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#literatura sino-latinoamericana
fannyjemwong · 1 year
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La emergencia de la literatura sino-latinoamericana.
Ignacio López-Calvo La emergencia de la literatura sino-latinoamericana.
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Juan Rulfo Por eso queremos tanto a Julio Lo queremos porque es bondadoso. Es bondadoso como ser humano y muy bueno como escritor. Tiene un corazón tan grande que Dios necesitó fabricar un cuerpo también grande para acomodar ese corazón suyo. Luego mezcló los sentimientos con el espíritu de Julio. De allí resultó que Julio no solo fuera un hombre bueno, sino justo. Todos sabemos cuanto se ha sacrificado por la justicia. Por las causas justas y porque haya concordia entre todos los seres humanos. Así que Julio es triplemente bueno. Por eso lo queremos. Lo queremos tanto sus amigos, sus admiradores y sus hermanos. En realidad, él es nuestro hermano mayor. Nos ha enseñado con sus consejos y a través de los libros que escribió para nosotros lo hermoso de la vida, a pesar del sufrimiento, a pesar del agobio y la desesperanza. Él no desea esas calamidades para nadie. Menos para quienes sabe que, más que sus prójimos, somos sus hermanos. Por eso queremos tanto a Julio.
Juan Rulfo Por eso queremos tanto a Julio
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Lectura del "Boom" de literatura Latinoamericana
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hipertexto · 4 months
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Extractos de LITERATURA LATINOAMERICANA: DESCOLONIZAR LA IMAGINACIÓN por Liliana Weinberg
la nueva tradición de crítica literaria y cultural, algunos de cuyos rasgos pueden rastrearse en esta reseña programática, se plantea ya el problema de la relación de la obra no sólo con la historia y las condiciones materiales de producción sino con “un sentido de la historia y del universo” y esto implica buscar nuevas modalidades interpretativas que permitan ver las obras en el mundo pero también el mundo en las obras. De allí que encuentren, en la localización de los “valores signo” de una cultura (Mariátegui), o en la búsqueda de “nuestra expresión” y de “nuestra palabra” (Henríquez Ureña) caminos para ahondar en el conocimiento de una cierta “configuración” cultural a través del arte y la literatura.
Sus indagaciones les servían para impugnar los proyectos elitistas y excluyentes, y los conducían a tocar un sustrato de lo nacional que lo negaba y superaba, en cuanto conducía al descubrimiento de una realidad social mucho más compleja que rebasaba los términos de dichos proyectos y, por lo profundo, llevaba a nuestros intérpretes a asomarse a una entidad más abarcadora: América Latina.
El presente texto quiere volver a asomarse, desde la propia experiencia de lectura, a ese espacio donde confluyen texto y contexto, imaginario colectivo e imaginario individual.p.11
Esos monumentales esfuerzos interpretativos nos han legado intuiciones fundamentales que el presente ensayo quiere retomar, bajo la divisa de muchos de nuestros grandes artistas: descolonizar la imaginación. A partir de la matriz básica de un imaginario compartido y de un patrimonio simbólico que nos remite a cierta forma característica de representación del mundo, los autores nacidos en las diversas entidades que integran América Latina han construido a su vez nuevas soluciones imaginarias que retoman y superan creativamente los muchos modos de colonización de nuestra experiencia histórica y nos afirman por la libertad múltiple de la experiencia estéticap.12
Si para este crítico es posible pensar en un horizonte artístico propio de la literatura occidental, caracterizable por determinados rasgos, como una peculiar forma de representación de la realidad y un tratamiento característico de tiempo, espacio e individuo, ¿nos será cuando menos dado intentar una aproximación semejante a la literatura latinoamericana en su conjunto a través de la exploración de ciertas soluciones simbólicas?
Otro tanto podemos decir de muchos de nuestros mejores críticos que, como Henríquez Ureña, Rama o Cornejo Polar, pensaron integralmente nuestra América desde el exilio.
Debemos tener en cuenta, sin simplificaciones, idealizaciones ni determinismos de ninguna especie, que esta literatura, tal como se presenta hoy, no es absolutamente original ni absolutamente reductible a ninguna otra serie. Surgidas del encuentro forzado de las culturas precolombinas con los grupos humanos que llevaron a cabo el descubrimiento, la conquista y la colonización de América, y nutridas por el patrimonio que a su vez aportaron los contingentes de mano de obra trabajadora que llegaron en sucesivas oleadas de desarraigo, las formas simbólicas con que se alimenta nuestra literatura surgen ya de una tensión esencial y atenazante que encierra afinidades, diferencias, superposiciones, asimetrías y rechazos.
las ideas se imponen al autor y generan la necesidad de verterlas por escrito. La publicación de los ensayos en la forma de libro no es pues automática, e implica una tensión entre la dinámica propia de los mismos y la necesidad de un orden y una inscripción institucional que les brinde un marco. El libro, símbolo de un orden de cultura que se va a estudiar como un objeto más de la crítica, es también vehículo de difusión de las ideas y de la presencia viva de quien las piensa.
Si regresamos a la “Advertencia” de los 7 ensayos de Mariátegui descubriremos que se cierra con una nueva protesta: “no soy un crítico imparcial y objetivo”. Lejos de adoptar una pretendida posición de neutralidad que a su vez fuera capaz de generar un efecto de objetividad en sus afirmaciones, el ensayista se niega a erigirse en juez y prefiere declararse parte
"Mi testimonio es convicta y confesamente un testimonio de parte": esta afirmación de José Carlos Mariátegui en el último de sus 7 ensayos de interpretación sigue siendo uno de los más atractivos puntos de partida para un análisis de la realidad latinoamericana. La idea de que todo juicio está marcado por una posición interesada y no neutral en el concierto social, la necesidad de desenmascarar toda falsa objetividad, distan en mucho de una simple posición individualista y falsamente universalista, que parecía ya superada pero a la que retornan algunas corrientes del pensamiento de la posmodernidad.
La crítica literaria y cultural ha procurado a su vez construir categorías de análisis — ‘heterogeneidad’ (Cornejo Polar), ‘transculturación’ (Ortiz, Picón-Salas y Rama), ‘ciudad letrada’ (Rama), ́formación’ y ‘sistema’ (Candido), ‘hibridez’ (García Canclini)—, que permiten comprender procesos específicos de nuestra América y abordar algunos de ellos.
Al interpretar la literatura latinoamericana como literatura caracterizada por la dialéctica colonización-descolonización se procura, precisamente, interpretar, esto es, encontrar un sentido, una clave que a la vez agrupe procesos que se dan en ámbitos estructurales y superestructurales, en órbitas exógenas y endógenas de nuestras obras literarias. Esto no implica reducir la pluralidad de producciones, textos y públicos, estilos y temáticas, a un solo y único punto de vista. Lo colonial marca el comienzo de la literatura latinoamericana, la conciencia de pertenencia a un "pequeño género humano" irreductible al europeo como es irreductible al específicamente americano, asiático o africano, aunque constituido por componentes de todos ellos. Temas que hoy nos atenazan, como la necesidad de recuperar nuestra historia y nuestra identidad, ser locales a la vez que universales, nuestra posición paradójica respecto de los centros hegemónicos, nuestra nostalgiosa necesidad de ser suburbio y superar el suburbio, nuestra negación del nosotros, tienen todos ellos componentes que proceden de esta matriz básica. Por su parte, y a partir del reconocimiento de que hay otros tempos y procesos de la creación y de la literatura que no pueden reducirse a la historia de hechos, autores como Octavio Paz desarrollarán más tarde la idea de tradición y ruptura.
“Una teoría moderna —literaria, no sociológica— sobre el proceso normal de la literatura de un pueblo distingue en él tres períodos: un periodo colonial, un período cosmopolita, un período nacional. Durante el primer período un pueblo, literariamente, no es sino una colonia, una dependencia de otro. Durante el segundo período, asimila simultáneamente elementos de diversas literaturas extranjeras. En el tercero, alcanzan una expresión bien modulada su propia personalidad y su propio sentimiento. No prevé más esta teoría de la literatura. Pero no nos hace falta, por el momento, un sistema más amplio” -Mariategui
La interpretación mariateguiana se basa entonces en la determinación de tres momentos axiales ligados a la instauración, negación y superación del modelo dependiente.
“Y hoy, ante los desastres del Antiguo Mundo, América cobra el valor de una esperanza. Su mismo origen colonial, que la obligaba a buscar fuera de sí misma las razones de su acción y de su cultura, la ha dotado precozmente de un sentido internacional, de una elasticidad envidiable para convertir el vasto panorama humano en especie de unidad y conjunto. La cultura americana es la única que podrá ignorar, en principio, las murallas nacionales y étnicas [...]. Las naciones americanas no son, entre sí, tan extranjeras como las naciones de otros continentes. Tres siglos de elaboración; un siglo de azarosos tanteos, desatados por las independencias y las nuevas organizaciones; medio siglo más de coherencia y cooperación. Tal es, en su perspectiva general, la senda de América.” -Alfonso Reyes
El problema de la periodización de nuestra literatura sigue teniendo un enorme interés. Así lo demuestra el lugar central que ocupa en la crítica latinoamericana la discusión en torno a ese tópico. Para Jacques Leenhardt, por ejemplo, periodizar implica producir una unidad significativa más allá de la diversidad en los niveles de la realidad y, dado que en América Latina existe una desarticulación entre las instancias sociopolítica, cultural y económica y una discordancia de las instancias discursivas, es imposible hablar de periodización…
El ensayo mariateguiano afirma la historicidad del hecho literario y se propone a la vez buscar sus momentos clave o momentos de sentido. De este modo, si uno de los datos históricos documentables es la instauración de la relación colonial, éste sólo se convierte en "momento de sentido" cuando se lo interpreta a la luz del proceso histórico por el cual se instaura esa relación. Esta tensión historicidad-sentido puede parecer un laberinto sin salida. Más aún, en la polémica entre lo histórico y lo estructural se han debatido varias corrientes de interpretación de nuestra literatura. Si tomamos una posición sustancialista y no dialéctica, diacronía y sincronía —tanto en el análisis de la obra literaria como en el estudio de cualquier fenómeno— resultan excluyentes. Como bien lo demostró Bajtin, si los sistemas son tratados de manera sincrónica,
no hay posibilidad de entender ningún principio de cambio; inversamente, si el hecho se estudia diacrónicamente y en su exterioridad, el cambio sólo puede ser comprendido como elección de alternativas que esencialmente ya están dadas y no como un proceso en el cual quede comprendida la organicidad del fenómeno, puesto que las leyes del cambio quedan puestas más allá de la creatividad. P.36-37
Antonio Candido propone el concepto de "momentos decisivos", que son aquellos en los que se discierne la formación de un sistema a través de las obras artísticas individuales, y que de algún modo reflejan la tensión viva entre sincronía y diacronía.31 Para el gran crítico brasileño, una obra es una realidad autónoma, cuyo valor radica en la fórmula que obtiene para plasmar elementos no literarios y transfigurar la realidad. Las obras no "valen" por expresar la realidad sino por la manera en que lo hacen. "Valen" porque inventan una vida nueva y ofrecen una organización formal hecha posible por la imaginación. Para que se dé un momento decisivo se requiere por tanto de la existencia de obras con valor estético autónomo insertas en el tiempo, algunas de las cuales serán a su vez generadoras de una tradición.p.37
Martín Fierro es, como ya lo afirmó Martínez Estrada, la contraparte del Facundo.46 Ángel Rama ha hecho también una certera observación sobre el origen del Poema, en cuanto representaría la reacción de un escritor de la ciudad letrada ante un mundo rural que considera en extinción.47 Quiero por mi parte simplemente evocar aquí el Martín Fierro como testimonio no sólo de la vida del gaucho sino también de la existencia de un fuerte circuito de tradición oral cuya valoración se reconoce hoy ya como inexcusable para los estudiosos de la literatura latinoamericana…. No es sólo la maestría en la imitación del habla, el estilo y costumbres del gaucho la que decide esta superación: hay algo más. Algo que la crítica seguirá indagando, y que está vinculado a la recuperación de la voz y la visión de mundo del gaucho con una maestría insuperable; Hernández deja hablar a la voz del gaucho, y nos deja oír su canto.
