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77jose-ricardo77 · 4 months
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SAN ALEJANDRO, OBISPO DE JERUSALÉN Y MÁRTIR
Originario de Capadocia, Alejandro fue obispo de la Ciudad Santa de Jerusalén, de la cual tomó el cuidado pastoral fundando una biblioteca y una escuela. Cuando recomenzó la persecución contra los cristianos bajo el emperador Decio, fue encarcelado y murió en 250, a causa de inauditas privaciones. 
De una familia pagana, Alejandro recibió una esmerada educación cultural. Se convirtió al cristianismo después de haber entrado en contacto con varios movimientos religiosos y filosóficos de la época. De Capadocia se trasladó a Alejandría, Egipto, donde florecía la escuela Didaskaleion, dirigida por Panteno el Siculo y luego por Clemente alejandrino. Llegó a Jerusalén en 212 como coadjutor del obispo, al que sucedió.
El "caso" Orígenes
Alejandro gobierna en Jerusalén como un pastor atento sobre todo a las necesidades culturales de sus ovejas: en la Ciudad Santa fundó una biblioteca y una escuela siguiendo el modelo de Alejandría. Durante su episcopado tuvo que ocuparse de la discusión entre el teólogo Orígenes -a quien conocía desde los tiempos de Alejandría- y sus superiores. En efecto, Orígenes había recibido del obispo de Alejandría la tarea de dirigir una escuela de catecismo, pero el teólogo también comenzó a enseñar las ciencias profanas, sobre todo la filosofía, convencido de que es precisamente la enseñanza de la religión la que necesita una mayor profundización cultural.
Aunque Orígenes era laico, predicaba en las iglesias y esto causó mucho malestar a su obispo que le prohibió explicar las Escrituras públicamente, excepto en presencia de un pastor. En cambio, Alejandro, impresionado por la profundidad del pensamiento del teólogo, lo defendió y lo ordenó sacerdote en el año 230 para que pudiera continuar sin dificultad su predicación tan valiosa, que se difundió desde Cesarea hasta la ciudad misma de Jerusalén.
Persecución y martirio
Mientras tanto, en la Roma de Septimio Severo entre 202 y 203 se reanuda la persecución a los cristianos. Alejandro se hallaba todavía en Alejandría y permanece encarcelado hasta el año 211. Con la segunda ola de persecuciones de Decio, ya no tuvo escapatoria: esta vez fue encarcelado en Cesarea donde sufrió muchas torturas. "La gloria de sus cabellos blancos y su gran santidad formaron una doble corona a su cautiverio", escribieron los historiadores sobre él. Exhausto por los sufrimientos, murió en prisión en 250 y fue venerado como mártir de la fe. De sus numerosos escritos, sólo quedan los fragmentos de cuatro cartas que nos han llegado gracias a Eusebio y a San Jerónimo.
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juan-tecoyoliztli · 6 years
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#Repost from @ajesuspormariacem with @regram.app ... #SantodeHoy Fiesta de san #Marcos, #evangelista. Que primero acompañó en Jerusalén a san Pablo en su apostolado, y después siguió los pasos de san Pedro, quien lo llamó su hijo. Es tradición que en Roma recogió en su Evangelio la catequesis de Pedro a los romanos. #IglesiaCatólica #PapaFrancisco #PapaEmérito #BXVI #Oración #Evangelización #Caridad #María #MadredeDios (en León, Guanajuato)
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arflogar · 7 years
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@Regrann from @elartereligioso - 📍Hoy la Iglesia Católica celebra a San Joaquín y Santa Ana, patronos de los abuelos📍 . Cada 26 de julio se celebra en la Iglesia Católica la fiesta de los padres de la Santísima Virgen María y abuelos de Jesús, San Joaquín y Santa Ana. . Ambos santos, llamados patronos de los abuelos, fueron personas de profunda fe y confianza en Dios; y los encargados de educar en el camino de la fe a su hija María, alimentando en ella el amor hacia el Creador y preparándola para su misión. . Oración . Insigne y glorioso patriarca San Joaquín y bondadosísima Santa Ana, ¡cuánto es mi gozo al considerar que fueron escogidos entre todos los santos de Dios para dar cumplimiento divino y enriquecer al mundo con la gran Madre de Dios, María Santísima! Por tan singular privilegio, han llegado a tener la mayor influencia sobre ambos, Madre e Hijo, para conseguirnos las gracias que más necesitamos. . Con gran confianza recurro a su protección poderosa y les encomiendo todas mis necesidades espirituales y materiales y las de mi familia. Especialmente la gracia particular que confío a su solicitud y vivamente deseo obtener por su intercesión. . Como ustedes fueron ejemplo perfecto de vida interior, obténgame el don de la más sincera oración. Que yo nunca ponga mi corazón en los bienes pasajeros de esta vida. . Denme vivo y constante amor a Jesús y a María. Obténganme también una devoción sincera y obediencia a la Santa Iglesia y al Papa que la gobierna para que yo viva y muera con fe, esperanza y perfecta caridad. . Que yo siempre invoque los santos Nombres de Jesús y de María, y así me salve. . Amén🙏 . Tomado de www.aciprensa.com @aciprensa . #sanJoaquinySantaAna #patronodelosabuelos #Oraciones #oración #santaAna #SanJoaquin #santodeldia #santodehoy #santaAnna #sanGioacchino - #regrann
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alirodriguezb · 7 years
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San Luis Gonzaga 🍃 ORACIÓN ¡Oh Luis Santo adornado de angélicas costumbres! Yo, indigno devoto vuestro os encomiendo la castidad de mi alma y de mi cuerpo, para que os dignéis encomendarme al Cordero Inmaculado, Cristo Jesús, y a su purísima Madre, Virgen de vírgenes, guardándome de todo pecado. No permitáis, Angel mío, que manche mi alma con la menor impureza; antes bien, cuando me viereis en la tentación o peligro de pecar, alejad de mi corazón todos los pensamientos y afectos impuros; despertad en mí la memoria de la eternidad y de Jesús Crucificado; imprimid hondamente en mi corazón un profundo sentimiento de temor santo de Dios, y abrasadme en su divino amor, para que así, siendo imitador vuestro en la tierra, merezca gozar de Dios en vuestra compañía en la gloria. Amén. #santodehoy #santos #santodelajuventud #hagamoslascosasbien #sanluisgonzaga #miparroquia #dondeempezotodo
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cecill757 · 7 years
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Santo Hermano Pedro de San José de Bentancurt #VidasSantas #SaintOfDay #SaintOfTheDay #SantosDeHoy #SantoDelGiorno #SantoDelDía #SantoDelDia #SantoDeHoy #SantoDoDia #SantoDoDia😇
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77jose-ricardo77 · 4 months
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SAN MATÍAS, APÓSTOL
Se sabe muy poco de San Matías. El dato más consistente surge de los Hechos de los Apóstoles, en que se relata que fue Matías el elegido a suerte como sucesor de Judas Iscariote en el círculo de los doce Apóstoles. De su martirio falta la evidencia histórica.  
