Tumgik
#al manicomio y casi de vuelta
ozil-jan44 · 3 years
Text
No estoy en buenas condiciones para nada mi corazón es mi corazón duele y aprieta hasta que mis lágrimas están casi secas, como ese desierto estéril
y mis dedos describen con tristeza la severidad de esos dolores que son similares a la agudeza de lanzas o flechas y espadas mortales siento por un momento que estoy perdiendo los dedos y que alguien los está cortando Y me lo quita de la palma de la mano como si estuviera sacando una rosa del campo de un huerto
mi familia, mis compañeros , e incluso yo mismo. No siento su presencia ni siquiera mi presencia en esta vida atormentada. La horca o mi padre ha hundido mi cabeza en las profundas y azules aguas, incluso mis comidas favoritas de fideos y pasta blanca italiana con queso untable y oliendo delicioso ya no siento el gran sabor, mi amarga taza de café de la que sorbo interminables tazas con la otra mitad de mí El ya no es tiránico, o mejor dicho, perdí mi disfrute en eso, mi cabeza está llena de ruido e interminable ruido con el que lucho, pero termino golpeándome la cabeza contra el muro de piedra, me sangra la sangre y llueve, así que
acusación de locura Vamos, que hiciste con un meteoro, perdiste la cabeza y los sentidos, te volviste loco !! Dime, puedo acompañarte al manicomio y psiquiátrico, no nos falta tu mando
no tengo hibernación Cierro los ojos y solo un representante con el que estoy durmiendo como evitando mi laboriosidad y deshaciéndome unos pocos que están en mi vida real, minutos horas un día entero en mi cama me doy la vuelta Me vuelvo una y otra vez Solo tengo siestas cortas, visito fantasmas y pesadillas, me despierto con un ataque de pánico, depresión severa, o llorando como el llanto de las mujeres en un funeral o de los niños si son reprendidos por los padres, me cortaría con ese bisturí en mi habitación para ver si de verdad estoy aquí ?, y si ¿Cuándo no sentí mi presencia? Todo el mundo me trata a excepción de tres personas ya que el muerto no existe, olvidado en la basura y no en la suciedad, y de hecho yo .. no me siento vivo.
10 notes · View notes
las-microfisuras · 4 years
Text
KIND SIR: THESE WOODS
For a man needs to be turned around
once with his eyes shut in this world
to be lost...Not til we are lost...do we
behind yo find ourselves.
THOREAU, Walden.
Kind Sir: This is an old game
that we played when we were eight and ten.
Sometimes on The Island, in down Maine,
in late August, when the cold fog blew in
off the ocean, the forest between Dingley Dell
and grandfather's cottage grew white and strange.
It was as if every pine tree were a brown pole
we did not know; as if day had rearranged
into night and bats flew in sun. It was a trick
to turn around once and know you were lost;
knowing the crow's horn was crying in the dark,
knowing that supper would never come, that the coast's
cry of doom from that far away bell buoy's bell
said your nursemaid is gone. O mademoiselle,
the rowboat rocked over. Then you were dead.
Turn around once, eyes tight, the thought in your head.
Kind sir: Lost and of your same kind
I have turned around twice with my eyes sealed
and the woods were white and my night mind
saw such strange happenings, untold and unreal.
And opening my eyes, I am afraid of course
to look -- this inward look that society scorns --
Still I search in these woods and find nothing worse
than myself, caught between the grapes and the thorns.
▪︎▪︎▪︎▪︎▪︎▪︎▪︎▪︎▪︎▪︎▪︎▪︎▪︎▪︎▪︎▪︎▪︎
AMABLE SEÑOR: ESTOS BOSQUES
Un hombre necesita sólo que le
den la vuelta una vez
con sus ojos cerrados en este
mundo para sentirse perdido...
Sólo cuando estamos perdidos...
comenzamos a encontrarnos.
THOREAU, Walden.
Amable señor: este es un viejo juego
que jugábamos a la edad de ocho y diez años.
Algunas veces en The Island, al sur de Maine,
a finales de agosto, cuando la fría niebla aparecía
desde el océano, el bosque entre Dingley Dell
y la chalet del abuelo se alzaba blanco y extraño.
Era como si cada pino fuera un poste marrón
desconocido; como si el día se hubiese
refundido en la noche y los murciélagos volaran al sol.
Era una excusa para dar una vuelta y saberte perdida;
sabiendo que el pico del cuervo gritaba en la oscuridad,
sabiendo que la cena nunca llegaría, que el grito
de la costa de la perdición de aquella lejana campana
de la boya decía tu niñera se ha ido. Oh mademoiselle,
la barca de remos se volteó. Entonces estabas muerta.
Gira una vez, los ojos apretados, el pensamiento en tu cabeza.
Amable señor: perdida y de su misma naturaleza,
he girado dos veces con mis ojos bien cerrados
y los bosques eran blancos y mi mente nocturna veía
tales sucesos extraños, indecibles e irreales.
Y al abrir mis ojos, naturalmente tengo miedo
de mirar -esta mirada interior que desprecia la sociedad-
Aún así busco en estos bosques y no encuentro nada peor
que yo misma, atrapada entre las uvas y las espinas.
• Anne Sexton, "Al manicomio y casi de vuelta", en Poesía Completa
Linteo Poesía. Traducción de José Luis Reina Palazón.
Tumblr media
39 notes · View notes
carstairsa · 5 years
Text
Newsletter 01-10 Una Navidad Ligthwood
¡¿listos para morir?! No esperen algo lindo y dulce, esto tiene mucha angustia, por todos lados y un poco de que veremos sobre Tatiana siendo una villana
#SAVEJESSEBLACKTHORN 
¡Hola Annie!
Cada mes hasta que la cadena de oro sea publicado en de marzo de 2020. Voy a compartir un pedazo de microrrelato del mundo de las últimas horas, sobre los personajes y sus vidas. Estas piezas cortas serán desde una variedad de perspectivas, y saltarán la vuelta a tiempo un poco. Como suscriptor de noticias, lo verás quí en primer lugar. Espero que disfrutes de conocer a Cordelia, James, Lucie, y el resto de sus amigos! El artículo de este mes, es el primero de dos partes, y está por debajo. ¡Disfrutalo! besos y abrazos Cassie
Tumblr media
Imagen: @cassandrajp​
Una navidad Ligthwood Parte 1
Londres 1889
Will Herondale estaba lleno de espíritu navideño, y Gideon Lightwood lo encontraba muy molesto.
No era solo Will, en realidad; él y su esposa Tessa habían sido criados en circunstancias mundanas hasta que eran casi adultos, por lo que sus recuerdos de Navidad eran recuerdos familiares y delicias de la infancia. Cobraron vida cuando la ciudad de Londres lo hizo, como lo hacía todos los años.
Los recuerdos de Navidad de Gideon se referían principalmente a calles abarrotadas, comida rica y villancicos, mundanos demasiado ebrios que necesitaban ser salvados de los elementos más peligrosos de Londres mientras pasaban la noche en celo, creyendo que todos los problemas y la maldad desaparecieron del mundo hasta que fueron comidos por demonios Kapre disfrazados de árboles de Navidad. Solo por ejemplo.
Nacido y criado como un cazador de sombras, Gideon, por supuesto, no celebraba la Navidad, y siempre había soportado la obsesión de Londres con las vacaciones con desconcertada indiferencia. Había residido en Idris durante la mayor parte de su vida adulta, donde el invierno tenía una especie de profundidad alpina, y no había una corona de Navidad o una galleta que se encontrara. El invierno en Idris se sintió más solemne que la Navidad, mucho más viejo que la Navidad. Era una faceta extraña de Idris: donde la mayoría de los cazadores de sombras terminaban celebrando las festividades de sus mundanos locales, al menos los que se derramaban en decoraciones de calles y festivales públicos, Idris no tenía feriados en absoluto. Gedeón nunca se preguntó acerca de esto; le parecía obvio que los cazadores de sombras no se tomaban días libres. Era la bendición y la maldición de ser uno, después de todo. Eras un cazador de sombras todo el tiempo.
No es de extrañar que algunos no pudieran soportarlo y se fueran por una vida mundana. Al igual que el padre de Will Herondale, Edmund, de hecho.
Tal vez por eso el espíritu navideño de Will lo molestó tanto. Le había gustado Will Herondale y lo consideraba un buen amigo. Esperaba que cuando sus hijos fueran mayores, ellos también se harían amigos, si Thomas estaba bien para entonces. Y sabía que Will se presentaba deliberadamente como un tonto y bastante tonto, pero que era un director agudo y observador del Instituto, y un luchador de demonios más que capaz. 
Pero cuando Will insistió en llevarlos a todos a ver los escaparates de Selfridge, no pudo evitar preocuparse de que tal vez Will tuviera una mente fundamentalmente poco seria después de todo.
─Oxford Street? ¿Días antes de navidad? ¿Estas loco?
─¡Será una locua!─, Dijo Will, con la ligera inclinación en su acento galés que significaba que estaba demasiado emocionado por su propio bien. ─Me llevaré a James, tú llevas a Thomas, tendremos un paseo. Tomaremos una copa en el diablo en el camino de regreso, ¿O qué?
Aplaudió a Gideon en la espalda.
Había pasado mucho tiempo desde que Gideon fue el último en Inglaterra. Como uno de los asesores más confiables del cónsul, Gideon no solo vivía en Idris sino que rara vez encontraba la oportunidad de irse. También permaneció para que su hijo Thomas pudiera respirar el aire saludable del bosque Brocelind, y no el aire de esta ciudad sucia y brumosa.
En esta ciudad sucia y nebulosa, la voz de su padre hizo eco en su mente, y Gideon estaba demasiado cansado para silenciar la voz de su padre como solía hacerlo cada vez que Benedict se acercaba. Más de diez años muerto, pero no se había callado.
Su hermano Gabriel también vivía en Idris, y por razones menos obvias. Quizás no fue solo el mal aire; quizás ambos estaban más felices con una buena distancia entre ellos y la casa de Benedict Lightwood. Y el conocimiento de que su residente actual apenas hablaría con ninguno de ellos.
Pero ahora Gideon había venido a Londres, con Thomas, solo ellos dos, dejando atrás a Sophie y las chicas. Necesitaba consejos sobre Thomas, personas con las que podía discutir el problema discretamente. Necesitaba hablar con Will y Tessa Herondale, y necesitaba hablar con un Hermano Silencioso muy específico que a menudo se encontraba cerca de ellos.
Justo ahora se preguntaba si había sido una buena idea
. ─Un buen paseo─ fue exactamente el tipo de tontería inglesa que casi esperaba que Will sugiriera para Thomas, pero ─un buen paseo vigorizante por la calle comercial más concurrida de Londres tres días antes de Navidad─ fue un nivel de tontería que él no había sido preparado para
─No puedo llevar a Thomas a través de esa multitud─, le dijo a Will. ─Será golpeado.
─No va a ser golpeado─, dijo Will con desdén. ─Estará bien.
─Además─, dijo Gideon, ─obtendremos miradas. Los padres mundanos no suelen pasear a sus bebés en cochecitos, ya sabes.
─Llevaré a mi hijo sobre mis hombros─, dijo Will, ─y tú llevarás el tuyo sobre los tuyo, y Angel protege a cualquiera que se queje de eso. El aire fresco de Londres nos haría bien a todos. Y las ventanas están destinadas a ser un espectáculo, este año.
 ─El aire fresco de Londres─, dijo secamente Gideon, ─es espeso como la melaza y el color de la sopa de guisantes.
Pero él accedió.
Había dejado a Thomas en la guardería, donde Tessa lo vigilaba a él y a James. Un año mayor que James, Thomas no siempre fue bueno para comprender lo que James podía y no podía hacer o entender. A Tessa le preocupaba que James terminara herido. Gideón, sin embargo, estaba más preocupado sobre Thomas, que todavía era más pequeño que James, a pesar de la diferencia en sus edades. También era más pálido que James y menos robusto. Recientemente se había recuperado de la última de sus terribles fiebres, que habían llevado a un Hermano Silencioso, desconocido para ellos, a su casa en Alicante para examinarlo. Después de un tiempo, el Hermano Silencioso declaró que Thomas se recuperaría y se fue sin más conversación.
Pero Gideon quería respuestas. Mientras recogía a Thomas ahora, no pudo evitar pensar en cómo el niño apenas pesaba. Era el más pequeño de todos los ─niños─, como Gideon pensó en ellos: en James, y el hijo de su hermano Christopher, y el hijo de Charlotte, Matthew. Había nacido temprano y pequeño. Habían estado aterrorizados la primera vez que tuvo fiebre, convencidos de que era el final.
Thomas no había muerto, pero tampoco se había recuperado por completo. Permaneció delicado, débil de constitución, rápido a la enfermedad. Sophie había luchado más duro que nadie para beber de la Copa Mortal y convertirse en una cazadora de sombras, pero ahora se vio obligada a pelear una batalla mucho peor contra la muerte junto a la cama de su hijo. Una y otra vez.
Suspirando, llevó a su hijo a buscar sus abrigos para su estimulante paseo navideño.
***
Como era de esperar, Oxford Street era un manicomio de compradores peatonales, carruajes, curiosos y grupos amenazantes de villancicos ambulantes. Gideon los hubiera cautivado a todos invisibles a simple vista (aunque uno de los grupos de villancicos obviamente eran hombres lobo, que habían intercambiado miradas de reconocimiento con Gideon), pero Will, por supuesto, deseaba disfrutar de la experiencia.
James también parecía intrigado por el ruido y las luces, riéndose y gritando ante la alegre escena a su alrededor. Un niño londinense de nacimiento, pensó Gideon, y luego pensó, bueno, pero yo era un niño londinense de nacimiento, y esto es demasiado revuelo para mi gusto. Por su parte, Thomas estaba callado, observando con los ojos muy abiertos, agarrándose a los hombros de su padre. Gideón no estaba seguro de cuán debilitado estaba Thomas por la última fiebre y cuánto estaba abrumado por las multitudes. De alguna manera, cuando no estaba enfermo, Thomas podía ser fácil de cuidar e inducir a la culpa; rara vez hacía un escándalo, solo miraba hacia el mundo con esos grandes ojos color avellana, como si fuera consciente de su propia impotencia y esperando no ser notado.
 Will esperó hasta después de haberse unido a las multitudes en las ventanas de Selfridge's y Will hizo una serie de exclamaciones absurdas de la variedad
─¡Por Jove!.
Había sostenido a James hasta el cristal para examinar las escenas en detalle, lo que parecía girar en torno a unos niños rubios que patinaban sobre hielo en un río. Gideon le había señalado cosas a Thomas, quien había sonreído.
Solo una vez que se detuvieron para comprar un poco de sidra caliente de un hombre que la vendía por una calle lateral.
─Me enteré del hijo de Tatiana, Jesse. Terrible negocio. ¿Has hablado con ella? ─ Dijo Will.
Gideon sacudió la cabeza.
─No he hablado con Tatiana en casi diez años, ni he vuelto a la casa.
Will hizo un ruido comprensivo.
─No creo que sea una coincidencia─, dijo Gideon.
─¿Qué?─ Dijo Will.
─Una coincidencia─, dijo Gideon. ─Que tanto ella como yo tenemos hijos que están... enfermos.
─Gideon─, dijo Will razonablemente, ─perdóname por decirlo, pero eso es un montón de bacalao─. Gideon parpadeó hacia él. ─Por un lado, tienes tus hermosas hijas, ninguna de las cuales estaba más enferma de lo normal cuando eran bebés. Por otro lado, todo lo que le sucedió a tu padre fue obra suya, y sucedió mucho después de que nacieras, y ni tú ni Gabriel estaban enfermos.
Gideon sacudió la cabeza. Will fue tan amable, tan ansioso por evitarle las consecuencias de los pecados de su familia.
─No sabes el alcance─, dijo. ─El alcance de los experimentos de Benedict con magia oscura. Estaban en curso, desde que tengo memoria. La viruela demoníaca simplemente se queda en la memoria, porque es bastante espeluznante.
─Y también estuvimos allí─, dijo Will, ─cuando se convirtió en un gusano gigante.
─También eso─, dijo Gideon sombríamente. ─Pero dos hijos enfermos, pequeños y frágiles, no puedo decir con certeza que es una coincidencia, que no tiene nada que ver con las depredaciones de mi padre. No puedo arriesgar la posibilidad. Miró a Will implorante.
─Le tomó años a Jesse enfermarse─, dijo, ─y Thomas ya ha estado enfermo─.
Hubo un profundo silencio.
─Suenas como si quisieras hacer algo.
Dijo Will, en voz baja
─Sí,─ dijo Gideon con un suspiro. ─Debo mirar los papeles de mi padre, sus registros de lo que llamó su… trabajo ─. Están en Chiswick, y debo ir a pedirle a Tatiana.
─¿Ella te verá?
Pregunto Will.
 Gideon volvió a negar con la cabeza. ─No lo sé. Esperaba que su ira se enfriara, con el tiempo, y su resentimiento. Esperaba que el hecho de que la Clave le regalara todas las riquezas y posesiones de mi padre la ayudaría a encontrar la paz.
─Bueno─, dijo Will, ─si vas, debes dejar a Thomas con nosotros─.
─¿No querrías que conociera a su tía?─, Dijo inocentemente Gideon.
Will lo miró seriamente.
─No lo haría
¡ No lo quiero a él, o a cualquiera de mis hijos, en los terrenos de esa casa!
Gideón quedó desconcertado.
─¿Por qué? ¿Qué le ha hecho?
─Es lo que ella no ha hecho.
Will dijo sombríamente.
***
Gideon pudo ver el punto de Will. Tatiana no le había hecho nada a la casa. Nada que cambiar, limpiar o preservar de ninguna manera. En lugar de restaurarlo o redecorarlo según sus propios gustos, Tatiana simplemente había permitido que se pudriera, se ennegreciera y se derrumbara sobre sí mismo, un horrible monumento a la ruina de Benedict Lightwood. Las ventanas estaban nubladas, como si la niebla hirviera en el interior; El laberinto, una ruina negra y retorcida. Cuando abrió la puerta principal, las bisagras gritaron como un alma torturada.
No fue un buen augurio para el estado emocional de su residente.
Cuando Benedict Lightwood murió en desgracia por las últimas etapas de la viruela demoníaca, y la historia completa de su infamia fue revelada a la Clave, Gideon se puso triste. No quería responder preguntas, o escuchar falsas simpatías por el daño causado a su apellido. No debería haberle importado. Ya sabía la verdad de su padre. Sin embargo, le dolió su orgullo, cuando no debería haber quedado ningún orgullo en su nombre malcriado.
Las casas y la fortuna fueron arrebatadas a los hijos de Benedicto por orden de la Clave. Gideon aún podía recordar cuando se enteró de que Tatiana había presentado una denuncia contra él y contra Gabriel por el ─asesinato─ de su padre.
La Clave primero confiscó sus posesiones y finalmente expuso la situación: Tatiana Blackthorn había pedido a la Clave que le dieran la fortuna de Benedict, así como la casa ancestral de Lightwood en Chiswick. Ella era Blackthorn ahora, no la portadora de un nombre contaminado. Ella hizo muchas acusaciones contra sus hermanos en el proceso. La Clave dijo que entendían que Gideon y Gabriel no habían tenido más remedio que matar al monstruo en el que se había convertido su padre, pero si solo hablaran de la verdad técnica, Tatiana podría considerarse correcta. La Clave se inclinó a darle a Tatiana la herencia completa de Lightwood, con la esperanza de resolver el asunto.
  ─Lucharé contra esto─, le había dicho Charlotte a Gideon, sus pequeñas manos apretadas sobre su manga y su boca apretada.
─Charlotte, no lo hagas─, rogó Gideon. ─Tienes tantas otras batallas para pelear. Gabriel y yo no necesitamos nada de ese dinero contaminado. Esto no importa.
El dinero no había importado, entonces.
Gabriel y Gideon discutieron el asunto y decidieron no refutar sus afirmaciones. Su hermana era viuda. Podía vivir en la antigua mansión Lightwood en Chiswick en Inglaterra y en Blackthorn Manor en Idris, y bienvenida. Gideon esperaba que ella y su hijo fueran felices. Tal como estaban las cosas, los recuerdos de Gideon de la casa eran, en el mejor de los casos, ambivalentes.
Ahora esperaba en la puerta principal, con la pintura casi despegada, con profundos agujeros aquí y allá, como si algún animal salvaje hubiera intentado entrar. Tal vez Tatiana se encerró en algún momento. Después de un tiempo se abrió, pero esperando detrás no era su hermana sino un niño de diez años, que parecía sombrío. Tenía el cabello negro medianoche del padre que nunca había conocido, pero era alto para su edad, delgado como un sauce, con ojos verdes.
Gideon parpadeó.
─Debes ser Jesse.
El niño entrecerró los ojos.
─Sí─, dijo el niño. ─ Jesse Blackthorn. ¿Quién eres tú?
 Jesse, su sobrino, después de todo este tiempo. Gideon había pedido tantas veces ver a Jesse cuando era un niño. Él y Gabriel habían tratado de ir a Tatiana cuando tuvo al niño, pero ella los rechazó a ambos.
Gideon respiró hondo.
─Bueno─, dijo. ─Soy tu tío Gideon, como sucede. Estoy muy contento de conocerte por fin ─. Él sonrió. ─Siempre lo esperaba─.
La expresión de Jesse no mejoró.
─Mamá dice que eres un hombre muy malvado.
─Tu madre y yo─, dijo Gideon con un suspiro, ─hemos tenido una historia muy ... complicada. Pero la familia debería conocerse entre sí y también a los cazadores de sombras.
El niño continuó mirando a Gideon, pero su rostro se suavizó un poco.
─Nunca he conocido a otros cazadores de sombras─, dijo. ─Aparte de mamá.
Gideon había pensado en este momento muchas veces, pero ahora se encontraba luchando por las palabras.
─Estás... ya ves... quería decírtelo. Hemos escuchado que tu madre no quiere que tomes a las marcas. Debes saber... somos familia primero, y siempre. Y si no deseas tomar las marcas, el resto de tu familia te apoyará en esa decisión. Con los otros cazadores de sombras.
No estaba seguro de si Jesse siquiera sabía la palabra Clave.
Jesse parecía alarmado.
─ ¡No! Lo haré. ¡Yo quiero! Soy un cazador de sombras.
─También tu madre─, murmuró Gideon. Sintió una ligera punzada de posibilidad allí. Tatiana podría haber desaparecido como Edmund Herondale, abandonado el mundo de las sombras por completo, viviendo como un mundano. Los cazadores de sombras lo hacían, a veces; Aunque Edmund lo había hecho por amor, Tatiana podría hacerlo por odio. Ella no le había dado esperanza a Gideon, aunque, el tenia, una tonta esperanza.
Se arrodilló para estar más cerca del niño. Dudó, luego extendió la mano hacia el hombro de Jesse. Jesse dio un paso atrás, evitando casualmente el contacto, y Gideon me dejó
─Tú eres uno de nosotros─, dijo en voz baja.
─¡Jesse!─ La voz de Tatiana llegó desde lo alto de las escaleras de entrada. ─ ¡Aléjate de ese hombre!
Como empujado con una aguja, Jesse saltó del alcance de Gideon y se retiró sin decir una palabra más a los huecos sombreados de la casa.
