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En el pueblo de Mocorón, una aldea habitada por aproximadamente 500 indígenas Miskitos, ubicado en las profundidades de la Moskitia, la gran selva Hondureña en el departamento de Gracias a Dios, que colinda con la frontera con Nicaragua, se reúnen más de 60 líderes y representantes Miskitos en una iglesia católica.
La reunión la convoca el sacerdote Enrique Alargada, un español valenciano menudo y de hablar pausado, arriba de la cincuentena, que vive acá desde hace más de 20 años. El evento tiene un nombre anodino, uno que no despertaría sospechas ni levantaría la suspicacia de quien no debiera. Es la “reunión anual de la pastoral del medio ambiente”.
In der Stadt Mocorón, einem von etwa 500 Miskito-Indigenen bewohnten Dorf in den Tiefen von Moskitia, dem großen honduranischen Dschungel im Departement Gracias a Dios, das an die Grenze zu Nicaragua grenzt, leben mehr als 60 Anführer und Miskito-Vertreter eine katholische Kirche.
Das Treffen wird von Priester Enrique Alargada einberufen, einem kleinen, langsam sprechenden valencianischen Spanier in den Fünfzigern, der seit mehr als 20 Jahren hier lebt. Das Ereignis hat einen unscheinbaren Namen, einen, der keinen Verdacht erregen würde oder den Verdacht derjenigen wecken würde, die das nicht tun sollten. Es handelt sich um das „Jahrestreffen der Umweltseelsorge“.
Para asistir al encuentro, más de 50 representantes de los diferentes entes sociales Miskitos recorrieron la selva durante días, incluidos dirigentes del pueblo de Limitara, cerca de la frontera con Nicaragua; y de la asociación de mujeres Miskitas que iniciaron su recorrido desde Puerto Lempira, la capital de Gracias a Dios. Están también las mujeres del caserío Mavita, quienes han logrado proteger a la guara roja de su extinción por la caza furtiva; los consejos territoriales, encargados de la defensa de la tierra Miskita, y al menos otras dos decenas de representantes de pueblos Miskitos. En definitiva, está acá bien representado el pueblo Miskito; desde las comunidades de la costa y las lagunas hasta las aldeas de la montaña.
Acá, bajo el refugio simbólico de la iglesia, estos líderes discuten sobre las estrategias para salvar su selva de la voracidad de “los terceros”, nombre con el que llaman los foráneos, los extranjeros. Los terceros a los que se refieren hoy tienen dos singularidades: la primera es que están invadiendo y destruyendo la selva Miskita, la segunda es que están vinculados a narcotraficantes.
Um an dem Treffen teilzunehmen, reisten mehr als 50 Vertreter verschiedener sozialer Einheiten in Miskito tagelang durch den Dschungel, darunter Führungskräfte der Stadt Limitara nahe der Grenze zu Nicaragua; und die Vereinigung der Miskita-Frauen, die ihre Reise in Puerto Lempira, der Hauptstadt von Gracias a Dios, begannen. Es gibt auch die Frauen des Weilers Mavita, denen es gelungen ist, den Roten Guara vor dem Aussterben durch Wilderei zu bewahren; die Territorialräte, die für die Verteidigung des Miskito-Landes zuständig sind, und mindestens zwei Dutzend weitere Vertreter der Miskito-Völker. Kurz gesagt, das Volk der Miskito ist hier gut vertreten; von Küsten- und Lagunengemeinden bis hin zu Bergdörfern.
Hier, unter dem symbolischen Schutz der Kirche, diskutieren diese Führer Strategien, um ihren Dschungel vor der Gier der „Dritten“ zu retten, wie sie die Außenseiter, die Ausländer, nennen. Die Dritten, auf die sie sich heute beziehen, weisen zwei Besonderheiten auf: Erstens, dass sie in den Miskita-Dschungel eindringen und ihn zerstören, zweitens, dass sie mit Drogenhändlern in Verbindung stehen.
Una aldea se prepara para pelear
El padre Alargada abre la reunión con una misa. Habla perfecto miskito, pero al final de la homilía habla en español. Les dice que los Miskitos son como un pueblo bíblico, al que Dios les prometió una tierra y les encomendó cuidarla.
“Si perdemos esta tierra, si permitimos que nos la quiten, en el futuro dirán: que pueblo más tonto el Miskito, se dejaron quitar la tierra y las riquezas que Dios les dio”, predica.
Uno a uno van pasando hombres y mujeres y les cuentan a los demás lo que pasa en sus territorios. Casi todos hablan de cientos de hectáreas destrozadas, de tierras vendidas ilegalmente e invadidas por las cuales ya no pueden transitar. Otros cuentan cómo fueron sacados a balazos de la misma selva donde cazaron y sembraron sus abuelos y los abuelos de estos.
Después, un hombre joven pide la palabra. Es grande, con brazos gruesos que brillan de sudor. Lleva en la cara la expresión del guerrero y camina hacia el altar de la iglesia como si se dirigiera a un ring de boxeo. No viste las ropas campesinas, de trabajo, que usan los demás. Él lleva camisa negra, tenis y jeans.
Él es Miskito, pero no hace parte de ninguna de las formas de organización que hoy se reúnen. Ha sido militar y según sus palabras, está acá para organizar la lucha contra los terceros.
Casi todos lo conocen y lo respetan. Su nombre se ha vuelto popular en la selva, entre Miskitos y entre terceros, pero en un afán de no ser yo quien termine de colocar la diana sobre su espalda, le llamaré con otro nombre, Miskut, como el héroe mitológico de los Miskitos. El hombre es, en términos sencillos, un caudillo.
“He venido a mostrarles, no a decirles”, empieza mientras presenta un show de diapositivas. Les cuenta que junto con los ancianos del pueblo de Mocorón, lugar de la reunión, han hecho ya dos incursiones en lo profundo de la selva, desde Wisplini hasta el Mavita,” dice, haciendo referencia a un pueblo a más de 150 kilómetros de distancia de la reunión.
Ein Dorf bereitet sich auf den Kampf vor
Pater Alargada eröffnet das Treffen mit einer Messe. Er spricht perfekt Miskito, aber am Ende der Predigt spricht er Spanisch. Er erzählt ihnen, dass die Miskitos wie ein biblisches Volk seien, dem Gott ihnen ein Land versprochen und ihnen die Pflege anvertraut habe.
„Wenn wir dieses Land verlieren, wenn wir zulassen, dass es uns weggenommen wird, werden sie in Zukunft sagen: Was für ein dummes Volk, die Miskito, sie haben sich das Land und die Reichtümer wegnehmen lassen, die Gott ihnen gegeben hat.“ “, predigt er.
Einer nach dem anderen gehen Männer und Frauen vorbei und erzählen den anderen, was in ihrem Territorium passiert. Fast alle reden von Hunderten zerstörten Hektar, von illegal verkauftem und überfallenem Land, durch das sie nicht mehr reisen können. Andere erzählen, wie sie aus demselben Dschungel erschossen wurden, in dem ihre Großeltern jagten und Getreide anbauten.
Dann bittet ein junger Mann um das Wort. Er ist groß und hat dicke Arme, die vor Schweiß glänzen. Er trägt den Gesichtsausdruck eines Kriegers und geht auf den Altar der Kirche zu, als wäre er auf dem Weg zu einem Boxring. Er trägt nicht die bäuerliche Arbeitskleidung, die andere tragen. Er trägt ein schwarzes Hemd, Tennisschuhe und Jeans.
Er ist Miskito, aber er gehört keiner der heute vorkommenden Organisationsformen an. Er war Soldat und seinen Worten zufolge ist er hier, um den Kampf gegen Dritte zu organisieren.
Fast jeder kennt ihn und respektiert ihn. Sein Name ist im Dschungel, bei Miskitos und bei Dritten beliebt geworden, aber um nicht derjenige zu sein, der das Ziel am Ende auf seinen Rücken legt, werde ich ihm einen anderen Namen geben, Miskut, nach dem mythologischen Helden des Miskitos. Der Mann ist, vereinfacht gesagt, ein Anführer.
„Ich bin gekommen, um es Ihnen zu zeigen, nicht um es Ihnen zu sagen“, beginnt er, während er eine Diashow präsentiert. Er erzählt ihnen, dass sie zusammen mit den Ältesten der Stadt Mocorón, dem Ort des Treffens, bereits zwei Vorstöße in die Tiefen des Dschungels unternommen haben, von Wisplini nach Mavita“, sagt er und bezieht sich auf eine Stadt, die mehr als 150 Kilometer entfernt liegt entfernt. des Treffens.
Mientras Miskut habla, un proyector tira su luz azulosa sobre la pared de la iglesia donde yace sangrante e inmóvil, Jesús crucificado. Va mostrando videos y fotos apocalípticas; cientos de árboles muertos, interminables llanuras carbonizadas donde antes revoloteaba la vida. Un murmullo de indignación recorre la iglesia cuando muestra lo que fue un bosque de caobas, el árbol sagrado de la cultura Miskita, del que construyen sus cayucos y cabañas. Todo muerto, todo en el suelo. Dice que los terceros, depredan grandes extensiones de tierra con el afán de adueñarse de la Moskitia hectárea por hectárea
Während Miskut spricht, wirft ein Projektor sein bläuliches Licht auf die Wand der Kirche, wo der gekreuzigte Jesus blutend und regungslos liegt. Es zeigt apokalyptische Videos und Fotos; Hunderte toter Bäume, endlose verkohlte Ebenen, in denen einst das Leben flatterte. Ein Raunen der Empörung geht durch die Kirche, als sie zeigt, was einst ein Mahagoniwald war, der heilige Baum der Miskito-Kultur, aus dem sie ihre Kanus und Hütten bauten. Alles tot, alles am Boden. Er sagt, dass Dritte große Landflächen plündern mit dem Wunsch, die Moskitia Hektar für Hektar zu übernehmen.