Vida de San Matías apóstol
Este es el apóstol número 13 (El 14 es San Pablo). Es un apóstol "póstumo" (Se llama póstumo al que aparece después de la muerte de otro). Matías fue elegido "apóstol" por los otros 11, después de la muerte y Ascensión de Jesús, para reemplazar a Judas Iscariote que se ahorcó. La S. Biblia narra de la siguiente manera su elección:
"Después de la Ascensión de Jesús, Pedro dijo a los demás discípulos: Hermanos, en Judas se cumplió lo que de él se había anunciado en la Sagrada Escritura: con el precio de su maldad se compró un campo. Se ahorcó, cayó de cabeza, se reventó por medio y se derramaron todas sus entrañas. El campo comprado con sus 30 monedas se llamó Haceldama, que significa: "Campo de sangre". El salmo 69 dice: "su puesto queda sin quién lo ocupe, y su habitación queda sin quién la habite", y el salmo 109 ordena: "Que otro reciba su cargo". "Conviene entonces que elijamos a uno que reemplace a Judas. Y el elegido debe ser de los que estuvieron con nosotros todo el tiempo en que el Señor convivió con nosotros, desde que fue bautizado por Juan Bautista hasta que resucitó y subió a los cielos". Los discípulos presentaron dos candidatos: José, hijo de Sabas y Matías. Entonces oraron diciendo: "Señor, tú que conoces los corazones de todos, muéstranos a cual de estos dos eliges como apóstol, en reemplazo de Judas". Echaron suertes y la suerte cayó en Matías y fue admitido desde ese día en el número de los doce apóstoles (Hechos de los Apóstoles, capítulo 1).
No sabemos nada más de él, a excepción de que fue testigo de la vida pública de Jesús (Cf. Hechos 1, 21-22) siéndole fiel hasta el final.
"Sacamos de aquí una última lección: si bien en la Iglesia no faltan cristianos indignos y traidores, a cada uno de nosotros nos corresponde contrabalancear el mal que ellos realizan con nuestro testimonio limpio de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador". - Benedicto XVI, 18 X 2006
San Clemente y San Jerónimo dicen que San Matías había sido uno de los 72 discípulos que Jesús mandó una vez a misionar, de dos en dos. Una antigua tradición cuenta que murió crucificado. Lo pintan con una cruz de madera en su mano y los carpinteros le tienen especial devoción.
Sus reliquias están en Tréveris (Alemania), ciudad de la que es patrono, y en Santa María la Mayor en Roma.
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Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?
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el-ocultista · 5 years
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#felicidades en tu #santo #miguel . 
#29 de #septeimbre .- #origen . #hebreo . #significado . ¿Quien como Dios?, o #dios es justo y nadie como Dios. #personalidad : Personas tradicionales, que disfrutan de los valores y sobre todo de la vida tranquila, donde todos los días pueden ser parecidos. Conectados con sus vínculos de manera familiar. En el #trabajo , son personas hechas para ser líder. Muy creativos, aventureros, capaces de superar pruebas y sobre todo valientes. En el #amor . Suelen priorizar sus aspiraciones, lo que también puede tratarse de una vocación o estilo de vida que es su prioridad. @tarotelocultista { #tarot #runas #reiki #gemoterapia #quiromancia #numerologia #medium #canalizaciones #angeles #terapias #terapiasalternativas #horoscopo #etiquetaatusamigos #santoral #santodehoy #significadodenombres } (en Providencia, Santiago De Chile) https://www.instagram.com/p/B3ASfe2pBn2/?igshid=c7huiqbiiz95
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alirodriguezb · 7 years
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ORACIÓN ¡Oh admirable y esclarecido protector mío, San Antonio de Padua! Siempre he tenido grandísima confianza en que me habéis de ayudar en todas mis necesidades, rogando por mi al Señor a quien servisteis, a la Virgen Santísima a quien amasteis y al divino Niño Jesús que tantos favores os hizo. Rogadles por mi, para que por vuestra poderosa intercesión me concedan lo que pido. ¡Oh Glorioso San Antonio! Pues las cosas perdidas son halladas por vuestra mediación y obráis tantos prodigios con vuestros devotos; yo os ruego y suplico me alcancéis de la Divina Majestad el recobrar la gracia que he perdido por mis pecados, y el favor que ahora deseo y pido, siendo para Gloria de Dios y bien de mi alma. Amén. #sanantonio #oremosporvenezuela #santodeldia #santodehoy
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cecill757 · 8 years
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Miércoles de Ceniza #VidasSantas #SaintOfDay #SaintOfTheDay #SantosDeHoy #SantoDelGiorno #SantoDelDía #SantoDelDia #SantoDeHoy #SantoDoDia #SantoDoDia😇 #MiercolesDeCeniza #Cuaresma
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77jose-ricardo77 · 4 months
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SAN JUAN DE AVILA, SACERDOTE
Un sacerdote español de origen judío, San Juan de Ávila, vivió en el siglo XVI, un período de grandes reformas. Es un místico, gran predicador y consejero de muchos de sus contemporáneos como San Ignacio de Loyola. En 2012 Benedicto XVI lo proclamó Doctor de la Iglesia.
Infancia y formación sacerdotal
San Juan de Ávila nació el 6 de enero de 1499 (o 1500) en Almodóvar del Campo (Ciudad Real), de una familia profundamente cristiana. Sus padres, Alfonso de Ávila (de ascendencia israelita) y Catalina Jijón, poseían unas minas de plata en Sierra Morena, y supieron dar al niño una formación cristiana de sacrificio y amor al prójimo. Son conocidas las escenas de entregar su sayo nuevo a un niño pobre, sus prolongados ratos de oración, sus sacrificios, su devoción eucarística y mariana.
Probablemente en 1513 comenzó a estudiar leyes en Salamanca, de donde volvería después de cuatro años para llevar una vida retirada en Almodóvar. A pesar de llamarlas ‘leyes negras’ los estudios de Salamanca dejaron huella en su formación eclesiástica, como puede constatarse en sus escritos de reforma. Esta nueva etapa en Almodóvar, en casa de sus padres, viviendo una vida de oración y penitencia, durará hasta 1520. Pues aconsejado por un religioso franciscano, marchará a estudiar artes y teología a Alcalá de Henares (1520-1526). De esta etapa en Alcalá existen testimonios de su gran valía intelectual, como así lo atestigua el Mtro. Domingo de Soto. Allí estuvo en contacto con las grandes corrientes de reforma del momento. Conoció el erasmismo, las diversas escuelas teológicas y filosóficas y la preocupación por el conocimiento de las Sagradas Escrituras y los Padres de la Iglesia. También trabó amistad con quienes habían de ser grandes reformadores de la vida cristiana, como don Pedro Guerrero, futuro arzobispo de Granada, y posiblemente también con el venerable Fernando de Contreras. Incluso pudo haber conocido allí al P. Francisco de Osuna y a San Ignacio de Loyola.
