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Unayotravez
Y así era una y otra vez. Llovía y mi perra se desencajaba, los ojos se le inyectaban de pánico y su lengua se mecía adentro y afuera, dentro-fuera, con una cadencia lenta. La acompañaban unos dientes ocre, hasta el nervio. El aliento se escapaba con cada jadeo y la cubría como un sortilegio, un pacto de protección: nadie deseaba acercársele y oler la podredumbre de su voz. Yo estaba segura de que me quería explicar que los truenos no son la causa del trance, el aire se ha enrarecido antes, puedo sentirlo y saborearlo. Yo no puedo dormir con toda mi vida a cuestas, ya he visto mucho. Mucha basura, muchos cuerpos callejeros congelados, tiritando de mugre. Quiero meterme dentro de tu piel, arañarte hasta que en tu carne haya más yo que tú y puedas sentirme, memorizarme; horrorizarte ante la nube del designio fatal. Las gotas empezaban a caer cuando ya las piezas de esta escena estaban puestas y los dados echados. Los tahúres celebraban ya sus piezas de oro, aullando.
Yo ya había mordido el anzuelo y era parte de su juego de sombras. Ella me quería decir que muriera junto a ella. Hacerme transitar hacia el pulso eléctrico de su corazón errático. Rosa, la del aliento a mierda. Yo le lavaba los dientes que le quedaban para hacer su vida enos miserable --y la mía. Pero peor a estar con ella durante la tormenta era no estarlo.
La Gorda Bebé, como le decía de cariño, se encargaba de destruir ciertos lugares específicos de la casa. Las puertas, rascarlas, rasguñando para pedir ayuda; los libros, tomarlos, esparcirlos en el suelo y desentrañar sus sentidos con las patas blancas. Intentar llegar a la aspiradora, descubrir su centro. ¿Dónde está ese lugar del polvo, del secreto de los tiempos del suelo?
Un ciclón sería más fácil de sobrellevar. A diferencia de ella, no me trae calor, ni amor. No decide qué puntos estratégicos atacar. No tiene preferencias ni razones. El huracán Rosa tenía agencia y malicia en su proeza. Desatando mi vida, mi estabilidad, en los días lluviosos.
Nunca había tenido tanto miedo de ver llover hasta que se tornó un rito funesto. El ritual de Rosa.
Ayer destruyó las cajas de libros que obstaculizaban el pasillo. No las había sacado de mi vida, y Rosa actuó antes que yo, señalando mi falla, mi falta de soltura para sacar cosas de mi vida. Pedazos de papel y cubiertas, retazos de cartón, mordiscos profundos y garras de sangre. Masacre de sangre negra.
¿Qué tanto odio albergo en mi corazón? ¿Qué tanto odio es para mí y qué tanto está libre para compartir? Nunca lo había dimensionado. La ira contenida se despliega como una daga desenvainada, un arma que siempre ha estado atenta. Lo hago sobre su cuerpo frágil de señora perra. Sobre su cobrizo lomo adolorido y sus costillas sobresalientes. Los ojos me temen pero lo olvidan pronto. Golpes, palabras para separarla de mí, expulsarla bíblicamente. Chorros de agua, encierro.
Esta es una danza. Todo comienza y no termina. Aliento muerto, zarpas, lluvia, dolor, gritos, llanto, culpa, amor, caricia, abrazo, nunca te dejaré de amar.
Estoy esperando a que suceda hoy y me adelanté a su paso. Los libros de ayer siguen ahí, abiertos e inertes en el hall. ¿Qué propondrás hoy, Rosita? ¿A qué lugares nuevos vas a apuntar?

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El mástil que me atraviesa
¿Qué tengo que hacer para dejar de sentir que soy la verga de un barco sin tripulantes, a la deriva?
Estoy, soy inerte, inmóvil, desafectada, solitaria, erguida, masculina. Y yo solo deseo derramarme sobre mí misma.
Deseo el roce de la muerte, de la celebración del aleteo sobre la dura coraza violentada del cedro.
Resiento no poder sacudirme con la brisa y mi deber de sostener la estructura anfibia.