“[...]. Vallejo es un creador absoluto [...]. El valor sustantivo de Vallejo es el de creador. Su técnica está en continua elaboración [...]. Hay en Vallejo un americanismo genuino y esencial; no un americanismo descriptivo o localista. Vallejo no recurre al folklore. La palabra quechua, el giro vernáculo, no se injertan artificiosamente en su lenguaje; son en él el producto espontáneo, célula propia, elemento orgánico”-Mariategui…Intemporal y arraigado en el tiempo sin tiempo del mito a la vez que profundamente temporal y arraigado en el trabajo, el poeta de vanguardia encuentra en él un símbolo fundamental para su quehacer, una de cuyas caras mira a la trascendencia de la experiencia humana y la otra mira al trabajo: dos formas de la comunidad; dos formas de negación de la soledad y el ayuno…El poeta se siente ladrón, y en tal carácter se asimila tanto a quien roba justicieramente un huerto para saciar el hambre como a quien ocupa un lugar en la vida de todos: el ladrón no tiene un lugar fijo en la sociedad, es un marginado, un ser que no se queda nunca en un lugar sino que está obligado a vagar.
El solo de la vanguardia, que es a la vez el desarraigado de origen, el trabajador atado a un salario precario, el habitante de un cuarto solo en una pensión barata de cualquier calle y de cualquier ciudad, logra encontrar, a través del símbolo mínimo y universal del pan que mantiene la vida y se opone al hambre mortal, en la intersección de dos complejos metafóricos divergentes (pan-calor-comunión y hambre-frío-impersonalidad) y no puede sino invocar ese símbolo mínimo, universal, absolutamente traducible como es traducible el hambre. Hay una “emoción de ayuno”, se bebe café... La afirmación de una nueva forma de esencialidad y universalidad dada, no por elementos abstractos y metafísicos, sino mínimos y colectivos, absolutamente traducibles y recurrentes en la experiencia humana: hambre y pan.
Nos legó Martí una de las mayores, más densas y herméticas formas de simbolización de la relación compleja entre “dos patrias”. En una primera lectura, estas dos patrias, a las que llama “Cuba” y “la noche”, se nos presentan como una tensión entre dos vocaciones, entre dos llamados, entre dos mundos: el patriótico y el creativo, el orbe diurno de la vida política y el nocturno de la vida poética que se presentan al “yo” y le pertenecen de manera tan exigente y demandante como ese “yo” les pertenece.
Sin embargo, a partir de la pregunta que ocupa la primera parte del segundo
endecasílabo, “¿O son una las dos?”, la primera oposición comienza a minarse y a dar lugar
a un complejo entramado, a un momento ambiguo, a un espeso bosque de correspondencias: luz-día-vida, versus oscuridad, noche, muerte; hombre-palabra humana; universo-habla del universo.
El modernismo retoma uno de los grandes temas románticos: lo nocturno, que a su vez apunta (sólo apunta, sin colmarse nunca del todo) lo inabarcable, lo sublime, lo otro, lo desconocido, reverso de la luz y de la medida, pero lo carga de nuevos sentidos y lo convierte en un nuevo mundo de correspondencias. El símbolo de la noche designa lo indesignable, lo uno que es lo otro, la configuración que se reabre, que se reconfigura sin descanso. Y la sangre remite a la sinceridad radical del poeta: al tajo, al dolor, con que saca sus versos de las propias entrañas. La naturaleza habla mejor que el hombre. El quehacer del artista se ve confrontado con el del artesano: el uno especializado y dedicado de manera autoconsciente al trabajo espiritual que se absorbe en la perfección de la forma, el otro dedicado también a la transformación del mundo natural, pero aún no acabadamente consciente de su quehacer
Dos de los temas clave para la definición del mismo radican en la nueva posición que ocuparán artista e intelectual frente al problema del artepurismo y la relación del hombre con la técnica. No es casual que las nociones de “idea” y “trabajo” ocupen un lugar fundamental en sus reflexiones sobre arte y literatura. Sencillez, naturalidad, autenticidad para escuchar la propia voz y la voz de la naturaleza, son algunos de los rasgos que pide Martí a los nuevos poetas. Critica al espíritu burgués, con su cuota de superficialidad y artificio.
En El caracol y la sirena, Octavio Paz se refiere certeramente al modernismo como “un movimiento cuyo fundamento y meta primordial era el movimiento mismo” y a la poesía como “una experiencia total”.68 Con el modernismo se cierra una etapa en la literatura hispanoamericana y se abre una nueva concepción del campo literario como un campo autónomo, con leyes simbólicas específicas, regido por el concepto de arte puro y autorreferencialidad. Temas, imágenes, símbolos no obedecen a una lógica externa al sistema literario, sino a una lógica interna que un observador externo sólo podrá considerar pura arbitrariedad.
La defensa del “acratismo” del arte, esto es, su ruptura con todo afán didáctico y moralizante, y, más aún, la afirmación implícita de que —como en Las flores del mal— la relación belleza y bien no es imperativa, están presentes en su relectura de Azul, a la que considera “producción de arte puro, sin que tenga nada de docente ni de propósito moralizador”. Y su elección de aquellos autores que denomina Los raros es precisamente otro de los rasgos que definirán a la familia modernista: el poeta sigue la propia ley de la creación y establece de manera en apariencia arbitraria –pero rigurosamente obediente a los criterios fijados a partir de aquélla-- el sistema de correspondencias y la nueva tradición en que se habrá de inscribir su obra.
Concebido bajo el modelo de un “discurso cívico”, el Ariel es un testimonio de la preocupación de un intelectual de principios del siglo XX por el acelerado cambio de una sociedad que asiste a la corrupción y mercantilización de los valores espirituales y a la emergencia de nuevos sectores —particularmente los que llegan con las oleadas
inmigratorias— y la generación de “multitudes cosmopolitas” que ponen en crisis los cauces tradicionales de la vida democrática y el orden de una sociedad gobernada por un sector de base criolla. Preocupado por la expansión del pragmatismo y el utilitarismo, el culto a la mercancía y la necesidad de formación de una élite, a una “aristocracia del espíritu” que a su vez multiplique a través de la educación los valores de la sensibilidad y la inteligencia, el Ariel fue a su vez recibido en distintos puntos de Hispanoamérica como una proclama o una exhortación a la unidad de América por el espíritu.
Ariel está a la vez sujeto de Calibán como de la materialidad del mármol. Liberarse de estas dos determinaciones no es sólo abandonar lo bajo por lo alto, sino buscar su propia superación a través de la forma, como lo hacen la pintura, la escultura o la poesía. Rodó encuentra así una propuesta para fundamentar el quehacer propio del intelectual, en el momento mismo de génesis de esa nueva figura en el panorama cultural y político, que debe distinguirse tanto del artista propiamente dicho como del político profesional: aristócrata del espíritu, representante de un largo proceso de “selección espiritual”, el intelectual ingresará en el espacio público y lo reinterpretará bajo el modelo de un espacio preservado, un laboratorio donde lo social se piensa a través de la estilización, la literaturización, la elusión de los conflictos sociales: un lugar que, como el libro, convierte el marco contextual en realidad textual: he allí el espacio donde transcurre la prédica laica de Próspero, un espacio de la palabra puesto en nueva clave literaria.
El Ariel plantea la defensa de una aristocracia de los mejores en una democracia en la que predomina el número y hace una exhortación en favor de “la ley moral como una estética de la conducta”84 que conduzca al perfeccionamiento de la vida del espíritu y su defensa del ideal arielista para América, basado en el modelo griego y cristiano. Ello se traduce en una serie de polos antitéticos que se presentan en el Ariel: el orbe del espíritu versus el de la materia, desinterés versus utilitarismo, contemplación versus pragmatismo, orbe latino versus orbe anglosajón. La obra es también respuesta a un mundo que Rodó veía triplemente amenazado: por la democracia del número en lo político, por el culto vacío a la mercancía en lo económico y por el predominio del positivismo y el materialismo en lo filosófico. Defiende Rodó la necesidad de fortalecer una nueva élite que supere estas tres limitaciones a los fueros del espíritu, y dé a la América Latina un perfil propio que a su vez revalide y justifique su propia posición y la de otros artistas y pensadores. Posiblemente nunca alcanzó a imaginar Rodó el amplio eco y la rápida difusión que habrían de tener sus ideas, en cuanto permitieron a la nueva intelectualidad de nuestra región sentar las bases que otro intelectual, Manuel Ugarte, denominará “el parlamento de la raza”.
Recordemos que Rodó dedica su texto a “La juventud de América”, y que esta noción,convertida en palabra de pase del arielismo, tuvo incluso fuertes repercusiones en la formación de nuevas generaciones latinoamericanas: pensemos, sin ir más lejos, en Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña o Germán Arciniegas. Con el paso del tiempo, este programa arielista temprano habrá de cargarse de nuevos ingredientes: en primer término, el reformismo universitario, y luego entrará en fuerte contradicción al verse obligado a una confrontación con la inclusión de otros elementos, tales como el discurso proletario y las posiciones antiimperialistas…. Próspero educa por el espíritu, y refuerza así la escisión entre los diversos modelos de educación que están también rivalizando en ese mundo exterior al que llegan las oleadas inmigratorias: un sistema escolar obligado a confrontarse con las prácticas y saberes ligados al ámbito artesanal y al de la producción en serie. El ala, la frente, la idea, el espíritu, la palabra, refuerzan un modelo de enseñanza radicalmente opuesto al manual y técnico (y, a la larga, apuntan a una de las mayores contradicciones de un modelo educativo que pretende ser a la vez incluyente y excluyente, abierto y diferenciador): “el honor de cada generación humana exige que ella se conquiste, por la perseverante actividad de su pensamiento, por el esfuerzo propio, su fe en determinada manifestación del ideal y su puesto en la evolución de las ideas” (Rodó)
En efecto, se descubre a través de estos textos la tensión entre la figura del artista y la del intelectual, clave del modernismo, y la clara noción de que es a través del cuidado de la forma y de la palabra, esto es, en cuanto artista, como podrá hacer su aporte como intelectual. Y a la vez, la cuestión del campo se complejiza dado que se interseca también con otra órbita simbólica, el de la reflexión hispanoamericanista, que evoca la posibilidad de conformación de una magna patria integrada por diversas provincias, que no son otras que cada una de nuestras naciones.
Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, José Vasconcelos y Ezequiel Martínez Estrada ocupan un momento singular de nuestra historia literaria, que tiene en el libro y el ensayo no sólo su mejor vehículo sino incluso su mejor símbolo. Si bien cada uno de ellos seguirá una trayectoria y adoptará una posición particular, protagonizan todos un momento clave en el campo de las letras, cuyo propósito último es arrebatar al orden conservador y eurocéntrico los saberes que serán de utilidad en un nuevo orden democrático y plural; explorar las grandes bibliotecas para extraer y socializar el conocimiento y así reconfigurar su papel como miembros de una élite cultural. Su recuperación del propio concepto renovado de raza y de cultura dará cuenta del sentido de Hispanoamérica y se preocuparán, con diversos resultados y respuestas, del problema de la legitimidad de nuestros pueblos, esto es, de su derecho a la historia y al futuro.
