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El fin de una historia
Si tuviera una moneda por cada pareja que escribo, en donde uno de los involucrados intentó herir de gravedad/asesinar al otro (en algunos casos más de una vez), probablemente tendría más de dos monedas; lo que no es sorprendente considerando algunos fandoms de los que vengo (te hablo a ti Sing 2, algún día regresaré -quizás-).
Me da cierta ¿gracia? Que este se vuelva mi primer aporte al fandom de forma un poco más "oficial" (¡subiré después el otro escrito que hice como un detalle a un mutual de otra red!).
Gracias @sacachorch0vo por prácticamente leer cada cosa que hice aunque originalmente estaba hecho con las patas (?). También por el nombre que prácticamente pusimos a esta locura, me sigue pareciendo increíble.
ADVERTENCIA
Este one-shot tiene contenido "sensible" (alusión a una pareja problemática expuesta en los tags -explicado prácticamente con los comentarios anteriores-). Quizás un poco de OoC (sigo practicando) y un poco (demasiado) anatomía fantasiosa (tampoco es que ayude la animación).
Fuera de ello, no hay nada explicito, pero para gustos, colores. Si el contenido no es de tú agrado, eres formalmente invitado a no consumirlo, ¡realmente solo quiero escribir y exponer lo que hago!
⟦Capítulo único⟧
El viento cálido sacude sus plumas, esponjándolas de manera poco agraciada; pero a Dai Bo en ese momento no parece importarle, especialmente ahora que posee un instante de privacidad para pensar un poco más sobre esta vida que, si bien no fue elegida enteramente a voluntad, quizás era lo mejor que podría haberle pasado. Nunca se posicionó a merced de la fantasía del hubiera, demasiado ocupado sobreviviendo a la posibilidad del mañana, pero ahora que está en el presente, “atrapado” entre sus elecciones, se cuestiona si quizás, en la diminuta posibilidad, existe todavía la opción de cambiar las cosas. Quizás para mantener la vida común y ridículamente hogareña que tienen, lejos de los encargos de asesinatos, solo el negocio de la peluquería y la venta de la sopa de vísceras; sí, el adeudo seguiría siendo un dolor de cabeza y obligaría a Seven a buscar otras fuentes de ingreso, porque las deudas ni la vida se pagan solas, pero… podría pensar en algo. Es el cerebro entre ellos, después de todo.
Así el pasado quedaría enterrado: nadie sufriría por las mentiras como tampoco lo harían por las verdades.
Suspira; el aire salado le recuerda que no todo puede ser dulce y perfecto: el azabache nunca había seguido completamente sus planes. Eso era algo que lo obligaba a crecer, porque ni él ni Xiao Fei pueden hacerlo solos. Los necesitan tanto como su persona los ha necesitado.
La luz del sol de pronto deja de calentar su cuerpo, por lo que abre los ojos detrás de los lentes oscuros, deslizándolos abajo para enfrentar nuevamente una de las sombras que jamás se desprenderán de su vida, sin importar que sea el final de una historia.
El rey Faisán está de pie, mirándolo de una forma tan penetrante que es complicado discernir entre si ese es otro nuevo intento de confrontación o, al contrario, está buscando quién sea el primero en cuestionar su existencia; algo que no pasa, porque las palabras se quedan aferradas en su interior, necias a intentar siquiera razonar su motivo si ha quedado claro que no existe nada más entre ellos. Las cuentas se han pagado, y si quiere seguir negándose a ello, solo se encontrará con otra realidad aplastante.
Pero Dai Bo se queda congelado cuando, después de lo que se siente como una eternidad en silencio, el gallo le pide, de forma tosca y casi forzada, si pueden hablar un momento ahora que no hay nadie descansando en ese lado de la playa; en un principio, tan reacio como lo es, el pollo azul se niega, apenas limitándose a cuestionar por qué debería hacer aquello. Sin embargo, cuando la terquedad que comparten es un constante tira y afloja, no encuentra motivo para negarse (porque intuía que, en caso de hacerlo, el encuentro solo se repetiría hasta que dijera que sí. Entonces, ante esa idea, era mejor acabar con ello de raíz).
Así que, de pie, con las alas cruzadas, espera que cualquier cosa salga de su pico. Incluso otro intento fallido de secuestro a sus seres queridos.
Solo que no esperaba lo que pasó.
—Tómalo.
Ni siquiera fue una petición en sí mismo, y solo no cae súbitamente a la categoría de “orden” porque el contrario ni siquiera lo mira al momento de entregarle la enorme caja.
Duda por momentos, hasta que la retiene por sí mismo, percatándose del enorme peso, ya que, por poco, su cuerpo se desploma contra la arena; se obliga a retenerlo en el aire hasta por fin colocarlo sobre la toalla en la que permanecía anteriormente relajado. Considera, ya por rutina, la probabilidad de que esto sea una trampa (ha estado en muchas últimamente), pero su lógica le dice lo contrario, considerando sus únicos encuentros: el rey Faisán siempre fue directo tratándose de su ser; solo los “daños colaterales” eran considerados para ser víctimas de movimientos ruines.
Destapa la caja, encontrándose con varias piezas tecnológicas. En apariencia, parecen más avanzadas de lo que normalmente su persona trabajaría en tiempos libres; de hecho, se veían tan sofisticadas como a nivel de.
Alza su vista al más alto, percatándose ahora de que lo observa con mayor detenimiento: sus piezas ya no son las mismas a las de esa pelea; al contrario, si acaso existía realmente el término en un lugar poblado de tecnología, sus extremidades eran tan… rudimentarias. Como si se reemplazaran por un pedazo de metal que fuese botado por alguno de los genios tecnológicos.
Faisán sigue sin mirarlo, y Dai Bo se siente… desconcertado.
Vuelve a colocar la tapa de la caja y, sin advertirle de su movimiento, la deja caer en los brazos, todavía robóticos, del otro.
—No necesito basura —afirma, inclusive si en el fondo reconoce que podría crear nuevos artefactos mucho más funcionales de lo que consigue ahora; su acción consigue que por fin le vean, con un rostro de entre confusión y un malestar que no sabe posicionarse entre la humillación o el rechazo. —Y nadie en este lugar compraría algo tan malo como esto; es inservible y no soy ningún tipo de vertedero.
—Tú… —Dai Bo no le permitió continuar, simplemente sacudió sus alas entre sí para quitarse la sensación invasiva de cosquilleo mientras comenzaba a recoger sus cosas.
—No sé si esto es una especie de truco o disculpa, ni estoy interesado en descubrirlo. Tengo muchas cosas que hacer y no puedo perder el tiempo jugando a la persecución —las palabras se deslizan con sorprendente fluidez, pese a sentir una opresión por dentro. —Las cosas terminaron —planta firmemente, ya con todo lo que usó guardado en una bolsa de tela—, acepta que hemos llegado al fin de nuestra historia.
No espera otra objeción para cuando le da la espalda y comienza a marcharse, esperanzado de no volverlo a encontrar, aferrándose al deseo de permanecer como creyó que pasaría la última vez: se olvidarían, se superarían y nunca más tratarían de volver a enredar caminos, por el bien de cada uno.
Para su suerte, eso solo se mantuvo 2 semanas completas antes de que este apareciera, personalmente, en la peluquería con un gran fajo de billetes.
Sus ojos intercalan entre el efectivo y el rostro contrario, el cual ahora lo mira más seguro, desafiante. Casi como si estuviera cuestionando si eso era suficiente para su ser.
No entiende qué está pasando, ni sus intenciones.
A pesar de eso, por algún motivo (o tal vez la influencia de Seven haciendo efecto), arrebata el dinero, guardándolo velozmente en la caja registradora para cuestionar, sin tapujo alguno, qué es lo que quiere.
Faisán habla, y Dai Bo no sabe si es capaz de creer en sus palabras.
Antes de siquiera ser consciente, otra historia está iniciando.
#dai bo#King pheasant#scissor seven#fanfic#one shot#spanish#Esto es literalmente LO PRIMERO que escribí con ellos#También me ayudó de práctica en estos días#King fighters#King pheasant x Dai Bo
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"HECHO PARA TI"
¡Felices fiestas! Espero que ya sea que la pasen en compañía o sin ella (o incluso en una situación más complicada) puedan sobrevivir a las festividades. Es complicado pero hay mucho por lo cual demostrarle al ambiente decembrino. Hace bastante que no subo simplemente versos, pero es un detalle pequeño para @spinergy-69 por estas fechas. Donde solo quiero presumir mí HC de que Tulio, como el enamorado desquiciado que es, PUEDE ser tan poético como Bodoque, pero con ese estilo de vida que tiene, pocas veces se da ese lujo (y porque requiere de concentración, algo que a veces no tiene).
Esto entonces está escrito no solamente en el deseo de expresarle lo que siente, sino también, que habla desde el hecho de que Bodoque es, completamente y por siempre, lo más preciado en su mundo; en esta y en todas las vidas posibles.
Espero que lo disfruten.
♡
No estoy hecho para ti, porque no fui hecho para nadie, No nací para amarte, no fui creado para adorarte, No soy un conjunto estratégicamente pensado para quererte; Porque el amor ha sido un privilegio más que un hecho.
Es por eso mismo que, si te digo que te amo, entre la hambruna de la fama, En los recuerdos que me ahogan en la más angustiosa pena, Es voluntario, es mí deseo, es el placer que me permito desde el primer encuentro, Porque no habré sido creado para pertenecer en tus brazos, No habré sido pensado para ser parte de tú encanto, Pero todos los días, en todas las horas, en cada minuto quiero ser tuyo, Quiero ser tú “mío”. Ya que no hay elección más sensata, más cierta, Que la de amarte con todo lo que he sido, Lo que somos, Lo que seremos.
Así que no importa si el destino no nos hizo en una misma pieza, No importa si nuestras sombras desencajan, Eres el camino al que siempre me dirijo cuando estoy solo, Cuando estoy contento, Porque eres el principio del fin, Y el final que da un comienzo, Porque mi vida no es vida si no es contigo, Porque la muerte sin ti suena a un delirio.
No, no estamos hechos el uno para el otro, Pero nunca me ha importado, Porque, incluso siendo piezas imperfectas, Diré que el único lugar en el que encajo es en el espacio, De entre tus manos, De entre tus brazos, De entre los miedos por los cuales yo juro haberme enamorado.
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The Boss
ESTO ESTÁ INSPIRADO EN OTRA OBRA.
Es una RE-ESCRITURA de un capítulo de un fanfic recopilatorio de Wattpad, el link podrán visualizarlo al final de este post. Lo hice porque hay muy poco contenido de Eusebio Manguera/Tulio Triviño y me encanta tanto la diversidad de escenarios; así que quise brindar un tributo re-haciendo la trama con mi propio toque.
Maneja los mismos puntos de la trama porque al final del día era una re-invención; agradezco muchísimo al autor original por haberlo escrito y espero de antemano que no le moleste. Ahora, lo otro importante.
ADVERTENCIA:
Tiene contenido inapropiado (nsfw/lemon/smut como quieran llamarle) con algunos toques adicionales que puede encontrar en la etiqueta (daddy kink, age gap, anal/oral, etc). Así que directamente si el contenido NO te gusta, puedes pasarte a ver mis otros trabajos más suaves o de tú preferencia. Hay que subir contenido para tener un portafolio de ejemplos para vender (?).
Gracias por el apoyo.
⸺ 𝒾 ⸺
Reconoce el momento en qué las situaciones escalaron, aun cuando la alevosía se había presentado como un acto sutil, Tulio siempre había notado como los toques escalaron de las puntas de sus dedos hasta rozar sus brazos para llegar a sus hombros; siempre actuando desde el silencio, solo para reafirmar los hechos en palabras que desviaban la atención de ajenos. Juego en el que participó activamente, calmando la curiosidad contraria para avivar la propia.
Lo que Tulio desconocía era cuál de todas las intenciones iniciales fue por las que había aceptado ese suceso a largo plazo; o si fue la admiración lo que le había endulzado la idea de ver hasta dónde podrían ser capaces de llegar. Después de todo, Manguera le había enseñado demasiado de ese mundo para ser enteramente ciego, pero a él le encantaba creer que su ingenuidad es un hecho natural. Y no era quien para quitar la ilusión del hombre que lo controla todo. Porque Tulio asimiló, bajo su tutela, que controla más siendo una pieza del juego que el jugador cegado por la generalidad del tablero.
Sacude sus pensamientos cuando la brisa helada golpea contra su cuerpo, llevándolo a abrazarse; debería llamar a su chófer antes que-.
Su celular vibra, por lo que lo extrae del bolsillo interior para mirar en la pantalla la notificación con un ícono que es solo reconocible para su persona.
Una hora se remarca, la misma con la que se han encontrado en otras ocasiones.
Alza la vista, encontrándose con que hay un coche esperándolo justo a tiempo.
Desliza el dedo sobre la pantalla para desbloquearla, escribiendo un agradecimiento acompañado de un pequeño corazón; cuando el mensaje es leído, vuelve a resguardarlo en la seguridad de su ropaje para ingresar en la parte trasera del vehículo, ignorando la existencia del trabajador que está acostumbrado a su entidad y lo peligroso que sería cuestionarla.
El viaje es silencioso pero familiar, por lo que se deja arrullar momentáneamente por el paisaje que presume la riqueza del sector, sintiéndose parte del ambiente de élite; sabe que se encuentra en la cúspide de su carrera, y de igual modo, sigue aspirando a ser mejor que todos aquellos que se encuentran en la zona. Solo que necesita dar un paso a la vez.
Recupera su postura cuando la mansión que lo ha recibido durante algunas noches se vuelve una imagen fija, siendo guiado por uno de los sirvientes que le abre la puerta para dejar que el conductor siga de largo en su turno; lo guían al interior, ayudándole a deslizar la gabardina fuera de su cuerpo para llevarlo con los otros abrigos. Asiente como un agradecimiento silencioso, sabiendo que es toda la atención que recibirá por esa noche porque ya está apartado.
Mantiene al margen la vibración que hay en su piel, especialmente cuando sube las escaleras que lentamente han perdido su pesadez; deja que su mano se deslice a lo largo del ónix importado que funciona como barandal, misma que siempre lo deja impresionado por su elegancia visual; Manguera, si bien no parecía estar enteramente ligado a la estética como su ser, podía asegurar de que posee buenos gustos.
Por algo lo había adquirido como uno de sus bienes.
La gran puerta blanquecina lo recibe cuando no hay otro camino al cual recurrir, por lo que toca con suavidad para ser recibido con un «adelante».
Abre solo para encontrarse al hombre en traje, mirando por uno de los ventanales enormes de la habitación; cierra la puerta tras suyo, asegurando la misma para que ninguno de los secretos que han enredado entre sí sean descubiertos antes de tiempo.
Lo miran, y en un suave movimiento de mano, entiende que lo quiere a su lado.
Acomoda su propio traje, antes de acercarse para inmediatamente ser recibido con una bebida, la cual apenas huele, su rostro se frunce un poco en rechazo; no lo ha probado, sin embargo, sabe por el aroma que es una bebida más amarga de lo que bebería en compromisos sociales.
