patrimonio_e_historia 📚Longoni, R., Molteni, J. C. (2004). Francisco Salamone: Sus obras municipales y la identidad bonaerense.
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jartita-me-teneis · 2 months
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Los cuadernos de Rusia de Dionisio Ridruejo
El 21 de junio de 1941 se reúnen Ramón Serrano Suñer, Manuel Mora Figueroa y Dionisio Ridruejo en el Hotel Ritz de Madrid. El primero es cuñado de Franco y ministro de Asuntos Exteriores. El segundo es un aristócrata sevillano que ocupa el cargo de gobernador civil de Madrid. El tercero es poeta, falangista, amigo personal de José Antonio, autor de algunos versos del «Cara al Sol», Director General de Propaganda hasta 1941, y director y fundador –con Pedro Laín Entralgo– de la revista Escorial. Durante el encuentro, plantean la idea de apoyar a la Alemania nazi con un contingente de voluntarios españoles. No sabemos si poseen alguna información sobre la «Operación Barbarroja», que comienza esa misma noche. Cuando la radio y la prensa informan sobre la invasión alemana de la Unión Soviética, los falangistas salen a la calle, manifestando su deseo de participar en la ofensiva. El 24 de junio se concentran en la plaza de Callao y recorren la Gran Vía hasta el número 44 de la calle Alcalá, sede de la Secretaría General del Movimiento, que exhibe en su fachada un gigantesco yugo y unas flechas en madera pintada de rojo. Serrano Suñer se asoma al balcón e improvisa una arenga: «¡Rusia es culpable! Culpable de la muerte de José Antonio, nuestro fundador, de la muerte de tantos camaradas y tantos caídos en aquella guerra por la agresión del comunismo ruso. El exterminio de Rusia es exigencia de la historia y del porvenir de Europa».
Poco después se crea la División Azul, que comandará el general Agustín Muñoz Grandes. A diferencia de otras unidades extranjeras, no se encuadrará en las Waffen-SS, sino en la Wehrmacht, con el nombre de 250º División Española de Voluntarios. Dionisio Ridruejo se alista como soldado raso, recogiendo sus experiencias en un diario que titula Cuadernos desde Rusia, 1941-1942. Adopta la decisión por «decoro personal», pues no ha pegado ni un tiro durante la Guerra Civil. Quiere dejar claro que «puede hacer una guerra», que no tiene miedo, que no es un simple propagandista, con arrebatos de fervor. Su intención es luchar por «una joven Europa heroica y popular». Como falangista revolucionario, cree que la victoria de Alemania permitirá realizar en España «la revolución nacionalsindicalista». Una revolución postergada por el conservadurismo de Franco y la corrupción generalizada del régimen. El triunfo del Tercer Reich podría significar el fin del «complejo plutocrático y clerical que pesaba sobre el Estado». Ridruejo estrena su diario el 4 de julio de 1941, anotando que ha promovido la creación de la División Azul «por adhesión a una esperanza de mejor orden universal». Recomiendo la edición de Xosé M. Núñez Seixas, con prólogo de Jordi Gracia (Madrid, Fórcola, 2013).
Cuando cruza Francia en tren, surgen «las nostalgias de altiplanicies violentas y acaso tristes». Los campesinos franceses les insultan y les arrojan piedras ante la mirada impasible de los alemanes. Durante la instrucción, Ridruejo se suma al imaginario «pelotón de los torpes». No disimula su antipatía hacia la disciplina y el ejercicio físico: «No pongo interés ni amor propio en la cosa». En agosto, la División Azul llega a Prusia Oriental, donde los acogen con afabilidad, pero sin entusiasmo: «Las campesinas nos saludan con ademanes reposados, suaves. Ésta es la ternura, la melancolía, un sentimiento medio, tibio […]. Aquí nada de pasión o éxtasis. Materia de sueños, dulce sospecha crepuscular del alma». En Polonia, la sensación es diferente: «Al atardecer se diría que corremos por Castilla: una Castilla sin desolladuras de piedra, sin montañas en lontananza y sin luz». Estas soledades son interrumpidas por «islas arboladas, misteriosas y bellísimas», «parques estivalmente frondosos», «románticos caseríos» y «castillos, de unas torres agudísimas con chapitel de bronce verdoso». La emoción estética se tambalea al presenciar la opresión ejercida sobre los polacos. Obligados a identificarse con una ominosa «P» en su indumentaria, los alemanes han prohibido confraternizar con ellos, incluso cuando exista afinidad o identidad religiosa. Aunque la mayoría son católicos, no hay que olvidar su condición de vencidos. «A nosotros –escribe Ridruejo– esto nos desagrada hondamente, nos subleva, nos parece torpe y estúpido aún más que cruel». En un puente, se topan con una hilera de prisioneros. Muchos son judíos. Hombres y mujeres son obligados a caminar descalzos y «en muchos brazos se ve el odioso brazalete amarillo con la estrella de Sión. Aquí –pobres gentes desamparadas– dan pena, pese a la repulsión que indudablemente produce en nosotros –por no sé qué atávico rencor– la “raza elegida”».
