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#ricardo viñes
elmartillosinmetre · 10 months
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"Cuando toco, trato de contar algo"
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[La pianista Sofya Melikyan (Ereván, Armenia, 1978) / JAIME GALERA PÉREZ]
La armenia Sofya Melikyan presenta el próximo miércoles en el Espacio Turina su último disco, que dedica a la figura seminal de Ricardo Viñes
Aunque nació en Ereván, la capital armenia, en 1978, Sofya Melikyan llegó a España con sólo 15 años y aquí tuvo buena parte de su formación musical. Ahora vive en Estrasburgo, pero su último disco está dedicado a una figura española esencial en la música de principios del siglo XX, el pianista Ricardo Viñes.
–Hace 80 años que murió Viñes. ¿Ha tenido que ver el aniversario en el CD?
–No en realidad, aunque es cierto que la figura de Ricardo Viñes me ha fascinado siempre. Llevo muchos años trabajando sobre esta música francesa y española de principios del siglo XX. Me interesan mucho esos recursos colorísticos del piano. Además eso coincidió con mi estancia de cinco años en la Occitania. Acabo de mudarme a Estrasburgo, pero los últimos cinco años los pasé en el sur de Francia. De Occitania era original Déodat de Séverac. Allí conocí más profundamente su mundo sonoro. Leí su música cada vez con más interés. Se juntaron las dos cosas: el creciente interés mío hacia Déodat de Séverac y el que tenía de antiguo hacia Viñes. Había tocado ya obras de Séverac, entre ellas la suite En Languedoc, presente en el disco, y así me surgió la idea, buscando conectar todas estas músicas de principios del siglo XX, porque Fauré es un compositor que también me interesa y había tocado ya mucho. El vínculo de todas estas músicas fue Viñes, no sólo como pianista, con obras que estrenó, con obras que le fueron dedicadas, sino también como compositor, una faceta suya muy desconocida, entre otras cosas, porque tiene muy poca música: aparte de estas cuatro piezas que he grabado, creo que tiene sólo tres canciones para voz y piano.
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–¿Por qué no se programa apenas Séverac?
–Posiblemente porque era una especie de outsider, él luchó toda su vida contra la centralización de la vida cultural francesa, en la que todo tiene que pasar por París. Parece que si lo que se hace no parte de París no existe. Tuvo una relación muy estrecha con su tierra. Nació en un pueblo cerca de Toulouse, luego fue a París para estudiar en la Schola Cantorum. Fue asistente de Albéniz y se hizo muy amigo suyo. En Albéniz la geografía es también muy importante, Iberia, por ejemplo. No es como cuando hablamos de un nocturno de Fauré, música abstracta, en la que el aspecto geográfico no es importante. Tanto en Albéniz como en Séverac la presencia del paisaje es importante. Séverac vivió en París, se movió en sus círculos artísticos, pero en 1910 abandonó la ciudad y se volvió al sur, para instalarse en Céret, una ciudad de la Cataluña francesa, un centro de cultura, pues allí tuvo una casa Picasso y por allí pasaron Gris, Braque, Max Jacob, hasta convertirse en una especie de centro del cubismo y del modernismo. Séverac pasó allí el resto de su vida y su música está muy vinculada a ese espacio geográfico. Él no aceptó esa centralización de la vida cultural en Francia y por eso fue muy criticado, y esa sombra perdura hasta hoy. Tengo la sensación de que no se le considera por eso. Es verdad que está muy ligado al patrimonio cultural occitano, pero su música no se puede simplificar por ello, es universal. Sobre todo es músico, en su obra no se sustituye la percepción auditiva por la visual. Su música es profunda e imaginativa, y por eso crea una asociación poética muy grande. Se le considera también un impresionista, en la misma onda que Debussy o Ravel. Es un compositor que me interesa mucho, me fascina de alguna forma, sobre todo esta suite, En Languedoc. Luego hay obras que escribe ya en Céret, como Cerdaña o El canto de la tierra en las que hay mucha influencia de la cobla catalana, y es música que no tiene ya esa ligereza impresionista, es como más pesada.
–¿Y la música de Viñes?
