Tumgik
#cuento likes y reblogs y todo eso :-)
salovila · 8 months
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Después de arreglarle la corbata a su padre y de hacer sociales con otras madres junto con la propia, Salomé decide alejarse un poco. Si bien no busca explícitamente a sus hermanas, sus ojos se mueven por el perímetro como un radar que quiere ubicar a las otras dos herederas del imperio de los Vila. Sólo encuentra a su madre -de vuelta- que le hace señas para acercarse. La ex superestrella del pop ama a su madre pero la idea que le confirió la fémina hace poco la incomoda: "aprender del casino y su funcionamiento te hará feliz" le dijo, y desde entonces ha hablado de esta reunión como el gran momento para comenzar a ocuparse de algo importante, como para regresarle un poco el autoestima. La rubia reflexiona la idea a solas y algo le gusta y demasiado la asusta, por lo que quiere evitar que la arrastren a ella con tanto ímpetu. Por eso se escabulle, buscando un rostro conocido. El vestido pesado no le dificulta el andar, quizá por el anhelo de encontrarse una conversación que la eleve un poco. Sonríe, hallando su nuevo objetivo. —Hola, tú—saluda, un poco preocupada ahora por no meter la pata en la interacción: —, ¿no parece la fiesta de té del Sombrerero Loco? —Suelta el chascarrillo, sintiéndose infantil después.
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barbyarts-blog · 4 years
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Avr, creo que no me va a alcanzar la pregunta. Los reblogs suman los likes del post original y el reblog, por eso de normal tienen más apoyo. Y una cosa un poco fea de los follows es que si tu vas y cuentas una por una cada cuenta que te sigue verás que el número real es menor, por ejemplo yo tengo 40 y pico, si los cuento son menos, esos follow fantasma de normal son de las clásicas cuentas fake, bot o "de citas", etc. Por poco y no me entra, la que tuve que resumir y suena re grosero td. x"d
Eso comente antes,si es verdad que tengo cuentas subidas de tono,bots etc..pero luego hay gente de verdad que ignora,hay de todo un poco xd
Lo de los reblog es una cosas ahora distinta,que como comentaste lo voy a hablar.
Si,los reblogs suben like etc del blog original y hay un problema (que a veces a mi me pasa incluso) es de que solo reciben like,es decir,mira mi post de la opinión, llego a ser algo que es verdad y mucha gente lo reblogueo,pero solo dan like y reblog.
Lo que quiero llegar es..si tu reblogueas algo es para apoyar esa artista y que la gente vaya a ver su perfil,pero el fallo que cometemos todos es de darle like y seguir para alante, eso a mi opinión ,esta mal, si te gustó el post que reblogueo alguien, supongo que deberías ir al perfil original y echar un vistazo, eso seria lo correcto.
Mucho reblog y la gente da like si,pero, echar un vistazo(? Seria la mejor opción para la artista original.
Ha llegado pasar que de confundan y el dibujo se crean que es de quien reblogueo (ya sea pq no sabe que es un reblog o ya sea pq X razon)
Simplemente quiero decir que,si os ha gustado ese reblog que lo habéis dado like o me gusta, investigar el blog! No tengáis miedo.
Pq supongo que si os ha gustado queréis ver más de su arte?
También está la opción que solo es para apoyar a quien reblogueo.. pero en eso no lo apoyas,en eso el me gusta es para la artista original.
Sin más es lo que pienso y lamento la contestación larga.
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nekoannie-chan · 4 years
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Tristes memorias del verano
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Pareja: Steve Rogers X Rumlow! Lectora.
Palabras: 1207 palabras.
Sinopsis: En el cumpleaños de T/N, los recuerdos aparecen.
Advertencias: Angst.
N/A: En este fic Rumlow no es HYDRA, tampoco la Lectora lo es, así que ambos son Vengadores, la Guerra Civil nunca sucedió, pero el Chasquido si sucedió.
Esta es mi entrada para Firefly’s Summer Challenge con la canción #3:
“Summertime sadness” de Lana del Rey
También es mi entrada para Summer break Writing Challenge con el diálogo #37:
“¿Estás atorada?”
“Si. Ayuda. Por favor.”
No doy ningún permiso para que mis fics sean publicados en otra plataforma o idioma (yo traduzco mi propio trabajo) o el uso de mis gráficos (mis separadores de texto también están incluidos), los cuales hice exclusivamente para mis fics, por favor respeta mi trabajo y no lo robes. Aquí en la plataforma hay personas que hacen separadores de texto para que cualquiera los pueda usar, los míos no son públicos, por favor busca los de dichas personas. La única excepción serían los regalos que he hecho ya que ahora pertenecen a alguien más. Si encuentras alguno de mis trabajos en una plataforma diferente y no es alguna de mis cuentas, por favor avísame. Los reblogs y comentarios están bien. DISCLAIMER:Los personajes de Marvel no me pertenecen (desafortunadamente), exceptuando por los personajes originales y la historia.
Otros lugares donde publico: Wattpad, Ao3, ffnet.
Si te gusto por favor vota, comenta y rebloguea.
 Parte II
youtube
 I got my red dress on tonight
Dancin' in the dark in the pale moonlight
Done my hair up real big, beauty queen style High heels off, I'm feelin' alive
  Steve miró el reloj esperando a que la hora fuese medianoche, en cuanto lo fue prendió las velas del pequeño pastel y cantó “Feliz cumpleaños”
—Feliz cumpleaños muñeca —dijo.
Tal y como era de esperarse no hubo respuesta, apagó las velas y alzó tu foto.
—Aunque sería mejor si estuvieras con nosotros.
  Oh my God, I feel it in the air Telephone wires above Are sizzlin' like a snare Honey I'm on fire, I feel it everywhere Nothin' scares me anymore
2011
  — ¿En serio encontraron al Cap? —le preguntaste con emoción a tu hermano mayor.
—Si —respondió fríamente.
— ¿Lo podré conocer?
—Supongo, aunque seguro habrán cientos de chicas…
Te fuiste dando brinquitos antes de que él terminara de hablar.
—A veces creo que mi hermanita no es una adulta aún —Brock murmuró para sí mismo.
  Kiss me hard before you go Summertime sadness I just wanted you to know That baby, you the best
  Tres meses después, 2011.
  —Malditos inútiles, nunca ayudan —te quejaste mientras guardabas las cosas que habían usado durante el entrenamiento en la bodega del gimnasio.
De pronto la puerta de la bodega se cerró, se suponía que estabas sola ahí, ¿o no?
Fuiste hasta la puerta e intentaste abrirla, estabas encerrada, suspiraste, probablemente había sido tu hermano jugándote una broma.
— ¿Brock? —lo llamaste.
Seguiste moviendo la puerta tratando de abrir sin éxito, parecía que tenía seguro, él no te hubiera dejado tanto tiempo ahí.
— ¡¿Qué diablos?! No es gracioso —te quejaste con la esperanza de que te escucharan y abrieran.
Seguiste golpeando la puerta hasta que alguien la abrió.
—Brock, eres un imbécil —le pegaste en el brazo, luego alzaste la vista —Oh…Capitán Rogers, lo siento…yo…
—Está bien, sólo llámame Steve, ¿qué hacías ahí?
—Alguien me encerró mientras acomodaba el equipo, seguramente me quisieron jugar una broma —explicaste.
— ¿Qué pasa aquí? —dijo Brock entrando al gimnasio.
—Nada, me había quedado encerrada.
Brock puso los ojos en blanco y se fue a su oficina, seguramente Rollins no se había dado cuenta que estabas en la bodega antes de cerrarla.
— ¿Y tu hermana? —preguntó Jack entrando a la oficina.
—La encerraste imbécil.
Rollins volteó a verte, se suponía que no había nadie, sin embargo se acercó a ti.
—T/N, ¿tienes algo que hacer el sábado? —te preguntó.
—Oye…
Brock se acercó, no le gustaba la idea, sabía que le gustabas a Rollins, pero también sabía que no le correspondías.
—Tengo una cita con Steve —dijiste de pronto, volteaste a ver a Steve esperando que entendiera la indirecta.
— ¿Qué? —preguntaron al unísono Brock y Jack.
—Sí, va a pasar a las ocho por mí, ¿verdad? —continuaste sin dejar de ver a Steve.
—Si claro —respondió él
  I got that summertime, summertime sadness Su-su-summertime, summertime sadness Got that summertime, summertime sadness oh, oh
  2023
  Steve se comió el pastel, le pareció escuchar un ruido afuera, se asomó, había comenzado a llover, suspiró, ahora la escena parecía más deprimente.
Él había hecho todo lo que pudo…pero parecía que no había sido suficiente.
Varias veces intentó recordar en que momento todo se había arruinado, sin embargo no estaba seguro.
Después de ver un rato la lluvia decidió irse a dormir, si es que lo lograba, después del Chasquido, conciliar el sueño era difícil.
  I got that summertime I got that summertime I got that summertime,
I got that summertime, summertime sadness I got that summertime I got that summertime I got that summertime, summertime, summertime sadness
  2012
  — ¿Es tu primera misión sin el equipo STRIKE? —te preguntó Steve tomando tu mano.
—No, aunque si es la primera sin mi hermano, aunque no creo que sea tan difícil —respondiste, le diste un beso en la mejilla.
No te diste cuenta en el momento en el que se separaron.
— ¿Steve?
Continuaste caminando, si no encontrabas a tu novio, al menos te conformabas con terminar llegar a la casa de seguridad, ya habían terminado la misión. No viste un hoyo y caíste, unas ramas cayeron encima, intentaste salir pero estabas atrapada, intentaste con el comunicador, pero se había averiado.
— ¡Steve! —lo llamaste varias veces con la esperanza de que te escuchara.
— ¿T/N? ¿Muñeca?
— ¡Aquí!
Alzaste el brazo a través de las ramas para que te viera.
— ¿Estás atorada?
—Si. Ayuda. Por favor.
Steve quitó algunas ramas con cuidado para no herirte, cuando hubo espacio suficiente te sacó.
— ¿Estás herida? —te preguntó.
—No. Sólo unos rasguños —respondiste.
Te ayudó a salir y cargó hasta la casa de seguridad.
  I'm feelin' electric tonight Cruisin' down the coast, goin' about 99 Got my bad baby by my heavenly side I know if I go, I'll die happy tonight
  2011
  Rollins no estaba feliz con que hubieras rechazado tener una cita con él, aunque no lo demostró, Brock estaba extrañado, él no sabía que era lo que estaba pasando, pero mientras iban camino a casa decidió que le iba a saber toda la verdad.
— ¿Hay algo que quieras decirme? ��te preguntó tratando de sonar casual.
—Nope
— ¿Segura T/N?
—Sí, siempre te cuento todo —respondiste.
— ¿Qué fue eso del gimnasio? —cuestionó.
De una forma u otra iba a saber la verdad.
—Nada —contestaste, comenzaste a ver por la ventana, la conversación te estaba pareciendo incómoda.
Suponías que Brock prefería que salieras con Rollins que con alguien más, por otra parte Brock creía que era mejor si salías con alguien ajeno a S.H.I.E.L.D.
—T/N.
—Brock.
— ¿Sales con Rogers? —inquirió finalmente.
—No...Aún.
Frunció los labios, no sabía que era lo que planeabas.
— ¿Aún? Eso quiere decir que planeas algo, ¿te gusta Rogers?
—Es obvio, ¿no?
  Oh my God, I feel it in the air Telephone wires above Are sizzlin' like a snare Honey I'm on fire, I feel it everywhere Nothin' scares me anymore
  2023
  Brock sentado en la mesa de la cocina tomando café, solo y en silencio, nada había podido llenar el vacío que ahora sentía. Steve entró al lugar unos minutos después.
—Este día es muy sombrío ahora, sabes —comentó Brock rompiendo el silencio.
— ¿Disculpa?
—Cuando éramos niños, T/N siempre se quejaba que en su cumpleaños siempre llovía —comentó Brock atrayendo la atención de Steve.
Steve no sabía que decir, todos básicamente habían perdido lo que más querían, tampoco podía explicarse los motivos por los que Brock se había quedado con ellos después del Chasquido. Otros se habían ido, ya no eran los Vengadores como tal.
