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#frascos de vidrio
adribosch-fan · 1 year
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Del cortado en lo del "gallego" al "latte" en Palermo 
Por Joe Fernández (*) ¿En qué momento los sobrecitos de azúcar de los bares con frases inspiradoras, fueron cambiados por un frasco de vidrio con azúcar mascabo? ¿En qué momento un pan de masa madre de trigo sarraceno le ganó a la promo del café con leche con tres medialunas? ¿En qué momento el tostado se convirtió en un sellado? ¿En qué momento las sillas de los bares fueron cambiadas…
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La gente cree que soy una persona bastante extraña. Eso es incorrecto. Tengo el corazón de un niño pequeño. Está en un frasco de vidrio sobre mi escritorio.
(Stephen King)
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baecher · 9 months
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# 𝗔𝗥𝗕𝗢𝗟 𝗗𝗘 𝗟𝗢𝗦 𝗗𝗘𝗦𝗘𝗢𝗦
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las luminiscencias captaron la atención del surcoreano, y se podía evidenciar en ese mentón que se eleva y la sonrisa amplia que se forma en sus fauces, mientras estudia recipientes de vidrios con lo que simulan ser estrellas enclaustradas. ' ¿se supone que esto se carga de nuestros deseos o es sólo una metáfora? ' pregunta al primer interlocutor que reconoce cerca, reconoce que debe ser sentido figurado, pero no por ello deja de llamar su atención. diestra sostiene botella de agua que mece a medida que camina, distraído, hasta que se detiene en una. ' ¿esa tiene una luz quemada? ' entrecierra sus ojos, apuntando con su índice el frasco aludido.
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angelamariamedinaruiz · 7 months
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Merci
Hoy estaría de cumpleaños Merceditas, la mamá de mi mamá, mi abuela. Ella olía a angel face, óleos y trementina. Tocaba el piano y tejía.
Luego de mercar cortaba las bolsas plásticas en tiras con el fin de hacer hilos delgados los cuales enredaba en su dedo índice y en la otra mano sostenía una aguja, movía las manos con destreza y fabricaba un bolso en croché: lo forraba por dentro con un liencillo blanco, le ponía cremallera y tejía tres rosas de hilo plástico que pegaba en el extremo inferior derecho como detalle final.
Mi mamá me contó que le hizo el vestido de novia a mi tía, no le tomó medidas, ni una sola, se quedaba mirándola concentrada y sabía cuántos centímetros de tela necesitaba o por donde cortar. ¡El vestido le quedó perfecto!
Aunque ya se murió yo la sigo admirando mucho, recuerdo que hablábamos casi a diario por teléfono; en casa teníamos un teléfono blanco, inalámbrico, Panasonic; nos llamábamos a las cinco o seis de la tarde, su hora favorita y la mía también. Abuelita, se me metió una mariposa grande al cuarto, mija a ellas les gusta el olor de la trementina, eso las atrae. En mi mesa de noche reposaba un vidrio, intenté pintar con óleo el rostro de la actriz de Azul, la película del director Krzysztof Kieślowski, famosa en la década de los noventa, y dejé el pincel dentro del frasco de trementina abierto. Mientras hablaba con ella, seguía las instrucciones que me daba para sacar a la mariposa negra - café gigante: ponete los guantes de lavar loza, abrí las ventanas y la puerta del balcón y buscá la escoba. Yo, con el teléfono pegado a la oreja, luchaba para sacarla teniendo cuidado de que no me revoloteara encima y con el palo la orientaba para que saliera por alguna ventana.
Mi abuelita y yo teníamos una complicidad creativa. Me dijo que le gustaba que yo escribiera y me regaló la libreta del General, su suegro, mi bisabuelo escribía ahí pensamientos, poemas, acrósticos. Usaba una pluma y sus letras parecían el resultado de un curso avanzado de letterin. Fue el regalo más valioso que he recibido.
Merceditas fue monja, esposa, mamá, abuela, bisabuela y artista. Murió cuando ella tenía noventa y tres y yo veintitrés. Me enseñó que en el movimiento está la vida, quedarse durmiendo más de lo que el cuerpo necesita no es bueno para el cuerpo, tampoco para la mente y mucho menos para el alma.
A las cuatro de la tarde, mi abuelita tomaba el algo: bebía chocolate negro, sin leche, acompañado de tostadas con mantequilla. Le gustaban las aceitunas y la mermelada de mora. La sopita de arroz con carne molida, tajadas de maduro era su almuerzo favorito, más bien era mi favorito sobre todo cocinado por ella.
Todos los domingos la visitábamos y ahí nos reuníamos con los primos y mis tías, comíamos buñuelo con Coca-Cola. Entre semana yo la visitaba, caminaba a menudo hasta su casa, me abría la puerta, por lo general la viejita estaba sola, me recibía con una sonrisa y nos sentábamos en la sala a conversar, mi abuela me enseñó a vivir.
Mi abuelita firmaba sus cuadros así: Mercy, creo que en francés la palabra merci significa gracias.
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grccve · 2 months
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Una mañana cubierta de niebla, un tanto fría, no provoca muchas ganas de salir de cama. Sin embargo, su hermana sugirió que el joven lobo podría tomar un respiro de las cuatro paredes donde reposa y sentarse en el porche de la cama, respirar aire fresco. "Buenos días". Susurra una tímida hada, con las manos cargadas de una bandeja repleta de cosas. "Pensé que algo de té podría venirte bien". La humeante tetera, una tacita de porcelana y algunas medicinas en forma brebajes en frascos de vidrio, forman parte del cuadro. ╱  ( @sxndglass )
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ocasoinefable · 10 months
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Contaba los botones que habían guardados desde mi bisabuelos en un frasco de vidrio, con una tapa decorada con dibujos hechos en papel y una cinta en forma de moño a su alrededor. Habían. Botones tan pequeños como el piecito de una bugambilla, habían botones tan grandes como una hoja de limón, habían de color claro y unos con pintas. De la nada comencé a llorar, solo caían las lágrimas sin detenerse, entre un sabor al tostado del café y la tierra mojada. Mire el humo salir de la chimenea, la sombra del árbol tocar las tablas como si tuviera flores en su copa. Y espere a que dejara de caer lágrimas de mis ojos, para volver a cerrar el frasquito y salir a correr tras la luna ..
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therisellchronicle · 4 months
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Versos de despedida: Por si acaso te vas
Por si acaso te vas, dejando en el aire un adiós sin palabras, he guardado tus besos en un frasco de vidrio, donde el tiempo no muerde, ni el olvido araña. Por si acaso te vas, he pintado la luna con tu risa, y sembré en el jardín de mi memoria tus caricias como flores eternas. Por si acaso te vas, he escrito tu nombre en el viento, para que en cada susurro, me devuelva un poco de…
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brujaluzdeluna-blog · 9 months
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RITUAL 👿eficaz para Separar o para alejar a esta persona que te arrebató a tu pareja.
Materiales:
- una cabeza de ajo grande .
- un envase de vidrio con tapa.
- Chile picante (el más picante que encuentres en la tienda )
- vinagre de vino o blanco
- papel de traza o pergamino con el nombre escrito de las dos personas a separar. 7 veces cada nombre y uno en cada cara del papel.
En el recipiente de cristal, vas a colocar la cabeza de ajo, el chile picante y el papel con los nombres de las personas a separar. Estos van en el fondo.
el vinagre lo debes agregar al frasco hasta que cubra la cabeza de ajo. Y los de más materiales
Vamos a tapar el frasco y lo vas a coger con tus dos manos y vamos a visualizar como esas dos personas se pelean, y se separan lo que tu quisieras que pase entre ellos dos, agitar el envase con fuerza, transmitiendo tu deseo .
Luego el envase lo vas a dejar en el sol a la luz del sol el mayor tiempo que puedas, y en la noche lo taparas con una tela negra poco a poco iras viendo los resultados puedes invocar a San Alejo o tu deida de devoción.
Espero y sea de su agrado.
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kombuchacongemma · 11 months
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Kombucha Casera con un Toque de Canela: Paso a Paso
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El Kombucha, la bebida fermentada llena de beneficios, puede transformarse en algo aún más delicioso con un toque de canela. Sigue esta guía detallada para preparar tu propio Kombucha casero con canela.
Ingredientes:
1 bolsa de té negro o verde sin saborizantes
1 taza de azúcar
4-6 tazas de agua filtrada
1 SCOBY y 1 taza de Kombucha ya fermentada (conocida como "starter tea" o té inicial)
1-2 palitos de canela (según preferencia)
Frutas, hierbas y otros sabores (opcional para la segunda fermentación)
Instrucciones:
Preparación del Té: Hierve el agua y añade la bolsa de té, el azúcar y los palitos de canela. Revuelve hasta que el azúcar se disuelva completamente. Deja que el té se enfríe a temperatura ambiente.
Añade el SCOBY: Una vez que el té esté a temperatura ambiente, retira la bolsa de té y transfiere el líquido a un frasco de vidrio. Agrega el SCOBY y la taza de Kombucha ya fermentada.
Fermentación Primaria: Cubre el frasco con una tela de algodón y sujétala con una banda elástica para permitir la entrada de aire pero evitar contaminantes e insectos. Deja fermentar el Kombucha en un lugar cálido y oscuro durante 7-20 días, ajustando según tus preferencias de sabor y las condiciones ambientales.