–No conocía su música hasta hace tres años, en que la escuché en un disco que había grabado Joaquín Soriano, junto a Mompou y Falla. Estas piezas son como unos gritos de su alma, una dedicatoria a personas cercanas, con las que tenía mucha amistad, tres compositores (Ravel, Fauré, Satie) y el escritor Léon-Paul Fargue. Son piezas un poco de salón, pero muy espontáneas. Usa muy bien sus recursos como pianista, la relación entre los bajos y el registro agudo, melodías muy cercanas a la escuela francesa, a lo que él llamaba los armonistas, Ravel, Mompou, Fauré, gente que buscaba sonoridades nuevas pero agradables para el oído. Vivió en París casi toda su vida, aunque al final volvió a Barcelona, donde murió. Pero debajo de todo esto hay un alma ibérica, en el fondo era muy español: sus melodías están teñidas de esa melancolía tan característica del alma ibérica. Son piezas muy bien escritas por alguien que conocía extraordinariamente el instrumento.
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[Sofia Melikyan. / LIDIA SEAONE]
–La obra de Satie tampoco es muy frecuentada...
–No. La escogí porque fue estreno de Viñes. Son como tres bromas, tan típicas de Satie, este sentido del humor un poco salvaje. Está escrita como regalo de cumpleaños para él mismo. Se ríe de su entorno, el tercer movimiento, el rápido, es por ejemplo una parodia de una marcha militar.
–¿El disco estaba planteado como programa de concierto?
–Cuando estaba planeando el disco no pensaba en hacerlo como concierto. Luego vi que había un hilo conductor y que funcionaba muy bien. Tengo algunos conciertos programados en primavera, y voy a cambiar algo: voy a tocar por ejemplo Miroirs entero. Pero es verdad que el programa del disco tiene un carácter atmosférico, y por eso elegí también este título, que está inspirado en el libro de Jankelevitch, un ensayo sobre Albéniz, Déodat de Séverac y Mompou en el que analiza de forma muy poética la música de estos tres compositores, planteando similitudes entre ellos. Me pareció interesante escoger este título porque la línea general es que no es una música que viene y se te impone, sino que viene de lejos y que tienes que hacer incluso un esfuerzo para entrar en su mundo.
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–En sus notas Juan Manuel Viana usa una cita de Cocteau: "Viñes no toca, explica". ¿Se considera una pianista de este estilo?
–Sí, absolutamente. Me gustan los programas temáticos, los que tienen un hilo, pero también la forma de presentar cada obra. Mi intención cuando toco es contar algo, sin duda alguna. Lo más importante es expresar un mensaje. Todo lo demás son medios o recursos para esta meta final que es transmitir un mensaje al oyente.
–¿Algún proyecto nuevo para el disco?
–Sigo adelante con mi idea de grabar toda la música camerística de Brahms con piano: hemos grabado en Alicante el Trío que nos faltaba (el nº1) y una versión de la Noche transfigurada de Schoenberg que hizo un alumno suyo, Eduard Steuermann. Eso saldrá el año próximo.
[Diario de Sevilla. 10-12-2023]
PRÉSENCE LOINTAINE EN SPOTIFY
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Falla – Noches en los jardines de España (1915) Manuel de Falla started this project by writing nocturnes for piano solo. His friend, the renowned pianist Ricardo Viñes (also friends with Ravel and the dedicatee of Une barque sur l’ocean) convinced him to make the nocturnes into a piano concerto. So he did, and the…
Falla – Noches en los jardines de España (1915) Manuel de Falla started this project by writing nocturnes for piano solo. His friend, the renowned pianist Ricardo Viñes (also friends with Ravel and the dedicatee of Une barque sur l’ocean) convinced him to make the nocturnes into a piano concerto. So he did, and the…
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Falla – Noches en los jardines de España (1915) Manuel de Falla started this project by writing nocturnes for piano solo. His friend, the renowned pianist Ricardo Viñes (also friends with Ravel and the dedicatee of Une barque sur l’ocean) convinced him to make the nocturnes into a piano concerto. So he did, and the…
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tinas-art · 2 years
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Falla – Noches en los jardines de España (1915) Manuel de Falla started this project by writing nocturnes for piano solo. His friend, the renowned pianist Ricardo Viñes (also friends with Ravel and the dedicatee of Une barque sur l’ocean) convinced him to make the nocturnes into a piano concerto. So he did, and the…
Falla – Noches en los jardines de España (1915) Manuel de Falla started this project by writing nocturnes for piano solo. His friend, the renowned pianist Ricardo Viñes (also friends with Ravel and the dedicatee of Une barque sur l’ocean) convinced him to make the nocturnes into a piano concerto. So he did, and the…
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hushilda · 2 years
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Falla – Noches en los jardines de España (1915) Manuel de Falla started this project by writing nocturnes for piano solo. His friend, the renowned pianist Ricardo Viñes (also friends with Ravel and the dedicatee of Une barque sur l’ocean) convinced him to make the nocturnes into a piano concerto. So he did, and the…
Falla – Noches en los jardines de España (1915) Manuel de Falla started this project by writing nocturnes for piano solo. His friend, the renowned pianist Ricardo Viñes (also friends with Ravel and the dedicatee of Une barque sur l’ocean) convinced him to make the nocturnes into a piano concerto. So he did, and the…
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chamberforbassoon · 2 years
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"Trio for Oboe, Bassoon, and Piano" by Francis Poulenc
Click here to listen
Year: 1926 Instrumentation: Oboe, Bassoon, Piano Period: 20th Century
Much like Barber, Poulenc faced difficulties following his dreams of being a musician at the time of his upbringing. Unlike Barber, however, Poulenc was majorly self taught with his musical abilities. After both his parents died by the time he was 18 years old, he began to study the piano with Ricardo Viñes. In his time as a composer, Poulenc wrote for several settings including chamber, orchestral, opera, and ballets. Poulenc is one of the composers in Les Six, a group of early 20th-Century neoclassical composers whose compositions rivaled impressionist composers like Ravel and Debussy.
