Tumgik
#Cupido realmente se arrepiente de no haberles apuntado al pecho
vlp-wrtng-prctcs · 7 months
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Cupido no necesita flechas ⤖
No era un secreto para nadie, las flechas de Cupido jamás lograron afectarlo, incluso desde su tierna infancia, las puntas de las tan ansiadas y temidas flechas pudieron perforar su piel. Así que incluso si la entidad encargada del amor hiciera presencia física ante su persona, tratando de cazarlo para hacer que su corazón lata frenéticamente por alguien, fracasaría; porque él es un invicto en el desamor, solo crea ilusiones y provoca pulsaciones que se empobrecen cuando se percatan que él no es uno de los seguidores de esa bestia infernal con alas.
Pero le ha dado bastante trabajo, al nivel de que debería ser un querubín destacado, ¿quién más podría ahorrarle tanto material? No existía algún otro talento innato que pudiese lograr lo que sus encantos consiguen en un par de movimientos.
Claro, existían excepciones, pero al ser un simple mortal, rivalizaba bastante bien con aquel que se hace llamar dios del amor, el cual, para esas alturas, era un mero charlatán.
Tantos finales felices prometidos y necesitarían más de mil manos para siquiera contar todos los fracasos que se le podrían adjudicar a la figura idealizada. A ese punto, solo alguien tan imbécil, con una extrema escasez de materia gris podría seguir creyendo las falacias de ese estafador emocional.
Alguien como Tulio, por ejemplo.
No era un misterio que su amigo vivía enamorado del amor, un fanático hasta los huesos de una fantasía romántica que lo haría vomitar. Especialmente cuanto tenía la habilidad de hablar tan apasionadamente de los clichés que, como su mejor amigo, debía pisotear sin consideración para anclarlo a la realidad.
Era un hombre ególatra, mimado, vanidoso, ignorante, petulante e insoportable a niveles catastróficos.
 Ninguna persona podría tolerarlo.
De hecho, ni siquiera su persona lo hacía.
Pero la afirmación siempre había conseguido un efecto contrario en la que Tulio solo se reía, como nunca reía frente a las cámaras, para finalizar tocando su hombro o su brazo, sonriéndole con ese ocaso que se robaba las estrellas de la noche, para acabar musitando en los más dulces tonos “espero encontrar a alguien como tú”.
Lo que siempre le llevaba a pensar si alguien como su persona se merecía tal brillo cegador, porque definitivamente, ni siquiera el mismo se lo merecía.
Era demasiada luz para alguien que no desea ver ni siquiera la forma de su sombra.
Razón por la que acaba golpeando su brazo, más fuerte de lo normal, advirtiéndole que deje de decir estupideces.
Pero nunca deja de decirlo.
Y nunca deja de perforarle el pecho.
Pero Tulio tampoco en su vida ha sido tocado por una flecha de Cupido, pese quizás merecerlo; y sí bien, su amigo no lo ve como un trofeo, un distintivo, no puede sentir empatía por su desgracia.
De hecho, siente un enorme alivio en el pecho cuando su atención, en un chasquido, desaparece de la figura que se presenta como la persona escogida por Cupido.
¿Miserable? Quizás, pero ha sido un combustible para seguir viviendo.
Así que solo palmea su espalda, a veces demasiado fuerte, apenas como un toque, declarando que son almas ambulantes en ese mundo; las primeras veces, recalcaba la palabra “solitarias”, con el tiempo, se fue desvaneciendo, tanto que cuando Tulio los hizo sonar como almas errantes que se sostienen entre sí, entre la libertad y la prisión en la que cada uno decide estar, no lo desmiente.
En un punto, lo cree.
Dos desgraciados, nunca alcanzados, siempre riéndose de la desgracia ajena.
Uno anhelante, el otro repelente; igualmente olvidados.
Una zona neutral, un juego en donde son un igual.
Donde el oro brilla en su mirada, y en donde su propia alma se siente liberada.
Cayendo lenta y estrepitosamente.
Cupido nunca necesitó de flechas para iniciar con la primera chispa de combustión, solo se requirió una flor, una promesa infantil, un constante ardor debajo de las entrañas para entrelazar a dos corazones hechos para encajar en el pecho contrario. Nunca había existido un trabajo tan fácil como complicado.
Eran los eternos, e inalcanzables, enamorados.
Deseosos de tocarse y temerosos de dañarse.
Quizás de lo único que debía de arrepentirse es de los años eternos desperdiciados en el mejor de sus trabajos.
Más lo único que le queda ahora es observar desde arriba, desesperado y frustrado, a las dos figuras que danzan entre sí, a dos pasos de abrirse el pecho para consumirse, y a tres pasos de extinguirse.
N/A
Gracias nuevamente a mi amigo, que me inspira para escribir estos pequeños drabbles y reflejar un poco, de lo mucho, que estoy enamorado de ellos. Espero en un futuro cercano poder hacer otra historia más larga, donde pueda reflejar algo de esa combustión lenta que los mata y me mata.
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