Don't wanna be here? Send us removal request.
Text

Es domingo a la noche, pasó el fin de semana y no tuve ningún plan, no recibí invitaciones, no hice compromisos ni tenía tareas pendientes. Ayer en todo el día solo hubo un llamado para dar una entrevista, en reemplazo de mi jefa que a último momento canceló por estar enferma. A la tarde salí a dar una vuelta para despejarme, para tratar de no sentirme así como me sentía, una invitación que me hice a mí mismo a salir de paseo por el barrio, mi barrio de toda la vida, y un poco más allá también. Esa era una cita repentina con la que me dije que no me iba a entregar al malestar que me recorría, que iba a hacer algo por tratar de sentirme mejor. Lo intenté, preparé las cosas para el mate, el libro que estoy leyendo, me lavé la cara, me vestí, me puse los auriculares con música y salí a caminar, fui hasta la feria donde esperaba encontrar algún cuaderno para comprar pero no había ningún puesto que los vendiera, asique seguí avanzando y tomé un desvío para que una conocida que me había cruzado no me viera andando sin rumbo y volviendo sobre mis pasos. Me compré algo dulce para merendar, me enojé con una conductora que iba innecesariamente rápido, saludé a una desconocida solo porque me miró, subí una escalera muy empinada y caminé hacia un mirador en el que me quería sentar a leer solo para comprobar que el portón de ingreso estaba cerrado, asique pensé en entrar al parque de al lado pero, al ver desde afuera a través de la reja que solo había grupitos de dos o más personas, me escapé de ahí, me fui rápido casi que ocultando mi soledad.
Seguí caminando, tratando de no perder el ánimo, intentando disfrutar lo lindo de la tarde y el barrio por el que andaba. Apunté a ir a una plaza cercana que es de las más ocultas que conozco, muchas veces fui ahí y siempre está muy tranquila. Cuando llegué, descubrí con sorpresa que había una multitud de gente y enseguida me di cuenta de que nunca había ido a ese lugar en un día que se disputaba un evento deportivo en el club que está al lado, y no cualquier evento sino que era el partido más picante, el clásico entre los dos clubes más importantes de mi ciudad, que no solo había llenado de gente la plaza y la cancha (que están separadas nada más que por un alambrado) sino que el ambiente estaba dominado por la hinchada que desde la tribuna cantaba y gritaba al ritmo del bombo y los redoblantes. Me quedé un minuto en el centro de la plaza mirando la escena, escuchando los cánticos, sintiendo como se disparaba mi ansiedad a través de una ráfaga de pensamientos que en un efecto dominó me dijeron que no me iba a poder sentar en esa plaza a leer y tomar mate, que estaba lleno de gente entre la que seguramente haya quienes me conozcan, que esa gente fue acompañada de otras personas con las que hicieron el plan de ir ahí para pasar su tarde de sábado, que seguramente sean parte de la vida de esos clubes y al menos de esa manera ya tengan una profunda pertenencia a la cultura de la comunidad de la ciudad, porque ese evento es famoso y con mucho arraigo en la historia de la vida social del distrito, se podría decir que es el evento social más importante por estos pagos, en los que tampoco abundan los eventos masivos y mucho menos los que tengan que ver con tradiciones por fuera de la religión. A pesar de su fama y de lo tradicional, fue la primera vez que vi con mis propios ojos, escuché con mis propios oídos y sentí con mi propio cuerpo su magnitud. Pasado ese minuto, que me tomé para procesar eso que mis sentidos estaban recibiendo, me volví a escapar pero esta vez con más urgencia, con la sensación de que mi soledad era inocultable y que estaba llamando la atención de quienes me tenían a la vista. Caminé más rápido de lo que lo venía haciendo ya sin poder sostener el optimismo que me había impulsado hasta ese momento, volviendo a la angustia que sentía antes de salir pero recargada.
No busqué ir a ningún otro lugar que no sea volver a refugiarme en mi casa, en donde sigo ahora, conteniéndome para no recaer. Sé que si me descargo una aplicación en el celular y arreglo para encontrarme a cojer con algún pibe, voy a tener un rato en el que no me voy a sentir tan solo, un rato que pueden ser un par de horas, toda la noche con suerte, pero que también pueden ser solo unos minutos y que cuando se termine ese rato voy a volver a sentirme como me siento ahora y puede que peor, que sienta con más fuerza mi vacío, que me pegue más fuerte la soledad de saber que no tengo nada para hacer ni nadie con quien encontrarme si no hay algo del laburo o alguien que necesita algo de mí de por medio. También sé que el costo de ese ratito puede ser alto, como ya lo fue muchas veces y que podría ser aún más grave como en tantísimas historias cercanas que conocí. Sé que no vale la pena tirar a la basura todo este tiempo en el que me estuve cuidando, que un orgasmo furtivo no se compara con el cariño y la intimidad que quiero, que busco, que necesito.
Aunque estoy orgulloso de haber salido después de tantos años de esa maraña de consumos con la que anestesiaba esta misma sensación que estoy experimentando ahora, y aunque sé que tengo las herramientas para seguir construyendo una vida que pueda disfrutar, no puedo evitar sentir esta tentación de cagarme en todo, este vértigo en mi cuerpo, esta fragilidad de saber que puedo sucumbir ante el mínimo estímulo, esta desesperación por conectar con alguien sin segundas intenciones que me puede empujar a tratar de conformarme con cualquier cosa.
Quiero mucho más de la vida y ya sé que no lo voy a conseguir dándole rienda suelta a la tentación de distraerme de esto que siento con algún desconocido o con alguna sustancia conocida por demás. Espero y confío en que voy a encontrar las maneras de construir una forma de vivir en la que tenga las relaciones que necesito, con los demás y conmigo mismo. Sé que me voy a seguir invitando a pasear aunque a veces hayan paseos que queden truncos, necesito energía y atención para no darle cabida a un sistema de recompensas que siempre termina siendo pan para hoy y hambre para mañana. Hoy, ahora, tratar de relacionarme mejor conmigo significa escribir esto, ir a cocinarme algo rico y después tratar de engancharme con algo en la tele hasta que me dé sueño.
Que por qué escribo esto en un blog? Aunque me parezca muy vintage, tiene cierta mística que me resulta atractiva y además me brinda la cobertura del anonimato que me proporciona la libertad que necesito en este momento para poder expresarme sin miedo. En cuanto a la motivación de hacer público este relato de mi fuero íntimo, imagino que espero que aparezca quien lo lea y me comprenda como María Iribarne cuando fue la única que conectó con el detalle de esa mujer que miraba el mar desde una ventanita en el cuadro que pintó Juan Pablo Castel en la historia que relata El Túnel. Si eso llegara a pasar, espero que sea sin el trágico final que escribió Sabato y, ahora que lo pienso, creo que además escribo esto para cuidar mi salud mental, bajar la ansiedad y no perder la posibilidad de que los vínculos que pueda construir no se vuelvan tóxicos y codependientes sino más bien que sean potenciadores, respetuosos y amorosos. Este breve relato de mi fin de semana es un acto de fe en la escritura como un recurso sanación.
#recuperación#proceso#desarrollo espiritual#evolucion#desarrollopersonal#soledad#lgtbqia+#lgtb#consumo#cuidado#escrituras#expresion#blog#share#sabato sera#ernesto sabato#recaida#textos#my writing#writing#cosas que escribo#pensamientos
1 note
·
View note