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#lugares imaginarios
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“Al final los dos seguimos con nuestras vidas, y sí, nadie se murió sin el otro, sólo quedaron las canciones, los cafés, las risas, los poemas, los lugares, los recuerdos y ese futuro imaginario en el que tal vez ahí habríamos funcionado”.
Manual para las despedidas.
-Emmanuel Zavala
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analisword · 7 months
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high infidelity (Enzo Vogrincic x Fem! Reader)
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Capítulo 1: https://www.tumblr.com/analisword/742694471701037056/high-infidelity-enzo-vogrinc-x-fem-reader?source=share
Capítulo 2: https://www.tumblr.com/analisword/742809931904925697/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
Capítulo 3: https://www.tumblr.com/analisword/742966287515402240/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
Capítulo 4: https://www.tumblr.com/analisword/743085967194390530/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
Capítulo 5: https://www.tumblr.com/analisword/743445192395423744/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
Capítulo 6: https://www.tumblr.com/analisword/743445481826451456/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
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Capítulo 7:
Alana sintió aquél familiar calor recorrerle la nuca en cuanto escuchó la puerta de la sala cerrarse, usualmente ella y Enzo se intercambiaban mensajes durante el día, él solía invitarle a que tomara cosas del refrigerador si es que ella lo necesitaba y ella le daba ánimos cuando el chico se quejaba una y otra vez sobre tener que sentarse durante horas a que le hicieran el maquillaje para las grabaciones, sin embargo, después de la situación del otro día, Alana se había tomado el fin de semana entero sin pisar el edificio ni poner sus dedos sobre las teclas de la computadora.
Intentó escribir en su propia casa, pero no funcionó. 
No lo veía ni había conversado con él desde aquél día en el que Enzo había besado su cuello, los recuerdos de  aquella noche profanaban su mente más de lo que le gustaría admitir: Antes de dormir, al despertar, en la ducha, de camino al departamento de Enzo, cuando Sebastián la miraba, todo el tiempo. 
Guardó la laptop en su mochila y salió del estudio, se había preguntado cientos de veces durante el fin de semana si su relación con Enzo cambiaría de alguna manera después de lo que había sucedido, lo menos que quería era que su amistad se fracturara, y aunque sabía que no había estado bien la manera en la habían terminado aquella noche, no pensaba dejar de hablarle o escribir en su departamento, claro, siempre y cuando Enzo pensara igual. 
—Hola—Enzo la saludó animosamente en cuanto la vio ingresar a la sala, el peso imaginario que cargaba en sus hombros desapareció del cuerpo de Alana—. ¿Te gusta la comida thai?
—Es mi favorita. 
—Bueno, eso tenemos en común—dijo él acomodando las cajas en la pequeña mesa de la sala, había algo íntimo en comer con Enzo ahí y no en el comedor o en la cocina—. Pero es vegana, obvio—apuntó. 
—Lo supuse. 
Alana se sentó en el suelo y apoyó la espalda en los pies del sillón.
—¿Comes así siempre?
—¿Cómo?—preguntó Enzo con la boca llena de fideos, se veía adorable y Alana rió. 
—Pues aquí, en el suelo—dijo tomando una de las cajas de comida. 
—Eh, usualmente comía afuera después de grabar—dijo él una vez que tragó su comida—. Llevo meses viviendo acá y la primera vez que comí en el departamento fue el día de la pizza—sus mejillas se tornaron rojas, Alana no supo descifrar si era por la información que acababa de brindarle o por recordar aquella noche. 
—No te creo—se burló. 
—¡Es la verdad! Siempre como afuera, se me da fatal cocinar. 
—Bueno, esa ya es otra cosa que tenemos en común. 
—Si viviéramos juntos probablemente moriríamos de hambre. 
—Lo último que he hecho desde que vengo acá es morirme de hambre—replicó Alana mostrando el gigantesco plato lleno de fideos y tofu, Enzo soltó una carcajada. 
Una calidez agradable invadió su pecho, era un alivio que continuaran su amistad justo donde la habían dejado, Enzo no parecía tener intenciones de mencionar lo del beso en el cuello y ella tampoco pensaba hacerlo, estaba bien, podrían vivir del recuerdo. 
—Entonces…—dijo él jugando con su comida—. ¿Cómo te has llevado lo de escribir?
—Genial—respondió—. Te digo que el lugar que preparaste para mí es mágico. 
