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Mitología e Historia de Grecia Antigua
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Investigación y difusión de la mitología e historia de Grecia Antigua. Historia, Arte y Mitología para el Autoconocimiento Humano.
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mitosenespanol · 6 months ago
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Sabbat menor: Yule
Este fin de semana sucederá el solsticio de invierno; la inclinación de la tierra hace que el hemisferio norte esté más alejado del sol y reciba menos luz y calor. A través del tiempo y dada su enorme influencia en la vida cotidiana, este evento astronómico ha sido celebrado de muchas maneras y traducido a muchos lenguajes, como el mitológico, el mágico y el religioso.
Hace miles de años, las culturas más septentrionales dividieron el año en dos grandes partes: la parte cálida y fértil, y la parte fría e infértil. Durante la primavera y el verano se llevaban a cabo rituales para favorecer el crecimiento de las plantas, con el fin de obtener tallos, hojas, raíces, frutos y semillas. De la fertilidad de la tierra dependía la vida (como lo es ahora, aunque la humanidad lo haya olvidado). El otoño es la temporada de cosecha y las personas almacenaban los frutos y semillas que podían, y preparaban conservas previendo el periodo de infertilidad de la tierra. Es en el invierno cuando las plantas mueren y el sol parece ‘detenerse’; por lo tanto, la supervivencia de las personas dependía de la cacería y de los animales que habían criado en la temporada cálida. Era el tiempo de despedir el año, agradecer a la naturaleza por todas sus bondades y esperar el renacimiento del sol.
Los pueblos nórdicos y germánicos celebraban el solsticio de invierno con una serie de rituales englobados en la gran festividad de Yule. Con el tiempo, esta fue asimilada por otras culturas, como la celta, por lo que es posible encontrar costumbres y tradiciones relativas en muchos países europeos. Con el advenimiento del Cristianismo, ni Yule ni ninguna festividad antigua desapareció; los dioses y los rituales perviven, bajo otros nombres y otros rostros, pero perviven. Debido a la dificultad de despojar a las personas de sus costumbres y tradiciones, el Cristianismo vio conveniente explicar sus fundamentos utilizando como base los principios de los sistemas de creencias ya establecidos. Así, por ejemplo, el sol y su ciclo se equiparó a la figura de Jesucristo y las deidades y genios de la naturaleza se hicieron santas y santos (otros tantos terminaron habitando el ‘infierno’).
Para celebrar Yule, agradecer por el tiempo que termina y recibir al tiempo que está por venir, en las siguientes entradas se exploran algunos rituales propios de Yule.
¡Que pronto regrese la luz a nuestras vidas colmada de abundancia y prosperidad!
¡Feliz yule!
Entradas:
Árbol de Yule
Yule log
Julbocken y Julebukking
Oración y rituales para Yule
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mitosenespanol · 11 months ago
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Teseo, rey de Atenas
Nacimieno de Teseo
En tiempos legendarios, en Atenas, existía un rey llamado Egeo que no podía procrear con su esposa. En aquellos tiempos, una ciudad podría sufrir de guerras y hostilidades si su rey era incapaz de dar un heredero al trono. Para resolver la situación, Egeo acudió al oráculo más famoso de la Antigüedad, el oráculo de Delfos. Este le dijo lo siguiente: “No abras tu odre hasta que regreses a Atenas”. El rey no entendió la fórmula del oráculo, pero otro rey la entendió. Se trataba del rey de Trecén, Piteo. Él era conocido como un hombre muy sabio que interpretaba con exactitud los presagios del oráculo de Delfos. El reinaba una región costera del Peloponeso y deseaba que su descendencia llegara a reinar Atenas. Él comprendió que el oráculo le decía a Egeo que mientras no intimara con una mujer antes de llegar a Atenas, la primera con la que durmiera al llegar a su ciudad tendría un heredero. 
Piteo no dijo a Egeo la interpretación de lo dicho por el oráculo. En su lugar, trajo a su hija Etra e hizo que ésta intimara con Egeo quién había sido previamente embriagado por Pitio. De esta relación nacería uno de los más grandes héroes de la mitología griega, Teseo.
Como Egeo no tenía descendencia, muchos de sus familiares estaban contentos con esta situación, pues podrían ser ellos quienes se convirtieran en reyes de Atenas. Egeo decidió ocultar a su hijo para que nadie lo tratase de asesinar y ocupar el lugar en el trono, que ahora le correspondía de forma directa. La principal amenaza para Teseo eran sus primos, los Palántidas, los cincuenta hijos del hermano del rey Egeo, Palante.
Teseo vivió en retiro con su abuelo Pitio y su madre Etra. Egeo escondió en Trecén una espada y un escudo bajo una piedra, la cuál Teseo solo podría remover cuando fuera lo suficientemente fuerte. Teseo vivió una infancia tranquila en Trécen sin saber quién era su padre, hasta que cumplió los 16 años y pudo remover la piedra que ocultaba los obsequio. Etra se vio obligada a contarle su origen y el muchacho decidió viajar a Atena,s y así comenzaría su periplo hacia el heroísmo.
Viaje a Atenas
En el camino, Teseo tuvo que sortear muchísimos obstáculos, en todos resultó victorioso y en cada hazaña trató de emular a su amigo Heracles, el más grande de todos los héroes griegos. Desde su infancia Teseo demostró ser muy valiente, inteligente y fuerte. Todo ello quedó comprobado en su camino a Atenas. 
Cuando llegó a Atenas, descubrió que su padre se había casado con una hechicera llamada Medea y tenía ahora otro hijo, Medo. Para evitar que su verdadera identidad fuera descubierta antes de llegar hasta Egeo, Teseo se disfrazó de campesino y así entró a la ciudad. Sin embargo, Medea lo descubrió y de inmediato trazó un plan, consciente de que si Egeo descubría la identidad del forastero, Medo perdería su lugar como sucesor del rey. 
Fue así que Egeo, envenenado por las intrigas de Medea, pensó que el campesino en realidad era un asesino y le ordenó que luchara contra el toro de Maratón, un hermoso toro surgido de los mares y que enloquecido sembraba el terror en Creta antes de que Heracles lo capturara.