La obra de Reyes y Henríquez Ureña es decisiva en cuanto a través de ella se consolida, encuentra su síntesis y a la vez irradia un sistema literario inscrito en la cultura, y es también representativa en cuanto muestra en todo su dramatismo las tensiones de hombres nacidos en el seno de una élite intelectual y política que, en lugar de hacer de su competencia una marca de diferenciación social, adoptan una postura democrática, liberal, racionalista, y aspiran a expandir esos saberes y competencias entre amplias capas de la población.
uno de los grandes desafíos de la generación de Reyes fue cómo ampliar, cómo abrir una competencia que por muchos años sirvió en América Latina precisamente para granjear privilegios a los conocedores y proteger al hombre de letras en la que Rama denominó genialmente “ciudad letrada”.
El proyecto cultural y político de Reyes y Henríquez Ureña radica en un enriquecimiento, en una mejora y profundización del legado del saber europeo y la tradición racionalista y democrática que arranca en Grecia y llega a nuestros días. Implica también una reconciliación con el legado español y un apasionado rescate de nuestra historia cultural y nuestras tradiciones orales. De allí su creciente interés por la historia de la cultura interpretada desde la plataforma de un humanismo racionalista e incluyente.
Es allí desde donde debe repensarse el aporte de Henríquez Ureña y Reyes: advertir sobre la ausencia de una tradición y una densidad de pensamiento en nuestra región sustentada por una masa crítica de lectores necesaria para dar sentido al diálogo, los debates, las discrepancias, así como contribuir a la fundación de esa tradición de análisis riguroso y pensamiento crítico y construir un espacio social de intelección.
Otra cosa que angustiaba a Henríquez Ureña, Alfonso Reyes, Vasconcelos y muchos
otros de una larga lista de grandes intelectuales, es la falta de lectores, esa “literatura sin lectores” a la que se refiere Candido, que conlleva no sólo dificultades de comunicación entre la minoría de alta cultura y las amplias capas de la población sino la imposibilidad de generar una masa crítica y una ciudadanía del conocimiento en la cual apoyar de manera firme una sociedad democrática. De allí su impenitente afán de editar libros, abrir escuelas, formar bibliotecas, impartir conferencias, escribir ensayos, un afán, una vez más, cercano al otorgamiento de una densidad cultural y a la consolidación de una comunidad de lectores que diera peso específico y arraigo a nuestras ideas, en esto que hoy renovadamente llamamos “tradición”. El libro en sí mismo se vuelve metonimia y metáfora de nuestro arraigo cultural a la vez que escenario real y simbólico de cambio.
El ámbito de la música se transforma con la inclusión del ruido y el silencio y se modifica la relación tradicional entre melodía, armonía, ritmo, escala. La reproducción infinita y omnívora de las cosas cambia la relación del hombre y su mundo, como la del propio artista con las obras que salen de sus manos. El nuevo orden se manifiesta muchas veces incluso como desorden, aceleración, abundancia de ruidos y saturación de objetos, y ello vuelve ingenuas las viejas formas de búsqueda y representación del mundo. En un orbe cada vez más amplio y más próximo, Picasso declara "yo no busco, encuentro": el artista debe establecer un nuevo pacto con las cosas.
El primer Wittgenstein, autor del Tractatus (1921), influido a su vez por Schopenhauer, plantea que lo que tiene valor en el arte es aquello que elude la red, la malla del lenguaje, y es precisamente aquello sobre lo que nunca puede estrictamente hablarse. Si por una parte, en su cota más alta, el arte es lo culturalmente indecible, o el asomo, desde el mirador del lenguaje, a la plenitud de sentido o al silencio, o también la forma pura desarraigada del mundo, por la otra, de manera inversa, la lengua del arte es el único modo de superar la lengua cotidiana del hombre hasta alcanzar el lenguaje de las cosas y hacerlas vivir dentro de las obras.
Como escribe Walter Benjamin, la naturaleza es muda y sólo puede ser nombrada por el hombre: "La incapacidad de hablar es el gran dolor de la naturaleza".105 El humano debe perfeccionarse por la palabra, hasta llegar a una alianza entre visión y nominación que le permita expresar íntimamente la muda comunicación de las cosas con el lenguaje verbal de los hombres, que las acoge con el nombre. Sólo la lengua del paraíso lograba la coincidencia total entre el nombre y la cosa, pero a partir de la caída del sentido total el hombre está condenado a un perpetuo ejercicio de traducción. La lengua de los hombres puede referirse al mundo, traducirlo, pero no es todavía capaz de pronunciar la pura lengua del mundo. El poeta, como otro tipo de artistas, se ocupará de traducir la lengua de las cosas a una lengua infinitamente superior, aun cuando, a diferencia de otro tipo de artistas, para hacerlo no pueda prescindir de la lengua nominal de los hombres. Es oficio de poeta emplear la lengua cotidiana de los hombres para romperla, superarla, y lograr nombrar la naturaleza, la inteligencia pura o el silencio. La lengua resulta así no sólo comunicación de lo comunicable, sino también indicio y forma de simbolización de lo no comunicable.
La paradoja del arte, el oficio de decir plenamente lo indecible, de rescatar por el lenguaje lo que sólo vive en el instante, se traduce en el perfume del "hueledenoche":
Como el hueledenoche embelesado, sólo das un perfume
que se pierde distante a la sordina.
La aspiración a la poesía pura que los Contemporáneos afincaron en el campo de la literatura mexicana en mucho se relaciona con la aspiración al silencio. Un largo viaje hacia ningún lugar, la aspiración a una poesía total que sea capaz de nombrar la nada, la ausencia de todo referente, la palabra que escapa a la trama del idioma, respuesta indecible a la pregunta que desde el habla podemos formular, ya una poesía en silencio apta para nombrar el todo, ya una poesía erguida apenas en el umbral del gran silencio, ya una poesía destinada a inventar su propio lenguaje, son todos ellos algunos de los posibles recorridos guardados en los diversos mapas que traza y sugiere la poesía de Gorostiza.
Se trata entonces de desasir los fenómenos estéticos de cualquier seña de causalidad extraestética, mostrar que comprender el hecho estético consiste precisamente en llegar al límite de esa comprensión y al vaciamiento total de cualquier determinación histórica, biográfica o racional. En Gorostiza, la nostalgia por una pura química de las formas, por una geometría evocada en plena eclosión de las ingenierías, aparece en esa poesía que el contemporáneo emplea para llamar al silencio. No sólo se trata de la forma desprendida de toda referencia, sino también del ritmo desprendido del sonido y de la visión desnuda de toda expresión, como diversas soluciones al desafío de señalar —para nunca alcanzar— la poesía pura. Se trata entonces de desarrollar una maestría absoluta en el oficio poético para aspirar a esta meta última: nombrar (decir) la nada.
Iluminar el mundo: repetir el destino de la luz.
Muchos reconocerán en éstos los versos de "El cántaro roto" (1955), poema de Octavio Paz contenido en La estación violenta (1948-1958), libro fundamental que se abre con "Himno entre ruinas", se cierra con "Piedra de sol" e incluye otros poemas a los que une su condición de viaje a las estaciones del tiempo.133 "El cántaro roto", que provocó en el momento de su publicación fuertes polémicas, ha tenido con el transcurso del tiempo menor eco en la crítica que "Piedra de sol", poema que concentra muchos de los estudios sobre la poesía de Paz. Sin embargo, ha seducido a quien esto escribe de una manera particular, por tratarse de un viaje de reconocimiento del pasado, un viaje en busca del sentido perdido. Este viaje al pasado, esta pregunta que atraviesa piedra y ceniza, nos recuerda lo que en otros géneros y espacios hicieron otros escritores de pueblos testimonio, muchos de ellos, además, grandes vanguardistas…Pero además aparece particularmente en este texto la tarea poética de reconquista del pasado. Si el héroe cultural instauraba la cultura y humanizaba la vida en la tierra, el poeta, especie de "Prometeo inverso", deberá volver a dar vida y tiempo a una cultura muerta…Pasado y presente confluyen en el tiempo del poema y se reúnen gracias a la palabra poética. Dos movimientos caracterizan a este poema: el momento "negativo" en el que el hombre se encuentra desde su presente con el pasado roto, y el momento "positivo" en que el sueño, el canto y la palabra restauran el sentido. Alternan en este poema recursos de la poesía contemporánea, y en particular la evocación implícita de Contemporáneos y el surrealismo, a través de imágenes y procedimientos que forman parte del bagaje del artista de su época, y recursos tomados de la poesía azteca, evocaciones del mundo prehispánico…El cántaro roto es la presencia del sentido cultural (el cántaro), pero presencia rota, sentido roto, interrumpido. Un cántaro roto es lo que es y es lo que fue, es testimonio de una cultura y una vida que fueron. El cántaro roto, como la calavera vacía, son algo más grave aún que la ceniza o el no ser: son lo que fueron, son sentido interrumpido, vida cegada. Está presente en él el viaje al pasado que en otra modulación nos había dado Pedro Páramo…como el del Aleph: es el viaje de la contemplación, pero es también el viaje de la excavación de los sentidos del pasado. Una preocupación cercana a la de Borges atenacea también a Paz: ¿cómo contener el universo todo en una forma mínima y precisa? Máscara y cántaro tienden al hombre, en su repetición desde tiempos inmemoriales, una posible solución artística a este enigma…El poeta no construye a partir de la nada: el poeta construye a partir de los restos de una cultura escatimada a sus ojos. Vivir es revivir el pasado. La calavera de Hamlet era a la vez símbolo de su propia existencia y de la existencia humana toda. Era también símbolo de las mudanzas de la vida: "Esa calavera tenía lengua y podía en otro tiempo cantar", dice Hamlet en el quinto acto del drama.
En El signo y el garabato había escrito Paz:
“Cada época escoge su propia definición de hombre. Creo que la de nuestro tiempo es ésta: el hombre es un emisor de símbolos. Entre esos símbolos hay dos que son el principio y el fin del lenguaje humano: su plenitud y su disolución: el abrazo de los cuerpos y la metáfora poética. En el primero: unión de la sensación y de la imagen, el fragmento aprehendido como cifra de la totalidad [...]. En la segunda: fusión del sonido y del sentido, nupcias de lo inteligible y lo sensible [...]. Somos bien poca cosa y, no obstante, la totalidad nos mece, somos un signo que alguien hace a alguien, somos el canal de transmisión: por nosotros fluyen los lenguajes y nuestro cuerpo los traduce a otros lenguajes. Las puertas se abren de par en par: el hombre regresa. El universo de símbolos es también un universo sensible. El bosque de las significaciones es el lugar de la reconciliación.”(Paz) Pero en esta obra temprana es evidente la preocupación de Paz por otra cara del sentido: el de la tradición cultural perdida y que se debe recobrar. Cántaro roto: el poeta pregunta a los signos de una cultura pasada; el sentido va en busca del sentido. El poema recobra la fuerza del ritual nombrador.
“El Aleph” es a su vez la visión del infinito contenida en ese mismo relato al que da nombre. Este texto ha inspirado innúmeras interpretaciones, desde las filosóficas y simbólicas hasta las psicoanalíticas y sociológicas. Todas ellas apuntan a un elemento recurrente: “la idea de ver lo infinito en un punto”, como lo dice Santiago Kovadloff
¿Cómo conciliar la literatura universal con las particulares modulaciones que le otorga la escritura argentina? La resolución de este conflicto toma la forma de una paradoja: seguro azar, representatividad de lo no representativo, universalidad en la particularidad.
