Tumgik
#compañeros de piso
pezgenial · 5 months
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stuckwthem · 8 months
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in the world of boys, he's a gentleman. | enzo v.
summary: después de verte perder el tiempo con otros tipos, tu mejor amigo tiene algunas cosas que confesarte. puro fluff.
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nunca pensaste que ir con vestido en una bici fuera una experiencia tan emocionante, pero ahí estabas, agarrada al cuerpo de enzo e intentando mantener el equilibrio en la parte trasera de su bicicleta mientras reías como una loca. 
para ponerlo en contexto, enzo era tu mejor amigo hacía algún tiempo, desde que habías alquilado una habitación en su piso a dos años, por lo que la convivencia se convirtió inevitablemente en una genuina amistad. de vez en cuando, su mejor amigo y compañero de piso era también su superhéroe. ya fuera leyéndole el pensamiento cuando se moría de hambre y no quería cocinar, o llegando siempre a casa con sus dulces favoritos, o salvándole de emboscadas.
cuando antes llegaron sus mensajes al móvil de enzo, quejándose de una cita que iba de mal en peor con un tipo un poco arrogante, no dudó en levantarse y subirse a su bici para recogerla. la sola idea de imaginarte en una cita con un tipo horrible, y peor aún, un tipo que no era él, le ponía nervioso, así que ahora te encontrabas en esa situación tan improbable pero completamente cómica. no te había dado opción.
"no puedo creer que haya hecho eso", dijiste, estallando en risas, que enzo correspondió negando con la cabeza. "¡imagínate su cara cuando vuelva a la mesa!".
"lo siento mucho por él", responde enzo con ironía y una sonrisa que indica que no, que no se arrepiente de habérsela robado.
"apuesto a que sí", apoyando la cabeza en la espalda de el moreno, respondiste en el mismo tono. su cuerpo está caliente y un poco sudado, pero su aroma es bueno y familiar.
enzo conducía la bici calle abajo, mientras tú te sujetabas rodeando su cintura con los brazos, la brisa nocturna los envolvía. el silencio se hizo un momento antes de que decidieras romperlo.
"enzo, en serio, no tenías que hacer eso. ya iba a estar bien. iba a durar unos minutos más".
se rió, lanzándote una mirada esquinada. "bueno, a juzgar por tu desesperación en los mensajes, diría que 'bien' es una palabra bastante generosa".
bufaste, fingiendo indignación. "lo estaba dramatizando un poco, ve".
"lo sé, lo sé. pero, sinceramente, no podía dejar que mi amiga pasara una noche horrible con un tipo idiota. después de todo, ¿quién más va a aguantar mis estúpidas bromas?"
"oh, ¿para eso estoy yo? ¿una compañera que tolere tus bromas?".
enzo sonrió, divertido. "entre otras cosas, claro. pero en serio, no iba a dejar que te salieras con la tuya una vez más".
puso los ojos en blanco como ofendida, pero no pudo contener una sonrisa.
"¿a dónde quieres ir?" preguntó de repente, dejándote un poco confundida.
"creía que íbamos a casa", te encogiste de hombros.
"¡no puedo dejar que te vayas a casa tan arreglada sin haber tenido una cita decente!". exclama enzo, girando ligeramente la cabeza, lo que te permite ver su expresión indignada.
procesas lo que acaba de decir y sientes que el corazón te da un vuelco. estaba suponiendo cosas o...
"¿así que vamos a tener una cita?", es tu réplica automática, y entonces, tratando de disfrazar, te aclaras la garganta, preocupada por estar leyendo las líneas equivocadas.
quizá, además de compañero de piso, mejor amigo y superhéroe ocasional, enzo era también un pequeño flechazo tuyo. uno que habías intentado olvidar a base de citas terribles que siempre te devolvían a la casilla de salida: enzo. enzo, que te compró tu helado favorito cuando te dieron una patada en el culo cuando os conocisteis, aunque nunca le hablaste directamente de tu sabor favorito. enzo, que siempre te esperaba en casa con una sesión de cine y una manta calentita. enzo, que siempre escuchaba todo lo que decías. enzo, que era tu punto débil.
"si quieres llamarlo así, tendremos una cita, sí", dice, e involuntariamente tus manos se aprietan alrededor de su cintura. 
tras unos minutos pedaleando por las tranquilas calles, te das cuenta de la ruta conocida, la de todos los días. puede que enzo haya cambiado de opinión. realmente estabais de camino a casa y todas tus expectativas se habían venido abajo. hasta que, lentamente, se detiene, y lo siguiente que sabe es que están frente a una pizzería de la esquina. la misma pizzería nueva que había abierto hacía unos días cerca de su casa y de la que no paraba de hablarle a enzo.
"¿pizza?", pregunta como si esperara tu aprobación.”
enzo te tiende la mano para que te bajes de la bicicleta y él te acompaña en seguida. es curioso cómo contrastas, mientras el mayor lleva ropa casual y sencilla, tú vas arreglada con ese estúpido vestido. dentro de tu cabeza, maldices el momento en que aceptaste salir con ese idiota de antes. realmente no se merecía todas tus joyas, pero enzo, uau. realmente parecía estudiar cada parte de ti y admirar cada aspecto. desde la forma más inocente en que algunos hilos sueltos de tu moño desordenado enmarcaban tu cara hasta la forma más indecente en que se fijaba en lo bonitas que te quedaban las piernas con aquel vestido ajustado. 
los dos tuvisteis que sentaros fuera, ya que dentro estaba lleno, y cuando te sentaste en la pequeña mesa de la acera frente a enzo, tu mejor amigo dejó escapar un largo suspiro mientras te miraba fijamente. un suspiro que decía: por fin. 
"pero para serte sincera ahora, no sabes el alivio que supuso verte fuera de aquel restaurante", confesaste, con una risa ligera y sincera.
"¿tan mal estaba el clima?", preguntó el chico con expresión incrédula.
"¡simplemente no había humor! el tipo no paraba de hablar de las lecciones de vida que aprendió cuando su papá dejó de darle dinero durante un mes, o de cómo no debía sentirme especial si me llevaba a su piso después de cenar. y acabábamos de llegar!", exclamaste asombrada a enzo, que de repente parecía serio. demasiado serio. "¡no me ha hecho ni una sola pregunta en 45 minutos!".
"¡qué imbécil!", murmuró el moreno, poniendo los ojos en blanco. la mirada de enzo se apartó de ti por un momento, siguiendo su propia mano mientras jugueteaba con las salsas y arrancaba trozos de servilleta de la mesa. "¿por qué sigues saliendo con tipos así?".
preguntó, sin mirarte aún, y de repente la sangre te hirvió, subiéndote a la cabeza. respiraste hondo, sintiendo que una punzada de decepción te golpeaba el pecho, sin creerte lo que enzo acababa de decir. 
"¿estás insinuando que es culpa mía? soy responsable de que los hombres sean totalmente egoístas y..." cierras los ojos, colocando involuntariamente la mano contra tu propio pecho. indignada.
"¡no! no es eso a lo que me refería, mi vida". enzo levantó la cabeza rápidamente, encontrándose con tu mirada, dolida y traicionada. 
se sintió como un completo idiota, desesperado por la forma en que le mirabas, sin saber muy bien cómo dar marcha atrás. se irguió en su silla, inclinándose sobre la mesa para alcanzar tu mano, listo para defenderse cuando un camarero se detuvo justo a su lado.
"¡buenas noches, parejita! ¿qué les sirvo?", preguntó el hombre, con un tono amable y alegre, en contraste con los ánimos encendidos en la mesa.
te reíste irónicamente de la confusión del camarero, algo habitual cada vez que salías juntos, y te cruzaste de brazos, alejándote de enzo.
"ahm, hola", se rascó la nuca desconcertado, y entonces se dio cuenta de que ni siquiera había mirado el menú. tanteó las hojas, no sabía qué pedir y de repente parecía perdido.
"dos pedazos de marguerita, de la opción vegana, por favor", tu dije, enderezándose. "y una coca-cola, con limón, para él".
enzo te mira ansioso mientras el hombre toma su pedido, su pierna colgando bajo la mesa, rozando la tuya sin darse cuenta. el contacto hace que todo tu cuerpo se estremezca, pero sigues sin mirarle. el camarero se retira de la mesa y anuncia que te servirá en breve.
"mira, no digo que sea culpa tuya. en absoluto, chiquita", dice, con voz grave y tono preocupado. te miras las uñas, haciéndote la indiferente. un poco dramática. 
enzo suspira y junta su rodilla a la tuya. entrecierras los ojos, indiferente, mientras él se humedece los labios como si tratara de encontrar las palabras en la punta de la lengua. 
"estoy intentando decirte que te mereces algo mejor que estos tíos. tú lo sabes, yo lo sé." la forma en que conduce lo que dice es lenta y cuidadosa, continúa. "te mereces a alguien que realmente te aprecie, que vea todas las cosas increíbles que yo veo en ti. estos tipos que ves claramente no ven a la increíble persona que tienen delante y pierden por completo la oportunidad de conocer a la mejor persona que podrían tener en la vida."
sus ojos se elevan automáticamente al oír lo que dice, y sus pulmones parecen no realizar su acción rutinaria. su labio tiembla nervioso. se le acumulan las lágrimas en la comisura de los ojos, porque tiene que decirse a sí misma que sólo lo dice porque quiere su bien, porque es lo que diría un mejor amigo. y tienes que luchar con todas esas palabras antes de irte a dormir, tragándote todos tus sentimientos.
"sabes, eres amable, increíblemente inteligente, aunque sigas pensando que puedes ganarme jugando al mortal kombat apretando todos los botones a la vez". enzo continúa, suavizando su sermón, haciéndola reír por lo bajo. "eres divertida, talentosa, real. linda."
sin poder resistirte más, vuelves a encontrarte con la mirada del moreno, que te dedica una pequeña sonrisa al notar que te rindes poco a poco.
"por no hablar de tu paciencia, sobre todo cuando decido cocinar y dejar la cocina como un campo de batalla" 
esta vez no puedes contener la sonrisa que se extiende por tu cara, recordando la última vez que enzo había intentado preparar la comida. realmente, una negación para la cocina. 
"como cocinero, eres un gran actor", murmuras, lo que hace que enzo se ría y aproveche el espacio que le estás dejando.
"y cuando tienes esos estallidos creativos, escribiendo o creando tus propias recetas. es fascinante ver tu mente en acción, y siempre me pregunto cómo alguien puede ser tan... única. cómo iluminas allá donde vas, cómo haces que las cosas parezcan mucho más fáciles cuando estás cerca y...".  
enzo parece estar en medio de un gran descubrimiento. se ríe para sí mismo, sacudiendo la cabeza, como si se arrepintiera de haber dicho todo eso y sus cejas se levantan, casi en un gesto de desesperación.
"ya lo tengo", dices, un poco tímida. tus mejillas se calientan y de repente te sientes como una adolescente.
"de todos modos, supongo que lo que intento decir es que eres una persona apasionante". enzo parece ceder, y su cuerpo se ablanda en la silla. "y cualquiera que no vea eso no merece estar contigo".
su respiración sale como si alguien acabara de darle un puñetazo en el estómago. tus manos corren por la mesa, buscando las suyas, que te agarran los dedos con suavidad. no decís nada durante un largo rato, durante el cual vuelve el camarero y os sirve en completo silencio. 
su confesión da a la atmósfera otro tipo de tensión. antes de que pudiera responder, enzo desvió la mirada, como si intentara escapar de la intensidad de la situación.
"¿sabes qué? olvida lo que he dicho. disfrutemos de la cena y olvidemos que he dicho todo eso. ¿qué soy yo? ¿shakespeare? ¿don juan?", bromeó, tratando de aligerar la situación gesticulando exageradamente. él da un sorbo a su coca-cola, disimulando su desesperación.
"enzo", su nombre en los labios sale como una súplica. todo le golpea a la vez. la conciencia de sus sentimientos, la conciencia de los tuyos. menea la cabeza negativamente y te suelta la mano.
"está bien, no tienes que intentar consolarme y decirme que somos amigos, lo sé. lo he aceptado". enzo se precipita, pasándose las manos por el pelo, nervioso.
"enzo", le dices, más firme ahora. "¿por qué no me lo dijiste antes? ¿por qué no me llevaste a una cita antes?".
parece ahogarse en su propia respiración, con las narinas inflamadas y el pecho subiendo y bajando rápidamente. enzo te mira con una mezcla de sorpresa e incredulidad. sus ojos buscan los tuyos, como si tratara de leer tu expresión y comprender si aquellas palabras eran reales. ¿cómo puede alguien conocerte tan bien y no tener ni puta idea?
"porque yo... no sabía cómo. siempre fue más fácil ser tu amigo. quedarme en la comodidad de no arriesgar demasiado. no sentir el rechazo. llevarte a una cita parecía cruzar alguna línea invisible, y tenía miedo de estropearlo todo". 
escondió la cara entre las manos, riéndose para sus adentros. enzo parecía al punto del colapso, asustado. nunca le habías visto así. te levantaste rápidamente, sentándose en la silla junto a él, tocando tranquilamente sus muñecas.
"qué estúpido eres", afirmas, riendo. él te mira con expresión ofendida y confusa. "¿de verdad no te has dado cuenta en todo este tiempo?".
la cara de tu mejor amigo se llena de algo parecido a expectación y espanto. esperando el golpe fatal en cualquier momento.
"espera, quieres decir que... que tú...", empieza a balbucear, pero tú le interrumpes con una sonrisa.
"sí, enzo. yo también" tu confesión hace que su rostro se ilumine y luego se sonroje. ¿de verdad tenía 30 años? porque le estabas haciendo sentir como un niño.
"nunca pensé...", murmura, y tú completas la frase.
"¿que yo pudiera sentir lo mismo? pues ahora ya lo sabes. era obvio". te ríes, acercándote un poco más a él. "¿cómo podría no enamorarme de ti?".
enzo siente tu susurro en los labios, provocándole escalofríos. su cálido aliento se mezcla con el de él, la incertidumbre se cierne entre ellos, un territorio desconocido por atravesar. la mirada de enzo examina su rostro, buscando cualquier rastro de indecisión, pero no lo encuentra, y entonces sus ojos bajan hasta la boca su boca.
"si me dejases mostrarte todo esto antes", susurra él también, mientras una de sus manos, grande y cálida, se posa en su muslo, bajo la fina tela de su vestido, y la otra descansa detrás del respaldo de su silla.
"todavía estás a tiempo" 
y con su confesión, es como si perdiera el control. sus pupilas, más oscuras y dilatadas ahora, son lo último que ve antes de sentir unos labios suaves contra los suyos. se te corta la respiración de golpe y una descarga recorre tu cuerpo, desconectando todo tu sistema nervioso durante milisegundos. te besa con ansia, como si recompensara todas las demás oportunidades que había perdido. la mano detrás de tu hombro se mueve rápidamente hacia tu nuca y se te escapa un jadeo. su boca tiene un gusto dulce, a cola y limón mezclados con su propio sabor.
enzo apenas puede contenerse, el resto del mundo deja de existir cuando tu lengua pasa por sus labios, como pidiendo permiso, y casi pone los ojos en blanco ante la sensación. dios, cómo había soñado con eso. lo había repetido en su mente un millón de veces y luego se había culpado por aquello. se sacudió los pensamientos cuando sintió los dedos de ella recorriendo su cuero cabelludo, mientras su otra mano le acariciaba suavemente la mejilla. como si un tornado de emociones no estuviera sucediendo en su interior en ese momento. todo lo que había pasado hasta entonces hacía que este momento valiera la pena. 
después de casi cinco minutos, el mundo real parece volver, al igual que la necesidad de oxígeno, inútil, en la percepción de enzo. los sonidos de la calle vuelven a resonar en sus oídos, todo vuelve a tener sentido poco a poco. el mundo deja de girar mientras os miráis con amplias y tontas sonrisas en los rostros. se lleva el dedo a la comisura de los labios de enzo, limpiando con cuidado los restos de carmín. le dan ganas de arruinar el resto que queda en sus labios bien delineados.
"entonces, ¿qué hacemos ahora?", preguntas, todavía un poco sin fuerzas, intentando no reírte. la sensación de besar a tu mejor amigo, algo que se te había pasado por la cabeza un millón de veces antes, parecía lejana. de hecho, era algo mucho mejor de lo que podría haber soñado.
"supongo que podríamos empezar con una primera cita", sugiere enzo, fingiendo cierta despreocupación, sacudiendo los hombros. sus dedos se pasean por su cara, apartando algunos hilos de cabello sobre sus ojos. es tan dulce y tranquilo que quieres atesorar sólo ese momento entre todos los demás.
durante el resto de la noche, comes esa pizza fría como si fuera la mejor que has comido en la vida. el resto de la cena se desarrolla con naturalidad, con ligereza, con besos y suspiros, conversaciones y confesiones, como todo lo que necesitabas. como si todo estuviera por fin en su lugar. una alineación milenaria. era tan fácil estar allí, junto a él, sin necesidad de máscaras ni disfraces, estar frente a él era poder verse de adentro hacia afuera. sin ocultar nada, sin ningún deseo de huir. completamente inmersos el uno en el otro. era como soñar medio despierta.
era lo perfecto, simplemente. había incertezas, guardadas para un futuro lejano, era aterrorizante perder esa conexión que tenían. mas tal vez no fue la manera mas correcta, tal vez fue imprevisto y completamente caótico, pero fue la mejor y última primera cita de su vida.
─━━━━━━⊱✿⊰━━━━━━─
hola! :)
español no es mi primer idioma (que es el portugués), así que ¡perdónenme los errores!
si quieres, hazme asks para fics con el cast de lsdln <3
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soft-pxachy · 8 months
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⤷ ❝hands on❞ — jjk (s.m)
➤ Pareja: jungkook!tatuado x lectora!fem
➤ Recuento de palabras: 7.2k palabras
➤ Género: compañeros de clase, smut y obscenidad.
➤Resumen: Cuando conociste a tu compañero de proyecto nunca te imaginaste terminar babeando y obsesionada por sus manos y por un bocado de él, en un esfuerzo por aliviar algo del estrés decides alimentar tus sucias fantasías con algunos textos y mensajes inocentes sobre Jungkook con tu mejor amiga, detallando, explícitamente, lo que quieres que esas grandes y jodidas manos te hagan, hasta que un día le envías por error unos de esos mensajes a Jungkook, y es ahí cuando él decide cumplir todos tus deseos al pie de la letra.
➤ Advertencias: 18+ | lenguaje maduro y explícito | lenguaje vulgar y obsceno | sobreestimulación | las manos de Jungkook (sí, es una advertencia) | sexting | masturbación | charla sucia | tensión sexual | halagos durante el sexo | sexo oral (r. mujer) | juego y estimulación del clítoris | un poco de insultos | bofetadas en los pechos | chupar pezones | la lectora está atada de manos a una silla | follar con los dedos | jalar el cabello | nalgadas | bromas juguetonas durante el sexo | sexo duro | sexo con protección | JK ama tus tetas y juega con ellas (mucho) es dulce pero también engreído | Jungkook tiene un gran pene! 
➤Si no eres mayor de 18 años, POR FAVOR, no leas. Si lo haces es bajo tu propia responsabilidad, ten en cuenta las advertencias. 
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♥︎ softpxachy's
⤷ masterlist ♡ taglist ♡ instagram
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Esto es malo.
—¿Crees que realmente revisará y contará todas nuestras fuentes? —Jungkook preguntó pero yo no podía escuchar nada de lo que decía.
Esto es realmente malo.    
—Solo tengo diez, pero miré documentos de la época medieval y aún así no encuentro más…
Sus dedos se abrieron paso a través de esos largos mechones negros de su cabello con frustración y sus ojos se cruzaron con los míos por unos segundos.
Esto es jodidamente malo.
—No mucha gente ha escrito sobre este tema en específico y nos estamos quedando sin información…
Jungkook tomó distraídamente su lápiz mientras seguía hablando y mi pulso se aceleró por el pánico creciente en mi cuerpo.
No, por favor no, el lápiz no…
Lo hizo girar hábilmente sobre sus nudillos, moviendo su muñeca casualmente para que crujiera con un pequeño estallido agudo.
Y luego; apretó los puños. Duro. Si, este es el final para mí.
—¡Agua! — casi grité mientras saltaba bruscamente de mi asiento, los papeles de nuestra investigación se deslizaron en todas direcciones y la mirada sorprendida de Jungkook se lanzó hacia mí.
—¿Estás bien? —Jungkook me preguntó sin dejar de mirarme y yo traté de relajar mis nervios.
—Sí. Oh, sí. Solo tengo... sed. —respondí formando una sonrisa forzada, y esas fueron las palabras más verdaderas que jamás había dicho.
Mi dulce, amable y jodidamente sexy compañero de proyecto sonrió; felizmente inconsciente de todas las formas en que lo profanaba mentalmente.
