Tumgik
#son las mismas 5 persons quienes ven mis dibujos
loopscereal · 11 months
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dibuje este boceto de eddo en mi estilo estilo :3
lets go lesbians!!!
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Por Trece Razones AU
Rated: Fiction M - Angst/Hurt/Comfort
Cinta 1, Lado A
¿Quién está listo para jugar?
Calles parisinas, 3:10 pm. Dos semanas después
Después de un agotador día, Adrien ya regresaba a su hogar en su limosina. Cansado, se estiró y recordó lo que había sucedido en el día.
En la clase de Cívica, habían vuelto a hablar del suicidio. Ya habían pasado dos semanas desde la muerte de Marinette, y aunque el colegio intentaba evitar alguna situación parecida, a los alumnos no les podía importar menos. El locker de Marinette estaba lleno de basura, de mensajes insultantes, y de fotos nada bonitas. Aunque el personal de limpieza del colegio lo limpiaba cada día, ese locker seguía terriblemente sucio.
Al bajar de la limosina, Adrien se dio cuenta que había algo esperándolo en la puerta de la mansión. Un paquete del tamaño de una caja de zapatos lo esperaba. Alguien había garabateado el nombre Adrien Agreste a toda prisa sobre la envolutra, así que él lo levantó y lo llevó dentro.
—Nathalie, abriré esto en mi cuarto.
Lo llevó a su habitación y lo apoyó sobre su escritorio. Sacó un par de tijeras, deslizó la hoja de la tijera alrededor del paquete y levantó la tapa. Dentro de la caja de zapatos había un tubo enrollado, envuelto en plástico de burbujas. Lo desenrolló, y descubrió siete cintas de audio sueltas.
Cada una tenía un número pintado con rojo, con lo que parecía esmalte de uñas.
Adrien se sintió confundido. Ya nadie usaba cintas de casete. ¿Cómo podría reproducirlas?
Recordó un pequeño almacén que había en la mansión, llena de cosas antiguas. Había visto ahí un radiocasete.
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Al volver, Adrien dejó caer su mochila al suelo, se sentó en su cama y agarró el radiocasete con sus dos manos. Oprimió el botón Eject, y la tapa de plástico se abrió lentamente, y el chico deslizó la primera cinta dentro.
Puso Play.
—Hola, chicos. Es Marinette. Marinette Dupain-Cheng. Es verdad. No ajusten su… cualquier dispositivo que estén usando para reproducir esto. Soy yo, en vivo y en estéreo. No habrán segundas presentaciones. Ni bises. Y esta vez, sí que ninguna solicitud. Agarren un snack, siéntense cómodos, porque estoy a punto de contarles la historia de mi vida. Más concretamente, por qué acabo mi vida. Y si estás escuchando estas cintas, tú eres uno de los motivos.
Adrien paró el dispositivo.
¿Marinette había grabado cintas de casete antes de morir? Qué dramática, pensó. Ella misma se lo buscó.
Le volvió a poner play.
—No te diré cuál cinta te involucra en la historia. Pero no temas, si has recibido esta hermosa cajita, tarde o temprano, tu nombre aparecerá. Lo prometo. Las reglas son muy simples…
—¡Adrien! — exclamó su padre.
Adrien, alterado, paró la grabación.
—¿Sí, padre?
—No olvides de tu sesión de modelaje mañana.
—Sí, padre.
—¿Qué haces?
—Yo… nada, nada, es para un trabajo de historia. Muy aburrido.
—Ah…— exclamó Gabriel, y se retiró.
Adrien respiró hondo, y activó el radiocasete de nuevo.
—Solo hay dos. Número uno: Escuchas. Número dos: Pasas las cintas al siguiente de la lista. Con suerte, ninguna de las dos reglas te será fáciles de seguir. Se supone que no debe ser fácil, en ese caso les hubiera enviado un MP3. Cuando terminen de escuchar los trece lados, porque siempre hay trece lados de cada historia, rebobina las cintas, vuelve a ponerlas en la caja, y pásaselo al siguiente. Oh, la caja debería incluir un mapa. Mencionaré varios lugares de la ciudad. No puedo obligarlos a ir, pero es si quieren. O pueden botarlo, y nunca lo sabré, ¿verdad?