This composition took Poulenc two years to compose. His work was so slow that he took to isolation to finish his composition. When it was finally finished, Poulenc premiered the piece with himself as the pianist, along with Roger Lamorlette on Oboe and Gustave Dhérin on bassoon.
The piece has three movements: Presto (An episodic movement combining influences from Haydn and Stravinsky), Andante (A slower vocal-like interlude), and Rondo (A frantic and temperamental scherzo where the piano does not rest for a single measure).
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Movement one sample: Notice the passionate cadenza-like writing in the first portion before the insanely fast Presto section.
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Movement two sample: Notice the majority of writing is in the bassoon's mellow and shimmering tenor range, only reaching its dynamic climax at the lowest notes in this section.
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Movement three sample: Notice the bassoon and its characteristic properties. A mixture of articulation, range, scalar patterns, while also staying forte the entire time.
Click here for sheet music, and here for more information.
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jouyato · 7 years
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yes that is right. i have drawn more bitchy best friends and viñes with his legs crossed (sort of).
this is based off of the two of them shading the saint-marceauxs in an exchange. viñes’ response surprised me a lot and i wanted to immortalize his snark in drawing.
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fymodernflapper · 8 years
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Legendary jury members with an anonymous piano student. Paris Conservatoire, circa 1900. Source: "Meloclassic", Facebook.
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artist-redon · 3 years
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Ricardo Viñes, Odilon Redon, 1903, MoMA: Drawings and Prints
Gift of Louise Bourgeois Size: composition (irreg.): 5 3/8 x 4 1/2" (13.7 x 11.4 cm); sheet: 12 9/16 x 8 1/2" (31.9 x 21.6 cm) Medium: Lithograph
http://www.moma.org/collection/works/65201
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mikrokosmos · 4 years
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Falla - Noches en los jardines de España (1915)
Manuel de Falla started this project by writing nocturnes for piano solo. His friend, the renowned pianist Ricardo Viñes (also friends with Ravel and the dedicatee of Une barque sur l’ocean) convinced him to make the nocturnes into a piano concerto. So he did, and the result was this concertante symphonic-poem. Or maybe it’s more like a Debussy orchestra work, where there is no story beyond the image that the title conjures. The music sounds exactly as the title predicts; flowing and beautiful nocturnes with Spanish melodies, but meandering through murky harmonies. The first movement is for the "Generalife”, the palace with the jasmine gardens around La Alhambra. For those who haven’t heard of it, La Alhambra is a grand Islamic-Spanish palace in Granada. Here, Falla is evoking the arabesques of the architecture, and maybe touching onto orientalist mysticism. The second movement is a “distant dance”, no specific garden here. Instead we get the impression of dancers, little hints of guitar strumming and castanets. This builds up into the last movement, gardens of the Sierra de Córdoba. This movement has a lot of great brass writing, a simple march theme coming back again and again between episodes of glassy piano passages and passionate string writing. Each movement gives us the kind of dream-like colors you could hear in Debussy’s Iberia, except the melodies are more upfront, and there is more energy and a spirit of dance that never fully goes away.
