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My one and only
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"Amor al más fuerte".Página dedicada al contenido SuguSato (Suguru top, Satoru bottom).Solo en escasas excepciones, entra algún otro shipp.Sólo un nahual traumatizado al que le gusta escribir en lugar de enfrentar sus problemas.Él/He/Him - AroAce.
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myoneand1 · 3 days ago
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No estás roto (SuguSato)
Suguru era un novio genial.
Era atento, gentil, caballeroso, siempre recordaba las fechas importantes y nunca se perdía una cita.
Incluso si estaba lloviendo, si hacia mucho sol o estaba ocupado.
El único problema era... Que quería tener sexo.
Vaya que lo sabía, incluso si él no se lo decía directamente.
Lo sabía al ver la forma en que sus ojos vagaban por su cuerpo, en como sus besos duraban más o en como sus manos jugaban con el borde de su camisa.
No estaba enojado por eso.
Estaba más bien enojado consigo mismo por no poder sentir lo que su novio quería.
No debería de ser difícil, solamente cerraba los ojos y dejaba que Suguru hiciera lo que quisiera.
Pero no sé sentía bien, por eso siempre terminaba huyendo, rechazando, o fingía que estaba dormido.
Porque le daba miedo decirlo y ver cómo Suguru se hartaba de él.
Cómo tantas veces había pasado con sus antiguas parejas.
⟡˙⋆༚✦˚₊✩₊˚✦༚⋆˙⟡
La película era entretenida. Al menos lo suficiente para ser una película de niños.
Satoru había tenido que cuidar de Megumi, un pequeño de su barrio que amaba Bob Esponja.
Suguru y Satoru lo admitían, en el fondo, ellos también amaban ese programa.
Pero ya habían venido por Megumi desde hace media hora y aquí seguían, observando el final de la película.
Suguru se inclinó hacia él, frotando su mejilla un poco contra el hombro de Satoru.
Y cuando la película al fin terminó, Satoru observó con cariño la sonrisa de Suguru.
—Hola.
—Hola.
—Te ves algo cansado.
Satoru sonrió un poquito, negando con la cabeza.
—No dormí mucho hoy, pero de hecho estoy bien.
Suguru levantó la mano, acariciando su mejilla.
—¿Por qué no dormiste?
—Solo debía terminar algunos documentos de la empresa, no tienes que preocuparte.
Suguru asintió, estirandose sobre el sillón para darle un beso en la frente a Satoru.
—¿Quieres dormir un rato?
—No, aquí estoy bien.
Se arrepintió en ese momento, pero no quiso ser grosero cuando los besos comenzaron.
Porque los besos de Suguru eran asombrosos y también le gustaban.
Eran suaves, sabían al te que acababa de tomar, no eran besos demandantes, tampoco duraban mucho.
Y los amaba.
Pero cuando las manos de Suguru fueron a su cintura, acariciando su piel apenas visible, su respiración se cortó.
Los besos de Suguru pasaron de sus labios a su cuello, Satoru jadeó apenas, sin saber que hacer.
—¿Satoru? —Suguru susurró, apartándose con suavidad— ¿Todo bien?
—¡Sí! Claro que sí, no hay problema, sigue si quieres.
Suguru negó con la cabeza, frunciendo el ceño.
—No... No estás cómodo, ¿Verdad?
—Ay, no seas tonto, claro que estoy cómodo.
Suguru negó con la cabeza.
—No lo estás, lo siento, debí preguntar...
—Suguru —Satoru susurró, soltando un suspiró— estoy bien. Sigue si quieres.
Pero su novio negó con la cabeza, bajando también las manos, entrelazando sus dedos con él.
—Dime que pasa, cariño.
—Nada, yo... —soltó otro suspiró— lo estoy arruinando, ¿Verdad?
—No estás arruinando nada.
—Claro que lo estoy haciéndolo, lo siento.
—No te disculpes.
—Perdón.
Satoru desvió la mirada, observando la pared, las fotos enmarcadas estaban ahí, las que se habían tomado por los últimos dos años.
Dos años... Llévaba negándose dos años.
Claro que Suguru le preguntaría algo en algún momento.
Sus manos temblaban, su espalda estaba cubierta de sudor frío y su corazón estaba totalmente acelerado, retumbando en sus oídos.
Pero debía hablar.
Era momento de hacerlo, de decirle la verdad, no podía ocultarla más.
—Mi ex me dejo por esto —dijo, soltando un suspiró, sin saber como empezar— yo... No es que esté muy... Mi libido es...