—Cuando ella tenía ocho años quiso cortarse el cabello sola, fue un desastre, quedó disparejo, me pidió ayuda…bueno quedó peor, nos castigaron dos semanas —continuó contando Brock.
—En nuestra primera misión sin el equipo, se quedó atorada en un hoyo, fue muy divertido.
— ¿En un hoyo? Eso suena completamente a T/N, en todas las misiones siempre le pasan accidentes extraños.
—La extraño mucho —dijo de pronto Steve.
—Yo también.
—Hicimos todo lo posible para revertir lo que Thanos hizo…
—Lo sé, pero ella es mi hermanita, mi única familia y hoy es su cumpleaños, pero ella no está aquí para celebrarlo.
  Kiss me hard before you go Summertime sadness I just wanted you to know That baby, you the best
  2018
  —Brock… ¿crees que logremos derrotarlo? —cuestionaste nerviosa.
—No creo que sea la gran cosa, no entiendo por qué todos le tienen miedo.
—No tenemos poderes o algo increíble como para hacerle frente…
—T/N, tenemos armas, eso debe bastarnos, si pudimos contra los Outriders, no creo que esto sea diferente.
La pelea iba mal, definitivamente era peor que el ataque de Nueva York.
—T/N ¿estatus?
—Peleando con estos perros horribles.
Te encontraste con Wanda, se suponía que ella debía estar con Vision.
— ¿Qué haces aquí? Deberías…
—Steve me pidió que también te protegiera a ti.
No tenías ni la más mínima idea de cómo habías terminado entre los arbustos, sin embargo viste horrorizada como Thanos chasqueaba los dedos.
— ¡No!
Luego Thanos abrió un portal y desapareció, por unos segundos creiste que no había pasado nada, no había alguna diferencia hasta que comenzaste a sentir un hormigueo y calor en tus extremidades, ¿qué era o que pasada?
— ¿Steve? ¿Brock? —los llamaste.
Brock era el más cercano a ti y trató de alcanzarte…no lo logró.
— ¿Qué….?
  I got that summertime, summertime sadness Su-su-summertime, summertime sadness Got that summertime, summertime sadness oh, oh
  2016
  Tomaste el ramo de flores, te sentías muy nerviosa, finalmente era el día de tu boda con Steve. Tu hermano te estaba esperando en el marco de la puerta.
— ¿Nerviosa? —te preguntó.
—Demasiado.
—Podemos huir si quieres…
—Brock.
—Sólo bromeaba, te ves preciosa hermanita.
—Espero no romperme un pie con estos tacones.
—Natasha los eligió, ¿verdad?
Asentiste, echaste la última mirada al espejo.
—Vamos, ya es hora.
Él era quien te acompañaría hasta el altar, Steve ya te estaba esperando ahí.
  I got that summertime I got that summertime, summertime, summertime sadness Su-su-summertime, summertime sadness Got that summertime, summertime sadness oh, oh Got that summertime
  2023
  Las semanas siguieron pasando, tanto Brock como Steve tenían pesadillas del momento del Chasquido.
La última junta no había sido nada alentadora, la desmotivación y cansancio de todos era evidente, por más que querían no podían solucionar lo ocurrido.
—Pareciera que a nadie le importa lo que pasa —comentó Brock.
—Es sólo que…parece que ya continúan con su vida como si nunca hubiese pasado —respondió Natasha.
—Todo es complicado —dijo Steve.
La conversación fue interrumpida por Scott.
— ¿Es una grabación?
—No, parece que es en la puerta principal.
Dejaron a Scott entrar a la base, le contaron lo sucedido, después de lo que él les explicó…quizás había esperanza.
  I got that summertime, summertime, summertime sadness Su-su-summertime, summertime sadness Got that summertime, summertime sadness oh, oh
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Reto creativo día 30
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hola a todos!
Y ha llegado el último día. Me apena darle un final a este reto, podría seguir publicando lo que tengo para ofrecerles, pero siento que con 30 días es, por ahora, más que suficiente. 
Puedo decir a ciencia cierta que este reto logró con su cometido, he logrado aumentar mi creatividad escribiendo todos los días. Quizás no haya escrito muchas cosas buenas, y que quizás algunos temas hayan sido aburridos y repetidos, pero yo me entretuve, jaja. Ahora sé con qué historia partir redactando para verla, ojalá, publicada algún día.
Gracias a todos los que se detuvieron a leer, gracias a los que entraron desde instagram a mi andrajoso tumblr, jaja, y a los de tumblr que de casualidad cayeron a mis cuentos. Espero que estos relatos hayan podido entretener sus tardes, y si el español no es su primer idioma: thank you, I really apreciate your likes and reblogs, it was really unexpected, but you manage to bring a smile on my face everyday. Thanks a lot 💕
Tema: descubriendo poderes nuevos
Advertencias: ninguna
Género: Fantasía, Maravilloso
Conteo de palabras: 1172
Todos los derechos reservados. Este relato fue escrito con el fin de entretener. Si te gusta dale like y rebloguea, no lo publiques como invento tuyo.
Créditos al dueño de la imágen
All rights reserved. This story was written in order to entertain. Click on the like button and reblog and please, do not publish this as your own invention.
Credits to the owner of the image
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Hacía frío en el mercado, la nieve caía y la luz del día disminuía conforme pasaban los minutos. La gente comenzaba a retirarse a sus casas, por lo que las calles poco a poco se volvían pasajes vacíos, cubiertos por el blanco mantel de la nieve.
Una joven de pelos naranjos llevaba palitos de madera para su casa, desgraciadamente fue lo que no alcanzó a vender durante el día. Esperaba que su padre no la castigara ni azotara por no traer dinero a la casa. Pero esa mañana, al dirigirse al bosque para buscar maderas,  descubrió algo inusual en ella. Llevaba puestos guantes con hoyos en sus palmas, un gorro y bufanda tan deteriorados como sus guantes, pero cuando salió de su casa no sintió frío. Sintió un calor como nunca había sentido antes, un calor como en los días de verano, cuando quiso hablar con su hermano por el calor, él sólo le respondió que hacía frío como cualquier otro día de invierno.
Cuando fueron al bosque ya no soportó tener puestos los guantes, por lo que con prisas se los sacó, y cuando comenzó a tocar la madera, de ésta comenzó a brotar humo, como si hubiera sido puesta en una chimenea a quemar. La joven, Abelein, quedó mirando el extraño suceso, pero al rato la madera prendió en llama. Abelein, sorprendida, tiró la rama en llamas a la nieve, que apagó el fuego.
La niña quedó mirando la delgada rama acostada en la nieve, y lo que le llamó la atención fue que el calor no se fue de su cuerpo. Quiso tomar un puñado de nieve con sus manos, y cuando lo hubo levantado, siguió sorprendida al ver que rápidamente la nieve se derretía y se volvía agua. Escuchó a lo lejos la voz de su hermano, por lo que tomó sus guantes y se los volvió a poner. Pero muy pronto comenzó a tener calor, pero esta vez optó por sacarse la bufanda. Con eso se sintió mejor, pero el gorro comenzó a picar pronto, por lo que decidió guardarlo en su bolsillo junto a su bufanda.
Al llegar al mercado, Abelein se separó de su hermano para poder vender mejor la madera. Cada uno por su lado, vendieron y ofrecieron sus productos para calentar los hogares en esas frías épocas, pero con lo distraída que estaba ella no pudo vender bien. En un momento volvió a experimentar con sus manos. Esta vez, con su mano derecha desnuda, se agachó y apoyó su palma en la nieve. Sintió el frío que luego pasó a ser un líquido viscoso de agua y nieve. Al levantarse, tuvo una idea, llegaría a su casa para poder calentar en la chimenea una vara de madera, y así, quizás, mejorar la enfermedad de su madre, y quitarle el frío al resto de sus hermanos.
Al terminar de idear su plan, se fijó en un hombre con capucha morada que la miraba desde el otro lado de la calle, y como por arte de magia, el ruido de la concurrida calle fue silenciado. Dentro de su cabeza escuchó la voz de un viejo, que le decía que le iría a visitar esa noche en su casa.
Abelein fijó su mirada en el viejo de la capucha, pero cuando la gente pasó en medio de los dos, el viejo había desaparecido, y el ruido de la calle había vuelto.
De vuelta en su casa, Abelein se sentía contenta de poner en marcha su plan, pero cuando el padre la recibió a ella y a su hermano (que había logrado vender más que ella), la tironeó hacia adentro de la casa, logrando que botara todas las varas de madera y diera un susto a la madre y a los otros tres hermanos de Abelein. El padre jaló de su cinturón de cuerda que sujetaba sus pantalones y comenzó a pegarle a su hija. Al tercer latigazo, una mano manchada por la vejez pero sabia a la vez, le detuvo en pleno vuelo. Era el viejo de la capucha morada.
-          He venido a buscar a tu hija.
-          Viejo loco, ¿qué es lo que dices?
-          Tu hija tiene en sus manos un poder elemental, que es imperativo que logre manejar antes de que cumpla la mayoría de edad. Te ofrezco estas monedas para que puedas dejármela como aprendiz de mis conocimientos.
-          Abelein, - Interrumpió la conversación la madre – ¿Qué es lo que nos está pidiendo este hombre?
-          Es cierto, - dijo ella desde el suelo – esta mañana descubrí este calor. Madre, pensaba abrigarte este invierno, a ti y a mis hermanos, para que no tuviéramos tanto frío. Esta mañana pude encender una vara y derretir la nieve. – Dijo mientras se sacaba un guante de una mano y tomaba una vara con la otra, para ser prendida y ser arrojada a la chimenea que yacía vacía y fría. Toda su familia se sorprendió, menos el viejo. –
-          Es por eso que necesito llevármela para que aprenda a controlar este poder. Mi nombre es Camon, y soy un brujo de tierra. Llevo años recorriendo la tierra en busca de conocimiento y gente como yo. Allá afuera hay mucha gente con poder, semejante y diferente al de su hija, algunos con buenas intenciones, otros con no tan buenas. Planeo que Abelein use su poder para el bien, como tenía pensado usarlo para que ustedes no pasaran frío y ayudarlos en su situación, pero para eso, necesito que pase conmigo unos años dominando las artes elementales. Puedo ofrecerles a ustedes monedas de oro en compensación por esto.
-          Santo cielo, - Dijo el padre. – con este poder no podríamos vivir con frío por el resto de nuestras vidas.
-          Pero, amor, - Le espetó la madre. - ¿De veras no quieres que tu hija aprenda algo nuevo? Puede aprender algo que nosotros nunca vamos a poder entregarle.
-          Madre… - Abelein había ido a los brazos de su madre. –
-          ¿Es esto lo que quieres, hija mía? – Dijo ella, estrechando a su hija en brazos. –
-          Yo, no lo sé, quiero saber, pero sé que si los abandono, puede que no vuelva a verte más.
-          Hija mía, hijos míos, yo sé dentro de mis huesos que no me queda mucho tiempo, llevo años viviendo este frío dentro mío, y sé que pronto me va a consumir. No dejes que yo sea un impedimento para ti, Abelein, sé que puedes hacer grandes cosas. El día que te traje al mundo hacía mucho calor, y el fuego que calentaba el agua prendió con mucha más fuerza que de costumbre. Tu pelo rojo, tan único, es prueba de que eres especial. Te pido que vayas con Camon, aprende de él y descubre el mundo que no pudimos darte.
Abelein, quien lloraba abrazada a su madre, la miró, miró a sus hermanos, a su padre y al viejo Camon. Se secó las lágrimas que le bajaban por las mejillas y, decidida, le dijo:
-          Enséñame tus conocimientos, por favor.
¿Continuará?
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necromancercoding · 5 years
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Avísame y te explico cómo usar dropbox para eso :) // si, sería más para guardar codigo de tablillas y firmas. Leí por ahí que para Dropbox suele ser más pasos pero la verdad es que si estoy interesada en saber, muchas gracias. Te lo pediría en forma privada pero se que no soy la única con esta duda.
¡Hola de nuevo, anon! Pues te cuento, realmente es bastante simple. 