Profeso un destino, un plan vertical para los seres que me visitan laboriosamente. Sostengo las almas que se aferran al paso del sentido, al orden del plano. Pasan las olas, las brumas cristalinas, los silencios por mí. Yo no las contengo, soy contenido por su inmensidad caliente, dolorosa. La cobertura del momento entero en mí. La cáscara materna.
No deseo porque no tengo poros, lo que suda mi cuerpo no habla de mis fluidos. No contiene mis grasas y excreciones, ni mis indiscreciones.
Quiero saberme nadadora, fluyente, afluente del mar oscuro. Quiero poder constatar con mis yemas la infinitud del fondo. Quiero sentir que me ahogo, que me deshago en el cuerpo del agua, y tener tanto miedo que mis vísceras se riegan Quiero morirme con mi carne, podrida, inflada de tanto flotar. Comida de tnato andar.
¡Cuándo podré saltar de este puente y destrozar mi casa?
Los hilos del deber que me encierran en esta tarea de estructura del bote no son otros que los pelos que podrían resistir en el agua en mi brazada para nadar.
¿Cómo transitarme hacia el uso de mi cadena? ¿Cómo desentumecer mi cuerpo de madera? ¿Cuándo abordaré este remolino que me convoca?
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El viejo sueño
Bogota, January 10th, 2019
Master in European Literary Cultures
Erasmus Mundus
University of Bologna
Italy
Dear Admissions Committee Members:
My name is Isabel Rubio and I am writing this letter fully aware that you are tired of reading a pile of motivation letters. I could tell you the story of why I am fond of reading and writing but it wouldn’t be very different from everybody else’s reasons. I read and I write because I can’t live without it. I read European authors because my cultural upbringing was in a Lycée Français and I feel the inevitable attraction of it.
In the first version of this letter I wrote about my personal story, I told you some of my literary interests and all the ways in which the Master’s Degree allowed me to achieve my professional goals. But this isn’t really what I want to say.
But first, I will say that I really want to be a part of the European Literary Cultures Master and that I am strongly interested in taking part in the EMJMD scholarship. And I will say that this is one of the best programs I have seen because of its cultural diversity and mobility plan.
But what I really want to tell you is what I can bring to the table.
I believe this Master’s Degree exhibits adequately European culture to the students of the world and that it is a crucial role in the world today. But I don’t believe it works like this. I believe this Master’s is a hub where people from all over the world connect with the cultures, bring their own knowledge and initiate a golden intercultural dialogue between Europe and the globe. Personally, I want to become a conducting vessel between Latin America and Europe and allow European cultures to circulate in a Colombian Spanish variable. I want to become a strong Literary translator from European languages to Spanish.
I believe this Program will enrich my knowledge of the literary European landscape and allow me to discover all the young authors not yet translated and connect with them. I would love to take the courses Littérature de l’extrême contemporain at the Strasbourg University and Letteratura italiana contemporanea at Bologna University.
I can say that I am a strong candidate for this Master’s Degree. I have a Bachelor Degree in Literature with a Laureate Thesis. I speak four European languages and I am willing to study more of them. I thrive in spaces where I can analyze the metaphoric singularities of a poem or short story, and I love dealing with foreign texts and their translations. I have the capacity of inspecting the linguistic texture of a piece of writing and transferring the meaning and the shape to another language. I am a member of the ACTTI (Colombian Association for Translators, Terminologists and Interpreters) and I am working on a project to translate works by Blaise Cendrars into the Colombian Spanish variable. I am certain that literary translation is at the core of intercultural transmission.
For everything that I said, I kindly request you to consider me to become a part of your Master’s Degree. I propose the beginning of a great intercultural dialogue on translation, literature and cultures between me and the students and teachers of your Program.
For any further information, please do not hesitate in contacting me.
Best regards,
Isabel Rubio Marín
Bogota, Colombia
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“What cannot be said above all must not be silenced but written.”
- Jacques Derrida
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“As a woman I have no country. As a woman I want no country.” —Virginia Woolf, Three Guineas
“I was made for another planet altogether.” —Simone de Beauvoir, The Woman Destroyed
“(I-woman, escapee)” —Hélène Cixous, The Laugh of the Medusa
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La líbido está tan mal repartida como la riqueza.