—¿Me dejás leerlo?—preguntó él con ojos suplicantes, Alana bajó la mirada, se sentía avergonzada, siempre le había dado vergüenza que la gente leyera lo que escribía antes de que fuera publicado, pero por alguna razón con Enzo era diferente, quería que la leyera, saber su opinión.
A veces se sorprendía a ella misma pensando qué pensaría Enzo después de leer ciertas líneas.
—Si quieres—murmuró ella elevando los hombros, queriendo no mostrar mucha importancia. 
—¿De verdad?—gritó emocionado, Alana rió y asintió. 
—Quiero leerlo ahora. 
—¿Ahora? Estamos comiendo—replicó. 
—Y quiero leerlo a papel—alzó las cejas.
—No traje papel. 
—Acá tengo yo, anda, decí que sí. 
—Bueno, está bien—dijo ella tan emocionada como Enzo por la reacción que había tenido—. Pero hasta que terminemos de comer. 
—De acuerdo—resopló. 
Alana lo miró fijamente, nunca se había imaginado lo divertido y espontáneo que era, claro que lo había visto un par de veces en entrevistas o cosas así, pero no tenía idea de la energía que emanaba, la mayor tiempo estaba contenida, Enzo era una persona bastante tranquila, pero podía ser una ola de emociones cuando se le daba la gana. 
—¿Y de qué va?—preguntó él minutos después. 
—¡Enzo!
—¡Sólo quiero saber de qué trata!
—Ya sabes…dragones y esas mierdas—respondió Alana.
—¿Dragones y esas mierdas?—preguntó Enzo riéndose con el mismo tono de voz que ella había empleado. 
—Sí—dijo ella. 
—Bueno, suena bien. 
Después de comer, Enzo se adentró con ella al estudio, abrió el armario y sacó de ahí la impresora. 
—Debí conectarla desde antes que comenzaras a escribir aquí—se regañó a sí mismo, Enzo colocó la impresora en el escritorio y se apartó, dándole oportunidad a Alana de volver a sacar tranquilamente la laptop, conectarla y buscar el archivo del manuscrito. 
—La historia va algo lenta—le advirtió—. Digo, apenas es el inicio, son apenas unas 60 páginas yo creo—dijo ella abriendo el archivo, ¿desde cuándo sus manos habían comenzado a sudar?
—Alana—la nombró con tono apelativo—. Sólo dejáme leerlo. 
—Bueno—dio imprimir y en menos de 2 minutos el pequeño bonche de hojas estaba listo, Enzo estiró la mano para tomarlo, pero Alana lo hizo primero. 
—Damelo, es mío—dijo él. 
—¿Ah sí?
—Sí, dámelo—en un dos por tres se lo arrebató de las manos, era obvio que eso sucedería, Enzo no sólo era más alto y grande que ella, también mucho más ágil. 
—Regrésamelo—replicó Alana, de pronto se sentía muy nerviosa. 
—¿Por qué te ponés así?—dijo él riendo, ahora Enzo tenía el brazo estirado sosteniendo las hojas mientras que Alana saltaba una y otra vez intentando atraparlas. 
—¿Así cómo?—preguntó casi fuera de aire. 
—Toda roja y enojada, parecés perro chihuahua—se carcajeó alzando más el brazo. 
—¡Devuélvelo! ¡Volveré a escribirlo!—gritó. 
Enzo dejó de reír y se llevó las hojas a la espalda. 
—¿Decís eso en serio?
—No…sí. 
—Lana, no tenés que escribirlo de vuelta, estoy seguro que es genial.
—¿Cómo me llamaste?—preguntó Alana con una mano en el pecho, intentando recuperar su respiración. 
—Ay, ya, toma—dijo él devolviendo las hojas—. Si no querés mostrarlo, está bien.
—Me dijiste Lana.
Enzo rodó los ojos y se puso colorado, ¿estaba nervioso?
—Me gusta, es lindo—dijo ella aferrando las hojas en su pecho. 
—Bueno, ya.
—Ten—le entregó las hojas—. Puedes leerlo, pero con una condición. 
—¿Cuál?—preguntó de manera apenas audible. 
—Tienes que ser sincero al respecto, ¿de acuerdo? Si te lo confío es porque pienso que serás honesto conmigo.
—Sos la mejor—dijo él tomando las hojas—. Gracias—antes de que Alana pudiera hacer o decir algo más, el chico depositó un beso en su mejilla y salió del estudio, dejándola hecha un lío. 