Primero, crea tu archivo en un bloc de notas y pon la extensión correcta (.css o .js). Luego tienes que subirlo a dropbox, y cuando esté subido le das a Compartir -> Crear Enlace. Asegúrate de que en la configuración del link está visible para todo el mundo, si tienes la opción de Dropbox Pro.
Ahora, debes darle a copiar enlace y te generará un enlace similar a este:
https://www.dropbox.com/s/4xwraw5r5l2dtoy/pettigrew.css?dl=0
Tienes que cambiar el www por dl, y quitar el ?dl=0 del final para que tenga este aspecto:
https://dl.dropboxusercontent.com/s/4xwraw5r5l2dtoy/pettigrew.css
Como podrás ver si haces visitas este último enlace, el archivo se ve en modo texto, y este link es el que puedes usar para tus links o scripts.
Espero haberte podido ayudar :D Si te ha servido, se agradecen reblogs y likes, y cualquier pregunta me puedes preguntar por ask sin problema :D
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sonlosnomeolvides · 6 years
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Corazón verde, muros de piedra [3/?] (Argenmex, AU)
Título: Corazón verde, muros de piedra Pareja: Argenmex
El rey de Argenteus está de pie ahí, con algunas personas más a quienes Pedro no presta atención realmente. Ve los ojos verdes del hombre a unos pasos de él y, por un momento, piensa que en esos ojos verdes está toda la naturaleza que las paredes y el suelo de piedra de aquella ciudad no tienen.
ÍNDICE DE CAPÍTULOS
PRIMER CAPÍTULO
III
El castillo vibra en energía desde temprano por la mañana. Los sirvientes van y vienen por los pasillos: entran y salen mientras cargan con telas, muebles, copas de cristal, vajillas de plata y con mil y un cosas que a Pedro no le parecen importantes y que, aparentemente, son indispensables en Argenteus. La ceremonia de su boda será en unas horas más, casi al ponerse el sol, y a él no le queda otra cosa por hacer más que esperar, rodeado del sonido incesante en el castillo.
El ambiente es distinto a los otros días, cuando todo permanecía en un relativo silencio que sólo era roto por la presencia de nobles y gente del pueblo solicitando una audiencia con el rey. (Eso es algo que, al menos, su tierra y Argenteus tienen en común: la posibilidad de ir ante el gobernante y exponer sus problemas). Desde su ventana, incluso, logra ver que la algarabía se extiende por la ciudad. La noche será de fiesta y la mañana siguiente también… y quizá el resto de la semana, a juzgar por la cantidad de comida que vio por la mañana, después del desayuno.
Es risible, piensa. Tanto escándalo por un matrimonio arreglado.
Se pregunta si disfrazar de alegría la situación fue idea de Martín, de su Concejo o si la gente de Argenteus es así por naturaleza: pronta a la fiesta y dispuesta a cesar sus labores por un rato para disfrutar, beber y cantar. Y piensa, también, que al menos si hay bulla alrededor, toda esa situación se siente menos como una sentencia y  más como una fiesta de la que él también puede participar.
Pedro suspira y se aleja de la ventana. Al mirar al interior de su habitación, su mirada se posa por un largo rato en la caja sobre la cama, que contiene el brazalete que se divide en dos y que le dará a Martín cuando sean esposos, cuando lleve a cabo su propia ceremonia, a la usanza de sus tierras, porque sólo así sus dioses bendecirán su unión. Hace un par de noches realizó el ritual para purificarlo. También ve su ropa, lista desde la mañana, cuando sus propios sirvientes entraron a la habitación para preparar todo. No falta mucho para que ellos regresen y le ayuden a vestirse con su traje ceremonial, ataviado con plumas preciosas que fueron elegidas y enganchadas a él por su hermana antes de decirse adiós.
Pensar en Itzel le deja un gusto agridulce en la boca.
Recuerda la noche en la que, sentados los dos después de la cena, discutieron largo y tendido sobre los problemas repentinos en el reino, de cómo la frontera norte de Tlayolotl no era tan segura como antes y cómo necesitaban aliados después de trescientos años de aislamiento voluntario. Ambos sabían que, en unos años más, tener aliados sería la diferencia entre vivir y morir: lo habían visto en las estrellas.
En su mente aparece la imagen de Itzel, sentada a su lado, el cabello suelto sobre sus hombros. Recuerda muy bien la mirada de su hermana, que en ese momento era una chica asustada por las responsabilidades a su cargo y no la estrella que protegía al reino, la mujer que debía permanecer fuerte y entera todo el tiempo, por el bien de su pueblo.
—Una alianza sellada por matrimonio —dijo él en esa ocasión. Itzel frunció el ceño.
—Sabes que yo no puedo…
—No tú. Yo.
Itzel lo miró con sorpresa primero y con tristeza después, porque ambos sabían que era la única opción. Tlayolotl no reconocería a un extraño como rey, aunque fuera consorte. E Itzel no cedería su derecho a reinar si su esposo hipotético lo exigía. En sus tierras, después de todo, sólo reinaban las mujeres, así había sido siempre y su gente no aceptaría otra forma. Pedro era varón y era el menor. No tenía derecho al trono en Tlayolotl, así que si algún reino aceptaba el trato, él tendría que irse para convertirse el eslabón que uniera dos tierras, sin afectar la soberanía de ninguna.  
—¿Estás seguro?
—Estoy seguro. No lo digo sólo por mi deber, ni porque seas mi Citlalli. Lo digo como tu hermano.  
—Oh, Coatzin…
Y esa noche, ninguno dijo más.
Alarga la mano y acaricia las plumas en su ropa. Lo hace con ternura, devoción incluso, porque es a través de esa ropa que su hermana está presente. Quisiera tenerla a su lado, quisiera saber que, al menos por un momento, ella estará con él durante la ceremonia. Pero, al menos por ahora, abandonar Tlayolotl es imposible para ella, así como era para Martín abandonar Argenteus para esta unión.
Alguien da un par de golpes a su puerta y casi de inmediato, entran dos de sus sirvientes. Un par de hermanos que dejaron todo atrás por él.  
—¿Es hora? —pregunta en voz baja. Ellos asienten y el vuelve a suspirar—. De acuerdo. Hagamos esto.
Sólo sus sirvientes son testigos del cambio que se da en él. Ven con fascinación, cómo Pedro respira profundamente y deja de ser un joven que siente pena de sí mismo para convertirse en algo más. Lo ven erguirse y, cuando se quita la ropa que lleva puesta y ellos comienzan a ataviarlo con su traje ceremonial, es como un guerrero que se prepara para el combate, vistiendo su armadura con orgullo. Aunque ninguno de ellos dice nada, es por momentos como ése, que saben que no se alejarán de Pedro. Coatzin Pedro, la pequeña serpiente de Tlayolotl, que es querido por todos en sus tierras y que debería ser temido por sus enemigos.
Pasan varios minutos de preparación y, al estar listo, sale de la habitación para dirigirse hacia el salón principal, en donde Martín lo espera y donde se llevará a cabo la ceremonia a ojos de unos cuantos nobles invitados. Mira de reojo por las ventanas, hacia el enorme patio, donde parece que todos esperan a que su unión sea oficial para comenzar con la celebración.
La puerta del salón se abre y, mientras avanza hasta donde está Martín, Pedro lo observa. Es la primera vez que Pedro ve a Martín desde la noche anterior, cuando se sentaron en su salón privado a revisar de una vez y por todas el acuerdo que los vuelve esposos: aclararon un par de puntos y sellaron los dos el tratado, él a nombre de su hermana, con la autoridad que ella le dio. En realidad, la ceremonia de esa tarde es sólo protocolo. Y protocolo o no, Pedro deberá seguirlo al pie de la letra.
De pie al final del pasillo, con el sol de la tarde tras de él, Martín se ve casi irreal, onírico. Es, a pesar de todo —circunstancias poco deseadas, meros acuerdos políticos, decisiones tomadas por necesidad y no porque lo sintieran con el corazón—, una visión hermosa. Pedro ve su ropa blanca con detalles en celeste, nota su corona que reluce como el sol mismo y reconoce en él, nuevamente, ese aire que sólo los reyes tienen. Es un Martín completamente distinto al que lo acompaña en la mesa y es distinto, también, al que lo recibió en su castillo días atrás.
Pedro es consciente de las miradas de los ahí reunidos. Es casi como el día en el que llegó a Argenteus, mientras avanzaba hasta ver a su futuro esposo por primera vez. Sólo que, ahora, aunque aún siente que su presencia ahí es, en parte, un mero espectáculo, la ropa ceremonial que lleva puesta y las plumas preciosas son como el abrazo de su hermana y de su gente. Se siente más fuerte que nunca, aunque sea el bicho raro en aquel salón, porque anda descalzo y su ropa lleva plumas, y porque el único objeto de oro que lleva es el brazalete, cuya mitad le dará a su futuro esposo más adelante, porque será el símbolo del momento en el que le dé una parte de su alma a Martín.
Cuando está frente a Martín ambos se miran fijamente. Martín asiente con la cabeza y sus ojos brillan con la decisión que Pedro reconoce en sí mismo. Él también asiente. Es una conversación silenciosa, un acuerdo tácito para soportar lo mejor que se pueda todo esto, porque no hay vuelta atrás. Es imposible para cualquiera de los dos arrepentirse de lo que están por hacer.
Martín le extiende la mano y Pedro la toma después de un parpadeo. La mano de Martín es cálida y fuerte; es casi instintivo cuando Pedro la aprieta, quizá con más fuerza de la necesaria. Para su sorpresa, Martín responde al gesto.
Ambos miran al frente, un Ministro realiza la ceremonia, hay votos que Pedro memorizó durante el camino a esta, su nueva casa —porque nunca, nunca un hogar—, hay un breve discurso sobre cómo su unión marca un antes y un después para ambos reinos. En su mente, Pedro recita sus propias promesas y sus propias plegarias a sus dioses, mientras siente el peso del brazalete alrededor de su muñeca.
El Ministro deja de hablar y hay una pausa, un silencio lleno de expectación mientras todos los presentes esperan. Martín lo besa frente a todos esos extraños: es sólo un roce de labios, tan protocolario como la ceremonia en sí. Y justo mientras el sol se mete en el horizonte y los últimos rayos del sol entran por la ventana, Pedro deja de ser Pedro de Tlayolotl para convertirse en príncipe consorte de Argenteus.
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¡Muchas gracias por leer! Sigo emocionada porque más gente se emocione con esta historia, no tienen idea. Ya saben que los likes y reblogs se agradecen mucho. Si quieren dejar algún comentario o pregunta respecto a este verse... o a algo más, pasen con confianza al ask. De hecho, los exhorto a que me dejen preguntas y comentarios, porque quiero fangirlear con todos y’all.
Creo que, hasta ahora, esto está bastante triste, pero creo que las circunstancias de ambos no son precisamente las de cuento de hadas, así que tanto Martín como Pedro tienen derecho a estar enojados y sentirse frustrados por todo esto.
No sé si mis enredos políticos ficticios tengan sentido para alguien más que para mí aaaaaah.
Y si lo desean, pueden apoyarme con un ko-fi.
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No voy a meterme a defender lo indefendible, porque razón llevas y el ask es breve. Señalo algo: Cierto, no hablaríamos de algo como la americanofobia o la futbolfobia, pero eso no hace que ninguno de los mensajes me parezca bien. Creo que tratar a otras personas como no te gusta que te traten a tí es el principio de un camino muy oscuro, y creo que las cosas sobre "castigar" al que piensa diferente de nosotros deberían estar todas igual de mal vistas con indiferencia de a quien ataquen.
Las últimas 2 líneas. Depende del pensamiento que tengan, yo respeto la libertad de pensamiento siempre y cuando no se ataque la libertad ni la existencia de nadie, los nazis por ejemplo piensan de manera radicalmente opuesta a mi y ni los respeto ni me parece que el post que dice “punch a nazi” sea malo, ojalá estuviera avalado por la ley y me dieran puntos. 
