#Extractos
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extractosliterarios · 14 years ago
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Cartero - Charles Bukowski
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porro-s-blog · 13 years ago
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Siento que me duele el corazón. Y no hay solución para mí.
Diarios: Sábado 2 de Noviembre de 1957, Alejandra Pizarnik
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sentido-relativo · 12 years ago
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yanomesirvelaurl · 11 years ago
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Cuando leemos un folleto sobre el cáncer, una página web o lo que sea, vemos que sistemáticamente incluyen la depresión entre los efectos colaterales del cáncer. Pero en realidad la depresión no es un efecto colateral del cáncer. La depresión es un efecto colateral de estar muriéndose
John Green
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latriste-realidad · 11 years ago
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"Por mucho que digamos «tú haz lo que quieras que para eso eres libre», en el fondo deseamos una pareja que nos cuide, que nos haga sentir que somos lo primero para ella, alguien con quien podamos tener un proyecto de vida. Queremos a nuestro lado a alguien que nos diga que todo lo demás importa menos."
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gran-monstruo · 12 years ago
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Pero nunca pensé que.. doliera tanto
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extractosliterarios · 13 years ago
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Javier Villafañe - El anciano ateo.
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leregirenga · 3 years ago
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denotas · 13 years ago
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Y él dijo que hasta los semáforos tienen poesía. Que brillan y cambian al ritmo perfecto, una melodía favorita que cantan a toda hora. Testigos inertes de la monotonía modernista. Fetichistas de asaltos y accidentes. Entre ellos compadres, amigos de copas. Si se apagan lo hacen grupo. Dos, tres, cuatro, quedan en negro por instantes, durmiendo en el caos transeúnte. Aunque el más rebelde deslumbra hasta el humano. El que parpadea equívocamente, el que se apaga en soledad, el que entrega tintes de otros colores. Será el semáforo negro o defectuoso una metáfora social que compara al loco con el cuerdo, o simplemente será defecto humano provocado por el desgano de él que no quiso trabajar, concluyendo así su similitud complicada con el mismo semáforo.
Denotas
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sem-piterno · 10 months ago
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"En memoria de Paulina" Adolfo Bioy Casares
...Paulina me había perdonado. Nunca nos habíamos querido tanto. Nunca estuvimos tan cerca. Yo me debatía en esta embriaguez de amor, victoriosa y triste, cuando me pregunté - mejor dicho, cuando mi cerebro, llevado por el simple hábito de proponer alternativas, se preguntó - si no habría otra explicación para la visita de anoche. Entonces, como una fulminación, me alcanzó la verdad. Quisiera descubrir ahora que me equivoco de nuevo. Por desgracia, como siempre ocurre cuando surge la verdad, la horrible explicación aclara los hechos que parecían misteriosos. Éstos, por su parte, la confirman. Nuestro pobre amor no arrancó de la tumba a Paulina. No hubo fantasma de Paulina. Yo abracé un monstruoso fantasma de los celos de mi rival. La clave de lo ocurrido está oculta en la visita que me hizo Paulina en la víspera de mi viaje. Montero la siguió y la esperó en el jardín. La riñó toda la noche y, porque no creyó en sus explicaciones - ¿cómo ese hombre entendería la pureza de Paulina? -, la mató a la madrugada. Lo imaginé en su cárcel, cavilando sobre esa visita, representándosela con la cruel obstinación de los celos. La imagen que entró en casa, lo que después ocurrió allí. fue una proyección de la horrenda fantasía de Montero. No lo descubrí entonces, porque estaba tan conmovido y tan feliz, que sólo tenía voluntad para obedecer a Paulina. Sin embargo, los indicios no faltaron. Por ejemplo, la lluvia. Durante la visita de la verdadera Paulina - en la víspera de mi viaje - no oí la lluvia. Montero, que estaba en el jardín, la sintió directamente sobre su cuerpo. Al imaginarnos, creyó que la habíamos oído. Por eso anoche oí llover. Después me encontré con que la calle estaba seca. Otro indicio es la estatuita. Un solo día la tuve en casa: el día del recibo. Para Montero quedó como un símbolo del lugar. Por eso apareció anoche. No me reconocí en el espejo, porque Monteo no me imaginó claramente. Tampoco imaginó con precisión el dormitorio. Ni siquiera conoció a Paulina. La imagen proyectada por Montero se condujo de un modo que no es propio de Paulina. Además, hablaba como él. Urdir esta fantasía es el tormento de Montero. El mío es más real. Es la convicción de que Paulina no volvió porque estuviera desengañada de su amor. Es la convicción de que nunca fui su amor. Es la convicción de que Montero no ignoraba aspectos de su vida que sólo he conocido indirectamente. Es la convicción de que al tomarla de la mano - en el supuesto momento de la reunión de nuestras almas - obedecí a un ruego de Paulina que ella nunca me dirigió y que mi rival oyó muchas veces.