Teseo venció al toro y fue invitado al palacio de Egeo para celebrar. En el palacio, se celebró un gran banquete en honor al jóven héroe, que aún no revelaba su identidad. Egeo, creyéndolo un asesino, puso veneno en la copa de su propio hijo, por órdenes de Medea. Cuando Teseo se dispuso a cortar la carne, sacó la espada que recogió cuando tuvo fuerzas para mover la roca que la ocultaba y Egeo descubrió que el forastero era en realidad su valiente hijo. 
Egeo retiró la copa de inmediato para vitar su muerte, pero los Palántidas actuaron pronto y trataron de asesinarlo. Teseo, como era costumbre, hizo gala de su fuerza e inteligencia y los acorraló a todos matando algunos y haciendo que otros huyeran. Medea y Medo también abandonaron Atenas ante la inminente victoria de Teseo.
Una vez instalado en Atenas, Teseo se enteró que cada cierto tiempo la ciudad debía rendir tributo a un territorio más grande y poderoso, Creta. El tributo consistía en siete vírgenes y siete jóvenes que serían alimento para el Minotauro. Este era un monstruo mitad toro y mitad humano, hijo del toro de Creta, animal al que él mismo Teseo dio muerte por orden de Egeo. 
Teseo y el minotauro
Teseo decidió ir a Creta como tributo y explicó a su padre que no deseaba morir en manos del Minotauro, sino que deseaba matarlo y terminar con el tributo que Atenas rendía a Creta.  Cuando el barco con los sacrificios zarpaba, llevaba velas negras en señal de luto. Egeo pidió a su hijo que pusiera velas blancas a su regreso si resultaba victorioso.
 Al llegar a Creta, Teseo conoció a la hija del rey de Creta, Ariadna. Ella deseaba dejar Creta y decidió ofrecerle su ayuda a Teseo para vencer al Minotauro si él la sacaba de Creta y se casaba con ella. Teseo aceptó.
El Minotauro vivía en un laberinto, pues conforme crecía se hacía más fuerte y violento, y si no permanecía encerrado podría devorar a la población entera. El laberinto fue diseñado por Dédalo, un famoso arquitecto ateniense desterrado en Creta. Dédalo aconsejó a Ariadna que usara una madeja de hilo para que Teseo entrara al laberinto y, después de matar al Minotauro, pudiera regresar sin problema. Teseo también usaría la corona de la diosa Anfítrite, esposa de Poseídon, para iluminar su camino. La diosa marina se la había obsequiado en su camino a Creta. En el navío de los tributos iba también el rey Minos, rey de Creta, que hizo alarde de sus orígenes divinos pidiendo a Zeus rayos y centellas. Teseo demostró su origen divino como hijo de Poseidón arrojándose al mar en búsqueda de un anillo que Minos había arrojado. Teseo no solo regresó con el anillo sino también con la corona de Anfítrite. Se dice que Pitio corrió el rumor de que Teseo era hijo de Poseidón para justificar el origen divino de su nieto.
El héroe siguió los consejos de Ariadna y se adentró al laberinto con el hilo mientras ella permanecía en la entrada con la madeja. Al cabo de pocos días, Teseo salió triunfante; había matado al Minotauro usando solo sus manos. 
Teseo sofocó varios levantamientos en su contra, sometió a las ciudades más importantes de Creta y se embarcó junto a Ariadna rumbo a Atenas. Antes de llegar a tierra firme,la abandonó en la isla de Naxos. 
Debido al regocijo de la victoria, Teseo olvidó cambiar las velas blancas por  negras y, cuando Egeo divisó los navíos a la distancia se arrojó al mar enfermo de tristeza. Desde aquel día, a ese mar se le llama Mar Egeo. 
Desde la muerte de Egeo, Teseo se convirtió en rey de Atenas y su reina fue Fedra, hermana de la desaparecida Ariadna, que éste había secuestrado antes de zarpar…
Notas
El mito de Teseo sucede durante la época Minoica, la etapa más antigua de la historia de Grecia. Esta corresponde a la Edad de Bronce y en la península Balcánica las personas estaban organizadas en tribus y Atenas era tan solo un pequeño poblamiento. La sociedad cretense era la más avanzada y la ciudad de Cnosos la más importante de toda. Desde el ataque a Creta por Teseo, las intervenciones militares de los griegos continentales se hicieron más frecuentes hasta que las ciudades cretenses fueron destruidas paulatinamente. 
Cuando Teseo asumió el poder en Atenas, los pequeños poblamientos se hicieron en uno solo grande y fuerte que poco a poco reunió la suficiente fuerza como para superar a Creta entera. Fue así que comenzó el declive de la primera civilización griega, la cretense. Como el reinado de Minos fue tan importante, él da su nombre a la época que se menciona, la época minoica. Con el declive de Creta comienza la época micénica. 
Imagen: Teseo y el minotauro, por Antonio Canova. La foto fue tomada por Sailko. Licensed under CC BY-SA 3.0 via Wikimedia Commons.
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mitosenespanol · 11 months ago
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La gran tragedia de los siete contra Tebas
Tercera y última parte
La muerte de Polineces, la desaparición de Anfiarao y la tragedia de Antígona
Ya sólo quedaban Polinices, Anfiarao y Adrasto. Para evitar más muertes, Polinices retó a su hermano a luchar, y quien ganara se quedaría con el trono de Tebas. Hiriéndose ambos de muerte, Creonte, tío de ambos y padre del occiso Meneceo, tomó el trono y el liderazgo del ejército y venció a Anfiarao y Adrasto. El primero huyó a toda velocidad. Cuando estuvo a punto de ser asesinado por un guerrero tebano, Zeus hizo que la tierra se lo tragara tanto a él como a su auriga Batón. Desde entonces, Anfiarao reina vivo entre los muertos. 
Creonte prohibió cualquier ritual funerario para los guerreros argivos. Así que Antígona, hermana de Polinices y Eteocles, se apresuró a hacer una pira en secreto para el cadáver del primero, ya que el otro recibió los honores propios de su cargo como rey tebano. En cuanto Creonte se enteró, llamó a su hijo Hemón, prometido de la mujer, y le ordenó enterrarla viva junto con el cadáver de su hermano. El muchacho estaba muy enamorado de ella, así que mintió a su padre y escondió a Antígona en la montaña. Allí, viviendo entre pastores, dio a luz a un hijo.
