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#te amo Arthur Fleck
karinfleck · 11 months
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I want this clowndaddy in my life and my bed every day! uwu
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nerdbrazil · 5 years
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treeofliferpg · 3 years
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Creación de personajes: El narrador poco fiable
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Recordamos que el siguiente texto no ha sido redactado por el staff de ToL, solo lo hemos traducido para que pueda llegar a más personas. La autoría pertenece @inky-duchess. Podéis leer el post original en su  tumblr así como en nuestro tumblr bajo la etiqueta “idioma original”
Los narradores poco fiables son narradores que intencional o inconscientemente engañan al lector con sus propios prejuicios y mentiras. No amo nada más que a un narrador que me engaña. Hay algo increíblemente atrayente en no poder confiar en su guía a través de una historia. Entonces, ¿cómo podemos escribirlos?
Determina qué tipo de narrador poco fiable es tu narrador.
Hay cinco tipos de narradores poco fiables que vemos en la ficción, cada uno con su propia forma de desviar a la audiencia.
El Inestable: este narrador suele ser un personaje inestable con problemas para captar la realidad o tener problemas para aceptarla, por lo que la adapta a sus propios gustos. Ejemplo: Arthur Fleck en Joker y Amy Elliot Dunne en Gone Girl
El Exagerador: el que hila fantásticas mentiras para embellecer los hechos de la historia que lo rodea. Por lo general, lo embellecen de tal manera que se vean bien.
El niño: Aunque los niños pueden ser una fuente de verdad, a menudo tienen una forma de confundir los hechos y confundirse con ciertos aspectos de la historia en los que no están familiarizados. Ejemplo. Bran en Canción de hielo y fuego y Scout Finch en Matar a un ruiseñor
El sesgado: el narrador sesgado suele ser un extraño. Entran al mundo con ideas preconcebidas del mundo y / o personajes que les rodean. Por lo general, se desengañan de sus prejuicios al final de la historia, pero no siempre. Ejemplo de Damen / Damianos de Akielos en la trilogía The Captive Prince,
El Mentiroso: El Mentiroso es simplemente un mentiroso, el mayor mentiroso que te puedes encontrar. Tuerce la narrativa y miente exteriormente sobre sus acciones y las reacciones de los demás. El mentiroso es egoísta, normalmente narcisista. Ejemplo Cersei Lannister de Canción de hielo y fuego.
Cómo escribir un narrador poco fiable
Lo que debes recordar es que tu audiencia confía inmediatamente en tu narrador, no tienen otra opción. Es un hecho. Sin embargo, es tu trabajo romper esa confianza.
Permite que el narrador mienta abiertamente. Déjelo decir verdades a medias o mentiras completas en la narración. La audiencia tomará lo que dice tu personaje como el evangelio hasta que le abofetee con un relato o detalle contradictorio. Proporciona un golpe a la historia que se convierte en un punto de inflexión. Quizás el mejor ejemplo de esto es Amy Elliott Dunne en Gone Girl (libro recomendado). Se presenta como una dulce ama de casa que ama a su esposo a pesar de sus temores por su temperamento. Sin embargo, en la sección del libro que narra, rápidamente cambia el relato de Nick sobre los eventos que llevaron a su desaparición, volviendo a la audiencia de cabeza tan rápido que ninguno de nosotros tiene una oportunidad.