Mariátegui reflexiona sobre la posibilidad de existencia de una historia indo-americana y una literatura compartida, ya que, como él dice, "Los pueblos de la América española se mueven en una misma dirección”. “La identidad del hombre hispano-americano encuentra una expresión en la vida intelectual. Las mismas ideas, los mismos sentimientos circulan por toda la América indo-española. Toda fuerte personalidad intelectual influye en la cultura continental [...].”P.146
Estas reflexiones constituyen un parteaguas en el modo de entender la literatura latinoamericana: tanto en opinión de Mariátegui como de Henríquez Ureña la definición de la literatura latinoamericana sólo puede darse a partir del estudio de un sentido que surja ligado a rasgos históricos y culturales. Es también importante señalar que para ellos la literatura latinoamericana, todavía en formación para su época, está orientada al futuro, es una tarea a realizar —a la cual, por otra parte, los propios intelectuales contribuyeron a alentar con sus textos críticos. P.148
la posibilidad de pensar la América Latina en su conjunto surgen ya planteadas de manera admirable en época de la independencia por Simón Bolívar, quien encontraba que los americanos compartían lengua, religión, costumbres y herencia histórica
“no hay posibilidad alguna de una historia imparcial, salvo que se la convierta en una mera arqueología del pasado, sin función activa en el presente”José Miguel Oviedo, “Introducción”, en Historia de la literatura hispanoamericana [1a ed. 1995], Madrid, Alianza editorial, 2001, p. 17. “La palabra hispanoamericana desencadena de inmediato una serie de preguntas: ¿se refiere a la literatura escrita en Hispanoamérica? ¿O la escrita por hispanoamericanos donde quiera que ellos se encuentren? ¿O acaso es aquella cuyo tema o asunto es hispanoamericano? Si respondemos afirmativamente a cada una de estas interrogantes, estaremos aplicando respectivamente un criterio geográfico, genético o temático —ninguno de los cuales parece muy satisfactorio. Por otro lado (y esta cuestión es más grave), el concepto literatura hispanoamericana es difuso porque también lo es el concepto mismo del que deriva: Hispanoamérica. Esta palabra designa un mundo cultural formado básicamente por el aporte hispánico, las culturas precolombinas y luego la sociedad mestiza o criolla [...]. Hispanoamérica no es una realidad cultural homogénea, ni menos se agota en los límites etimológicos de esa expresión. Es una realidad múltiple de extraordinaria diversidad y riqueza, en la que las más variadas creencias espirituales, formas estéticas, construcciones culturales y tiempos históricos conviven y se nutren mutuamente.Pero la misma persistencia de la pregunta señala algo: creemos en esa identidad o comunidad al menos como una proyección o destino; tal vez no somos, pero sin duda queremos ser. Hispanoamérica es un conjunto de países, pueblos, regiones culturales, ideales y pasiones dispersos (y a veces incomunicados...). Es precisamente esa diferencia del conjunto, esa unidad en las raíces (ya que no en todas sus ramificaciones y floraciones) lo que nos hace distintos de los otros y semejantes a nosotros mismos. En términos prácticos, pues, la literatura hispanoamericana será aquélla que exprese ese denso y confuso fondo común, ya sea que los criterios geográfico, genético o temático estén todos presentes o falte alguno y aun todos.” (Ibid 19-20) p.176
Primero se observó una etapa de uniformización y alienación de las culturas originarias:
“Sus sociedades fueron remoldeadas desde la base, se vio alterada su composición étnica y degradadas sus culturas por la pérdida de la autonomía en la dirección de las transformaciones que experimentaban. Se operó de este modo la transmutación de una multiplicidad de pueblos autónomos poseedores de tradiciones auténticas, en unas pocas sociedades espurias, de cultura alienada, cuyo estilo de vida más reciente presenta una tremenda uniformidad como efecto de la acción dominadora de una voluntad externa.” Darcy Ribeiro, Las Américas y la civilización, p. 60.
Ribeiro medita en torno a la compleja instauración del ethos colonialista, particularmente dominante en las sociedades con fuerte componente indígena y negro, por el cual el sector hegemónico no sólo impone su dominio sino que además autovalida su posición. Este ethos, que va de la mano con la alienación de los pueblos coloniales y de su propia intelectualidad, sólo se romperá siglos después, tras un largo proceso de toma de conciencia y de reconquista de la autenticidad cultural, “que comienza a hacer del ethos nacional el reflejo de la imagen verdadera y de las experiencias concretas de cada pueblo”.184
Ahora bien: la interpretación del sentido de la literatura latinoamericana a partir de la instauración de una matriz colonial o de una situación marginal, ¿no implica acaso reducir lo específicamente literario a otra cosa? ¿O debería en todo caso restringirse a aquellos autores y obras de crítica y creación latinoamericanas y caribeñas que hubieran tematizado o tratado explícitamente estas cuestiones? ¿No existe incluso quien niega la importancia de la situación colonial, dependiente, subdesarrollada, marginal o que la considera poco significativa para interpretar fenómenos literarios y artísticos? ¿O bien puede afirmarse que esta situación genera precisamente rasgos y procesos característicos, como lo señala Antonio Candido al hablar de “literatura y subdesarrollo”, y que conllevan incluso la necesidad de acuñar nuevas categorías de análisis y conceptos como la tan valiosa noción de “heterogeneidad”, sobre la que el propio Cornejo Polar volvió varias veces a lo largo de su vida?
“Unidad diversificada, el discurso de la literatura latinoamericana no constituye sino la plasmación a nivel estético de la organización que estructura históricamente al continente y que se expresa en la cultura a través de toda una serie de mediaciones. …La literatura es, sabemos, patrimonio universal y la experiencia estética no conoce fronteras, pero las obras surgen de una determinada cultura y se insertan en el tejido de la sociedad que las ve emerger.” -Ana Pizarro, coordinadora, La literatura latinoamericana como proceso, ed. cit., p. 16.
Rama enuncia los requisitos planteados por el crítico brasileño para que pueda hablarse de dicho sistema y los glosa así: (1) Características internas (lengua, imágenes, temas): una lengua cuidadosa pero no hermética ni para iniciados, resultante de un esfuerzo por abrirse al gran público universitario y al hombre culto de ciudad, particular preocupación por el tema de lo popular, el realismo. (2) Existencia de un conjunto de productores literarios, más o menos conscientes de su papel (en este caso, su paulatina toma de conciencia del papel del intelectual en A.L.) y su esfuerzo por poner las aptitudes al servicio de causas amplias.(3) Un conjunto de receptores, formando los diferentes tipos de público, sin los cuales la obra no vive: aceptación de la jerarquía de la lectura y los públicos.(4) Un mecanismo transmisor (de modo general, una lengua traducida en estilos) que liga unos a otros.(5) La “consciente autonomía”, que es también la de esta generación crítica.193
Al referirse a la obra de Cornejo Polar, el crítico Héctor Mario Cavallari escribe lo siguiente:
“[...] para Cornejo la literatura entendida como producción simbólica contextualiza su referente bajo la forma de un sitio múltiple y complejamente articulado de discurso: como una red o entramado de relaciones, de vínculos recíprocos, entre innumerables prácticasdiscursivas heterogéneas. En esa malla, lo estético, lo ético y lo político se cruzan vasta y minuciosamente.”
Así, en una de las últimas entrevistas realizadas antes de su muerte, en 1983, Ángel Rama planteaba este problema y se preguntaba:
¿Qué quiere decir hacer una teoría para la literatura latinoamericana?: ¿significa que nuestra literatura no tiene nada que ver con las literaturas europeas?, ¿que no hay principios interpretativos en las literaturas europeas que son los mismos en las americanas?, ¿que la teoría de la metáfora va a ser distinta en la literatura latinoamericana que en la europea? Entonces se me dirá: que una teoría literaria latinoamericana quiere decir que hay procesos productivos peculiares dentro de nuestro continente. Pero, ¿estos procesos productivos no aparecerán en África también? ¿Las literaturas africanas no tendrán procesos productivos y de elaboración muy similares a los de América Latina, en la medida que son países del Tercer Mundo con determinadas condiciones [...]? Yo creo que la literatura latinoamericana forma parte de un vasto territorio que se llama “las literaturas”, y no se va a encontrar que los tropos son diferentes en las literaturas americanas, que en las literaturas europeas. Yo querría que alguien me probara semejante dislate. Es decir, no se puede estar procurando de tal modo la segmentación de nuestra literatura del conjunto de las literaturas mundiales. Lo que yo creo que se puede hacer y es importante es esto: en la medida que toda teoría se organiza sobre un conjunto de materiales literarios determinados, tú puedes decir que en una teoría realmente general de la Literatura [...] también deben estar las latinoamericanas. Eso sí es correcto. Es decir, que la praxis latinoamericana también debe contar como la praxis europea, china o africana en el momento de diseñar una teoría general de las literaturas. Entonces es correcto y lógico decir que cada una de estas praxis son contribuciones que pueden enriquecer una teoría general, pero esto significa incorporarse al conjunto de la literatura, no separarse, no segmentarse “
Las reflexiones de Walter Mignolo a este respecto son fundamentales:
“La complejidad de interacciones semióticas y transacciones discursivas durante el período colonial nos enfrenta a una fascinante superposición de construcciones territoriales cuya sofisticación simbólica se achata y se pierde cuando, en el gesto etnocéntrico de apropiación, lo cubrimos con la pátina del sentimiento que me identifica como hispano o latino/americano. Por otra parte, nos permite distinguir el canon (que se nos impone como obligación leer y transmitir) del campo de conocimiento y de investigación (que se nos impone como un deseo o un interés perseguir). Lo primero es una herencia cultural construida como territorialidad a la que pertenecemos (o, como extranjeros reconocemos) y transmitimos; comenzamos a construir lo segundo (según la tesis de este artículo), como conocimiento y como diferencia crítica con lo primero. La preocupación por afirmar la identidad cultural latinoamericana frente a la europea fue una etapa necesaria en la “búsqueda de nuestra expresión” e inevitable frente a la callada e imponente identidad del colonizador. Mientras que su prolongación es justificable desde el punto de vista del programa ideológico de un grupo intelectual representativo de un amplio sector de la población, sería contraproducente pensar que la tradición en la que me sitúo incorpora sin diferencia todo el pasado del que me apropio y todo el presente que ignoro o desconozco. La literatura (y las tradiciones literarias) forman parte de lo que soy. Para que ella se constituya en campo de conocimiento es necesario puntualizar la diferencia entre el canon que leo y transmito (la literatura hispano/latinoamericana) como miembro de una cultura o interesado en ella, del campo de conocimiento que construyo y transmito como practicante de una disciplina. Se trata de la simple distinción entre autocomprensión (hermenéutica) y conocimiento (epistemología). El estado de crisis es el de la tensión entre ambos niveles” -Walter Mignolo, “La lengua, la letra, el territorio (o la crisis de los estudios literarios coloniales)”, en Lectura crítica de la literatura americana; inventarios, invenciones y revisiones, ed. cit., p. 25.
Este magnífico fresco de la sociedad rural latinoamericana, con patrones y peones, con escépticos y fanáticos, con poderosos y desharrapados, en el que pululan sin comprender la dimensión histórica cientos de seres empobrecidos y hambrientos, y sobre el que teorizan hombres de la ciudad y del poder que no los comprenden, se dedica a explorar esas fronteras de incomprensión, tierras de nadie que impiden la integración armónica y la posibilidad de erigir un proyecto colectivo.
Descolonizar la imaginación: tal es la tarea que se lleva a cabo en el Omeros,212 obra magna de Derek Walcott, la gran épica a la vez caribeña, latinoamericana y universal que describe vertiginosamente la tala del primer árbol y la caída de los dioses, la cultura, la cosmovisión toda del hombre colonizado. Nuevo Césaire, Walcott transforma con alquimia de artista extraordinario el drama de los pueblos coloniales
La iguana, reptil que ha sobrevivido a todas las catástrofes, sigue habitando esta tierra…La iguana pertenece a una especie zoológica que habita la isla desde la prehistoria (y es más antigua, por tanto, que el hombre mismo), a la vez que se perpetúa como tal en cada ejemplar único e irrepetible. Es a la vez una iguana, la que inspiró el nombre de la isla, y la especie de las iguanas, que sobreviven desde la prehistoria y que se manifiestan en cada individuo, en el día de hoy, en este momento irrepetible…La iguana habita un mundo fuera del tiempo humano, en el presente permanente de las especies, mientras que la historia de la isla comienza con los arahuacos, su exterminio y la llegada de otra raza que derriba los viejos dioses para poner en su lugar al Dios único.