Fulgencio J. Ferrete (via vadelpijo)
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Mi pre-ocupación (o cómo me devoro siempre)
Mi estado natural es la preocupación. Todo me afecta: la mirada del otro, la falta ante el otro. Yo nunca he sido demasiado algo. siempre tengo un hueco; siempre fallo con dar menos, con no dar. Me duele. Me preparo siempre porque sé que nunca pongo lo suficiente. Estoy medio escondida y salen mis patas delanteras (o traseras, depende de qué necesite ocultar ese día), dan un poco, siempre con una actitud miedosa, no se entregan. En la entrega está la muerte.
Los animales siempre estamos tanteando el ambiente, mirando, escuchando, olisqueando, para prepararnos a dar. Darnos, entregarnos, ponernos, situarnos, yacer, plantarnos, reverdecer.
En el ser verdes, no debe haber huecos, falta de, solo yacimiento de mí, de mi todo.
Levantar mis patas al aire, dejar mi panza, mis órganos a merced del día, a que el sol caliente cada pelo, cada poro de mí, hasta mis hoyos, por donde se me va el tiempo, preocupándome, llenándome antes de, vaciando mi ser, mi cuerpo.
En la preocupación me vuelvo mi caníbal, me ocupo de fagocitarme, me vuelvo sobre mí, descubro la carne y me ataco, me destrozo me deshago en hilos de músculo, en trizas de hueso, de cartílago. Me desentraño, me mastico. Me voy comiendo.
Soy mi única depredadora. Soy la animal de mi planta. Era verde, era toda entrega al día; ahora me retuerzo de dolor, de sangre, de fastidio. Volví a matarme, me digo. No puedo vivir así. ¿Quién me dio el fuego para lograr llegar al infinito, y yo solo me quemo, me calcino en nombre del pensamiento?
Ya quedo destrozada, soy ceniza y líquido sanguinoliento. Debo permanecer inmóvil, serena; es imperativo respirar, aprender del árbol para recuperarme.
Pero debo ir a trabajar, a leer, a escribir. No puedo permanecer aquí en el bosque del rito suicida, en las piedras redondas del sacrificio. Debo volver a los buses, a los carros, a los edificios, a las llamadas, a los correos. Tengo que presentarme ante los otros, enseñar, hablar.
De qué voy a hablar, sino no puedo contar mi propia muerte.
Mientras hablo, me voy guardando. No quiero que me maten más, que me sientan débil. Me entrego a mi guarida, escondo lo que me queda de cuerpo, saco las patas traseras tímidamente. Y así contesto los correos.
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La escritura me desborda
Ahora lo sé, lo sentí como un golpe en el estómago que rompe las vísceras y me expotó la cara, se me salió la sangre por todos mis agujeros. Soy feminista y no sé si me quiero ser junto a ellos, junto a los opresores, a los amables y gramaticales.
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Lecturas
Estoy armando un Padlet para enseñar a leer.

Visítenlo: https://padlet.com/isabelrubiomarin/y2algxr4sqcgyp3m
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Ese lugar sagrado
Imaginé ese feudo en donde la literatura sí que era un camino de rosas y en donde el saber leer no carecía de mérito y en donde el gusto primaba por encima de las necesidades y obligaciones prácticas [...].
-Roberto Bolaño
Leer en el capitalismo es una utopía. Un no lugar. El capitalismo no necesita a los lectores. De hecho, son un inconveniente, una molestia. Solo existen resquicios por donde la palabra publicitaria debe pasar a la mente del comprador. “Descubre el sabor que amas”, diría una gaseosa. Ya no citamos a los poetas, ahora nos habitan las palabras parásito de los comunicadores sociales, explotados e infelices.
¿En qué lugar del mundo habitan las palabras bellas, poéticas, que salvan vidas?
