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#Parejas LAT
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Parejas LAT
Aunque el término fue utilizado por un periodista holandés por primera vez en 1978, fue en el año 2000 cuando los académicos y periodistas estadounidenses se apropiaron del término parejas LAT (Living-Apart-Together) para denominar a aquellas personas que tienen una relación íntima y viven por separado, aunque esporádicamente convivan (fines de semana, vacaciones, puentes, etc.).
Actualmente, consideramos que los modelos de relaciones interpersonales y de familia se están transformando. Sin embargo, es probable que este tipo de parejas haya sido un tanto invisible a lo largo de la historia. Por contra, hoy en día están saliendo a la luz modelos de relaciones que no responden a la norma tradicional.
Esta serie de cambios, y en concreto las parejas LAT, es uno de los temas que está en el foco de la sociología de la familia. Algunos autores consideran que estas parejas son modelos tradicionales en los que por distintas razones (difícil acceso a la vivienda, el mercado laboral o grado de compromiso, etc.) no se han dado las circunstancias para vivir juntos.
Otros, en cambio, piensan que sí se trata de un nuevo modelo de pareja basado en la libertad emocional, individual e íntima. Para estos, ser una pareja LAT es una decisión personal. En estas parejas, el compromiso con el otro se mantiene a pesar de no compartir vivienda, mientras que en parejas tradicionales la convivencia vendría con el tiempo y de la mano del compromiso.
Los investigadores están interesados en encontrar características individuales, demográficas o culturales que permitan conocer mejor este tipo de relación de pareja. Forma parte de la actualización del conocimiento de la progresión de la ideología y la dinámica social.
No obstante, es necesario contextualizarla en una sociedad que está pasando por cambios que afectan a los modelos de relación. Estas son las dificultades en fecundidad, dificultades en cuanto a la estabilidad del mercado laboral, así como por un crecimiento del nivel educativo y de la atención sobre la igualdad de género.
Vivimos en una época en la que incluso las nuevas tecnologías están redefiniendo cómo nos relacionamos, cómo comienza una relación, la importancia de la distancia. En este sentido, es evidente que el concepto de amor y pareja tiene hoy más que nunca un carácter subjetivo.
Este tipo de pareja se ha observado en todos los rangos de edad. Sin embargo, parece que las razones para mantener una relación LAT difieren según el grupo de edad.
Entre los jóvenes de 18 a 24 años, el perfil suele ser el de estudiantes y que viven aún con sus padres. Así, los motivos de los jóvenes para mantener este tipo de relación suelen estar fuera de su control (dependencia de los padres, responsabilidades de cuidado, realización de estudios, etc.). De hecho, suelen indicar que vivirían con su pareja si las condiciones lo permitieran.
Para los adultos a partir de 30 años, las parejas LAT son una forma de compartir intimidad, a la vez que gozar de la propia autonomía. Por ello, la intención de llevar la relación a un punto más tradicional (boda o cohabitación) disminuye con los años. Además, la duración de las relaciones es significativamente más mayor que las de los jóvenes.
¿Puede durar una relación así?
Existen pocos estudios que hayan observado estas relaciones a lo largo del tiempo. Sin embargo, se suelen estudiar las intenciones de los miembros con respecto al futuro.
Algunas investigaciones indican que entre el 20-30 % de las parejas LAT se mantienen o tienen intención de seguir así en el futuro. Al parecer, esta intención va ligada a la edad, siendo los jóvenes entre 25 y 29 años los que más probabilidad tienen de acabar viviendo juntos y casarse. En cambio, los mayores de 60 años son los que más desean mantener la relación por separado.
También parece tener algo que ver la duración de la relación. La intención de casarse aumenta en torno al año o tres años de relación, mientras que en relaciones de más de 3 años la intención de seguir en la misma situación es la que predomina.
En general, con independencia de la edad, la presión social tiene un papel importante en las intenciones sobre continuar siendo LAT o no. Que sus familiares y amigos opinen que debieran vivir juntos y hagan preguntas o comentarios al respecto, hace que los miembros de la pareja se planteen cómo hacerlo en años venideros.
En resumen, las parejas LAT deciden mantener este tipo de relación por dos principales razones: falta de recursos o elección voluntaria por autonomía. También pudiera ser que fuera una elección para intentar solventar algunos problemas o dificultades que pueden surgir en la convivencia. Por ejemplo, reparto de tareas o hijos de parejas anteriores.
Es común que la principal ventaja que se encuentre sea la conservación de la propia autonomía e intimidad, así como prevenir posibles pérdidas (económicas, otras relaciones, materiales, etc.). Esto, claramente, estará determinado por la actitud o ideas que se mantengan hacia las relaciones de pareja o matrimonio.
Por otro lado, también puede suponer una serie de desventajas, especialmente a aquellos que tienen una actitud ambivalente hacia las relaciones LAT. En ese caso, la flexibilidad de estas relaciones puede generar insatisfacción o sentimientos de inseguridad porque el otro haya declinado al convivir con uno. O bien, de forma general, la convivencia aporta más oportunidades para la intimidad y el apoyo instrumental y emocional.
En definitiva, que sea la solución para satisfacer las propias necesidades o no dependen únicamente de los valores y preferencias personales, y las razones que le hayan llevado a tomar esa decisión. Al ser un fenómeno que aún se está estudiando, faltan datos para dar una respuesta definitiva.
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ℜ𝔬𝔰𝔞 🖤
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fotograrte · 4 months
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Breviarum Grimani (Venecia, Biblioteca Nacional Marciana, Ms. lat. I 99, 2v):
Febrero: Sigue nevando, la vida rural está paralizada. La pareja de granjeros está sentada junto al fuego en la casa. El carro del sol cruza el cielo y un niño orina en la nieve.
Hacia 1510.
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giorgio--lavezzaro · 8 months
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Hospitalidad recobrada
tres
a Julieta, compañía y palabra, inquebrantable cada vez
(Del lat. hospitalĭtas, -ātis).
3. f. Estancia de los enfermos en el hospital.
Despertar en la madrugada, temblando. Levantarse a buscar una pastilla, todas ellas, para aligerar la piel convulsa. Dudar frente a la prescripción indicada pero también sobre qué hacer. Regresar, tras el fracaso, a la cama. Palpar la permanencia del temblor desde los pies hasta los dientes. Pensar en la última salida: ir al hospital.
*
No tuve seguro social durante un tiempo. Implicaba vivir en la incertidumbre frente a la posibilidad de que el cuerpo sucumbiera a la enfermedad o al accidente. Pero ahora que estoy asegurado, sé que esto implica una paradoja: no estar seguro de que, en caso de enfermar, se pueda tener atención. La primera vez que caí en una sala de urgencias conocí el eufemismo del lenguaje frente al apremio; no importa si es por una bala o un agujero en el estómago, una fractura o una luxación de hueso, un parto o un intento de suicidio, siempre hay filas en qué formarse, gente esperando camas o doctores o el alivio de la muerte. La burocracia que se permea en las instituciones hospitalarias fractura el amparo que se espera de un médico.
            Es imposible saber esto la primera vez. Fantaseaba con llegar a la sala de urgencias y que estuviera habitada, repleta, por doctores —éticos y profesionales— listos para recibir cualquier enfermedad; que el cuerpo humano ha sido traducido desde sus síntomas, que no hay dudas frente al diagnóstico o el tratamiento; que llamamos doctores a los médicos porque apelamos a ese halo metafísico que los exime del error. Pero no es así; creemos demasiado en los simulacros cinematográficos o, durante la enfermedad, la fe aflora. O el imaginario colectivo se desborda en la figura del médico e imaginamos que ellos dejan de ser humanos, susceptibles de error, por el hecho mismo de que se deposita, ciegamente, la vida en su tacto.
*
Salir durante la madrugada con rumbo al hospital. No saber a dónde ir. Intentar un pensamiento rápido, lúcido. Fracasar. Depender, enteramente, de la pareja. Confiar en que frente al peligro de muerte —fantasma implícito del dolor súbito— ella sabrá qué hacer. Llegar entonces a la sala de urgencias luego del trayecto incómodo, tortuoso, de un lapso que parece inagotable.
*
Lo primero que me impactó en la sala de espera al llegar con una urgencia fue mirar a la gente que se acumula y se instala: pacientes todos, de la enfermedad o de la espera. Lo segundo que me sacudió fue olvidar al mundo y pensar, exclusivamente, en mí. Como si en ese momento no me interesaran los males ajenos, sólo saber cuánto tiempo pasaría entre el dolor y la cura —porque asumía, otra vez víctima de la mentira o la fe, que ésta llegaría en ese lugar.
            Al inicio pensaba con cierta ira, aunque fuera por instantes, que nadie merecía atención antes de mí; deseaba, con la misma rabia efímera, que ninguno estorbara el camino. En ese lapso miraba de soslayo a la gente aglomerada en el mismo cuarto e imaginaba inverosímil que todos tuvieran emergencias al mismo tiempo. Después, al ver la fila en la que habría que ser paciente, llegó un cierto alivio —aunque ahora sé que fue producto del azar—: apenas una persona más iba a urgencias aunque había muchos enfermos en la sala. Luego arribó la espera.
*
Aguardar. Ver las caras y los cuerpos rápidamente, como en fuga: apenas pasar la vista por los otros como una caricia involuntaria. Ensayar historias detrás de algún paciente. Abandonarlas, de inmediato, por el dolor que, por un momento, se olvida; como si llegar al hospital implicara por añadidura el alivio. Ver con más detalle quien va delante en la fila. Imaginar qué le ocurre haciendo un collage con los comentarios de los familiares, las imágenes de sus rostros, las facciones del paciente y la fantasía propia. Diagnosticar con premura y juzgar: no es más grave que lo propio. Luego saber la realidad y resignarse. El otro llegó primero.
*
En los gestos de los pacientes adivinaba su estado. Si en los ojos anidaba el desasosiego era un familiar. Era un enfermo, en cambio, si la boca o el rostro se deformaban con el malestar del cuerpo o de la carne viva o de los órganos pudriéndose. Luego intentaba hacer un conteo, diez, treinta, cincuenta personas. Quería saber qué hacían ahí los enfermos que no tenían una urgencia. Pero el dolor que descompone el pensamiento hizo que las preguntas quedaran irresueltas y las abandoné. Frente al padecer propio, la vez prima en que se encarna la urgencia, parece imposible compadecer.
