Tumgik
corriendoconloslobos · 10 months
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Solsticio.
A letter to my younger self.
Respira. Eso también pasará. Aguanta solo un poco más.
Será difícil, muy difícil, pero lo haces bien, eres muy resiliente y muy valiente y puedes con todo lo que te ha tocado vivir.
Nada de eso que estás viviendo es real; los que dicen ser tus amigos no lo son, los que dicen querer ayudarte, no lo harán, los que dicen estar para tí, no lo estarán.
Al final te darás cuenta que siempre fuiste solamente tú y eso tiene el suficiente poder.
Tu nueva vida supondrá pérdidas; 
supondrá perder tu comodidad.
supondrá perder tus amigos y tus relaciones.
supondrá perder cariño, entendimiento y credibilidad.
supondrá perder guía y dirección.
Pero no te angusties, no te desesperes. 
valdrá tanto la pena que agradecerás haberlas sufrido.
En lugar de estar cómoda, serás libre.
En lugar de tener amigos, tendrás compañeros verdaderos de vida.
En lugar de entendimiento, tendrás apoyo y confianza porque encontrarás un equipo.
En lugar de tener dirección, encontrarás foco y serás tú quien guíe ese camino porque al fin serás vista.
Amarás tanto esa persona nueva que has construido, que ni recordarás esa que fuiste.
Suelta y ábrete a recibir, ese es el mayor acto de amor que puedes hacer por ti misma, además, no te imaginas lo que te espera.
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Mad Women
Como publicista me avergüenza un poco no haber empezado esta serie antes, y en realidad no sé por qué no me llamaba tanto la atención, creo que es porque en el fondo no me emocionaba para nada ver a un montón de hombres publicistas hacer publicidad… ¿Dónde he visto eso?
Apenas me vi el primer episodio, así que solo juzgaré basada en eso que seguramente es poco, por lo que la serie cuenta con 7 temporadas, pero es suficiente para hablar de lo que quiero hablar aquí.
Yo sé que la serie piensa que lo exagera porque transcurre en la época 50’s / 60’s y sería un hit si en realidad lo hiciera y cuando pasen las escenas donde las mujeres se maltratan, pensáramos: “wow, qué diferente eran los tiempos pasados, qué feo nos trataban, menos mal eso ahora ya no pasa” -silencio incómodo- 
Empecemos por el principio: Peggy llega a su primer día de trabajo y entra al ascensor. Vaya bienvenida encontrarse en un pequeño espacio con un grupo de hombres que, oh sorpresa, empieza a incomodarla hablando en metáforas que claramente son sobre ella -recordemos que los varones hacen esto por pura y simple muestra de poder, nunca es en sí porque una mujer sea bonita, lo hacen porque pueden, porque saben que tienen control y poder, y claro, lo disfrutan-  Al final de la escena, entre ellos se dicen “deben saber desde ya, qué clase de tipo eres” y pues sí, sé de hecho que hay varones que saben que son una absoluta porquería y se enorgullecen de ello. Me lo han dicho, no se alteren.
Ni hablar de la conversación real y seria acerca del trabajo que ella tuvo con su jefa Joan; si no muestra, no vende y esa es la única forma de asegurar su trabajo, y pues, lamentablemente, aún se siguen contratando chicas por su belleza sin importar su talento, igual, para eso están los varones.
Sigamos con que señalar a carta abierta a hombres por su comportamiento machista, supone pérdidas, enfrentamientos y señalamientos. La serie se empeña en insistir que en los 60 la situación era peor, pero cuando el DC va a conocer a su nuevo cliente que resulta ser una mujer, terminan discutiendo porque ella no se deja amedrentar, simplemente porque él es un varón. Al final, ella termina teniendo razón y él decide irse diciendo “no voy a permitir que una mujer me hable así”. Debo aceptar que esas palabras exactas nunca las he escuchado, pero sí que me he ganado enemigos y enfrentamientos por mi forma de ser que es precisamente así.
La mayor tristeza de todo esto es volverse blanco de burlas o malos comentarios, ser cuestionadas e incluso anuladas, ¿les ha pasado que se roben sus ideas? Después de darla y exponerla, los varones suelen no decir nada al respecto, pero después exponen exactamente la misma idea sin temor alguno. ¿Qué se hace ahí?, ya estoy cansada de enojarme.