Gideon miró horrorizado mientras su hermana Tatiana bajaba las escaleras. Llevaba un vestido rosa de más de diez años. Estaba manchado de sangre que él bien sabía que también tenía más de diez años. Tenía la cara dibujada y pellizcada, como si su ceño hubiera sido grabado allí, sin cambios durante años.
Oh Tatiana… Gideón se inundó con una extraña amalgama de simpatía y repulsión. Ya pasó mucho tiempo. Esto es una locura.
Los ojos verdes de su hermanita se posaron sobre él, fríos como si fuera un extraño. Su sonrisa era un cuchillo.
─Como puedes ver, Gideon─, dijo. ─Me visto para la compañía. Nunca se sabe quién podría pasar.
Su voz también cambió: áspera y crujiente por el desuso.
─¿Has venido a disculparte?─ Continuó Tatiana. ─No encontrarás exoneración por las cosas que has hecho. Su sangre está en tus manos. Mi padre. Mi esposo. Tus manos y las manos de tu hermano.
¿Y cómo paso eso? Gideon quería preguntarle. No había matado a su esposo. Su padre había hecho eso, transformado por enfermedad en una terrible criatura demoníaca.
Pero Gideon sintió la vergüenza y la culpa, así como el dolor, como sabía que ella pretendía que lo hiciera. Había sido el primero en cortar lazos con su padre y con el legado de su padre. Benedict les había enseñado a todos a permanecer juntos, sin importar el costo, y Gideon se había ido. Su hermano se había quedado hasta que vio pruebas de la corrupción de su padre que no podía negar.
Su hermana se quedó incluso ahora.
─Siento que nos culpes─, dijo Gideon. ─Gabriel y yo solo hemos deseado tu bien. ¿Has... has leído nuestras cartas?
─Nunca me gusto leer─, murmuró Tatiana.
Ella inclinó la cabeza y, después de un momento, Gideon se dio cuenta de que era lo más cercano a invitarlo a entrar. Cruzó el umbral nerviosamente y, cuando Tatiana no le gritó de inmediato, continuó adentro.
Tatiana lo llevó a lo que había sido la oficina de su padre, una escultura en polvo y podredumbre. Apartó la vista del papel de la pared roto y vio algo escrito en la pared que decía “SIN PENA”
─Gracias por verme─, dijo Gideon mientras tomaba asiento frente a ella.
─¿Cómo está Jesse?
─Es muy delicado─, dijo Tatiana. ─Nephilims como tú desean ponerle marcas a él, porque tienen la intención de matar a mi hijo como han matado a todos los que amo. Te sientas en el Consejo, ¿no? Entonces eres su enemigo. Puede que no lo veas.
─No forzaría las marcas sobre el niño─, protestó Gideon. ─Él es mi sobrino. Tatiana, si está tan enfermo, ¿tal vez debería ver a los Hermanos Silenciosos? Uno de ellos es un amigo cercano, y podría venir por Jesse a nuestra casa. Y Jesse podría conocer a sus primos.
─Cuidado con tu propia casa, Gideon─, espetó Tatiana. ─Nadie espera que tu hijo viva hasta la edad de Jesse, ¿verdad?
Gedeón guardó silencio.
─Espero que quieras que Jesse se case con una de tus hijas sin dinero─, continuó Tatiana.
 Ahora Gideon estaba más confundido que ofendido.
─ ¿Sus primos hermanos? Tatiana, todos son niños muy pequeños...
─Padre planeó alianzas para nosotros, cuando éramos niños─. Tatiana se encogió de hombros. ─Qué avergonzado estaría de ti. ¿Cómo está tu sucia sirviente?
Gideon habría golpeado a cualquier hombre que hablara de Sophie así. Sintió la ira y la violencia que había conocido como una tormenta infantil dentro de él, pero se había enseñado desesperadamente a controlarse a sí mismo. Ejerció cada parte de ese control ahora. Esto fue para Thomas.
─Mi esposa Sophia está muy bien.
Su hermana asintió, casi agradablemente, pero la sonrisa rápidamente se convirtió en una mueca.
─Basta de bromas, entonces. Viniste a Chiswick por una razón, ¿no? Fuera con eso. Ya sé lo que es. A su hijo le gusta morir, y usted quiere dinero para remedios inmundos en el Submundo. Estás aquí como un mendigo, gorra en mano. Así que suplícame.
 Era extraño: la locura evidente e innegable de Tatiana hizo que sus insultos e imprecaciones fueran indudablemente más fáciles de soportar. ¿Qué estaba diciendo ella? ¿Qué remedios subterráneos? ¿Cómo podrían los remedios ser inmundos?
¿Benedict también había destruido a Tatiana? ¿O ella siempre habría sido así? Su madre se había suicidado porque su padre le transmitió la enfermedad de un demonio. Su padre había muerto de la misma enfermedad, en desgracia y horror. ¿Podría Herondale descartarlo todo como una tontería, pero podría ser una coincidencia que el hijo de Tatiana y su hijo estuvieran enfermos? ¿O fue alguna debilidad en su propia sangre, algún castigo del Ángel que había visto lo que realmente eran los Lightwood y había emitido su juicio sobre ellos?
─No necesito dinero─, dijo Gideon. ─Como bien saben, los Hermanos Silenciosos son los mejores médicos, y sus servicios siempre están disponibles gratuitamente para mí. Como son para ti ─, agregó con énfasis.
─¿Entonces qué?─ Dijo Tatiana. Ladeó la cabeza ligeramente.
─Papeles de padre─, dijo Gideon en una ráfaga de aliento expulsado. ─Sus diarios. Creo que la causa de la enfermedad de mi hijo podría encontrarse allí.
Descubrió que no quería decir el nombre de Thomas frente a su hermana, como si ella pudiera decidir maldecirlo.
─¿El hombre que traicionaste?─, Escupió Tatiana. ─No tienes derecho a ellos.
Gideon inclinó la cabeza hacia su hermana. Había estado preparado para esto.
─Lo sé─, mintió. ─Estoy de acuerdo. Pero los necesito, por el bien de mi hijo. Tienes a Jesse. Cualesquiera que sean nuestras diferencias, debes comprender que los dos podemos amar a nuestros hijos, al menos. Debes ayudarme, Tatiana. Te lo ruego.
Había pensado que Tatiana sonreiría o reiría cruelmente, pero ella solo lo miró con la mirada impasible y sin sentido de una serpiente peligrosa.
─¿Y qué harás por mí?─, Dijo ella. ─¿Si ayudo?
Gedeón podría adivinar. Hacer que la Clave la deje sola, que la deje hacer lo que quisiera con Jesse, por un lado. Pero en la locura de Tatiana, quién sabía en  qué pensaría.
─Cualquier cosa─, dijo con voz ronca.
Levantó la cabeza y la miró, a los ojos verdes de su madre en el rostro despiadado de su hermana. Tatiana, que siempre rompía sus juguetes en lugar de compartirlos. Faltaba algo en ella, como lo había estado en su padre.
 Ahora ella sonreía.
─Tengo la tarea en mente─, dijo.
Gideon se preparó.
─Al otro lado de la carretera desde esta propiedad─, dijo Tatiana, ─está un comerciante mundano. Este hombre tiene un perro, de un tamaño inusual y un temperamento vicioso. Muy a menudo deja que el perro corra libre en el vecindario y, por supuesto, viene directamente aquí para hacer travesuras ─.
Hubo una larga pausa. Gideon parpadeó.
─¿El perro?
─Él siempre está causando problemas en mi propiedad─, gruñó Tatiana. ─Excavando mi jardín. Matando a los pájaros cantores.
Gedeón estaba absolutamente seguro de que Tatiana no tenía un jardín. Había visto el estado de los terrenos al entrar, dejado desmoronarse como un monumento al desastre, no menos que la casa misma.
Definitivamente no había pájaros cantores.
─Ha hecho un desastre del invernadero─, continuó. ─Él derriba árboles frutales, arroja piedras a través de las ventanas─.
─El perro─, dijo Gideon nuevamente, para aclarar.
Tatiana fijó su mirada penetrante en él. ─Mata al perro─, dijo. ─Tráeme la prueba de que has hecho esto, y tendrás tus papeles.
Hubo un silencio muy largo.
Gideon dijo.
─¿Qué?
Tumblr media
DISPONIBLE PARA PREORDENAR 
CHAIN OF GOLD
32 notes · View notes
borisartamonovblog · 5 years
Text
Capítulo 2. Llamada. La teleportación. Parte I.
         A lo largo de dos semanas no tenía lugar nada inusual. También cuatro veces en semana Albert se levantaba temprana yendo al trabajo, donde él estaba para él mismo un jefe y subalterno a la vez. Todavía, en la misma manera la esposa feliz salía al encuentro, cuando él volvía, a veces una amiga de la esposa estaba en la casa, más raramente dos o tres estas amigas estaban, sobre las quienes ya es sabido y también sabido, cómo él estaba impresionado desde ellas. Una vez ellos fueron juntos a visitar a los padres de Albert en la casa que estaba en una región vecino en una aldea 200 kilómetros de Moscú. Al principio de la perestroika los padres lograron comprar esta casa por casi nada, dejando al hijo un apartamento de dos habitaciones en Mytischi, cerca de la estación Perlóvskaya.          Albert mismo no era indiferente en relación el evento que había tenido lugar en metro. Él consideraba el hecho con curiosidad fuera de un aventurero o de explorador que él había sido un testigo, incluso un participando de un fenómeno anormal. Últimamente los periódicos escribían a menudo sobre estas cosas. No obstante, en los periódicos las ficciones podían ser, también exageraciones, más probablemente el sensacionalismo, pero en el caso, evidencia del hecho ha sido clara. Él no narró sobre el evento ni a la esposa, ni a los padres, porque sabía antes: entonces ellos harían más muchas preguntas que él no podría responder a pesar de su erudición. Ellos conocían a él demasiado bien para que no dudaran de su salud mental.          Recientemente había un enfriamiento.  Dicen que último árbol, es decir el roble se apimpolla en estos días debajo de Moskú. Todo alrededor era demasiado ordinario, y el evento extraño en metro estaba llegando a ser olvidado involuntariamente. Sólo debido a razonamiento lógico frío nuestro protagonista tenía que confesarse que independientemente de su propio deseo, de su propia relación al hecho maravilloso, esta "cosa" tuvo lugar y es imposible negarla. Ciertamente, se pueden intentar de olvidar, fingir como si hubiera nada ¿pero por qué engañar sí mismo? Si comparaba el curso habitual de detalles cotidianas con una canción, bien conocida, entonces como si una nota como si de pronto hubiera falseado en esta canción, hubiera sonado por disonancia impactante para orejas, sin embargo, la canción estaba continuando, como si nada hubiera ocurrido. No obstante, no era posible tirar esta nota desde la canción.          No importa como él estaba intentando de aplicar todas sus capacidades para adivinar este enigma, las preguntas se mantenían sin respuesta, pero había un hecho curioso en primer lugar. No sólo no atendió nadie al cajón en metro, sino nadie de los pasajeros no vio las cosas que él mismo vio. La versión de alucinación fue rechazada inmediatamente y tenía razón. Si él cayera enfermo mentalmente, las alucinaciones repetirían cada vez más a menudo. Su pasatiempo para ejercer de yoga y la búsqueda de la excelencia hace tiempo generaban un hábito de observar sí mismo, su estado de salud, su condición mental. No. No había algunos cambios. Por lo tanto, no había que buscar las extrañezas dentro, sino fuera de sí mismo. Tampoco había una diferencia en pensamiento antes y después si no tenía en cuenta que, es posible, ahora él reflexionaría sobre los eventos extraños que han leído en los periódicos, pero en vez de eso él está reflexionando sobre el evento similar en significación, de qué él es un participante directo, si no es principal.          Llamada telefónica ha sonado tan de repente que Albert se estremeció, lo que no tenía lugar a él antes. Pensó ahora mismo: "¿Quién lo puede ser? Es probable que por error".          Él saltó de la cama. El reloj mostraba un poco más de diez horas de la mañana. El tiempo a empezar de la fiesta del té matinal. Durante él iba al teléfono, llamada lograba violar el silencio matinal varias veces más.          -Aló.          -Hola, Alik.          No llamaba nadie a él así, con la excepción de los padres, de la esposa y de las amigas de esposa. Él abandonó de sus amigos ya hace unos años. ¿Por qué ellos serían necesarios a él?          -¿Quién lo está diciendo? Mi nombre ni cambia nada y ni cuenta nada nuevo, - una voz vivaz y segura, pero no siendo joven sonó.          ¡Qué jugada más apretada! Marcó el número correctamente, me llamó correctamente, pero no conozco a él en absoluto.          -Sin embargo, ¿hablo con quién? - Albert sabía el precio de información. Y hay una regla de oro de gente inteligente - sin malgastar información aquí y allá. Este sería la misma cosa que dar arma al enemigo en la guerra.          -No tengas miedo. Te conozco tan bien, si quisiera dañar a ti, ya hace tiempo lo haría.          -¿Por qué tener miedo? Yo mismo soy capaz de asustar a cualquiera.          El hábito a hablar decentemente incluso con enemigo le retenía de añadir dos palabras: "cabrón viejo!"          -Te daré un buen consejo. Cuando te enojas, piensa, qué harías con Sveta, ¿si fueras dado libertad sobre ella?          -¿Con qué Sveta? - Albert preguntó, simulando incomprensión.          -Con Izmailova que es una amiga de tu esposa.          -Puede ser, ¿sabes dónde vivo?          En respuesta el extraño dijo distintamente el domicilio de Albert.          -Así, antes de aclarar tal detalles tienes mejor aprender que a pesar de ganar suficiente dinero, pero mi ganancia es menos de ese nivel critico, empezando de qué vuestra gente podría demostrar interés a mí.          -De hecho, si lo convirtieras en dólares, entonces son doscientos dólares en mes. Estoy de acuerdo contigo, hijo. Mafia no está interesado tal ganancias, a pesar de mucho de mocasines te envidiarían. Sin embargo, sé métodos de ganar más mucho orden de magnitud, incluso dos ordenes de magnitud. Y tú puedes usarlo. Sin embargo, este no es una cosa principal.          -Hubieras debido meterte dentro de mí más profundo a comprender que soy un sujeto muy inapropiado para esta clase de trabajos. Ya es familiar: "el dinero no es una cosa principal"; es decir, como si debiera gastarlo para sorprender la plebe alrededor de mí, ponerme una basura costosa, presentarme como un buen ladrón, sin embargo, a la vez ya diez buenos ladrones estarían por encima de mí. Y yo debería mantener el equilibrio delante de ellos, teniendo miedo por mí mismo, por mis parientes, arrastrarme, humillarme y cosas semejantes. Sin embargo, al principio permitiréis a mí ganar, transportando la mariguana, por ejemplo, del valle Chui a Samara. Creéis, como si yo brincara de alegría y corriera al pub para beber el vodka falsa, después como si me pusiera las cosas "Adidas" que también con toda probabilidad resultaría falsos. ¿Acaso cómo no se te ocurrió que tú has caído al objetivo falso? Que soy uno de ese pequeño número que a pesar del deseo de ganar, pero ni por todo el dinero del mundo no intercambiará nunca su libertad, su independencia? Incluso el poder soviético no ha podido conducirme al colectivo. Mi conclusión final: "Sociedad es un rebaño de ganadería" no estaba a favor de ellos. Si no fuera perestroika, yo tendría que caminar a través de prisiones y manicomios de vuestra "Madre patria". ¿Vosotros buscabais intencionalmente una persona la más inapropiada para vuestro llamado trabajo? Hay muchos hombrecillos cobardes y codiciosos dondequiera que son insatisfecho que después de desaparición del poder soviético, ellos no encuentran nadie que ellos podrían rebajarse delante de ellos. Ellos irían a vosotros a servir cómo los perros fieles por los mismos doscientos dólares. Incluso vendiendo los periódicos, ellos formaron sus brigadas sucias, donde establecen las mismas relaciones podridas que tenían lugar en sus colectivos de la fabricación soviética. Vendo de Mytischi a Alexandrov y ellos, vendiendo junto, limitándose en línea de Moscú a Mytischi, creen en el mito que ellos mismos han inventado, como si gano menos que ellos. Sin embargo, trabajo a todas las once direcciones y yo mismo elijo donde trabajar, pero ellos son atados en su sección como los perros y han peleado como los perros. ¡Y cómo ellos tienen miedo de vuestra mafia! Por ejemplo, si tuviera una carpa comercial o cooperativa, yo pagaría el tributo dentro de límites razonables. Después de todo, estoy seguro de que este sistema de extorsión fue creado por nuestro estado "nativo" y sucio, pero no permitiría nunca de esclavizar a mí. Si destruyerais a solo mí, yo lograría destruir pocas decenas de vosotros. Atacarme no es beneficioso. Hay más problemas que ganancia.          Era sentido que en otro lado de la línea el soliloquio fue escuchado con atención.          -¿Entonces, estás decepcionado ahora? ¿Entendiste que conmigo no ganarás nada, excepto las hemorroides?          -¡No, soy alegrado!  Eres lo mismo que necesito. ¡No he estado equivocado! ¡He pasado el tiempo no en vano! - parecía que en la voz hay una alegría sincera infantilmente.          -Lo interesante es, ¿cómo vais a forzarme trabajar para vosotros?          -No, amigo. Trabajarás para ti mismo, como siempre.          -Entonces, si quisieras, puedes tomar ofensa o no tomarla, sin embargo, ¿qué más yo podría pensar? ¿Eres un adepto del amor homosexual? ¿Soy apropiado a tu fantasía personal?          -Primero, digo bastante sincero que no tomo ofensa, porque no juzgo tal gente. Segundo, no y una vez más, no. Tercero, tengo una novia en el Krai de Krasnoyarsk, llamo a ella "pícara". Si supieras, cuántos años ella tiene y cuánto yo tengo, caerías en un desmayo. Y tengo una relación bastante extraña con ella. Así que también ésa tu versión es insostenible.          -¿No podías encontrar más cerca?          -¿Qué no podría haber volado ida y vuelta?          -¿Qué si el tiempo no está para vuelos?          -Conmigo lo está siempre para vuelos.          -Ya estás presumiendo.          -Sabrás con el pasar del tiempo.          La voz se ha callado, pero sin colgar. Albert estaba preguntándose, pero sin poder solucionar la tarea. Si sigue la lógica, lo única cosa se quedaba: una especie de misión de reconocimiento va a reclutarlo. A pesar de toda la gente cree, como si tal cosa tenga lugar sólo en películas, pero también eso existe de hecho en la vida real. ¿Aunque, qué él sabe? Todas las fábricas (buzones) y unidades militares en la vecindad son conocidos por cada perro. Ya hace mucho tiempo todo esto fue fotografiado desde los satélites. Sin embargo, ¿qué pasa con sus preferencias políticas, con el anticomunismo? No. Ahora lo está en boga, no se sorprendería nadie. ¿Puede serlo la capacidad de él de ver que los otros no ven? Allí, en el metro. ¿Y si estas perras quisieran usarlo como un conejillo de indias? ¿Puede serlo que ellos prueban un arma mental nueva hacia él? En este caso, ¿por qué ellos se han puesto en contacto conmigo, hablando? Podían observarme sin comunicar. No obstante, si fuera una inteligencia, Albert sabía que el mundo no es dividido en ricos y pobres, incluso no en estados diferentes, sino en los que profesan la primacía de colectiva sobre la persona y los que piensan al contrario, es decir, ponen persona más arriba que la sociedad. Hay unos y otros en cada país. Éstos, las últimas serían fuerzas amigas para él. Él no rechazaría ayudar a ellos, y no es gran importa, con qué bandera ellos se presentan.          Él sintió una respiración detrás y se volvió. Probó a sonreír a Nadia que vino a él detrás de repente, pero ella estaba ansiosa e inquieta.          -He escuchado, hablando, has dicho sobre Sveta.          -¿Realmente, estás celoso?          -Lo sabes, ella tiene un amigo y él tiene una cooperativa. Recientemente la mafia ha amenazado a él. ¿Ellos están llamando?          -Hay un techo sobre él, y él paga a ellos. Tú misma decías.          -Otros amenazaban. Una guerra es planeada, el techo con ésos. Todos ellos dividirán el área. Ellos pueden arrostrar a él a sus disputas. Sveta es la chica de él y también ella puede llegar a ser arrostrada.          -¿No demasiado temprano estás inquietándose?          -Es posible, ellos llaman. Buscan. ¿Quién está llamando a ti?          Él quería gritar: "¡espías!", pero logró detenerse a tiempo. Nadezhda podría considerarlo, cómo un intento torpe de convertir todo en una broma. Y si eso es su amigo en el futuro, aunque él no dañaría a los amigos por tal texto abierto, pero ellos podrían estar decepcionados del grito. Hasta ahora no podía entender que la llamada significa, sino ya él estaba seguro de que no es mafia. De pronto recordó que llamador todavía está escuchando, esperando sin colgar.          -¿Así, por qué llamas? ¿Qué es vuestro objetivo? Soy tu amigo y necesitamos encontrarme. Debes saberlo.          La voz era tal amable que estaría muy contra su deseo a sospechar al propietario de la voz en intenciones hostiles. Y si todavía esta gente fuera mala para él, ¡qué ellos serían cabrones e hipócritas!          -¿Cuánto hay de vosotros?          -Estoy solo, como última vez. Estoy solo siempre, pero ahora nosotros estamos juntos.          -¿En cuál última vez? Nunca había alguna última vez.          -Quiero verme, para que no dejes en la duda, sino sepas todo.          -¿Así cuándo?          -Justo ahora, en tu casa. Estoy solo. Ven a la puerta y ve en la mirilla.          Albert se puso la chaqueta, puso el hacha en el seno. Escondió en bolsillos de pantalones dos aerosoles pimientas y un cuchillo que podría estar abierto`usando un botón. Muy poco probable, pero podrían disparar a la mirilla. En futuro puede construir un periscopio de los espejos, a observar desde la esquina, es simplemente y barato, pero ahora me puedo arriesgarme una vez. El que no se arriesga no cruza la mar.          Pero apenas él echó vistazo a la mirilla, entendió que se armaba en vano. La solución de tal tarea complicada, literalmente la misma pedía entrar a la casa. Al otro lado de la puerta del apartamento estaba de pie el mismo viejo extraño desde metro, pero no tenía en la mano ese cajón, sino un teléfono móvil, usando cual él hablaba con él justo ahora.
The same en English:
1 note · View note
Quote
Pensar en todos los millones de personas que están viviendo juntas a disgusto, y odian sus trabajos y tienen miedo de perder sus trabajos, no me extraña que sus caras parezcan lo que parecen. Es casi imposible mirar la fisonomía corriente sin que al final tengas que apartar la vista y mirar otra cosa, cualquier otra cosa, una naranja, una roca, una botella de aguarrás o el culo de un perro. Ni siquiera hay caras decentes en las cárceles o en los manicomios, y el médico que se inclina sobre ti cuando te estás muriendo luce una máscara de un idiota. A mí me disgusta mi propia cara, odio los espejos; nos equivocamos de camino en alguna parte, algún día hace mucho tiempo, y no hemos podido encontrar el camino de vuelta. Qué mierda, eh, colega, que nuestra propia mierda tenga un mejor aspecto que nosotros.