Adrasto escapó de vuelta a Argos, pero pronto volvió a Tebas cuando supo que el rey Creonte prohibió los rituales para los argivos. Desesperado, partió a la ciudad de Atenas, donde reinaba Teseo. Le suplicó a este que intercediera ante Creonte para darle entierro a sus guerreros. Así, Teseo atacó Tebas, apresó al rey y entregó los cuerpos a sus respectivos parientes. Los dolientes hicieron una gran pira para quemarlos a todos, pero Evadne, esposa de Capaneo, se negó a separarse de su esposo, a tal grado que se lanzó al fuego aferrada al cadáver. 
Pasaron varios años desde la tragedia de los siete contra Tebas. En unos juegos fúnebres, Creonte reconoció a su nieto, hijo de Antígona y Hemón, por una marca que tenían todos los descendientes de Cadmo, tatarabuelo del padre de Antígona, Edipo. Creonte lo condenó a muerte, así que Hemón mató a Antígona y luego se suicidó. 
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mitosenespanol · 11 months ago
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Lee la primera parte aquí.
La gran tragedia de los siete contra Tebas
Segunda parte
La instauración de los Juegos Nemeos
Antes de su arribo a Tebas, los guerreros hicieron una parada en la ciudad de Nemea, gobernada por el rey Licurgo, a quien solicitaron beber de sus manantiales. La niñera de su hijo, Hipsípile, fue la encargada de llevarlos a la fuente más cercana, dejando sólo al pequeño Ofeltes. Mientras el ejército argivo bebía, una serpiente mordió al niño, quien murió inmediatamente. Anfiarao advirtió que aquello era un mal augurio, así que los guerreros se apresuraron a celebrar unos juegos fúnebres en honor al niño, que desde ese momento empezó a ser llamada Arquemoro “el iniciador de la fatalidad”, esperando así mejorar su fortuna. Desde aquel terrible incidente se instauraron los juegos nemeos, en el que los participantes deben llevar túnicas negras. 
El arribo a Tebas y la muerte de los primeros guerreros
Una vez que se acercaron a las murallas de Tebas, Adrasto envió a Tideo como heraldo para que exigiera el trono para Polinices. Ante la negativa de los tebanos, el guerrero retó a los líderes del ejército a luchar cuerpo a cuerpo. Vencidos todos, los demás soldados retrocedieron animando así a los siete a escalar las siete puertas de las murallas. En un principio, Eteocles, hermano de Polinices, se sintió nervioso ante el rápido avance de los siete; pero pronto recordó que el profeta Tiresias le había dicho que Tebas resultaría victoriosa si un hombre de sangre real se ofrecía como sacrificio a Ares. Así, Meneceo se lanzó desde la muralla y murió, haciendo que Tebas lograra el favor del dios de la guerra. 
Mientras los siete escalaron la muralla, Zeus lanzó uno de sus rayos contra Capaneo, precipitándolo contra el suelo y muriendo al instante. Mientras tanto, un soldado tebano de nombre Melanipo asaltó a Tideo y le perforó el estómago, haciéndolo también caer. Mientras yacía moribundo, Atenea se conmovió y se apresuró a llevarle un elixir para curarlo. Anfiarao, que odiaba a Tideo por haber promovido tal empresa contra Tebas, le puso una treta al guerrero, que terminó por sellar su destino: cortó la cabeza de Melanipo y se la arrojó mientras gritaba “Éa, véngate y cómete los sesos”. Así lo hizo Tideo ante la mirada atónita de Atenea que, asqueada, arrojó el elixir al suelo y huyó encolerizada. Hipomedonte y Partenopeo murieron a manos de los tebanos.
Continuará...
Primera y tercera parte.
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mitosenespanol · 11 months ago
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La gran tragedia de los siete contra Tebas
Primera parte
Los desterrados Polinices y Tedeo
El rey Adrasto de Argos tenía dos hijas llamadas Egialea y Deípile, ambas en edad casadera. A la ciudad llegaron muchos hombres de diferentes nacionalidades para pedir la mano de alguna de las mujeres; dos de esos pretendientes eran los jóvenes Polinices y Tideo. El primero era hijo del desdichado rey Edipo y tenía un hermano mellizo de nombre Eteocles. Cuando Edipo fue desterrado de Tebas tras haberse descubierto que asesinó a su propio padre y desposó a su madre, tanto Polinices como Eteocles se convirtieron en reyes de la ciudad, alternando año con año. En el primer año de su reinado, el ambicioso Eteocles se negó a darle el trono a su hermano y lo desterró. Por su parte, Tideo era hijo de Eneo de Calidón y  había matado a su hermano Melanipo durante una cacería. Los habitantes de la ciudad no creyeron que esto fuese un accidente, pues un oráculo había vaticinado que alguien de nombre Melanipo lo mataría, y se pensó que el joven había querido evitar semejante destino. Al igual que Polinices, Tideo fue desterrado de Calidón. 
Temeroso de crearse enemigos poderosos con su elección, el rey Adastro decidió consultar al oráculo de Apolo para elegir a los yernos más apropiados. Este le dijo: “Unce a un carro de dos ruedas el jabalí y el león que luchan en tu palacio”. Resultó, pues, que los elegidos fueron Tideo y Polinices, pues el jabalí era emblema de Calidón, así como el león lo era de Tebas. En la noche en que Adrasto comunicó su decisión, prometió a los jóvenes que los ayudaría a recuperar sus reinos, comenzando por Tebas, que estaba más cerca de Argos. 
Adrasto se preparó para la guerra contra Tebas llamando a los mejores jefes argivos: Capaneo, Hipomedonte y Partenopeo, este último nativo de Arcadia e hijo de Hipómenes y Atalanta. Anfiarao, cuñado del rey, también fue llamado a la guerra, pero en un principio se negó, pues tenía el don de la videncia y vaticinó que todos morirían, a excepción de Adrasto. Finalmente, por intercesión de Polinices y su propia esposa Erifile, Anfiarao aceptó ir. Así, los siete guerreros partieron a tierras tebanas. 
Continuará...
Segunda y tercera parte.
