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#instituto tricontinental de investigación
void-voyage · 10 months
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thefree-online · 1 month
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#Venezuela es un maravilloso país en movimiento
#MaduroPresidente #Elecciones #RevoluciónBolivariana En las elecciones del 28 de julio, la oposición venezolana denuncia fraude sin pruebas. Para lxs chavistas, la guerra híbrida con EE.UU. es el origen de la crisis, en las calles corean no volverán. Queridos amigos y amigas: Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social. Durante las dos últimas semanas,…
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cuba-redh · 1 year
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Dossier de The Tricontinental: El golpe contra el Tercer Mundo: Chile, 1973
Leer dossier en The Tricontinental Prólogo Pablo Monje-Reyes, director ICAL – Chile Desde el Instituto de Ciencias Alejandro Lipschütz (ICAL) de Chile y el Instituto Tricontinental de Investigación Social, presentamos el dossier no 68 titulado El golpe contra el Tercer Mundo: Chile 1973 (septiembre 2023). El desafío que plantea este texto es de una enorme relevancia política, en la medida en que…
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jgmail · 1 year
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Estás leyendo esto gracias a los semiconductores
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Por Vijay Prashad
Fuentes: Instituto Tricontinental de Investigación Social
El 7 de octubre de 2022, el gobierno de Estados Unidos implementó controles a la exportación para obstaculizar el desarrollo de la industria china de semiconductores. Un experto en la materia declaró al Financial Times: “El objetivo de esta política es acabar con los esfuerzos de China en IA [inteligencia artificial] y HPC [computación de alto rendimiento]”. Al día siguiente, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Mao Ning, declaró:
Para mantener su hegemonía en ciencia y tecnología, Estados Unidos ha abusado de las medidas de control de las exportaciones para bloquear y obstaculizar gratuitamente a las empresas chinas. Esta práctica es contraria al principio de competencia leal y a las normas del comercio internacional. No solo perjudica los derechos e intereses legítimos de las empresas chinas, sino también los de las estadounidenses. Dificultará el intercambio internacional de ciencia y tecnología y la cooperación comercial, y asestará un duro golpe a las cadenas industriales y de suministro globales y a la recuperación económica mundial. Al politizar las cuestiones tecnológicas y comerciales y utilizarlas como herramienta y arma, Estados Unidos no puede frenar el desarrollo de China, sino que solo conseguirá perjudicarse y aislarse cuando su actuación resulte contraproducente.
En el marco de la colaboración del Instituto Tricontinental de Investigación Social con Basta de Guerra Fría, estudiamos las consecuencias de estos controles a la exportación centrándonos en los semiconductores. El Boletín nº 7 da cuenta de la vitalidad de los semiconductores y por qué su uso en la Nueva Guerra Fría no dará los frutos previstos por Washington.
El 8 de abril, se pidió al presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de EE. UU., Michael McCaul, que explicara “por qué los estadounidenses (…) deberían estar dispuestos a derramar sangre y recursos estadounidenses para defender a Taiwán”. Su respuesta fue reveladora: “TSMC [Taiwan Semiconductor Manufacturing Company] fabrica el 90% del suministro mundial de chips semiconductores avanzados». El entrevistador señaló que el razonamiento de McCaul “suena como el argumento que se esgrimía en los años 60, 70 y 80 de por qué Estados Unidos gastaba tanto dinero y recursos militares en Medio Oriente [cuando] el petróleo era tan importante para la economía” y luego preguntó si los chips semiconductores son “la versión del siglo XXI” del petróleo, es decir, un motor clave de la política exterior estadounidense hacia China.
Los chips semiconductores son los componentes básicos de las tecnologías más avanzadas del mundo (como la inteligencia artificial, las telecomunicaciones 5G y la supercomputación), así como de toda la electrónica moderna. Sin ellos, los computadores, teléfonos, autos y dispositivos esenciales para nuestra vida cotidiana dejarían de funcionar. Normalmente se fabrican usando luz ultravioleta para grabar patrones de circuitos microscópicos en finas capas de silicio, que contienen miles de millones de interruptores eléctricos llamados transistores en una sola placa del tamaño de una uña. Esta tecnología evoluciona a través de un implacable proceso de miniaturización: cuanto menor es la distancia entre transistores, mayor es la densidad de transistores que pueden empaquetarse en un chip y mayor la potencia de cálculo que puede incrustarse en cada chip y en cada faceta de la vida moderna. Hoy en día, los chips más avanzados se fabrican con un proceso de tres nanómetros (nm) (como referencia, una hoja de papel tiene aproximadamente 100.000 nm de grosor).