Suguru ladeó la cabeza, sin entender bien.
—Satoru, lo siento, cariño, no te entiendo bien.
—Él me dijo que... No tenía sentido estar con alguien que nunca quisiera nada más que besos, que no merecía el esfuerzo, ¡Pero te amo, Suguru! Enserio lo hago, yo solo... No me siento listo para eso, tal vez nunca lo haga y... Entiendo sí quieres que todo terminé aquí.
—Satoru —trató de decir, pero el albino negó con la cabeza rápidamente.
—No quiero que te sientas rechazado, no quiero que dudes de mi amor, porque estos dos años contigo han sido los mejores de mi vida, te amo, quiero pasar mucho más tiempo contigo, pero también se que... Tienes más experiencia y se que seguramente te gusta... Pues eso, pero es que yo... Yo no puedo...
Hubo silencio.
Mucho silencio.
Los créditos de la película había terminado, así que ya no había ni siquiera algo con que distraerse.
—Satoru —Suguru susurró nuevamente, levantando las manos para acariciar con suavidad sus mejillas— no estoy enojado, si es lo que piensas.
El albino levantó las cejas.
—De... ¿De verdad?
—De verdad, eres mi novio. Te amo.
—¿Incluso después de esto?
—Estoy enamorado de ti, lamentó no haberte dado la confianza para decirmelo antes, pero también amo esta parte de ti, amo todo de ti. Eres mi novio, no te dejaría por algo tan vanal como el sexo.
Satoru negó con la cabeza.
—Pero es que no es solo por este momento, Suguru, será toda la vida. Nunca podré darte nada más que besos.
Suguru le sonrió.
—Y toda la vida te voy a seguir amando, incluso sin sexo— Suguru se acercó más, presionando su frente contra la de Satoru— mi amor por ti no es tan débil para dejarte por algo así, cariño.
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myoneand1 · 4 days ago
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ÉL verdadero yo
"Deadname": Nombre de nacimiento de una persona trans, que no utiliza en la actualidad y que no les representa.
(...)
Siempre fue consciente de la forma de su cuerpo. 
Desde que tenía cinco años y le incomodaba usar yukata de niña.  
Desde que se arrancaba los moños del cabello y trataba de cortarse el cabello apenas le crecía. 
Fue díficil llegar a amarse y aceptarse cuando toda la gente a su alrededor lo miraban... Así, como si supieran algo que él deseaba borrar, como si al verlo, intentaran decidir quien era, incluso cuando el lo sabía, incluso cuando se los decía. 
Satoru. Él. Niño. Chico. Hijo. Hechicero. 
Pero... No bastaba con saberlo. No cuando cada persona de su clan usaba su deadname con una sonrisa, esperando que Satoru volteará la cabeza, que hablará con amabilidad, minimizandose a sí mismo en el proceso. 
No bastaba cuando lo corregían en medio de una frase, diciéndole como "referirse" al hablar. 
Tampoco bastaba cuando su propio reflejo parecía prestado. 
⟡˙⋆༚✦˚₊✩₊˚✦༚⋆˙⟡
Había logrado cortarse el cabello antes de ir a la escuela de hechicería. 
No era de la forma que quería, porque le quitaron las tijeras en cuanto lo descubrieron, de todos modos, lo ayudaba a hacerle sentir mejor. 
—Tú puedes —se susurró— solo diles tu verdadero nombre y todo estará bien...
¡Pero no estaba bien! Estaba nervioso... Salir de su clan había sido un alivió, pero ahora, sí aquí era igual... Tendría que pasar otros tres años así. 
No quería eso. 
Apretó los puños, agarrando el borde de su camisa holgada y estirandola un poco más. 
—¿Eres el nuevo? 
Dio un pequeño salto cuando escuchó la nueva voz, soltando su camisa y cruzando sus brazos, tratando de cubrir de alguna forma su pecho. 
Aún así, asintió, preparandose para la incomodidad de la corrección, que lo viera de arriba a abajo y le preguntará por su "verdadero" nombre. 
—Sí —contestó con el estómago tenso— soy... Eh... Satoru Gojo. 
Pero el chico sonrió. 
No miró su cuerpo, ni pareció confundido. 
—Ah, pues perfecto. Yo soy Suguru Geto, te estaba esperando, Gojo-san —el chico se detuvo un momento— ¿Puedo decirte solo Satoru? 
El albino parpadeó, quedandose quitó, su ceño frunciendose. 
¿Ya? ¿Tan fácil? 