La cosa es, que esto que hablamos es un post puntual, el de “there’s straight sex happening in this household and im gonna throw up”, me hizo gracia el conjunto, la frase, la contestación de otro usuario, el gif que usaron… Todo. Estoy segura de que la mayoría de los reblogs o likes de ese post es de gente del colectivo LGBT, la cosa es que a nosotros nos la suda que los heteros follen, que me alegro, que le den duro o blando o como les guste, es a muchos heteros a los que les importa si yo lo hago con otra chica o un chico con otro chico y no es que reblogueen un post en tumblr, es que lo dicen en voz alta en el bar, en la universidad, en el trabajo, en público. Y tienen una sociedad que les respalda y les da alas para seguir con esa actitud (cada vez menos pero aún así…) y que se sigue utilizando la palabra “maricón” o “bollera” en plan despectivo, para insultar, para hacer sentir mal a alguien y tienen leyes que no castigan o que castigan a medias esos comportamientos, que la actitud de la gente cambia hacia ti si dices “soy gay” y ni te cuento cuando dices “soy bisexual” eso ya es de traca, cuando vas a donar sangre y te preguntan si has tenido relaciones con un hombre que haya tenido sexo con otro hombre (si eres mujer) o si directamente has tenido sexo con otro hombre (si eres hombre). Todo eso es discriminación en el primer mundo, ese en el que vivimos y no un par de líneas y un gif en un post en tumblr. Porque ese post no legitima el odio hacia los heterosexuales de ningún modo.
Que yo que sé, que tienes razón en lo de “no trates a los demás como no quieres que te traten a ti” pero en lo demás pues no acabo de verlo. Mis reblogs van a seguir siendo del estilo, te lo digo porque igual prefieres no mirar mi tumblr durante una temporada o lo que sea. 
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Este drabble surgió porque tuve la vaga noción de que quería escribir una historia ambientada en el pasado. Al final el concepto se quedó en un año mencionado al principio y ya. Espero que guste.
No olvidéis que podéis leerlo, favoritearlo y dejar un review en fanfiction.net.
¡Gracias por vuestros reblogs y likes en los drabbles anteriores!
Fandom: Naruto
Pareja: Sasuke y Sakura
Trigger warning?: Funeral
Baby, don't you worry, I'm not crazy, I'm just crazy for you
[Worry by Mother Mother]
No se dio cuenta de que estaba enamorada de él hasta un año después de casarse. Sakura sabía que los matrimonios por amor sucedían sólo en los cuentos de hadas y cuando colocó en su mesilla de noche el nuevo calendario del año que entraba, 1922, tachó los días hasta el de su boda, que coincidía con su decimonoveno cumpleaños. Algo más de trescientos sesenta y cinco días más tarde su suegro murió, y Sasuke y ella acudieron a la residencia familiar para el largo velatorio. Se trató, seguramente, de un momento inoportuno, pero fue al llegar a la vivienda, mientras Sasuke daba un abrazo a su madre antes de reunirse con su hermano para discutir los pormenores de la herencia, cuando Sakura contempló la espalda de su marido y se dio cuenta de que había empezado a quererle de forma sincera.
Sakura no tenía muy claro de cuál era el protocolo en casos como aquél, ya que a diferencia de la familia de su esposo, que profesaban el sintoísmo, ella había crecido en un ambiente de fe budista. Se limitó a mantenerse cerca de su suegra con la excusa de que debía confortarla aunque Izumi, la esposa de Itachi, tenía cubierto aquel aspecto. Todos los postigos y las puertas correderas de la casa estaban cerrados, y la penumbra se había adueñado de los corredores. Cuando Sakura no pudo resistir más aquella atmósfera opresiva salió al jardín, donde se topó con Itachi e Izumi hablando en susurros con las cabezas muy juntas.
-…Eso está resuelto. Sólo un poco más y todo habrá terminado –oyó decir a su cuñado.
-No te preocupes, no me importa –respondió Izumi. Sakura se había ocultado tras uno de los pilares para evitar interrumpir, pero por el rabillo del ojo vio cómo Izumi posaba su mano derecha en la mejilla de Itachi. Se puso de puntillas y le besó con suavidad. Sakura contuvo la respiración. Sasuke y ella no se habían tocado así ni en su noche de bodas-. ¿Qué hay de ti?
-Estoy bien –giró el rostro hacia la mano que Izumi le había puesto en la cara y le besó la palma.
La pareja intercambió unas palabras más antes de separarse. Al quedarse a solas Izumi llamó:
-Puedes salir ya, Sakura-chan.
La joven se puso a la vista de su cuñada, sus mejillas encendidas por el rubor de verse descubierta. Izumi le dedicó una sonrisa afable. Sakura se atrevió a preguntar:
-Izumi-san, ¿Itachi-san y tú…? –Iba a dejar la pregunta en el aire, pero Izumi ladeó la cabeza mirándola con gesto interrogante, así que se obligó a terminar- ¿…estáis enamorados?
Izumi ensanchó su sonrisa y contestó:
-Sí, tenemos esa suerte.
Como el suyo con Sasuke, aquel matrimonio había sido concertado. Sin embargo, al escuchar aquellas palabras, Sakura empezó a sentir algo muy parecido a la esperanza. Desvió la mirada al confesar:
-Yo… quiero a Sasuke-kun. –Enlazó y desenlazó las manos dos veces antes de atreverse a añadir-. Pero no sé cómo decírselo. Ni siquiera sé si debo.
-¡Claro que debes! –Exclamó su cuñada-. Sasuke-kun tiene que saberlo. Nada le hará más feliz, sobre todo en estos tiempos difíciles.
Sakura bajó la mirada. Dudaba mucho que algo así hiciera feliz a su esposo. De hecho, dudaba que nada pudiese conseguirlo. Mikoto Uchiha salió al jardín entonces y las dos jóvenes se acercaron a la suegra que compartían para tratar de hallar la manera de suavizar su duelo. Los conocidos de Fugaku empezarían a llegar en breve para mostrar sus respetos. Aquel sería un día muy largo. Cuando Izumi le hubo indicado que ella se ocuparía, Sakura se internó de nuevo en la vivienda para buscar a Sasuke. Cuando dio con él observó que se estaba sirviendo una copa de sake. Sakura carraspeó antes de entrar en el salón de estilo occidental. Tomó asiento junto a su esposo. Él la miró de reojo y finalmente comentó:
-No me gusta cómo te queda el negro.
-Oh –Sakura dirigió la mirada al kimono de luto que llevaba puesto-. Bueno, sería irrespetuoso que me sentase bien.
Él espiró con pesadez.
-Bueno, puede que sea la falta de luz. En general siempre me gusta lo que te pones.
Sakura le miró de soslayo preguntándose si estaba imaginando cosas. Quizá el sake frío se le estuviese subiendo a la cabeza a Sasuke. Nunca le había dicho nada parecido.
-Gracias –contestó con un hilo de voz. Se colocó una hebra de cabello tras la oreja y sus dedos se encontraron con los de Sasuke, que había realizado el mismo movimiento. Se giró para mirarle y al verle tan cerca no pudo sino decir-. Sasuke-kun, yo…
Él apoyó la frente en la de su esposa y cerró los ojos.
-No te he dado las gracias por haber estado conmigo todo este tiempo –musitó de repente.
Sakura tragó saliva.
-¿Y dónde iba a estar si no? –Cuestionó-. Estamos casados.
-No tenías por qué volcarte conmigo y aun así lo has hecho. Algún día averiguaré qué hice en mis vidas anteriores para ganarme a alguien como tú.
El aliento de la última palabra barrió los labios de Sakura cuando Sasuke acercó su boca a la de ella para besarla. La joven le tomó la cara con las manos y ladeó la cabeza para permitir que su marido profundizase en el beso. Él le rodeó los hombros con un brazo y estaba a punto de recostarla en el diván en el que estaban sentados cuando Itachi se aclaró la garganta en el umbral. Sasuke y Sakura se incorporaron dando un respingo.
-Ha empezado a llegar gente –anunció Itachi-. Te agradecería que vinieras a echarme una mano con los pésames.
-Voy –contestó Sasuke, pero se quedó inmóvil hasta que Itachi desapareció, dejándoles otra vez solos. Se pusieron de pie a la vez-. Tengo que ir con mi madre.
Sakura asintió.
-Voy contigo. Sasuke-kun -él la miró a los ojos-, te quiero.
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Reto creativo día 16
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Hola a todos! Día 16 esta listo! 😎
Casi renuncio a escribir este día, porque casi no me aguanto el dolor de cabeza, el teclado me mezclaba las letras y sentía mis dedos torpes...Mal, mal, mal, pero al final el cuento pudo ver la luz de la luna (jeje upsis)
creo que esto va a ser lo último que haga de San Valentín, de ahí haré otras cosas, quédense atentos 🤗
Tema: Cantante de plaza
Advertencias: Alcohol, atracción (de la buena) e insinuaciones provocativas (sorrynotsorry)
Género: Romance, vida cotidiana.
Conteo de palabras: 1195
Todos los derechos reservados. Este relato fue escrito con el fin de entretener. Si te gusta dale like y rebloguea, no lo publiques como invento tuyo.
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Era la noche de San Valentín y Victoria estaba charlando de lo mejor con sus amigos en un bar. Se sentía agotada después de estar toda la tarde cantando en una plaza. Lo hacía para poder ganar algo de dinero expresando amor a través de la música, aprovechaba de dar un ambiente agradable a las parejas que paseaban por ahí. Algunos le daban propinas por su buen timbre y buenas canciones, cosa que la dejaban contenta y con ganas de seguir cantando.
No fue hasta casi el final del día que uno de sus amigos la reconoció y le dijo que se juntaran con el resto del grupo, accedió gustosa para poder terminar el día con un broche de oro.
Con su guitarra en la funda y unas cuantas flores bajo el brazo entró al bar y vio a sus amigos sentados en una mesa grande. La universidad los mantenía ocupados a la gran mayoría, otros el trabajo, pero nada pudo impedir que se juntaran como en los viejos tiempos.
Felices escucharon de extrañas anécdotas, encuentros algo extraños con ex compañeros, y encuentros divertidos entre ellos. Cuando Victoria relató de lo loco que había estado su día le pidieron que les cantara algo. Para vergüenza de ella, hasta la música había parado para que todo el bar la escuchara. Le faltaban un par de copas para poder reunir el valor suficiente de cantar, pero se dijo que podía hacerlo ahí, sería lo mismo que hacerlo en la plaza donde estuvo casi 8 horas.
Se decidió por Strawberry Swings de Coldplay, sintió que la guitarra no la acompañó del todo pero al final sus amigos la ayudaron con la percusión y otros sonidos. Al final todos aplaudieron, y con la cara sonrojada como tomate, dio una reverencia agradeciendo a todos por escucharla.
Se volvió a sentar y a guarda su guitarra en la funda, pero se vio sorprendida cuando algunos comensales se acercaron a darle las felicitaciones y unas cuantas propinas.
Pasó un rato y el bar estaba más lleno, pero la mesa de los amigos de Victoria se encontraba un poco vacía, pues algunos trabajaban al día siguiente. Eran cuatro amigos, contando a Victoria, cuando se acercó un hombre de ojos claros y pelo oscuro a felicitarla. Al verlo y escucharlo ella no pudo evitar sentirse inmediatamente atraída por sus rasgos (“además su voz profunda le da el toque”).
El hombre, quien después de largo y tendido decidió sentarse un rato a conversar con ella y su grupo, quedaban Carmen, Alberto y Antonia, quienes veían divertidos la situación que se estaba desarrollando frente a ellos. Los tres siguieron conversando mientras Victoria se divertía con el guapo desconocido.
-          Soy Miguel, a todo esto.
-          Gusto saber tu nombre, Miguel. Oye, y ¿vienes solo? Porque nosotros te dijimos que te sentaras solamente para que no estuvieras incómodo, pero no se me ocurrió hasta ahora preguntarte.
-          Vine con unos amigos a relajarnos después del trabajo, pero les dije que se adelantaran, que yo venía a felicitar a la cantante.
-          Pues muchas gracias por tus palabras.
-          ¿Escuché que estuviste cantando en la plaza en la tarde?