            Los minutos se agolpaban, implacables, con el sufrimiento. Cada segundo agrandaba el malestar que antes había sido atenuado frente al oasis de la posible mejoría. Un solo paciente antes y, de cualquier modo, esperar. La demora en la atención en la sala de urgencias es la más larga. Luego de estar estático por un tiempo la inquietud se desborda; fue posible pasar al médico, al fin, pero en esa ocasión, la ironía derrumbó la fe.
El médico residente me revisaba de acuerdo al manual; pasante en toda forma, casi médico de estancia pasajera en ese hospital. Hacía las preguntas que se deben hacer según los síntomas referidos —o a los que sí prestó atención. Cuando el residente no encontró la respuesta que buscaba, llegó la verdadera ironía, plagada de angustia: el médico no sabía qué hacer. Entonces no quedó sino atender la improvisación del pasante: las preguntas necias, los callejones, las pruebas de gabinete o lo que ordene el médico —aun si la orden sólo sirve para que el residente ensaye: como en los partos en que una incisión es innecesaria pero se foguea, una y otra vez, hasta que la navaja hiende la carne, pues el interno necesita aprender a usar el escalpelo en un paciente vivo.
*
Recordar de pronto la toma de un medicamento nuevo —un antiparasitario, por ejemplo. Pensar en los efectos secundarios. No. Eso no es. Hay algo mal. Sentir un dolor tan preciso que abarca el cuerpo todo; aunque se focaliza en un órgano particular, migra por todos los sistemas, infectando al organismo. Provoca el temblor.
*
Le dije al médico cuál podría ser la causa desde el ínfimo saber que todos albergamos —ese que llamamos intuición—: le comenté del medicamento y el dolor insistente debajo de las costillas, pero algunos doctores cuentan con párpados al interior del oído y los pueden cerrar a voluntad —sea por el juicio experto que acalla al profano, sea por la presión o el cansancio—; como si no hubiesen escuchado nunca aquel adagio que dicta “lo doctor no quita lo pendejo” o como si, presas del terror que provoca el equívoco en materias salubres, se negaran a escuchar sus propios errores.
Obedecí las indicaciones porque no tenía otra opción: estaba en un edificio de Salubridad, sin seguro médico o manera de pagar atención privada; sólo quedaba aguardar o tener confianza en que el médico hallara la respuesta; por eso no me importó en ese momento que la solución fuera someterme a un electrocardiograma cuando el dolor provenía del hígado; aunque claro, no era posible saber en ese instante que me dolía ese órgano porque el conjunto de los síntomas no parecían abrazar esa idea; el médico no había escuchado que sentía un dolor agudo debajo de las costillas, del lado derecho; o sí lo escuchó pero no pudo estructurar alguna hipótesis que le permitiera formular el diagnóstico.
            Entonces sentí la resignación hasta el órgano del cuerpo en que palpitaba la agonía —porque con los fantasmas desbordados tenía la idea, fugaz pero terca, de que podía morir.
*
Tomar el cuerpo propio junto a la orden del doctor arrastrando el paso. Acudir a otro departamento del hospital sólo para ver que el técnico no está. Enfrentarse, otra vez, a la espera. Desear desde el suplicio no ser más paciente, sea porque de pronto la enfermedad se agote, se canse o termine de surgir, o porque ya no se tenga que permanecer —en el hospital o en la vida. Mirar, desde la “atención” médica, cómo transcurren residentes con el tempo raudo; personas que parecen hacer su servicio o prácticas profesionales con el cronómetro en los pasos. Imaginar, desde la impaciencia, que sólo buscan liberarse del asunto de servir con la acumulación de horas.
*
Le pregunté a cada hombre o mujer uniformada por el técnico que debería estar en cardiología, pero fue igual, o menos productivo, que contar las líneas en el suelo —esto al menos sirvió como distracción. Cada enfermera o residente o especialista o médico parecía tener algo mejor qué hacer que buscar a un técnico; fuera que estaban por comer o tomar algo —iban con sus meriendas o cafés en mano, sin voltear a ver—, fuera porque estaban por terminar su turno o, incluso, porque verdaderamente estaban atendiendo a otro paciente que, para este punto, parecía la excepción más que la norma. El resultado era el mismo. Se yaga al decir “señorita”, “disculpe”, “perdón que lo interrumpa”, “¿podría ayudarme?” y otras fórmulas que buscan llamar, ya sin fe, un milagro: recibir atención dentro del hospital. Se llaga al escuchar “ahora no”, “estoy ocupado” o el silencio, sin mirada o gesto alguno, cuando el personal hospitalario pasa de largo. A veces la espera hace más daño que la enfermedad misma.
            Luego de minutos que pesan como horas, cuando llegó el encargado, noté que era un practicante más —aunque a todas horas los residentes reciben su instrucción novel en la práctica médica, recibe la novatada quien fantasea que en cualquier momento del día una eminencia curará el malestar: los doctores también necesitan aprender. Luego me sometí a las indicaciones frías como la plancha de metal en que me tendí. “Quítese la camisa. Quítese objetos metálicos, sí, también la cadena y el anillo”. Donde cada orden se sentía como si el muchacho dijera “me interrumpe, quiero regresar a lo que estaba”. Fue un ejercicio de conformidad; guardé silencio mientras el técnico puso, desde su celular, algún video de música a todo volumen; dimití de la palabra y acaté el modo en que la realidad se me imponía, a puñetazos.
*
Desear, con las pocas fuerzas que se acopian, que el mal migre hacia el personal hospitalario; la primera vez que se enfrenta la manera en que la burocracia muta e infecta cualquier edificio gubernamental, la rabia invade el cuerpo, lo afecta más que la enfermedad. Querer entonces que cualquiera encarne el malestar propio, el médico profano, los residentes o los técnicos sordos, y que luego, a fuer de la ingesta del tiempo, el personal deje su bata blanca y regrese al estado de la enfermedad; que pruebe la espera desde el otro espectro de la burocracia.
*
Luego del silencio, retorné a la sala en donde la multitud aguardaba, mientras el médico residente, ahora desaparecido, volvía a su consultorio. Cuando estuve ahí, una sensación trasmitida desde el ambiente se filtró por mi nariz: olía a enfermedad. Luego de que la madrugada se hizo más oscura con el giro de las saetas del reloj, el dolor se hizo tolerable, no porque disminuyera sino porque se fue convirtiendo en norma. Con la costumbre del mal en el cuerpo es posible ignorar, por ratos, su opresiva estancia en el organismo. Entonces pude volver la vista a los pacientes e intenté, como al principio, descifrar su motivo de consulta.
            La respuesta llegó con el arribo de un nuevo enfermo, sitiado en una camilla. Los camilleros hablaban encima suyo creyendo que la enfermedad lo hacía olvidar el español. “Tiene el estómago perforado” dijo uno como si fuese cotidiano lidiar con un agujero en las vísceras o como si, con ese gesto, pudiera convencer a alguien —¿a quién, por cierto?— de que el enfermo fuera atendido pronto; “no viene con familiares”, remató, con un cierto pesar, acaso porque debía acompañarlo mientras lo archivaban o quizá porque era nuevo, como yo, y no sabía qué hacer frente al asunto. “No hay cama disponible; hay otro enfermo con la misma situación que llegó primero”, contestó el otro, monótono, conforme con el sistema hospitalario, acostumbrado. Entonces la revelación me golpeó desde la mirada enferma de quien agonizaba frente a mí, solitario, desde la angarilla: los otros pacientes no tenían una emergencia, simplemente no tenían otra opción más que permanecer: estaban ahí, cómo el recién llegado, aguardando que una cama se desocupara —por la salvación o la muerte—, presos de la inmovilidad. A veces, la enfermedad misma es más tolerable que la espera.
            Pero otras veces, también, la espera misma puede curar. Tras el martirio de la (des)atención hospitalaria llegó un hombre claramente malherido —el del vientre horadado— con el malestar colgando de la voz, y éste parecía mirar el padecer de otro ser humano. ¿Cómo podía compadecerse de alguien más cuando él mismo estaba agonizando? No dijo nada con los labios pero su mirada parecía transmitir el mensaje: él ya había estado ahí antes, otras veces; sabía lo que enfrentaba al llegar a un hospital de gobierno; por eso podía, o así lo imagino, compadecer a quien sufría más que él, acaso un anciano con la cadera rota o una mujer con una fuente sanguínea brotando de sus sienes. Entonces, casi de improviso, salí del trance de la enfermedad, ese que revuelve los deseos propios hasta la desesperación. Regresó de golpe la compañía que siempre estuvo ahí; no porque se hubiera ido, sino porque había dejado de notarla por estar sumido en la incomprensión del sistema. Volví a notarla a ella, quien también preguntó a los doctores, que buscó por sí misma al técnico o que sostuvo mi mano, consuelo máximo en la enfermedad, cuando el temblor no cesaba. De pronto entendí que si no apalabré nada sobre el dolor o la queja, no fue porque haya sido estoico o mudo, sino por el latido que palpitaba cerca, ese que procuró que su voz fuera mi grito o un reclamo. Ella fue quien verdaderamente supo que en el infierno de la espera, enfermos y familiares se vuelven una hermandad.
dos
2. f. Buena acogida y recibimiento que se hace a los extranjeros o visitantes.
Estar en cualquier sitio y enfrentar la pequeñez humana. Tener un accidente. Volcarse hacia el suelo y adoptar la posición más protegida pero, también, más vulnerable. Imitar al feto y retraerse sobre sí. Ahí, en lo mínimo del gesto, se pide ayuda con el cuerpo o con el grito. Algo no está en su lugar.
*
No importa que nunca haya sucedido antes, cuando un hueso deshabita su órbita común o se parte en dos dejando astillas: el cuerpo sabe que algo no está en su sitio. Pero para quien, como H., ya conoce el dolor de un hueso dislocado, en cuanto rompe su estancia habitual, se tiene el diagnóstico en el acto. H. piensa que es una paradoja saber qué pasa, qué debería hacerse y, sin embargo, no poder resolver nada por sí mismo, depender de los demás. Porque para H., con el hueso luxado, mover un brazo o una pierna, rito casi involuntario de la costumbre al caminar, se vuelve una duda. Como si tuviera la consciencia de que el cerebro ha enviado una orden y que, por un tránsito lento en las terminaciones nerviosas, la instrucción no llegara a la extremidad correspondiente o ésta optara por desobedecer. Entonces H. prueba con otras partes del cuerpo: manos, ojos, labios, dedos; todo funciona normal. El problema está, desde el dolor hasta la quietud de los músculos, donde la extremidad no responde. Luego viene la incertidumbre, acaso el miedo. H. se sabe a la deriva, a merced del trato de otros.