Puede que nunca encuentre ese feudo del que habla Roberto Bolaño en su Nocturno de Chile, pero sé que debo buscarlo hasta el día de mi muerte. Como profesora de colegio, siento la obligación de inculcar el gusto y la importancia de leer y escribir a los niños y niñas que veo a diario. Esto no es un gesto de cariño por el grupo de individuos del salón. No. Es un gesto de disputa política. Es un gesto desesperado por retornar al espacio sagrado de la discusión y de la reflexión. La literatura es ese campo de batalla en donde se pelea por las sensibilidades y experiencias del mundo. Es ese espacio donde los niños y niñas pueden soñar y ver más allá de sus soledades. Es ese espacio para la formación ciudadana, ese lugar donde se comparte la palabra y donde la palabra de todos vale lo mismo. Es ese el lugar en el que yo me conozco, reconozco mi punto de vista y mi vocación.
Heme aquí, en Colombia, buscando maneras de hacer mi labor y de formar lectores jóvenes con ganas de comerse el mundo y criticarlo hasta el fin. Pero me surge la pregunta: ¿cómo puedo inspirar a mis estudiantes? ¿Cómo les hablo de viajes y de luchas, de aprendizajes y retos?
Hoy debe haber una batalla frontal contra la estupidización y entibiamiento de las sociedades. Se debe construir el camino de rosas donde leer es necesario para las comunidades que se piensan y se crean a sí mismas.
Sé que vivir de leer y enseñar es idealista y que no necesariamente va a significar enormes sumas de dinero y estabilidad—como sí esfuerzos y disputas. Pero, es mi manera de aportarle algo a este mundo en llamas. Soy una eterna pesimista. Yo creo que la única luz que nos puede salvar de la realidad cruda y mezquina es la literatura. Quiero darles a los niños y niñas el fuego del relato.
Mi propuesta es leer y enseñar a pesar de la vida.
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The Dead Ladies Project, Jessa Crispin, 2015
Este fue el primer libro que leí en 2019. Estaba en la playa y lo devoré. Doblé casi todas sus páginas aunque no fuera del todo mío. Este libro me recordó mi intención de viajar, de irme lejos y perderme, sola, con un computador y libros qué leer.
El libro está compuesto por capítulos. Cada uno es sobre un personaje que vivió en una de las ciudades de Europa que Crispín visita. Así, el libro se construye como una autobiografía/biografía de viajes. No había leído un libro parecido, por lo que me enganchó fuertemente.
La traducción de Elvira Herrera Fontalba parece hecha a toda carrera, con errores de sintaxis, o de tipeo, donde la traducción se ve como una costura imperfecta. Este último puede deberse no a la traducción pero a la línea de producción del libro en Alpha Decay.
Por lo demás, es un libro muy interesante ya que propone una lectura vital de la literatura y de los espacios geográficos habitados por escritores y escritoras. Todo en el mundo es un texto.
Pongo el enlace de la editorial para que lo chismoseen: http://www.alphadecay.org/libro/el-complot-de-las-damas-muertas/
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Yo no me reproduzco. Yo me edito.
No me imagino la vida sin los libros. No me imagino la vida sin las voces que me habitan, distintas a la mía. Es locura permanecer callada, sentada, pasiva, esperando a que me llenen las voces, las palabras de otros que yo no he invitado. Yo soy, estoy hecha de las palabras que yo escojo que me posean, que me constituyan. No leer, no escoger, es dejarse violar por otros. Las palabras basura, las palabras vómito, están siempre expectantes de cuerpos muertos, dóciles que las reproduzcan, que les permitan vivir otro día más.
Yo escojo de qué estoy habitada, eso es un acto de resistencia y de fe. Creo en la palabra, creo en ella y en su poder para cambiar el mundo. Sin las palabras no somos más que muertos útiles, que bobos andando con la mirada fija en la luz.
#booknerd#bookish#words#my words#mis palabras#leer#libros#literature#literatura#les mots#mes mots#litterature
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Volver de un socialismo envejecido a un capitalismo despiadado
Yo sufro mucho por plata. Todos los días. Y cada dos, lloro. “No gano lo suficiente”. “No puedo hacer nada. No puedo viajar, no puedo darme lujos, no puedo pagar los servicios.” Hasta ahora he podido vivir y mantenerme a mí y a dos perros en un apartamento al norte de Bogotá.