Primeros años de sacerdocio
Durante sus estudios en Alcalá, murieron sus padres. Juan fue ordenado sacerdote en 1526, y quiso venerar la memoria de sus padres celebrando su Primera Misa en Almodóvar del Campo. La ceremonia estuvo adornada por la presencia de doce pobres que comieron luego a su mesa. Después vendió todos los bienes que le habían dejado sus padres, los repartió a los pobres, y se dedicó enteramente a la evangelización, empezando por su mismo pueblo.
Un año después, se ofreció como misionero al nuevo obispo de Tlascala (Nueva España), Fr. Julián Garcés, que habría de marchar para América en 1527 desde el puerto de Sevilla. Con este firme propósito de ser evangelizador del Nuevo Mundo, se trasladó san Juan de Ávila a Sevilla, donde mientras tanto se entregó de lleno al ministerio, en compañía de su compañero de estudios en Alcalá el venerable Fernando de Contreras. Ambos vivían pobremente, entregados a una vida de oración y sacrificio,  de asistencia a los pobres, de enseñanza del catecismo.
Esta amistad y convivencia con Fernando de Contreras, fueron posiblemente las que motivaron el cambio de las ansias misioneras de Juan de Ávila. El P. Contreras habló con el arzobispo de Sevilla, D. Alonso Manrique, y éste le ordenó a Juan que se quedara en las ‘Indias’ del mediodía español. El mismo arzobispo quiso conocer personalmente la valía del nuevo sacerdote y le mandó predicar en su presencia. Juan de Ávila contaría después la vergüenza que tuvo que pasar; orando la noche anterior ante el crucifijo, pidió al Señor que, por la vergüenza que él pasó desnudo en la cruz, le ayudara a pasar aquel rato amargo. Y cuando, al terminar el sermón, le colmaron de alabanzas, respondió: <<Eso mismo me decía el demonio al subir al púlpito.
Durante algún tiempo continuó el ministerio juntamente con Fernando de Contreras. Pronto se dirigió a predicar y ejercer el ministerio en Écija (Sevilla). Uno de sus primeros discípulos y compañero fue Pedro Fernández de Córdoba, cuya hermana de catorce años, D.ª Sancha Carrillo (ambos hijos de los señores de Guadalcázar, Córdoba), comenzó una vida de perfección bajo la guía del Maestro Ávila. La que habría sido dama de la emperatriz Isabel, pasó a ser (después de confesarse con san Juan de Ávila) una de las almas más delicadas de la época y destinataria de las enseñanzas del Maestro en el Audi, Filia, preciosa pieza espiritual del siglo XVI y único libro escrito por Juan de Ávila. Su predicación se extendía también a Jerez de la Frontera, Palma del Río, Alcalá de Guadaira, Utrera..., juntamente con la labor de confesionario, dirección de almas, arreglo de enemistades.
Pero su presencia en Écija pronto le va a acarrear las enemistades y la persecución. El primer incidente ocurrió cuando un comisario de bulas impidió la predicación de Juan para poder predicar él la bula de que era comisario. El auditorio, sin embargo, dejó al bulero solo en la iglesia principal y fue a escuchar a Juan de Ávila en otra iglesia. Después del suceso, el comisario de bulas, en plena calle, propinó una bofetada a Juan. Éste se arrodilló y dijo humildemente: <<emparéjeme esta otra mejilla, que más merezco por mis pecados>>. Este hecho y las envidias de algunos eclesiásticos, llevaron precisamente a los clérigos a denunciar a San Juan de Ávila ante la Inquisición sevillana en 1531.
Procesado por la Inquisición
Desde 1531 hasta 1533 Juan de Ávila estuvo procesado por la Inquisición. Las acusaciones eran muy graves en aquellos tiempos: llamaba mártires a los quemados por herejes, cerraba el cielo a los ricos, no explicaba correctamente el misterio de la Eucaristía, la Virgen había tenido pecado venial, tergiversaba en sentido de la Escritura, era mejor dar limosna que fundar capellanías, la oración mental era mejor que la oración vocal... Todo menos la verdadera acusación: aquel clérigo no les dejaba vivir tranquilos en su cristianismo o en su vida ‘clerical’. Y Juan fue a la cárcel donde pasó un año entero.
Juan de Ávila no quiso defenderse y la situación era tan grave que le advirtieron que estaba en las manos de Dios, lo que indicaba la imposibilidad de salvación; a lo que respondió: <<No puede estar en mejores manos>>. San Juan fue respondiendo uno a uno todos los cargos, con la mayor sinceridad, claridad y humildad, y un profundo amor a la Iglesia y a su verdad. Y aquél que no quiso tachar a los cinco testigos acusadores, se encontró con que la Providencia le proporción 55 que declararon a su favor.
Este tiempo en la cárcel produjo sus frutos interiores, al igual que lo hiciera con san Juan de la Cruz. En ella escribió un proyecto del Audi, Filia, pero sobre todo, como él nos cuenta, allí aprendió, más que en sus estudios teológicos y vida anterior, el misterio de Cristo. Juan fue absuelto. Pero lo que más humillante fue la sentencia de absolución: “Haber proferido en sus sermones y fuera de ellos algunas proposiciones que no parecieron bien sonantes”, y le mandan, bajo excomunión, que las declare convenientemente, donde las haya predicado.
Viajes y ministerio desde 1535 a 1554
En 1535 marcha Juan de Ávila a Córdoba, llamado por el obispo Fr. Álvarez de Toledo. Allí conoce a Fr. Luis de Granada, con quien entabla relaciones espirituales profundas. Organiza predicaciones por los pueblos (sobre todo por la Sierra de Córdoba), consigue grandes conversiones de personas muy elevadas, entabla buenas relaciones con el nuevo obispo de Córdoba, D. Cristobal de Rojas, que quien dirigirá las Advertencias al Concilio de Toledo.
La labor realizada en Córdoba fue muy intensa. Prestó mucha atención al clero, creando centros de estudios, como el Colegio de San Pelagio (en la actualidad el Seminario Diocesano), el Colegio de la Asunción (donde no se podía dar título de maestro sin haberse ejercitado antes en la predicación y el catecismo por los pueblos). Explica las cartas de san Pablo a clero y fieles. Un padre dominico, que primero se había opuesto a la predicación de san Juan, después de escuchar sus lecciones, dijo: <<vengo de oír al propio san Pablo comentándose a sí mismo.
Córdoba es la diócesis de san Juan de Ávila, tal vez ya desde 1535, pero con toda seguridad desde 1550. Allí le vemos cuando murió D.ª Sancha Carrillo, en 1537, de quien escribió una biografía que se ha perdido. Predica frecuentemente en Montilla, por ejemplo la cuaresma de 1541. Y las célebres misiones de Andalucía (y parte de Extremadura y Castilla la Mancha) las organiza desde Córdoba (hacia 1550-1554). Juan recibiría en Córdoba el modesto beneficio de Santaella, que le vinculó a la diócesis cordobesa para lo restante de su vida. En el Alcázar Viejo de Córdoba reuniría a veinticinco compañeros y discípulos con los que trabajaba en la evangelización de las comarcas vecinas.