—La cocina está a la vuelta de la esquina, si no tienes problemas en ir sola en lo que investigo más sobre nuestro tema. —Jungkook habló con calma sin borrar su bonita sonrisa y yo solo pude asentir rígidamente antes de desaparecer por el pasillo.
Y unos momentos después, en la relativa privacidad de la cocina de Jungkook, apoyé ambas palmas de mis manos sobre la mesa y traté de respirar correctamente antes de gruñir por lo bajo.
Dios, soy una desgracia.
No siempre había sido así. Todavía podía recordar una época (hace 3 semanas exactamente) en la que era una persona normal, lejos de ser una completa exhibicionista.
Mi carrera era mi prioridad justo ahora, estaba a punto de titularme y debía esforzarme el doble si quería terminar mi último año sin problemas y poder obtener un trabajo decente, tenía todo planeado, nada se me salía de control, sabía lo que quería y lo que tenía que hacer para conseguirlo, tenía toda mi vida organizada y estable.
Hasta que Jeon Jungkook envolvió sus gloriosas manos alrededor de mi piso de cotidianidad y aburrimiento y me sacó de ahí.
A primera vista, Jungkook no representaba una verdadera amenaza. Sí, era hermoso, no estaba ciega, estaba bien formado y era abrumadoramente educado, pero no era una novata inexperta en eso, el salir un par de veces con Park Jimin me habían dejado en claro que había llegado a un nivel superior de belleza con él.
O eso pensaba.
Tal vez era su costumbre de usar mangas holgadas que colgaban sueltas sobre sus brazos hasta que solo se veía el más mínimo indicio de las yemas de sus dedos, pero mi impresión inicial de Jungkook no fue cuando ingresó de último a clase de arte, eso habría sido inolvidable. Más bien fue hasta que el Dr. Kim anunció a los compañeros de tesis que había descubierto mi error fatal.
—Trabajarás con Jeon Jungkook. 
Y ahí los dos nos miramos el uno al otro a través de la pequeña sala de conferencias e intercambiamos amistosos asentimientos, y después de finalizar la clase, mi nuevo compañero se dirigió a mi escritorio.
—Hola, déjame darte mi número, envíame un mensaje de texto con tu disponibilidad y puedo reservar tiempo en la biblioteca para nosotros.
Y entonces sucedió.
Jungkook se arremangó las mangas de su camisa y mi cerebro sufrió un cortocircuito.
Santa mierda.
Sus manos eran obscenas. NSFW. Básicamente pornográficas.
Sus dedos eran largos y con un toque suave en cada nudillo, uñas bien redondeadas y palmas anchas con un toque de venas que subían por sus brazos hermosamente.
—¿Está bien? —preguntó pero su voz solo se escuchaba de fondo mientras yo seguía observando sus manos sin descaro alguno.
Los diseños hábilmente tatuados en su piel sobresalían de su mano derecha y se entrelazaban con su muñeca y su antebrazo, no podía ver más allá de lo que me permitía la manga de su camisa pero estaba segura que todo su brazo estaba tatuado, y juré que moría por pasar mi lengua por cada trazo en su piel.
—A menos que no te sientas cómoda…— volvió a hablar y casi estuve a punto de decirle que se callara para seguir observando sus manos como tanto quería.
Esos anillos; uno en el meñique y otros dos más en sus dedos índices y… el pulgar, Dios, tragué saliva al imaginarme de rodillas frente a él mientras Jungkook me obligaba a chupar su pulgar como si fuera su polla, preparándome antes de…
—Quiero decir, así no tienes que darme tu número, como sea, escríbeme y nos ponemos de acuerdo.
¿Esas eran pulseras de cadena? ¿Quién era este hombre? ¿Quién era yo? ¿Cuál era mi nombre? ¿Qué tan profundo podrían esos dedos deslizarse en mi...?
¿Por qué se está alejando?
—¡Oh, joder! ¡Espera, Jungkook..!
Y realmente todo se había ido cuesta abajo desde allí.
Sus manos eran solo una droga de entrada al resto de todo lo que era Jungkook. Cada detalle que había ignorado sin esfuerzo ahora fluía repentinamente a través de mi conciencia en alta definición.
Su olor era algo deliciosamente masculino con un toque de vainilla que me dejaba aturdida cada que estaba cerca de él, los suaves rizos de su cabello colgaban románticamente sobre los perfectos rasgos de su rostro y ojos, y ese pecho tan ancho, firme, lamible.
Jungkook era un plato completo. Y yo me estaba muriendo de hambre.
No era un secreto que mi libido había estado encarcelado durante demasiado tiempo por todas las horas extra de trabajo y clases que me exigía a mí misma, y ahora solo se había vuelto completamente salvaje, rasgando mi cuerpo cada que tenía alguna sesión de estudio con Jungkook.
Había logrado milagrosamente compensar el mal funcionamiento inicial en el que prácticamente había babeado sobre sus manos en lugar de darle mi número y establecimos un horario de trabajo, pero en realidad, las reuniones con mi compañero se convirtieron rápidamente en un ejercicio diario de incontrolable sed de deseo.
Y era necesario tomar medidas.
No iba a dejar que Jeon Jungkook y sus gloriosas y varoniles manos destruyeran años de arduo trabajo casi autoimpuesto.
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—Necesitas una salida.
La voz de mi amiga Jungyeon interrumpió otro de mis sueños de clasificación porno que tenía sobre Jungkook; en el que me daba una palmada en los muslos en el parque público en el que estábamos.
—¿Qué tipo de salida? —pregunté en medio de un suspiro de tristeza; mirando mis muslos y viendo la notable falta de la mano de Jungkook antes de arrugar mi nariz al tener una sospecha de cuál era la solución que Jungyeon ofrecería.— Por favor, dime que no vas a sugerir una noche sudorosa con algún tipo sucio del bar al que vas cada viernes.
Jungyeon puso los ojos en blanco y me dio un golpecito en la frente.
—No princesa, estaba pensando en una salida más creativa. Como... escribir.
—¿Quieres que empiece a escribir poemas calientes?
—Se le dice literatura erótica.— Jungyeon me corrigió en tono de burla y ahora fue mi turno de rodar los ojos.— Pero como sea; tu pequeño y sucio secreto podría traer mucha alegría al mundo, específicamente a mi mundo.
—Debes estar bromeando. —respondí casi a punto de echarme a reír ante su sugerencia.
—Por supuesto que no estoy bromeando, en lugar de pasarme horas buscando combustible de fantasía en esos blogs usaré tus fantasías como combustible. —Jungyeon explicó con calma como si fuera la solución a todos sus problemas .—Solo envíame un mensaje de texto cuando tengas otra de tus fantasías y podrás estar más tranquila y yo disfrutar un poco, será como un servicio de suscripción sucio.
—Estás loca.
—Soy una genio.
Pero dejando de lado la falta de límites y tacto de Jungyeon, ella era, de hecho, literalmente una genio, porque todo lo que necesité fue intoxicarme de Jungkook durante nuestra próxima sesión de lluvia de ideas que yo ya me estaba escondiendo en el baño para escribirle mi primera fantasía.
Yo: Quiero que Jeon Jungkook envuelva sus manos alrededor de la parte de atrás de mi cuello y presione mi cara contra la mesa mientras me folla con fuerza hasta que esté gritando.
Jungyeon: Definitivamente soy una genio. ¿Te sientes mejor?
Yo: Sí, un poquito.
Y así comenzaron varias semanas de lo que cariñosamente llamaba "porno kookie".
Algunos eran bastante explícitos:
Yo: “Quiero que Jeon Jungkook arranque mis bragas empapadas y mueva mi clítoris desnudo en sus gruesos muslos hasta que sus jeans estén mojados con mi orgasmo.”
Otros eran de naturaleza más filosófica:
Yo: “Si muero antes de lamer el sudor de los abdominales de Jeon Jungkook, ¿realmente viví?”
Y algunos otros fueron extrañamente específicos:
Yo: “Quiero pasar mi lengua por cada vena de las manos y antebrazos de Jeon Jungkook mientras lame y muerde mis tetas.”
Jungyeon estaba viviendo su mejor vida por supuesto y esperaba con alegría mis reuniones de estudio con Jungkook para poder tener más “kookies".
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Los textos, sin embargo, no eran más que una curita en la herida de bala que tenía. No eran suficientes.
Cada vez que Jungkook me sonreía o me miraba con esa expresión suave y brillante, o decía algo extremadamente inteligente; el latido insistente en mi entrepierna se intensificaba cada vez más hasta que me veía obligada a buscar un alivio inmediato cuando realmente tenía que hacerlo. Frotando mi entrepierna sutilmente contra el respaldo de su sofá cuando Jungkook iba al baño después de que usara la parte inferior de su camisa para limpiar algunas gotas de agua en la mesa; casi asesinándome con un destello de sus abdominales bien marcados por unos segundos.
Pero la peor parte de todo era que sabía muy bien que mi fijación hacia Jungkook no era simplemente sexual. Cuanto más lo disfrutaba genuinamente como persona, menos efectivos se volvían mis espeluznantes textos.
Y ahora aquí estaba: escondida en su cocina con el calor y la humedad pegándose incómodamente entre mis piernas y sin ningún tipo de alivio a la vista. Gruñendo con irritación, saqué mi teléfono y me preparé mentalmente para servirle a Jungyeon un Kookie humeante recién salido del horno de mi imaginación.
Yo: Quiero que Jeon Jungkook me ate a la silla de su comedor. Quiero que rompa mi blusa por la mitad, me golpee las tetas y me chupe los pezones hasta que grite...
La fantasía en mi cabeza se construyó a un ritmo alarmante y mis dedos apenas podían seguir el ritmo de la suciedad que estaba imaginando.
Yo: Quiero que me suba la falda y frote mi clítoris a través de mis bragas empapadas hasta que esté gimiendo su nombre una y otra vez…
Yo: Quiero ver como mete sus dedos en mi coño mojado. Quiero que me incline hacia atrás y juegue con mi clítoris hasta que no pueda recordar quién soy.
Yo: Quiero que me parta por la mitad con su polla y me golpee el culo hasta que no pueda sentarme por días. Quiero ver como sus jodidas y sexys manos recorren todos los lugares de mi cuerpo caliente por él…
Me dolía el cuerpo. Estaba atormentada. Los textos que alguna vez habían sido una válvula de presión ahora estaban aumentando activamente la presión dentro de mi cuerpo. Estaba gimiendo de frustración, presioné el botón de enviar y volví a guardar el teléfono en mi bolsillo, lista para enfrentar una vez más la fuente de mi miseria cuando de repente...
Da-ding
El sonido de un celular a través del pasillo me regresó directamente a la realidad. Y yo conocía ese sonido.
Era el sonido que Jungkook había programado como alerta de mensajes para mi contacto, y ahora… ahora significaba el sonido de mi mundo derrumbándose por completo.
Con las manos temblorosas saque mi teléfono para confirmar la terrible verdad que muy en el fondo de mi ya sabía. No le había enviado un mensaje de texto a Jungyeon.
Le había enviado un mensaje de texto a Jungkook.
Por un momento, un momento increíblemente breve, consideré la idea de que él simplemente ignoraría el mensaje y continuaría con su búsqueda de información para nuestra tesis. Pero no fue así.
El jadeo débil pero insoportablemente claro llegó a la cocina. Fue el grito ahogado de un hombre que acababa de descubrir que su compañera de tesis quería que la "partiera por la mitad con su polla".
Debía correr. Huir a cualquier otro país y cambiar mi nombre. Mis ojos recorrieron frenéticamente el lugar que me rodeaba; buscando desesperadamente un medio de escape.
Había una sola ventana en toda la habitación, justo encima del fregadero, y estaba segura que si debía trepar por el fregadero para poder salir de aquí. Por supuesto que lo haría; saltaría directo a un tiburón si eso significara librarme de la cocina de máxima seguridad de Jungkook.
Tenía un pie sobre el fregadero y el otro colgaba precariamente en el aire a punto de arrastrarme a la salvación y huir de ahí justo antes de que dos manos grandes y fuertes rodearan mi cintura; tirando mi cuerpo hacia atrás de regreso a la cocina con un esfuerzo vergonzosamente pequeño.
El pequeño chillido de sorpresa que solté no fue nada al darme cuenta de que Jungkook me había arrojado cuidadosamente y con suma facilidad  sobre su hombro como un saco de harina mientras se alejaba conmigo en brazos de lo que había considerado como la única forma de salir viva de su casa.
Un quejido de indignación se me escapó cuando sentí mi trasero golpear la silla del comedor y traté de hacer todo lo posible para mantener mis ojos pegados a sus rodillas; estaba segura que sería incapaz de encontrar la mirada del alma inocente que muy probablemente había traumatizado de por vida.
Por un pequeño instante de silencio todo quedó extrañamente suspendido, no podía decir alguna palabra sin que la vergüenza se apoderara de mí después de que Jungkook hubiera descubierto mi sucio secreto acerca de él, y entonces sentí que dos de sus dedos se presionaban firmemente debajo de mi mandíbula; elevando mi rostro hacia él.
—Debo decir...—Jungkook murmuró arrastrando sus palabras pensativamente, dejando que su mirada intensa se posara sobre mi.— Que esto es algo sorprendente dada tu... historia.
Estaba cerca. Demasiado cerca. Lo suficientemente cerca como para que su aroma, esa mezcla familiar de vainilla me hiciera agua la boca.
Y definitivamente no se veía traumatizado. O inocente.
Tragué saliva al darme cuenta del hecho que el hombre frente a mi parecía más una estrella de rock empapada de sexo; con carisma puro envuelto en tatuajes y músculos sólidos.
—¿Oh? —balbuceé por lo bajo sin entender sus palabras y Jungkook solo me sonrió.
—¿Sorprendida? Eso es lindo viniendo de la mujer que quiere que yo…—alardeó con suficiencia en su voz antes de sacar su teléfono para comprobarlo.— La parta por la mitad con mi polla.
Y ahí estaba.
—Obviamente no quise enviarte eso... a ti. —murmuré por lo bajo sintiendo como la vergüenza subía por todo mi rostro.
—Oh, lo sabía incluso antes de que te atrapara queriendo saltar por la ventana. —Jungkook se rio entre dientes sin dejar de mirarme y yo solo me encogí en la silla.— Hablando de eso…
Su cuerpo se inclinó sobre el mío para tomar algo sobre la mesa y cuando regresó a su posición de antes mis ojos se abrieron al ver lo que era; una cuerda para saltar, la misma que había visto colgada en la pared cuando entré a la cocina y que ahora estaba enrollada sin apretar alrededor de su muñeca. Apenas tuve tiempo para procesar eso antes de verlo moverse hacia un lado y tomar mis manos hacia atrás contra el respaldo de la silla.
—¿Me estás… atando? —pregunté aún sin creerlo y jadeando por lo bajo al sentir un tirón fuerte con la cuerda en mis muñecas, fijando mi posición para que no pudiera moverme.
—¿No es lo que querías? —Jungkook susurró suavemente contra mi oído y su voz melosa y profunda me hizo temblar de forma vergonzosa. —Esta fue la solicitud que enviaste, ¿no es así? —agregó inclinándose para inspeccionar su obra y cuando estuvo satisfecho volvió a estar frente a mi. —Además no puedo permitir que intentes saltar por otra ventana, esto es realmente por tu propia seguridad.
Me sonrojé aún más al ver la sonrisita burlona que me regaló y abrí mis labios para decir algo, pero todo lo que salió fue una especie de sibilancia mientras Jungkook seguía mirándome con diversión engreída.
—¿Sabes que eres una especie de leyenda en la universidad? Te llaman la nena pura y casta. —Jungkook comenzó a hablar y no pude evitar rodar mis ojos ante sus palabras.
—Y se preguntan por qué nunca me acostaré con ellos. —farfullé con amargura siendo muy consciente de lo que se decía de mí y eso solo hizo que Jungkook riera por lo bajo mientras le daba un considerable repaso a todo mi cuerpo a su merced. —Sabes que no puedes andar atando mujeres a sillas contra su…
—¿Contra su voluntad? —Jungkook completó con una sonrisa diabólica adornando su perfecto rostro antes de inclinarse y quedar frente a mí, cara a cara. —Supongo que es bueno que tenga tu permiso por escrito aquí mismo.
Sentí mi respiración atascarse en mi garganta al escucharlo hablar, Jungkook me dio un rápido vistazo antes de enterrar su rostro en mi cuello y su aliento cálido aliento me hizo cosquillas en la piel segundos antes de sentir sus bonitos labios besar mi cuello con hambre, ahogué un gemido por la forma en que su lengua se deslizaba por toda mi piel; marcándola con intensas lamidas y pequeñas mordiditas, y cuando se alejó de mí no pude evitar lloriquear en silencio.
—¿Por qué no me lo lees, hmm? —Jungkook pidió elevando su teléfono a la altura de mi rostro.
—Yo no, no puedo…—balbuceé sintiendo como la vergüenza inicial regresaba a mí y respiré entrecortado cuando Jungkook pasó su pulgar por mi labio inferior lentamente; obligándome a mirarlo.
—Hazlo. —Me ordenó con su voz más dura de lo que esperaba.
El áspero timbre de su orden disparó una chispa caliente de placer directamente al centro de mis piernas, y juré que nunca había estado tan nerviosa como ahora, había algo en su mirada, algo que me hacía querer obedecerlo en todo lo que me pidiera, y así lo hice.
—Yo... quiero que Jeon Jungkook…. —comencé leyendo el texto y mi respiración se detuvo cuando el calor de su mano libre se deslizó sobre mi torso. —Me ate a su silla del comedor.
—Listo. —Afirmó en un susurro dejando que sus dedos delinearan las correas alrededor de mis muñecas.— Continua.
—Quiero que rompa, oh Dios… —balbuceé con la respiración agitada al sentir sus dedos deslizándose por mi pecho haciendo que cada palabra que decía se escuchara rota. —Quiero que rompa mi blusa por la mitad, golpeé mis tetas y…
No pude seguir leyendo más porque la mano pecadora de Jungkook se enganchó en el cuello de mi blusa; tirando con fuerza hacia los lados y rompiendo la tela, haciendo que los botones volaran en todas direcciones y que mi piel se estremeciera al sentir el aire fresco colándose por todo mi pecho.
—Me vuelves jodidamente loco… —Jungkook murmuró con una voz tan sensual y ronca mientras sentía sus ojos posarse en mis senos que subían y bajaban con cada profunda respiración que daba, lo vi relamerse sus bonitos labios al notar el sujetador de encaje negro que me había puesto hoy solo porque todos los demás estaban sucios.
Sus manos eran dulces cielos ardientes mientras se acercaban para palmear mis pechos levemente uno por uno, y yo simplemente no pude evitar gemir en voz alta; arqueando mi espalda hacia adelante y hacia sus manos sin vergüenza. Mi dignidad ya había desaparecido hace mucho tiempo a este punto y no deseaba recuperarla por ahora.
—Por favor… —rogué por lo bajo antes de soltar un pequeño gemido cuando sus grandes manos amasaron mis senos con una presión perfecta, podía sentir el peso de sus anillos a través de la tela de mi sostén.
—Nunca pensé que podría hacer esto. —Jungkook habló mientras sus pulgares rozaban con brusquedad mis pezones; arrancándome un gemido involuntario y haciendo que tirara con fuerza de la cuerda en mis manos. —Deberías de ver lo bonita que te ves así… —continuó hablando en medio de un denso suspiro, y el calor de su aliento chocó contra mi pecho haciéndome remover en la silla mientras sus manos seguían amasando con fuerza mis senos. —Pero quiero que sepas que yo también tengo muchas ideas de lo que yo te quiero hacer.
Y tan pronto como dijo eso su boca ya se encontraba sobre mi pecho; dejando besos húmedos y calientes por encima de la tela en uno de mis senos, haciendo que arqueara mi espalda más a su boca y que el calor en mi entrepierna aumentara incontrolablemente.
Había pasado tanto tiempo y estaba tan sensible, demasiado sensible.
—¡J-Jungkook! —jadeé entrecortado al sentirlo mover su boca hacia mi otro pecho sin previo aviso, dándole la misma atención con su deliciosa boca hasta que estaba retorciéndome y apretando mis muslos juntos sobre la silla.
—¿Ansiosa, bebé? —Jungkook preguntó formando una sonrisita burlona aún en mi pecho y yo solo pude lanzarle una mirada desesperada; rogándole mudamente que me diera lo que tanto quería.
Jungkook sonrió al ver mi estado de necesidad y volví a gemir cuando tomó un nuevo bocado de mi seno en su boca, sus dientes mordisquearon mi pezón sin mucha fuerza por encima de la tela que solo envió una punzada aguda de dolor teñido de placer directamente a mi clítoris, a este punto mi interior ya estaba apretando alrededor de la nada.
