CORAZÓN DE POLVO
El cielo melancólico asomaba por la ventanilla, ataviado con su manto oscuro y bordado de estrellas; verlas suspendidas en el espacio como tejidas con los cabellos plateados de las musas más extraordinarias, propiciaba al espectador solitario una sensación de poesía e irrealidad. A través de ése cuadro recubierto de vidrio, que helaba mis extremidades izquierdas siempre que el vehículo se deslizaba con fuerza entre las curvas, se apreciaban también las luces de la ciudad de la que huía con unas esperanzas agonizantes.
Mi corazón contumaz, me asestaba duros toques en el pecho esperando acobardarme; ignorando sus solicitudes imposibles, la distancia se ensanchaba. Luchó con furia, creo que pensaba que podía controlarme, sin embargo, por cada kilómetro que se añadía al trayecto, el órgano se fue achicando hasta perder la fuerza para resistirse.
El vacío de mi alma, con una fuerza inclemente me asestaba el peor de los sufrimientos y, a ratos, un doloroso retortijón en mi estómago vacío, emergía con brusquedad suplicando alimento; el clamor de las tripas me abochornaba tanto que cubrí mi vientre con una pequeña cobija, en el afán de evitar miradas curiosas. Quise dormir pero no pude. Gritos de niños chiapanecos, incapaces de conciliar el sueño en un viaje tan espinoso, se apretujaban en el interior del autobús, oponiéndose a mi absurda tentativa.
Era tarde… En mi reloj se leía las dos de la mañana. Los infantes enmudecían, yo dormitaba y a ratos, tus labios iracundos me regresaban a la realidad; me despertaba entre sollozos que tu perdida inspiraba. Inútilmente traté de encubrir mi situación, mi acompañante me veía asustado.
Decidí ir al baño. Al estar sola, seguro se calmaría mi respiración intermitente y el deseo estúpido de perdonar cada una de tus ofensas.
Caminé con lentitud, me asaltaba la idea de pisar un cristiano y terminar pagándolo al triple del precio estándar; los cinco pasos que di para llegar a mi objetivo se me hicieron eternos. Al atrancar la portilla vi el retrete, esperándome quieto y resignado.
La mujer de ojos hinchados en el espejo me devolvió una mirada de camaradería, las ojeras de su cara palidecieron y, en un abrir de ojos, me encontré en un pasillo con una luz carente de vida. No lograba comprender mi presencia en ese espacio maloliente.
Miré con celo el lugar, en espera que algo o alguien me dijera qué demonios estaba haciendo ahí… Ni una sola alma, estaba vacío. O eso parecía, porque una presencia inquietante, oculta en la oscuridad, me veía sin tapujos. El individuo fisgón aminoraba mi resistencia, me estremeció la idea de estar encerrada y sola con diantres sabe quién.
Tanteé las paredes enmohecidas hasta que percibí algunos rectángulos desiguales en el muro, acomodados a modo de puertas. Un murmullo de recuerdos pasó a mi lado corriendo, empujándome a un desosiego fogoso; en cuestión de segundos me vi tirada en el suelo duro y frío. Al experimentar semejante choque de sentimientos, quedé destruida, sintiéndome como una mujer sin relevancia que ocupa el mundo sin aportaciones significativas.
Escuché risas y levanté la mirada… Estabas ahí.
Tus manos zurdas y expertas, recorrían a una mujer blanca de unos treinta y tantos años; un grupo de cabellos canosos, le germinaban al lado derecho de su frente. Te vi transfigurado en un conquistador, tan distinto del hombre que conocí; transitabas con facilidad en sus lugares recónditos y perdidos.
Tú recién adquirida maestría me asqueó y me elevé resentida, celosa; intenté alejarme de ahí a toda prisa, pero mis movimientos desposeídos provocaron su curiosidad; ella me miró mientras se contoneaba arrebatadamente y su olor acompasaba el vaivén de tus latidos; tú dilataste tus pesquisas hasta que se me antojaron interminables. Jamás habías durado tanto en el campo del amar y eso me caló hasta los huesos.
Me dolía la valentía, sentí como el amor que atesoraba por ti, se alejaba sin tregua alguna para dejarme a merced de una soledad dolorosa e imprescriptible.
Me descubriste cuando una mueca de apatía se dibujaba en mis labios; la rabia transmutó tu piel de alabastro en una refulgencia roja y antiestética, te vi como siempre, preso de tus emociones e incapaz de controlarte. En un exceso de cólera, tus manos rodearon su cuello arrojándola a la cama. Posando tu codo sobre su espalda, aplastaste su columna vertebral; creí que ella lo disfrutaba, en estos días sabemos la clase de perversiones que se pueden encontrar a la vuelta de la esquina; cuando oí sus gritos sofocados en el colchón, suplicando por un auxilio que yo no pretendí proporcionarle.
Me alejé temerosa, una sensación de lástima invadía mi cuerpo, asfixiando mis ojos. Ni eso pudo convencer a mi cerebro. No podía quedarme sin ningún medio de defensa… No de nuevo. Arranqué como si la vida se me eclipsara y tan solo me subsistieran unos cuantos segundos para ejercer mi última voluntad; a medida que mis pies tocaban el suelo, el pasillo se mecía, alargándose en una imagen desgarbada y tosca que se zarandeaba con cada uno de mis pasos.
Tenía que seguir adelante, estaba muy segura que se me escapaba una puerta, un resquicio… ¡Lo que fuera! Después de caminar, a todas luces, en círculos, me convencí de que estaba perdida en un laberinto lleno de molestias, del que no podía huir a pesar de mis propósitos.
Me harté de intentarlo, dejé de transitar aunque mis piernas se agitaran contra mis deseos. Ya estaba a unos segundos de rendirme, cuando observé una forma como romboide que nacía del suelo; estirándose con perversidad, rechinando con un sonido estresante que erizaba mi piel en aguijones terribles. Se trataba de otro camino porque un letrero de luces azules que parpadeaba sobre la puerta, ordenó “Siga por aquí”. Como no localicé otra salida, con mi mano derecha tomé el picaporte y me adentré.
Era una habitación ancha y blanca, con dos ventanales del lado izquierdo; estaba vacía de mueble alguno, pero repleta de pinturas que, entintadas con imágenes iguales, se movían enérgicamente. Dirigí mis pasos hacia esos retratos tan extraños, difíciles contemplar por la distancia; al estar de frente, los vi, eran ojos… ¡Tus ojos…!
Enmarcados y radiantes, con ese iris verde oscuro, me observaban sin recato; eran de diferentes tamaños y todos colgaban de las paredes, esas malditas paredes que protegían lo que antaño fue nuestro infierno matrimonial.