Miskut no parece querer guardarse nada. Señala con el dedo a los representantes del instituto forestal, el único ente estatal representado en esta reunión, y les llama inútiles. Les acusa de cómplices del apocalipsis por no denunciar, por tibios. Señala a dos mujeres representantes de un conjunto de organizaciones no-gubernamentales (ONG) y dice:
“Las ONG vienen a darnos talleres, a decirnos cómo cultivar sin dañar la selva y el ecosistema. A decirnos que hagamos huertos caseros para tener comida, y dejar la montaña. ¡Nosotros ya sabemos cómo hacer eso, nosotros hemos cuidado esta selva por más de 500 años! ¿Por qué no nos ayudan mejor a detener a los terceros, que destruyen cientos de hectáreas en un día?”
Miskut tiene, pero no necesita micrófono. Las funcionarias a las que se refirió están en primera fila, bajan el rostro y sobre sus espaldas se recuestan las miradas reprochantes del pueblo Miskito.
Las imágenes siguen saliendo, una tras otra, decenas de videos que muestran desierto donde antes había vida. Miskut sigue hablando, los videos avanzando, los murmullos del pueblo Miskito ya se mezclan con sus palabras. Una anciana se lamenta, como llorando, y las funcionarias y representantes de las ONG ven la salida de la iglesia como deseándola.
“También hay traidores entre nosotros”, dice, y señala con un dedo rotundo a Maximiliano, otro nombre que cambié por su protección. Un hombre de unos 40 años, fibroso como todos por acá. “Él ha estado trabajando para los terceros, ha estado talando selva en el lado de Wisplini, y de Mavita. Tengo las pruebas, él trabaja para ellos.”
La multitud se revuelve, ya es difícil controlarlos, y empiezan los primeros gritos. Luego Miskut dice que todos corren riesgo, que Maximiliano es una especie de espía y que eso pone en riesgo la vida de todos los presentes. Decir esto en un lugar donde los líderes, los que quedan, han recibido amenazas y disparos de los terceros, de hecho, pone en riesgo la vida del mismo Maximiliano.
Miskut suelta el micrófono y dirige su cuerpo fuerte y sus pasos militares hacia afuera. Pasa al lado de Maximiliano y lo mira a la cara, con la furia de un jaguar, luego sale.
Maximiliano tiembla, los nervios lo hacen tartamudear. Toma la palabra, agarra el micrófono y pide perdón, dice que nadie es perfecto, que si hay alguien libre de pecado que tire la primera piedra. Mientras habla un abucheo comunitario le ahoga las palabras. Sigue y habla de todo lo que no tiene, dinero, comida, trabajo, y ayuda. Y luego de todo lo que si tiene, hijos y hambre.
Pero esto no cala acá. Los presentes también tienen hambre e hijos. Así que la iglesia comienza a vaciarse y afuera, alrededor de Miskut, se arma un revuelo de Miskitos que gritan, enfurecidos. Tal como se ven las cosas parece que Maximiliano no saldrá bien de esta.
Miskut scheint nichts zurückhalten zu wollen. Er zeigt mit dem Finger auf die Vertreter des Forstinstituts, der einzigen staatlichen Einrichtung, die bei diesem Treffen vertreten war, und nennt sie nutzlos. Er wirft ihnen Mitschuld an der Apokalypse vor, weil sie sich nicht gemeldet haben, weil sie lauwarm waren. Er verweist auf zwei weibliche Vertreterinnen einer Gruppe von Nichtregierungsorganisationen (NGOs) und sagt:
„Die NGOs kommen, um uns Workshops zu geben und uns zu zeigen, wie wir Landwirtschaft betreiben können, ohne den Dschungel und das Ökosystem zu schädigen. Um uns zu sagen, wir sollen Hausgärten anlegen, um Nahrung zu haben, und die Berge verlassen. Wir wissen bereits, wie das geht, wir kümmern uns seit mehr als 500 Jahren um diesen Dschungel! Warum helfen Sie uns nicht besser dabei, Dritten Einhalt zu gebieten, die an einem Tag Hunderte von Hektar zerstören?
Miskut hat ein Mikrofon, braucht es aber nicht. Die Beamten, auf die er sich bezog, stehen in der ersten Reihe, sie senken ihre Gesichter und die vorwurfsvollen Blicke der Miskito-Leute ruhen auf ihren Rücken.
Die Bilder tauchen immer wieder auf, eins nach dem anderen, Dutzende Videos, die die Wüste zeigen, wo vorher Leben war. Miskut spricht weiter, die Videos laufen weiter, das Gemurmel der Miskito-Leute vermischt sich bereits mit seinen Worten. Eine alte Frau klagt, als würde sie weinen, und die Beamten und Vertreter der NGOs sehen den Austritt aus der Kirche, als ob sie ihn sich gewünscht hätten.
„Es gibt auch Verräter unter uns“, sagt er und zeigt mit dem Finger auf Maximilian, einen anderen Namen, den ich zu seinem Schutz geändert habe. Ein Mann von etwa 40 Jahren, faserig wie alle anderen hier. „Er hat für Dritte gearbeitet, er hat den Dschungel auf der Wisplini-Seite und auf Mavita abgeholzt. „Ich habe den Beweis, er arbeitet für sie.“
Die Menge regt sich, es ist bereits schwierig, sie zu kontrollieren, und die ersten Schreie beginnen. Dann sagt Miskut, dass alle in Gefahr seien, dass Maximiliano eine Art Spion sei und dass dadurch das Leben aller Anwesenden gefährdet sei. Dies an einem Ort zu sagen, an dem die verbleibenden Anführer Drohungen und Schüsse von Dritten erhalten haben, setzt Maximilian in Wirklichkeit sein eigenes Leben aufs Spiel.
Miskut lässt das Mikrofon fallen und richtet seinen starken Körper und seine militärischen Schritte nach draußen. Er geht an Maximiliano vorbei und schaut ihm mit der Wut eines Jaguars ins Gesicht, dann geht er.
Maximiliano zittert, seine Nervosität bringt ihn zum Stottern. Er ergreift das Wort, greift zum Mikrofon und bittet um Vergebung, er sagt, dass niemand perfekt ist, dass wenn es jemanden gibt, der frei von Sünde ist, er den ersten Stein werfen soll. Während er spricht, übertönt ein Gemeinschaftsbuh seine Worte. Er fährt fort und redet über alles, was er nicht hat: Geld, Essen, Arbeit und Hilfe. Und nach allem, was er hat, Kinder und Hunger.
Dies trifft hier aber nicht zu. Auch die Anwesenden haben Hunger und Kinder. Also beginnt sich die Kirche zu leeren und draußen, um Miskut herum, bricht ein Tumult aus, und Miskitos schreien wütend. So wie es aussieht, sieht es so aus, als ob Maximiliano aus dieser Situation nicht gut herauskommen wird.
Fotografías presentadas por Miskut en la reunión de Mocorón que muestran restos de árboles de caoba.
Von Miskut beim Mocorón-Treffen präsentierte Fotos zeigen Überreste von Mahagonibäumen.
El padre Alargada toma el micrófono y enfría las cosas. Los Miskitos, los que quedan en la iglesia, se calman. Luego suelta una frase, una de esas que vuelven a la gente celebre:
“Hay que ver realmente a quién se está sirviendo, si queremos servir al cuidado de nuestra tierra, de nuestros hijos y de su futuro, no podemos servir también a quienes lo destruyen. Si queremos servir a nuestro pueblo y al pueblo de la Moskitia… No podemos servir a dos señores”.
Pater Alargada greift zum Mikrofon und sorgt für Abkühlung. Die Miskitos, diejenigen, die in der Kirche bleiben, beruhigen sich. Dann sagt er einen Satz, einer von denen, die Menschen berühmt machen:
„Wir müssen wirklich sehen, wem gedient wird. Wenn wir der Pflege unseres Landes, unserer Kinder und ihrer Zukunft dienen wollen, können wir nicht auch denen dienen, die es zerstören.“ Wenn wir unserem Volk und dem Volk Moskitiens dienen wollen ... können wir nicht zwei Herren dienen.“
Afuera el revuelo es fuerte. Maximiliano sale por otra puerta y se refugia en una iglesia evangélica a dos cuadras, luego huye del pueblo.
En esta historia Miskut y Maximiliano se volverán a encontrar. Pero para eso faltan tres días.
Draußen ist die Aufregung groß. Maximiliano geht durch eine andere Tür und flüchtet in eine evangelische Kirche zwei Blocks entfernt, dann flieht er aus der Stadt.
In dieser Geschichte werden sich Miskut und Maximiliano wiedersehen. Aber bis dahin sind es noch drei Tage.
La cacería
Son las nueve de la mañana, en la madrugada cayó una capa de rocío y el pueblo de Mocorón se ha despertado con olor a hierba húmeda, a tierra mojada. Han pasado dos días desde la reunión en la iglesia y un grupo de indígenas Miskitos se preparan para salir a la selva a cazar. Esta vez las presas son otras personas. Van a cazar terceros.
Die Jagd
Es ist neun Uhr morgens, am frühen Morgen fiel eine Tauschicht und die Stadt Mocorón ist mit dem Geruch von feuchtem Gras, von nasser Erde aufgewacht. Seit dem Treffen in der Kirche sind zwei Tage vergangen und eine Gruppe Miskito-Ureinwohner bereitet sich darauf vor, in den Dschungel zu gehen, um dort zu jagen. Diesmal sind die Beute andere Menschen. Sie werden Dritte jagen.
Antes de salir comen platos de arroz y yuca hervida que un grupo de mujeres del pueblo han preparado para los cazadores.
Es un grupo de 16 personas. La mitad son soldados del ejército hondureño del quinto batallón. Están acá por un convenio entre las Fuerzas Armadas hondureñas y las comunidades indígenas de la Moskita. Es una de las pocas expresiones de apoyo que han recibido después de tantas cartas y peticiones. El gobierno envía cada cierto tiempo a una cuadrilla de soldados a patrullar por la selva y con esto afirman que están activamente luchando contra la deforestación y el narcotráfico.