A Granada acudió san Juan de Ávila, llamado por el arzobispo D. Gaspar de Avalos, el año 1536. Es en Granada donde tiene lugar el cambio de vida de san Juan de Dios; en la ermita de san Sebastián, oyendo a san Juan de Ávila, Juan Cidad, antiguo soldado y ahora librero ambulante, se convirtió en san Juan de Dios. En numerosas ocasiones san Juan de Dios a Montilla para dirigirse espiritualmente con el Maestro Ávila, convirtiéndose en su más fiel discípulo.
El duque de Gandía, Francisco de Borja, fue otra alma predilecta influida por la predicación de san Juan de Ávila; las honras fúnebres predicadas por éste en las exequias de la emperatriz Isabel (1539) fueron la ocasión providencial que hicieron cambiar de rumbo la vida del futuro general de la Compañía.
En Granada lo vemos formando el primer grupo de sus discípulos más distinguidos. En Granada también, en 1538 están fechadas las primeras cartas de san Juan de Ávila que conocemos. En los años sucesivos vemos a san Juan de Ávila en Córdoba, Baeza, Sevilla, Montilla, Zafra, Fregenal de la Sierra, Priego de Córdoba. La predicación, el consejo, la fundación de colegios, le llevan a todas partes.
La cuaresma de 1545 la predicó en Montilla. Su predicación iba siempre seguida de largas horas de confesionario y de largas explicaciones del catecismo a los niños; éste era un punto fundamental de su programa de predicación.
Los colegios de san Juan de Ávila.
En todas las ciudades por donde pasaba, Juan de Ávila procuraba dejar la fundación de algún colegio o centro de formación y estudio. Sin duda, la fundación más celebre fue la Universidad de Baeza (Jaén). La línea de actuación que allí impuso era común a todos sus colegios, como puede verse plasmada en los Memoriales al Concilio de Trento, donde pide la creación de seminarios, para una verdadera reforma de la Iglesia y del clero.
Predicando el Evangelio.
Es la definición que mejor cuadra a Juan de Ávila: predicador. Éste es precisamente el epitafio que aparece en su sepulcro: “mesor eram”. El centro de su mensaje era Cristo crucificado, siendo fiel discípulo de san Pablo. Predicaba tanto en las iglesias como incluso en las calles. Sus palabras iban directamente a provocar la conversión, la limpieza de corazón. El contenido de su predicación era siempre profundo, con una teología muy escriturística. Pero ésta estaba sobre todo precedida de una intensa oración. Cuando le preguntaban qué había que hacer para predicar bien, respondía: ‘amar mucho a Dios’.
Los textos de los sermones de san Juan de Ávila están acomodados al tiempo litúrgico. Los temas principales son la Eucaristía, el Espíritu Santo, la pasión, el tiempo litúrgico; siendo el tema predilecto para los clérigos el del sacerdocio. La fuerza de su predicación se basaba en la oración, sacrificio, estudio y ejemplo. Podía hablar claro quien había renunciado a varios obispados y al cardenalato, y quien no aceptaba limosnas ni estipendios por los sermones, ni hospedaje en la casa de los ricos o en los palacios episcopales. El desprecio y conocimiento de sí mismo era el secreto para guardar el equilibrio al reprender a los demás, considerándose siempre inferior a los demás.
Su modelo de predicador era san Pablo, al que procuraba imitar sobre todo en el conocimiento del misterio de Cristo. Afirma su biógrafo el Lic. Muñoz que “no predicaba sermón sin que por muchas horas la oración le precediese”, ya que “su principal librería” era el crucifijo y el Santísimo Sacramento.
La misión apostólica de la predicación era precisamente uno de los objetivos de la fundación de sus colegios de clérigos. Ésta era también una de las finalidades de los Memoriales dirigidos al Concilio de Trento.
Retiro en Montilla
Desde 1511 Juan de Ávila se sintió enfermo. Gastado en un ministerio duro, sintió fuertes molestias que le obligaron a residir definitivamente en Montilla desde 1554 hasta su muerte. Rehusó la habitación ofrecida en el palacio de la marquesa de Priego, y se retiró en una modesta casa propiedad de la marquesa. Su vida iba transcurriendo en la oración, la penitencia, la predicación (aunque no tan frecuente), las pláticas a los sacerdotes o novicios jesuitas, la confesión y dirección espiritual, el apostolado de la pluma.
Su enfermedad la ofreció para inmolarse por la Iglesia, a la que siempre había servido con desinterés. Cuando arreciaba más la enfermedad, oraba así: “Señor, habeos conmigo como el herrero: con una mano me tened, y con otra dadme con el martillo”.
Pero a Juan todavía le quedaban quince años de vida fructífera, que empleó avaramente en la extensión del Reino de Dios. El retiro de Montilla le dio la posibilidad de escribir con calma sus cartas, la edición definitiva del Audi, Filia, sus sermones y tratados, los Memoriales al Concilio de Trento, las Advertencias al Concilio de Toledo y otros escritos menores. Se puede decir que Juan de Ávila inicia con sus escritos la mística española del Siglo de oro. Si en otros períodos de su vida se podía calificar de predicador, misionero, fundador de colegios, ahora, en Montilla, se puede resumir su vida diciendo que era escritor.
El Audi, Filia, a pesar de todas las vicisitudes por las que pasó, y tras retocarlo de nuevo en Montilla, queriéndolo confrontar con las enseñanzas de Trento, fue publicado después de su muerte. El rey Felipe II lo apreció tanto que pidió no faltara nunca en El Escorial. El Card. Astorga, arzobispo de Toledo, diría que, con él, “había convertido más almas que letras tiene”. Prácticamente es el primer libro en lengua vulgar que expone el camino de perfección para todo fiel, aun el más humilde. El sentido de perfección cristiana es el sentido eclesial de desposorio de la Iglesia con Cristo. Éste y otros libros de Juan influyeron posteriormente en autores de espiritualidad.
Las cartas de Juan de Ávila llegaban a todos los rincones de España e incluso a Roma. De todas partes se le pedía consejo. Obispos, santos, personas de gobierno, sacerdotes, personas humildes, enfermos, religiosos y religiosas, eran los destinatarios más frecuentes. Las escribía de un tirón, sin tener tiempo para corregirlas. Llenas de doctrina sólida, pensadas intensamente, con un estilo vibrante.
No hay en todo el siglo XVI ningún autor de vida espiritual tan consultado como Juan de Ávila. Examinó la Vida de santa Teresa, se relacionó frecuentemente con san Ignacio de Loyola o con sus representantes, con san Francisco de Borja, san Juan de Dios, san Pedro de Alcántara, San Juan de Ribera, fray Luis de Granada.
