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Entre el Ego y la Dulzura

Irónicamente, ella se fue a celebrar la llegada del amor entre copas y buenas amigas, cuando al terminar le llamó feliz y la lengua pesada. Nada mas eso y el la echo de su vida, así como se descartan las cosas desechables; sin preocuparle sus lágrimas ni su corazón. El sabe que se pasó de la raya, entre el Ego y la Dulzura. “Los besos que perdió por no saber decir te necesito”. Y su “vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido” como dijo Joaquín Sabina donde habita el olvido.

Ella tomó los pedazos rotos de su corazón y entre el Ego y la Dulzura se alejó sin mirar atrás. Escogió el perdón como solo las reinas sabias saben hacer.

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El Encuentro

Él tenía las heridas en carne viva y a flor de piel. Literalmente. Como si le hubieran rociado brasas de hierro candente sobre todo su cuerpo. Sin embargo, sus heridas no venían desde afuera. Su dolor estaba enraizado en el alma y le comía la piel desde adentro. Eran estigmas provocadas por los propios demonios internos que intentaba reprimir desde hace mucho tiempo. Eran el signo visible de la carga y el dolor emocional que llevaba y que era casi insostenible como para alguna vez sentir querer acabar con su vida.

Ella llegó sin querer llegar. Fresca, brillante y floreciente, luego de un largo y frío invierno. Sus rayos de Sol chocaron con la intensa oscuridad que abundaba en el corazón de él. Era un desastre monumental y ella ya había pasado y superado mucho dolor. Pero como es la naturaleza del Sol, que da aires de vida y tibieza a todo lo que sus cálidos rayos toca, ella no retrocedió. Se fue metiendo poco a poco en su corazón, intentando aplacar su dolor. No era fácil. Él tenía sus demonios tan enraizados como un tumor maligno que pareciera que arrancarlo terminaría por desangrarlo. Ella había aprendido de su propio dolor y tuvo que aprender del dolor de él también, mientras intentaba guiarlo por su propio camino de luz. Ella entendió que la plena sabiduría no viene de las experiencias de los inviernos propios, sino el reconocimiento de que cada quien debe encontrar su propio brillo interno. Y ella aceptó acompañarlo en ese camino de altibajos.

El se dejó llevar. No sin desconfianza y no tanto por ella, sino por si mismo, que es la mas terrible de las desconfianzas. Así como una vez ella escuchó su voz interna él tenía que aprender a escuchar la de él, mientras ella lo llevaba de la mano.

Quizás las relaciones mas bonitas y duraderas son aquellas que comienzan superando los terrenos escarpados y altibajos de la vida, tomados de la mano pero en caminos paralelos. Quizás un día uno lleve al otro, y el otro día sea viceversa. Y a pesar de que cada quien hala al otro a su propio espacio en muchas instancias para superar los mismos obstáculos y vericuetos reconocen cuando es hora de volver a conceder espacio. Porque el amor verdadero se trata de un intercambio balanceado de dar y recibir, enseñar y aprender, ofrecer y aceptar.

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La intuicion

Ella sabe. Por supuesto que sabe. No porque se lo hayan dicho, sino por su propia voz interior que no sólo lleva la experiencia de una media vida, también la sabiduría de todas sus brujas ancestras que viven inmortalizadas en cada fibra de su propia esencia.  No hay mucho mas que buscar ni razonar. No se necesitan razones para lo que una siente. Los sentimientos no son cuestionables, no se invalidan con la ciencia ni argumentos objetivos ni hechos. Ella sabe que se tiene que ir. Aun sin saber qué hay allá afuera, se tiene que ir. Ese fuego que parecía al principio que podía hacerla estallar de una novel pasión, le fue quedando muy pequeño, muy frio. Ella sabía que se faltaría a ella misma si se resignaba a eso.  No había luchado, sanado y llegado hasta ahí para conformarse. Se trata de dignidad y amor propio, de auto respeto. Es la única forma de vivir en paz; es la única forma de domar incluso a las bestias porque se ha alcanzado un nivel superior a ellas. Ella, entonces, siguió sus instintos.

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Hacia arriba

De momento sus lagrimas se secaron y su corazón tenia el aspecto de un desierto agrietado y yermo. Se levanta del suelo con el cuerpo entumecido y el alma curtida. Siente sus alas rotas y mira hacia arriba. Sabe que hay luz a lo alto pero no se ve desde donde ella se encuentra.  La única forma es subir y morir en el intento porque no existe otra salida.  Huir de ese lugar oscuro y superar ese dolor con todo lo que perdió era una cuestión de supervivencia. No sabía si tenía la habilidad, pero de sí algo estaba segura y es que la vida la dotó de mucha fortaleza y se llevaría a ella misma a los límites para salir de esa. Rompería la regla y utilizaría toda su fuerza en ella misma. Tomaría de las manos de quienes aparezcan para ayudarla, aunque no tuviera como retribuirles.  No solo se trataba de ella. Sus hijas y el hogar que debía reconstruir pendían de centrarse en ella misma.

De los lugares mas insospechados y oscuros salen las cosas mas hermosas. Como una flor de loto que florece desde el fango y la putrefacción, revelando toda su perfección y elegancia, ella un día vería su pasado erguida y orgullosa de todo lo que ha logrado y creado alrededor de sí misma y su familia. Ella nunca olvidará que no importa las circunstancias, siempre tendrá la capacidad de crear una vida llena de armonía, amor, conexión, abundancia y sanación porque ella misma fue creada para proteger. Una diosa está por emerger.

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La caida

La separación fue traumática. Se fue de la casa sin decir nada, ni por qué ni como podría sobrevivir. Se llevo con él su autoestima, sus ilusiones, su seguridad. Se sintió desnuda y tirada en el fango como algo inservible. Las lágrimas nublaban el futuro. ¿Qué haría ahora sin trabajo ni dinero? ¿Como mantendría la casa y a sus hijas? ¿Qué haría con su corazón rasgado y sus alas rotas?

  Él se fue. Huyendo no sé de qué. Sin sentir responsabilidad afectiva por ella. Como si los años pasados juntos nunca hubieran valido nada. Se fue con sus esperanzas, pero dejando una estela de daños, caos y sueños inconclusos atrás. No, no miro hacia atrás. Continuó hacia al frente ignorando los gritos de agonía de ella.

  Ella caía lentamente a un vacío profundo y oscuro y ahí se permitió estar solo unos días. Agonizando de dolor y pena. Esta fue la más dura de todas sus pruebas.  Sabía que tendría que salir del hoyo, pero no volvería a volar.  La escalada seria difícil. Pero lo haría, solo que en ese momento aun no quería pensar en ello.  Solo llorar.

  Solo de las cenizas de una erupción volcánica crece la nueva vida de un bosque. Porque es necesario morir para renacer. En esos momentos, ella no pensaba en nada, solo en su dolor, pero mientras su antigua esencia se apagaba y moría, una nueva estaría a punto de germinar, dando sus primeros latidos tímidos. Nunca imaginaria que de ahí, del fango de lágrimas saldría la mujer que desde niña aspiraba a ser.  Una mujer segura, de pasos firmes e independiente. Una mujer que volvería a edificar los muros de su hogar fundados en el propio sudor de su frente y acorazados con aura de paz y el amor mas grande que puede existir, su amor propio y el amor a sus hijas y descendencia que era todo lo que necesitaba. Y por ellos seria celosa y no permitiría entrar a cualquier persona. Esta vez sería tan estricta que pasarían muchos años antes de ella volver a abrir su corazón.