Arruga la nariz. —No creo que debería... —habla con suavidad, mirando el vaso de vidrio unos segundos adicionales antes de volver a enfocar al hombre mayor. —No soy un conocedor de bebidas o tragos, pero nunca he sido capaz de beber más de uno entero sin que sienta que la garganta me quema —con la sinceridad saliendo, estaba a punto de bajarlo cuando una mano contraria lo sostiene, ayudándole alzar el cristal para reposarlo en sus labios.
—Solo un pequeño trago.
Sabe que no será un trago, porque ha bebido todo; como lo ha bebido a él cuando lo llegó a besar en la oficina, hace un par de meses cuando su guardia estuvo “abajo”.
Carraspea cuando traga lo último que hay del líquido, acariciando su propia garganta como si con ello pudiera rebajar la intensidad; algo que no sucede porque una mano oscura acaricia la parte frontal de la misma zona, haciéndolo soltar un diminuto grito de sorpresa que pronto lo deja enrojecido.
—Señor Manguera —intenta llamarle, pero por su mirada comprende que lo hará ser más informal, llevándolo a desviar su vista. —Eusebio —menciona más directamente, jugueteando con sus manos ante la poca costumbre de llamarlo por su nombre. —¿Volvió a organizar mi agenda?
—Necesitaba a mi mejor trabajador para un evento importante —sonríe, siempre engrandecido por los halagos; algo que es tan notorio, porque acarician su mejilla intentando reforzar su respuesta automática. —Solo podría encargarte estas cosas a ti.
—Nunca lo defraudaría, sabe que haría cualquier cosa para que el noticiero siga siendo tan exitoso como lo es ahora —continúa con un par de frases, naturalmente ansioso de impresionarle, por lo que cuando vuelven a servirle del coñac, está vez logran que lo beba sin mayores objeciones, llevándolo a otra reacción fugaz que congelan cuando pasan un dedo sobre sus labios, secando el residuo de la bebida.
Traga saliva, dejando el vaso sobre la mesa de noche para sentarse en la cama, bajando la cabeza unos segundos para acariciar su nuca, despeinando el cabello cerca de la zona.
Una mano debajo de su mentón lo lleva alzar el rostro, siendo recibido por una caricia áspera que lo lleva a cerrar los ojos, luego, cuando los abre ante la ausencia del toque, parpadea lentamente, dejando que su rostro naturalmente expresivo presuma su personalidad risueña, especialmente cuando exhala pequeñas risas.
Está dentro del juego, y puede sentir como las manos contrarias creen mover las piezas de adentro.
Entonces sabe que este es su turno para ser quien lleve el verdadero control de la situación.
—Me siento un poco mareado —murmura, aprovechando que el hombre de piel oscura se ha inclinado hacia su persona, llevándolo a ser quien se sostenga de sus hombros, como si verdaderamente requiriera algo de estabilidad. —¿Podría…? —la pregunta no se finaliza cuando los labios secos besan los suyos, arrebatándole un pequeño suspiro que se prolonga entre los besos que remarcan un sentido de que no es más que otra "propiedad".
Permite ser recostado hacia atrás, quedando bajo el control del adulto quien deshace, sin abandonar su boca, el nudo de corbata para retirar la tela; cuando siente que consigue desabrochar los botones, gime cuando la boca de su amante besa y muerde la piel que se enciende en su acto. Con los dedos ahora aferrados a la espalda, lo llama en bajo, pidiendo con una voz ahogada que lo toque; cosa que hacen de forma pronunciada, siendo consciente de que los dedos se quedarán marcados hasta que los días pasen.
Entonces corresponde, tirando del saco para deshacerse del mismo y sus uñas, siempre definidas en un cuadrado delicado, comienzan a desarrugar la tela de la camisa blanca para arañar superficialmente la espalda.
Duran unos minutos de esa forma, fundiéndose entre toques que rompen cualquier aparente perfección.
Besan sus clavículas, lo que lo lleva a recitar el nombre de aquel que llama amo; y tan pronto dejan la marca de su propiedad, siente el frío del abandono temporal.
Respira pesadamente, acariciando donde las marcas de los dientes permanecen frescas.
Esta es una danza de combustión.
Lo observa sentarse, dando unas pequeñas palmadas en su regazo; entiende el mensaje porque ha estado en esa posición más de una ocasión, por lo que se alza entorpecido, recostando su cuerpo en el contario mientras permite que las otras manos sostengan su cintura, encerrándolo en un agarre que hincha su pecho de aire caliente; Manguera, con un control envidiable, lo ayuda sentarse sobre él; y, como lo ha experimentado en otras ocasiones, ni siquiera le da la opción de esparcir su peso cuando ya tiene anclado contra sí, llevándolo a gemir al sentir su erección contra su trasero.
—Mangue- —el apellido se entrecorta porque lo besan, sintiendo los dientes contrarios castigar el desliz sobre su manzana de Adán. —Euse- —el nuevo intento consigue el mismo resultado, provocando que ahora sean sus clavículas las que sean reprimidas por su error. Fingiendo inocencia, procura volver a utilizar su nombre, hasta que el índice del mafioso pasa de forma vertical desde su pecho hasta su abdomen, hundiendo este mismo ante el cosquilleo invasivo que le causa. —A-Amo —dice por fin la palabra que sabe que buscaba, siendo recompensado con un beso en su hombro, para posteriormente, ser encorvado cuando en un camino de gestos aparentemente dulces, lamen y chupan su pezón.
Cierra los ojos y aprieta los labios para contener los sonidos escandalosos que siempre lo acompañan.
Desconoce si solo es su rostro lo que arde o es su cuerpo entero.
Cuando lo obligan a mirar, sostienen su rostro por las mejillas, forzándolo a inclinarse para abrir la boca, recibiendo un beso que succiona su propia lengua.
Los hilos traslucidos los unen y sus ojos brillan en una capa de vergüenza y goce.
—¿Aún te sientes nervioso, pequeño?
Asiente, sabiendo que eso es un juego entre ellos.
Lo llenan de besos y caricias, que poco a poco se convierten en rasguños, apretones y marcas; han quedado mutuamente desnudos de la parte superior, y para cuando Tulio gime en alto, escuchando su voz llenar la habitación, lo ayudan a llegar al suelo, arrodillándolo.
Sabe lo que hay que hacer desde antes de que lo anuncien, pese ello, espera una verbalización del hombre que inhala y exhala con la pesadez de la espera, a quien motiva al acariciar los muslos internos, cerca del miembro masculino que pide ser atendido.
La atención que le brinda provoca que pronto el pulgar de su jefe repose sobre su boca, el cual besa antes de ser invadido por este; lo puede sentir presionando su lengua, incitándolo a chupar tanto como le permita la presión.
Lo hace, tanto que cuando el dedo es extraído, puede ver la lujuría resplandecer en esos ojos fríos.
—¿Ansioso, Triviño?
Inclinan su cabeza, siempre premiándolo con caricias que peinan su cabello alborotado.
—No me defraudes.
La oración eriza su piel violentamente, sintiendo hasta la brisa más ligera hacerle cosquillas; entonces no sabe si quiere temblar entre la imposición y la admiración, o en el gozo de sus bajos deseos.
Desabrocha el cinturón y el pantalón, conteniendo el aire con cada ausencia de tela que queda hasta que puede ver su miembro erecto, palpitante como emocionado por volver a conocer el calor de una boca húmeda que ha profanado; pasa su saliva, acercándose para besar la punta, mirándolo de reojo; lo ve formar una mueca, sabiendo que desea pronunciar una desesperación que no admitirá nunca; así que juega con ese orgullo con el que ha sido educado, hasta que su boca pasa a los costados para lamer el largo, mojando la virilidad hasta que se siente lo suficiente resbaladiza para ingresarlo en su boca.
Permanece en la punta unos segundos antes de mover su cabeza hacia adelante, de forma tan lenta que el agarre de la mano sobre su cabeza es más veloz y fuerte que su movimiento, pese a ello, no lo mueven, porque la lentitud con la que lo envuelve provoca que el azabache esté soltando una especie de gruñido que solo se ha presentado en el placer o en el enojo.
Cuando llega a la base, con la diestra decide masajear los testículos, aumentando y disminuyendo la presión de las yemas conforme su boca decide succionar con distintos tipos de presión.
Tulio reconoce cuando Manguera está al borde, algo que se hace mucho más notorio cuando lo arrebata violentamente lejos de su pene, llevándolo a toser por el inesperado acto y tragando el sabor salado que se ha instalado dentro de la cavidad bucal.
Perfilan nuevamente el lubricado miembro antes de que a Tulio se le dé la orden de volver a lamerlo, lo que hace casi a ojos cerrados, guiándose entre su mano y el espacio que reconoce entre sus piernas; para cuando es consciente, su boca brilla por el líquido pre-seminal que no puede ocultar su fuga.
Estando el límite tan cerca, incluso para su persona que siente la amenaza de ensuciar su pantalón, vuelven a retirarlo para ayudarlo a levantarse, dado que sus piernas son incapaces de mantener su propio peso.
Recostado en la orilla de la cama, puede observar cómo su jefe parece haber perdido los estribos: ojos dilatados, un pecho ascendiendo y descendiendo y una mirada que, lejos de congelarlo, sabe que le han otorgado toda victoria. Porque lo desea tanto ahora; necesita poseerlo y Tulio siempre ha requerido de grandes sacrificios para ser perteneciente a alguien u algo.
Cubre su boca cuando presionan su erección sin mucha delicadeza, soltando pequeñas lágrimas cuando lo masturban sobre la tela, como una especie de recompensa por su gran trabajo.
Pero aún falta el final, lo sabe, porque lo han obligado a gemir tan alto como el aire en sus pulmones lo permiten.
Lo desnudan con nula paciencia, algo que imita en el cuerpo robusto para deshacerse de las prendas que se sienten innecesarias a ese punto. Solo que sus manos apenas pueden hacer parte del trabajo porque ahora debe sostenerse a sí mismo cuando siente la preparación inicial introducirse en su entrada, procurando expandir la misma para que sea lo menos doloroso posible; aunque duda que pase con el cúmulo de ansiedad que se respira por parte de ambos.
Desconoce si al final lo preparan con uno o dos dedos, lo único que traduce es cuando es penetrado en una estocada descuidada, que lo lleva a gritar tan alto que siente que la garganta se le deshace; llora gotas más gordas y amargas, pero que se alejan del dolor cuando el movimiento es constante como caótico; puede sentir las manos de Eusebio Manguera casi perforarle el hueso de la cintura con tal de chocarlo constantemente contra su pelvis.
Aferrado a la cama, va deshaciendo el orden de la misma, hasta que su captor se inclina, dándole la oportunidad de atraparlo entre sus propias garras, con las que daña la piel a la que rara vez se le verá una cicatriz como la suya; suplica por él, pide por más, comienza a decir un montón de tonterías incompletas hasta que por fin ceden a lo que necesita: ser callado con besos que lo lleven a asfixiarse.
Ambos cuerpos chocan, procurando alcanzar el clímax al no soportar más el ardiente deseo.
Manguera se corre dentro suyo después de que se contrae en una embestida que alcanza su punto dulce, y el hombre, en un acto frenético por la sobreestimulación, no le permite gritar con comodidad al callarlo con un beso tosco que hace arder sus labios; cuando su propio clímax lo alcanza, momentos después, es que le dejan soltar todos sonidos que desee mientras acompañan las exhalaciones de cansancio de su amante.
Se alejan, dejándole lidiar con la sensación de comenzar a vaciarse y sentir las piernas calientes y pegajosas.
Lleva un brazo sobre sus ojos, sintiéndose a punto de desmayar cuando lo levantan, llevándolo contra su voluntad a una tina, la cual llenan en la temperatura adecuada para hacerlo casi ronronear.
Y, como si no buscaran arrancarle el alma momentos atrás, Manguera lo ayuda a prepararse para estar listo para dormir; porque sus parpados caen cada que la esponja limpia las partes más largas de su cuerpo.
Sabe que no permitiría que algo suyo sea imperfecto; hecho del que siempre se aprovecha.
Le da pequeños besos cansados, especialmente cuando lo envuelve en una de las batas con la tela más cara que ha conocido, y para cuando es recostado, puede observarlo estar listo para fumar un gran habano.
Es entonces cuando demuestra cuál es la verdadera posición privilegiada en esa relación.
—¿Quiere que esté mañana temprano en el canal? —la pregunta aparece junto con un beso en sus labios, acariciando su rostro antes de acostarse en su pecho, deslizando sus dedos hasta la mano que sostiene el objeto que repudia por imagen. —Porque si es así, no alcanzaré a ir por mi colonia favorita.
Manguera parece pensar unos momentos, antes de dejar su intención inicial de fumar a un lado para abrazarlo, acariciando su brazo.
—Deberíamos conseguir uno de emergencia.
—¿En verdad? —la emoción, que consigue emular pese al cansancio, lo lleva a besar el pecho en el que se refugia, permitiéndose cerrar los ojos. —Es un hombre maravilloso.
Puede escuchar a Manguera beber ese trago dulce.
Y Tulio sabe que ya lo ha embriagado con su persona.
⸺ 𝒾 ⸺
Capítulo/Fic de referencia:
https://www.wattpad.com/854698144-%F0%9D%9F%BA-%F0%9D%9A%83%F0%9D%9A%91%F0%9D%9A%8E-%F0%9D%99%B1%F0%9D%9A%98%F0%9D%9A%9C%F0%9D%9A%9C
#31 minutos#tulio triviño#eusebio manguera#re write#one shot#fanfic#Basado en un capítulo de Wattpad#age g4p#daddy k!nk
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Aprovecho que este sub-blog es una demostración de ejemplos acerca de cómo escribo, ¡los precios son negociables! Puedes mandarme un mensaje y llegar a un acuerdo dependiendo del contenido que quieras y la longitud del mismo escrito. Hay promoción especial si tú escrito es de 31 Minutos, que es el fandom invitado en esta publicidad.
Acepto ships canon, fanon ships, self ships u oc's.
De igual manera, puedes ver mis redes oficiales para verificar si hay algún otro fandom en común que compartamos y con gusto podemos negociar.
Más detalles por favor de mandar un mensaje, estoy abierto a una gran variedad de temáticas.
Nos vemos pronto en más tramas. Redes:
https://archiveofourown.org/users/Anima_Letters/works
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#31 minutos#commisions open#write commision#fanfic#one shot#ships#self ship#español#comisiones abiertas
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Romántico y repulsivo
Los sentimientos son repulsivos, rancios, ¡repugnantes!
Pero son esencialmente valiosos cuando se trata de exponerlos en sus formas más primitivas y desesperadas, porque de ahí yace la naturaleza humana más lucrativa que pueda existir para los medios. Es por eso que con cada temporada, aún con su notorio rechazo, puede llegar a ‘tolerarlos’. Porque son ingresos, es drama, es la clase de entretenimiento que paga sus cheques con varios ceros a la derecha; el problema reside cuando esos sentimientos, que posteriormente escalan a emociones corrosivas, se instalan no solo en los concursantes, sino también en su propio pecho, el cual se contrae como si la presión estuviera a punto de matarlo.
Lo que no necesitaba, nunca.
Sentir es vulnerabilidad, y la vulnerabilidad es el fin de una carrera; porque si sientes, entonces, eres humano. Y los humanos son tan efímeros, tan reemplazables, nadie se encuentra en la excepción de la regla.
Lo sabe porque hace mucho sintió hasta que no le quedó nada por lo cual poseer una emoción.