 —Claro —contestó, sintiendo un nudo en la garganta, que no desaparecía a pesar de la saliva que pasaba. 
—Bien —dijo Suguru con despreocupación, comenzando a caminar hacia la escuela. Como si no acabará de regalarle algo inmenso— vamos, Satoru, el director quiere verte. 
Gojo no contestó, pero mientras caminaba, algo le cosquilleaba en el pecho. 
Una alegría pequeñita, contenida. 
Pero que se fue expandiendo en un estremecimiento por todo su cuerpo, por primera vez,  no se sintió invalidado. 
En medio del camino, se topo con una chica. Era castaña, y tenía un cigarrillo escondido detrás de su mochila,
—Hola. 
Satoru asintió, sonriendo. 
—Hola, eh... 
—Shoko.
—Shoko, hola. 
La castaña asintió, dandole otra calada a su cigarrillo, antes de mirar a Satoru. 
—¿Y tú quién eres? 
—¡Satoru!
Shoko asintió, antes de soltar un resoplido. 
—Otro hombre, genial, seré la única chica. 
Sin poder evitarlo, una sonrisa se volvió a plasmar en su rostro. 
—Pobre de ti. 
Shoko soltó una risita, antes de señalar otra puerta. 
—El director y nuestro maestro te esperan, eres el último en llegar. 
El director le quitó un poco de la emoción que tenía reprimida. 
Le llamo por el nombre que su clan le ofreció, sin poner atención a lo que Satoru le decía. 
—Felicidades, señorita Gojo —dijo el director, antes de salir de la habitación. 
Satoru se quedó quieto, mirando al piso. 
Había sido demasiado bueno para ser cierto. 
—Bienvenido —dijo Yaga, acercandose— Satoru, ¿Verdad? Cuento contigo. 
Gojo levantó la cabeza, observando al que sería su maestro. 
Con él no hubo pausas, sin titubeos, no corrigio su nombre como el director ni le preguntó sobre su voz aguda. No miró su pecho. 
—Gracias, daré lo mejor de mí. 
Yaga asintió. 
—Eso espero. 
⟡˙⋆༚✦˚₊✩₊˚✦༚⋆˙⟡
Se detuvó un momento. 
Shoko caminó hacia el vestidor de chicas, Suguru al de chicos, pero no supo hacia donde moverse. 
Quería ir al lado de Suguru, pero una parte dentró aún le impedía caminar hacia allá. 
Un miedo que le paralizaba, que le impedía seguír lo que él mismo ya sabía, lo que llevaba años diciendo. 
—¿Satoru? —Suguru asomó su cabeza, sonriendo, una sonrisa que tranquilizaba a Satoru— tu uniforme esta acá. 
El albino asintió, caminando detrás de Suguru, quién ya tenía su uniforme a medio poner. 
Dudó un momento, sin saber que hacer. 
El uniforme estaba ahí, perfectamente doblado y listo para usar. 
Con manos temblorosas, sostuvo el borde de su camisa, mirando de reojo a Suguru, que estaba ocupado peinando su cabello. 
Se levantó la camisa, sin ver mucho su cuerpo antes de empalmarse la camisa del uniforme, seguido de la chaqueta. 
Casi resbaló mientras se quitaba el pantalón, luchando por ponerse el del uniforme, antes de soltar un suspiró alegre. 
—Bien. 
Suguru terminó de peinarse, girando la cabeza para verlo. 
—Te queda bien. 
El albino asintió.
—Gracias, tu chaqueta se ve bien. 
—Yo la diseñé, me dieron la opción al venir antes de empezar clases, pero si se lo pides a Yaga seguro que también te deja cambiar la tuya. 
Satoru asintió, metiendo sus manos a sus bolsillos, estirando un poco la chaqueta para que no se doblara en su pecho. 
—Eso haré. 
—Debemos ir a entrenar —le dijo Suguru, sonriendo— ¿Estás listo? 
—¿Bromeas? Nací listo. 
El entrenamiento fue duro. 
Suguru era fuerte, igual de fuerte que él y no lo dejaba descansar. 
Pero definitivamente le ayudó. 
Porque en todo el día, no pensó en su pecho, o en su cabello largo. 
Ni siquiera en su deadname. 
Porque nadie lo uso. En ningún momento.
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En la noche, en su nuevo dormitorio, se miró fijamente al espejo con el corazón desbordado. 
No lloró, aunque sí tenía algunas ganas de hacerlo. Aunque no eran lágrimas de tristeza, así que solo sonrió.
Porque después de años teniendo que luchar contra su propia familia, tres desconocidos en cinco segundos lo aceptaron. 
