Tumgik
#tango del tercer milenio
donsolare · 3 years
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El Quiosco del Tango - Buenos Aires
Cuando conocí al mítico Quiosco del tango, en Buenos Aires, y al libro "El tango del tercer milenio" de Marcelo Oliveri.
Corría abril de 2007, yo estaba en Buenos Aires por algunas semanas. Hablé por teléfono con Víctor Oliveros, amigo personal de Ástor Piazzolla, fan suyo de la primera hora, coleccionista y uno de los mayores conocedores de su obra y vida. Oliveros me sugirió que nos tomáramos un café en el centro, en la calle Corrientes (bueno… técnicamente: la Avenida Corrientes), y explicitó “en el bar justo al…
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noquedoclaro · 7 years
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Te pido la cuenta
La lluvia recostaba en penumbra la esquina de Av. Santa Fe y Callao. Buenos Aires no frena y menos por un acontecimiento meteorológico tan corriente como éste. Edificios, semáforos, autos. Toda la parafernalia de una urbanización casi automática con poca alma y mucho hacer. Desde la esquina se puede ver el interior del cafetín, de las cuevas que perduran en la memoria de la ciudad y que raramente presentan cambios drásticos en cuanto a infraestructura y decoración. Un viaje en el tiempo desde el presente. Unos ojos repasan el escenario de la ida y vuelta porteña. Salvador observa por la ventana mientras toma un café con dos medialunas. Lo acompaña su amigo.
 - Mirá, Manuel, mirá por la ventana.- Manuel le ofrece la mirada al cristal sin sacarle del todo los ojos de encima a Salvador, observandolo de arriba a abajo sin entender qué es lo que éste pretende que descubra a través del vidrio.  - No ves, Manuel, sino que mirás, pero no ves. La lluvia no parece mojar nada más que el asfalto, la gente la transita inadvertida, exceptuando algún que otro paraguas en mano. Decime si el tiempo y el espacio no serán relativos si mientras yo estoy sentado acá disfrutando el café y tu compañía, cientos de personas corren de aquí para allá, de allá para el otro lado. Con sus maletines, con sus sacos, con sus inquietudes y apuros. Porque por más que el calendario queme décadas incansablemente hay algo común entre las generaciones que pasan por el suelo de las avenidas. Tanto hace un siglo como ahora, en el tercer milenio. Siempre existió el que observa llover. Mientras esa masa de identidades (que se mueve como uno sólo, que no son nadie hasta que alguien resulta conocido) baila tango al compás del tráfico de un lunes porteño por la tarde, siempre hubo, hay y habrá alguien mojando la medialuna en el cortado, de este lado de la ventana. Parecen automatizados. No sé si es un efecto de la luz del cielo nublado. Los ojos parecen tener color pero las miradas no. Universos caminando Callao y nosotros sentados sin conocer ni una gota del río de pensamientos que los atraviesan y los hacen ser únicos. Diversidad hay en todos lados. Monotonía también. Son dos caras de la misma moneda. Imaginate una moneda en blanco en la que el ojo que la observa identifique cara y cruz subjetivamente. La moneda tendría para alguien un mono trepandose en una palmera en la cara, y un estante con libros en la cruz (por dar un ejemplo). Las posibilidades serían infinitas y cada persona tendría un concepto distinto de moneda. La diversidad está ahí cruzando Santa Fe, pero hay que saber identificarla de lo monótono. Son de esos opuestos tan finamente divididos por una delgada linea, que cambian dependiendo desde que lado se los mire, como las caras de una moneda.- Manuel se queda atónito por el discurso aparentemente espontáneo de Salvador, que sigue con la cara en el vidrio sin fijarse mucho en la reacción de su compañero. Éste le da la razón evitando argumentar. Piden la cuenta, pagan. Se saludan y se van.
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