Al internarse en la Unión Soviética, surgen las aldeas calcinadas, los animales destripados y carbonizados, los campesinos hambrientos –que deambulan como almas en pena–, los cadáveres congelados. La estepa rusa se parece a la castellana. Ridruejo y sus compañeros convierten un automóvil en su hogar ambulante. Es mejor que un refugio excavado en la nieve. Asisten a su primera misa de campaña y se relacionan con los campesinos rusos, cuya rutina permanece inmutable desde hace siglos: «Vida simple, por debajo de la historia». Las mujeres envejecen enseguida por culpa de la maternidad prematura y el duro trabajo a la intemperie. Los hombres soportan mejor el paso del tiempo, adquiriendo el aspecto de patriarcales tallas de madera: «Recuerdo aquello de la intrahistoria que decía Unamuno. Esto es. ¿Son de algún país distinto estos meros e inertes trozos de humanidad? Yo creo que no. El campesino es siempre él, el repetidor inmutable de los ritos elementales que constituye básicamente la vida humana». Ridruejo habla con ellos mediante signos o con la ayuda de un intérprete. Les pregunta por Stalin y Hitler. Se encogen de hombros, pues no saben quiénes son: «Esto es geología que vive», observa el poeta soriano.
Enrique Sotomayor, joven falangista revolucionario, le habla de la entrevista que ha mantenido Muñoz Grandes con Hitler. Sotomayor y Ridruejo son grandes camaradas. Ambos admiran al Führer: «Creo que este hombre genial al que sinceramente admiro –escribe Ridruejo– puede hacer todo el bien y todo el mal que jamás le haya sido dado hacer a un hombre. Y creo que es leal y sincero y que España puede esperar de él –sin merma de peligros– la justicia que se le debe». El 6 de septiembre se producen las primeras bajas de la División Azul. Unas minas acaban con varios voluntarios: «Nos han dado mucha compasión estos muchachos caídos a mitad de camino y cuyos cuerpos quedarán abandonados en una ciudad extraña». Ridruejo pasa por Vilna, sin mencionar los guetos en que se confina a los judíos ni el bárbaro asesinato de tres mil setecientos hombres, mujeres y niños. No sabemos si conoce los hechos. Sólo habla de pasada de unos arrabales miserables y de judíos que caminan por las calles con la estrella amarilla. La aparición de columnas de judíos es un hecho recurrente. Todas se parecen, pues todas exteriorizan abatimiento y desesperanza. «Pienso –mientras siento una gran piedad– que una cosa es la comprensión de la teoría y otra de los hechos. Comprendo la reacción antisemítica del Estado alemán. Se comprende por la historia de los últimos años. Se comprende –aún más hondamente– por toda la historia». Sin embargo, «cara a cara», ante «pobres, temblorosos seres concretos», los prejuicios se tambalean: «Es triste cosa ser verdugo».
Los prisioneros rusos le producen reflexiones parecidas: «¿Quién podría personalizar en unos hombres la culpa de un Estado ni en un pueblo la de un Régimen? Nosotros –tan distantemente extranjeros aquí– no podemos tener cuestiones de rencor por la tierra ni por la raza. Idea contra idea, los hombres nada tienen que ver en esto». Cuando aparecen las primeras cruces señalando la tumba de soldados caídos, la sensibilidad poética desborda al juicio ético: «cruces solas, románticamente perdidas en el bosque», cruces con aspecto de saeta, «signos ígneos, paganos, de la vieja mitología restaurada». La perspectiva estética también interviene en la descripción de los monumentos de las ciudades ocupadas por el ejército alemán. La casa del Partido Comunista en Minsk le parece «un Escorial de pacotilla», pero un gigantesco relieve de Lenin suscita su admiración, pues «sugiere muy bien lo que de verdad es admirable en la Unión Soviética: el hecho mismo de la revolución triunfante y su enorme poder unificador sobre todas las Rusias: grandeza aunque sea grandeza desalmada». De vez en cuando, lee la prensa española, periódicos atrasadísimos que reflejan la retórica ampulosa del régimen. Con tono machadiano, Ridruejo exclama: «Ay, España mía, miserable y excelente. Ni aun desde aquí puedo esquivarte. Ni aun aquí me dejas descansar de esta mezcla de amor y de disgusto que es, por ti, la mitad de mi vida». La nostalgia convive con los horrores de la guerra. Un voluntario español escarba en un cráter y extrae un pie entero, envuelto en un mugriento calcetín verde.
