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#jainico
laweonakenny · 2 years
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U - U ✨💕
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rqcktman · 3 months
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¡hola! soy super nuevo acá así que disculpen mi sencillez (?)
sé que el fandom de los cabros está /muertísimo/ pero no puedo evitar subir uno de mis fics jainico a estas plataformas.
lo que pondré a continuación es un one-shot jainico que escribí en 2018 por la iniciativa de artistes del goi que llamaron "semana jainico", donde uno de esos días era "pedir matrimonio", así que no pude quedarme atrás y esto salió.
sin más que decir, ¡disfruten la lectura!
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REDAMANCY
—¡Nos vamos a Japón, conchetumare! —gritó Nicolás de júbilo, ganándose varias miradas de rareza y ceños fruncidos de parte de la demás gente que estaba en el avión.
Jaime sólo ríe mientras se pone el cinturón y pensar en qué mierda va a hacer en las veintiún horas que tiene el viaje de Santiago a Tokio. Revisaba la tablet al frente de su asiento, adelantando si podría ver alguna película de su agrado; tal vez escuchar música, o estos típicos juegos de mala calidad que podría probar y no recordar que era su primer viaje más largo y, digámoslo bien: tedioso.
El moreno ya había dicho que ha ido a Japón dos vez anteriormente, pero para su pololo es la primera vez que va, y no quiere mentir: está más que nervioso y algo asustado, y no solamente por viajar muchas horas arriba de un avión o por las turbulencias de este, sino, en todo lo que tiene pensado y planeado por muchos meses al llegar a este país asiático.
***
La primera escala fue en Atlanta, en el estado de Georgia; Estados Unidos.
Los dos ya habían viajado a Estados Unidos con su amigo en común, Edgar, pero no a esta enorme ciudad, sino a Los Ángeles. Así que se sorprendieron por la cantidad de edificios con punta y la arquitectura en general que había en ese lugar. Estaban maravillados, pero, por sobretodo...
—Estoy cagao' de hambre —Jaime habló, rompiendo el silencio, interrumpiendo la adoración en la mirada que tenía Nicolás en la ciudad en cual se encontraba.
—Puta, tenemos que esperar dos horas para el próximo vuelo, así que busquemos algún local y comamos algo. —El moreno no iba a mentir ni tampoco negarse que... sí, también estaba cagado de hambre.
Y no, no hablemos de la linda azafata que traía alimentos y refrescos en el avión que estaba, porque puta que Jaime lo pasó mal... Aunque eso es otro tema muy aparte.
Había que admitir que al fondo del corazón testarudo de Jaime estaba ese cobarde miedo de quedar en ridículo cuando empezara hablar en inglés (jamás ha sido buen en ello y menos en aprender otra lengua). Por esa misma razón, siempre le dejaba esa tarea a su pareja para que no güateara en nada y su dignidad quedara intacta. 
—¿Te tinca comer tacos, hamburguesas u otra weá? —Gaule lo saca de sus pensamientos al plantear esa difícil pregunta para el barbón.
—Hamburguesas —respondió sin dudarlo. Nicolás no sabe ni para qué se molestó en preguntar si ya sabía la respuesta.
Entraron al local de estas típicas gringas donde es pura comida chancha y no-saludable. Una mesera los atendió y los llevó a una mesa para dos. Habló un par de palabras presentándose, a lo que Navarro respondió con monosílabos inútiles porque no entendió ni una hueá. Notó cómo Nicolás asentía y le respondía —todo un experto en el open english— para luego mirar fijamente a Jaime y preguntarle qué va a pedir.
—Una hamburguesa doble queso, con tomate, lechuga, pepinillos, cebolla y mayonesa con ketchup. — «Puta, tal cual» pensó Nicolás.
—Pido lo mismo entonces po'.
El moreno levantó la mano hacia la chica que les atendió para que viniera y tomara su pedido. Cuando vino gentilmente, sacó su libreta con un lápiz pasta. Luego, miró a la gran pareja, expectante.
—First, sorry for my bad english (Primero, perdón por mi mal inglés) —se disculpó sonriendo y avergonzado, pero mantenía su puesto natural a la vez—. I want this hamburguer (Quiero esta hamburguesa). —Nicolás señaló con su dedo el dibujo aquella hamburguesa monstruosa que quería de la carta que tenía entre sus manos.