En el capítulo ya no pasa mayor cosa que valga la pena discutir aquí o que ya no sospechemos que vayan a pasar, pero ya a ese punto ni siquiera tenía ganas de seguir viendo, entonces este tema, hoy, termina aquí.
Así que mis queridas hermanas publicistas, mi 8M está dedicado a ustedes, mujeres que alzan la voz, que ocupan espacio, que cuentan ideas, que dicen “no me interrumpas”, que insisten, que lideran, que buscan estar y pertenecer, que aman lo que hacen, que están en puestos altos y saben que se los merecen, que exigen justicia, que no “aguantan” escenas y comentarios de sus compañeros varones, pero sobre todo, que existen con orgullo.
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#8M
Lo primero es que este día no se celebra, así que no felicites a nadie. Feliz día será cuando tengamos los mismos derechos (civiles, morales y laborales) y la misma libertad. No entregues tarjetas, ni chocolates, ni flores, mucho menos esas imágenes que dicen que “la mujer es el tesoro más grande de la humanidad” eso solo perpetúa algo que la escritora feminista Catalina Ruiz [@catalinapordios] llama sexismo benevolente y se refiere a cuando nos dicen (los varones) que somos dignas de adoración, seres supremos y que, por eso, los hombres están aquí para protegernos. Esto suena bien, pero no lo es.
Esto implica que nuestro valor como personas está en nuestro cuerpo y que si no alcanzamos ese ideal, somos malas mujeres. También que los hombres tienen poder sobre nosotras y por eso deben ser los héroes y protegernos, salvarnos. Chimba, ¿no?
Eso también perpetúa miles de insights machistas y misóginos que la sociedad tiene muy interiorizados y que muchos y muchas (en femenino porque a veces son las mujeres las que más lo hacen) me cuestionan y lo usan en mi contra, pero bueno, eso solo prueba mi punto.
¿Insigths como cuáles? Bueno, pues, como por ejemplo; que se creen dueños de mi cuerpo, que pueden tocarme cuando quieran, que basta la ropa que yo tenga puesta para llamarme como un perro o con el nombre que se les ocurra. No olvidemos, que para ellos el consentimiento no existe, o sea, decir no es un sí, no decir nada es un sí, no estar consciente para decir algo es un sí.
Eso hablando de lo físico, pero también se sienten dueños de lo que pensamos y expresamos; aquí entra el querido mansplaining que es cuando un varón le explica de manera condescendiente y paternal algo [lo que sea, normalmente es algo que ella ya sabe y conoce]. ¿Llevas la cuenta de cuántas veces has sido víctima o victimario de esto?
Antes de seguir contextualicemos un poco; todo inició este mismo día de 1857 cuando las neoyorkinas llamadas garment workers, salieron a marchar por derechos y condiciones laborales más justas. Fue una de las manifestaciones por derechos femeninos más grandes de la historia, sin contar que fue la primera. No duro mucho, pues la policía las detuvo. Esto inició el #8M como tal. Las manifestaciones, las protestas y las alzas de voz. Pero en sí, el feminismo lleva más tiempo atrás.
Olympe de Gouges, en 1791 escribió la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana como reacción a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano que sólo reconocía la condición de ciudadanía a los hombres y dejaba a las mujeres por fuera. Empieza con una frase divina: “Hombre,  ¿eres capaz de ser justo? Una mujer te hace esta pregunta." Eso fue hace 231 años y aún seguimos luchando por lo mismo ¿no es triste?
X - Nadie debe ser molestado por sus opiniones incluso fundamentales; si la mujer tiene el derecho de subir al cadalso, debe tener también igualmente el de subir a la Tribuna con tal que sus manifestaciones no alteren el orden público establecido por la Ley.
XI - La libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones es uno de los derechos más preciosos de la mujer, puesto que esta libertad asegura la legitimidad de los padres con relación a los hijos. Toda ciudadana puede, pues, decir libremente, soy madre de un hijo que os pertenece, sin que un prejuicio bárbaro la fuerce a disimular la verdad; con la salvedad de responder por el abuso de esta libertad en los casos determinados por la Ley.