Entonces cuando lo ve, cuando le habla, cuando es tan (in)necesariamente romántico, su corazón late, se ahueca; pide que lo arranque pero que lo sostenga con toda la fuerza que posee en sus brazos, Así que lo aleja, lo empuja, usa todas las palabras hirientes con las que ha aprendido a describir a las personas. De esta forma cuando por fin la cuerda se tensa, cuando se encuentra a unos centímetros de desgarrarse, lo más bajo de sí sostiene el extremo contrario, tratando de atraerlo, de hacer que se quede; porque lo necesita pese a todas las confirmaciones en las que le asegura ser alguien insignificante.
Un ciclo vicioso, uno de los tantos en los que ha apostado su dignidad, uno de los pocos en los que realmente agoniza cuando llega la abstinencia.
La cual es constante, porque su pecho murmura tan bajo sus verdaderos deseos, que su boca decide ignorar su canto para transmutar las oraciones en armas letales que acaban por alejarlos cada vez más. Chris lo sabe, lo ha sabido desde el momento en que cayó tan bajo por el hombre. Es su propia persona quien le impide disfrutar del goce insano de ser querido tanto por alguien a quien (no) merece. Pero tampoco hace nada, porque (no) puede hacerlo.
(No) están hechos para el otro, ¿por qué desvivirse por eso?
Entonces solo queda dejarse llevar, minimizarlo a un deseo primario, una necesidad que puede agregar y desechar de la lista de prioridades dentro de su vida.
Hasta que le recuerdan, amargamente, que ha estado re-escribiendo su nombre en la lista de todas las cosas que desea en su vida o morirá.
―¿¡Cómo qué te vas!? ―el reclamo rompe con el silencio de la habitación, sin embargo, no parece hacer flaquear en lo más mínimo a la determinación que coloca los ojos en blanco. ―Estás…estás bromeando. ¿Es eso, verdad? Es simplemente otra de esas estúpidas bromas que haces antes de que vuelvas a mi camerino arrepentido. Muy gracioso, Chef, ya puedes dejarlo. No tiene ni una pizca de gracia, amigo.
No le hablan, no le miran; Hatchet tan solo se concentra en seguir empacando todo lo que le es posible.
McLean vuelve a intentar obtener una respuesta, obteniendo el mismo resultado; con cada repetición, solo se agrega otro objeto dentro de la maleta que ahora le resulta sin fondo.
¿Cuánto de su vida se está llevando con él?
―Chef, por favor.
Su cuerpo sigue tan lejos de su ser.
―Chef Hatchet.
Lo está dejando atrás.
―Chef… ―. Desconoce el sonido de su voz, desconoce quién es la persona quien está implorando por un segundo de su atención, ―dime que esto es una broma.
―¿Por qué lo sería? ―la voz de su mayor cómplice no parece siquiera tener la energía suficiente para pelear, como en todas esas ocasiones en la que la ira revela más que un enojo racional. ―Hemos estado jugando al mismo juego durante años, he tolerado cada una de las mierdas por las que nos has hecho pasar, acepté la poca conveniencia de lo que sea que tengamos. Pero es suficiente. Ya tuve suficiente de ti. Lo he intentado, dios, sabes que he intentado no llegar a este punto, ¿pero alguna vez te ha importado?
―Tú sabes que-.
―¿Qué sé qué? ―lo interrumpen rápidamente, ―no has dicho nada durante todos estos años, nada que en verdad sientas. Sé cada uno de tus monólogos de disculpa, sé cómo suena tú indiferencia, tú intento de lástima; no importa lo que digas, sé cómo suenas ―la imagen que lo encara hace que se petrifique en su sitio, incapaz de sentir algo más allá que el horror presionando la boca de su estómago. ―Y he escuchado los mismos mensajes mixtos durante tanto tiempo que voy a enloquecer.
Chef siempre lo ha hecho parecer fácil, poder hablar de sus problemas, de sus inseguridades, aun cuando sabe reconocer perfectamente que rara vez ha tenido la capacidad de brindarle soluciones.
Como ahora que su garganta se anuda en espinas que perforan sus cuerdas vocales.
―Estoy cansado de estar solo, McLean.
La maleta se cierra.
Y por algún motivo, la habitación se siente como si hubiese sido vaciada en ese preciso segundo.
Los pasos hacen ecos, la rueda que necesita un poco de aceite rechina, las escaleras crujen a pesar de ser prácticamente imposible al ser de mármol y no de madera; está hiperconsciente de lo que sucede alrededor.
¿Por qué no se está moviendo, entonces?
Los segundos pasan, el exterior deja de estimularlo.
Esto era el adiós, ¿no?
No.
Jamás había corrido detrás de alguien de esa manera: lleno de desesperación, de miedo, de agonía pura. En la vida se habría imaginado gritar con la ansía desgarradora con la que exige, desesperado, que se detenga; era imposible simplemente creer que también quería ser repulsivo, rancio, repugnante. Y ahí está, queriendo sentir, sentirlo desesperadamente; desea obtener lo más bajo de él y entregarle lo peor que se almacena de sí.
Porque quiere arder debajo de sus manos, permitirse ser indispensable para alguien, como así, tener a alguien insustituible.
Ser único para el otro, ser lo único que necesitan. Incluso sobre el aire, incluso sobre el agua.
La gran puerta de la mansión se abre, cegándolo con la luz más falsa que alguna vez existirá.
Porque sin Chef, sin su amor, sin esos sentimientos que desprecia porque teme de ellos, no existe el sentido.
―¡Chef!
No gira a verlo, no se detiene.
―¡Norbert Cheffory Hatchet!
Lo ve frenar, estupefacto de que se atreviera a utilizar su nombre completo; solo que el tiempo es tan justo que ni siquiera puede detenerse a pensar en alguna otra cosa que no sea retenerlo. Así que corre, corre porque necesita alcanzarlo, porque necesita aferrarse y hundirlo con él.
Choca contra prácticamente su espalda, de la cual se sostiene con toda la desesperación vibrando en sus dedos, rehusándose a ser abandonado.
A no ser querido.
Quiere lo romántico y lo repulsivo de los sentimientos.
―Quédate.
Es solo una palabra, pero es la palabra.
Algo que descubre porque antes de siquiera ser consciente, se encuentra confesando lo que verdaderamente siente, a su manera. Porque es complicado decir que amas a alguien cuando el amor no es algo que se encuentre en su día a día. Así que las frases son confusas, halagándolo, insultándolo, pidiéndole que lo siga soportando. Porque es el único que puede y debe quererlo. Incluso si se cansa, deberá seguirlo haciendo.
Porque lo quiere, lo ama, total y patéticamente.
Y antes de que Chris pueda llorar, desmoronarse en el mundo expuesto, dos brazos grandes lo cargan, exasperados, resignados.
―No puedo creer que de verdad esté considerándolo.
Tampoco su persona.
Tal vez ninguno de los dos pueda creerlo alguna vez.
Y no le importa. Si eso significa que seguirán juntos, que lo seguirá sosteniendo, que le permitirá escuchar su corazón tratar de salir de su pecho…
Puede soportar sus sentimientos hacia Chef. Su Chef.
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¿Incompleto?
No he escrito nada (ni lo haré en unos días, porque mi existencia ha decidido que es un buen momento para estar en reposo involuntario), pero checando entre las mil cosas que siempre dejo escritas, me topé con esto, así que... Vamos provechar mi ausencia.
Resumen: Después de haber deseado que todo rastro de su existencia desapareciera, Tulio Triviño siente que algo...o alguien falta en su vida. Pero no sabe quién, cómo o por qué.
Pero está incompleto, aún cuando todo el mundo diga que no es así.
⫶
Han pasado tres meses desde la última vez que crucé la puerta del consultorio, y han pasado más de 90 días desde la última vez en que las personas me han dicho que me veo mejor. Que las cosas parecen tener sentido. Incluso las caras más borrosas se han vuelto, de cierta manera, más claras; todo eso debería hacerme feliz, porque sé que lo soy incluso si nadie me lo dice. Puedo ver frente al espejo una persona que amo, que reconozco, que admiro.
Pero cada vez que vuelvo sobre mis pasos, siento que algo me falta.
Los doctores han dicho que es el estrés, el terapeuta les ha dado la razón; mi vida ha sido tan normal como siempre, pero ese siempre se siente una farsa, un espectáculo. A veces no puedo evitar pensar que estoy actuando todo el tiempo, con todo el mundo, especialmente estas noches en las que escribo, pensando tanto, como si este no fuera mi deber, pero ante la falta de un responsable, de un pensador, debo reemplazar su talento con mis emociones confusas que no encuentran la nitidez de siempre.
Todo mundo cree que estoy mejor porque he dejado de buscar a alguien en cada esquina cuando mi mente divaga, de hablar de un conocido que nunca existió. Están contentos porque no estoy buscando un protagonista en mi propia historia, como si el hecho de que hubiera alguien más, antes de mí, fuera impensable.
Puede que tengan razón, porque en estos momentos, no existe alguien más grande que yo, que estos sentimientos que me agobian.
Pero…
Aún no puedo dejar de tener esos sueños en los que alguien me sostiene, en los que incluso cuando usa las palabras más inadecuadas, me permite ser libre, entre todas las presiones, entre todas mis represiones; lo que duele, porque entonces tengo que despertar sintiéndome confundido de donde empieza mi realidad.
¿He perdido algo más que mi memoria?
La gente siempre habla de mí, como si me conociera, como si tuvieran un retrato exacto de cada uno de mis rasgos, y si bien los grandes logros hacen que mi pecho se hinche en reconocimiento, la gente no parece realmente verme fuera de ellos; pese a las descripciones de egoísmo y narcicismo, no ven si existe alguna fragilidad detrás de mí.
Incluso yo temo no conocerme más, no como antes, como si hubiera perdido una pieza que le da un sentido a mi identidad.
Tal vez solo estoy pensando demasiado, como lo he hecho en las últimas semanas, quizás solamente estoy desvariando entre las sombras y el deseo, quizás solo estoy esperando a que algo o alguien aparezca en una esquina y acabe con esta tormenta.
Pero no lo hay, por lo que debo ser feliz, en esta vida que he aceptado en lo que parece ser una eternidad sin un inicio claro, mucho menos, un final.
Quizás, tal vez, pueda encontrar lo que me hace falta para ser yo.
Por ahora, esta noche, descansaré de este incompleto sueño.
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7 palabras para un sentimiento.
No es un misterio que a veces hago dinámicas para fandoms o grupos en específico, este fue uno para simplemente entretenimiento, por lo que no tiene ciertas cuestiones obligatorias como lo poseen los retos semanales típicos.
Técnicamente tendría que subir uno por semana, pero esa parte de la dinámica la hice exclusiva del grupo en donde estoy (traducción: no quiero volverme a organizar para subir cosas día a día). Así que aquí se debe destacar el hecho de que el objetivo era utilizar 7 palabras en español que su uso es algo más propio de dicho idioma.
¡Realmente fue una gran práctica! Y una gran manera para recibir el mes.
↷
Melifluo
No es dulce como la miel, ni delicado y suave como el algodón; ciertamente nada en su persona podría considerarse como algo melifluo en un primer pensamiento, especialmente si se considera lo estridente que puede ser su voz en ciertas situaciones, como lo son reclamos o los momentos de alegría casi eufórica; o su personalidad torpe como caótica, que hace cada destrozo a su paso. Sin embargo, Heinz Doofenshmirtz tampoco podría considerarse dentro de las cuestiones globales de un significado; no es un hombre cualquiera, ni siquiera promedio. Es único en su clase, e incluso si existieran variaciones, ciertamente nunca se compararían al valor que posee por sí mismo.
Así que sí, podía ser una variante del concepto: porque es quizás más dulce que la miel, una delicadeza endurecida, o alguien sumamente tierno en el aspecto menos convencional.
Heinz simplemente podría ser un representante ideal de tal palabra. Y si alguien pensara lo contrario, está simplemente equivocado, considerando que posee una infinidad de pruebas que destacan ese lado más encantador del que pocos se han tomado la molestia de conocer.
Por supuesto, no está admitiendo nada íntimo [incluso si los latidos de su corazón duelen de forma agradable mientras se pone a reflexionar sobre el asunto], sino que expresa hechos a discusiones reales que ahora habitan en el apartado imaginario de su mente, usando palabras que no diría en alto inclusive si tuviera la capacidad de hacerlo. Porque es demasiado vergonzoso para sí tener que utilizar descripciones que se sienten vagas [o mejor dicho, una fuga de sus propios sentimientos de los cuales, jura, no existen].
Es de esa forma que cuando duda de su persona, a Perry no se le ocurre mejor palabra para describirlo; porque es la verdad…su verdad.
Nadie es más merecedor que él de ser melifluo.
Inefable
Habían pasado por muchas descripciones, siendo pocas las palabras que pudieron sentirse como correctas para poder dar una idea acertada a lo que era su “relación”. Por lo mismo es que la palabra “inefable” es, junto con la descripción de “némesis”, la única forma de darle sentido a las cosas. Al no existir una obligación de expresar un sentimiento o una idea de forma concreta, podrían cubrirse de todos los matices grises que quisieran; no habría presión alguna de darles una forma; ya que definitivamente, no se encontraba en la capacidad de poder moldear en algo concreto todo lo que sucede.
Sí, tienen un listado abismal de circunstancias en las que el vínculo se fortaleció, transmutó, evolucionó y se enredó hasta nunca encontrar una solución para el nudo que los ata. Exteriormente pueden ser categorizados, porque es sencillo estar desde una tercera persona, ¿pero de forma personal? No existe posibilidad alguna de realmente tener todas las palabras en el mundo para sentirse satisfecho alguna vez.
Irónicamente, esa incertidumbre es lo que le causa seguridad; porque entonces cuando sus manos se rozan, cuando sus hombros chocan con el otro, cuando se pierden entre la noche…no deben dar explicaciones. Puede suceder, porque debe suceder.
Sin duda, inefable era lo único que podría seguir siendo la única palabra que puede describir sin necesidad de hacerlo todo lo que existe entre ellos.
Es una oportunidad para desvelarse el resto de su vida, pensando en oraciones infinitas hasta que alguna vez se sienta satisfecho con alguna declaración que sea digna del científico, lo cual no cree alguna vez lograr, por supuesto, eso no le importa en absoluto.
Ahora mismo, solo quiere fusionarse con él mientras el mundo se difumina.
―¿Estás cómodo?
Gruñe ante la pregunta, recibiendo una risa a cambio.
―Sí, yo también lo estoy.
Candor
Las personas son multifacéticas, nunca son un individuo invariable dado que la evolución es algo inevitable. Lo único que puede ser controlado, parcialmente, son las personalidades que fluyen en los distintos escenarios. Cosa que el castaño puede comprobar ahora mismo cuando encuentra al agente secreto atrapado entre un grupo de niños, quienes maravillados por el hombre, le exigen que juegue con ellos a los espías; antes eso habría sido la excusa perfecta para ejecutar su plan pese a ser conocedor de que se liberaría del juego para detenerlo, en la actualidad, permite al alemán pausar su vida un momento para ver a Perry el ornitorrinco actuar como una persona candorosa, tan similar a un infante.
Su rostro no se contrae en expresiones serias o se congela en un solo gesto, es más expresiva, permitiendo notar pequeñas arrugas de expresión que en el contexto donde habitualmente coexisten no puede apreciar; se ve inocente, puro. Como si no fuera el Agente P, su dolor de cada día, sino un hombre sencillo que no puede ser indiferente con cada uno de los infantes que se cuelgan y ríen a su alrededor.