“Hay en la literatura una memoria de la imaginación que nada tiene que ver con la experiencia real, que es, de hecho, una vida distinta, y esa experiencia de la imaginación seguirá dotando de realidad la búsqueda del caballero medieval o la masa de una ballena blanca, gracias a la fuerza de una imaginación compartida [...].
Acepto este archipiélago de las Américas. Al antepasado que me vendió y al antepasado que me compró les digo: no tengo padre, no quiero a ese padre, aunque os entiendo, espíritu negro, espíritu blanco, cuando los dos susurráis “historia”, pues si intento perdonaros a ambos caigo en esa idea vuestra de la historia que justifica y explica y expía, aunque no soy yo quien ha de perdonar [...]. Cuando interpretábais vuestros papeles, esos papeles otorgados por la historia del vendedor de esclavos y el comprador de esclavos, erais hombres que actuaban como hombres [...]. Yo, como el hombre más honrado de mi raza, os profeso una extraña gratitud. Os ofrezco mi agradecimiento extraño y amargo, pero también ennoblecedor, por el monumental gemido y la fusión de dos grandes mundos, como las dos mitades de un fruto cosidas por su propio jugo amargo, porque exiliados de vuestros propios Edenes me habéis situado en otro Edén prodigioso, y ésa fue mi herencia y vuestro don.” Derek Walcott, “La musa de la historia” [1a ed. en inglés 1998], en La voz del crepúsculo, traducción de Catalina Martínez Muñoz, Madrid, Alianza Editorial, 2000, pp. 84-86.
Escribir es pues denunciar y estilizar, representar y crear, recordar e imaginar, hacer de la cicatriz del hombre colonizado un principio de reflexión y de emancipación, descolonizar en el más alto sentido de la palabra: descolonizar la imaginación.
Con las vanguardias el sistema literario evidencia nuevos cambios: el campo literario consolida su autonomía, se enriquecen y radicalizan los lenguajes artísticos y se genera un público especializado receptivo surgido de los sectores cultos urbanos; se instaura el ideal universalista de la creación artística y se descubren nuevas categorías para pensar y producir la literatura: tal el caso del concepto vanguardista de "imaginación" y "ruptura". Muchos escritores y artistas de vanguardia ——Vallejo, Asturias, Carpentier, Wifredo Lam— descubren paradójicamente en París los nuevos modos de acercarse a América Latina.
Se genera en la década de los años sesenta y setenta el fenómeno por todos conocido como boom, categoría confusa que designa varias cosas al mismo tiempo: la emergencia de nuevas formas literarias, que alcanzan —como dice Rama— altos estándares de calidad y fijan nuevas metas elevadas a vencer; una nueva etapa en la profesionalización del escritor; un nuevo fenómeno de recepción por parte del público y un éxito editorial y de ventas. Obras como Cien años de soledad marcan un momento culminante de la novela que Rama denomina "culta- popular"
La redefinición del sistema literario latinoamericano se evidencia pues en el meollo mismo de las obras, y en la alteración de las formas de representación de la realidad, el deslinde de géneros y de estilos, etcétera.
Con el boom nuestro "cosmopolitismo" llega a su etapa más alta y a su vez entra en crisis. El boom representó un momento crítico en la modernización de nuestro sistema literario, con la estandarización de la lengua literaria en América Latina, y el hallazgo de formas que conciliaban admirablemente lo culto y lo popular e incorporaban el paisaje urbano.
Dado que buena parte del mundo ya no puede ser captada de manera comprehensiva por la experiencia del hombre común, y ha pasado a constituir tema de especialistas, existe como nunca antes en la historia un desajuste entre las nuevas realidades, las zonas recortadas para conocedores, y la posibilidad de nombrarlas. Nuestra megalópolis se vuelve ancha, ajena y massmediática.
A este abigarrado panorama deben sumarse importantes fenómenos relacionados con las nuevas formas de reproducción artística y literaria. Por ejemplo, se abaratan, agilizan y estandarizan las formas de edición del libro, papers y fuentes documentales, con el desarrollo de la informática y las nuevas "supercarreteras" virtuales (correo electrónico, internet, discos compactos, etc.). Sin embargo, esto no ha derivado en una baja de precios y mayor circulación del libro, puesto que éste ingresa a su vez como mercancía diferenciada en un circuito manejado por empresas editoriales en creciente proceso de concentración, muchos de cuyos representantes más poderosos monopolizan desde las decisiones de qué publicar hasta las de cómo distribuir.
Nuevos fenómenos repercuten en los más variados sectores del sistema literario. No sólo afectan, como se ve, los canales de circulación y las formas de recepción, sino que también inciden en la redefinición del lenguaje artístico, en la eclosión de nuevos temas y formas de tratamiento de esos temas, e incluso en la reconfiguración de los sistemas genéricos. P.191
No anunciar pues la muerte del intelectual, sino someter las ideas a la autocrítica y dedicarse a una interpretación leal de la realidad social, debería ser tal vez con mayor fortuna la tendencia de nuestro mundo intelectual.
Juan Villoro, en la entrevista titulada “Escribir es inventar la lengua”, dice:
“Cuando un mexicano o un peruano o un argentino traducen desde esta orilla, lo hacen tomando en cuenta que hay muchos modos del español, de tal forma que, por encima de cualquier regionalismo, buscan acceder a un lenguaje de uso común literario. En eso consistió toda la operación de la revista Sur, en Argentina, que no es la única posible, pero me parece muy interesante. Me refiero a una idea de la lengua como algo que hay que conquistar, insisto, a través de una invención. Algo que por lo común tiene mucho que ver con la impresión, por parte de quien escribe, de hallarse en una relativa periferia cultural. Otra cosa es que al mismo tiempo estén actuando, en una dirección sólo aparentemente afín, procesos de normalización y estandarización de la lengua inevitablemente relacionados con los flujos de la moda y del mercado, con la mayor o menor facilidad de acceso a los lectores o a las editoriales.”
Al mismo tiempo que establecen un nuevo pacto de identidad a través de la lengua — pacto en el que mucho tiene que ver la invención de un lenguaje literario cuyas reglas no tienen por qué obedecer a la “legalidad” y a las “condiciones de inteligibilidad” dadas por los académicos y guardianes de la pureza del lenguaje—, los nuevos escritores se rehúsan a aceptar que sean ciertas características temáticas o estilísticas, y principalmente el “exotismo” a que ha dado lugar la deformación del fenómeno de lo real maravilloso, las que se consideren nuestras marcas creativas
“La globalización significa que la modernidad ya no se confina a las fronteras nacionales, sino que se vuelve modernidad-mundo. El vínculo entre nación y modernidad, por lo tanto, se escindirá. En este caso, las múltiples modernidades ya no serían sólo una versión historizada de una misma matriz, a ellas se agrega una tendencia integradora que desterritorializa ciertos items, para agruparlos en tanto unidades mundializadas. Las diferencias producidas nacionalmente están ahora en parte atravesadas por un mismo proceso. Por ejemplo, el surgimiento de identidades desterritorializadas (el universo del consumo) que escapan a las fronteras impuestas por las diferentes modernidades de cada lugar.” Renato Ortiz, “América Latina. De la modernidad incompleta a la modernidad-mundo”, ensayo seleccionado y publicado por la revista Nueva Sociedad (Caracas), núm. 166 (2000), y dado a conocer también por la internet (http://www.nuevasoc.org.ve/n166/ensayo.htm). Las citas corresponden a esta última modalidad.
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lacavernablog · 1 year
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Literatura infantil, de Alejandro Zambra
Literatura infantil (Anagrama, 2023) es sin duda la mejor novela del escritor chileno hasta la fecha. Ha dejado atrás experimentos narrativos, la metaliteratura, la tan mentada memoria latinoamericana, para presentarnos una obra de lo más personal sobre la paternidad.
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Literatura infantil no es una revisión de la relación con su progenitor, aunque es imposible por varios momentos dejar de lado dicho vínculo, sino una revisión de él mismo como progenitor.
Un tema que está siendo o ha sido explotado por escritores de su generación: la versión de ser padre, no la versión de ser hijo. La ficción puede tomarse un millón de licencias para escribir sobre determinados temas (ya lo decía Flaubert que podía escribir sobre el alcoholismo sin ser un alcohólico, etc.) la paternidad y el cuidado del recién nacido y del niño es una experiencia tan entrañable como frustrante, y exclusiva. Sobre todo exclusiva.
Puedo imaginarme el desastre que habría sido para mí tener un hijo a los veinte años. Pertenezco a una generación que postergó la paternidad, o que la descartó de plano.
¿Podemos catalogarlo dentro del mundo de la autoficción? Dejemos esos términos de lado por ahora.
Hay un Alejandro Zambra (Santiago de Chile, 1975), escritor, narrador, poeta, que ha sido papá a los cuarenta y dos años. Lo considera tardío o no pero el proceso ha abierto una esclusa maravillosa de situaciones jamás esperadas, más bien, jamás vividas.
La paternidad vuelve a legitimar juegos que abandonamos cuando el sentido del ridículo consiguió gobernarnos.
***
La pandemia, el crecimiento del niño, los dos países como herencia cultural, Chile y México, país este último donde nació su hijo y vive con la madre (su esposa), las reminiscencias y anécdotas familiares y de la propia niñez del escritor condimentan esta historia. Sin embargo, vuelve de rato en rato a la literatura de la mano de Nabokov, Canetti, Huidobro, Woolf y Lawrence Sterne, Vallejo, Perec…, entre otros que a modo de epígrafes grafican el contexto buscando valimiento, respuestas.
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Lo de Zambra es una especie de dietario, un álbum fotográfico con miles de fotos desde el nacimiento del niño hasta el tiempo real del relato. No oculta nada, cualquier temor, cualquier sensación la libera.
En materia de crianza, en cualquier caso, el pánico de hacerlo mal es muchísimo más gravitante que el deseo de hacerlo bien… lo que realmente quiero no es vivir mejor sino vivir más. No morir tan pronto, pues.
Una historia de amor, el fútbol, las preocupaciones de los padres, de los abuelos del niño, ese interés constante, de por vida, por las etapas que ha pasado y pasará el niño marcan asimismo el tiempo del relato. Todo dista mucho del modelo patriarcal de las generaciones anteriores, porque hay una lectura no crítica, sino ilustrativa de nuestros propios padres hacia nosotros mismos.
Yo pertenezco a la categoría de los padres que todos los días quisieran dormir una horita más. Mi padre pertenece y siempre perteneció a la categoría de los padres madrugadores.
Vaya que esta novela también pudo titularse “Los problemas de Alejandro”, un libro en el imaginario del niño sobre su padre.
Existe un dicho: los hijos terminarán con los años pareciéndose a los padres. Real o no, bastante o poco, Zambra es consciente que Silvestre ha transformado su vida, y en el momento que llegue a leer este libro Silvestre le dará un abrazo como cada día cuando iba a recogerlo del colegio.
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xavicuevas · 1 year
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Tarek William Saab y la literatura nazi en América
Por Ibsen Martínez - julio 16, 2023
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En su genial antología de apócrifos filonazis de nuestro continente el gran Roberto Bolaño distinguía a Venezuela con dos de sus autores ficticios: Segundo José Heredia (Caracas, 1927-2004) y Franz Zwickau (1946-1971).