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mitosenespanol · 11 months ago
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Helio y Faetonte
El titán Hiperión y Eurifesia tuvieron tres hijos: Selene, Eos y Helio. Cada uno personifica un elemento natural: Selene era la luna, Eos la aurora, y Helio el sol. El gallo, que le estaba consagrado, lo despertaba para que condujera su carro sagrado y llevara el amanecer al mundo. El dorado carro de Helio era jalado por cuatro caballos blancos; el dios solar transitaba por el firmamento desde su magnífico palacio, y regresaba cruzando el océano en una magnífica barca fabricada por Hefesto. 
Aunque Helio podía ver todo lo que acontecía durante el día, frecuentemente se distraía; muchas veces el ganado que cuidaban sus hijas Faetusa y Lampecia fue robado sin que este se diera cuenta. 
Cuando Zeus repartió varios territorios de la tierra a los dioses, olvidó asignarle uno a Helio. El rey de los dioses estaba dispuesto a volver a hacer la repartición, pero Helio lo interrumpió y le contó que había unos territorios que estaban surgiendo del mar, eran nuevos y podía quedarse con ellos. Zeus accedió y fue así como Eriteya y Rodas le pertenecieron.
Habiéndose establecido en Rodas, Helio tuvo siete hijos y una hija con la ninfa Rodo, todos ellos se convirtieron en los gobernantes del lugar, se dedicaron a la astronomía y construyeron el famoso y desaparecido “Coloso de Rodas”, en honor a su padre.
En una ocasión, Faetonte, uno de sus hijos, le insistió a Helio conducir el carro celeste y llevar la mañana a la tierra. El objetivo del muchacho era alardear frente a sus hermanas Proto y Clímene. A regañadientes el padre aceptó. Sin embargo, Faetonte desconocía la habilidad y fuerza física que se requerían para controlar a los cuatro caballos blancos. Incapaz de conducir debidamente, condujo tan alto que provocó vientos helados en la tierra; después, condujo tan bajo que quemó los cultivos de la humanidad. Como medida desesperada para detener el caos que Faetonte estaba causando, Zeus lo mató con su rayo y el muchacho cayó al río Po. 
Sus acongojadas hermanas fueron transformadas en álamos blancos que lloran lágrimas de ámbar a las orillas del río.
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mitosenespanol · 11 months ago
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“¡Es tan corto el amor y tan largo el olvido!” - Pablo Neruda
Ménthe
Había una vez una bella náyade que nació en un lugar muy peculiar: el Inframundo. Su padre era el río Cocito, aquel cuyas aguas eran las lágrimas de los ladrones, aquel en cuyas orillas vagaban durante cien años los que no podían pagar a Caronte… La náyade se llamaba Ménthe, y era tan hermosa que las ánimas rodeaban sus tobillos deseando sentir su tersa piel. Ménthe era tan bella que el mismo Señor de las Tinieblas, Hades, se enamoró de ella… La persiguió incansable por todos los niveles del Inframundo hasta detenerla en sus brazos y amarla. La esposa de Hades, Perséfone, al enterarse de la infidelidad de él, descargó su furia en la inocente Ménthe; la golpeó con tal fuera que la desintegró… Desconsolado, Hades, juntó los pedazos de Ménthe, y los convirtió en una perfumada hierba que causa un escozor placentero al probarla, recordando el lugar de nacimiento tan sombrío y oscuro de tan fresca y radiante náyade. (Pintura de Henri Fantin-Latour)
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“¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras me dirás que te amo? Esto es urgente porque la eternidad se nos acaba.. .” - Jaime Sabines
Jacinto
Vivía en Macedonia o en Esparta un bello príncipe de nombre Jacinto. Parece ser que era hijo de la musa Clío y del rey Píero, o de Amiclas, o de Ébalo; todo esto depende del autor del mito. En lo que todos coinciden es en la divina belleza del joven, atlético y lleno de vida.
Como es bien sabido, un joven kalós kai agathós, es decir, poseedor de la belleza y del bien, no podía pasar desapercibido por los dioses. Es así que Apolo y Céfiro, dios del viento del oeste e hijo de Eolo, se enamoran de Jacinto.
Apolo y Céfiro cortejaron a Jacinto, éste prefirió al bellísimo Dios Solar, desencadenando la furia de Céfiro.
Un día, Apolo y Jacinto jugaban a lanzarse el disco y Febo Apolo quiso sorprender al muchacho con sus grandiosas habilidades para el deporte, lanzando el disco con todas sus fuerzas. La pareja no sabía que Céfiro los espiaba y que soplaría para desviar el disco. Jacinto trató de alcanzar el disco pero, por las maldades de Céfiro, se hirió la cabeza y cayo gravemente herido al suelo.
Apolo reaccionó y acudió pronto al auxilio de Jacinto; sin embargo, la herida había sido mortal, Hades ya había reclamado el alma de Jacinto. Apolo lloró con amargura; sus lágrimas estaban cargadas de tal angustia y desolación que, al caer en el deiforme cuerpo del joven, éste se transformó en una flor que ahora llamamos Jacinto, señal del eterno luto de Apolo.
A partir de la muerte de Jacinto surgieron las Jacintias, fiestas en honor al fallecido amante. Duraban aproximadamente tres días: el primer día era el de los sacrificios, en el segundo las mujeres espartanas desfilaban en carros decorados y tejían un quitón (antigua prenda griega) para Apolo. El último día era para la fiesta y un enorme banquete en cual esclavos, mujeres, soldados y extranjeros eran bienvenidos por igual. Las Jacintias eran las únicas fiestas a las que los soldados espartanos asistían aún estando en campaña. Eran muy bien conocidas por todo el mundo griego y las treguas eran aceptadas para que los soldados participaran.
Como todos los mitos griegos, la historia de Jacinto tiene usos distintos. Uno es que se trata de una alegoría de la renovación de la vegetación. El otro podría ser que fuera una historia para los muchachos que atravesaban la pubertad y la adolescencia. Apolo era el dios de la palestra, escuela de lucha griega y actividad que era parte de la educación básica de un hombre. A la palestra se acudía desnudo y era también una oportunidad para apreciar la belleza física del hombre, considerada la más perfecta forma de belleza. En la Antigua Grecia los hombres adultos iniciaban a los muchachos en todas las actividades masculinas: el deporte, la política, la religión, la ética y la sexualidad. Probablemente este mito era para iniciar a los muchachos en la relación erómeno y erastés, es decir, un adolescente (erómeno) que es iniciado por un adulto (erastés).