Suspira, permitiéndose recargar su mejilla en su palma; no todos los días puedes disfrutar de ver a tú némesis siendo tan…lindo. Por supuesto, Heinz nunca negó las características positivas del hombre turquesa, como su atractivo, solo que esto era impresionante, porque no es algo que posea en la rutina.
Lo que lamenta, ahora que conoce como se puede mirar con una sonrisa tan libre, sin preocupaciones, como si todo el mal en el mundo dejase de existir para que pueda disfrutar del momento.
De pronto, siente que es empujado al juego, insistiendo en que necesitan un villano. Literalidad que parece hacer que Perry se ría, y por ende, su cara se sonroje.
Efímero
Se supone que era algo efímero, no estaban hechos para durar, sus relaciones nunca han funcionado de esa forma.
Entonces, ¿cómo es posible que sus manos sigan sosteniéndose después del minuto?, ¿cómo es posible que lo siga mirando con tanta confianza y paciencia?, ¿estaba siquiera permitido hacerle creer que esto podría ser realmente una eternidad?; porque es una advertencia de ambos sentidos, cuando su mundo decida cambiar…ninguno tendría permitido seguir. Ya no existiría alguna necesidad externa que los atara, en cambio, habría más consecuencias a considerar como: ¿para qué desperdiciar a uno de los mejores agentes en alguien quien ya no es malvado? Lejos de esa etiqueta, Heinz no sería nadie para la O.S.B.A y tampoco para M.E.R.M.E.L.A.D.A.
Lo que aseguran es una mentira.
Científico malvado, maestro, agente secreto por cuestiones legales, o cualquier otra profesión, sería alguien, y por ende, estaría presente. No sería algo temporal su compañía, su apoyo, todo lo que han construido; estarían frustrándose el uno al otro hasta que no pudieran hacerlo por fuerzas naturales mayores a ellos. Las palabras del agente provocan que sus ojos se nublen ante las lágrimas, ahogándose con las palabras que, como en raras ocasiones, no logran efectuarse.
Por suerte, para cada problema hay una solución, y la respuesta siempre ha sido el mismo agente quien lo abraza, tan delicado, que es sorprendente que pueda ser a su vez conocedor de su fuerza.
Se desborda, sollozando palabras incomprensibles que lentamente van formulando agradecimientos y promesas que Perry el ornitorrinco asegura cumplir al pie de la letra.
Doofenhsmirtz lo sabe entonces, incluso si eso estaba hecho para acabarse en cualquier instante, nadie en la vida podría arrebatarle lo que siente por su roca, su lugar más seguro. Su relación solo puede ser un sinónimo de longevidad incluso si verdaderamente se terminase.
Serendipia
No se tenía previsto una situación en donde un integrante de M.E.R.M.E.L.A.D.A fuera ascendiendo el nivel de riesgo de manera estrepitosa, así como tampoco la O.S.B.A había planeado que uno de sus mejores agentes se viera en una dinámica constante con tal entidad, ya que se buscaba una resolución rápida y eficaz; inconscientemente, habían provocado en la vida de contrarios una situación de serendipia, siendo ellos el hallazgo que no podrían reemplazar en sus vidas.
Tales coincidencias, por supuesto, fueron una completa odisea; ya que sin importar si se tratara de casualidad o destino, la evolución mutua fue algo que llamó la atención. Era evidente el desarrollo de los sentimientos de ambas partes [exceptuando por los propios involucrados, quienes vivían en su ignorancia], lo que atrajo sin duda alguna dificultades para lo que ya era inevitable florecer.
Pero una vez los pétalos comenzaron a extenderse, no había nada que hacer; los años ignorando ese encuentro destinado ya no podían seguir de pie; era un hecho que caerían por el otro, enraizándose hasta el alma, donde ya no habría forma de negar que estaban en una combustión perpetua hasta que no quedase siquiera cenizas.
Es así que en un día común, entre sus conversaciones y peleas amistosas, cierran la brecha, fusionándose en un beso que por más dudas que expresen, no culminan hasta que ambos son incapaces de resistir la intensidad con la que parecen confesarse sin palabras.
El aire es ligero como pesado, obligando a los pechos sincronizados a ascender y descender hasta que puedan tener un mejor control de sí.
―¿Perry el ornitorrinco? ―Heinz es el primero en hablar, consiguiendo que los ojos castaños le vean, brillantes y tímidos. Una mirada que sin duda se siente como una estrella naciente.
Es todo lo que necesita para besarlo otra vez.
Inmarcesible
Son inmarcesibles, no habrá tiempo, circunstancia o vida en el que alguna vez lo que sienten perezca; puede deberse a la larga obsesión pasiva con la que se ha ido construido su dinámica, en el que ninguno puede permitirse la idea completa de dejar que el otro, de una u otra forma, no esté presente para el otro. Lo que puede ser algo complicado en ocasiones, sean por los celos, las inseguridades, o las escasas ocasiones en las que la comunicación no ha sido su mayor fuerte, entre otros pequeños detalles que han sabido superar; considerando que es casi imposible marcharse a la cama enfadados, principalmente, porque dependiendo de la ocasión, uno es más dependiente del otro a la hora de perder la consciencia en un placentero sueño.
Sería imposible mantener una guerra innecesaria cuando el conflicto es más un coqueteo que una razón para crear barreras que han ido desapareciendo conforme más se entregaron al otro.
Es por eso que los regalos que se marchitan, que se oxidan conforme al uso, que lentamente llegan a su fecha de caducidad crean una comparativa positiva; las flores pueden perder su color, sus pétalos, volverse un abono para el siguiente paso mientras ellos siguen intactos, con las manos entrelazadas mientras siguen en esa pequeña eternidad que crean, donde uno sostiene en los momentos más complicados mientras el otro envuelve en brazos cálidos cuando el peso sobre los hombros es demasiado.
―¿Crees que siempre será así? ―pregunta el hombre mayor ahora que se encuentra acostado en cama, a lo que asiente antes de besar la piel de su cuello, exhalando el aire caliente de un día agotador para acabar por rodearlo con sus brazos, abrazándolo. ―¿Un día agotador?
Besa su hombro como afirmación, antes de pegar su rostro en su espalda e inhalar.
Inconmensurable
―¡Esto es…es….inconmensurable! ―Doofenshmirtz había vuelto a leer el diccionario en español, generalmente cuando las palabras alemanas no eran lo suficiente, pasaba a todos los idiomas que conociera en el momento. Lo que provoca que simplemente siga bebiendo su té, mientras escucha otros cinco minutos de quejas. ―¿Me estás escuchado? ―asiente, consiguiendo entonces que siga acusando a Monograma, y posteriormente, a otras personas aleatorias que se han cruzado en su mal día.
La taza deja de humear cuando ya no hay líquido en el mismo, arrastrando la silla unos centímetros antes de rodear la mesa para sostener su cintura, dejando que su cuerpo caiga sobre el suyo desde la espalda, antes de comenzar a dar pequeñas mordidas sobre sus omoplatos.
Lo siente temblar bajo suyo, maldiciendo nuevamente en un idioma alternativo, lo que hace que ría contra la tela antes de insistir en su acto.
―No creas que puedes distraerme.
Lo sabe, no puede. Incluso si lo ve desesperado, rogando por más, cuando su mente pueda traducir un poco de lo demasiado que siente, recriminará por ese acto tan bajo para reducir su malestar; de lo que se declarara culpable [incluso si no siente remordimiento] para posteriormente alentarlo a tomar un baño.
Parecen leer sus pensamientos privados, ya que la figura encorvada se da la vuelta para estar cara a cara, sintiendo sus manos en su rostro.
―¿Sabes que eres todo un caso, Perry el ornitolindo?
Los labios se curvean, arrugando la nariz unos segundos en una risa silenciosa antes de estirarse un poco para besar los labios en un toque ligero, el cual contestan para ir incrementando la duración como la intensidad.
―Te odio.
Resopla contra sus labios.
“¿Inconmensurablemente?”
Un sonrojo es suficiente para saber que así será, por lo que lo guía, entre besos y caricias, a la habitación.
#pnf perry#fanfic#perryshmirtz#pnf#pnf doofenshmirtz#perry the platypus#perry the human#heinz doofenshmirtz#fluff#spanish
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Touch
Okay, estoy terriblemente emocionado por todo lo que se puede avecinar para la nueva temporada de PnF. AUNQUE definitivamente no escribí esto como una forma de celebrarlo, sino como una práctica, aprovecho para hacerlo pasar como mi festejo. No hay nada realmente explícito, y no se hacen menciones de alguna forma en específica. Así que todo quede a su imaginación.
⸻ ♥ ⸻
Bien, ahora mismo se encuentra en el punto más bajo de su villanía, ¿o es de su vida? Es complicado tratar de darle una correcta categoría a lo que está haciendo cuando todo en lo que está pensando se ancla a la figura que lo está emborrachando con gestos que ni siquiera están pensados para ser consumidos sin control. Pero obedecer a las normas sociales por voluntad iría en contra de la descripción de su trabajo actual, ¿no? Está desvariando, lo sabe, pero es vergonzoso gemir cuando se siente por debajo de la imagen tan intocable, la que cada que se dibuja en su mente con esa sonrisa socarrona pero con dulces ojos suaves, lo doblega. Y quiere pedirle más, pero sabe que no puede hacerlo. Si fuese el caso, no estaría haciendo el trabajo manual.
Su mano se ajusta a lo largo, presionando con fuerza extra cuando fantasea el reclamo silencioso que siempre le obsequia cuando lo ve hundirse en ese círculo vicioso; sus manos firmes bombearían con tal delicadeza que se preguntaría si es un castigo o un premio maldoso. En ambos casos, no podría objetar. Porque seguramente su toque lo enloquecería con la textura tan distintas que poseen.
La respiración se vuelve temblorosa mientras su mano asciende y desciende sobre la carne, tratando de plasmar el recuerdo de su toque amable con el suyo más iracundo; seguramente para ese punto estaría gruñendo, clavando una mortal atención sobre sus gestos; tan dedicado en su placer porque eso solo debe impulsar el suyo.
Deja caer la cara contra la almohada simplemente porque eso creerá una barrera entre la fantasía y la realidad, porque evitará que su nombre se pronuncie en alto para recordarle que quizás solo es un deseo personal.
Y se hunde, tanto como puede contra la misma así como en la idea de que el agente podría estar encima suyo, doblegándolo, robándole cualquier autonomía porque no la necesita si está bajo su cuidado; podría aceptar ser arcilla, moldearse en todas las poses que quiera. Porque su voluntad se volvería incondicional a sus órdenes; sí, sin duda era su punto más bajo.
Gimotea, se retuerce, lo aclama entre peticiones que suplican desesperadamente su presencia; no existe dignidad u orgullo en ese momento, quiere, anhela y necesita de su sonrisa, de su bufonería, de toda esa personalidad aplastante que lo lleva acelerar el movimiento de mano y muñeca para llegar al éxtasis lo más pronto que pueda.
Porque es frustrante desearlo tanto y fingir no hacerlo cuando su corazón hace vuelcos cada que le sonríe como ese día.
La corriente eléctrica recorre su espalda cuando el momento llega, y la liberación es tan agridulce; deja que su cuerpo colapse contra la cama, intentando enfriar su rostro contra lo poco que queda de frescura del ropaje de la cama y almohadas.
Le gustaría decir que se siente patético por esto, sin embargo, no puede, porque eso de alguna forma debería incentivarlo a parar.
No quiere.
Maldita sea Perry el ornitorrinco.
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¿Fiesta de pijamas?
¿Hasta cuándo es apropiado utilizar la oración “fiesta de pijamas” para describir la acción de compartir la habitación con alguien por una noche?, porque en esos momentos es el único término al que le queda por aferrarse para no pensar en la literalidad de la situación, para olvidar que quien duerme al otro lado de su cama es su némesis, y sobre todo, para fingir que no está obsesionado con la situación en cuestión.
Había sido una tarde caótica, desde el hecho de casi perder una de sus prótesis hasta la noticia de una nueva celebración para Roger; su mente pasó bruscamente del éxtasis a la inhibición de cualquier rastro de felicidad, lo que provocó naturalmente que estuviese vagando con la mirada vacía hasta que el agente secreto, tan noble como la representación de sus causas, acogió sus malestares en una pequeña seña en la que prometió quedarse si eso era lo que quería.
Y supone que lo hacía, porque tan pronto parpadeó, el Agente P ya había intercambiado su fedora de trabajo por la de descanso. Incluso se había retirado su gabardina, doblándola con precisión antes de cuestionar con gestos si estaba bien si lo dejaba temporalmente en el respaldo del sillón. A lo que asintió solo para seguirse cuestionando en silencio qué es lo que se supone estaba pasando.
No duró mucho en ese bucle de pensamiento cuando lo detuvo con ese remarcado gruñido que advertía con golpearle si no recordaba cómo respirar.
Por lo que inhala, exhala, en cada respiración se permite contar hasta 10 de forma ascendente y luego al revés, hasta que lo ve ahí, sonriéndole con orgullo mientras promete, como el buen tipo que es, que por ese día no debe preocuparse por lo que almorzará debido a que tiene la libertad de ordenar toda la comida a domicilio que decida de forma gratuita. Esta será su tarde, exclusivamente suya.
Algo se retuerce en sus entrañas, una sensación cálida, nerviosa; se siente como cuando llegó América. No es algo que estaba en sus planes pero definitivamente fue algo bueno.
La sensación incrementa cuando el celular personal del hombre se extiende a su persona, tan confiado como si su vida privada no estuviese a solo unos cuantos deslizamientos con el dedo; pero sabe que Perry le ha otorgado poco a poco gramos de sí mismo, fuera de las etiquetas que conoce, que jamás lo traicionaría. Podría ser un villano, pero jamás alguien quien apuñale por la espalda a su lugar seguro.
Así que busca opciones, eligiendo algunos alimentos dulces para la noche, cuando la ansiedad se haya esfumado, y platos salados para ese momento, buscando una sensación que lo devuelva a la tierra.
Dado que Perry el ornitorrinco no lo hace plantearse en la realidad, al contrario, hace que sienta que sus pasos cada día se vuelvan más ligeros, como si flotara después de tanto tiempo de haber estado arrastrando los pies.
Mientras esperan la comida, deciden ver el capítulo de la novela que ambos han confesado estar siguiendo desde el primer capítulo, por lo que se sientan, nada acurrucados en el sofá, carcomiendo por el prohibido romance que se oscurece con cada intervención de los antagonistas de la trama; sabe que en ningún momento se ha callado sus comentarios o críticas. Lo sabe muy bien debido al bufido que suelta, mismo que se convierte en una sonrisa la cual se tensa de forma tan escandalosa que la risa es inevitable, lo que hace que se avergüence más.
Tiene una bonita forma de reír pese a que el sonido queda a su imaginación.
Cuando la comida llega no hay cambios agresivos, todos son tan sutiles como el toque de una pluma, lo que hace que ambos se puedan desenvolver en una conversación en la que el hombre de cabello turquesa destaca por su gran capacidad de hacer las preguntas adecuadas para incentivar la conversación. Por lo que incluso los salseros se vuelven parte de las extensiones de las representaciones visuales de la historia, donde objeta cuando se les acusado de redundante cuando los nombres evidencian claramente un juego de palabras terribles.