En un momento en el que está de moda que algunas mujeres afirmen que no necesitan feminismo, parece urgente recordar cómo es tan actual como esencial. El peligro asecha, está escondido en cada esquina, listo para saltar y recordarnos que ninguna libertad se fija, ni se adquiere para siempre.
Por eso este 8 de marzo quisiera dedicárselo a los varones.
En lugar de decir feliz día de la mujer, denuncia a tu amigo acosador.
En lugar de dar rosas a las mujeres a tu alrededor, no te rías de chistes machistas
En lugar de regalar chocolates y tarjetas, entiende que no, es no. NO INSISTAS.
En lugar de hacer poemas, no enaltezcas comportamientos machistas de los varones que conoces.
Este 8 de marzo cambiemos comportamientos y rompamos paradigmas.
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Eres humana, no lo olvides.
Cuando empecé a percatarme de mi salud mental, empecé a percibir el mundo de manera diferente. Entre más me sumergía en el tema, más me daba cuenta de lo intoxicada que estaba. Cambié mis hábitos, dejé de seguir en redes cuentas que me hacían sentir mal y las cambié por cuentas que alimentaban mi positivismo. Corté de raíz personas que me maltrataban y me quedé con quienes hacen vibrar alto mi campo energético (me quedé como con 2 no más). Cambié mi alimentación, mi estilo de vida, mi ambiente, la ciudad (de los puntos más importantes) y a quienes equivocadamente llamaba amigos.
El cambio fue inminente y sorprendente, y cada vez me era más fácil hablarme con amor y poner límites a las personas a mi alrededor, así de fácil las personas empezaron a marcarme. Ponerle límites a las personas equivocadas que tienes al rededor, provoca ardor en sus almas y no dudan en hacértelo saber. Por ejemplo por mi parte, en el gremio en el que me desenvuelvo hay dos términos increíblemente tóxicos que hacen muchísimo daño -a mi parecer- y que deberían desaparecer y son: máquina y blandito. El primero hace alusión a lo bueno que puedas llegar a ser en el menor tiempo posible y que tanto aguante tengas en el ambiente más tóxico que se pueda lograr y el segundo te lo ganas cuando quieres tener un poco de sensatez y pides ser tratado como el ser humano que eres. Personalmente he sido atacada con ambos términos y me han hecho un daño muy profundo, si bien he aprendido -por mi cuenta- la mayoría de cosas que hoy profesionalmente sé, también me he ganado serios problemas mentales y emocionales.
Cuando intenté poner límites y pedí ser tratada con respeto y consideración, no solo fui señalada de blandita, llorona y conflictiva, sino que fui cuestionada en mi talento y en mis capacidades. Me hicieron Gaslighting -que si no saben es una técnica de abuso emocional y psicológico que usan las personas para hacer dudar a otra de lo que siente, ve o recuerda. Te hace dudar de tu propia percepción de la realidad- y por último me compararon con los demás. Por mucho tiempo, debo admitir, ese último punto me dolió hasta núcleo y me forcé a hacer y a aprender muchas cosas para intentar sobresalir. Es cierto que me formé gracias a eso, pero, ¿en realidad es necesario formar a otras personas a punta de abuso emocional?
Ahora que Simone Biles renunció en los Juegos Olímpicos por salud mental, me doy cuenta que no necesito demostrarle a nadie quién realmente soy y que proteger mi mente y mi cuerpo es mucho más importante que lo que piensen los demás. Que soy mucho más que mis resultados y que mi talento habla por sí solo.
Investigué un poco más sobre lo que la llevó a tomar la decisión y un titular decía “demonios en su cabeza” y pues, sentí una empatía enorme. Básicamente Simone se siente presionada diariamente por todo el mundo, siente que cumplir esas expectativas la llevan a ignorar las súplicas de su cuerpo por ir despacio al punto en el que ya no se siente segura de sí misma. Según ella ya no sabe cómo hace lo que hace y cuando comete un mínimo error, la culpa se la come viva.
No me voy a comparar con un símbolo de la excelencia como lo es ella, pero es que estás contando mi historia también. Gracias por abrirme los ojos y gracias por decirle al mundo que la salud mental no es señal de debilidad y que renunciar no te hace blanda, al contrario, te hace fuerte.
