a-sombra-dun-salgueiro

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Junto al mar sereno de la ría.

No se está mal en la playa a pesar del fresco, el Sol aún calienta lo suyo cuando se asoma entre las finas nubes que cubren el cielo. Se escuchan gaviotas riendo y gorriones cantando, y el agua está tan buena que parece no saber, o no importarle, que ya haya terminado el verano. Por otro lado, se nota el fin de la temporada cálida; nadie más ha venido hoy a la playa más que para pasear o pasar de largo. Es una escena tranquila, lo reconozco, y trasmite una sensación de paz y calma que resulta bien agradecida; pero también es solitaria. Y me pregunto si será buena idea, para mí, el resguardarme en esta soledad absoluta por mucho sosiego que traiga consigo. No me molesta la soledad normalmente, en realidad la disfruto a menudo y por voluntad propia, pero hoy no se suponía que fuese a estar solo. Había hecho planes para ir a dar un paseo con un amigo al que hace tiempo que no veo y al que aprecio profundamente. La verdad es que estaba estupidamente ilusionado por nuestra cita de hoy y, aunque me da reparo reconocerlo, no puedo negar que me decepcionó en exceso descubrir que había sido cancelada. Incluso mi antiguo compañero de piso, Carballo (quien por regla general no se fija en estas cosas o, si se fija, no lo muestra), remarcó que parecía estar de mal humor cuando me lo crucé esta mañana por la calle mientras ambos hacíamos unos recados por la villa. Y supongo que no estaba equivocado tampoco. Aunque no imagino qué en mi semblante pudo revelar mi falta de ánimo, aún ahora, rodeado de vida y frescor, resulta difícil deshacerme del peso de la melancolía que me aflige. Con todo, puestos a estar desanimado y solo, me alegro de poder estarlo junto al mar sereno de la ría, junto al verde de las algas, el tacto áspero de la arena y la voz de la brisa marina que tararea canciones de otra soledades similares a la mía. Siempre he sentido una conexión íntima con el mar, tendréis que perdonar mi melodramatismo, pero a menudo he pensado que el mar es el único que podría entender el gran remolino de emociones que se ocultan bajo la superficie de mi alma. Supongo que es por eso por lo que me decidí a venir hoy a la playa, a pesar de mi humor y del fresco. Y la verdad es que no se está nada mal.

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POEMA I - O MARCHAR DO TEMPO O tempo non para por máis que o quera, non decelera o ritmo pesado dun corazón cansado, explotado e ansioso. Temoroso do tempo e do espacio vacío, no que reina o silencio de escuras pupilas desanimadas, faltas de ganas de estar conmigo. A sóas na cama, espías da aurora ríen ou choran, malvadas estrelas para as que o tempo nin foxe nin para, nin marcha en silencio. E non se lamentan dun futuro incerto, inclemente. No manto celeste o seu horizonte é todo o firmamento.