Pintura de Jean Broc que muestra a Jacinto muerto en los brazos de Apolo. La fotografía es de jacintos morados, desconozco el autor, si alguien lo conoce, por favor decirme para darle el crédito.
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mitosenespanol · 1 year ago
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Níobe comete hibris y provoca la muerte de sus hijos
La hibris es un acto de arrogancia, orgullo y desmesura. La mitología griega está llena de historias en las que las personas son castigadas cuando se jactan de ser mejores que los dioses. Níobe fue una mujer de sangre real que presumió tener más fertilidad y belleza que Leto, hija de los titanes Ceo y Febe, con quien Zeus engendró a Artemisa y Apolo.
Níobe era hija de Tántalo y Eurianasa, y hermana del orgulloso Pélope. Era esposa del rey de Tebas, Anfión, a quien le dio siete hijos y siete hijas. Constantemente Níobe presumía de haber sido madre numerosas veces, más veces que la misma Leto, protectora de las mujeres parturientas. En una ocasión, la profetisa Mante la escuchó; temerosa de que las imprudencias de la reina tebana enojaran a los dioses, aconsejó a las mujeres anticiparse y aplacar la ira de Leto y sus hijos quemando incienso y adornando su cabello con hojas de laurel, consagradas a Apolo. Cuando Níobe notó el aroma del incienso, salió a las calles de Tebas con el mejor de sus vestidos, la cabellera suelta y haciéndose acompañar de todos sus sirvientes. Con toda presunción y vanidad, se burló de las mujeres tebanas y de Leto, y alardeó una vez más de su belleza y fecundidad.
Las tebanas tuvieron que cesar sus ofrendas, pero murmuraron oraciones a los dioses para no enfadarlos. Sin embargo, todo fue en vano, pues Apolo y Artemisa ya habían escuchado las palabras de la presuntuosa reina.
Apolo viajó hasta el monte Citerón, donde se hallaban los hijos de Níobe cazando. Disparó sus flechas y los mató a todos, a excepción de Amiclas, que se abstuvo de cazar y había pasado el día entero ofrendando a Apolo, anticipando su ira y venganza. Por su parte, Artemisa encontró a las hijas tejiendo en el palacio tebano; las mató a todas a excepción de Melibea, que imitó a su hermano y permaneció encerrada ofreciendo libaciones a la diosa cazadora.
Los hermanos sobrevivientes construyeron un templo para Leto. Níobe lloró nueve días y nueve noches a sus hijos muertos. Nadie le ayudó a enterrarlos, pues los tebanos se habían convertido en piedra y ella estaba totalmente sola. Tiempo después, Zeus se apiadó de ella; le envió ayuda para los entierros y la convirtió en una piedra que hasta la fecha llora por su terrible venganza. Dicha piedra se encuentra en lo que hoy es Manisa, en Turquía.
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mitosenespanol · 1 year ago
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Gloria y desgracia de Belerofonte
Poseidón yació con Eurínome, hija del rey de Megara, y de esta unión nació Hipónoo, un joven hermoso que ascendió al trono de Corinto. Desafortunadamente, tuvo una penosa muerte por haber ofendido a los dioses.
Hipónoo vivía en Corinto, reino de su padrastro Glauco. Tras matar accidentalmente a un hombre llamado Balero (y según otros, también mató a su hermano Delíades), se le apodó Belerofonte y viajó a Tirinto como suplicante en busca de la expiación. Allí conoció al rey Preto y a su esposa Antea. Para su infortunio, la mujer se enamoró de él y pronto se las arregló para quedarse a solas con él. Dado que su presencia en la ciudad no era por buenos motivos, Belerofonte no deseaba buscarse problemas, así que rechazó las insinuaciones de Antea. Ofendida, la mujer acusó al héroe de querer seducirla a expensas de su esposo Preto.
El rey estaba molesto con su invitado, más no quería provocar la ira de Poseidón castigando a su hijo, así que se las arregló para vengarse de Belerofonte de manera indirecta: envió una carta a su suegro Yóbates, con un breve texto que decía "mata a quien te entrega esta misiva, pues quiso violar a mi esposa, tu hija". Habiendo escrito esto, le entregó la carta a Belerofonte y la envió a Licia, reino de Yóbates.
El padre de Antea tampoco se atrevió a matar al hombre, pues también temía la ira del dios marino. Pero se le ocurrió que podía enviarlo a cumplir con alguna misión peligrosa que terminara por matarlo. Durante mucho tiempo Yóbates había batallado con el monstruo Quimera, que tenía cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente. Había sido engendrado por Equidna y Tifón, padres los monstruos más temidos de Grecia. Quimera estaba bajo las órdenes del rey de Caria, enemigo de Yóbates, y acechaba el reino de Licia. Así pues, le ordenó a Belerofonte matar a Quimera.
Consciente de lo peligroso de tal empresa, el héroe buscó consejo en Poliido, un adivino corintio. Este le contó sobre Pegaso, un caballo blanco con alas que había creado el pozo Hipocrene pisoteando la tierra con sus cascos y que podía ayudarlo a tener ventaja sobre Quimera. Belerofonte lo encontró bebiendo de los pozos de Pirene, en la Acrópolis de Corinto. Con ayuda de Atenea, le lanzó al caballo alado una brida en la cabeza y logró domarlo con destreza. Ya montado en el, sobrevoló a Quimera y la atravesó con sus flechas, metió entre sus fauces un pedazo de plomo y, cuando la bestia lanzó fuego desde su interior, el metal se fundió, se deslizó por su garganta y le abrasó las vísceras.