Su cabello largo por ese momento se sintió bien, su pecho se sintió bien, sus caderas se sintieron bien. 
Porque ellos no dudaron, no titubearon, solamente lo aceptaron. 
Sonrió aún más, dejandose caer en la cama, respirando hondo.
Y por primera vez en años, durmió con una sonrisa. Sin sentir ganas de derrumbarse.
Quizás, por fin podría empezar a vivir como él mismo. 
Quizás aquí podría ser solo Satoru.
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myoneand1 · 6 days ago
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Un amigo de verdad - #sugusato + #drabble Satoru nunca había sido el niño más sociable en... Ninguna parte. Era muy directo, muy grosero, quería muchos juguetes y no prestaba ninguno. Los niños no lo querían mucho, a los adultos les caía mal. Así que solía estar solo. Hasta que él llego. —Me llamo Suguru —se presentó el pequeño, sonriendo mientras señalaba el gafete de su pecho. —Ahí dice Sulubu —Satoru dijo, entrecerrando los ojos. Las mejillas de Suguru se sonrojaron, bajando la cabeza para ver su gafete, tratando de detectar el error. —Es que... Apenas estoy aprendiendo —susurró, apenado. Satoru estaba a punto de burlarse, pero la maestra llegó más rápido. —Veo que ahora tienes un amigo, Satoru —dijo la maestra, recalcando las palabras. Suguru sonrió, mirando a Satoru. —Que bonito nombre. El albino entrecerró los ojos una vez más, antes de asentir. —Gracias, Sulubu. Suguru hizo un puchero, pero al final, terminó riendo, acercándose para abrazar a Satoru. —¿Qué rayos haces? —Abrazo a mi nuevo amigo. (…) Tener un amigo era mucha responsabilidad. Suguru quería pasar tiempo con él como... Siempre. Pasaba el almuerzo con él, compartía su almuerzo y lo acompañaba a la salida de la escuela. Y ahora había algo más. Quería ir a su casa. —No —dijo Satoru. —Sí —respondió su madre en su lugar, sonriendo— si tu madre ya llegó le puedo decir que te llevaremos a casa. Suguru sonrió, asintiendo y tomando la mano de la madre de Satoru, corriendo para que encontrará a su madre. Dios, que confianzudo era este. (…) —Tú casa es muy grande —fue lo primero que Suguru dijo. —Sí. Lo sé. Suguru sonrió, caminando alegremente al lado de Satoru, mirando alrededor con curiosidad. —¿Tienes muchos juguetes? Satoru asintió. —¿Tú no? —No muchos. Satoru asintió una vez más, caminando hacia su habitación para quitarse el uniforme. —Espérame aquí. —Woa, te ves bonito. Satoru sintió sus mejillas calentarse un poco ante el comentario inesperado de Suguru. —Gracias. Suguru sonrió, caminando al lado de Satoru para guiarse por la casa. —Tú también, supongo —Satoru susurró, mirando la ropa de Suguru, en realidad la ropa no era linda, pero le quería decir algo bonito. —¡Gracias! Satoru sonrió, caminando hacia el patio, donde Suguru se volvió a emocionar.
—¿Podemos jugar? Satoru asintió, una pequeña sonrisa en su rostro mientras tomaba una de las pelotas que tenía regadas por el jardín, lanzándola para que Suguru la atrapará. (…) De hecho, había sido demasiado divertido jugar con Suguru. Siempre había jugado solo o con uno de los trabajadores de su casa, pero nunca con alguien de su edad. Con alguien que le siguiera el paso, que no se cansará y que, de hecho, se reía cuando le decía un chiste. Ambos se derrumbaron en el porche, las mejillas sonrojadas por el cansancio. —¿No te duele el sol? —Suguru preguntó, picándole la mejilla roja a Satoru. —Un poquito, sí. Suguru asintió, antes de darle un besito en la mejilla. —Mi mami dice que te curas con besitos. Satoru quería decirle que era algo t0nt0 de pensar, pero una risita se escapo de sus labios antes de poder hablar. —B-bueno... Sí, lo que... Digas. Suguru asintió, recargándose en el hombro de Satoru y cerrando los ojos un poco. Satoru, con cuidado y en silencio, levantó las manos, sosteniendo a Suguru para que no cayera. Por curiosidad, se acercó más y le dio un rápido besito en el cabello, que logró que sus mejillas se sonrojaran más. Era un alivio que Suguru estuviera dormido en ese momento, porque no soportaría verlo a los ojos.
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