Desbloquear esos miedos a supuesto para mí un crecimiento personal increíble, me ha supuesto amor propio -algo que nunca había sentido si soy sincera- ha supuesto darme mi lugar y también ha supuesto más enemigos, pero bueno, eso no es nuevo.
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Fea ninguna.
Fea es el insulto favorito de los hombres después de loca. Sí, si, también es el de muchas mujeres pero por esa misma misoginia tan interiorizada que tenemos.
Llevo dos entradas en mi blog y ya recibí mi primera amenaza y mi primer insulto (por ser feminista porque por otra cosas ya lo he sido varias veces) y el “insulto” fue literalmente que me parecía a Helga Pataki de Hey Arnold!. tuve que investigar porque francamente Nickelodeon no fue lo mío creciendo y pues, si me ví un episodio de Hey Arnold! Completo, fue mucho. La mujer en cuestión es el antítesis típico de la buena mujer; es obstinada, ruda, agresiva, para nada femenina, independiente y frentera, características comúnmente usadas para despreciar a las mujeres y decirles que con eso asustan hombres. No la pintan muy bonita a la muñequita, pero viendo a Arnold, el protagonista de la serie, el supuesto galán… ¿de verdad la serie fue hecha para mostrar muñequitos bonitos?. Helga tiene una sola ceja y, por Dios, el vello si es algo que ha escandalizado a la raza humana por los siglos de los siglos pero solo si es visto en una mujer, incluso hay una súper modelo griega llamada Sophia Hadjipanteli que tiene una uni-ceja pobladísima y también ha recibido insultos y amenazas de muerte, o sea, ¡súper modelo y todo! Así que no creo que Helga sea fea por eso.
Entonces, ¿por qué es fea Helga? ¿Porque no es femenina? ¿Porque tiene carácter fuerte? ¿Porque le vale madres hablar de hombres con sus compañeras? No sabré nunca, pero algo si es claro; si no te pones flores, tacones, diademas, hablas suave y sonríes, automáticamente eres fea o una amenaza.
Como leí sobre Helga para poder saber bien si estaba siendo insultada o no, me dí cuenta que sí soy muy parecida a ella en cuestión de personalidad y gustos. Ya mencioné antes sus características más notorias, pero además le gusta la cultura, el arte, la poesía, es sensible e inteligente y después de Arnold, es protagonista de la historia. Varios capítulos hay a su nombre.
Su rol entre sus pares masculinos es siempre de la rechazada o la parcera, nunca como una mujer. Los hombres a mí  tampoco me veían como una mujer, me veían como uno más de ellos, se comportaban de esa manera conmigo y yo me llegué a sentir ofendida. Cuando yo hablaba al respecto, me decían que qué esperaba si yo me portaba de la misma manera con ellos, que era obvio que no iban a respetarme si yo no me hacía respetar…. ¿Hacerme respetar es qué? ¿No jugar videojuegos con ellos?, ¿a las escondidas? O montar bicicleta? Hacerme respetar era jugar muñecas con las niñas o adolescente, ¿sentarme a hablar de hombres con ellas?. A mí eso no me gustaba, yo prefería los videojuegos, montar bicicleta o a las escondidas, los carritos a control remoto o corretearnos mutuamente, pero según la sociedad, eso le da pie a los machos para comportarse como se les de la gana, o bueno, como la sociedad les permite ser.
Para terminar la entrada, no diré “nadie es feo, la belleza está por dentro” que aunque es real, es un poco cliché, sino que quisiera decir que dejemos de usar este adjetivo como un arma de ataque entre y con nosotras. Decir que alguna es fea no solo no es un juicio válido, sino que demerita cualquier opinión, argumento o comentario que una quiera tener, además de que por supuesto la mayoría de las veces nada tiene que ver.
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Calladita te ves más bonita.
Empezaré con una historia que hace muy poco me sucedió: en mis redes sociales publiqué un Reel (feminista, por supuesto) acompañado de una historia REAL, que no me sucedió a mí directamente, pero que sí presencié.
