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ars longa, vita brevis

Quizás las niñas jueguen a arropar el plástico rosa, a besar los moñitos puestos en las cabezas calvas, a cambiar pañales ficticios de sábanas viejas.
Quizás sus siestas se entretengan en el mandato patriarcal de ser mamás amorosas, mientras abrazan a los muñecos sin corazón ni pulso.
Quizás las niñas seguirán poniéndole nombres a sus bebitos de miradas inertes y simularán sus llantos para darles unas palmaditas en la espalda y pasearlos por la casa.
Quizás en su juego se vaya construyendo una ilusión estereotipada, quizás rompan ese mandato cuando sean adolescentes y no quieran ser madres, o quizás antes.
Las niñas juegan a arropar el plástico rosa como juegan a treparse a un árbol, quizás las niñas son cada vez más conscientes de que son niñas y no madres, que tienen derecho a jugar, que el cuerpo es propio y nadie debe tocarlo sin que una quiera, que el silencio no es opción, que la vergüenza no es opción, que la culpa no es opción.
Quizás las niñas siempre lo supieron y fuimos nosotres quienes las condenamos al silencio, al estereotipo, al mandato, al miedo. Fuimos nosotres quienes les negamos la información, construimos una muralla de desentendimiento y miramos hacia otro lado. Fuimos y somos nosotres quienes desestimamos sus voces y sus luchas, sus preguntas y sus sentires. Somos nosotres quienes permitimos que pisoteen sus derechos, que sean abusadas, que no las dejen decidir, que las transformen en marionetas del “milagroso concebir”
Ningune de nosotres será libre hasta que todes seamos libres.
Cada 3 horas una niña de entre 10 y 14 años tiene un parto en Argentina
Niñas, no madres.
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Burocracia - Dia I