Sin embargo, el gobierno no tomó en cuenta que estos soldados son todos Miskitos y creen, igual que todos por acá, que si no detienen la matanza de árboles, su familia y su descendencia tendrán un futuro muy complicado. Por eso hoy apuran el arroz y la yuca para salir temprano y poder cazar con luz de día.
Es Miskut quien organiza esto, es él quien ha organizado a los Miskitos civiles, y fue él quien, aprovechando la existencia de un convenio, persuadió a los soldados de acompañarle. Miskitos con uniforme y Miskitos sin él siguen las órdenes del caudillo Miskut.
Les da una arenga fuerte en miskito, su lengua materna, mueve las manos y los brazos con bravura y les llama valientes a estos hombres por lo que se disponen a hacer. Les dice que del éxito de estas misiones depende el futuro del pueblo Miskito.
Con el grupo viaja también uno del consejo de ancianos del pueblo Mocorón. Se llama Abraham, tiene 74 años y camina por la selva como caminarían las rocas si pudieran. Es duro, seco y compacto. Camina sin resollar y apenas suda. Rechaza enérgico cuando le tienden una mano para subir una colina y saltar desde una pendiente.
Bevor sie gehen, essen sie Teller mit Reis und gekochtem Maniok, die eine Gruppe Frauen aus der Stadt für die Jäger zubereitet hat.
Es handelt sich um eine Gruppe von 16 Personen. Die Hälfte sind Soldaten der honduranischen Armee des fünften Bataillons. Sie sind aufgrund einer Vereinbarung zwischen den honduranischen Streitkräften und den indigenen Gemeinschaften von La Moskita hier. Es ist eine der wenigen Unterstützungsbekundungen, die sie nach so vielen Briefen und Anfragen erhalten haben. Die Regierung schickt von Zeit zu Zeit eine Gruppe Soldaten, um im Dschungel zu patrouillieren, und behauptet, damit aktiv gegen Abholzung und Drogenhandel zu kämpfen.
Allerdings hat die Regierung nicht berücksichtigt, dass diese Soldaten alle Miskito sind und wie alle anderen hier glauben, dass ihre Familie und ihre Nachkommen eine sehr komplizierte Zukunft haben werden, wenn sie das Töten von Bäumen nicht stoppen. Deshalb beeilen sie sich heute mit Reis und Maniok, um früh aufzubrechen und bei Tageslicht jagen zu können.
Es ist Miskut, der dies organisiert, er ist es, der die zivilen Miskitos organisiert hat, und er war es, der die Existenz einer Vereinbarung ausnutzte und die Soldaten überredete, ihn zu begleiten. Miskitos mit Uniform und Miskitos ohne Uniform folgen den Befehlen des Miskut-Anführers.
Er hält ihnen eine kraftvolle Ansprache in Miskito, seiner Muttersprache, bewegt mutig seine Hände und Arme und nennt diese Männer mutig für das, was sie zu tun bereit sind. Er sagt ihnen, dass die Zukunft des Miskito-Volkes vom Erfolg dieser Missionen abhängt.
Ein Mitglied des Ältestenrats der Stadt Mocorón reist ebenfalls mit der Gruppe. Sein Name ist Abraham, er ist 74 Jahre alt und er läuft durch den Dschungel, wie Felsen laufen würden, wenn sie könnten. Es ist hart, trocken und kompakt. Er geht ohne zu keuchen und schwitzt kaum. Er lehnt energisch ab, als man ihm die Hand anbietet, einen Hügel zu erklimmen und von einem Hang zu springen.
Salimos a pie, en fila militar. Son casi las diez cuando cruzamos el río Mocorón. Sus aguas son claras y se puede ver el fondo una cama de hojas y ramas. Hoy está manso porque es verano, la temporada más seca del año. Este mes, mayo, se espera que lleguen las primeras lluvias a aliviar la sed de los cultivos, los pastos y a engordar el cauce del río, que cada invierno se engorda menos.
Los soldados Miskitos lo cruzan en cayuco para no mojar los rifles M-16. Yo voy con este grupo, los demás lo cruzan a nado. Cada uno carga un aproximado de 40 kilos sobre sus espaldas compuestos por arroz, yuca, y una gran olla de aluminio que se turnan. Lo atraviesan como pasar un charco. Esta es la línea de salida. Desde acá, lejos de sus hogares, comienza la misión.
El anciano Abraham saca una biblia y les hace formar un círculo, lee con dificultad el salmo 91 en español: “Mi Dios, en quien confiaré. Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá (…) caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; más a ti no llegará”.
Luego comienza una dura caminata por la selva virgen que durará cinco días. Los Miskitos, soldados y civiles, aprietan el paso. Quieren llegar por la tarde al primer punto donde creen que hay terceros tumbando la selva. Conocen esta tierra, sus padres y sus abuelos cazaron acá, pero aquellas eran presas menos peligrosas.
El grupo de Miskitos avanza por la selva a paso rápido, es casi imposible seguirles el ritmo. La idea es encontrar los descombros de selva, amedrentar a los terceros y tomar registro en foto y video, no solo del paisaje marciano que queda después de la tala, sino del rostro de las personas que lo hacen.
En las dos ocasiones anteriores que salieron, a inicios del 2023, con esta misma misión, rodearon a varios de los invasores. Uno se había apoderado de 600 hectáreas, (más de 800 campos de fútbol), otro de 500 hectáreas. Pero en los videos se ven a hombres pobres, viviendo en casas muy parecidas a las de los Miskitos.
Los indígenas elaboran teorías sobre estos recién llegados, los asocian con los traficantes porque los han visto trabajar juntos, pero nada más. Un alto mando de la policía hondureña con quien hablamos bajo acuerdo de anonimato, afirma que la estrategia para invadir las tierras es sencilla: envían a grupos de colonos a tomarse grandes extensiones de tierra, les dan las herramientas necesarias para expulsar de ahí a los indígenas y luego, cuando ya han ocupado la tierra, la venden a los narcotraficantes o a prestanombres de su nómina. Este sencillo modus operandi de los traficantes de la Moskitia se refleja también en los documentos oficiales de dos grandes operaciones antidrogas realizadas en la Moskitia por la Agencia Técnica de Investigación Criminal (ATIC), y la Fiscalía hondureña, Estegia I y Estegia II, a los que tuvimos acceso.
Wir gingen zu Fuß in militärischer Linie. Es ist fast zehn Uhr, als wir den Fluss Mocorón überqueren. Das Wasser ist klar und am Grund kann man ein Bett aus Blättern und Zweigen erkennen. Heute ist es ruhig, denn es ist Sommer, die trockenste Jahreszeit. In diesem Monat, im Mai, werden die ersten Regenfälle erwartet, um den Durst der Felder und Weiden zu stillen und das Flussbett zu mästen, das jeden Winter weniger fett wird.
Die Miskito-Soldaten überqueren es in einem Kanu, um zu vermeiden, dass ihre M-16-Gewehre nass werden. Ich gehe mit dieser Gruppe, die anderen schwimmen quer darüber. Jeder trägt etwa 40 Kilo auf dem Rücken, bestehend aus Reis, Maniok und einem großen Aluminiumtopf, den er abwechselnd nimmt. Sie gehen hindurch, als würden sie eine Pfütze überqueren. Dies ist die Startlinie. Von hier aus, weit weg von ihren Häusern, beginnt die Mission.
Der alte Mann Abraham holt eine Bibel heraus und lässt sie einen Kreis bilden. Er liest mit Mühe Psalm 91 auf Spanisch: „Mein Gott, auf den ich vertrauen werde.“ Er wird dich aus der Schlinge des Fallenstellers und der vernichtenden Pest befreien. Er wird dich mit seinen Federn bedecken (…) tausend werden an deiner Seite fallen und zehntausend an deiner rechten Hand; Aber es wird nicht zu dir kommen.“
Dann beginnt eine anstrengende Wanderung durch den unberührten Dschungel, die fünf Tage dauern wird. Die Miskitos, Soldaten und Zivilisten, beschleunigen ihr Tempo. Sie wollen am Nachmittag an dem ersten Punkt ankommen, an dem ihrer Meinung nach Dritte den Dschungel niederreißen. Sie kennen dieses Land, ihre Eltern und Großeltern haben hier gejagt, aber das waren weniger gefährliche Beute.
Die Gruppe der Miskitos schreitet in rasantem Tempo durch den Dschungel voran, es ist fast unmöglich, mit ihnen Schritt zu halten. Die Idee besteht darin, die Trümmer des Dschungels zu finden, Dritte einzuschüchtern und eine Foto- und Videoaufnahme zu machen, nicht nur von der Marslandschaft, die nach der Abholzung übrig bleibt, sondern auch von den Gesichtern der Menschen, die das tun.
Bei den beiden vorangegangenen Gelegenheiten, bei denen sie Anfang 2023 mit derselben Mission aufbrachen, umzingelten sie mehrere der Eindringlinge. Einer hatte über 600 Hektar (mehr als 800 Fußballfelder) übernommen, ein weiterer 500 Hektar. Aber in den Videos sieht man arme Männer, die in Häusern leben, die denen der Miskitos sehr ähnlich sind.
Die Ureinwohner stellen Theorien über diese Neuankömmlinge auf, sie bringen sie mit den Menschenhändlern in Verbindung, weil sie gesehen haben, wie sie zusammenarbeiten, mehr aber nicht. Ein hochrangiger honduranischer Polizeibeamter, mit dem wir unter Anonymitätsvereinbarung gesprochen haben, bestätigt, dass die Strategie zur Invasion des Landes einfach ist: Sie schicken Gruppen von Siedlern aus, um große Landflächen zu übernehmen, und geben ihnen die notwendigen Werkzeuge, um die Ureinwohner von dort zu vertreiben . und dann, wenn sie das Land besetzt haben, verkaufen sie es an Drogenhändler oder an Namen auf ihrer Gehaltsliste. Diese einfache Vorgehensweise der Moskitia-Händler spiegelt sich auch in den offiziellen Dokumenten zweier großer Anti-Drogen-Operationen wider, die in der Moskitia von der Technischen Kriminalpolizei (ATIC) und der honduranischen Staatsanwaltschaft durchgeführt wurden, Estegia I und Estegia II auf die wir Zugriff hatten.