                                                             ˖⁺‧₊˚♡˚₊‧⁺˖ 
Alana no recordaba haberse sentido así de feliz desde que se había mudado a Sevilla poco más de dos años atrás, sabía que la responsable de esa felicidad era la paz que la rutina que había establecido desde un par de semanas atrás le brindaba. 
Ella despertaba temprano, se alistaba, desayunaba con Sebastián y se iba directo al departamento de Enzo a escribir durante todo el día, en las noches Enzo volvía de grabar, siempre con deliciosa comida vegana que comían como desesperados, conversaban durante un buen rato, hablaban sobre cualquier cosa, sus respectivas vidas en México y Uruguay, películas, otros libros, sus hermanos y temas banales,  la mayor parte del tiempo lo hacían tirados en el suelo o mientras Alana imprimía lo que había escrito durante el día, Enzo había mantenido su promesa, era completamente transparente con ella y aunque la mayor parte adoraba lo que ella escribía y la llenaba de elogios, también arrugaba la nariz o negaba con la cabeza cuando leía algo que no le parecía, Alana lo cambiaba únicamente si lo creía necesario. 
Cuando se le hacía muy de noche Enzo la llevaba hasta casa,  otras noches, cuando ambos se encontraban muy cansados, ella simplemente se iba por su propia cuenta.
Funcionaban bien juntos, cada vez mejor.
Alana tragó un poco del huevo que Sebastián había preparado y una arcada la sorprendió, tuvo que tomar el vaso de agua y darle un trago rápidamente para intentar borrar el sabor. 
—¿Pasa algo?—preguntó Sebastián al notar su reacción. 
—El huevo sabe mucho a huevo—dijo ella sacando la lengua asqueada.
—Pero qué tontería, si es huevo, obvio sabe a eso—dijo él riendo. 
—Está como más fuerte el sabor, ¿no? ¿los hiciste diferente?—preguntó ella intrigada, desde días atrás los desayunos de Sebastián no le sabían tan bien como antes, se preguntaba si había cambiado algo en su método de preparación. 
—Los hice igual que siempre—dijo él—. Sabes, he notado que has estado comiendo menos, de seguro tienes un bicho en el estómago—dijo apuntándola con el tenedor. 
Alana tragó más agua, era verdad que desayunaba más ligero, no porque quisiera, si no porque la comida en casa ya no le sabía bien, se estaba acostumbrando a la comida del refrigerador de Enzo y a lo que él llevaba de cena. 
¿Y si era eso?
Nunca se había interesado mucho por la comida vegana, pero ahora que la había probado, se daba cuenta que cada que comía algo de origen animal el sabor era demasiado fuerte.
—¿Has pensado ser vegano?—preguntó Alana con curiosidad, Sebastián frunció el ceño al escucharla. 
—Claro que no, es una tontería. 
—Hay comida muy rica—aclaró. 
—Eres la persona menos indicada para decir eso, comes tu carne casi cruda. 
—Hace mucho que no—replicó. 
—Como sea, nunca sería vegano. Y espero que tú tampoco. 
—¿Por qué no?—preguntó. 
—Es malo para la salud, no obtienes los suficientes nutrientes—respondió Sebastián con tono de obviedad para después darle un sorbo a su Coca-Cola. 
Eran las 9 de la mañana. 
—Hay suplementos, para la proteína y eso—dijo Alana jugando con su desayuno, de pronto el apetito se le había ido. 
—Nah, no funciona, ¿de dónde estás sacando esas ideas?—preguntó el confundido. 
Irónicamente, él era mucho más delgado que Enzo, estaba segura que si se hacían uno de esos estudios costosos de composición corporal, Enzo resultaría más sano. 
—Ya, de ningún lado—dijo ella parándose de la mesa—. Gracias por el desayuno. 
—No comiste nada. 
—Como algo en el  camino—es decir, iba a atacar el refrigerador de Enzo. 
Sebastián murmuró algo.
—¿Qué dijiste?
—Nada. 
—¿Qué dijiste? No escuché. 
—Nada, que ya ni los huevos que hago te parecen. 
Alana rodó los ojos, no le apetecía discutir a esa hora de la mañana. 
—Tengo que irme ya. 
—Yo te llevo. 
Alana frunció el ceño, el chico no se había ofrecido en llevarla durante semanas.
—No.