A Juan de Ávila se le llama <<reformador>>, si bien sus escritos de reforma se ciñen a los Memoriales para el Concilio de Trento, escritos para el arzobispo de Granada, D. Pedro Guerrero, ya que Juan de Ávila no pudo acompañarle a Trento debido a su enfermedad, y a las Advertencias al Concilio de Toledo, escritas para el obispo de Córdoba, D. Cristóbal de Rojas, que habrían de presidir el Concilio de Toledo (1565), para aplicar los decretos tridentinos.
La doctrina de san Juan de Ávila sobre le sacerdocio quedó esquematizada en un Tratado sobre el sacerdocio, del que conocemos sólo una parte, pero una belleza y contenido extraordinarios, y que sirvió de pauta para sus pláticas y retiros a clérigos, y para que sus discípulos hicieran otro tanto donde no podía llegar ya el Maestro.
Escuela Sacerdotal
Este término aparece con frecuencia en las primeras biografías de nuestro santo, para referirse a sus discípulos. Todos ellos tienen un denominador común, a pesar de ministerios muy diversos y de encontrarse en lugares muy distantes: predicar el misterio de Cristo, enderezar las costumbres, renovación de la vida sacerdotal según los decretos conciliares, no buscar dignidades ni puestos elevados, vida intensa de oración y penitencia, paciencia en las contradicciones y persecuciones, sentido de Iglesia, enseñar la doctrina cristiana, dirección espiritual, etc. Los encontramos en los pueblecitos más alejados de pastores y agricultores como en las aldeas de Fuenteovejuna, como entre los consejeros de los grandes; en los colegios y universidades o en las costas de Andalucía; en las prelaturas o en las minas de Almadén.
El grupo sacerdotal de Juan de Ávila parece que se estructura en Granada hacia el año 1537, aunque ya antes se habían hecho discípulos suyos algunos sacerdotes de Sevilla, Écija y Córdoba. En Córdoba reunió a más de veinte en el Alcázar Viejo. Y fue allí donde dirigió un centro misional durante ocho o nueve años. La gran misión del mediodía español es una de las manifestaciones típicas de la escuela sacerdotal de Juan de Ávila.
La escuela sacerdotal de Juan de Ávila no se puede estudiar sino teniendo a la vista la relación con la Compañía de Jesús. Juan encaminó a muchos de sus discípulos a la Compañía, y hubo intentos de fusión, cesión de colegios, estudio conjunto, ayuda a los jesuitas, que en Salamanca encontraron muchas dificultades. Pero Juan de Ávila no entró en la Compañía. Éste era el gran deseo de san Ignacio, hasta el punto de afirmar que “o nosotros nos unamos a él o él a nosotros”. Pero la voluntad del Señor no era ésta, la enfermedad de Juan y los caminos del Señor lo impidieron. A pesar de ello, él fue enviando a sus mejores discípulos a la Compañía.
La escuela sacerdotal avilista ser refleja principalmente en su Maestro. El testimonio y la doctrina de Juan dejaron huella imborrable, como le iba dejando su sello personal que tenía dibujado el Santísimo Sacramento. En sus discípulos dejó impresa la ilusión por la vocación sacerdotal, el amor al sacerdocio, con los matices de la vida eucarística, vida litúrgica y de oración personal profunda, devoción al Espíritu Santo, a la Pasión del Señor, a la Virgen María, entrega total al servicio desinteresado de la Iglesia en la expansión del Reino y la predicación de la Palabra de Dios. Pero lo que consideraba esencial en todo aquel que quería ser buen sacerdote era la vida de oración, ya que en la caridad y en la oración era en los que según él habrían de consistir los exámenes de Órdenes.
En la Santa Misa centraba toda la evangelización y vida sacerdotal. La celebraba empleando largo tiempo, con lágrimas por sus pecados. Sobre la Eucaristía jamás le faltó materia para predicar, especialmente en la fiesta y octava del Corpus. “Trátalo bien, que es hijo de buen Padre”, dijo a un sacerdote de Montilla que celebraba con poca reverencia; la corrección tuvo como efecto conquistar un nuevo discípulo. Ya enfermo en Montilla, quiso ir a celebrar misa a una ermita; por el camino se sintió imposibilitado; el Señor, en figura de peregrino, se le apareció y le animó a llegar hasta la meta. Fue el gran apóstol de la comunión frecuente, a pesar de las contradicciones que se le siguieron. Prefería la presencia eucarística a la visita de los Santos Lugares.
Su virtud principal fue la caridad. Tenía un amor entrañable a la humanidad de Cristo: “el Verbo encarnado fue el libro y juntamente maestro”. Su Tratado del amor de Dios es una joya de la literatura teológica en lengua castellana. Su amor al prójimo fue la expresión del ministerio sacerdotal. Toda la obra de Juan de Ávila mira hacia la caridad cristiana. De ahí la preocupación por la educación cristiana y humana integral, la preocupación por los problemas sociales, por la reforma del estado seglar (como él decía), por la reforma del clero.
Una cruz grande de palo en su habitación de Montilla, la renuncia a las prebendas y obispados (el de Segovia y Granada), así como el capelo cardenalicio (ofrecido por Paulo III), son índice de la pobreza y humildad de quien “fue obrero sin estipendio..., y habiendo servido tanto a la Iglesia, no recibió de ella un real” (Lic. Muñoz). No renunció al episcopado por desprecio, sino por imitar al Señor y por sentirse indigno. Su amor a la pobreza no tiene otra motivación sino un amor profundo a Jesucristo. Asistía a los pobres. Vivía limpia y pobremente y no consiguieron cambiarle el manteo o la sotana ni aun con engaño.
Su humildad le llevó a ser un verdadero reformador. No pudieron sacarle ningún retrato. Su predicación iba siempre acompañada del catecismo a los niños; su método catequético tiene sumo valor en la historia de la pedagogía.
El celo por la extensión del Reino aparece en sus obras y palabras. Las cartas a los predicadores son pura llama de apóstol. No admitía que murmurasen de nadie. La castidad la veía en relación al sacerdocio, principalmente como ministro de la Eucaristía. La devoción a María la expresa continuamente y la aconseja a todo el mundo.
De todas sus virtudes, de su prudencia, consejo, discreción, etc., hablan sus biógrafos. Pero él conocía bien sus propios defectos y, por eso, pidió en las últimas horas de su vida que no le hablaran de cosas elevadas, sino que le dijeran lo que se dice a los que van a morir por sus delitos. A Juan de Ávila no le atraían propiamente las virtudes en sí mismas, sino el misterio de Cristo vivido y predicado.
Entregado al estudio continuo de las Escrituras y de otras materias eclesiásticas, gastando su vida en la oración, predicación y fundación de obras apostólicas y sociales, en la dirección de las almas y en la enseñanza del catecismo, en la formación de sacerdotes y futuros sacerdotes, Juan de Ávila es un maestro de apóstoles.