No arruinaré a los lectores que aún no conozcan esta obra incomparable —puso a Bolaño en el mapa de la literatura mundial— el goce superlativo de leer hoy, ya bien entrado el siglo XXI, sus premonitorias visiones.
Diré, sí, que imagino fácilmente al poeta Tarek William Saab Halabi, tonante fiscal general de la República de Venezuela, integrando con distinción la nómina de infames elucubrada por el autor de Los detectives salvajes.
La invención paródica ha sido, desde El Quijote a nuestros días, pulpa y savia de grandes novelas. Los artistas imaginarios, y no solamente los escritores, sino también los músicos y los pintores  de embuste y las obras que los novelistas les han atribuido, darían para un gozoso e interminable simposio.
Bolaño, en su rabelesiana antología, logra algo prodigioso cuando inventa los títulos de sus autores filonazis: compendiar en ellos la peripecia de sus absurdas creencias y la sinrazón de sus muy verosímiles vidas.  Solamente la bibliografía del fiscal general lo acreditaría ante Bolaño: su obra más reciente, aparecida el año pasado, se titula Hoguera de una adolescencia intemporal. La quemazón sin tiempo que sugiere Saab Halabi no invita de entrada a leerlo, pero al menos no es tan manido como el de su primer poemario, publicado hace un cuarto de siglo: Los ríos de la ira.  
Entre uno y otro, según la nota wikipédica, el poeta fiscal ha publicado doce libros de poemas, uno de ellos titulado Al Fatah que, con seguridad, los analistas del Venezuelan Bureau de la CIA, en Langley, Virginia, han resaltado en sus pantallas con un rectángulo amarillo.
No puedo imaginar los motivos poéticos que Saab pudo volcar en Cuando pasen las carretas, perosin duda evoca arcaica vialidad rural, estampas criollas con tracción de sangre. Cielo a media asta (2001) y Príncipe de lluvia y duelo (1992) sugieren martirologio de izquierda latinoamericana: las elegías a los muertos en la lucha nutren desde siempre las librerías de pasillo universitario en toda la región. Dejé dicho más arriba que la obra poética de Saab Halabi no es su único mérito para entrar al panteón de los filonazis.
Como fiscal general de la satrapía cleptócrata venezolana, Saab Halabi se ha ganado también un lugar en la pinacoteca universal de los acusadores públicos, junto al impertérrito fiscal stalinista Andréi Vishynski, tratadista del derecho penal soviético, y Antoine Fouquier-Tinvile, quien mandó a la guillotina a María Antonieta, a Carlota Corday, a centenares de girondinos y dantonistas.
Cuando no hubo ya dantonistas ni girondinos a quien descabezar, Fouquier-Tinville la tomó con sus propios panas, Robespierre y Saint-Just. Antes de que terminase la película, lo guillotinaron a él también. De te fabula narratur, doctor Saab.
Más cerca en el tiempo y de nuestras costas hallamos al fiscal cubano Juan Escalona Reguera, quien mucho antes de obedecer en 1989 la orden de mandar al paredón al general Orlando Ochoa, solía disponer  sin melindres de las vidas ajenas y ello a tal punto que se ganó el macabro apodo de “Juanito charco de sangre”.
Saab Halabi comparte con Escalona Reguera la suprema virtud revolucionaria de la ciega obediencia. El rol que desempeña, con visible fruición, en las redadas de “petrotraidores” es el de perro de presa de su propia panda. Irónicamente, su carrera pública comenzó hace cuarenta años como paladín de los derechos humanos. Visitaba las salas de redacción denunciando abusos policiales. Obsequiaba sus poemarios, autografiados, a los reporteros de la fuente política.
De Vishynski hace mucho que el acusador público venezolano adoptó la doctrina soviética de la “presunción de culpabilidad” de todos los reos que encausa.
Se avecinan malos tiempos, amigos lectores, no solo para las variadas cepas del chavismo, sino para todos los demócratas de Venezuela, sean o no partidarios de acudir a elecciones primarias.
Queda rezarle, con Baudelaire, a Satanás, “báculo de los exilados y confesor de los ahorcados”, para que nos libre de la larga penalidad venezolana.
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melanie101111 · 1 year
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BLOG LITERARIO- Insumo#2
"Cien años de soledad"
Autor: Gabriel García Márquez
Género: Realismo mágico
Reseña:
Cien años de soledad de Gabriel García Márquez es una obra maestra del realismo mágico que transporta a los lectores a un mundo mágico y deslumbrante donde la línea entre la realidad y la fantasía se desdibuja de manera magistral. Esta novela, publicada en 1967, es un viaje épico a través de la historia de la familia Buendía en el ficticio pueblo de Macondo.
Trama: La historia se inicia con la fundación de Macondo por parte de José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán, dos primos que se casan y se sumergen en una genealogía llena de fatalidades y misterios. La novela abarca siete generaciones de la familia Buendía, narrando su ascenso y caída, mientras se entrelaza con los eventos históricos de Colombia.
La trama es una red intricada de amores prohibidos, guerras, prodigios sobrenaturales y obsesiones que mantienen al lector absorto desde la primera página hasta la última. La habilidad de García Márquez para tejer una narrativa compleja y coherente a lo largo de varias generaciones es verdaderamente admirable.
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"La Cruz del diablo"
Reseña:
Es un libro narrado por Gustavo Adolfo Bécquer que se basa en una leyenda. En este relato, Bécquer nos cuenta la historia de un hombre malvado cuyo poder era tan grande que incluso el Rey prefería ignorar la situación. El pueblo experimenta un gran alivio cuando este hombre se marcha, ya que vivían con miedo constante, especialmente al hacer actividades como pastorear el ganado. Sin embargo, el Señor Feudal regresa después de un largo tiempo, sumiendo al pueblo en otra era de temor al exigir todo lo que antes le pertenecía. Él libro nos revela que el Señor Feudal vendió su alma al Diablo, y al final su armadura, en la que se cree que habitaba el Diablo, es fundida y convertida en una cruz. Además de estos eventos, el libro también presenta una banda de bandidos que elige el antiguo castillo del Señor Feudal como escondite y comienza a cometer crímenes horribles. En resumen, es una historia fascinante y cautivadora que vale la pena leer detenidamente. 
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"Huairapamushcas: hijos del viento"
Género: Realista
La novela "Los hijos del viento" fue escrita por el escritor ecuatoriano Jorge Icaza y fue publicada por primera vez en 1928. Esta obra se considera una de las obras más importantes de la literatura latinoamericana del siglo XX y ha tenido un impacto significativo en la literatura social y política de la región.
La novela gira en torno a la explotación laboral en las haciendas agrícolas de la costa ecuatoriana. Icaza muestra de manera cruda y realista las condiciones inhumanas a las que se ven sometidos los trabajadores, especialmente los peones afroecuatorianos e indígenas. El autor describe las luchas y desafíos que enfrentan los marginados a través de personajes como Alfonso Pereira, un joven idealista, y Rosita, una joven indígena.
Uno de los puntos fuertes de la obra de Icaza es su capacidad para presentar de manera vívida y auténtica la vida de los campesinos indígenas, destacando la riqueza de su cultura, creencias y relaciones con la naturaleza. Icaza logra transmitir a través de una prosa poderosa y evocadora la dureza de la vida en el campo y la resistencia indomable de los personajes frente a la injusticia y la opresión.
Además, la novela aborda temas universales como la explotación laboral, la desigualdad social y la lucha por la justicia, lo que la convierte en una obra que trasciende límites geográficos y temporales. "Huairapamushcas" no solo cuenta la historia de Ecuador en su época, sino que también ofrece una reflexión profunda sobre la condición humana y la búsqueda de dignidad y libertad.
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"En Medio de la Guerra"
es una novela escrita por el autor mexicano José Emilio Pacheco, publicada en 1981. La historia se desarrolla en el contexto de la Revolución Mexicana y sigue las vidas de varios personajes que se ven atrapados en medio del conflicto armado.
La novela ofrece una visión cruda y realista de los horrores de la guerra, mostrando cómo afecta a personas de diferentes clases sociales y edades. Pacheco utiliza una narrativa poderosa para explorar temas como la violencia, la pérdida, la lealtad y la búsqueda de la identidad en tiempos turbulentos.
A través de personajes complejos y bien desarrollados, el autor teje una trama que cautiva al lector y lo sumerge en el caos y la incertidumbre de la Revolución Mexicana. "En Medio de la Guerra" es una obra literaria que no solo ofrece una perspectiva histórica fascinante, sino que también plantea preguntas profundas sobre la condición humana en situaciones extremas. Es una lectura recomendada para quienes buscan una exploración literaria de un momento crucial en la historia de México.
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INTEGRANTES:
Melanie Ruiz
Lía Pine
Angie Silva
Ismael Bermúdez
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ESTE ES EL ESCRITOR LATINOAMERICANO MÁS RELEVANTE DE TODOS LOS TIEMPOS SEGÚN LA IA.
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Por Santiago Díaz Benavides
Nuestro TOP 10 está más que claro, pero sentimos curiosidad de lo que podría tener entre sus datos la inteligencia artificial y esto fue lo que nos respondió
Si nos hicieran la pregunta de quién es el escritor más relevante de la literatura latinoamericana en toda su historia, seguramente entraríamos en conflicto. Escoger uno solo es demasiado complicado y es que cada una de las voces que se han destacado a lo largo del tiempo ha dejado algo distinto. Ningún escritor es similar al otro y lo que a uno lo hizo grande, al otro no.
En lo personal, decir un solo nombre sería dejar de lado muchas cosas y guiarme únicamente por lo pasional. Varios son los nombres que entran en mi “dream team”, autores de Colombia, Argentina, Chile, Uruguay y Brasil. Si tuviera que alinearlos, como si de un equipo de fútbol se tratara, ya tendría listos a los inicialistas, pero por nada del mundo saltaría a la cancha sin los suplentes.
Estuve pensando en qué nombres no debía dejar por fuera y le hice la pregunta a la IA respecto al nombre del escritor latinoamericano más importante y su respuesta me dejó aliviado. Pensé que se lanzaría a darme uno solo, pero sus datos demuestran que no es posible hacerlo. Sí ubicó a un escritor en especial a la cabeza, pero no dejó de mencionar a los que han dejado una honda marca en el extenso recorrido de las letras latinoamericanas.
Desde el realismo mágico de Gabriel García Márquez hasta los laberintos conceptuales de Jorge Luis Borges, estos son los gigantes literarios que, según la inteligencia artificial, han dejado una huella indeleble en la literatura del continente.
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ: LOS SUEÑOS TEJIDOS CON PALABRAS
El colombiano Gabriel García Márquez se alza como uno de los pilares fundamentales de la literatura latinoamericana. Su destreza y técnica, producto de un talento sin igual, con las que supo entrelazar lo mágico con lo cotidiano, lo llevaron a alcanzar su cenit en su obra maestra Cien años de soledad. Publicada en 1967, esta novela no solo estableció a García Márquez como una fuerza literaria imparable, sino que también introdujo al mundo a Macondo, un lugar ficticio donde los límites entre la realidad y la fantasía se desdibujan. García Márquez conquistó el Premio Nobel de Literatura en 1982, llevando el realismo mágico a la cúspide de la literatura global.
JORGE LUIS BORGES: EXPLORADOR DE LABERINTOS LITERARIOS
Argentina nos regaló a uno de los pensadores más agudos y originales de la literatura: Jorge Luis Borges. Su habilidad para jugar con la percepción y la realidad lo convierte en un autor único. Borges llevó a los lectores a laberintos conceptuales a través de cuentos breves como Ficciones y El Aleph. Con su erudición y maestría, demostró cómo las palabras podían ser instrumentos para explorar el pensamiento humano y la naturaleza de la realidad misma.