En la incursión anterior, en marzo de este mismo año, la tropa de Miskut y Abraham se enfrentó a un grupo de terceros, y pudieron capturar a dos de ellos. Les quitaron sus rifles y los amarraron.
Testigos que estaban ahí y eran parte de la tropa me contaron que Abraham les dio patadas y les pegó con un palo mientras les hacía señalar en un mapa los puntos donde se destruye la selva. Pero al siguiente día, luego de amenazarles, los soltaron. Ahora el pueblo Miskito tiene dos enemigos más.
Seguimos avanzando. La selva es buena para quienes la conocen y es hostil para el foráneo, para el tercero. Entramos a una zona donde crecen unas matas malvadas que clavan sus pequeñas espinas en la piel de quien las roce y hay que esperar que el cuerpo las rechace y salgan solas, causando mucho dolor. Contrario del imaginario colectivo, la selva no ofrece fuentes de comida. Es muy raro encontrar árboles frutales y cazar un animal es una tarea compleja que dependerá de ser más listo y más fuerte que él. Es como un desierto verde. Mientras marchamos, las ráfagas repentinas de viento revuelven las copas de los inmensos árboles donde los pájaros y los monos nos ven pasar, desde sus butacas de ramas.
Es media tarde, las ramas de los árboles detienen la luz y la selva se vuelve oscura. Entramos a una zona llena de barro movedizo, donde el pie del inexperto se va hundiendo lento mientras el lodo te ahoga y te pierde para siempre en las entrañas de la selva. Más de una vez la mano de Miskut me alzó como a un niño de entre las garras del lodo. Mi presencia solo retrasa a la tropa. Cada error mío son valiosos minutos perdidos. El sonido de mis botas en las rocas y el tintineo de mi mochila terminará delatando nuestra posición, si no lo ha hecho ya. Miskut me dice que él y yo regresaremos a Mocorón. Le obedezco sin chistar.
El viejo Abraham guiará a la tropa en su búsqueda de enemigos. Creo, además, que no quieren cazar frente a los ojos de un extraño, frente a los ojos de un tercero.
Bei dem vorherigen Überfall im März desselben Jahres standen die Truppen von Miskut und Abraham einer Gruppe Dritter gegenüber und konnten zwei von ihnen gefangen nehmen. Sie nahmen ihre Gewehre und fesselten sie.
Zeugen, die dort waren und Teil der Truppe waren, erzählten mir, dass Abraham sie getreten und mit einem Stock geschlagen habe, während er sie auf einer Karte die Punkte markieren ließ, an denen der Dschungel zerstört wurde. Aber am nächsten Tag ließen sie sie frei, nachdem sie ihnen gedroht hatten. Jetzt hat das Miskito-Volk zwei weitere Feinde.
Wir gehen weiter voran. Der Dschungel ist gut für den, der ihn kennt, und ist feindselig für den Außenstehenden, für den Dritten. Wir betreten einen Bereich, in dem böse Büsche wachsen, die jedem, der sie berührt, ihre kleinen Dornen in die Haut stecken, und wir müssen warten, bis der Körper sie abstößt und sie von selbst herauskommen, was große Schmerzen verursacht. Entgegen der kollektiven Vorstellung bietet der Dschungel keine Nahrungsquellen. Es ist sehr selten, Obstbäume zu finden, und die Jagd auf ein Tier ist eine komplexe Aufgabe, bei der es darauf ankommt, dass man schlauer und stärker ist als es. Es ist wie eine grüne Wüste. Während wir marschieren, bewegen plötzliche Windböen die Wipfel der riesigen Bäume, an denen Vögel und Affen von ihren Astsitzen aus uns beobachten.
Es ist Nachmittag, die Äste der Bäume verdunkeln das Licht und der Dschungel wird dunkel. Wir betreten ein Gebiet voller Treibsandschlamm, in dem der Fuß des Unerfahrenen langsam einsinkt, während der Schlamm Sie ertränkt und Sie für immer in den Eingeweiden des Dschungels verliert. Mehr als einmal hob mich Miskuts Hand wie ein Kind aus den Fängen des Schlamms. Meine Anwesenheit verzögert die Truppen nur. Jeder meiner Fehler ist eine wertvolle Zeitverschwendung. Das Geräusch meiner Stiefel auf den Felsen und das Klirren meines Rucksacks werden irgendwann unsere Position verraten, falls das noch nicht geschehen ist. Miskut sagt mir, dass er und ich nach Mocorón zurückkehren werden. Ich gehorche ihm ohne zu fragen.
Der alte Abraham wird die Truppen bei ihrer Suche nach Feinden leiten. Ich glaube auch, dass sie nicht vor den Augen eines Fremden, vor den Augen eines Dritten jagen wollen.
En busca de aliados
Miskut tiene una misión importante que hacer. Pero es una misión arriesgada y secreta. Debe hablar con los ancianos de otra aldea lejana, una aldea cuyo líder, después de haber boicoteado la tala ilegal de pinos, fue emboscado por un grupo de sicarios. Sobrevivió, pero después de ese evento él, el grupo de ancianos y los líderes jóvenes de ese lugar, han decidido atrincherarse en su aldea. No hay señal telefónica y la única forma de buscarlos y sumarlos a la guerra por la selva es ir y convencerlos.
Miskut me dejará acompañarle, a cambio de comprarle algo que a estas alturas de la selva se ha vuelto casi un tesoro: gasolina. La única forma de ir es en su moto. Es un camino diseñado por los pies de los Miskitos que lo han transitado durante décadas, quizá cientos de años. Miskut me pide no avisar a nadie, pues debemos evitar una emboscada.
Auf der Suche nach Verbündeten
Miskut hat eine wichtige Mission zu erfüllen. Aber es ist eine riskante und geheime Mission. Er muss mit den Ältesten eines anderen entfernten Dorfes sprechen, dessen Anführer, nachdem er das illegale Abholzen von Kiefern boykottiert hatte, von einer Gruppe Killer überfallen wurde. Er überlebte, aber nach diesem Ereignis beschlossen er, die Gruppe der Ältesten und die jungen Anführer dieses Ortes, sich in ihrem Dorf zu verschanzen. Es gibt keinen Telefonempfang und die einzige Möglichkeit, sie zu finden und sich dem Krieg im Dschungel anzuschließen, besteht darin, sie zu überzeugen.
Miskut erlaubt mir, ihn zu begleiten, als Gegenleistung dafür, dass ich ihm etwas kaufe, das an diesem Punkt im Dschungel fast zu einem Schatz geworden ist: Benzin. Der einzige Weg dorthin ist mit dem Motorrad. Es ist ein Weg, der von den Füßen des Miskito-Volkes entworfen wurde, das ihn seit Jahrzehnten, vielleicht Hunderten von Jahren, beschritten hat. Miskut bittet mich, niemanden zu warnen, da wir einen Hinterhalt vermeiden müssen.
Pero nadie compra gasolina para quedarse en el pueblo. “Los señores tienen orejas por todos lados”, nos había advertido ya uno de los ancianos, refiriéndose a los informantes locales de los traficantes. Y es cierto, las tienen. Al siguiente día lo descubriríamos. Nuestra presencia acá no ha pasado desapercibida. Hace cuatro días, mientras hablábamos en la noche con un grupo de ancianos llegados a la reunión desde Limitara, descubrimos que estábamos siendo espiados por un muchacho. Nadie de ahí lo conocía y cuando le preguntamos quién era y por qué nos escuchaba a hurtadillas, corrió. Lo seguimos, pero se disolvió en la selva, como un fantasma.
Salimos con Miskut por el lado de atrás del pueblo lo más sigilosos que podemos y tomamos un camino en desuso, más largo, pero más seguro.
La moto es grande, con llantas especiales para terracería. Miskut la maneja como una extensión más de su cuerpo y alcanza velocidades de 80 kilómetros por hora. Lleva un revólver calibre .38, pero no es una garantía eficiente de seguridad. Aunque es un calibre fuerte, solo le caben seis tiros y debe usar sus dos manos para manejar.
A medida que avanzamos, el paisaje se va convirtiendo de selva húmeda a bosque de coníferas, con imponentes pinos y pastizales que trepan hasta lo alto de las montañas y los cerros. Los pinos se extienden hasta donde se pierde la vista. Si no fuera por el delgado sendero por donde nos movemos, parecería que jamás nadie ha estado acá. Todo está en el desorden propio de la naturaleza, es como transitar por un mundo sin estrenar.
A las dos horas de viaje llegamos a un sendero más grande. Miskut detiene la moto frente a una tosca cruz de cemento.
Aber niemand kauft Benzin, um in der Stadt zu bleiben. „Die Herren haben überall Ohren“, hatte uns einer der Ältesten bereits gewarnt und sich dabei auf die Informanten der Menschenhändler vor Ort bezogen. Und es stimmt, sie haben sie. Am nächsten Tag würden wir es herausfinden. Unsere Anwesenheit hier ist nicht unbemerkt geblieben. Als wir uns vor vier Tagen nachts mit einer Gruppe Ältester unterhielten, die aus Limitara zum Treffen gekommen war, stellten wir fest, dass wir von einem Jungen ausspioniert wurden. Dort kannte ihn niemand und als wir ihn fragten, wer er sei und warum er uns belausche, rannte er davon. Wir folgten ihm, aber er löste sich wie ein Geist im Dschungel auf.
Wir gehen mit Miskut so heimlich wie möglich hinter die Stadt und nehmen einen stillgelegten Weg, der länger, aber sicherer ist.