La mesera asintió y anotó en su libretita.
—Ya Jaime, pide tú...
Aquí es donde Jaime maldice a Nicolás en su mente por no decirle a la chiquilla que también quería lo mismo, para ahorrarle toda la paja y vergüenza de tener que hablar un inglés nada entendible. «Sapo y la conchetuma...»
—Ai juant the misma hamburguesa que este boy —Todo lo habló entrecortado y más rojo que pichula 'e perro. La mesera miraba con confusión pero siempre con una sonrisa forzada (seguramente se estaba cagando de risa en su interior).
—He wants the same hamburguer (Él quiere la misma hamburguesa) —Nicolás habló serio hacia la chica y ella solamente asintió otra vez con su sonrisa culiá de siempre, yéndose hacia la cocina del recinto.
Cuando notó que se fue, Nicolás volteó a ver al contrario para soltar la carcajada de su vida —que implica complejo de chancho y atoramientos de por medio—. Jaime le frunció el entrecejo, siguiendo con su cara roja lleno de vergüenza.
—Erí pesao culiáo.
—Ya amor, si fue chistoso.
***
Después de comer esas dos grandes hamburguesas, ambos recorrieron un poco Atlanta (viendo parques, más edificios y alguna que otra reseña turística que obviamente Nicolás le traducía a Jaime divertido).
Luego de las dos horas hicieron sus trámites y se adentraron al otro avi��n para luego ya llegar directamente a Tokio —sin mencionar las tediosas quince horas más de viaje arriba de ese medio de transporte aéreo—.
***
Jaime ya sentía el viento primaveral de Japón acariciando su rostro. Sentía cómo su seguridad renacía por este lindo clima. Definitivamente estaba emocionado.
—Amo Japón —se sinceró Nicolás, mirando cómo las hojas rosas de esos árboles pegaban su rostro y el piso—, y también te amo a ti. —Tomó una de sus gordas mejillas y besa a Jaime profundamente, restándole importancia a los que vieran la escena.
***
Han pasado ya diez días de un mes restante del viaje a Japón, y han recorrido bastante. Además de Tokio, han visitado Osaka por el momento. (Planean viajar a Hiroshima y Kanazawa para las siguientes semanas.)
Ahora están teniendo una romántica cena en un restaurante en un lago artificial: están en estas casonas flotando en el agua donde hay una hermosa vista, sobre todo en las noches con las estrellas y el fresco viento nocturno. El iluminado del lugar era tenue, ya que, con las velas de cada mesa y las flores exóticas, hacían un ambiente más cómodo. Jaime lo disfruta tanto como Nicolás, pero no mucho como el primer mencionado, que ya siente los nervios a flor de piel por todo el cúmulo de ideas y también dudas.
—Amor, ¿te pasa algo? —El mayor de la pareja pregunta con un tono preocupado, mientras come un caldo con fideos originario japonés.
—Mmm... No, nada.
Error. Sí que pasaba algo, pero claramente él no lo diría.
—¿Cómo la estái pasando? —Jaime tibutea cambiando el tema, como restándole relevancia al incómodo silencio formado.
—¡Más que bien! De verdad que Japón es terrible bacán. Si no fuera porque tengo toda mi vida en Chilito, viviría aquí —Nicolás le responde maravillado.
—El idioma es súper difícil —comenta Jaime después de tragar los deliciosos fideos y sorbeteando el caldo de su cuchara.
—Pero no hay nada que un open japón que pueda arreglar, ah. —El moreno hizo la seña de "éxito" típica de los comerciales de Open English. Jaime ríe y se queda mirando a su pololo por largos minutos mientras disgusta su comida también.
¿De verdad estaba a punto de hacerlo? ¿Desde qué momento... estaba tan enamorado de él para llegar a un escalón más en su vida? ¿Era la decisión correcta para él... o para los dos? ¿No se arrepentiría de nada en el futuro?
Jaime toma una bocanada de aire para dejarla salir por la boca delicadamente, reflexionando cada pregunta con mucho cuidado... Hasta que se harta de hacerlo. «Deja de darte vueltas, maldito culiáo», escucha a su conciencia hablar. «Dale, vo' podí».
—Amor, tengo... algo que decirte.
