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"Hm—hm. ¿Uno más? En definitiva, uno más, al final de cerrar ciclos es lo que se trata, ¿no?"

La música llegaba a sus oídos mientras se miraba al espejo semi—empañado, toalla alrededor de su cabeza, aunque su pelo apenas llegaba por debajo de su barbilla, por costumbre, supuso, aunque le sobresalían algunos cortos de la nuca. Sus gafas tampoco ayudaban, también se habían nublado con la cálida humedad del baño, pero eso no iba a parar a Bel de perforar su propia lengua con alguna aguja que había encontrado en la consulta de Sideræl. Total, vivir con un médico era increiblemente conveniente, sobretodo cuando querías cambiar de aires y no podías permitirte tinte nuevo.

And you're feeling, and you're hungry for her. "Joder, Belphegor, sin miedo."

Perforó rápidamente, con una precisión casi enfermiza, cerró los ojos con fuerza por el dolor que le producía no tener ningún tipo de anestesia, la puerta del baño se abrió con fuerza, parecía que se había roto el pestillo y eso mismo sobresaltó al pelinegro.

— Joder, Bel, qué susto me has dado, qué te había dicho de poner el pestillo cuando estás solo en casa, la última vez te desmayaste por la humedad de los coj— Sideræl, efectivamente, que estaba muy sumido en sus palabras, se calló en cuanto cruzó su mirada con la del de ojos rojizos, su mirada bajó a su boca. El mismo color de sus orbes adornando esta, una aguja en su mano.

Bel tenía la boca abierta, su baba completamente invadida por el color sangre. Sideræl rápidamente tuvo que agarrarle de la mandíbula y mirar dentro, ¿qué cojones había hecho?

— . . . — Silencio — Bueno, al menos no te has quedado sin lengua.

Sideræl agarró el brazo del adolescente y le arrastró hasta un par de pasillos más lejos, allí, le sentó Bel intentaba decir algo, sólo se escuchaban balbuceos sin sentido, por su boca abierta y el dolor que le producía el tener una herida abierta, una lengua partida.

No le faltó tiempo para reconectar su pensar y comenzar a parpadear por patrones. Sideræl estaba cansado, menos mal que tenía herramientas de respuesto en casa.

— No te voy a asesinar porque voy a dejar que sufras, que lo sepas, estate quieto y déjame coserte esto — Bel parpadeó de nuevo —. Puto inconsciente de mierda, le prometí a Antoine que te cuidaría, ¿en qué coño estabas pensando? — Más balbuceos y parpadeos — . . . Cómo que no junto, ¿qué carajo estás diciendo, Belphegor?

El menor hizo un gesto con las manos, el peliazul se separó un momento. Un suspiro largo y un barrido de cara. "¿Me toma por un gilipollas?" Pasó por su cabeza antes de acatar las órdenes del más joven.

Cosió su lengua, no junta como bien dijo, partida, por lo menos como pudo, Bel balbuceó algo más "Hielo", pudo descifrar de su tontería. Sideræl cobró un poco de consciencia, después de eso, un escalofrío recorrió su columna y una arcada le vino a la boca.

Sus manos estaban manchadas de sangre del niño al que cuidaba. Al mismo que le acababa de coser la lengua, o sea que también tenía sus manos manchadas de saliva.

El miedo le había consumido por completo hasta que pudo asegurarse de que el niño bajo su tutela estaba atendido, ahora sólo tenía absoluto asco por los fluidos que adornaban sus guantes y mojaban sus manos a través de estos. El menor, con ahora más baba que sangre abandonando su cavidad bucal, le miró como un perro que acababa de ser regañado, y faltaría menos, es verdad que era un inconsciente, ¿a quién se le ocurre? Menos mal que el septum perforado lo había escondido bien.

— Encima en mi puto salón, joder, qué- ugh. Bel colabora un poco y quítame estos guantes, los pienso quemar.