Estamos delimitadas (mi hermana y yo) como “estrato 5” y así nos tratan los de otros niveles socioeconómicos. Somos clase media alta, y en picada.
Pero, soy blanca y bajita, tengo una voz delgada y creo que soy bonita para estos cánones del 2019.
Es decir, sufro por cosas que le atañen a mis privilegios de blanca. No gano lo suficiente para gastar lo que debería gastar alguien que vive en estrato 5. No puedo comprar la ropa que sale cada día, más impersonal, más maquila, más igual que ella misma. No puedo ir a comer a restaurantes caros, de comida extranjera, que me sacan de la colombianidad, hacia el mundo, como si no tuviera que salir de Bogotá para ser cosmopolita, pero sí tuviera que costear la explotación que ocurre dentro de las cocinas. No puedo tomar transporte privado, para no rodearme de pueblo, para cortar las distancias, para evitar ver lo que pasa en las caras de la gente cuando me ve, cuando duerme con la cara pegada al vidrio grasiento del Transmilenio, por no dormir, para evitar ver a los venezolanos y colombianos y seres humanos que piden dinero a costa de historias desoladoras, mentirosas, ficcionales. No puedo salir de la ciudad a otros climas, a otras tierras. Estoy encadenada a una suerte de hogar cómodo y luminoso, con la tranquilidad de poder tener espacio suficiente para cocinar, ver mis películas y leer, junto a Rosa y Guapo, mis perros elegantes. Sufro por tener privilegios. Sufro por ser de mi clase, pero no poder serlo a cabalidad.
La plata es tan subjetiva que cambia de lugar en lugar, de lengua a lengua, de medio político a medio político, y así.
Gracias a Dios que puedo notar esas sutiles y abrumadoras mutaciones en mi lapso vital.
Y pues sucedió lo siguiente, así:
En Colombia un dólar gringo vale casi 3.000 pesos colombianos. Un Euro vale 3.300, o algo así. Una barbaridad. .
En Cuba, un CUC es igual a un dólar americano. Un Euro es 1.09 CUC. Un CUP son 120 pesos colombianos, un CUC son 24 CUP.
Una botella de agua vale 1 CUC.
Una entrada a cine vale 20 CUP.
Un viaje en Guagua vale 0.50 CUP.
Un viaje en taxi vale mínimo 5 CUC.
Un almuerzo vale 1 CUC, 5 CUC o 30 CUC.
Fui lo que siempre he sido. Las cosas se pusieron en marcha y yo, por fin, lo pude ver. Mi privilegio blanco y mi crecimiento fácil y hermoso. Yo no lo había sentido tanto como en La Habana.
Las personas que nos dirigían la palabra, lo hacían ya que había un potencial intercambio monetario. Si no era así, no había amabilidad, ni una mirada.
Ellos odian a los turistas, todo lo que les huela a extranjero, lo tienen fichado como gringo, como explotador, como violador, como ladrón. Y es cierto. Yo iba a robar algo de la esencia de “lo cubano”. Yo esperaba encontrarme con algún rito a los orishas, con gente en la calle tocando son, con jóvenes habladores de la revolución y de la actual situación política de Cuba. Y asumí que así iba a ser. Asumí que por yo ir allá, iba a lograrlo todo. Tengo mentalidad de Cristóbal Colón.
Me removieron mis casillas de infante, de niña mimada, de mujer “independiente”. Cómo me voy a creer independiente si mis categorías morales son las de la publicidad, las de la Verdad, la Igualdad y el Imperialismo.
Mi papá decía un día que “la gente de Nicaragua sí es que es muy feíta.. Todos son medio indígenas... Me alegró mucho volver a Colombia después de ir allá...” Ay, papi, cómo se te ocurre. Pero claro, así somos.
Somos la Atenas Sudamericana. La blanqueada de los Andes. La nevera de hielo blanco y casi transparente. Donde el polvo, los lixiviados y los podridos están allá, al otro lado de la 72, de la 6ta, de la tierra, muertos. El muro que nos separa es invisible pero violentísimo. Y yo soy parte de ese mundo separador, de ese mundo opresor.