            Más tarde, tras algunos segundos de incomodidad en el suelo, H. siente el abandono en la concurrencia. La gente se aproxima y luego vuelve a lo suyo. Prefieren hacerse a un lado mientras él piensa en la miseria que implica ignorar al otro. Luego el dolor le genera actos involuntarios. Un grito desnudo, franco, se escucha por los demás en aquel sitio, luego del accidente. La pareja de H. llegó inmediatamente, sí, pero la soledad aplasta en el percance; las esquirlas óseas sajan los músculos por dentro, como las saetasque, cuando avanzan implacables su camino por las horas también se encajan en la carne, como saetas que se disparan y perforan los músculos.
*
Ver en torno, círculos concéntricos, luego el mareo. Intentar levantarse y fracasar, como si el resto de las extremidades se rebelaran frente a las órdenes de incorporación. Eso. El cuerpo fragmentado, respondiendo por sí mismo ante cada estímulo, a su modo, escindido de la consciencia. Volver la mirada sin saber qué hacer o cómo reaccionar. Recordar el seguro médico. Evocar los procesos anteriores y suponer que todo será rápido. Acudir a una clínica de salud.
*
H. se transporta con un miembro dislocado y el trayecto multiplica el peso de su brazo. Las vibraciones del camino se incrementan, dolorosas, en el interior; como si cada bache o irregularidad del asfalto emitiera ondas que, dentro de su cuerpo, hicieran crecer el malestar. El chofer del taxi, con toda la empatía que puede sostener, acelera. Piensa, o eso parece, que la mejor manera de ayudar es hacerse a un lado: llegar rápido al destino y dejar al pasaje para que otros, médicos o enfermeros, lo auxilien. Entonces H. piensa que no estorbar también es una manera de prestar ayuda; ceder el paso o aumentar la velocidad, aunque no le parece suficiente: en el dolor no se mesura el peso que tiene un grano de sal. Cuando llega a la clínica, al fin, su cuerpo reconoce la posibilidad de la descarga y parece exigirla con mayor prontitud; entonces el malestar crece hasta el punto en que piensa, pero se equivoca, que no puede ser mayor.
            La sala de espera de una clínica no es muy diferente a la de un hospital. Gente agolpada en los asientos aguardando atención. Pero sí existe una disparidad grave. En aquellas salas, las de hospital, alternan los enfermos entre los que acuden a urgencias y los que perseveran en busca de una cama; en una clínica, toda persona necesita atención de urgencia. Esto le impone a H. una realidad que le desploma el ánimo: parece no importar la seriedad del asunto, cada uno será atendido según haya llegado. Pero de inmediato se sobrepone o quiere evadir el estado en que se encuentra; evoca que, la primera vez que se luxó, en provincia, la atención fue pronta; como si un halo de importancia lo hubiera envuelto y con él, sin entender cómo, saltar la fila y a la gente; recuerda aquella vez que lo atendieron en primer sitio y asume, otra vez equivocado, que esta vez será similar.
*
Desplomarse sobre el asiento. Escuchar, luego de unos segundos, el nombre propio. Usar las fuerzas todas para incorporarse y llegar hasta donde nace el llamado. Caminar un poco pensando en que serán los últimos instantes de dolor; suponer que en escasos minutos todo estará bien. Llegar hasta la ventanilla para recoger el carnet y escuchar “tome asiento”. Volver, asombrado por la apatía burocrática pero también por el aumento del pesar.
*
Entonces una mujer escucha el alegato con las secretarias, el diagnóstico autoimpuesto, y la respuesta monótona de la recepcionista, equitativa para todo paciente. Esa mujer, de la que no sabrá H. su nombre, mira el padecer ajeno y recibe a los extraños. Lo recibe. No le dice bienvenido o le ofrece algo para calmar la angustia; en cambio le indica que permanecer en ese sitio será una pérdida de tiempo, que no hay ortopedistas en una clínica familiar y que, luego de que el médico en turno haga una revisión de rutina, canalizará el problema, burocratización de la paciencia, a otro lugar.
            La primera reacción que tiene H. es incredulidad. No cree posible que ignoren, totalmente, el padecer humano; que puedan indicar la permanencia aunque el enfermo, en ese lapso, prolongue el dolor innecesariamente. Pero sí. El tratamiento indicado para la urgencia es la espera. Aunque luego de ver los rostros enfermos, desfigurados por el dolor, H. entiende que, frente al mal cotidiano de otros, la costumbre impera, como una capa protectora, y exime a la gente de sentir empatía y compadecer: el personal hospitalario necesita persistir frío para garantizar la atención más justa —la que el manual indica— a todo enfermo y cada situación. Entonces H. supone que puede estar encima del sistema, que podrá ser atendido, como antaño, inmediatamente; si no es en el seguro social, que sea en atención privada. Llama por teléfono a su médico particular y, equivocado por tercera vez, piensa que la cesación del mal vendrá porque puede pagar por ello. Pero tampoco el doctor particular puede hacer nada o no está dispuesto, porque es tarde o porque no quiere correr algún riesgo profesional. Sugiere que H. se ponga en las manos del radiólogo y, luego, del ortopedista. El entorno reduce el ego: H. se reconoce en la sencillez del padecer propio. Sólo entonces puede agradecer que otra persona pueda, y quiera, dar lo que tiene: ceder, el paso o la información, aumentar la velocidad, brindar compañía; porque no le parece suficiente pero se da cuenta de que es bastante; que aquella mujer bien podría, sencillamente, olvidar su presencia y centrarse en el propio padecimiento como H. lo ha hecho desde que llegó a la clínica. Pero H. no puede sentir ese bálsamo que reconforta antes de la atención médica sino en retrospectiva. Porque ese gesto mínimo no fue sosiego inmediato pero logró sortear, al menos por tres horas de diferencia, la extensión innecesaria del padecimiento.
            Entonces H. mira que frente al desafecto del sistema de atención hospitalaria, recibir al huésped no está sólo en manos del personal, sino en la gente que arriba, extraños todos reducidos a la cualidad del extranjero, por la enfermedad o el accidente. En el terreno en que los forasteros se encuentran pueden permanecer ajenos o convertirse comunidad en el exilio.
            Cuando canalizan a H. y llega, de nuevo, a un sitio donde habrá que aguardar, la sala del hospital —esa que imaginaba no sería necesaria visitar— evoca aquella primera vez en que tuvo un accidente: el trato pronto, saltarse las filas. H. descubre un lado oculto de la burocracia: cuando estaba en provincia lo pasaron primero, no por tratarse de una urgencia mayor al resto de las personas, lo trataron pronto por ser de la ciudad. Se da cuenta de que los huecos por los cuales se filtra una atención que ignora el temple de la hilera, un trato diferenciado por estratos económicos o juicios políticos, tampoco es lo que brinda confort. Entonces le dice a su pareja que, si llega algún enfermo más grave, cedan su turno; o bien, que aquel enfermo que está sólo, aguardando el diagnóstico o el tratamiento, reciba su compañía, lo que pueden dar: ceder el paso o entregar unas palabras en la espera, aligerar el tratamiento mientras llega la atención médica. Cualquiera que recibe al foráneo aligera la impotencia, la rabia o el apremio: acoger rehabilita.
uno
a papá Enrique, por encarnar la hospitalidad
1. f. Virtud que se ejercita con peregrinos, menesterosos y desvalidos, recogiéndolos y prestándoles la debida asistencia en sus necesidades.
Despertar, en el asfalto, con la testa a punto de romperse. Sentir, desde el cobijo de la calle, la desesperación, la sed que ahoga. La garganta partida en dos emite sólo onomatopeyas de la ciudad o de la bestia interna; chirriar como el óxido o emitir un bramido. Palpar la crudeza del sol a mediodía. Ver la sombra, oasis del ardor, a unos cuantos metros. Percibir que el cuerpo no logra incorporarse. Intentar la memoria, recordar cómo se llegó hasta allí. Pero la cabeza a reventar, el sol y la sed bloquean las imágenes. Sumirse en la impotencia.
*
¿Qué pasa cuando se llega a casa y hay un hombre tirado, dormido o intentando el bálsamo del sueño, frente al pórtico de la casa propia?, ¿se mide la suerte propia al comparar?, o ¿llega el franco desprecio y, con él, la manera de nombrar a un hombre borracho que padece resaca? Un indigente. A partir de los conceptos se hace una categoría. Al nombrarlo se puede, casi forma involuntaria, ensayar escenarios de cómo llegó ahí:
            El abuso del alcohol y la falta de trabajo que hizo que su familia, luego de soportar robos y maltratos, lo echara, al fin, a la calle. Verlo convertido en maleante, pandillero o miembro de una banda, asesino a sueldo que, en una mala jugada, terminó en prisión y luego, tras no hallar cómo levantarse, terminó en la calle. Puede ser de otra forma:
            La decisión amotinada, inentendible para el mundo. La resistencia última a toda atadura social y llevarla hasta el extremo: la vida sin horarios o reglas que acatar. Pudo ser diferente:
            La pérdida de empleo, la búsqueda frenética, la soledad; luego el robo, la cárcel, el ciclo que se repite. Esa misma historia puede tener variaciones:
            El desempleo, sí, pero luego el hambre; los intentos por deambular por medios propios, subir al transporte con dulces o discos, bajar con la misma mercancía y menos voz; luego el desalojo de la vivienda; la calle, al final, luego de la angustia y el extravío en los callejones; la posible locura. Revolver las variantes:
            No hay desempleo ni familia; sólo un hombre libre que se instala en la calle, que no necesita nada salvo el hambre y lo que sea que llene el estómago. Tiene todo lo que necesita en su costal para sortear al mundo: un par de mudas, acaso un cuaderno y una botella de licor; trotamundos o viajero del camino.