Al momento de finalizar la comida, su némesis insiste en ser quien lave los platos, lo que hace entonces que peleé por ser quien los sequé, rechazando la idea de ser un proyecto de benevolencia.
Aunque no lo es, se lo aclaran; el hombre moreno podría decírselo en todos los idiomas y lenguajes, lo sabe perfectamente. Porque sabe que murmurara quejas apenas utilice su principal arma: su mirada penetrante que no lo deja desviarse a otros lados que no sean ese tono chocolate.
Una trampa mortal, si alguien pregunta, porque no existe algo tan malditamente expresivo como frío como su mirada.
Entonces limpian en un cómodo silencio, mismo que es incapaz de sostener cuando comienza a hablar por hablar, impulsado por una sensación misteriosa. Eso hace que Perry escuche por el mero hecho de que desea escucharlo; una idea que ha aceptado a la fuerza, porque de todas las veces en las que ha expresado que ya debe estar agobiado de sus conversaciones interminables, le ha jurado sobre su propia duda lo contrario: podría escucharlo todo el tiempo que lo requiera. Porque es entretenido aún si a veces es desastroso.
Como sus planes, como sus salidas.
Como ellos.
Entonces la tarde se extiende entre otras actividades de las cuales ha olvidado el orden, no sabe si han jugado primero un juego de cartas, si vieron la película pendiente de su última noche de películas, si platicaron sobre todo y nada; de la única actividad de la cual logra ser plenamente consciente como la última, es cuando la noche inevitable cae sobre ellos, advirtiendo sobre el adiós tan complicado de pronunciar.
Si acaso lo hiciera.
Al contrario de todas las ocasiones previas donde pidió un poco más de su tiempo para estar acompañado, es su contraparte quien le cuestiona si puede pasar la noche ahí; lo que acepta, aún si la piel le vibra en preguntas sobre el motivo y un latente “¿qué importa?” el cual, definitivamente, incita a simplemente disfrutar de ese hecho como si se tratase de un sueño del cual podría despertar en cualquier momento.
Entonces ofrece su habitación, debido a que el cuarto de huéspedes actualmente sufre algunas…reparaciones. Por no decir que tiene la enorme marca del cuerpo de Norm posterior a un accidente; a lo que se niegan con el argumento de que pese a a ser el huésped, se sentiría mal de hacerlo dormir en la sala.
Discuten, pelean, hasta que llegan al punto de partida.
Entonces, ¿es una fiesta de pijamas? No lo sabe. Tampoco está seguro si es lo mejor llamarlo así, o si sería peor darle alguna otra categoría. Tantas dudas, tantas posibilidades…
De pronto deja de pensar cuando lo golpean en la cara con la almohada, exigiéndole que deje de pensar demasiado alto a esa hora de la madrugada; a lo que se disculpa mientras lo insulta, consiguiendo un somnoliento quejido que se ahoga cuando se acerca a su persona, rodeándolo probablemente de forma inconsciente.
Es un abrazo, uno que une todas las piezas que no parecían encajar durante el día…su vida.
Suspira, luego bosteza; por algún motivo sus párpados se sienten pesados.
Ojos cerrados, aire caliente chocando detrás de su cuello.
Pijamada o no, esa noche es confusamente agradable.
#fanfic#phineas and ferb#pnf#pnf perry#pnf doofenshmirtz#perry the human#heinz doofenshmirtz#perryshmirtz#random writing
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Tuve un tiempo fuera para mí cerebro en muchas cuestiones, así que apenas hacía actos de presencia en algunas situaciones. Y escribir es algo que siempre me ha beneficiado en este período, especialmente cuando es retribuido por pequeños sucesos que ocurren durante este descanso.
Así que gracias @blueprxde por cumplir caprichos no serios. Bendita sean tus manos.
⸻ 𝓥 ⸻
Eran 10 minutos, pensó, 10 minutos en los que simplemente se quedarían resguardados dentro del aula climatizada, sin nada más allá que las conversaciones tradicionales que siempre los acompañan. Pero olvidaba que entre ese breve lapso de tiempo habían pasado un millar de cosas por detrás que fue imposible de ocultar: como la relación con su padre, quien eventualmente evocó más de una anécdota de alguna experimentación “común” que nunca tocó el título de “científico malvado”, siempre supervisado por su “asistente”, quien más de una ocasión simplemente suspiró, estresado, resignado, con una mirada de exasperación que se suavizaba al levantar los pulgares para indicar que todo estaba en orden pese al tic que se le formaba debajo de sus gestos.
Aunque al final del día siempre acababa sonriendo, de esa forma cómplice que solo nacía por y para su padre, la única excepción de todas las formas que lo rigen diariamente.
Para cuando Vanessa se percata de la situación, han dejado de ser los 10 minutos iniciales, sus amigos no son los únicos que están escuchando un poco del mucho diálogo que ha realizado en un descuido. Quizás los monólogos de su padre eran contagiosos después de todo.
Las palabras no se detienen, y para cuando es más consciente de su frase, puede ver a su progenitor junto al involucrado al que está enredando en la opinión que definitivamente él ya conoce.
―Actúan como un matrimonio joven. Así que estoy acostumbrada a que siempre estén coqueteando entre sí y sintiendo vergüenza a la vez por ello ―.
La campana suena, oficialmente la clase inicia.
Y nadie comenta nada, probablemente por el bochorno palpable que existe en el ambiente.
La castaña se oculta detrás de su libro de ciencias no malvada, procurando que el sonrojo no gane territorio en su rostro.
Pero entonces puede ver una nota dirigirse a su persona, con una pregunta que hace que la vergüenza de hace unos momentos sea una experiencia agridulce. Especialmente cuando se siente en 4º grado.
«¿Entonces tienes 2 papás?»
Formalmente no. Ni siquiera están saliendo porque ninguno de los dos ha sido lo suficientemente valiente y capaz de dar el siguiente paso; no obstante, Perry había asumido parcialmente ese papel. Tanto así que era su segundo contacto de emergencia y el “tutor” a cargo de ella si su madre no estaba disponible al igual que su padre por algún evento extraordinario.
Responde un «sí» y a los minutos obtiene un «tus padres son geniales» que le hace querer soltar una carcajada. Solo que sabe que si lo hace, cierto agente la hará pasar al frente, no tentándose a ser indulgente con ella mientras actúa en su papel de asistente, y definitivamente él no podría soportar el mensaje escrito porque estaría mucho más avergonzado que su persona momentos atrás.
Así que solo les brinda una mirada discreta, viéndolos continuar con torpeza disimulada.
Supone que no están acostumbrados a que alguien más frustre sus planes, aunque eso no parece detenerlos. Nada lo hace realmente.
#fanfic#drabble#pnf perry#perryshmirtz#heinz doofenshmirtz#pnf doofenshmirtz#pnf#vanessa doofenshmirtz#two dads
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"Los agentes de OWCA apostaron que Perry, el mejor agente de la agencia, es tan frío con todo mundo, sin distinción. Incluso con su interés amoroso.
No es hasta que Peter accidentalmente lo descubre en una de sus citas que la verdad inicialmente se descubre: el Agente P es un romántico vergonzoso".
English ver.
"OWCA agents bet that Perry, the best agent in the agency, is so cold to everyone, without distinction. Even with his love interest.It's not until Peter accidentally discovers this on one of his dates that the truth initially comes out: Agent P is an embarrassing romantic."
1
[Photo]. Peter: Do you know what you just did? You made me lose $20! I hope you're happy, lover boy Perry: … Where the hell did you get that picture? Peter: Perry, concentrate You can't make me look bad What do you mean "kitten"? Are you flirting with a college girl?
2
Perry: You've got a 10-second head start Peter: Be a grown man You can ask for help, you can't go flirting with your nemesis like that Perry: 10 Peter: Even I could save you from that embarrassing situation Then I'll get my $20 back Perry: 9, 8, 7, 6, 5
3
Peter: Is that you running? Perry: PETER Peter: Shit, it's you Where's my other 5 second lead!!!? Let's talk when you don't want to break down the door to my temporary lair Say hello to "kitty" for me
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Conversación 2.0
No es un regalo en la exactitud de la palabra, pero sigue siendo un día especial y, ciertamente, sigue siendo alguien que me sigue inspirando bastante.
Así que @spinergy-69, nuevamente, le agradezco que escuche e incremente mi obsesión por este fandom. Y, otra vez, también espero que este haya sido un día maravilloso para usted.
Así que le dedico especialmente esta nueva versión inspirada en el drabble que hice de Cindy.
-ˋˏ ༻✿༺ ˎˊ-
Fue como una señal del destino.
No había esperado encontrar más belleza lejos del oleaje, una suavidad mayor al de la arena debajo de sus pies, ni siquiera esperó encontrar un calor mucho más abrasador y tierno que el mismo proporcionado por el sol; pero, otra vez, algo la empujó a caminar hacia el magnetismo de la figura que se realza como un sentimiento conocido, predestinado.
Su mente, aún incapaz de traducir ese sentimiento, ignora a la entidad que comienza a difuminarse junto con el paisaje, hasta que este mismo llama su atención.
Es perfecto, peligrosamente perfecto, no necesita tocar su piel para saber que el algodón apenas es una comparación paupérrima, no necesita preguntarle si tiene una rutina de belleza para una tez tan maravillosa. Cindy ni siquiera necesita preguntarle quién es para saber que es, quizás, el destino presentándose como un hombre. Su hombre ideal.
Pero, se recordó, que la cautela incluso en las almas gemelas siempre será la elección correcta. No importa cuánto brille algo, podría ser simplemente oro para tontos. Aunque, piensa casi de inmediato, sus ojos ámbar no parecen piritas sin valor.
Se mantiene fuerte, orgullosa; los hilos rojos son una posibilidad mínima de encontrar. Y su corazón no necesita falsos lazos para subsistir.
Es fuerte, inteligente, en su alma arde determinación y superación.
Más las llamas danzan inestables cuando lo ven intentar acercarse, a veces torpe, a veces galante. Y ni siquiera puede comenzar a cuestionarse si se está riendo por adoración o porque, de cierta forma, ese hombre está comenzando a derribar cada muralla que alza con una inexplicable facilidad.
Tulio, como según se presentó, no dejó ningún espacio para dudar en su declaración inocente: estaba interesado. Nunca mencionó el romance, ni una estabilidad en esa confesión, únicamente pura atracción y curiosidad. Lo que Cindy respetaba, especialmente ante la identificación sobre esos pensamientos iniciales; también creía que Tulio era atractivo, un adonis, demasiado perfecto para considerarse verdadero, lo que, por ende, avivaba su curiosidad. Más no permitiría que esta última reinase sobre su lógica, sin importar que tan cómodo y familiar se sintiera estar con él.
Pero el hombre no se rinde, tampoco presiona, es tan solo un explorador que busca, con una atención dulce, un mapa para explorar el alrededor. Cosa de la que no puede negarse durante más tiempo ya que la hace sentir tan cómoda, como si ya hubiesen caminado ese camino, como si ya hubiesen tenido esa conversación.
El mar fue especialmente hermoso ese día, e incluso si una pizca de tristeza la inundó en la despedida, sabe que sus huellas no se borraran en la arena.
Y fue el destino quien murmuró, una vez sus contactos se intercambiaban, que estaban hechos para el otro.
No obstante, se limitó a seguir a su razón, sin importar cuánto su corazón comenzara a latir por el desconocido. Era una mujer cautelosa, precavida, no podía dar su alma sin estar segura de las cosas.
Entonces la venda fue cayendo lentamente sobre sus ojos.
La frecuencia con la que hablaban o se veían aumentaba con cada día, al grado que el sol comenzó a broncear la unión de sus manos, sus mejillas, daba un tono caramelo en esas delicadas mejillas, lo que provocaba un pulso desenfrenado debajo de su pecho, el cual trató de contener antes de un ataque; lo que se volvía complicado con los días. E incluso por más esfuerzo que colocara, sus barreras flaqueaban ante las caricias que le brindaba.
Suave, delicado, íntimo y seguro.
Tulio Triviño era un helado de fresa en pleno verano: refrescante y dulce.
Entonces el destino gritó con más fuerza, anunciando que no existen almas tan perfectas como las de ellos ahora.
Más lo niega, o trata de hacerlo.
Cindy Miraflores no es una mujer inocente, mucho menos ingenua. Sabe que el verano tiene un principio como un fin.
Pero queda ciega prontamente a mitad de verano.
Había comenzado como una pequeña duda, inspirada en su propia curiosidad, hasta ir aumentando en una serie de cuestiones en las que el contrario poseía la libertad de negarse a contestar; lo que no pasó. Triviño, sin ningún tipo de vergüenza o timidez, respondió cada una de sus dudas, confesando sus propios sentimientos, expresando ideas tan privadas que le hacen sentir como un confidente importante, narrando expectativas, sueños, placeres y miedos. Ninguna de sus palabras se intimidaba ante cada enfrentamiento amistoso, al grado que suena como poesía. Cada verso está tan bien formulado que es incapaz de sostener por más tiempo un suspiro.
La vida, compartida en una tarde que se vuelve anochecer, hace que todo se sienta relativamente fantástico.
No conocía a Tulio Triviño de antes, y de alguna forma, se sentía como si llevara toda su vida haciéndolo.
El mundo ya no necesitaba decirle que estaba, completa, y perdidamente, enamorada. Lo supo cuando lo besó, cuando la besó, cuando danzaron bajo la luna y Tulio compartió tanta sensibilidad, mostrando una diferencia ante el mundo que había conocido.
Es único, especial. Tulio era un hombre que no encontraba tragedia en ser frágil y delicado.
Cegada ante el amor, ignora las imperfecciones iniciales de un romance fugaz, lanzándose a sus brazos, creándose un espacio en su pecho, buscando un sitio en su corazón. En el cual cree estar cuando habla sobre él, sobre los dos, cuando sus palabras se vuelven discursos que compiten contra Zhang Jiuling. No era de sorprender que fuera un conductor de noticias de renombre, era un orador sorprendente; conocía como hablar, cuando ser tan vibrante o una brisa; sabía exactamente cómo hacer que sus palabras coincidieran con sus demostraciones físicas.
Se sentía amada, adorada, podía sentir el verano insertarse en su cuerpo como una segunda piel; con un amor cálido, fresco, que se siente misteriosamente joven y etéreo.
Entonces quedó sorda, incluso cuando se profesaba como la mejor oyente que alguna vez podría existir en la vida de su amado. Pasó por alto todas aquellas lagunas verbales.
Y era demasiado tarde para darse cuenta, el verano había concluido, y con ello, la despedida de la que nunca estuvo preparada.
Varias promesas se hicieron, palabras se marcaron al fuego, y su corazón se coló entre las maletas que él se llevó.
Y se fue, quedando solo el “adiós” que murmuró en sus labios.
Solo que Cindy había pérdido sus ojos y oídos, incapaz de recuperarlos, por lo que cada día sus sentimientos se fueron escribiendo en cartas, mensajes, cualquier señal que mantuviera viva la flama.
Entonces pasó: el reencuentro, el rechazo, las mentiras, las negaciones. Señales que debieron devolverle la cordura, el raciocinio. Lamentablemente no pasó, Tulio confesó saber su número, llevándola prácticamente en sus memorias, declarando frente a los testigos que sigue siendo el hombre que conoció en un día de playa.