La cadena de suministro de semiconductores
La industria comercial de semiconductores se desarrolló en Silicon Valley (California) a finales de los años 50, dominada por Estados Unidos en todos los aspectos, desde la investigación y el diseño hasta la fabricación y las ventas. Esta industria tuvo desde el principio una importancia geopolítica, ya que los primeros fabricantes vendían más del 95% de sus chips al Pentágono o al sector aeroespacial. En las décadas siguientes, EE. UU. externalizó selectivamente la mayor parte de la fabricación de chips a sus aliados de Asia Oriental, primero a Japón y luego a Corea del Sur y Taiwán. Esto permitió a Estados Unidos reducir sus costos de capital y mano de obra y estimular el desarrollo industrial de sus aliados sin dejar de dominar la cadena de suministro.
En la actualidad, las empresas estadounidenses mantienen una presencia dominante en el diseño de chips (por ejemplo, Intel, AMD, Broadcom, Qualcomm y NVIDIA) y equipos de fabricación (por ejemplo, Applied Materials, Lam Research y KLA). La taiwanesa TSMC es el mayor fabricante o fundición de semiconductores del mundo, con una abrumadora cuota del 56% del mercado mundial y más del 90% de la fabricación de chips avanzados en 2022, seguida de la surcoreana Samsung, que posee una cuota del 15% del mercado mundial. Además, la empresa holandesa ASML es un actor fundamental, ya que ostenta el monopolio de las máquinas de litografía ultravioleta extrema (EUV) necesarias para producir los chips más avanzados por debajo de 7 nm.
La mayor parte de la cadena de suministro de semiconductores que escapa al control de EE.UU. y sus aliados se encuentra en China, que se ha convertido en el centro mundial de fabricación de productos electrónicos y en una gran potencia tecnológica en las últimas cuatro décadas. La cuota de China en la capacidad mundial de fabricación de chips ha pasado de cero en 1990 a aproximadamente el 15% en 2020. Sin embargo, a pesar de sus considerables avances en materia de desarrollo, la capacidad de producción de chips de China sigue estando rezagada y depende de las importaciones para obtener los chips más avanzados (en 2020, China importó semiconductores por valor de USD 378.000 millones, el 18% de sus importaciones totales). Mientras tanto, el mayor fabricante de semiconductores de China, SMIC, tiene una cuota de solo 5% del mercado mundial, palideciendo en comparación con TSMC.
La campaña de EE.UU. contra China
En los últimos años, Estados Unidos ha emprendido una agresiva campaña para frenar el desarrollo tecnológico de China, que considera una seria amenaza para su dominio. En palabras de su asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, el objetivo de Washington es “mantener una ventaja lo más amplia posible”. Para ello, EE.UU. ha identificado las capacidades de producción de semiconductores de China como un punto débil importante e intenta bloquear el acceso del país a chips avanzados y tecnología de fabricación de chips. Bajo las administraciones Trump y Biden, Estados Unidos ha incluido a cientos de empresas chinas en listas negras de comercio e inversión, entre ellas el principal fabricante de semiconductores del país, SMIC, y el gigante tecnológico Huawei. Estas restricciones han prohibido a cualquier empresa del mundo que utilice productos estadounidenses —en la práctica, todos los diseñadores y fabricantes de chips— hacer negocios con empresas tecnológicas chinas.
Estados Unidos también ha presionado a gobiernos y empresas de todo el mundo para que impongan restricciones similares. Desde 2018, Australia, Canadá, Nueva Zelanda y el Reino Unido se han unido en la prohibición de Huawei en sus redes de telecomunicaciones 5G, mientras que varios países europeos han aplicado prohibiciones o restricciones parciales. Cabe destacar que en 2019, tras más de un año de intenso lobby estadounidense, el gobierno holandés bloqueó la exportación de equipos a China de la empresa clave ASML, que construye y suministra la maquinaria de fabricación de chips más avanzada a la industria de semiconductores.