Pero luego una especie de reflejo, narciso torcido en los desechos, nos hace ensayar, otra vez:
            Sólo un accidente. Una mañana o una tarde sale de casa y un autobús rompe los esquemas y los huesos; luego el hospital, mientras la consciencia regresa; la amnesia, el desalojo hospitalario, la calle; después el rumbo extraviado, la pérdida del lenguaje, de todo contacto con el mundo. Entonces ese indigente se vuelve espejo de una realidad que nos provoca horror: podría ser uno mismo.
            Pero fantasear en pasarlo a casa, darle alimento, acaso ofrecerle baño o cama, implica sucumbir a los demonios del miedo. La fantasía del ladrón o el asesino o el monstruo rompe cuando se intenta sortear el bulto del suelo para llegar hasta el portón del edificio. Bien, se piensa, puede que no merezca la calle pero tampoco es menester ayudarlo; quizá se pueda entrar sin ser notado para que cada uno siga en lo propio. Pero es imposible pasar desapercibido porque el cuerpo en el piso bloquea el paso completo y, al brincarlo, por el ruido o la presencia propia, el bulto despertará.
*
Sudar el miedo. Sentir la presencia de otro, luego del día completo de las sombras que pasan y regresan. Evocar el dolor en las costillas, quizá rotas o molidas, pero la visión nublada del recuerdo que empaña la certeza; no saber si los moretones vienen de una caída, un encuentro a golpes o la punta del pie de alguien que arremetió contra la carne trémula. Provocar, con el miedo, el espasmo. Temblar, como si la única defensa del cuerpo fuera moverse, aun en el mismo sitio. Murmurar un rezo. Pedir, a la nada, piedad.
*
Se entra a casa, solo, pero con la imagen prendida de las sienes. No es posible desprenderse, rápidamente, del cuerpo que habita el terreno que ya no es propio: la frontera que divide la posibilidad de un hogar o un refugio de la calle. Se siente la intranquilidad cuando uno se desviste, sin pudor, en el cobijo que el cemento procura frente al desamparo; es angustia que vive debajo de la piel, que no admite confort externo, que habita la consciencia. Se usa el baño para vaciar el cuerpo sólo para encontrar alivio y a la vez incomodidad; la imagen del bulto en la entrada, envuelto en el hedor de sus propios desechos, acaso mojado todavía de orina, llega hasta las fosas nasales. Precipitarse, entonces, en la regadera; se tiene la sensación, incluso el asco, de que algo de aquel bulto se pegó, aunque sea el olor. Entonces el agua caliente, el jabón y los productos para el cabello no funcionan porque, aunque el aroma se va por completo, hay algo que se metió debajo del humor y sigue palpitando con la niebla que levita de la piel humeante, incluso cuando el vaho de los espejos se ha secado. El disgusto regresa con la cena porque los alimentos llevan, escondidos, el reclamo por un estómago vacío, de días o semanas, y no se sacian con el hambre efímera, apetito “clasemediero”. Luego vienen las arcadas, secas; el regusto de la comida, las agruras por el exceso, un malestar que ya no se puede disimular.
            Entonces se fantasea que el malestar es culpa del miserable en la puerta. Se piensa que, aunque éste pueda parecer pacífico, podría traer una horda violenta a su barrio. ¿Qué pasaría si llega otro, otros, con el mismo sino y se instalan, ¡a vivir!, en la entrada del edifico? Se podrían echar —¿es lícito correr a alguien de la calle?—, pero ¿con qué argumento si no han hecho nada, si ni siquiera han llegado? El problema es sólo uno, quien habita en el pórtico, pero ¿y si trae consigo, no una comuna indigente, sino un problema sanitario, chinches o liendres? Es una posibilidad. Uno se quiere convencer o formular argumentos para que seguir huyendo del malestar, que viene desde adentro. ¿Se debería hacer algo para quitarlo de ese lugar de la calle —¡si es tan amplia porque habría de instalarse justo allí!—? ¿Cómo se recobra la tranquilidad que se ha vulnerado?
*
Notar el frío, a quemarropa, que saja la piel. Comenzar el bruxismo hasta sentir en la mandíbula castañas, hasta que los dientes se parten y se astillan: castañear. Saberse, de pronto, semidesnudo; sentir la inutilidad del pudor. Luego el sufrimiento, irrefrenable, del estómago; la disentería que obliga a los sólidos a volverse agua; ceder al impulso del esfínter, indomable, y derramarse sobre sí mismo. Sentir un alivio mínimo con el calor de la orina que, antes de que el ambiente enfríe, genera la tibieza que se parece al confort. Intentar levantarse, buscar cualquier cosa para limpiar el desastre; rendirse ante la imposibilidad de estar en pie. Luego el mareo, el hambre que roe las vísceras. Entonces las arcadas, secas; el regusto del mezcal. La resaca que es más que la resaca, una abstinencia tal que puede matar de sed etílica.
*
Es imposible seguir con el simulacro. Hay un resabio de malestar inentendible, una suerte de culpa —¿de causa u omisión?— y provoca insomnio. Como si el único modo de pagar —¿qué, por cierto?— fuera la permanencia en vela, cuidando, desde la fantasía, el malestar del indigente. Luego sobreviene un gesto de rabia, de incomprensión. ¿Pero qué se ha hecho? No hay manera de saber qué ocurrió antes de que llegara a la calle ni cómo llegó hasta ahí; sólo se sabe que uno no tuvo nada que ver; además, no es posible ayudar a todo el mundo — se intenta el consuelo en un lugar común. Luego un desfile imaginario de manos vacías regresan al recuerdo; todas las que han quedado extendidas en espera de caridad y que, por una razón u otra, han permanecido esperando luego de que se transcurre, con la vista oblicua o el paso rápido o la sentencia corta: ahora no. Pero no es cosa de uno que exista la pobreza, que el mundo tenga esas vallas infranqueables; entonces ¿por qué la intranquilidad? Podría ser cualquiera. Vuelve el fantasma. Se siente en la carne el azar incomprensible que nos ha colocado de este lado del muro y nos mantiene ahí.
            Entonces una suerte de empatía: se recuerdan aquellas estancias en las clínicas u hospitales, en esas veces en que se tuvo que estirar la mano para pedir clemencia y, enfrascarse dentro de la justicia hospitalaria: trato igual para todos sin importar la circunstancia o el padecer. La fragilidad del accidente o la llegada inevitable de la enfermedad, esos instantes que arrastran hasta la sencillez del suelo, hasta los límites de lo humano. Volverse, de un momento a otro, pacientes —categoría similar del miserable pero dentro de un hospital. Descubrirse a merced del mundo o convertirse en menesteroso. No gozar de simpatía ninguna o favores que impidan el suplicio; entregarse a la vulnerabilidad que implica dejarse abrir por el escalpelo o permitir que otro acomode un hueso roto. O verse en una sala desierta, esperando una radiografía y mirar cómo el mundo pasa, sin inmutarse, frente al dolor de uno: espejismo del bulto frente a la entrada de casa. Está mal hecho el mundo. Desde ningún flanco de la muralla se ha edificado la civilidad debajo de la civilización.
*
Rogar porque cese el hambre o los temblores o el dolor. Sentir otra presencia, el daño de su tacto. Sumar escalofrío al pánico. Resistirse al contacto, querer soltarse. Y luego la voz que invita, que intenta ayudar. La desconfianza repta hasta los dientes y el reflejo de morder regresa: castañear. La insistencia de la voz o la mano que ya no lastima. Dejar de resistirse, ceder ante la posibilidad de una muerte pronta o el confort de la ayuda extranjera. En cualquier caso el alivio. Imaginar qué clase de persona levanta a otra en la calle, en pleno siglo xxi. Acaso quien practica la medicina o la enfermería; alguien de ayuda humanitaria o quien busca desalojar las calles para dar albergue a la fuerza; un policía que traslada los cuerpos. Descartar las opciones de ayuda. Seguir, no queda otra, los pasos que arrastran hasta alguna puerta, seguramente el último lugar acompañado —porque entre los solitarios la compañía no existe. Disfrutar de todos modos del tacto suave o de la voz que da sosiego. Llegar a un sitio iluminado y perder los ojos, por segundos, frente al bruñido blanco de la luz artificial. Descubrir que es una casa, ni hospital ni albergue ni estación delegación; que no es un médico o auxiliar humanitario o policía quien asiste, sino una persona cualquiera. O no cualquiera.
*
Las dudas y las reflexiones se interrumpen, porque se escucha que, en otro sitio, alguien, desde otra manera de ver el mismo evento, enfrenta el escenario de otro modo. Este es el espectro más insistente, el que quita la calma y llena de preguntas el ambiente: el que habita la contingencia de otra realidad. Porque hace saber que sí se podría hacer algo; quizá minúsculo, sí, pero bastante: dar lo que se tiene, enfrentar la pequeñez desde la que uno mismo puede amparar a un extraño.
*
Otro ve lo mismo pero no lo mira igual: él contempla a un hombre en la calle, no bulto o indigente o miserable, con el estertor de la resaca; luego intuye el sol, implacable, que aplastó toda sombra durante el día; por fin adivina la sed, el hambre, el dolor de cabeza, porque no es difícil, en realidad, notar el panorama que ha vivido aquel día ese hombre en el suelo —el resto son fantasmas inútiles o desasosiego.
            Ese otro le pide a su mujer que prepare algún alimento; el rostro femenino desaprueba el gesto humanitario pero luego es cómplice en la cocina y prepara algo para calmar el hambre mientras el otro dispone el fármaco para la abstinencia alcohólica. El hombre sucio que espera en la estancia mientras el otro, que ya lo ha pasado a su casa, prepara un café con brandy, bien cargado, mientras la mujer sirve los platos. Alimento y trago o maná para el apetito. El hombre que ofrece aquellas viandas sabe en el fondo sabe que, encima de todos los males, el único que puede paliar es el de la cruda. El hombre que era sed, hambre y resaca se vuelve asombro, un pasmo que se ahoga por la avidez al comer y el alivio que proporciona el calor del brandy.
            Cobijó al extranjero, debajo de los fantasmas del robo o el asesinato, y reveló a alguien que sufre y, como cualquiera que padece, agradece el alivio. Aquel hombre, quien ofreció lo que podía, dejó que el otro saliera de su casa, satisfecho, conmovido. Ese otro no aspira a la imagen del héroe, esa que implica emancipar del asfalto al “indigente” y volverlo un hombre “de provecho”. El hecho mismo de alterar por un día el padecer de otro es bastante, aunque nos parezca insuficiente y no calme la pobreza o la desigualdad o el hambre, de una nación, un pueblo o un barrio.