Se convirtió en una gran bola de fuego que resultó en alguien que me comentó que me estaba radicalizando mucho, que así la gente me iba a empezar a llamar neonazi y que de hecho, ya lo hacían. Eso me llevó a conversaciones pasadas en las que me advertían que dejara de usar mis propias redes para propagar mi fuerte pensamiento, que algunas personas estaban empezando a usar eso en mi contra o que me estaba ganando enemigos, así que dos cosas: la primera es que yo nací con haters, estoy muy acostumbrada a lidiar con que la gente no me quiera y desprecie lo que haga, eso ya no puede conmigo y menos cuando estoy en el nivel emocional y espiritual en el que estoy. Y la segunda es que ¿mis propias redes juegan en mi contra?, ahora yo tampoco soy dueña de ellas como no lo soy de mi cuerpo, ni de mis pensamientos, ¿algo más que quieran imponerme, prohibirme o machoexplicarme?  De verdad ustedes necesitan calmarse, no todo tiene que ver con ustedes, no sean narcisistas. El feminismo tiene que ver con nosotras y con la igualdad que estamos buscando que resulta ser medida bajo sus términos en un mundo donde ustedes tienen el poder. Entonces dirigirnos al patriarcado cuando nos sentimos violentadas por él, no es un ataque, es una defensa.
Como mujeres, enfrentar este mundo masculino es más bien difícil. A veces me pregunto si fue más difícil en el pasado cuando no teníamos derecho a nada, o ahora que los varones saben que tienen la misoginia incrustada en lo más profundo de su psiquis, pero que la han combatido (ellos mismos, por supuesto) y que porque salimos a trabajar en los mismos espacios que ellos, creen que el sexismo ha desaparecido y que por lo tanto, perdemos el tiempo.
La verdad es que no, no ha desaparecido ni está ni cerca y mucho menos perdemos el tiempo, como dirían en la ciudad donde crecí: “oigan a este”. 
Durante toda mi vida me vi en medio de comentarios acerca de como debo ser como mujer: pero no cualquier mujer, una buena. Algunos fueron tan absurdos como: “no te sientes así, tus profesores son hombres”, “sonríe que si no te ves fea”, “no te vistas así, se más femenina”, “no te cortes el pelo, es lo más lindo de una mujer” y otros fueron más dementes como “no hables tan duro”, “no hables de eso”, “no reproches”. Estos comentarios además de ser agotadores, eran ilógicos; o sea, solo por ser mujer no podía hacerlo, no es un argumento muy contundente para el género que ama las discusiones basadas en la razón demostrativa. Los últimos que enuncio me dolieron más porque me obligaron a apagar mi voz. En ese momento no lo supe, pero me molestaba mucho y eventualmente fui desapareciendo la delgada línea entre comunicar mis pensamientos e imponerlos. Me sentía insegura y molesta todo el tiempo, además de impotente por no poder hablar no solo porque no sabía como hacerlo, sino porque además era indirectamente ignorada. Incluso ahora que soy más asertiva, que me conozco y me reconozco, que sé lo que quiero y lo que soy y sé como comunicarlo, sigo siendo ignorada; ¿Qué hace una mujer reprochando, hablando, pensando? Es emocional, peligrosa y obstinada no merece nuestra atención.
Así me sigue pasando muchos años después, adulta, lo evidencio cuando intento hablar con mi abuelo por ejemplo de política; nunca me responde una sola pregunta más que con una mueca y un levantar de hombros. En cambio a mi primo, solo le basta con sentarse a su lado y preguntarle la noticia del día para sacarle conversaciones de una hora y hasta más.  Lo evidencio cuando las mujeres de mi familia se restringen a la cocina, tienen conversaciones allí y atraen otras mujeres externas que llegan nuevas al mismo, dónde se la pasan desde el principio hasta el final de la velada. Los hombres comiendo y disfrutando, las mujeres lavando y cocinando. No tiene, ni ha tenido sentido para mí nunca, tampoco lo tendrá.
Por último, no esperen silencio de mi parte. Mis ancestras no me consiguieron el derecho al voto, al trabajo, a leer, a asistir a la escuela, a tener doctorados, maestrías o un simple diploma de bachiller, a poder sentarme en una mesa con mis pares masculinos y compartir puntos de vista, a mirar a la cara a un hombre, a decidir sobre mi cuerpo y mi futuro, entre otros, quedándose calladas.