— Charles Bukowski, Shakespeare nunca lo hizo
8 notes · View notes
Text
La noche mas dura
Ese nombre te puse, cuando no podía dormir cuando tuve que sentarme en la horilla de mi cama y ver la luna por la rendija de mi ventana, no sabia si era un causal de un rio lo que tenia en mi cara pero puedo jurar que cada gota me lastimaba la piel, y en esa horilla y por esa rendija tuve que aceptarle al faro divino que aunque me advirtió que el sol no era luz que aquel lastimaba (yo) yo tuve que declararte mi peor error, no sabia que dolia mas, si el aceptarselo o el admitirlo, vida te cometi tan lleno de estusiasmo que olvide por completo el levantar mi barrera dejando que pasara lo malo que debia permanecer fuera de mi villa, por primera ves senti valentia y casi llegue a creer que ser invensible era coger el cielo con las manos cuando te hacia el amor, rompi todas las puertas que advertian peligro solo porque no te combinaba la decoración, te deje mi casa abierta y rompiste hasta televisor, fue tanta la tragedia que el lucero descendió me dijo que la oscuridad era buena porque a bailar en ella aprendió, limpie mis lágrimas y no pude bailar pero aprendi a caminar, hoy te recuerdo vida y si me lo preguntan jamas dire lo que fuiste ocultare la verdad porque seremos solo el sol, la luna y el lobo cantante en la casa vuelta mierda que dejaste en la fiesta que te perdiste y de ahora en adelante lo primero que narrare es mi nombre cada ves que entre alguien a mi amada habitación de manicomio. _DB_ (mi propio parainfierno)
3 notes · View notes
miguelmarias · 3 years
Text
Fernán Gómez, el gran camaleón
Se puede recorrer la historia del cine español desde poco después de la Guerra Civil (1943) hasta hace todavía poco (2006), sin demasiadas ausencias significativas, siguiendo la filmografía de Fernando Fernán Gómez (1921-2007), tanto la muy prolífica como intérprete (210 películas) como la muy considerable y casi paralela (1954-1996) como director (30). Y no sería tampoco una historia parcial: hay de todo en sus múltiples carreras (además de actor, guionista y director de cine y de televisión, fue también autor, actor y director teatral, y escritor…), de todas las épocas, de todos los géneros y estilos, desde lo más vulgar a lo más original, extraño y exquisito. Pese a lo cual, sospecho que en el extranjero se ignora por lo general que también fue uno de los más notables cineastas españoles.
Encarnó a pícaros, desgraciados, nobles y villanos, de todas las ideologías y creencias, a creyentes y descreídos, a severos y bromistas, a vencedores y vencidos, a gente simpática y gente detestable, y todo lo hizo sorprendentemente bien, es decir, que nos lo creíamos lo mismo como un ser odioso —como el Faustino de El mundo sigue (1963)— que como un pintoresco abuelo, como un fotógrafo o un general, como un cura o un opositor, un burócrata o un cómico de la legua.
Estuvo en una buena porción del mejor cine español: desde Vida en sombras (1948), El último caballo (1950) o Esa pareja feliz (1951) a El abuelo (1998) o Tiovivo c.1950 (2004), pasando por Faustina, Un marido de ida y vuelta, El inquilino (1957), El espíritu de la colmena (1973), Pim, pam, pum… ¡fuego! (1975), Los restos del naufragio (1978), Maravillas (1981), Feroz (1984), o Mi general (1987), sin olvidar las dirigidas por él mismo, en las que a menudo también actuaba (sin la menor sombra de narcisismo). No puedo citar todas, ni siquiera otras muchas igualmente memorables o al menos significativas: son las que hoy, en este momento, me vienen primero a la memoria, no obedecen a ningún género de selección.
Tampoco faltan entre sus interpretaciones, siempre profesionalmente eficientes, películas que a mí no me dicen nada (o nada bueno) pero que otros adoran, quizá porque en su infancia les impresionaran, como Balarrasa (1951), y que en cualquier caso son igualmente parte de la historia no muy alegre del cine español.
Con todo, he de confesar que a mí Fernán Gómez me interesa, aún más que como actor, como director de cine, pese a que no fue en esta actividad tan regular como en la otra. Hay algunas películas sin duda alimentarias, y otras en las que quizá se dejase llevar por esa tendencia a la pereza que a menudo proclamaba y que su obra desmiente: no paró y a menudo, sobre todo cuando algo le importaba e interesaba de verdad, obtuvo excelentes resultados.
No son todas sus mejores películas hitos reconocidos, y varias fueron arrinconadas por la calificación ministerial, que las condenaba a no tener estreno digno, y en todo caso muy tardío (no se fíen de las fechas que suelen mencionarse, a menudo son películas hechas uno o dos años antes, o hasta cinco a veces), sobre todo, las dos mejores, El mundo sigue y El extraño viaje (1964), que tienen el raro mérito y la infrecuente virtud de ser al mismo tiempo muy amenas y aterradoras, dos esperpentos que, sin embargo, me parecen dos cumbres de realismo, por increíble que eso pueda parecer a los que no tuvieran ya una cierta edad para entonces. Sin duda, debieron ser de las películas más odiadas por los responsables de la censura y la propaganda turística.
Afortunadamente, algunas otras de sus películas más notables tuvieron vidas menos accidentadas y ruinosas para sus productores. Así tenemos, entre su curiosísimo debut, codirigiendo con Luis María Delgado, Manicomio (1954), y la final y no muy valorada Pesadilla para un rico (1996), obras como El malvado Carabel (1956), La vida por delante (1958), La vida alrededor (1959), Mambrú se fue a la guerra (1986), El viaje a ninguna parte (1986), que son hoy, con El extraño viaje y El mundo sigue, generalmente las más apreciadas.
No han tenido la misma aceptación algunas otras, quizá menos vistas, pero a mi entender enormemente interesantes y valiosas, como Sólo para hombres (1960), La venganza de Don Mendo (1962), Yo la vi primero (1974) y El mar y el tiempo (1989), películas que, dentro de su enorme variedad de temas, tonos y estilos, tienen en común ser anacrónicas e inoportunas en el momento en que se estrenaron, lo que tal vez explique que resultasen desconcertantes y no tuvieran mucho éxito.
Algunas sospecho que no sean hoy fáciles de ver, cuando quizá pudieran ser mejor comprendidas. Pienso, por ejemplo, en Sólo para hombres y Yo la vi primero, que no son lo que algunos pueden pensar a partir de sus títulos.
Esperemos que algún día aparezca una de las primeras películas que interpretó, Empezó en boda (1944) de Raffaello Matarazzo, y de la que por lo visto no hay rastro en Italia ni en España. Es ocioso subrayar que Fernán Gómez era un espléndido director de actores, tanto de los más veteranos como de los noveles. Como prueba, basta ver El mundo sigue y El extraño viaje.
Miguel Marías
El Cultural (27 agosto, 2021)
1 note · View note
elconvoy · 4 years
Text
Las profecías de Nicodemo
Era una noche de luna gibosa. Una grieta en la realidad se abrió a las puertas del desvencijado hospital mental Nicodemo I, más conocido por los residentes de aquella isla como el Asilo. Entre sus muros habían tenido lugar numerosos experimentos de inefable maldad: los delincuentes que eran encerrados allí rara vez volvían a ver la luz del sol. Los tratamientos médicos que recibían neutralizaban su libre pensamiento, distorsionaban su voluntad y a veces, incluso mutaban sus cuerpos.
El primero en emerger de la fisura era un vulpera de pelaje plateado, veteado de canas, ojos de un color plomizo y ropas a la última moda gilneana. Con gran galanura y precisión, alargó su bastón para que su compañero pudiese aferrarse a él. El segundo en salir del portal era un huargen de pelambre casi blanca: un anciano. Aun así, vestía haciendo gala de sobriedad y pulcritud. El gilneano se agarró a la vara que le ofrecía el vulpera, esforzándose por retener en su vientre el contenido de la cena.
–¡Voilá! El hospital mental Nicodemo I. Según los testimonios de los Reyes del Vertedero, hogar de innumerables crímenes; sede de la locura en estado puro y última morada conocida del Evangelio de Nicodemo, redactado por un goblin codicioso al dictado del mismísimo profeta del Antiguo  –dijo su camarada vulpino, con una voz tan grave y profunda que semejaba nacer en las profundidades del océano–. ¿No te parece inquietante que este antro de inmundicia y pecado lograse sobrevivir a la erupción del volcán? Es como si las mismísimas fuerzas de las tinieblas lo resguardasen. ¿Tú qué opinas, Bernard? ¿No estás entusiasmado ante la perspectiva de recorrer sus galerías malditas, en las que aún se oye el eco de las voces enloquecidas de los pacientes?
–Estoy en éxtasis –contestó Bernard, con notable ironía. Acto seguido, sus tripas dieron un vuelco–. Me corrijo: entre arcada y arcada, estoy en éxtasis, señor Danior.
Danior expulsó una larga carcajada.
–¡Me alegra ver que conservas tu característico buen humor, amigo Bernard! –afirmó–. A propósito, no es necesario que te dirijas a mí como "señor": ya sabes que ya no eres el mayordomo de nadie, Bernard, sino más bien un truhan que participa en mis jueguecitos de… ¿cómo te referías a ellos?
–¿"Ideación de identidades ficticias", señor? –respondió el huargen con una nota de sorna.
–Siempre he sido legal en mis negocios y lo sabes, Bernard. Que me haya inventado al estrafalario y muy misterioso lord gilneano Foxington, que jamás se deja ver en público, a fin de incrementar mis relaciones comerciales no tiene nada de malo.
–Con todo el respeto, señor Danior, pero hemos acudido a no pocas fiestas privadas bajo el pretexto de pertenecer al séquito del misterioso lord Foxington…
–Gajes del oficio –replicó Danior, encogiéndose de hombros y esbozando una sonrisa traviesa–. Además, Bernard, si yo soy responsable de idear una identidad ficticia, como has señalado antes, tú serías mi cómplice: ¿o es que no recuerdas todas las veces que te has hecho pasar por el mayordomo de lord Foxington para cerrar un trato…?
Bernard abrió la boca para proferir uno de sus habituales sarcasmos, pero fue aplastado por el peso de la evidencia y hubo de silenciar sus protestas.
–Si estás de buen humor para quejarte eso significa que ya te has repuesto de nuestra breve travesía interplanaria –Siguió Danior.
–¿Consideramos que aparecer frente a un poblado de múrloc hambrientos, en el baño de una lujuriosa ogresa (lo que, por cierto, fue harto desagradable) y sobre un peñasco en mitad de la lava puede juzgarse como un viaje "breve"?
–No es culpa mía: las coordenadas que me proporcionaron eran imprecisas. Ya sabes que rara vez me equivoco con el destino de los portales –se defendió el vulpera–. No obstante, tienes razón: quizás debería haberla llamado "una travesía algo accidentada".
–Yo la habría llamado "imprudente y potencialmente mortal", señor –Rezongó Bernard.
–¿Dónde está tu espíritu aventurero, amigo Bernard? –Le preguntó Danior–. ¿Es que te lo dejaste entre las enaguas de aquella ogresa que te guiñó el ojo?
–No me guiñó el ojo, señor. No era más que un inoportuno tic…
–¿Como también fue un inoportuno tic el movimiento espasmódico de tus pantalones, Bernard?
El huargen bufó con crispación en tanto que el vulpera se desternillaba de la risa.
–Bueno, encendamos las lámparas y entremos en el manicomio –propuso el vulpera–. Cuanto antes acabemos, antes podremos disfrutar de tu sabroso té negro en mi carro, leyendo las hermosas y desquiciantes profecías de Nicodemo.
–Claro, señor. Porque ¿quién querría pasar la noche rodeado de jóvenes señoritas pudiendo leer las páginas de un libro que induce al suicidio y a la demencia?
–¡Ese es el espíritu, Bernard!
Prendieron sus linternas: el vulpera, con un encantamiento; el huargen, con un fósforo. Las verjas de hierro herrumbroso que aislaban el hospital estaban quebradas a causa de la última (y definitiva) fuga de los presos. A Danior y a Bernard no les costó adentrarse en el patio exterior, donde, instantáneamente, un hedor ofensivo al olfato los sacudió a ambos con gran intensidad. El gilneano se tapó el hocico con un pañuelo.
–¿Qué es ese pestilente olor?
–Yo diría que es carroña, señor Danior.
Tras una rápida inspección, divisaron la fuente del aroma: un árbol solitario, completamente pelado de hojas, de corteza endeble, reseca y oscura; y colgando de su rama más alta, el cadáver de un hombre que se ahorcó con su propia camisa de fuerza.
–Podría haberse fugado con el resto de presidiarios, ¿por qué no lo hizo? –Dudaba Danior, contemplando el cuerpo balanceante con expresión meditabunda.
Bernard resopló largamente.
–Quizás llevaba tanto tiempo confinado en el Asilo que no sabía adónde ir, ni si le quedaba un hogar en alguna otra parte del mundo… o si podría labrárselo por sí solo –razonó el huargen, con un acento lúgubre.
El vulpera se frotó la parte baja del morro, pensativo.
–Es una mentalidad que soy incapaz de comprender: yo siempre me he movido de un lado a otro y rara vez he mirado atrás –explicó–. Además, ¿quién querría permanecer en este sitio? Es mejor estar solo que encerrado y sometido a la más absoluta miseria.
–No todo el mundo puede cambiar de vida con tanta facilidad, señor.
Danior observó por el rabillo del ojo al mayordomo. Advirtió que había tocado una fibra sensible y por respeto a su amistad y a sus servicios, lo dejó estar.
–Caminemos, Bernard.
Las puertas de grueso metal estaban dobladas, como si un aluvión de gente hubiese hecho de ariete desde el interior para romperlas. Pasaron adentro y sumidos en la oscuridad y en un perturbador silencio, avanzaron por el primero de los pasillos del hospital. Las baldosas estaban salpicadas de sangre y orina, y había múltiples desperfectos: bombillas hechas añicos, sillas astilladas, papeles ajados… Aunque ni el intrépido Danior ni el estoico Bernard lo manifestaron, a ambos se les heló la sangre de solo imaginar cómo debieron de ser las últimas horas en el Asilo.
–¿Y bien? –Gruñó Bernard–. ¿Llevamos algún rumbo, señor, o será como cuando nos perdimos en el Bosque Carmesí de Drustvar…?
–Estoy buscando los despachos de los médicos titulares del hospital –le contestó Danior, quien leía con atención los rótulos que habían resistido al motín–. Y a todo esto, te repito que no nos extraviamos: mi intención desde el principio consistía en atravesar las tierras de las brujas para hacerme con uno de sus grimorios.
–¿Y entonces cómo llamas, señor, a cuando nos persiguió una jauría de sabuesos de mimbre? ¿Travesía algo "dentada"?
Bernard sonrió por su agudeza, mas Danior lo mandó callar con un gesto imperativo.
–Silencio.
–¿Silencio? Para lo mucho que ladraban, resulta un nombre de lo más atípico…
–Silencio, Bernard –insistió el vulpera.
En esta ocasión ambos lo escucharon: era un sonido distante de sollozos.
–Bernard, ¿cuáles son las probabilidades de que haya sobrevivido alguien aquí?
–Yo diría que bajas, señor.
–Ya. Yo diría lo mismo.
Pero la curiosidad de Danior venció a su prudencia y echó a andar en dirección al llanto. Bernard lo detuvo, sosteniéndolo del antebrazo.
–¿Estás seguro, señor?
–Por supuesto que no –contestó sin demora el vulpera–. Pero si algo he aprendido tras decenas de expediciones a lo largo de Azeroth, Benard, es que a las amenazas conviene encararlas de frente.
El huargen asintió y desenfundó su estoque. Danior hizo lo propio.
Prontamente llegaron a una de las celdas de los pacientes, que estaba abierta y sumergida en una negrura espeluznante. La voz procedía de allí: era un timbre aflautado, como el de una mujer. La oyeron sorberse los mocos. Con una zarpa temblorosa, el mago vulpera levantó su lámpara para alumbrar a la figura que estaba llorando: era una niña goblin que asía un conejito de peluche.
Danior cambió una mirada de preocupación con Bernard; mas no sirvió de nada, porque los modales del (ex)mayordomo se impusieron a todo atisbo de cautela por su parte.
–¿Estás bien, hija? –Le preguntó el huargen.
La cría pegó un respingo. Miró a los lados, como si buscase a ciegas su interlocutor.
–Tranquila, no voy a hacerte daño –Continuó hablando Bernard–. ¿Hay alguien más contigo en este edificio?
–Mamá y papá se han ido –murmuró con voz gangosa–… Solo me queda el señor Botones.
–Dime dónde están tus padres. Te llevaremos con ellos.
–Papá pegaba a mamá –relató–. Un día el señor Botones se enfadó y tiró a papá por las escaleras. Mamá estaba asustada: odiaba al señor Botones. Le tenía miedo. El señor Botones sabía que iba a destriparlo con un cuchillo de cocina, porque podía ver lo que la gente pensaba con sus ojos de botón. Mamá lo descuartizó, pero yo lo volví a coser y después… el señor Botones cortó en trocitos a mamá.
Bernard se quedó congelado. Por una fracción de segundo, su corazón dejó de latir.
–Papá y mamá se portaron mal: nos dejaron solos al señor Botones y a mí –concluyó la niña–. ¿Quieres ser mi nuevo papá, Bernard…?
La goblin se dio la vuelta. Habían cosido sus labios y sustituido sus ojos por botones. Los mismos dos botones que le faltaban a su muñeco en el rostro.
Antes de que el huargen pudiese reaccionar, el vulpera perforó el cráneo de la chiquilla con su acero. Así dio fin a su atormentada existencia. La lámpara de Bernard cayó al suelo por la impresión y el cristal se partió en mil pedazos.
–¡Solo era una niña! –opuso el anciano.
–Abre los ojos, amigo: eso de ahí delante no era una niña, sino un monstruo –dijo, indicando con un dedo al cuerpo maltrecho de la cría–. ¿Qué querías que hiciéramos con ella? ¿Llevárnosla a tomar el té y a comer pastitas al país de los tentáculos?
–Si fuera tu hija, habrías querido salvarla –Le reprochó el huargen.
–Nunca he tenido hijos, eso bien lo sabes…
–Si fuera tu hija…
–¡Si fuera mi hija habría preferido que muriese a dejarla abandonada en este antro! –gritó Danior, con la expresión desencajada por la ira.
Bernard alzó las orejas. Danior también lo escuchó y apagó la luz de su linterna. Eran pasos. Debían de tratarse de ocho o quizás nueve personas. Tal vez alguno más.
–¿Quiénes son? –susurró el huargen.
–No lo sé –admitió el vulpera–. Quizás también busquen el Evangelio.
–Debemos irnos, señor…
–Ni hablar.
Danior se fue tras ellos, pisando con sigilo. Benard suspiró, pero lo siguió con la espada presta en su garra. Los desconocidos se reunieron en un patio abierto y con vistas al cielo, que en su día debió de haber sido una suerte de jardín para el esparcimiento de los reclusos. Sin embargo, en la actualidad la vegetación se había podrido y el vergel ofrecía a su observador una imagen siniestra, plagado como estaba de hiedra, de zarzas con sarmientos y de raíces nudosas. Un grupo de elfos del Vacío con togas púrpuras se congregaban en el centro del patio, en torno a la estatua de Nicodemo I: el paciente más insigne de aquella infame institución. El que parecía ser su líder se colocó tras la placa de piedra conmemorativa, usándola como si fuese el altar de un templo, y elevó las manos para mostrarles a sus partidarios su adquisición: un libro desgastado, de una imprenta barata goblin, cuyo título rezaba El Evangelio de Nicodemo.
–Curiosa hermandad… –apuntó Bernard.
–Lo tienen ellos –se maldijo Danior.
–¡Hermanos! –Habló el cabeza de la secta, con el retintín siempre enfático y delirante de su estirpe de demagogos sectarios–. ¡Hermanos, hoy nuestra Iglesia del Conocimiento Estrellado ha obtenido el premio que tanto anhelaba! ¡Las profecías de Nicodemo, el Sicofante del Antiguo, el que Habla con la Mente, el Traidor de la Fe, el…!
El elfo del Vacío siguió enumerando epítetos cada vez más rimbombantes y vacuos.
–En resumen, ¡el gran profeta del Vacío redactó este libro que nos permitirá encumbrarnos sobre el resto de cultos de poca monta que adoran a los falsos e imperfectos dioses! –anunció–. ¡Por padre Dagon, hermanos!
–¡Lo que no está vivo no puede morir! –Corearon los demás al unísono, como si se tratase de una especie de mantra.
–¡Así es, hermanos! ¡Dagon regresará! ¡Será traído del Velo de las Mil Sombras por medio del Evangelio de Nicodemo! –pronosticó–. ¡Sus Escamas de Negrura ahogarán las estrellas y a su paso por el firmamento, todo el universo conocerá su castigo!
–Señor Danior –masculló Bernard–, ¿comprendes algo de lo que están diciendo…?
–Creo que pretenden utilizar el Evangelio de Nicodemo para invocar a un Dios Antiguo.
–Ah. Lo de siempre…
–Y ahora, celebremos la Orgía de los Cien Agujeros en su nom… –El sacerdote interrumpió su discurso y dejó el libro en la mesa. Contoneó ostensiblemente sus orejas–. ¿Quién hay ahí? ¿Quién se esconde en la sombra? ¡Da la cara o el monstruo de la Faz Verde te maldecirá!
–¡Nos han oído! –exclamó Bernard.
–Tranquilo, Bernard –dijo con tono sosegado el vulpera–. Voy a ganarnos algo de tiempo. Tú róbales el libro sin que se percaten, ¿de acuerdo?
–No estarás pensando en lo que creo que estás pensando, señor…
–Precisamente –replicó Danior, poniéndose en pie.
–No, ¡aguarda! ¡Señor Danior! ¡Señor Danior!
Con un chasquido de los dedos, Danior adoptó una apariencia distinta de la suya. Cuando salió de los arbustos, lo hizo con un gesto airado, batiendo enérgicamente los brazos. Había cobrado la forma del líder de la Iglesia del Conocimiento Estrellado.
–¡Hermanos! –proclamó Danior–. ¡Aquel impostor no es más que una sabandija que sirve al Ictiófilo Supremo! ¡Su engaño es evidente y solo ansía soterrar el buen nombre de nuestro Maestro y hurtar el Evangelio de Nicodemo para nutrir con halagos al Hijo de la Serpiente, que espera pacientemente su momento para devorar a nuestro culto!
–¿De qué estás hablando? –Respondió indignado el auténtico jefe–. ¿No es obvio, hermanos? ÉL no es más que la Rata de Ojos de Rubí que fue descrita por los Dioses del Vacío y que vendría a consumirlo todo…
–¡Por la Cabra que monta a horcajadas sobre la Luna Gibosa, tú no eres más que un falsario, destinado a desatar la Destrucción Primigenia a través de la cópula impía entre el Gusano de las arenas y su madre, el Ciempiés de Patas de Miasma! –alegó Danior–. Hermanos, ¿pues no afirman las profanas escrituras que tras el Velo de la Fealdad se halla la Cucaracha que Amamanta a las Chinches? ¡ÉL es la cucaracha! No, aún peor: ¡ÉL ES LA CHINCHE! Y además, harto fea.