Das Fahrrad ist groß und hat spezielle Reifen für unbefestigte Straßen. Miskut handhabt es wie eine weitere Verlängerung seines Körpers und erreicht Geschwindigkeiten von 80 Kilometern pro Stunde. Er trägt einen Revolver vom Kaliber .38, der jedoch keine wirksame Sicherheitsgarantie darstellt. Obwohl es sich um ein starkes Kaliber handelt, fasst es nur sechs Schuss und man muss zur Handhabung beide Hände benutzen.
Während wir voranschreiten, verwandelt sich die Landschaft von feuchtem Dschungel in Nadelwald mit imposanten Kiefern und Graslandschaften, die bis zu den Gipfeln der Berge und Hügel reichen. Die Kiefern erstrecken sich so weit das Auge reicht. Ohne den schmalen Pfad, auf dem wir uns bewegen, scheint es, als wäre noch nie jemand hier gewesen. Alles ist in der Unordnung der Natur, es ist wie eine Reise durch eine völlig neue Welt.
Nach zwei Stunden Fahrt erreichten wir einen größeren Wanderweg. Miskut stoppt das Motorrad vor einem holprigen Betonkreuz.
“Este es el lugar donde mataron a Osvaldo Jacobo”, dice, viéndola fijamente. Osvaldo fue de los primeros defensores ambientales de la Moskitia. Era biólogo y creó, ante la inminente destrucción de la selva a finales de los 90, la primera organización Miskita con el fin de defender la Moskitia y todo lo que contiene, Miskitos incluidos.
“A Osvaldo hubo que levantarlo con pala”, me había dicho su hermana hace unos días. Como cuenta su familia y sus vecinos, el 27 de diciembre del 2000, Osvaldo detuvo su motocicleta porque le explotó una llanta. Mientras trataba de enmendarla apreció una camioneta lo arrolló varias veces en este lugar hasta dejar únicamente una masa indistinguible que los buitres comieron durante días, una masa que, efectivamente, sus familiares tuvieron que recoger con pala, para meterlo en bolsas plásticas y poder darle sepultura en el pueblo de Mocorón.
Osvaldo ya había recibido amenazas por obstaculizar la tala de árboles y obstruir el poder de los narcotraficantes. Empezó a organizar a los Miskitos y buscó una serie de alianzas con organizaciones de la capital. Ese día se dirigía a Mavita, la misma aldea donde ahora vamos nosotros, a hacer algo muy parecido: hablar con los Miskitos más respetados y temidos de la selva, los Lakut.
Miskut hizo esta cruz de cemento con sus manos en un homenaje a Osvaldo. Cree que él terminará igual. El destino dirá si cuando muera alguien también hará una cruz de cemento en su honor. Volvemos a la moto, faltan varias horas para llegar a nuestro destino.
Está muriendo la tarde cuando cruzamos el pequeño río que separa a la aldea de Mavita del resto de la Moskitia. El bosque se detiene y comienza un inmenso jardín. Entramos a territorio Lakut.
El ruido de nuestra moto rompe la paz de la aldea y hace que se levante un torbellino de alas de colores. Es como haber espantado un arcoíris. Son decenas de guaras rojas que viven acá protegidas por la familia Lakut, los fundadores y guardianes de este pedazo de paraíso.
No es una aldea grande. Los locales me dicen que el abuelo Lakut llegó a estas tierras, apenas pobladas por los pinos y las guaras, a final de los años 50. Conoció este lugar mientras era soldado y peleaba en la efímera y desnutrida guerra entre Honduras y Nicaragua por el control de la Moskitia. Luego regresó y fundó una casa y tuvo hijos, sus hijos buscaron parejas y sus hijas recibieron maridos y la aldea hoy tiene más de 200 habitantes que subsisten como lo hacían los humanos de esta región hace tres mil años. Siembran yuca, maíz y frijol. Complementan su dieta con pescados y caza silvestre.
Pero lo que vuelve a esta aldea un lugar único en toda la Moskitia es que junto a los Lakut viven las guaras rojas. La idea de salvar a esta especie nació en Rus Rus, un pueblo vecino. Ahí un hombre, Tomás Manzanares, empezó a criarlas y cuidar sus nidos. Pero para cuidar los nidos es necesario cuidar el árbol que les alberga, y resulta que ese árbol vale dinero. A diferencia que en otros lugares de la selva, en esta zona los traficantes sí tienen instalado un sistema para talar los pinos y venderlos en Nicaragua o en Olancho. Como negocio extra, los taladores también venden las guaras y sus polluelos a otros traficantes que a su vez los llevan a Colombia y a Jamaica.
„Hier haben sie Osvaldo Jacobo getötet“, sagt er und starrt sie an. Osvaldo war einer der ersten Umweltschützer Moskitiens. Er war Biologe und gründete angesichts der drohenden Zerstörung des Dschungels Ende der 90er Jahre die erste Miskito-Organisation, um Moskitia und alles, was es enthält, einschließlich Miskito, zu verteidigen.
„Osvaldo musste mit einer Schaufel hochgehoben werden“, hatte mir seine Schwester vor ein paar Tagen erzählt. Wie seine Familie und Nachbarn berichten, stoppte Osvaldo am 27. Dezember 2000 sein Motorrad, weil ein Reifen explodierte. Während er versuchte, es wieder gut zu machen, bemerkte er, dass ihn an dieser Stelle mehrmals ein Lastwagen überfuhr, bis nur noch eine ununterscheidbare Masse übrig blieb, die die Geier tagelang fraßen, eine Masse, die seine Verwandten tatsächlich mit einer Schaufel aufsammeln mussten , um es in Plastiktüten zu packen und in der Stadt Mocorón zu begraben.
Osvaldo hatte bereits Drohungen wegen Behinderung des Fällens von Bäumen und Behinderung der Macht von Drogenhändlern erhalten. Er begann, die Miskitos zu organisieren und suchte eine Reihe von Allianzen mit Organisationen in der Hauptstadt. An diesem Tag war er auf dem Weg nach Mavita, dem gleichen Dorf, in das wir jetzt gehen, um etwas ganz Ähnliches zu tun: mit den am meisten respektierten und gefürchteten Miskitos im Dschungel, den Lakut, zu sprechen.
Als Hommage an Osvaldo fertigte Miskut dieses Betonkreuz mit seinen Händen an. Er glaubt, dass es ihm am Ende genauso gehen wird. Das Schicksal wird zeigen, ob jemand, der stirbt, zu seinen Ehren auch ein Betonkreuz errichten wird. Wir kehren zum Motorrad zurück, es bleiben noch einige Stunden, um unser Ziel zu erreichen.
Es ist später Nachmittag, als wir den kleinen Fluss überqueren, der das Dorf Mavita vom Rest Moskitias trennt. Der Wald hört auf und ein riesiger Garten beginnt. Wir betreten das Gebiet der Lakuten.
Der Lärm unseres Motorrads stört die Ruhe im Dorf und lässt einen Wirbelsturm aus bunten Flügeln aufsteigen. Es ist, als hätte man einen Regenbogen verscheucht. Hier leben Dutzende roter Guaras, beschützt von der Familie Lakut, den Gründern und Hütern dieses Stücks Paradies.
Es ist kein großes Dorf. Die Einheimischen erzählen mir, dass Großvater Lakut Ende der 50er Jahre in dieses Land kam, das kaum von Kiefern und Guaras besiedelt ist. Er kannte diesen Ort, als er Soldat war und im kurzlebigen und unterernährten Krieg zwischen Honduras und Nicaragua kämpfte Kontrolle der Moskitia. Dann kehrte er zurück und gründete ein Haus und bekam Kinder, seine Söhne suchten nach Partnern und seine Töchter bekamen Ehemänner und das Dorf hat heute mehr als 200 Einwohner, die so leben, wie es die Menschen dieser Region vor dreitausend Jahren taten. Sie pflanzen Maniok, Mais und Bohnen an. Sie ergänzen ihre Ernährung mit Fisch und Wild.
Aber was dieses Dorf zu einem einzigartigen Ort in ganz Moskitien macht, ist die Tatsache, dass die roten Guaras neben dem Lakut leben. Die Idee, diese Art zu retten, wurde in Rus Rus, einer Nachbarstadt, geboren. Dort begann ein Mann, Tomás Manzanares, sie aufzuziehen und sich um ihre Nester zu kümmern. Aber um die Nester zu pflegen, muss man sich um den Baum kümmern, der sie beherbergt, und es stellt sich heraus, dass dieser Baum Geld wert ist. Anders als an anderen Orten im Dschungel verfügen die Händler in dieser Gegend über ein System, mit dem sie Kiefern fällen und in Nicaragua oder Olancho verkaufen können. Als Nebengeschäft verkaufen die Holzfäller die Guaras und ihre Küken auch an andere Händler, die sie wiederum nach Kolumbien und Jamaika bringen.
La norma parece ser que si algo vale dinero en la Moskitia tarde o temprano llegarán los terceros. A Manzanares, defender las guaras le costó caro. En 2011 unos terceros le asestaron cuatro balazos que le postraron en cama durante cuatro meses.
Con Manzanares fuera del camino, las guaras fueron capturadas y vendidas y los árboles donde hacen sus nidos talados y vendidos. La suerte parecía echada para aquellos animales. Entonces Manzanares decidió lo mismo que ahora decide Miskut: buscar el apoyo de los Lakut. Habló en 2011 con el consejo de ancianos de esa familia y pidió refugio para los pocos especímenes que sobrevivieron a la matanza y la venta.
Los ancianos Lakut decidieron darles refugio a las guaras y desde ese día viven entre ellos, se alimentan de frijol, arroz y yuca, lo mismo que los Lakut, y tienen sus nidos en los árboles que esta familia protege. Así fue cómo las abuelas y las madres de las guaras que hoy revolotean a nuestro alrededor llegaron hasta acá. Pero las guaras y los pinos donde ellas hacen sus nidos siguen valiendo plata, y en esta selva, como en una fórmula muy rara de alquimia, la plata atrae al plomo.