El llamado levanta la cabeza anteriormente cabizbaja y se forma un contacto visual perfecto con dos pares de ojos color café oscuro, como si estos se vislumbraran en la oscuridad más que la propia luna o las estrellas. Eran sólo dos orbes presentes, llenos de cariño y a la vez nervios.
—Pucha... Soy totalmente un fracaso en estas hueás. Literalmente no sé qué mierda decir, pero... creo que ha llegado el momento.
» Desde que te conocí siempre tuve claro que quería tener una relación contigo. No dudé de eso después al segundo que te conocí y después los meses siguientes conociéndote; por eso, agradezco de todo corazón que el Edgar me haya presentado a ti. Hemos pasado por altos y bajos, llenos de dudas y problemas... Pero no tengo miedo de decir que eres definitivamente lo mejor que me ha pasado en toda mi vida.
» De verdad que todo el tiempo que hemos estado juntos... ¡Conchetumare! ¡Ya hemos cumplido ocho años juntos! La he pasado de maravilla y bacán, tanto así que no tengo palabras para explicarlo... ¿Te acordái la vez que me pediste pololeo? Estaba más feliz que perro persiguiendo su cola, porque nunca pensé que tú, una persona increíble, amorosa y puta... ¿rico? Se haya fijado en un hueón aburrido y lleno de defectos como yo.
» ¡Ah, ya ni sé qué decir, hueón! ¡Podría hablarte de lo cuánto que te amo por años si es necesario! Nunca pensé en llegar a enamorarme de esa manera, pero... aquí estamos po', mira lo que llegué a ser.
—Nicolás Gaule, dueño de mi corazón y de mis sonrisas, el globin más rico del planeta... ¿Te gustaría casarte conmigo? —Ahí fue cuando Jaime sacó un anillo muy bonito de oro y plata, que lucía y resplandecía en la noche estrellada. Era la sortija más bella que había podido encontrar.
El moreno ya tenía sus mejillas empapadas en lágrimas, de hecho, como que tenía ganas de reír y llorar al mismo tiempo por las palabras salidas de los labios de su pareja. Al mezclar el romanticismo y su esencia fue buena magnífica idea.
Nicolás nunca supo cuándo empezó a llorar de esa manera y la última vez que lo hizo, pero de verdad todo lo que dijo Jaime le tocó al fondo de su pecho —más profundo de su corazón, su alma—, formándome un nudo en la garganta de lo ansioso y sorprendido que pudo llegar a estar. Ya no importaban las personas que miraban atentos a la escena; ya no importaba todos esos insultos y prejuicios que le llegaron alguna vez a los dos; ya no importaba aquellos problemas que han podido solucionar y salir adelante; ya no le interesa en lo más mínimo los minutos que hayan pasado y su comida ya esté muy fría —tal vez enternecido por la situación—... Ahí al frente, está el amor de su vida, más con un anillo que, si acepta o no, cambiaría su vida por completo.
No supo calcular cuánto tiempo pasó desde la declaración y la pregunta, pero le importa un reverendo pico, porque al fin responde. —Jaime Navarro, peluchín, barba roja... Obviamente acepto casarme contigo, ¿por qué mierda no lo haría?
Ahí fue cuando Nicolás se abalanzó a darle el mejor beso en los labios de su vida a su pareja —ahora comprometido, y si pasa, futuro esposo—, dándole a entender que lo ama tanto desde que se conocieron la primera vez; destinados a estar juntos.
***
Jaime no sabe con exactitud la última vez que tuvo sexo con Nicolás, ya que presentaron un período de abstinencia solamente por juego para ver quién duraba más sin actividad sexual, pero después de la gran declaración en el restaurante, no pudieron aguantarse en sentir la piel del otro: era una oportunidad valiosa para volver a estas acciones lujuriosas y placenteras que tanto la pareja disfrutaba mutuamente.
Esta vez, no fue algo sencillo y rápido, sino más bien algo más romántico y llevados a sus ideas. Nicolás sentía que su alma se le salía del cuerpo al sentir a su comprometido dentro suyo, haciendo el amor como nunca antes; y podría compararlo como su primera vez. Sintió que hubiera regresado en el tiempo y fuera la primera vez de ambos: inexpertos, juguetones e inocentes.