Prueba y Prepárate para la Segunda Fermentación: Después de una semana, prueba tu Kombucha. Ajusta el tiempo de fermentación según si prefieres un sabor más dulce o más ácido. Una vez que esté a tu gusto, retira el SCOBY y guárdalo para tu próxima preparación.
Segunda Fermentación (Opcional): Si deseas añadir más sabor y carbonatación a tu Kombucha, llena botellas individuales con el Kombucha fermentado y añade frutas, hierbas u otros sabores. Deja las botellas en un lugar cálido durante 3-7 días, luego refrigéralas y ¡disfruta!
Consejos:
Utiliza utensilios limpios y no metálicos para manipular el Kombucha y el SCOBY.
No te preocupes si el SCOBY cambia de aspecto con manchas marrones o se ve extraño, es normal.
Evita usar tés aromatizados o con aceites añadidos para la fermentación inicial, ya que pueden dañar tu SCOBY.
¡Anímate a probar este delicioso Kombucha con canela! Comparte tus creaciones y experiencias en las redes sociales utilizando el hashtag #KombuchaConCanela.
¡Salud y bienestar en cada sorbo! 🌿🍹🌞
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sircletus · 2 years
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no va uno y busca en la cocina el café molido cuyo paquete dorado anuncia la  completitud de las instancias de la vida, y se prepara ese líquido caliente, porción de abismo oceánico en el que nada se refleja, ajustándose lo mejor posible a los recuerdos del ritual que ha visto en los sitios digitales y que reitera como un eremita que nunca llega a comprender por qué el hambre y las plegarias,
no se sienta finalmente uno tras el frasco de vidrio al que coloca sobre ese pedestal banalizado, la mesa, no hace todo esto y finalmente toma un sorbo y después otro
porque disfrute con fidelidad honesta ese café y la alquimia de hacerlo sangre de su sangre,
sino que reitera toda esta dilatada pantomima porque está desde quién sabe cuándo tácitamente solo, con un aislamiento que penetra como de raíces que no pueden arrancarse sin desgarrarse como venas trenzadas, y porque el imperativo solar del Trabajo trae con sus imanes innúmeras legiones de los peces de la ansiedad,
y quisiera ingerir de esa probeta oscura e hirviente lo que nunca aprendió a obtener de su propio pasaje desperdiciado por los días que entre veredas amarillas y olas vistas siempre a la distancia en este mundo le fueron dados.
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srita-cast · 1 year
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Él ❤️‍🔥
El piensa que no lo amo lo suficiente y que en cualquier momento lo voy a engañar.
Si pudiera ver que me costó un huevo congeniar tan cabron como lo hago con él.
7 años pasaron y no podía sentirme cómoda y tranquila como me siento con él.
Sí, si tengo miedo de perderlo, yo sé bien qué es lo que quiero y como me gusta, cada segundo de lo vida es tan cabronamente valioso, no me gusta desperdiciar nada, y cada cosa que hago es con el propósito de sentirme viva y feliz, no, no tengo ganas de pendejadas diciendo te amo y buscando en otro lado lo que con él tengo, y aunque hay cosas que no tiene, wey, siempre le digo qué es lo que tenemos que hacer porque ni madres que me quiero quedar con las ganas.
Pero yo, yo no sé cómo se siente él, él está buscando una niña bonita, flaquita, de cabello largo, lacio, que no le guste la filosofía, que no piense en dimensiones y sólo se enfoque en videojuegos, y rutinas eternas cada fin de semana, una niña que no le guste la naturaleza al grado de estar descalza en los cerros. Él necesita esa niña que no se empute y defienda sus creencias con fuerza, una niña que el amor le dé igual y no pida cada día algo diferente porque hoy amaneció con una manera distinta de amar.
Ya sé, es difícil amarme, hoy quiero que esté pegado a mi diciéndome que soy hermosa y otro día quiero que corramos como locos por los puestos del tianguis para comer a lo desgraciado !
O hay días que quiero que me de mi espacio y que el se sumerja en sus videojuegos y a mi sólo me deje meditar, pero si algo es cierto esque no hay una manera exacta de amarme , porque siempre quiero algo distinto y con mayor intensidad...
Y esto mis amigos creo que él no lo entiende y creo que no lo está disfrutando, yo, yo estoy asustada porque la rutina me está matando, me siento como una mariposa en un frasco, y aunque lo amo y me gusta conectar con él y adoro cuando me deja ser, hay cosas que él hace que me cortan mi oxígeno. Yo soy transparente como un vaso de vidrio y él oculta cosas como un código de banco, yo todo platico, él pocas cosas me cuenta porque dice que yo no lo puedo entender porque escudriño, hasta entender y doy mi punto de vista y sí, estoy tratando de no hacerlo, sólo que no sé cómo hacer eso, siento que es como un "me vale madre"
Él quiere que yo sea feliz con detalles esporádicos, no entiende que yo soy feliz con la libertad y lo explotando , pero todo fuera de cuatro paredes !!!
No me encierres siento que me apago, no me tengas en la ciudad, siento que me contaminó, no me dejes de hablar como castigo porque siento que te pierdo.
Amar y ser amado está cabron y aún así no puedo dejar de amarlo pinche vato mamon
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conservalonatural · 2 years
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Conservación de alimentos
Introducción
En mi comunidad Santa María Tampalatín, se realizan conservas caseras con el fin de conservar algunos alimentos, su elaboración es un procedimiento sencillo y natural que puede realizarse en el hogar con el fin de lograr exquisitas confituras, mermeladas, lácteos, dulces, licores y otras cosas ricas con frutas y hortalizas frescas de la temporada.
Se preparan en almíbar duraznos, se hacen mermeladas, se salan carnes,  pero sobre todo el más importante los chiles en vinagre.
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RECETAS DE CONSERVAS CASERAS
Deshidratado de manzana
Ingredientes:
2 manzanas maduras
Canela en polvo
1L de agua
3 limones
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Procedimiento
Lavarnos las manos antes de comenzar y recogernos el cabello para no contaminar nuestros alimentos.
Lavamos y secamos las manzanas.
Procedemos a pelar una manzana y otra dejarla con cascara para ver de qué forma actúa en las manzanas la deshidratación.
Quitamos el corazón de la manzana y rebanamos las manzanas en rodajas delgadas.
Añadimos agua y los 3 limones en nuestro recipiente.
Colocamos nuestras rodajas dentro del recipiente y dejamos remojar por 15 minutos.
Sacamos las manzanas y las secamos con nuestro papel absorbente.
Agregamos la canela en polvo por ambos lados.
Las colocamos en nuestro deshidratador y tenemos que voltearlas aproximadamente 8 días una vez al día para eliminar la totalidad de agua y estén listas.
Estarán listas cuando no haya humedad ni flexibilidad.
Finalmente las colocamos en nuestro frasco o bolsa ziploc (más fácil de trasportar) y etiquetamos con la fecha del día.
Ate de guayaba
Ingredientes:  
1 Kg de guayaba
800 gr de azúcar
Una media taza de agua
20 gr de pectina
2 limones
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Procedimiento
Pesar las guayabas que sean 1 kg.
Cortar la guayaba a la mitad y sacarle todas sus semillas.
Colar la media taza de agua en las guayabas.
Poner a calentar el agua en la hoya junto con las guayabas hasta que se suavicen.
Ya que estén suavizados las guayabas se procede a moler,
Poner la guayaba molida en fuego alto y agregar 3 tazas de azúcar y el jugo de limón es importante agitarlo a momento para evitar que se pegue.
Mezcle la pectina con azúcar restante y añádela. Menarle hasta que se incorpore.
Vierte en el refractario y cubrir con un paño de cocina.
Desmoldar y cubrir con un plástico film.
Chiles en vinagre
Ingredientes
Chiles jalapeños
Zanahorias
Cebolla
Ajo
Aceite
Especias
Vinagre blanco
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Procedimiento
Primero hay que preparar las verduras primero. Pela, rebana y prepara los chiles, zanahorias, cebolla y ajos y deja a un lado.
Poner en una olla de vidrio, acero inoxidable o hierro fundido el aceite. Cuando empiece a calentar pon las zanahorias y saltea por unos minutos.
Poner la cebolla, el ajo y los chiles jalapeños. Es importante que no se doren las verduras, lo único que buscamos es saltearlas un poco.
Cubrir las verduras con el vinagre y poner las hierbas de olor y la sal. Baja el fuego y deja que suelten el primer hervor. 
Hay que fijarse en el cambio de color de los chiles. Cuando se les quita el verde fuerte y se vuelve un verde más seco, ya están. En este momento se apaga el fuego y se dejan reposar.
Cuando están fríos se envasan en frascos de vidrio con tapa.
Les dejo algunos videos para que realicen sus propias conservas caseras.
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monvria · 2 years
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1921
Historia nacida en parte por un arte autoría de @animeluci-98thpg y por una conversación en el discord de LH.
Resumen: Pese a lo suscitado, puede que esté floreciendo una nueva amistad entre dos personificaciones. 