A todo esto, los espectadores del debate surrealista no daban crédito de lo que estaban atestiguando.
–No sé, a mí los dos me suenan muy convincentes –declaró uno.
–Yo no he entendido absolutamente nada de lo que han dicho… –Confesó otro entre los dientes.
–¡De eso se trata, Joel! –apostilló su compañero.
Mientras tanto, el huargen se había situado tras la estatua de Nicodemo. Esperaba a que los cultores se hubiesen distraído para efectuar el robo.
–Lo que has dicho no tiene ningún sentido, alimaña –Le acusó a Danior el verdadero líder de la Iglesia–. Dejémonos de retórica: si es cierto que eres yo y no un espía enviado por otro Dios Antiguo, sin duda sabrás el saludo secreto de nuestra Iglesia…
El vulpera se quedó en blanco. Vio cómo, desde la penumbra, Bernard gesticulaba con vehemencia hacia él.
–¡Claro que lo sé! –Resopló Danior–. Tener que rebajarme a realizar tales exhibiciones me resulta… denigrante. Eso es todo. Muy bien… ¡Allá va!
Danior juntó ambas manos e hizo como si enrollase una bobina con una de ellas. Cuando terminó, levantó un dedo: el corazón.
–¡JA! ¡Ese es el saludo secreto más incorrecto que existe! –Se jactó el líder.
–Padre, no me hagas mucho caso, pero creo… creo que te ha hecho una peineta –repuso uno de los idólatras.
–¿Cómo…?
Bernard estampó sus zarpas sobre el Evangelio de Nicodemo y saltó hacia la maleza muerta. Por su parte, Danior se deshizo de su ilusión y les dedicó un saludo más formal a los presentes tocándose el ala de su sombrero.
–Damas, caballeros, me disculparéis si no me quedo a cenar, pero los aros de calamar me producen ardor de estómago –adujo–. Buenas noches.
Tal era el pasmo de la Iglesia del Conocimiento Estrellado que para cuando se dispusieron a actuar, el vulpera ya se había teleportado fuera del Asilo y su cómplice había escapado con el libro. Ocultos tras el árbol del ahorcado, Danior conjuró un portal de regreso a su caravana; esta vez, sin percances. Nada más aparecer al otro lado, el mago emitió una risotada de júbilo y felicitó al viejo mayordomo.
–¡Has estado fantástico, Bernard!
–Agradezco el elogio, señor, aunque lo agradecería aún más si no alabase una acción deplorable y claramente delictiva…
–Oh, vamos. No me vengas con esas: ¡mejor en nuestras manos que en las suyas! –Zanjó Danior–. A todo esto, ¿qué te ha parecido mi interpretación? He encandilado a la audiencia esta noche… Creo que se la podría calificar como mágica.
–Yo más bien la calificaría como sobreactuada y soez –opinó Bernard–. ¿"La Cabra que monta a horcajadas sobre la Luna Gibosa"? ¿"La Cucaracha que Amamanta a las Chinches"? Bastante ridículo, hasta para un culto de pirados como aquellos. Y aquel corte de mangas no es nada propio de un caballero…
–No hay rosa sin espinas, Bernard –dijo el vulpera, encogiéndose de hombros–. El caso es que ha surtido efecto. Y ahora, echémosle un ojo al Evangelio.
Lo abrió por una página al azar y recitó varias de sus cuartetas en voz alta:
La plaga pasada, menguado el reino,
paz duradera y tierras despobladas.
Su Aurora irá por cielo y pardo suelo;
después, de nuevo guerras incitadas.
Luna oscurecida en densas tinieblas,
su hija tendrá coloración verdosa.
Y aquel Ser oculto bajo tinieblas
beberá de la presa sanguinosa.
Cuando la corneja en negro castillo
por trece horas no haga más que chillar:
Muerte presagiada por titán caído,
ejército abatido. A la Luz rogad…
Danior cerró el tomo de inmediato. Le dedicó una mirada severa a Bernard.
–¿Estás pensando lo mismo que yo, Bernard?
–Seguramente, señor.
–Sí: Nicodemo no era un gran poeta –Lo enjuició el vulpera–. Esa rima asonantada es muy pobre, aunque al menos ha conservado la carga silábica…
–Sin duda… Pero yo más bien estaba pensando en que no sé descifrar ese galimatías.
–Yo tampoco, Bernard. Yo tampoco.
El vulpera anudó sus brazos, clavando la vista en el libro. El huargen, por su lado, echó un vistazo por la ventana. Quizás, si se daba prisa, aún podría conseguir alguna compañía con la que pasar las últimas horas de la noche…
–Ejem –Tosió Bernard.
–Guardo caramelos para la tos en un tarro. Sírvete, Bernard, no seas tímido –le ofreció Danior.
–Señor Danior…
–Ya, ya lo sé: tengo que hacer algo con este Evangelio, pero ¿qué…?
–No es eso, señor Danior, es que había concertado una cita y…
–¿Una cita a estas horas de la madrugada? ¿Y cobra mucho? –Se burló el vulpera.
El huargen montó en cólera.
–Eres igual que ellos: te obsesionas con esas estupideces místicas que no conducen a nada –Le recriminó–. ¿Y para qué? ¿Para pasarte las noches en vela, dándole vueltas a unos enigmas que seguramente escribió un loco borracho? ¿Por qué no, de paso, fundas tu propia secta y os dedicáis a rendirle culto a ese triste libro de poemas?
Danior abrió los ojos de par en par, como si se le hubiesen iluminado las ideas. Pintó una sonrisa inmensa en su cara.
–Bernard, eres un genio.
–¿Eh? No, no, yo solo estaba ironizando. No se te habrá ocurrido…
El vulpera lo agarró de la mano, abrió las puertas de su carro y lo empujó afuera.
–Vamos, márchate, tu damisela te aguarda –le ordenó–. No la hagas esperar, no sea que le dé por subir las tarifas por la tardanza.
–En serio, señor Danior –Bernard frenó en seco–. No irás a montar tú ahora una secta, ¿verdad…?
El vulpera torció el hocico, como si lo reflexionase.
–Mm… No –El anciano huargen suspiró desahogadamente–. Una secta no. No exactamente… ¿Y qué me dices de una logia?
–Allá vamos de nuevo…
El vulpera se carcajeó y volvió a apelar al espíritu aventurero de su mayordomo, quien, con amarga resignación, canceló su encuentro con la señorita a la que había planeado visitar para cerciorarse de que su amigo no cometía ninguna insensatez…
0 notes
a-pair-of-iris · 7 years
Text
Seguimos dando Vueltas (2/3)
Parte 1   La Mansión Prado     AO3
2015
Dejó la biblioteca luego de calmarse, con la idea de ir a su habitación y ponerse a dormir de una vez, ya que su intento falló catastróficamente y Martín no iba a querer volver a escucharlo, o hablarle, o siquiera mirarlo.
Era tan injusto que hasta de fantasma pudiera entrar en depresión.
-Solo tómala, hablare con él...
Su puerta estaba abierta y oía voces dentro. Asomó la cabeza sin atreverse a entrar, y arrodillado a un lado de su cama estaba Martín sacando una de las radios guardadas abajo, detrás de él estaba Miguel con una de sus típicas sonrisas. El mayor fue el primero en verlo, irguió su espalda y ensanchó su mueca. Las manos de Manuel hervían por borrársela de la cara. Martín no tardó en recuperar una pequeña radio, y cuando se levantaba del suelo fue que notó la presencia del moreno en la puerta. Frunció el ceño y sus ojos se tornaron fríos.
-¿Quieres decirme algo? Esta radio era mía -Comentó, colocando una pose desafiante. Manuel controló su impulso de dar un paso atrás, pero no pudo evitar bajar levemente la cabeza y esconderla entre sus hombros. Sentía las ojeras formándose bajo sus ojos.
-No lo hagas…-Le pidió en voz baja. Martín pareció sorprendido y preocupado por un momento, pero su mirada volvió a endurecerse y pasó a un lado de Manuel, rozándole el hombro con brusquedad.
-No me digas qué hacer.
Las ojeras terminaron de formarse y de pronto se sintió tan pero tan cansado. Volvió a levantar la vista y vio que Miguel lo estaba observando con curiosidad. Terminó dando media vuelta y caminando hacia el ático, quería estar lejos cuando la situación empeorara.
O-O
-¡Ahhhh!
-¡Martín, cálmate!
-¡Ahhh!...
Los gritos habían comenzado hace unos minutos, y a Manuel se le apretaba el pecho cada vez que escuchaba los lamentos destrozados del rubio en el primer piso. Se refugió en una esquina del ático, y tapándose los oídos y cerrando los ojos intentó dormir, o al menos abstraerse en sí mismo, pero no lo logró y estuvo consciente del sufrimiento de Martín cada minuto que este duró gritándolo para todos.
Después de unas horas, sus manos seguían sobre sus oídos solo porque ya se le había hecho costumbre, y continuaba en su rincón a pesar que los gritos habían cesado, porque volver a su habitación o a la biblioteca aún no le parecía conveniente siendo que serían los primeros lugares en que lo buscaría quien quisiera encontrarlo. Pero debió suponer que no serviría de mucho. Cuando la noche ya estaba cayendo y él continuaba encogido a un lado de las cajas en el ático sintió la presencia de alguien atrás suyo. Continúo con los ojos cerrados con la esperanza que lo dejaran en paz, quien sea que fuera. Pero de nuevo eso falló y sintió que el otro fantasma se acercaba. Cuando estuvo más cerca, entonces se dio cuenta de quién era.
Martín
Abrió los ojos y miró al rubio, quien al verse descubierto se detuvo por un instante, mirando nervioso alrededor y esquivando los ojos tristes de Manuel. Pero luego de unos minutos recobró un poco de valor y terminó su camino hasta sentarse a un lado del moreno. Ninguno dijo nada en mucho tiempo, las estrellas ya iluminaban fuera de la ventana cuando Manuel habló.
-Lo siento... -Murmuró, y sintió la mirada incrédula de Martín. Ocultó la cabeza entre sus rodillas para escapar de sus ojos, pero eso no evitó que sintiera la mano del rubio en su espalda.
-Yo... yo lo siento -Martín se remeció un poco, le incomodaba todo en ese momento, pero si no venía a hablar con el joven la culpa lo iba a devorar, al igual que la ira y pena que le provocaron  las palabras que escuchó en la radio. Así que siguió.
-Te dije cosas horribles, y ahora me doy cuenta que solo nos estabas cuidando...
¿"Nos"? eso incluye a mucha gente. Le susurró una voz en su cabeza, dándole una punzada de vergüenza y desdén por sí mismo.
-...por hacerle caso a ese desgraciado! Debí saber que el remordimiento estaba fuera de su alcance -Martín tomó aire, que ya no necesitaba gracias al mismo sujeto del que estaba hablando, pero la acción aun así lograba calmarlo un poco. Llevó la mano que tenía en la espalda del joven hasta su hombro y con unos suaves apretones hizo que Manuel asomara sus ojos por entre sus dedos, leves ojeras se apreciaban bajo estos. Martín tuvo que apartar la vista por un momento, antes de regresar sus ojos a los de Manuel-... ¿Me perdonás?
Si hubiera estado vivo, le habría golpeado la cara, pero ya que estaba muerto, tan solo asintió.
>o<
1972
La dinámica de los tres fantasmas siempre había sido más o menos la misma, pocas veces estaban los tres en el mismo lugar, excepto cuando querían asustarlo más de la cuenta, como fue durante los últimos días de su vida. Pero ahora volvían al antiguo sistema de ignorarse unos a otros. Bueno, Miguel era un caso especial, ya que su principal excusa era evitar la soledad que estar muerto conllevaba no era raro verlo buscar compañía, y ya que Manuel parecía ser su nuevo juguete, debió que soportar su presencia continua durante las semanas que siguieron al definitivo abandono del “Manicomio”, como decían los locutores de la radio.
Manuel tuvo que asumir que su familia no tenía intenciones de hacer uso de la casa, y que la tragedia de su muerte estaba demasiado fresca como para que alguien se interesara en comprar la propiedad.
- Es lo mismo siempre, pero ya verás en unos años, no falta el que piensa que vivir en una casa embrujada ha de ser divertido -Comentaba Miguel cuando lo descubría pensando en el futuro de la mansión.
-Eso es estúpido, por no decir demente.
-Bueno, la gente no es tan cuerda como aparenta, pero eso tú lo sabes.
-No escuché ningún rumor cuando yo la compre.
- Tampoco Luciano, pero no estoy hablando de ustedes. La gente que dice estar preparada para afrontar a los muertos raramente lo está realmente, terminan huyendo pronto... Podríamos decir, que al final están más cuerdos que tú, ¿No lo crees?
No lo aceptaría nunca, pero a veces Miguel decía cosas razonables.
Aunque a pesar de todo lo que pudiera decir y quejarse, tenerlo como sombra por tanto tiempo sirvió para más que solo hacerlo sentir miserable. Consiguió información, más de la que jamás le compartió cuando estaba vivo y respirando.
-Mi muerte fue estúpida ahora que lo pienso, siempre fui un buen jinete, no tendría que haber pasado... -Comentó Miguel un día, unos cuatro meses en su existencia post mortem. En contra de los deseos de Manuel, estaban los dos reposando juntos en un sillón, Manuel estaba arrinconado entre el respaldo y el brazo del mueble, con Miguel acomodado contra su pecho y la cabeza puesta sobre su hombro. Ya casi había parado de resistirse, aprendió que Miguel era menos cruel en sus comentarios si simplemente le daba en el gusto cuando quería un abrazo o simplemente quedarse cerca de él. Además, Manuel también había estado deseando contacto los últimos días.
Peor es nada.
- Los accidentes pasan, simplemente te llegó el momento -Manuel no pensó mucho su respuesta, solo fue algo que creció escuchando de parte de su madre y abuelita. Creyó que Miguel apreciaría la sabiduría de personas más viejas, pero no fue así.
-¡Tenía muchos años por delante y todo para vivirlos a pleno! -Miguel levantó su cabeza del hombro de Manuel para mirarlo a los ojos y gritarle en la cara- ¿Mi momento? ¿Crees que moriste porque era tu momento? ¡No fue así! ¡Yo quise que lo hicieras!
Con un grito de rabia, Manuel levantó sus brazos y empujó a Miguel lo más fuerte que pudo. Para sorpresa de ambos, fue como el grito que soltó cuando llegaron los hombres del pueblo a buscar su cuerpo. Los vidrios temblaron al igual que los estantes, pero lo más peculiar fue que Miguel salió disparado hacia el otro lado de la habitación y atravesó la pared hasta el patio. Por la ventana Manuel lo vio levantarse, pero no hizo nada más que mirarlo con rostro sorprendido. No volvió a entrar a la biblioteca por toda esa semana, Manuel no supo si era por temor o porque sin querer él le había hecho algo a la habitación.
>o<
2015
Siendo que Martin lo había perdonado, fue normal que pasaran más tiempo juntos, o al menos, que Martín quisiera pasar más tiempo junto a él. Manuel no se había preparado para eso, pensó que lo normal para los hermanos sería mantenerse juntos como camada nueva de cachorros. Pero se equivocó. Al parecer Daniel sentía casi tanta culpa como él por la muerte de sus dos hermanos mayores, y por lo tanto no podía verles la cara. Lo veía rondar la casa una y otra vez durante el día, con Julio siguiéndole los pasos.
- Sebastián está raro y tampoco quiere hablar conmigo -Le confesó Martín una semana después de que lo fuera a buscar al ático. Lo dijo de brazos cruzados, con el ceño fruncido y enfado en su voz, pero podía ver en sus ojos que el rechazo de su hermano lo tenía triste y preocupado. Manuel sabía perfectamente que el problema de Sebastián no era con Martín. Bien, no con Martín directamente, sino que el hermano de en medio no podía comprender cómo su hermano mayor podía estar en buenos términos con uno de sus asesinos. Pero no le iba a decir eso a Martín.
-¿Vos haces más que hojear tus libros, verdad? Quiero decir... -Martín levantó las manos en cuanto Manuel giró la cabeza para mirarlo con los ojos entrecerrados, con uno de sus tantos libros entre las manos- En tanto tiempo, ya debes haberte acabado toda la biblioteca, tiene que haber algo más con lo que pases el rato...
Manuel bajó el libro y mientras miraba a Martín se quedó pensando, ¿Qué podría decirle al rubio? Si le decía que también miraba el cielo y los arboles, ¿Qué tan aburrido lo encontraría?
-Eh, no pensé que te fuera tan difícil decirme de algo más -Martín tenía una sonrisa en la cara y lo miraba entretenido, solo por eso supo que lo estaba molestando.
-Creo que cualquier cosa que te diga la vas a encontrar aburrida.
-Bueno, es que pareces un viejo, estas como mi abuelo, claro que él llevaba su biblia para todos lados, no a Dickens.
-¿Y cuál es la diferencia?
-Jajaja, te lo concedo, tienes mejor humor que mi abuelo.
Las risas enérgicas de Martín lograron sacarle una de sus extrañas sonrisas a Manuel.
>o<
No sabía muy bien cuánto llevaba de muerto, pero debía ser alrededor de un año, no había prendido la radio todavía para ver si en el pueblo estaban organizando algo en su memoria, aunque no creía.
En todo ese tiempo, Miguel olvidó sus reparos y trató laboriosamente de hacer que volviera a estallar, lo intentaba como un dedicado científico repitiendo una y otra vez un experimento. Parecía disfrutar que Manuel lo lanzara de un lado a otro, de una manera enferma. Llegó un punto en que a Manuel comenzó a darle miedo, quizás qué estaba esperando de él. Así que trató de evitarlo, y fue como descubrió que Miguel no lo molestaba tanto cuando estaba en compañía de otro, no sabía si era fuerza de grupo o algo más, pero era un detalle del que se iba a aprovechar todo lo que pudiera. Así que estaba afuera sentado a un lado de Luciano ahora que había dejado las plantas tranquilas y solo observaba el jardín. Trató de hablarle, pero ni en vida fue tan buen conversador, eso y Luciano apenas si podía mirarlo, por eso más que nada se sentaban juntos por horas a mirar las flores, el cielo y los pocos animales que se paseaban cerca de la mansión. Se sentía como un viejo, pero en verdad no era tan distinto a lo que llevaba haciendo desde que se mudó, y eso sí que era un poco deprimente.
>o<
2015
No podía entender a Martín, no había caso. Se dio cuenta que le guardaba confianza al fantasma cuando despertaron, porque en cuanto se toparon con él su hermano enseguida corrió para hablarle. Si querían, podía entender que fuera el que menos rencor le generara, después de todo intentó espantarlos, pero de ahí a que Martín lo tratara como un amigo era otra cosa. Pensó que después del numerito con la radio la simpatía de Martín se habría esfumado, pero ya que al parecer nuevamente los había estado cuidando, esta vez de las habladurías, su hermano tuvo excusas suficientes para perdonarlo.
Sabía que sus pensamientos al respecto eran muy duros, pero se sentía con el derecho de serlo.
Lo peor de estar enojado con Martín, era que ni siquiera tenía a Daniel para hacerle compañía. El menor los estaba evitando como la peste. Al menos él no parecía haber elegido un mejor amigo entre los muertos, a pesar que uno de ellos lo seguía como una sombra.
Sebastián tenía su propia sombra.
-¿Acaso no entendes que no te quiero cerca? -Dijo en voz alta, con tanta rabia en sus palabras que parecían cuchillas. O lo más parecido a eso que podía sentir Luciano en el cuerpo, que en su caso, era un dolor punzante en la espalda como si los fierros del rastillo siguieran clavados allí. El fantasma de piel oscura se detuvo en su avance, miró culpablemente hacia alrededor pero pronto fijó sus ojos nuevamente sobre el joven, con un rastro de anhelo en su cara.
-¿Crees que con mirarme así va a pasar algo? No soy tan ingenuo ni tan blando como Martín.
-Yo...
-Sé que te encanta estar acá afuera, si es porque moriste aquí o algo más no me importa, lamentablemente también me mataron afuera, y no tengo ganas de ir adentro donde hay más cantidad de muertos, pero eso no quiere decir que tenga que soportar nada que venga de vos.
A paso rápido atravesó al otro lado del jardín, evitando toparse con la mirada dolida de Luciano. No iba a dejar que lo hicieran sentir culpable.
O-O
-¡Te odio! -Hace unos días Daniel había descubierto que él también podía hacer vibrar ventanas y lanzar objetos. Y como buen chico llevaba practicando desde entonces- ¡No te quiero cerca, desgraciado! -Pero también como alma en pena buscando venganza, estaba usando todo su nuevo poder contra Julio.
Lanzó otro martillo que atravesó al fantasma frente a él. Aunque no quisiera, terminaba en el cobertizo junto a todas las herramientas, con Julio detrás de él. Durante los primeros días, creyó que el fantasma lo seguía para volver a hacerle daño, por eso estuvo ansioso, esperando el golpe por mucho tiempo. Pero nunca pasó nada, Julio lo seguía incansablemente, tratando de acercarse pero sin hacerle daño. Pronto se aburrió de eso, y recordó lo enojado que estaba por morir y quiso proyectarlo. Pero que su asesino no hiciera nada para defenderse de sus agresiones lo descolocaba, aunque no lo suficiente como para parar de liberar su rabia.
Julio tan solo se quedaba parado recibiendo lo que Daniel le lanzara. Una parte del joven seguía preguntándose qué planeaba con eso, si después le iba a cobrar todo, o esperaba que su rabia se apagara y al final, el fantasma tuviera sus propias razones para hacerlo sentir culpable.
Esta gente estaba tan loca.
O-O
2016
El tiempo no se detuvo, corrieron los meses y llegó otro año en un ambiente lleno de tensión dentro de la mansión. Manuel podía sentirlo como humo llenando los rincones mientras trataba de alejarse de conflictos, con Martín siempre a su lado. Los hermanos del rubio estaban al centro de todo eso, Daniel seguía evitando a los otros dos, mientras destruía la mitad de la casa en sus ataques de ira contra Julio. Aquello ayudó un poco a que Martín decidiera que mejor le dejaba su espacio. Sebastián por otro lado se mantenía afuera en el patio mirando todo y a todos con cara de malas pulgas, hasta a Martín.
-¿Crees que me culpe por algo? -Preguntó el rubio, llamando la atención de Manuel que llevaba varios minutos en silencio mirando hacia el horizonte, aprovechando su posición en el techo para apreciar el paisaje que entregaban los cerros.
-¿Quién?
-Sebastián...
-¿De qué te culparía?
-¡No sé! -Exclamó el rubio, inclinándose hacia atrás y recostándose sobre el techo- ¿Que no los haya sacado a tiempo? ¡Tal vez si me hubiera movido más rápido! ¡Quién sabe! -Extendió los brazos hacia arriba- ¡Ash! Se han estado comportando tan extraño, sé que estamos muertos pero eso... Eso no... ¡Ah! -Terminó cubriéndose la cara con ambos brazos, y guardó silencio por unos instantes. Manuel terminó recostándose a su lado  y rozó levemente su torso con el brazo, entonces el rubio volvió a hablar, esta vez con un tono más mesurado- Me preocupa no entender lo que están pensando, estamos pasando por lo mismo pero se comportan tan distinto...