Es scheint die Regel zu sein, dass, wenn etwas in Moskitia Geld wert ist, früher oder später Dritte eintreffen. Die Verteidigung der Guaras kostete Manzanares viel Geld. Im Jahr 2011 wurde er viermal von Dritten erschossen, sodass er vier Monate lang bettlägerig war.
Nachdem Manzanares aus dem Weg geräumt war, wurden die Guaras gefangen und verkauft und die Bäume, in denen sie ihre Nester bauen, wurden gefällt und verkauft. Die Würfel schienen für diese Tiere gefallen zu sein. Dann beschloss Manzanares das Gleiche, was Miskut jetzt beschließt: die Unterstützung der Lakut zu suchen. Er sprach 2011 mit dem Ältestenrat dieser Familie und bat um Unterbringung für die wenigen Exemplare, die das Abschlachten und den Verkauf überlebt hatten.
Die Lakut-Ältesten beschlossen, den Guaras Unterschlupf zu gewähren, und seitdem leben sie unter ihnen, ernähren sich wie die Lakut von Bohnen, Reis und Maniok und haben ihre Nester in den Bäumen, die diese Familie beschützt. So kamen die Großmütter und Mütter der Guaras, die heute um uns herumhuschen, hierher. Aber die Guaras und die Kiefern, in denen sie ihre Nester bauen, sind immer noch Geld wert, und in diesem Dschungel zieht Silber wie in einer sehr seltsamen Formel der Alchemie Blei an.
Los guerreros Lakut
Santiago Lakut es jefe del consejo de ancianos de la aldea Mavita. Es un hombre fuerte, entrado en la cincuentena y su piel es oscura como un árból de ébano.
Santiago, al igual que su abuelo, fundador de la aldea de Mavita, sabe de guerras. Peleó en los años 80 en Nicaragua de lado de “los Contras”, una guerrilla financiada por el gobierno de Estados Unidos que pretendía derrocar el régimen socialista de los Sandinistas. Este conocimiento bélico, y las armas de las que dispone su familia, es lo que lo vuelve tan imprescindible en la lucha contra los terceros
Die Lakut-Krieger
Santiago Lakut ist Vorsitzender des Ältestenrats des Dorfes Mavita. Er ist ein kräftiger Mann, in seinen Fünfzigern, und seine Haut ist so dunkel wie ein Ebenholzbaum.
Santiago kennt sich wie sein Großvater, der Gründer des Dorfes Mavita, mit Kriegen aus. Er kämpfte in den 1980er Jahren in Nicaragua auf der Seite der „Contras“, einer von der US-Regierung finanzierten Guerillagruppe, die das sozialistische sandinistische Regime stürzen wollte. Dieses Wissen über den Krieg und die Waffen seiner Familie machen ihn im Kampf gegen Dritte so unverzichtbar.
Me muestra un tiro capturado en la parte baja del parabrisas de su camioneta.
“Yo iba con mi hijo, cuando de repente empezamos a escuchar los balazos. Eran dos. ‘-Papá qué es eso’-, me dijo mi hijo, ‘son balazos, agáchate’, le dije, y me vine sin paradas hasta acá”, cuenta Santiago.
Es de noche, los Lakut nos han dado de cenar lo mismo que a sus guaras. Arroz y frijoles. Santiago y los demás ancianos nos reciben a Miskut y a mí en una parte alejada de la aldea ya entrada la noche. Sobre unos tablones de pino, y mientras unos zancudos de tamaño jurásico drenan nuestra sangre, le piden a Miskut que suelte las palabras que trajo hasta acá.
Miskut saluda con respeto a los tres ancianos y antes de hablar hace alusión a que, aunque de forma remota, él lleva también el apellido Lakut en su nombre. Luego me pide disculpas, hablará en Miskito con los ancianos. Lo que sea que les dirá necesita intimidad. Hablan por más de una hora, a veces con el tono suave y armonioso de su idioma, a veces con espavientos y palabrotas robadas del español o el inglés. Santiago y los ancianos se niegan a lo que sea que Miskut les pide. Miskut insiste, ellos menean la cabeza y fruncen el ceño, se miran entre sí, muy preocupados. Dicen que no.
Después de un tiempo en donde aquella discusión parece haber llegado a punto muerto, Miskut, hábil para persuadir, saca un arma poderosa: su teléfono. Y una a una les va enseñando las fotos que tomó en las dos incursiones pasadas. Cientos de caobas talados, pudriéndose en el piso, animales carbonizados en el suelo, víctimas del fuego de los terceros, videos donde algunos trabajadores, capturados por la tropa de Miskitos que Miskut organizó, admiten haber talado en semanas recientes entre 400 y 600 hectáreas de bosque para meter ganado. Hay tristeza en la mirada de los Lakut.
Les muestra el poco caudal del río Mocorón, en donde antes había que batallar para no naufragar en los cayucos, ahora hay que hacer un esfuerzo por no encallar. Les recuerda que, si el bosque muere, los ríos se secarán, y que si esto sucede, cada aldea quedará incomunicada, pues, ya no serán transitables en cayucos. Entonces sí, cada aldea deberá entenderse con los terceros en soledad. Incluso los bravos Lakut se verán superados en algún momento.
Er zeigt mir eine Aufnahme, die im unteren Teil der Windschutzscheibe seines Lastwagens aufgenommen wurde.
„Ich war mit meinem Sohn zusammen, als wir plötzlich Schüsse hörten. Dort waren zwei. „Papa, was ist das?“, sagte mein Sohn zu mir, „das sind Schüsse, geh runter“, sagte ich zu ihm und kam ununterbrochen hierher“, sagt Santiago.
Es ist Nacht, die Lakut haben uns das gleiche Abendessen serviert wie ihre Guaras. Reis Bohnen. Santiago und die anderen Ältesten empfangen Miskut und mich spät in der Nacht in einem abgelegenen Teil des Dorfes. Auf einigen Kiefernbrettern und während Mücken in Jura-Größe unser Blut aussaugen, bitten sie Miskut, die Worte, die er hierher gebracht hat, freizugeben.
Miskut begrüßt die drei Ältesten respektvoll und bevor er spricht, spielt er darauf an, dass er, wenn auch entfernt, auch den Nachnamen Lakut in seinem Namen trägt. Dann entschuldigt er sich bei mir und wird mit den Ältesten auf Miskito sprechen. Was auch immer Sie ihnen sagen, es braucht Privatsphäre. Sie reden mehr als eine Stunde lang, manchmal mit dem sanften und harmonischen Ton ihrer Sprache, manchmal mit Schreien und Flüchen, die dem Spanischen oder Englischen entlehnt sind. Santiago und die Ältesten lehnen alles ab, was Miskut von ihnen verlangt. Miskut besteht darauf, sie schütteln den Kopf und runzeln die Stirn, sie sehen sich sehr besorgt an. Sie sagen nein.
Nach einer Zeit, in der die Diskussion ins Stocken geraten zu sein scheint, holt Miskut, der geschickt darin ist zu überzeugen, eine mächtige Waffe hervor: sein Telefon. Und nach und nach zeigt er ihnen die Fotos, die er bei den letzten beiden Razzien gemacht hat. Hunderte gefällte Mahagonibäume, die auf dem Boden verrotten, verkohlte Tiere auf dem Boden, Opfer von Bränden Dritter, Videos, in denen einige Arbeiter, gefangen von der von Miskut organisierten Miskito-Truppe, zugeben, zwischen 400 und 600 Hektar Wald abgeholzt zu haben in den letzten Wochen. Wald, um Vieh zu legen. In den Augen der Lakut liegt Traurigkeit.
Es zeigt ihnen den niedrigen Flusslauf des Mocorón-Flusses, wo man vorher kämpfen musste, um nicht in den Cayucos Schiffbruch zu erleiden, jetzt muss man sich anstrengen, nicht auf Grund zu laufen. Er erinnert sie daran, dass, wenn der Wald stirbt, die Flüsse austrocknen werden und dass in diesem Fall jedes Dorf abgeschnitten sein wird, da sie für Cayucos nicht mehr passierbar sind. Also ja, jedes Dorf muss alleine mit Dritten umgehen. Selbst der mutige Lakut wird irgendwann überwältigt sein.
Los Lakut ven aquello en silencio, anonadados, se le acercan al teléfono de Miskut como quien se acerca a una fogata nocturna y apuntan con el dedo. Piden ver el mapa que Miskut ha hecho con georreferencia de los lugares donde se concentran los terceros. Ya no se están informando, están planificando. La tristeza se convirtió en otra cosa.
Es entrada la noche y vuelven, por fin, al español. Me dicen que están dispuestos a agotar las vías pacíficas para expulsar a los terceros de la selva, van a presionar al gobierno para que haga el proceso de “saneamiento” de tierras que tanto han prometido, que consiste básicamente en enviar militares a expulsar a los terceros. Pero que si esto falla no quedará otra salida que pelear.
Die Lakut sehen dies schweigend und fassungslos. Sie nähern sich Miskuts Telefon wie jemand, der sich einem nächtlichen Lagerfeuer nähert, und zeigen mit dem Finger. Sie bitten darum, die Karte zu sehen, die Miskut mit Georeferenzierung der Orte erstellt hat, an denen sich die Dritten konzentrieren. Sie informieren sich nicht mehr, sie planen. Die Traurigkeit wurde zu etwas anderem.
Es ist spät in der Nacht und sie kehren endlich zum Spanischen zurück. Sie sagen mir, dass sie bereit sind, friedliche Mittel auszuschöpfen, um Dritte aus dem Dschungel zu vertreiben, sie werden die Regierung unter Druck setzen, den von ihnen so viel versprochenen Prozess der „Säuberung“ des Landes durchzuführen, der im Wesentlichen darin besteht, sie zu entsenden das Militär, die Dritten auszuweisen. Aber wenn dies fehlschlägt, gibt es keinen anderen Ausweg als den Kampf.