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El olor a hierro abarcaba todo el bohío, con pequeños atisbo de pestilencia a sudor con moscas revoloteando a lo largo y ancho de la morada. La humedad no daba tregua y el ambiente se tornaba pesado, pese a que solo hubiese dos personas dentro de la choza. Del pequeño botiquín encimado en una silla de madera se sacaba diferentes utensilios, vendas y frascos pequeños de vidrio con alcohol dentro.
—Quítate la camisa.
La muchacha vio al hombre, y éste captó de una vez la mirada de odio africano que estaba reviviendo por parte de la mujer. ¿Puede culparla? Por supuesto que no. Fuese él en su posición y se habría lanzado a la yugular para arrancárselo a mordisco de bestia. Pero aquí las tornas son diferentes; él tiene el control y ella solo puede obedecer o ignorar, y lo segundo, en este caso en específico, es más mal que bien por más que salvaguarde su orgullo.
—Quítese la camisa. . . por favor.
Un fuerte suspiro nasal fue su respuesta, pero pasado el minuto intentó, desabotonando poco a poco los botones de la camisa chocolate, totalmente sucia y húmeda después de que el buque La Estrella encallase en un montículo de arena den el río Coto. Estaba a medio abrir hasta que se detuvo, dirigiéndole la mirada al hombre parado frente suyo. Éste no captó a la primera, incluso alzó las cejas en señal de duda.
—Exijo decoro. Voltéese, Ayala— Dijo la muchacha y el otro ahora a sabiendas qué quería la mujer, y un poco apenado por no haberlo captado en la primera, se volteó pero sin recato, ni atisbo militar, sino como se voltearía un pingüino de la forma más vergonzosa posible.
Viendo a una pared Rodrigo solo capta pequeños sonidos, sonidos suaves indicando el pudor de los movimientos de la joven, sonido de tierra por las pisadas y firmeza de la muchacha, el chillido del banco de madera proveniente del banquillo donde estaba sentada la mujer, entre otros sonidos. Se le añadió entonces el sonido liso de vendajes, y el sonido de piel pegajosa.
—Puede voltearse.
Y así lo hizo. La muchacha seguí igual, solo que con la camisa en los hombros, dejando expuesto todo su frente. Captó porqué el sonido de vendajes. Había afirmado más las viejas vendas encima de su pecho, para afirmarlos a modo de sostén; supuso entonces que durante el salto al agua éste se había mojado y se había aflojado por consiguiente.
—Fernanda. . . Digo, Vásquez, limpiaré las heridas y, dentro de lo posible, intentaré curártelas ¿De acuerdo?
—Solo si es usted.
—De acuerdo.
Era algo tácito, por más que pese, que el enemigo cure tu heridas es una muestra de respeto pero podía ser tomado como todo lo contrario, como un irrespeto al perdedor, una oda a la condescendencia. Por más que existían historias que narraba eso, de enemigos curando y alimentado al perdedor, y por consiguiente, los vencidos adquirían un respeto por su hospitalidad incluso estando en el bando perdedor, para Fernanda era inconcebible eso. Pero en una prueba para igualarse, por más que esté en el lado desfavorecido, prefería que fuera su propio equivalente como representante de un país el quien atendiese sus heridas, y no un soldado raso o incluso alguno de la alta jerarquía militar; para que fuera igual tendría que ser él.
Vio como el otro colocaba un banquillo frente suyo, sentándose y esperando a la invitación. «¡Qué caballeroso!» pensó de abroma la mujer, pero aun así tiró del tapeta frontal revelando que en su lado izquierdo había una abertura sanguinolenta, posiblemente de una bala durante el tiroteo. Para un país, recibir daño en físico, al menos de parte de un humano común, no suponía ningún problema; no era herida mortal; dolerá como si fuera humano de carne y hueso pero no supondría un peligro para su propia existencia. Diferente fuera si el daño lo propició alguna personificación de un Estado. Cosas de la metafísica. Esta herida, que estaba a su costado izquierdo, en la sección de la tripa y cintura, se nota que fue propiciada por algún soldado del bando panameño, por tanto, no supondría ningún peligro para la morocha más allá de un dolor sórdido que, a ojos de Rodrigo, ha hecho muy bien en ocultar.
—Aquí, me dieron. En el hombro de este mismo lado también tengo una herida, pero no es de plomo, será de un golpe o quizás un corte, no sé, pero esta de acá es la más importante.
Despojado de cualquier pudor, Rodrigo agarró la cintura del lado derecho de la muchacha, para estabilizarla, y con su otra mano libre empezó a tantear alrededor del área afectada. Fernanda en consecuencia, y por el dolor, se agarró fuertemente el hombro del otro. La respiración de la mujer se volvió audible, en un patrón rítmico y pesado de inhalar y exhalar aire, viendo qué era lo que estaba haciendo Ayala.
—No está muy profundo, la bala digo. Creo que la puedo extraer. ¿Te parece?
—Está bien.
—¿Gustas un palo para morder?
Y ante la sugerencia la otra afianzó su agarre en el hombro, pero de forma abrupta y brusca, hiriendo (aunque éste no lo iba a admitir) un poco al hombre frente suyo.
—No soy un perro, Ayala.
—No es eso, no es un insulto, es. . .
—Ayala. . . entre nos, soy yo quien tiene más experiencia en esto del belicismo, y entre nos y seguro yo poseo más herida en campo de batalla que usted en todo lo que llevamos de vida. No necesito un palo en boca para no gritar, ¿entendió?
Ambos estaban cruzando miradas en un duelo de quién podía mantener más las miradas entre sí. El ceño fruncido más pronunciado en la mujer. Y el hombre, ante un hecho cierto, y medio adolorido pero con ira surgiéndole de la entrañas, y arremetiendo mal, apretó un poco fuerte el costado derecho de la muchacha invitándole a avasallarse, más la otra no cedió, por más que le dolía el apretón y sabiendo bien que dejaría moretón.
Aquí el conflicto ya era más personal, desprovisto del contexto en donde estaba; era una medición de egos conflictados, del convulso histórico que tardó décadas en explotar. De un hecho que surgió al comienzo del siglo XIX, prendiendo las llamas en 1836, y que ahora, en 1921, llegó a explotar en una posible culminación abrupta. Para Rodrigo era una de las herencias de su hermana (de las cuales podía abrazar gustoso), la lucha de su integridad nacional (aunque no quiera, debe de admitir, que su jugada con el estadounidense no ha salido del todo bien), y esto último es lo mismo para la muchacha. Se entienden, entonces, no en totalidad pero sí los mayores atisbos.
Pero es que acá, para Fernanda, ha sido una herida a su orgullo. Orgullo que tomó siglos en edificar, culminando a lo largo del siglo XIX dicho proceso; haciendo la distinción de los otros cuatros quienes poseyeron desde un comienzo mayores facilidades que ella. Entonces esto se derrumba por un majadero, por un tipo que ni ejército tiene. Y hela acá, magullada y herida, aceptando por su bien, pero mordiéndose la lengua de la rabia. Pero ¿rabia por quién o a qué? Que es lo que le está haciendo doler la cabeza porque no halla respuesta, porque no es al majadero de al frente, ni por la situación. A poco será a ella misma, porque no pudo y hela aquí.
A modo de perdón, Rodrigo afloja su agarra e incluso soba el área, cede ante el duelo de miradas y opta por agarrar la pinza del botiquín y dirigir su mirada a la herida. Tiene algo de experiencia el muchacho. Una vez curó a su hermana en el campo de batalla, allá en el valle. Y también a otros hombres. María una vez le dijo que no tenía vocación de militar, él no respondió. «Ella sabrá» se había respondido en la mente, porque María era Capitanía y todas las Capitanías hispanas han nacido con la vocación de lo militar y lo aguerrido. No recuerda quién, pero le habían dicho que era más dado para la negociación y que si lo veían tomando armas era porque todo se fue al despeñadero. Tienen razón ahí, quizás, porque esto aquí, este conflicto en sí, fue esa consecuencia cuando todo se fue por el despeñadero.
Extrae la bala y la otra se queja, hay bufidos de dolor y agarres fuertes en el hombro del hombre. Es cierto, no necesita un palo para no gritar. Prefiere ahogar sus gritos y maltratar al otro para socavar cualquier atisbo de dolor. Extraído la bala pero sin moverse, el hombre dirige su mirada a la muchacha y ésta lo ve, siempre lo ha estado viendo, y ve entonces el sudor acumulándose en la frente de Fernanda y su cara de terror del cual no comprende el porqué. ¿Terror por el dolor o por él? No sabe.
Fernanda inclina más su cuerpo con el de Rodrigo. Su excusa aquí es el cansancio, en parte, pero la verdad es el dolor. Es ambas. A Rodrigo no le importa, sabe que duele y no la puede culpar. Limpia el área y lo sanitiza, le pide permiso para quemarlo con pólvora. La muchacha cede y cuando sucede, para no gritar, tiene que acceder a morder algo y ese algo era el hombro del hombre al frente.