Entonces lo perdonó, lo sostuvo, volvieron a fundirse entre caricias y sentimientos que solo ellos entenderían, como si hubieran repetido esa historia una tras otra vez. Lo que justificó cada uno de los tropiezos que el hombre egoísta cometió. Lo que la hizo apretar más la venda y tapar sus oídos.
Porque el destino había exclamado, con furia y esmero, que es algo que todos pasan. Opacando su voz que trataba de advertirle que esto quizás solo era ese terrible proverbio: yǒu yuán wú fèn.
Y ellos estaban hechos para estar juntos, él se lo había dicho, ella lo había sentido. Debía ser verdad.
Entonces los años pasan, ellos siguen, a veces en un período longevo sin verse, otros tanto parecen ser solo uno. Están llenos de altibajos, de malos ratos, de chispas electrizantes: son una relación real. O eso es en lo que se trata de convencer para esas alturas.
No importaba cuántas veces sostuviera su mano, no importaba cuántas veces lo besara, no importaba cuántas veces recorrieron el cuerpo ajeno con adoración. No importó. Ni siquiera todas esas veces en que le dijo que la quería; era una conversación vacía, un monólogo aprendido.
Eran palabras maravillosas, pero no son más que un guion en el que ambos quieren creer.
Solo que no pueden, al menos, él no puede.
Cindy lo había visto con los años, incluso si no desease admitirlo, Tulio era otro. Más no sabe cuál Tulio es el verdadero o el desconocido, ya que cuando él habla, cuando verdaderamente habla, sus ojos se iluminan, sus mejillas se tensan; la luna menguante incluso se posa en su rostro, dibujando la sonrisa que haría sonrojar a cualquier estrella. Es un cielo claro, radiante, una noche estrellada. Y es tan apasionado, tan ligero, tan libre.
El problema es que no recuerda haberlo visto nunca con ella.
Quizás al inicio lo hizo, quizás cuando hicieron formal su relación.
El problema es que los “quizás” nunca son una certeza. Mucho menos, cuando está segura de haber descubierto esas características cuando su pareja era quien no se percataba que se había deshecho de su propia fachada cuando su mejor amigo estaba cerca.
Había escuchado sobre él, tantas anécdotas del pasado que sería imposible de enumerar, había visto el orgullo que siente al presentarlo como una de sus relaciones más longevas, presumiendo de la genialidad contraria, yendo en contra del todo el egoísmo que lo caracteriza. Un desconocido, o quizás, la versión pura del mismo. No ha dejado de debatir en eso desde que le carcome la cabeza, especialmente, cuando no es el único en reflejar tales microexpresiones.
Juan Carlos Bodoque a su consideración era ruin, un mentiroso, indigno y sin una pizca de orgullo; no merecía su atención, más la obtuvo, porque conseguía lo que ella no hizo durante todo ese tiempo: a Tulio Triviño. No solamente a ese hombre encantador que sabe recitar las más dulces poesías, o hacer las más terribles humillaciones en algo dulce, sino al hombre que habla sin usar palabras, al que toca y te deja tatuada la piel con su roce, al hombre que no le importa dejar de lado, por un efímero segundo, su existencia para brindarle al otro todo lo que desea. Lo que sería injusto, si no fuera porque, de hecho, el apostador parece poner todo el juego sobre la mesa y él se abalanza, a su vez, en darle lo poco que tiene.
Y duele, duele increíblemente cuando escuchas y ves todo lo que no has deseado en la vida, ver que los intentos son solo eso, fracasos.
Porque sin importar cuánto se esfuerce, nunca tienen esas pequeñas conversaciones tan profundas. Nunca conversan con la mirada. Nunca hablan. No como quisiera. Y desearía tanto poder estar en su lugar, desearía poder tener el privilegio que la entidad arrogante desprecia por el miedo natural a ser iluminado por un astro tan intenso, a ser amado, querido de verdad.
Y tuvo que admitir que comprendía ese miedo, porque ella también estaba horrorizada de lo mucho que estuvo, y está, enamorada. Porque se siente como una vitalidad que en esos instantes la está matando.
Deseaba gritar, gritarles, reclamar a todo pulmón a Juan Carlos qué le daba derecho a ser la persona que Tulio escogió, a pesar de que este mismo no era consciente de ello. Qué le daba derecho de ser acreedor de sentimientos que no parece querer consigo.
Anhelaba tanto poder exigir que dejara ir a Tulio si él no podía quererlo como ella lo hacía.
Más no puede y acalla, escuchando con mayor cuidado, desenredando los mensajes inconscientes; sobreviviendo a sus pequeñas conversaciones en las que suplica, en el fondo, ser la razón por la que existen.
Lamentablemente nunca lo será. Ya lo aceptó. O al menos eso trata de hacer.
Sigue siendo doloroso, una atrocidad tener que verles, especialmente ahora que su amor es libre de ella pero encadenado a esa bestia que se suaviza con el toque de la margarita. Y desearía odiar a Tulio, desearía poder incriminarlo por darle esperanzas…lo que, definitivamente, no es enteramente su culpa. Ella inició con esa idea, él había rehuido de eso apenas tuvo la oportunidad. Luego cuando ambos se encontraron, creyeron, más ingenuamente de su parte, que lo suyo tendría salvación.
Solo que es imposible salvar algo que estaba extinguido.
Es cruel, insensible y un antagonista completo. Más no puede manchar su imagen por más que quiera.
Sigue enamorada de sus pláticas, de sus palabras, de la pasión que hay tras cada oración; ama a Tulio, incluso si todo lo que dice nunca será para sí. Lo ama aún cuando duela; porque su corazón quebradizo aún palpita fuertemente por él.
¿Pero qué más quedaba?
El Tulio que ama no existe, no existió, ni existirá.
Solo es un recuerdo de ese verano del que nunca se va a recuperar en totalidad.
-ˋˏ ༻✿༺ ˎˊ-
Datos:
Zhang Jiuling: fue un ministro destacado, destacado poeta y erudito de la dinastía Tang Yǒu yuán wú fèn: significa 'Tener destino sin destino', es utilizado a veces para describir a las parejas que se encuentran, pero no pueden permanecer juntos.
#fanfic#one shot#31 minutos#tulio triviño#juan carlos bodoque#cindy miraflores#light angst#tudoque#redtie#unrequited romance#new version
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Cupido no necesita flechas ⤖
No era un secreto para nadie, las flechas de Cupido jamás lograron afectarlo, incluso desde su tierna infancia, las puntas de las tan ansiadas y temidas flechas pudieron perforar su piel. Así que incluso si la entidad encargada del amor hiciera presencia física ante su persona, tratando de cazarlo para hacer que su corazón lata frenéticamente por alguien, fracasaría; porque él es un invicto en el desamor, solo crea ilusiones y provoca pulsaciones que se empobrecen cuando se percatan que él no es uno de los seguidores de esa bestia infernal con alas.
Pero le ha dado bastante trabajo, al nivel de que debería ser un querubín destacado, ¿quién más podría ahorrarle tanto material? No existía algún otro talento innato que pudiese lograr lo que sus encantos consiguen en un par de movimientos.
Claro, existían excepciones, pero al ser un simple mortal, rivalizaba bastante bien con aquel que se hace llamar dios del amor, el cual, para esas alturas, era un mero charlatán.
Tantos finales felices prometidos y necesitarían más de mil manos para siquiera contar todos los fracasos que se le podrían adjudicar a la figura idealizada. A ese punto, solo alguien tan imbécil, con una extrema escasez de materia gris podría seguir creyendo las falacias de ese estafador emocional.
Alguien como Tulio, por ejemplo.
No era un misterio que su amigo vivía enamorado del amor, un fanático hasta los huesos de una fantasía romántica que lo haría vomitar. Especialmente cuanto tenía la habilidad de hablar tan apasionadamente de los clichés que, como su mejor amigo, debía pisotear sin consideración para anclarlo a la realidad.
Era un hombre ególatra, mimado, vanidoso, ignorante, petulante e insoportable a niveles catastróficos.
Ninguna persona podría tolerarlo.
De hecho, ni siquiera su persona lo hacía.
Pero la afirmación siempre había conseguido un efecto contrario en la que Tulio solo se reía, como nunca reía frente a las cámaras, para finalizar tocando su hombro o su brazo, sonriéndole con ese ocaso que se robaba las estrellas de la noche, para acabar musitando en los más dulces tonos “espero encontrar a alguien como tú”.
Lo que siempre le llevaba a pensar si alguien como su persona se merecía tal brillo cegador, porque definitivamente, ni siquiera el mismo se lo merecía.
Era demasiada luz para alguien que no desea ver ni siquiera la forma de su sombra.
Razón por la que acaba golpeando su brazo, más fuerte de lo normal, advirtiéndole que deje de decir estupideces.
Pero nunca deja de decirlo.
Y nunca deja de perforarle el pecho.
Pero Tulio tampoco en su vida ha sido tocado por una flecha de Cupido, pese quizás merecerlo; y sí bien, su amigo no lo ve como un trofeo, un distintivo, no puede sentir empatía por su desgracia.
De hecho, siente un enorme alivio en el pecho cuando su atención, en un chasquido, desaparece de la figura que se presenta como la persona escogida por Cupido.
¿Miserable? Quizás, pero ha sido un combustible para seguir viviendo.
Así que solo palmea su espalda, a veces demasiado fuerte, apenas como un toque, declarando que son almas ambulantes en ese mundo; las primeras veces, recalcaba la palabra “solitarias”, con el tiempo, se fue desvaneciendo, tanto que cuando Tulio los hizo sonar como almas errantes que se sostienen entre sí, entre la libertad y la prisión en la que cada uno decide estar, no lo desmiente.
En un punto, lo cree.
Dos desgraciados, nunca alcanzados, siempre riéndose de la desgracia ajena.
Uno anhelante, el otro repelente; igualmente olvidados.
Una zona neutral, un juego en donde son un igual.
Donde el oro brilla en su mirada, y en donde su propia alma se siente liberada.
Cayendo lenta y estrepitosamente.
ღ
Cupido nunca necesitó de flechas para iniciar con la primera chispa de combustión, solo se requirió una flor, una promesa infantil, un constante ardor debajo de las entrañas para entrelazar a dos corazones hechos para encajar en el pecho contrario. Nunca había existido un trabajo tan fácil como complicado.
Eran los eternos, e inalcanzables, enamorados.
Deseosos de tocarse y temerosos de dañarse.
Quizás de lo único que debía de arrepentirse es de los años eternos desperdiciados en el mejor de sus trabajos.
Más lo único que le queda ahora es observar desde arriba, desesperado y frustrado, a las dos figuras que danzan entre sí, a dos pasos de abrirse el pecho para consumirse, y a tres pasos de extinguirse.
N/A
Gracias nuevamente a mi amigo, que me inspira para escribir estos pequeños drabbles y reflejar un poco, de lo mucho, que estoy enamorado de ellos. Espero en un futuro cercano poder hacer otra historia más larga, donde pueda reflejar algo de esa combustión lenta que los mata y me mata.
#31 minutos#tulio triviño#juan carlos bodoque#drabble#tudoque#redtie#fanfic#“One-sided” love#Ellos realmente son tan densos mutuamente#Cupido realmente se arrepiente de no haberles apuntado al pecho
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Carta
Esto es completamente dedicado a @spinergy-69 persona, quien claramente, me ha impulsado a escribirles bastante. Esta es una de las cosas de las que más orgulloso me he sentido, y merece el crédito como la inspiración que motivó la existencia de esta introspección emocional del personaje.
Es un gran amigo, y un gran artista (incluso cuando haga desastres para intentar dibujar). Así que denle las gracias de que yo siga escribiendo para ellos (y deberían obligarlo a obligarme a subir mis escritos en otros medios).
Summary: Los sentimientos siempre han sido difíciles de traducir, especialmente cuando estos mismos son tan nuevos. ¿Cómo alguien podría describirlos? Es algo que deberá describir en esa tarea terapéutica.
"¿Qué es lo que quieres decirle?"
Y Tulio no estaba seguro de ello.
───── 🖊 ─────
"Las alegorías no son mi principal sustento, a diferencia de los filósofos antiguos, hablando de cavernas, deidades muertas o las almas, no considero tener la habilidad para profundizar una imagen indirecta a un sentimiento. Incluso ahora mismo las terminologías con las que habla, quien se supone es mi guía, se sienten completamente ajenas; quizás porque mi mente sigue pensando demasiado, o tal vez soy yo quien cree pensar demasiado. Es difícil saber cuándo algo es mucho. Siempre he querido mucho.
No me siento culpable de ello, incluso si siempre he tenido todo lo que quise, no necesariamente me fue otorgado por una petición. He trabajado duro, incluso con la fortuna que me acompaña; no soy solamente alguien que espera. Soy impaciente. No soy bueno con el misterio, ni con el tiempo. El futuro es impredecible, el pasado solo una evidencia de lo que me llevo hasta aquí. Entonces, ¿por qué estoy insatisfecho? ¿Por qué me siento incompleto? Mi presente es, ciertamente, más una realidad que una expectativa, tengo la fama, el dinero, y el nombre que siempre soñé, lejos de acciones impropias, o de las propias exigencias o mentalidades que hay sobre mí.
O quizás, solo soy una parte de eso. No. Soy una parte de eso, y lo sé, después de todo estoy aquí, escribiendo esto, aún bajo la mirada presente, aún bajo la mirada externa del público, aún bajo su mirada.
Sé que existo, más allá de lo que yo mismo aún logro reconocer, y puede que nunca pueda conocerme completamente. Y, aunque parezca extraño, no me siento tan aterrado de lo desconocido sino de lo que pueda descubrir si me aventuro más allá de lo que he hecho con el tiempo.
¿Temo que la gente pueda dejar de amarme? ¿Qué pierda todo? ¿O lo verdaderamente agonizante es darme cuenta que temo más al hecho de que yo, nuevamente, sea un rechazo inevitable? La gente habla, demasiadas cosas, mentiras, verdades. Nunca hay un silencio real. Las críticas son así, constantes, silenciosas o bulliciosas. Yo mismo las he realizado, no me avergüenzo enteramente de ellas.
Pero odio, odio tanto el sentimiento que me dejan cuando se trata de una sola persona, sea su propia voz o no las que la emiten.
¿Cómo se puede manejar el ánimo de un tercero cuando no eres esa persona?, ¿cómo puedes controlar sus pensamientos, sus decisiones, su propio corazón?, ¿cómo evitas su rechazo?, ¿cómo evitas sentirte como algo negativo entre todas las cosas buenas que realiza?, ¿cómo superas una herida que desconoces si ya cicatrizó?
¿Cómo consigues culparlo de sus verdaderos pecados cuando estos mismos son el fuego que te encendió durante años antes de sentir las primeras cenizas?
Puede que después de todo realmente pueda escribir algo similar a una alegoría, tal vez porque es más sencillo que entender enteramente todas las extensiones que me provoca su existencia.
Aunque el resultado es el mismo, por más espléndido o agonizante que sea: soy la versión más real, pero no la completa cuando estoy con él. Porque, aún odiando las sorpresas, el mañana lo es, de una manera constante que es agotador siquiera tratar de pensarlo. Y pasa lo mismo conmigo. Soy un mañana incierto. Él lo es.