Movements:
1. En el Generalife
2. Danza lejana
3. En los jardines de la Sierra de Córdoba
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elmartillosinmetre · 3 years
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Las dos caras de Falla
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[Pastora Imperio, Falla y Rubinstein / FUNDACIÓN ARCHIVO FALLA]
Una breve guía para conocer y profundizar en la música del genial compositor gaditano
Si obviamos sus años de formación madrileña, cuando dejó infinidad de partituras para piano, camerísticas, vocales y teatrales (que se sepa colaboró hasta en cinco zarzuelas, hoy perdidas), la obra de Manuel de Falla es escasa pero toda ella exquisita, una colección de gemas engarzadas que constituyen uno de los legados más formidables de la cultura española del siglo XX.
Aunque sus piezas más populares lo vinculan con el españolismo (que en música es casi lo mismo que decir andalucismo) hay muchos Fallas en Falla, pero sobre todo hay dos. El primero, nacido sin duda de sus contactos en Madrid, muy especialmente la amistad trabada con Felipe Pedrell en 1901, es por supuesto el del nacionalismo español, que luego quedaría matizado por su estancia de siete años en París. De ese primer estilo de Falla nacen sus obras más conocidas e internacionalmente aplaudidas. El segundo es el que emerge en los años 20 y que trae una depuradísima esencialidad cercana al neoclasicismo stravinskiano. Entre ambos Fallas hay por supuesto puentes y elementos comunes, pero al oído la distancia es notable. Si fuera posible coger a un aficionado que no supiera absolutamente nada del compositor y le hiciéramos escuchar la jota que cierra El sombrero de tres picos seguida inmediatamente del ‘Pregón’ que abre El retablo de Maese Pedro, sería casi imposible que pensara que se trata de dos obras del mismo autor separadas por poco más de un año de distancia.
La forma más simple de entrar en el universo de Falla es por supuesto a través de sus más celebradas composiciones de corte nacionalista. Para cuando en abril de 1915 se estrena en el Teatro Lara de Madrid la primera versión de El amor brujo, una gitanería nacida a partir de un encargo de Pastora Imperio, el compositor había dado ya algunas claves de su acercamiento a la música popular: "Pienso modestamente que en el canto popular importa más el espíritu que la letra. El ritmo, la modalidad y los intervalos melódicos que determinan sus ondulaciones y cadencias constituyen lo esencial de esos cantos". En las Siete canciones populares españolas que trae terminadas de París en 1914, estas ideas tienen su primera plasmación en el terreno de la música vocal.
El fracaso en la presentación de El amor brujo llevaría a Falla a revisar su partitura al menos en un par de ocasiones y a ofrecerla en forma de ballet de manera tardía, en 1925, cuando su estilo transitaba ya por otros derroteros. Aunque Falla afirma que la obra está asentada sobre ideas de carácter popular y que quiso vivirla "en gitano", es un error considerar El amor brujo una pieza derivada del flamenco. Su orquestación es clásica y sus canciones están escritas originalmente para una mezzosoprano, aunque pueden adaptarse admirablemente a voces flamencas, como Rocío Jurado, Ginesa Ortega, Esperanza Fernández o Estrella Morente han demostrado de sobra.
El mayor éxito españolista de Falla fue, en cualquier caso, El sombrero de tres picos, una obra que siguió más o menos el mismo camino que la otra. Nacida como una pantomima, el interés de Diáguilev acabó por convertirla en un ballet que se estrenó con una acogida espectacular en el Teatro Alhambra de Londres en 1921. El dominio sobre la orquesta del compositor es ya aquí excepcional, pero la brillantez de la partitura se asienta aún en el recurso a los ritmos populares.
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[Falla con Wanda Landowska / FUNDACIÓN ARCHIVO FALLA]
Mas no puede olvidarse que Falla era un gran pianista, y el piano no podía estar ausente en su interés por el folclore nacional. Así que después de las Canciones y las dos grandes obras escénicas, convendría profundizar en el compositor a través de sus Cuatro piezas españolas, estrenadas en París en 1909, pero concebidas y esbozadas en Madrid tres años antes. Donde la estancia parisina del compositor se hace notar sin discusión es en Las noches en los jardines de España, un tríptico para piano y orquesta que elude el título y los elementos más característicos del género del concierto. "En lo que hace a mi oficio, mi patria es París", dejó dicho el músico. El estímulo que para él supuso el contacto directo con Dukas, Debussy, Ravel, Stravinski o sus compatriotas Albéniz, Turina y Viñes en la capital francesa es imposible de exagerar y se aprecia en esta obra con claridad. En las Noches hay perfumes andaluces, pero líneas de inspiración impresionistas. El recorrido por este mundo tiene que concluir sin duda con la Fantasía Baetica, obra de 1919, compleja, desgarrada, abrupta, no sencilla de escuchar, pero imprescindible para un correcto entendimiento de la evolución del músico.