PABLO NERUDA: EL POETA DE LA EMOCIÓN DESNUDA
Desde Chile emerge la figura de Pablo Neruda, poeta apasionado cuya voz resuena a través de sus versos. Neruda capturó el amor, la política y la naturaleza con una intensidad que conmovía. Su poesía es un testimonio de la profundidad de las emociones humanas y su capacidad para trascender las barreras del idioma y la cultura. Desde Veinte poemas de amor y una canción desesperada hasta Canto General, Neruda dejó un legado que sigue emocionando a lectores en todo el mundo.
JULIO CORTÁZAR: LA INNOVACIÓN NARRATIVA EN ACCIÓN
La literatura latinoamericana también se enriqueció con la genialidad narrativa de Julio Cortázar. Este autor argentino desafió las convenciones literarias con su obra maestra Rayuela. Una novela que invita a los lectores a ser coautores, saltando de capítulo en capítulo y creando su propio viaje literario. Cortázar demostró que las reglas literarias podían romperse en pos de una narrativa más experimental y participativa.
MARIO VARGAS LLOSA: LA PLUMA COMPROMETIDA
Perú nos brindó a Mario Vargas Llosa, cuya prolífica carrera literaria abarca una amplia gama de géneros y estilos. Desde novelas históricas como La casa verde hasta sátiras políticas como La fiesta del chivo, Vargas Llosa se distingue por su versatilidad y su compromiso intelectual con los asuntos de su época. Su influencia en la literatura contemporánea es innegable, y su narrativa trasciende las fronteras geográficas y temporales.
ISABEL ALLENDE: MAGIA Y REALISMO EN LA AMÉRICA LATINA FEMENINA
Desde Chile ha surgido una autora que ha revolucionado la narrativa latinoamericana desde una perspectiva femenina: Isabel Allende. Su novela debut, La casa de los espíritus, marcó un hito al combinar elementos de realismo mágico con la exploración de temas históricos y sociales. Allende demostró que las voces femeninas también pueden ser poderosas en el mundo de la literatura y que las historias de mujeres merecen ser contadas con la misma profundidad y pasión.
OCTAVIO PAZ (MÉXICO)
Ganador del Premio Nobel de Literatura, su poesía y ensayos son fundamentales. "El laberinto de la soledad" es un ensayo influyente.
CLARICE LISPECTOR (BRASIL)
Reconocida por su prosa introspectiva y psicológica en obras como "Cerca del corazón salvaje" y "La hora de la estrella".
JOSÉ MARTÍ (CUBA) - Escritor, poeta y líder político, su influencia en la literatura y el pensamiento independentista es fundamental.
CARLOS FUENTES (MÉXICO)
Su novela "La región más transparente" y su enfoque en la identidad y la historia mexicana son destacables.
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theraininthestars · 1 year
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Reseña de Violeta
Hola querides, estoy muy emocionad@ por este libro. La lectura fue seleccionada por una amistad que no había leído el libro, pero ambas leímos otro libro de la autora. El libro seleccionado es Violeta de Isabel Allende. La novela relata:
La épica y emocionante historia de una mujer cuya vida abarca los momentos históricos más relevantes del siglo XX.
Desde 1920 -con la llamada «gripe española»- hasta la pandemia de 2020, la vida de Violeta será mucho más que la historia de un siglo.
Violeta viene al mundo un tormentoso día de 1920, siendo la primera niña de una familia de cinco bulliciosos hermanos. Desde el principio su vida estará marcada por acontecimientos extraordinarios, pues todavía se sienten las ondas expansivas de la Gran Guerra cuando la gripe española llega a las orillas de su país sudamericano natal, casi en el momento exacto de su nacimiento.
Gracias a la clarividencia del padre, la familia saldrá indemne de esta crisis para darse de bruces con una nueva, cuando la Gran Depresión altera la elegante vida urbana que Violeta ha conocido hasta ahora. Su familia lo perderá todo y se verá obligada a retirarse a una región salvaje y remota del país. Allí Violeta alcanzará la mayoría de edad y tendrá su primer pretendiente...
En una carta dirigida a una persona a la que ama por encima de todas las demás, Violeta rememora devastadores desengaños amorosos y romances apasionados, momentos de pobreza y también de prosperidad, pérdidas terribles e inmensas alegrías. Moldearán su vida algunos de los grandes sucesos de la historia: la lucha por los derechos de la mujer, el auge y caída de tiranos y, en última instancia, no una, sino dos pandemias.
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Isabel Allende tiene una narrativa hermosa que describe Latinoamérica desde la perspectiva de alguien que ama su tierra desde sus hermosas montañas y carismáticas sonrisas hasta sus despiadadas guerras y desafiante cultura. Ella puede retratar las complejidades de la cultura latinoamericana mientras describe eventos históricos adentrándonos a esas realidades. Los personajes son interesantes y cargan muy bien con la historia.
Hay ciertos momentos en los cuales siento que resaltan las cosas malas como misoginia, capitalismo, la guerra y otras cosas. No es malo que se ejemplifique, pero siento que pudo ser una manera más sutil.
Amé este libro, es un muy buen libro para adentrarse a la literatura latinoamericana. Isabel Allende es una increíble autora que merece todo el reconocimiento de su trabajo en la literatura. Le daría 4.5 de 5 estrellas a este libro. Una excelente recomendación, y espero que lean la novela.
¿Qué libros latinoamericanos recomiendan? ¿Les interesa leer la novela? ¿Cuántas lecturas han leído en estos 4 meses?
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timriva-blog · 4 months
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Dejemos hablar a Onetti: un recuerdo a treinta años de su muerte
A pesar de su perfil solitario y de la poca o casi nula intención de fama o notoriedad que perseguía, Onetti se convirtió en el referente de una generación de escritores hispanoamericanos que no solo admiraron su obra, sino que, gracias a su ejemplo, marcaron un periodo de ruptura con las viejas tradiciones de la literatura latinoamericana. Escrito por Alejandra Amatto Una imagen persiste en la…
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diarioelpepazo · 6 months
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“Evita le susurró al oído al General Perón: gracias por existir”. Tomás Eloy Martínez (Argentina, 1934-2010). León Magno Montiel. Siempre he sentido especial admiración por los periodistas que crean sus crónicas día a día, y a pesar de la presión de su trabajo y del tráfago de las noticias, con el tiempo logran levantar vuelo hacia la ficción. Celebro a los hombres del diarismo, los que generan notas contra reloj, y que en paralelo, y sólo con la lanza de sus sueños; logran abrir las puertas de la literatura. Es el caso de Gabriel García Márquez, Miguel Otero Silva, Rodolfo Walsh, Arturo Pérez-Reverte, por nombrar sólo algunos. Siempre sentí especial admiración por el gran periodista y narrador de ficción Tomás Eloy Martínez, el tucumano nacido el 16 de julio de 1934, que logró participar en más de 100 periódicos, en algunos como su jefe de redacción, en otros como director-fundador, como es el caso de El Diario de Caracas, inaugurado cuando vivió exiliado en nuestra capital, del año 1975 a 1983. En medio de esa intensa rutina de los diarios, Tomás Eloy creó una respetable obra, con unos 16 títulos, seis novelas exitosas como “La novela de Perón” de 1985 y “Santa Evita” de 1995, la más traducida en la historia argentina, publicada en 36 lenguas: “Al despertar de un desmayo que duró más de tres días, Evita tuvo al fin la certeza de que iba a morir. Se le habían disipado ya las atroces punzadas en el vientre y el cuerpo estaba de nuevo limpio, a solas consigo mismo, en una beatitud sin tiempo y sin lugar. Sólo la idea no le dejaba de doler”. (Martínez, 1995) Él definió su celebérrima novela “Santa Evita” como “el relato de la conversión de un cuerpo muerto, en un cuerpo político”. Tomás Eloy Martínez se licenció en Literatura Española y Latinoamericana en la Universidad de Tucumán, la urbe que fue la cuna de la cantora Mercedes Sosa y de Palito Ortega, voces que pusieron en el mapa artístico a la libérrima San Miguel. En 1970, obtuvo una Maestría en Literatura en la Universidad de París VII, y en esa ciudad trabajó un período como periodista. Tomás Eloy tuvo tres esposas, una de ellas venezolana, la profesora Susana Rotker, valiosa intelectual con la que convivió desde 1975 hasta el 2000, cuando ella muere atropellada por un automóvil en Nueva Jersey, ciudad donde ambos impartían clases en la Universidad de Rutdgers. Allí el autor dictó cátedra mientras Susana era profesora de literatura latinoamericana y directora del posgrado. Fue un momento muy difícil para él, la tragedia casi se traga su propia vida, su obra, el dolor vivido se convirtió en una ausencia prolongada de su pulsión creadora. Tomás Eloy fue profesor distinguido de Rutgers University en Nueva Jersey y director del Programa de Estudios Latinoamericanos de esa universidad por varios años. Su concepto de periodismo es revelador: “El periodismo no es un circo para exhibirse, sino un instrumento para pensar, para crear, para ayudar al hombre en su eterno combate por una vida más digna y menos injusta. Afirmemos, entonces, nuestro derecho a reclamar un mundo que no se parezca a ningún otro, y pongamos nuestra palabra de pie para ayudar a crearlo”. Siempre estuvo ligado a las revistas, a los diarios, era un apasionado de esa forma de comunicar y de vivir, que describió magistralmente en su novela “El vuelo de la reina” de 2002, obra que obtuvo el premio Alfaguara, donde relata la relación obsesiva entre una periodista talentosa, joven y atractiva, y el todopoderoso director de un periódico influyente, una relación marcada por el erotismo, los celos y los excesos del poder, que termina en una gran tragedia: “A eso de las once, como todas las noches, Camargo abre las cortinas de su cuarto en la calle Reconquista, dispone el sillón a un metro de distancia de la ventana para que la penumbra lo proteja y espera a que la mujer entre en su ángulo de mira”. (Martínez, 2002) Tomás fue amigo entrañable del Gabo García Márquez desde 1967, cuando este visitó Argentina
por primera y única vez, para presentar su novela “Cien años de soledad” en su primera edición. Mantuvo una gran amistad con el mexicano Carlos Fuentes, con Augusto Roa Bastos y José Saramago, escritores que alguna vez lamentaron que no le hayan otorgado el Premio “Cervantes”, merecido por su hermosa obra: “Una vez más, el general Juan Perón soñó que caminaba hasta la entrada del Polo Sur y que una jauría de mujeres no lo dejaba pasar. Cuando despertó, tuvo la sensación de no estar en ningún tiempo. Sabía que era el 20 de junio de 1973, pero eso nada significaba. Volaba en un avión que había despegado de Madrid al amanecer del día más largo del año, e iba rumbo a la noche del día más corto, en Buenos Aires. El horóscopo le vaticinaba una adversidad desconocida. ¿De cuál podía tratarse, si ya la única que le faltaba vivir era la deseada adversidad de la muerte?”. (Martínez, 1985) Tomás estuvo luchando los últimos años de su vida con un tumor en el cerebro, aunque nunca paró de escribir, de leer dos libros por semana, de hacer largas caminatas por los alrededores de Highland Park en Nueva Jersey, donde residía. Se sometió a dos fuertes intervenciones quirúrgicas. Finalmente el cáncer se lo llevó el 31 de enero de 2010; en ese momento se encontraba en Buenos Aires rodeado del afecto de sus siete hijos. Ellos ahora dirigen su Fundación TEM para apoyar a jóvenes periodistas. Un año antes de sus muerte, en 2009, resultó premiado con el “Ortega y Gasset” de periodismo a la “Trayectoria Profesional”. Su paisano y colega Martín Caparrós publicó una crónica emotiva, llena de la admiración de un discípulo por el maestro, que finaliza con estas líneas conmovedoras: “Con su sonrisa pícara, con el brillo guasón de sus ojitos claros, y me diría que no he inventado suficiente. Tiene razón, maestro, denos tiempo. Total, por fin, ya no lo apura ningún cierre”. (Caparrós, 2010) Cualquier premio o halago que podamos imaginar, quedó pendiente para reconocer a Tomás Eloy Martínez. Y cada día su obra nos demostrará que es meritoria, y sus libros serán reconocidos como auténticos clásicos del periodismo y de la narrativa hispanoamericana. Yo, en particular, le agradezco los ocho años que dedicó al periodismo en Venezuela, sus enseñanzas y vivencias en nuestra patria. Le agradezco el magistral ensayo que publicó sobre la obra poética de José Antonio Ramos Sucre “Retrato del artista enmascarado”. Durante sus días de exilio en Caracas, Tomás Eloy escribió una de sus obras maestras: “La novela de Perón”. Parafraseando las palabras que el propio Tomás Eloy Martínez creó en su novela de 1995 “Santa Evita” en el capítulo donde Evita y Perón se conocen en el Luna Park el 22 de enero de 1994, y que rockeros, locutores, publicista y cronistas han repetido creyendo que la dijo la Eva Duarte real, lo cual es una falacia, le decimos al maestro de San Miguel de Tucumán: “Gracias por haber existido”. León Magno Montiel @leonmagnom Para recibir en tu celular esta y otras informaciones, únete a nuestras redes sociales, síguenos en Instagram, Twitter y Facebook como @DiarioElPepazo El Pepazo
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paulasilvaaa · 10 months
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Boom Latino Americano
La década de los años 60 y 70 supusieron un gran convulso en Latinoamérica, con movimientos enfrentados como la Revolución Cubana o la dictadura chilena de Pinochet. Esta situación política tuvo su respuesta a nivel literario con el denominado boom latinoamericano, un movimiento que supuso una ruptura e innovación, y situó la literatura latinoamericana como un referente a nivel mundial.
