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Tal vez bajo otro cielo
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Regina, treinta y tantos. Corazón de piedra, cuerpo de papel, alma de tinta. Las tijeras son para poner punto final.
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bajootrocielo · 10 months ago
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Same vibes
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Stress. Baby in a shoebox.
Internet Archive
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bajootrocielo · 11 months ago
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Kamala Harris holds some great vinyls
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bajootrocielo · 1 year ago
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Con mis recuerdos
encendí la hoguera,
mis dolores y placeres
¡Ya no los necesito!
Barridos los amores
con todos sus trémolos,
barridos para siempre,
Empiezo de cero.
Edith Piaf
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bajootrocielo · 4 years ago
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Lo cotidiano, de Rosario Castellanos
Para el amor no hay cielo, amor, sólo este día;
este cabello triste que se cae
cuando te estás peinando ante el espejo.
Esos túneles largos
que se atraviesan con jadeo y asfixia;
las paredes sin ojos,
el hueco que resuena
de alguna voz oculta y sin sentido.
Para el amor no hay tregua, amor. La noche
se vuelve, de pronto, respirable.
Y cuando un astro rompe sus cadenas
y lo ves zigzaguear, loco, y perderse,
no por ello la ley suelta sus garfios.
El encuentro es a oscuras. En el beso se mezcla
el sabor de las lágrimas.
Y en el abrazo ciñes
el recuerdo de aquella orfandad, de aquella muerte.
Os presento a Rosario Castellanos (1925-1974), una interesantísima escritora e intelectual mexicana, menos conocida fuera de su país de lo que se merece. Escribió y publicó mucho y muy variado: novelas, cuentos, teatro, ensayo… y poesía, sobre todo poesía. Para algunos críticos, es la principal voz de la poesía mexicana del siglo XX. Dos grandes causas recorren toda su obra: la defensa de los indígenas (vivió muchos años de su infancia y juventud entre ellos, en Chiapas) y la reivindicación de la igualdad de las mujeres en una sociedad, la de su tiempo, que relegaba a ambos colectivos.
Promotora y gestora cultural, profesora de filosofía y de literatura en universidades mexicanas y estadounidenses, diplomática… Algunos aspectos de su vida y de su pensamiento recuerdan los de otra de las grandes de su tiempo, la chilena Gabriela Mistral.
Castellanos murió de forma trágica, con solo 49 años, en Tel Aviv, donde llevaba tres años destinada como embajadora de su país. Fue, según la versión oficial, un accidente doméstico: electrocutada por una lámpara, cuando salía de bañarse para atender una llamada telefónica. Una versión oficiosa especuló con que podía haber sido víctima de un asesinato, instigado por los sectores sociales a los que incomodaban sus escritos feministas y en defensa de los pueblos indígenas.
Un aire melancólico, tristísimo, recorre buena parte de su poesía. Mucha de ella es de amor y de desamor. Como este poema de versos blancos, sin rima, que os traigo hoy, fresco como si estuviera recién escrito, triste como un atardecer, con esos dos versos finales que rematan en la palabra muerte. La muerte, como si presintiera la suya, es otro de sus motivos poéticos. Comienza así otro de sus más conocidos poemas, el paradójicamente titulado Amanecer: «¿Qué se hace a la hora de morir? ¿Se vuelve la cara a la pared? / ¿Se agarra por los hombros al que está cerca y oye? / ¿Se echa uno a correr, como el que tiene / las ropas incendiadas, para alcanzar el fin?»…
Lo cotidiano, el poema hoy seleccionado, yo lo siento así:
youtube
Fuente: https://www.archiletras.com/poemassentidos/lo-cotidiano-de-rosario-castellanos/
Nota: No pude evitar compartir el artículo completo, me ha parecido una semblanza tan maravillosa como breve, como deberían ser todas las semblanzas.
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bajootrocielo · 5 years ago
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bajootrocielo · 5 years ago
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Diálogos con los hombres más honrados
"Tal vez, bajo otro cielo, la vida nos sonría."
Hombre ingenuo. Porfirio con cara de caballo,
¿no alcanzas a saber
que la vida no tiene ni aquí ni antes
ni después ni sonrisa?
"Es tan corto el amor y es tan largo el olvido."
Ay, Neruda, Neruda.
¿Con qué vara mediste lo continuo?
Qué espesor de cabello te sirvió de frontera?
Porque un río cambia el nombre
según el territorio que atraviesa
pero es siempre agua
—en la aridez y en el verdor—, impulso
hacia adelante, fuga, estruendo, vórtice
remanso, pero siempre agua, agua
y, por fin, el encuentro con el mar.
Un milagro: "Alcanzar
no lo que habías pedido
sino lo que te dan".
Porque hay entre el tiempo
de pedir y el de dar
un tiempo verdadero:
el de cambiar.
"Me quiero despedir de tanta pena"
igual que tú, Miguel, pero soy mexicana
y en mi país tenemos ritos, costumbres, modos.
Si la pena me dice que se va, me desvivo
por ser hospitalaria.
¿Se le ofrece un café? ¿Una copita?
Que se quede otro rato.
Aún no es tarde y afuera hace mal tiempo
y hay tanto de qué hablar todavía. Hablaremos.
Alguna vez se va a poner de pie,
a pesar de mis súplicas,
y llegamos juntas a la puerta
y la abriremos y, a los cuatro vientos,
como aquí suele hacerse, seguiremos charlando.
Y temo que mi adiós —si es que hay adiós—
se confunda con una bienvenida:
la que preparo ya para la muerte.
"Cómo era, Dios mío, cómo era?"
¿Cómo era quién, don Juan Ramón? ¿O qué?
"Aré en el mar."
Simón, ¿hay otra parte
en que es posible o necesario arar?
"Ayer naciste y morirás mañana."
¡Dios mío! ¿Y mientras tanto?
"Reconocer que el otro existe, ya es amar."
Santa y sabia Simona ¿qué sería
reconocer primero y después aceptar?
El libro de los muertos dice del que se salva
que no causó temor nunca y a nadie.
Y el portador del Libro, en su viaje, no encuentra
a ningún dios, a ningún héroe, a un genio
ni a ningún animal, ni siquiera a una planta.
Encuentra sólo soledad y tiembla
de miedo y con su miedo se empavorece el mundo
recuperando así su ingrediente esencial.
"Soy un harem y un hospital
colgados juntos de un ensueño."
—que fue la de sentirte desollado—
Ramón, por tu virtud única de poeta
machihembraste en un verso nuestra raza,
nuestra historia y los días que vivimos:
como se mece el péndulo
pródigo de sí el macho y la hembra vergonzante de su sexo.
Meciéndose los dos
entre el placer culpable y la culpa sin placer,
extremos ambos, polos de un ámbito vacío
al que, cuando soñamos, le decimos amor
mas si admite su nombre verdadero
se llama soledad.
Rosario Castellanos
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Regina
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