La figura personal y pastoral de Juan de Ávila encontró pronto eco en Italia con san Carlos Borromeo, y en Francia en la escuela sacerdotal francesa del siglo XVII. Pero su obra quedó, en parte, en la tiniebla en su aportación más profunda a la vida evangélica precisamente para el clero diocesano y la vida de perfección cristiana en las estructuras de todo el pueblo de Dios.
Muerte de Juan de Ávila.
La estancia definitiva en Montilla fue especialmente fructífera. Dejó una huella imborrable en los sacerdotes de la ciudad. En una de sus últimas celebraciones de la misa le hablo un hermoso crucifijo que él veneraba: “perdonados te son tus pecados”.
Pero la enfermedad iba pudiendo más que su voluntad. A principio de mayo de 1569 empeoró gravemente. En medio de fuertes dolores se le oía rezar: “Señor mío, crezca el dolor, y crezca el amor, que yo me deleito en el padecer por vos”. Pero en otras ocasiones podía la debilidad: “¡Ah, Señor, que no puedo!”. Una noche, cuando no podía resistir más, pidió al Señor le alejara el dolor, como así se hizo en efecto; por la mañana, confundido, dijo a los suyos: “¡Qué bofetada me ha dado Nuestro Señor esta noche!”.
Juan de Ávila no hizo testamento, porque dijo que no tenía nada que testar. Pidió que celebraran por él muchas misas; rogó encarecidamente que le dijeran lo que se dice a quienes van a morir por sus delitos. Quiso que se celebrara la misa de resurrección en aquellos momentos en que se encontraba tan mal. Manifestó el deseo de que su cuerpo fuera enterrado en la iglesia de los jesuitas, pues a los que tanto había querido en vida, quiso dejarles su cuerpo en muerte. Quiso recibir la Unción con plena conciencia. Invocó a la Virgen con el Recordare, Virgo Mater... Y una de sus últimas palabras mirando el crucifijo, fue “ya no tengo pena de este negocio”. Era el 10 de mayo de 1569. Santa Teresa, al enterarse de la muerte de Juan de Ávila, se puso a llorar y, preguntándole la causa, dijo: “Lloro porque pierde la Iglesia de Dios una gran columna”.
La persona, los escritos, la obra y los discípulos de Juan de Ávila influirán en los siglos posteriores. Hemos visto los santos y autores que estuvieron relacionados más o menos con san Juan de Ávila; casi todos ellos influenciados por sus escritos, por su persona o por su obra. Se suelen encontrar, además, vestigios de influencia místico-poética en san Juan de la Cruz y en Lope de Vega. San Francisco de Sales y san Alfonso Mª de Ligorio citan frecuentemente a san Juan de Ávila. Y san Antonio Mª Claret reconocía el bien que le hicieron los escritos de san Juan de Ávila como predicador. Su influencia es notoria en la escuela francesa de espiritualidad sacerdotal, en cuyos escritos y doctrina se inspiraron.
En 1588, Fr. Luis de Granada, recogiendo algunos escritos enviados por los discípulos y recordando su propia convivencia con san Juan de Ávila, escribió la primera biografía. En 1623, la Congregación de san Pedro Apóstol, de sacerdotes naturales de Madrid, inicia la causa de beatificación. En 1635, el Licdo. Luis Muñoz escribe la segunda biografía de Juan de Ávila, basándose en la de Fr. Luis, en los documentos del proceso de beatificación y en algunos documentos que se han perdido. El día 4 de abril de 1894, León XIII beatifica al Maestro Ávila. Pío XII, el 2 de julio de 1946 lo declara Patrono del clero secular español. Pero el maestro de santos tendrá que esperar hasta el año 1970 para ser canonizado por el Papa Pablo VI.
La iglesia de la Compañía de Montilla, donde descansan sus restos, y la pequeña casa donde vivió sus últimos años san Juan de Ávila, son centros de continuo peregrinar de obispos, sacerdotes y fieles de toda España.
La Conferencia Episcopal Española ha pedido a la Santa Sede, con motivo del centenario del nacimiento de san Juan de Ávila, que sea declarado Doctor de la Iglesia Universal. Esperamos que aquél que ha sido conocido a lo largo de los últimos cinco siglos como el Maestro, pronto le sea reconocido por la Iglesia oficial el título de Doctor y Maestro del pueblo cristiano.
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SAN AGUSTÍN, ARZOBISPO DE CANTERBURY
San Agustín, el santo y sabio abad benedictino que justamente fue llamado el Apóstol de Inglaterra, reevangelizó la Isla que sufría por la degeneración de las costumbres y por la invasión de los bárbaros. Murió en 604 y su tumba en Canterbury se convirtió inmediatamente en un lugar de peregrinación.  
S. AGUSTÍN, ARZOBISPO DE CANTERBURY
27 mayo
La penosa situación más allá del mar
El contexto de la Bretaña entre los siglos V y VI no era de los mejores. Al contrario. Anteriormente, los Bretones habían sido cristianizados por los misioneros peninsulares celtas que habían hecho un excelente trabajo pero luego, a la llegada de los Sajones, los Angli y los Juti, pueblos germánicos paganos que comenzaron a invadir este territorio en 596, los misioneros fueron expulsados. En ese ambiente paganizado, los Bretones, que se habían refugiado en las montañas de Gales, habían vuelto a caer en la idolatría. Sin embargo, el rey juto de Kent, Etelbert, que había logrado extender su influencia en Essex, Sussex y East Anglia - todas tierras subyugadas por los sajones - no era tan hostil al cristianismo - pues se casò con Berta, una princesa cristiana hija del rey de París. Incluso accedió a la petición de su esposa de construir una iglesia cristiana en Kent. El Papa San Gregorio Magno adviertió que esos duros tiempos requerían una nueva evangelización de estas tierras. Impresionado por la belleza y la mansedumbre de algunos esclavos anglos traídos a Roma, tanto que los comparó con los ángeles, concibió la idea de crear en Inglaterra una nueva Iglesia dependiente de Roma, como ya lo era la francesa, y de usar a Francia como trampolín.
El viaje comienza: la etapa francesa
Para llevar a cabo esta tarea, el Pontífice decidió dar ese encargo a un grupo de 40 monjes presidido por el benedictino Agustín, que en ese momento era prior del convento en el Celio de Roma. La valentía no era ciertamente su principal característica, sino la humildad y la docilidad: de hecho, inmediatamente dijo que sí. La expedición partió en 597 y se detuvo en Francia, en la isla de Lérins. Aquí el grupo de monjes, acogidos en los monasterios de la zona, escucharon las espantosas historias de todas las vilezas cometidas por la bárbara gente que iban a encontrar. Agustín tuvo mucho miedo y se devolvió inmediatamente a hablar con el Papa para rogarle que cambiara de posición. San Gregorio Magno no se dio por vencido: para animarlo lo nombró Abad y en cuanto volvió a la Galia lo consagró Arzobispo de Arles. Finalmente, el viaje se reanudó y los monjes desembarcaron en Inglaterra, en la isla de Thenet.