Una emboscada en la selva
A la mañana siguiente la aldea se despierta con los gritos de las guaras. Una se asoma por la baranda de mi ventana y me grita, como pidiéndome algo. Afuera una mujer de la familia Lakut camina con dificultad cargando una enorme olla repleta de comida. Las guaras revolotean sobre ella dando estruendosos alaridos. De lejos parece una especie de diosa del color y de los animales que vuelan. Con un cucharón les sirve sobre una mesa arroz con frijoles, lo mismo que desayunarán ellos, y los animales hacen un remolino de plumas sobre aquella comida. Suenan como si se rieran.
Por la tarde los Lakut les servirán otra olla del mismo menú, de esta forma garantizan que las guaras se queden cerca de ellos, bajo su protección, y no deban arriesgarse a buscar comida en donde puedan atraparlas. Si algún tercero se aventurara a cazar guaras o talar pino en los alrededores de Mavita, tendría que enfrentarse a tiros con los Lakut, y esto es algo que, por el momento, no desean los traficantes.
Esta familia recibe algún apoyo de organizaciones internacionales de conservación animal que les ayudan con dinero para poder mantener a las aves, pero no es suficiente y, sobre todo, no brindan ninguna ayuda a la hora de protegerles de la caza furtiva y la deforestación. De no ser por esta familia, y antes por el valiente señor Manzanares, no habría más guaras rojas en la selva.
Ein Hinterhalt im Dschungel
Am nächsten Morgen wird das Dorf von den Schreien der Guaras geweckt. Einer lehnt sich aus meinem Fenstergeländer und schreit mich an, als würde er mich um etwas bitten. Draußen geht eine Frau aus der Familie Lakut mit Schwierigkeiten, einen riesigen Topf voller Essen zu tragen. Die Guaras schweben darüber und geben donnernde Schreie von sich. Aus der Ferne sieht sie aus wie eine Art Göttin der Farben und fliegenden Tiere. Mit einer Schöpfkelle serviert er ihnen Reis und Bohnen auf einem Tisch, dasselbe, was sie zum Frühstück essen werden, und die Tiere wirbeln Federn über das Essen. Es hört sich an, als würden sie lachen.
Am Nachmittag serviert ihnen der Lakut einen weiteren Topf aus dem gleichen Menü. Auf diese Weise stellen sie sicher, dass die Guaras in ihrer Nähe und unter ihrem Schutz bleiben und sie nicht das Risiko eingehen müssen, dort nach Nahrung zu suchen, wo sie sie fangen können. Wenn Dritte es wagen würden, in der Umgebung von Mavita Guaras zu jagen oder Kiefern zu fällen, müssten sie mit Schüssen der Lakut rechnen, und das ist etwas, was die Menschenhändler im Moment nicht wollen.
Diese Familie erhält von internationalen Tierschutzorganisationen zwar finanzielle Unterstützung für die Haltung der Vögel, diese reicht jedoch nicht aus und vor allem leisten sie keine Hilfe, wenn es darum geht, sie vor Wilderei und Abholzung zu schützen. Ohne diese Familie und davor ohne den tapferen Herrn Manzanares gäbe es im Dschungel keine roten Guaras mehr.
Nos montamos en la moto nuevamente. Nos esperan varias horas de viaje por la selva. Los ancianos nos indican un camino olvidado, creen que por ahí estaremos más seguros. Encargan a uno de los adolescentes de la familia para que nos guíe y le entregan una escopeta y una moto. El muchacho nos lleva por un camino antiguo, hecho por los abuelos de tanto caminar por el mismo lugar. El muchacho nos saca del territorio de Mavita y le indica a Miskut por donde ir. A lo lejos se escucha aún la risa de las guaras.
El camino es difícil, debemos bajarnos cada cierto tiempo a ajustar la cadena de la moto que insiste en zafarse en cada tropezón con una roca. La selva está tranquila, apenas un viento trémulo mueve algunas hojas y el canto de algún pájaro se escucha a lo lejos. Nos detenemos en Casa Sola, un pequeño caserío de tres casas donde vive una familia de terceros con quienes los Miskitos tienen buena relación. Miskut se baja y saluda, quiere demostrarme algo.
“Nosotros no tenemos problema con que vengan a vivir acá. Acá hay tierra. Siempre y cuando vivan como nosotros, que agarren una o dos hectáreas y siembren para vivir. Nosotros les acogemos. Pero si quieren venir y talar 500 hectáreas para un solo hombre y luego vender y luego expulsar a los Miskitos… Entonces no son bienvenidos”, me dice.
Wir stiegen wieder aufs Motorrad. Es erwarten uns mehrere Stunden Fahrt durch den Dschungel. Die Ältesten zeigen uns einen vergessenen Weg, sie glauben, dass wir auf diesem Weg sicherer sind. Sie bitten einen Teenager der Familie, uns zu führen, und geben ihm eine Schrotflinte und ein Motorrad. Der Junge führt uns auf einem alten Weg, den seine Großeltern gemacht haben, weil sie so oft durch denselben Ort gelaufen sind. Der Junge führt uns aus Mavitas Revier und sagt Miskut, wohin er gehen soll. In der Ferne hört man noch immer das Lachen der Guaras.
Die Straße ist schwierig, wir müssen ab und zu absteigen, um die Motorradkette zu justieren, die darauf besteht, sich bei jedem Aufprall auf einen Stein zu lösen. Der Dschungel ist ruhig, nur ein zitternder Wind bewegt einige Blätter und in der Ferne ist der Gesang eines Vogels zu hören. Wir halten in Casa Sola, einem kleinen Weiler mit drei Häusern, in dem eine Drittfamilie lebt, zu der die Miskitos ein gutes Verhältnis haben. Miskut steigt aus und winkt, er will mir etwas zeigen.
„Wir haben kein Problem damit, dass sie hier leben. Hier ist Land. Solange sie wie wir leben, brauchen sie ein oder zwei Hektar und pflanzen, um zu leben. Wir heißen sie willkommen. Aber wenn sie kommen und 500 Hektar für einen Mann abholzen und dann verkaufen und dann die Miskitos vertreiben wollen … dann sind sie nicht willkommen“, sagt er mir.
No ha pasado ni una hora desde que salimos de Casa Sola cuando de pronto, en medio de un camino ancho, aparece Maximiliano, el hombre que Miskut acusó en público de ser traidor, junto con otros cinco hombres más. Todos llevan machetes.
El miedo es cosa poderosa, hace en la cabeza juegos extraños. En la mía detienen el tiempo, me dilata las pupilas haciéndome ver todo mucho más luminoso y mucho más lento, seca mi boca y paraliza mis manos. El líder Miskito se tensa, lo siento en sus hombros, y acelera la moto; emite una especie de gruñido tenue, como un animal, y dice, más para el aire que para mí, “No tiene los huevos, no tiene los huevos”.
No los tuvo. Se quedaron de una pieza cuando Miskut pasó como una bala por su costado. Quizá esperaban a un tripulante y no a dos. Quizá el mensaje de los famosos “ojos y orejas” no fue preciso. No lo sé, pero lo que sea que les haya detenido de atacar fue efímero. Dos de ellos se suben a una moto y arrancan detrás de nosotros. Pienso que si la cadena se zafa, como lo ha venido haciendo todo el viaje, nos alcanzarán. Pienso en las seis balas del revólver de Miskut.
“No. No tiene los huevos. No”, repite Miskut como un mantra mientras acelera su moto por sobre barrancas y riachuelos.
La moto de los dos hombres es más pequeña, la perdemos cada cierto tiempo, pero en las curvas o las ensenadas, donde a fuerza debemos ir más despacio, les vemos aparecer a unos 60 metros detrás de nosotros. De pronto, entre la arbolada, se ve ya el humo de las cocinas de leña de Mocorón. Los hombres desisten. Mocorón es territorio de la resistencia.
Es ist noch nicht einmal eine Stunde vergangen, seit wir Casa Sola verlassen haben, als plötzlich mitten auf einer breiten Straße Maximiliano auftaucht, der Mann, den Miskut öffentlich als Verräter bezichtigt, zusammen mit fünf anderen Männern. Sie alle tragen Macheten.
Angst ist eine mächtige Sache, sie spielt seltsame Spiele im Kopf. Bei mir halten sie die Zeit an, es weitet meine Pupillen, sodass ich alles viel heller und viel langsamer sehe, es trocknet meinen Mund aus und lähmt meine Hände. Der Miskito-Anführer verspannt sich, ich spüre es in seinen Schultern, und beschleunigt das Motorrad; Er gibt eine Art leises Knurren von sich, wie ein Tier, und sagt mehr in die Luft als zu mir: „Er hat nicht die Eier, er hat nicht die Eier.“
Er hatte sie nicht. Sie waren fassungslos, als Miskut an ihnen vorbeischoss. Vielleicht erwarteten sie ein Besatzungsmitglied und nicht zwei. Vielleicht war die Botschaft der berühmten „Augen und Ohren“ nicht zutreffend. Ich weiß es nicht, aber was auch immer sie vom Angriff abgehalten hat, war nur von kurzer Dauer. Zwei von ihnen steigen auf ein Motorrad und fahren hinter uns los. Ich denke, dass sie uns einholen werden, wenn die Kette reißt, wie es auf der gesamten Reise der Fall war. Ich denke an die sechs Kugeln in Miskuts Revolver.
"NEIN. Er hat nicht den Mumm. Nein“, wiederholt Miskut wie ein Mantra, während er sein Motorrad über Schluchten und Bäche beschleunigt.
Das Motorrad der beiden Männer ist kleiner, wir verlieren es ab und zu, aber in den Kurven oder Einfahrten, wo wir langsamer fahren müssen, sehen wir sie etwa 60 Meter hinter uns auftauchen. Plötzlich kann man zwischen den Bäumen bereits den Rauch der Holzöfen von Mocorón sehen. Die Männer geben auf. Mocorón ist Widerstandsgebiet.