-          Em, sí, fue algo que decidí hacer porque no tenía planes con nadie, y como fue San Valentín, me dije: “aprovechemos de darle a las parejas una buena tarde”. Así me aprovecho un poco con las propinas.
-          ¿Y es algo que hagas seguido?
-          No, para nada. Me la paso estudiando la mayoría de las veces, por lo que cantar en las plazas es algo de lo más extraordinario que he llegado a hacer. Sólo lo he hecho unas tres veces.
-          Y estudias…
-          Sí, em, nutrición.
-          Ya, por un momento pensé que trabajabas.
-          En los veranos hago de garzona, pero este año no pasó nada, ya tenían personal contratado.
-          ¿Por eso además decidiste cantar hoy?
-          Un poco, necesito las monedas para estudiar, por suerte este es el último año… ¿y tú trabajas?
-          Sí, en una oficina aburrida y monótona, jaja.
-          ¿Haciendo algo? – Victoria llevaba harto rato mirando los ojos de Miguel, que le miraba de vuelta con un poco de diversión y atención. Ella se sentía más que atraída. Ya ni escuchaba a sus amigos hablar, y el bar se había ido a mute.-
-          Coordino convenios de seguros sociales.
-          No es malo, supongo.
-          No, al final del mes tengo con qué pagar el pan, pero haría otra cosa…
-          ¿Algo como qué?
-          Siempre me gustaron los autos.
-          ¿Manejarlos?
-          Mm, sí. – Miguel se había vuelto un poco tímido, culpa de los dos vasos de ron-cola que se había tomado. Victoria tenía el efecto opuesto, quería conocerlo.-
-          Interesante, ¿no has pensado en hacerlo un hobbie?
-          No, me gusta más verlos desde lejos, ver las distintas marcas, estilos, todo eso.
-          Ya… a mí siempre me gustó la música.
-          No me digas, si no hubieras cantado frente a todos no me habría dado cuenta. – La timidez se había ido de los ojos de Miguel para volver a su estado divertido. Ahora él quería conocer.-
-          Qué simpático, pero hablo en serio.
-          Cuéntame más, Victoria.
-          Desde niña que me gusta, mi papá siempre estuvo escuchando la radio en la casa, siempre lo vi cantando junto a mi mamá, así que yo creo que algo de eso me pegó.
-          Ya…
-          Creo que por eso, cuando canto me siento feliz, siento que vuelvo a esos días.
Dejaron que pasara un rato, tomando de sus vasos hasta que casi los vieron vacíos. El silencio entre ellos dio paso a las conversaciones de los amigos de Victoria. Las botellas comenzaban a juntarse en la mesa junto a la comida. Victoria se sentía cada vez más ligera y cómoda al lado de Miguel, tanto, que casi no escucha a Carmen preguntarle por su nuevo regalo.
-          ¿Qué escuchan mis oídos? Vic, ¿te hiciste un tatuaje?
-          Eh, sí, la semana pasada.
-          ¿Dolió mucho? – Le preguntó Alberto, que de cierta manera no tolera bien el dolor.-
-          No, casi nada. Por lo menos yo no sentí nada.
-          ¿Y qué te hiciste? – Antonia le dijo, con los ojos chiquitos, intentando buscarla.-
-          Una guitarra con una flor detrás.
-          ¿Le tomaste una foto cuando te lo hicieron?
-          E, sí, miren. – Les pasó el teléfono a sus amigos para que vieran. Al lado de Victoria, Miguel la seguía mirando con detención, y casi con admiración, pensó él, por lo que le preguntó:-
-          ¿Y dónde te lo hicieron?
Victoria lo miró y luego sonrió para ella misma, bajó la mirada a su copa para luego acabarse su bebestible. Al terminar volvió a posar sus ojos en los de Miguel. Al otro lado de la mesa, Carmen, Antonia y Alberto estaban mudos esperando la respuesta de Victoria, quien ahora sonreía pícara (bendito mojito). Reunió el valor que le faltaba cuando se paró a cantar con su guitarra, y le dijo a Miguel, bien cerca de su oído y tocándole la rodilla izquierda:
-          Si quieres te llevo a un lugar un poco más privado a mostrártelo.
Fin.
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Reto creativo día 13
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Hola a todos! he aquí el día 13!
Creo que esta imagen les pueda dar una idea de lo que les tengo preparado para hoy, lo que partió como cuento de terror terminó en... cualquier cosa 😅
Confieso que me basé un poco en cierta cancioncilla española de un grupo (mecano)
De todas maneras estoy conforme con lo que salió...
Tema: Cementerio
Advertencias: ninguna? habla de fantasmas, si eres sensible sobre ese tema no lo leas, aunque no habla nada trágico...
Género: vida cotidiana (comedia?)
Conteo de palabras: 513
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Era una noche oscura y nubosa. El aire se sentía denso, en el cementerio ya hacía horas que sus puertas estaban cerradas al público para que visitaran a sus familiares. No se sentía ni un ánima… o eso era lo que sentía el guardia.
Lo que él no sabía era que en el crepúsculo los espíritus se levantan para dar su vuelta diaria al cementerio y apreciar los regalos que les habían dejado sus familiares. De a poco salen de sus ataúdes, se arreglan las ropas y ajustan los sombreros.
En realidad, se juntan para poder conversar entre ellos; dejan de lado sus camas eternas y sus huesos llenos de polvo para poder dedicarse a vivir de la noche, como los animales nocturnos, duermen de día y caminan de noche.
Pero como ya son fantasmas, no necesitan comida, baño, cambio de ropa ni cortes de pelo… La muerte les sienta bien.
Las mujeres conversan entre ellas, comentan de los grandes que están sus familiares y los cambios que ha habido a lo largo de los años, décadas, siglos… Los hombres siguen más o menos el mismo esquema. Los que fueron adeptos al fútbol lo siguen siendo en la vida que sigue, por lo que los que les gusta del deporte se juntan y conversan de los partidos del día de hoy, hasta a veces deciden salir cuando se acerca una fecha importante, no hay nadie que les quite el buen puesto que puede ser el cielo, se “acuestan” mirando hacia abajo, obteniendo así una vista privilegiada.
Eso sí, hay reglas, todo aquel que sale del cementerio tiene estrictamente prohibido entrar en casa ajena que no sea de sus familiares, y siempre de los siempre tienen que estar a las seis de la mañana de vuelta en el camposanto. A esa hora todos se van a dormir y no hay nadie hasta las ocho de la noche que le pueda abrir la puerta.
Cuando llega alguien es recibido con los brazos abiertos. Se hacen juntas para poder explicar las reglas a aquellos que vienen llegando (las ya mencionadas), y entre todos se ponen de acuerdo para poder decorar, sólo a vista de ellos, las tumbas que hace años que están abandonadas, cosa de que todos puedan tener un poco de cariño humano.
Ya que estamos, cuando una tumba recibe una flor que decore su nicho, a la noche, mientras aún dura el frescor del vegetal, los fallecidos las toman y hacen un círculo entre ellos para poder explicar el suceso o la efeméride que traen consigo; una vez explicaron que las flores fueron para anunciar a la abuela que había fallecido que la nieta se iba a casar. En otra oportunidad fue para avisar al padre que su hijo había conseguido un trabajo después de mucho tiempo de cesantía.
Quizás la otra vida sea un misterio, pero me gusta pensar que podemos dar unas cuantas vueltas más antes de partir para arriba, para poder visitar los sueños de nuestros familiares y despedirnos, o quizás para poder darles un pequeño susto de vez en cuando…
Fin.
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sonlosnomeolvides · 6 years
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Corazón verde, muros de piedra [2/?] (Argenmex, AU)
Título: Corazón verde, muros de piedra Pareja: Argenmex
El rey de Argenteus está de pie ahí, con algunas personas más a quienes Pedro no presta atención realmente. Ve los ojos verdes del hombre a unos pasos de él y, por un momento, piensa que en esos ojos verdes está toda la naturaleza que las paredes y el suelo de piedra de aquella ciudad no tienen.
ÍNDICE DE CAPÍTULOS
PRIMER CAPÍTULO
II
Para Martín no pasa desapercibida la incomodidad de su prometido. Supone que es evidente: no todos los días abandonas tu hogar, a tu familia y todo lo que conoces para contraer matrimonio en otro reino. Así que mientras los dos cenan en silencio, Martín lo mira discretamente. Ve su semblante sereno pero, también, observa la tensión en su cuerpo, como si hiciera un esfuerzo sobrehumano para no encogerse sobre sí mismo en ese momento. O para no salir corriendo. 
Por su parte, Martín tiene sentimientos encontrados. Lo entiende, porque también para él es difícil esa situación; por otro lado, no obstante, no puede evitar el sentimiento de irritación que lo recorre de pies a cabeza pues, ¿no es él también una víctima de las circunstancias? 
Martín siempre supo que su matrimonio sería político. Era de esperarse: en un mundo en el que las alianzas políticas fortalecían o arruinaban relaciones con otros reinos, no es como si tuviera muchas opciones, en especial cuando era el rey. Por eso, el día en que su Concejo sugirió que había llegado el momento de casarse para crear una alianza, Martín tuvo poco que decir al respecto: hacía años que tenía asumida esa realidad. Aliarse al reino del bosque —Tlayolotl—, no obstante, eso sí fue una sorpresa.
Si era sincero, siempre pensó que su matrimonio ocurriría con algún otro reino vecino. La princesa Victoria de Falkland, por ejemplo, con o incluso con el príncipe Manuel de Andes, para limar las asperezas entre ambos territorios. Pero desde que otros reinos e imperios comenzaron a mover sus piezas en el juego que era gobernar, se dio cuenta de algo importante: su propio matrimonio tendría que ser pensado, calculado minuciosamente. Argenteus, después de todo, era un reino que tenía más enemigos que aliados. Su matrimonio, sea con quien fuere, tendría que llevarse a cabo de manera que no ofendiera a los reinos vecinos para evitar conflictos; al mismo tiempo, tendría que servir para fortalecer su propio poder político, económico y militar. Y para tener un aliado fuerte, pues Argenteus ya había sido atacado antes.
Al final, fueron sus consejeros quienes, tras analizar la situación y sus opciones, concluyeron que lo mejor era unirse al reino del bosque: la reina Itzel también buscaba una alianza política con alguno de sus otros vecinos. Tlayolotl era un territorio que llevaba casi trescientos años siendo neutral en cuanto a conflictos y negociaciones, pero corrían rumores de su reciente enemistad con su vecino del norte y eso lo ponía en desventaja política y militar. Si no era Argenteus, habría sido cualquier otro reino y eso, a la larga, sería peligroso.
Tlayolotl era, quizá, el territorio más hermético de todos los reinos cercanos. Pocas veces interactuaban con otros pueblos y tenían una reputación un poco extraña: se decía que sus habitantes se encontraban en un nivel menor de civilización, que adoraban a antiguos dioses y realizaban sacrificios humanos. Algunos creían que los habitantes de aquel reino practicaban magia que otras tierras habían olvidado hace mucho tiempo, que podían hablar con espíritus y leer el futuro en las estrellas. Muchos, incluso, aseguraban que las personas ahí eran mitad bestia, mitad humanos. Martín no creía en esas cosas y estaba seguro de que era un territorio más entre todos los que rodeaban Argenteus, tan variopinto como lo era su propio reino.
Ahora, en completo silencio con su prometido, Martín se pregunta si así serán todos los días de su vida matrimonial: con su esposo al otro lado de la mesa y sólo el sonido de los cubiertos sobre la vajilla como acompañante.
—¿Te resultó cómoda la habitación?
Pedro levanta el rostro y lo mira en silencio por unos segundos, como si no estuviera del todo seguro de si debe o no responder a la pregunta. Al final, asiente con la cabeza.
—Lo es, gracias.
Martín también asiente y ambos se quedan en silencio otra vez. Pasa otro par de minutos y, ahora, es Pedro quien se anima a hablar.
—Este lugar es… no es como esperaba.
—¿Cómo esperabas que fuera?
Pedro se encoge de hombros.
—No lo sé. No esperaba los muros de piedra, creo.