Yóbates no recompensó de ninguna forma a Belerofonte por semejante hazaña. Por el contrario, se las ingenió para ponerlo de nuevo en peligro. Lo envió a donde los solimos y las amazonas, ambos pueblos guerreros enemigos de Licia, pero pronto los venció lanzándoles piedras. También le ordenó luchar contra los piratas carios, a quienes derrotó con facilidad. Cansado y sin ideas, Yóbates ordenó a sus guardias a atacarlo. A sabiendas que el rey licio no era su amigo y lo quería muerto, Belerofonte pidió a Poseidón que su cabalgata sobre Pegaso fuera acompañada de olas gigantescas que inundaran la llanura y la ciudad. Cuando se acercó al palacio real, los ciudadanos licios vieron con horror como la ciudad se inundaba. Esta desgracia le hizo ver a Yóbates que el héroe era inocente, y lo dicho por Preto en la carta debía ser una mentira o producto de una confusión.
Decidido a evitar más desgracias, Yóbates le escribió a Preto solicitando una descripción más precisa de lo ocurrido con Antea. Como su hija no pudo sostener la historia que había inventado, el acongojado rey no tuvo más remedio que suplicar el perdón de Belerofonte y ofrecerle a su otra hija, Filónoe en matrimonio. Además, lo convirtió en su heredero.
Belerofonte estaba tan embebido en su gloria que montó a Pegaso y se dirigió a toda velocidad al Olimpo, pero Zeus envió un insecto para que mordiera al caballo alado y provocara la caída del héroe de regreso a la tierra. Así, Belerofonte cayó sobre un árbol espinoso y quedó cojo, ciego y maldito. Vagó solitario por los parajes evitando encontrarse con cualquier persona, y finalmente murió sin gloria.
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mitosenespanol · 1 year ago
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Aristeo, hijo de Apolo, y la extraña muerte de las abejas de Tempe
Apolo se enamoró perdidamente de una náyade de nombre Cirene, hija de Hipseo y Creúsa. Gracias a sus talentos para el deporte y la cacería, llamó la atención del dios y este la convirtió en reina de una ciudad en Libia, a la que bautizó con el nombre de su amada.
Después de un tiempo, Cirene dio a luz a un niño llamado Aristeo. Además de ser su partero, Hermes fue su proveedor y lo alimentó con la ambrosía de los dioses, y las ninfas del bosque le enseñaron numerosas artes domésticas: le enseñaron a cuajar leche y hacer queso, a construir colmenas y a hacer que el oleastro diera el olivo cultivado. Además, Apolo lo dirigió a Beocia para que el centauro Quirón lo instruyera en sus propios misterios.
El joven no solamente tenía muchos talentos, también gustaba de compartirlos. Enseñó a los habitantes de Cirene todo lo que había aprendido de las ninfas del bosque. Por tal motivo, empezó a ser honrado como una divinidad. Cuando Aristeo llegó a la edad viril, se casó con una mujer llamada Autónoe y juntos engendraron a Acteón y a Macris.
En una ocasión, consultó al oráculo de Delfos, que le dijo que fuera a la isla de Ceos, donde se le rendirían grandes honores por sus enseñanzas. Cuando llegó a la isla, se llevó una desagradable y triste sorpresa: los culpables de asesinar a Icario debían ser castigados y mientras no confesaran su crimen, la isla sufriría de terribles plagas. Aristeo convocó a los habitantes y les ordenó que hicieran ofrendas a Zeus. Complacido, el dios ordenó a los vientos que soplaran favorablemente sobre Grecia y cesaran las plagas. Además, los culpables fueron hallados y castigados.
Después de su paso por Ceos, Aristeo viajó a la ciudad de Tempe. Allí, mientras vagaba por el bosque, divisó a una hermosa mujer que también caminaba errante. Se acercó y pudo notar que se trataba de una ninfa. Capturado por su belleza, le pidió que se fuera con él. Para su desgracia, la ninfa de nombre Eurídice le contó que estaba enamorado de Orfeo, un músico protegido de Apolo, y que él le correspondía, por lo que no estaba dispuesta a conocer otro hombre. Molesto ante la negativa de la ninfa, Aristeo trató de llevársela por la fuerza, pero esta logró zafarse y corrió a toda velocidad. Desgraciadamente, pisó una serpiente que la mordió y el veneno la envió inmediatamente al Hades.
Aristeo permaneció unos días más en Tempe. Al poco tiempo, notó un evento extraño que lo dejó desconcertado: la tierra se cubrió de abejas muertas. Como apicultor, se sintió bastante apenado, así que buscó a su madre Cirene en el estanque del río Peneo. Allí fue recibido por su tía Aretusa, quien lo dirigió al palacio de las náyades, en el fondo del río. Después de bañarlo y honrarlo con un gran banquete, las náyades le aconsejaron buscar a su tío Proteo y cuestionarlo a él por la muerte de las abejas.
Teniendo que viajar hasta la isla de Faros donde vivía Proteo, Aristeo finalmente lo encontró descansando en una cueva y pudo preguntar si alguna enfermedad extraña aquejaba a las abejas. Decepcionado de su sobrino, el espíritu marino respondió: "El origen del mal de las abejas eres tú. Tú provocaste la muerte de la ninfa Eurídice con tu lujuria, y por eso las abejas mueren todos los días".
Aristeo regresó al palacio de las náyades para pedir a su madre y tías que le aconsejaran cómo podría deshacerse de la maldición que sus malas acciones habían precipitado sobre las abejas. La propia Cirene le ordenó construir cuatro altares en el bosque de Tempe y consagrarlos a las hermanas de Eurídice, las ninfas protectoras de aquel paraje. Además, debía sacrificar cuatro toros y cuatro novillas, y hacer libaciones con las sangre de aquellas reses. Para solicitar el perdón de las ánimas que afectó, debía llevar hierbas del olvido, una ternera y una oveja negra, para ofrendar al espíritu del amante de Eurídice, Orfeo, que ya la había alcanzado en el Hades.
Al cabo de unos días, Aristeo fue perdonado. Un enjambre de abejas surgió de las entrañas de los animales sacrificados. Tras capturarlas, les hizo una colmena y enseñó a los habitantes de Tempe cómo criarlas. Así fue como el hijo de Apolo comenzó a ser honrado en la ciudad como un dios.
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mitosenespanol · 1 year ago
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Noumenia
En la antigüedad griega, el día de luna nueva y los dos siguientes de luna creciente, estaban dedicados a la purificación y bendición del hogar para tener fortuna durante todo el mes que iniciaba. Cuando la oscuridad cubría la luna, se honraba a la diosa Hécate; mientras que con el crecimiento lunar se ofrendaba a los dioses protectores del hogar: Zeus, Apolo, Hera y Hestia. 