Le puso las manos delante, Bel, obediente, tiró de la punta de los dedos de aquellos guantes blancos, bueno, con anterioridad, porque ahora parecían testigos de un asesinado que no ocurrió.

— No voy a llamar a Beatrix porque sé lo mucho que te intimida esa mujer, pero espero que no se repita, mucho menos ahora que no voy a poderte tener vigilado. . .

Bel abrió un poco más su boca con horror, ¿le iba a echar de casa? No, no, no podía.

— Porque, bueno — Carraspeó suavemente, moviendo las puntas de sus dedos como si eso fuera a quitarle la sensación húmeda y pegajosa que estos tenían — te vas a estudiar porque, han mandado cierta respuesta a una beca.

"¿¡Que, qué!?"

Tosió, el pelinegro tosió y el peliazul empezó a gritar:

— ¡No, no, en el suelo no, Belphegor!

Haciendo claro caso omiso a sus palabras, el joven dejó caer aún más saliva, esta vez sobre el suelo pulcro del salón, y a su vez, su mayor decidió no mirar más la escena, aunque antes de retirarse le tiró la carta sellada a las manos. Le miró una vez más, parpadeos por parte del pelinegro.

— No es nada. Y también ha sido mi culpa, pero no vuelvas a hacer eso o por mis cojones hago que te quiten la beca.

Esa mirada que solo Bel conocía, ese cariño que sólo su persona podía sacarle al inexpresivo Dr. Unova, se hizo presente, sabía que si su cuerpo no repudiara ningún tipo de contacto ahora mismo le estaría dando un golpe en la cabeza. Y si el adolescente pudiera pronunciar alguna palabra sin que doliera como el infierno, un molesto "Te quiero, hermano mayor", se deslizaría por sus cuerdas vocales.

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HAPPY STARDEW VALLEY UPDATE DAY

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Chapter 3 is out!!

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Lu Lu fanart !!

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Chapter two of my radioapple fanfic is up!

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for my radioapple brainrot

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Alastor!!!

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El ojo del jardín.

Ha estado toda su vida dedicando cada respiración al Jardín, desde que, ¿lo crearon? ¿nació? ¿desde que su consciencia comenzó a ser parte de él? No lo sabe, quizá esa era otra razón por la que se unió a la facción, para encontrarse a sí mismo, a su creador o tal vez a su familia. El cyborg con alma era reconocido a cada paso que daba, era temido, era un elemento que no podías saltarte en ninguna ecuación. Le llamaban de aquella manera porque tenía sus ojos puestos en todos, los tres, aunque tapara el de su frente con su flequillo, o los tres con el gorro de su capa, no se le escapaba nada, te leía como un libro que tiene el final al principio del primer capítulo. Encargado de recoger las burbujas de memoria, pasea por todos los mundos de la galaxia, transportándose sin ningún tipo de dificultad.

Le encantaba jugar bromas con la capacidad que la reminiscencia le había dado, apareciendo en un lado, asustando en otro, siempre con su sonrisa burlona y su tono de voz calmado. Fuli siempre estaba con él, con todo el jardín, en realidad, pero con su figura elegante y oscura, quería representar a su discípulo más fiel, al fin y al cabo, a eso ha dedicado toda su eternidad.

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The empty angel.