El destino incierto de la nación Miskita
La violencia casi nunca es ave de paso. Anida en los lugares y en los corazones de las personas por largo tiempo. A la Moskitia llegó desde hace casi 30 años y todo indica que falta mucho tiempo para que se largue. Pero la violencia necesita dejar de ser idea y materializarse, necesita herramientas y no es juego de un solo jugador. Necesita también organización y recursos. Los Miskitos han aceptado la invitación a la violencia, pero aún no disponen de todo lo anterior para llevarla a cabo con eficiencia.
¿Cómo se imagina usted la guerra contra los terceros, tienen ustedes ya un plan? Pregunté a Eusebio, uno del consejo de ancianos del pueblo de Mocorón, una semana antes del viaje hacia Mavita.
Das ungewisse Schicksal der Miskito-Nation
Gewalt ist fast nie eine Frage des Übergangs. Es nistet sich für lange Zeit an Orten und in den Herzen der Menschen ein. Er ist vor fast 30 Jahren in Moskitia angekommen und alles deutet darauf hin, dass es lange dauern wird, bis er wieder weggeht. Aber Gewalt muss aufhören, eine Idee zu sein und Wirklichkeit werden, sie braucht Werkzeuge und ist kein Einzelspielerspiel. Es braucht auch Organisation und Ressourcen. Die Miskito haben die Einladung zur Gewalt angenommen, aber sie verfügen immer noch nicht über alle oben genannten Voraussetzungen, um sie effizient umzusetzen.
Wie stellen Sie sich den Krieg gegen Dritte vor, haben Sie bereits einen Plan? Ich fragte Eusebio, einen der Ältestenräte der Stadt Mocorón, eine Woche vor der Reise nach Mavita.
Don Eusebio respondió muy convencido. Me dijo que tienen arcos, flechas y lanzas. Cree que tal como la punta de flecha entra en la carne de un venado, entrará también en la de un hombre.
En la aldea de Mavita, casi al final de nuestra larga conversación, como largas suelen ser las pláticas Miskitas, pregunté lo mismo a los ancianos Lakut. Ellos sí tienen armas de fuego, pero son pocas y en su mayoría se trata de escopetas calibre 12, un arma poderosa para cazar o para la defensa personal, pero poco o nada eficiente para un enfrentamiento contra los AR-15, los AK-47 y las granadas M67 de los terceros y los traficantes de cocaína.
Luego otro, impulsado por la euforia, dice: “Tenemos sica”. Los demás lo voltean a ver, como reprochándole por revelar sus secretos. Pero después de un rato acceden a contarme de su arma secreta, con la que piensan enfrentar a los terceros.
“Sica es un rezo. Yo te hago sica, yo te duermo. O me hago invisible y te mato con puñal, fácil”, dice Santiago, el jefe de los ancianos Lakut.
“Ellos tienen armas, es cierto, porque tienen más dinero del narcotráfico. Pero nosotros tenemos fortalezas. Somos muchos y estamos organizados, conocemos la selva. Además, tenemos armas silenciosas, tenemos hondillas y flechas. ¡Te mato sin ruido!”, dice Héctor, uno de los tres ancianos Lakut.
Don Eusebio reagierte sehr überzeugt. Er sagte mir, dass sie Bögen, Pfeile und Speere hätten. Er glaubt, dass eine Pfeilspitze, so wie sie in das Fleisch eines Hirsches eindringt, auch in das eines Menschen eindringen wird.
Im Dorf Mavita fragte ich die Lakut-Ältesten fast am Ende unseres langen Gesprächs, da Miskito-Gespräche in der Regel lang sind, dasselbe. Sie haben zwar Schusswaffen, aber es handelt sich nur um wenige Schrotflinten und meist Kaliber 12, eine starke Waffe für die Jagd oder die persönliche Verteidigung, aber wenig oder gar nicht effizient für eine Konfrontation mit AR-15, AK-47 und den M67-Granaten der dritten Generation Parteien und Kokainhändler.
Dann sagt ein anderer, von Euphorie getrieben: „Wir haben Syca.“ Die anderen drehen sich zu ihm um, als würden sie ihm Vorwürfe machen, weil er ihre Geheimnisse preisgegeben hat. Doch nach einer Weile willigen sie ein, mir von ihrer Geheimwaffe zu erzählen, mit der sie die Dritten konfrontieren wollen.
„Sica ist ein Gebet. Ich mache dich krank, ich schläfere dich ein. Oder ich werde unsichtbar und töte dich ganz einfach mit einem Messer“, sagt Santiago, das Oberhaupt der Lakut-Ältesten.
„Sie haben zwar Waffen, weil sie mehr Geld aus dem Drogenhandel haben. Aber wir haben Stärken. Wir sind viele und wir sind organisiert, wir kennen den Dschungel. Außerdem haben wir lautlose Waffen, wir haben Schleudern und Pfeile. „Ich werde dich lautlos töten!“, sagt Hector, einer der drei Lakut-Ältesten.
Me revelan que el sica es una especie de hechizo que se expresa en varias formas. Uno debe decir las palabras correctas en el orden correcto y marcar una cruz en un lugar. El enemigo que pase por ese lugar se llenará de odio, y llevará ese odio hacia su casa, sembrará, pues, la discordia entre los suyos y se acabarán matando entre ellos. Según estos Miskitos, sirve también para hacer al enemigo errar los disparos y encasquillar las armas de los invasores.
El arco y la flecha, concluyen el Dr. Antonio Rodríguez Hidalgo, una autoridad en cuanto al pasado reciente de la especie humana, y la mayor parte de la comunidad académica, se empezó a utilizar en el mesolítico, después de la última era del hielo, en casi todo el mundo, menos Australia. Su uso se popularizó entre las sociedades de cazadores recolectores hace unos 12 mil años. Así que, si nos ponemos estrictos en términos de tecnología bélica, los terceros tienen una ventaja de 12 mil años con respecto a los Miskitos. Es como si un pueblo del paleolítico se enfrentará a un ejército moderno.
Los tiros ya suenan por acá. Se alojan en el carro de Santiago Lakut, en el cuerpo del biólogo Manzanares y de un puñado de líderes Miskitos. Caen desde el cielo desde los helicópteros del ejército hondureño y muerden sin distinción a niños y adultos. Duermen a la espera en las escopetas de los indígenas y las AR-15 de los traficantes. Los primeros muertos ya fueron enterrados, por el momento, de un solo lado, el lado Miskito.
La tropa que salió a patrullar la selva al mando del anciano Abraham regresó con información desoladora. Más descombros, más incendios, más terceros. Cientos de hectáreas que hace unos días eran una selva donde se apiñaba la vida, ahora son campos yermos donde se pasea el ganado y aterrizan avionetas con cocaína. Lo que encontraron en su expedición azuza más la convicción de pelear del pueblo Miskito.
Si bien el futuro es incierto, el de los Miskitos es predecible. Se enfrentan a fuerzas que ellos mismos no entienden, a hombres poderosos con una capacidad inconmensurable para la violencia y con recursos de sobra para financiarla. Se avecina la oscuridad, el tiempo dirá cuál será el destino de la nación Miskita. Por el momento solo podemos decir que un puñado de pueblos indígenas se preparan para la guerra en las riberas el río Mocorón.
Sie offenbaren mir, dass Sica eine Art Zauber ist, der in verschiedenen Formen zum Ausdruck kommt. Man muss die richtigen Wörter in der richtigen Reihenfolge sagen und an einer Stelle ein Kreuz machen. Der Feind, der diesen Ort durchquert, wird von Hass erfüllt sein und diesen Hass gegen seine Heimat tragen, wodurch Zwietracht unter seinem Volk gesät wird und sie sich am Ende gegenseitig töten. Diesen Miskitos zufolge dient es auch dazu, den Feind dazu zu bringen, seine Schüsse zu verfehlen und die Waffen der Eindringlinge zu blockieren.
Pfeil und Bogen, schlussfolgert Dr. Antonio Rodríguez Hidalgo, ein Experte für die jüngere Vergangenheit der menschlichen Spezies und des Großteils der akademischen Gemeinschaft, wurden im Mesolithikum, nach der letzten Eiszeit, in fast der ganzen Welt eingesetzt , außer Australien. Seine Verwendung wurde vor etwa 12.000 Jahren in Jäger- und Sammlergesellschaften populär. Wenn wir also kriegstechnisch streng sind, haben die Dritten einen Vorsprung von 12.000 Jahren gegenüber den Miskitos. Es ist, als würde ein paläolithisches Volk einer modernen Armee gegenüberstehen.
Hier fallen bereits die Schüsse. Sie bleiben im Auto von Santiago Lakut, im Körper des Biologen Manzanares und einer Handvoll Miskito-Anführer. Sie fallen aus Hubschraubern der honduranischen Armee vom Himmel und beißen Kinder und Erwachsene ohne Unterschied. Sie schlafen und warten in den Schrotflinten der Ureinwohner und den AR-15 der Drogenhändler. Die ersten Toten wurden bereits begraben, vorerst nur auf einer Seite, der Miskito-Seite.
Die Truppe, die unter dem Kommando des alten Abraham auszog, um im Dschungel zu patrouillieren, kehrte mit verheerenden Informationen zurück. Mehr Trümmer, mehr Brände, mehr Dritte. Hunderte Hektar, die vor ein paar Tagen noch ein Dschungel voller Leben waren, sind heute karge Felder, auf denen Vieh umherstreift und kleine Flugzeuge mit Kokain landen. Was sie auf ihrer Expedition fanden, bestärkt die Kampfbereitschaft des Miskito-Volkes noch mehr.
Während die Zukunft ungewiss ist, ist die der Miskitos vorhersehbar. Sie stehen Kräften gegenüber, die sie selbst nicht verstehen, mächtigen Männern mit einer unermesslichen Gewaltfähigkeit und reichlich Mitteln, diese zu finanzieren. Die Dunkelheit rückt näher und die Zeit wird zeigen, wie das Schicksal der Miskito-Nation aussehen wird. Im Moment können wir nur sagen, dass sich eine Handvoll indigener Völker an den Ufern des Mocorón-Flusses auf einen Krieg vorbereiten.
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