Adrien le echó un vistazo a la caja. No había ningún mapa. Seguramente los primeros en escuchar las cintas lo botaron, cosa que no le sorprendió, ya que todos odiaban a Marinette.
—A quién le miento. Es obvio que lo primero que harán es botar el mapa. Bueno, en caso a que quieras romper las reglas, entiende que yo hice una copia de estas cintas, y se los di a alguien en quien confío, quien, si este paquete no pasa por los trece de ustedes, hará que las copias salgan a la luz de una forma muy pública. Esta decisión no ha sido improvisada. Hagan lo que digo, ni más, ni menos. Te están vigilando.
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15 minutos después
—¡Nino! — gritó Adrien al llegar a su casa.
—Hola.
—¿Me puedes prestar tu Walkman?
—No hay problema.
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Adrien caminaba de vuelta a su casa.
Metió la primera cinta en el Walkman de Nino, y le puso play.
—¿Lista, señorita Rossi?
Lila Rossi. Adrien lo supo al instante. Ella y Marinette habían tenido muchos problemas.
—Lila, querida, yo iba a darte una oportunidad. De veras. Pero lo enemistad entre dos chicas no tiene importancia, ¿o sí? Para mí la tiene. Para encontrarle un introducci��n a la historia, me remonté hacia ti. Y aquí es donde realmente comienza.
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Hace 9 meses
Marinette llegaba a la escuela apresuradamente, temprano por una vez en su vida. Era el día del concurso de diseño del señor Agreste, y ella no iba a desperdiciar ninguna ocasión de impresionarlo a él y a su hijo.
—¡Uf! Llegué, Alya— exclamó Marinette, mirando a su amiga.
—¿A ver, chica?
Marinette, orgullosamente, sacó un fólder se su maleta, lo abrió, y dejó al descubierto unos diseño bellísimos.
—Em, Marinette…
—¡¿Lo ven?! — gritó Lila. —¡Se ha copiado!
—¿Qué está pasando? — inquirió Marinette.
—Chica, tus diseños son iguales a los de Lila.
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—Sí Lila. Te habías copiado de mis diseños. No sé cómo, pero al verlos, eran exactamente iguales. Y obviamente, mentiste. Como siempre.
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—¡Marinette! ¿Cómo pudiste hacer eso? — gritó Mylène.
—¡Eso está mal! — exclamó Max.
—No creía que eras así, Marinette— dijo Alya.
—Marinette, creo que debemos discutir esto en un lugar más privado— dijo Lila con falsa modestia.
Marinette la miró con recelo.
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—Me llevaste a otro lado, y me despreciaste. Me hiciste sentir tan mal, Lila, y luego hiciste que perdiera a mis amigos. Lo que llevó a los sucesos de ese día.
Adrien sintió un escalofrío al recordar ese día.
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—Marinette, en verdad eres un chiste. ¿Crees que esos diseños son buenos, en verdad? Eres patética, y siempre serás una nadie. Nadie te reconocerá como diseñadora. Nadie querrá estar contigo. Ni Alya. Ni Adrien.
Le arrancó los papeles de la mano.
—En realidad, Marinette, tus dibujos parecen de una niñita de 5 años. ¿A eso le llamas talento? Me podría poner una bolsa de basura y me vería mejor que con esos diseños.
Rompió las hojas en pedazos, para el asombro de Marinette.
—Esto se merece estar en la basura.
Lo tiró, haciendo que caigan en un charco de agua y se mojaran completamente.
—Mira, Marinette así se ve mejor.
Se fue Lila, bien erguida, dejando a una Marinette desconsolada que se tragaba las lágrimas.
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—Y luego volviste, y mentiste de nuevo. Yo nunca, y digo nunca, le hice bullying ni daño alguno a Lila. Saben qué, sé que hay muchas versiones sobre eso. No sé cuál es la más famosa. Pero sí se cuál es la menos famosa.
La verdad.
Ahora bien, la verdad es la que no olvidarás.
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—¡Marinette! No puedo creerlo— dijo sollozando Lila al volver con el resto.
—Li, ¿qué pasó? — preguntó Rose.
—Marinette admitió copiar mis diseños. Me ha insultado, ¡me ha dicho que nunca ganaré!