- ¡Vuelve!.- Escuché, de repente, tu voz ahogada en el concreto.
Coloqué mi oreja en la fría superficie. Tus ojos me hostigaban, siempre al cuidado de mis pies andantes, como si temieran mi desaparición insólita.
- ¡Vuelve!.- Gritaste de nuevo, tu voz forzada, se deterioraba por el sufrimiento.
Recordar todos y cada uno de ésos instantes, era bastante para mí. Tomé una decisión que no implicaba retorno. Y en un futuro no me voy a recriminar por haber elegido marcharme cuando pude permanecer.
- ¡No!.- Elevé también mi voz, y con ella, la estancia tembló con miedo.
La multitud de ojos que me desnudaba con la mirada, se cerraban y abrían en un parpadeo armónico. De pronto… Una pequeña, tímida e inesperada lágrima brotó por el resquicio de tus párpados. El agua salada cubrió el piso y se fue elevando hasta inundar todo el espacio. Me vi como una pequeña Alicia, atrapada en el mar de tus lamentos. No sé nadar pero puse todo mi empeño y, con una concentración empecinada logré salir victoriosa de ese enorme lago forjado por tus lagrimales.
Continué con las energías al borde del decaimiento… No quise mirar atrás, escuché como todos los cuadros se iban cayendo, haciéndose añicos al chocar con el agua. Oí también tus sollozos cada vez más cerca del pasadizo desvencijado, y apuré mis caderas.
Una puerta se me abalanzó y un resplandor mágico brotaba por debajo. La toqué y se abrió sin ningún recato. Una luminiscencia me arrastró justo frente a un par de voces masculinas, que mantenían una plática extraña.
- Pero si son nopales cortados con la oscuridad de la mañana. Son muy buenos, debería comprar una bolsita para que los pruebe.
- ¿Cuánto cuestan?
- Diez pesos.
- ¿Y cuantas pencas traen?
- Pos’ le hecho como unas once.
- Bueno, voy a probarlos. Deme dos.
El más joven, el vendedor de nopales, traía un sombrero raído que enmarcaba su cabeza madura. Procedió a sacar un par de bolsas de su mochila, el otro mientras tanto, se sobaba el promitente abdomen estilo Diego Rivera.
Me Descubrí escuchando la conversación sin reserva alguna. Un tercer hombre apareció en la escena, arremangándose las mangas de la camisa sucia.
- Don Senaido, esos nopales están iguales de secos que el corazón de esa mujer chismosa de vestido azul.- Dijo mientras señalaba hacia mí.
- ¿Será?- Contestó el panzón, que sin dudas, era el mentado Senaido.
- ¡Atrapémosla! La abrimos y si al hacerlo de su pecho salen mariposas de colores, es porque es tan normal como nosotros. –Dijeron los tres al unísono.
No me quedé a averiguar si estaban en lo correcto, no me preocupaban las tontas mariposas, ya las había enterrado mucho tiempo atrás… Me preocupaba que me atraparan. Mi corazón estaba tan seco, que al más pequeño toque, el polvo que lo conformaba se esparciría en el viento. Y ¿qué diablos iba a hacer sin un órgano como ése? ¿Tan especial?
Como pude, llegué a la salida; el pasillo me recibió con algarabía y miles de manos con diferentes colores también intentaban apresarme.
- ¡Déjenme en paz! ¿Qué no se dan cuenta? ¿No comprenden? La única persona que puede ayudarme con este corazón sin ganas de vivir es él. Y no pretendo pedirle que lo haga. Prefiero vivir la vida como cualquiera, siempre pendiente de los demás con la amargura que nos carcome a todos, a estar cegada por las feromonas y los sueños estúpidos.
Corrí hasta que no me quedaron fuerzas… Una paz inmensa me envolvió y depositó en una cama blanda, caliente… tan cómoda que por fin quedé dormida.
Despierté en un quirófano, todos absortos en sus actividades, no se percataron que vi cómo se ponían los guantes azules de látex cubiertos de sangre; un individuo vestido de blanco, preguntó a una joven rechoncha con una libreta entre las manos.
- ¿Dónde está la sierra señorita?
- Justo en la panza de la susodicha Doctor.
El médico, a pesar de sus enormes anteojos de culo de botella, no se daba cuenta de las cosas. Miró hacia la derecha y a la izquierda, hasta que la enfermera puso sus manos donde debían estar. A tientas, encontró el artefacto sobre mis costillas.
- Señora Edelmira, debido a la gravedad de su situación hemos decidido que lo mejor para usted es hacerle una operación de corazón abierto. El procedimiento es muy sencillo, verá, tiene un corazón de condominio y ya se han alojado más inquilinos de los que debería, por lo que vamos a añadirle un pedazo de otro… El corazón de un cetáceo es el más parecido al suyo, además de que por su tamaño es perfecto para su persona.
- Pero… Yo no quiero que me arreglen. Estoy bien.
- ¿Ha vivido numerosas pérdidas en los últimos años? ¿Se ha sentido triste?
- Sí, pero eso es completamente normal. Todas las personas sienten eso alguna vez.
- Pero usted no es una persona común. La mayoría solo tiene uno o dos inquilinos de planta. Usted ya lleva cuarenta. Eso es inaudito. Pero, es su decisión. El corazón no es mío. Además, la mitad de él se está atiborrando de podredumbre.
- Eso puedo explicarlo.
- Me gustaría mucho que lo hiciera.- Dijo dirigiéndome una mirada enojada.
- Ese pedazo no me corresponde a mí, sino a una persona mucho más importante que todos esos zánganos que viven dentro.
- ¿Qué tan importante?
- Mucho.
- Bien.- Dijo sin atención alguna a mi comentario.- ¡Comencemos señores! La paciente ha hablado. Tenemos una hora para acomodar ese trozo de carne feo y sin chiste.
Todos se acomodaron en sus lugares con armonía, sin ningún esfuerzo. La sierra abrió mi carne, después mis costillas y en un santiamén, arrancaron de mi cuerpo cada recuerdo… Cada grito… Cada lágrima… Remendaron con una aguja sin esterilizar y oxidada el pedazo de ballena que olía a brisa marina.
- Me gustaría sacar algunos gusanos, no está bien tenerlos a todos ahí dentro. ¿Qué dice?
- Está bien. Sólo deje a los primeros y los últimos.
- ¿Está segura? El último está horadando sus órganos, por poco llega a los intestinos. Es el más peligroso.
- Estoy segura doc.
- Como usted prefiera, solo que no quiero quejas después. Estoy harto de juicios y denuncias por mala praxis.
- No se preocupe. No soy esa clase de gente.
- Perfecto… ¡Desalojen a estos pequeños monstruos! ¡Manos a la obra!