La evangelización de la Bretaña
Para acoger a la comunidad de monjes llegaron el Rey de Kent y su consorte cristiana, y los acompañaron hasta Canterbury, una ciudad a medio camino entre Londres y el mar, elegida como punto de partida de la nueva misión: llevar la Palabra de Dios a los Anglos. Al principio la resistencia del pueblo fue grande, así que Agustín eligió un camino más suave de evangelización, dispuesto a acoger algunas de las tradiciones paganas más arraigadas. Su estrategia será un éxito. En un año se bautizaron más de diez mil sajones, prácticamente todo el reino de Kent, incluido el rey (que algún día será un santo) y que apoyará abiertamente a Agustín. El Papa, para agradecer tal éxito, le envió el palio en 601 y lo nombró Metropolita de Inglaterra. Antes de morir, Agustín logró consagrar otros dos obispados además de Canterbury: Londres y Rochester, cuyos presbíteros eran Melito y Justo respectivamente. A su muerte en 604, fue sepultado en Canterbury, en la iglesia que ahora lleva su nombre y es venerada por católicos y anglicanos.
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SANTA RITA DE CASIA, RELIGIOSA AGUSTINA
La Iglesia recuerda a Santa Rita el 22 de mayo. Es conocida como la santa de los casos imposibles, después de que gracias a su intercesión se hayan resuelto milagrosamente situaciones sin esperanza. Sus restos permanecen expuestos en la Basílica de Casia.  
S. RITA DE CASIA, RELIGIOSA AGUSTINA
22 mayo
Es en la pequeña aldea de Roccaporena, en Umbria (Italia), dónde muy probablemente nace en 1371, Margarita Lotti, llamada en diminutivo “Rita”. Los padres, modestos campesinos y ganaderos, se esfuerzan por darle una buena formación escolar y religiosa en la vecina Casia, donde la instrucción está a cargo de los frailes agustinos. En tal contexto, madura su devoción por San Agustín, San Juan Bautista y Nicolás de Tolentino, que Rita elige como sus santos protectores.
Rita esposa y madre
Alrededor de 1385 se casa con Paolo di Ferdinando di Mancino.  Conflictos y rivalidades políticas son los rasgos que caracterizan la sociedad de ese momento; también el marido de Rita se ve envuelto. Pero la joven esposa, con la oración, su llaneza y con la capacidad de pacificar aprendida de los padres, lo ayuda poco a poco a vivir una conducta más auténticamente cristiana. Con el amor, la comprensión y la paciencia, la relación de Rita y Paolo se convierte en una unión fecunda, bendecida con la llegada de dos hijos varones: Giangiacomo y Paolo María. A este sereno hogar se contrapone sin embargo la espiral de odio de las facciones de la época. El esposo de Rita se encuentra inmerso por vínculos de familia y es asesinado. Para evitar ver a los hijos empujados a la venganza, les esconde la camisa ensangrentada del padre. En su corazón, Rita perdona a los que han matado a su marido, pero la familia de Mancino no se resigna, hace presión; se desatan los rencores y las hostilidades. Rita no deja de rezar para que no se derrame más sangre, y hace de la oración, su arma y su consuelo. Aún así, las tribulaciones no disminuyen. Una enfermedad provoca la muerte a Giangiacomo y a Paolo María, y su único consuelo es pensar en la salvación de sus almas, que ya no estarán más expuestas al peligro de condena, en el clima de revancha suscitado por el asesinato del cónyuge.
Monja agustiniana
Sola, Rita comienza una vida de oración aún más intensa por sus queridos difuntos, pero también por la familia Mancino, para que perdonen y encuentren la paz.  A la edad de 36 años pide ser admitida entre las monjas agustinas del Monasterio de Santa María Magdalena de Casia, pero su solicitud es rechazada: las religiosas, tal vez temen que con el ingreso de Rita – viuda de un hombre asesinado- puedan poner en peligro la seguridad de su comunidad. Las oraciones de Rita, y la intercesión de sus santos protectores, traen por el contrario, la pacificación entre las familias envueltas en el asesinato de Paolo di Mancino, y después de tantos obstáculos, por fin es admitida en el monasterio. Se cuenta, que durante el noviciado, la abadesa para probar la humildad de Rita, le hace regar un leño seco y que su obediencia, es premiada por Dios, con una vid exuberante. A lo largo de los años, Rita se distingue como una religiosa humilde, que pone gran celo en la oración y en los trabajos que le son encomendados, capaz de frecuentes ayunos y penitencias. Sus virtudes se hacen conocidas incluso fuera de los muros del convento, sobre todo en lo que se refiere a las obras de caridad a las que se dedica Rita al lado de sus hermanas, que unen a la vida de oración, las visitas a los ancianos, el cuidado de los enfermos y la asistencia a los pobres.
La santa de las rosas
Cada vez más inmersa en la contemplación de Cristo, Rita pide poder participar en su Pasión,  y en 1432, absorta en la oración, se encuentra sobre la frente, la herida de la corona de espinas del Crucificado. El estigma, persiste hasta su muerte, durante 15 años. En el invierno que precede a su muerte, Rita enferma y postrada en el lecho, le pide a una prima que ha venido de visita desde Roccaporena, que le traiga dos higos y una rosa del huerto de la casa paterna. Es el mes de enero, la mujer le sigue la corriente, pensando en el delirio de la enfermedad. Cuando vuelve, encuentra estupefacta, los higos y la rosa, y los lleva a Casia. Para Rita, son el signo de la bondad de Dios que ha acogido en el cielo a sus dos hijos y al esposo. Rita expira la noche del 21 al 22 de mayo del año 1447. A causa del olor de santidad inmediatamente después de su muerte, el cuerpo nunca fue sepultado. Hoy día es custodiado por una urna de cristal. Rita supo florecer, a pesar de las espinas que la vida le tenía preparadas, ofreciendo el buen perfume de Cristo, y deshelando el gélido invierno de tantos corazones. Por esta razón, y en recuerdo del prodigio de Roccaporena, el símbolo de sus ritos es, por excelencia, la rosa.
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SAN JUAN I, PAPA Y MÁRTIR
Nacido en Toscana, Juan I fue Papa de 523 a 526 y tuvo que luchar contra la herejía del arrianismo. Para arreglar la ruptura, Teodorico, rey de los godos, lo envió a Constantinopla, pero a su regreso lo hizo encarcelar en Ravena, donde murió. Fue considerado un mártir por la Iglesia latina. 
S. JUAN I, PAPA Y MÁRTIR
18 mayo
Juan I nació en Toscana, quizás en la zona de Siena o Aretino, de un terrateniente llamado Constancio. Se convirtió en Papa en 523, y no se sabe mucho de su Pontificado: parece que contribuyó a la ampliación y embellecimiento de algunas basílicas romanas en la via Ardeatina y en la via Ostiense gracias a la generosidad del emperador Justino I. Juan, mantuvo muchos vínculos con las Iglesias orientales.
