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#miguel garcía-baró
aschenblumen · 11 months
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Pues es tal la marca del sí-mismo, el sello de su grandeza y, también, el hito de su flaqueza: que calla. El héroe trágico solo tiene un lenguaje que le sea perfectamente adecuado: el silencio. Así es desde un principio. Justamente, en lo trágico se ha creado la forma artística del drama para poder exhibir el silencio. (...) Callando rompe el héroe los puentes que lo unen con Dios y con el mundo, y se eleva desde la vaguedad de la personalidad –la cual se delimita frente a otros y se ha individualizado hablando a la helada soledad del sí-mismo. El sí-mismo no es nada fuera de él: está absolutamente solo. ¿Cómo manifestará esta soledad suya, esta rígida obstinación en él mismo, si no es callando?
—Franz Rosenzweig, «El héroe trágico» en La estrella de la redención. Traducción de Miguel García-Baró.
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alvaroabellan · 7 years
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¿Por qué Filosofía?
«Si preguntamos a un arquitecto “¿para qué sirve la Arquitectura?”, o a un médico “¿para qué sirve la Medicina?”, nuestras preguntas resultarán impertinentes y pareceremos ignorantes. Sin embargo, esas eran las preguntas típicas de Sócrates, quien hacía gala de su ignorancia y resultaba tan impertinente que sus conciudadanos decidieron condenarle a muerte. El martirio es, desde antiguo, una posibilidad con la que el humanista debe contar y no son pocos los que resumen la historia de la Filosofía, con Miguel García-Baró, como una gran meditación en torno a la muerte de Sócrates.
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equilatero-web-blog · 7 years
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Pasan los años, las alfombras, los diseños de afiches conmemorativos, las vigilias, los farolitos, el cantar de los pericos al atardecer, pero el significado sigue intacto y vigente: querer entender la realidad nacional de un país como El Salvador sin tomar en cuenta el legado de sus mártires, es casi una contradicción.
Por Marcos Paz Fotografías por: Hazel Herrera
Madrugada del 16 de noviembre, 1989, un pelotón del Batallón Atlacatl irrumpe las instalaciones de la Universidad Centroamericana ‘‘José Simeón Cañas’’ (UCA). Objetivo: asesinar a seis sacerdotes de la Compañía de Jesús sin dejar ningún testigo vivo. Colocados boca abajo, son ejecutados. Cinco cuerpos son encontrados en el patio central (ahora Jardín de Rosas) y uno dentro de las habitaciones. Elba y su hija Celina —colaboradoras de los padres jesuitas— y quienes se encuentran en su habitación, se suman a las víctimas de la masacre.
Como diría el historiador francés Pierre Vilar, para conocer el presente, hay que comprender el pasado. 28 años después de un acontecimiento que marcó un antes y un después en la historia de El Salvador, se realiza —dentro de la universidad— uno de los eventos más esperados y tradicionales del año: la vigilia en conmemoración a los mártires de la UCA.
A pesar de que las actividades arrancan con la elaboración de alfombras, uno de los momentos más icónicos del día comienza a dar señales de su inicio: el cielo oscurece, incrementa la afluencia de personas, la mayoría se dirige hacia el polideportivo y poco a poco disminuye la temperatura: sí, se trata de la procesión de farolitos, los cuales son repartidos y en cuestión de minutos, brillarán al unísono.
De acuerdo a Gabriel Hernández, docente de la UCA, quien tiene 20 años de asistir a la vigilia en conmemoración a los mártires, en la actualidad se observa menor cantidad de personas a comparación de antes. Sin embargo, para él, esto no es negativo. ‘‘Creo que la gente que viene hoy y que es menos en cantidad, son los que más y mejor aprovechan esta oportunidad’’, aseguró. ‘‘Al principio venían muchas personas, pero algunos venían solo a pasar el rato, a beber, hasta disturbios hubo un par de veces’’, recalcó.
Hernández, como muchos otros que asistieron a las actividades de la vigilia, comparten similitudes en su discurso cuando explican el vínculo existente entre los mártires de la UCA, el  evento como tal y la realidad nacional del país. Primero, consideran que el legado de los mártires sigue vigente en la actualidad. Segundo, que son —o deberían ser referentes— para la sociedad salvadoreña. Tercero, que históricamente son protagonistas importantes para entender el contexto actual en el que se vive.
‘‘Vivimos en una realidad convulsa, desesperanzadora, porque la gente ya no confía en los partidos políticos, hay un desprestigio muy fuerte, aún hay resquicios de honradez, de bondad, en la desesperanza social y económica que se vive. Los mártires lucharon para que esto no estuviera como está’’, concluyó Hernández.
Por su parte, Manuel Cubías, Jefe del Departamento de Comunicaciones y Cultura, de 56 años, recuerda, —mientras se prepara para iniciar la procesión— sin un afán pretencioso, que en aquel contexto, él fue de las primeras personas en ver a los mártires asesinados. Aguantó cierto punto, pero hubo un momento en donde los ánimos no le daban para más. ‘‘Eran profesores míos, estudiaba Teología en ese momento, es parte de tu vida la que se te iba en ese instante’’, explicó.