(Extracto final)
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skreamdead · 13 years ago
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El Rey sabio
“El Rey de la ciudad de wirani sabio y poderoso a la vez
-el pozo de la ciudad: unica fuente bebestible
-embrujo de las agua del pozo: quien beba enloquecera
-todos beben de las aguas embrujadas,menos el rey
-el pueblo juzga al rey por no beber
“-Sabiduria del rey”: Beber del pozo para mantener el poder.”
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yanomesirvelaurl · 11 years ago
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La única utilidad de la corbata consiste en llegar a la casa y podérnosla quitar, dándonos la sensación de que estamos libres de algo que no sabemos lo que es
Veronika decide morir
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absoluteurea · 14 years ago
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te dije que este sitio era una mierda (Belle and Sebastian excerpt)
TE DIJE QUE ESTE SITIO ERA UNA MIERDA
Casi siempre termino anclado en algún lugar donde no debería estar. Simple. Esa noche no debía estar allí, entre esos carros con gente matando su estrés y frustración, emborrachándose con caña barata que deja el cuerpo malo y con remordimientos de conciencia.
Por estos lados la mayoría de los hombres y mujeres tienen problemas de personalidad y sexualidad. Miguel anda chalequeando a Marcos, quien de pronto le dice “mámalo, cabrón” y Marcos le dice “sácalo” y el otro pasa el vaso de donde beben 4 personas y se baja el cierre del pantalón y se saca el pipí. El otro, se agacha y comienza a darle una mamada, yo me di media vuelta y busqué al resto de la gente.
Pamela no iba a llegar. Se quedó con las chicas y Renier, Ángelo y Kelman en Boga. El tipo es un fanfarrón que anda aliviado porque le montó las tetas a Florián y las gozó primero, lo felicito de verdad, aquí quien paga no necesariamente goza.
Por ese instinto que busca siempre conspirar contra uno mismo, me volteé y vi el acto que había ignorado. El que lo recibía le acariciaba el pelo al que lo daba y con la otra mano le dirigía la intensidad de la succión.
Otros dos panas veían la escena, atontados y bebiendo entre ellos. Fumaban, bebían, hablaban y se vacilaban aquel acto.
dejé de mirar aquello y me fijé en una carajita que estaba hablando del concierto donde vio a una maldita banda emo chilena llamada kudai, cuya principal virtud musical consiste en cambiarse el peinado y el vestuario (incluyendo el color del pelo) en menos de tres minutos.
Quedaba en la cava cerveza gay (o sea, solera azul) y ya estaba obstinado del inferior, pues ya venia de tres días de bebedera con Gertrude, amaneciendo y tirando salvajemente, pero ella la tenía que cagar con sus conflictos llenándome de muchísima mierda.
Pero gocé y no me quejo y al menos, Gertrude no está aquí. Estas son locas que me pienso raspar. Karlin me mira, pero tiene mal aliento y le mamó el guevo a dos tipos antes de venir. Negativo. Fiorella de seguro me la dona; pero como ella le dice al novio que tiró con otro tipo, no voy pendiente de que me embosque otra coñaza como pasó con… la tipa esa, que ya contaré, pero más tarde.
Por lo pronto, Pamela me sonríe y me pregunta por enésima vez qué hace un licenciado en letras. Yo le digo que, en mi caso, me dedico hacer el ridículo. Todas se ríen y se intrigan. Pues siempre llego con un whisky mayor de edad y del bueno y lo bebo sólo con hielo y me voy, aparentemente solo. O salgo acompañado con un culo y chao.
No es por alardear es por joder. Me volteó otra vez, el tipo acaba y los observadores celebran y el que está de rodillas creo que ha tragado semen. Se para y agarra el vaso y se lo empina. Se dan un abrazo y vienen.
Yo siento que Satanás vendrá a decirme que me agradece pues solo estas cosas pasan cuando ando cerca y que me dará plata porque estos pobres becerros irán al infierno.
Por lo tanto, me concentro en flirtear con Pamela, quien se muestra receptiva. Llegan los panas y las chicas preguntan si la están pasando bien. Ellos contestan muy animados y borrachos con un jubiloso sí. Marcos me está viendo el culo y cuando lo pillo una mirada mortal lo fulmina y Pamela captó pero se sonrió y mira a otra parte.