Se acercó guiñándome un ojo y dijo.
- Son una bola de huevones, pero eso no interfiere con su trabajo. Quedará usted como nueva.
- Gracias.
Pasaron unas dos horas, escuché como se quejaban los inquilinos, vivían tranquilos sin que nadie les cobrara renta. Tenían el toque de Midas, con la excepción que ellos pudrían lo que se ponía a su paso.
Me desmayé, sentí que iba cayendo en un agujero oscuro y hondo. Hasta que alguien muy arriba, decía con felicidad:
- ¡Está lista!
1 note
·
View note
Light my fire. (Abata_chan)
extracted from https://mundoyaoi.mforos.com/782405/5526996-light-my-fire-camus-x-saga/
Capitulo 2.
- Hola chico guapo- esa voz…
- ¿Estas solo?- esos ojos…
¡No!
¡No eran del modelo que el buscaba!, de hecho ni siquiera era un chico, la persona que llamaba su atención era una linda joven de cabellos morados, ojos del mismo color, blanca piel, tenía una blusa muy escotada y una faldita que tapaba solo lo indispensable, en realidad aquella chica no era nada pero nada despreciable.
- mmmm, bueno… yo estoy buscando a alguien- contesto apenado Camus.
- ¿A tu novia?- pregunto con interés, al momento que posaba una de sus manos sobre el pecho de Camus.
- pues…
- ¡¿No me digas que si tienes novia?!- ahora la jovencita se pego a su cuerpo (no perdía el tiempo).
- no…- la chica sonrió complacida- yo soy… /size]
[size=9pt]
Dos horas y veinte minutos más tarde.
Camus había recolectado cinco números telefónicos (todos de lindas jovencitas), había terminado de tomarse, otra cerveza y cuatro vasos de vodka e incluso se había puesto a bailar con unas chicas después de haber prácticamente barrido todo el perímetro para descubrir con molestia que el mentado modelo parecía habérselo tragado la tierra.
Se despidió alegremente de las chicas que lo habían acompañado a bailar diciendo- ¡Tengo mucha sed voy a tomar algo!, ¡Chaouu!!- ahora estaba un poco más mareado que antes, pero se sentía muy feliz y liberado.
Tan liberado estaba que en vez de dirigirse a la mesa de las fritangas se dirigió hacía la cocina como Juan por su casa (después de haber barrido el perímetro sabía la ubicación exacta de todas las cosas en esa casa).
La música seguía sonando.
I know I may be young,
but I've got feelings too.
And I need to do
what I feel like doing.
So let me go and just listen.
“Esa canción la conozco” pensó emocionado Camus que llego bailando y cantando a la cocina, eso si consideramos que cantar es decir pedazos de una canción.
All you people look at me like I'm a little girl.
Well did you ever think it be okay for me to step into this world.
Always saying little girl don't step into the club.
Well I'm just tryin' to find out why cause dancing's what I love.
De pronto toda la música dejo de llegar a sus oídos, junto a la mesa de la cocina se encontraba aquella persona que había estado buscando enfermizamente. ¡ERA ÉL!, ¡Definitivamente era él!. El modelo lo miro sorprendido mientras dejaba sobre la mesa unas bolsas de supermercado.
Camus sintió que su corazón desbordarse de emoción, ahora y con esas copitas de más le parecía más hermoso que antes.
Get it get it, get it get it
Get it get it, get it get it (WHOOOOOA) (Do you like it)
Get it get it, get it get it (OOOHHHH) (This feels good)
Sin darse cuenta sus ojos adquirieron un brillo especial y sus labios formaron una seductora sonrisa.
El mayor pareció complacido con aquella sonrisa y soltando las asas de las bolsas que todavía sostenía se dirigió hacía Camus con movimientos felinos, al tiempo que decía.
- Creo que no nos han presentado.
Camus se puso aún más ansioso al ver los lentos pasos del mayor, y al escuchar su voz sintió un vació en su estomago; no solo era atractivo si no también tenía una voz muy sensual.
I know I may come off quiet, I may come off shy.
But I feel like talking, feel like dancing when I see this guy.
- Mi nombre es Saga Phoebe, ¿Cuál es tu nombre?
- ¡Camus Doucet!- el menor no pudo evitar gritar su nombre, estaba demasiado nervioso; cosa que Saga no paso por alto.
- ¿Y dime Camus que le hiciste a tu novio?
- ¿Eh?, ¿Novio?- pregunto extrañado Camus.
- si, el chico ese rubio que no te dejaba solo ni un minuto.
- ¡NO!... ¡NO ES MI NOVIO ÉL…- un momento ¿Cómo sabía el modelo que Milo había estado acompañándolo?- Tu… ¡¿Me viste con él?!- las mejillas de Camus se tiñeron de un rojo más intenso.
- Claro que si, estuve a punto de invitarte a bailar, pero tú parecías muy entretenido con él y yo pensé que era tu novio- agrego Saga con voz sentida y dirigiendo sus ojos hacía un lado de Camus.
- ¡Solo es mi amigo!- se apresuro a decir el menor- entre él y yo no hay nada.
Saga lo miro un momento. Camus era un chico muy guapo, guapo y lindo, incluso tenía un aire inocente, dos puntos a su favor; por otra parte era obvio que estaba en secundaria porque lo había visto con el hermano de Aioros ( no lucia como un universitario) un punto en contra; después estaba ese chico rubio con el que lo había visto, eso de “buenos amigos” no lo había convencido mucho, punto en contra; Y por último y aunque no quisiera pensar en él ahora, estaba esa personita con la que se suponía estaba saliendo, punto en contra (O.O)
En total el lindo chico tenía dos a favor y tres en contra, pero…
What's practical is logical. What the hell, who cares?
All I know is I'm so happy when you're dancing there.
I'm a slave for you. I cannot hold it; I cannot control it.
I'm a slave for you. I won't deny it; I'm not trying to hide it.
- en verdad, no es mi novio- rectifico Camus.
¿Cómo rechazar semejante oferta, cuando esta prácticamente brincaba a sus maliciosas manos?
- en ese caso, ¿No quieres bailar conmigo?- sugirió el mayor, obteniendo como respuesta una alegre sonrisa.
Camus dio media vuelta con la intención de dirigirse de regreso a la pista de baile cuando fue detenido por una calida mano que lo sujeto por el antebrazo y lo atrajo con firmeza para quedar muy (pero muy) cerca del cuerpo de Saga.
Baby, don't you wanna, dance upon me,
(I just wanna dance next to you)
To another time and place.
Baby, don't you wanna, dance upon me,
(Are you ready)
Leaving behind my name, my age.