Al hacer una comparativa entre la situación que se vivió hace 28 años y la realidad nacional actual, dice no haber mucha diferencia. ‘‘La cadena de muerte continúa, no se ha acabado, no ha habida ninguna transformación seria que nos lleve a pensar que el país está en otro punto en su historia’’, afirmó Cubías.
De acuerdo a él, ahora hay más derechos (cuestión que no había antes) también se puede tener mayor libertad de expresión; sin embargo, “el respeto y derecho a la vida no lo tenemos, que es lo más fundamental. La lucha continúa, tenemos que seguir insistiendo en que la vida nuestra vale y que la vida de cada quien vale’’, comentó.
No obstante, Manuel Cubías no fue el único que conoció a los padres jesuitas. También está Daniel Rivas, catedrático de 67 años, quien junto a su familia, se declara listo con su farol en mano, para emprender la procesión. Habla pausado, piensa y trata de ocupar las palabras más adecuadas para lo que dirá. ‘‘Me dolió mucho cuando los mataron, ellos fueron mis profesores, ellos bien fueron mis guías en su momento’’, aclaró.
‘‘Mirá, como que nos estamos muriendo los que conocimos a los jesuitas, porque ya casi no viene gente’’, son las palabras, que, de acuerdo a Daniel, le dijo un conocido. Él tiene 28 años de asistir al evento conmemorativo y asegura que no puede dejar de hacerlo. Mantiene viva su memoria, sus recuerdos, el amor, la amistad y fe que predicaban los mártires.
Para hablar y explicar la situación que se vive en la realidad nacional, Daniel viaja al pasado y vuelve al presente. ‘‘Ellos murieron casi al final de la guerra, pero yo te digo…hoy tenemos otra guerra. Tan difícil como aquella. A veces me pregunto qué pensaría Ellacu, Segundo Montes, Amando, etc’’.
Ahora, cuando la llama de los farolitos se apaga y la multitud regresa al lugar donde comenzó todo (el polideportivo), es señal que la denominada misa por los mártires de El Salvador se acerca. La homilía fue presidida por Miguel Vásquez, sacerdote jesuita, en la cual se tocaron aspectos —desde una perspectiva crítica— tanto del pasado, como de la realidad nacional.  Por ejemplo: la generación de empleos, salarios justos, aprobación de presupuestos para la nación, prestaciones sociales, los casos de corrupción y evasión fiscal.
Además, se exigió que los ‘‘responsables materiales e intelectuales’’ de la que es considerada la peor masacre en el hemisferio occidental en los tiempos modernos (Masacre de El Mozote), paguen por sus delitos. Es ahí cuando Vásquez, se refirió a que, en total, durante el conflicto armado se registraron 227 masacres en contra de la población civil salvadoreña, en donde sitúa a Chalatenango en primer lugar, con más de 55 masacres. Le siguen los departamentos de La Paz, con 27; San Vicente, con 33; Morazán, con 19; Cuscatlán, con 15; San Salvador, con 11; Usulután y Santa Ana, con diez; Cabañas, con nueve; La Libertad, con ocho; Sonsonate, con cuatro; San Miguel, con tres; La Unión; con dos y Ahuachapán, con una.
Entre esas masacres, claro está, se encuentra la de los padres jesuitas y otras más que, conforme a Vásquez, aún no han sido contabilizadas. ‘‘Es obligación de las nuevas generaciones el no olvidar, porque si olvidan, la historia se seguirá repitiendo, como ahora está repitiéndose’’, manifestó, de nuevo, Manuel Cubías. Para él, el reto está en cómo lograr que la juventud se enamore de recordar. ‘‘Esto no solo es tema de libros o de conferencias, es problema de querer recordar, de querer tener presente la historia de este país’’, declaró.
Por su parte, de acuerdo a José García de 21 años y estudiante de Comunicación Social de la UCA, quien disfruta del acto cultural: ‘‘La memoria de los mártires nos ayuda pensar cada día en la justicia que no hemos obtenido en El Salvador’’. Lo tiene claro. Según José, en la realidad actual no se puede hablar de paz sin que se sepa dónde están las personas desaparecidas en el conflicto armado y que sus familiares, aún siguen buscando. ‘‘Si conocemos la memoria histórica del martirio de nuestros sacerdotes jesuitas, vamos a saber por qué se gestaron muchas de las luchas en el país, y por qué debemos seguir luchando por la justicia en El Salvador’’, reiteró.
David Molina, Coordinador de Guías y encargado de Atención a Delegaciones del Centro Monseñor Romero, coincide con José en que, no solo se trata de retomar el legado de los mártires: hay que darle continuidad. ‘‘Han dejado ese legado de la justicia, búsqueda de la paz, del diálogo, que es algo importante en estos tiempos donde no hay justicia, no hay paz, ni una verdadera disposición de diálogo’’, aseguró.