Estas políticas no solo se dirigen a las empresas; también tienen un impacto directo a nivel individual. En octubre de 2022, el gobierno de Biden restringió el trabajo de “personas estadounidenses” —ciudadanos, residentes y titulares de tarjetas de residencia— en empresas chinas de fabricación de chips, lo que obligó a muchos a elegir entre su situación migratoria y su empleo. El Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un destacado grupo de expertos de Washington DC, calificó la política estadounidense de “estrangulamiento activo de grandes segmentos de la industria tecnológica china, estrangulamiento con intención de matar” (el subrayado es nuestro).
Junto con sus medidas de contención contra China, Estados Unidos ha intensificado sus esfuerzos para impulsar su capacidad nacional de fabricación de chips. La ley CHIPS and Science Act, promulgada en agosto de 2022, provee una financiación de USD 280.000 millones para impulsar la industria estadounidense de semiconductores y trasladar la producción desde Asia Oriental. Washington considera que el papel de Taiwán como centro de fabricación de la industria de semiconductores es una vulnerabilidad estratégica, dada su proximidad a China continental, y está induciendo a TSMC a trasladar su producción a Phoenix (Arizona). Esta presión, a su vez, está generando sus propias fricciones en la relación entre Estados Unidos y Taiwán.
Sin embargo, los esfuerzos estadounidenses no son infalibles. Aunque China ha sufrido serios reveses, ha intensificado los esfuerzos para promover su capacidad nacional, y hay signos de progreso a pesar de los obstáculos impuestos por EE.UU. Por ejemplo, en 2022, la empresa china SMIC logró un importante avance tecnológico, al dar el salto de los chips semiconductores de 14 a 7 nm, lo que la sitúa a la par de los líderes mundiales Intel, TSMC y Samsung.
Un asunto de importancia mundial
Es importante señalar que Estados Unidos no sólo apunta a China en este conflicto: Washington teme que el desarrollo tecnológico de China conduzca, a través del comercio y la inversión, a la propagación de tecnologías avanzadas de forma más amplia por todo el mundo, concretamente, hacia Estados del Sur Global que Estados Unidos considera una amenaza. Esto supondría un duro golpe para el poder de Estados Unidos sobre estos países. En 2020, el Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense denunció que China estaba facilitando el “autoritarismo digital” porque “ha estado dispuesta a entrar en mercados más pequeños e insuficientemente atendidos” y a “ofrecer equipos más rentables que las empresas occidentales”, señalando como ejemplos países bajo sanciones estadounidenses como Venezuela y Zimbabue. Para combatir los vínculos entre las empresas tecnológicas chinas y los países sancionados, Estados Unidos ha emprendido severas acciones legales, multando a la corporación china ZTE con USD 1.200 millones en 2017 por violar las sanciones estadounidenses contra Irán y Corea del Norte. EE. UU. también colaboró con Canadá para detener en 2018 a Meng Wanzhou, ejecutiva de Huawei, acusada de eludir las sanciones estadounidenses contra Irán.
Como era de esperar, aunque Estados Unidos ha logrado consolidar el apoyo a su agenda entre varios de sus aliados occidentales, sus esfuerzos han fracasado en el Sur Global. A los países en desarrollo les interesa que estas tecnologías avanzadas se distribuyan lo más ampliamente posible, no que estén controladas por unos pocos Estados.
Si estás leyendo este boletín en tu smartphone, debes saber que este pequeño dispositivo tiene miles de millones de minúsculos transistores invisibles para el ojo humano. La escala de los avances en tecnología digital es asombrosa. Los primeros conflictos se produjeron por la energía y los alimentos, pero ahora este enfrentamiento se ha agravado, entre otras cosas, por los recursos de nuestro mundo digital. Esta tecnología puede utilizarse para resolver muchos de nuestros dilemas y, sin embargo, aquí estamos, al borde del precipicio de un conflicto mayor para beneficiar a unos pocos frente a las necesidades de la mayoría.