—Oh, Lila, tranquila— dijo Kim.
Marinette volvió, y todos le lanzaron una mirada asesina.
—¿Ya te cansaste de hacer daño? — le preguntó Kim.
—No. Nunca se cansará. Por eso te digo, Marinette: eres una de las peores personas que conozco. Te aprovechas de las personas, mientes, te haces la inocente. Pero ya no más. Nadie va a soportar tus abusos.
Marinette estaba llorando, y todos los presentes la miraban con desprecio.
—Y algo más. Nunca tendrás el amor de Adrien. Adrien es un chico con un corazón de oro, y nunca soportaría a alguien con un corazón tan vil como tú. Te quedarás sin amigos. ¡Solo están contigo porque te tienen pena! Acéptalo, Marinette. Todos te detestan.
Marinette se fue al baño corriendo.
Y Alya ni siquiera había negado las palabras de Lila.
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—Me atacaste en mis puntos más débiles. Mi pasión. Mi mejor amiga. Y mi amor platónico. Por cierto, ¡hola, Alya! ¡hola, Adrien!
Adrien sintió un escalofrío cuando la chica pronunció su nombre.
—Y bueno, creo que todos saben lo que pasó.
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—¡¡AKUMA!!
Una adolescente que portaba un yoyó se paseaba por los techos parisinos. Tenía un traje negro con puntos rojos. Continuó saltando por la ciudad hasta llegar a su colegio.
—Hola. No me he cansado de hacer daño todavía…— escupió Miss Desgracia
—¡¿Marinette?!
—No. Soy Miss Desgracia ahora. Y todos ustedes pagarán.
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—Francamente, solo recuerdo de fragmentos de lo que sucedió. Caos, personas llorando, otras gritando, otras asesinándome con la mirada. Chat Noir llorando. Y todo el salón dándome la espalda.
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—Marinette, ¡para! — sollozó Alya. —No te preocupes, solo aguanta, Mari. Ladybug vendrá para salvarte.
—¿Conque Ladybug? — Marinette rio cruelmente. —Ladybug no vendrá, Alya. Ni ahora, ni nunca jamás.
Les dio la espalda a sus compañeros.
—Ladybug está muerta.
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—Lo único que recuerdo al levantarme del trance del akuma, que ví a Chat Noir llorando.
Lo llamé.
Él me miró con infinita tristeza y se fue.
Volteé a ver a la clase, y muchos lloraban, unos de tristeza, otros de rabia.
Desde ese día me llamaron asesina. Insensible. Malvada. Débil. Y una sarta de insultos. Me decían que me perdiera, que no vuelva, que me matara.
Bueno, en algo les hice caso. ¿Felices?
Luego recuerdo que tú, Lila, te acercaste y me diste un bofetón. Porque había matado a tu supuesta mejor amiga, Ladybug.
Yo sé que no es así.
Tú la odiabas.
Y pues, ¿cómo sé? Se enterarán luego.
Pasados unos días, sentía el desprecio de todos. Bromas. Pintadas. Burlas. Insultos. Papeles.
Ya sé. Ya sé lo que están pensando. Mientras contaba a historia, yo también pensaba lo mismo. ¿Una akumatización? Por más impactante que haya sido, ¿una akumatización hizo que te hicieras esto a ti misma?
No. Una akumatización arruinó mi reputación. Pronto, causó una cadena de efectos que arruinaron mi vida. A veces, una akumatización tiene un efecto bola de nieve.
Una akumatización causada por ti, Lila, es solo el comienzo.
Y esta vez, Lila, la asesina eres tú. Y todos los que estén escuchando esto.
¿Ahora se sienten tan bien al llamarme asesina? Se siente feo, ¿verdad?
Sí. Pero peor fue lo que me hicieron, lo que destruyó la poca autoestima que he tenido.
Voltea la cinta para seguir escuchando.
Adrien extendió la mano, listo para detener el casete.
—Y, Lila, cariño, no te vayas. No vas a poder la parte en la que vuelve a aparecer tu nombre.
Adrien mantuvo su dedo sobre el botón, escuchando el suave zumbido de los parlantes, el débil chirrido de los cabezales que enrollan la cinta, esperando a que Marinette continúe.
Pero ella no vuelve.
La primera cinta ha terminado.
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