La celebración consistía en colocar altares en honor a los dioses del hogar, los antepasados y al espíritu de cada persona y familia: el Agathos Daimon. Los griegos organizaban pequeños banquetes en la casa en los que se comían pasteles de miel y se ambientaba con inciensos para los dioses. Aunque esta fiesta era más bien del hogar, en algunas ciudades se hacían celebraciones más grandes: en Esparta se repartía cebada en el ágora, y en Atenas se organizaban grandes procesiones.
Los griegos que actualmente celebran las fiestas del calendario ateniense suelen decorar sus casas con flores y preparar postres que no son comunes en otras fiestas. 
¡Que el nuevo mes traiga bienestar, paz y fortuna para tu hogar!
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mitosenespanol · 1 year ago
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La muerte de Fílide
Fílide era una princesa de Tracia que estaba enamorada de uno de los hijos del rey Teseo, Acamante. Este había partido a la Guerra de Troya, así que la joven aguardaba ansiosa su regreso victorioso.
Todos los días, durante los años que duró la guerra, Fílide esperaba a la orilla del mar y fijaba su mirada en el horizonte, esperando divisar los navíos atenienses. Cuando supo que la guerra había terminado y que todos estaban ya embarcados de regreso, acudió a la costa dispuesta a esperar. Pero la nave de Acamante no apareció. En realidad, toda la flota estaba retrasada por el mal temporal, pero la desdichada mujer pensó que su amado había perecido en la guerra o en el mar.
A los pocos días, Fílide murió de dolor. Conmovida, Atenea la convirtió en un almendro. Cuando Acamante llegó, buscó desesperadamente a su amada. Al no encontrarla por ningún lado, lloró amargamente a la sombra del almendro, que en realidad era Fílide. Algo en su interior lo hizo darse cuenta de que aquel hermoso árbol era su amada. Abrazó fuertemente el tronco y, en respuesta, este dio flores el lugar de hojas.
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mitosenespanol · 1 year ago
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Deipna Hekates
Al anochecer, la luna pasará de un estado menguante a la total oscuridad: luna nueva.
En la antigüedad griega, la luna nueva marcaba el último día de un mes, consagrado a la diosa triple Hécate. Durante ese día, se hacían distintos rituales y ofrendas para la diosa. A ella se le representa con tres rostros o cabezas. Esto es porque cuando nació, Zeus sintió una gran admiración por ella y le confirió poder en la tierra, el cielo y el mar.
Le están consagradas muchas cosas; protege a quienes hacen brujería y brinda protección a los viajeros, pues sus antochas iluminan los caminos. Hécate misma es la personificación de los caminos. Tiene poder en el Inframundo, igual que Hades y su consorte Perséfone, por lo que también regula el curso de la vida y tiene influjo en los procesos propios de la muerte.
Hécate, como diosa que habita el abismo y reina en el mundo de los muertos, es uno de los aspectos de una diosa primordial llamada genéricamente Diosa Madre o Gran Diosa.
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Durante la luna nueva, los griegos hacían rituales de purificación y expiación de culpas: se trataba del Deipna Hekates. Como los perros estaban bajo su protección y consagrados a ella, se sacrificaba uno y con la sangre y los pedazos se hacían ofrendas que se dejaban en los caminos. Los participantes de los rituales debían tocar al animal para que sus culpas pasaran a él y pudieran comenzar el mes libres de impurezas espirituales.
En las entradas de las casas se disponían comidas para ofrendarla; los manjares serían devorados por los pobres, pero su esencia la tomarían las almas cuyas muertes no fueron vengadas. Hécate se hace acompañar de ellas para recoger y admirar las ofrendas.
Aunque la idea de una diosa ancestral venida del Inframundo puede parecer terrorífica, los griegos de la antigüedad reconocían la existencia de un equilibrio sostenido por las fuerzas tanto cnóticas (del inframundo) como celestiales, y la doble naturaleza de la humanidad y sus dioses.
En algunas tradiciones wiccanas, como en la Wicca anglosajona, el tiempo que transcurre entre la luna que comienza a menguar hasta la luna llena, es el ideal para la magia de destrucción. Por el contrario, la magia para la construcción se realiza entre el primer indicio de luna creciente hasta la luna llena.
Una forma de celebrar el Deipna Hekates en la actualidad es hacer una donación de comida, en alusión a cómo las personas desfavorecidas comían las ofrendas de los pórticos. También, se puede montar un altar en alguna intersección o camino. Se puede hacer una limpieza del hogar para librarlo de impurezas y pedir perdón o terminar algo que se ha dejado inconcluso.
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Última imagen: "Hécate", por William Blake.
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mitosenespanol · 1 year ago
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Ión, hijo de Apolo
El dios Apolo violó a Creúsa, esposa del rey Juto, y engendró a un niño que abandonó en el templo del dios, en Delfos. Allí, la sacerdotisa del oráculo lo inició en los misterios de su propio padre y lo llamó Ión. 
El esposo de su madre, Juto, se lamentaba por no tener descendencia, así que viajó hasta Delfos para consultar al oráculo. Este le dijo que debía llamar hijo a la primera persona que se cruzara en su camino después de salir del templo. Esa persona fue Ión. Contento, Juto abrazó a su nuevo hijo, incluso pensó que era su sangre, pues alguna vez yació con una ménade en una de las orgías consagradas a Dioniso. Conmovido, Ión aceptó ser su hijo.
Juntos viajaron a Tebas, el reino de Juto. Allí se encontraron a Creúsa; ignorante de que se trataba de su propio hijo, lo rechazó pensando que su esposo se había acostado con otra mujer. Decidida a deshacerse del muchacho, envenenó una jarra de vino y le dio a beber. Antes de que la copa tocase sus labios, Ión ofreció una libación a los dioses y derramó un poco del vino en la tierra. Una paloma se acercó a beber y al instante murió, evidenciando así la mala acción de Creúsa. 