Comienzan hablar del maldito béisbol. Cuando me preguntan si soy del Magallanes o del Caracas o de los Tigres, yo digo que soy del Manchester United. Todos se quedan en silencio, confundidos y uno capta que hablo de futbol y me dice, “pero ese es un equipo de fútbol!” y Karlin dice “verdad!” como si hubiera descubierto una clave secreta que le llevaría al grial. Mierda, es lo que pienso. Me río.
Pero me salvan la patria y llega Andrea, que es novia de marcos y se besan con pasión. Yo tengo ganas de sacarme los ojos. Ya tengo ganas de entenderme con mi bolsa de pólvora, que me cortó Ana Gabriela con mucho esmero.
Comienzan hablar y resulta que en esa semana van a cumplir dos años de noviazgo. Todos celebran y comienzan hacer vaca para comprar más caña. Yo tengo ganas de buscar un puerto menos chaborro y en eso me acuerdo que Pamela quería ir a boga porque allí está su hermano con el grupito que mencioné. Como ando ladillando a Florián, y como creo que puedo entucar a Pamela, le digo para irnos a boga. “ay no, pero caminando?” yo tengo ganas de agarrarla como troglodita y llevármela arrastrando por los cabellos, pero le digo “deja la flojera. Aprovechamos y comemos lago. Te animas?”
Cuando vamos caminando, ella va hablando de la Michelena, la uni donde estudia. Veo a la gente, la división entre clases: los marginales traen a sus crías a los juegos infantiles y a dar vueltas en este parque que es un inmenso terreno propiedad del ejército. La gente pobre da lástima: no tienen plata para ir a un mejor lugar, huelen mal, se visten mal, son gente fea y de paso, la mayoría de los padres no tienen más de 20 años. Algo se jodió en el mundo. Y nadie se da cuenta.
Por mi parte, voy ignorando lo que me dice esta jeva y me limito a decir la primera frase inteligente que mi cerebro arma, mientras saco la cuenta de boga y el hotel, basado en lo que pienso engullir junto a mi acompañante y el lugar donde percutaremos. No saldrá barato, pero puedo pagarlo.
Ya en boga, el saludo de amigas ladilla. Hasta Kelman, bastante cabroncete, se ladilla. Florián me mira y sabe que ando pendiente con Pamela y como la mesa está full, nos sentamos en la del lado. Le cuento sobre una peli que vi en el cine y ella me mira y me dice que soy inteligente porque digo muchas palabras bonitas y hablo bonito. “yo soy una gafa, una bruta al lado tuyo” yo le digo “no vale, para nada. Lo que importa en realidad es que tripeemos y nada, estamos en un lugar genial y vamos a disfrutarlo” y ella me dice que soy lindo.
Ya me siento recuperado, luego de comer una crepès con frutos del mar y una ensalada césar. Empujo todo eso con un Sauvignon Blanc de origen chileno. Ella bebió bastante y luego rematamos con unos coctelitos, ella se fue por un sexo en la playa y yo me fui por un Martini. Ella me dijo que le gustaba estar conmigo. Yo le dije que nos fuéramos a otra parte y lo dije sin mucho pensar y ella dijo que sí. La fortuna favorece a los audaces.
El hotel Ítalo tenía matrimonial simple y con lo que ya había gastado, bueno, era algo menor a lo que había calculado. Comprobé que en uno de mis bolsillos tenia mis condones. Y al recibir la llave, bueno, mi espinazo avisó a cada terminación nerviosa que dentro de poco, íbamos a entucar.
En consecuencia, entramos y lo genial de la habitación congenió con el ánimo de ambos. Yo la tomé por la espalda y comencé a besarle el cuello. Ella se dejó. Luego se volteó y comenzamos a besarnos. En eso me lo agarra y ya le estoy desabrochando los pantalones.
Al rato, ya estamos en la cama y ella se alivia cuando me ve con un condón en la mano. Comenzamos y fue bastante fino. En cuatro, bueno, genial, ella encima de mi y luego le pongo las piernas en mis hombros, acabando ella. Al rato, yo me alivié.
Misión cumplida. Nos bañamos. Allí iniciamos otra maniobra que termina furiosamente sobre una silla. No me di cuenta cuando me lo puse, pero al acabar, me di cuenta de que lo tenia puesto.
Ella se dejó coger por tercera vez y ya eran las dos y media de la mañana. Se dejó con resignación. Aquello fue calmado y normalito.