Martín hace a un lado su plato y apoya los brazos sobre la mesa, mientras se inclina hacia adelante.
—¿No tienen muros de piedra en Tlayolotl? —Martín aún se siente extraño al pronunciar el nombre.
—Sí, pero no son así —responde Pedro. Martín hace la nota mental de cuestionar a Sebastián apenas tenga la oportunidad, para que le hable más sobre Tlayolotl, sus costumbres y cómo es su gente—. Yo tampoco soy lo que esperabas, ¿verdad? Lo veo en tu mirada.  
—No sabía qué esperar, pero creo que nadie sabe qué esperar de un prometido al que nunca ha visto, ¿verdad?
—No, supongo que no.
Hay otro silencio. Martín siente que le cosquillea el cuerpo. Necesita hablar, necesita quitarse esa sensación de incomodidad porque el hombre sentado a un metro es con el que compartirá su vida y será una vida muy complicada si sus conversaciones son así todo el tiempo.
—¿Tienes alguna petición especial? —pregunta—. Es decir, los términos oficiales de… todo esto, están discutidos, pero si hay algo que quieras que haga, o que no haga, creo que podemos llegar a un acuerdo. Ya sabes. Sólo tú y yo.
Pedro guarda silencio mientras piensa su respuesta. Frunce el ceño ligeramente y sólo lo relaja cuando parece haber decidido cuál es la petición que hará.
—Quiero tener mi propia habitación —dice—. Sé que hay… —un carraspeo, sus mejillas ligeramente sonrojadas— momentos en los que tendremos que compartir habitación, pero quiero un espacio que pueda ser sólo mío.
Martín asiente, ignorando deliberadamente el comentario sobre los momentos en los que compartirán habitación. Considera que es una petición razonable: él también planeaba conservar una habitación propia.
—Está bien. Puedes elegir la habitación que quieras, no necesariamente en la que estás ahora. Y recuerda que el castillo es también tu hogar, así que si, más adelante, encuentras otro espacio que quieras privado, puedes elegirlo.
—Está bien.
Otra vez silencio. El ambiente es tan diplomático y acaban de hacer una negociación más. De pronto, Martín se siente cansado y suspira.
—¿Podemos hablar de nosotros nada más? No del príncipe y el rey, sino de Pedro y Martín. ¿Qué te parece? Pasaremos juntos el resto de nuestras vidas, creo que podemos conocernos un poco más.
—No me gusta usar zapatos.
Martín parpadeó, sorprendido.
—¿Qué?
—Dijiste que querías conocer a Pedro —respondió el otro, encogiéndose de hombros—. Y yo te cuento un poco sobre él. Odio usar zapatos.
La situación era tan absurda, que Martín no pudo evitar la risa. Cuando recuperó un poco la compostura y fijó su mirada en Pedro, se percató de que en su rostro también había una sonrisa.
—De acuerdo, nada de zapatos. Nunca he ido descalzo por mucho tiempo, pero coincido en que no siempre es muy cómodo ir con zapatos. ¿Y hay algo que te guste hacer?
—Me gusta la música —puntualiza—. Y pasar tiempo al aire libre. ¿A ti? ¿Hay algo que te guste hacer?
—Bailar. Leer. Pasar tiempo con mi familia.
—¿Sebastián?
—Y Dani, ya lo conocerás. ¿Pasabas mucho tiempo con tu hermana?
Ante la mención de la reina Itzel, Pedro vuelve a tensarse. Martín no sabe si eso es bueno o malo, pero ya ha hecho su pregunta y sólo le queda esperar por una respuesta.
—Siempre hemos estado juntos —responde al fin—. Desde antes de nacer. Jamás había estado tan lejos de ella.
—Lo siento.
—No lo sientas. Fue mi decisión.
Antes de que Martín pueda preguntar más al respecto, la puerta del comedor se abre y entran los sirvientes. En silencio, levantan los platos y llenan la mesa con postres. Aunque ambos vuelven a quedarse solos poco tiempo después, se ha roto el ritmo de la conversación y ninguno la retoma.
Pasan unos minutos más y terminan de cenar. Se levantan de la mesa —Pedro lo hace antes que Martín, incluso, lo cual seguramente provocaría un escándalo si hubiesen otras personas presentes— y Pedro agradece la comida. Ambos salen del comedor y, una vez en el pasillo, toman caminos separados.
Horas más tarde, Martín entra en su propia habitación. Se quita su ropa y la deja con cuidado sobre una silla. Cuando se recuesta, su mente no deja de pasear por el breve encuentro con su futuro esposo, en lo extraño que le parece y en lo mucho que espera que, a menos, su matrimonio sea soportable. 
Al día siguiente comenzarán los últimos preparativos para la boda. Habrá que revisar nuevamente los términos de la alianza con Tlayolotl junto a Pedro y sellar ambos de conformidad, Pedro como representante de su hermana. Después, sólo quedará esperar a la ceremonia y ya está. Pedro será el príncipe consorte de Argenteus.
Hay muchas cosas que le gustaría que fueran diferentes. Si pudiera, por ejemplo, preferiría no estar obligado a un matrimonio político, pero como eso no es posible, sólo espera conocer un poco más a Pedro, descubrir más sobre él, sus gustos y qué tipo de persona es exactamente. No espera que haya amor entre ambos, pero sí respeto y, quizá con el tiempo, una amistad.
Poco a poco, esos pensamientos le ayudan a dormir.
Esa noche, mientras el castillo duerme, nadie se percata de la luz proveniente de la habitación de Pedro.
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¡Muchas gracias a los que han leído esto! La verdad es que no esperaba que a tantas personas les llamara la atención. Gracias por los likes aquí y en Facebook. Recuerden que, si les gusta, pueden regalarme un reblog o, si se sienten con ganas, un comentario. 
Disculpen este Martín que no suena mucho como Martín. Si hay alguien que quiere ayudarme a darle una voz más de Martín, pueden enviarme un mensajito. Honestamente, estoy haciendo esto for the feels, así que no está beteado. Disculpen también los errores que le hallen. Oh, y, si lo desean, pueden apoyarme con un ko-fi. 
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Reto creativo día 10
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Hola a todos! les traigo el cuento del día 10!
Quizás este sea medio aburrido y el tema sea repetido, pero es lo que se me ocurrió hoy... u.u De cierta manera me da un poco de esperanza para lo que viene, que quizás no todo sea tan malo como se ve, y que tomando una decisión un poco arriesgada se puede lograr lo que queremos y lograr ser feliz.
Espero que les guste :)
Tema: Ruptura
Advertencias: ninguna, quizás lenguaje
Género: Vida cotidiana
Conteo de palabras: 346 (sí, este es corto... y conciso)
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Catalina llevaba media hora esperando a que Rodrigo apareciera. Idealmente iban al cine a ver una película que habían querido ver desde que apareció el tráiler en redes sociales. Pero, a pesar de toda la emoción que él había manifestado durante toda la semana, se había atrasado.
No era la primera vez que él llegaba tarde a una cita. Llevaba repitiendo esa actitud por lo menos dos meses, y siempre se atrasaba después de salir del trabajo. Decía que le daban trabajo demás. Pero ¿todos los días? ¿Por dos meses enteros?
Ya no se comunicaban como antes, cuando iban a la casa del otro ya no se emocionaban como antes. Estaban los dos más pendientes del teléfono que de la compañía del otro, y cuando se tomaban de las manos se sentían incómodos y pronto se soltaban. La emoción del pololeo les duró casi un año.
Catalina siguió sentada en el café esperándolo otra media hora. Al ver el mensaje que ella le había enviado cuando llegó al centro comercial, no vio respuesta de Rodrigo, pero sí que se había conectado por última vez hace diez minutos. Maldito, le dijo al teléfono, pidió la cuenta del café y salió a comprarse sólo una entrada para ver la película por su cuenta, nada ni nadie le iba a quitar las ganas de ver el estreno.
Cuando salió todavía no tenía respuesta de Rodrigo, así que ella decidió escribirle en un conciso texto lo que sentía y lo que llevaba sintiendo desde los dos últimos meses, le resumió que ya no quería más y que daba por terminada la relación después de esperarlo más de una hora para ir al cine. Dejó el teléfono en silencio y decidió caminar hasta el paradero para irse a su casa.
Lo gracioso es que esos mensajes sí los vio Rodrigo, que empezó a llamarla reiteradas veces. Catalina sentía el teléfono vibrar desde dentro de la cartera, pero le dio lo mismo, decidió devolverle la moneda a Rodrigo.
Por lo menos el atardecer se veía bonito en esa tarde de invierno.
Fin.
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Reto creativo día 9
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Hola a todos! Por fin puedo publicar un cuento antes de que sea la noche jeje
Este día decidí hacer algo especial. Me vino un poco la inspiración después de leer algo sobre atracción entre dos personas, y eso es lo que quise escribir ahora, aterrizado a una de mis historias que tengo estancada (por bloqueo de autor) y guardad en mi computador. Aquí pude desarrollar lo que vendría siendo el segundo capítulo y donde parte la esencia de la historia.
Espero que les guste!
Tema: Compañero “nuevo”
Advertencias: Ninguna.
Género: vida cotidiana y vida escolar
Conteo de palabras: 1059
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Rocío había entrado a su sala de clases como lo hacía habitualmente, bueno, casi. Intentaba mantener su espíritu alegre y jovial a pesar de que se le había roto su corazón al ver a su interés romántico, Sebastián, ser besado con ganas por Susana. Ese día, al verlos besarse, había sentido que algo adentro suyo no la dejaba respirar y una sensación de hormigueo le subía por toda la espalda hasta alojarse en su cuero cabelludo, terminando en la sensación de que alguien le tiraba el pelo. Y ahora que se acordaba volvió a sentir el tirón de pelo, quizás menos que ayer. Y menos después de haberlo conversado con sus amigas.
Entró a la sala de clases y se sentó al frente de la mesa del profesor. Se sentaba ahí porque comenzaba a tener problemas para ver bien la pizarra, y como nadie quería tener tan de cerca al profesor, se sentaba sola. Dos de sus cuatro amigas, Paula y Francisca, se sentaban detrás de ella, cosa de que pudieran conversar tranquilas, hasta que la profesora silenciara la sala entera para iniciar la clase.
Ahora tocaba lenguaje, y como estaban iniciando el segundo semestre, la profesora les iba a dar la agenda de las nuevas pruebas y evaluaciones. Justo cuando la docente abría la tapa de un plumón de pizarra para escribir, un chiquillo abría la puerta, casi sin vergüenza por haber entrado casi 15 minutos pasada la hora de entrada a clases.
Cuando Rocío lo vio entrar, sintió que era un imán el que hacía que siguiera mirándolo, no podía apartar la mirada de él. Sentía que había algo familiar en su cara y en su forma de andar. La profesora, que se había fijado en quién entraba, había tapado su plumón y le había indicado al chiquillo que se acercara a ella.
-          Como el nuevo alumno llegó tarde, pasará un rato la vergüenza de ser reconocido, por toda la sala, como el nuevo de la clase.-La profesora, siendo relativamente joven comparada con el resto de sus colegas, era algo dura y exigente con los alumnos, y de vez en cuando le gustaba hacerlos pasar vergüenza. Sólo en ocasiones que lo ameritaban, como en este caso, por ejemplo.- A ver, díganos su nombre, Don…
-          Ah, -Partió con un suspiro-  me llamo Joaquín.
-          Don Joaquín: quiero que sepa que a mí, personalmente, no me gusta que los alumnos lleguen tarde a la clase, por lo que usualmente les pongo un castigo. Digo usualmente porque este no va a ser su caso. Quiero que se siente aquí, al lado de Rocío, y que venga a mi mesa al terminar la clase.
-          Ya…
Joaquín miró donde le indicaba la profesora, y algo casi imperceptible cambió en su cara, Rocío no supo qué era exactamente, pero casi podría sentir que Joaquín sabía quién era ella. Siendo que ella en su vida había visto al joven que tenía delante de ella.