Yo recomendaría luego dejarse llevar por el Homenaje pour 'Le tombeau de Claude Debussy', en su versión original para guitarra (la única obra para guitarra sola del músico), una pieza de 1920 en la que, aun recurriendo a un ritmo de habanera y dejando visible la huella francesa, se aprecia ya una desnudez que será característica del segundo estilo del compositor. Aún faltaría por llegar el multitudinario estreno londinense de El sombrero de tres picos, que sirve como demostración de la ética artística de Falla. El éxito fue tan descomunal que el gaditano podría haber seguido componiendo en ese estilo toda su vida para convertirse en una venerada (y adinerada) figura internacional, pero él pensaba honestamente que esa línea de su carrera estaba agotada y que después de ahondar en las raíces del folclore español había que profundizar en el Siglo de Oro, que servirá ahora como motivo de inspiración en los temas y hasta en los motivos melódicos.
En 1923, en el Teatro San Fernando de Sevilla se estrena El retablo de Maese Pedro, y cualquier oído avezado se dio cuenta de que el Falla andalucista se había vuelto castellanista. Lo que antes era exuberancia y delirio rítmico ahora es contención, austeridad, esencialidad. El tema cervantino le inspira al gaditano una música que se enraíza en la tradición más noble de la cultura española. En aquel tiempo trabajaba ya en el encargo que le había hecho Wanda Landowska de una obra para clave. El resultado es el soberbio Concierto para clave y cinco instrumentos, que parte de la música de los cancioneros del tiempo de los Reyes Católicos y del barroco scarlattiano, pero se acompasa admirablemente con la adusta y precisa sobriedad de su nuevo estilo. Música de una exquisita frugalidad que es la que envuelve también dos piezas breves, poco conocidas, pero que completarán mi recorrido por el músico: Psyché, una canción refinada llena de referencias simbolistas, que remiten a Debussy, exactamente igual que el Soneto a Córdoba, obra de 1927 en la que el piano acompañante puede ser sustituido por un arpa y cuyo estilo declamatorio, si se quiere un punto hierático, es tan moderno y augusto como el que aquel mismo año Stravinski usaba en su Oedipus Rex. Esa es la medida.
Por entonces, Falla experimentaba ya con su utópica Atlántida, obra fallida porque nunca la terminó y porque en su desmesura desborda el espíritu ascético y callado del músico.
[Diario de Sevilla. 14-11-2021]
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Falla – Noches en los jardines de España (1915) Manuel de Falla started this project by writing nocturnes for piano solo. His friend, the renowned pianist Ricardo Viñes (also friends with Ravel and the dedicatee of Une barque sur l’ocean) convinced him to make the nocturnes into a piano concerto. So he did, and the result was this concertante symphonic-poem. Or maybe it’s more like a Debussy orchestra work, where there is no story beyond the image that the title conjures. The music sounds exactly as the title predicts; flowing and beautiful nocturnes with Spanish melodies, but meandering through murky harmonies. The first movement is for the “Generalife”, the palace with the jasmine gardens around La Alhambra. For those who haven’t heard of it, La Alhambra is a grand Islamic-Spanish palace in Granada. Here, Falla is evoking the arabesques of the architecture, and maybe touching onto orientalist mysticism. The second movement is a “distant dance”, no specific garden here. Instead we get the impression of dancers, little hints of guitar strumming and castanets. This builds up into the last movement, gardens of the Sierra de Córdoba. This movement has a lot of great brass writing, a simple march theme coming back again and again between episodes of glassy piano passages and passionate string writing. Each movement gives us the kind of dream-like colors you could hear in Debussy’s Iberia, except the melodies are more upfront, and there is more energy and a spirit of dance that never fully goes away. Movements: 1. En el Generalife 2. Danza lejana 3. En los jardines de la Sierra de Córdoba
mikrokosmos: Falla – Noches en los jardines de España (1915) Manuel de Falla started this project by writing nocturnes for piano solo. His friend, the renowned pianist Ricardo Viñes (also friends with Ravel and the dedicatee of Une barque sur l’ocean) convinced him to make the nocturnes into a piano concerto. So he did, and…