Fuente: https://thetricontinental.org/es/newsletterissue/chips-semiconductores/
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alternativassi · 3 years
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Las vacunas deben ser un bien común de la humanidad
Las vacunas deben ser un bien común de la humanidad
Por Vijay Prashad | Fuentes: Instituto Tricontinental de Investigación Social Muchas de las naciones más pobres no tendrán vacunas para su población antes de 2023, mientras el Norte Global se ha asegurado más vacunas de las que requiere (suficiente para vacunar a su población tres veces más). Según los informes, casi tres millones de personas han muerto debido al nuevo coronavirus (Sar-CoV-2)…
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EL HAMBRE NOS VA A MATAR ANTES QUE EL CORONAVIRUS — PRENSA ECUMÉNICA – ECUPRES Por  Vijay Prashad  India Instituto Tricontinental de Investigación Social . En abril de 2020, un mes después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara la pandemia, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU  advirtió  que el número de personas que viven con hambre aguda en el mundo se podría duplicar a fines de 2020 […] EL HAMBRE NOS VA A MATAR ANTES QUE EL CORONAVIRUS — PRENSA ECUMÉNICA - ECUPRES
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“Third Cinema: The Montreal Documents, 1974”. From 2-8 June 1974 took place the “Rencontres internationales pour un nouveau cinéma” in Montreal, Canada. Some of the most important representatives of militant cinema and Third Cinema from around the world participated in this meeting. Nowadays and given the sheer number and diverse backgrounds of the participants, the Montreal conference is considered as one of the most important events in political cinema of the 1960s and 1970s.
The list of more than 250 participants from 25 countries included  filmmakers dedicated to political cinema, producers and ’68 film groups, film critics, historians and producers, members from film institutes and alternative distributors from Europe, Latin America, Africa and North America, as well as the Canadian organizers of the conference, André Pâquet and the Comité d’action cinématographique (CAC). One of the aims of this gathering was to forge and/or strengthen ties among politically committed cinema in the wake of the social changes that happened after 1968 in Europe and the emergence of Third Worldist filmmaking in Latin America, among other places.
The fourty-eight audiovisual recordings of the event remained unavailable until a few years ago. In 2012, film and cultural reseacher Mariano Mestman found these recordings in the archives of the Cinémathèque Québécoise. This footage gives record of the activities and discussions during the workshops that were around topics such as how films are shown, the participation of the people, Third World cinema or cinema as a tool for social change, among others. It also transmits very vividly some aspects of the discussions during the “Rencontres” in Montreal and allow us to reconstruct the climate and atmosphere of this intense political moment.
The documentation includes debates among Latin Americans, such as Miguel Littín (Chile), Julio García Espinosa (Cuba); Fernando Pino Solanas, Humberto Ríos and Edgardo Pallero (Argentina); and Walter Achugar (Uruguay); Africans, such as Med Hondo (Mauritania), Tahar Cheriaa and Férid Boughedir (Tunicia) and Lamine Merbah (Algeria); U.S. and European critics, for instance Guido Aristarco (Italy), Gary Crowds (US), Guy Hennebelle (France), Lino Micciché (Italy) or Jean Partick Lebel (France); Canadians filmmakers such as Fernand Dansereau, Gilles Groulx and Yvan Patry; as well as independent and political film distributors and groups like Slon/Iskra (I. Servolin, C. Marker, France), Tricontinental Film Center (R.Broullon and G.Lofredo, US), Mk2 (M. Karmitz, France), The Other Cinema (N.H.Williams, GB), Third World Newsreels (C. Choy and S. Robenson, US), Film Centrum (C. Svendstet/J. Lindqvist, Sweden), and many others.
Thanks to the collaboration of André Pâquet – organiser of the “Rencontres” in 1974 – and Jean Gagnon – current director of collections at the Cinémathèque – it was possible to do a digital transfer of the tapes, that are now available in DVD for public consultation in Montreal and Buenos Aires.
In 2013/2014, Mariano Mestman published his research and a DVD with three hours of audiovisual recordings in the publication “Estados Generales del Tercer Cine. Los documentos de Montreal, 1974” (in Spanish).