Permite que el personaje engañe a tu audiencia con la ausencia de detalles. Tu historia es una gran cadena, omite un enlace y la cosa es inútil y está sujeta al cuestionamiento que quieres sacar de la audiencia. Por ejemplo, Daenerys Targaryen cree de todo corazón que la casa de la puerta roja está en Braavos. Sin embargo, recuerda vívidamente un limonero fuera de su ventana y su sol. Pero los limoneros no pueden cultivarse Braavos ya que es notoriamente húmedo y frío. #lemongate
Habla con tu audiencia a través de los eventos de la historia, sin pasar por el narrador para llegar a la audiencia. A veces, la mejor revelación de que no se puede confiar en el narrador es mostrar a la audiencia evidencia de que no están viendo lo que está sucediendo o lo están ignorando. Por ejemplo, en Captive Prince, se sugiere casi explícitamente que el Regente abusó sexualmente de su sobrino Laurent cuando era niño. Si uno ignora la narración de Damen, las señales están ahí para ver en la reacción de Laurent a la presencia de su tío y en algunas de las palabras de Laurent. Damen atribuye esto a que Laurent es un mocoso y el Regente solo es un villano. Hay que decírselo a pesar de que la audiencia se dé cuenta o al menos lo sospeche a partir del segundo libro.
Juega con tus personajes secundarios. Utiliza los personajes que rodean a tu narrador para refutar su relato de la historia y darle la vuelta completamente a la misma. Por lo general, confío en los personajes secundarios cuando se trata de narradores no fiables. Por ejemplo, Cersei Lannister tiene su propio punto de vista en Festín de cuervos. Hasta este punto, ha sido muy voluble en sus reacciones en los primeros libros, hasta el punto en que otros personajes y el público están confundidos acerca de quién es la verdadera Cersei: la astuta política o la adicta al vino con demasiada fe en sí misma y su engendro. En verdad, Cersei es increíblemente paranoica con quienes la rodean y se cree la jugadora más inteligente del juego. Sin embargo, de otros como Tyrion, Tywin, Meñique y los miembros del Consejo (que sí, todos tienen un toque de picardía a sus críticas a Cersei pero en realidad la mayoría de sus puntos tienen razón ya que ella está loca como un cencerro) vemos que Cersei tiende a hacer enemigos de los aliados.
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levysoft · 4 years
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“Che ci faccio qui? Vengo a essere terribile”: Joker lo ha inventato Victor Hugo
Le immagini di Conrad Veidt che interpreta Gwynplaine, con il viso deformato dal riso, pittato di bianco, come un clown, sono impressionanti per forza profetica. Veidt è stato attore fenomenale: ha recitato ne Il gabinetto del dottor Caligari di Robert Wiene, in Satana di Murnau, pure in Casablanca. Nel 1928 è il protagonista de L’uomo che ride, il film muto di Paul Leni, ed è lui il prototipo di Joker.
L’uomo che ride è un romanzo di Victor Hugo: pubblicato da Albert Lacroix nel 1869, 150 anni fa, negli anni dell’esilio, a Guernesey, politicamente infelici ma artisticamente decisivi (I miserabili escono nel 1862, I lavoratori del mare nel 1866). Il romanzo ha una velocità cinematografica inesorabile (in effetti, sono svariate le rese filmiche del libro, l’ultima nel 2012, con Gérard Depardieu ed Emmanuelle Seigner), ed è straordinario, fatte sparire le mastodontiche parentesi moraleggianti di Hugo. “Rimbaud parlava dei Miserabilicome di un ‘vero poema’. Amava anche L’uomo che ride… L’uomo che ride è il più nero dei romanzi neri, e ciò in un senso che supera ampiamente il significato ‘gotico’ del termine”, scrive Jean Gaudon nell’edizione Mondadori del libro, per la traduzione di Donata Feroldi. Certamente, questo è un romanzo eccessivo scritto per dire l’eccedenza, il mostro.