—Suenas tan bonita, bebé… —Jungkook elogió gentilmente, dejando que sus labios calmaran mi pezón. —Déjame darte lo que quieres…
Solté un pequeño suspiro de alivio al escucharlo justo antes de que sus dedos se engancharan al borde de las copas de mi sujetador tirando con fuerza hacia abajo hasta que mis senos desnudos se derramaron por encima y lo escuché gruñir ante la vista.
—Joder… —Jungkook jadeó antes de estirar sus manos ahuecar mis senos; como si estuviera probando su peso en ellas, su mirada me devoraba con hambre y ya podía sentir mis bragas empapadas bajo sus atenciones.
No hubo pensamientos más allá de ese segundo, mi deseo era desesperado en este momento, necesitaba más de su toque, más de él, lo necesitaba, lo anhelaba tanto que sentía que podía quedarme sin aliento, empujándome hacia él como una gatita necesitada, hasta que…
Slap.
Jadeé de placer por lo bajo cuando su palma se conectó contra mi piel, golpeando bruscamente un lado de mis senos.
—¿Es esto lo que querías, bebé? —Jungkook preguntó encontrando mis ojos llorosos antes de sonreír al ver mi estado y dar otro rotundo golpe justo del otro lado.
Mi boca se abrió de golpe al sentir mi piel arder, pero no surgió ningún sonido, salvo mis suaves y ahogados jadeos de placer, podía sentir como mis bragas empapadas se pegaban a mi entrepierna con cada impacto exquisito que recibía en mi piel ardiente.
—¿Quieres que marque estas tetas perfectas? —Jungkook volvió a preguntar solo ganándose un asentimiento desesperado de mi parte acompañado de un nuevo gemido cuando volvió a golpearme, y un gruñido primitivo retumbó en lo profundo de su pecho mientras los veía rebotar, completamente hipnotizado.
Jadeé cuando uno de sus dedos comenzó a acariciar alrededor de mi pezón adolorido, calmando mi piel rojiza con tiernas caricias en todo mi seno y cuando menos me di cuenta sus bonitos labios estaban en la misma zona; plantando pequeños besitos y erizando todo mi cuerpo una vez más.
—Debo haberte imaginado así mil veces… —susurró por lo bajo con su boca aún pegada a mi pecho solo para completar. —Y aún así nada se le acerca a lo jodidamente sexy que eres…
Sus ojos se lanzaron para encontrarse con los míos antes de sacar su lengua para lamer la punta hinchada de mi pezón una y otra vez, mi pecho se agitó ante la deliciosa sensación y gimoteé con fuerza cuando se metió todo mi seno a la boca; la obscena imagen de Jungkook chupando con hambre mi pecho mientras su mano grande y pecaminosa apretaba el otro era sacada directamente de mis fantasías más oscuras, y sabía que podía correrme con la simple vista.
Jungkook era implacable, mi cuerpo se inclinó hacia atrás contra las ataduras en mis muñecas al sentir como sus manos bajaban por mi cuerpo, acariciando cada porción de piel que tenía a su disposición con casi adoración mientras mi coño se apretaba desesperadamente alrededor de la nada.
—Jungkook, por favor yo… —sollocé por lo bajo antes de ser interrumpida cuando me tomó por mi barbilla con firmeza, su rostro de porcelana y sus rosados labios estaban a escasos centímetros de mí y tuve que reprimir la necesidad de lanzarme a besarlo.
—¿Y ahora qué, cariño? ¿Qué más quieres? —preguntó sobre mis labios, su voz era suave e indulgente, parecía dispuesto a querer complacerme en cualquier cosa, y yo jadeé de solo pensarlo. 
—Yo… necesito tus manos… —rogué sintiendo mis mejillas arder al pedirle aquello, pero él solo me sonrió.
—¿Dónde las necesitas, mhm? —Jungkook instigó acariciando burlonamente mis piernas desnudas haciéndome temblar en mi lugar, sus ojos oscuros estaban observando cada expresión que hacía mientras me tocaba suavemente.
—Más arriba… —balbuceé a medias moviendo de a poco mis caderas hacia él, desesperada por sentirlas donde más lo necesitaba, pero él era un burlón y solo las deslizó una o dos pulgadas más.— Jungkook…
—Dime. —Susurró contra mis labios con su voz ronca y grave antes de robarme un pequeño y casi imperceptible beso que me dejó queriendo más. —Dime dónde quieres mis manos, cariño.
—Por favor, por favor, quiero tus manos en mi coño… —rogué en medio de jadeos desesperados inclinándome para poder besarlo de nuevo y solo recibiendo una sonrisa llena de lujuria de su parte.
—Buena niña. —Elogió con un tono meloso justo antes de acortar la distancia que nos separaba y besarme con dureza.
Apenas y podía seguirle el ritmo a su demandante beso, sus labios sabían delicioso y chocaban contra los míos con firmeza y hambre una y otra vez, una especie de ronroneo se derritió a través de su garganta cuando nuestras lenguas se encontraron para jugar entre ellas, haciéndome tirar de la cuerda detrás de mí para poder besarlo con más fuerza, su aroma varonil se me pegaba como perfume en todo mi cuerpo e inundaba todos mis pensamientos, de repente un gemido salió de mi boca rompiendo nuestro húmedo beso ganándome un leve mordisco en mi labio inferior cuando mi cuerpo tembló al sentir sus dedos frotando suavemente sobre mis bragas, forzando mis piernas a abrirse para que pudiera seguir tocándome, y yo, obedientemente lo hice.
—Mmh, estás tan mojada, bebé… —Jungkook se maravilló mirándome a los ojos; sonriendo con lujuria mientras su mano seguía frotando pequeños círculos sobre la mancha de humedad en mis bragas, ganándose un gemido desesperado de mi parte. —¿Es todo para mí?
Asentí con la cabeza frenéticamente sin poder articular alguna palabra justo antes de ver como el rostro de Jungkook se endurecía en desaprobación mientras chasqueaba su lengua, sus dedos presionaron con dureza directamente en mi clítoris, y el impacto del placer hizo que mi cuerpo se tambaleara hacia atrás con tanta fuerza que la silla raspó el suelo.
—No puedo escucharte, cariño. —Jungkook demandó ralentizando sus movimientos en mi entrepierna, claramente dispuesto a que le diera una respuesta.
—S-sí… —sollocé incoherentemente tirando con fuerza de la cuerda y moviendo mis caderas hacia sus dedos; desesperada porque me tocara más. —Es todo para ti, Kook…
Jungkook me recompensó con una sonrisa radiante antes de verlo moverse hacia abajo por mi cuerpo y depositar un húmedo beso en mi abdomen antes de abrir más mis piernas con sus manos, y lo escuché gruñir por lo bajo cuando pudo ver lo mojada que estaba realmente.
—Que linda… —tarareó para sí mismo mientras deslizaba un dedo justo por la mitad de mi coño vestido; hundiendo la tela entre mis pliegues hinchados y arrancándome un jadeo desesperado.
Lo vi lamer ligeramente la piel de mi abdomen como si fuera un gatito al mismo tiempo que apartaba la tela húmeda de mis bragas hacia un lado para que sus dedos se deslizaran por completo entre mis pliegues resbaladizos; haciéndome gemir con fuerza y recogiendo la humedad cremosa de alrededor con sus largos dedos.
—Entonces supongo que no te importará si pruebo un poco… —Jungkook habló haciendo contacto visual conmigo, observándome expandirme en lujuria cuando colocó sus dedos dentro de su boca, chupándolos seductoramente y gruñendo por lo bajo ante mi sabor mientras me veía morderme el labio con total necesidad.
Y sacó sus dedos con un chasquido de saliva, estaba completamente segura que este hombre me iba a volver loca.
—Sabes tan delicioso… —ronroneó justo antes de hundir su rostro entre mis piernas, jadeé de sorpresa al sentir sus labios envolver mi entrepierna goteante y medio vestida antes de sentirlo cubrir rápidamente la zona con besos profundos con la boca abierta, la sensación era tan extraña y deliciosa que mis caderas empezaron a temblar por la intensidad, pero sus manos me sostenían por mis pantorrillas; obligándome a soportar el placer que me estaba dando hasta que el vacío en mi coño se volvió realmente insoportable.
—¡Ah! Dios, no puedo... yo... —gimoteé negando con mi cabeza sintiendo como Jungkook me daba las últimas lamidas a mis bragas empapadas justo antes de quitármelas por completo. —Mi falda, quítame la falda, quiero...
Jungkook se echó hacia atrás, inclinando la cabeza expectante al no entender lo que quería.— ¿Oh?
Sentí que mis mejillas comenzaban a calentarse una vez más, pero en este punto ya nada se interpondría en la realización de mi fantasía, no cuando ya estaba atada con las piernas abiertas y las tetas afuera.
—Quiero ver tus manos. Cuando tú... quiero verlas en mí…— Pedí en un tono necesitado sin dejar de mirarlo.
Por su semblante pude notar como si algo en su mente hubiera hecho clic y estuviera entendiendo todo; su vista se movió de sus manos a mi rostro sonrojado y de nuevo a sus manos, su sonrisita burlona se ensanchó aún más al darse cuenta de mi pequeño fetiche con sus manos y como si estuviera recordando el mensaje que llegó a su teléfono.
“Quiero ver como sus jodidas y sexys manos recorren todos los lugares de mi cuerpo caliente por él.”
—Ya veo… —resopló suavemente y luego sus palmas golpearon mis muslos haciéndome jadear y a él reír por lo bajo. —Cualquier cosa para ti, cariño.
Ni siquiera pude entender lo rápido que Jungkook me había quitado mi falda, porque de un momento a otro ya se encontraba amontonada alrededor de mis tobillos; dejándome completamente desnuda a él, su mirada oscura rápidamente regresó a mi coño reluciente y lo vi relamerse los labios ante la vista que tenía.
—Mira este hermoso coño, bebé… —Jungkook tarareó, pasando su pulgar sobre mis pliegues hinchados y resbaladizos, evitando cuidadosamente mi clítoris necesitado, juré que podía morir ahí mismo cuando deslizó su dedo índice dentro de mí, hasta el nudillo, el acero frío de su anillo hizo contacto con mi piel sensible y gemí con fuerza apretando su dedo en mi interior.
Había pasado tanto tiempo desde que algo que no eran mis propios dígitos inadecuados habían estado dentro de mí de esta manera. La sensación era tan diferente y tan deliciosa, y si lo combinaba con la vista erótica de su mano venosa y tatuada presionada lascivamente contra mi coño era como una inyección de puro deseo potenciado burbujeando en mi interior.
—Tu coño está tan apretado… —Jungkook siseó, moviendo lentamente su dedo dentro y fuera de mi antes de agregar un segundo dígito; haciéndome gemir ante el estiramiento. —¿Cómo tomarás mi polla si estás tan apretada, cariño? ¿Cómo lo harás si tu pequeño coño apenas puede manejar dos de mis dedos, eh?
Jungkook hablando de esa forma tan sucia me puso aún más caliente de lo que ya estaba y simplemente no podía apartar la mirada de entre mis piernas, la visión de sus dedos desapareciendo una y otra vez dentro de mí sólo para reaparecer cubiertos de mi humedad me hacía jadear, el sonido lascivo y húmedo alrededor de su mano con cada embestida que daba solo hacia que mi cuerpo se retorciera contra la silla, gimiendo erráticamente mientras la sensación de placer continuaba creciendo dentro de mí, me estaba acercando al borde y él lo sabía. Su mano libre me sujetó por el cuello con la cantidad perfecta de presión para mantener mi mirada enfocada en el lugar donde sus dedos me estaban follando.
—¿Quieres correrte en mis dedos, bebé? —Jungkook preguntó y soltó una risita oscura ante un gemido particularmente fuerte que me dejó cuando su pulgar comenzó a frotar mi sensible clítoris, y todo mi cuerpo se sacudió con fuerza.
—Sí, sí, por favor… —jadeé desesperada moviendo mis caderas lo más que podía hacia su mano; haciendo que sus dedos se hundieran más dentro de mí, sus labios se envolvieron una vez más en mi entrepierna comenzando a chupar mi clítoris al mismo tiempo que sus dedos encontraban ese punto dulce en mi interior, rozándolo suavemente.— ¡J-Jungkook!
Estaba llorando su nombre a este punto, siendo incapaz de poder escapar del abrumante placer que me inundaba, sentí a Jungkook succionar mi clítoris y golpear mi coño con sus dedos sin piedad hasta el momento en el que simplemente me rompí. Mi boca se abrió en un grito silencioso mientras ola tras ola de exquisito placer corría por mi cuerpo una y otra vez, Jungkook susurró sucios elogios contra mi coño tembloroso mientras lamía con hambre mi orgasmo como si se tratara de un néctar de la fuente más dulce.
Solté un sollozo de sensibilidad y Jungkook se apartó de mí, poniéndose de pie entre mis piernas temblorosas antes de tomarme por el cuello e inclinarse para besarme con dureza, sus labios se estrellaron con los míos de forma desenfrenada y yo gustosa lo acepté, estaba tan caliente, y sabía que necesitaba más de él, mucho más.
—Lo juro… —murmuró cuando nos separamos y yo no pude evitar hundir mi rostro en su cuello, comenzando a besar su mandíbula afilada. —Hubo días en que pensé que moriría si no podía tenerte.
—Tómame, entonces… —rogué por lo bajo, mordisqueando levemente su cuello y ganándome un suspiro tembloroso de Jungkook, como si quisiera controlarse un poco.
Casi chillé cuando se alejó de mí para mirarme desde arriba, sus ojos quemaban agujeros en mi cuerpo desnudo, caliente, cubierto de sudor y aún atado a la silla, lo vi relamerse sus bonitos labios y formar una sonrisa arrogante mientras tomaba mi cabello desordenado en su mano con dureza para guiarme hacia su pelvis; solté un gemido cuando movió mi cabeza de lado a lado y cuando mis labios chocaron con brusquedad contra la tela áspera de su pantalón, justo sobre su dura erección.
—Mira lo duro que puso verte así… —Jungkook farfulló con diversión cuando mi lengua salió para intentar lamerlo aunque fuera por encima de la tela y él solo soltó una risita oscura al verme así antes de alejarme jalando mi cabello hacia atrás con fuerza.— Otro día podré sentir tu boquita en mi polla, ahora necesito follarte.
Y tan pronto como dijo eso soltó mi cabello para alejarse de mí y caminar hacia un cajón de la cocina; sacando un condón de él y regresar junto a mi mientras se quitaba la camisa por su cabeza, y yo pude haber babeado ahí mismo sin darme cuenta, joder, este hombre lo era todo, tiré con fuerza de la cuerda en mis manos queriendo poder tocar sus marcados abdominales y eso fue suficiente para que Jungkook soltara el nudo rápidamente y me hiciera ponerme de pie antes de girarme y colocar mi cuerpo con brusquedad sobre la mesa, con mis senos presionados contra la fría superficie.
Sentía mis brazos débiles y adoloridos por tenerlos tanto tiempo atados que cuando escuché a Jungkook bajar la cremallera de sus pantalones con urgencia giré mi rostro hacia atrás queriendo poder verlo, pero ni siquiera pude hacerlo cuando con su pie separó mis piernas; abriéndome para él mientras deslizaba el condón por todo lo largo de su pene en un rápido movimiento.
No podía respirar bien, aún sentía irreal que estuviera aquí, lista para ser follada por Jungkook y sin poder verlo por completo, todos mis sentidos estaban a mil, quería verlo, tocarlo, darle una buena mamada, pero todo eso se esfumó cuando lo sentí frotar la punta de su pene contra mi entrada un par de veces, cubriéndola con mi humedad antes de alinearse correctamente y empujar su pelvis hacia adelante; colando varios centímetros de golpe dentro de mí.
—¡Ah! ¡Jungkook! —me quejé al sentir como si una especie de rampa me hubiera partido por la mitad, había subestimado su tamaño, Jungkook era tan jodidamente grande, y tenía cada centímetro de él en mi interior, tratando de ajustarme a su grosor y lo podía sentir a la perfección palpitando dentro de mí.
—¿Te gusta, bebé? —Jungkook preguntó con su voz ronca y profunda, su densa respiración chocó contra mi nuca enviándome escalofríos por todo mi cuerpo mientras me sujetaba por mis caderas para salir y volver a introducirse en una embestida dura y profunda.— ¿Te gusta mi polla?
—Sí… —sollocé cerrando los ojos mientras lo sentía comenzar a marcar un ritmo más fuerte y constante, sentía mi humedad deslizarse por el interior de mis muslos, cubriendo su polla y haciendo que sus penetraciones fueran más deliciosas tocando lo más profundo de mi.— Me encanta, Jungkook…
Y ante eso recibí un audible gruñido de su parte contra mi oído, su pelvis chocaba con fuerza contra mi trasero, hundiendo su gruesa polla una y otra vez en mi coño, su agarre en mis caderas mantenía mi cuerpo firme contra la mesa justo antes de que la palma de su mano se estrellara contra un lado de mi trasero con fuerza; haciéndome gemir su nombre mientras recibía un nuevo golpe en el mismo lugar, y luego otro, y otro, y cuando menos me di cuenta mis ojos se llenaron de lágrimas ante la dureza de sus azotes y penetraciones.
Sentía la piel mi trasero arder con cada choque de su pelvis cada que volvía a hundirse dentro de mí, podía sentir todo mi cuerpo húmedo de sudor y flujo, solté un gemido particularmente fuerte cuando el ritmo de sus penetraciones se volvió brutal, los jadeos goteaban de mis labios sin que siquiera los pudiera controlar y todos mis pensamientos racionales se esfumaron cuando un fuerte y posesivo jalón en mi cabello me hizo levantarme de la mesa; Jungkook tiró de mi cabeza hacia atrás hasta que mi espalda chocó contra su firme pecho.
—Tu coño se siente tan bien, bebé… —Jungkook jadeó en mi cuello, su respiración agitada y caliente me hizo cosquillas en la piel y gemí fuerte cuando su gran mano tatuada se envolvió alrededor de mi cintura, manteniéndome al ras de su pecho mientras que la otra se aferraba a uno de mis senos; apretándolo con fuerza y haciendo rodar sus dedos sobre mi pezón endurecido y sensible.
—Jungkook… —gimoteé, incapaz de procesar nada más allá de las deliciosas sensaciones de su polla enterrándose en mi coño con cada embestida dura y profunda, tanto que ya podía sentir el nudo formándose en mi vientre cuando comenzó a golpear repetidamente en mi zona de placer.
—¿A quién le pertenece este lindo coño? —Jungkook gruñó posesivamente al mismo tiempo que sus embestidas se volvían más desordenadas, follándome con una fuerza sorprendente mientras mi orgasmo me esperaba ansioso en algún rincón.
—A ti… a ti te pertenece… —jadeé con fuerza aferrándome a sus manos, sintiéndome tan colapsada con todas las sensaciones de él, en cómo su polla me llenaba tan bien, en cómo su aliento cálido me hacía sentir increíblemente más húmeda, estaba tan cerca del borde.
—Buena niña, ¿Vas a correrte de nuevo para mí, cariño? —Jungkook me alentó mientras sus labios se unían a mi cuello para chupar mi piel sensible con hambre, dejando varias marcas rojizas por toda la zona y haciéndome asentir débilmente antes de que mi cuerpo temblara cuando sus dedos se hundieron en mis pliegues resbaladizos, encontrando mi clítoris para frotarlo furiosamente mientras sus penetraciones perdían ritmo.— Córrete en mi polla bebé, vamos, quiero sentirlo.
Un placer abrasador me atravesó en respuesta a su orden, mis piernas temblaron cuando mi orgasmo golpeó mi cuerpo borrando mis pensamientos y haciéndome gemir su nombre una y otra vez mientras mi interior se apretaba alrededor de su dura longitud, Jungkook gruñó y me sujetó con fuerza mientras seguía empujándose dentro de mí antes de dejarse ir con dos estocadas más, la última hasta me dolió, pero era esa clase de dolor placentero por el que pasarías mil veces en la vida.
Estuvimos así por varios segundos o minutos apretados el uno con el otro, tratando de regular nuestras agitadas respiraciones, hasta que la voz de Jungkook rompió el denso silencio.
—Sabes lo que esto significa, ¿verdad, bebé? —musitó con calma pasando sus manos por mis caderas y cintura con calma.
—¿Qué significa? —pregunté girando levemente mi rostro hacia él y casi volví a gemir ante la erótica imagen de su frente cubierta de sudor y su cabello húmedo pegándose a los lados de su rostro mientras mordía su labio inferior con fuerza sin dejar de mirarme.
—Significa que es mejor que a partir de hoy todos esos mensajes sucios me lleguen directamente a mí. —aclaró formando una sensual sonrisa y yo no pude evitar sonreír también al escucharlo antes de volver a besarlo con pura necesidad.