- Cada uno reacciona diferente, es difícil esto de... morir...
Manuel sintió los ojos de Martín sobre él, y se giró a mirarlo. El rubio lo observaba fijamente, con una pequeña mueca en la boca que parecía una sonrisa.
- Y ellos no te tienen a ti a su lado...-Lentamente tomó su mano. Manuel se contuvo de mirar hacia abajo, pero giró su palma y, fijándose siempre en la reacción de Martín, entrelazó sus dedos. La sonrisa del rubio se ensanchó, y miró hacia el cielo con un semblante complacido. Manuel también sonrió, una sonrisa pequeña, y también miró hacia el cielo.
O-O
Era de esperarse que en algún momento uno de los hermanos explotara. Vivir con los responsables de sus muertes no era algo que se pudiera llevar con calma, había mucha rabia y rencor de por medio, mucho odio guardado esperando salir y enterrar sus garras sobre alguien. Manuel lo sabía muy bien, así que cuando comenzaron a escuchar los gritos de Sebastián supo que no convenía ir a su encuentro, pero Martín se preocupó y terminó acompañándolo.
Sebastián estaba en el jardín, donde pasaba la mayoría del tiempo a pesar que aquel seguía siendo el lugar preferido de Luciano. A veces, cuando miraba por la ventana los veía, Luciano detrás del joven como una sombra, y este siempre mirándolo con desprecio y escapando. Al parecer la paciencia del chico de lentes se agotó y estaba explotando.
Sebastián seguía gritando, gritaba encima del rostro de Luciano, lo empujaba y le golpeaba el rostro y el pecho, Luciano recibía todo con una lastimera expresión, ligeramente encorvado sobre sí mismo. Manuel notó que abrazaba su estómago con fuerza, la ropa ensangrentada se asomaba debajo de sus manos. Sus heridas estaban resurgiendo. La ira de Sebastián le estaba haciendo mucho daño.
Es cruel, que aún muertos puedan seguir dañándonos.
Manuel se quedó atrás cuando salieron al patio, mirando la ropa ensangrentada de Luciano. Después de varios años conocía sus heridas, las había visto en la espalda del fantasma perforándole el torso, sabía que era doloroso. Manuel en sus peores días sentía  sus pulmones apretados, la garganta cerrada y el cuello roto. Luciano sentía fierros atravesándolo, rompiéndolo por dentro y todo su cuerpo apagándose lentamente. Hacerlo pasar por eso otra vez debería ser una buena venganza para Sebastián.
-¡No me toques!
Martín había llegado al lado de su hermano, le sujetó el brazo para llamar su atención y este enseguida se sacudió para apartarlo.
- Seba, tranquilizate...
-¡No me digas eso! ¡No pienso hacerlo! ¡Me mató! ¡Nos mataron! -Sebastián se tomó del pelo, mirando a su alrededor con ojos enloquecidos- ¡¿Es que se te olvida lo que pasó?!
-¡No! Pero...
-¡Estoy harto de que actúes como si no los odiaras! ¡¿Qué es lo que pasa con vos?!
Manuel siguió mirando a Luciano, el fantasma no parecía poder moverse, seguía presionando su estómago y junto a la pena en su rostro podía ver el dolor que estaba sintiendo. Dio unos pasos hacia él pero pronto se detuvo, Merecía sentirse así después de lo que hizo, ¿Verdad?
Debió quedarse adentro e ignorar los gritos.
-¡Tú! -Tuvo a Sebastián sobre él de un momento a otro, y el joven le dio un golpe en la cara casi  de inmediato.
-¡Seba!
La mejilla quedó retumbándole y apenas si pudo levantar el rostro cuando Sebastián lo tomó de los hombros y comenzó a sacudirlo con fuerza mientras le clavaba las uñas.
-¡Tú no eres mejor que ellos! -Sebastián lo miraba con tanto odio que Manuel temblaba cada vez que se topaba con sus ojos. Pudo sentir cómo la garganta se le apretaba- ¡¿Que le has dicho a mi hermano para hacerle creer otra cosa?! ¡Eres como ellos! ¡Un asesino! ¡Un monstruo!
-¡Seba pará! ¡Soltalo! -Martín apareció a la espalda de Sebastián y lo jaló lejos de Manuel.
-¿Estás tan loco y solo como en vida, no? ¡Claro que ibas a querer matarnos! ¡Más compañía!
-¡Ya basta Seba!
Manuel se dio la vuelta y volvió a entrar en la casa, cubriéndose la mejilla con una mano. Dejó a Martín afuera sujetando a su hermano con la intención de ir a esconderse a su biblioteca y apartarse de la furia de Sebastián. Sin embargo, antes de llegar a la biblioteca el joven, quien se había escapado de los brazos de su hermano, lo interceptó y siguió gritándole.
-¡¿Qué sentido tuvo asustarnos al principio?! ¡No nos ayudaste al final! -Apareció por enfrente y le cerró el paso.
Manuel sentía los ojos pesados, seguramente sus ojeras habían vuelto, y sentía la garganta oprimida- Déjame... -Su voz salió rasposa y con esfuerzo controló las ganas de toser. Sebastián volvió a acercarse, avanzó hacia él como un predador acechando.
- ¡¿Qué quieres de mi hermano?! ¿Por qué le haces creer que eres bueno?
Estaba sobre él y Manuel se sentía acorralado, quería gritarle y mandarlo a volar, pero tenía apretada la garganta y se asfixiaba, ningún grito iba a salir de su boca. No podía pensar en nada más que en la furia y las palabras de Sebastián. Por eso que llegara Martín fue un alivio.
-¡Ya déjalo! -Empujó a su hermano, solo para darle espacio a Manuel, quien no se veía nada bien, pero siendo fantasma aún no entendía muy bien como era esto de tocarse entre sí, y por eso en vez de hacer que Sebastián retrocediera unos pasos, lo mandó al suelo a unos dos metros de distancia. Se quedó de piedra mirando a Sebastián, con Manuel a un lado temblando contra la pared.
Seba se levantó luego de poco, y miró a Martín con desprecio, tanto que su hermano dio un paso atrás.
-Seba...
-Quédate con él si eso queres, pero no te me acerques más -Se fue antes que Martín pudiera decirle algo.
Manuel, sintiendo la angustia de no poder respirar otra vez, se apartó del lugar y entró a la biblioteca, esperando poder calmarse entre sus libros, pero no resultó. Seguía pensando en Sebastián, en sus palabras y la cara que le dirigió a Martin. Y todo era su culpa. Su culpa. Su culpa.
-Manu...
Martín lo encontró en el suelo apoyado contra uno de los libreros, abriendo y cerrando la boca, tratando de respirar aunque ya no lo necesitara. Su aspecto era tan malo como la primera vez que lo vio. El fantasma trató de alejarse cuando sintió que se acercaba, pero estaba tan débil que ni siquiera pudo levantarse.
-Manu -Martín se arrodilló a su lado, Manuel intentó apartarlo pero no tenía fuerza en los brazos, así que el rubio pudo acercarlo a su pecho y hacer que reposara su cabeza en su hombro.
-Lo siento... lo siento... -Se aferró a la ropa de Martín y entre sollozos y carraspeos comenzó a pedir disculpas. Pronto lo estuvo abrazando con fuerza, con las manos enterradas en la espalda del joven y la cara hundida en su cuello. Martín había llevado una de sus manos hasta la cabeza del moreno y acariciaba su cabello mientras susurraba en su oído.
-No lo escuches Manuel, no eres un monstruo, está bien...
-Lo siento... perdóname... Martín...
>o<
2015. Ese día…
Cayó al piso aún escuchando los pasos de Martín alejándose, subiendo la escalera en busca de sus hermanos. Se apoyó en el suelo con las manos, abriendo y cerrando la boca, sintiendo una espantosa presión bordeando su cuello. Pronto escuchó otros pasos, estos venían justo en frente de él por el pasillo. Levantó su cabeza, aún sintiendo aquel dolor oprimiendo su tráquea y tirando hacia arriba su mandíbula. Delante de él apareció Miguel con ojos encendidos, de ira o excitación no estaba seguro.
-¿Qué pensabas lograr? -Miguel se agachó, y en cuanto estuvo a su altura el dolor de su cuello desapareció y Manuel tomó grandes bocanadas de aire y se desplomó hacia un costado.
-Miguel… deja que… se vayan… -Estiró la mano hasta el brazo del otro fantasma y apretó su chaqueta.
-Siento que no puedo hacer eso Manuel, hasta Luciano ya aceptó la idea, deberías ayudarnos, ¿Verdad, señores? -Miguel no apartó su vista de Manuel, pero este sí miró hacia atrás por el pasillo topándose con las figuras de Julio y Luciano. Cada uno mostraba su peor aspecto y una postura derrotada con los ojos fijos en la espalda de Miguel.
-Ya tienes a uno -Jadeó Manuel sin soltar el brazo del otro- ¿Qué más quieres?
-Manuel, pero si tú mismo lo dijiste -Le dio una enorme sonrisa, mostrando todos sus dientes y con un brillo siniestro en sus ojos- ¿Quién quiere pasar la eternidad con la misma compañía? -Sin decir más se levantó, sacudiendo el brazo de Manuel y comenzó a caminar a la escalera.
-Miguel… -Exclamó Manuel y aún en el piso intentó sujetar las piernas del otro fantasma- ¡Miguel! ¡Ya basta!
-Ven Julio -Llamó Miguel sin detenerse y ambos fantasmas caminaron hasta la base de la escalera para luego desaparecer.
-Luciano… -Manuel se giró a mirar al otro, este ya no mostraba sus ropas ensangrentadas, pero su postura seguía igual de derrotada. Sus ojos al menos mostraban tristeza mientras lo miraba- ¿Vas a hacerles lo mismo que a mí? ¿Eh, Luciano? -Preguntó con rabia y sintió que pequeñas gotas caían por el borde de sus ojos- ¡Luciano!
-Lo siento… -Respondió el moreno- Pero lo necesito, necesito… -Se pasó las manos por la cara y tiró de su cabello mientras cerraba los ojos- Necesito a alguien más…
-Luciano… -Estaba tiritando descontroladamente, con la cabeza palpitando de dolor y una lluvia incesante de palabras llegaban a sus oídos en la voz de Miguel, Julio y también Luciano.
No quiero estar solo nunca más…
No van a dejarme otra vez…
Necesito a alguien más…
Alguien más…
La misma compañía por la eternidad…
Quiero a alguien más…
Alguien que me acompañe…
No me van a dejar…
-Necesito a alguien que no sea Miguel -Luciano seguía hablando y Manuel tuvo que esforzarse para oírlo.
-¿Qué soy yo?... ¿O Julio? -La voz de Miguel seguía retumbando en su cabeza, junto a los gritos de Daniel que parecían recorrer toda la casa, "¡Déjenlos en paz!".
Luciano le dedicó una mirada de angustia- Nunca hemos sido buena compañía el uno para el otro, lo sé…-Con eso, el otro fantasma desapareció. Manuel siguió llorando y temblando en el suelo mientras escuchaba los gritos de Daniel y las voces de los demás en su cabeza. Hasta que finalmente, se rindió.
>o<
2016
Martín siguió a su lado durante las próximas semanas, nunca separándose por mucho tiempo, es más, pasaban días sin que lo dejara ni por un momento. Quería sentirse feliz, pero, siempre terminaba pensando lo mismo, era solo por un tiempo aquella devota compañía, en cuanto los tres hermanos superan su rabia e incomodidad el uno por el otro, tendría suerte si el rubio se acordaba de él.
-¿Por qué tienes esa cara tan triste? -La voz de Martín hizo que apartara su mirada de la mesa, en donde la había dejado puesta. Se dio cuenta que los ojos le picaban y pestañeó un par de veces para quitarse tal sensación.
-Por nada...
-¿No estás pensando en lo que dijo Seba de nuevo, verdad? -Antes de que pudiera pensar en qué responderle, el rubio ya tenía su mano puesta en su cuello y sintió su pulgar acariciándole el cabello corto que tenía en la nuca- Te dije que no pienso igual, lo recordas, ¿Verdad?
Manuel se reclinó sobre esa mano y apretó los ojos y la boca.
-Manu...
-Ya te escuché -Su voz salió forzada puesto que su garganta comenzaba a cerrarse. Sintió a Martín moverse, pero sin alejar la mano de su cuello.
-Se que no sos malo…-Le habló muy cerca de la oreja. Un temblor le recorrió la espalda al sentirlo tan cerca, pero lo que le hizo abrir los ojos fue el beso que le dio en la mejilla. Incluso se asustó un poco, dio un espasmo y se quedó mirando al rubio quien lo observaba con ojos tímidos pero con una pequeña sonrisa. Se quedaron mirando un tiempo, hasta que Martín volvió a acercarse y le beso la frente.
-No eres malo, no lo creo... -Le dio otro beso en el pelo y con la mano sobre el cuello de Manuel comenzó a acercarlo, terminó apoyando su cara sobre el pecho del rubio mientras este seguía dándole pequeños besos en el pelo. Buscó la otra mano de Martín y entrelazó sus dedos como lo habían hecho en el techo- Ni un poco, no estés triste por favor...
>o<
1979
La primera vez que se quedó dormido fue por accidente, estaba cansado de pasar día tras día mirando el cielo y el paisaje que apenas cambiaba, o encerrarse en la biblioteca viendo las cubiertas de los libros, porque ya ni de abrirlos tenía ganas. Su alma se sentía cansada, no podía decirlo de otra forma, estaba desesperado por parar de sentir, de pensar, y de tener que escuchar a Miguel cada vez que se acercaba a hablarle. Estaba cansado de todo y de todos. Se tiró sobre su cama mirando al techo y se quedó allí por horas y horas, hasta que de pronto, sus ojos se cerraron de golpe y todo se fue a negro. No le llegaba ningún ruido, ni ningún destello aparecía tras sus párpados, estaba todo oscuro y silencioso. Se sintió completamente muerto durante los instantes que duró aquella experiencia. Pero al fin estaba descansando.
Cuando despertó lo hizo de un salto, de pronto pudo abrir los ojos otra vez e inmediatamente notó los cambios a su alrededor, principalmente afuera de la ventana, las hojas de los árboles, antes verdes, ya no estaban, y un fuerte viento remecía sin parar las ramas. También escuchó las voces y el ruido de varias personas en la planta baja. Algo aturdido, levantó su torso para mirar su habitación, fue entonces que notó a Miguel sentado en un rincón.
-Buenos días.
Miguel parecía muy molesto, Manuel no pudo hablar por algunos minutos tan solo al mirar sus ojos.
-¿Quién está en la casa? -Finalmente preguntó, al percatarse que no conocía ninguna de las voces que escuchaba en el primer piso.
-Nuevos dueños -Miguel se levantó y con unos pocos pasos estuvo al lado de la cama. Manuel se recargó contra el respaldo, tratando de ocultar que había empezado a temblar- Al menos ellos lograron despertarte...
-¿Despertarme? -Miguel estiró la mano hasta su cabello, y su cuerpo se tensó un poco más al intentar no apartarse- ¿Cuánto dormí?
-Casi cinco meses.
Sus ojos se abrieron en sorpresa, quedó con la boca abierta y miró a Miguel, la rabia en los ojos de este lo hizo temblar nuevamente.
-Uhm... ¿Miguel? -Le tembló también la voz. Miguel continuó observándolo con rabia, y de pronto se abalanzó sobre él. Manuel no pudo escapar, el otro fantasma lo cogió del cuello y lo contuvo contra la cama mientras Manuel sentía que se ahogaba.
- ¡¿Por qué no te despertaste?! ¡Traté una y otra vez! -Miguel se sentó sobre sus caderas y contuvo las piernas que el chico sacudía.
-¡Mi-Miguel! -Estaba muerto pero aún así le desesperaban las manos de Miguel sujetándolo. Era aquel día en la biblioteca, todo de nuevo, la garganta apretada y el dolor en el cuello. Su vista comenzaba a nublarse cuando Miguel lo soltó. Ladeó su cuerpo sin levantarse de la cama y tosió varias veces. Pronto sintió la mano de Miguel acariciándole el cabello.
-No vuelvas a hacerlo, ¿Sí, Manuel?
-... púdrete -Murmuró y trató de esconder sus ojos llorosos contra la almohada.
Parte 3
14 notes · View notes
putrid-doll · 7 years
Photo
Tumblr media
Capítulo 3
    Las puertas se deslizaron silenciosamente, y desaparecieron a cada lado como si el metal se plegara al igual que una cortina. Yuta activó su modo “merodeador” con la mirada, para no perderse ningún detalle del extraño operar de la posible central de SM Town. Aunque no estaba seguro de nada, quería mantener la guardia en alto por si eso era una prueba crucial.
 Frente a él, esperando a que las puertas terminaran el proceso lento de apertura, estaba una chica alta, de silueta envidiable, y cabellos castaños con brillo platinado. Lo observó por un par de segundos, ella lo estaba analizando con sus ojos fijos, llenos de expectativa. Nakamoto estaba inmerso en memorizar el entorno, sin embargo.
 La primera estancia a la cual se ingresaba tras cruzar la puerta, era una sala con una mesa de centro, la cual era de madera de caoba, un florero únicamente con un crisantemo blanco sobre este, y un pequeño platillo con dulces de menta sabor coco. El aroma era una combinación entre febreze, y uva. Terrible combinación, de hecho. Dos sofás medianos se ubicaban a cada lado de la mesita, sobre una alfombra blanca que contrastaba con el piso negro de azulejo entero. Hacía frío debido al último elemento.
En el techo colgaba un candelabro pequeño de metal (Yuta ni siquiera estaba seguro si existían candelabros de ese material y color), que a pesar de verse pesado, era de menor tamaño a cualquier otro. Justo detrás de la misma mesita, interrumpiendo las paredes blancas, estaba el espacio del inicio del pasillo, el cual a simple vista no tenía fin, y estaba lo suficientemente iluminada a pesar de no tener ventanas en ninguna parte.
La única salida, aparte de la puerta de principal y el pasillo era una puerta de menor tamaño al de la entrada, una puerta normal y corriente, la cual era de caoba igualmente; se podía leer un simple “Be free” en una plaqueta colgada en la parte superior de dicha puerta.
 ― Bienvenido, Nakamoto Yuta. ― El cuerpo esbelto de la chica hizo una ligera reverencia; ella llevaba una camisa blanca y una falda, el maquillaje limpio y los labios tan rojos como sus tacones y falda, era como una típica secretaria. Apenas la vio reincorporarse, hizo la misma reverencia, tras jalar sus maletas junto a él. Entonces las puertas se cerraron, esa fue la última vez que Yuta respiró el aire de la libertad. La última oportunidad para huir.
 Oyó un golpeteo ahogado dentro de la puerta “Be Free”, pero no le dio mucha importancia. Estaba ocupado pensando en qué embrollo llegó a meterse, y el cómo la secretaria sabía su nombre. ¿Cabía la posibilidad de que Baekhyun hubiese arreglado todo? ¿Qué era ese lugar?
 ― Mi nombre es MoonStar. Soy la secretaria de este instituto. ― ¿Instituto? ¿Eso era? No se fiaba demasiado, aunque lo quisiera así. ― Te explicaré todo lo que debas saber. La puerta a tu derecha es la dirección, noté que la ves inquisitivamente desde hace un momento, no eres bueno disimulando. ― Yuta no dijo nada, pero decidió prestarle atención a esa secretaria, no le daba nada de paz que detectara todos sus movimientos con tanta facilidad. ― Te aconsejo no acercarte a ella si no quieres problemas de ahora en adelante. No quieres que te expulsen otra vez. ― Empezó a sentirse incómodo, demasiado, ¿cómo ella estaba al tanto? A pesar de ser secretaria, era tan indiscreta, y su voz tenía tintes de superioridad. ― Como es un internado, las habitaciones están distribuidas según el tamaño. Todo lo que necesites se encuentra en tu habitación, la cual compartirás. Los horarios te serán entregados en un par de horas por mí, y desde mañana inicias el ciclo semestral. Asiste a tus clases con regularidad y no tendrás que necesitar de un ajuste de actitud. ― Rió por sus últimas palabras, tan sólo estaba jugando, al menos eso dio a entender.
 La secretaria dio la vuelta, haciendo una seña con las manos para que el japonés le siguiera. Era más turbulento de lo que podía ser, el ambiente no desprendía alguna pista de tranquilidad, o algo de comodidad, con poco se asimilaba lejanamente a un instituto de verdad.
Nakamoto arrastró consigo sus maletas tras la secretaria, adentrándose en el pasillo exageradamente largo a simple vista, posteriormente Yuta notó que la iluminación era meramente el techo entero, provenía de un foco de espacio completo que lo recubría; luego notó el porqué, al tener la luz dispersa por toda la parte superior, era doloroso para la vista fijarse en él directamente. La razón era que en cada esquina habían cámaras que hubiesen pasado desapercibido para el japonés si este no fuera curioso, y si DoYoung no le hubiese enseñado previamente cómo identificar estas mini cámaras que servían como camuflaje para distintas investigaciones. Agradeció a su amigo Kim internamente por haberle enseñado también a deducir que ese tipo de cámaras no tienen grabadora de sonido, es decir, al parecer el lugar estaba repleto de cámaras casi invisibles, pero sólo podían ver sus movimientos, no escuchar sus voces.
 El camino era agotadoramente largo, ¿sería otra cosa que analizar? Desde la utilidad de las luces del pasillo, todo ese lugar parecía tan estructurado para ser una trampa de vigilancia y seguridad, lo que no llegaba a comprender era: ¿A qué se debe aquello? ¿Qué era necesario que se quede dentro del lugar y bajo vigilancia extrema?
 ― El final del pasillo; a la derecha encontrarás las aulas respectivas para tus clases, a la izquierda verás la puerta de vidrio, que muestra la cafetería. Hay un horario determinado para comer, te lo advierto, no quieres llegar tarde. Y si continúas hacia adelante en el pasillo, puedes encontrar tu habitación, es complicado llegar, por lo que te guiaré como primera y única vez, trata de memorizarlo.
 Hizo una breve pausa, quieta, tiempo suficiente para que Yuta se cerciorara de que las cámaras aún se esparcían por todas partes, en distintos ángulos. Todas le apuntaban indirectamente, le estaba irritando.
 Volvió a su andanza, y Yuta siguió con su trabajo, memorizó los pasillos, lo cual fue tremendamente difícil. Es cierto que Yuta tenía la facilidad de una memoria (por así decirlo) “fotográfica”, pero incluso para él eso era como un laberinto. Cuando MoonStar mencionó la laberíntica del camino, Nakamoto no lo tomó seriamente, gran error. Estuvo seguro que de intentar salir solo, se perdería.
Primero, izquierda, luego, izquierda, después, derecha… Y el pasillo seguía siendo más prolongado, la luz menos tenue, y el silencio más escalofriante. Yuta no recuerda haber visto alguna otra puerta, todo era pared de color blanco, piso de color negro azulejado, y algunas luces tan alejadas que algunos espacios estaban oscuros. Sin ventanas ni alguna otra forma de marcar una diferencia, para ubicarse en caso de perderse.
 “Quieren aislarme”, pensó.