(Lets go)
(Like that)
(You like it)
(Now watch me)
- Sabes eres un chico muy atractivo- el mayor se acerco un poco más a su cuerpo, como si fuera un gato acorralando a su bolita de estambre y poso una de sus manos sobre la cadera de Camus.
Camus estaba soñado, jamás un chico tan guapo como Saga se había fijado en él, lo estaba cazando, lo estaba seduciendo, el menor (dentro de su semiincomciencia) lo sabía, pero ¡¿A quien diablos le importaba eso?!, el punto era seguir el juego.
- ¿Puedo besarte?- pregunto el menor.
Get it get it, get it get it (WHOOOA)
Get it get it, get it get it (WHOOOOOA)
Get it get it, get it get it (OOOHHHH)
Saga rió encantadoramente, al parecer Camus no se andaba con rodeos, cosa que lo hacía mucho más interesante.
Lo siguiente que Camus pudo capturar con su saturado cerebro, fueron unas esmeraldas que se acercaban a él, un calido aliento y un dulce sabor.
A pesar de las ansias que tenían el beso comenzó lentamente, ambos pares de labios se estaban probando, sincronizando poco a poco, al ritmo de la canción.
I really wanna dance, tonight with you.
(I just can't help myself)
I really wanna do what you want me to.
(I just feel I let myself go)
I really wanna dance, tonight with you.
(Wanna see you move)
I really wanna do what you want me to.
(Uh Uh Uh)
Cuando Saga lo considero apropiado introdujo su lengua en la dulce boca de Camus, para profundizar la caricia. El cuerpo de Camus se estremeció al mismo tiempo que emitía un leve quejido, nadie lo había besado de esa manera. Miles de receptores captaban todas aquellas nuevas sensaciones: sus labios calidos, suaves, su lengua húmeda y su agradable sabor.
Si antes Saga le había parecido un tipo atractivo con voz sensual, lo que ahora pensaba es que era un dios, la forma en que lo besaba era indescriptible, cada movimiento de sus labios hacía que su piel se calentara exponencialmente y que su corazón latiera tan fuerte como la música que se escuchaba en la casa.
Baby, don't you wanna, dance upon me,
(I just wanna dance next to you)
To another time and place.
Baby, don't you wanna, dance upon me,
(Are you ready)
Leaving behind my name, my age.
Para cuando el “pequeño” beso había terminado Camus se encontraba acorralado entre la pared y el perfecto cuerpo de Saga, con las mejillas adorablemente sonrojadas, los ojos vidriosos y un bultito que comenzaba a crecer debajo de su pantalón.
-¡Eres precioso!- dijo Saga, antes de comenzar el ataque directo y sin reservas hacía el blanco cuello de Camus.
La mente de Camus ya no sabía que registrar, todo le parecía confuso, torturantemente confuso y delicioso.
I'm a slave for you. (Take that)
I cannot hold it; I cannot control it.
I'm a slave (It just feels right) for you. (It just feels good)
I won't deny it; I'm not trying to hide it. (Baby)
De pronto sintió una mano colándose por entre su camisa para acceder hacía la piel de su espalda, acompañada por la sugestiva voz de Saga en su oído diciendo- Quisiera devorarte aquí mismo.
Lo siguiente fue un acercamiento del tercer mundo (¿Marcianos?). Saga coloco la mano que tenía libre en su cadera, cerca de uno de sus glúteos, para acercarlo de forma tal que pudiera sentir lo excitado que estaba, o mejor dicho lo excitados que ambos estaban.
Get it get it, get it get it (WHOOOA)
Get it get it, get it get it (WHOOOOOA)
Get it get it, get it get it (OOOHHHH)
(Panting)
Camus lanzo sin quererlo un gemido al aire, la cosa iba bastante enserio.
***********************************
Milo acababa de despedir a su cariñosa amiga en las afueras de la casa, cuando recordó que ya tenía varias horas en ese lugar, miro su reloj encontrándose con la novedad de que ya eran 11:30 e inmediatamente recordó algo que Camus le había dicho: “Debo estar en casa a las 11:30 o mi madre me mata” /size]
[size=9pt]
- ¡MIERDA!- grito de repente y como bólido se encamino de regreso a la fiesta para buscar desesperadamente a su amigo. Tal vez no había sido tan buena idea dejarlo solo por la susodicha con la había estado; aun y cuando la sexy chica lo hubiese tratado tan bien.
Dentro de la casa todavía estaban bastantes personas, la mayoría universitarios, por lo que Milo tuvo que escanear rápidamente todos y cada uno de los lugares por donde pasaba, sin embargo no logro dar con él “¡¿Dónde rayos se metió?!” pensó un tanto molesto. (¿En verdad esperaba que Camus se quedaría con tonto esperándolo toda la noche?)
Llego a la pista de baile donde se encontró con Aioria quien bailaba alegremente junto a una chica de muy buen ver, sin pensarlo dos veces lo llamo.
- ¡OYE Aioria!, ¿Sabes donde esta Camus?- pregunto ansiosamente- ¡Debemos irnos!
- mmmmm, hace 15 minutos que lo acabo de ver- dijo Aioria buscando con la mirada a Camus- se fue… ¡Alla esta!- agrego sonriendo y señalando con un dedo hacía la cocina.
Cuando Milo volteo hacía donde le indicaba el morenito casi se va de espaldas. No es que fuera una persona muy puritana, pero el hecho de ver a su mejor amigo acariciándose y devorándose a besos con un chico, sin la menor muestra de pudor, si que lo sorprendió y porque no decirlo hasta lo alarmo - ¡¿Qué esta haciendo con ese desconocido?!- pregunto un tanto preocupado.
En realidad la respuesta era bastante obvia… /size]
[size=9pt]
Obvia y sobre todo visual.
- No es un desconocido- corrigió Aioria- es el hermano del amigo del novio de mi hermano.
La cara del rubio lo dijo todo: ¡¿EL QUÉ?!, por lo que Aioria trato de tranquilizarlo-no te preocupes, no es una mala persona.
Milo dudo un momento en detener todo aquello, al pacer Camus lo estaba pasando en grande con él hermano del quien sabe que hermano de Aioria, pero las manecillas del reloj no se detenían y solo había dos opciones (1) dejar que Camus tuviera su noche desenfrenada de pasión y esperar a que su madre lo despellejara vivo por regresar a su casa como a las dos de la madrugada (en caso de que regresara), ó (2) interrumpir el show para llevarse a Camus arrastrando hasta su casa y rogar a todos los santos porque la madre de su amigo se tragara una tonta excusa y talvez no lo despellejara; ¿Qué decidió su amigo ya había tenido suficiente por esa noche.