Todo el ambiente se ha tornado mucho más pesado que desde el comienzo e incluso él mismo ha empezado a sudar por el mismo. Fernanda está cansada, ve Rodrigo, desde la mordedura no se ha despegado de su cuerpo y han quedado enclaustrados en un abrazo. Algo así sucedió con su hermana, solo que acá la herida y el hecho es mucho peor. Rodrigo otorga un abrazo adecuado y pequeñas caricias ahí y allá para calmarla y Fernanda concede. Entonces se dan cuenta, ambos, que no se odian y que la ira del momento es por el contexto. Porque no es que se hayan llevado “mal-mal” desde que se conocen, porque cuando se conocieron, allá en la iglesia cuando Antonio estaba emperrado en que todas las nuevas colonias conocieran el evangelio; incluso compartieron banca, recuerda una vez. Fue algo nacido más tarde, pero incluso así, ambos relegaron su importancia pertinente en pro de cuestiones más significativas para aquel entonces.
Una vez acabado el tiempo de reposición, Rodrigo prosiguió con coser el área cerrando así y en totalidad la herida. Dicho proceso de curación se repitió pero ahora en el hombro de la mujer. Acabado la faena el hombre se levanta. La mira y quiere cederle tambucho, paños y agua para que se limpie; un nuevo conjunto de ropa; traerle algo de comer pero nada de eso tiene. De pura suerte solo para él y compañía. Más sí le puede ceder el bohío.
—Te quedas aquí. Sé, no es el lugar más agradable, la cama es de penca y hay pocas cosas para entretenerte pero es eso o a la intemperie.
Fernanda abre la boca para comentar lo dicho por el joven pero cierra. No tiene ganas de discutir. Todo el proceso de curación le ha drenado las ganas y ahora mismo solo quiere acostarse y dormir. Con las fuerzas que aún posee se para y camina medio tambaleando a la cama de penca, del cual se sienta y mira al hombre, pidiéndole por medio de los ojos privacidad.
—Vale. Te anuncio algo. A tus hombres caídos en combate se les dará sepultura. He de admitir no en las mejores condiciones puesto a que serán enterrados en fosas. Si lo que me mencionó el Coronel Armuelles es correcto, en algún momento, más pronto que tarde eso sí, trasladaremos a tu gente a Charco Azul, y de ahí, a otras áreas hasta que acabe el conflicto— La muchacha ni veía a Rodrigo, veía al suelo, como analizando todo en su halo de cansancio —En cuanto a los heridos, no tenemos suficiente utensilios para todos, más le indico que puede confiar que, cuando los tengamos, los atenderemos como es debido. Los voluntarios de la Cruz Roja, apostados en Rabo de Puerco, deben estar llegando en estos días para acá. Serán atendidos. Y en cuanto a ti. — Ahí la muchacha dejó de ver al piso, ahora viéndose ambos a los ojos —Como a tu gente, serás traslada como prisionera. —
—¿Eso es todo?
—Sí.
Y ya no hubo respuesta. Ahí supo pues que tenía que salir del bohío. Esa misma tarde el tercer buque de contingencia, La Esperanza, al igual que los dos buques anteriores, sería arrinconado y tiroteados por el cuerpo de armas panameño apostados en Coto.
Como le había remitido Rodrigo, la mañana siguiente había llegado una contingencia panameña en un buque gasolinera. De ahí salieron, además de otros soldados (y después se enteró ella, que también había venido el quien era Jefe de ejército panameño, General Manuel Quintero Villareal, y otros altos mandos), una pequeña agrupación con sus cruces rojas en la ropa, quienes empezaron a entender a sus compatriotas, tal como le había dicho el panameño. Y como también le remitió, a ella y a su gente lo subieron en sus mismos buques y fueron trasladados a Charco Azul en localidad de Rabo de Puerco; de Rabo de Puerco a Progreso; de Progreso a David y de David a Ciudad de Panamá. De ahí a una isla del Golfo de Panamá, la isla de Taboga. Dicha isla sería su “prisión” hasta que culminara el conflicto.
Lo que le sorprendió a Fernanda fue que el propio Rodrigo les acompañase en todo el trayecto. Le resultó raro, puesto a que la guerra seguía en curso y, si lo que le habían dicho antes de zarpar en La Estrella rumbo a Coto es cierto, las movilizaciones militares hacia la frontera sur seguirían su curso ya estipulado.
Entre las presentaciones del lugar, indicando el área donde iban a estar, hasta donde se podían movilizar, entre otros menesteres, Fernanda le preguntó al muchacho porqué había venido acá. La repuesta fue lo esperado, no hubo respuesta alguna. Pese a ello divagó que quizás se haya tomada unos días de descanso, o se iba a movilizar a otra parte. «Si nada ha salido mal, la cosa no le debe ir bien a él en el área Caribe».
Su estadía en Taboga no fue mala, tuvo que admitir. Se le fue cedida una casona donde podía descansar, ropa para vestir en los días venideros y cierta libertad en recorrer la isla si iba acompañada de algún soldado panameño. Para su sorpresa (o no) quien le acompaño en esos días fue Rodrigo. Aunque descansado igual se le veía una cara media de preocupación, medio de otro atisbo imposible de describir. Aun así, cuando se le presentaba cara a cara, su rostro cambia y se volvía una más solemne.
Era un buen compañero, tuvo que admitir, y un perfecto caballero (y esto sí, ya no a tono de burla). Cuando quería ir a estirar las piernas por ahí le llamaba, y siempre estaba disponible. Incluso si le preguntaban creyó que podía llamarlo a eso de las una de la madrugada y él acataría. En esos días, también le fungió de guía por el poblado.
«No hay mucho que ver» Le dijo mientras recorrían cerca del centro del pueblo «Aquí a veces, cuando no quería saber nada de Bogotá, ni Colón o incluso mi capital, me largaba acá un par de días a ordenar mi cabeza y después me iba. Pero era eso, un par de días. Acá el único ocio es caminar, hablar, chismear, jugar dos que tres juegos de naipes o Tute, quizás allá alguno con un dominó disponible, ir a la iglesia y tomar. Vuelto a repetir»
Igualmente le gustó. Escuchó atenta sobre la historia de la isla, desde conquistadores que zarparían al sur, hacia Perú, hasta piratas que visitarían la isla e incluso la utilizarían como fuente de abastecimiento y guarida de las autoridades reales. O como el poblado sería destruido durante las guerras de independencia hispanoamericanas por ser leales a la corona española.
Como antaño, cuando se conocieron de niños y todo era más sencillo, fueron a la misa en la Iglesia de San Pedro en pleno centro del poblado. Como aquella vez compartieron banca y, en un despertar lúcido, Fernanda no podía creer lo que estaba pasando ni mucho menos. Hasta donde sabía el conflicto seguía y helos acá, estos dos compartiendo compañía como si nada pasara. Se le revolvió la tripa por el pensamiento y casi que le dio unas ganas de salir huyendo. No entendía nada y todo se le hacía confuso. Luego sintió un toque, casto, y dirigió sus ojos al lado derecho donde estaba su acompañante. Compartieron una mirada, sin mover la cabeza, por un par de minutos antes de que el hombre volviese a dirigir su mirada hacia al frente. Pero el castaño agarraría la mano de la muchacha, con timidez, y le sobaría el dorso a modo de calma.
Para Fernanda Rodrigo estaba como una cabra, no le entendía ni más ni menos. Si le preguntaran a Rodrigo, él tampoco sabría qué contestar. Quizás fue el exceso de algo que casi nunca cataba, dígase la guerra, que le terminó por fulminar el cerebro. Pero acá en Taboga, lejos de la frontera entre ambos, los dos se podían dar el lujo de quitarse ese velo de aguerridez y seriedad (y enemistad) que se les exigía por derecho.
Ahora estaban en lo alto del Cerro Sinaí después de cruzar un camino de trochas. A esta altura, desde arriba, se podía ver todo el poblado, su gente y lo que hacían. Y al horizonte, le dijo Rodrigo, que si tenía buen ojo podía ver la Ciudad de Panamá.
—Me has mentido. No veo nada.
El muchacho estaba a dos metros detrás de ella, luchando con su mechero que se había quedado atascado, hasta que por fin tiró una llama lo suficientemente satisfactoria como para prender el tabaco rústico que le había vendido una de las señoras del poblado no hace mucho.
—Mira bien, a lo lejos notarás algunos edificios.
—Pues nada, no veo nada, solo barcos pesqueros y ya.
Fernanda vio para atrás y vio al muchacho, vestido de ropa militar y con su respectivo sombrero, no como anteriores días que iba más mundano o incluso de paisano, fumando para adentro su tabaco. Fumar para dentro. Fernanda recordó eso, cuando lo veía en su gente e incluso antes; recuerda a su madre fumando para dentro también. Le quita la vista y vuelve a ver el mar. Ya está anocheciendo y es mejor que bajen antes de que esté todo oscuro, pero aún quiere seguir acá. Está muy lejos, ve, muy lejos de su hogar. Se pregunta cómo andará todo allá y ojalá que no haya otra catástrofe como lo sucedido en Coto.
—Tendrá que buscarse otro escolta.
—¿Perdón?
—Me quedo con usted hasta mañana, por la mañana. Después voy rumbo a otro lado. —Contestó Rodrigo, y ante la mirada de Fernanda y sabiendo qué iba a decir —Lugar confidencial. No preguntes. —
Se ganó una exhalación pesada y ella una risita del susodicho. El muchacho nuevamente se coloca al lado de ella y, como le hizo antes de emprender hacia acá, le cedió el brazo y codo para que lo agarrara lo cual hizo. Aun así, ya listos para partir, no se movieron.