—¿Por qué no?
—Porque he estado yendo sola, no pasa nada—dijo nerviosamente, no quería que Sebastián supiera dónde vivía Enzo. 
—Anda, yo te llevo—insistió. 
—No, está bien—dijo Alana sacando las llaves de su bolsillo y guardándolas en la mochila—. Voy al baño y me voy.
Alana fue al baño y se echó agua en la cara, ¿era hora de contarle a Sebastián dónde había estado escribiendo en realidad? No, seguramente se pondría furioso, no quería ni imaginarlo. 
—Ya que no comiste nada te guardé unas cosas en la mochila—anunció Sebastián claramente dándose por vencido con la idea de llevarla. 
—Vale, gracias—Alana agradeció con una sonrisa fingida y salió de lugar.
Durante el camino a casa se Enzo se estuvo preguntando una y otra vez si era momento de contarle a Sebastián la situación, pero no podía convencerse así misma de hacerlo, sabía que se pondría furioso, tal vez ella no debió de permitir que esto se extendiera tanto sin que él supiera, pero si le hubiera dicho la verdad desde un principio, seguramente Sebastián hubiera hecho un drama, lo menos que quería es que su novio arruinara su amistad con Enzo, se sentía entre la espada y la pared. 
Negó con la cabeza varias veces, más tarde pensaría qué hacer, probablemente incluso lo hablaría con Enzo, Alana abrió la mochila buscando sus llaves, no las encontró. 
Se detuvo en seco, recordando como Sebastián le había dicho que le había echado comida, no había sido capaz de sacarle las llaves del departamento, ¿cierto?
Alana volvió a rebuscar sin obtener éxito, lo único que había en su mochila era su laptop, cargador y los contenedores de comida de Sebastián.
Alana sacó su celular y le marcó rápidamente. 
—¿Qué mierda?—soltó cuando Sebastián contestó. 
—Si quieres las llaves, ven por ellas y yo te llevo hasta la oficina—dijo desde el otro lado de la línea. 
—Estás loco—replicó—. No puedo creer que hayas hecho esto, tuve que tomar un taxi para venir hasta acá.
—¿Por qué no quieres que sepa dónde escribes?
—Porque no es de tu incumbencia, Sebastián.
—Eres mi novia. 
—Y este es mi lugar seguro—se sorprendió a ella misma diciendo. 
—Ven por las llaves. 
—No me las vas a  regresar a menos que te diga dónde queda la oficina, ¿cierto?—preguntó con ira. 
—Me conoces mejor de lo que yo a ti. 
—Pues vete a la mierda—le colgó. 
Apenas lo hizo, como por arte de magia, Enzo le llamó. 
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isacaosme · 9 months
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Se muestra tu mirada perdida
en algún lugar imaginario,
embobada me recreo en tus ojos,
a tientas acaparas mis suspiros
mi vergüenza se disipa,
con un "te amo" distraído.
Yo en mi caos tan imperfecta,
y sin embargo, amor,
sé que es lo que te encanta.
¿Cómo era mi vida sin ti,
cómo era salir al mundo
sin que pintaras mi mañana?
Y con júbilo paseo las pupilas
de un lunar a otro,
después de perderme en ellos
sin encontrar la salida,
extraviada entre tus labios
que intenciones me suspiran.
Es inútil resistirse a tal encanto,
si me haces el amor con tu sonrisa
y ese beso improvisado,
que me come el pintalabios,
pues, esa curva me cautiva
despertando mis sonrojos.
Isabel Fernández ®️
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impmakesart · 3 months
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Memories. The peach tree.
Accompanying text (in spanish) below.
