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Si había algo que un asistente recién contratado no quería oír después de trepar todos aquellos muros, era que una jefa loca le esperaba al otro lado.

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Nella Rogers estaba acostumbrada a que todo tipo de olores no deseados reptaran hasta su cubículo; y normalmente eran horribles.

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Mi pequeña oportunidad de alivio solo llegaría luego de que el tren comenzara a moverse, cuando por fin pudiera cerrar los ojos y ponerme cómoda en la creciente distancia entre Nueva York y yo.

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I hate when I remember things I wanna forget.

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“Do you think it’s possible that some people are born to give more love than they will ever get back in return?”

— Tyler Knott Gregson

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You can delete chats, not memories

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Lunes, 21 de agosto de 2023

Querido Diario: Si mis matemáticas no me fallan, han pasado 21 días, con 13 horas y 38 minutos desde que me enamoré de mi primo. ¿Acaso me gané un tiquete directo al infierno por esto? Espero que no sea ni el primero ni el último que siente mariposas en el estómago cuando su primo publica una foto casi perfecta (no, casi no... totalmente perfecta) en Facebook o en Instagram o en cualquier red social que le venga en gana. Dios, quiero… Quiero, no… ¡Necesito sus labios sobre los míos ya!

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Las hienas de Arroyo Durazno

La mirada del hombre estaba pegada a las montañas que se elevaban a lo lejos. Las avistaba a través de la ventana que se hallaba justo arriba de la calle atiborrada de cadáveres que ya habían empezado a descomponerse, cadáveres que aún estaban… jugosos. Había mucha calma, y, por alguna razón, eso le preocupaba. La calma era señal de que algo se avecinaba, y así lo predecía su esposo en la nota que le había dejado encima del mostrador de la cocina, escrita con su puño y letra. Tembloroso, volvió a leerla.

Reúne tantos víveres como puedas antes de que el cielo se empiece a nublar. Cuando esto ocurra, entonces vendrán por nosotros.

No tenía noticias de su esposo desde que había partido al despuntar el alba, y temía que algo le hubiera pasado. Y su temor se hizo más grande cuando notó que, poco a poco, la tarde amarilla empezaba a tornarse tenue y creyó haber escuchado un trueno. «Los perros peludos, cochinos y carroñeros.» Arroyo Durazno, una pequeña ciudad suburbana ubicada a las afueras de Buenos Aires, era ahora el escenario de una de las pandemias más desastrosas que había azotado al país, en donde los perros –caseros y callejeros– no solo estaban poseídos por la rabia, sino que también se daban a la tarea de desollar y despedazar, con sus dientes, los cuerpos de las personas luego de atacarlas. Perros carroñeros que, por alguna razón, decidían atacar cuando la lluvia empezaba a caer del cielo. El hombre bajó la mirada y, con el vómito en la garganta, contempló horrorizado la putrefacción en vivo y en directo. Ya nada importaba. Los algodones grises cubrieron la pequeña Arroyo Durazno en cuestión de minutos, mientras que al otro lado de la calle se acercaban en manada, y hambrientas, las hienas carroñeras.

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Lluviosa, pero peligrosa

Las calles de Bogotá son hermosas, y a la vez lúgubres. Miro hacia arriba y todo está tan gris. La lluvia (o más bien una inofensiva llovizna) empieza a caer antes de que pasen la telenovela de las ocho, y es hora de un pandebono con una tacita de café. El paraguas de Mickey Mouse frena las delgadas gotas de agua, aunque la lluvia nunca le hace daño a nadie, y el olor a pan recién horneado colado en mis fosas nasales hace que me olvide de todo por un segundo, pero ¿soy yo o ese hombre me está siguiendo?

Habitantes de Bogotá, ¿qué opinan? ¿Se sienten identificados?

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Las rosas son rojas, el cielo es azul, el azúcar es dulce, pero Carrie White come mierda.

- Un(a) estudiante de Chamberlain Junior High School

👆🏻 He aquí una pequeña cita de "Carrie", el primer libro de Stephen King que leí (leo actualmente).

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Oh, por Dios... ¡Me gusta mi primo!

Jacobo: Oye, Fran... Francisco: Cuéntamelo todo, Jaco. Jacobo: ¿De casualidad tienes un mapa? Francisco: ¿Un mapa? ¿Para qué? Jacobo: Para no perderme en tu mirada.

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Una habitación sin libros es como un cuerpo sin alma.

- Marco Tulio Cicerón