Milo camino con paso decidido hacía la impúdica pareja para separarlos repentinamente y gritar a todo pulmón- ¡DISCULPEN!-
Camus resintió inmediatamente la lejanía del calido cuerpo de Saga y miro con recriminación a Milo, nada contento por la forma en la que los había separado, ¿Acaso no se daba cuneta de que estaba ocupado?, “Con que no sea algo importante y me las pagas” pensó rencoroso.
Saga por su parte miro con molestia al muchachito aquel pensando “Así que amigos, ¿No?”.
-¡CAMUS DEBEMOS IRNOS YA!, ¡SON LAS 11:40!- dijo Milo ignorando por completo al hermano de quien sabe quien.
En ese momento Camus pareció despertar de un lindo sueño para darse cuenta de la aterradora realidad: se suponía que desde hace 10 mintos debió haber estado reportándose en su casa y dándole las buenas noches a su madre.
- ¡¿LAS 11:40?!- grito alarmado y separando completamente a Saga de su cuerpo.
-¡SI!, ¡Vayámonos ya!- se apresuro a decir Milo, jalando a Camus de la mano y llevándoselo rápidamente sin darle tiempo siquiera de despedirse o de pensarlo por lo menos.
Saga tampoco supo reaccionar a tiempo, no contaba con la velocidad del rubio entrometido para llevarse a Camus de su lado.
Camus olvido momentáneamente al hermoso modelo y se dejo llevar por Milo sin remordimiento alguno hasta que escucho su voz llamándolo desde atrás.
- ¡Espera!
Camus solo tuvo tiempo de voltear su cabeza hacía atrás encontrándose una vez más con los hermosos ojos de Saga que lo miraban entre sorprendidos y suplicantes.
El menor sintió ganas de regresar a su lado, pero la imperiosa imagen de su madre enojada, consiguió que sus pies siguieran los pasos de su amigo y que una de sus manos se alzara en señal de despedida.
- Adiós- pronuncio en un susurro al tiempo que Milo lo jalaba nuevamente para acelerar el paso, si tenían suerte llagarían a casa de Camus como a las 12:00… /size]
Bueno más que suerte necesitaban un milagro.
******************************
- ¡¿CRES QUE SOY ESTUPIDA?!- la madre de Camus estaba más que enfadada, sus ojos azules lo penetraban como si fuesen agujas picudas- ¿¡COMO QUE TE EPERDISTE?!- si algo detestaba más la madre de Camus aparte de la indisciplina era la mentira, no soportaba que quisieran verle la cara de tonta y por nada del mundo se iba a tragar una excusa tan tonta.
- yo…
- ¡Por favor Camus ya no eres un niño! ¡Dime de una maldita vez, ¿Por que si yo te dije que llegaras a las 11:30, estas aquí a las 12:30!- en realidad eran las 12:15, pero para la madre de Camus era lo mismo, en realidad no era la tardanza lo que la tenía tan molesta; era el aspecto en el que había llegado su hijo: todo desaliñado, con la camisa mal abrochada, despeinado, oliendo a alcohol y lo más alarmante ¡EL CUELLO LLENO DE MORETONES!!, sabría dios en donde más tendría aquellas machas amoratadas.
- se me paso el tiempo- contesto en voz baja el acusado.
- ¿¡Que cosa?!, ¿¡Se te paso el tiempo?!, ¡Claro!, ¡Y por eso llegas así, todo besuqueado!!
Camus desvió la mirada, desde luego que no le diría “llegue tarde por estarme fajando con un chico”, por esa razón opto por la mejor defensa que cualquier culpable puede tener; el silencio.
- ¡Te lo advertí Camus! ¡Tu ya sabías lo que iba a pasar si llegabas tarde!, ¡En esta casa no vas a estar llegando a la hora que se te pegue la gana!!,¡¡Tienes prohibido salir con Milo durante dos semanas!, ¡Me oyes!, ¡No tienes permiso ni de salir a la tienda con él!- la madre de Camus tomo aire profundamente para agregar- Ahora vete a cambiar esa ropa y a dormir, que mañana te llevare a la tienda.
Camus camino con paso rápido hacía su cuarto, como perrito con la cola entre las patas, entro en su habitación cerrando la puerta con seguro y suspiro abatido. ¿Cómo podría decirle algún día a su madre que era gay, cuando esta se ponía histérica por unos chupetones?
Se dirigió hacía el espejo para ver las manchas que lo había delatado y ahí estaban, a simple vista podía ver tres, eso no se lo perdonaría tan fácilmente su madre, lo sabía porque al día siguiente lo llevaría la tienda, suspiro esta vez resignado; no tenía caso estar pensando en lo mismo una y otra vez, decidió quitarse la ropa para ponerse la pijama y meterse a la cama lo antes posible.
Una vez dentro de las cobijas y con la luz apagada, pensó en la fiesta, pensó en Saga…
Sus hermosos ojos verdes puestos en él, su voz seductora haciéndolo estremecer; sus expertas manos recorriendo su piel, animándolo, incentivándolo con cada gemido que había escapado de sus labios; los movimientos “accidentales” de su cadera y sus deliciosos labios que le habían otorgado la miel más dulce que hubiera probado….
No necesitaba soñar con los Ángeles porque para Camus ese día lo había visitado uno, así se durmió feliz añorando que algún día no muy lejano pudiera ver a Saga una vez más.
Lo que Camus ignoraba es que alguna vez el diablo fue el ángel más hermoso de todo el mundo.
Continuara.
Capitulo 3.
Camus abrió los ojos lentamente, no sabía exactamente a que hora se había quedado dormido, solo recordaba una última imagen que lo había acompañado antes de caer en la inconciencia.
“Saga” pensó sonrojado, no podía evitarlo tan solo pensar su nombre hacía que su cara se pusiera como tomate, gracias a eso Milo lo había molestado de regreso a casa, la noche anterior.
------------Recuerdo--------------------------
- ¡Rayos Milo mi madre me va a matar!, ¡¿Por qué no me dijiste que ya era tarde?!, te suplique que me recordaras- Ambos amigos estaban sentados en el autobús, pero Camus no dejaba de mirar estresado y ansioso hacía la ventana, como si esa acción pudiera impulsar el camioncito para que avanzara más rápido.
- ¡Lo siento, se me paso el tiempo!, ¡Además TÚ estabas muchísimo más distraído que yo!
Camus volteó hacía su amigo inmediatamente.
- ¡Y no pongas esa cara!, ¡Te vi con estos dos hermosos ojos que se han de comer los gusanos!
La mejillas del pelirrojo (no recuerdo si ya había dicho el color de su cabello n_n´) comenzaron a matizarse de un color tan vivo como el jitomate.