Concluyó la procesión, la misa y un acto cultural más; sin embargo, el significado y valor de los mártires va más allá de un evento. La explicación del arte llamado viacrucis del pueblo salvadoreño, elaborado por Roberto Huezo y que luce dentro de la Parroquia Jesucristo Liberador es otra manera para explicar la importancia de lo que sucedió hace 28 años (o más) y su indisociable vínculo con la realidad nacional actual. Hay 14 cuadros que simbolizan 14 estaciones. La construcción de la decimoquinta estación es deber de cada quien en el día a día, en la realidad que vive El Salvador, en el contexto político, económico y social.
Después de aquella madrugada del 16 de noviembre de 1989, la justicia aún no llega, pero la herencia de Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín Baró, Segundo Montes, Joaquín López y López, Armando López, Juan Ramón Moreno, Elba y Celina Ramos, se mantiene vigente cada año en las memorias, libros, recuerdos, imágenes, alfombras, conmemoraciones, vigilias, pero sobre todo, en la realidad nacional de El Salvador.
Daniel Rivas, catedrático de la carrera de Comunicación Social, llegó junto a su familia a conmemorar a los Mártires de la UCA.
Miembros de la Biblioteca “Florentino Idoate SJ” de la Universidad Centroamericana ”José Simeón Cañas” fueron los encargados de elaborar una de las palmas que se cargaron durante el recorrido de la Procesión de Farolitos.
Los jóvenes del Programa de Liderazgo Ignaciano Universitario Latinoamericano (PLIUL) fueron parte del evento y construyeron una de las palmas que se cargaron en la procesión.
La Procesión de Farolitos duró alrededor de 45 minutos. En la segunda estación de la procesión, uno de los asistentes sonríe con su farolito en la mano.
Cada estación de la Procesión de Farolitos fue celebrada con cohetes de vara, mientras los asistentes observaban y formaban parte del evento.
En cada una de las paradas de la procesión se realizaron cánticos para conmemorar a los Mártires de la UCA
Padre e hija, juegan y comparten en el acto cultural de la conmemoración de los Mártires de la UCA.
La cancha en donde se realizó la vigilia estuvo llena de asistentes que año con año se reúnen para recordar las injusticias cometidas.
El padre José María Tojeira, director del Instituto de Derechos Humanos de la UCA (IDHUCA), asistió a todo el recorrido que se realizó en la procesión
Uno de los grupos que tocó en el evento cultural (luego de que concluyera la vigilia y misa) fue Sol Naciente, grupo originario de San Isidro, Izalco.
La procesión avanzaba sobre la alfombra elaborada por miembros del IDHUCA, la cual tenía el rostro de Segundo Montes. De todas, fue la única elaborada con aerosol.
”Los hechos seguirán demostrando tércamente que no hay otra salida racional para el país que la negociación y el diálogo”, decía una frase plasmada en el diseño de los farolitos.
Julián González, catedrático del Departamento de Filosofía, asegura que cada año asiste a la vigilia con su familia. De igual forma afirma que hace un par de años la afluencia de visitantes había bajado, pero este año, más comunidades y parroquias estaban formando parte de la conmemoración.
La culminación de la procesión fue en la cancha techada del polideportivo de la universidad, mientras los padres entraron para oficiar la misa.
El padre Andreu Oliva, rector de la UCA, dio palabras de bienvenida a los asistentes y recordó la importancia de mantener viva la memoria histórica de los mártires.
      28 años de una masacre que no cicatriza Pasan los años, las alfombras, los diseños de afiches conmemorativos, las vigilias, los farolitos, el cantar de los pericos al atardecer, pero el significado sigue intacto y vigente: querer entender la realidad nacional de un país como El Salvador sin tomar en cuenta el legado de sus mártires, es casi una contradicción.
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MIGUEL GARCÍA BARÓ HUSSERL
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aschenblumen · 1 year
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Solo en el conocimiento puede estudiarse la esencia del objeto en general según todas sus configuraciones fundamentales; solo en él está dada; solo en él puede verse con evidencia. Este ver vidente es él mismo el conocimiento en el sentido más pleno; y el objeto no es una cosa que esté dentro del conocimiento en el sentido más pleno; y el objeto no es una cosa que esté dentro del conocimiento como en un saco, como si el conocimiento fuera una forma vacía siempre igual, uno y el mismo saco vacío, dentro del cual unas veces está metido en esto y otras veces lo está lo de más allá. Sino que vemos en el darse que el objeto se constituye en el conocimiento; que cuantas configuraciones fundamentales del objeto hay que separar, tantas son también las de los actos cognoscitivos que dan y los grupos y nexos de actos cognoscitivos que hay que distinguir. Y los actos de conocimiento, más ampliamente, los actos intelectuales en general no son singularidades inconexas que vienen y van sin nexo en el río de la conciencia. (…) Y los que importan son estos nexos, que exponen la unidad propia del entendimiento.
Edmund Husserl, quinta lección en La idea de la fenomenología. Cinco lecciones. Traducción de Miguel García-Baró.
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MIGUEL GARCÍA BARÓ HUSSERL
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