In 2015, the Cinématheque Québécoise published an online dossier with documents and video recordings of the “Rencontres” in Montreal (in French and English), as well as an edition for the Canadian Journal of Film Studies / Revue Canadienne d´Études Cinématographiques (V.24, N.2) dedicated to this meeting, edited by Mariano Mestman (Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires) and Masha Salazkina (Concordia University, Montreal).
Additionally, the Argentine Ministry of Culture presented two television programmes dedicated to the conference in Montreal, taking as a starting point political cinema from Latin America (in Spanish with English subtitles).
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“Tercer cine: Los documentos de Montreal, 1974”. Del 2 al 8 de junio de 1974 se celebraron los “Rencontres internationales pour un nouveau cinéma” en Montreal, Canadá. En este encuentro participaron algunos de los más importantes representantes del cine militante y del Tercer Cine de todo el mundo. En la actualidad, y dado el gran número de participantes y la diversidad de disciplinas, la conferencia de Montreal se considera uno de los acontecimientos más importantes del cine político de los años sesenta y setenta.
En la lista de más de 250 participantes de 25 países figuraban cineastas dedicados al cine político, productores y grupos de cine del 68, críticos de cine, historiadores y productores, miembros de institutos cinematográficos y distribuidores alternativos de Europa, América Latina, África y América del Norte, así como los organizadores canadienses de la conferencia, André Pâquet y el Comité d'action cinématographique (CAC). Uno de los objetivos de este encuentro fue forjar y/o fortalecer los lazos entre el cine comprometido políticamente, a raíz de los cambios sociales que se produjeron después de 1968 en Europa, y el surgimiento del cine tercermundista en América Latina y en otras regiones del mundo.
Las 48 grabaciones audiovisuales del evento no estuvieron disponibles hasta hace un par de años. En 2012, el investigador de cine y cultura Mariano Mestman encontró estas grabaciones en los archivos de la Cinemateca de Quebec. Estas grabaciones registran las actividades y los debates de los talleres, que giraron en torno a temas como la presentación de películas, la participación del público, el cine del Tercer mundo o el cine como herramienta para el cambio social, entre otros. También transmite muy vivamente algunos aspectos de los debates durante los “Rencontres” de Montreal y permite reconstruir el clima y la atmósfera de este intenso momento político.
La documentación incluye debates entre latinoamericanos, tales como Miguel Littín (Chile), Julio García Espinosa (Cuba); Fernando Pino Solanas, Humberto Ríos y Edgardo Pallero (Argentina); y Walter Achugar (Uruguay); africanos, como Med Hondo (Mauritania), Tahar Cheriaa y Férid Boughedir (Túnez) y Lamine Merbah (Argelia); participantes de los EE.UU. y críticos europeos, como Guido Aristarco (Italia), Gary Crowds (EE.UU.), Guy Hennebelle (Francia), Lino Micciché (Italia) o Jean Partick Lebel (Francia); cineastas canadienses, tales como Fernand Dansereau, Gilles Groulx e Yvan Patry; así como distribuidores de cine independientes y políticos, y grupos como Slon/Iskra (I. Servolin, C. Marker, Francia), Tricontinental Film Center (R.Broullon y G.Lofredo, EE.UU.), Mk2 (M. Karmitz, Francia), The Other Cinema (N.H.Williams, GB), Third World Newsreels (C. Choy y S. Robenson, EE.UU.), Film Centrum (C. Svendstet/J. Lindqvist, Suecia), y muchos otros.
Gracias a la colaboración de André Pâquet - organizador de los “Rencontres” en 1974 - y Jean Gagnon - actual director de las colecciones de la Cinemateca - fue posible hacer una transferencia digital de las cintas, que ahora están disponibles en DVD para su consulta pública en Montreal y Buenos Aires.
En 2013/2014, Mariano Mestman publicó su investigación y un DVD con tres horas de grabaciones audiovisuales en la publicación “Estados Generales del Tercer Cine. Los documentos de Montreal, 1974” (en español).
En 2015, la Cinématheque Québécoise publicó un dossier en línea con documentos y grabaciones de vídeo de los “Rencontres” de Montreal (en francés e inglés) y una publicación para la Canadian Journal of Film Studies / Revue Canadienne d'Études Cinématographiques (V.24, N.2) sobre el encuentro, editada por Mariano Mestman (Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires) y Masha Salazkina (Universidad de Concordia, Montreal).