Bueno, algunas cosas eran más importantes que nuestra dichosa investigación. 
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n/a: omg pupiss por fin estoy de regreso a mis andadas de escribir nsfw y eso me hace feli, gracias a todxs lxs que esperaron pacientemente mi regreso y que me siguieron hasta aquí, las amo demasiado ♡ para las personitas nuevas espero que les haya gustado esta historia, pronto seguiré publicando mas os que tengo por ahí guardados y que algunos de ellos ya conocen, gracias por todo y no duden en comentar lo que piensan ♡
taglist: @guvgguk @lessuwu @cometaart @AnnieKCV @darysnowflwr @nunubly @choco-linny
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elbiotipo · 8 months
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Imaginate la vida de un Clonan. Atado casi todo el día a un gancho en el piso, con la comida en frente, y haciendo tus necesidades en ese mismo punto, en un departamento que debe oler a pura mierda. Capaz a veces te sacan a pasear, pero casi nunca, no lo suficiente para alguien que desea correr y explorar como vos. Aparte de tu humano que a veces aparece gritando cosas en el ascensor, te acaricia un par de veces y se va, tus únicos compañeros son tus Otros Yo. Viven al lado tuyo, pero no los podés alcanzar, viven en el mismo chiquero, tienen el mismo olor. Los odias. Los matarías si no estuvieses atado a ese gancho. No entendés porque hay Otros Yo, pero los odias. Así, todos los días, en ese departamento de mierda.
Esa es la vida con El Loco de Milei.
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segravedad · 5 months
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kazajistán, tan lejos de la ciudad.
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fue un llamado. un llamado a la empresa de seguridad privada que tenía con sus amistades de los ejércitos, una llamada que claramente lo dejó preocupado y en segundos respondió de manera positiva. ¿volver a verla? solamente en sus sueños y fantasía, porque había jurado a cualquier dios que existiera que dejarla fue la mejor solución, pero parece que sus ideas y hasta pensamientos estaban incorrectos. pero, en ese tiempo, su carrera era tan peligrosa - otros tiempos - que en ese pasado, había creído que había sido la mejor solución para ambos. ¡oh, cuan equivocado estaba! había cometido el peor error de su vida. pero, no lo había dicho abiertamente a sus compañeros, simplemente había aceptado la misión y había tomado al equipo hacia ese lugar tan peligroso. ¿le importaba que había salido de un serio accidente? porque le importaba, quería saber porque ella estaba en ese lugar y porque se encontraba en problemas. una pelea limpia entre las personas de ese lugar de mala muerte, un par de armas que se usaron y ni hablar de los golpes que tuvo que dar al momento de meterse, y los gritos que le llegaban en su oreja por el audífono, donde sus amigos le decían las partes donde meterse. "¿quieres que vaya a la izquierda?" preguntó, mientras con la misma arma apuntaba en los pasillos vacíos, donde todos los reos habían salido para irse a pelear con otros presos. un motín había sido armado solamente por este momento, y parece que había sido la mejor opción. "maldita sea..." murmuró cuando se dio cuenta que debía bajar las escaleras, hacia pisos más profundos de ese lugar del infierno. tragó en seco. con seguridad en sus pasos y su arma bien agarrada en sus manos, y con un corazón latiendo se metió hasta el último pasillo donde solamente había una puerta, con una pequeña habitación. "¡hey, necesito que te eches para atrás!" le exclamó a ella, mientras sacaba un dispositivo para reventar la manilla de la puerta de metal. "¡uno, dos y tres...!" listo. la puerta estaba abierta y un poco de humo se estaba viendo en el ambiente. estornudo un poco y trató de sacar la cantidad de aire que se veía, entonces...los observó y aquellos ojos azules como el mismo océanos los pudo volver a observar, unos ojos que ni siquiera en sus mejores sueños podía olvidar. sin pensarlo dos veces se acercó a ella y preguntó lo siguiente, con ese ceño fruncido. "¿estás bien? te sacaré de aquí" después preguntaría todo lo que estaba pasando en su mente. @bubbl3corn
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suzukis-posts · 1 year
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「 𝐃𝐔𝐋𝐂𝐄 ⭑ SLAYER ꜝ ꜞ
𝐓𝐄𝐑𝐔 𝐌𝐈𝐍𝐀𝐌𝐎𝐓𝐎
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Advertencia: Este one-short contiene tendencias, comportamientos y acciones yanderes. (Male reader)
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Teru podría ser un chico dulce, atractivo y muy responsable a la vista, pero por dentro era alguien obsesionado, loco y enamorado.
Por supuesto que al ser presidente del consejo estudiantil y hermano mayor tenía que guardarse estos impulsos oscuros.
Su amor no era ni más ni menos que por su compañero de piso, al estar actualmente en la universidad le permitía compartir habitación con su amigo. Ese eras tú.
Eras un chico estresado por su bloqueo creativo, tenías que entregar un proyecto que implicaba escribir pero no tenías ideas. Eres poco atractivo según las chicas de la universidad, siempre la misma mirada de aburrimiento, ojos cansados y ojeras notables.
No te importaba la opinión de los que no conocías, después de todo no los conocías y no te debería de importar su opinión. Pero a Teru si le importaba su opinión.
Teru era alguien que conociste a la edad de doce años, ambos iban juntos a la misma secundaria, conocías a sus hermanos Tiara y Teru. Estabas algo confundido acerca de tus sentimientos y no sabías si lo que sentías por él era amor o una siempre amistad.
Era un sueño. Literalmente estabas soñando en este momento.
── Despierta, _______. Llegaremos tarde a clase. ── Teru movió tu hombro intentando despertarte, estabas cansado y harto de tu bloqueo creativo, no podías terminar tu historia por lo que la noche anterior habías dormido poco.
Por otro lado Teru estaba admirando tu rostro tranquilo al dormir, era todo lo que podía desear.
Bostezando abriste los ojos con enojo intentando ver quién te despertaba de tu hermosa siesta. Era Teru.
Sabiendo que era él, tomaste una almohada cercana y se la lanzaste a la cara. Lo hubieras callado pero estabas algo cansado y recién despierto para eso.
Teru se ríe sosteniendo la almohada ── Oh vamos. Mira la hora, ya es tarde. ── Teru a simple vista se veía algo cansado.
Notaste sus ojeras, preguntando algo curioso por su aspecto ── Oye... luces cansado, ¿haz dormido? ── Preguntas con curiosidad al verlo.
Teru se quedó un segundo callado intentando conseguir una excusa, no pudo dormir bien debido a cierto incidente que tuvo la noche anterior con alguien. Su ropa que usualmente utilizaba fue cambiada por el uniforme de repuesto ya que ese incidente lo llevó a manchar su ropa.
── No he dormido bien anoche, eso es todo. ── Mintió, hey pero después de todo no es tan mentira eso pensaba él. Te preocupas acercándote a su rostro. Tomando su rostro con tus manos, era algo que siempre haces con él ── ¿Dormiste? ── La cercanía lo sorprendió de repente impulsando uno de sus impulsos.
Teru anhelaba tu amor, desde que se conocieron, no supo borrarte de morbosa mente. Kou sabía de sus enfermizos sentimientos y aún así por miedo no se atrevía a reclamarle a su hermano mayor, o incluso decirle lo mal que estaba.
Teru se sonrojo, sonrió de forma cínica en su mente al pensar todo lo que podría hacerte si fueras de él y estuvieras solo con él, pero a diferencia de tí solo lo veías sonreir calidamente como siempre de alguna forma disfrutando el tacto.
Un pequeño impulso lo llevó a sostener tu mano en su mejilla sonriendo de forma coqueta acercándose peligrosamente a tu rostro, en cuestión de segundos estabas rodeado o incluso acorralado en la pared de la cama, algo que te sorprendió y asusto un poco. Nunca habías visto esta parte de él.
Teru no aguantaba más el sentimiento, tenía que de alguna forma explicarte lo que sentía, estaba confiado en que tu lo ibas a aceptar.
Si o si lo aceptarías ¿verdad? Pues claro, no tenías otra opción.
── ¿T-Teru...? ── Preguntas nervioso al ver la peligrosa cercanía. Sus rostros estaban a centímetros y podías oír su respiración algo agitada. Sus ojos estaban algo afilados, era una mirada sombría, una mirada que nunca habías visto en él.
── Sabes... realmente no puedo soportarlo más... ── Sus ojos estaban clavados en los tuyos, su rubor florecía al acercarse más y más. Podía escuchar tu respiración agitada y observar tu hermoso rostro más de cerca.
Tomó tu cintura, sus ojos reflejaban una mezcla de locura, amor y lujuria ── Te amo... me gustas mucho, _______... no tienes idea de lo que me haces sentir cuando estoy contigo. Quiero tenerte a mi lado y que nadie nos separe... ── Declaró sonriendo, no pudiste evitar sonrojarte más ante su declaración, estaba mal y lo sabias, estaba tan confundido y era algo obvio para Teru. Así que aprovecharía esto.
Crraste los ojos con fuerza esperando lo obvio, intentaste separarte, era imposible.
Sus labios se conectaron con los tuyos al sentir que no estabas más a la defensiva formando un tierno beso, después de todo al parecer sentías lo mismo por él. Si no fuera por el macabro plan que tenía planeado si era rechazado.
Tantas vidas que fueron arrebatadas por su impulso, todo un sótano lleno de cadáveres, unas pequeñas fotos tuyas guardadas en su teléfono y tantas personas que rechazó por su único amor lo llevaron a este hermoso regalo que estaba sucediendo ahora mismo.
¡Se estaban besando! un sueño hecho realidad a base de su esfuerzo, profundizó más el beso atrayendo te más a él. Luego de unos minutos se separaron del largo beso. ── Y-Yo... t-tú... ¿t-te gusto....? ── Respiraba agitado buscando aire, su rostro estaba fruncido y sonrojado.
Teru asintió sonriendo ── ¿Quieres que te lo vuelva a demostrar? ── El chico hervía, se negó entendiendo ── Yo te amo, eres muy especial para mí, no dejaré que nadie te haga daño, te protegeré. ── Susurró en su oído con un tono lleno de dulzura enfermiza.
Parecía estar bajo una manipulación, se sentía seguro bajo sus palabras a lo cuál declaró algo que a Teru lo hizo sonreír de manera enfermiza.
── Y-Yo... tu también me gustas, Teru... ── Había logrado su objetivo, ahora solo quedaba alejarte de todos los que te hacían daño.
Cada persona que se atreva a tocarte, hablarte, mirarte o admirarte que no sea él lo matará.
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jartita-me-teneis · 21 days
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Un grupo de ex compañeros de colegio de 40 años, van a salir a cenar y eligen la parrilla "El Algarrobo Negro", porque allí las chicas que atienden el restaurante son todas buenas mozas y se visten con pantalones ajustados.
Diez años después, a los 50 de edad, el grupito vuelve a reunirse y elige la parrilla "El Algarrobo Negro", porque allí la carne es muy buena y la selección de vinos amplia.
Diez años después, a los 60 de edad, el grupo de amigos una vez más discute dónde van a ir a cenar, y eligen la parrilla "El Algarrobo Negro" porque el ambiente es tranquilo y la música agradable.
Diez años más tarde, a los 70 años de edad, los amigos discuten una vez más donde van a ir a cenar, y eligen la parrilla "El Algarrobo Negro" porque tiene rampas de acceso para discapacitados y baños amplios y cercanos en ambos pisos.
Diez años más tarde, a los 80 de edad, los amigos discuten una vez más donde van a ir a comer, y eligen la parrilla "El Algarrobo Negro" ya que nunca han estado ahí y les gustaría conocerlo.
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nightmare-knight · 6 months
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No es secreto si está a plena vista
Fandom : Loonatics Unleashed
Clasificación : T
Pareja: Tech x Rev
(...)
Duck
Ser un loonatic era la mejor cosa que le había pasado a Duck en la vida. Al fin podía salvar gente y sentirse un héroe, como siempre lo había imaginado, y al tener superpoderes, resultó ser mejor de lo que había fantaseado. Le iban a dar su propia habitación, la cual no debía compartir con ningún hermano pequeño, un traje fenomenal y artilugios a nivel de un espía, como las películas que solía ver con las cuidadoras del orfanato.
Duck estaba tan feliz cuando se mudó al edificio que Zadavia compró para ellos, que no pudo dormir en toda la noche por la emoción y llego muy temprano a la mudanza. Era genial que su benefactora fuera tan acaudalada para darse ese lujo, y que no escatimara gastos en ellos. Sin embargo, no iba a ser flojo, estaba seguro que si trabajaba duro, iba a ser uno de sus preferidos y terminaría siendo nombrado líder del equipo.
Estaba pensando en eso, llevando su equipaje con ruedas a través del piso brillante de aquel enorme edificio. A pesar de que iba a compartir aquel sitio con un montón de extraños, no iba a preocuparse demasiado por la convivencia, estaba acostumbrado a ver caras nuevas y lidiar con gente problemática. Sin embargo, era probable que sus compañeros lo encontraran molesto por su personalidad efusiva y su ambición, pero no iba a molestarse por los sentimientos de sus futuros subordinados. Cuando sea su líder no iba dejarlos ni chistar.
De camino al ascensor para subir a donde se encontraba su nueva habitación, vio a dos antropomorfos platicando delante de este, obstruyendo su camino. Eran un coyote y un correcaminos que parecían estar hablando de manera muy civilizada y tal vez demasiado amistosa para la socialmente permitido. La apariencia de los dos era poco llamativa y bastante mundana. El coyote parecía un bibliotecario con su cárdigan y pantalón de gabardina, de colores aburridos y opacos. El correcaminos en cambio, vestía como si fuera a ver un partido de basherball. Llevaba bermudas y camiseta de uno de los equipos locales (el cual no recordaba su nombre, Duck detestaba el basherball), de un color rojo tan intenso que desentonaba demasiado con sus plumas violáceas.
Duck estaba seguro que si los hubiera conocido por separado, diría que no solo ni se hablarían, sino que hasta podrían llegar a detestarse. Sin embargo, el par parecía estar demasiado feliz de haberse encontrado, charlando animadamente y siendo demasiado amistosos entre ellos ¿Amor a primera vista? Duck podía suponer esto, porque él nunca tiene suerte en sus trabajos, o tiene jefes estúpidos, o compañeros de trabajo que intentan tener un romance de oficina y echar a perder la dinámica de equipo.
Duck debería informar de esto a Zadavia para que corte de raíz esta situación, sería poco conveniente tener dos idiotas anhelándose en medio de una misión. Aun así, como futuro líder de este equipo de superdotados, debe asegurarse de que todo esté en orden para su futura tarea de comandarlos. Decidió acercarse para hablar con los dos babosos que estaban tocándose demasiado, una palmadita por aquí, una caricia por allá, era ridículo que apenas se hayan conocido y ya estén coqueteando como un par de adolescentes hormonados.
—¿Le pediste a Zadavia una habitación tan lejos del laboratorio?— El coyote sonaba tan decepcionado, combinado con sus orejas caídas y su expresión de derrota, que Duck se sentía incómodo de interrumpirlos. El correcaminos parecía ser inmune a esta curiosa estrategia de generar lastima.
—No quiero que te molestes, es solo para evitar tus hábitos de caminar en sueños y trabajar sonámbulo, ella opina que es demasiado peligroso con todo el equipo avanzado que hay en el laboratorio, y yo estoy completamente de acuerdo, no podemos darnos el lujo de que vueles en pedazos sin supervisión— Contestó tan rápido el correcaminos, que apenas pudo entender lo que dijo. El coyote se resignó y sus orejas se levantaron en señal de alerta, sonriendo con cierta altanería.
—Está bien, pero en proyectos importantes dormiré ahí...—
—Ejem— Duck interrumpió la conversación, parándose en medio de los dos —Veo que seremos compañeros, déjenme presentarme, soy Duck, futuro líder del equipo—
Los dos le miraron con cierta duda. El coyote no parecía saber que decirle, pero el correcaminos se lanzó sobre el para hablarle tan rápido que termino mareándolo.
—Eso significa que tienes poderes como nosotros, es genial, me llamo Rev y este es Tech, manifestamos poderes especiales hace poco y Zadavia nos contactó para formar parte del equipo, estoy tan emocionado de conocer gente nueva, espero que nos llevemos muy bien ¿Qué clase de poderes tienes? ¿Disparas rayos láser por los ojos? ¿Tienes poderes psíquicos?—
Duck no sabía cómo reaccionar al animado y enérgico parloteo. Iba a llamarles la atención por intentar comenzar una relación en un trabajo tan serio como este, porque no eran un club social, sino un grupo de héroes que combate el crimen. Sin embargo, el correcaminos no le permitió hablar, porque comenzó a contarle las maravillas de correr a miles de kilómetros por hora, mientras que el coyote trataba de pasar desapercibido, acotando un par de monosílabos si eran necesarios.
—Bien, suficiente— El pato estalló exasperado, ante el maremoto de palabras al que se vio sometido y decidió dejar esta situación en manos de Zadavia para que lo solucione por su cuenta. Ella era la jefa y vería que hacer con estos dos tontos que solo vinieron a buscar pareja, y no a comportarse como héroes profesionales —Solo eviten darme problemas con lo que sea que este pasando entre ustedes—
—Oh, claro— Rev parecía haberse decepcionado de su arrebato y miró a Tech, que subió sus hombros con calma.
—Estaremos bien, nos será fácil trabajar juntos— El coyote dijo esto con total tranquilidad, lo que animó bastante al correcaminos a su lado.
Duck no entendía como dos personas que apenas se conocían se lleven tan bien como para trabajar juntos, pero decidió no seguir hablando con ellos, porque no quería lidiar con el desastre de la convivencia con una pareja tan dispareja.
—Mientras no me estorben, todo saldrá bien— El pato se fue a su nuevo cuarto y dejó a los dos antropomorfos hablando de sus cosas, como si nada hubiera pasada. De seguro tendría que vigilarlos para que no hagan nada que perjudiquen al equipo, hasta que Zadavia intervenga y les obligue a terminar con lo que sea que estén intentando comenzar.
(...)
Ace
El equipo al que pusieron a cargo era pequeño, pero demasiado variado. Si bien con Lexi podía esperar ciertas cosas debido a que pertenecen a la misma especie, desde hábitos alimenticios hasta aspectos de su propia cultura, los demás eran muy diferentes, y apenas sabía cómo tratar con ellos, solo con la información que tenía al respecto otorgada por Zadavia.
Pensó que Slam sería el más problemático, pero resultó ser el más tranquilo y más práctico de todos. Ace agradecía tener a alguien tan fuerte que sea tan flexible, y no era difícil de entender, ya que amaba comer y la lucha profesional, cosas sencillas que hasta él podía encontrarles encanto. A pesar de su torpeza, lo compenzaba con su buena suerte y la fortaleza para evitar ser dañado por sus pequeños accidentes. Sería un excelente doble de riesgo, si hubiera actores que sean tan grandes como él.
Duck por otro lado, era un problema en todo sentido. Era arrogante, impulsivo y le costaba seguir órdenes. Sus poderes eran tan caóticos como su personalidad, a veces era demasiado útil para la situación, otras por demás innecesarios. Había ocasiones que deseaba zarandearlo para hacerle entrar en razón, pidiéndole que deje de tomarse las cosas como si fuera una pasarela de vanidades, ponga los pies en la tierra. El pato no era consciente que tenían un trabajo muy peligroso, había vidas en juego, empezando por las suyas...
…Debía calmarse. Se le estaba subiendo la presión de solo pensar en Duck. Estaba seguro que para la próxima semana, le estarían saliendo canas por la frustración.
Sin embargo, los miembros más desconcertantes eran Rev y Tech. Cuando se presentaron, lo primero que pensó es que estaría lidiando con una guerra entre dos enemigos jurados, a lo sumo con intercambios pasivo-agresivo, o en el peor de los casos, amenazas permanentes y animadversión. Sin embargo, los dos resultaron ser demasiado tranquilos con su convivencia, a pesar de la burbujeante e hiperactividad de Rev, y la actitud reservada y caustica de Tech, parecían llevarse muy bien.
Tal vez demasiado bien. No es que le molestara, era solo que, eran demasiado buenos el uno para el otro.
Ese mismo día, después de lidiar con el villano de turno, los dos estaban trabajando en el laboratorio, guardando el equipo y reparando las armas que se dañaron. Ace admiraba el trabajo duro que realizaban, pero necesitaba que se tomaran un descanso y coman todos juntos, para poder mejorar la dinámica de equipo. Últimamente Tech había estado encerrado demasiado tiempo en su laboratorio, y Rev siempre estaba pegado al coyote, haciendo que también se aleje de los demás.