Desde la ventana de nuestra microscópica cocina en nuestra diminuta casa de una habitación lo suficientemente grande para albergar una cama y un televisor, derrama sus hojas el árbol de duraznos de cuyas ramas más bajas cuelgo el caldero de plástico desde el que conjuro a los astros con mis mezclas de flores, azúcar, miel y palabras inventadas a la luz de la luna. Desde la ventana de nuestra pequeña pero infinitamente luminosa y cálida cocina, veo el arbusto de romero, el plátano que se alza, sin fruto, sobre el muro posterior y junto a la pecera vacía que en algún momento fue escenario en una u otra obra. Una línea de adoquín divide mi reino a la mitad, de un lado las tinieblas marcadas por la hilera de plantas de sábila que crecen hasta el filo de los ventanales de la sala, y del otro lado el sol se cuela entre la copa de mi árbol y el fresno que crece junto al gazebo. Soy un caballero que cruza valientemente la división una y otra vez, concentrado en saltar lo más lejos posible sin caer sobre el pasto y la tierra húmeda, luchando con dragones imaginarios y preguntándome si mis pasos no perturban el sueño de los gnomos que seguramente viven bajo el durazno en pequeñas casitas como las que mi madre me muestra en un pesado tomo blanco. Espero que el pastel que dejamos en el marco de la ventana o a la orilla de la puerta sea una buena disculpa por interrumpir sus quehaceres, y sé que lo disfrutan porque en la mañana el pan está frío e insípido, como si hubieran tomado sólo el azúcar y el color de él. Mi reino es basto, es verde, es fresco y libre y me permite correr y tirarme como lagartija a absorber el calor y la luz del sol hasta que la reina de la casa me llame a comer.
El mundo gira, el mundo cambia, la vida pasa y arrebata y regresa y nos deja tambaleándonos con la rapidez de su movimiento. El árbol de durazno ya no existe, mi reino fue cubierto con cemento, la ventana enmarcada en papel de flores clausurada. Pero perdura, aquí, en el centro de mi memoria, fotografía clara y viva a la que algún día habré de regresar, al jardín que algún día cuidaré, al durazno que volveré a plantar en otro lugar, en otro tiempo, bajo la luz de otra luna.
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diamantar · 10 months
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ENCANTADORA
→ Aemond Targaryen x fem!OC
✦ Sinopsis: La Reina compromete a su tercer hijo con una dama de excepcional timidez y éste descubre un nuevo lado en él.
✦ Advertencias: Matrimonio arreglado / Fluff / Sugerente.
✦ Palabras: 1979
✦ Pedido: Si, de Wattpad.
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Primavera fue la estación donde Alicent los presentó, por semanas oyendo que la dama seleccionada para nupcias era excepcionalmente bella, educada y provenía de una respetada familia. Halagos llovían para aquella ignota que solo conocía a través de su madre, quien había sido la única en conocerla cuando él viajó a fortalecer lazos políticos.
La idea del matrimonio no le agradaba como tampoco le disgustaba, ya que desde joven sabía que en algún momento sucedería. De todas maneras, aquella mentalidad lista para asumir las responsabilidades se debilitó una vez que fue deformado por Lucerys Velaryon. En la Fortaleza Roja las damas y caballeros susurraban sobre su apariencia y más de una vez oyó como prometían que nadie podría amarlo, así que la expectativa del rechazo de una mujer que juraban que era hermosa lo incomodaba de sobremanera.
Desde el inicio tuvo la guardia alta, pero los muros cayeron en la primer cena de celebración del compromiso. La femenina era fiel a las descripciones y aquellos ojos que lo miraron expectantes, casi suplicantes de que fuera buena con ella, lo destruyeron por completo. Rápidamente quiso conocerla en profundidad, sin embargo, mantuvo carácter y cordialidad ante las miradas inquisitivas.
En el transcurso de la noche intentó conversar y relacionarse, pero fue en vano al solo recibir respuestas cortas y nerviosas. La idea de ser despreciado generó mal gusto y le torció el estómago, aunque pronto concluyó que su prometida era extremadamente tímida al juntar las obvias señales: mejillas y orejas ruborizadas, mirada gacha y voz temblorosa.
—Oí que tú y tu familia llegaron esta tarde, debes estar cansada, ¿verdad? —insistió ahora que los padres de ambos estaban sumidos en una conversación que no le interesaba.
Con un rostro igual al de un animal acorralado, ella le miró y asintió.
—Si, pero no es problema… Quería verte lo antes posible —sonrió torpe tomando aún más color, sin dudas notándose el esfuerzo de esa confesión.
Aemond contuvo el aliento e intentó descubrir si mentía a pesar de que esas palabras lo entibiaron.
—He oído muy buenas cosas de ti, también deseaba encontrarte en persona.
—N-No hay demasiado en realidad… —negó apenada juntando las manos en el regazo.
—Solo es cuestión de conocernos.
Fiel a esas palabras, el Targaryen tomó acción y procuró que pasaran tiempo en actividades simples para no abrumarla con la intriga que trataba de mantener a raya. Existían días donde no podían encontrarse y sabía que la joven era comprensiva, pero apreciaba que, tanto como él, lamentaba no poder al menos conversar unos minutos.