Hace más de una semana estoy buscando mi monedero rosa y amarillo, quizás con esperanza de levantar una remera y que aparezca, de armar la cama y que salte de las sábanas, de abrir una mochila abandonada y que esté entre papeles. También me he refugiado en la idea de que es -¿o era?- un monedero que sólo tenía tres cosas: el carnet del abono, mi documento y la tarjeta para cobrar el subsidio de estudiante. Tres cosas con mi nombre y nada de efectivo. Aunque se me haya perdido en la calle, me parece absurdo que alguien se robe eso, creo que a mí me daría pena robar un monedero de estudiante clase media sin un sólo peso.
Considerando que el monedero no apareció, le di el fin de semana como plazo máximo, y tuve que aventurarme a los confines de la burocracia estatal y bancaria. Un mundo que por suerte no suelo frecuentar, y a mi desgracia también porque me desacostumbro al malestar que me genera.
Un lunes de trámites, me desperté temprano, desayuné, me lavé la cara, fui caminando hasta la enorme Casa de Gobierno que sólo conozco sus escalinatas por las marchas grandes que terminan y se desconcentran ahí. Me mandaron al primer piso, al Registro Civil. Mi papá se hizo el documento hace una semana, me dijo que ni esperó, lo hicieron pasar y en 5 minutos ya estaba el trámite hecho. Pongo mi mejor cara, de verdad la mejor que tengo. Reconozco el pasillo, acá me hice el dni cuando tenía 16 años.
Me asomo a la habitación, hay toda una familia haciéndose los pasaportes, una bebé rubia pasa de brazos. La señora con la que tengo que hablar es una vieja petisita, detrás de un monitor gigante, se parece a los perros que tienen la mandíbula salida, sólo sonríe cuando habla con esa hermosa familia que paga 1500 pesos con la tarjeta de crédito cada pasaporte. A mi no me mira, se empieza a sumar gente detrás mío. Literalmente sólo me separa un escritorio con la señora, mantengo mi mejor cara, me distraigo mientras cobra pasaportes, pasa tarjetas, pide números de documento. Tienen un cuadro con la cara del gobernador, es un cuadro estilo prócer, Cornejo entre banderas de Argentina. Pienso ¿dónde queda toda esa basura cuando ya no tienen más un puesto ejecutivo? Me pide permiso un señor bajito y de traje, detrás de él viene una chica de pelo lacio, bien vestida con tacos. La señora cara de perro sonríe ampliamente, se levanta para saludarlo, el tipo le dice algo al oído y ella exclama ¡Obvio que si!
Han pasado más de 15 minutos, la señora todavía no me mira a los ojos y le está pidiendo los datos a la chica que acaba de entrar, el señor bajito se retira y le larga un gracias antes de cruzar la puerta. A esta chica de pelo lacio le pasó lo mismo que a mi, se le perdió el documento. Antes que la señora cara de perro me mire, a esta chica ya le están sacando la foto, le cobraron el trámite. La señora me mira: Si?, Se me perdió el documento y quería hacer el trámite, Bueno tenés que pedir un turno, ¿Ahora no se puede?, ¿Ahora? No, son las 10:30 ya. Miro, están las dos cabinitas vacías. La miro a la chica que le acaban de hacer el trámite, la cara de la vieja no se inmuta, no sé cómo puede lidiar con esa situación tan absurda y de fondo veo los ojos de Cornejo observando desde las alturas. Empieza a atender a otra señora, ¿Cuándo tengo que venir? le pregunto, El miércoles de 8 a 11. No me da ningún papel ni anota mis datos en la computadora, es un turno fantasma.
Salgo muy enojada y pienso quizás si fuese hombre, quizás si tuviese un papi que conociera a la señora dientes de perro, quizás si estuviese bien vestida, quizás si fuese rubia, quizás si hubiese sacado el pañuelo verde de la mochila...la señora cara de perro me hubiese hecho el trámite. También pienso que quizás es el destino y de acá al miércoles aparece mi monedero.
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Me encanta tu blog vieja! Muy interesante sos, bien ahi
Recién veo esto ♡ Muchas gracias!
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Nací entre los frutos.
Sonámbula me besé.
Crecí con la mirada ciega.
Esperé el retorno del pez.
Salé el agua de mis heridas.
Hundí mi peso en el mar.
Dulce caí en el sueño de quienes ya no quieren regresar.
Onírica atravieso los paisajes de ciudad.
Soy mi refugio, mi único lugar.
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El cielo se triza/corre el viento/se parte un árbol contra un cable
Suena la lluvia como un sueño/como un tornado/ como un final
Grita contra el asfalto/Se impacta contra los parabrisas
Me golpea el cuerpo/ Abro la boca/ Me rio fatídica en subida
Corro debajo de los árboles/Me embarro/Me mojo/ Me limpio
Se inundan las calles tan rápido/Piso los charcos/Esquivo un taxi
Tanto impacta el agua en mí que siento mi cuerpo más que antes
Se me pega la remera a la piel
Y grito porque estoy sola en la calle
Y grito porque pareciera que en cualquier momento
se me cae un árbol/un cable/un rayo encima.
Y grito porque me siento muy desahogada,
porque hace mucho no me sentía tan libre y absurda
de ser un cuerpo azaroso en un tiempo incierto.
Después todo será la calma, reflejos inmóviles, susurrarán las plantas
y todo parecerá estático y regresaré a leer las noticias
a sentir rabia por la justicia injusta, por los femicidas sueltos,
por las pibas muertas, por la impunidad del sistema,
por la legalización del gatillo fácil, por el poder a las fuerzas represivas,
por el estigma, la manipulación, la violencia.
Y me asquearé de lo real que es todo, de lo absurdamente injusto que es todo.
Volveré a ser yo en una marcha gritando,
volverán a ser todxs en una marcha gritando,
volveremos a encontrarnos en el llanto
y seremos la lluvia que desahogará la rabia.
Por un segundo aunque sea, la ilusión de que no estamos solxs.
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Quemar la †