Las conversaciones entre Ridruejo y Sotomayor cristalizan en una conciencia clara de su compromiso con una Europa cristiana, revolucionaria, anticapitalista y anticomunista. Ambos conciben la guerra como una prueba en la que se mide el valor de las naciones. No hay lamentaciones por los estragos causados, sino un espíritu deportivo que celebra las hazañas bélicas y las «grandes transformaciones históricas» impulsadas por el totalitarismo. Ninguno aprecia la disciplina militar, confirmando el dictamen de Ganivet: el español no es soldado, sino guerrillero. La visión de los partisanos ahorcados empieza a repetirse conforme se adentran en Bielorrusia. Ridruejo fantasea con la muerte, planteándose si morir es como andar «por fuera del mundo, a una luz que es tanto luz como tiniebla y donde nadie nos asiste ni nada hay ni a parte alguna se llega». Cuando oye nítidamente el fuego de morteros y las ametralladoras, anota: «Esto ya es la guerra». En un pueblo, un niño lee un calendario con citas de comunistas famosos, pronunciando con inaudita perfección el nombre de Dolores Ibarruri. Las aldeas parecen «nidos de resignación», pues no hay nada esperanzador que les permita alentar la expectativa de una vida mejor. Las pulgas y los piojos se ensañan con los voluntarios españoles. La impresión de vagar por una tierra extraña se acentúa. España parece un lugar remotísimo, casi ilusorio.
Al entrar en Nóvgorod, el poeta falangista descubre que un hospital mental ha quedado atrapado en la línea de fuego. Los enfermos vagan por los patios, aterrados y famélicos. Poco después, llega la noticia de la muerte de Javier García Noblejas, abatido por un mortero. Javier fue uno de los catorce Palmas de Plata que veló el cuerpo de José Antonio durante su traslado a El Escorial en 1939. Su padre había sido fusilado en Paracuellos y tres de sus hermanos perdieron la vida entre 1936 y 1937 (uno en el asalto al Cuartel de la Montaña; otro en el frente y el último a manos de un piquete de milicianos). La familia García Noblejas adquirirá la dimensión del mito en el panteón franquista. Para Ridruejo, su gesta prueba que la idiosincrasia española se caracteriza por su hambre de gloria. Los alemanes persiguen el mismo objetivo, pero su carácter es muy distinto. Aunque se muestran distantes, a veces se prestan a las confidencias. Un rato de camaradería con dos soldados teutones revela que en la peculiar desnudez de la guerra todos los hombres se parecen: «raza, cultura, idioma, son meros accidentes». Esta observación contrasta con las diferencias en el trato con los campesinos rusos. El soldado español se relaciona con ellos, mostrándose amable y cercano. En cambio, el soldado alemán actúa siempre como un ocupante, desplegando una mezcla de frialdad y arrogancia.
Ridruejo no esconde su desengaño con la dictadura de Franco. Un régimen militar, autoritario y represivo, «volverá a adormecer a España, al eliminar su vida de proyectos, su proliferación crítica y previsora, al dispensar al individuo común de todo esfuerzo en lo colectivo». Alemania también se equivoca al creer que puede dominar Europa y reducirla a la uniformidad de su modelo cultural. A diferencia de Jünger, Ridruejo no aprecia ninguna excelencia en el apogeo de la técnica en el campo de batalla. La ametralladora «es una máquina inventada por el diablo para dar un suplemento de capacidad criminal-deportiva a los que carecen de ella». La División Azul alcanza la primera línea de fuego a mediados de noviembre. Ridruejo confiesa que no desea morir, que no se arriesgará más de lo necesario. Enrique Sotomayor no opina lo mismo. Anhela el riesgo, el combate en las posiciones más duras, el heroísmo más allá del deber e incluso el martirio. Ridruejo, con una complexión débil, no tarda en enfermar. Sus compañeros le ayudan, eximiéndole de las tareas más penosas. Los combates cada vez son más violentos. «Remarque, completamente Remarque», repite Sotomayor, evocando las descripciones de muerte y desolación de Sin novedad en el frente, la famosa novela prohibida y quemada en las hogueras de la Alemania nazi. La muerte de Sotomayor en combate afecta mucho a Ridruejo, que experimenta la pérdida como una mutilación. Los oficiales al mando deciden evacuarlo desde Possad, escenario de enfrentamientos encarnizados, donde la División Azul sufre grandes pérdidas. Hospitalizado, recibe la visita de Muñoz Grandes, al que describe como un «general-soldado» que ama a sus hombres. El espectáculo de jóvenes combatientes con terribles amputaciones destruye cualquier fantasía épica: «Es aquí donde la guerra se hace humanamente espantosa e incomprensible».