Las semanas pasaron y ella empezó a acostumbrarse, los titubeos siendo menos frecuentes y logrando mantener contacto visual de forma prolongada. Desayunaban o tomaban el té con Alicent antes de partir a sus propias caminatas, un día enlazando brazos y dando comienzo al contacto físico. Podía sentir la tensión a través de las telas y como los pómulos tomaban color cuando flexionaba los músculos o la acercaba más, así que empezó a hacerlo conscientemente. Verla avergonzada provocaba emociones nuevas en él, hasta el punto donde debía esforzarse en ocultar el deseo que surgía.
Acciones simples como tomarla de la cintura y acomodarle el cabello se convirtieron en caricias en las caderas y roces por el cuello, incluso comenzó a besar su mano en saludos y despedidas. El aroma y suavidad de aquella delicada piel lo alcanzaba en lugares poco usuales, la impaciencia por finalmente estar casados dejándolo asombrado.
—La semana que viene es nuestra boda.
Aemond salió del mundo imaginario y observó la femenina mirar hacia abajo, el tono mortecino denotando que algo le inquietaba.
—¿Posees segundos pensamientos?
—¡En lo absoluto! —saltó veloz con expresión inquieta—. Has sido tan bueno y respetuoso conmigo, jamás consideraría o…
—Lo sé, entiendo —interrumpió al notar que se estaba agitando, la mano libre yendo a acariciarle la mejilla—. Entonces, ¿qué te perturba?
Inspirando profundo y calmándose, ella juntó coraje y tensó el agarre mientras acortaba ligeramente la distancia.
—Temo hacer el ridículo.
La confesión lo divirtió e hizo que sonriera ligero, enseguida ganando el impulso de estrujarla por lo adorable que era.
—Hace dos semanas que comenzamos a practicar la ceremonia, no hay nada que pueda fallar.
—Siempre existe la posibilidad —frunció los labios—. Además lo habrás notado, pero tampoco soy la mejor anfitriona…
—Estaré a tu lado a cada momento así no tendrás que agobiarte con los invitados, haré la charla cuando vengan a darnos sus bendiciones —consoló al tiempo que acariciaba la mano que reposaba en su brazo.
—Gracias —suspiró aliviada, aunque luego lució culpable—. Ojalá pudiera ayudar, mi timidez es un impedimento social desde pequeña.
—Doy fe de que es posible cambiar si quieres —asintió firme pensando que él era la prueba viviente de aquello—. Personalmente pienso que… eres encantadora, pero puedo ayudarte a de a poco ganar nuevas habilidades que te hagan sentir cómoda.
—¿No sería tedioso? —elevó ambas cejas en ligera incredulidad.
—Acompañarte es uno de los pocos placeres que tengo, por lo que extender nuestro tiempo juntos suena maravilloso.
—¿Siempre hablas así? —ocultó el rostro con un breve movimiento de cabeza.
Aemond paró el lento caminar que tenían y deshizo el enganche para inclinarse.
—Solo contigo —prometió antes de besarle el dorso de la mano, casi jurando que podía oír la sangre bullir por la galantería.
Lentamente se alejó y la miró a los ojos, el rubor que tanto adoraba tomando terreno sin ánimos de retroceder. Silencio los reinó mientras la brisa bailaba alrededor, con un cosquilleo apreciando como las pupilas femeninas por un segundo lo miraron a los labios. El Targaryen tensó la mandíbula a causa de la tentación e irguió la espalda indicando que la acompañaría al dormitorio, al despedirse intercambiando vistazos repletos de deseos ocultos.
El día de la boda arribó entre festividades y él no tardó en notar como, su ahora esposa, ocultaba el hecho de que estaba absolutamente abrumada. Sonreía y asentía liberando algunas palabras, pero se hallaba a tope de capacidad y solo podía respirar cuando los cercanos tomaban el control.
—Bailemos y luego quedémonos en la mesa, pronto todo terminará —prometió esperando que aquello la alentara.
—De acuerdo —aceptó mirando alrededor con punzante estrés.
Se movieron al centro de la pista mientras los invitados abrían paso, manos encontrándose y comenzando a moverse al ritmo de la música. La observó y analizó hasta que intentó distraerla, en un punto advirtiendo que ni siquiera sus roces la afectaban por el aturdimiento.