El contexto histórico
Juan sucede al Papa Ormisda, que tiene el mérito de haber puesto fin al cisma entre Roma y Constantinopla, en colaboración con el emperador romano de Oriente Justino I, tío de Justiniano. El cisma estalló en 484 a causa del Henoticon: un "instrumento de unión" de la fe promulgado por el Emperador Zenón y el Patriarca de Constantinopla Acatías, por medio del cual se buscaba superar las controversias entre la fe católica y la herejía monofisita, que propugnaba una sola naturaleza de Jesucristo: la divina. El nuevo Papa, tuvo que enfrentarse sobre todo al arrianismo, que afirmaba que la naturaleza divina del Hijo era inferior a la del Padre. Los godos, de hecho, que entonces reinaban en Italia, y su rey Teodorico, eran partidarios de la fe arriana.
El drama de Teodorico
La cuestión religiosa en ese periodo histórico está fuertemente entrelazada con la cuestión política. Por ejemplo, el emperador Justino I de Oriente, por su gran celo hacia los católicos promulgó un edicto muy estricto contra los arrianos de Oriente, obligándolos a abjurar y devolver a los católicos las iglesias ocupadas y los bienes confiscados durante las invasiones. También les prohibió ser admitidos en cualquier encargo civil o militar. Teodorico estaba dispuesto a aceptar estas disposiciones: es cierto que reinaba en otra región, pero no podía admitir que sus correligionarios fueran sometidos a tal maltrato, dondequiera que eso ocurriera. Su irritación también aumentó porque en su reino él había hecho muchas concesiones a los católicos.Además, el acercamiento entre Constantinopla y la Santa Sede le causaba mucho temor. Luego, en 524, organizó una delegación para ser enviada a Constantinopla, de la que formaban parte los legados romanos, pero también algunos obispos como el de Fano, Ravena y Capua, y obligó al Papa Juan I a dirigirla. El objetivo era, obviamente, iniciar las negociaciones.
El viaje a Constantinopla
Juan ya es anciano y el viaje al Oriente es largo, pero si esto es lo que el Señor quiere de él, se pone en marcha sin demora. El Pontífice, de hecho, teme que su negativa pueda significar represalias contra los católicos de Roma, también porque Teodorico concedió la libertad de culto, pero al alto costo de imponer fuertes impuestos sobre el clero y privándolos de muchas inmunidades de las que habían disfrutado anteriormente. En particular, Juan advierte que Teodorico tiene la esperanza que él tenga éxito en obtener la revocación del edicto que impedía a los convertidos al catolicismo de regresar al arrianismo.
Cuando llegó a Constantinopla, Juan I fue recibido con todos los honores, fue él quien celebró la Navidad y la Pascua y también obtuvo algunas concesiones para los arrianos, pero no todas las que el rey de los godos había pedido. Cuando regresó a Roma, Teodorico, enfurecido, lo mantuvo encerrado en la prisión de Ravena, donde murió poco después: era el año 526. Luego sus reliquias fueron trasladadas a la Basílica de San Pedro, donde es venerado como mártir de la fe.
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SAN ANTIMO, MÁRTIR EN LA VIA SALARIA
Mártir de los origenes. San Antimo se esconde en una villa a lo largo de la Vía Salaria en Roma por haber convertido a un sacerdote del dios pagano Silvano y haber destruido un simulacro de esta deidad. Una vez descubierto, fue arrestado y martirizado y luego enterrado en el lugar donde solía rezar. 
fecha de inscripción en el santoral: 11 de mayo
†: s. III - país: Italia
otras formas del nombre: Anthimo
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
Elogio: En Roma, en el vigésimo segundo miliario de la vía Salaria, san Antimo, mártir.
Si se compara la inscripción de san Antimo en el Martirologio Romano actual (2001) con el anterior puede verse que este santo figuraba como cabeza de un grupo muy numeroso de mártires bajo Diocleciano: Máximo, Baso, Fabio, Sisinia, y varios nombres más, que se celebraban conjuntamente en esta fecha.
La razón es que había unas Actas de martirio, que contaba la historia y conversión de cada uno de ellos, y cómo iban recibiendo el martirio. No obstante esas actas, aunque antiguas (entre el siglo V y el IX), y atestiguadas en distintos manuscritos, no pueden reputarse como auténticas, sino como parte de esa vasta corriente de literatura piadosa que floreció por esos siglos, y que del recuerdo oral y auténtico de un mártir terminaba sacando grupos enteros, con lujo de detalles (extravagantes en muchísimos casos) sobre cada uno, pero que en lo profundo consistían en repetir de uno a otro las mismas "maravillas": cielos que se abren, cabezas que hablan, fieras que no comen, etc. 
Toda esa amplísima literatura tiene un fondo cierto: los martirios de los auténticos santos, que quedan en muchos casos ocultos tras el "festival de maravillas". Por este motivo, la depuración del santoral tuvo como principal interés llegar a poder establecer quiénes son aquellos santos de los que podemos decir que su culto es antiguo y auténtico, aunque a veces de un nombre no haya quedado más que eso: el nombre.
Es muy posible que en el caso de este Antimo, la aparición de un grupo de compañeros sea una contaminación narrativa con san Antimo de Nicomedia, que se celebra el 24 de abril y él sí como auténtica cabeza de un grupo martirial bajo Diocleciano. Así opina el hagiógrafo Delehaye.
Pero aunque las actas del Antimo de hoy sean falsas, su nombre no aparece sólo en ellas, sino que está inscripto en distintos testimonios de un martirologio tan antiguo y prestigioso como el Jeronimiano (entre siglos IV y VI). Además, varias iglesias de la región del Piceno en Italia (al centro-este del país) están dedicadas a su nombre.
Bien es verdad que no podemos establecer de su vida nada con certeza: aparece a veces como presbítero, otras como obispo, otras como mártir sin mención de su oficio eclesiástico, y heredera de esta variedad es que en la iconografía aparece a veces con mitra de obispo, a veces con ornamentos sacerdotales, etc.
Pero lo que sí podemos tener por seguro es que la variedad y persistencia de su culto -sin compañeros en las versiones más antiguas, con compañeros más tarde- es un indicativo de la certeza de su martirio, del que lamentablemente no podemos saber ni siquiera la fecha con exactitud: posiblemente a mitad del siglo III (Decio) o en la persecución de fines del III inicios del IV (Diocleciano).
El culto recibió un fuerte impulso en época de Carlo Magno (s VIII-IX), gracias a algunas fundaciones monásticas patrocinadas por la corona y puestas bajo su advocación.
Ver Acta Sanctorum, mayo II, 614; allí se recopilan las Actas, aunque planteando ya muchas dudas sobre su autenticidad, hoy el carácter legendario está fuera de toda duda. En Enciclopedia dei Santi, art. de I Daniele, se hace un recorrido por las distintas posibilidades de identificación de san Antimo.
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