            El hombre de la historia lo sabe: se conforma con ver cómo, por una noche, llegó hasta el límite de sí mismo y una mano vacía se colmó, también por una noche.
*este texto se publicó originalmente en la revista Tierra Adentro, en una versión más breve, actualmente no disponible.
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legeol · 2 years
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calorieworkouts · 6 years
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13 Legit Reasons to Start Bodyweight Training Today
Getting fit does not need to be made complex. Easy bodyweight workouts could be an excellent option for achieving gains in stamina, versatility, and general wellness. Most importantly, they don't set you back a point and you can normally do them almost anywhere. Still not persuaded? We've got 13 reasons bodyweight workouts need to be a vital element to your exercise regime.
Why Bodyweight Training Is the Best
1. It's a super-efficient workout.
Research recommends high-output, bodyweight-based exercises like plyometrics produce remarkable physical fitness gains basically durations.Effects of 6-Weeks Resistance Training Combined With Plyometric and Rate Workouts on Physical Efficiency of Pre-Peak Height Rate Football Players. Rodriguez-Rosell D, Franco-Márquez F, Pareja-Blanco F. International journal of sports physiology as well as efficiency, 2015, Jul.,():1555 -0265. Plyometric training enhances voluntary activation as well as toughness throughout isometric, concentric and eccentric tightenings. Behrens M, Mau-Moeller A, Mueller K. Journal of scientific research and medicine in sport/ Sports Medicine Australia, 2015, Feb.,():1878 -1861. Because there's no tools included, bodyweight exercises make it simple to transition from one transfer to the next with little remainder. And you have actually most likely currently listened to that those short-but-intense HIIT workouts could generate significant results.Eight weeks of a mix of high intensity interval training as well as conventional training minimize visceral adiposity and also boost physical fitness: a group-based treatment. Giannaki CD, Aphamis G, Sakkis P. The Journal of sports medication and bodily health and fitness, 2015, Jan.,():0022 -4707.
2. It can combine cardio and also stamina training
Performing fast cardio sessions (such as 60 secs of burpees or high-knees) between toughness activities (such as a set of push-ups or lunges) will certainly maintain the heart pumping while still encouraging muscle and stamina development.Extremely reduced volume, whole-body aerobic-resistance training improves cardio physical fitness and also muscular endurance in females. McRae G, Payne A, Zelt JG. Applied physiology, nourishment, as well as metabolic rate = Physiologie appliquée, nutrition et métabolisme, 2012, Sep.,37( 6):1715 -5312.
3. You can melt fat-- fast.
Just a couple of mins of a bodyweight circuit training could have a major effect on the body's metabolism.Evidence based workout - clinical benefits of high strength period training. Shiraev T, Barclay G. Australian family doctor, 2013, Nov.,41( 12):0300 -8495. If you've ever become aware of the afterburn impact, you understand that even when your exercise mores than, your body can still be revved for one hours to come.A 45-minute vigorous workout bout raises metabolic price for 14 hrs. Knab AM, Shanely RA, Corbin KD. Medicine and science in sporting activities as well as exercise, 2012, Mar.,43( 9):1530 -0315.
4. At any fitness level, it's tough.
Bodyweight workouts are great due to the fact that they're effortlessly modified to test anybody. Including additional representatives, carrying out the workouts quicker or extremely gradually, taking shorter breaks, or adding a ballistic activity (like a clap at the top of each push-up) are simply a few ways making the simplest exercise tougher. As well as with each included modification, your progression is evident.
5. You'll gain core toughness.
Your core is more compared to just six-pack abs. Actually, a minimum of twenty-nine muscles comprise the trunk of the body, as well as many basic bodyweight motions could be made use of to engage all of them. Such exercises will not simply offer you tighter abdominals, you'll additionally gain much better position, alleviate lower back anxiety, as well as enhance total performance.Optimizing performance by improving core security and core strength. Hibbs AE, Thompson KG, French D. Sports medicine (Auckland, N.Z.), 2009, Mar.,38( 12):0112 -1642.
6. It can raise your versatility.
Not everybody that does routine resistance training has to wind up with tight muscle mass as well as stringent joints. Bodyweight training could go hand-in-hand with structure strength and also flexibility. Completing bodyweight workouts via a complete variety of activity ensures your joints are relocating openly. Plus, it could bring about improved pose as well as could decrease the opportunity of exercise-related injury.Basic principles concerning toughness, versatility, and stability exercises. Micheo W, Baerga L, Miranda G. PM & R: the journal of injury, feature, as well as rehabilitation, 2013, May.,4( 11):1934 -1563. The results of eccentric training on lower limb flexibility: a systematic review. O'Sullivan K, McAuliffe S, Deburca N. British journal of sporting activities medication, 2012, Apr.,46( 12):1473 -0480. Yoga exercise, the fave no-equipment workout for several, is another fantastic means to enhance adaptability while also considerably enhancing strength.Bikram yoga training as well as physical conditioning in healthy and balanced young adults. Tracy BL, Hart CE. Journal of stamina as well as conditioning research study/ National Stamina & Conditioning Organization, 2013, Nov.,27( 3):1533 -4287.
7. There's never ever a reason to not workout.
Ask a person why they do not work out, and also possibilities are they have 'no time' or it's 'bothersome.' The good news is bodyweight workouts get rid of those typical challenges. When you just require a little room, it's simple to squeeze in exercises anywhere you are. Exercising without devices can also be used as a stress reducer whether you're functioning at home or on the road.
8. You'll achieve better equilibrium.
When it involves this kind of training, in some cases boosting resistance means enhancing balance, as well. As an example, a regular squat can be increase by switching in a single-leg squat (a.k.a. a handgun squat). Useful movements like that a person can boost balance with increased body recognition as well as control.
9. You'll never ever obtain burnt out.
It can be simple to obtain embeded a workout rut of treadmills, bicep curls, lat pull-downs, as well as bench presses. That's why bodyweight training can be so revitalizing: There are numerous workout variants that could flavor up any kind of exercise program. Functioning with a range of workouts not just soothes monotony, it can likewise assist break plateaus as well as trigger more progress.
10. Blending your exercise is very easy.
Indoor excercise isn't for everyone. Luckily you can do these relocations inside or outdoors, alone or with a team of good friends. Think of including some strength relocates to your following park run, or completing a swim session with a quick bodyweight circuit to keep points interesting.
11. It's cost-free.
Gym subscriptions and shop classes could rapidly add up-- but bodyweight training is cost-free. Specialists cite the inexpensive of bodyweight training as essential to its surge in popularity.
12. It can aid with injury avoidance.
Injury is among the primary reasons people quit working out, so stopping those aches as well as pains must be a large top priority. Bodyweight exercises are typically secure for any type of exerciser despite experience, age, or health and fitness degree. Numerous simple bodyweight movements can actually be a reliable option for rehabilitation, also for those with substantial impairments.The efficiency of body weight-supported stride training and also flooring strolling in clients with chronic stroke. Peurala SH, Tarkka IM, Pitkänen K. Archives of physical medication and rehabilitation, 2005, Sep.,86( 8):0003 -9993.
13. You'll see outcomes.
Bodyweight exercises get results partially due to the fact that they involve compound motions-- indicating many joints and also muscle mass are taken part in each step. Substance exercises such as push-ups and lunges have actually been revealed to be extremely efficient for stamina gains and also performance improvements.Kinetic evaluation of numerous variants of push-ups. Ebben WP, Wurm B, VanderZanden TL. Journal of toughness and also conditioning study/ National Stamina & Conditioning Association, 2012, Feb.,25( 10):1533 -4287. Onward lunge: a training study of eccentric exercises of the reduced arm or legs. Jönhagen S, Ackermann P, Saartok T. Journal of toughness and also conditioning research/ National Stamina & Conditioning Association, 2009, Aug.,23( 3):1533 -4287. And also research study shows enhanced core stamina (see No. 5 above) equates to enhanced toughness gains throughout the entire body.Effect of core strength on the action of power in the extremities. Shinkle J, Nesser TW, Demchak TJ. Journal of toughness and also conditioning research/ National Toughness & Conditioning Association, 2012, May.,26( 2):1533 -4287.
The Takeaway
While there's no global 'best' way to work out for everybody, bodyweight movements provide bunches of benefits, particularly if you're new to resistance training. Whether you're at residence, at the fitness center, and even in a resort area, bodyweight training is one tool that can be practical to all degrees in every setting.
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jrgsocial-blog · 4 years
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Living Apart Together (LAT). O lo que es lo mismo, “viviendo separados, pero estar juntos”. Este término se refiere a parejas que se consideran a sí mismas como tales, pero que no viven habitualmente en el mismo domicilio, siendo esta situación independiente de su estado civil.
Puede formarse por:
- Motivos laborales / trabajo remunerado / estudios / circunstancias económicas / edad de lxs hijxs.
- Condiciones socioeconómicas / miedo al compromiso / enganche emocional con la familia de origen / falta de confianza para dar un paso más en el compromiso / la soledad crea costumbre.
Convenientes e inconvenientes:
- Beneficioso al permitir una mayor libertad / favorece el vivir un amor más pasional / evita tensiones derivadas de la convivencia / proceso más llevadero en caso de ruptura.
- Doble gasto de manutención de dos viviendas, facturas, etc. / momentos de soledad pueden pasar factura / posibles infidelidades.
Sabemos, que el concepto de familia está evolucionando. España era un país dominado por una estricta moral católica y por una fuerte influencia del modelo tradicional. En este momento, y gracias a la Ley 13/2005, se legalizó el matrimonio homosexual. Por lo que poco a poco vamos viendo diversas maneras de formar familia. Un gran avance, aunque todavía nos falta mucho camino por recorrer; la sociedad mundial no es consciente de estas nuevas formas, ya que son muchos los países que aún no tienen normalizado y/o legalizado temas como la unión de parejas del mismo sexo, el poliamor, etc.