- ¿¡Por dios Camus?!, ¡Ni si quiera te había reconocido!, ¡¿Te das cuenta de lo que tuvieron que presenciar mis inocentes y virginales ojos?!, ¡Un minuto mas tarde y te hubiera encontrado haciendo no se que cosas!, ¡Debería darte vergüenza!, ¡Digo, para algo existen los hoteles, ¿Oh no?!
Conforme Milo expresaba con “un poco” de dramatismo su sentir, su amigo había comenzado a agachar la cabeza lenta y progresivamente, cada vez más y más apenado, incluso enrojeciendo hasta las orejas. No solo tenía que soportar las burlas de su amigo, sino también todas aquellas miradas que curiosas se dirigieron hacía el (mmmm, los chismosos no se quedaron en su casa, ¿Verdad?)
Milo por otro lado lo estaba disfrutando de lo lindo, pocas veces tenía la oportunidad de tomar ventaja sobre “don perfecto”, así que continuo saboreando su victoria temporal: ¿¡Que habrá pensado Aioria?!, ¡Me imagino que el tipo ese besaba de maravilla, para ver como te tenía, porque…
- ¡CALLATEEEEEEEE!!- interrumpió Camus nervioso, con la cara apunto de estallar de vergüenza y tratando de silenciar al escandaloso Milo con amabas manos.
- ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja!- Milo rió divertido- ¡Espera!!!, ja, ja, ja, ja, ¡Ya no diré nada pero cuenta!!!
- ¡No!- dijo tajante Camus, enderezándose en su asiento.
- ¡Anda no te pongas digno y dime!!!- lo animo a decir Milo- ¿Quién era ese tipo?
-¡No te lo diré!!- renegó Camus, sintiendo cada vez más las atentas miradas de los chismosos pasajeros, e incluso del señor se suponía debía prestar atención al camino.
- ¡¡¡Ah no pensaras que quiero bajarte al tipo ese!!!, ¡No estaba tan guapo que digamos!.
- ¡Y entonces, ¿Para que quieres saber que paso?!, si aparte de todo ya divulgaste lo más importante a todo el camión!!- esto ultimo Camus lo dijo premeditadamente haciendo que el hasta el chofer del camión sintiera la pedrada.
- ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja!- pero a Milo le pareció mucho más gracioso- ¡En serio te gusta el chico!!, ¡ja, ja, ja, ja, ja, ja!
Camus no tuvo otra opción que enrojecer hasta la punta del cabello.
--------------- Fin del recuerdo--------------------
“¡Maldito Milo” peso Camus, aparte de todo su maravilloso plan de perdida había resultado peor.
- ¡Camus ven a desayunar!- y esa era la voz de su querida madre, suspiro profundamente, ese día no seria nada pero nada facil.
Media hora mas tarde Camus comprobaba que su madre si que estaba molesta, no solo lo iba a poner a trabajar como cerillo en un supermercado (que ni a súper mercado llegaba), ¡No!, ¡Eso no era lo suficientemente humillante!, además de todo, el mentado supermercado estaba cerca (bastante cerca) de su escuela; es decir su calculadora madre lo había maquinado todo para que media escuela lo viera llenando bolsitas.
- “¡Mierda!”- pensó molesto.
- Camus espérame aquí voy a buscar al gerente para que nos traiga el contrato.
Minutos mas tarde la madre de Camus apareció en el umbral de la puerta acompañada por un señor que no tendría más de 40 años, vestido con traje color azul marino, camisa azul marino y corbata azul marino, mas que gerente parecía un PowerRanger.
- Camus ven acá para que te conozca el señor gerente.
Mientras Camus seguía las indicaciones de su madre; el gerente lo examino lentamente quedando gratamente sorprendido por las facciones tan finas de aquel hermoso rostro y con una amplia, muy amplia sonrisa le pregunto.
- ¿Asi que quieres trabajar en este lugar?
- Uy si, señor gerente, trabajar llenando bolsitas ha sido el sueño de toda mi vida- Eso es lo que Camus hubiera querido contestar pero la aguda y amenazadora mirada de su madre lo obligo a decir: Si… me gustaría.
- Bueno, generalmente todos los aspirantes a tu puesto deben cumplir con ciertos requisitos como son la escuela, la entrevista y el examen psicológico(¿No se supone que solo se trata de llenar bolsitas?)- Esta vez la mirada amenazadora fue dirigida hacía el gerente- pero dado que tu vienes recomendado por uno de mis jefes, no es necesario llenar tanto papeleo- Vaya que la madre de Camus era bastante persuasiva- ¿Por qué no entran los dos a la oficina para firmar el contrato?
- ¡Muchas gracias señor gerente!, por darle esta oportunidad a mi hijo, le aseguro que trabajara muy duro- añadió sonriendo la madre de Camus.
No tardaron ni diez minutos en firmar todos los papelas, cuando el gerente extendió la mano hacía el pelirrojo diciendo- entonces, bienvenido a empresas Súper Tianguis.
- Gracias- contesto muy desanimado Camus.
Estaba ya todo hecho, su madre se había salido con la suya, había firmado ya el mentado contrato que lo comprometía a trabajar en ese horrible lugar de martes a sábados, durante 4 horas por un laaaargo año, llenado bolsa tras bolsa o en el mejor de los casos llevando cajas de un lugar a otro. Esta vez su sacrosanta madre se había pasado.
No solo seria la comidilla de la escuela. ¡No!. Ahora además su vida social se había terminado completamente, todo por estar al servicio de un hombre que parecía powereanger, que lo miraba de forma extraña y recién había ¿Acariciado su mano?.
¿¡Todo eso solo por una pequeñísima calentura de adolescente?!
¿Qué podría empeorar las cosas?
Nada, ya nada podía ser mas catastrófico en su corta vida (uuuf que exagerado, mejor que se corte las venas con galletas de animalitos)
- Estoy segura de que Camus esta ansioso por comenzar a trabajar lo antes posible - añadió su madre.
Oh si podia ser peor?...
- ¿¡Porque no lo deja intentarlo el día de hoy?- termino preguntando la madre de Camus.
“¡¿HOY?!” pensó alarmado Camus.
- mmmmmm, bueno es que… - y de nueva cuenta frente al gerente los ojos d e la madre de Camus parecieron adquirió un brillo especial- en ese caso mandare traer su uniforme para que empiece ya mismo- el gerente sonrió con nerviosismo.
15 minutos más tarde --------------------------
El gerente miro sin disimulo a su nuevo y “bello” empleado, ahora sin la vigilante mirada de su manipuladora madre podía apreciar perfectamente cada pequeño detalle del apuesto jovencito, personas como el no se veían todos los día: una cara con facciones muy finas, labios delgados, ojos de color azul, una piel blanca, aparentemente mas suave que el algodón, ligeramente alto para su edad, delgado y ese cabello pelirrojo…
En realidad lo único que le atraía al gerente era ese cabello color de fuego que tenia el chico, siempre le habían gustado las pelirrojas y ahora teniendo delate a Camus pensó: “es mi tipo” (solo por el cabello -.-). Tal vez con algo de suerte podría comprobar la suavidad de ese cabello.