 ― Tienes suerte, dos alumnos llegaron hoy, al igual que tú. Serán tus compañeros de ahora en adelante. ― No respondió, estaba concentrado en la memorización, y en preguntarse cómo rayos MoonStar parecía tan segura, como si tuviera un GPS instalado en la cabeza.
 Si ya era malditamente mal afortunado tener su habitación a kilómetros de la existencia de vida humana, dentro de un laberinto tenebroso, súmale tener a dos desconocidos con los que convivir. No era el fin del mundo, Yuta era agradable de todas formas, pero su situación crítica le impedía emocionarse.
 ― Si caminas a paso rápido, no te costará llegar a tus clases en veinte minutos. Traeré tu horario después. Y Yuta… No rompas las reglas. No te daremos otra opción si lo haces.
 MoonStar sonrió como lo hace una bruja, tan satíricamente, como si supiera de algo que Nakamoto no. Ella se retiró, desapareciendo con rapidez.
Era el final del pasillo, la pared del final parecía sellada, era de madera caoba otra vez, diferente al resto del piso. Estaba sobrepuesta, eso dedujo Yuta.
Observó la única puerta frente a él, era de metal grueso, reforzado con tornillos del mismo metal, le dio la impresión de que era similar a las que se usaban en los manicomios de las películas, o de las prisiones que albergaban asesinos peligrosos. ¿Sería eso lo que estaba dentro? ¿Un asesino?
 ― Es… Tan extraño. ― Murmuró para sí mismo. Las cámaras no estaban, de hecho, dejó de verlas varios pasillos atrás. Lo que sí notó fue las grabadoras invisibles, ahora, lo que sea que los estuviera vigilando, podía oírlos pero no verlos. Por suerte no había una grabadora desde unos metros más atrás en el pasillo. Fue aliviador saber que la vigilancia no era lo suficientemente cercana a su dormitorio, y es que, odiaba ser controlado de tal forma.
 Dio por hecho que con esa fachada lo más lógico era que esa puerta estuviera asegurada, y que tocar para esperar que le abriesen era su única opción, pero sólo al acercar su mano a la puerta de su cuarto (hasta donde sabía) sintió que se movía.
Rió internamente por ser tan ingenuo; no fue así, la puerta verdaderamente no tenía ningún seguro, era diseñada para ser resistente, pero sin algo que la bloqueara… ¿Era una broma, no? Era completamente inútil, una puerta así le negaba la privacidad. Aunque dudaba que alguien más que la secretaria supiera cómo llegar por el pasillo “laberinto”.
 Suspiró frustrado, todo eso le superaba. Finalmente empujó suavemente la puerta metálica, era pesada pero silenciosa, a pesar de no tener seguro alguno. Jaló sus maletas y se apresuró a cerrarla, el presentimiento de que las cosas no estaban bien no lo abandonaba. Seguía picándole en las costillas.
 Todo dio un giro de ciento ochenta grados cuando vio a sus dos nuevos compañeros. ¿Podría ser más ridículamente planeado?
 ― ¿DoYoung? ¿Ten?
  ///-///
  ― ¡Ya llegó el último! ¿Ahora podemos tomar un descanso? Estoy agotado, hyung.
 ― ¿Sabes, HaeChan? Aumentar al final de tus oraciones “hyung”, no hace que seas respetuoso, hace que utilices el honorífico de adorno. ― Mark rió sin saberlo, pero los demás ignoraron la reprimenda del líder, estaban al tanto de que seguido regañaba a HaeChan más que a nadie.
 ― ¡Estoy hambriento! Hyung.
 ― Lo estás haciendo de nuevo.
 TaeYong trató de ignorar las quejas de HaeChan durante todo el día, pero era imposible, el joven se arraigaba a pedir comida cada quince minutos. ¿Acaso no se daba cuenta que de tener los suministros suficientes se los daría? Inmaduro, pero no podía exigirle demasiado, era uno de los menores después de todo, tratarlo como adulto no era algo que le permitiese hacer sus valores humanos.
 ― Hyung, creo que esta noche podríamos tener una cena, ¿no? Mañana podremos enlistar y presentarnos ante los nuevos. Necesitamos un descanso. ― Musitó desde el fondo Jeno. Ese niño había llegado sin previo aviso hace una semana, y aunque TaeYong no lo conocía del todo, era de mucha ayuda desde que ingresó a ese lugar y se unió a la resistencia. Asintió sólo por acallar a HaeChan de una vez, y además, era la primera cosa que Jeno pedía desde su ingreso.
 ― Está bien. KoEun se encargará de la cena. HaeChan será asistente por su insistencia.
 ― ¡¿Por qué?! Hyung.
 Mark volvió a explotar en risas bajo la ligera observación del resto. TaeYong notó la presencia de una persona poco amistosa, HanSol estaba parado al final del patio principal. Llevaba esa típica aura de chico malo, aunque todos eran conocedores de las pocas agallas del mayor.
 ― Tal vez si le pides a HanSol que te ayude, haga algo por nosotros, para variar. ― Todos los presentes siguieron la mirada del líder, y se encontraron con un HanSol de ojos cerrados apoyado en la pared de una de las esquinas del patio. Implacable, y la vez misterioso. Definitivamente ese era HanSol, el “lobo solitario”.
 ― ¿Estás seguro de que no está dormido?... Hyung.
  ///-///
  ― ¡Yuta! Te dije que llegaría, DoYoung. No podían habernos dejado aquí a nosotros solos. ― Ten saltó sobre Yuta como lo hace un koala, y después –cual animal-, se abrazó a su pierna con insistencia. DoYoung sonrió con ligereza negando con la cabeza, la actitud del tailandés le parecía muy infantil.
 ― ¿Los dejaron? ― Yuta estuvo serio, en el fondo estaba saltando de la alegría por no estar solo, pero el que sus amigos estuvieran ahí le parecía un peso más. Sintió el escalofrío de la verdad pasar por su cuerpo.
 ¿Esa era su prueba, verdad? SM Town los escogió para la prueba. Eso tenía que ser.
Todos sus movimientos de ahora en adelante debían ser correctos, de eso dependía su futuro. El japonés supo que nada iba a ser igual, nada iba a ser fácil. Ellos no estaban ahí por casualidad. La verdad traspasó por su cuerpo como un balde de agua fría, por eso Luhan y Baekhyun actuaban raro, probablemente ellos lo sabían.
Yuta era auto suficiente, pero ahora no estaba solo. Y la necesidad de ser auto suficiente tendría que convertirse en la necesidad de trabajar en equipo.
 ― DoYoung. ― Lo vio en los ojos de su amigo en cuanto lo mencionó, Yuta notó que lo mismo que él pensaba pasaba por la mente de Dong, este le devolvió la mirada y asintió con seguridad. Se leyeron la mente. ― Ten, tenemos que hablar.
  ///-///
  ― ¡Odio cocinar! ― Se quejó nuevamente HaeChan, ese muchacho se la pasaba estresado debido a su misión, lo cual era hasta estúpido, puesto que no hacía nada.
 Desde la llegada inesperada de Jeno, el líder la misión se quedó en blanco, no sabía de qué serviría de ayuda tener un aliado más, es decir, con HaeChan era más que suficiente. Tener a Jeno vigilando sus acciones sólo le hacía pensar que el poder tenía sus dudas con respecto a la competencia de su posición. Eso aumentaba presión en sus hombros.
Para ser sincero, no lograba entender por qué era imprescindible que esos dos niños lo persiguieran en aquello, si bien él solo lo había logrado perfectamente antes de la llegada de JaeMin. Según los informes que recibió, el rango de HaeChan y Jeno no era un chiste, y posiblemente lo de Jeno fuese cierto, ¡pero HaeChan era un total dolor de cabeza! Ese chico no le obedecía en lo más mínimo, y él siendo rebelde no era de ayuda, sólo complicaba las cosas, hacía de lo fácil, difícil. Jeno sí parecía serio, hasta donde recuerda, Jeno se metía en su papel enteramente, incluso él casi cae ante sus engaños.
 ― ¡Voy a vengarme de TaeYong! KoEun es tan mandona, sólo me dice qué hacer, y si no lo hago, me golpea. ― Otra vez, HaeChan. Jeno reía en silencio desde su localización, justo a su lado.
 ― Tal vez debería golpearte para que escucharas. ― Murmuró como un pensamiento fugaz en voz alta, él no era así, él no solía mostrar su enfado. Pero HaeChan era su gran excepción.
 ― No te hagas grande, líder. Quien es más útil que tú, y más importante que cualquiera, soy yo.
 No lo entendió, ni quiso hacerlo, aunque debió. Jeno inició sus indicaciones del perímetro tras su guardia sigilosa, mientras HaeChan intentaba cantar Billie Jean, y el líder mandaba oralmente las coordenadas de las indicaciones de Jeno.
 Sólo eran sus voces entre mezcladas, pero si escuchas atentamente, una de ellas es letal.
  ///-///
  ― Están diciéndome que estamos aquí porque pasamos la audición de SM Town. Esto es una misión, y aunque no sabemos qué hacer, debemos estar preparados para lo que sea. ― Finalmente Ten comprendió todo, y tras repetirlo por tercera vez, sus amigos asintieron.
 Su habitación era impresionante. Era grande, mucho para tres chicos solamente; estaba dividida en tres partes con paredes que apenas medían un metro, fáciles de saltar. La primera división de la derecha permitía ver una mini sala, bien equipada, esa era la primera vista al abrir la puerta; a la izquierda en la segunda división estaba el dormitorio pequeño, tres camas y dos veladores como intermedio entre estas; la tercera división era más lujosa, se presentaba una mini cocina, igualmente bien equipada. Adicional a todo aquello estaba el único baño, ¿cabe decir que estaba bien equipada también?
Todo llevaba una decoración minimalista.
 ― ¿Vamos a intensificar esta charla? Es importante que cada uno dé su punto de vista, tal vez algunas personas se enteren de cosas que pasaron por alto. ― Pronunció DoYoung, casi codeando a Ten para que se diera cuenta de la indirecta, muy directa.
 ― Me parece bien. ― Añadió Yuta.
 Los tres estaban sentados en la mini sala de su habitación: Dos sofás pequeños, una mesa de centro vacía, una pantalla de televisor pegada a la pared del tamaño de un rinoceronte gigante, y dos ventanas en esa esquina, dos ventanas que eran las únicas que Yuta vio desde que ingresó.
 ― Yo iniciaré. ― Anunció Nakamoto, dejando de lado sus maletas y mostrándose serio. ― Las paredes de afuera, son de metal reforzado, dudo que sea fácil pasarlas tomando en cuenta que aparte de medir alrededor de cinco metros, en la parte superior poseen un metro más de pared invisible, protegida por electricidad de potencia envidiable, tan sólo en viento la tocó y se vieron chispas. Las puertas se desplazan como las puertas deslizables de una casa tradicional, lo que significa que son controladas eléctricamente, deber haber una sala de control o un centro de poder en alguna parte, de otra forma, dudo que puedan controlar todo eso desde un monitor remoto, pero eso se lo dejaré al criterio de DoYoung, que es el experto. Pasamos al interior; el recibidor principal es pequeño y lo que la secretaria rara dijo, es que la única puerta, al lado del pasillo, es la dirección, la plaqueta “Be Free” debe significar algo, presiento que quiere decir que la misión es salir, “ser libres”. Continúo, por si no lo notaron hay cámaras invisibles por todas partes, pero carecen de grabación de audio, eso hasta encontrarnos con el principio del pasillo que nos lleva a nuestra habitación, desde ahí sólo hay grabadoras invisibles, lo que cambia nuestra capacidad para comunicarnos libremente. Por lo que vi, no hay métodos de seguridad cerca de nuestra habitación, lo suficiente para dejarnos como fantasmas. Con respecto al pasillo, debemos encontrar un método para no perdernos de querer salir, porque parece un laberinto interminable.
 ― ¡Sorprendente, Yuta! ― Dijo DoYoung aplaudiendo con emoción. ¿DoYoung estaba feliz con esto? Lo más probable es que fuese la adrenalina que necesitaba para olvidar su aura sombría. ― Es mi turno, y aunque fuiste sorprende, hay cosas que te faltaron. ― Ahí estaba Kim DongYoung, y su lado egocéntrico mostrándose en todo su esplendor. ― Hay cámaras en la parte de afuera, están camufladas con la reja de electricidad invisible. También pude ver que el camino que conducía a los salones tenía ventanas, pero no pude acercarme por la presencia de la señorita “soy MoonStar la secretaria sexy y aterradoramente entrometida”. Lo que sí logré hacer, fue notar que en el comedor sí hay cámaras descubiertas, además de que cada mesa está enumerada con plaquetas de metal eléctrico. Un dato impresionante del laberinto es que al parecer el falso, se puede crear fácilmente con un equipo avanzado de simulación, pero realmente me asusta porque no sé cómo desactivarlo. Por último, en cuatro metros alrededor de nuestra habitación no hay equipos de seguridad, ni siquiera dentro de nuestra habitación, lo que diferencia a este lugar de los cuatro metros, es que si vemos las esquinas de las paredes en cada división, aquí, se ven claramente las conexiones de donde se supone que deben estar las cámaras, pero no están. ¡Lo más importante! La pantalla del televisor, es falsa.
 Ten y Yuta aplaudieron enmudecidos, DoYoung sí había notado muchas cosas importantes. Yuta pensó internamente, y no evitó reprocharse; las cosas que su amigo había mencionado eran jodidamente importantes, desde las cámaras exteriores, lo que seguro lo delató al revisar la invitación de SM Town que encontró en medio de la ventisca, aunque no podía descartar que hubiese sido planeado; hasta las cámaras de su habitación, ¿qué hubiese sucedido si Dong no lo hubiera notado? Yuta habría hablado de todo aquello libremente, sin percatarse de que (en el caso haber estado las cámaras), hubiesen grabado todo. No podía permitirse ser tan descuidado.
 ― Oh, yo quiero hablar. ― Era curioso que Ten quisiera hacerlo, puesto que él ni siquiera sabía de qué iba todo eso. Yuta y DoYoung se lo permitieron, sólo para ser justos, pero el tailandés era más atento de lo que creyeron. ― ¿Pensábamos en cómo escapar, no? Bueno. Lo que mencionaron está bien, pero si vieron los carteles de los salones con cuidado, habrían notado que todos se enumeraban por el alfabeto, excepto uno, al final del pasillo de las aulas decía “0”, esa no es una letra, ¿soy el único al que le pareció extraño? ¿Por qué sólo a mí me resultó raro que en la cafetería no hubiese comida, ni cocineras, ni algo que no fuesen las mesas enumeradas? ¡Si aquí en nuestra mini cocina hay tanta comida! Además, lo que me resulta impresionante es que vi ventanas de distintos tipos: En el pasillo de las aulas habían muchas ventanas sin seguridad, y el vidrio era simple como el de la puerta de la cafetería, pero dentro de la cafetería había una que tampoco tenía seguridad, haciéndolo igual que las del área de las aulas. Si se fijan, en nuestra habitación hay dos ventanas, en cada pared de la esquina, una está sellada, y la otra tiene barras de seguridad que son más gruesas que las de las celdas en la cárcel. Con la carga eléctrica que se carga este lugar, ¿no se han puesto a pensar que no hay señal? En mi casa, si Luhan conecta el cargador de su móvil, la secadora, la plancha, la plancha para el cabello, la tostadora, el microondas, y el frigorífico, no hay señal. ¡Imaginen lo que es en este lugar que tiene en todas las paredes externas vallas de electricidad invisible! Porque sí notaron que se puede identificar fácilmente las paredes exteriores por esa valla, ¿verdad? ¡Oh! También hay un patio, lo vi en la puerta semi abierta al final de pasillo de las aulas, pero en el horario que se me entregó no existe alguna clase que requiera de ese patio. Si me preguntan a mí, la pared sobre puesta al final del pasillo de nuestra habitación no da confianza, podríamos derribarla fácilmente y encontrar más pasillo. Si DoYoung no sabe cómo desactivar la simulación que dijo, podríamos sólo derribar esa pared de caoba y saber qué hay detrás de ella, quién sabe si nos encontramos con algo interesante que nos saque de aquí. ― Ten hizo una pausa, y en lo que sus amigos volvían en sí, anonadados con su atención, Chittaphon volvió a hablar. ― Yo creo que el cartel “Be Free” no quiere decir que escapemos, pienso que esa es la puerta de salida, por eso la secretaria rara dijo que no podía acercarme, y aseguro que se los dijo a ustedes igual. Si cruzamos esa puerta, también podríamos ver qué rayos hay en el interior. ¡Por cierto! El tamaño de este lugar, desde afuera se ve más grande de lo que caminamos, aún con el laberinto del pasillo, porque este sólo da vueltas entre sí, para enredarnos y confundirnos. ¿Ahí no está la respuesta? ¿Descubrir qué hay más allá de lo que nos mostraron? ¡Algo más! ¿Se han puesto a pensar que estamos aquí porque dimos la audición en conjunto? ¿No será que por eso desapareció JaeMin? No dudo que esto sea una prueba, porque vi afuera un logo de SM Town, es decir, necesitan ser más discretos, en la parte interna de la puerta de entrada, cuando se deslizó lentamente vi el sello SM. Si estamos aquí, eso significa que NaNa ya pasó esta prueba, ¿no? ¿Por qué habrían de traerlo a él antes que a nosotros? Dimos la prueba juntos, lo lógico es que nos trajeran juntos. ¿Quién nos asegura que el golpeteo de la tal dirección no es importante? ¿Lo escucharon, no? ¡Y eso! MoonStar dijo que podría llegar a clases en 20 minutos si me apresuraba, ¿20 minutos? Debemos caminar por 20 minutos entre los pasillos enredados, definitivamente quieren mantenernos alejados, para dificultar las cosas, después de todo, esto es una prueba. ¿Me equivoco si menciono que este es un instituto-internado y no vi a otro alumno o signo de otras habitaciones aquí? Parece que somos los únicos, entonces, ¿la seguridad es por nosotros? Nos escogieron para dar la audición, a todos nos llegó la primera carta, vieron en nosotros talento, por eso estamos aquí, sentados, intentando descifrar todo esto. Una persona normal no habría olfateado el peligro, ni habría memorizado todo esto como nosotros, ¡tenemos talento! Sólo debemos demostrarlo; cualquiera que sea la prueba, si JaeMin no volvió a aparecer es porque la pasó, él tanto como nosotros, tiene talento. No nos pongamos nerviosos, actuemos como hasta ahora, y todo saldrá bien.
 Fueron muchas cosas que procesar. Nakamoto y Kim trataban de asimilar el enorme discurso de su amigo tailandés y ordenarlo en su cabeza, en un plano mental. ¿Cómo es que el chico que fingió no saber nada ahora era un experto? Los detalles que sabía eran primordiales, y a la verdad: DoYoung y Yuta sintieron una chispa de celos, por lo inteligente que era Chittaphon.
 Esta prueba exigía no subestimar a nadie, y eso es algo que aprenderían a lo largo de los sucesos amoladores que impactarían con sus vidas, como lo hacen las gotas de lluvia sobre un hormiguero.
 DoYoung pensó: ¿JaeMin estará aquí? ¿Estará bien? ¿Habrá pasado la prueba?
 Ten pensó: Estoy completamente seguro de que escuché el sonido de unas cadenas arrastrándose, ¿olvidé mencionarlo? ¿Debería hacerlo ahora? Proviene de la mini cocina.
 Y Yuta pensó: Ten es agudo en todo. Él no lo hace bien, pero es listo.
  Nadie conocía a su mejor amigo mejor que Yuta.
Algo que tuvieron en común es que todos, al final pensaron que estarían juntos en esto. Ellos creyeron fervientemente que la prueba la pasarían juntos. Pero en ese juego no había aliados, no existía un grupo, sólo estaban ellos individualmente, como peones luchando por su puesto en la vida.
  ¿A cuál le puestas?
 Ten; ahogado.
Yuta; destrozado.
DoYoung; mutilado.
JaeMin; decapitado.
  ¿Jugarán bien sus cartas para llegar al final?
1 note · View note
97steven · 4 years
Text
Noche de bestias
El viaje se había cruzado con la época de lluvias y la granja no se había quedado exenta de los destrozos provocados por las tormentas, las reparaciones fueron numerosas y los gastos crecieron mas de lo que habían esperado.
Casi en la ultima semana del mes, durante una violenta tormenta el granero se vio colapsado, el fuerte viento y la lluvia habían causado el derrumbe de un árbol cercano, el cual había roto el techo del granero y decidió bajar al pueblo a por madera a la mañana siguiente para repararlo. Durante esa lluviosa mañana estuvo desayunando con su familia mientras escuchaban la radio, Kyle que apenas había cumplido 14 años decidió acompañar a su padre para ir aprendiendo a desenvolverse en la granja y empezó a preparar todas las cuerdas que necesitaran para atar los tablones al coche. Decidieron salir cuanto antes para así no tardar mucho en hacer el reparo y tener todo resuelto para la noche, al montar en el coche en la radio sonaban las noticias matutinas, donde después de informar de la tormenta que habría esa tarde salto una noticia de ultima hora:
“¡Ultima hora! Un motín en el manicomio provoca la fuga de un interno y moviliza a las fuerzas de policía, siguen el rastro pero desconocen su paradero. Se ruego a los habitantes que se informe con cualquier pista que se pueda tener sobre este, en caso de encontrárselo piden ayuda inmediatamente y tengan cuidado, por sus antecedentes el sujeto puede ser peligroso y letal.”
La noticia preocupo a Kyle pero su padre no le dio mucha importancia, hace unos años había conseguido la licencia de armas y tenia una guardada en la guantera por si la necesitaba algún día la necesitaba. Llegaron al pueblo y lo encontraron algo deshabitado para lo que solía ser, al comprar las tablas empezó a llover, la lluvia se hacia cada vez mas fuerte y el vendedor les advirtió que tuviesen cuidado con las tormentas, pues estas embravecían sin uno esperarselo a lo que Kyle respondió “No se preocupe, mi padre es un excelente conductor”. Al salir de la tiendo iniciaron rápidos el camino y tomaron el camino a casa, viajaron durante horas hasta que el coche empezó a quedarse sin gasolina, el padre decidió esperar a que aminorara la tormenta y pudiese acercarse a una gasolinera cercana. Pasaron unos minutos y esta se hizo mas leve, pero la lluvia todavía marcaba su presencia, a lo que el padre decidió salir dejando al chico en el coche ya que estaba demasiado cansado como para aguantar la ida y la vuelta a la gasolinera.
Al pasar unos minutos desde que su padre se fue, Kyle empezó a sentir sueño y decidió dormir hasta que llegase su padre pero a las pocas horas un golpe seco y pausado le despertó, era un sonido que se repetía algo mas lento que el segundero de un reloj pero acabaría por desquiciarle, pensó que la lluvia estaría zarandeando una rama y esta estaría golpeando el coche o algún animal se sentiría amenazado y estaría golpeando a este, no le dio importancia pero se preocupó al ver que su padre no había vuelto, para acabar con su preocupación decidió dormirse de nuevo.