Y quisiera culparlo por serlo, pero no puedo completamente, porque mañana puede ser mucho como puede ser poco. Pero nunca es nada y siempre es un todo.
¿Siente eso cuando escribe sobre estas cosas? Es abrumante…y tan gratificante a la vez. Aunque sin duda, no deseo esto como un hábito constante, es agotador, tanto como lo es poner una sonrisa frente a una cámara que espera una sola de tus muecas. Pero es un inicio ¿cierto? Y en estos momentos, necesito partir de algo. Y decidí hacerlo con mi mente, y quizás, con mi corazón.
Después de todo, sigue latiendo. Sigue teniendo el mismo suspiro atrapado que no he logrado expulsar.
Puede que no quiera hacerlo.
Realmente, no quiero hacerlo.
Y no estoy obligado hacerlo.
¿Cuál era el punto principal? Lo desconozco, pero en estos momentos, creo que no necesito escribir una sola palabra más que una despedida.
Así que, sostén esto contra tu pecho. Esto eres tú, y esto soy yo.
Somos el nada y todo que tenemos.
Atentamente"
El bolígrafo se separa, negándose a firmar.
Las despedidas siempre han sido difíciles, incluso aquellas que no ocurrirán al jamás llegar al destinatario.
#fanfic#31 minutos#tulio triviño#juan carlos bodoque#tudoque#redtie#letters#light angst#emotions#one shot
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Random Perryshmirtz #1
Me preocuparé mañana por editar los pies de fotos de las conversaciones a inglés si llega a ser necesario, pero es que si no saco esta idea, explotaré.
No sabría explicar el contexto sin reírme, podríamos considerar que esto es más un trashfic con un tono serio, así que dejemos abierta a la interpretación quiénes fueron mis inspiraciones (spoiler: fueron personas talentosas).
Probablemente esto tenga una continuación, porque continuar los proyectos 100% serios no es una opción inmediata (aunque estoy en ello).
La sombra del árbol se posicionó sobre la hamaca en la cual yace recostado, observando en silencio a los niños quienes parecen haberse embarcado en una pequeña invención para desestresarse del aburrimiento que conllevan los deberes escolares; para tranquilidad de sobrina, el invento no presentaba mayores riesgos y, en realidad, parecía beneficiarlos a todos. El día no podría mejorar más.
Una suave vibración sacude sus pensamientos, notando que en su número personal yace una notificación de un mensaje sin leer. Perry ni siquiera tenía que esforzarse en adivinar de quien se trataba a esas alturas de su vida.
«Perry el ornitorrinco»
«¿Recuerdas esa vez que me secuestraron?»
Su rostro se frunció por un instante, cuestionando si esa era una forma bastante sutil de anunciarle que nuevamente había pasado. Por lo que ahora, absorto por la curiosidad, decide contestar de forma más inmediata que anteriores ocasiones.
«¿Cuál de todas las veces que lo han hecho?»
«Oh vamos, hablas como si lo hicieran todo el tiempo»
«¡Sabes perfectamente que la semana pasada no fue un secuestro!»
Estaba bastante seguro que ser privado de la libertad es un secuestro, especialmente, si utilizan cuerdas y costales como adición al juego; no importaba si al final había sido una “ligera confusión” como lo hicieron llamar los hombres cuando lo vieron llegar.
Aún puede sentir el dolor en sus nudillos.
Envía un emoji como simple respuesta, ahorrándose una discusión entre los dos.
«Ese no es el punto»
«Mystery encontró mi contacto y me envió un mensaje. Parece que mi charla sobre la comunicación es realmente efectiva»
«O algo así…»
Había escuchado la anécdota después de que la conmoción se relajó, no solamente desde la visión de su némesis, sino que su propio compañero de trabajo le compartió algo de su experiencia, mostrándose agradecido por la intervención de Heinz.
Casi se sintió empático por la situación, pero el villano de Peter había llevado al límite sus propios sentimientos, y tenía con un científico malvado para eso; hecho que el agente de Seattle pareció leer en ese momento porque dejó de lado cualquier doble intención que lo llevase a querer ahorcarlo. Ahora se está arrepintiendo de no haberles amenazado por toda esa ridiculez.
«¿Algo así?»
Cuando ve en la barra superior que el hombre adulto está grabando un audio, decide que es un buen momento para comenzar a escapar de la escena, sabiendo que aún en el volumen más bajo, su voz podría ser escuchado hasta por los propios sordos; al ser entonces, una situación extraordinaria, se permite generar otra, dejando a Candace como una delegada temporal de responsabilidad mientras su persona iba por unos instantes al baño.
No supondría más de 20 minutos, si consideraba el tiempo promedio de audio que ha recibido en los últimos tres meses.
Cuando ingresa a la casa, y no ve en la cercanía a ningunos de los adultos con los que convive día a día, se permite ir reproduciendo el primer audio enviado.
“Intentaré resumir un poco de la conversación que hemos tenido, básicamente se ha estado esforzando en hacer grandes pláticas con Peter para explicar sus planes e intenciones, el problema reside cuando sus planes fracasan, en ese preciso momento es incapaz de alejar ese tema de ser misterioso y vuelve a cerrarse. Supongo que es un hábito difícil de enterrar completamente.
El punto es que, de alguna forma que aún no logro comprender, decidió practicar con una inteligencia artificial. Lo que es completamente malvado, ¿sabes todas las implicaciones morales puede tener eso?”
Acelera el audio, percatándose de una larga discusión de un solo sentido sobre el tema; no fue una sorpresa que, en el fondo, estuviese de acuerdo con sus puntos. Doofenshmirtz al fin y al cabo no era un villano como tal.
Para cuando llega al baño, se permite reproducir el segundo audio enviado, dejando que su voz haga eco entre las paredes mientras abre uno de los pasajes secretos a su guarida.
“Para concluir, de algún modo contarle a la inteligencia todo lo que está pasando le permitió poder crear una serie de mini planes para poder hacer un acercamiento más directo con Peter el Panda, pero para asegurarse de que todo saliera en orden, preguntó sobre si podría presentarme este lunes con alguna canción de respaldo”.
Nunca se sintió tan agradecido de alguna vez estar en su guarida. Está seguro de que podría aterrar a cualquier testigo que no pudiera entender porque se estaba riendo tan alto sin importar la intensa sensación de extrañeza que refleja su rostro.
Estaba escéptico. Sabe que su risa aflórese casi como un mecanismo de defensa.
«…»
«Esto no es una broma?»
«En realidad esperaba que vinieras conmigo»
«¡Una de mis bailarinas recurrentes está enferma y no hay nadie que aprenda sus pasos tan rápido!»
Respira, reteniendo el aire, soltándolo después de unos largos segundos; algo en sí quiere seguirse mofando de la situación. Solo que Heinz no merece ser el enfoque de su burla, en absoluto.
«¿Por favor?» la torpe adición del emoji solo hace que realmente no pueda reírse más, incluso si es con él.
«Dame un momento».
Sin necesidad de mirar el alrededor de la habitación, puede caminar directamente al tanque espacioso que utiliza como un espacio personal dentro de sus responsabilidades; ocasionalmente la llenaría hasta el tope de agua, permaneciendo con un tanque de oxígeno y dejándose abrazar por su propia afinidad del buceo. Ahora tan solo se adentra en su vacío, sentándose en la silla circular para deslizar el panel superior, cubriendo el interior, y, en consecuencia, sus propias acciones.
No se había imaginado desarchivando su contacto.
«¿El lunes es tú día libre?»
La reacción inicial de su contraparte lo hace suspirar ya fastidiado; pero es un hombre ocasionalmente rutinario, por lo que una parte que no reconocerá, siempre se encuentra aliviado de que juegue con eso.
«¿Quién eres? ¿Dónde conseguiste mi número?»
«Deja de actuar como un idiota y responde».
«¿Cuál es la contraseña secreta?»
«… ¿en serio me harás escribir eso?»
Quiere empujarse a concluir la conversación hasta ahí. Decirle a Doofenshmirtz que ni toda la ridiculez del mundo vale la pena.
Más sabe que se estaría mintiendo; nunca habrá una mejor oportunidad como ahora para ser quien moleste al azabache.
«.- .--. .-.. .--. .--.»
Jura que algún día podrá convencerlo [obligarlo] a cambiar de contraseña. Preferiblemente, después de un entrenamiento donde pueda humillarlo.
Más cuando su siguiente mensaje le deja en claro cuánto se regocija en ganar la última vez ese acuerdo.
«¿No te encanta este método de verificación? »
«¿Por qué la pregunta? ¿Por fin vas aceptar salir conmigo?»
«He ido a tus dos últimas fiestas y aún no me recupero mentalmente de ellas»
«Contesta»
Se ahorra el “idiota”. Hoy su humor es excepcionalmente bueno; demasiado.
Y crece cada vez más con la confirmación.
«Sí, el lunes es mi día libre, pero tengo en mente algo»
«Será para una próxima ocasión nuestra cita».
Quizás no, pensó. Podrían verse sin ningún problema ese día.
«Que emoción»
«Sabes que puedo escuchar tú sarcasmo desde aquí»
No lo hace, en definitiva, ya que no existe. Está extasiado.
Vuelve al chat que lo originó todo.
Odiaba siquiera imaginarse algún traje de lentejuelas, tan llamativo, casi escandaloso; lo malo es que la balanza seguía tan inclinada a su propio desastre. Lejos de toda la diversión y justicia divina que podría significar, ir implicaba proteger al castaño. Su principal función cuando no están peleando entre sí.
«Sí, estoy disponible»
«¿A qué horas será el ensayo?»
Resulta fácil saber que es la decisión correcta cuando su corazón late al imaginarse su voz replicando el mensaje.
«Sabía que podía contar contigo, Perry el ornitoamable»,
«Es hoy a las 18:00, podrías quedarte a cenar después de eso»
Nunca había dicho un “sí” explícito, no iniciaría ahora.
Él no lo necesitó tampoco, por lo mismo es que siempre tuvo su plato en la mesa.
Agradece que nadie pueda ver la calidez que ruboriza su rostro y eriza su piel.
«Te veré ahí»
«No olvides usar tú llame»
No lo haría, pese a la tentación de usarlo como una excusa para quedarse más tiempo del debido.
#fanfic#phineas and ferb#pnf#pnf perry#pnf doofenshmirtz#perryshmirtz#peter the panda#my edit#professor mystery#random writing#Ustedes no saben lo divertido que fue hacer esto#Dedicación especial para las personas que me inspiraron a esto
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Conversación
Había comenzado con una pregunta pequeña, una duda natural; él había respondido con bastante júbilo pese a que la respuesta, en expectativa, cualquiera habría comentado con una brevedad genérica, vacía y sin ninguna señal de rescate para continuar la plática. Pero fue la forma en que el contenido narrado sonaba tan glorioso, tan sincero, tan lleno de afecto que fue inevitable caer en pensamientos impregnados en miel. Después de todo, ¿cuántos hombres podrían entregarse tanto a la sensibilidad sin sentir que la exposición es una absurdez o un desmerito a su propia existencia? Cindy deseaba ser parte de esos discursos, escuchar cómo era la musa de palabras melodiosas que conmueven el alma.
Así que lo oyó, tan atentamente, tan ciegamente, que cada verso explayado sonaba a poesía inédita, obras que tan solo se podrían dedicar a su existencia. Tulio era realmente un gran orador. No había día en que sus palabras no conquistaran su corazón, incluso en los errores que hay entre sus oraciones más inconscientes. Sabía hablar, sabía realmente cómo hacerlo. Era imposible no creerle, especialmente, cuando su mensaje verbal coincidía completamente con el mensaje físico que le ofrecía.
Se sentía amada, adorada, podía sentir el verano insertarse en su cuerpo como una segunda piel; con un amor cálido, fresco, que se siente misteriosamente joven y etéreo.
Todas sus pequeñas conversaciones resultaron siendo un tesoro.
Pero quizás ella no era tan buena oyente como creía.
Pasó por alto las repeticiones, las invocaciones del pasado.
Ignoró que el amor no puede poseerse.
No importaba cuántas veces sostuviera su mano, no importaba cuántas veces lo besara, no importaba cuántas veces recorrieron el cuerpo ajeno con adoración. No importó. Ni siquiera todas esas veces en que le dijo que la quería; era una conversación vacía, un monólogo aprendido.
Eran palabras maravillosas, pero no son más que un guion en el que ambos quieren creer.
Solo que no pueden, al menos, él no puede.
Cuando Tulio habla, cuando verdaderamente habla, sus ojos se iluminan, sus mejillas se tensan; la luna menguante incluso se posa en su sonrisa. Es un cielo claro, radiante, una noche estrellada. Y es tan apasionado, tan ligero, tan libre.
Pero nunca es con ella.
Nunca tienen esas pequeñas conversaciones tan profundas. Nunca conversan con la mirada. Nunca hablan. No como quisiera. Y desearía tanto poder estar en su lugar, desearía poder tener el privilegio que la entidad ignorante desprecia ante el miedo de una verdad.
Más no puede y acalla, escuchando con mayor cuidado, desenredando los mensajes inconscientes; sobreviviendo a sus pequeñas conversaciones en las que suplica, en el fondo, ser la razón por la que existen.
Lamentablemente, nunca lo será. Ya lo aceptó.
Trágicamente, tampoco lo puede culpar. Sigue enamorada de sus pláticas, de sus palabras, de la pasión que hay tras cada oración; ama a Tulio, incluso si todo lo que dice nunca será para sí. Lo ama aún cuando duela; porque su corazón quebradizo aún palpita fuertemente por él.
Pero si hubiera escuchado mejor, habría sabido desde un principio que ella solo era un oyente más.
N/A
Me gusta mucho Cindy, bastante, la quiero y adoro; pero sinceramente Tulio la hace sufrir de un modo, muchas veces, silencioso. Así que había escrito esto desde hace una semana y hasta hace poco le di un cierre para que sea un drabble en el que ella sabe que quizás, claramente, no están hechos para una eternidad, pero ¿quién le explica al corazón eso?
Siempre tendré como HC que ella lo apoya en sus siguientes relaciones, son mejores amigos después de un período de sanación; ya que lo sigue amando, y el acto de amor más grande que puede otorgarle, es ayudarle a ser feliz. Verdaderamente feliz.
#cindy miraflores#tulio triviño#31 minutos#fanfic#drabble#light angst#unilateral#Ella aún está aceptando este hecho#Tulio es inconsciente de su propio sentir
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Voz silenciosa
Un día tan solo desapareció.
No hubo explicación, ni una señal previa; simplemente se desvaneció en la nada. Su voz nunca más volvió a emerger de su boca, por más que intentase arrancarse las palabras, no había nada. Absolutamente nada. Lo que es un problema cuando, tú vida misma, está construida en la comunicación verbal; Tulio lo sabía desde el segundo uno en que no pudo emitir un solo ruido, lo supo cuando al llegar al trabajo no pudo explicar a nadie lo que pasaba hasta que, finalmente, Juanin le había entregado un bolígrafo y papel.
Ese día el programa continuó con la mayor “normalidad” posible, pero el actor de voz era, sin duda, la variante que siempre se presentaba en el estudio para invitar al desastre; por lo que cuando las noticias cambiaron y las oraciones sin sentido emergieron, todos debieron de actuar como si fuera uno de esos famosos "experimentos sociales".