Además, el Ministerio de Cultura argentino presentó dos programas de televisión dedicados a la conferencia de Montreal, tomando como punto de partida el cine político en América Latina (en español con subtítulos en inglés).
Image: Poster of the “Rencontres internationals pour un nouveau cinéma” in Montreal. Graphic design: Noël Cormier
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kiro-anarka · 4 years
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No hay nada que suceda en Beirut y el Líbano que sea transparente, tramas de todo tipo se urden contra las sencillas esperanzas de la población. Tras la mortífera explosión, era imposible imaginar que la explicación más razonable fuera aceptada. Volaron los rumores, pero esos rumores no tuvieron impacto. Esta vez, a diferencia de muchas otras, la gente tenía claro que era su propio sistema político el responsable de esta enorme explosión, que llegó en medio de una pandemia, una crisis monetaria y económica, y un atolladero político sin resolver por demasiado tiempo.
Desde el Instituto Tricontinental de Investigación Social llega Alerta roja 8: La explosión en Beirut. Esta alerta roja ha sido elaborada junto a organizaciones y personas del Líbano, por cuyas contribuciones estamos muy agradecidxs.
Alerta roja: La explosión en Beirut
En las primeras horas de la tarde del 4 de agosto, comenzó un incendio en el Almacén 12 del puerto de Beirut, la capital del Líbano (con una población de 6,8 millones de habitantes, incluyendo más de un millón de refugiadxs). Una enorme columna de humo salía del fuego, que luego fue eclipsada por una explosión cuya poderosa fuerza destruyó una enorme parte de Beirut. El puerto fue inmediatamente arrasado, y la onda de presión alcanzó 15 kilómetros en todas direcciones. Al menos 70.000 hogares fueron dañados, algunos de los cuales ya no son habitables; al menos 160 personas murieron; 5.000 quedaron heridas; un número desconocido sigue desaparecida; y dos hospitales fueron destruidos. Esta es la explosión más grande que ha experimentado el Líbano, a pesar de su historia de colonización francesa, intervenciones estadounidenses, ataques y ocupaciones israelíes, y 15 años de guerra civil.
¿Qué sucedió?
No pasó mucho tiempo hasta que apareció evidencia de que lo que explotó no fue un barco con armas, fuegos artificiales o un misil, sino un edificio que almacenaba 2.750 toneladas de nitrato de amonio, que había sido guardado negligentemente en un almacén portuario desde noviembre de 2013.
El nitrato de amonio es un químico inflamable que es utilizado en fertilizantes, explosivos y combustible para cohetes. En 2013, el MV Rhosus, un buque de carga con bandera de Moldovia que iba en dirección a Beira (Mozambique), llegó a Beirut con este cargamento. Los funcionarios del puerto confiscaron el buque, que no estaba en condiciones de navegar, e incautaron lo que llamaron “carga peligrosa”. Seis veces entre 2014 y 2017, los oficiales de aduanas pidieron al juez de asuntos urgentes de Beirut orientación sobre cómo vender o deshacerse del cargamento. Es probable que el nitrato de amonio haya llegado en forma de Nitroprill, que es un agente explosivo usado en la minas de carbón. Hasta un pequeño fuego puede causar que el amonio de nitrato explote catastróficamente. En la misma bodega también se almacenaban fuegos artificiales. Más de 19 funcionarios han sido arrestados, incluyendo al director del puerto de Beirut y al director de aduanas. Una investigación está en marcha.
¿Qué es un accidente?
Un accidente es algo que no se puede predecir, en lo que no hay agencia humana responsable por lo que ha sucedido. La explosión en Beirut del 4 de agosto no fue un accidente. El cargamento altamente inflamable fue guardado en un almacén por más de seis años en una bodega del puerto de Beirut, que colinda con los barrios residenciales de Gemmayze y Karantina. Durante los últimos seis años, los funcionarios de aduanas —con claras afiliaciones políticas— filtraron informes sobre el peligro. Las autoridades estaban al tanto de la posibilidad de una explosión y no hicieron nada.