Cuando acabaron, el moreno no puedo evitar besarle y mimarlo a su barbón por varios minutos. Jaime obviamente se dejaba querer, porque amaba que le hiciera muestras de cariño tan melosas y dulces. Ya para minutos después, Jaime finalmente besó a Nicolas de sus labios de forma apasionada para susurrar tenuemente un te amo.
Claramente era una noche especial que guardarían el resto de su vida.
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muchísimas gracias por leer <3, si leyeron esto y les gustó, porfis interactúen (como reblogs, likes y comentarios sobre todo)!!!!
también pueden encontrar este o.s en mi ao3 y wattpad. tengo más contenido si quieren pasarse 🫶. les aseguro que se vendrán más cositas jainico en el futuro.
bye <3
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tia-goldieen · 4 years
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Weás de cuarentena / Jainico.
taba aburrida y con ganas de escribir y dije why not ksjdf ta como el hoyo, pero está con amorcito. 
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—¡Pero Jaime culiao, siempre encontrai la manera de hacer trampa en el juego, weon! —aburrido, el Nico tiró todos los billetes del Monopoly encima del tablero cuando se dio cuenta que, inminentemente, iba a perder en contra del Jaime. Tenía rabia: ¡Siempre perdía con ese weon! Estaba seguro que siempre hacía trampa, como en todos los juegos que podían. ¡El no podía ser tan malo! ¿O sí? Daba lo mismo, la wea era que se había enojado y había mandado el juego a la chucha.
 ¡Puta que era aburrida la cuarentena! En ese punto, ya habían agotado todas las opciones que pudieran proveerles de alguna diversión en la tarde: habían jugado todos los juegos de mesa que tenían, habían ranqueado con los cabros por Skype y hasta habían dejado grabadas algunas weas para no aburrise. ¡Puta la wea fome!
 —Pero Nico culiao, ¿Por qué eri tan picota? Todo porque estaba ganando —le reclamó el Jaime, imitando a su pololo y mandando el juego a la chucha. Se desparramó lánguidamente en el sofá de su departamento y se dedicó a observar al más bajo: éste, haciéndolo honor a su enojo, se había metido en el celular con el ceño levemente fruncido y había decidido ignorar al Jaime el resto de la noche.
El Jaime hizo todo lo posible por reprimir una risa.
Pero falló.
 —¿De qué te estai riendo? —le recriminó el moreno, guardándose nuevamente el celular  y cruzándose de brazos: se había amurrado completamente como un cabro chico. Sin embargo, a su pololo aquella imagen no le podía parecer más tierna. —Si no es chistoso que siempre hagai trampa en los juegos.
 —Es que te veí tan tierno cuando te enojai —le respondió el Jaime, sin dejar el contacto visual que había logrado vincular. Fue cosa de segundos en que el color rojizo se instalara en las mejillas del Nico, logrando que bajara la mirada. ¡Si era tan tierno ese culiao! —Ya po ven, dame un besito.
 —¡No! ¡Ni cagando, Jaime culiao! —el más bajo se levantó rápidamente de la silla en donde estaba sentado y se dirigió a la pieza sin mirar hacia atrás ni un segundo. Si ese weon esperaba que le diera un besito, iba a tener que quedarse toda la noche esperando ahí sentado en el sillón como weon, ¡por que el ni cagando se lo iba a dar! —Tramposo de mierda.
 —¡Yaaapo, Nico! No te enojíi —el aludido se levantó silenciosamente del sofá y se acercó sigilosamente a la pieza que compartían en su departamento. El Nico, picota en todo su esplendor, había dejado la puerta entrecerrada y había apagado la luz. El Jaime se lo imaginó echado en la cama, echo bolita mientras lo puteaba todo lo que podía. ¡Si era tan tierno ese weon! —¿Nico? —susurró el castaño, abriendo lo más suave que pudo la puerta. Con el mundo a su favor, la puerta no hizo ningún ruido por lo que se vio en la oportunidad de entrar sin que el moreno lo escuchara.
 —Tramposo culiao —escuchó como susurraba el más bajo. El Jaime tuvo que hacer una fuerza sobrehumana para no cagarse de la risa ahí mismo, pero sabía que eso solo lo haría enojarse más. —Nunca puedo ganar yo.