—Sabe, le voy a extrañar. Eres un buen acompañante, Rodrigo.
—¿Ah, sí? Bueno, usted tampoco es aburrida, Fernanda.
—¡Oye!
Y el panameño volvió a risotear. Pues debe de admitir (ambos) que sus compañías al contrario de lo que pensarían fue más que bienvenido y todo contrario a lo que uno pensaría de buenas a primeras. Pareciera pues que no estaban en conflicto, ni nada, que eran simples mortales acá viviendo un pedazo de su corta vida. Una lástima pues que no fuera cierto, pero este margen que se abrió, pensaron ambos, fue más que bienvenido.
—Fernanda, le quiero decir algo. Vea, no sé cómo fue allá, pero acá pese a lo que digan los diarios, mis intelectuales, al menos los que tengo en buena estima, comentaron que esto lo que está sucediendo es un error garrafal; que en sí, ambos países, deberíamos haber evitado el conflicto armado y la pelea puesto a que, según ellos, estamos más hermanados que enemistados pese a la delimitación de nuestras fronteras.
Fernanda no supe qué responder. Puede que sí, tenga razón, en parte porque esto fue la culminación de todo un hervidero, en retrospectiva habían ido intentándolo solucionar por la vía diplomática desde que se conocieron, mucho antes de que el hombre a su lado izquierdo fuera país y fuera independiente. Quizás, en otra vida, si lo hubieran resuelto de otro modo.
La mujer vio que el otro tiró el tabaco al suelo y lo pisoteo, apagándolo, sabiendo que era la señal para regresar al poblado. Y así fue, retornaron al pueblo. Incluso el anterior comentario fue olvidado, prefirieron que, como charla de regreso, se enfocaran en cuántas flores pudieran ver y cuántas identificar hasta llegar a la casona donde la muchacha residía temporalmente olvidándose de guerras, conflictos y todas esas cosas que acataran posteriormente.
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Nota:
- El contexto de la historia está ubicada en el año 1921, durante los acontecimientos de la Guerra de Coto, conflicto bélico entre Panamá y Costa Rica por la la falta de delimitación clara en la frontera oeste o sur (dependiendo de qué país se mire) entre ambos. 
- El nombre de las localidades, así como el nombre de personas y grupos civiles/militares son correctos.
- Igualmente, el nombre de los buques son correctos, así como son tres. En orden de llegada fue así: La Sultana, La Estrella y La Esperanza.
- El hecho de que CR estuviera en el buque La Estrella y fuera capturada solo fue por mero conveniencia para la historia.
- A los prisioneros costarricenses, que fueron unos sesenta y tanto, se les fue trasladado de Coto hacia Panamá. El trayecto que se narra en dicho párrafo fueron en verdad el trayecto por el cual movilizaron a los prisioneros de guerra, siendo el punto final la Isla de Taboga en el Golfo de Panamá.
- Según se narra en el libro «Costa Rica y Panamá: entra la diplomacia y la guerra» de Carlos Cuestas, a los prisioneros ticos se les trató bien en suelo panameño, tanto así que el Capitán Miguel Ángel Obregón, Comandante de La Sultana, remitió un mensaje a un diario josefino en contra de lo publicado en el diario La Prensa de Costa Rica que en Panamá se les trató mal. Obregón remitió lo siguiente: «Fuimos tratados como no lo esperábamos, nos guardaron consideración de toda clase, se nos trató del modo más hidalgo. No hubo la menor ofensa que pudiera lastimarnos». (pág. 286)
- Lo de los intelectuales. Es verdadero hasta cierto punto. Se sabe que el panameño Ricardo J. Alfaro lo comentó así, igual que el presidente de ese entonces Belisario Porras. Ahora bien, no hallé la fecha en que lo comentaron, si fue antes de la guerra, durante o después. Por tanto acá me tomo libertades históricas para eso.
- “Fumar pa’ dentro” es una forma de fumar tabacos que existía antaño. Por lo general el tabaco era de estilo “coecha”, algo similar a un puro. Para fumar para dentro solo tenías que poner el área donde se estaba quemando el tabaco en la boca, dentro, e inhalar ahí a diferencia de lo común que se inhala al otro extremo de donde está la candela. 
- Si lo lees Frijolito, después de que bajan y van a la casona es que sucede lo +18 y el magical healing cock.
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conoviacat99 · 2 years
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Que flor tan bella con la que amanecimos hoy en mi casa.
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Jiji también hoy se nos rompió la licuadora, pero mi papá le puso un frasco de vidrio de los grandes para poder moler el tomate y listo.
Jajaja al final no lo podía abrir y mi hermana la juerte le tuvo que ayudar, ya ta chochito mi apa 🤭🤣
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elbiotipo · 2 years
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si mis personajes de Los Biopunks fueran alquimistas, suponiendo que están en la Florencia Renacentista...
Marcos: Obesionado con los escritos de alquimistas del pasado, constantemente especula sobre la vida en otros mundos, se llama Marco
Florencia: Más herbalista y yuyera que alquimista aplicada, sabe cosas que serían consideradas brujería por la iglesia pero ella insiste que todo bien
Ariel: Es el que hace los ambeliques los frascos y todos los elementos de vidrio, siempre cubierto de hollín y con un buen vaso de vino, tiene interés por la relojería...
Melanie: Una persona bastante radical para su época, tiene ideas poco ortodoxas sino herejes, se mete demasiado en la política de la República aunque no está permitido
Marina: Recién llegada a Italia con perspectivas de otras tierras, tiene un tesoro de libros y sabe leer desde latín hasta arameo, muy buena astróloga
Pancho: Una ninfa (o ninfo?), o sea uno de los espíritus del agua según Paracelso, deseoso de entender como funciona la sociedad humana y terrestre
Si mis personajes de Los Alquimistas estuvieran en la sudamérica biopunk del año 2143...
Luciano: Bien porteño, considera que el biopunk se enfocó demasiado en la estética en vez de soluciones prácticas, deseoso de empezar una revolución pero no sabe de qué
Silvia: Bastante hippie con ideas místicas poco ortodoxas, explora el lado más espiritual del biopunk (tienen almas las células?) mucho más conocedora de lo que parece
Antonio: Jefe de un startup que ha visto tiempos mejores, no entiende las ideas de Luciano y Silvia pero son buenos con el CRISPR así que no hace mucho caso. No habla mucho de sus planes a futuro...
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92soojin · 13 days
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¿Sigue siendo espontáneo si está planeado?
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❒ Clasificación:       Explicito ❒ Advertencias:      Mención de escenas explicitas. ❒ Categorías:      M/M ❒ Fandoms:       Interview with the vampire (TV 2022) ❒ Personajes:       Armand (Vampire chronicles) Louis de Pointe du Lac ❒ Tanto de palabras:      4,813  palabras
ꕀ ꕀ ꕀ ꕀ ꕀ ꕀ ꕀ El texto que estás a punto de leer es una traducción autorizada por @neatoburrit0  así que bajo ninguna circunstancia debe ser copiada, adaptada o publicada en otras redes sociales. Si deseas compartir la historia, copia y pega el link original o la traducción, ya sea de aquí de tumblr, AO3.                               ꕀ ꕀ ꕀ ꕀ ꕀ ꕀ ꕀ
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Se había hecho una promesa a sí mismo: hacer que Louis nunca más lo encontrara aburrido, traer emoción a su eternidad juntos. Haría cualquier cosa, ya sea planear un viaje improvisado a un nuevo lugar donde pudieran perderse juntos durante uno o dos meses, o revelar un juego de vajilla completamente nuevo, para mantener a Louis intrigado. Para el antiguo vampiro, era lo suficientemente fácil proteger sus pensamientos, pero ser espontáneo era un arte; requería un algoritmo encriptado que le ayudara a determinar cuál era el mejor momento para actuar.
No podía ser un el día que coincidiera o estuviera demasiado cerca de algún aniversario, aunque reconocerlo o celebrando era aceptable en algunas circunstancias. Las actividades debían ser variadas, sin correlación entre ellas, el mes, la estación, o los múltiplos de años en los que tuvieran lugar. Armand había formulado esto durante los últimos 30 años, como mucho, y siempre tenía el resultado previsto de que sus esfuerzos fueran recompensados de la mejor manera.
Armand quería mantenerse lleno de los elogios que recibiría, con el pecho cálido, lleno de amor y orgullo, simplemente al escuchar a su amado decir "Gracias, Armand". Pero no era fácil obtenerlo, no de la manera correcta en la que sería reconocido adecuadamente por sus esfuerzos; no quería simplemente suplicar. Por favor bésame, por favor azótame, por favor maitre. No, Armand tenía que ganárselo, incluso si eso significaba tener que causar un poco de problemas.