Joaquín en todo momento que se encaminaba al asiento no dejó de mirarla. Rocío le miró a los ojos analizando los colores que tenía dentro del iris: podía ver azul por sobre todo, pero con tonos de café en el centro, rodeando la pupila. Al estar Joaquín sentado, ella pudo observar otras cosas, por ejemplo en los caídos que estaban sus párpados casi al terminar el ojo, y en lo oscuro que era su pelo, y que la mitad de su pelo caía casual hacia el lado derecho de su cabeza.
Joaquín hizo lo mismo, analizó la forma en que Rocío tenía recogido el pelo en un pinche de flor (una azucena fue la elección esta semana), en cómo brillaban sus ojos verdes intentando buscar algo en él. ¿Sabía ella quién era? ¿Pudo reconocerlo como él la había reconocido?
-          Hola, soy Joaquín.
-          Hola Joaquín, soy Rocío. –Atrás de los dos, Paula y Francisca veían cómo intercambiaban palabras, y sentían la tensión en el aire. -Perdona lo directa, pero, ¿te he visto en alguna parte?
-          Eh, sí. Hasta donde yo me acuerdo, fuimos vecinos hace un par de años.- Después de clases, las dos niñas sentadas atrás iban a bombardear de preguntas a Rocío.-
-          ¿En serio? No logro acordarme.
-          Vivíamos en los edificios que están cerca de la plaza central. Jugábamos todos los días ahí después de que yo llegaba de clases. Bueno, antes de que te cambiaras de casa.
-          Sí recuerdo vivir en un edificio y jugar en una plaza, pero no recuerdo mucho algunas cosas de ahí, quizás tiene que ver con lo que le pasó a mi hermano.
-          Sí me acuerdo de él, te venía a buscar a veces. ¿Qué le pasó?
-          Lo atropellaron hace cinco años.
-          Oh… vaya. Per-perdón, no sabía.
-          No te preocupes. Fue hace harto tiempo ya.
Pudieron seguir conversando, pero la profesora, que ya tenía escritas las fechas de las evaluaciones empezaba a explicar lo que les esperaba en el nuevo semestre, por lo que no solo hizo callar a nuestros dos jóvenes, sino que también a toda la sala que conversaba. Pero Rocío no quería parar de conversar, quería saber quién era él y qué había pasado en los tiempos que jugaban juntos, sentía algo de pena y nostalgia al conversar con Joaquín. Pero nunca en su vida había sentido tanta confianza en un par de ojos.
-          Pss, oye –Le susurró él.-
-          ¿Qué?
-          Si quieres, te puedo enseñar cómo está la plaza, y… no sé, conversar si quieres.
-          Bueno, la plaza queda cerca de mi casa, así que vamos.
-          Si quieres podemos desviarnos por la playa, tienes cara de que te gusta ir a la playa.- A Rocío le había gustado esa pequeña observación, y más le había gustado que quisiera llevarla de inmediato a la plaza.-
-          Sí, me gusta, en especial en los días nublados, como hoy.- Rocío tendría que postergar su sesión de estudios con Paula, Francisca, Catalina y Lorenza. Alojaba una pequeña esperanza de que sus amigas no le hicieran tanto show con todo lo que estaba sucediendo ahora.-
-          Qué bien, porque tengo ganas de hablar contigo.
-          Y yo tengo ganas de conocerte.
Rocío también quería saber qué había pasado antes del accidente de su hermano, y por qué Joaquín se acordaba de ella, pero ella no de él.
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Reto creativo día 18
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Hola a todos! día 18 esta aquí!
Hoy quizás no sea tan acorde a lo que he estado haciendo, pues constituye la segunda parte del día de ayer, porque me dieron las 00 y me dije “ ya es el día siguiente, puedo hacer un nuevo cuento, pero sentí que la historia de ayer necesitaba desarrollarse, necesitaba saber lo que pensaban los personajes, y ahora que terminé el reto de hoy, me repito la misma pregunta, jaja.
Tema: amor no correspondido
Advertencias: la angustia de un amor no recíproco
Género: Romance, colegio y vida cotidiana
Conteo de palabras: 2472
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Luciano se sentía tan feliz de poder salir con Francisca. Se sentía muy cómodo con ella y las conversaciones entre ellos dos fluían muy bien. Siempre tenían un tema de qué hablar. Casi siempre partía ella comentando alguna foto que había visto en Instagram que decía que le recordaba a él. Se juntaban mucho, para gusto de Luciano, tanto que casi no veía a sus amigos. De los tres meses que llevaba saliendo con Francisca (más o menos después de que le comentó a Matilde, en agosto), a sus amigos los había visto en el colegio y tres fines de semana (no seguidos) cuando se juntaba con Kote y Seba para jugar. El resto del tiempo lo absorbía Fran. Gracias a las clases y a los trabajos los veía y compartía con ellos en un ambiente agradable, pero los silencios se volvían muy incómodos entre los seis.
A Mati con mucha suerte la veía después del colegio. Apenas la veía cuando estudiaban y cuando iban al colegio, porque Francisca había decidido que quería “estudiar” con él. Personalmente, Luciano sentía desde agosto a Matilde un poco más fría y distante que de costumbre. Pero después de que ella le dijera esa tarde que invitara a salir a Francisca, sentía que tenía “su aprobación”, del resto del grupo también percibió lo mismo.
Se sintió tan bien cuando Francisca, antes de que comenzaran las salidas a estudiar y a comer, se rió de sus chistes y conversaba con él en los recreos… Se sintió mejor todavía cuando ella lo buscaba a la sala para seguir conversando. El chiquillo se había enamorado, hasta el fondo.
Pero no sentía lo que pasaba en el resto del grupo. Estaba contento de que su interés romántico compartiera con sus amigos, pero pudo comprender desde el segundo uno que no hacían buenas migas como él hubiera querido. Como Francisca no estaba acostumbrada a su mundo de estudios y juegos de fines de semana, guardaba silencio la mayoría de las veces que hacían juntas en su casa o en la de los demás (por alguna extraña razón, cuando Fran iba a estar presente, Matilde no ponía su casa para los encuentros).
Luciano se sintió pésimo cuando vio la cara de Matilde transformarse en shock y dolor al decirle ese viernes que no iría a su casa a ver películas, pero ese día iba a llevar a Francisca a una cita con ida a comer y al cine. Esa tarde entera estuvo contento de poder compartir con ella un poco más versus otras salidas. Ambos se habían puesto ropas un poco más finas, queriendo parecer algo más formal, pero sin serlo todavía.
La cara de dolor estuvo presente casi toda la tarde, y aparecía cuando la película estaba en unas escenas medias aburridas (Francisca había escogido la película). De vez en cuando, Luciano ojeaba el teléfono por si Matilde le había mandado un mensaje, pero siempre se encontraba con que el chat decía que su última conexión fue a las siete de la tarde. Quizás dejó el teléfono en la pieza mientras ella veía la película sola. Ay.
Pero aparte de eso, la “cita” no fue del todo mal, quizás Francisca algo le decía que dejara el teléfono, y se hacía notar cuando él estaba pendiente de otra que no fuera ella, pero en sí los dos se sentían más livianos cuando tocó el momento de la despedida. Esa noche ella por fin le había dado un beso, pero no estaba lista para poder decir que eran pareja. A pesar de eso, Luciano se sentía feliz.
Y feliz fue a decirle lo que había pasado a Matilde. Obvió la escena del beso por respetar los deseos de Francisca, pero tenía muchas ganas de decirle eso a su mejor amiga. Matilde no habló palabra hasta que él termino de comentarle su tarde. La vio media bloqueada después de conversar, pero eso no impidió que se fuera a acostar contento.
De ahí los días y las semanas tenían el nombre de Francisca. En las clases se pillaba a veces escribiendo su nombre en las esquinas de sus cuadernos e intentando dibujarla al final. Se llevó más de un reto de los profesores. Y las notas, desgraciadamente, reflejaban sus distracciones. Matilde se enojó mucho con él por empeorar su desempeño. Por lo que las sesiones de estudio fueron más drásticas con él que con Dita, quien es la que suele llevarse los retos en el grupo.
El grupo eso sí sabía que ya no podían meterse entre él y lo que estaba surgiendo con Francisca, como un tren en camino a la última estación, dejaron que la relación siguiera su curso, y siguieran juntándose los viernes. Francisca también le reprochó sus malas notas, por lo que la graaan mayoría de las veces se lo llevaba a la biblioteca a estudiar con ella y sus amigas (aunque fuera el tercio redes sociales, tercio comentar de lo que veían de sus compañeros, y tercio estudio).
No le molestaban los comentarios que surgían en los pasillos sobre ellos dos, lo que sí, los escuchaba y les respondía a sus compañeros. Pero cuando Matilde surgió a colación, se molestó mucho que dijeran cosas como “tocar el violín” y tercera rueda y que iba a terminar sola, por lo que los mandó a callar, mostrando una actitud nada que ver con el despreocupado Luciano.
Luciano ya no podía posponer sus juntas con Matilde a ver películas. Sentía que era verdad eso que decían que algunas relaciones te aparta de tus amigos, y lo estaba pasando pésimo, quería que todo estuviera en perfecta armonía y que no tuviera que dividirse entre sus amigos y su relación. Por lo que lo primero que le dijo a Francisca cuando formalizaron la relación, fue pedirle que ese viernes le dejara ir a casa de Matilde para poder hacer su junta habitual.
Francisca no estuvo muy contenta con la idea y se lo manifestó muchas veces por el chat cuando estaban viendo la película. Intentaba tranquilizarla las veces que podía cuando la película le dejaba. Matilde había escogido una obra de arte que tenía ganas de ver desde hace mucho tiempo, por lo que el responderle a su ahora-novia, requería el devolver algunas escenas atrás para que no perdiera el hilo de la historia. Matilde, al final, perdió la paciencia y le pidió que dejara el teléfono de lado.
Francisca, al día siguiente, fue directo a su casa a preguntarle cómo estuvo la película ayer, a preguntarle lo que hicieron, y a decirle lo solitaria que se sintió al estar sin él un viernes por la noche. Le reiteró las veces que ella le preguntó que no hicieron más que comer palomitas y ver la película. Sentía a Francisca muy molesta. Era una primera vez, pero, ¿de qué estaría molesta? Si es sólo Matilde, su amiga.
Pero no había manera de que Francisca se calmara con esa respuesta. Algo sabía. Y no lo dejaba tranquilo. Noviembre fue el último mes que pudieron ver una película tranquilos, pues diciembre fue un mes de perros. Entre la fiesta de graduación, la organización de las parejas, las mesas y los vestidos, ya no vio a sus amigos como Luciano habría querido.
Claro, estar con su polola se sentía genial, pero al otro lado de la mesa, Matilde e Isabel se pasaron casi toda la cena conversando seriamente entre ellas, e intentando ignorarlos. Pero de vez en cuando, Luciano y Matilde cruzaban miradas, para que luego ella la desviara lo más rápido que le permitían sus ojos.
Matilde se veía bella con su vestido, pero apenas pudo comentárselo cuando se juntaron todos en la casa de ella, Francisca incluida, para que se tomaran una foto con los padres antes de ir al evento.
En ningún momento de la noche estuvieron solos, Luciano comenzaba a extrañar lo que tenía con su amiga, ahora que se hacía más que evidente que algo le pasaba, pues cuando habilitaron la pista de baile y él salió con Francisca, Matilde se había quedado sentada conversando con Dita, Isabel, Kote y Seba. Ninguno tenía una cara contenta, como el resto de sus compañeros. Esas caras desaparecieron cuando aparecieron a su lado bailando al ritmo de la música.
Al llegar a sus casas, Luciano se encontraba tan cansado que no escuchó los pasos de Matilde detrás suyo hasta que ella dijo su nombre y le dio vuelta para poder conversar con él.
-          Luciano, espera.
-          ¿Pasa algo Mati? ¿Por qué estás tan agitada? – Le dijo él ya medio adormilado.-
-          Quiero decirte algo importante, pero…
-          ¿Pero…?
-          Quiero pensarlo bien, ya sabes, pensar en lo que quiero decirte.
-          Pues, si eso te tiene así de mal, debe ser importante…
-          Lo sabrás mañana. Después del desayuno vendré a buscarte para conversar en la plaza.