—¿Princesa? —llamó acunando una mejilla, por primera vez usando un apodo cariñoso.
—¿Aemond? —preguntó confundida saliendo del ensimismamiento, por primera vez desde la ceremonia tomando verdadera conciencia del masculino.
Rara vez las bodas era momentos de celebración para los protagonistas, pero el ahogo en ella lo preocupó.
—Nuestro momento aquí ha terminado, retirémonos.
—¿Podemos? —indagó esperanzada amagando a buscar a Alicent por confirmación, pero él la retuvo.
—Somos los festejados pero todos están ebrios y divirtiéndose con los suyos, no nos extrañarán.
Agarrándola de la mano y entrelazando los dedos, abrió camino y la sacó del salón.
—¿Dónde vamos?
—Mi habitación —respondió sabiendo que la propuesta despertaba una nueva inquietud.
Los pasillos se vaciaron por completo a medida que avanzaban por distintas alas, en un punto él agarrando parte del vestido y ayudándola a subir escaleras.
—Nunca estuve en este sector del castillo, será la primera vez que conozca… donde descansas.
—Espero no decepcionarte, mantengo la decoración al mínimo —dijo con fingida calma.
—Lo dudo, eres excepcional.
—Pronto lo descubriremos —tragó con dificultad apretándole la mano.
Frenaron ante una gruesa y oscura puerta, la cual Aemond abrió antes de animarla a ingresar primero. La observó atento y apreció como sus maquillados ojos iban a distintas partes del espacio, intrigados absorbiendo aquel territorio foráneo.
—Es acogedor, disfruto los colores —admitió conforme, inconscientemente jugando con los dedos.
El Targaryen realizó un sonido y acortó la distancia, entonces logrando contacto visual y apreciando los pensamientos del otro.
—Puedes tomar asiento, si quieres —ofreció señalando los dos sillones individuales frente la chimenea.
—Mmm… —inspiró dubitativa y torció fuerte las manos—. ¿Podría pedirte un favor? —preguntó, en un parpadeo ambas orejas quedando en llamas.
—Lo que sea —respondió, un nudo en el estómago comenzando a formarse.
—¿Me ayudarías con la ropa? Han pasado muchas horas y estaría más cómoda con menos encima.
Aemond aguantó la sorpresa y encajó la mandíbula, antes de darse cuenta yendo a posición y trabajando en los botones de encaje. Deshizo uno por uno mientras analizaba el fino trabajo, pero pronto toda la atención fue a ella y la forma en que intentaba no temblar. Admiró el cuello y como los pequeños cabellos se mantenían erizados, al terminar tentativamente tomándola de las caderas y admirando como la piel reaccionaba. Trazó círculos con los pulgares e, incapaz de contener el impulso, se inclinó a besar la nuca cayendo en inmediata embriaguez por el dulce aroma.
—Eres hermosa —ronroneó en el proceso de deslizar las manos al frente.
—¿D-De verdad?
—Absolutamente —confirmó dejando otro beso en la zona y volteándola.
Cuidadoso elevó una mano y la acarició en el rostro, fascinado observando como la piel se pintaba en cada roce.
—Aemond...
—No haremos nada que no quieras —murmuró aferrándose a la poca claridad mental que le quedaba.
Aguardó una respuesta y, para su sorpresa, la femenina se inclinó a besarlo.
—¿Desear que me toques es incorrecto?
El planteo envío un nuevo tipo de emoción y perdió el aliento durante unos segundos, pero con calma liberó cualquier inseguridad.
—Avisa cuando algo esté fuera de límite.
Tomando parte del vestido y bajándolo, la noche de bodas dio comienzo entre movimientos indecisos y nerviosos. Aemond imitó a su esposa e hizo lo mejor posible en mantener la compostura, pero la forma en que respiraban demostraba la aceleración.
Exploró cada sector de piel que revelaba y quemó en la memoria toda reacción, nebulosa llenando la mente ante los sonidos y agarres de la femenina. Recorrió la extensión de la columna y acunó el vientre bajo, donde inspiró profundo ante el gemido que llegó a sus oídos.
—Vamos a la cama —pidió tomándolo por los hombros.
Aemond salió de la embriaguez y asintió llevándola a la comodidad del colchón. Quitó sus propias prendas y se colocó encima, brevemente buscando algún signo de arrepentimiento antes de seguir. El momento parecía irreal, luego de tantos meses de adorar como cada acción los aceraba finalmente su turno de caer había llegado.