La mujer se apresuró a huir rumbo a Delfos, temerosa de la ira de Ión. Enfadado, el muchacho persiguió a su progenitora hasta el oráculo y la hubiera matado, ha no ser por la intervención de la sacerdotisa, que le advirtió que estaba a punto de cometer matricidio. Así fue como Ión se enteró que Apolo y Creúsa eran sus verdaderos padres, pero se acordó que no le dirían al rey Juto, quien aún pensaba que el muchacho era su sangre.
Ión se casó con Hélice, hija del rey de Egíalo. Después de esto, asumió el trono de la ciudad, y más tarde el de Atenas. Los hijos que tuvo con Hélice se convirtieron en sacerdotes, soldados, labradores y artesanos, todas estas fueron las principales ocupaciones de los atenienses en la antigüedad. 
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Crédito de la imagen aquí. Imagen con fines ilustrativos.
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mitosenespanol · 1 year ago
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El origen mítico de la ciudad de Cirene
Cirene era una joven que rechazó las actividades propias de las mujeres; en lugar de hilar y tejer, prefería salir de noche a cazar animales salvajes. Sus padres Hipseo y Creúsa abrazaron la decisión de su hija al darse cuenta de su gran talento para la caza y el combate. 
En una ocasión, Cirene participó en unos juegos fúnebres dedicados a Pelias, rey de Yolco. Tras resultar victoriosa en todas las competiciones, fue premiada con dos perros de caza. El responsable de entregar los premios fue el dios Apolo, que ya había quedado impresionado por su fuerza física y, ahora, por su belleza.
Apolo se volvió a encontrar a Cirene; la vio guardar el ganado de su padre Hipseo. Al contemplarla desde la lejanía, pensó que podría raptarla y hacerla su esposa. Finalmente tomó la decisión en una tercera ocasión en la que la vio luchar contra un fiero león. Como siempre, resultó victoriosa. El centauro Quirón, quien también fue testigo de la escena, soltó una carcajada cuando Apolo lo cuestiono “¿Crees que ella podría ser una buena esposa para mí?”. Fuera sí o no la respuesta, de todas formas, la mujer sería raptada por el dios. 
Cirene fue tomada por el dios y llevada a la tierra más fértil del mundo griego, Libia, en la planicie de una reverdecida isla. Se le construyó un palacio de oro y Apolo yació con ella en una cama hecha del mismo material dorado, tras haber recibido el beneplácito de Afrodita. En el lecho de amor, Apolo le prometió longevidad y el gobierno de su propia ciudad, ideal para cazar y criar ganado. Dicha ciudad fue Cirene, nombrada así en honor a ella misma.
Al poco tiempo Cirene quedó embarazada y dio a luz, con Hermes como partero, a Aristeo. Más tarde tuvo al vidente Idmón y, en una ocasión que yació con Ares, procreó al gigante Diomedes.
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mitosenespanol · 1 year ago
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La maldición de Enone y el origen de los mirmidones
El dios fluvial Asopo y su esposa Metope sufrían profundamente por el secuestro y violación de varias de sus doce hijas. En todas las ocasiones anteriores, los responsables habían sido Zeus, Poseidón y Apolo, y se preguntaban quién habría sido el responsable de la desaparición de la menor de sus hijas, Egina.
Estando en Corinto, Asopo supo que el culpable había sido de nueva cuenta Zeus. Encolerizado, emprendió la desesperada búsqueda de su hija; finalmente, encontró al Crónida abrazando a Egina en un bosque. Como estaba desarmado y no esperaba ser atrapado en ese momento, Zeus huyó y se metamorfoseó en una roca. Después, volvió furtivamente al Monte Olimpo, en donde pudo tomar sus poderosos rayos y lanzarlos violentamente contra Asopo, en represalia por haber tratado de atacarlo. Dada la gravedad de sus heridas, el dios fluvial se vio obligado a retirarse y no pudo llevar a su hija consigo. 
Zeus buscó a Egina en el bosque donde pretendía yacer con ella antes de la llegada del afligido padre. Para evitar que los encontraran de nuevo, se la llevó a la isla de Enone y durmió con ella metamorfoseado en águila, según otros lo hizo como una llamarada. Con el tiempo, Egina supo que estaba embarazada, y al hijo que tendría lo llamaría Éaco.
A pesar de ser el rey de los dioses, Zeus no podía escapar de la acusante vigilancia de su esposa Hera; difícilmente podía ocultar sus fechorías. Pronto, la diosa de níveos brazos se enteró del embarazo de Eginia, así que decidió maldecir la isla de Enone, que ya estaba bajo el reinado de Éaco: introdujo serpientes en todos sus arroyos, ordenó a la oscuridad que cubriera todo el firmamento, extendió un terrible calor, un pestilente viento sopló durante cuatro meses y envenenó el agua. 
Al poco tiempo, la población de Enone murió paulatinamente. El ganado también pereció por el calor o envenenado por el agua contaminada. Los últimos animales que quedaron murieron por la mano de Éaco, quien ofreció sacrificio tras sacrificio a Zeus en un roble consagrado para salvar a su reino de la muerte. 
Un día, las súplicas de Éaco llegaron a oídos de su padre, quien se lo hizo saber lanzando rayos y relámpagos al cielo de Enone. Animado por la señal, Éaco le pidió que le diera nuevos pobladores a la isla, que fueran tan numerosos y fuertes como las mismas hormigas. Tras haber hecho su petición, la tierra debajo del roble de Zeus se cimbró, y de sus ramas se escuchó un extraño siseo. A sabiendas de que todo era obra de su padre, Éaco abrazó y besó el árbol expectante de lo que estaba por venir.
Esa noche, soñó que de las ramas del roble llovían hormigas que, al tocar la tierra, se convertían en seres humanos. Como gritaba por el temor que le causaba la escena, fue despertado por su hijo Telamón, quien también le avisó que un gran grupo de hombres extraños lo esperaban en la puerta de su casa. Cuando salió, reconoció inmediatamente los rostros de aquellos hombres: se trataba de los hombres - hormiga de sus sueños. Tras abrazarlos agradecido por aquel favor divino, la lluvia comenzó a caer y las serpientes de los ríos desaparecieron. La maldición de Enone había cesado. 
Éaco llamó a los nuevos habitantes de su reino “mirmidones”, es decir, “hormigas”, quienes serían destacados soldados que acompañarían a los héroes griegos en míticas batallas.
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