 El Jaime, ingeniándose la forma en que se pudiera abalanzar sobre el otro sin que se lo mandara a la chucha, se quedó parado a un lado de la cama, con una tierna sonrisa dibujada sobre su rostro. Cualquiera que lo hubiera visto en ese momento se hubiera dado cuenta que el cabro estaba enamorado hasta las patas.
Sin dejar pasar ni un segundo más, el más alto se abalanzó a la cama atrapando las muñecas de su pololo para dejarlo sin posibilidades de que le mandara tremendo wate. El Nico, tomado completamente por sorpresa, se le salió el alma del cuerpo cuando sintió esas dos manos que tan bien conocía dejarlo preso en su propia cama, con las dos muñecas aprisionadas por encima de su cabeza. Sintió todo el peso del Jaime encima de él (la verdad no era una sensación desconocida) y el calor subió rápidamente a sus mejillas cuando, aún en la oscuridad, observó claramente el brillo que desplegaban los ojos del barbón.
 —Sale de acá, oh —alegó con la poca convicción que le quedaba, intentando (en vano) zafarse del agarre del Jaime, quien lo aún lo miraba fijamente a los ojos. —Jaime…
 —No te enojí po —susurró el aludido, acercándose cada vez más a los labios del Nico, sujetando fuertemente sus muñecas. Bajo él, sintió el movimiento que el cuerpo del Nico producía al estar intentando zafarse de su agarre, pero bien sabía que a su pololo le encantaba cuando lo trataba de aquella manera: dominante. —Pa la otra te dejo ganar, ¿ya?
 —No quiero que me dejí ganar —respondió el moreno, haciendo un puchero que al Jaime le hubiese encantado atrapar entre sus dientes en ese mismo instante. Le sorprendía el autocontrol diario que manejaba para no toquetear al Nico en cada rincón de su departamento, cada día, cada minuto. —Quiero ganarte y que vo no hagai trampa.
 —Ya mi amor —le respondió de la manera más suave que fue capaz de emplear. Aún en la oscuridad, fue capaz de ver como el color rosado iba ganando terreno en las mejillas del Nicolás, por lo que, sintiéndose satisfecho, dejó libre las muñecas de su pololo para luego acomodarse a un lado de su cuerpo en la cama que ambos compartían. — ¿Me perdonai?
 El Nico, con la última fuerza de voluntad que le quedaba en el cuerpo, dejó escapar un largo suspiro para luego murmurar un “Jaime culiao, siempre podí conmigo” y finalmente alargar sus brazos hasta rodear el cuerpo de su pololo, quien sonrió satisfecho con su cometido.
 —Ya weno ya.
 El Jaime, con una sonrisa de suficiencia (y por qué no, también de orgullo, si el culiao sabía lo que hacía) se acercó lentamente hasta tener los labios del Nico a unos escasos centímetros de los suyos, sellando el vasto espacio que quedaba con un beso más meloso de lo que estaban acostumbrados, disfrutando cada mordida, cada caricia. Las manos del Nicolás paseaban libremente por cada rincón del Jaime: sus hombros, su estómago, el espacio entre la clavícula y ese cuello que tantas veces había saboreado, mordido y besado.
 Al parecer, la cuarentena no era tan fome como pensaban.
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Un edit del Nico pa' una historia de Wattpad 7w7r
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yourcurse · 6 years
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Somoh hijo la pe- somoh hijo de la pe- somoh hijo eh la perra~
El Mafla.
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miartesuanimacion · 5 years
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parte 2 celos
revisen mi instagram @suanimacion
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fidaladelsol · 6 years
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NICO CULIAO PASIVO La espalda del bestia es el doble que la del Nico xdd el wn pequeño por la cresta
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naruhi16 · 7 years
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Quería compartirlo por aquí también porque... why not? Música: Videogames de Lana del Rey, versión The Young Professionals
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omsisposts · 6 years
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yelo-bottom182-blog · 6 years
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Amo su amistad :,D
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cosas-de-vago · 7 years
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[5/5] 3er cap
“Leñador de Bonsai”
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tia-goldieen · 4 years
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si son tan leeeeeeendos <3
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p---a---m-blog · 7 years
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Dice miau miau miau (8¨) 
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sarslayer · 7 years
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yessleeperwalker · 7 years
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LE DIO COMIDA EN LA BOCA♡ SE MIRARON FLETAMENTE♡ LO VIOLÓ Y LO DISFRUTO♡ JAINICO IS REAL
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