Nos quedamos dormidos, o al menos ella y yo simulé dormir. En seguida, se me ocurre arremeter contra mi bolsa y me serví par de líneas que inhalé con alegría. Estaba sabrosa. La acidez del toque me pareció oportuna y de paso, me dio par de ideas que anoté en un papel.
Ella dormía como piedra.
A las 4 de la mañana la llamaron y ella contestó sobresaltada. Entonces comenzó a vestirse. Me vio desnudo y con pólvora cortada. Le ofrecí, “qué asco, noooo!” y se fue de la habitación, abriendo la puerta, y mirándome de manera desaprobadora y avergonzada.
Al cerrar la puerta, me serví otro pase y me puse a ver el show de Jols Holland y eso me pareció el cierre perfecto para aquel día. Me acosté cuando ya amanecía. Si hubiera querido, con la pólvora, sigo de largo.
Dormí hasta las 10 y media y fui a desayunar. Regresé al hotel donde dormí otro rato. Pensé en irme a mi casa, pero antes me provocó ir a Blockbuster y llevarme par de pelis para quedarme tranquilito el resto del fin.
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michuheronstairsfansub · 5 years ago
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Lee un extracto exclusivo de "Chain of Gold" Ahora.
Cordelia no podía entender por qué estaba tan preocupada por Lucie. Ellas se habían visto en varias salas de retiro, y Lucie podría haberse ido en cualquiera de ellas o haber regresado a su propia habitación. Realmente, podría estar en cualquier parte del Instituto. Matthew le había dicho que no se preocupara antes de irse a ningún lado, pero Cordelia no podía sacarse su sensación de inquietud.
"¡Por el amor de Dios!" Llamó alguien, interrumpiendo sus pensamientos. Era la voz de un hombre, baja y barítona. "¡Que alguien venga a ayudarla!"
Cordelia miró a su alrededor; todos parecían estar sorprendidos y charlando entre ellos. A lo lejos, podía ver un círculo suelto de personas de pie alrededor de lo que estaba sucediendo. Se levantó las faldas y comenzó a abrise paso entre la multidud.
Podía sentir su cabello saliendo de sus rizos cuidadosamente arreglados y cayendo sobre sus hombros. Su madre estaría furiosa, pero de verdad. ¿Por qué la gente no se mudó? Eran cazadores de sombras. ¿Qué demonios estaban haciendo parados como palos mientras alguien estaba angustiado?
Se hizo camino a través de un pequeño grupo de curiosos y allí, en el suelo, había un joven que sostenía el cuerpo inerte de Barbara Lightwood en sus brazos. Oliver Hayward, se dio cuenta Cordelia. El pretendiente de Barbara. "Estábamos bailando", decía, luciendo desconcertado, "y ella se derrumbó..."
Cordelia cayó de rodillas. Barbara Lightwood estaba horriblemente pálida, su cabello oscuro estaba pegado en sus sienes por el sudor. Estaba respirando en breves y erráticos estallidos. En momentos como este, toda timidez abandonó a Cordelia; solo podía pensar en qué hacer a continuación. "Ella necesita aire", dijo. "Probablemente su corsé la esté atormentando. ¿Alguien tiene un cuchillo?"
Anna Lightwood se abrió paso entre la multitud y avanzó, arrodillándose frente a Cordelia con fluida gracia. "Tengo una daga", dijo, sacando una daga enfundada de su chaleco. "¿Qué es lo que se debe hacer?"
"Necesitamos cortarle el corsé", dijo Cordelia. "Ella ha tenido un shock y necesita respirar".
"Podrías dejarme eso a mí", dijo Anna. Tenía una voz ronca extraordinaria, como miel y papel de lija. Extendió la mano para levantar a Barbara del regazo de Oliver, luego pasó la daga por la parte posterior de su vestido, separando delicadamente la tela y luego el material más grueso del corsé debajo. Cuando se soltó del cuerpo de Barbara, Anna levantó la vista y dijo distraídamente: "Ari, tu chaqueta..."
Ariadne Bridgestock rápidamente sacó su chaqueta de seda de sus hombros y se la entregó a Anna, quien envolvió a Barbara en ella para mantenerla decente. Barbara comenzaba ya a respirar con más regularidad, y el color de sus mejillas volvía. Anna miró a Cordelia por encima de la cabeza de Barbara, una mirada pensativa en sus ojos azules.
"¡¿Qué demonios?!" Sophie Ligthwood se había abierto paso a través del círculo de espectadores, su esposo, Gideon, justo detrás de ella. "¡Barbara!" Se giró hacia Oliver, que estaba cerca, luciendo completamente angustiado. "¿Ella se cayó"
"Ella colapsó", repitió Oliver. "Estábamos bailando, y ella se desmayó."