—¿Qué hay de nuevo, Doc?— Ace entró al laboratorio, y encontró a la pareja trabajando diligentemente, Tech ajustando y reparando las armas, y Rev trabajando en la computadora, tipeando tan rápido que apenas podía ver sus dedos. Al conejo le pareció extraño ver al correcaminos sentado por unos minutos, por su conocida hiperactividad, pero supuso que era la forma más cómoda de programar.
—Jefe ¿Que le trae por aquí? —Tech dijo esto sin levantar la vista de su trabajo, pero Rev dejó lo que estaba haciendo para acercarse a Ace.
—Hace mucho que no te veíamos por aquí, pero me alegra que pases a vernos, aunque puede que necesites algo ¿Surgió otro problema? ¿Alguien del equipo se ha herido? Oh no, estas herido ¿necesitas ir al ala médica?—
—No, tranquilo Rev, solo vine a pedirles que se unan a la cena de hoy— Ace dijo esto con cierta cautela, y notó que los dos antropomorfos le miraron un poco resignados —Hace días que están encerrados aquí y les haría bien interactuar con los demás—
—Oh, claro— Rev se encontraba un poco alicaído y no parecía desear hablar como siempre. Ace se sintió un poco mal ¿dijo algo que lo molestó?
—¿Sabes Rev? No es mala idea— Tech sorpresivamente dejó todo lo que estaba haciendo, limpió sus manos antes de levantarse de su mesa de trabajo.
—¿Estás seguro?— Rev preguntó esto con cierta duda, pero su estado de animo mejoró exponencialmente, porque una enorme sonrisa adornó su pico.
—Por supuesto, además siempre me dices que debo tratar de ser un poco más sociable— El coyote le dedicó una suave sonrisa acercándose donde se encontraba Rev, mientras que el correcaminos se le quedó mirando embelesado, sin decir mucho más. Ace no sabía donde meterse, porque ahora se habían acercado demasiado, y parecían que fueran a besarse.
Tanto anhelo no debería ser presenciado por alguien cuya vida amorosa es inexistente.
—Eso es genial, si— Ace interrumpe el intimo momento entre los dos, y ellos se le quedan viendo confundidos ¿Cómo no se dan cuenta de lo enamorados que están el uno del otro? Era tan obvio que resultaba doloroso soportar sus interacciones —¿Qué les gustaría comer? Hay un empate entre pizza y comida china—
—Estoy de humor para pizza ¿Qué opinas Rev?— Preguntó Tech, siendo considerado. El conejo vio como Rev parecía estar saltando de alegría, y enseguida responde.
—Pizza sería genial, iré con los demás para hacer el pedido— El correcaminos salió a toda velocidad de allí, dejando a Tech y Ace solos, a punto de salir del laboratorio.
—Gracias, jefe— Por algún motivo que Ace no pudo entender, el coyote le estaba agradeciendo. Tal vez notó su cara llena de confusión, porque intentó explicar la situación —A veces nos cuesta trabajo desconectar, particularmente Rev, él siente que siempre debe demostrar algo—
—Pensé que el adicto al trabajo era usted— Ace a veces no sabía como hablarle a Tech, estaba seguro de que tenía su edad, pero parecía ser más viejo y solemne de lo que parecía.
—Tengo mis momentos, pero ahora solo eran reparaciones y mantenimiento, además, no está mal que de vez en cuando sea yo el que ceda, Rev no puede estar cuidando de mí todo el tiempo— Tech parecía estarse refiriendo a experiencia pasadas, pero solo llevaban un mes todos juntos en aquel edificio. La respuesta fue tan extraña que le dejo confundido, pero finalmente, el conejo elevó sus hombros en señal de rendición.
—Se llevan muy bien, me alegro mucho por eso y espero que sigan así, pero no descuiden su relación con los demás— Ace terminó dejando de lado sus teorías de emparejamiento ¿Y que si Rev y Tech se gustaban? Eventualmente se iban a declarar y de seguro serán menos extraños entre ellos.
—Lo tendré presente, jefe— Agregó el coyote, pero ya no estaba mirándolo, porque sus ojos se posaron en Rev, que estaba muy animado conversando con Duck y Lexi. Si esa no era la mirada de un hombre enamorado, Ace estaba dispuesto a dejar de comer zanahorias por el resto de su vida.
(…)
Slam
La adrenalina que acumuló ese día apenas le había permitido de disfrutar de la cena como era debido, por lo que el demonio de Tasmania tuvo que ir al gimnasio a descargar sus energías, porque no iba a poder pegar un ojo esa noche, y necesitaba recuperar sus horas de sueño.
Pelear contra Black Velvet fue revitalizante y a la vez, ligeramente desconcertante. A él le costaba trabajo imaginar que una mujer tan bonita resultara ser tan despiadada y desagradable, pero debía admitir que seguía siendo un ingenuo. Las apariencias no lo eran todo, y una persona puede ser muy malvada a pesar de ser tan atractiva.
Un verdadero desperdició, si llegaban a preguntarle.
Slam salió del gimnasio, después de darse una ducha bien caliente y relajante, listo para atacar la cocina y comer un delicioso tentempié. Cuando pasó caminando por la sala oscura y chocó contra el sofá, hizo un bulto caiga de este y se queje dolorido. Las luces finalmente se encendieron al detectar el movimiento en la sala, y el demonio de Tasmania reconoce al bulto en el suelo.
—(¿Tech? ¿Qué haces durmiendo en el sofá?)— De inmediato, le ofreció la mano para ayudarlo, que fue aceptada de mala gana.
—…—Tech parecía estar un poco triste, y a la vez, bastante molesto. Una combinación de emociones bastante particulares. Ya incorporado por completo, suspiró resignado y comenzó a explicarse —Rev está molesto conmigo—
Slam se preguntaba porque estaba durmiendo en el sofá por eso, pero supuso que simplemente estaba demasiado angustiado para dormir en su propia cama. Raro, pero Tech siempre le resultó demasiado extraño y excéntrico como para lidiar con él.
El demonio de Tasmania estaba un poco preocupado por el coyote. Tal vez necesite hablar de esto, es raro que Rev se enfade, y mucho más raro que sea con Tech. Ambos se llevaban muy bien, es decir, estaban juntos todo el tiempo y era poco habitual que estén separados por mucho tiempo.
—(¿Quieres comer algo? Eso suele levantarme el ánimo)— Slam tomó el brazo de Tech, y lo dirigió hasta la cocina. El coyote se veía tan triste y descorazonado, que parecía un zombi, por lo que le hace sentarse en una de las sillas y comienza a preparar sus famosos sándwiches de carnes frías. Se le daba bien ese tipo de bocadillos, y disfrutaba mucho de la sensación de la mostaza en su boca, después de zamparse una docena de estos, así que estaba seguro que le ayudará a su compañero a mejorar su humor.
Le ofrece uno a Tech, y este lo mira resignado, lo toma entre sus manos y comienza a comerlo, con lentitud al principio, pequeños bocados, que pronto fueron reemplazados por un par de mordidas más rápidas.
—Está muy bueno— Declaró el coyote entusiasmado.
—(El secreto está en la mostaza)— Slam asintió levemente, estando de acuerdo. Era muy celoso de sus condimentos, no tanto con la procedencia de la comida, pero le gustaban marcas específicas de salsa y aderezos. Hacía una gran diferencia. Mas allá de eso, ahora tenía que intentar hacer hablar al retraído del grupo, y tal vez una pregunta directa sea suficiente —(¿Por qué Rev está enfadado contigo?)—
—Fue por la misión de hoy, sobre mi secuestro y, sobre todo, como Black Velvet tomo control de mi mente, cree que realmente me interesó esa mujer y disfrute estar bajo su control— Tech parecía estar muy angustiado por esto.
—(No te culpo si fue así, era muy bonita, una pena que fuera tan mala)— Slam no veía motivos para estar molesto por esto porque la situación se solucionó al final, pero Rev de seguro se indignó por haber sido atacado por su mejor amigo.
—No me interesan para nada las mujeres, pero Rev está demasiado molesto para escucharme, y aquí estoy, como un perro pateado— Tech se aplastó sobre la mesa, con sus orejas bajas y con la cola entre las piernas. La imagen era lamentable, así que el demonio de Tasmania decidió hacer algo al respecto.
—(¿Quieres que te ayude hablar con Rev?)— Slam estaba seguro de que su compañero necesitaba una mano, y esperaba que aceptara su ayuda. A veces Tech era demasiado orgulloso para su propio bien.
—Me gustaría hablar con Rev, si puedes ayudarme con eso, lo apreciaría mucho— Para su suerte, el coyote parecía estar dispuesto a lo que sea, porque no ofreció resistencia. Para su suerte, la solución era muy sencilla. Slam le pasó la bolsa de pan, los condimentos y le entregó un cuchillo de untar.
—(Hazle un sándwich)—
Cuando el coyote terminó de hacer aquel bocadillo para el correcaminos, Slam lo acompañó a donde se supone que estaba la habitación de Rev. En ese par de meses, no tenía idea donde dormían sus compañeros, por lo que era la primera vez que estaba allí.
Delante de la puerta, Slam tocó con cuidado y comenzó hablar.
—(Rev, aquí Slam ¿Podemos hablar por un momento?)— El demonio de Tasmania dijo esto detrás de la puerta, la cual se abrió a los pocos segundos, revelando un lloroso correcaminos que parecía ser tan miserable como el mismo Tech.
—Slam, amigo, perdón por tardar tanto en abrirte, realmente no estoy bien...— Rev deja de hablar al notar que Tech estaba detrás de él. Slam de inmediato, empujó al coyote que llevaba el plato con el sándwich, para que se le ofrezca al correcaminos. Inseguro, el canino comienza hablar como si fuera un robot.
—Esto es para ti, tiene semillas con brotes de soja y queso—
—...— Rev estaba extrañamente silencioso, tomó el sándwich y lo tragó delante de ellos dos. Slam no podía dejar de sorprenderse por la habilidad de las aves de tragar su comida, lo que daría por no tener que preocuparse por masticar. Volviendo a los dos amigos en problemas, el correcaminos parecía más animado, porque le sonrió a Tech —Está muy rico—
—Si, este...— Tech miró a Slam y de inmediato agregó —...El secreto está en la mostaza—
—Claro, la mostaza— Rev no dijo más nada, pero el coyote comenzó hablar desesperado.
—Rev yo lo siento mucho, no quise perder el control y mucho menos ayudar a esa horrible mujer, lamento mucho si te lastimé, pero sabes que nunca traicionaría tu confianza, sabes lo importante que eres para mí—
Slam miró sorprendido al coyote. Eso fue muy romántico de su parte ¿Era una especie de confesión? No lo parecía, más bien se sentía como si estuviera presenciando la reconciliación de una pareja de casados. Era todo muy extraño.
—Esta bien, puedes pasar, pero quiero que sepas que sigo molesto— Mintió Rev descaradamente. Esa enorme sonrisa en su pico, no reflejaba sus palabras para nada.
El coyote se animó muchísimo, podía ver su cola moviéndose de la alegría. Slam bostezo cansado, ya pasó su hora de dormir y sinceramente, no quería ser la tercera rueda, así que planeaba irse. Sin embargo, antes de escapar de allí, Tech le dio una palmada en la espalda, y le sonrió.
—Muchas gracias Slam, eres un buen amigo—
El demonio de Tasmania asintió levemente, se despidió de la pareja, sintiéndose mucho mejor consigo mismo. No tenía idea que pasaba con esos dos, pero se alegraba de haberles ayudado.
(...)
Lexi
Tener superoído era realmente útil para encontrar guaridas secretas de villanos, espiar a delincuentes y escuchar llamadas de auxilio. Pero era una verdadera pesadilla cuando trataba de estar tranquila en la torre y evitar que cada golpe, ruido, pitido o roce, la vuelva loca.
Lexi estaba sufriendo un poco de insomnio últimamente, porque sus audífonos de cancelación de ruido estaban siendo insuficientes para poder descansar adecuadamente. Ya iban dos días seguidos, y no sabía que más hacer para poder descansar adecuadamente.
—¿Lexi? ¿Estas bien?— Rev llegó a la cocina, y le preguntó esto con un tono lleno de preocupación.
—¿Por qué lo preguntas?— Ella trató de ser amable, pero estaba tan cansada, que no pudo evitar sonar desagradable. Esperaba que un par de tazas de café le ayude a sentirse mejor.
—Porque estás tomando el café de Tech como si fuera agua, y literalmente esa cosa es alquitrán líquido— Respondió el correcaminos, quitándole la taza de su mano y haciéndola sentar en una silla. Lexi estaba tan cansada, que se desplomó en esta y miró al vacío.
—No he dormido en dos días, mis oídos están demasiado sensibles y mis audífonos de cancelación de ruido ya no me sirven— Reveló Lexi.
—Tal vez Tech debería construirte nuevos ¿Insonorizaste tu habitación?— Indagó Rev.
—¿Eso se puede hacer?— Lexi no tenía idea si era posible algo semejante, se las había arreglado bien con su audífonos hasta ese entonces.
—Claro, se lo pedí a Zadavia desde que nos mudamos, para no molestar a todos ustedes— Rev le sonrió, y por algún extraño motivo, se sonrojó y rascó de manera nerviosa su cuello.
Lexi supuso que le apenaba ser tan inquieto en su habitación, por lo hiperactivo que es durante el día, algo que de seguro no podía evitar. Mientras pensaba en esto, el correcaminos le pasa una botella de agua para que beba un poco.
—¿Quieres dormir un poco en mi cuarto? Instalaremos aislantes acústicos en tu habitación y mientras, aprovechas a descansar— Ofrece de manera amable el correcaminos, haciendo que Lexi suspire resignada. Estaba molida, necesitaba dormir cuanto antes.
—Una siesta me vendría bien, gracias Rev—
Lexi acompañó a Rev hasta su habitación, y al entrar se quedó un poco conmocionada al ver una cama tamaña King en el medio de esta, y la mitad de esta, llena de microchips, tuercas y placas de metal. Era como si hubieran arrojado una caja de herramientas sobre las sábanas, dejando poco espacio para dormir en un colchón tan grande.
—Espera un poco que ordene, y cambie las sábanas— Dijo Rev con celeridad, mientras Lexi trató de detenerlo.
—Rev, no es necesario…— La coneja se resigna al ver que una ráfaga de color rojo pasar a toda prisa por toda la habitación, dejando sabanas limpias en la cama, y quitando todo el desorden. Realmente Rev tenía problemas para quedarse quieto mientras dormía, si traía el trabajo del laboratorio a la cama.
—Listo, descansa tranquila, Tech y yo nos haremos cargo de tu cuarto— Dijo con celeridad el correcaminos, saliendo rápidamente de la habitación, cerrando la puerta detrás de él.
—No hurguen entre mis cosas— Lexi gritó esto, pero sabía que Rev ya no la estaba escuchando. Estaba tan cansada que su petición sonó vacía, y le restó importancia.
La coneja notó lo silencioso de aquel lugar cuando el correcaminos cerró la puerta. Si bien había pedido que no miraran sus cosas, era la primera vez que estaba en la habitación de un chico, y debía admitir que le daba mucha curiosidad. La cama era ridículamente grande para el tamaño de Rev, debería sentirse muy solo durmiendo allí ¿Por qué pidió una cama matrimonial en primer lugar? Posiblemente se mueva demasiado mientras duerme, y es lo más cómodo que encontró.
Lexi solo iba a mirar un poco, por encima. Estaba demasiado cansada para andar de chismosa, solo miraría un poco el sitio y luego a la cama. Miró a su alrededor, y a pesar del desorden inicial, la habitación lucía bastante normal. Había estantes llenos de libros, consolas de videojuegos y un par de cajas con más microchips y cables. Lo que parecía tener menos polvo era una pila de computadoras portátiles, y varios manuales de programación, esparcidos entre todo aquel lugar. Sin embargo, algo captó su atención. Una especie de tableta conmemorativa, que solo servía para guardar fotos.
Tocó la pantalla, y encontró muchas imágenes de Tech, principalmente de su época en la universidad, al lado de cada uno de sus inventos. Lexi se percató que estaba hurgando en algo muy privado, pero hace meses que para todos ellos era obvio que Rev estaba muy enamorado de Tech, y no entendían porque nunca se ha animado a decirle lo que siente. No sabía si continuar viendo esas imágenes, el enamoramiento del correcaminos rayaba a la obsesión…
—¿Lexi? ¿Estás despierta?— La voz de Tech le llamó la atención, tomándola por sorpresa. Ni lo sintió venir, porque la habitación estaba realmente insonorizada. Dejó la tableta en su lugar, y se giró para ver que el coyote no había entrado, solo entornó la puerta ligeramente para hablarle.
—Si, aún no me he acostado— Respondió Lexi, al recuperarse del pequeño susto que sufrió.
—Disculpa que te moleste, pero Rev me pidió que buscara unas cosas— Tech entró, tomó la caja llena de chips y placas que había juntado el correcaminos de la habitación, para sacarla de allí —Descansa, en unas horas terminaremos de insonorizar tu cuarto—
—Claro, muchas gracias— Lexi vio retirarse al coyote, y se dejó caer en la cama, completamente agotada. Ese susto drenó la poca energía que le quedaba. Tal vez podía pensar en algo para ayudar a Rev a declarársele a Tech, porque no creía que fuera sano que guardara fotos del coyote y lo anhele en las sombras, como un acosador.
Rev acosador ¿Quién lo diría?
Con ese pensamiento, Lexi se durmió profundamente en la cómoda y amplia cama.
(…)
Zadavia
Zadavia no entendía para que la habían llamado, pero por la seriedad en el rostro de Ace, parecía que se trataba de una situación muy delicada. Ella trató de mentalizarse para lidiar con cualquier tipo de problema, y notó que en la sala de estar de la torre, había un enorme cartel que rezaba la palabra “INTERVENCIÓN” colgado desde el techo.
Ella temía que este día llegaría. Era sabido que estos cuatro meses de gracia, con personas tan diferentes conviviendo en un solo edificio, solo eran el preludio de un conflicto dentro del equipo, que escalaría a situaciones de mayor envergadura ¿La intervención era para Duck? Era muy probable, Ace básicamente no paraba de quejarse de él en todos sus informes.
—Buenas tardes jefa, tome asiento por favor, ya vamos a comenzar— Ace le ofreció un asiento muy cómodo, y la freleng asintió, sentándose con sumo cuidado. De repente, entraron Lexi, Slam y Duck, tomando sus asientos correspondientes en medio de la sala.
Al parecer la intervención no era para Duck. Los únicos que faltaban eran Rev y Tech ¿Qué problemas tendrán ellos dos con los otros miembros del equipo? De repente, el pato la miró con seriedad, y comenzó hablarle.
—Lo siento jefa, como futuro líder del equipo, le aseguro que quise hacer algo al respecto con Tech y Rev, pero Ace se negó…—
—Me negué porque no está bien meterse en la vida de los demás, Duck— Ace masajeo su frente, de seguro padeciendo de una migraña. El pato le exasperaba más de la cuenta, y más porque se preocupaba por él. Zadavia siempre encontró entrañable esa forma de ser del conejo —Pero esto ya es insostenible, llevamos cuatro meses juntos, y ellos dos han estado anhelándose desde que se conocieron y no hacen nada al respecto por sus sentimientos—
“¿Rev y Tech tenían que hacer algo con sus sentimientos? ¿Qué estaba pasando?” Zadavia pensó esto preocupada, a medida que escuchaba al grupo hablar respecto.
—Además no creo que hagamos nada malo, con Zadavia aquí, nos aseguraremos que sepan que apoyamos su relación, y que nada malo pasará si son sinceros entre ellos— Dijo Lexi de repente, haciendo que la freleng mire a Slam en busca de ayuda.
—Psst, Slam ¿Qué está pasando?— Zadavia necesitaba que la iluminen, porque estaba cada vez más preocupada por Tech y Rev ¿Se habrían peleado?
—(El equipo se cansó de esperar, y quieren obligar a Tech y a Rev confesar lo mucho que se aman)— Slam parecía estar en desacuerdo con esto, se cruzó de brazos y evitó la mirada culpable de Ace.
Al escuchar esto, Zadavia abrió la boca ligeramente, sin saber que decir. Se pellizcó a sí misma y después de asegurarse de que estaba despierta, comenzó a reírse a carcajadas, tan fuerte y fuera de control, que terminó cayéndose de la silla que le ofrecieron.
(…)
Tech y Rev entran a la sala de conferencias, y ven la escena más bizarra de sus vidas. Un cartel que parecía decir “INTERVENCIÓN”, el cual estaba prendido del techo y terminó cayéndose al suelo. Lexi estaba frustrada, tirando de sus orejas mientras murmuraba para sí misma. Duck y Ace estaban discutiendo a los gritos, mientras Zadavia no paraba de reírse, como si le hubiesen contado la mejor broma de su vida.