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Falla – Noches en los jardines de España (1915) Manuel de Falla started this project by writing nocturnes for piano solo. His friend, the renowned pianist Ricardo Viñes (also friends with Ravel and the dedicatee of Une barque sur l’ocean) convinced him to make the nocturnes into a piano concerto. So he did, and the result was this concertante symphonic-poem. Or maybe it’s more like a Debussy orchestra work, where there is no story beyond the image that the title conjures. The music sounds exactly as the title predicts; flowing and beautiful nocturnes with Spanish melodies, but meandering through murky harmonies. The first movement is for the “Generalife”, the palace with the jasmine gardens around La Alhambra. For those who haven’t heard of it, La Alhambra is a grand Islamic-Spanish palace in Granada. Here, Falla is evoking the arabesques of the architecture, and maybe touching onto orientalist mysticism. The second movement is a “distant dance”, no specific garden here. Instead we get the impression of dancers, little hints of guitar strumming and castanets. This builds up into the last movement, gardens of the Sierra de Córdoba. This movement has a lot of great brass writing, a simple march theme coming back again and again between episodes of glassy piano passages and passionate string writing. Each movement gives us the kind of dream-like colors you could hear in Debussy’s Iberia, except the melodies are more upfront, and there is more energy and a spirit of dance that never fully goes away. Movements: 1. En el Generalife 2. Danza lejana 3. En los jardines de la Sierra de Córdoba
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tinas-art · 2 years
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Falla – Noches en los jardines de España (1915) Manuel de Falla started this project by writing nocturnes for piano solo. His friend, the renowned pianist Ricardo Viñes (also friends with Ravel and the dedicatee of Une barque sur l’ocean) convinced him to make the nocturnes into a piano concerto. So he did, and the result was this concertante symphonic-poem. Or maybe it’s more like a Debussy orchestra work, where there is no story beyond the image that the title conjures. The music sounds exactly as the title predicts; flowing and beautiful nocturnes with Spanish melodies, but meandering through murky harmonies. The first movement is for the “Generalife”, the palace with the jasmine gardens around La Alhambra. For those who haven’t heard of it, La Alhambra is a grand Islamic-Spanish palace in Granada. Here, Falla is evoking the arabesques of the architecture, and maybe touching onto orientalist mysticism. The second movement is a “distant dance”, no specific garden here. Instead we get the impression of dancers, little hints of guitar strumming and castanets. This builds up into the last movement, gardens of the Sierra de Córdoba. This movement has a lot of great brass writing, a simple march theme coming back again and again between episodes of glassy piano passages and passionate string writing. Each movement gives us the kind of dream-like colors you could hear in Debussy’s Iberia, except the melodies are more upfront, and there is more energy and a spirit of dance that never fully goes away. Movements: 1. En el Generalife 2. Danza lejana 3. En los jardines de la Sierra de Córdoba
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hushilda · 2 years
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Falla – Noches en los jardines de España (1915) Manuel de Falla started this project by writing nocturnes for piano solo. His friend, the renowned pianist Ricardo Viñes (also friends with Ravel and the dedicatee of Une barque sur l’ocean) convinced him to make the nocturnes into a piano concerto. So he did, and the result was this concertante symphonic-poem. Or maybe it’s more like a Debussy orchestra work, where there is no story beyond the image that the title conjures. The music sounds exactly as the title predicts; flowing and beautiful nocturnes with Spanish melodies, but meandering through murky harmonies. The first movement is for the “Generalife”, the palace with the jasmine gardens around La Alhambra. For those who haven’t heard of it, La Alhambra is a grand Islamic-Spanish palace in Granada. Here, Falla is evoking the arabesques of the architecture, and maybe touching onto orientalist mysticism. The second movement is a “distant dance”, no specific garden here. Instead we get the impression of dancers, little hints of guitar strumming and castanets. This builds up into the last movement, gardens of the Sierra de Córdoba. This movement has a lot of great brass writing, a simple march theme coming back again and again between episodes of glassy piano passages and passionate string writing. Each movement gives us the kind of dream-like colors you could hear in Debussy’s Iberia, except the melodies are more upfront, and there is more energy and a spirit of dance that never fully goes away. Movements: 1. En el Generalife 2. Danza lejana 3. En los jardines de la Sierra de Córdoba
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moma-prints · 4 years
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Ricardo Viñes, Odilon Redon, 1903, MoMA: Drawings and Prints
Gift of Louise Bourgeois Size: composition (irreg.): 5 3/8 x 4 1/2" (13.7 x 11.4 cm); sheet: 12 9/16 x 8 1/2" (31.9 x 21.6 cm) Medium: Lithograph
http://www.moma.org/collection/works/65201
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