La explosión es la guinda de la torta de horrores de una estructura política de treinta años post guerra civil, que vio a los líderes de las milicias cambiar sus uniformes por trajes de negocios. La reunión de los Acuerdos de Taif de 1990 para poner fin a la guerra civil no hizo responsable a nadie. Hizo exactamente lo contrario, legitimó a una dirigencia sectaria en el gobierno del país; los sectarios señores de la guerra civil se transformaron en los guardianes del Estado que destruyeron. Una clase política corrupta se ha enriquecido mientras desfinancia las escuelas, los hospitales y todos los servicios públicos: transformaron esos servicios en vehículos clientelistas. Más aún, el orden neoliberal y la reconstrucción que implementó el multimillonario ex primer ministro, Rafik Hariri, afianzó un sistema capitalista de amiguismos que ya tenía sus raíces en el Líbano antes de la guerra civil. La reconstrucción de Hariri se enfocó exclusivamente en atraer y beneficiarse de las inversiones extranjeras de los países del golfo, para reabastecer el lucrativo sector bancario (en el que la mayoría de los políticos tienen intereses directos), reconstruir un centro urbano exclusivo de propiedad de su empresa Solidere y otros sectores no productivos y plagados de corrupción.
La naturaleza clientelista profundamente arraigada del sistema sectario libanés y sus vínculos orgánicos con intereses internacionales permitieron que los líderes de grupos sectarios mantuvieran el poder. La capacidad para proveer servicios básicos a sus seguidores utilizando aparatos y recursos estatales disminuyó a medida que su codicia crecía y sus prácticas no eran fiscalizadas. Lo que es más importante, su capacidad para proteger a la población de desastres disminuyó, así como su interés en hacerlo. Los detalles de cómo este nitrato de amonio terminó en el puerto por seis años no son tan importantes como el cruel, disfuncional y arcaico sistema sectario del Líbano, que nunca ha sido capaz de hacer responsable a nadie en el poder.
¿Cuáles serán las consecuencias económicas?
Aunque es considerado como un país de ingresos medios-altos, las desigualdades y la pobreza previamente existentes en el Líbano se han exacerbado por la crisis siria, las secuelas de treinta años de luchas políticas internas y políticas económicas insostenibles asociadas a ellas, un levantamiento contra la clase política en octubre de 2019, múltiples invasiones israelíes, y ahora la pandemia. La lira libanesa ha perdido el 80% de su valor desde septiembre de 2019, y hay pocas esperanzas de que se encuentre alguna solución a la crisis de liquidez y créditos, así como al colapso de la demanda de consumo y el aumento de la hiperinflación. Irónicamente, el efectivo que se espera que llegue al país como ayuda en respuesta al desastre le dará oxígeno a la clase dominante y pospondrá su inevitable colapso.
A nivel mundial, el Líbano es el país con el mayor número de refugiadxs en relación a su población, con un estimado de 1,5 millones de la vecina Siria que se suman a los 200.000 palestinxs, a quienes se les ha negado el derecho a regresar a su patria por generaciones. Incluso antes de la actual aceleración de la desintegración financiera del Líbano, en 2019 se estimaba un 40% de desempleo juvenil, mientras el 73% de lxs refugiadxs sirixs, el 65% de lxs palestinxs y el 27% de la población libanesa vivían en la pobreza. En junio de 2020, se estimó que alrededor de la mitad de la población del país ha caído en la pobreza. Lxs trabajadorxs domésticxs migrantes —entre quienes hay cientos de miles en el país viviendo bajo el sistema legal de kafala, que ha sido equiparado a la esclavitud moderna— están sufriendo aún más, ya que sus empleadores se niegan a pagarles y no tienen cómo regresar a sus países de origen. El daño colosal que la explosión desató en viviendas, hospitales, organizaciones y negocios —especialmente el puerto a través del cual se importa el 80% de los bienes necesarios— ha llevado al país al borde del abismo.