El único que estaba en paz con el universo era Slam, que volvía de la cocina con un par de sándwiches. Los saludó a ambos con total calma, haciendo que Tech se preocupe por el estado mental del equipo.
—¿Qué está pasando aquí?— Tech levantó la voz ante el caos de la habitación. Rev estaba un poco ansioso, porque sujetó su brazo con fuerza. El coyote trató de calmar a su pareja para que no se estrese demasiado, hablandole con suavidad —Amor, tranquilo, estará todo bien—
Todos se quedaron callados de repente, y los miraron con cierta intensidad. Ahora Tech se sentía nervioso…
—¡HAN PASADO CUATRO MESES! ¡CUATRO...!— Ace se acercó a Tech y Rev, casi gritándoles. El correcaminos se asustó, y se escondió detrás del coyote, el cual estaba muy confundido.
—Ace, tranquilo, no es para tanto… jejeje— Zadavia trató apaciguar al conejo, pero no podía dejar de reírse. Tal vez por ese motivo, Ace siguió gritando histérico mientras tiraba de sus propias orejas.
—¡...Y NO FUERON CAPACES DE DECIRNOS QUE ESTABAN CASADOS!—
(…)
FIN
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letsgetbigger · 3 months
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Mi compañero de piso
Primera parte
El día de la mudanza llegó con el sol brillando intensamente sobre la ciudad. Había decidido buscar un compañero de piso para ayudarme a pagar la hipoteca, ya que mi sueldo en la tienda de ropa no daba para mucho. La idea de compartir mi espacio con alguien nuevo me llenaba de cierta inquietud, pero también de expectativa.
Erik llegó temprano, vestido con un chándal grande y cómodo. Era un morenazo de 25 años, recién independizado y que teletrabajaba como informático. En contraste con mi atuendo habitual de traje y corbata para trabajar, su estilo relajado me llamó la atención de inmediato.
—Hola, Frank —dijo Erik con una sonrisa amplia, extendiendo su mano.
—Hola, Erik. Te ayudo con las cajas —respondí, estrechándole la mano.
Desde el primer encuentro, cuando vino a ver el piso, nos caímos bien. Y mientras Erik desempaquetaba sus cosas y las acomodaba en su nueva habitación, no podía evitar observarlo. Había algo en su presencia que me atraía.
Después de unas horas de trabajo, terminamos de acomodarlo todo. Erik se dejó caer en el sofá, sudando ligeramente por el esfuerzo, y me di cuenta de que su ropa, aunque grande, no lograba ocultar completamente una ligera redondez en ciertas zonas de su figura. Fue entonces cuando entendí por qué había traído consigo tal cantidad de comida. La nevera, que solía estar medio vacía con mis fruta y verdura, ahora estaba repleta de paquetes de comida preparada, quesos, leche entera y varios tipos de salsas. Los armarios se llenaron de pasta, arroz, bolsas de patatas, galletas y otros snacks.
—Vaya, parece que tienes buen apetito —comenté, tratando de sonar casual mientras observaba sus provisiones.
Erik rió.
—Sí, me gusta comer.
No podía negar que todo aquello me sorprendía, pero decidí no darle más vueltas y simplemente acepté que mi nuevo compañero de piso tenía un estilo de vida diferente al mío.
Una noche, semanas más tarde, llegué a casa tras una mala cita. Me sentía decepcionado y frustrado. Para mi sorpresa, encontré a Erik sentado en el sofá con dos cajas vacías de pizza a su lado.
—Hola, Frank. ¿Qué tal la cita? —me preguntó con una sonrisa despreocupada.
—No hubo chispa —dije encogiéndome de hombros.
Erik me observó con interés.
—Igual no era tu tipo —dijo con una mirada comprensiva—. A veces cuesta encontrar a alguien que realmente encaje con nosotros.
Me dejé caer en el sillón frente a él, sintiéndome un poco mejor al escuchar sus palabras. Siempre tenía una manera de hacerme sentir comprendido y menos solo.
—Puede que tengas razón —admití dejando escapar un suspiro.
Mientras hablábamos, noté algo diferente en Erik. El chándal ya no le quedaba tan holgado como cuando se había mudado. De hecho, la sudadera parecía esconder una panza creciente. Era evidente que estaba disfrutando de la comida y su cuerpo lo reflejaba. Se levantó y caminó hacia la cocina. Los pantalones de chándal se ajustaban a su trasero redondo de una manera que no había visto antes. Abrió uno de los armarios y sacó un bote enorme de proteína en polvo, lo cual me sorprendió.
—¿Has ido al gimnasio? —le pregunté, intentando comprender por qué necesitaba un batido de proteínas después de dos pizzas.
Erik rió y negó con la cabeza.
—No, no voy al gimnasio —dijo como si la idea le resultara divertida.
—Ah. Bueno, creo que es hora de irme a la cama.
—Buenas noches, Frank.
Tal vez tenía razón. Tal vez el chico delgado con el que había salido simplemente no era mi tipo. Siempre me había fijado más en hombres corpulentos, en osos.
Una noche calurosa de finales de primavera, me desperté sediento. Me levanté de la cama y me dirigí a la cocina para beber un vaso de agua. Al llegar a la puerta, me detuve en seco. La escena ante mis ojos me dejó paralizado. Erik estaba de pie, iluminado únicamente por la luz de la nevera abierta. Llevaba puestos solo unos slips que se le clavaban en la piel, marcando sus curvas y dejando al descubierto la creciente redondez de su cuerpo. Su barriga se derramaba ligeramente sobre la goma elástica y sus muslos se veían más gruesos, pero lo que más llamaba la atención era su trasero. Aquel culazo redondo y prominente llenaba completamente los calzoncillos, haciendo que la tela se tensara al máximo. Erik tenía una caja de donuts sobre la encimera y comía uno tras otro con una voracidad insaciable usando la mano izquierda. La mano derecha estaba metida en sus slips, moviéndose rítmicamente mientras se masturbaba. El placer en su rostro era innegable. No pude evitar quedarme allí, observando en silencio. La visión de Erik dándose placer de esa manera, disfrutando de la comida y de su propio cuerpo, era hipnótica. Sentí mi erección crecer rápidamente.
Me alejé de la puerta con cuidado de no hacer ruido y regresé a mi habitación. La imagen de Erik seguía en mi mente: su cuerpo cada vez más relleno, sus manos ocupadas con los donuts y su polla, la expresión en su cara. Sabía que algo había cambiado dentro de mí y que mi atracción por Erik había crecido de una manera que no podía ignorar.
Segunda parte
Con la llegada del verano, el calor se hizo insoportable en nuestro apartamento. Erik empezó a pasearse por casa solo en calzoncillos y cada vez que lo veía, mi corazón latía con más fuerza. Su físico había cambiado notablemente. Su barriga había crecido más y sobresalía con orgullo. Y su culo se había vuelto todavía más grande y redondo. Los slips apenas podían contener sus nalgas. La integridad de la tela se ponía a prueba con cada movimiento. Erik parecía estar cómodo con su cuerpo. Verlo así, tan natural y despreocupado, me volvía loco.
Una tarde, sentados en el sofá viendo la televisión, no fui capaz de contener mi curiosidad. Lo miré fijamente y le pregunté:
—Erik, ¿estás... engordando a propósito?
Erik permaneció en silencio por un momento y luego una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro.
—Sí, Frank, lo estoy haciendo a propósito.
—¿Por qué?
—Siempre me ha excitado la idea de engordar, de sentir mi cuerpo crecer, mi barriga expandiéndose y mi culo volviéndose más grande. Y me encanta ver cómo la ropa me queda cada vez más ajustada.
Mis ojos se abrieron de par en par. No podía creer lo que estaba oyendo y al mismo tiempo me sentía increíblemente excitado. Su confesión solo había intensificado mi deseo.
A la mañana siguiente, al dirigirme a la cocina para hacerme un café, noté que la puerta del baño estaba entreabierta. A través de la rendija de la puerta podía ver a Erik en la ducha. El agua caía sobre su cuerpo desnudo, resaltando cada curva, cada pliegue de su piel. Ver cómo sus manos recorrían su barriga gorda con movimientos deliberados, su pecho y sus enormes nalgas me fascinaba. Me aferré a la puerta. Mi erección crecía dolorosamente. Sin darme cuenta, una mancha húmeda empezó a formarse en mis calzoncillos, signo de mi excitación extrema. Erik me descubrió. No dijo nada, pero su sonrisa y la forma en que sus ojos brillaban lo decían todo. Abrió la cortina de la ducha e hizo un gesto para que me uniera a él. Sin pensarlo dos veces, entré en el cuarto de baño. Me quité los calzoncillos rápidamente, dejando que cayeran al suelo, y me acerqué. Se giró, ofreciéndome su espalda. Mi mirada se fijó en su trasero redondo y firme, un espectáculo que no podía resistir. Comencé a acariciarlo. Erik se estremecía bajo mis caricias. No podía esperar más, mi polla palpitante buscaba su objetivo. Alineé mi cuerpo con el suyo y con un movimiento lento y deliberado, lo penetré. La sensación era increíble. Un gemido escapó de mis labios. Erik se arqueó hacia atrás, apoyando las manos en la pared de la ducha mientras yo comenzaba a moverme dentro de él. Mis manos agarraron sus flancos y aumenté el ritmo. Las embestidas se volvieron más fuertes, más desesperadas, y Erik respondía a cada una de ellas con gemidos de placer. Sentía cómo su respiración se entrecortaba a medida que nos acercábamos al clímax. Finalmente, con un grito ahogado, me corrí dentro de él. Erik se estremeció y gritó también, su propio orgasmo siguiendo al mío. Nos quedamos así, unidos y jadeantes, mientras el agua seguía cayendo, lavando el sudor y la pasión que habíamos compartido.
Esa noche, después de un largo día en el trabajo, no podía dejar de pensar en la experiencia de la mañana. Al llegar a casa, me encontré con Erik en la sala, relajado sobre el sofá. Me acerqué a él y me senté a su lado.
—Erik, hay algo que tengo que decirte —comencé, tratando de mantener mi voz firme—. Me encanta lo gordo que te estás poniendo. Especialmente tu culo. Me vuelve loco. Y quiero verte engordar aún más.
Erik sonrió, su cara redondeada llena de satisfacción.
—Me gusta lo que oigo, Frank.
Me levanté y fui a la cocina, donde saqué una tarrina de dos litros de helado del congelador. Regresé al sofá y la coloqué frente a Erik, que ya había cenado dos platos enormes de pasta. Su mirada se iluminó al ver el helado. Me senté a su lado y empecé a darle de comer. El helado se derretía en su boca. Sus labios se movían con deleite tragando cada cucharada. Mi mano se deslizó por su vientre, sintiendo la plenitud y la calidez de su carne bajo mis dedos.
—Eso es, Erik —le susurré al oído, acercándome para besar su cuello—. Quiero que te lo comas todo. Quiero verte crecer.
Después de lo que parecieron horas, Erik terminó el helado. Se recostó en el sofá, su respiración pesada y su mirada fija en la mía.
—Gracias, Frank —murmuró con gratitud y deseo.
—Esto es solo el comienzo.
Me arrodillé ante él y deslicé mis manos por sus muslos gruesos. Luego mis dedos acariciaron sus pezones y jugué con ellos suavemente, a la vez que besaba su barriga. Erik jadeaba mientras mi boca bajaba por su cuerpo. Mordisqueé su polla a través de los slips, sintiendo su dureza contra mis dientes. Con un movimiento rápido, deslicé la prenda hacia abajo, y liberé su erección. Mi lengua recorrió su longitud, saboreando cada centímetro antes de tomarlo en mi boca. Mis manos seguían explorando, acariciando sus muslos y sus huevos. Erik gemía y se retorcía. Y con un grito de placer, se corrió en mi boca. Sus chorros de semen caliente llenaron mi garganta.
Tercera parte
Habían pasado unos meses y Erik estaba gordísimo. Me desperté una mañana y lo primero que vi fue su culo enorme, redondo y lleno de grasa gelatinosa descansando en la cama junto a mí. Admiré su tamaño. La celulitis de sus muslos y las estrías en sus flancos también me encantaban. Me acerqué a él, aún adormilado, y coloqué mis manos sobre sus nalgas, meneándolas suavemente. La carne se balanceaba. Una imagen que me excitaba como nada en el mundo. Bajé la tela de sus nuevos calzoncillos XXL y mis labios besaron sus nalgas con devoción.
—Has engordado tanto, Erik —murmuré contra su piel—. Y me pone tan cachondo verte así.
Erik gimió en respuesta y mis caricias se volvieron más atrevidas. Apreté y amasé sus nalgas, sintiendo la grasa bajo mis palmas, mientras mi lengua exploraba cada rincón también.
—Me encantas así, tan grande, tan sexy —le susurré.
Erik se retorció de placer.
—Frank, tráeme el desayuno a la cama —pidió, su tono cargado de necesidad—. Quiero empezar el día bien alimentado.
Me levanté rápidamente, mi erección pulsando con anticipación dirigiéndome a la cocina. Preparé una bandeja con todo lo que sabía que a Erik le gustaba: muchas tostadas con mantequilla, una tortilla francesa con queso derretido, dos cruasanes enormes rellenos de chocolate y... un batido de proteínas gigante hecho con leche y nata a partes iguales.
Cuando regresé a la habitación, Erik me esperaba, recostado en la cama con una sonrisa satisfecha en su rostro. Coloqué la bandeja delante de él y observé cómo sus ojos se iluminaban al ver la comida.
—Perfecto —dijo Erik.
Me senté junto a él. Empezó a comer con entusiasmo. La manera en que disfrutaba de cada bocado, la alegría en su rostro mientras se alimentaba, llenaba mi corazón de una satisfacción profunda. Pensé en lo increíble que era ver su cuerpo expandirse, cada vez más lleno de grasa, cada vez más hermoso. Y sabía que Erik también lo disfrutaba, cada bocado, cada caricia, cada mirada de deseo.
Cuando terminó el desayuno, me quedé en la cama observándolo levantarse y caminar hacia el baño. Su cuerpo había cambiado tanto en los últimos meses que era un espectáculo embriagador.
—Eres un cerdo gordo, Erik —le dije deslizando mi mano por mi propio cuerpo—. Mira cómo se mueve toda esa grasa. Joder, estás tan obeso.
Erik se detuvo y se volvió hacia mí, sus ojos brillando de excitación. Sabía que le encantaba cuando le hablaba así. Empecé a pajearme observando cada movimiento de su cuerpo.
—¿Te gusta estar así de gordo, verdad? —continué, mi voz ronca.
Erik gimió suavemente, sus manos acariciando su barriga hinchada, sus dedos recorriendo las estrías que la adornaban.
—Sí, Frank. Dímelo —pidió con deseo—. Dime lo gordo que estoy, lo mucho más que me vas a engordar.
—Eres insaciable —le dije, mis palabras un susurro lleno de lujuria—. Voy a seguir alimentándote. Quiero que seas el gordo más grande que jamás haya visto.
Mis manos se movían con más urgencia, mis ojos fijos en el cuerpo de Erik.
—Estás tan sexy lleno de comida —le dije sintiendo mi propia excitación llegar a su punto máximo—. No hay nada que me guste más que ver cómo te conviertes en un cerdo obeso y satisfecho.
Erik se mordió el labio y vi cómo su propia erección crecía bajo la piel de su barriga.
—Sí, Frank, hazme más gordo —respondió—. No puedo esperar a ver cuántos kilos más voy a engordar para ti.
Con esas últimas palabras me corrí, mi semen disparándose por toda la habitación.
Parte final
Era sábado y decidí que teníamos que ir a comer a un bufet. Erik estaba sentado en el sofá en sus ahora extremadamente pequeños calzoncillos XXL, su enorme barriga descansando sobre sus muslos. Lo observé por un momento antes de decirle:
—Hoy vamos a un bufet y quiero que te pongas algo ajustado. Quiero que todo el mundo vea lo grande que te has puesto.
Erik asintió con una chispa de emoción en sus ojos. Se fue a su cuarto y lo seguí, sabiendo que escogería la ropa más ajustada que tenía. Optó por una camiseta que se pegaba a su barriga, resaltando cada lorza, y unos pantalones que apretaban sus muslos y su enorme culo. Me sentí instantáneamente excitado al verlo así.
Llegamos al bufet, un paraíso de comida grasienta y abundante, y tomamos asiento.
—Quiero que comas sin parar. ¿De acuerdo? No te detengas hasta que te lo diga.
Erik asintió, se levantó y se dirigió a las mesas del bufet. Volvió con algo para mí y con un plato lleno de pizza, patatas fritas y pollo frito para él.
Lo observé comer, disfrutando de cada bocado que tomaba. Cuando terminó, le dije:
—Ve por más.
Erik se levantó y fue a buscar otro plato. Esta vez volvió con hamburguesas, aros de cebolla y más patatas fritas. El placer evidente en su rostro mientras llenaba su cuerpo con más y más comida aceitosa.
—Eres un cerdo obeso —le susurré habiendo acabado—. Come más, quiero ver cómo te pones aún más grande.
Erik obedeció sin cuestionar, levantándose nuevamente para buscar más comida. Lo observé caminar, su culo redondo y enorme balanceándose con cada paso. Regresó con un plato de macarrones con queso y costillas. La barriga ya le asomaba por debajo de la camiseta.
—Más, Erik. No pares —le ordené con el último bocado.
Obedeció de nuevo, levantándose con dificultad, su ropa ajustada marcando cada centímetro de su grasa. Volvió con varios trozos de tarta.
Volvimos a casa horas después. Entramos y Erik se dejó caer pesadamente en el sofá. Me acerqué a él, mi excitación palpable.
—Eres puro sebo, Erik —le susurré comenzando a desvestirlo.
Primero le quité la camiseta, dejando al descubierto su pecho amplio y sus pezones ensanchados. Mis dedos los acariciaron. Erik gimió.
—Mírate, con estas tetas enormes y esa barriga tan redonda. Estás hecho un glotón.
Le quité los pantalones con dificultad. La tela se aferraba a sus muslos gruesos y a su culo que parecía dos balones de playa. Se quedó solo en calzoncillos, los cuales bajé lentamente, revelando su miembro erecto pero medio enterrado en la grasa de su pubis.
—Me encanta lo enorme que te has puesto.
Mis manos recorrieron su cuerpo, manoseando su carne blanda. Acaricié su barriga hinchada, sintiendo su calidez y su suave textura. Luego dirigí una mano hacia su polla y empecé a masturbarlo. Cada movimiento hacía que todo rebotara, especialmente sus pezones, que se balanceaban con cada vaivén.
—Eres tan sexy, tan obeso. Mañana volveremos al bufet —murmuré, aumentando el ritmo de mis movimientos.
Erik gimió más fuerte y llegó al clímax, su semen caliente brotando en mis manos. Se lo di para que se lo tragara. Luego lo besé sintiendo una profunda satisfacción al saber que había ayudado a que se convirtiera en el hombre que tanto deseaba ser.
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gijipaw · 4 months
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Mi contribución para Twiyor Eden Weekend organizada por @twiyorbase
Teoría, práctica y algo más
Sinopsis: Impulsado por un vacío dentro de sí, Loid Forger decidió ir a una clase abierta de Neurociencia dirigida por su antiguo profesor. Parecía algo sencillo, pero tal vez la clase y encontrarse de nuevo con ciertas personas podrían sacudirlo y cambiar algo.
—Nunca creí que terminaría así —murmuró.
Revolvió sus cabellos mientras la pantalla de la portátil brillaba en su rostro, se estiró y dejó que su cuello hiciera un pequeño crujido. Emitió un quejido similar a un alarido de hiena y miró hacia arriba. Había pasado todo el día sin poder diseñar un plan de estudios efectivo para sus estudiantes, a pesar de su formación académica en el comportamiento humano.
Psicología había sido una carrera tentadora cuando emigró a Ostania con nada más que sus ahorros, pero esa decisión ahora lo tenía mirando con desgano el techo lleno de telarañas, que Loid supuso limpiaría en algún momento.
Sus labios emitieron un suspiro resignado al pensar cómo se acostumbraba a usar el argumento de que hacer tareas domésticas tenía beneficios cerebrales, mientras que él mismo necesitaba motivación.
Inmerso en los detalles de su departamento, se sentía vacío y desmotivado, alcanzando así un punto bajo en su vida. Aunque no era un estado terrible, le dejaba con una sensación de inutilidad que ansiaba superar; por ello, decidió distraerse revisando su teléfono en busca de algo que hacer.
Ser un joven profesor que buscaba caerle bien a los demás y mostrarse capaz desde el principio, le permitió el contacto con personas que siempre lo invitaban a diferentes talleres o conferencias. Una clase abierta a quince minutos de su departamento parecía ser la mejor salida del momento. El profesor Sigmund Authen era un experto en Neurociencia y llevaba un par de años sin saber de él.