Lo que resultó en una inesperada aceptación, quizás por la comedia involuntaria que emergió del evento; lo que no era el resultado más favorable. A pesar de ello, nadie correría un riesgo extra. Nadie excepto su persona, quien puede sentir su cabeza atrapada en la guillotina, esperando el dictamen final del verdugo, mismo que se mostró bastante flexible en un principio, permitiéndole una ausencia extraordinaria con el fin de que encontrase una respuesta a su problema. Cuando los días comenzaron agotarse, la tensión se volvió cada vez más insoportable.
Manguera poseía los suficientes motivos para echarlo, no solamente por ese evento trágico, sino un cúmulo de incidentes que podrían llevarlo a su fin ahora que no existía un método viable para defenderse.
¿Cómo iba a conducir un canal de noticias si no podía dar las noticias? Su existencia ahí ya no era necesaria, considerando que cada uno emerge un puesto demasiado memorizado para que alguien pueda reemplazarlo; pero nuevamente, amaba su trabajo, y quiera o no, estaba demasiado cómodo con todos; no era un hombre de familia, más estaba en una. Eso y, siendo sinceros, ¿qué se supone que haría? ¿Vivir de su fortuna y de sus lujos? Podría hacerlo desde mucho antes si quisiera. No vive del programa, pero vive para el espectáculo. Estaba hecho para ser visto.
Así que, si no podía dar una voz, podía dar algo más. Era un hombre talentoso, había trabajado duro. Y aunque su cara fuera extremadamente bonita, era más que eso.
De esa forma es como llega al ahora, siendo la mano derecha silenciosa del jefe, quien básicamente, debe encargarse de lo mismo de siempre: que el programa funcione, sin estar en el foco principal de las cámaras. Lo que, casi siempre, lo llevaba a suspirar antes de encerrarse en su oficina para revisar minuciosamente todos los encargos que tenía.
Por lo menos no era una carga extraordinaria como la de su propio mejor amigo, sin embargo, podía sentir algo de celos. Podría llegar a exponerse con mayor libertad de lo que su persona ha podido hacerlo desde hace ¿semanas?
Hace un tiempo que dejó de contar cuánto llevaba sin expresar una sola palabra, sobre todo, dejó de contar los días en los que se sentía, verdaderamente, miserable. No era un sentimiento al que quería acostumbrarse, irónicamente, no necesitó palabras para comunicar su estado de ánimo, debido a que sus facciones siempre hablaron tanto como su voz lo hizo, en especial, con Bodoque, quien había llevado un seguimiento regular sobre su estado.
Era extraño que ahora quien hablará más de los dos fuera él, y aunque al principio el silencio que normalmente era cómodo, mutó a uno de insatisfacción mutua, pronto encontraron una nueva sincronía imperfecta, en la que podía reírse al verlo intentar adivinar, regularmente, lo que trataba de escribir. Era algo que lo tranquilizaba, por no decir lo único.
Sabe que los médicos se esforzaban en encontrar una respuesta al problema, como también entendía que la gente trataba de consolarle; solo que todos tenían una lástima en la voz que nunca le permitía sentirse esperanzado; lo único bueno, como terrible de no hablar, es que se aprende a escuchar con más atención a todo mundo. A sí mismo.
No estaba muy convencido de disfrutar eso.
Mira el documento frente suyo, en blanco, dando un respiro profundo. Era uno de esos momentos en los que no puede evitar estar nostálgico.
Se retira los lentes de lectura, apretando con el pulgar e índice el tabique, centrándose en la sensación hasta que el ardor inicial de sus ojos se desvanece por completo; es entonces cuando vuelve a colocarse sus lentes, dispuesto a continuar con su trabajo hasta que su atención es arrebatada por completo.
—Hey, idiota. Tengo el resto del día —. Sabe que no es un aviso, ni siquiera una invitación debido a que eso sería darle la oportunidad de decidir; por lo que coloca todos los documentos en la carpeta confidencial antes de resguardarlos en el cajón con llave.
Cuando vuelve alzar la vista, puede ver una expresión neutral que, para muchos, no diría nada, solo que su persona puede observar su satisfacción al verlo seguir su indicación sin una sugerencia adicional.
Una vez se coloca a su lado, no necesita siquiera preguntar mediante un mensaje a dónde planean ir. Su sonrisa es una respuesta suficiente para seguirlo ciegamente.
—Por cierto, galán, olvidé mi cartera así que tendrás que pagar por todo. Si tienes problemas con eso, habla ahora o calla para siempre.
Frunce el rostro apenas unos segundos, hasta que su risa modifica cada una de sus expresiones.
Y si lo hubiera visto, se habría dado cuenta que es el único que está riendo sinceramente de ello.
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El restaurante-bar resultó bastante acogedor pese a la zona en la que se encontraban, lo que denotaba la atención colocada en la decisión; Juan Carlos podía intuir fácilmente cuando su propio privilegio le impediría ser arrastrado a ciertas situaciones; así que un campo neutral siempre permitió que cada uno se desenvolviera sin sentirse juzgado por el exterior. Adicional, no parecía que existiera alguna deuda por la cual debiera negociar o salir huyendo apenas el plato se vacíe.
Eso fue divertido solo las primeras cinco veces casi consecutivas.
Mira desde el balcón los árboles que hay a su alrededor, permitiéndose disfrutar como la gran parte de la vista lo recubre las plantas decorativas y externas que la visión exterior del barrio en el que se encuentran.
Dura así durante algunos minutos, hasta que la intensa mirada de su acompañante lo lleva a regalarle toda su atención.
«¿Qué ocurre?» fue lo que sus ojos expresaron cuando lo vio encajar varias veces el tenedor sobre el resto de la carne que ya no parecía llamar su atención.
—¿Han…dicho algo distinto? —parpadea, antes de que la comprensión lo golpeé.
Sonríe, pero ambos saben lo que significa esa sonrisa.
Lo escucha decir un “ya veo” seco, severo. No puede evitar la mueca que le provoca verle así.
Incluso antes de su condición, podía saber cuando algo le afectaba, y desde mucho antes, tampoco sabía cómo consolarlo con palabras; al menos una constante se mantuvo.
Desliza su mano a la contraria, primero tocando las puntas de sus dedos, luego escala sobre ellos hasta llegar a su dorso, el cual acaricia; lo miran, con una emoción que es complicada de leer. Espera con bastante paciencia a que reaccione, lo cual hace en una minúscula expresión en la que ve el mismo pánico que tuvo en todo eso. Así que ahora toma como debe su mano, sosteniéndola con fuerza, sonriendo por los dos.
Ninguno tiene algo más que decir, y si lo tuvieran, no se atrevían a interrumpir ese momento.
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Los días no cambian, o bueno, casi no lo hacen.
Últimamente ha aprendido varias señas, no las suficientes para armar una conversación con base a ellas, más las suficientes para comunicar ciertas ideas certeras; sabe pedir su café tal como le gusta, incluso aprendió a firmar el nombre de las personas, aunque siguió prefiriendo la comodidad de los apodos por objetos, animales o colores; era más sencillo. Juanin se había enfocado bastante en ayudarle, pese a las múltiples veces que parecía exasperarse por su limitante tiempo de concentración. De todos modos, no es que los demás lo aprendieran, así que no veía alguna prisa por ser un experto en el lenguaje de señas.
Aunque Bodoque le había enseñado algunas que posteriormente descubrió lo que significaban, haciéndolo ruborizar violentamente; la burla duró dos semanas. Cosa que no le molestó, fueron dos semanas en las que ninguno parecía pensar en las cosas malas, o en cualquier otra cosa. Habían estado absortos en el otro, a un nivel que cruzó una línea que parecía desvanecerse con cada momento que compartían.
Hablaron mucho, aún si técnicamente no podía hacerlo.
También comenzaron a tocarse mucho, más de lo que el mismo haría normalmente, a veces como una excusa para corregir una seña, otras veces, ni siquiera necesitaban alguna razón para hacerlo.
De alguna manera, se sintió correcto no poder decir nada, porque en esos momentos, Bodoque lucía como un lío interno, que probablemente cualquier palabra lo haría retroceder, escaparse. Lo que lo orillaba a ser más firme, más solemne en su mensaje. Solo somos nosotros. Lo que parecía funcionar gran parte de las veces.
Lo único de lo que podía lamentarse en ese momento, era no poder llamarlo por su nombre cuando su corazón latía con bastante fuerza.
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Hace seis meses perdió la voz.
No había pensado en el tiempo hasta que las noticias le hicieron un recordatorio, poco agradable, del suceso.
Incluso con los logros hechos hasta el momento y perfeccionar muchos de sus otros talentos, no era lo mismo; no podía evitar anhelar querer volver a la televisión, a la rutina anterior; pensamiento que le leyeron con bastante facilidad, considerando que es una frustración compartida en distintos contextos. Así que lo consolaron sin importar el mismo desconcierto que le envolvía; y Triviño no podía sentirse más agradecido por tener a Juan Carlos consigo. No cree haber sobrevivido como lo hizo hasta ahora sin su consuelo.
O sin su amor de por medio.
No sabe aún cómo es que llegaron hasta ahí, duda entenderlo alguna vez; se siente como si fuera algo que de una u otra forma, debía pasar.
Así que siguió haciendo la misma rutina que ha recreado durante ese tiempo: trabajar, ir a cursos, aprender un poco más del lenguaje de señas, concentrarse en sus inversiones, ir a sus revisiones médicas, seguir concediendo entrevistas, organizar los eventos, entre un largo listado que parece interminable.
Eso sin contar los períodos de tiempo en los que se distrae con lo que parece ser, ahora, un amante metido bajo la piel.
El apostador sabe bien como hacerlo perder y ganarlo todo en un segundo.
Y aunque ambos siguen deseando que recupere su voz, en ese punto, se sienten, ligeramente, superiores a la tragedia.
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Cerca de cumplir un año de la tragedia, Tulio recibe una llamada que le hace empequeñecer ante su incapacidad de poder decir algo.
Su mente apenas asocia la palabra accidente y contacto de emergencia para saber que la situación es urgente, y, lamentablemente, no puede exigir la información completa por su cuenta. Por lo que debe permanecer inquieto, esperando a que su sirviente más leal pueda conseguir todos los datos necesarios; la espera no es agradable en absoluto, puede sentir el miedo recorrerle por todo el cuerpo, incluso por momentos cree que no puede respirar; no lo está haciendo para el punto en que su sirviente escribe rápidamente en un cuaderno la dirección del hospital en el que se encuentra, porque es su cara lo que le dice que, sea lo que sea que haya pasado, no será agradable. Odia el misterio, en todo contexto, y ahora mismo se aferra a esa ausencia de información para no caer inconsciente.
Con la adrenalina brotando hasta en sus poros, apenas tiene un recuerdo lúcido de agarrar las llaves de su convertible, de haber manejado, de saltarse una o dos señalizaciones de alto total; desconoce si las imágenes mentales con las que llega a la institución de salud son del día de hoy, de anteriores o una combinación. De lo único que sí es consciente, hasta el momento, es del dolor en sus manos.
El volante nunca ha sido muy cómodo en momentos de estrés.
Corre buscando a cualquiera que le dé información, moviendo sus manos frenéticamente para explicar lo que pasa; cuando ve que la gente parece que hace movimientos sin sentido, pasa a su celular, escribiendo en la app de notas la situación por la que está ahí.
La enfermera lee detenidamente, y como si el tiempo no importara en absoluto, le indican que necesita llenar algunas cosas antes de realizar cualquier procedimiento; lo que hace que en ese momento quiera gritar, pero sabe que su voz no saldrá.
Así que respira, se muerde los labios y se peina de forma ansiosa el cabello antes de ceder. Haría cualquier cosa que acelere el proceso.
Firmó, autorizó, confirmó e incluso pagó por cada trámite obligatorio. Y en el instante en que le mencionaron que podía verlo, apenas pudo quedarse el tiempo suficiente para escuchar el número de la habitación.
Ha sido bastante cuidadoso al abrir la puerta, ha contenido todas sus emociones cuando se coloca a un lado, sosteniendo su propia mano; hay una férula en una de sus piernas, otra en su brazo y un collarín bastante ancho en su cuello. Por lo demás, su cuerpo luce bastante mallugado, con varias cortadas, algunas con más suerte que otras. Es un desastre desagradable que va a requerir mucho cuidado. Su cuidado.
Los labios le tiemblan, la vista se le nubla por las ganas de llorar, y su garganta se siente adolorida, con un nudo enorme que lleva mucho tiempo sin estar ahí.
Bodoque apenas puede intentar abrir sus ojos, debido a la hinchazón que posee en uno de ellos, por lo que desconoce en totalidad si lo ve bien o no. Decide creer que sí.
La diestra se aferra a uno de los trozos visibles de su camisa de rayas, preocupado de que, si toma alguna de sus extremidades, pueda dañarlo más.
Sus labios se separan, su boca fórmula la palabra que espera, pueda alcanzar a leer de sus labios.
Pero leer de repente ya no es necesario.
—Qué…da…te.
Suena doloso, seco, como si aprendiera hablar por primera vez.
Es algo que ambos parecen notar, porque ve a Bodoque tratando de quitarse la mascarilla, lo que es un mal movimiento y Tulio se ve obligado a romper el momento para llamar a alguna enfermera.
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Otra vez ha contado los días, lleva 48 desde que dijo su primera palabra.
Los médicos siguen sin saber qué es lo que ocurrió, y su psicólogo ni siquiera puede explicar si fue un caso extraordinario de mutismo selectivo por algún traumatismo, lo importante es que ha estado yendo a terapia del lenguaje para volver acostumbrarse a su voz; requerirá de muchos cursos de oratoria también. Pero un paso a la vez.
También lleva 28 días de estar cuidando a Bodoque en el hospital, con quien práctica arduamente oraciones largas, mismas con las que lo ve avergonzarse, quizás porque aprovecha su estado de postración para decirle lo mucho que lo quiere, aprecia, ama y admira. Sabe que Bodoque no está acostumbrado a ello. Ni siquiera con señas lo ha estado, pero es de sus principales motivaciones para volver a recuperar algo que ambos parecían extrañar demasiado.
—Te adoro.
—Cállate.
—Eres mi conejito.
—¿Acaso ahora te has vuelto sordo? Estás diciendo estupideces.
—Estoy enamorado de ti.
—Deja de ser un marica —ríe, y Bodoque parece suavizarse con eso. —Deberías estarlo, no hay nadie más que pueda soportar salir contigo y tú ego. Te estoy haciendo un favor, Papanatas.
Tulio apenas niega con la cabeza, posterior se levanta para verle una última vez en ese día ya que el horario de visitas está a punto de finalizar.
—¿Necesitas algo más?
No dicen nada verbalmente, pero Tulio aprendió a escuchar bastante bien, por lo que se inclina, arreglando su almohada. Lo ve soltar un suspiro de alivio.
—Te amo —dice y firma con sus manos.
No le corresponden, pero ve a Bodoque colocar su mano en su pecho, golpeándolo dos veces con cuidado.
Tulio sonríe, supone que aún hay cosas en donde las palabras sobran entre ellos.
#tulio triviño#juan carlos bodoque#31 minutos#tudoque#redtie#fanfic#random writing#Ideas que me atacan en la madrugada#Esto aún necesita un contexto de trasfondo pero eso será para otro día
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