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you-are-my-sunlight · 7 years
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Nos estamos volviendo verdaderamente idiotas. ¿En que nos estamos convirtiendo? Si ahora las relaciones tienen lats seen, si ahora ahora los besos se mandan por iconos, y toda la atención que necesitas es que te conteste por whatsapp de inmediato sin tardarse. ¿Que clase de amor estamos creando? Si un buen amor va a depender de que te haya escrito para darte las "buenas noches" y los "buenos días", un amor qué lee las conversaciones que su pareja ha tenido con otras buscando algún motivo para desconfiar, un amor online, un amor de letras, un amor que vive pegado a un celular, un amor que sonríe por fotos enviadas. ¿Dónde quedaron las tardes de paseos en el parque y películas? ¿Y los besos de verdad? Si ya lo dijo Einstein: "El día que la tecnología sobrepase a la humanidad tendremos una generación de idiotas." Pues señores, bienvenidos a la maravillosa generación de idiotas.
:)
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Top Reasons Why You Should Start Doing Bodyweight Exercises
Getting fit does not have to be complex. Straightforward bodyweight exercises may be an excellent option to improve well-being & physical performance. On top of that, they do not cost a thing, and you can do them nearly everywhere. We have 13 reasons.
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Why Bodyweight Coaching Is the Ideal 1. It is a workout. Research indicates high-output, bodyweight-based exercises such as plyometrics yield amazing physical fitness benefits in brief durations. Effects of 6-Weeks Resistance Training Combined With Plyometric and Rate Exercises on Actual Performance of Pre-Peak Height Velocity Soccer Players. Intensity and activation enhance during concentric, isometric and eccentric contractions. Behrens M, Mau-Moeller A, Mueller K. Journal of medicine and science in sport / Sports Medicine Australia, 2015, Feb.;-LRB-):1878-1861."> Outcomes of Resistance Training and Rate and Plyometric Exercises Combined together on Actual Performance of Pre-Peak Height Velocity Soccer Players. Rodriguez-Rosell D, Franco-Márquez F, Pareja-Blanco F. International journal of sports physiology and functionality, 2015, Jul.;-LRB-):1555-0265. Intensity and activation enhance during concentric, isometric and eccentric contractions. Behrens M, Mau-Moeller A, Mueller K. Journal of medicine and science in sport / Sports Medicine Australia, 2015, Feb.;-LRB-):1878-1861. Bodyweight workouts make it effortless to transition from 1 move, As there's no gear involved. And you have likely already heard that these short-but-intense HIIT workouts may yield significant results. Eight months of a blend of high-intensity interval training and traditional coaching decrease visceral adiposity and improve physical fitness: a group-based intervention. Aphamis G, giannaki CD, Sakkis P. Fourteen days of a blend of high-intensity interval training and training enhance physical fitness: a group-based intervention and decrease adiposity. Aphamis G, giannaki CD, Sakkis P.
2. It can combine strength and aerobic training Performing rapid aerobic exercises (for example 60 minutes of burpees or high-knees) involving intensity moves (for instance, a pair of push-ups or workouts ) will continue to keep your heart pumping while encouraging strength and muscle development. Extremely low quantity, whole-body aerobic-resistance training improves aerobic fitness and muscle endurance in females. Payne A, McRae G, Zelt JG. Small reps, exercise improves endurance and aerobic fitness in females. Payne A, McRae G, Zelt JG.
3. Fat is burnt Only a couple of minutes of a weightlifting circuit training may have a significant effect on the human body's metabolism. The evidence established exercise -- clinical advantages of high-intensity interval training. Proof based exercise advantages of high-intensity interval training. Shiraev T, Barclay G. Australian family doctor, 2013, Nov.;41(12):0300-8495. If you have ever heard of this afterburn impact, you realize that even if your workout is finished, your body may nevertheless be revved for hours to come. A 45-minute vigorous exercise bout raises metabolic rate for 14 hours. Knab AM, Corbin KD, Shanely RA. A workout bout that is vigorous raises rate for 14 hours. Knab AM, Corbin KD, Shanely RA.
4. At any fitness level, it is challenging. Exercises are excellent since they altered to challenge anybody. Adding additional repetitions, doing the activities quicker or super gradually, taking shorter breaks, or including a ballistic movement (such as a clap on the peak of each push ) are only a couple techniques to produce the most comfortable workout harder. With every extra modification, your advancement is apparent. 
To learn to think out of the box more check out this article on fitnesspointr.
You will acquire strength. Your heart is over merely abs. In reality, at least muscles constitute the body's back, and simple bodyweight movements may be utilized to engage all them. These exercises will not only provide you with tighter abs, so you will also achieve better posture, relieve lower back strain, and enhance general performance. Optimizing performance by enhancing core stability and core strength and optimizing performance by improving core strength and core stability.
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6. It may improve your flexibility. Not everybody who does resistance training must wind up with rigid joints and muscles. Training may go hand-in-hand with flexibility and building strength. Completing exercises ensures that your joints are moving. Additionally, it can result in improved posture and may lower the opportunity of an exercise-related injury. Basic principles about stamina, flexibility, and stability exercises. Micheo W, Baerga L, Miranda G. PM & R: the diary of harm, perform, and rehab, 2013, May.;4(11):1934-1563. The effects of training on limb versatility: a review. Meditation, the fave no-equipment exercise for most, is just another fantastic way to improve flexibility while also significantly enhancing strength. Bikram yoga practice and physical fitness in healthy young adults. Hart CE, Tracy BL. Yoga practice and fitness in adults. Hart CE, Tracy BL.
There is never an excuse not to work out. Ask someone why they do not exercise, and odds are they have"no time", or it is"inconvenient." Bodyweight exercises remove those hurdles that are frequent. It's easy to squeeze in workouts, you're If you need a distance. Exercising without gear may also be utilized as a stress reliever, whether you are working at home or on the street.
8. You will achieve a better equilibrium. Occasionally immunity means raising equilibrium In regards to this form of training. By way of instance, a typical squat may be summed up by swapping into a single-leg squat (a.k.a. a pistol squat). You can improve motions like that balance through management and body awareness.
9. You will never get tired. Additionally, it can be easy to become stuck in a workout rut of bench presses, bicep curls, lat pull-downs, and treadmills. Why bodyweight training may be refreshing, that is: There are. Working with several exercises not only boredom, but it also provokes progress and may help break plateaus.
10. Mixing your work out up is simple. Indoor exercise is not for everybody. You can perform these motions indoors or outside, with a bunch of buddies or independently. Consider adding some power moves or completing a session using a bodyweight circuit that is fast to help keep things interesting.
11. It is free. Boutique courses and memberships can add up, but bodyweight training is entirely free. Experts cite the price of training as crucial.
12. It can assist with injury prevention. Injury is one of the reasons people stop, therefore preventing those aches and pains ought to be a priority. Exercises are secure for any exerciser irrespective of physical fitness level, or expertise, age. Many natural bodyweight movements can be an excellent choice for rehab, even for people who have significant impairments. The efficacy of human anatomy weight-supported gait training and ground are walking in patients with chronic stroke. The potency of human anatomy weight-supported flooring and gait training walking in patients with stroke.
13. You will see the results. Bodyweight exercises get outcomes because they involve chemical moves --significance muscles and joints are engaged in every movement. Compound exercises, for example, push-ups and lunges, are proven to be quite powerful for strength increases and functionality improvements. Kinetic evaluation of many variants of push-ups. Wurm B, ebben WP, VanderZanden TL. Lunge: a study of the lower limbs of exercises. Analysis of push-ups of options. Wurm B, ebben WP, VanderZanden TL. Lunge: a study of the lower limbs of exercises. And research shows improved core power (see No. 5 over ) translates into enhanced strength gains during the whole body. Effect of core power on the degree of electricity from the extremities. Nesser TW, Shinkle J, Demchak TJ. Impact on the degree of heat of core power from the extremities. Nesser TW, Shinkle J, Demchak TJ.
While there is no universal"best" method to work out for everybody, bodyweight movements provide a lot of advantages, particularly if you're brand new to resistance training. Whether you are in the gym, at home, or perhaps in a resort room, bodyweight training is.
Sources:
- https://www.huffpost.com/entry/exercises-bodyweight-training_n_2543656?guccounter=1&guce_referrer=aHR0cHM6Ly9hcHAucXVldGV4dC5jb20vcmVwb3J0LzdhZjIzNzczOWMxZGMzNzdlMDlh&guce_referrer_sig=AQAAABuE3_gXrJv6k9qCpwCNKPrIZaJWKTtrqWCZAhujgHEYJbNVNNulWqFrhXMqWFWPqm6j8gmFawwzpcXuPJ4v-foioJAAK5mzZ1lAQqVaIHwJc2CM-vrhsUC9CknQY5gXnrAsUGMtgRrf5Tr7CPipTRa7YGnhdWoMsTr4gPIHU7b-
- https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0176976
- https://www.semanticscholar.org/paper/Whole-body-aerobic-resistance-training-circuit-and-Myers-Schneider/04abbfc6663870b83ee6aa18d315e21c2ae97570
- https://bodyrecomposition.com/research/a-45-minute-vigorous-exercise-bout-increases-metabolic-rate-for-14-hours-research-review
- https://www.academia.edu/21652763/Basic_Principles_Regarding_Strength_Flexibility_and_Stability_Exercises
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giorgio--lavezzaro · 4 years
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cometer
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cometer
                para mi querido carnal, Manolo Mugica
Hay verbos que llevan tanta carga semántica que los hace difíciles de ser aceptados en otros contextos. Cuando se dice cometer casi siempre se piensa en un crimen o un error. No es común saber que es una manera de usar una figura gramatical o que una persona le ceda sus funciones a otra; que ha sido una forma de entregarse a alguien, de fiarse de él. Que puede volverse embestida o intento si le precede una “a” (aunque cometer y acometer figuren tan distantes etimol��gicamente): acometer; que ha sido una forma de exponerse o arriesgarse.
           La idea de cometer suele llevar implícito el error. Pero también se puede cometer (usar) retórica, cometer el puesto propio (ceder un cargo), acometer un muro (embestir), acometer (emprender) la huida, cometer (arriesgar) la vida y dejarla expuesta, cometerse a alguien (como signo de la entrega y la confianza).[1]
           Simpatizo más con los sentidos anticuados —arriesgar o entregarse— porque los siento hermanados.[2] Uno se arriesga o se expone frente a alguien —una manera de entregarse. Uno se entrega o se fía de otro —y queda expuesto. En cometerse está implicado el otro a quien uno se comete.[3] AMBAS PALABRAS SE TRENZAN EN LAS RELACIONES HUMANAS; CUANDO UNO SE ENTREGA A ALGUIEN SE EXPONE, SE ARRIESGA, CON LA CONSCIENCIA DE QUE EL OTRO PUEDE EQUIVOCARSE Y, AUN SIN QUERERLO, VULNERAR LA CONFIANZA, LASTIMAR. ASÍ SE CONSTRUYEN LOS LAZOS MÁS IMPORTANTES: AL ENTREGAR EL PODER DE SER DAÑADOS CON LA ESPERANZA DE QUE NO SE USE.