Gwynplaine, “l’uomo che ride”, il mostro, è equivalente a Joker nell’aspetto, opposto nel sentimento. “La natura era stata prodiga di favori con Gwynplaine. Gli aveva dato una bocca che gli arrivava alle orecchie, due orecchie che si piegavano fin sopra gli occhi, un naso deforme… Gwynplaine era un saltimbanco… Era ridendo che Gwynplaine faceva ridere… il riso di Gwynplaine era eterno… I suoi capelli erano stati tinti di ocra” (all’ocra va sostituito il verde e ci siamo, la maschera è la stessa). Per certi versi, il personaggio di Victor Hugo è simile al Joker interpretato da Joaquin Phoenix: entrambi sono degli scarti della società, degli umiliati. Gwynplaine è un bimbo abbandonato a rapito dai comprachicos, “compra-creature”, che “facevano commercio di bambini. Li compravano e li vendevano… e che ne facevano di questi bambini? Dei mostri. Perché? per ridere. Il popolo ha bisogno di ridere, i re anche. Ai crocicchi ci vuole il guitto; nelle regge ci vuole il buffone”. Questo è l’obbiettivo ‘sociale’ di Hugo: mettere gli occhi nella tratta dei bambini. Bambini deformati. Usati come clown. Venduti per rabbonire le voglie dei ricchi. A Gwynplaine, fin da infante, hanno forzato il sorriso, perché sorridesse per sempre, pur trapiantato nel soffrire.
C’è un’altra affinità nella trama legittima. Nel film di Todd Phillips si suggerisce che – pur per delirio onirico – Joker/Arthur Fleck sia il figlio di Thomas Wayne, il plurimiliardario, il re della città, scaricato alla periferia del vivere. Allo stesso modo, Gwynplaine, cacciato a dieci anni dai rubabambini (“Il bambino rimase immobile sullo scoglio, con lo sguardo fisso. Non chiamò. Non implorò… Si sarebbe detto che capiva. Come? Cosa capiva? L’ombra”), si scopre essere il figlio di un pari d’Inghilterra.
Hugo, con sottile avvenenza stilistica, spinge sulla perversione. L’azione del romanzo mostra il ‘mostro’ a 25 anni. Una ricca, seducente nobildonna vuole copulare con l’orrore. Il capitolo Eva è un esercizio barocco nell’ambito del conturbante. “Una donna nuda è una donna armata… Era una prostituta? Era una vergine? Tutt’e due. Da quella bellezza sprigionava il bagliore dell’inaccessibile”. L’amore per l’efferatezza, l’eros degli inferi, è filosofeggiato da Hugo, che così fa dire alla bella: “Vicino a te mi sento degradata, che gioia!… Decadere è riposante. Sono così satura di rispetto che ho bisogno di disprezzo… Ti amo non solo perché sei deforme, ma perché sei abietto. Amo il mostro e amo l’istrione. Un amante umiliato, schernito, grottesco, orribile, esposto alle risa su quella gogna chiamata teatro, tutto questo ha un gusto straordinario. È come addentare il frutto dell’abisso. Un amante infamante, che cosa squisita”.
Tuttavia, “l’uomo che ride” – e di cui tutti ridono, ridendo, in realtà, della propria abitudine alla crudeltà, della propria intima mostruosità – non rivolge in rabbia l’ansia. Condotto dall’amore per Dea, una ragazza cieca che ha raccolta, neonata, da una madre morta di stenti, Gwynplaine, il Joker di Victor Hugo, non diventa criminale. Non uccide – si uccide, semmai. Quando accede alla Camera dei Lord, però, Gwynplaine s’accende al verbo, dice tutto ciò che intende il Joker di Joaquin: “Che ci faccio qui? Vengo a essere terribile. Sono un mostro, voi dite. No, sono il popolo. Sono un’eccezione? No, sono come chiunque. L’eccezione siete voi. Voi siete la chimera, io sono la realtà. Io sono l’Uomo. Sono lo spaventoso Uomo che Ride. Ride di cosa? Di voi. Di se stesso. Di tutto. Cos’è il suo riso? Il vostro delitto e il suo supplizio. Io rido, che vuol dire: io piango… Questo riso esprime la desolazione universale.Questo riso significa odio, silenzio forzato, rabbia, disperazione. Questo riso è il frutto delle torture… Io rappresento l’umanità così come l’hanno fatta i suoi padroni. L’uomo è mutilato. Quello che hanno fatto a me, l’hanno fatto al genere umano”. Nonostante la retorica titanica (“Tremate. Si avvicinano soluzioni incorruttibili, le unghie tagliate ricrescono, le lingue strappate prendono il volo e diventano lingue di fuoco sparse al vento nelle tenebre e urlano nell’infinito; gli affamati mostrano i loro denti inattivi, i paradisi costruiti sugli inferi vacillano, si soffre, si soffre, si soffre, e ciò che è in alto tentenna e ciò che è in basso si schiude…”), Gwynplaine è sommerso dalle risa dei Lord, dall’infamia – e si perde, perdendo tutto, in una cupezza totale. Le sue parole, raccolte 150 anni dopo da Joker, però, danno avvio alla rivalsa. (d.b.)