Al ser un changeling, nunca ha tenido una persona realmente amarrada a su persona como "imagen" supuso que su apariencia común como un humano cualquiera, aunque su rostro siempre era cubrido por aquella máscara de ojos cosidos y labios de porcelana que siempre cubría su rostro cada vez que caminaba entre ciudad y ciudad. No sabían quién era, nadie. En algunas ciudades era un Kenku, en otras, un elfo, su cuerpo seguía cambiando allá donde iba, Acacius Ariti era, como su propio nombre decía, un ángel inocente, ¿no? Un alma pura y sin maldad. Aunque los que confiaban en su palabra y en el pleno "déjame guiarte hasta la iluminación", que bajo esa máscara solo se dibujaba una sonrisa de satisfacción que los demás no podían descifrar. No era del todo una mentira despiadada, los llevaba a la iluminación, pero aquella que estaba tan cerca de la luna. El mercado de debajo de la montaña Nipanora, una leyenda para algunos, una realidad para aquellos que se dejaban llevar por aquél hombre esbelto que cubría su rostro y cuerpo con ropajes largos. Algunos iban voluntariamente, los que no, porque el sonido de aquella voz aterciopelada seducía sus almas como si de un afrodisíaco se trataba. Una vez dentro, no tenían escapatoria, quien entraba a aquél mercado sin ningún tipo de conocimiento estaba condenado, ¿por qué le llamaban Acario? ¿Acaso el puro ángel que habían conocido no lo era tanto? Vacío. Un ángel vacío. Como las esperanzas que se les eran prometidas a las almas en desgracia que le seguían sin dudar ni un momento de su persona. Bienvenidos al mercado de Moonshine.

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Quién diría que de un rostro bonito, se terminara siendo entretenimiento para delfines y alimento para semi humanoides mitad pez. Y lo que empezó siendo un coqueteo con dobles intenciones terminaría siendo un homicidio en masa, todo con la simple cuestión de proteger lo "suyo".

Al menos esa era la justificación del japonés albino cada vez que volvía de caza tras haber atraído a todos los tiburones gracias a aquel olor a sangre tan intenso.

Venganza, le llamaba, quizá placer, quizá simple supervivencia. lo único que no sentía era pena o compasión por cada una de esas víctimas, por esos asesinos que decían disturbar el tranquilo océano con la excusa de la supervivencia. La misma que elle misme ponía por delante, maquillando el placer que le producía ver a aquellos hombres sufrir por lo que uno de ellos tuvo que haber pagado, el placer al que se sumía cada vez que devoraba cada una de sus extremidades poco a poco, el mismo que le producía observar a los delfines jugar con las cabezas de sus propias víctimas cual pelota.

Aunque todo esto tuvo que cambiar eventualmente, y lo hizo cuando nuevamente se encontró con aquél ruso que visitaba la orilla de su mar cada luna llena, cada eclipse lunar o cada superluna, parecía que era una costumbre del mismo, la que aplicó a su propia vida cuando el otro rubio dejó de ir allí, aunque seguían en contacto y le ayudó de alguna manera a adaptarse a su nueva vida terrestre.

Los desaparecimientos disminuyeron una vez esto ocurrió, aunque algunos aún tenían el placer de escuchar su hipnotizante voz y observar su cuerpo en parte pescado, un par de noches al año. Las mismas que coincidían con los incidentes que habían hecho a su persona despreciar a esas mismas personas que lo pagaban con dientes afilados y abundantes que parecían formar una espiral en la boca del tritón.

Y ahí tenemos a nuestra perla actual, tan bonito como aquellas veces en las que patrullaba la bahía, un aspecto más inofensivo, personalidad más suave y humana. O quizá es solo fachada.

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Relatos de "la perla negra".

Aquella noche en la que le arrebataron a la persona más importante para él, fue la noche en la que Mettalise juró arrancar la vida del pecho de cualquier marinero, pescador o persona que se atreviera a surcar o profanar la sagrada tranquilidad marina. Fue la misma noche en la que todo el mar se sumió a la causa de luto por el príncipe del océano, Aksel Launterius había sido asesinado por aquellos que profanaban el mar cada noche. Y la perla de la familia, como su propio nombre indicaba, "bonita perla", no iba a quedarse de brazos cruzados. Conocido por ser perfecto, sin ningún defecto, buenos modales, rostro y cabello inmaculados, se vió afectado por la muerte de su primo, casi hermano, tanto que su apodo se volvió oscuro como sus acciones, "la perla negra" atemorizaba a los marineros, su leyenda, o no tan mítica historia, era contada bajo susurros, miradas y rumores. La perla negra está acechando bajo la oscuridad de la profundidad marina.