A veces decir "NO" es decir realmente "SÍ" a ti mismo/a
¿Te cuesta decir que no a las peticiones de los demás? ¿Sientes que siempre tienes que complacer a todo el mundo, aunque eso signifique sacrificar tus propios deseos o necesidades? ¿Te sientes culpable o egoísta cuando rechazas una propuesta o un favor? Si has respondido afirmativamente a alguna de estas preguntas, este artículo es para ti.
En este artículo, te voy a explicar por qué es importante que aprendas a decir que no sin sentirte mal, y cómo puedes hacerlo de una forma asertiva y respetuosa. Verás que, al decir que no a lo que no quieres o no puedes hacer, en realidad estás diciendo que sí a ti mismo/a, a tu bienestar, a tu autoestima y a tu felicidad.
Autor : @magneticovitalblog
¿Por qué nos cuesta decir que no?
Existen muchas razones por las que nos puede resultar difícil decir que no a los demás. Algunas de las más comunes son:
El miedo al rechazo. Pensamos que si decimos que no, la otra persona se va a enfadar, a decepcionar o a alejar de nosotros. Queremos ser aceptados y queridos, y creemos que la única forma de conseguirlo es haciendo lo que los demás esperan de nosotros.
El sentimiento de culpa. Nos sentimos responsables de la felicidad o el bienestar de los demás, y creemos que tenemos la obligación de ayudarlos o complacerlos. Nos parece que decir que no es una falta de respeto, de consideración o de generosidad.
La falta de autoestima. No nos valoramos lo suficiente, y pensamos que nuestras opiniones, deseos o necesidades no son tan importantes como las de los demás. Nos cuesta defender nuestros derechos, y nos dejamos influir o manipular por lo que los demás quieren o dicen.
La falta de habilidades sociales. No sabemos cómo comunicarnos de forma eficaz, y nos cuesta expresar lo que pensamos o sentimos. Nos da vergüenza o miedo decir que no, y preferimos evitar el conflicto o la confrontación.
¿Qué consecuencias tiene decir siempre que sí?
Decir siempre que sí a los demás, aunque no queramos o no podamos, puede tener consecuencias negativas para nuestra salud física, mental y emocional. Algunas de estas consecuencias son:
El estrés. Al asumir más compromisos o responsabilidades de las que podemos manejar, nos sentimos sobrecargados, agobiados y ansiosos. No tenemos tiempo para nosotros mismos, ni para descansar, ni para disfrutar de las cosas que nos gustan.
El resentimiento. Al hacer cosas que no queremos hacer, o que nos parecen injustas o desproporcionadas, nos sentimos frustrados, enojados y decepcionados. Nos parece que los demás se aprovechan de nosotros, y que no nos valoran ni nos respetan.
La baja autoestima. Al no atender a nuestras propias necesidades, nos sentimos insatisfechos, tristes y vacíos. Nos parece que no tenemos control sobre nuestra vida, y que dependemos de lo que los demás piensen o hagan.
La pérdida de identidad. Al no expresar nuestra opinión, nuestros deseos o nuestros valores, nos alejamos de lo que somos, de lo que queremos y de lo que nos hace felices. Nos convertimos en lo que los demás esperan de nosotros, y perdemos nuestra esencia y nuestra autenticidad.
¿Cómo podemos decir que no sin sentirnos mal?
Decir que no a los demás no tiene por qué ser algo negativo, ni algo que nos haga sentir mal. Al contrario, decir que no puede ser una forma de afirmarnos, de cuidarnos y de respetarnos. Para decir que no sin sentirnos mal, podemos seguir estos consejos:
Reconoce tu derecho a decir que no. Tú eres el único responsable de tu vida, y tienes el derecho a decidir lo que quieres o no quieres hacer. No tienes que justificar ni explicar tus decisiones, ni pedir permiso ni disculpas por ellas. Tú eres el único que sabe lo que te conviene, lo que te hace feliz y lo que te hace sentir bien.
Valora tus prioridades. Antes de decir que sí o que no a una petición, piensa en lo que es importante para ti, en lo que te aporta valor, en lo que te ayuda a crecer. Piensa en tus objetivos, en tus proyectos, en tus sueños. Piensa en lo que necesitas, en lo que deseas, en lo que te hace bien. Y luego, decide si lo que te piden se ajusta o no a tus prioridades.
Sé asertivo. La asertividad es la habilidad de expresar lo que pensamos o sentimos de forma clara, directa y respetuosa, sin agredir ni someterse a los demás. Para ser asertivo, puedes usar estas técnicas:
Usa la primera persona. Habla desde tu punto de vista, usando el "yo", y no el "tú" o el "usted". Así, evitarás acusar, juzgar o criticar a la otra persona, y te centrarás en lo que tú sientes o necesitas. Por ejemplo, en lugar de decir "Tú siempre me pides favores y nunca me ayudas", puedes decir "Yo me siento cansado y necesito un descanso".
Sé breve y concreto. No te enrolles ni des rodeos. Ve al grano, y di lo que quieres o no quieres hacer, sin dar demasiadas explicaciones ni detalles. Por ejemplo, en lugar de decir "Me encantaría ayudarte, pero es que tengo mucho trabajo, y además tengo que ir al médico, y luego tengo que recoger a los niños, y no sé si voy a tener tiempo…", puedes decir "Lo siento, pero no puedo ayudarte".
Sé firme y coherente. Mantén tu postura, y no te dejes convencer ni presionar por los demás. No cambies de opinión, ni te contradigas, ni te arrepientas. Sé coherente con lo que dices y con lo que haces. Por ejemplo, si has dicho que no vas a ir a una fiesta, no te presentes a última hora, ni digas que quizá vayas, ni te lamentes por no ir.
Sé amable y respetuoso. No seas grosero, ni agresivo, ni hostil. Sé educado, y muestra empatía y comprensión por la otra persona. Reconoce su punto de vista, y agradece su interés o su invitación. Por ejemplo, en lugar de decir "No me molestes más con tus tonterías", puedes decir "Te agradezco tu propuesta, pero no me interesa".
Ofrece alternativas. Si quieres, puedes ofrecer otras opciones o soluciones a la persona que te pide algo. Así, le demostrarás que te importa, y que quieres ayudarla, pero que no puedes o no quieres hacer lo que te pide. Por ejemplo, si te piden que les prestes dinero, puedes ofrecerles otras formas de conseguirlo, o decirles que solo puedes prestarles una cantidad menor. Si te piden que les acompañes a algún sitio, puedes sugerirles otro día, o decirles que solo puedes estar un rato.
¿Qué beneficios tiene decir que no?
Decir que no a los demás, cuando no queremos o no podemos hacer algo, tiene muchos beneficios para nuestra salud y nuestra felicidad. Algunos de estos beneficios son:
El bienestar. Al hacer solo lo que nos gusta, nos apasiona y nos motiva, nos sentimos más satisfechos, más realizados y más felices. Disfrutamos más de nuestro tiempo, de nuestras actividades y de nuestras relaciones. Nos sentimos más libres, más auténticos y más plenos.
La autoestima. Al respetar nuestros derechos, nuestros deseos y nuestras necesidades, nos valoramos más, nos queremos más y nos cuidamos más. Nos sentimos más seguros, más confiados y más capaces.
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