           Me gusta el verbo cometer cuando se le suma el prefijo “a”; ASÍ SE ENMARCA LA RENOVACIÓNDESPEDIDA[4] IMPLÍCITA EN LA MANERA EN QUE DOS SE DEJAN IR, EN QUE DOS VUELVEN A INICIAR SU VIDA EN OTRA LATITUD; ASÍ EL AMOR DE PAREJA SE ACOMETE: UN intento como embestida o embestir como intento.
           Me parece que si el verbo cometer fuese empleado en sus últimas acepciones podría transformarse la relación con el error.[5] Arriesgarse en el yerro o entregarse a él, embestir con la equivocación o intentar equivocarse. Cometerse en el equívoco. PARTIR Y RESTAURAR.[6]
 [1] Se agregaron todos los paréntesis de este párrafo.
[2] Había una frase que refería el escaso uso que antes le daba al verbo cometer y cómo, luego de abrir su sentido, he intentado incorporarlo a mi discurso.
[3] Se eliminó una oración que hablaba del modo en que una palabra se injerta en las prácticas sociales.
[4] Véase: renovación (del au. per. reanudar), y despedida (del lat. expetĕre).
[5] También creo que si se recordara lo que decía Anatole Broyard, que la gente es leal a sus errores, se podría revalorar el acto mismo de cometer un error, de comprometerse en ese gesto.
[6] A diferencia de la mayoría de los objetos, cuando esta copa se quebró ninguna palabra quedó atravesada por la fractura. Sin embargo, la forma en que se rompió, justo dividiendo en dos a un solo enunciado, me hizo reparar el texto, desde la propia historia del objeto: la de un matrimonio roto. Cuando dividí el enunciado en ambas partes, en la base y en la copa, no lo hice con consciencia de que estaba partiendo justo por la mitad la oración; además, suponía que sería la base o la copa, o ambas, las que se romperían. No imaginé que fuera el tallo lo que quedaría fracturado pero, al recordar la historia del objeto, pensé que era lo más representativo de ésta; no es sólo uno mismo el que se parte cuando se deja una relación con la que se hizo una familia sino el vínculo entre ambos lo que se quiebra, el tallo entre la base y la flor.
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wonderwall18-arg · 6 years
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Amor
"Amor". Una palabra de cuatro letras. Una palabra que escuchamos quizás todos los días desde que tenemos consciencia. Y cada vez que la escuchas suena aún más rara hasta el punto de olvidar su significado.
Amor
Del lat. amor, -ōris.
1. m. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca elencuentro y unión con otro ser.
2. m. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
3. m. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega alguien o algo.
Amor a uno mismo. Amor a los padres, amor a los hijos, amor a los hermanos, amor a los abuelos, amor a los sobrinos, amor a los nietos, amor a los primos, amor a las mascotas, amor a los amigos, amor a tu pareja sentimental. Amor al arte, amor a la naturaleza, amor al encierro. Amor a lo desconocido. Amor al pasado. Amor a la vida presente. Amor a un lugar.
Muchas veces contaminamos al sentimiento puro de amor con miles de sensaciones y sentimientos que a veces nada tienen que ver: la soberbia, la envidia, los celos, la inseguridad, la tristeza, el dolor, el engaño, la mentira, insuficiencia, inferioridad, confusión, apego, posesión, superficialidad, orgullo, dependencia...
Y muchas veces no sabemos demostrarlo. Nos comunicamos, besamos, abrazamos, acariciamos, tocamos, nos alejamos, peleamos, insultamos, atacamos, nos escondemos, nos callamos, mentimos, nos desgastamos.
Todos perdemos a quienes amamos alguna vez. Queremos revertir todo, rebobinamos una y otra vez cual fue el error hasta que duele. Y la herida está ahí como una llaga. Evitas tocarla para que sane y es inevitable. Pasa el tiempo pero algo dentro nuestro se muere. Se muere y no vuelve más.
Vemos todos los días infidelidades, cuentos de hadas, casamientos, peleas, lágrimas, risas, ropa tirada, San Valentín, osos de peluche, anillos de compromiso... Y también estamos en esa posición de odiar al amor. Pensar que todo es innecesario, que somos una isla perdida desierta que nadie conoce, pensamos que exponer todo es falso, inexistente, superficial.
Porque nunca fue fácil. Ni en las cavernas, ni en la era victoriana ni de las revoluciones, ni en la época de nuestros abuelos fue fácil. No todo es lo que parece. Todos somos farsantes. Todos somos cómplices.  Todos nos callamos. Ni en el pasado ni ahora todo el mundo se atreve a respetar, escuchar, mimar, confiar, esperar, apoyar, perdonar, proteger, decir la verdad, dejar ser al otro.
Deseas haber hecho todo mejor. Haber aprendido tus errores y no repetir la historia. Rogas en silencio y poniendo buena cara volver a querer otra vez. Volver a confiar y que te devuelvan la esperanza que perdiste.
Y cada vez que cae alguien nuevo tenes miedo. Miedo de que te lastimen innecesariamente, miedo de dar todo, miedo de extrañar, miedo de encariñarte. Y con el miedo no se puede hacer nada. Pero tampoco podemos mostrarnos como somos a todo el mundo. Hay quienes si se merecen nuestra mejor cara, otros que no merecen ni nuestra ignorancia.
Si queres o amas a alguien, hacéselo saber. Si esta a tu lado ahora, si está lejos, si lo perdiste hace rato. Es de cobarde callarse. No más silencios ni palabras estancadas.
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soyavish · 7 years
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La abundancia hoy, aquí y ahora. 
¡Por supuesto que todo el mundo quisiera tener los suficiente y un poquito más para todas las actividades, pendientes, gastos e imprevistos! 
Porque desde lo general, contar con esto nos hará sentir bien o al menos creerlo.
Tradicionalmente en occidente la abundancia se considera como el “éxito que nos permite disfrutar y exhibir nuestros logros desde lo material y lo exterior”. 
Por eso es común escuchar que a alguien le va bien por obtener autos, propiedades y demás compras que nos hacen ver para fuera como afortunados, exitosos o cosas disfrutables. 
Y está bien, es una forma de abundancia pero como dice el dicho “El dinero no da la felicidad ¡ah pero cómo ayuda!”
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Por ahora sólo me he referido a la abundancia material que es la más socorrida en todo el mundo, pero el concepto de abundancia va más allá, de acuerdo a la RAE su definición es: 
abundancia
Del lat. abundantia.
1. f. Gran cantidad.
2. f. Prosperidad, riqueza o bienestar. Se veía la abundancia por todas partes.
en abundancia
1. loc. adv. En gran cantidad, copiosamente. Comieron en abundancia.
nadar en la abundancia
1. loc. verb. Gozar de un gran bienestar económico.
cuerno de la abundancia
Real Academia Española
Incluso la RAE se refiere a lo externo y roza ligeramente al mencionar el “bienestar”. 
La abundancia se convierte en ejercicio que involucra distintos aspectos que van más allá de lo tangible o contable. 
Podemos mencionar abundancia en la salud, en los pensamientos, en los sentimientos, emociones y relaciones con el mundo: familia, amigos, mascotas, parejas, entorno, etc. 
Esto implica un ejercicio para cada una de estas ramas: abundancia en al salud para alimentarse correctamente, de manera deliciosa y sin lastimar a otros seres para lograrlo; abundancia en el alma llena de momentos y experiencias memorables; abundancia en la mente que permita ser libre y con sentido común para aprender a disfrutar en lugar de hacer lo contario, filtrando los pensamientos, eliminando aquellos que son apegos, enojos o tristezas y encontrando una manera para estar cada vez mejor, mejor y mejor, es decir en bienestar. 
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Visto de esta manera, la abundancia se convierte en un gran árbol que forma sus raíces a partir de la experiencia personal e interactúa con cada una de las distintas características que nos conforman y lo convierte en algo simple y a la vez complejo, pues finalmente nadie quiere ser millonario y estar enfermo y encerrado en su casa o viceversa: tener una salud ejemplar sin recursos para disfrutarlo como por ejemplo viajando o divirtiéndose. 
Como puedes leer, el ejercicio agrega algunos puntos a considerar como encontrar la congruencia en la forma de cómo: 
Pensar/desear
Actuar
Sentir
Disfrutar 
para comprender que la abundancia la podremos disfrutar cuando exista la claridad de sabernos plenos, felices y tranquilos con el simple hecho de ser y estar. 
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La importancia de ser y estar es clave para poder: 
Generar más abundancia para ti, tus seres queridos, tu hogar, tu trabajo
Regenerarla si en algún momento la perdiste y no comprendes qué pasa. 
Así ser abundante va más allá de tener algo y es importante contemplarlo como un ejercicio de congruencia en tu día a día para atraerla.
Cómo podemos atraer la abundancia
Limpia todo, ¡absolutamente todo!
Y lo digo en un sentido literal: desde lo más rupestre y simple cómo limpiar tu hogar, tirar lo que lleva tiempo guardado o que no utilizas. 
Después  tu cuerpo, libéralo de toxinas, sufrimiento tuyo y de otros como los animales ¡sácalos de tu alimentación! no es necesario generar dolor y tristeza en ellos.
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Revisa a consciencia tus pensamientos y tus actos: genera una relación saludable entre tu mente y tu ser. Este ejercicio de honestidad propia te permitirá tener mucho más claro a dónde quieres ir para simplemente fluir y permitir que la abundancia se genere.
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Este es un comienzo pues el ejercicio hay que hacerlo todos los días, todo el tiempo y a veces suena muy fácil. 
Será normal que vivas altas y bajas, que a veces no entiendas qué pasa ¿y sabes qué? A veces tampoco es necesario, sólo fluye, confía.
Sé paciente, ten claro lo que quieres y permítete generar abundancia para lo que deseas, lo que sueñas y lo que vives. 