Gracias, Cuba por hacerme pensar todo esto.
Cuba es una tierra autónoma, enbravecida y solitaria. Sabrosa, sin condimentos, más que el sudor de turistas y locales. ¿Cómo se experimentará la soledad de la explotación y de la puesta en evidencia? ¿Qué se siente ser del país de la Revolución?
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Hijueputa. Me senté a escribir.
Me acuerdo de lo que me decían del ‘incipit’ o del inicio de las novelas. “Es lo que está ahí escrito lo que engancha o no al lector.” “En las pruebas editoriales solo se envían el primer capítulo y el último. Solo así se sabe si algo es bueno o no.” Yo llevo toda la vida sabiendo que lo que escribo no es tan bueno como para ser publicado, pero no es tan malo para que se quede en el olvido. Hay muchos malparidos que publican sus cosas.
Y bueno, aquí estoy sentada. Tengo el escritorio dispuesto para que el arte y la literatura fluyan a través mío y dejen una huella trascendental en esta hojita. Hice el café bien negro y lo acompañé con galletas de chocolate (sin azúcar). El café está en el termo que era de mi papá, que tiene como 20 años. El platico de las galletas reposa sobre las servilletas. Tengo el computador al alcance de la mano. Solo debo estirarla y abrirlo y ya está. A mi izquierda está el celular (en modo avión) y un espacio donde normalmente pongo los libros que me invitan a escribir. Libros que quiero copiar, que me quiero comer y que sus palabras se transmitan a través de as células hasta la tinta del esfero y de los zurcos del papel reciclado. El proceso de escritura implica una mutación corporal. Eso bien lo sabía Sylvia Plath con su depresión estilística.
Y bueno, antes de sumergirme en la vastedad del océano de palabras, para pescar las que serán mías y trabajarán para mí, voy al baño. Ayer comí mucho queso y todavía me sienta mal. “Haz que se traguen todas sus palabras”, decía Octavio Paz. Pues sí, las palabras son unas putas y se resbalan y se desintegran. No las puedes coger aún cuando creas que las tienes. Como Elena Garro, don Octavio.
Y pues me pongo a leer. Aquí estoy sentada en el baño. Se me cuelan los minutos por el celular. Yo quiero esas boticas. Están como lindas. Y ese enterizo. Es como de lino. Se ve muy cómodo y pues no me sentiría tan ahogada. Estoy como engordando. ¿Será que salgo el domingo a montar bicicleta?
Bueno, bueno. ¡A escribir! Salgo. Me siento en lo que siento como una eternidad en la silla de madera. Ya me entró el afán. Llevo pensando en escribir todo el día y el sol entra directo por la ventana y todo lo cubre. Son las 5 de la tarde. Hay que ser disciplinada. Hay que crear el hábito. ¿No había una app para eso? ¡No! ¡Vamos! Escribe una página. Escribe: ‘Puedo escribir los versos más tristes esta noche. La noche está oscura y tiritan los astros azules a lo lejos’.
No es tan distinto a lo que pienso. Yo podría haber escrito eso. No es tan complejo y es el tipo de poesía que me gusta: sencilla y grande. No hay que maravillar y emputar al lector con palabras viejas y complicadas. Las nuestras están bien. Son las que la gente entiende. Aunque decir ‘ignominia’, ‘oprobio’ y ‘trilce’ sí te pone de una en una posición superior en el sitio donde las pones a circular.
Para esta escritura que busco hoy, prefiero algo así:
El día se ha acabado El café frío me indica que aún queda un mundo por decir
Sí, Guapito, ya te saco. Espera que estoy haciendo poesía. Estoy inspirada. Yo sabía que meditar algo tenía que sacar de mí. La mente vacía es la materia de la poesía. Así me reúno con Dios.
¡Guapo! ¡No te hagas popó ahí! ¡Argh!
Vamos, entonces.
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Literature is a constant reminder that we lost the link to the sacred. When we read and write, we try to get back to the ritual. We are a cult. Poetry is a secret cult.
-Image from The Fire and the Tale, Giorgio Agamben.
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