Momentos como estos no aparecían con suficiente frecuencia en su calendario, pero al final valían la pena. Ser el gremlin le conseguía lo que quería más rápido, pero a veces el riesgo superaba la recompensa, y ser demasiado dulce podía volverse agrio. Era un arte, un don, ser el compañero de Louis, y Armand nunca se dejaba de intentar perfeccionarlo. El plan de hoy era uno que había estado esperando con ansias, un conjunto perfectamente aleatorio de variables: hacer al menos dos desastres, arruinar una rutina, usar seda, ver arte, usar un plug y quedarse dentro de casa.
Había comenzado temprano, lo suficientemente temprano como para ganarle a Louis en su baño compartido y encerrarse allí. Inconveniente.La ducha que tomó fue larga y caliente, derrochadora y excesiva, llenando la habitación con una densa niebla. Luego, se hidrató con el aceite de argán favorito de Louis, asegurándose de cubrirse desde el cabello hasta los dedos de los pies, tomando desordenadamente lo último del frasco en la palma de su mano para su toque final. Estaba logrando hacer un desastre, con gotas gruesas y una capa de aceite marcando cada lugar por donde había pasado, todo lo que había tocado, formando ahora charcos en la encimera mientras lo usaba para lubricar el pesado plug de vidrio que había sacado de su colección.
Armand se había preparado en la ducha, tomándose el tiempo para prepararse para el plug. Sus dedos dejaron su ano relajado y listo, el músculo abriéndose fácilmente para que el vidrio lubricado se deslizara adentro. Afuera del húmedo baño, escuchó a Louis dando vueltas, el sonido de su paciencia disminuyendo mientras Armand contenía sus gemidos. Podía sentir a Louis, su leve fastidio por no poder seguir con sus rituales matutinos habituales, su somnolencia tras el sueño dándole un aire de irritación.
"Cariño, ¿puedo entrar?", llamó Louis. Los dientes de Armand se hundieron en su labio, reconociendo la ironía mientras se torturaba con el plug, deslizándolo suavemente adentro y afuera de su lubricado ano para sentir el estiramiento. Armand murmuró en afirmación, finalmente dejando que el juguete se hundiera en su interior, su peso siendo un obstáculo mientas comenzaba a vestirse de verdad.
Armand no tenía otros planes más que los que ya estaban en marcha, y su atuendo -si es que podía llamarlo así- lo reflejaba en su totalidad. Subió su short de seda por sus muslos temblorosos, su pene endureciéndose bajo la tela de un profundo tono púrpura, creando una deliciosa escena obscena, y se puso la bata corta a juego. Saliendo del baño y reprimiendo escalofríos en el camino, Armand sonrío de forma risueña al ver a su compañero, igual escasamente vestido, quitándose la ropa de dormir; Louis estaba de espaldas hacia él, lo que permitía al mayor admirar la elegante figura de su silueta. Armand no pudo resistir pasar sus manos sobre él, acariciando la piel desnuda.
"Buenas noches, cariño," suspiró Armand, dejando un beso en el cuello, sus brazos deslizándose alrededor de su cintura en un abrazo firme. Louis emitió un murmullo de felicidad, devolviendo de forma afectuosa el abrazo y recostándose en su toque cuando algo hizo clic en su mente.
"¿Estás usando mi aceite?" No era una acusación, sino una observación, mientras Louis deslizaba sus dedos sobre la piel suave de Armand, metiéndolos bajo las mangas de su bata. El aceite no se había absorbido por completo en su piel, dejando rastros resbaladizos que se transfirieron a la de Louis. Armand simplemente lo apretó por un momento antes de soltarse y alejarse, dejando que el otro frotara el aceite en su propia piel y chasqueara los dientes con molestia. El mayor salió de la habitación en un destello de tela púrpura, y Louis simplemente se encogió de hombros, ligeramente desorientado por el comportamiento de Armand, pero no lo suficientemente despierto como para darle más importancia.
No fue hasta después de que Louis terminó de secarse el agua tibia de su corta ducha que notó el desorden en la encimera del baño, sobre todo las gruesas gotas del fragante aceite esparcidas por la superficie que llevaban a un pequeño charco en la alfombrilla del baño. Se irritó, y su mente más lúcida respondió a la pregunta que Armand había evitado antes: sí, era su aceite, el frasco vacío y el gotero dejado descuidadamente en la encimera.
Armand esperó pacientemente en el comedor a que Louis viniera, sentado al final de la mesa en el lugar habitual de su compañero. Había servido una bolsa de sangre para él, bebiéndola lentamente mientras resistía el impulso de mover sus caderas contra la mesa debajo de él, gimiendo suavemente contra el vaso mientras se apretaba alrededor del plug de vidrio dentro de él. Se estremeció al escuchar a Louis entrar al comedor, sus pasos rápidos mientras lo buscaba, sin duda listo para reprenderlo, pero se detuvo en seco.
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El mayor volvió su cabeza hacia Louis, observando cómo su amado lo contemplaba, con una sonrisita satisfactoria esparciéndose por sus labios. Su pene palpitaba bajo los shorts mientras Louis se acercaba, reconociendo ahora que estaba en un juego que Armand había estado esperando que él aceptara.
"Tú, amh, dejaste un desastre", dijo Louis. Se sentó en su silla, perfectamente posicionada entre las piernas de Armand. Extendió la mano para tocar una de ellas, deslizando sus dedos por el vello sedoso que cubría el muslo del moreno, los músculos se contrajeron en respuesta mientras Armand intentaba mantenerse quieto. Los dedos de Louis continuaron subiendo, por encima del acelerado pulso de su arteria femoral, que se había intensificado por la comida, hasta el punto sensible del muslo caliente y volvió a bajar.
Armand bebió un trago de su copa, encontrándose con la mirada de Louis por encima del cristal, su estómago temblando por el esfuerzo de no mover las caderas hacia donde deseaba aquella mano. Inclinó su copa, dejando que la sangre le llenara la boca, que se derramara por su mandíbula y goteara en su pecho. Louis siseó suavemente, dejando ver los colmillos mientras se levantaba e inclinaba para lamer el desastre, arrebatando la copa de la mano de Armand para llegar hasta su boca húmeda y abierta— pero este lo alejó, con una mano en el hombro y la otra limpiando la sangre de su rostro.
Louis se detuvo, jadeando levemente mientras caía de nuevo en su silla, su mente extendiéndose una vez más en busca de cualquier hilo de pensamiento que pudiera captar de Armand, encontrando en su lugar una mezcla de excitación y necesidad quemándolo por dentro. Intentó volver a colocar su mano en el muslo del mayor, pero este se zafó de su agarre, deslizándose lejos de la mesa y dejando a Louis allí con una copa media llena.
Armand apenas había llegado al recibidor del penthouse, con sus traviesas manos listas para acomodar uno de los retratos recién exhibidos, cuando Louis lo agarró por la cintura por detrás y lo hizo girar bruscamente para que quedaran cara a cara. El calor en los ojos brillantes de Louis lo hizo sonreír de lado, retorciéndose en el agarre de su compañero solo para ser sujetado con más fuerza y ceder por completo.
"¿Por qué estás siendo tan maleducado tan temprano, hmm?", una de las manos de Louis se enredó en el suave cabello de Armand, halándolo levemente mientras la otra le rodeaba la cintura, acercándolos incluso más. "¿Necesitas que te enseñe una lección?"
Armand tembló en su agarre, asintiendo desesperadamente antes de atraer sus bocas en un beso, gimiendo y aferrándose a su amado. Lamió la boca de Louis, moviendo las caderas con la misma necesidad intensa. Iba a conseguir lo que quería, lo que tanto había necesitado.
"Sí, por favor," jadeó contra los labios de Louis, su verdadero deseo en la punta de la lengua, "por favor, maitre".
El sonido que Louis hizo era exactamente lo que había estado ansiando Armand, lo que hizo que este gimiera en respuesta, su vientre se estremeció, su pene se contrajo y su ano se apretó alrededor del plug. Louis lo mordió, sus afilados colmillos cortaron la piel de sus labios y su lengua, inundando ambas bocas con su sangre, y Armand sintió que su frenesí crecía. Estaba usando su don inconscientemente, levantándose para rodear la cintura de Louis con las piernas, mientras las manos de Louis bajando para agarrarle los muslos, de nuevo tan cerca de donde Armand lo quería.
El fresco deslizamientos de los shorts impedían que su dolorosa erección estuviera tan cerca como deseaba de la sólida forma de Louis, pero se sentía de maravilla con cada roce contra su sensible miembro. Continuó frotándose, chupando la lengua de Louis con desesperación, perdido en su necesidad, hasta que sintió un fuerte golpe contra su trasero, y sus caderas se detuvieron con una última embestida. El beso desordenado se rompió con el gemido tembloroso de Armand al sentir el plug dentro movido por el golpe, mientras Louis apretaba con rudeza el lugar donde antes había golpeado. Este deshizo el agarre de las piernas de Armand de su cintura, instándolo a volver a poner los pies en el suelo.
"Tranquilo," gruñó Louis contra su boca, su agarre en las caderas del mayor casi dejó marcas. Armand se quedó quieto, con el ceño fruncido y su boca torcida en un mohín; quería a Louis, quería mostrarle su necesidad, demostrarle como —"¿Vas a dejar de comportarte como un malcriado? ¿Vas a ser un buen chico para mí, Arun?"