El boom latinoamericano no se considera una corriente cultural ni una generación, sino un fenómeno editorial centrado principalmente en la novela que permitió dar a conocer a autores hispanoamericanos más allá de sus países, convirtiéndose en referentes literarios tanto en la época en la que vivieron como décadas después. Estos escritores, influenciados por los movimientos de vanguardia de Europa, supieron readaptarlos a su realidad cultural, social y política para crear una literatura con unas características propias.
Respecto a la primera obra que marcaría el inicio del boom latinoamericano no existe unanimidad; algunos críticos consideran que es Rayuela (1963) de Julio Cortázar, y otros La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosas, publicada en el mismo año. Otros se remontan a 1959 con Hijo de hombre de Augusto Roa Bastos.
Características del boom latinoamericano Entre las características más destacables del boom latinoamericano, señalar:
Escenarios americanos. La búsqueda de una identidad propia hace que los autores ambienten sus historias en escenarios característicos de sus países, incorporando sus paisajes, mitos, tradiciones… Así, se entremezcla el relato histórico con la ficción, con historias que relatan las condiciones políticas y sociales del momento.
Influencias. La vanguardia europea, de la que surgieron movimientos como el surrealismo (con autores como Andre Breton), el dadaísmo (Tristán Tzara) o el expresionismo (Bertolt Brecht), es una de las influencias de la literatura del boom latinoamericano. Entre los autores hispanoamericanos que también influyeron en este movimiento citar a Rubén Darío, José Martí, Jorge Luis Borges y Juan Rulfo. A ello hay que sumarle el realismo mágico, inaugurado con Cien años de soledad de Gabriel García Márquez (publicado en 1967), en el que realidad y ficción se entremezclan.
Equipo editorial, E. (2023, January 24). Boom Latinoamericano: Origen, Características y Autores. Enciclopedia Humanidades. https://humanidades.com/boom-latinoamericano/
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tvradiomiami · 11 months
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Miami, Florida. –“Un funcionario sin importancia” es la obra del reconocido médico cubano-dominico-americano, Vicente Rodríguez, fundador de la ciudad de Doral, - donde a ocupo posiciones de alto rango para el Condado de Miami Dade - que será puesto en circulación durante un acto privado organizado por el autor de la obra, que se suma a otros libros ya publicados por él, contribuyendo así con la literatura latinoamericana desde los Estados Unidos. “El que de medicina solo sabe, ni de medicina sabe”, enfatiza el prominente médico. El doctor Vicente Rodríguez, define ello, como “una manera cristiana de ocuparse de los demás” y nos relata alguna de ellas en este sugestivo libro y título. Al acto acudirán amigos y relacionados de Rodríguez, incluida gran parte de la comunidad cubanoamericana a la que también ha estado muy vinculado el doctor durante largos años, así como oficiales y autoridades locales, entre otros invitados especiales. La labor social del doctor Vicente Rodríguez, es ampliamente conocida, como tambien su “bendita inquietud por escribir” Entre sus publicaciones anteriores, están: “Experiencia vivida en la pasantía rural médica, 1977” ; “Estudios de filariasis en tres parajes del distrito de Yaguate, San Cristóbal, República Dominicana” y Reporte de los Hospitales de la Frontera de la República Dominicana, 2001”, lo que bien esboza la problemática que es noticia en la actualidad sobre esta situación que data de largo tiempo en términos de salud para la República Dominicana. Sus actividades sociales han sido destacadas por, -entre otras- la Asociación de Médicos Internos de la República Dominicana; American Medical Association (médico retirado), también en el Comité médico del Consejo Mundial de Boxeo, También fue miembro del Cuerpo consular de la República Dominicana en Miami (vice cónsul) durante el gobierno del presidente Hipólito Mejía Domínguez, Consultante Médico en el Comité del ICMD ( Independent Cosmetic Manufacturers and Distributors of USA), Directivo (Board) y fundador de TABA (Tamiami Airport Business Association). Igualmente, entre las instituciones a citar, el doctor Rodríguez, formó parte de Florida Athletic Commission (Comision de Boxeo) y Juez Profesional de MMA y Boxeo, vicepresidente del Junta Asesora de Desarrollo Económico de la Ciudad de Doral, (Vice Chairman City of Doral Economic Development Advisory Board) Southern Christian Leadership Conference (SCLC)  director del Equipo de Colaboración Internacional G-8 y Juez profesional de boxeo, etc. También entre su amplia hoja de vida, se destaca haber sido subdirector de la Asociación Internacional de Protocolo (SAINTER), como subdirector, de la Secretaría de Asuntos Internacionales en Estados Unidos y miembro del Movimiento Mundial Dariano (MMD), son algunas de las prestigiosas entidades de las que ha formado parte ese no solo médico, sino activista social que ha luchado por la defensa de las minorías y de las comunidades hispanas en Estados Unidos, lo que le ha merecido numerosos reconocimientos. https://youtu.be/bPFOb9i2MMc ..
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cchiroque · 1 year
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Cien años de soledad
Gabriel García Márquez
⚔ Esto es Historia
⏬ Des.carga: https://acortar.link/YXIp7T
🌐 https://todoestoeshistoria.wordpress.com/
SOBRE EL LIBRO
Cien años de soledad es una obra maestra que explora la soledad humana a través de generaciones, fusionando lo cotidiano con lo mágico. La magistral pluma de Gabriel García Márquez en «Cien años de soledad» no solo nos introduce en el enigmático mundo de Macondo, sino también en la complejidad de sus personajes⁶.
La novela narra la historia de la peculiar familia Buendía en el pueblo de Macondo. Una aldea fundada por el cabeza de familia, José Arcadio Buendía, y lugar de donde parte la historia. Una historia que se desarrolla a través de las aventuras y desventuras que sufre la familia, generación a generación. Si hay algo que tienen en común los Buendía, es sobre todo la repetición de nombres (Aureliano y José Arcadio) y la afición por el esoterismo².
La novela se divide en veinte capítulos que abarcan más de cien años de historia. En ellos se entrelazan los acontecimientos históricos, políticos, sociales y culturales de América Latina con los sucesos fantásticos y mágicos que ocurren en Macondo y a sus habitantes. La novela está escrita con un estilo fluido, poético y lleno de metáforas e imágenes sugerentes. El autor utiliza el llamado realismo mágico, que consiste en mezclar elementos realistas con otros fantásticos o sobrenaturales, creando así una atmósfera única y fascinante⁴.
La novela es una crítica implícita de la realidad latinoamericana, marcada por la violencia, la corrupción, el colonialismo, el atraso y la dependencia. Al mismo tiempo, es una celebración de la riqueza cultural, la diversidad, la creatividad y la resistencia de los pueblos latinoamericanos. La novela es también una reflexión sobre la identidad, la memoria, el amor, la muerte y la soledad. La soledad es el tema central de la obra, que se manifiesta en los personajes, en el pueblo y en el destino final de la familia Buendía³.
Cien años de soledad es una novela que ha marcado un hito en la literatura universal y que ha sido traducida a más de treinta idiomas. Es considerada una de las obras cumbres del boom latinoamericano y del siglo XX. Es una novela que hay que leer al menos una vez en la vida, para dejarse llevar por su magia y su belleza.
REFERENCIAS
(1) undefined. https://donatexter.com/resenas-de-libros/cien-anos-de-soledad/
(2) Reseña literaria: "Cien años de Soledad", de Gabriel García Márquez. https://carlosbattaglini.es/resena-literaria-cien-anos-soledad-gabriel-garcia-marquez/
(3) Análisis literario de “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez .... https://litanalisis.com/analisis-literario-de-cien-anos-de-soledad-de-gabriel-garcia-marquez/
(4) Reseña de “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez. https://queleerlibros.com/resena-de-cien-anos-de-soledad-de-gabriel-garcia-marquez/
(5) . https://bing.com/search?q=rese%c3%b1a+del+libro+Cien+a%c3%b1os+de+soledad+Gabriel+Garcia+Marquez
(6) Reseña sobre Cien años de Soledad de Gabriel García Márquez por Carmen .... https://ellectorespectador.wordpress.com/2011/10/25/resena-sobre-cien-anos-de-soledad-de-gabriel-garcia-marquez-por-marta-zarza-2%C2%BA-de-bach-a/
(7) undefined. https://www.unprofesor.com/lengua-espanola/cien-anos-de-soledad-resumen-corto-3845.html
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manartu · 1 year
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“Hay una serie de hechos de nuestro pasado que se están repitiendo, con macabra neurosis”
Por Enmanuel Grau   Rafael Dumett ha publicado El camarada Jorge y el Dragón (Penguin,2023), novela de aprendizaje y de aventuras que intenta abarcar en un sólido eje temático la propuesta de varias literaturas. Prevalecen en el libro temas como el racismo, la política, la violencia histórica, entre otras manifestaciones sociales no exclusivas del Perú, sino también latinoamericanas, en un afán…
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Escritoras le hacen la cruz al «boom» literario de mujeres: «Un boom implica desaparición súbita. Esto siempre estuvo»
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La escritora uruguaya Fernanda Trías, recibió el 1 de diciembre de 2021 el importante premio de literatura Sor Juana Inés de la Cruz por su novela Mugre rosa (2020). Al momento de recibir el galardón no solamente agradeció el reconocimiento sino que fue crítica con una pregunta que se repetía en mesas literarias y los medios de comunicación a los que la invitaban: ¿Hay un nuevo boom de literatura latinoamericana liderada por mujeres?
“A las escritoras latinoamericanas se nos pide a diario que hablemos sobre nosotras mismas sobre el hecho ‘inaudito’, aparentemente inimaginable, de que un cuerpo de mujer escriba y de qué, ¡oh, sorpresa!, lo haga bien», criticó Trías.
Artículo publicado el 08 de marzo de 2022 en El Mostrador. 
Revisa el artículo completo en este link
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enelecolombia · 2 years
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