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pangeanews · 4 years
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“Che ci faccio qui? Vengo a essere terribile”: Joker lo ha inventato Victor Hugo
Le immagini di Conrad Veidt che interpreta Gwynplaine, con il viso deformato dal riso, pittato di bianco, come un clown, sono impressionanti per forza profetica. Veidt è stato attore fenomenale: ha recitato ne Il gabinetto del dottor Caligari di Robert Wiene, in Satana di Murnau, pure in Casablanca. Nel 1928 è il protagonista de L’uomo che ride, il film muto di Paul Leni, ed è lui il prototipo di Joker.
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L’uomo che ride è un romanzo di Victor Hugo: pubblicato da Albert Lacroix nel 1869, 150 anni fa, negli anni dell’esilio, a Guernesey, politicamente infelici ma artisticamente decisivi (I miserabili escono nel 1862, I lavoratori del mare nel 1866). Il romanzo ha una velocità cinematografica inesorabile (in effetti, sono svariate le rese filmiche del libro, l’ultima nel 2012, con Gérard Depardieu ed Emmanuelle Seigner), ed è straordinario, fatte sparire le mastodontiche parentesi moraleggianti di Hugo. “Rimbaud parlava dei Miserabili come di un ‘vero poema’. Amava anche L’uomo che ride… L’uomo che ride è il più nero dei romanzi neri, e ciò in un senso che supera ampiamente il significato ‘gotico’ del termine”, scrive Jean Gaudon nell’edizione Mondadori del libro, per la traduzione di Donata Feroldi. Certamente, questo è un romanzo eccessivo scritto per dire l’eccedenza, il mostro.
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Gwynplaine, “l’uomo che ride”, il mostro, è equivalente a Joker nell’aspetto, opposto nel sentimento. “La natura era stata prodiga di favori con Gwynplaine. Gli aveva dato una bocca che gli arrivava alle orecchie, due orecchie che si piegavano fin sopra gli occhi, un naso deforme… Gwynplaine era un saltimbanco… Era ridendo che Gwynplaine faceva ridere… il riso di Gwynplaine era eterno… I suoi capelli erano stati tinti di ocra” (all’ocra va sostituito il verde e ci siamo, la maschera è la stessa). Per certi versi, il personaggio di Victor Hugo è simile al Joker interpretato da Joaquin Phoenix: entrambi sono degli scarti della società, degli umiliati. Gwynplaine è un bimbo abbandonato a rapito dai comprachicos, “compra-creature”, che “facevano commercio di bambini. Li compravano e li vendevano… e che ne facevano di questi bambini? Dei mostri. Perché? per ridere. Il popolo ha bisogno di ridere, i re anche. Ai crocicchi ci vuole il guitto; nelle regge ci vuole il buffone”. Questo è l’obbiettivo ‘sociale’ di Hugo: mettere gli occhi nella tratta dei bambini. Bambini deformati. Usati come clown. Venduti per rabbonire le voglie dei ricchi. A Gwynplaine, fin da infante, hanno forzato il sorriso, perché sorridesse per sempre, pur trapiantato nel soffrire.