El Líbano solía tener uno de los sistemas de salud más avanzados del mundo árabe. Sin embargo, las políticas neoliberales de la clase dominante destruyeron el sistema sanitario, que colapsó frente a la pandemia de covid-19. El país tiene 26 hospitales públicos y 138 privados, el 90% de los medicamentos básicos y el 100% del equipamiento médico son importados. Lxs trabajadorxs médicxs han protestado por la falta de salarios, mientras lxs pacientes no caben en los hospitales.
La destrucción de este puerto clave deja al país prácticamente incapaz de reabastecerse con alimentos y medicamentos (el puerto de Trípoli puede recibir, en el mejor de los casos, solo el 40% de la capacidad que solía ingresar por Beirut); se destruyeron los silos cercanos a la explosión que almacenaban granos para los próximos meses; está programada la revocación de los subsidios gubernamentales para medicamentos, pan y gas. El daño económico total para el país es significativo: más de 5.000 millones para un país con un PIB optimista de 56.000 millones.
Zena Assi (Líbano), Beirut, My City [Beirut, mi ciudad], 2010.
¿Cuál será el efecto político?
Desde el 17 de octubre de 2019, el Líbano ha experimentado continuas protestas debido a la corrupción y al deterioro de la situación social, así como a la crisis económica, medioambiental y política. Durante los últimos nueve meses se han producido protestas por el suministro regular de electricidad y agua, por instituciones responsables y libres de corrupción, por un poder judicial confiable, por una moneda segura, y por un sistema político y económico no sectario.
Emmanuel Macron, el presidente de Francia, fue a Beirut, convocó y sermoneó a líderes políticos sobre el arte de gobernar, e hizo promesas de dinero y reformas. Mientras tanto, no muy lejos, la juventud exigía la liberación del prisionero político George Ibrahim Abdallah, retenido en una prisión en Francia. Motivos políticos han hecho que las autoridades francesas declinen un fallo judicial para su liberación. La conferencia de donantes liderada por Francia recaudó 250 millones de euros en ayuda de emergencia para el Líbano, dinero que viene acompañado de ataduras que profundizan la dependencia con el Fondo Monetario Internacional y sus condiciones socioeconómicas.
Desde el bombazo, han sido principalmente grupos de jóvenes, no funcionarixs ni trabajadorxs del gobierno, quienes han estado limpiando las calles y ayudando a la gente afectada desde el barrio de clase trabajadora en Karantina hasta el barrio de cafés de Gemmayze. La clase política no perdió ni un segundo en intentar capitalizar las “oportunidades” que surgían de la explosión, incluso cuando todavía estaban rescatando cuerpos y hasta sobrevivientes de los escombros.
El 8 de agosto, enormes protestas callejeras exigieron una rendición de cuentas inmediata, incluyendo una investigación con resultados rápidos y el arresto de los funcionarios de alto rango del gobierno responsables de la catástrofe. Lxs manifestantes irrumpieron en ministerios y otras instituciones en un acto simbólico de recuperación de su país. La represión del Estado ha sido severa, pero no ha mermado el estado de ánimo de la población.
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loquesomos · 6 years
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Haití: insurrección popular y nueva frontera imperial, Instituto Tricontinental de Investigación Social, Revolución Haitiana,
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cuba-redh · 4 years
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¿No estamos todxs en busca del mañana?
¿No estamos todxs en busca del mañana?
Estimados amigos y amigas, Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social. En 2019, 613 millones de ciudadanxs de India votaron para elegir a sus representantes para el parlamento (Lok Sabha). Durante la campaña electoral, los partidos políticos gastaron alrededor de 60.000 crores de rupias (8.000 millones de dólares), de los cuales el 45% fue gastado por el…
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cuba-redh · 3 years
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Panel: La Revolución Cubana frente a la ofensiva imperialista
Panel: La Revolución Cubana frente a la ofensiva imperialista
Viernes 05 de noviembre, 17:00hs Arg. Transmisión en vivo por https://www.youtube.com/c/Tricontinental   Panelistas Atilio Borón, politólogo, REDH Karima Oliva, psicóloga Néstor Kohan, investigador, REDH José Ernesto Nováez, rector universidad de las Artes, REDH Laura Capote, Instituto Tricontinental de Investigación Social y ALBA Movimientos Pablo Vommaro, UBA/CONICET/CLACSO coordina: Paula…
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