El gerente hubiera seguido formando sus fantasías de no ser por que la alarma de su reloj comenzó a repicar, indicándole que tenía cosas “mucho” más importantes para ese día.
- Oh, cielos, es hora, Camus sígueme, te voy a presentar con tu superior, vamos- dijo poniéndose de pie, abriendo la puerta de su despacho para indicarle cortésmente a Camus que saliera y por supuesto echar una ultima mirada a ese bonito cabello rojo, antes de iniciar una caminata por la tienda.
Camus se dio cuenta nuevamente de la mirada extraña que le había dedicado al salir de la oficina y algo temeroso, bajo la vista al suelo, siguiendo los zapatos de ese señor extraño entre estantes repletos de artículos para el hogar.
- Mira Camus este será tu jefe inmediato, el te enseñara todo lo que necesitas saber, él es el encargado de la tienda mientras yo no estoy.
Al levantar la vista se encontró con la única persona en todo el mundo que ansiaba ver más que nadie.
Su corazón comenzó a bombear con mayor rapidez y los miles de capilares que se encontraban bajo la piel de sus mejillas comenzaron a abrirse para tornar sus mejillas rojizas.
Tuvo que detenerse del primer estante que encontró su mano pues sintió que sus piernas se derretirían como helado en el sol.
No podía creerlo, unos cuantos metros mas adelante se encontraba el hermoso peliazul que conociera en la fiesta del día anterior. ¡Era él!!, ¡¡Por dios que era él!, ahí estaba delante suyo con su hermoso cabello azul recogido en una coleta (que lo hacia ver mas sexy), portando igual que él, el uniforme del minisuper, con una maquinita de precios en su mano derecha y con esas enormes esmeraldas posadas una vez mas en el.
Pero el bello modelo lo miro con frialdad, acción que provoco que el menor dirigiera su vista hacia el piso sonrojado.
- Acércate para que te presente- lo llamo el gerente.
Camus dio unos pasos hacia delante sintiendo que en cualquier momento su cara estallaría de tan roja que estaba.
- Phoebe te presento a Camus, a partir de hoy este chico comienza a trabajar con nosotros, así que enséñale lo que debe hacer y como lo debe hacer.- el gerente miro su reloj y continuo diciendo mas apresurado- me habías dicho que necesitabas un asistente, tal vez él pueda ayudarte, deja que hoy salga temprano, enséñale lo mas básico primero, donde esta cada cosa, bla, bla, bla, ya sabes que hacer; debo irme ya, nos vemos mañana, adiós- y sin decir mas el gerente se apresuro a salir en dirección contraria.
Pasaron unos segundos en completo silencio mientras el pobre Camus se ponía cada vez mas nervioso, no sabía ni que decir, de hecho no sabía ni como formular palabras coherentes en su cabeza.
- sigueme- fue la palabra que rompió el momento anterior.
El modelo camino entre los estantes llevando consigo unos frascos, dejando uno por aquí, otro por allá, sin prestarle verdadera atención a Camus.
- La tienda esta divida en varias secciones, cuando no estés en los cajeros como empachador voy a necesitar que acomodes los productos, la primer sección es la artículos para el hogar y la quinta es para toda la comida, por ahora con que aprendas donde esta cada una de esas dos es suficiente- El peliazul se detuvo repentinamente para voltear a ver al chico nuevo, parecía demasiado nervioso así que agrego- Te acostumbraras pronto- y reinicio su camino por entre los estantes- La tienda no es muy grande, el trabajo es sencillo, lo mas pesado se viene el fin de mes cuando…
Camus seguía completamente embotado, siguiendo aquel cuerpo tan perfecto que desprendía levemente un delicioso perfume, sus cabellos, su voz, sus gestos, lo seguía mas por inercia que por obligación.
¿Quién hubiera imaginado que lo vendría a encontrar justo en ese lugar?, hace tan solo unas horas pensaba en la forma de reencontrarse con él y ahora como por arte de magia lo tenia a unos cuantos centímetros de distancia, tan cerca…
- ¿Camus?
El mencionado pareció salir repentinamente de sus cavilaciones- ¿Eh?
- ¿Tu nombre es Camus no?- un momento…
- Así es- ¿Acaso no recordaba su nombre?
- Pensé que lo había dicho mal, entonces te presentare con lo demás.
De pronto el pelirrojo cayo en cuenta de que el hermoso modelo lo estaba tratando como si nunca se hubieran visto, pero ¿Por qué?, si hace tan solo unas horas se habían incluso besado ¿Cómo es que ahora lo trataba de esa manera?
Camus detuvo el paso - Yo…- tal vez…
El modelo se detuvo también mirándolo con curiosidad.
- yo siento mucho lo de ayer- tal vez Saga estaba molesto por como lo había dejado a media fiesta y a medio vestir sin darle ninguna explicación.
El lindo peliazul estaba a punto de contestar algo cuando alguien más llego repentinamente colgándose de su brazo y diciendo:
- ¡JEFESITO!, ¡YA ESTOY LISTO PARA LA ACCIÓN!
El modelo cerro los ojos mientras un chico se le encimaba, lo abrazaba y bailaba a su alrededor con alegría sin dejar de hablar - ¡NO TE DA GUSTO VERME HACE 48 HORAS QUE NO NOS VEMOS! ¡Estaba esperando para verte, hasta me levante temprano y tu sabes lo que me cuesta levantarme porque ese maldito celular…
Camus frunció el ceño, ¿Quién era ese?, junto a SU modelo estaba un chico de no mas de 18 años, delgado, de piel blanca como porcelana, cabello azul celeste, ondulado, ojos azules y brillantes, con un lunar cerca de su boca, vestido con el uniforme que lo identificaba como empleado de la tienda. Nada despreciable el jovencito pero sobre todo muy encimoso con Saga.
- Oye- hablo el modelo sin abrir los ojos y cruzando los brazos.
- ¡KIAAA EL JEFE ME DIJO QUE CONTRATO UN CHICO NUEVO!, ¡DICE QUE ES DE SECUNDARIA! No te parece un poco pequeño, a mi no me querían aceptar…
- ¡Oye!- El modelo comenzó a impacientarse siempre era la mismo con ese tipo, hablaba hasta por lo codos y encima de eso tenia que soportarlo día tras día.