-          Bueno. Em, entonces, hasta mañana, Mati. Estaré ansioso…
-          Pero vas a dormir como un bebé de todas maneras. Nos vemos mañana, Lu.
Conociéndola, no iba a pegar pestaña en toda la noche, o lo que quedaba de ella, hasta que tuviera claro un pequeño discurso con el que pudiera partir, si la situación era lo debidamente necesario. A Matilde le gustaba estar preparada.
Y a la mañana siguiente, como había prometido, Matilde estaba vestida y preparada para dar una caminata por la plaza. Sus manos sujetaban un pequeño papel de diez por diez centímetros, pero Luciano no pudo apreciar algún escrito.
No le comentó nada de eso a Francisca, pues si lo hacía, no se la quitaría de encima hasta que ella fuera a su casa para saber lo que le había comentado. ¿Será que Francisca estaba celosa? Pero, ¿de Matilde? ¿De su mejor amiga?
Conversaron de lo loca que estuvo la noche anterior, de lo locos que se habían puesto sus compañeros cuando dieron las doce y la música estaba de lo mejor, y de la pena que les dio despedirse de sus amigos cuando se fueron a sus casas, porque en ese momento, dejaban de ser niños de colegio, pasaban a ser parte de adultos responsables que iban a la universidad.
Luciano sintió que los últimos cuatro meses no habían pasado y que Matilde volvía a ser la que fue antes de que todo el tema con Francisca surgiera. Rieron y jugaron entre ellos hasta que se sentaron en una banca. Matilde, de sopetón se puso muy seria y le dijo con voz solemne que le hablaría de lo que le dijo anoche.
-          Luciano, tu sabes que somos amigos desde hace mucho tiempo, ¿cierto?
-          Claro que sí. Llevo como trece años soportándote.
-          Hablo en serio.
-          Yo igual.
-          Ya, bruto, déjame seguir.
-          Ya, ya, dale, lee lo que tienes ahí.
-          Pues, hace casi un año, cuando salimos a las cabañas que arrendaron tus papás, me sentí diferente, no podía dar en mí de lo contenta que estaba de poder sentir esa cercanía contigo y con tus padres. Faltaba tu hermano solamente, por su trabajo en el sur, pero no me molestó que no fuera, jaja.
-          ¿Por qué?
-          Porque tu hermano, cuando éramos más niños, me dio miedo.
-          ¡¿Cómo?! Ridícula, mi hermano te quiere como si fueras si hermana, la hermana que nunca tuvo… Hasta te prefiere a ti por sobre mí.
-          Oh, eso no lo sabía. Es bueno saberlo, ahora me agrada más, jaja.
-          Sigue hablando, que me estoy poniendo nervioso.
-          Pues, ese verano me di cuenta de algo dentro mío, descubrí que algo había cambiado, y comencé a pensar en el futuro que quiero-
-          Espera, no me estarás a punto de decir que te gusto, ¿cierto?
-          ¿Q-que? ¿Por qué piensas eso?
-          Algo me dice que quieres decirme eso, tu cara, tus ojos…
-          ¿Y qué tiene de malo eso?
-          Es que estoy con Francisca, y… Mati, eres mi amiga…
Luciano la quedó mirando. Los ojos de Matilde, que nunca le podían esconder algo, aparte de pena, le mostraban desilusión, pero también se daban cuenta de una verdad irrefutable. ¿Fue eso lo que quiso decirle? Luego, ella bajó la mirada, con una pequeña risa le dijo:
-          No, cómo se te ocurre. – Al levantar la cabeza, la Matilde de Agosto-Noviembre volvió, dura e impenetrable. – Te iba a decir que me gustaría volver a esas cabañas algún día.
-          Claro, podemos ir este verano, con los chiquillos.
-          ¿Los seis? ¿Y qué hay de tu chiquilla?
-          Ya le dije que este verano pensaba juntarme con ustedes. Me dijo que no iba a hacer drama si me juntaba con todos.
-          Qué atroz, dile que deje sus celos, y que ya no tiene motivos para pensar en tenerlos.
-          ¿A qué te refieres?
-          No importa, sólo dile textual lo que te dije.
El camino de vuelta fue en la tarde, casi a la hora del almuerzo. Luciano seguía conversando de lo que planeaba hacer en la universidad. Matilde, callada, le escuchaba. Se sentía mal por no poder decirle lo que tenía planeado. Se había acostado a las cinco para poder dormir tres horas por lo menos y ser puntual con su amigo, pero tal parece que todo había sido en vano. Luciano la seguiría viendo como una amiga, y nada más.
Matilde, al llegar a su casa, almorzó y al subir a su pieza les mandó mensaje a sus amigas para contarles lo que había pasado. En menos de media hora, las dos estaban en la pieza de Matilde, conversando con galletitas y jugo de durazno. Mientras tanto, Lu tenía su junta habitual de juegos en la casa de Kote y Seba. Las chiquillas conversaron de lo que él le había dicho. Matilde apenas hablaba de lo cansada que estaba. Sentada en medio de un montón de cojines encima de su cama, les dijo a sus dos amigas:
-          Pero, chiquillas, tranquilas. Esto me dejó las cosas más que en claro. Si antes se veía imposible que dejara la idea de conocer a Francisca, ahora es más que imposible… Es lo siguiente a eso…
-          Pero, ¿qué sería?
-          No lo sé, solo sé que Luciano me ve como la niña que conoció hace trece años y que a Francisca la ama. Si una amiga es lo que quiere, una amiga es lo que va a tener. . Chao, punto final al asunto.
-          Matilde, no muchas mujeres son como tú. Y quizás te lo he dicho muchas veces, pero es en serio cuando te digo que, de verdad, te admiro mucho. – Conmovida y acuclillada en el suelo, Isabel se sinceró. Casi le caían lágrimas. Dita, que se sentó en el suelo cerca de la cama de Matilde, también dijo: -
-          Es cierto, me vuelvo a sorprender con tu fuerza de voluntad. Me da pena que no hayan funcionado tus planes, pero Luciano es un cabeza dura, no tiene tino para estas situaciones.
-          Me sorprendió que supiera lo que quería decirle. – Dijo Isabel todavía desde el suelo.-
-          ¿Cómo fue que te dijo?
-          Que lo pudo ver en mi cara, en mis ojos…
-          El tonto de veras te conoce. – Dita le dijo con los brazos cruzados apoyados encima de la cama.-
-          Eso es porque soy su mejor amiga de toda la vida, claro que me va a conocer. Y, chiquillas, no es por echarlas, pero de veras que necesito dormir. Tengo solo tres horas de sueño encima, y después de lo de la mañana de veras que no tengo ganas de hacer nada más.
-          Ya, sí, es cierto, mejor deberíamos irnos. Nos ponemos de acuerdo para juntarnos en la semana.
-          Chao, Mati, descansa.
-          Eso intentaré. Chao, las quiero.
En lo poco y nada que le duró la conciencia despierta a Matilde, se juró que nunca más iba a sentir algo diferente por Luciano que no sea amistad. Que sea lo que la vida le tenga que dar, que pase lo que pase, iba a hacer todo lo posible por dejar a Luciano en el pasado y seguir con paso firme por lo que ella había forjado a sudor y sangre en el colegio. Nadie la iba a parar de ser alguien poderosa.
Se encontraba entusiasmada por entrar a la universidad. Luciano, en cambio, no iba a saber que el cambio de etapa suponía dejar de ver a la amiga de toda la vida que vivía en la casa de al lado.
¿Continuará…?
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Reto creativo día 4
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He aquí el cuarto cuento 🎉Casi me quedo dormida con éste, por suerte me sorprendí al ver el reloj....
Tengo mi pieza en un caos, el computador lo tenía guardado en una mochila y el escritorio lo tengo lleno de bolsos y más bolsos. Menos mal me dio en su momento por tener mochilas, o sino no sé qué habría hecho para guardar todos los libros :’)
Te doy las gracias si llegaste aquí por el link de instagram, y más gracias si caíste aquí de la nada, porque algo buscabas en las etiquetas. Siempre estoy atenta a comentarios por aquí, instagram, whatsapp, lo que sea. A veces siento que estoy escribiendo esto a los fantasmas de Internet, pero después recuerdo que esto lo hago por mí misma y como que se me pasa un poco, jaja :)
Tema: cena romántica.
Advertencias: (T) lenguaje y temas de adultos (puede incluir palabrotas y sexo implícito) (nos fuimos con algo más adulto, pero igual liviano. Recomiendo discreción u.u)
Género: eeh, romance y vida cotidiana (?)
Conteo de palabras: 634
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Ella dejó que el líquido claro pasara suave y lento por su boca y deleitara sus papilas gustativas, mientras su marido terminaba de cocinar la comida. Pensó que había sido un día muy duro en el trabajo, con muchos gritos en la oficina y trabajos de última hora hechos a la velocidad del rayo. Andrea casi se queda dormida en el metro de vuelta a casa.
Se sorprendió al ver que su excelente marido (“Dios te bendiga, Ignacio” le dijo) le tenía preparada la cena: puré de papas con un filete al horno preparado en su jugo y un poco de vegetales. Era, al fin y al cabo, su cena de aniversario número 2.
Andrea se había emocionado un poco, pero era comprensible. Después de ese día de mierda en el trabajo, pensaba fríamente en el camino a casa si debería renunciar o pedirse un día de descanso.
-          Mi amor, no te preocupes, es miércoles recién, te queda mañana y el viernes y de ahí el fin de semana descansamos los dos.- Le aseguró Ignacio mientras él terminaba de preparar la ensalada y Andrea se servía una copa de vino blanco.-
-          Sí, lo sé, pero es que en serio te digo que la idea me cruzó por la mente mientras hacía el trabajo que me dijeron que hiciera, y más de una vez.
-          Pero no creo que termines por renunciar, amas mucho tu trabajo para hacerlo.
-          Sí, lo amo, pero odio cuando me exigen cosas así de último minuto. Revisé la fecha de solicitud de ese proyecto, ¿y sabes de cuándo era?
-          ¿De cuándo?
-          De este lunes, a las 10 de la mañana. Perfectamente me pudieron haberlo dejado en mi escritorio apenas lo hubieran impreso. Eso fue lo que más me molestó.- Y para ahogar la rabia, se tomó casi media copa de su vino, a lo que Ignacio le repone con gusto de la misma botella.- Tú apenas si has tomado, déjate un poco de vino, yo ya voy en mi tercera copa.
-          Quiero que te relajes, mi vida, y si eso significa abrir otra botella, que así sea. Ya sabes de donde las consigo fácil.- Le responde Ignacio con un guiño mientras se apoya en la encimera del bar desayuno buscando un beso de Andrea.
-          De veras, se me olvida que trabajas en una viña.- le responde ella mientras besa sus labios.-
-          En una viña de buena calidad.
Y así siguieron conversando por cinco minutos más, en lo que Ignacio terminaba con las ensaladas de entrada, y Andrea comenzaba a sonreír pícaramente a su esposo, siendo tempranamente afectada por los efectos del vino (lo bueno es que ya no se ve enojada por el trabajo, agradeció Ignacio). Se sentaron y siguieron conversando a la luz de las velas, porque, aunque no pudieran apreciar bien, el sol se estaba ocultando y el atardecer daba lugar al crepúsculo.
Ya en la pieza, con la loza ordenada dentro de la lavavajilla, Ignacio le besaba la espalda a la vez que le bajaba el cierre del vestido informal. Las cortinas estaban entreabiertas y dejaba ver un poco del cielo lleno de nubes
-          Mira qué lindo se ve el cielo.- Se había emocionado Andrea (que no se diga que era por culpa del vino, no Señor), pero era cierto que le había gustado los tonos rosados y violáceos que habían adquirido las nubes en medio del cielo, que comenzaba a tornarse azul oscuro.-
-          Oye sí.- Dijo Ignacio detrás de su esposa. Ya comenzaba a molestarse por estar en medio de tanta ropa, pero algo había alcanzado a distraerse con lo que ella le señalaba, sus manos se habían quedado quietas, cosa que llamó la atención de Andrea.
-          Pero oye, no pares.
-          Sí amor.
Fin
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