Con una bufanda naranja y un abrigo largo marrón, Loid salió de su departamento en el segundo piso y caminó hacia la conferencia. El corazón de Berlint estaba lleno de vehículos, por lo que decidió no sacar el suyo para evitar quedar atrapado en el tráfico y llegar tarde.
La plaza, donde se encontraba un templete capaz de albergar a unas doscientas personas, pronto entró en el campo de visión de Loid. Reconoció a algunos compañeros de sus primeros años, quienes lo saludaron cordialmente mientras él ingresaba en medio del discurso del profesor Authen sobre los avances más recientes en relación con el control del sistema nervioso durante las horas de sueño.
Mientras Sigmund revelaba a los espectadores la compleja red neuronal que intervenía, llamada hipotálamo, Loid se deslizó entre las filas de sillas para quedar en una posición privilegiada, pero sin darse cuenta de que su abrigo quedó bajo el bolso de una persona que se sentó apenas unos segundos después a su lado. El tirón fue inmediato cuando intentó acomodarse para tomar notas.
—¡Lo lamento! —pronunció una mujer, con gran culpa.
Loid aún no había quitado la vista de su abrigo cuando se dio cuenta de que la voz le era conocida. Se detuvo, pensando en quién podría ser, pero sin nadie en mente, levantó la mirada y el asombro lo alcanzó.
—¡Eres Yor!
Neurotransmisores se liberaron dentro del joven profesor al reconocer a la dueña de aquellos ojos rojos y no pudo evitar darse cuenta de que su cerebro y su sistema de recompensa actuaban por él. Su postura se congeló, sus pupilas se dilataron y su boca se abrió y cerró antes de recibir un efusivo abrazo por parte de Yor.
—¡Loid, no puedo creerlo! —exclamó Yor, con su habitual entusiasmo—. ¡Qué sorpresa verte aquí!
—¡Lo mismo digo, Yor! —respondió él, todavía un poco asombrado, pero abrazándola de vuelta—. ¿Qué te trae por aquí? —preguntó, después de separarse.
Yor empezó a contar cómo se había encontrado de nuevo con Bárbara, la esposa del profesor Authen, y cómo había sido ella quien la animó a venir; por otro lado, la mente de Loid parecía dividida: mientras escuchaba cada palabra de la mujer, sus estructuras cerebrales se hallaban más activas que nunca, haciendo que su núcleo accumbens y el área tegmental ventral le prestaran atención al aroma de su perfume y la dulzura con la que se movían sus labios al hablar.
Loid Forger no quería pasar por alto las razones que lo habían llevado a esa clase abierta, ni tampoco las de Yor, pero las sinapsis neuronales insistían en recordarle que había estado, o estaba, totalmente enamorado.
El estado continuó hasta aligerarse lo suficiente para que Loid recuperara su capacidad de comunicarse. Empezó a contarle a Yor sus propios motivos para asistir a la charla del profesor Authen y notó como ella se sorprendía por su falta de entusiasmo, recordando que él solía ser muy apasionado en aprender y enseñar.
Sigmund Authen decidió que era el mejor momento para toser justo cuando Loid estaba a punto de responder. Los dos jóvenes se alarmaron y volvieron su atención al escenario, donde el anciano tomó un micrófono para decir:
—Pero bueno, este ha sido un panorama general de cosas que expliqué tanto a estudiantes de la escuela secundaria como en la materia de Neurociencia, en algunas carreras de la Primera Universidad de Berlint. Eso fue hace…
—Ocho años —interrumpió una voz.
—¿Disculpe? —preguntó Sigmund con confusión. Los murmullos comenzaron a circular entre el público—. ¿Quién dijo eso?
—¡Oh, yo lo hice! —declaró Yor, levantando su mano con timidez. La luz alquilada de una esquina la iluminó—. ¡Hola, profesor Authen!
La mirada del anciano se entrecerró de forma crítica cuando echó un vistazo a la joven mujer. Yor se sintió intimidada, como si regresara a su época de estudiante y fuera un día de examen.
—¡Yor Briar! —exclamó el profesor Authen, emocionado. Su postura rígida se cayó, reemplazada por una más relajada—. Cuánto tiempo sin vernos, ¿verdad?
El silencio en la clase se volvió amigable. La antigua estudiante y su profesor intercambiaron miradas por un momento. Loid se sintió conmovido por la naturalidad de todo lo que ocurría a su alrededor y continuó observando a Yor con la misma emoción de antes.
—¡Lo sé, y no estoy sola! —exclamó Yor de pronto. Sin pensarlo mucho, puso su mano en el hombro de Loid—. ¿Usted recuerda a Loid Forger?
Con gran sorpresa, Loid volvió en sí y respiró hondo para incorporarse, aunque mantenía una expresión risueña en su rostro.
—¿Me recuerda, profesor Authen? Tomé Neurociencia con usted los dos primeros años de la carrera de Psicología. Hace un tiempo nos vimos en ese seminario de Neurociencia en la Educación.
El humor brilló en los ojos de Sigmund, renovando su ánimo una vez más. Estaba completamente feliz de ver a otro de sus estudiantes.
—Bueno, recuerdo que tomaste ese seminario porque buscabas mejorar tus clases, ¿no es así?
—Me temo que no he mejorado mucho —intentó bromear, arrancando risas al público general—. Pero, en realidad, no es un tema para discutir aquí, ¿verdad? Después de todo, es su clase.
—Pero como es mi clase, yo decido qué hablar, ¿no? —enfatizó Sigmund con un tono marcado. Vestigios del profesor universitario exigente brotaron con fuerza—. Forger, si el asunto a tratar tiene un punto de vista de la comunicación, ¿cuál es el problema por tratar? —preguntó, y tomando el micrófono, añadió—. Tienen quince minutos para debatir el tema y presentar una respuesta.
Para el tema planteado, estaba claro que el defecto de Loid era no haber sabido unir la neurociencia y la educación de manera armónica. Se establecía que la neurociencia ayudaba a comprender cómo los estudiantes aprendían y la relación que existía entre sus emociones y pensamientos al respecto, con el fin de ejecutar la enseñanza de manera efectiva.
Él no había mostrado eficacia a la hora de enseñar, pero siendo alguien que se mantuvo callado respecto a algo, como sentirse atraído por una compañera universitaria, empezó a comprender que todo continuaba pasando en su cabeza. Tenía múltiples y complicados sistemas neuronales que movían sus sensores y activaban transmisores, pero a los que no respondía con la última pieza faltante: valentía.
Quitándose la vergüenza al darse cuenta de las cosas, Loid echó un vistazo al costado, donde Yor intentaba armar una respuesta en su cuaderno de notas sin dirigirle una palabra. Era casi como cuando eran estudiantes: ella, intimidada por su rostro serio y concentrado, hasta que él le decía que podía hablarle.
—Yor.
—¿Sí?
—¿Qué tienes ahí?
La joven se quedó aproximadamente quieta por un momento antes de responder.
—Apenas unas cuantas palabras. No creo que sea una respuesta digna para el profesor Authen —admitió con desaliento—. Nunca fui la estudiante más brillante en sus clases.
Loid observó a Yor con nostalgia. La escena le recordaba sus días en la universidad, cuando cada interacción con ella estaba cargada de una tímida tensión. Sin embargo, ahora, como adultos con responsabilidades más allá de los exámenes, las cosas podrían ser diferentes.
—No te preocupes tanto por lo que piense el profesor Authen —dijo Loid, tratando de sonar alentador—. Lo importante es que expreses tus ideas, siempre has tenido un punto de vista único.
Yor levantó la vista de su cuaderno, sorprendida por el tono comprensivo de Loid. Aún recordaba los días en que él era distante, siempre concentrado en sus estudios y sus propios asuntos.
—Gracias, Loid —Yor esbozó una pequeña sonrisa—. Es solo que… —hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Quiero asegurarme de que lo que diga sea relevante.
Loid se inclinó ligeramente hacia ella, bajando la voz en un tono confidencial.
—He visto cómo trabajas, cómo te esfuerzas. Tienes mucho que aportar.
La mirada de Yor se suavizó, y una chispa de confianza pareció encenderse en sus ojos.
—Quizás tengas razón —suspiró, volviendo a concentrarse en su cuaderno—. Entonces, ¿qué opinas de mi idea?
El joven profesor tomó el cuaderno de las manos de Yor y empezó a revisar lo que estaba escrito. Primero, se fijó en la caligrafía, porque no podía evitar recordar los apuntes tan bonitos y ordenados. Ella era una de las pocas personas que aún decoraba las letras mayúsculas al principio de cada oración con colores y subrayaba los títulos importantes. Además, aunque no había mucho contenido, era claro y fácil de entender. Muy diferente a él, que escribía muchas cosas, pero su cuaderno acababa lleno de jeroglíficos.
La idea de Yor era simple: reestructurar el plan de estudio basándose en preguntas a los estudiantes de la clase. Hacer un interrogatorio inicial para reorganizar todo era sencillo, pero brillante, que Loid se sintió tonto por no haberlo pensado.
—Esto es bueno —dijo Loid, elogiando antes de devolverle el cuaderno—. Resolviste muy bien el tema con una propuesta sencilla. Deberías estar orgullosa.
—¿De verdad? —preguntó Yor, tomando lo que le pertenecía y sintiendo también el tacto de Loid. Sus manos estaban resecas y parecían algo descuidadas—. Esto es para ti, ¿no?
—¿A qué te refieres? —preguntó el joven, confundido.
—Bueno, el problema de comunicación es tuyo y, según el profesor Authen, llevas mucho tiempo buscando una respuesta —indicó ella con bastante acierto. Loid sintió cómo su mirada intensa se clavaba en él—. ¿Cómo es que el estudiante de la Medalla de Honor terminó así?
—Porque una Medalla de Honor no es una herramienta útil para comprender cómo funciona el cerebro humano.
Las palabras salieron de los labios de Loid como una sentencia. Si en su departamento dedujo que se sentía vacío y minutos antes había comprendido que le faltaba valentía, no era sorprendente que, por algo tan sencillo como una conversación con Yor Briar, se diera cuenta de que grandes reconocimientos, calificaciones y herramientas no bastarían para validar lo que sabía si no podía comunicarlo correctamente.
La comunicación fallaba desde él mismo.
—Complejidad.
—¿Qué dices?
—El comportamiento humano es complejo —respondió Yor mientras echaba un vistazo alrededor—. Recuerdo que el profesor Authen siempre daba muchas explicaciones y mencionaba varios autores. A veces, había tantos materiales de consulta que no sabías si podrías descartar algo. Fue así durante dos años, pero también recuerdo que podía ser sencillo.
—Bueno, se supone que me dediqué a ser profesor para simplificar ese conocimiento y transmitirlo a mis estudiantes —se defendió Loid con desánimo.
—¡Sí, claro, y eso es maravilloso! —exclamó ella, apoyando una mano en su hombro. Loid pudo sentir cómo sus nervios se tensaban una vez más—. Pero también sería bueno que generes una conexión antes de comunicarte. No podemos transmitir emociones si primero no las experimentamos.
Experimentar. La acción más antigua que podía realizar el ser humano junto con vivir. Experimentar con algo, con alguien o con uno mismo era casi como respirar para quienes se dedicaban a descubrir y analizar. La necesidad de respuestas había llevado al ser humano a no detenerse nunca y era irónico que Loid Forger lo olvidara por estar tan sumergido en la teoría.
Eran conexiones que le faltaban experimentar para resolver su problema de comunicación: el apego era esencial para las conexiones familiares y sociales. Pero él tenía dieciocho años cuando una discusión cortó sus lazos familiares y la cobardía le impidió convertir su conexión social con Yor en algo más que compañerismo.
Al final, todo recaía en él, siendo la causa de la mayoría de los problemas; no obstante, ahora estaba avanzando y sintió que había encontrado una mejor respuesta no solo para el tema de esa clase abierta, sino también para su vida.
Activar los vectores de la felicidad en el cerebro no era cosa fácil. Una forma común era obsesionarse con liberar dopamina, pero ese proceso era complejo y nunca sería suficiente para experimentar de manera efectiva los tres tipos de felicidad: la que venía de la anticipación, la que estaba relacionada con el alivio y la que surgía de una satisfacción profunda; es decir, de la paz interior.
Entender esas formas ayudaba a comprender mejor el funcionamiento en el interior de las personas y Loid Forger estaba seguro de que todas se habían despertado en él como respuesta a su resolución interior.
—Tienes razón, Yor —admitió finalmente, con un tono de alivio evidente—. Necesito establecer conexiones para que mi comunicación perdure y solo así podré dejar una buena enseñanza como profesor.
Una mirada de anhelo apareció en los ojos de Loid mientras pronunciaba la última frase. Dirigió su mirada hacia Yor con planes y esperanzas que habían permanecido enterrados dentro de él por mucho tiempo. Estaba de acuerdo con lo que ella decía, pero también quería que formara parte de todo eso.
Yor sintió la mirada intensa de Loid sobre ella. Una parte de su corazón creyó ver ciertas intenciones, pero se esforzó por ser racional y no pensar que un par de conversaciones pudieran significar algo más para los dos. Sabía que las cosas a largo plazo no surgían tan fácilmente.
Su comunicación a través de miradas se vio interrumpida cuando el profesor Authen volvió a tomar el micrófono y anunció que el tiempo de preparación había acabado. Era el momento de comenzar con las explicaciones.
Pasaron algunos antiguos compañeros de Loid al escenario, ofreciendo buenos argumentos que provocaron aplausos y pequeños debates entre cada presentación. Aunque el conflicto de la comunicación era el punto de partida, no fue difícil encontrar respuestas en forma de estrategias simples o métodos convencionales. Sin embargo, eso no detuvo a Loid de anotar cada idea. Siempre era posible que le fuera útil más adelante.
Cuando llegó el turno de Yor, se sintió intimidada cuando la luz alquilada volvió a brillar sobre ella. En esa segunda ocasión, Loid frunció el ceño hacia el encargado, quien rápidamente bajó la intensidad lumínica.
—Muchas gracias, Loid.
—No hay de qué, Yor —respondió él con toda la nobleza de un caballero—. Buena suerte —añadió, instándole a levantarse e ir hacia el escenario.
—¿Acaso no piensas venir? —preguntó Yor, ya de pie, esperando a Loid.
—¿Debería ir? —exclamó mientras miraba alrededor. Parecía que todos esperaban que ellos subieran juntos—. Se supone que la respuesta es para mí, así que deduje que debía quedarme —explicó, aunque no muy seguro.
—Creo que el profesor Authen piensa lo contrario —indicó Yor con una risita. El hombre en el escenario parecía impaciente—. No podemos tardar más. Loid, ven.
Loid obedeció y la siguió en silencio mientras pasaban entre las sillas, hacia el pasillo y luego finalmente subían al escenario. El profesor Authen los recibió con una expresión más relajada que antes y les entregó el micrófono.
—Ahora les toca a ustedes.
Loid se sintió como en la universidad en un día de presentación, y notó que Yor parecía sentir lo mismo por su expresión. Aunque él tenía experiencia hablando frente a los estudiantes, el miedo de ser el centro de atención en público podría ser enorme. A pesar de ello, respiró hondo y le hizo señas a Yor para que comenzara.
Yor tomó el micrófono con una sonrisa nerviosa y echó un vistazo al público. Podía sentir la mirada de todos los presentes, pero sabía que debía mantener la calma. Dio un paso adelante y comenzó a hablar.
—Buenas noches a todos. Es un honor para mí, digo, nosotros… estar aquí y compartir con ustedes nuestras ideas sobre… —hizo una pausa, buscando la señal de Loid para continuar—… sobre cómo podemos mejorar la comunicación para elaborar mejores clases con los estudiantes.
Loid asintió, tomando el relevo con naturalidad.
—Exactamente. En mi experiencia, no he encontrado una clave única para que mis clases funcionen, pero esta noche escuché propuestas interesantes y ahora vamos a mostrarles algunos métodos prácticos.
El profesor Authen, desde un lado del escenario, observaba con una sonrisa. El público, que al principio había estado en silencio, comenzó a mostrar señales de interés y participación. Loid y Yor estaban logrando captar su atención, tanto que alguien levantó la mano e hizo una pregunta antes de que la presentación comenzará.
—¿A qué tipo de estudiantes enseñas, Loid?
Loid agudizó la vista y de inmediato reconoció a una mujer pelirroja con gafas. Sylvia Sherwood se asomaba entre el resto de sus antiguos compañeros con una pregunta que ya había sido hecha antes, pero sabiendo de quién provenía, sospechaba que tenía alguna intención.
—Como dije, trabajo con estudiantes de secundaria en los últimos años. Imparto Psicología.
—Oh, ¿eso quiere decir que estás atento a todo lo que tienen que decir?
Si no la conociera, Loid habría creído que Sylvia estaba cuestionando sus conocimientos, pero sabía que lo que buscaba era que se soltara más.
—No, he fallado en eso, pero alguien me ayudó a encontrar una respuesta esta noche para una parte de ese problema —admitió Loid. Sentía cómo la tensión en su cuerpo se disipaba mientras echaba un vistazo a Yor—. Ahora, vamos a empezar.
A medida que hablaba, Loid notó que hablar tenía un sabor diferente por primera vez. Se había preparado para dar clases muchas veces y sabía que tenía el conocimiento y la experiencia para respaldar cada palabra, pero esta vez era distinto. Yor también parecía ganar confianza, esforzándose por dar la mayor cantidad de comentarios, ya que era su idea principal.
Después de presentar varios ejemplos y responder algunas preguntas del público, Loid concluyó con una nota positiva.
—En resumen, cualquier clase puede mejorar con una comunicación efectiva. Pero como me dijo Yor, solo si estoy dispuesto a establecer ciertas conexiones para que haya emoción en la comunicación.
El público aplaudió instantes después y ambos se sintieron aliviados y satisfechos. Mientras bajaban del escenario, el profesor Authen los interceptó y los felicitó.
—Excelente trabajo, ambos. Sabía que podían hacerlo, pero verlos en acción ha sido impresionante.
Loid y Yor se miraron con complicidad.
—Creo que al final, todo salió mejor de lo que esperaba —indicó Loid, mirando a Yor con complicidad.
—Sí, definitivamente —la chica asintió, sintiéndose igual.
—Y todo gracias a que lo hicieron juntos —enfatizó Sigmund, levantando las cejas ante sus antiguos estudiantes. Ambos parecieron incomodarse ante la insinuación—. Espero que continúen así.
—¡Profesor! —exclamó Loid, bastante avergonzado—. Creo que está confundiendo las cosas.
Yor lo observó mientras hablaba, notando el nerviosismo en su expresión. Ella misma sentía una mezcla de emociones, algunas que no lograba identificar del todo. Decidió intervenir antes de que la situación se volviera aún más incómoda.
—Profesor, apreciamos su confianza en nosotros. Trabajar juntos ha sido… una experiencia enriquecedora —trató de mantener la compostura—. Dígale a su esposa que agradezco la invitación.
Sigmund sonrió, con una mirada que sugería que entendía más de lo que decía.
—No se preocupen. Estoy bromeando —señaló con una risita—. No nos queda mucho tiempo después del cierre, pero quiero agradecerles por venir y espero verlos en otra de mis clases abiertas.
Loid y Yor intercambiaron una mirada significativa. Sabían que, aunque las clases fueran abiertas para todo tipo de público, su profesor disfrutaba ver a antiguos estudiantes participando.
Cuando regresaron a sus lugares en la fila de asientos, Loid sacó su teléfono y notó con sorpresa que casi eran las diez de la noche. La realidad de tener que volver a la rutina al día siguiente se paró sobre él, disipando la calidez del momento. Experimentó una respuesta química en su cuerpo ante la desagradable idea de separarse de Yor.
—Es hora de irme —murmuró Loid, sintiendo cómo las palabras se deslizaban con tristeza de sus labios—. Mañana tengo clases y, aunque no creo que termine toda la planificación esta noche, me gustaría al menos avanzar un poco.
—Supongo que nos toca despedirnos —respondió ella con una suave sonrisa, aunque sus ojos revelaban algo de tristeza.
Loid estuvo a punto de asentir con la cabeza, pero algo lo detuvo. Una chispa de reconocimiento brilló en sus ojos mientras una sonrisa se formaba en sus labios.
—Hoy, más que nunca, me di cuenta de lo mucho que me falta aprender algunas cosas —confesó Loid, su voz cargada de inseguridad—. Gracias por tu ayuda, no solamente como compañeros de trabajo, sino… como algo más.
Yor sonrió, dando un paso hacia él, todavía con una sonrisa en el rostro.
—Siento lo mismo, Loid. Me sorprendiste hoy y aprecio tenerte a mi lado, en todos los sentidos.
