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Diferente no es sinónimo de malo

Desde que era muy pequeña le costaba entender porque sentia una profunda tristeza cuando pasaban situaciones que para otros eran bastante normales.

Se sentía bastante extraña cuando en el colegio nadie queria ser su amiga, y cuando por fin encajaba siempre se alejaban. Las sensaciones de no pertenecer a ningún lugar siempre la llevaron a pensar que algo estaba mal con ella.

El no sentirte parte era su mayor problema, se la pasaba horas sola pensando en la cama de alguno de sus hermanos o padres: ¿Habrá algo malo en mi?

Su lugar seguro eran sus primas, su lugar inseguro su casa. Cuando estaba con sus primas no pensaba en nada mas, en ese momento era solo una niña que jugaba sin importar lo demás.

El crecer no desapareció la idea de querer dejar de sentirse así, era dificil ver como todos podías asimilar los malos momentos de su vida y ella no. Todo seguía siendo tan dificil y complicado.

El no poder entenderse la llevó a la ansiedad, a la busqueda de un amor que supiera explicarle lo que dentro sentía; El no entender lo que le pasaba solo la llevó a escenarios mucho más atroces de los que ya había vivido.

Ha pasado un tiempo, ha buscado de cambiar el pasado y las sensaciones de vacío que ha experimentado desde que se creía muy rara para este mundo.

Hoy ha sido un día importante porque ha conectado con mucha información que desconocía. No estuvo loca jamás, no era rara, no le faltaba algo... era perfecta tal cual era.

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Despertar

Intentó mirar a los ojos su oscuridad. Estaba aterrada pero quería verse hacia dentro. Había estado horas intentando llegar a ese plano, cuando puso la mano frente al espejo de agua no pensó que lo que vería serían cosas que le daban miedo.

-¿Miedo por qué?- Se preguntó. -Tienes miedo a lo que no conoces. Miedo a lo que cuestiona lo que te enseñaron. Miedo a cambiar. Miedo a lo distinto.- escuchó de una voz interna.

Miró, con una alevosía hacia aquella oscuridad. No entendía de formas, sentía como si todo eso no era malo cuando decidía soltar los juicios. Miró con rabia y sintió como se perdía, miedo, ansiedad. Se volvió a soltar. Y sentía cosquilleo en el cuerpo terrenal. Volvió a mirar hacía la oscuridad, entendió que el miedo no existe. Miro hacía dentro, grito de dolor y de alivio. Y voló, voló y voló a ese lugar que jamás podría ponerle palabras. Un lugar con todos los colores del mundo pero a la vez absolutamente oscuro. Con muchos puntos, con muchos colores.

Ni la mejor droga del mundo hubiera podido hacerle sentir tan afortunada de existir.

-Esto es. Esto soy... TODO.- se dijo.

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Encontrarme donde me perdí

Cuando decidimos abrir las puertas de la espiritualidad, podemos llegar a pensar que no hay vuelta atrás. Es difícil creer, en ese instante, que hay alguna forma de volver a todo aquello que descubriste que eras. (Sobre todo a lo que no te gustaba).

Se suelta una carcajada cuando alguien indica o advierte, que hay que tener cuidado, perderse es fácil. -Nah, a mi no-. Piensas.

Nos damos cuenta que la llave para despertar estuvo siempre en el bolsillo, que es imposible volver al lugar donde comenzamos. Un lugar tenue, solitario y frío que fue el impulso que nos llevo a ese universo tan infinito y lleno de posibilidades.

Es que cuando despertamos la perspectiva del mundo cambia. Nos convertimos en un ser más compasivo, y para algunos es el mayor logro como ser humano. Poder tener compasión con todo y todos, esa calma, ese amor hacia todo lo que tocamos y vemos, esa es la verdadera libertad.

Se nos liberan los tabús, crianza, culturas, pensamientos inculcados. Hacen explosión dentro y se disuelven como un colorante en agua. No importa que fuiste ayer, hoy tienes la capacidad de entender que nada de lo que está afuera te pertenece. Nada te perturba, abrazas la experiencia y el dolor.

Pero, cambia. Como siempre y como todo, cambia. El universo siempre está dispuesto a retarte, y terminas perdiéndote. De nuevo. El miedo puede más, olvidas que las llaves están en el bolsillo. El desanimo te mastica, y te sueltas ante los estímulos que antes no te afectaban

Esa es la parte que no cuentan en los libros y videos de youtube, nadie cuenta que volverse a perder es como volver a comenzar pero con mucho más temor. ¿Por qué? Porque se supone que ya se sabe todo, pero nada de eso te llena ya. No se aprendió nada.

Y duele, es un dolor profundo y sin lágrimas. Vas viviendo dando pataletas pero con una sonrisa. Sin hacer nada, cuando debes hacerlo todo.

Perderse es fácil, si. Pero encontrarse, debería de ser un fiesta a la vida. No importa cuantas faenas se hagan.

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Vibras

La vibra es intangible, complicada para ser vista. La sienten aquellos que conocen sobre energías. Es frágil, muy débil ante el mundo ruidoso de melancolías y peros. Siempre creemos haberla encontrado, andamos aferrados a querer vivirla una vez más. Confundimos las sensaciones con las vibras; claro que es fácil confundirlas. Esto pasa porque cuando ambas fusionan son un éxtasis de emociones. Sin embargo, aquellas emociones intensas y pasajeras no son vibras. Aunque la nombramos “vibras inusuales”, ésta lleva consigo características tan minúsculas pero perceptibles. La vibra calma el alma, llena el pecho. Una serenidad placentera, una euforia por dentro. Es pausada, lenta. Te permite sonreír y cerrar los ojos al sentirla, es muy buena. Casi nos acaricia la mejilla. Es un orgasmo lento y súper extrasensorial. Como una bonita navidad, cómo el primer bocado de tu comida favorita. Cómo el sexo con alguien que te convierte en algo espiritual.

La vibra es tan jodida, y tan maravillosa a la vez que lastima el pecho de pensar que no todos la percibimos. Que algunos se bloquearon ante estas experiencias. Es una pena que la vibra no sea una asignatura de la universidad, que la intuición (que es su prima-hermana) no cumpla una función importante en el organismo. Es absurdo pero real, que muchos se priven de vivir ese momento exacto donde el éxtasis estalla de una manera tan lenta, ante lo material y lo físico.