- ¿¡Ya lo has visto!?, ¿¡DONDE LO TIENES!?, ¡Espero que no le hayas hecho alguna de tus perversi…
- ¡AFRODITA YA CALLATE!, ¡ESTA JUSTO DELANTE DE TI!, ¡Lo vas a asustar!- grito repentinamente el modelo, evitando que continuara la bochornosa situación.
El chico alegre volteo hacia Camus mirándolo con sorpresa, tomo su mano saludándolo y agregando:
- ¡HOLAAA! Mucho gusto mi nombre es Afrodita, soy estudiante de preparatoria!, ¿Cómo te llamas?
Camus lo miro con desconfianza cada vez el tipo ese le parecía mas raro ¿Afrodita?, ese parecía mas bien un nombre de niña, de hecho si lo miraba detenidamente aquel sujeto parecía mas bien una chica histérica, no le daba nada de confianza, así que miro a Saga como pidiendo ayuda.
El modelo suspiro pesadamente diciendo- Se llama Camus.
Los ojos de Afrodita brillaron con más emoción- ¡Camus!, ¡Que nombre tan lindo! ¡No te preocupes yo te enseñare todo lo que quieras!, este es un lugarsucho horrible, pero espero que nos llevemos muy bien, mira te presento con los demás, ven conmigo- tomo la mano de Camus llevándolo con prisa hacia un pequeño grupo de dos personas.
El pequeño pelirojo no tuvo mas remedio que caminar con Afrodita, miro hacia atrás buscando al modelo que los seguía a paso lento, cuando regreso su vista la frente se encontró con otros dos chicos.
- ¡ATENCION TODOS!, ¡Aquí esta Camus es nuevo empleado en la tienda!, mira este de aquí es Shaka, y este apuesto hombre de aquí ¡Es mi novio!
Camus miro a sus dos nuevos compañeros, el primero era rubio con ojos azules y serenos, casi tan delgado como Afrodita y con facciones tan finas como las del primero, pero bueno lucia mucho mas varonil que el otro, y porque no decirlo demasiado atractivo, casi tanto como Saga. Mientras el “novio” de Afrodita era moreno con ojos azules, pelo entre azul y morado, mirada penetrante y un cuerpo bastante bien formado, no se quedaba nada pero nada atrás del rubio.
- ¡Por ultima vez!, ¡NO SOY TU NOVIO Y DEJA DE ABRAZARME!
Afrondita lo miro con rencor y lo soltó diciendo: ¡Ya pues, no te pongas tan especial, de todos modos no tendrías tanta suerte.
- Bueno como sea- y dirigiéndose a Camus el “ex novio de Afrodita” le dijo- Hola me llamo Otto (a petición de mi hermana) pero puedes decirme Death, estoy en segundo año de la preparatoria, Y NO SOY NOVIO de esta florecita- dijo el moreno sonriendo hacia la “florecita”.
Afrodita se cruzo de brazos y le saco la lengua a Death.
- Ho… Hola- Camus sintió que una gota de sudor corría por su frente, parecía que si había algo entre esos dos, cosa que le convenía.
- Emm ¿Camus?- hablo el bello rubio- Hola mucho gusto, como ya dijo Afrodita soy Shaka yo estoy en la universidad y trabajo aquí cada tercer día, si tienes alguna duda no dudes en preguntarme y que no te asuste Él- señalando a Afrodita- es muy efusivo, pero es buena persona- dirigió su mano hacia el menor en señal de saludo.
- Eeh mucho gusto- Camus estrecho su mano sintiendo que sus mejillas se sonrojaban.
- ¡WAAA!, ¡QUE LINDO!, ¡Camus se mi hermano menor!- Afrodita abrazo amistosamente al menor, haciendo que su sonrojo se incrementara, no estaba acostumbrado a personas como el.
- Ja, ja, ja Afrodita creo que lo asustas- dijo Shaka.
- Bueno ahora que lo pienso si Camus fuera rubio seria mas bien tu hermano Shaka, se parecen mucho, los dos son muy bonitos- Afrodita soltó su abrazo sobre Camus para pellizcar ligeramente las mejillas de Shaka- ¿¡Por que no te conocí antes que el psudojefe?!.
Camus se sorprendió por aquellas palabras “pseudojefe”.
El rubio se sonrojo levemente- pero que cosas dices- y así hubiera continuado la florecilla del lugar de no ser por el modelo de grandes esmeraldas.
- ¿Ahora Resulta que también quieres a Shaka?- pregunto Death.
- ejemmm, bueno Camus ya conoces a todos, ahora ven conmigo te enseñare la papelería- El peliazul dio media vuelta siendo seguido por el menor, que miraba con curiosidad hacia sus otros compañeros que seguían discutiendo algo.
Camus volteo su vista hacia el modelo, sus otros compañeros eran todos atractivos pero ninguno le llegaba a los talones a ese bello peliazul que por asares del destino había vuelto a encontrar; solo tenia un solo y gran problema.
¡No le dirigía ni media palabra!, de hecho y siendo realistas no le dirigía ni siquiera una mirada, un gesto, ¡NADA!, lo trataba con la mas cruel de las indiferencias, tal vez Camus pudo haber caído, pudo haberse desmayado a medio pasillo y el atractivo modelo jamas se hubiese enterado, porque no mostraba el mas mínimo interés en el menor; ¿Qué había pasado con el chico arrollador que había conocido hacia unas horas?
- Por cierto aun falta una persona que conozcas, trabaja de vez en cuando, es mi hermano- bueno al menos le estaba hablando- cuando venga te lo presentare, quiero que lo conozcas también, mientras te mostrare algo.
- Oh- Camus emitió ese simple vocablo sin entender la magnitud de las palabras que su nuevo jefe le estaba diciendo.
El peliazul no comento nada más, se detuvo delante de la oficina del gerente, saco lentamente las llaves, abrió la oficina y dándole paso al menor le dijo:
- Pasa Camus.
Camus camino hacia el interior de la oficina bastante abatido por la actitud de su hermoso modelo, de haber sabido que las cosas serian así hubiera preferido no encontrarlo de nuevo.
La puerta de la oficina fue cerrada, de pronto Camus sintió que era jalado por su mano y lanzado con cierta fuerza hacia una de las paredes de la oficina, todo paso tan rápido que no tuvo tiempo de reaccionar solo un parpadeo y cuando abrió los ojos de nuevo estaba siendo acorralado por el modelo…
Y ahí estaban nuevamente esas enormes y brillantes esmeraldas devorándolo, seduciéndolo en medio de la semioscuridad.
Camus hubiera jurado que estaba soñando de no ser por la voz persuasiva del mayor:
- Así que el Rubio de ayer era solo tu amigo ¿Eh?
++++++++++++++++++++++++++++++++++++
0 notes