Loid levantó la vista y se encontró con los ojos sinceros de ella. En ese momento, sintió que no había nada más que necesitara decir. Su mente estaba clara, y finalmente, decidió seguir las órdenes correctas que le enviaba su red neuronal.
—¿Qué tal si celebramos con una cena? —expresó Loid, aún nervioso—. Tengo suficientes cosas para cocinar en mi departamento.
—Me parece genial —contestó Yor—. Aunque conozco un lugar para comer afuera si prefieres.
Ambos rieron, disfrutando del momento. La conversación fluyó mientras salían de la clase, pasando entre sus antiguos compañeros que murmuraban sobre ellos. Incluso Loid pudo notar cómo Sylvia Sherwood levantaba el pulgar en alto antes de alejarse.
—Creo que dimos mucho de qué hablar —dijo Loid, ofreciéndole la mano.
Yor asintió y la tomó, sintiendo calidez en el gesto. Su camino seguía y con él, la promesa de más momentos así.
—¿Te molesta? —preguntó Yor.
Loid se quedó en silencio y contempló a Yor por un momento, agradecido de que ella no dijera nada mientras él pensaba. Se pasó la mano libre por el cabello y soltó un suspiro mientras levantaba la vista hacia el cielo nocturno, que estaba completamente despejado.
—Para nada —respondió él, apretando su mano con más fuerza—. Nunca creí que terminaría así.
Y mil gracias a @roucaelum-art por crear una arte que va con el aire de esta historia.
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reveriedyn · 3 months
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DINÁMICA #002
En uno los pisos bajos de la nueva residencia, en el pasillo que va desde la cocina a la sala de estar, hay un tablón de anuncios con algunos mensajes genéricos. Desde las reglas básicas de convivencia, hasta recordatorios (¡por si se les olvida el interrogatorio llevado a cabo por Max!) que podrían ser útiles para cualquiera que esté caminando por ahí y le eche un vistazo. Sin embargo, hay algo más que resalta a la vista: hay un basto espacio sin llenar que se ha mantenido inmaculado hasta que, a mitad de semana, a alguien se le ocurre ocupar con una pequeña nota escrita a mano.
"A le dueñe de las galletas de chocolate de la alacena: Estaban muy ricas! ♡" — Monstruo Come Galletas.
Horas más tarde, una respuesta en el mismo formato.
"Qué bueno que las disfrutaste, era la receta de mi abuela... Aunque no alcancé a probarlas... ( ꒦ິ ཀ ꒦ິ )." — El Cocinero Vandalizado.
Si bien la interacción hizo reír a quienes lo notaron, abrió una nueva posibilidad: ¿No te gustaría dedicarle algún mensaje, anónimo o no, a alguien más del instituto? Este parecía el momento ideal.
Entonces, ¿lo utilizarás?
OOC.
¡Buenos días, detectives! Aquí les presentamos una dinámica sencilla para quienes deseen compartir pensamientos aleatorios, como frases para otros compañeros, profesores (¡cuidado!) o situación general de la academia, ¡lo que deseen es bienvenido! Sólo tengan en cuenta que cualquier mensaje irrespetuoso o de odio será removido, y que el tamaño del mensaje debe entrar en el espacio de un post-it.
El formato de los mensajes, mismo que pueden enviar por inbox o submit, será:
" (MENSAJE) " + Nombre / Pseudónimo de quien lo envía.
Tienen hasta el miércoles 26 de Junio a las 12PM GMT-3. Si bien estas notas podrían aparecer cualquier día de la semana, el blog los publicará la noche del miércoles.
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levisuckerbutler · 11 months
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mi compañero de piso hetero los usa,se va de fiesta,tiene sexo con mujeres,y sin que se entere luego yo los chupo y valoro como se merece,hay que besar y chupar esos vaqueros como se merecen.
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gutierritoshds · 2 months
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Si dijera que te odio, ¿me creerías? Porque realmente te odio ¡Es que quién demonios abandona a alguno de sus compañeros de esa forma a manos de un dragón! Sé que no teníamos oportunidad, aún así, ¿quién corre sin siquiera mirar atrás? Voltee suplicando tu ayuda y solo vi tu silueta perderse entre los arboles. No sé qué me dolió más, mi carne molida tras un solo golpe de esa bestia o el saber que me abandonaste.
¿Qué pensaste cuando corriste? ¿Alcanzaste a ver mi rostro lleno de terror cuando en el piso pedía tu ayuda y tú decidiste darme la espalda? ¿O desde que te marchaste no he perturbado tu pensar?
Sobreviví. Aquel día, contra todo pronóstico maté al dragón. No puedo negar la suerte que jugó en mi victoria. Cuando yo y el cadaver del dragón yacíamos entre la tierra y la sombra de los árboles tú seguramente ya estabas en un lugar seguro. Ni siquiera mandaste ayuda, ni siquiera regresaste. Solo te fuiste ¿Es que acaso diste mi cadaver como un hecho?
Más difícil que lo imposible fue haber tenido que sobrevivir en aquel bosque cuando yo ya no tenía nada. Comí la carne del dragón, ¿qué más podía hacer? Pregúntame cuál es el sabor de la desesperación y te describiré con lujo de detalles el sabor de aquel dragón oscuro, tenlo por seguro que no es un sabor agradable.
Tal vez muchos hubieran preferido la muerte que tener que experimentar aquella corrupción, ¿te digo como se siente tu propia sangre circular como veneno por tus venas? Era horrible ver mi propia piel partirse, aún más horrible era sentirlo. Una sensación de muerte inevitable, cada órgano de mi cuerpo dejó de funcionar, la sensación de completo vacío que me aseguraba que aquí iba a morir ¿Sabías que el miedo a la asfixia es un miedo primario? Aún bestias que no conocen el miedo muestran terror en sus ojos cuando no pueden respirar. Yo no podía respirar y mi corazón quería escapar. Aún así, no solo sobreviví al dragón vivo, sobreviví a comer su carne ¿Cuál es la posibilidad de eso? Supongo que agoté mi suerte de por vida.
Debo admitir que el poder del dragón oscuro es diferente a cualquier cosa que hemos estudiado, solo es algo que siento en cada golpe. Los guerreros más diestros seguramente lo consideran injusto comparado con el poder humano convencional. Yo no sabía que hacer, lo primero que pensé fue venganza, quería vengarme de ti. Luego, con cada día que pasaba, con cada lugar al que iba mi odio solo crecía, pero no solo contra ti, sino contra todo el mundo. Pedía agua o comida y me arrojaban piedras. No veían mi humanidad, solo era un monstruo más. Descubrí que las personas son lo que son porque otros lo reafirman. Un padre es un padre porque tiene hijos que lo obedecen, un mercader es un mercader porque tiene clientes que le compran, un caballero es un caballero porque tiene un rey a quien servir. Yo solía ser una hija, una amiga, una aprendiz, en un solo acto ya no era nada. Excluida, renegada, una paria.
¿Qué opción tiene un individuo cuando la única compañía que le quedan son los monstruos se supone aprendió a aniquilar? Cuando tus aliados te dan la espalda vas al único bando que no te muerde. Querían un monstruo y fue lo que obtuvieron de mí.
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nevenkebla · 5 months
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De no ser por el fuego
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Amazing Spider-Man (1963) #12 Steve Ditko, Stan Lee (Autores)
— Spider-Man: ¡Octopus, eres un loco! ¡Ambos quedaremos atrapados! — Doctor Octopus: ¡El edificio está desierto! ¡Somos solo tú y yo! ¡Solo uno de los dos sobrevivirá! — Spider-Man: ¿Estás tan lleno de odio que prefieres morir que detener nuestra batalla? ¡Yo puedo escapar a través de una ventana, pero a ti te aplastará alguna escultura! — Doctor Octopus: ¡No te escaparás con palabras! ¡Voy a acabar contigo! — Spider-Man: (¡Esa pesada estatua de piedra ha caído sobre Octopus! ¡No puede liberarse!) — Doctor Octopus: ¿Q-qué ha ocurrido? ¡No puedo levantarla! ¡Estoy atrapado! — Spider-Man: ¡Aguanta, sabihondo! ¡Te sacaré! ¡Hey! El piso… ¡Se viene abajo con todo ese peso! ¡Se desploma! — Doctor Octopus: ¡Socorro! — Spider-Man: ¡No puedo alcanzarle! ¡Las llamas llegan demasiado alto! Demasiado calor… ¡No puedo pasar! ¿Qué pasa conmigo? ¡Estaba tan preocupado con Doc Ock que me he olvidado de mí mismo! ¡Tampoco para mí es un lecho de rosas! ¿Cómo salgo de aquí?
— Spider-Man: ¡Mi única oportunidad consiste en emplear mi tela! Tejeré un escudo antifuego con… ¡Oh, no! ¡Se me acabó el fluido! Tengo cartuchos de repuesto en mi cinturón… ¡Si puedo utilizarlos a tiempo! Las llamas se acercan… Tengo que moverme más deprisa… Suerte que lo he practicado tan a menudo… ¡Que podría hacerlo dormido! ¡Así! ¡Ya está cargado! ¡Ahora presiono el botón de disparo y cruzo los dedos! ¡Allá va! ¡Funciona! ¡Ahora, si pudiera alcanzar la ventana…! ¡Lo hice! ¡Me pegaré a la pared de de este edificio vecino y, desde aquí, saltaré a un segundo lugar! ¡Hay coches de bomberos abajo! Me pregunto si sacarán a Doc Ock a tiempo. — Liz Allen: ¡Mira! ¡Es Peter! ¡Te estaba buscando! ¡Te has perdido toda la diversión! — Flash Thompson: ¡Piérdete, Parker! ¡El Dr. Octopus todavía está libre! ¡Podrías verle y desmayarte de miedo! — Peter Parker: ¿Por qué no te arrastras de vuelta a la piedra debajo de la que has salido, Flash? — Hombre: ¡Hey! ¡Allí está el Dr. Octopus! ¡Parece medio muerto! — Bombero: ¡Es vuestro compañero! ¡Nosotros no lo queremos! — Oficial de policía 1: ¡Bueno, nosotros sí! ¡Estábamos ansiosos por echarle el guante a este personaje! ¡Muy bien, amigo, andando! ¡Tenemos una bonita celda para que te recuperes en ella! — Doctor Octopus: ¡Spider-Man no me venció! ¡Ha sido el fuego! ¡De no ser por el fuego, todo habría sido diferente! — Oficial de policía 2: ¡Claro, claro! ¡Cada vez que te encuentras a Spider-Man, te deja frío! Pero la próxima será diferente… ¡Lo sabemos!
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a-pair-of-iris · 1 month
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Cuando el Sol de Ponga 2/4 - El Gran Hechicero
AO3 | Wattpad
¿Qué se supone que hacen las leyendas una vez cumplido su destino?
Los vitoreos y gritos de felicidad resonaban a través de las paredes de la tienda de campaña que le servía de cuarto personal. Sin embargo, el entusiasmo que se extendía entre las tropas, por la fortuna de presenciar los días posteriores a la victoria, había abandonado a Manuel pocas horas después de su milagroso despertar. Era un hecho asombroso, considerando que su última impresión, antes de caer inconsciente en la arremetida final ante el Enemigo, fue que su cuerpo sería consumido antes de llegar a tocar el piso, destruido por la magia oscura que comenzó a extenderse gracias a la brutal estocada que no tuvo la fuerza de repeler.
Debería estar muerto en esta parte de la historia.
—“… y el Gran Hechicero un alto precio enfrenta” —las palabras del familiar verso le arañaron la garganta al pronunciarlas, y la tos que le sobrevino le recordó la herida punzante en su costado. Percibía la ponzoña toscamente contenida alrededor de la llaga, el resultado de los desesperados intentos de las curanderas por mantenerlo con vida, a demanda del Elegido.
Mi Elegido.
Quizás más tortuoso que el resquemor de la marca oscura que le propinó el Gran Mal, o la preocupante distancia que había cobrado su propia magia, era la nueva y desagradable sensación de angustia que lo embargaba cuando su querido amigo le venía a la mente. Debía ser una más de las voces entusiastas que celebraban afuera. Con lo apegados que se habían vuelto después de todos los años preparándose juntos para cumplir sus destinos, la única razón para no contar con su presencia constante mientras se recuperaba, era su responsabilidad de mantener alta la moral al mostrar su buen estado después de la batalla, ya que todos conocía el estado de Manuel a esas alturas.
Además, los otros señores debían estar apresurando su aprobación para comenzar con los preparativos del regreso a casa para cada uno. Era otro duro golpe a su ánimo el no poder estar a su lado, apoyándolo en estas tareas ahora que la gran guerra había terminado.
De todas formas, tu parte se ha acabado, un Rey necesita políticos a su lado, no mercenarios.
El ardor se transfirió a sus ojos, y la garganta volvió a rasgarle, aunque solo un quejido dejó su boca en ese instante.
Ni de escudo puedo servirle ahora, una puñalada y he quedado destrozado.
— Una esposa es lo que tendrá ahora —en la soledad de su tienda, y contra la algarabía del exterior, su murmullo desolado y las gotas cayendo por su rostro bien pudieron no existir.
Fue lo único que los señores llegaron a discutir a un lado de su litera, durante sus primeras horas de total lucidez, y antes de que Francis- El Elegido - les prohibiera hablar sobre algo más que no fueran sus buenos deseos para la pronta recuperación de Manuel.
No sería la primera vez que enfrentara a los nobles y comandantes con vendas y sangre bajo la ropa, pero era otra dura señal de que su utilidad estaba terminando.
¿Para qué querría un mago con nada más que penosas trazas de magia rondando los pasillos? Sería solo otro noble inservible ocupando espacio en el castillo. Habría sido mejor caer en combate…
—… mejor que verlo desposar a alguien más.
Con su suerte, Fran-El Elegido - le pediría posarse a su lado durante la ceremonia. Siempre generoso al compartir la atención y sus éxitos, pero completamente ciego al anhelo creciente en la mirada de Manuel.
No podía pensar en algo peor que tener un puesto reservado en primera fila para ver su compañero comprometerse con alguien más, después de tanto tiempo siendo el más cercano, y lo más importante en la vida del otro.
— Ser de leyenda apesta —le confesó al cielo de la tienda, y el antiguo resentimiento sobre su posición en la antigua profecía resurgió desde las profundidades de su corazón, en donde lo había mantenido enterrado por años.
La clase de poder con la que había llegado al mundo era un regalo, pero toda otra dicha en su vida -excepto haber conocido a…- casi no valía la pena frente al resto de sacrificios y desventuras que se sucedían estación tras estación durante toda su vida.
Su familia dejó de ser una casta insignificante el momento en que se confirmó su lugar como el “El Gran Hechicero”, y mientras el nombre de ellos se llenaba de gloria, a Manuel lo abandonaron en el templo con los eruditos para ser entrenado y resguardado, hasta que su Elegido se diera a conocer. Y aunque los tiempos que vinieron creciendo al lado del otro fueron muchas veces sus más eficaces aires de aliento; el violento fin de las personas que incidentalmente lo criarlo, marcó un abrupto fin a su niñez.
Los paisajes y los amigos que formaron en el camino a la aventura no borraban la violencia y horrores de los numerosos combates. En medio de todos esos eventos, y como un fuego que creció muy rápido y más de lo que debía, su vieja parentela desapareció casi de un momento a otro, diezmados en un solo movimiento gracias a la traición de vecinos avariciosos y cobardes. La única absuelta de tal fortuna, la hermanita que a penas conocía, fue enviada todavía más lejos de él por su propia protección, a la isla de un lord que, después de tanto tiempo, solo debía estar esperando el momento oportuno para casarla con alguien de su estirpe, y así asegurar la continua buena voluntad del futuro Gran Rey.
— Oh, Tiare, perdóname —una abrupta culpa y nostalgia detuvo sus divagaciones por un momento— … algunas veces olvido que aún me queda alguien fuera de todo esto.
Pensar en la niña, a quien solo conocía por cartas, siempre le traía un amargo dolor en el pecho. Una hermana pequeña que ya no solicitaba promesas de una pronta visita, pues a corta edad había entendido que no era un favor que el resto del mundo pensara que le correspondiera exigir, ni algo que Manuel tuviera el poder de cumplir.
Pero ya no tengo guerra que pelear, ni Enemigo que vencer… y tampoco Elegido que proteger.
—… de todas formas desaparezco de la historia desde ahora.
Haciendo uso de su dilapidada magia, recubrió lo peor de su herida con una capa de energía protectora, sumándola al trabajo bien intencionado de las sanadoras del batallón, y finalmente se levantó de su catre con brazos temblorosos. Por suerte, sus piernas se mantuvieron lo bastante firmes para llevarlo a su siguiente destino.
Entre tanto júbilo y movimiento a lo largo de todo el campamento, nadie se dio cuenta del mago o del caballo faltante hasta unas horas después.
No hasta que Francisco fue en busca de su mejor amigo para decirle que era hora de volver a casa.
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mateothefirst · 1 month
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Jermu
Parte 2
Al día siguiente Brian fue al mismo lugar de antes a ver que onda.
Entró y pasó por el vestíbulo directo a las oficinas donde había banda de albañiles trabajando en las computadoras.
El rubio estaba andando por atrás de todos con una mano agarra el termo con la otra toma el mate. Brian fue a hablarle.
Brian: Hola vine
"Quien sos"
Brian: Hola soy Brian, vine porque ayer hablamos para que yo entre a trabajar acá.
"Ah dale ponete en una compu"
Brian: Quien sos
Roger: Roger
Brian se sienta en una computadora vacía y se pone a jugar buscaminas. Roger lo mira y toma mate.
Roger: El sueldo es de 20 centavos la hora, tu turno es de 10am a 2pm. Pero no te lo voy a dar si te quedas jugando todo el día.
Brian: Bueno ya estoy por ganar.
A Brian se le explota una mina y dice la re concha de la lora, Roger toma mate y se va.
El trabajo es divertido, va todos los días pero los domingos no puede abrir la puerta y está todo apagado, todavía no sabe por qué. Aprendió a jugar solitario. Con el peso que ganaba en el día se compraba dos criollitos de 25 centavos y un vaso de coca de 50 centavos. Una vez se le ocurrió no comer por una semana, ahora tenía 7 pesos y se sentía multitrillonario o algo así entonces se compró una pizza por 5 pesos y una lata de cerveza con el vuelto.
Volvió el lunes al trabajo, Roger dice hola, toma mate y se va, Brian dice hola y se sienta en la computadora. Tiene que teclear la cantidad de ladrillos, el tamaño, el material, las coordenadas de cada uno, el tipo de cemento, el revoque, etc. No es fácil pero se esfuerza, a veces hace horas extra jugando piedra papel o tijera con el bot de google.
Si pudo pasar una semana sin comer capaz podía pasar dos o tres. Entonces no comió por un mes y ahorró 26 pesos, no le quisieron pagar los domingos y un feriado que hubo no sabe por qué.
Con esa recontra super mega ultra cantidad de plata se le ocurrió comprarse una cama de 18 pesardos y con el resto una campera marca Adadas para dormir cómodo y sin frío.
Al otro día de trabajo Roger tomó mate y entro a las oficinas para gritar.
Roger: Se tienen que preparar que la semana que viene va a llegar el supervisor.
Albañil aleatorio: Pero vos sos el supervisor pelotudo.
Roger: Callate ya sé yo los tengo que ver a ustedes pero va a venir el provincial a revisar que esté todo bien y haya mate suficiente para mi.
Brian puteaba y seguía perdiendo en el juego de la viborita, no se dio cuenta de lo que hablaban.
La semana siguiente, el lunes, a las 9:59, llegó y vio a sus compañeros trabajando un poco más elegantes de lo normal, Roger llegó peinado, decente, en vez del pelo de escoba usada hecho re mil pija teñido para el traste de siempre. Dijo hola, tomó mate y se fue.
Pero volvió acompañado.
Acompañado por el supervisor provincial de puestos de construcción, con traje y corbata pero no era adicto al mate.
Super supervisor: Hola
Brian: Quien chota sos
A Roger se le cayó la jeta al piso, pensó que los iban a despedir a todos y caerle un meteorito al edificio por faltarle el respeto a un superior, pero el hombre no se ofendió y respondió.
Freddie: Soy Freddie, vine de visita. ¿No avisaron?
Brian: Y no.
Roger: Si les dije boludaso vos no prestaste atención todo el día tomando mate digo jugando a los sims 4.
Brian: Y qué querés que mis sims se caguen de hambre? Tengo que mantener a una familia... y después matarlos a todos.
Freddie: Bueno no importa, por lo menos los trabajadores se entretienen mientras los esclavizamos.
Brian: Viste el también juega a los sims.
Freddie: Linda campera.
Brian: Ay gracias me la compré yo.
Roger: Bueno chau nos vemos después.
Roger tomó mate y se llevó al super supervisor a criticar otras oficinas, a Brian le cayó bien.
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