Hoy crucifiqué la moral,
le clavé sus manos entrometidas
a la madera podrida.
En la cabeza le puse las espinas de toda la rebeldía, sangra tu moral culposa que no puede mirar al cielo y se refugia en la mentira que invade nuestras vidas.
Antes de que mueras te voy a avisar, moral religiosa y culposa no vas a resucitar. No somos hijas de la virgen ni costilla de Adán, nuestro poder no conoce patrones ni marido al que limpiar.
Nosotras somos libres, contra vos vamos a luchar, moral religiosa horrible ni en el Estado ni en el hogar.
Sos una mentira antigua que vamos a desnudar así se te ve la mierda, el machismo y la desigualdad.
Mucho tiempo nos encadenaste, impusiste un deber, hiciste utopía cristiana y máximas para convencer.
Hoy quemamos tus preceptos, nos liberamos al fin, la solución es no dejarte que nos sometas así.
No necesitamos tu dios ni que nos digas como vivir, tampoco tu interpretación de lo que es la vida en sí.
Necesitamos escuelas laicas, buena educación, políticas inclusivas y no esta corrupción.
El que avisa no traiciona y no volveremos a avisar, en vez de tanta iglesia preferimos centro cultural. Que el gobierno a los curas ya les deje de pagar y cuando corrompen a menores nos mandan a cegar.
Ya no le tenemos miedo a la sexualidad ni a descubrirnos tranquilas en nuestra intimidad.
Reivindicamos a las putas, a las lesbianas y a las trans, a las travestis y a todas las mujeres que no se cansan de luchar.
Tu cruz está llena de sangre del aborto clandestino, esta es la guerra santa del siglo XXI. Que tu voz no se interponga en nuestros derechos, nos violan, nos asesinan y eso es más que un hecho.
Si no queremos ser madres, es nuestra decisión y que el Estado te de cabida es otra cuestión. Si tanto valorás la vida empezate a cuestionar, nunca hiciste algo sin querer esclavizar. Ese fue el precio de tu ayuda y no te queremos más, me saco el rosario de los ovarios para poder respirar.
Aborto legal, seguro y gratuito para empezar, la conquista de derechos nos vamos a asegurar.
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le voyage

Escucho por el altavoz. Once horas, vuelo Mendoza-Brasil. Me acomodo, estoy sola en una sala de espera gigante y blanca, casi podría sentir el olor del trapo recién pasado por las baldosas uniformes. Me levanto, dispuesta a embarcar, sin estar muy segura si aquel es mi vuelo o no. No hay nadie, camino varios metros. Encuentro una escalera que desentona con el lugar, es eléctrica pero de madera. Arriba hay unos pibes, se están tomando una coca y tienen los skates en el piso. Giro hacia la izquierda, he venido al aeropuerto antes, trato de recordarme para tranquilizarme. Entro a un pasillo que se abre y ya no hay techo, es un pequeño aglomerado de casas. Tienen las ventanas minúsculas y las luces prendidas, son como construcciones enterradas, quizás no cedieron a vender sus terrenos cuando decidieron que ahí se implementaría el ir y venir de los aeroplanos. Cuando llego al final del pasillo, noto que aquello es un acantilado, como si ahí mismo se terminase el mundo. Todo eso es una península a la nada.
Vuelvo mis pasos, está anocheciendo, todo se pone celeste, el último suspiro del cielo y me colma la ansiedad de la pronta huida del ave metálica aunque no tengo reloj ni celular ni hay números a la vista que me corroboren que el tiempo pase pero siento que está pasando y terriblemente rápido, sin piedad ni descanso. Paso de vuelta al lado de los pibes, voy para el lado derecho -ni idea si es este u oeste, norte o sur- se achica el espacio en un pasillo y se vuelve a abrir, parece el centro de cuatro esquinas, hay una construcción antigua como un mercado de principios del siglo pasado, también hay una especie de estación de trenes. El ambiente está sucio, viciado, quizás haya neblina enfrascada en este sitio. Desde acá escucho el murmullo de la charla de los pibes, aunque no podría saber qué dicen. En este lado, no hay ruido ni silencio. Hay más bien quietud y abandono, me pregunto si alguien alguna vez vino para este lado y me respondo que seguramente no porque esta tampoco debe ser la zona de embarque.
Vuelvo mis pasos, arrastrando una valija que odio y que ignoro que lleva adentro, tengo el coraje al fin de preguntarle a los pibes Donde están los aviones, la zona de embarques o alguien a quien pueda preguntarle. Los pibes me miran, se miran y se ríen. Es obvio, me dice el que tiene la coca en la mano derecha y el pucho en la izquierda. Qué ganas de fumarme un cigarrillo, pienso efímeramente y veo que alguno señala hacia el lado izquierdo. Soy capaz de volver, quizás es obvio y no vi lo obvio por concentrarme en esas casitas casi bajo tierra.
Vuelvo a ver las casitas, las luces cálidas emergiendo como símbolo de vida pero no dudaría un segundo en que podría esto ser un pueblo fantasma o un espejismo de este puto desierto en el que vivo. Toco una ventana porque no encuentro puerta, se asoma la cara de una mujer vieja y pálida, tiene un pañuelo en la cabeza que se le enrosca como víbora sobre la frente. Le pregunto Dónde están los aviones, simulo un acento de extranjera para no sentirme tan ciega. Acá mismo, me responde con la voz hecha una lija, cierra la ventana, apaga la luz.
Miro, doy vueltas sobre mi eje, dejo la valija en el piso que -ahora noto- es de tierra. Ni en el cielo, ni a los costados, todas las casas apagan sus luces, ya no escucho el murmullo de la charla de los pibes. Quizás soy ciega, me siento en el borde del acantilado, tapo mi cara con las manos sudorosas, escucho el trueno indescriptible del ave despegando, me aturde, me molesta, miro al cielo y la panza metálica me hace sombra. Quedo un segundo sumida en la máxima oscuridad, un segundo que podría ser toda la vida. Es obvio y acá mismo.
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non omnis moriar