Ahí estaba. Armand no pudo controlar el flujo de pensamientos, el torrente de "sí, sí, sí"  golpeando a Louis como una ola. "Por favor, enséñame mi lección," soltó abruptamente, sus dedos clavándose en los hombros del otro; suplicar no estaba en su lista de cosas por hacer, pero no pudo evitarlo. Louis gentilmente lo empujó, creando una distancia exasperante entre ellos.
"Ve a la habitación," dijo Louis, levantando su mentón hacia esa dirección.
La habitación. Armand apenas podía contener su excitación. Una reciente adquisición en el penthouse, el cuarto de invitados convertido en una mazmorra llena de una colección que satisfacía a ambos.
Con la mente nublada, Armand se dio media vuelta para obedecer, ansioso por ser atado a la cruz o doblado sobre el banco, atado y usado por su maitre — pero Louis lo detuvo antes de que pudiera dar un paso, una mano puesta en la cadera mientras la otra le daba otra nalgada en el trasero. Su boca se abrió con un grito silencioso, su miembro goteando dentro de su short por el dolor y la sacudida del plug. Louis lo acercó de nuevo, su propia erección cada vez más dura, presionó el trasero de Armand.
"¿Crees que voy a follarte?" La crudeza en la pregunta lo hizo temblar, mientras las caderas de Louis lo tentaban con lo que sus propias palabras negaban. "¿Después de lo mal que te has portado? Nah." Louis lo empujó de nuevo, dejando a Armand con un ligero picazón en donde su piel se había encontrado. Quería gemir y resistirse, pero en medio de la niebla mental sabía que podía redimirse, sabía que podía compensar a su maitre. Se alejó, avanzando temblorosamente hacia la habitación con Louis siguiéndolo de cerca. Una vez dentro, Louis comenzó a desnudarse, su ropa cayó al suelo en una pila desordenada que Armand ansiaba doblar, cualquier cosa para cuidar a su maitre.
"No te preocupes cariño, lo harás," dijo Louis. Armand no se había dado cuenta de que estaba volviendo a proyectar sus pensamientos, pero no hubo lugar para la vergüenza cuando Louis lo atrajo para darle un beso. Se escuchó a sí mismo gemir, derritiéndose ante el tacto del otro. Amaba cuando Louis tomaba el control como lo estaba haciendo ahora, agarrando la cara de Armand entre sus manos, haciendo que su cabeza flotara en cada lamida y mordida. Las manos de Armand se movían sin su permiso, aferrándose la cintura de Louis en un intento de acercarlo más, para tener acceso ilimitado a su piel fresca, para conseguir la presión de sus caderas allí donde la necesitaba
"Me besas tan dulce," murmuró Louis, sus dedos en el cabello de Armand; haló su cabeza hacia atrás, dejando un camino de besos en su cuello sensible. Armand temblaba, un flujo constante de sonidos salían de su boca, convirtiéndose en un gemido cuando Louis finalmente empujo sus caderas. El mayor se frotó contra él, desesperadamente, la fricción de sus erecciones deslizándose a través de sus pantalones cortos volviéndolo loco. Louis jadeó contra su oído, su lengua lamiendo para provocarlo "Quiero tu dulce boca en mí".
Armand gimió, demasiado dispuesto para caer de rodillas, pero Louis lo detuvo con una mano en su cabello, tirando suavemente de los mechones entre sus dedos. Lamió entre los labios entreabiertos de Armand, provocando su lengua por apenas un corto segundo, succionando el labio del moreno. "Vas a lamer mi trasero," dijo Louis antes de darle otra lamida a su boca gimiente, "vas a dejarme húmedo y listo para esto," la mano que no estaba en el cabello de Armand se deslizó entre sus cuerpos, tomando la erección que se tensaba dentro de su ropa y dándole una caricia que hizo que los pies de Armand se arquearan, "y no vas a correrte hasta que yo lo diga."
Armand jadeó, tratando desesperadamente de no embestir contra la mano que Louis que lo apretaba; no había manera, no había forma de que él pudiera aguantar tanto, no con la forma en la que Louis lo tocaba, la forma en la que reía y le daba otro de esos besos que lo consumían, la forma en la que el plug se asentaba tan pesadamente dentro de él—
Louis rompió el beso, una sonrisa cómplice se dibujó sus labios hinchados y húmedos mientras los ruidosos pensamientos de Armand lo delataban una vez más. "Oh, Arun," se burló, alejando su mano del miembro de Armand para deslizarse alrededor de su cadera y bajar por sus shorts hasta tocarle el trasero entre sus nalgas, dejando escapar un gemido cuando encontró el plug allí. Armand se derrumbó, su frente topándose contra la de Louis mientras gemía, sus caderas moviéndose hacia atrás mientras el otro tiraba del juguete, sus movimientos bruscos haciéndolo presionar en Armand de manera tan deliciosa. Louis le estaba hablando de nuevo, pero Armand no podía escucharlo por encima de los sonidos que emitía, sino que escuchaba cómo su propio cuerpo le decía que levantara la pierna para que ambos tuvieran un mejor ángulo, hasta que Louis se detuvo con un último empujón antes de quitar su mano.
"Lo hiciste tú mismo," decía Louis mientras dejaba a Armand allí, pasando de largo el banco y la cruz que este tanto amaba, ignorando las paletas y las cuerdas y todo lo demás que la mente nublada de Armand comenzaba a darse cuenta de que no usarían, antes de acercarse al sillón que tenían en la habitación para mirar. Louis no estaba ahí para mirar: se subió al asiento de rodillas, con la espalda atractivamente arqueada mientras apoyaba la parte superior de su cuerpo contra el respaldo del mueble. La boca de Armand se llenó de saliva y casi se olvidó de tragar cuando Louis lo miró por sobre su hombro. "Vamos cariño," y este obedeció, un ligero "sí, maitre" escapando de sus labios mientras se movía con reverencia, hundiéndose de rodillas a los pies de la silla.
Le dolían los colmillos, se le hacía agua la boca mientras separaba las nalgas de Louis, contemplando su hermoso agujero. Se inclinó entre ellas y su boca besó de forma húmeda la entrada, ambos dejando escapar un gemido gustoso cuando la lengua de Armand lamió con avidez. Este lamió con el mismo entusiasmo con que Louis lo besaba, chupando e intentando llegar más profundo, sus dedos apretando la carne, tratando de abrirlo más.
"Se siente tan bien, cariño," gemía Louis alargando una mano para tocar la cabeza de Armand, tirando de él para acercarlo más, "tan jodidamente bien, Arun".
El culo hambriento de Armand se apretaba alrededor del plug cada vez que Louis se apretaba contra su lengua, haciéndolo gemir contra su amado. Pausó un momento para chupar su dedo medio, mojándolo lascivamente antes de presionarlo contra la aflojada entrada de Louis, siguiéndolo con su lengua mientras se hundía, con su polla palpitando dolorosamente en el encierro de su ropa. Louis continuaba elogiándolo, con sus dedos agarrándose con fuerza a la nuca de Armand, sus uñas afiladas clavándose involuntariamente contra el cuero cabelludo mientras el otro introducía otro dedo delgado.
"Joder, cariño," sollozó Louis cuando Armand le apretó los testículos con su mano libre, apresándolos suavemente mientras su dulce lengua lamía torpemente alrededor de su agujero tembloroso, entre sus dedos curvados, ahogándose en sus palabras cuando estos presionaron su próstata. Armand estaba extasiado por los elogios, la mente de Louis era un eco de lo que su boca se esforzaba por decir, sus pensamientos hacían que Armand le resultara difícil mantener el control. Tenía que detenerse, tenía que apartarse antes de correrse en sus malditamente resbaladizos shorts.
"Maitre," suplicó Armand, con la frente apoyada en la espalda baja de Louis, sus dedos disminuyendo la velocidad, aunque seguía metiéndolos y sacándolos del agujero de Louis, "por favor, maitre". Si no entraba en Louis ahora, no lo conseguiría. Louis asintió, incapaz de encontrar la voz que casi había perdido de tanto gemir. Soltó a Armand de su agarre, llevando ambas manos de regreso al sillón, su espalda aún en ese bonito arco; Armand se puso de pie sobre sus piernas temblorosas, con los ojos húmedos mientras veía a su hermoso Louis esperándolo, incapaz en detener sus gimoteos cuando su ropa se aferró a su sensible polla en su camino hacia abajo.
Casi lloro cuando Louis le devolvió la mirada y tomó su miembro en la mano, cerrando sus ojos con fuerza mientras presionaba la enrojecida cabeza contra el húmedo agujero de Louis; no podía mirar, la sensación de la piel del otro, resbaladiza por su saliva era suficiente para hacerle soltar un poco de presemen. Sus colmillos se hundieron en su labio y su carne se abrió con la misma facilidad que la de Louis para su polla; sintió el dorso de las manos del otro rozándole las caderas, abriéndose por completo mientras Armand entraba. Podía escuchar de nuevo a Louis, palabras sucias que Armand no se atrevía a escuchar salir de sus labios, y podía oír el mismo gemido lastimero que provenía de su propio pecho.