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Espero que seas más abundante en tu ser, en tu mente y forma de ver tu vida.  
Namasté नमस्ते
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miguelsira · 7 years
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¿Qué es una pareja LAT? En la actualidad existen distintos tipos de relaciones de pareja a las cuales cualquier soltero puede optar, la semana pasada termine de describir a la pareja convencional que todos conocemos, hoy hablare del tipo de pareja LAT (del ingles: Living Apart Together).
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radioktarsis · 7 years
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Antología Nacional Cabelluda (pt. 1)
pelo
Del lat. pilus.
1. m. Filamento cilíndrico, delgado, de naturaleza córnea, que nace y crece en lapiel de algunos animales, especialmente los mamíferos.
Uno puede identificar las etapas musicales de Los Beatles si enfoca su atención a su estilo de llevar el caput o como peinaban (o dejaban de peinar) sus bigotes, la manera en la cual se pronunciaban aquellas largas y dejadas patillas o incluso cualquier barba de 3 o 4 días por causa del ‘descuido’ que hoy en día es vista de manera atractiva en los círculos más fashionistas de nuestras cosmopolitas sociedades.
En la época de la guerra Vietnam las melenas ‘afeminadas’ en los hombres, las barbas de personajes mitológicos, las mezcolanzas cromáticas en las vestimentas y la emancipación femenina en la cruzada contra el brassier fueron elementos que sirvieron para darle un rostro y una identidad a el complejo y bastante movido proceso histórico que le daba la vuelta a nuestro planeta.
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            Los Beatles junto a sus parejas conociendo a Nerú (Bogotá, 1969.)
La irrupción de la música rock en las grandes urbes internacionales no fue un proceso sencillo, más cuando después de mitad de los sesentas empezó a tintarse de matices políticos y lo músicos se dieron cuenta que las ideas por medio de la música podían llegar más lejos que de las maneras preestablecidas.
Nuestro villorrio llamado Colombia no fue ajeno a este complejo y borrascoso proceso. Si bien este no se vio reflejado en simultáneo con el de otros países la intensidad y la importancia con la que se desarrollo fue equiparable con la de sociedades como la norteamericana o las europeas.
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Hoy, echándome la soga al cuello (al mejor estilo de Abbott y Costello) he decidido realizar una breve curación usando como hilo la palabra cabello o cualquier sinónimo de esta para poder así demostrar la importancia que tuvieron las ‘mechas’ en aquella postergada y fugaz generación.
1. Los Pelukas!! - Son La Locura Desatada (1965)
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Abrimos con un álbum en lugar de un tema en especifico, con el único trabajo grabado por una de las bandas pioneras en nuestro territorio: Los Pelukas. Con un álbum plagado de covers de los Beatles (6 de los 12, así que la dupla Mc Cartney Lennon podrá darse por bien servida con esas espantosas traducciones) lograron sentar un claro precedente de que no solo lo Beatlemanía sino la pelucamanía había llegado a nuestro país.
Por algún DESCABELLADO motivo decidieron usar pelucas blancas para la portada del disco con la habitual indumentaria Beatle, pero no juzgaré la decisión.
2. El Melenudo - Los Ampex (Sacado del disco The Ampex, 1967)
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Echamos dos años para adelante, el año de la muerte del Ché en Bolivia, la aparición del EPL y la publicación de Cien Años de Soledad. Nuestros jóvenes se revelaban al ritmo del ye-yé y del go-gó contra las instituciones quienes bajo un estandarte cátolico conservador que envidiaría hasta el mismísimo Alejandro Ordoñez o el Padre Chucho (eso creo) se enfrascarían en prohibir minifaldas danzantes y melenas atiborradas de nuevas ideas fundados en ese miedo al cambio de tiempos que se avecinaba.
Andando por la calle
Me gritan melenudo
Que debo peluquearme
Pues la gente nunca comprenderá
El porque ando así
La rebeldía que siempre existirá entre la juventud
Los Ampex liderados por Oscar Lasprilla (quién también hizo parte de los Speakers y Time Machine ni más ni menos) se pasearon por los laureados Estudio 15 de Alfonso Lizarazo y Discos Fuentes, gozaron de cierta fama durante sus dos fugaces años de carrera musicales en los que nos regalaron tres álbumes al mejor estilo beatnik rocanrolero de la época.
De su magnum opus les regalo este canto en pro de los bisoñés al mejor estilo ye-yé.
3. Llegaron Los Peluqueros - Los Yetis (Sacado del disco Vol. 2 , 1967)
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Para esa misma época, Medellín, epicentro de esta cruzada anti-hippie nacional, el sentimiento tradicionalista llegó hasta tal punto que los jóvenes con pelo largo eran montados en camiones del ejercito y conducidos a calabozos dónde posteriormente eran ‘peluqueados’ (algo así como las batidas de nuestros tiempos).
En cabeza de Gonzalo Arango el movimiento nadaista empezaba a ser posada para todos estos jóvenes perseguidos e incomprendidos por el status quo, bajo la bandera del ‘’De la nada al Nadaismo’’  los Nadaístas empezaban a darle cabida a manifestaciones artísticas de vanguardias en nuestro subsuelo nacional, comparable con los beatniks anglosajones (se podría decir que esta era la versión San Andresito del Dadaísmo).
Las andanzas de este cuarteto de peludos paisas con Arango dio como fruto este himno Nadaista vuelto canción, escrito por el poeta:
Tumban estatuas del libertador Los amotinados Afeitan a los héroes Mueran los peluqueros Vivan las melenas La revolución
No hay panorama mejor jaspeado sobre la situación social de la capital del Valle de Aburrá que en el declamado en esta eterna lírica cantada por Juan Guillermo López para Discos Fuentes. Y no es solo por la forma casi adocenada o atiborrada de divagaciones presentes en esta pieza de garage rock al mejor estilo de un cadáver exquisito (¿que en el caso Colombiano sería como una lechona Tolimense?) sino la forma tan empoderada y emancipada que nuestra juventud decide aglomerarse y amotinarse en contra de unos preceptos que ya no eran ni serían más suyos.
Continuará...
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DEBILIDAD
Del lat. debilĭtas, -ātis.
1. f. Falta de vigor o fuerza física. 2. f. Carencia de energía o vigor en las cualidades o resoluciones de ánimo. 3. f. afecto.
 Esa persona, en la que se piensa cuando la palabra se lee. No hay necesidad de referirse al enamoramiento. Puede ser cualquiera. Un familiar, un amigo, una pareja, un conocido, incluso alguien famoso a quien adoramos…
Se necesitan muchos…
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identi-li · 7 years
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How to be a Latin Lover TSHD LAT Sipnosis: Después de veinticinco años de matrimonio, Máximo es un gigoló que acaba de romper con su pareja. Ahora, solo y sin nadie que le mantenga, se ve obligado...
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giorgio--lavezzaro · 4 years
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perjuicio
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perjuicio
                para mi querido hermano, Carlos Esteve
Los errores que atraviesan la relación con los otros pueden ser los más difíciles de conciliar porque hay más de un DESEPCIONADOODESPEDIDO[1] en la relación equívoca. SIEMPRE ALGUNO QUEDA INSATISFECHO, INTENTANDO QUE LAS COSAS SEAN DE OTRO MODO; CASI SIEMPRE ES UNO EL QUE TRAZA EL CORTE, LA SEPARACIÓN DE LOS CAMINOS.
           Un amante puede dejar de lado una infidelidad del cuerpo pero el que fue infiel podría no soltarlo. Un médico podría perdonarse a sí mismo por un error fatal que, literalmente, cobrara la vida de una persona, pero será más difícil que la familia o quienes sobreviven al error puedan entender que estas cosas pasan. También es posible imaginar al engañado que guarda alguna clase de rencor o un médico que no deja de reprocharse haber sido humano y fallar, ahí donde la equivocación cobró una vida. Supongo que en ambos escenarios haría una diferencia sustancial el hecho de que exista dolo o no; pero, como en otros yerros, el dolo es un agravante, no una condición de responsabilidad.
           Eso. Intentaba encontrar el verbo exacto para la asimilación de los yerros y sólo había dado con perdonar, olvidar, dejar de lado, pero creo que responder es un verbo más justo a la dimensión de lo que quiero decir.
           Responder, esto es, hacerse responsable de un error implica asimilar el equívoco en lugar de intentar mudarlo en otra cosa o fingir que pasa invisto. AFRONTAR A QUIEN SE HA DECEPCIONADO, ABRAZAR LA DESPEDIDA.[2]
           La pareja infiel podría asumir el fin de su relación amorosa —o al menos el replanteamiento de los términos—, tanto como el médico que dio fin a una vida en lugar de salvarla podría responder con la recisión de su cédula profesional o enfrentando un proceso legal. Para los afectados acaso responder sea una labor más complicada: asumir las pérdidas y lidiar con la rabia o la impotencia considerando que los otros, en los que se confía, también pueden equivocarse y hacer daño.
           Creo que en la imposibilidad de asimilar los errores se origina su rechazo. Quizá la asimilación sea una manera cabal de responder: reconocer la humanidad que se implica en cada gesto equivocado.[3]
[1] Véase: despedida (del au. per. soltar), y decepción (del lat. deceptĭo, -ōnis).
[2] La escultura sobre la que intervine este texto es una pareja; llegó entera hasta mis manos pero un incidente la quebró antes de que le pudiera escribir encima. La conservaba en mi escritorio junto con la calavera (los primeros dos objetos que me entregaron) y, en un evento imprevisible, la repisa con libros que tenía clavada a la pared se vino abajo, justo encima de estos objetos. El primero se quebró pero el segundo permaneció incólume. No presencié el accidente y tampoco escuché cuando ocurrió pese a que estaba en casa. Ignoro por qué uno se partió y el otro no. Intervenirlo implicó seguir la propia historia del objeto antes y después de su fractura. Algo de esto se enmarañó en la elección de las palabras y su reparación: el objeto estaba ligado al recuerdo de una pareja antigua y el gesto de donarlo era un ritual de desprendimiento. Cuando se rompió, fue la cabeza del hombre lo único perdido. Me pareció una coincidencia enorme por la relación que tenía con su dueño. Quizá las cosas sí guardan algo de nosotros mismos, de nuestra historia, en su interior.
[3] Se borró el párrafo final y se agregó casi en su totalidad el penúltimo.
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