Cuando despertó se dio cuenta de que había amanecido y que el golpe continuaba, esto le extraño pero mas le extraño fue levantar la mirada y ver a través de la luna del coche patrullas de policía rodeando el coche y apuntando con armas, escuchaba a unos de los policías gritar:
¡SAL DESPACIO Y NO MIRES ATRÁS, NO TE PASARÁ NADA!
Decidió hacer caso y salir del coche, a medida que se alejaba del coche se dio cuenta de que el sonido no cesaba y una vez llego a donde estaban los policías decidió girarse y la imagen que presencio le dio un vuelco al corazón. La imagen de ver a un hombre vestido con ropa de hospital mientras con algo en su mano golpeaba el coche, lo que verdaderamente le horrorizo fue darse cuenta de que lo que sujetaba era la cabeza de su padre.
0 notes
Text
Danilo Díaz Granados recomienda: Los 10 mejores poemas de Roberto Bolaño
**Roberto Bolaño** (1953 - 2003) es una de las figuras literarias chilenas más conocidas de los últimos cincuenta años. Este conocido escritor y poeta, fallecido en el año 2003, es especialmente reconocido por haber realizado novelas como [“Estrella distante”](https://ift.tt/2psNSuz) o [“Los detectives salvajes”](https://ift.tt/2I4i9Z7). También es conocido por ser uno de los principales fundadores del [movimiento infrarrealista](https://ift.tt/2LRajDt), el cual buscaba la expresión libre de la propia posición vital independientemente de los convencionalismos y límites impuestos por la sociedad. El camino de este autor, pese a que tal vez recibiera mayor reconocimiento por sus novelas, empezaría de la mano de sus obras líricas, principalmente poemas en los que el autor expresaba sus emociones y pensamientos respecto a una gran diversidad de temas. Y de cara a poder observar y profundizar en su manera de ver las cosas, en este artículo **os presentamos una breve selección de los poemas de Roberto Bolaño**. Artículos relacionados: * ["Los 10 mejores poemas de Julio Cortázar"](/cultura/poemas-julio-cortazar) ## Diez poemas de Roberto Bolaño A continuación os dejamos con una decena de las obras poéticas de Roberto Bolaño, que nos hablan de temas tan diversos como el amor, la poesía o la muerte, desde un punto de vista a veces trágico. ### 1. Los perros románticos *En aquel tiempo yo tenía veinte años y estaba loco. Había perdido un país pero había ganado un sueño. Y si tenía ese sueño lo demás no importaba. Ni trabajar ni rezar, ni estudiar en la madrugada junto a los perros románticos. Y el sueño vivía en el vacío de mi espíritu. Una habitación de madera, en penumbras, en uno de los pulmones del trópico. Y a veces me volvía dentro de mí y visitaba el sueño: estatua eternizada en pensamientos líquidos, un gusano blanco retorciéndose en el amor. Un amor desbocado. Un sueño dentro de otro sueño. Y la pesadilla me decía: crecerás. Dejarás atrás las imágenes del dolor y del laberinto y olvidarás. Pero en aquel tiempo crecer hubiera sido un crimen. Estoy aquí, dije, con los perros románticos y aquí me voy a quedar.* Este poema, publicado en el libro del mismo nombre, nos habla de la juventud y de la locura y el descontrol de las pasiones con las que se suele asociar. Asimismo vemos una posible referencia a la caída de Chile en manos de Pinochet y de su emigración a México. ### 2. Musa *Era más hermosa que el sol y yo aún no tenía dieciséis años. Veinticuatro han pasado y sigue a mi lado. A veces la veo caminar sobre las montañas: es el ángel guardián de nuestras plegarias. Es el sueño que regresa con la promesa y el silbido.El silbido que nos llama y que nos pierde. En sus ojos veo los rostros de todos mis amores perdidos. Ah, Musa, protégeme, le digo, en los días terribles de la aventura incesante. Nunca te separes de mí. Cuida mis pasos y los pasos de mi hijo Lautaro. Déjame sentir la punta de tus dedos otra vez sobre mi espalda, empujándome, cuando todo esté oscuro, cuando todo esté perdido.Déjame oír nuevamente el silbido. Soy tu fiel amante aunque a veces el sueño me separe de ti. También tú eres la reina de los sueños. Mi amistad la tienes cada día y algún día tu amistad me recogerá del erial del olvido. Pues aunque tú vengas cuando yo vaya en el fondo somos amigos inseparables. Musa, a donde quiera que yo vaya tú vas. Te vi en los hospitales y en la fila de los presos políticos. Te vi en los ojos terribles de Edna Lieberman y en los callejones de los pistoleros. ¡Y siempre me protegiste! En la derrota y en la rayadura. En las relaciones enfermizas y en la crueldad, siempre estuviste conmigo. Y aunque pasen los años y el Roberto Bolaño de la Alameda y la Librería de Cristal se transforme, se paralice, se haga más tonto y más viejo tú permanecerás igual de hermosa. Más que el sol y que las estrellas. Musa, a donde quiera que tú vayas yo voy. Sigo tu estela radiante a través de la larga noche. Sin importarme los años o la enfermedad. Sin importarme el dolor o el esfuerzo que he de hacer para seguirte. Porque contigo puedo atravesar los grandes espacios desolados y siempre encontraré la puerta que me devuelva a la Quimera, porque tú estás conmigo, Musa, más hermosa que el sol y más hermosa que las estrellas.* El autor nos habla en este poema de su inspiración poética, su musa, viéndola en diversos ámbitos y contextos. ### 3. Lluvia *Llueve y tú dices es como si las nubes lloraran. Luego te cubres la boca y apresuras el paso. ¿Como si esas nubes escuálidas lloraran? Imposible. Pero entonces, ¿de dónde esa rabia, esa desesperación que nos ha de llevar a todos al diablo? La Naturaleza oculta algunos de sus procedimientos en el Misterio, su hermanastro. Así esta tarde que consideras similar a una tarde del fin del mundo más pronto de lo que crees te parecerá tan sólo una tarde melancólica, una tarde de soledad perdida en la memoria: el espejo de la Naturaleza. O bien la olvidarás. Ni la lluvia, ni el llanto, ni tus pasos que resuenan en el camino del acantilado importan;Ahora puedes llorar y dejar que tu imagen se diluya en los parabrisas de los coches estacionados a lo largo del Paseo Marítimo. Pero no puedes perderte.* Esta poesía refleja una sensación de extrañeza, tristeza, miedo y desamparo derivada de la observación de la lluvia, la cual también simboliza el dolor y las lágrimas. Esta es un elemento de aparición frecuente en la obra del autor que además suele usar como punto de unión entre lo real y lo irreal. ### 4. Extraño maniquí *Extraño maniquí de una tienda del Metro, qué manera de observarme y presentirme más allá de todo puente, mirando el océano o un lago enorme, como si de él esperara aventura y amor.Y puede un grito de muchacha en plena noche convencerme de la utilidad de mi rostro o se velan los instantes, placas de cobre al rojo vivo la memoria del amor negándose tres veces en aras de otra especie de amor. Y así nos endurecemos sin abandonar la pajarera, desvalorizándonos, o bien volvemos a una casa pequeñísima donde nos espera sentada en la cocina una mujer. Extraño maniquí de una tienda del Metro, qué manera de comunicarte conmigo, soltero y violento, y presentirme más allá de todo. Solamente me ofreces nalgas y senos, estrellas platinadas y sexos espumosos. No me hagas llorar en el tren naranja, ni en las escaleras eléctricas, ni saliendo repentinamente a marzo, ni cuando imagines, si imaginas, mis pasos de veterano absoluto nuevamente bailando por los desfiladeros. Extraño maniquí de una tienda del Metro, así como se inclina el sol y las sombras de los rascacielos, irás inclinando tus manos; así como se apagan los colores y las luces de colores, se apagarán tus ojos. ¿Quién te mudará de vestido entonces? Yo sé quién te mudará de vestido entonces.* Este poema, en que el autor dialoga con un maniquí de una tienda del metro, nos habla de una sensación de vacío y soledad, de la búsqueda del placer sexual como vía de escape y del progresivo apagarse de la ilusión. @image(15332) ### 5. El fantasma de Edna Lieberman *Te visitan en la hora más oscura todos tus amores perdidos. El camino de tierra que conducía al manicomio se despliega otra vez como los ojos de Edna Lieberman, como sólo podían sus ojos elevarse por encima de las ciudades y brillar. Y brillan nuevamente para ti los ojos de Edna detrás del aro de fuego que antes era el camino de tierra, la senda que recorriste de noche, ida y vuelta, una y otra vez, buscándola o acaso buscando tu sombra. Y despiertas silenciosamente y los ojos de Edna están allí. Entre la luna y el aro de fuego, leyendo a sus poetas mexicanos favoritos. ¿Y a Gilberto Owen, lo has leído?, dicen tus labios sin sonido, dice tu respiración y tu sangre que circula como la luz de un faro. Pero son sus ojos el faro que atraviesa tu silencio. Sus ojos que son como el libro de geografía ideal: los mapas de la pesadilla pura. Y tu sangre ilumina los estantes con libros, las sillas con libros, el suelo lleno de libros apilados. Pero los ojos de Edna sólo te buscan a ti. Sus ojos son el libro más buscado. Demasiado tarde lo has entendido, pero no importa. En el sueño vuelves a estrechar sus manos, y ya no pides nada.* Este poema nos habla de Edna Lieberman, una mujer de quien el autor estuvo profundamente enamorado pero cuya relación se rompió pronto. Pese a ello, la recordaría a menudo, apareciendo en una gran cantidad de obras del autor. ### 6. Godzilla en México *Atiende esto, hijo mío: las bombas caían sobre la Ciudad de México pero nadie se daba cuenta. El aire llevó el veneno a través de las calles y las ventanas abiertas. Tú acababas de comer y veías en la tele los dibujos animados. Yo leía en la habitación de al lado cuando supe que íbamos a morir. Pese al mareo y las náuseas me arrastré hasta el comedor y te encontré en el suelo. Nos abrazamos. Me preguntaste qué pasaba y yo no dije que estábamos en el programa de la muerte sino que íbamos a iniciar un viaje, uno más, juntos, y que no tuvieras miedo. Al marcharse, la muerte ni siquiera nos cerró los ojos. ¿Qué somos?, me preguntaste una semana o un año después, ¿hormigas, abejas, cifras equivocadas en la gran sopa podrida del azar? Somos seres humanos, hijo mío, casi pájaros, héroes públicos y secretos.* Este breve problema refleja de manera bastante clara como el autor trabaja el tema de la muerte y el pavor y el miedo a está (en el contexto de un bombardeo), así como la facilidad con la que puede llegarnos. También nos hace una breve reflexión sobre el tema de la identidad, el quién somos en una sociedad cada vez más individualista pero en el que a la vez la persona es menos considerada como tal. ### 7. Enseñame a bailar *Enséñame a bailar, a mover mis manos entre el algodón de las nubes, a estirar mis piernas atrapadas por tus piernas, a conducir una moto por la arena, a pedalear en una bicicleta bajo alamedas de imaginación, a quedarme quieta como estatua de bronce, a quedarme inmóvil fumando Delicados en ntra. esquina. Los reflectores azules del salón van a mostrar mi rostro, goteado de rimmel y arañazos, ustedes van a ver una constelación de lágrimas en mis mejillas, voy a salir corriendo. Enséñame a pegar mi cuerpo a tus heridas, enséñame a sostener tu corazón un ratito en mi mano, a abrir mis piernas como se abren las flores para el viento para sí mismas, para el rocío de la tarde. Enséñame a bailar, esta noche quiero seguirte el compás, abrirte las puertas de la azotea, llorar en tu soledad mientras desde tan arriba miramos automóviles, camiones, autopistas llenas de policías y máquinas ardiendo. Enséñame a abrir las piernas y métemelo, contén mi histeria dentro de tus ojos. Acaricia mis cabellos y mi miedo con tus labios que tanta maldición han pronunciado, tanta sombra sostenido. Enséñame a dormir, esto es el fin.* Este poema es la petición de alguien aterrorizado, que tiene miedo pero quiere vivir libre, y que le pide a su acompañante que le enseñe a vivir libremente, que la libere y que le haga el amor con el fin de encontrar la paz. ### 8. Amanecer *Créeme, estoy en el centro de mi habitación esperando que llueva. Estoy solo. No me importa terminar o no mi poema. Espero la lluvia, tomando café y mirando por la ventana un bello paisaje de patios interiores, con ropas colgadas y quietas, silenciosas ropas de mármol en la ciudad, donde no existe el viento y a lo lejos sólo se escucha el zumbido de una televisión en colores, observada por una familia que también, a esta hora, toma café reunida alrededor de una mesa. Créeme: las mesas de plástico amarillo se desdoblan hasta la línea del horizonte y más allá: hacia los suburbios donde construyen edificios de departamentos, y un muchacho de 16 sentado sobre ladrillos rojos contempla el movimiento de las máquinas. El cielo en la hora del muchacho es un enorme tornillo hueco con el que la brisa juega. Y el muchacho juega con ideas. Con ideas y escenas detenidas. La inmovilidad es una neblina transparente y dura que sale de sus ojos. Créeme: no es el amor el que va a venir, sino la belleza con su estola de albas muertas.* Este poema hace una referencia a la llegada de la luz del Sol en el amanecer, la quietud el despertar de las ideas, si bien también hace referencia a la previsión de que algo malo pueda llegar después. ### 9. Palingenesia *Estaba conversando con Archibald MacLeish en el bar «Los Marinos» de la Barceloneta cuando la vi aparecer, una estatua de yeso caminando penosamente sobre los adoquines. Mi interlocutor también la vio y envió a un mozo a buscarla. Durante los primeros minutos ella no dijo una palabra. MacLeish pidió consomé y tapas de Mariscos, pan de payés con tomate y aceite, y cerveza San Miguel. Yo me conformé con una infusión de manzanilla y rodajas de pan integral. Debía cuidarme, dije. Entonces ella se decidió a hablar: los bárbaros avanzan, susurró melodiosamente, una masa disforme, grávida de aullidos y juramentos, una larga noche manteada para iluminar el matrimonio de los músculos y la grasa. Luego su voz se apagó y dedicose a ingerir las viandas. Una mujer hambrienta y hermosa, dijo MacLeish, una tentación irresistible para dos poetas, si bien de diferentes lenguas, del mismo indómito Nuevo Mundo. Le di la razón sin entender del todos sus palabras y cerré los ojos. Cuando desperté MacLeish se había ido. La estatua estaba allí, en la calle, sus restos esparcidos entre la irregular acera y los viejos adoquines. El cielo, horas antes azul, se había vuelto negro como un rencor insuperable. Va a llover, dijo un niño descalzo, temblando sin motivo aparente. Nos miramos un rato: con el dedo indicó los trozos de yeso en el suelo. Nieve, dijo. No tiembles, respondí, no ocurrirá nada, la pesadilla, aunque cercana, ha pasado sin apenas tocamos.* Este poema, cuyo título hace referencia a la propiedad de regenerarse o renacer una vez aparentemente muerto, nos muestra cómo el poeta sueña con el avance de la barbarie y de la intolerancia, que terminan por destrozar la belleza en unos tiempos convulsos. ### 10. La esperanza *Las nubes se bifurcan. Lo oscuro se abre, surco pálido en el cielo. Eso que viene desde el fondo es el sol. El interior de las nubes, antes absoluto, brilla como un muchacho cristalizado. Carreteras cubiertas de ramas, hojas mojadas, huellas. He permanecido quieto durante el temporal y ahora la realidad se abre. El viento arrastra grupos de nubes en distintas direcciones. Doy gracias al cielo por haber hecho el amor con las mujeres que he querido. Desde lo oscuro, surco pálido, vienen los días como muchachos caminantes.* Este poema da cuenta de la esperanza, de ser capaz de resistir y superar la adversidad para llegar a ver de nuevo la luz. Ver Fuente Ver Fuente
0 notes
bookolica · 6 years
Photo
Tumblr media
Nellie Bly y la carrera por ser la primera periodista en batir a Phileas Fogg
Fue a finales de la década de los 80 del siglo XIX. Nellie Bly, periodista en un periódico de Pittsburg, estaba harta de que intentasen que escribiese los ‘artículos de chicas’ que entonces se les endosaban a las periodistas mujeres. Exposiciones florales, comidas de las señoras de la buena sociedad… Bly sabía que eso no era lo que quería escribir y que quería hacer algo diferente, algo más osado. Así que, cuando sintió que le habían cortado las alas en su periódico de origen, decidió marcharse e irse a buscar fortuna en la prensa de Nueva York. Su salida del diario es casi como la que todas aquellas personas que alguna vez estuvieron frustradas con su trabajo soñaron. Dejó una carta de despedida para su jefe. “Me voy a Nueva York. Esté atento”.
Claro que llegar a Nueva York y triunfar en la industria emergente de los periódicos no era un todo, sobre todo cuando llegabas – como Nellie Bly lo hizo – sin contactos, sin fortuna y sin mucho que contase a tu favor más que tus ganas de trabajar, tu entusiasmo y tu talento. Bly no sabía cómo entrar en el círculo de los medios, pero era una persona muy imaginativa. Decidió escribir un artículo sobre una chica de provincias que llega a la gran ciudad para trabajar en la prensa y entrevistar a todos los directores de los grandes diarios.
No es de lo más ortodoxo, cierto, pero le permitió conseguir conocer de qué pie cojeaban los directores de los diferentes medios. Uno de ellos era el director del New York World, que se acabaría convirtiendo en su primer jefe en la ciudad cuando ella le propuso un tema para un reportaje y él le preguntó si estaría dispuesta a escribir en cambio sobre el horrible manicomio de la ciudad, infiltrándose como una de las enfermas.
Y Bly lo hizo. Las crónicas que escribió la convirtieron en una estrella emergente del periodismo y una de las grandes pioneras del periodismo gonzo y de las ‘stunt girls’, las reporteras infiltradas que hacían investigaciones osadas en el periodismo estadounidense de finales del siglo XIX. Las crónicas de su estancia en el psiquiátrico de la isla de Blackwell (que fueron publicadas ya hace unos años en España en castellano en una nueva edición) forman parte de la antología que Capitán Swing acaba de dedicar a Nellie Bly, La vuelta al mundo en 72 días y otros escritos. En la obra se recoge también el texto que Bly escribió (y que se publicó por entregas y como libro tras su viaje) tras el viaje de vuelta al mundo que realizó en 1889/1890.
Este último texto es el más popular de todos los que Bly escribió y fue el que, de hecho, la convirtió en una celebridad mundial a finales del siglo XIX. Su viaje de vuelta al mundo, inspirado en el de Phileas Fogg, el héroe de la novela de Julio Verne, fue un hito seguido de forma masiva en los medios y que sirvió para convertir a la propia Bly en una de las periodistas más famosas de su época (y posiblemente con ello lastrar una carrera muy prometedora…). Cuando Nellie Bly llegó al punto de partida de su viaje, en un retorno histórico (había logrado adelantarse 8 días a Fogg), era la protagonista de juegos de mesa, anuncios de productos, muñecas, papel de cartas, cuadernos o lámparas.
Una carrera por el globo
Lo interesante – y lo curioso – es que Bly no estaba exactamente sola en su recorrido por los cinco continentes. Otra periodista, Elizabeth Bisland, competía contra ella (de una manera no muy natural) para llegar antes a la meta (Nueva York).
La historia de esta vuelta al mundo empezó con Bly buscando una historia que venderle a su editor, con su periódico no acabando de ver la idea de mandar a una mujer viajando sola alrededor del mundo y luego sintiendo bastante presión porque pensaba que alguien les iba a robar la idea y mandando a Nellie Bly a su gran viaje con un preaviso de no muchas horas. El preaviso de viaje inminente es uno de los datos con los que Bly comienza su historia. El porqué de este preaviso es algo que cuenta en Ochenta días Matthew Goodman, un libro que publicó hace unos años en España Aguilar y que acabé comprando rápidamente tras acabar la lectura de la antología publicada por Capitán Swing para saber más. Goodman sigue la historia de las dos mujeres y el antes y el después de su viaje.
Tras recibir la orden de prepararse para empezar viaje de su editor, Bly se fue a comprar un vestido resistente y a preparar su mínimo equipaje. Ese equipaje fue, quizás, parte de lo que hizo que su aventura pareciese mucho más emocionante y mucho más extrema. La periodista redujo al mínimo las cosas con las que viajaba y se lanzó a recorrer el mundo con un bolso de mano en el que llevaba ropa interior, un bote de crema y poco más. Como ropa solo llevaba un vestido ultrarresistente confeccionado en unas horas por un modisto de Nueva York y un abrigo con una gorra, un atuendo que se convertiría en icónico y que acabaría siendo imitado luego durante años.
Su periódico anunció con bombo y platillo el día que iba a empezar el viaje que Bly se iba a lanzar a esta aventura y así fue como el editor de la revista The Cosmopolitan (abuela de la Cosmo de hoy y que entonces era una revista más literaria) decidió mandar a su alternativa. Otra periodista de su revista haría la ruta en sentido contrario, ya que él estaba convencido de que era la vía más rápida, y batiría a Bly.
Elizabeth Bisland, la otra periodista a la carrera
Escogió a Elizabeth Bisland, su crítica literaria, quien se unió al viaje con escasas ganas. Ella no quería entrar en una carrera por el mundo, lanzarse al periodismo más espectáculo que hacía Bly (las crónicas de Bly se leen todavía hoy – a pesar de que algunas cosas chirrían al lector actual en términos de colonialismo y racismo – como el testimonio de una aventura emocionante, las de Bisland cuesta pasar de las primeras páginas) y entrar en una aventura como hacía Bly. De hecho, mientras Bly viajaba escasa de equipaje y lo convertía en parte de la historia, Bisland lo hacía con muchos baúles (a los que fue sumando las compras que hacía en el viaje).
Las dos mujeres eran completamente diferentes. Bisland, que venía de una familia rica del sur venida a menos, era culta y refinada y todas las crónicas sobre ella hablaban de lo guapa que era y de lo sofisticada que resultaba. Era una señorita de clase alta (aunque, como Bly, se metió en el periodismo cuando no tenía ni un duro). Bly, por el contrario, se había criado en unas condiciones mucho más ajustadas y tenía unos orígenes menos de clase alta. Era una chica trabajadora del norte, en contraste.
Bisland era una escritora intelectual y Bly escribía crónicas efectistas en las que ella misma era la noticia y que aparecían en los primeros periódicos sensacionalistas. Bisland escribía textos sobre literatura medieval y Bly crónicas infiltradas en las que era una pobre sombrerera, una chica necesitada de vender a su bebé o una esposa preocupada que quería hundir una ley (y desenmascaraba los chanchullos de los lobbies).
A Bly además la apoyaba la maquinaria del New York World, un periódico diario que multiplicó sus tiradas cada día y que hablaba en todo momento del viaje de su periodista, frente a la mensual The Cosmopolitan y su cobertura limitada del viaje (aunque su editor no escatimaba gastos para intentar llegar antes). Cuando Bly tocó de vuelta Estados Unidos la esperaban muchedumbres de personas (que la fueron esperando en todas las estaciones de tren por las que pasaba su tren entre San Francisco y Nueva York).
Cuando Bisland lo hizo solo la esperaban unas cuantas personas en el muelle y no hubo locura masiva por verla y darle la mano. Bly, eso sí, llegó la primera (aunque quizás Bisland podría haberlo conseguido si no le hubieran dicho que un barco que la estaba esperando ya había salido).