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C’è un’altra affinità nella trama legittima. Nel film di Todd Phillips si suggerisce che – pur per delirio onirico – Joker/Arthur Fleck sia il figlio di Thomas Wayne, il plurimiliardario, il re della città, scaricato alla periferia del vivere. Allo stesso modo, Gwynplaine, cacciato a dieci anni dai rubabambini (“Il bambino rimase immobile sullo scoglio, con lo sguardo fisso. Non chiamò. Non implorò… Si sarebbe detto che capiva. Come? Cosa capiva? L’ombra”), si scopre essere il figlio di un pari d’Inghilterra.
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Hugo, con sottile avvenenza stilistica, spinge sulla perversione. L’azione del romanzo mostra il ‘mostro’ a 25 anni. Una ricca, seducente nobildonna vuole copulare con l’orrore. Il capitolo Eva è un esercizio barocco nell’ambito del conturbante. “Una donna nuda è una donna armata… Era una prostituta? Era una vergine? Tutt’e due. Da quella bellezza sprigionava il bagliore dell’inaccessibile”. L’amore per l’efferatezza, l’eros degli inferi, è filosofeggiato da Hugo, che così fa dire alla bella: “Vicino a te mi sento degradata, che gioia!… Decadere è riposante. Sono così satura di rispetto che ho bisogno di disprezzo… Ti amo non solo perché sei deforme, ma perché sei abietto. Amo il mostro e amo l’istrione. Un amante umiliato, schernito, grottesco, orribile, esposto alle risa su quella gogna chiamata teatro, tutto questo ha un gusto straordinario. È come addentare il frutto dell’abisso. Un amante infamante, che cosa squisita”.
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Conrad Veidt nel film di Paul Leni, “L’uomo che ride” (1928)
Tuttavia, “l’uomo che ride” – e di cui tutti ridono, ridendo, in realtà, della propria abitudine alla crudeltà, della propria intima mostruosità – non rivolge in rabbia l’ansia. Condotto dall’amore per Dea, una ragazza cieca che ha raccolta, neonata, da una madre morta di stenti, Gwynplaine, il Joker di Victor Hugo, non diventa criminale. Non uccide – si uccide, semmai. Quando accede alla Camera dei Lord, però, Gwynplaine s’accende al verbo, dice tutto ciò che intende il Joker di Joaquin: “Che ci faccio qui? Vengo a essere terribile. Sono un mostro, voi dite. No, sono il popolo. Sono un’eccezione? No, sono come chiunque. L’eccezione siete voi. Voi siete la chimera, io sono la realtà. Io sono l’Uomo. Sono lo spaventoso Uomo che Ride. Ride di cosa? Di voi. Di se stesso. Di tutto. Cos’è il suo riso? Il vostro delitto e il suo supplizio. Io rido, che vuol dire: io piango… Questo riso esprime la desolazione universale. Questo riso significa odio, silenzio forzato, rabbia, disperazione. Questo riso è il frutto delle torture… Io rappresento l’umanità così come l’hanno fatta i suoi padroni. L’uomo è mutilato. Quello che hanno fatto a me, l’hanno fatto al genere umano”. Nonostante la retorica titanica (“Tremate. Si avvicinano soluzioni incorruttibili, le unghie tagliate ricrescono, le lingue strappate prendono il volo e diventano lingue di fuoco sparse al vento nelle tenebre e urlano nell’infinito; gli affamati mostrano i loro denti inattivi, i paradisi costruiti sugli inferi vacillano, si soffre, si soffre, si soffre, e ciò che è in alto tentenna e ciò che è in basso si schiude…”), Gwynplaine è sommerso dalle risa dei Lord, dall’infamia – e si perde, perdendo tutto, in una cupezza totale. Le sue parole, raccolte 150 anni dopo da Joker, però, danno avvio alla rivalsa. (d.b.)
*In copertina: Joaquin Phoenix nel “Joker” di Todd Phillips
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