Los párpados de Barbara se agitaron. Se sentó en los brazos de su prima, parpadeando hacia su madre. Sus mejillas se sonrojaron de un rojo brillante. "Estoy...estoy bien", dijo. "Estoy bien ahora. Tuve un mareo, fue solo un tonto mareo."
Cordelia se puso de pie cuando más invitados se unieron al círculo de transeúntes que rodeaban a Barbara. Gideon y Sophie ayudaron a su hija a ponerse de pie, y Thomas, apareciendo entre la multitud, le ofreció a su hermana un pañuelo desgastado. Ella lo tomó con una sonrisa temblorosa y se limpió el labio.
Salió manchado de sangre.
"Me mordí el labio", dijo Barbara apresuradamente. "Me caí y me mordí el labio. Eso es todo."
"Necesitamos una estela", dijo Thomas. "¿James?"
Cordelia no se había dado cuenta de que James estaba allí. Se volvió y lo vio de pie justo detrás de ella.
Verlo la sobresaltó. Hace años, había tenido una escalofriante fiebre;: recordó la forma en que se veía entonces, enfermo y pálido. "Mi estela", dijo bruscamente. "Dentro del bolsillo de mi pecho. Barbara necesita una runa curativa".
Por un momento, Cordelia se preguntó por qué no podía traerlo él mismo, pero tenía las manos apretadas a los costados, duros como piedras. Ella extendió la mano y buscó nerviosamente su pecho. Seda y tela debajo de su mano, y el latido de su corazón. Ella agarró el objeto delgado y con forma de pluma en su bolsillo y se lo tendió a Thomas, quien lo tomó con una mirada de sorpresa. Realmente, no había mirado a Thomas antes: tenía los ojos color avellana brillantes, como los de su madre, enmarcados por gruesas pestañas marrones.
"James". Lucie se había cambiado de lugar entre James y Cordelia, y estaba tirando de la manga de su hermano. "Jamie. Tuviste—"
Sacudió la cabeza. "Ahora no, Luce."
Lucie parecía preocupada. Los tres observaron en un silencioso grupo cómo Thomas terminaba la runa curativa en el brazo de su hermana, y Barbara exclamó nuevamente que estaba bien y que solo había tenido un mareo. "Olvidé comer hoy", le dijo a su madre, mientras Sophie la rodeaba con el brazo. "Eso es todo lo que es."
"Sin embargo, será mejor que te lleve a casa", dijo Sophie, mirando a su alrededor. "Will—. ¿Puedes traer el carruaje?"
La multidud había comenzado a dispersarse; claramente no había nada más interesante que ver aquí. La familia Lightwood se dirigía hacia la puerta, Barbara en el brazo de Thomas, cuando se detuvieron. Un hombre encasillado con un bigote negro en el manillar se había acercado a Gideon y le estaba hablando con entusiasmo.
"¿Qué le estará diciendo el Inquisidor al tío Gideon?" Preguntó Lucie con curiosidad. James y Matthew solo sacudieron la cabeza. Después de unos momentos, Gideon asintió y siguió al hombre —el Inquisidor, supuso Cordelia— hasta donde Charles estaba hablando con Grace Blackthorn. Su rostro estaba vuelto hacia él, sus ojos brillantes e interesados. Cordelia recordó todas las lecciones que su madre le había dado sobre cómo parecer interesada en la conversación en eventos sociales: Grace parecía haberlas absorbido todas después de estar en la sociedad por un corto tiempo.
Charles se apartó a regañadientes de Grace y discutió con Gideon Lightwood. El Inquisidor se movía entre la multitud, deteniéndose para hablar con varios Cazadores de Sombras mientras avanzaba. La mayoría parecía tener la edad de Charles: Cordelia supuso que tendría unos veinte años.
"Parece que la fiesta terminó", dijo Alastair, apareciendo entre la multitud sosteniendo un cigarro. Estaba gesticulando con eso, aunque Cordelia sabía que si alguna vez comenzaba a fumar tabajo, Sona la asesinaría. "Aparentemente, hubo un ataque de un demonio Shax en Seven Dials"
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kim-na-nii · 11 years ago
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By Me
Le pedí que me dijera con sinceridad si sería capaz de mentirme: —No —dijo. — ¿Y tú? —Sí —le mentí.
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extractosliterarios · 12 years ago
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Albert Camus – El Extranjero
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