Se me agusanó un libro que no leo desde que tengo diez años y me puse a pensar que ya no soy adolescente.
A veces me siento una vieja patética que llora encerrada en el baño.
A veces una niña tan chiquita que no llega a los estantes altos de la biblioteca y por treparse en la repisa termina con el mueble encima.
A veces me siento una anciana que se sienta a ver el mar y la consume una nostalgia honda.
A veces me siento una nena que le sigue temiendo a las hormigas y no conoce nada acerca de la sangre entre las piernas y el sexo sin protección.
Pocas veces me siento adolescente, aunque adolezco continua y aun me devoran las intrigas.
Se me agusanaron los relojes que jamás até a mi muñeca y el tiempo se fue pudriendo en un plástico silencio.
A veces no me siento ni esto ni lo otro y dejo que en la piel me caminen las hormigas, los gusanos y las babosas del patio sin pasto.
A veces me entrego a la desdicha de mirar las horas sin poder proyectar ninguna yo futura. Sólo me veo como un juego de comedor vacío, una canilla que gotea, baldosa percudida, galería de ventanas donde no entra el sol, pedazo de tierra sin amor, enredadera que corrompe y atraviesa, hoja seca que ensucia, habitación de penumbra, foco de luz blanca, cocina invadida por cucarachas.
Soy una casa en demolición habitada por las ánimas eternas.
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vuelta

Oscurece, últimas nubes al sur, violáceas. Claro pastel se va opacando al norte. Poco a poco nos abandona la luz y la luna ausente nos sume en la marea que sube, escaparle a la espuma.
Larga colilla, el dedo con el hilo tirante hacia el océano. Si pica, tirará el cuerpo anunciando el pescado. Apenas nos deja pasar, veo su rostro como aparición costera, perdido en la ola, apaciguado por la espera continua, esperanza del pez que picará la carnada.
Pasamos la zona pedregosa, reconocemos los pájaros muertos: el decapitado y el de los ojos rojos.
La risa se vuelve tempestad, caminata taciturna y perdida. Concón se transforma en gigantes luces, Ritoque apenas se divisa. Miedo humano y primitivo.
[extracto de diario de viaje - Chile 2017/2018]
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pájaros

Cuando te vas me inunda el vértigo y mis costillas son una jaula repleta de pájaros.
Cuando desde lo alto me saludás con un beso, los pájaros en llamas dan un alarido casi humano y yo me estremezco porque cuando me voy, te pierdo.
Podría ser la última vez que vea tus ojos
podría ser el último naufragio.
Con vos siempre tengo sabor a final.
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hijo