Imágenes | Una ilustración de la época del recibimiento de Bly tras su viaje, Wikipedia
Nellie Bly con su icónico traje de viaje y Elizabeth Bisland durante el viaje, Wikipedia
The post Nellie Bly y la carrera por ser la primera periodista en batir a Phileas Fogg appeared first on Librópatas.
https://ift.tt/2q0D9YW
0 notes
righwar-blog · 7 years
Text
Zulay
Recuerdo bien esa noche… La noche en que todo empezó…
Era un 3 de Noviembre, mis padres habían salido de viaje y no volverían dentro de unas semanas, así que me quede sola con mis hermanos, Angel que es el mayor,  Max que es el más pequeño y Richard que es mi mejor amigo.
La casa en la que vivía estaba alejada de la ciudad, los médicos dijeron que tenía una crisis depresiva, así que mis padres decidieron que era mejor estar en un lugar calmado, aunque no notaba ningún cambio.
Eran las 2 de la madrugada, Richard aun dormía, aunque yo no lograba conciliar el sueño, así que me levante a tornarme mis medicamentos, decidí salir al balcón principal a observar la luna; su brillo iluminaba el jardín y gran parte de la casa.
De repente sentí que una mano había tocado mi hombro, decidí dar la vuelta rápidamente, era Angel, mi hermano.
-       ¿Qué haces aquí tan tarde?
-       ¿Qué crees?, no podía dormir.
-       Vamos, debes dormir para tu cita al psicólogo.
-       Sabes que no quiero ir.
-       Pero debes.
Hubo silencio por un tiempo.
Desvié la mirada al garaje, donde me pareció ver una sombra un tanto peculiar.
De repente sonó como si se hubiera roto un vidrio.
-       ¿Que fue eso?
-       Ve a la habitación, yo iré a ver qué pasa.
Fui a la habitación, tenía miedo y curiosidad, así que decidí ir al garaje a revisar.
-       Todo está bien?
-       S-si – dijo con un tono nervioso – solo era un mapache.
Después cada uno fue a su dormitorio, estaba cansada así que me quede dormida rápidamente.
Horas después, me desperté más temprano de lo usual, baje a preparar mi desayuno, todo iba normal, el canto de las aves, los rayos de sol adentrándose entre las ventanas y el aire fresco de la mañana eran muestra de ello.
Después de alistarme, fui con Max a buscar a Angel, su habitación estaba vacía,  cuando sonó la corneta del auto, bajamos de prisa y estaba allí junto con Richard; fuimos a la ciudad, que queda a un par de horas.
Al llegar entre al consultorio con Richard y Ángel se quedo con Max afuera.  
-       Hola  Zulay!, ¿cómo te ha ido?
-       ¿Cómo debería irme? Bien, supongo…
-       Ya veo… ¿y qué tal están tus padres?  
-       Bien, están de viaje así que no se mucho de ellos ahora. Supongo que por fin se libraron de mí.
-       ¿Y qué hay de Max y Angel?, después de todo han estado contigo y lo están ahora.
-       Son buenos hermanos, Angel se preocupa por mí, y Max está ahí cuando lo necesito
-       ¿Y has logrado hacer amigos?
-       Nadie excepto Richard.
-       Oh, ya veo, ¿y lo ves seguido?  
-       Si, de hecho esta en aquella silla, parece que usted le agrada.
-       Oh… - Dijo algo en voz baja, aunque no logre escucharlo bien - Hola Richard – pronuncio finalmente.
Richard, es mi mejor amigo, y el único, ha estado conmigo desde que tengo memoria. Aunque muchos dicen que no es real no les prestó atención, después de todo… ¿por qué lo veo?
Estuvimos hablando sobre mi familia y mi estado de ánimo durante casi una hora, al terminar me pidió que entrara Ángel. Al entrar Ángel, me quede afuera con Max, pero la curiosidad me invadía, quise saber sobre que hablaban, así que trate de escuchar sus voces entre las rendijas de la puerta.
-       Según lo que paso hoy diría que ella tiene un caso de esquizofrenia leve su amigo imaginario es muestra de ello, no estoy del todo seguro, pero si es así por ahora podremos manejarlo con medicamentos. Si empeora habrá que llevarla a un hospital psiquiátrico.
Estaba un tanto confundida, quería salir de allí corriendo, pero enseguida salió Ángel, nos llevo a la casa, le pregunte de que había hablado con el psicólogo, pero su respuesta fue que le estaba pagando la consulta y dándole la fecha para la siguiente cita.
Al llegar me dijo que debía de tomarme unos nuevos medicamentos, y que dejara los anteriores. Eran unas pastillas de color carmesí, y en forma ovalada.
-       ¿Que tienen de diferente a las otras? – Pregunte en un tono agresivo.
-       Hará que te mejores más rápido.
-       ¿Mejorar? ¿Sinceramente crees que sirvan?
-       No lo sé, habrá que probarlo, ¿no crees? ¿Has visto mi celular?
-       No, vi que lo tenías al entrar al consultorio.
-       Rayos, debo ir por él, puedes cuidar de Max un momento? Tratare de no demorarme.
-       Está bien, aunque tal vez me tire del balcón.
-       Muy graciosa, no me demoro, te lo prometo.
-       Ok, ve tranquilo.
Salió de prisa, olvidando un papel que parecía importante, decidí ver que había adentro… aun recuerdo aquel número…
Hospital psiquiátrico
57 4 2317589
Tenía miedo… No quería ir a ese lugar…
-       Ven, vámonos de aquí, te llevaran tarde o temprano, lo sabes.
-       Richard… ¿Estás seguro? 
-       Ven sígueme, vámonos de aquí…
-       Pero… ¿a dónde iremos?
-       Conozco un lugar al que no nos seguirán.
-       Está bien, pero no me dejes sola.
-       Jamás lo hare…
Decidí irme rápido de aquella casa, aquella casa a la que quisiera volver…
-       Zulay, ¿estás bien?
-       Max… Que haces aquí, ve a jugar a tu habitación.
-       No te vayas… Por favor… No me dejes.
No soporte aquella mirada… la cual extraño ahora… Salí corriendo sin ver las consecuencias.
-       ¡Zulay! – Max me seguía, quería alejarlo pero no encontraba la manera.
-       ¡Vuelve a casa! – Grite con voz entrecortada.
Corrí por un tiempo siguiendo a Richard, a veces escuchando el llanto de mi hermano menor. Mis piernas comenzaban a cansarse, sentía que no podía seguir…
-        Vamos Zulay, falta poco…
Estaba agotada, pero con mis últimas fuerzas corrí unos metros…
-       Ya llegamos, ahora descansa…
-       Está bien, pero… ¿ahora qué haremos?
-       No te preocupes ya hablaremos de ello.
El lugar parecía una granja abandonada, las paredes estaban gastadas, y casi derrumbadas.
Descanse unos minutos, pero tenía que saber que haría ahora, comencé a caminar por la casa, mientras hablaba con Richard.
-       ¿Qué haremos ahora?
-       No lo sé, pero ¿no te molesto lo que dijo el psicólogo?
-       ¿Porque lo dices?
-       Es decir, te dijo que tenias un problema mental, que no estás bien…
-       Pero… puede que tenga razón…
-       ¡Oh vamos!, dijo que no existo, no te molesta eso?
-       De hecho muchas personas lo han dicho…
-       Bien, solo digo que él no me agrado, y que por su culpa te iban a llevar a un manicomio, por culpa de él dejaste a tu hermano en el bosque, pienso que deberíamos de hacerle una visita sorpresa.
-       Si, tienes razón, pero… no sé donde estamos, y de seguro falta mucho camino para llegar a la ciudad.
-       Lo sé, te guiare el camino, puedes tomar aquella bicicleta
Una bicicleta con aspecto antiguo, un marco curvado y cabrilla recta, las llantas parecían extrañamente  intactas.
Seguí el camino como me guiaba  Richard, tuve que adentrarme un poco al bosque, pero curiosamente salí a la carretera. Pedalee unas horas, cansada llegue al consultorio. Entre sin aviso previo y ahí estaba el psicólogo.
-       ¡Zulay!, que sorpresa verte, pareces cansada, porque no te sientas.
-        Amm hola, necesitaba hablar urgente con usted.
-       Sigue así…- Richard, porque dijiste esas palabras...
-       Ya veo… y ¿qué es eso tan urgente?
-       Pues… quisiera saber el cambio que tendré al tomar las pastillas y comentarle algo sobre mis padres, pero primero podría regalarme un poco de agua, ¿por favor?
-       Oh, claro, en que pensaba, ya te traigo.
-       Toma las tijeras que hay en la mesa… - Richard parecía seguro de sus palabras.
-       Seguro… - Las tome rápidamente, tenía nervios, pero sabía que debía hacerlo.
-       ¿Dijiste algo?
-       No
-       Está bien, pues veras, las pastillas te ayudaran con tus problemas…
Tenía que actuar rápido, así que lo hice sin duda alguna.
Le enterré las tijeras en la yugular, en el cual alcanzo a nombrar una sola palabra.
-       Z-Z-Zula-ay…
El tono carmesí comenzaba a recorrer desde su cuello, donde se podía ver aquella fisura con forma de línea recta.
Quede en shock por un momento, pero no tenía tiempo para quedarme allí.
-       ¡Doctor! – Era la voz de Ángel.
Salí rápidamente del consultorio, Subí unas escaleras que se dirigían a la azotea.
La voz de mi hermano menor me seguía,
-       Zulay.
No podía soportarlo, así que solo tenía una opción; saltar del tercer piso y salir de esta situación.
Pero en ese momento, Richard me pidió que me detuviera y al detenerme Max me agarro la mano.
Al instante Ángel ya estaba a mi lado, y muy ágilmente me abrazo, alejándome de la azotea.
Minutos después llego la policía, el cual me inyectaron un tranquilizante, dejándome inconsciente.
Al despertar, note que me encontraba en una habitación completamente vacía, con los brazos vendados a mi cuerpo y con la compañía constante de Richard…
Comenten que tal les ha parecido :3 y si debería seguir con este blog de cuentos xD
0 notes
elnaveiras · 7 years
Text
Los ultrasalvajistas
Uno está de vacaciones y se lee un libro de Juan Larrea. En él encuentra la biografía del autor y un análisis de su obra y vida literaria. Un análisis de poetas coetáneos, la influencia de Huidobro, la amistad con Gerardo Diego. Curiosamente ninguna referencia a figuras femenina. No se si Miguel Nieto, responsable de la edición, no las encontró o es que Larrea nunca se relacionó con mujeres literatas. Pero esa es otra historia sobre la que no quiero escribir ahora. La cuestión es que veo que a principios del siglo XX hacían las mismas cosas que nosotros ahora. Me explico. Nos repetimos. Como supongo que ellos se repetían. Hacemos efímeras revistas, repudiamos pasados, etc. Una cosa que sí hacían y que ahora se hace mucho menos es el tema de la crítica poética a tus contemporáneos y contemporáneas. Leo un artículo en Oculta Lit precisamente sobre lo mismo y lo poco que se critica y lo mucho que se alaba. De acuerdo con ello. Pero no voy a ser yo el que, ahora mismo, haga de rompespañas (sarcasmo). Voy a hablar de otra cosa que encuentro en Huidobro, Larrea, Alberti, Maruja Mallo, Chacel o Josefina de la Torre, la pertenencia a un movimiento o generación. Los ultraistas, los surrealistas, las del 27... Ahora escribimos sin conciencia generacional o plástica, más que para poner a parir a los nuevos ñoños. Los fáciles, claro, pero no sabemos clasificarnos ni como generación ni como movimientos poéticos . Pues ahora sí, me voy a mojar y quiero destacar a tres poetas que para mi tienen mucho que ver entre sí aunque su poesía se diferencia bastante, todos tienen una voz propia. Estas tres personas son para mi de lo mejor de la poesía actual y son la vanguardia de una poética que hace en sí misma movimiento, aunque no tenga nombre para ellos aún, aunque puestos a mojarse lo haré. Yo al movimiento poético suyo lo llamaría ultrasalvajismo, obviamente porque encuentro sus textos salvajemente elaborados, cuidados en exceso, oscuros a veces, sarcástico otras. Mis ultrasalvajistas son: Francico Javier Casado Eva Ave Gallud Carlos de la Cruz Por supuesto tengo la inmensa suerte de conocer a estas tres personas. Tres grandes poetas. Dos de ellos incluso he podido publicarlos en la micro editorial en la que me metí hace unos años. Su poética es excelente y tiene signos comunes, sobre todo formales, más que temáticas que quizás sean menos comunes. Pero su poesía contiene esa parte oscura que los hace comunes y fuertes, salvajistas. Alguno es panerista, otro se acerca Plath y todos tienen voz propia, por supuesto. No salen en grandes revistas, pero han ganado premios, que no se como se llaman porque no se si son importantes. Voy a poner el primer ejemplo: LAMPAYÉ ANTE EL ESPEJO soy el que coloca los ojos en el lugar preciso el empalador de insectos el carnicero amable soy el que alisa la piel y coloca las plumas el manicurista de garras el masajeador de carnes soy el naturalista de labios pintados el cobarde que solo recoge lo que ya está muerto y a veces solo se queda con las cabezas Escrito por Eva Gallud, El taxidermista (Bancarrota ediciones 2016) Este libro en concreto es un poemario conceptual que discurre alrededor de la vida de un taxidermista y su obra, su amor por lo carente de vida. Eva ya ha publicado varios libros como "Moléstenme solo para darme de comer" y "Ningún mapa es seguro". Dos auténticas obras de arte, de verdad. Otro poema suyo del mismo libro: LAMPAYÉ EN PIEDRA siento el aire traspasar los alveolos el torrente caer en picado hacia los extremos algún fluido candente correr piernas abajo demasiado encendido espanto las moscas de la culpa los cuervos de la advertencia los animales incendiados huyendo a ciegas hacia el estómago mantengo en alto la ceja izquierda el cigarrillo caído en la boca los ojos ahogados y presos la piel láctea de albúmina marcada de violetas el séquito mudo de displicencia solo ve una estatua Arte salvajista, sin duda. Otro de mis salvajistas favoritos es Francisco Javier Casado. Un malagueño genial al que sigo ya desde hace muchos años. He sufrido con él la publicación de su último libro ya que, como la anterior, es exageradamente detallista y cuidadoso, casi como Juan Ramón Jiménez. Corrige hasta la extenuación. En septiembre comenzaremos con las presentaciones de su libro (a medias con la artista gráfica Lidia Litran) "Hojarasca del señor Valmiki" (La vida rima 2017). Un precioso libro donde el autor juega con un manuscrito supuestamente encontrado y corregido por ambos autores. Un ejemplo de este libro: TODA LA NOCHE PENSANDO EN MANERAS DE HACER DAÑO Esta noche la lógica es la rabia de un can hocicando sin ton ni son en el agujero de carne y olvido esta noche vengo del fondo del mar arrastrando dos viejas mantas que en los abismos del tacto un día alguien llamó alas el perdón es una morsa de hierro oxidando mi ventrículo izquierdo Entonces lógico será sembrar de uñas de harpías el armarito de tu hija la Poesía regalarte el deseo envuelto en esparadrapo de terciopelo y verlo mamar de tu sueño porque es tuyo y te necesita y crecerá en tus brazos la novia vestida de blanco preñada de sanguijuelas romperá aguas en tu conciencia oh luna de miel ciénaga definitiva Entonces lógico será humillar lentamente sin culpar con cariño de artesano arte insano la venganza la indiferencia indiferente te deja y el amor es una atrofia muscular entonces oh entonces lógica animal aullar meditabundo meditar el colmillo bendecir tu dolor tu dolor tu dolor glorificado sea tu dolor oh gemelo del alma en horas bajas acariciar tu rostro querido hasta esculpir un poema maldito palpar el bulto de la pesadilla condensar una tormenta de gritos ahogados en tu cuarto de matrimonio manicomio nublarte la almohada y que llueva que llueva que llueva Virgen de la Conciencia Santa Sanguijuela adulto obcecado apocado cruel ven entonces ven y rasga la telaraña y abre los ojos en mi regazo de par en par mira a pleno sol que mis párpados hoy son el lugar menos pensado para caer muerto muerto muerto vuelvo al océano odioso negro me hunden dos ángeles morsa y un perro dragón rabiando a carcajada viva beso el fondo todo es lógico y no lloro entonces por qué estoy tan preocupado esta noche Es un poema largo, pero creo que merece la pena para hacerse una idea de su poética, de sus influencias y de su estilismo crudo, salvajista y delicado al mismo tiempo. El último salvajista es un arandino medio mexicano, con algo madrileño y mucho de Ribera del Duero. Es un poeta, como los anteriores, que tienen ese poder que les diferencian los que somos mediocres poetas, la constancia, el tesón y el trabajo. Es un salvajista que canturrea sus poemas, hace poesía de abrazo y estrujada. Verso caliente y calmo. Ideas reposadas como el tequila. Manto poético tejido con mezcal. Un ejemplo: HOGAR DEL CAIMÁN Teníamos este racimo de hombres buenos como aventar nitrato de chile desde una docena de manos hermosas ásperas grandes como la docena de manos que llevaba mi abuelo envueltas en un pañuelo. Teníamos este puñado de mujeres con los labios cerca del oído de las piedras ellas nos iban a avisar del tren y de la lluvia. El chico se acerca al estanque y lanza una piedra espera algo de regreso hay princesas pelirrojas y niñas con armaduras azules y un caimán en la trinchera que se cuelga de su risa y le arrastra al fondo del lago artificial que hace las veces de foso del castillo. Walt Disney World Resort, Orlando, FL 32830, Estados Unidos Carlos de la Cruz a ha publicado ya varios libros como "Cuadernos de Máx Estrella" y "Los gigantes de Potsdam" (Zoografico 2015). Es infatigable y deberían ustedes acudir a cualquier recital que dé porque es espectáculo. Bueno, lo dejo, que escribo desde el móvil tumbado en una amaca frente al mar y ya está bien. Juro que me gustaría tener la valentía de Memet para escribir artículos críticos con otros poetas, pero las vacaciones me lo impiden, cuando vuelva ya veremos. Disculpen también la poca profundidad y alguna falta ortográfica o de puntuación, los teclados de los móviles no son amigables para estos menesteres. Disfruten y busquen a estos ultrasalvajistas, merecen la pena. P. D. : no se si ultrasalvajismo me gusta, le pegaré una vuelta. Hay que hacer un manifiesto ultrasalvajista.
0 notes
herretes · 7 years
Link
¿Se irá Nicolás Maduro? de Carlos Alberto Montaner
Maduro y el chavismo caerán, pero no por su propio peso, sino por el esfuerzo de sus adversarios. El síntoma inequívoco está en esos millares de jóvenes venezolanos dispuestos a enfrentar a las fuerzas represivas. Los venezolanos menores de 25 años no conocen otro régimen que el confuso guirigay chavista. Si persisten, acabarán por triunfar, como sucedió en Ucrania.
Los Estados totalitarios tienen un tiempo crítico de gestación. Las revoluciones no se pueden hacer en cámara lenta, y el manicomio venezolano fue inaugurado en 1999, hace 18 años. Las ingenuas ilusiones de aquel instante fueron progresivamente aplastadas bajo el peso de una nefasta experiencia gerencial que ha destruido al país trenzada con la corrupción, el narcotráfico y la idiotez.
El tiempo es un factor crítico. Cuando las revoluciones comienzan cuentan con muchos adeptos y con la curiosa expectativa del conjunto de la población, pero los caudillos totalitarios saben que deben actuar rápidamente porque la luna de miel será corta. Lenin tomó el poder en octubre de 1917 y antes de los 2 años ya había echado el cerrojo. A Fidel Castro solo le tomó 18 meses apoderarse de todos los medios de comunicación, de la enseñanza privada y de las grandes y medianas empresas.
Probablemente, Hugo Chávez tuvo que someterse a otro calendario por la forma como tomó el poder y porque hizo redactar una Constitución garantista con bastantes elementos de la democracia liberal. Enterró un texto “moribundo”, pero parió otro que hablaba de separación de poderes y de libertades, y que dejaba la puerta abierta a la insurrección en caso de que la estructura republicana estuviera en peligro.
¿Cómo se sostiene Nicolás Maduro pese al manifiesto rechazo popular al régimen?
Su poder se fundamenta en la capacidad represiva del régimen y esta, a su vez, depende de la información que recibe y del daño que les puede infligir a quienes no obedecen. De ahí la importancia del terror. El sistema juega con la ilusión de que conquista el corazón de los ciudadanos, pero no es verdad. Se trata de apoderarse de las vejigas de los súbditos. La intención es que se orinen de miedo.
Como se sabe, la información es poder. Maduro tiene acceso a los informes de la inteligencia cubana, organismo dedicado a explorar la vida y milagro de las personalidades venezolanas –opositores y chavistas–, especialmente de quienes merodean el poder y tienen la posibilidad potencial de descabezar al gobierno, sustituirlo y darle un vuelco instantáneo a la situación política.
Luego viene la represión. Los servicios cubanos aprendieron de la Stasi alemana, madre y maestra de la represión, que basta 0,5% de la población para manejar a cualquier sociedad en la que, además, el gobierno controle férreamente los tribunales y el aparato propagandístico para construir el relato que le permita perpetrar cualquier canallada.
¿Cómo llegaron los soviéticos y los alemanes a ese porcentaje? Según la leyenda, la cifra surge de la observación de los rebaños ovinos hecha por la eficiente policía política zarista: la temible Okhrana. Bastaba un perro feroz para mantener a raya a 200 temblorosas ovejas. Entre sus actividades estaba, fundamentalmente, la información, la desinformación, la penetración y la disgregación del enemigo.
En Alemania Oriental apenas necesitaron 80.000 personas para sujetar a 16 millones de aterrorizados súbditos. En Cuba son unas 55.000 para 11 millones. En Venezuela se trataría de 150.000 personas dedicadas a maniatar a casi 30 millones.
Sin embargo, en Venezuela no alcanzan, y ahí está “el bravo pueblo” en las calzadas y plazas para demostrarlo. Maduro quiere armar una milicia de 1 millón de paramilitares. ¿Para qué? Porque no se fía de las Fuerzas Armadas. Esas milicias son para evitar que un día algunos militares se cansen de su incompetencia y de sus necedades, como hicieron con el general Juan Velasco Alvarado en Perú, aunque, en su caso, tal vez termine en un avión rumbo a Cuba, rodeado de los handlers del G-2 isleño, que lo manejaban como a una marioneta inepta que hablaba con los pajaritos y bailaba salsa en medio del naufragio.
La hambruna está a la vuelta de la esquina por la falta de dólares para importar alimentos. La catástrofe es mucho peor en sociedades urbanas, como la venezolana, en las que 78% de la población carece de habilidades campesinas. Súmese a este cuadro la falta de medicinas, de insecticidas, y de todos los factores que mantienen a raya las enfermedades. El resultado es obvio: Venezuela se hunde si Maduro continúa instalado en Miraflores. Todos los venezolanos, incluso los chavistas, saben que tiene que irse.
La entrada ¿Se irá Nicolás Maduro? aparece primero en Noticias Diarias de Venezuela.
0 notes