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"Fállame cariño," decía Louis, y Armand podía sentir cómo sus lágrimas resbalaban de sus ojos fuertemente apretados mientras agarraba las caderas de Louis y lo atraía a él. El calor del otro a su alrededor, el apretón de aquellas paredes de seda y la sensibilidad de las suyas alrededor del sólido plug eran demasiado. Dejó escapar un sollozo mientras cubría el cuerpo de Louis con el suyo tembloroso, resistiendo el impulso de morder la piel bajo su boca jadeante, clavando las uñas en las caderas de Louis mientras retrocedía; empujaba con brusquedad, su propio gemido de dolor al unísono con el de placer de Louis.
No iba a aguantar; las manos de Louis se deslizaron desde donde estaban entre ellos, una agarrando con fuerza la cadera de Armand mientras la otra se detenía en el respaldo de la silla. No iba a poder resistir; Louis respondía a sus embestidas, moviendo sus caderas hacia atrás y haciendo que cada vez que Armand se hundiera en él fuera mucho más dulce, gimiendo en voz alta sobre lo bien que lo estaba follando.
"Lo haces tan bien, no pares, joder" Louis jadeaba, y Armand no iba a parar, no cuando todo se sentía tan bien que parecía que se estaba derritiendo. Gimió mientras sentía derrumbarse, embistiendo salvajemente mientras llegaba al clímax, llorando ahora por lo bien que se sentía y lo mal que se sentía desobedecer a su maitre. Ni siquiera se dio cuenta de que se estaba disculpando contra la piel de la espalda de Louis mientras lo abrazaba con desesperación.
"Lo siento, maitre". Armand estaba temblando mientras se apartaba de Louis, su miembro suavizándose y deslizándose fuera del cuerpo de este, dejando atrás la evidencia pecaminosa de su desobediencia. Louis se giró en la silla, dejándose caer suavemente sobre la misma mientras abría los brazos para recibir a Armand, calmando al otro vampiro mientras sollozaba. Louis acarició su espalda temblorosa, besando su cabello y apretándolo en un abrazo reconfortante.
"Está bien, Arun," dijo suavemente, el latido de su corazón no muerto se redujo bajo la cabeza del mayor. Estaba avergonzado, apenado, — "Estuvo bien, ¿verdad?" Louis presionó un beso la frente y deslizó su mano bajo la barbilla de Armand, levantando su rostro para besar las lágrimas. Este asintió, dejando que su mirada se encontrara con la de Louis, aquellos ojos verdes brillando de diversión y deseo. Entonces, no pudo resistir besarlo, una leve disculpa de sus rojizos labios.
Estuvo bien, ya echaba de menos el cálido abrazo del cuerpo de Louis a su alrededor; ahora estaba más consciente del plug que tenía dentro mientras temblaba al recordarlo, su miembro laxo dando ligeros espasmos.
"Gracias, maitre," dijo. Podía sentir la erección de Louis presionando contra su cadera, caliente e insatisfecha; Armand lo besó de nuevo, lamiendo el sabor de sus propias lágrimas de los otros labios. Tenía que arreglarlo, tenía que complacer a su maitre...
Armand se apartó del regazo de Louis, listo para arrodillarse de nuevo, pero Louis lo detuvo.
"No, no," Louis chasqueó la lengua, tomando la barbilla del moreno con sus dedos, "ser tan codicioso fue lo que te metió en problemas en primer lugar, ¿no es así?" Armand no podía negarlo y se limitó a asentir ante el agarre de Louis. "Y todavía no has aprendido tu lección".
Louis empujó a Armand para que se pusiera de pie, guiándolo hacia el banco que tanto había deseado recostarse antes. Dejó que Louis le quitara la bata y que lo condujera para que se arrodillara en la superficie baja, luego lo empujo hacia abajo para que su pecho tocara el banco, dejando su trasero con el plug en lo alto, expuesto hacia el techo, y sus manos atrapadas entre las rodillas. Louis acarició su espalda, su fría mano frotando suavemente por la piel suavizada.
"Por favor, maitre," se oyó decir en voz baja, "por favor, castígame".
Louis continuó acariciándolo, sus manos deslizándose con suavidad, haciéndolo relajarse, recorriendo su espalda hasta sus hombros, luego bajando hasta su trasero, sus muslos una y otra vez hasta que Armand comenzó a babear. "Te tengo, cariño," dijo Louis, "te tengo".
Louis se alejó y Armand se quejó por la perdida, temblando por el repentino cambio, pero después volvió con un beso en su trasero respingón.
"Creo que me debes una disculpa," Louis dijo contra su piel, mordiendo a Armand con sus dientes sin filo. Este asistió contra el banco, sus caderas moviéndose en un intento de sentir más de los dientes de Louis. "Dilo, Arun".
El tono agudo de la voz de Louis hizo que detuviera sus caderas y tragara saliva. Tenía que pensar para conseguir que su lengua cooperara y formara una palabra que no fuera por favor. "L-lo siento, maitre," dijo con un escalofrío. Sintió que Louis se alejaba de nuevo, aunque no muy lejos; Armand sintió la suavidad familiar del cuero deslizándose por la parte trasera de sus muslos mientras Louis dejaba que la paleta siguiera el camino que sus manos habían trazado. Armand esperaba que fuera su favorita y Louis la dejó caer con un golpe brusco contra su piel, como si hubiera leído su mente.
"¿Por?" Louis lo incitó, y Armand luchó por recordar que es lo que lo había llevado a ese punto. Cerró sus ojos para concentrarse, bloqueando la distracción del cuero tan suave como su piel.
"Por correrme sin permiso". Armand escuchó el golpe de la paleta antes de que la sensación se registrara en sus muslos. Gimió ante el ardor, retorciéndose hasta que Louis colocó una mano firme sobre su coxis. Su erección dio un leve tirón, endureciéndose entre sus piernas por el escozor.
"¿Y?" El cuero volvió a acariciar suavemente, la punzada de dolor desapareciendo. ¿Qué más había hecho? ¿Estar excitado? ¿Sentarse casi desnudo en la mesa del comedor? Soltó otro gemido cuando otro golpe se escuchó contra su trasero, el golpe empujando el plug. "Me has hecho perder el desayuno," Louis dijo antes de dar otro golpe. Ahora parecía que había pasado una eternidad. "Tocaste cosas que no te pertenecían". Otro azote y Armand estaba babeando de nuevo, con lágrimas cayendo de sus ojos cerrados.
Louis tenía razón, se había portado tan mal, y ¿para qué? ¿Para perderse en su propio placer cuando su maitre más lo necesitaba? Estaba balbuceando disculpas de nuevo, gimiendo mientras Louis lo azotaba con rápidos y punzantes golpes, el plug empujando contra su próstata con cada impacto. Este detuvo sus movimientos, tirando de las piernas de Armand que estaban dobladas bajo él, para que sus pies quedaran en el suelo.
Armand estaba doblado sobre el banco, tembloroso y duro, su trasero ardiendo por los azotes que creyó habían terminado. Abrió la boca para agradecerle a Louis de nuevo, pero entonces escuchó el sonido de la paleta cortando el aire y sintió un dolor único expandiéndose por todo trasero: sí, era su favorita.
Era algo que Armand había mandado hacer hacía un tiempo, una paleta que le había regalado a Louis una noche en un intento de compensarle una vez más. Sintió el corte de las pequeñas puntas hundiéndose en su piel, mordiéndole como decenas de pequeños colmillos, dejándolo sangrando y marcado con su huella: MAITRE.
Se estaba corriendo de nuevo, su miembro pulsando entre su abdomen y el banco, gimiendo en medio del desastre que había dejado en la mesa. No tuvo tiempo de recuperar el aliento antes de que Louis se colocara detrás de él, separando sus nalgas para quitar el plug de su ano pulsante, reemplazándolo con la punta de su rojo pene. Armand seguía gimiendo, poniendo sus ojos en blanco mientras Louis lo embestía, alcanzando su placer, chocando sus caderas contra la piel ardiente y curada de Armand. Sintió a Louis jadear contra su cuello, sus colmillos raspando la piel sensible antes de hundirse, la euforia tomándolo de nuevo mientras llenaba a Louis y este lo llenaba a él.
Usualmente, a Armand le gustaba encargarse de la limpieza después, yendo de aquí para allá con las piernas temblorosas, todavía sumido en la excitación, disfrutando la satisfacción de complacer a Louis. Esta vez llegó a recoger sus pantalones cortos antes de tambalearse, y Louis le ordenó que fuera al baño, él se levantó y lo siguió, de vuelta al punto de partida de su viaje. Lo besó suavemente al llegar, manteniéndolo cerca mientras llenaba la bañera para los dos. Armand se adormeció en el agua tibia y en los brazos de Louis, dejándose flotar mentalmente en el lugar de hacerlo físicamente.
"¿Apagas las luces?", pidió Louis más tarde, liberando a Armand del enredo en el que se habían metido bajo las sábanas. Un descanso era necesario antes de su próxima alimentación. Armand se giró para tomar su iPad, pulsó la pantalla para hacer lo que se le había ordenado y pasó a otra ventana mientras Louis se acurrucaba a su alrededor. "Armand," se rio, inclinándose sobre su compañero para ver mejor. "¿Una hoja de cálculo para noches de cita? ¿En serio?" ______ Original por: @neatoburrit0 Traducción por: @92soojin
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