Hijo del miedo, criado en un laberinto sin salida.
De ti no espero más que silencios y gestos vacíos.
Hijo del miedo, ¿hace cuánto que tu voz se ha desligado del alma?
Hijo de las fobias más oscuras y obvias, ¿por qué no te palpas los gestos y te abrazas un poco?
Hijo de entrañas de ansiedades anudadas, libera tu mente de las pesadillas, nada en un sueño, liga de vuelta tu voz al alma.
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entrañables entrañas
Te encontré en mis entrañas,
ni sé que hacías ahí,
tampoco pregunté porque ya veo que te enojabas
y develabas mis secretos internos.
Te encontré y después solo después
entendí que las casualidades no existen.
Quería limpiarme el alma
y terminé sacándote
-te limpio, te saco, té en saco, te limpio y te saco-
Aunque te enojes explicame:
¿Qué hacías adentro mío, hijo de puta?
Igual no te dije nada,
me miraste y a tu alrededor todos eran recuerdos
-mis recuerdos, y solo míos-
Te miré y me fui.
Te deje con mis memorias y mis ascos
-tuviste suerte que no estaban mis miedos-
te lo mereces por eterno infiltrado en mí.
Y así agarré mi alma en un frasquito azul,
me cosí el vientre
y caminé por el bosque taciturno.
Ahí quedaste sumergido,
pero ya no entre mis tripas
sino en la fría laguna con la luna mofándose de tu destino.
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humos

Se confunden, fusionan, abrazan, besan, mezclan
los tres humos de equilibrio:
café de taza pequeña
tabaco armado
atardecer de invierno.
Parada en un tronco del patio,
un recreo de mi misma
y tu sonido felino perfecto
que es la música de nuestro silencio.
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ansias & miedos de medianoche
¿Acaso nunca tuviste ansias y miedos de medianoche? ¿Acaso nunca la luna brillante te desvelo por completo? ¿Acaso tu desnudez de medianoche no complementaba con el cielo estrellado?
Y entonces tu corazón palpita, y el insomnio te llena como si fuese a ser parte de vos para siempre, y la noche pareciese eterna como si el cielo oscuro hubiese estado desde siempre .
¿Qué me tiene tan expectante, qué es lo que espero?
Son los miedos de medianoche, crees que el sol se ha extinguido y la melancolía de las pasiones pasadas se revelan ante tus ojos cansados, y las historias de desamores de la ciudad te colman los sesos y te comen la conciencia mientras te adueñas de los pecados y aparece el miedo al infierno merecido, más allá de la creencia-a dios no le importa nada de vos, pero el diablo sí que goza de tus culpas- Te quedas expectante con la mirada que no ve, sentada con tu desnudez de medianoche gozando desde tu ventana la ciudad que duerme y ves alguna luz de un departamento vecino...seguro es algún alma con ansias y miedos de medianoche que una vez más se desvela ante la inocencia de las noches eternas.
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Bufidos de tristeza, la nostálgica bestia detiene sus pasos en el medio de la calle.
Es un inofensivo y sensible monstruo urbano,
de esos que te buscan tímidos la mirada en el bondi,
de esos que se sientan solitarios en las plazas,
de esos que no saben sonreír.
Alguien le ha robado el llanto y le ha acelerado la sangre.
Alguien la ha abandonado en la noche para que calme sus demonios.
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Para los que temen a la palabra y solucionan sus miedos evitando lo inevitable, lo que debe ser dicho.
Para los que alimentan su ego de lágrimas y dolor ajeno.
Para los que se esconden en excusas y besos de despedida con sabor a nada.
Para los miedosos de sentir, amar y arriesgarse.
Para los ingenuos que se proclaman imposibles de sufrir.
Para los que son un nudo del pasado y te atan a ellos para abandonarte en el mar.
Para vos que le errás a la verdad y te tenés prisionero. Decime que el casi nada es nada y liberame de lo que casi fuimos.
Para vos que no querés que sufra pero me abrís llagas.
Para vos que ya no me importás o que por lo menos me importás cada vez menos
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Sillas con alas para soñadores sedentarios,
cigarrillos eternos para nostálgicos compulsivos,
aviones de papel para niños solitarios,
flores secas para mujeres difuntas,
días nublados para oyentes de jazz clásico,
servilletas de lágrimas para alcohólicos nocturnos.
Un poco de cada cosa para mí, que sin saberlo de repente lo soy todo
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