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Complejo Lisa Simpson
Sonará pretencioso pero siempre me identifiqué mucho con la hija del medio de Los Simpson. Desde que empecé a ver la serie como a los 14 años, esa pequeña niña llamó mi atención al tener mis mismas ambiciones y mis mismas falencias. No solamente siempre se sintió desencajada, sola, rechazada, ignorada, burlada y juzgada, sino que siempre anduvo en busca de un amigo con el cual compartir sus singulares ambiciones y por supuesto que no la diera por sentado, que diera tanto por ella como ella por él.
A Lisa le gusta el arte y la música, si les cuento un secreto, me hubiera encantado practicar esta última de forma profesional y saber tocar por lo menos un instrumento perfectamente. Me parece algo digno de tal admiración. Es hermoso. Además es una buena forma de canalizar el sufrimiento; eso también Lisa me lo enseñó, es normal estar triste o enojada, tienes que poder sentirlo y la música es la mejor forma de hacerlo.
Pero el punto focal de mi conexión fuerte con Lisa Marie, es que ella es Feminista. Su batalla es constante contra un sistema fundamentado en la misoginia y trata de hallar su lugar en una sociedad que gira al rededor del mismo. Lucha por sus convicciones y no tiene miedo de hablar, otra cosa más con la que mi querida Lisa y yo somos idénticas. Aunque todas las veces sea minimizada, forzada a callar y cuestionada, ella se paraba firme sin titubear. Es una lectora implacable y aunque en eso Lisa me lleva la delantera, ella me despertó el amor por los libros, el aprendizaje, el conocimiento. Leyendo tienes forma de argumentar, de conocer. El conocimiento es poder y como ella, quería pararme con poder frente a un mundo injusto y enfrentarlo. Sin temor.
Ella no fue la primera feminista que conocí, pero sí la primera que entendí y que me hizo cuestionar mi mundo a mi alrededor. En un capítulo de la temporada 5 que se llama “Lisa vs Stacy Malibú”, La muñeca favorita de Lisa tiene una nueva versión que dice frases sexistas, por lo cual la niña se indigna y protesta llegando a sacar una nueva muñeca con frases inspiradoras. Ese fue uno de los primeros capítulos de Los Simpson que ví o bueno, el primero que me marcó porque recuerdo sentirme tan enojada como Lisa por las frases de la muñeca. No se me olvida la siguiente: “No me preguntes, solo soy una chica” Ah, ¿es que somos tontas? Fue lo que pensé. Tenía 10 años. Mi admiración por Lisa reside también, en que las chicas líderes de las series infantiles (a excepción de Bellota) eran dulces y frágiles, buenas con todo el mundo, aceptaban simplemente todo lo que las rodeaba y siempre tenían una sonrisa, no eran como la quejona de Lisa y si que estoy familiarizada con aquel adjetivo. Sin embargo, Lisa se quejaba por cosas importantes y me enseñó que podía luchar por mis ideales, con mi voz.
Por último pero no menos importante, volvamos al tema de la amistad que es otro espejo de mi vida. Cuando Lisa encuentra a alguien con el cual tiene cosas en común y puede compartir momentos de felicidad, lo da todo. Pone su alma y corazón en cultivar esa amistad y en hacer que esa persona se sienta bien estando con ella, pero, como ya sabemos, las historias amistosas en la vida de Lisa terminan mal; si no es traicionada, es dejada ahí solo siendo, casi desechada. Y pues sí. 
Pero no voy a hacer esto del todo malo, en el episodio 9 de la temporada 20, Lisa conoce a Juliet y se hacen muy buenas amigas. Un día Juliet le pregunta a Lisa si quiere ser su mejor amiga y pues muy emocionada, Lisa acepta ¿no es eso lo que siempre quiso en la vida? “Tengo una mejor amiga” dice casi sin creérselo y hasta yo podía sentir su emoción viéndola desde el televisor en la soledad de mi habitación en Medellín. No sé como termina el capítulo, no me acuerdo ni me quiero acordar, porque puedo decir que estoy pasando por mi season 20- episode 9 y quiero que se quede así. Mi Juliet hace de mis días más hermosos y radiantes. Espero que todos encuentren a su Juliet y nunca la dejen ir. Mi Juliet, si lees esto solo me sobra gratitud hacia a ti, siempre serás especial.
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