Ridruejo pesaba sesenta y cinco kilos al partir hacia Rusia. Se ha quedado en treinta y nueve. Trasladado a Berlín, se aloja en la embajada española con su amigo Agustín Aznar. Su anfitrión es José Finat y Escrivá de Romaní, conde de Mayalde, gran admirador de la Alemania nazi, furibundo antisemita y estrecho colaborador de la Gestapo. Ridruejo se recupera, descubre que la escasez afecta a la capital del Reich, come con el almirante Canaris y regresa a Nóvgorod para seguir combatiendo. No quiere ser acusado de favoritismo. De nuevo, aparecen la debilidad, la fiebre, los dolores. A pesar de su mala salud, reconoce que se ha encariñado con Rusia. Durante un pequeño trayecto en trineo, se desbordan sus emociones: «Todo el amor que he ido acumulando hacia esta tierra, hacia este pueblo grande y triste –en infinita escala, en escala al absoluto, la presentida soledad castellana– se me ha juntado de repente hasta casi hacerme llorar». La orden de regresar a España pone fin a la aventura bélica. Aterriza en el aeródromo de Torrelodones, donde lo reciben amigos, familiares y un grupo de falangistas. Principia mayo y resplandece el sol. Piensa en los caídos y en la estepa rusa. Lo que siente «es una nostalgia buena que ama mucho. Si ahora entorno los ojos, la nieve sigue resplandeciente e infinita».
¿Qué valor poseen los Cuadernos de Rusia desde la perspectiva de nuestro tiempo? En primer lugar, un indudable valor testimonial. Aunque Ridruejo elude las cuestiones incómodas (como la participación de la División Azul en el sitio de Leningrado, que causó la muerte por frío o inanición de un millón de civiles; la colaboración directa –o indirecta– en fusilamientos de partisanos, judíos y comisarios políticos; y los casos de pillaje, malos tratos o violaciones), su visión del conflicto nos ayuda a comprender la mentalidad de los voluntarios españoles, particularmente de los falangistas revolucionarios, con un notable desafecto a un régimen militar de corte conservador y no totalitario. En segundo lugar, la pluma de Ridruejo está muy lejos de Antonio Machado (los poemas intercalados en el diario son bastante mediocres), pero posee un incuestionable mérito literario, sobre todo cuando divaga sobre la condición humana o recrea el paisaje ruso, estableciendo analogías con los campos de Castilla. Por último, los diarios anticipan la deriva humanista de uno de los personajes más conspicuos del bando sublevado, al menos en sus inicios. Se ha dicho que en la Unión Soviética el pensamiento de Ridruejo pasó del «vivir estético» al «vivir ético», empleando la terminología de Kierkegaard. Ese tránsito desembocaría finalmente en la adhesión a la socialdemocracia o, por utilizar sus propias palabras, a «un socialismo no marxista». Creo que esa opinión no es exacta, pues Ridruejo rompe con el régimen cuando adquiere la convicción de que Franco jamás llevará a cabo la revolución nacionalsindicalista. Puede decirse que es la reacción de un fascista desencantado con un «tinglado» basado en una sólida alianza entre el Ejército, la Iglesia católica y las elites financieras (fundamentalmente, terratenientes y banqueros). Ridruejo no se acercará a posturas democráticas hasta su etapa como corresponsal en Roma. En 1947 viaja a la cuna del fascismo y conoce de primera mano sus estragos, iniciando su conversión a la democracia, que le costará varias condenas de prisión, invariablemente benévolas por su papel en la guerra civil española.
Los Cuadernos de Rusia evidencian el riesgo de aplicar el romanticismo a la política. Dionisio Ridruejo sólo tenía veintiún años cuando se afilió a Falange. Desgraciadamente, la juventud suele sucumbir a la fascinación de las ideologías, que movilizan los aspectos más primarios de la especie humana. La democracia no es épica, sino racional. No puede competir con el totalitarismo en el aspecto estético, pues el discurso de la razón es mucho más discreto que las borracheras verbales de los líderes mesiánicos. Entiendo la identificación de Ridruejo con el falangismo, pero su sensibilidad hacia el sufrimiento de los prisioneros rusos y judíos revela que su fibra humana superaba su bagaje ideológico. Reitero uno de sus comentarios: «Es triste cosa ser verdugo». Quizás esta frase resume el trasfondo ético de un libro que presagia la irrupción del sentimiento de culpa, la rectificación y la voluntad de reparación. Setenta y cinco años después, podemos afirmar que el Ridruejo de 1941 no era Jünger, seducido por las tempestades de acero, sino un tímido Remarque, incapaz de apreciar ni un ápice belleza en la destrucción de la vida humana.
RAFAEL NARBONA
Publicado en Revista de Libros el 7 de julio de 2016 en Cuadernos de Rusia
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