Perdido en el momento, fue completamente consciente de lo dicho y hecho cuando bajó del éxtasis. Lanzó el pelo hacia atrás y aligeró el agarre en la cintura femenina, quien, a su vez, se recuperaba del placer. Al verse la realidad de lo acontecido inevitablemente los puso en un ambiente extraño al ninguno ser especialmente experto en cuestiones de sabanas.
��¿Estás bien? —preguntó Aemond rompiendo el silencio.
—Si… ¿Tú? —contestó evitando ahondar en los detalles de lo que experimentaba física y emocionalmente.
—También —asintió en el proceso de analizar como brillaba a la luz del fuego y las velas.
La femenina sonrió y bajó la mirada de manera pensativa, él recorriendo su rostro mientras quitaba cualquier cabello rebelde que pudiera molestarle.
—Desde la cena de presentación has sido gentil y considerado conmigo, incluso esta noche has tomado todas las precauciones por mí, así que… gracias. Estoy feliz de ser tu esposa.
El corazón de Aemond se estrechó y con profundo cariño la besó, el intercambio siendo lento y lejano a la agresividad pasional de hace unos momentos. Definitivamente no era el mejor con las palabras y todo este tiempo vivió de empujarla a reaccionar con supuestas acciones inocentes, pero lo conmovía que hubiera podido ver más allá y notar que realmente deseaba cuidarla.
Sinceramente no importaba ante quien debería arrodillarse para agradecer que el mundo los encontrara, pero la dama que en primavera conoció lo tendría del corazón hasta el último aliento.
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semtituloh · 4 months
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Vía El Señor Corchea
🤎Las yeguas del Apocalipsis: Las dls Fridas, 1987
“Francisco Casas y Pedro Lemebel conforman el dúo Yeguas del Apocalipsis entre 1987 y 1997, en el umbral entre dictadura y posdictadura en Santiago de Chile. Ambos artistas iniciaron en ese período, paralelamente, su trabajo como escritores. Ya desde su nombre, el dúo generó una intervención micropolítica, al poner en juego un modo de enunciación travestido que resignificaba un insulto dirigido a las mujeres y al hacer referencia al VIH-sida como epidemia de fin de siglo. Recurrieron a distintos soportes, como la acción de arte, la 📸fotografía, el video 🎥y la instalación, donde el cuerpo, en intersección con distintas técnicas, fue el lugar privilegiado para producir cruces entre el sida como signo de una época y las huellas de la violencia política dictatorial; entre el imaginario colonial y la subyugación de las minorías sexuales, entre travestismo e iconografía cristiana, entre activismo sexo-disidente y posicionamiento de izquierdas.
A fines de 1989, en el estudio del fotógrafo chileno Pedro Marinello, Francisco Casas y Pedro Lemebel posaron frente a la cámara realizando un tableau vivant del cuadro Las dos Fridas (1939), de la artista mexicana Frida Kahlo. Acuden así a un procedimiento ya descentrado del autorretrato de artista, al citar la imagen especular de una Frida Kahlo que se presenta a sí misma duplicada, desdoblada. De este modo, las Yeguas del Apocalipsis se infiltran en la historia del arte bajo el nombre de otra (Frida), instalando una pequeña crisis en los procesos de identificación (autoral).
Como en la pintura de Frida Kahlo, Casas y Lemebel exhiben dos cuerpos acoplados, envueltos en una visualidad quirúrgica. Cada uno expone un corazón pintado en su pecho, y ambos órganos, uno indemne y el otro abierto, se conectan por una transfusión 🩸sanguínea. En los años de la expansión del VIH-sida, la escenificación de Las dos Fridas por dos artistas homosexuales es también la imagen desafiante de cuerpos marcados como peligrosos y, a la vez, expuestos al peligro frente al pánico que despertaba, en esos años, la circulación descontrolada de los flujos corporales.” Vía website del Malba
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Amor
El amor es una de los sentimientos mas raros que he sentido, incluso más que el miedo o la frustración o incluso la tristeza. Y con la palabra "raro" me refiero a la extrañeza que causa en mi. O tal vez, es que nunca consigo comprender el sentimiento del todo. Con la tristeza es dificil, pero entiendo la diferencia entre la tristeza que se siente cuando terminas una relación, o la tristeza cuando perdes a un ser amado, o la tristeza que te causa no saber quien sos. Son tristezas diferentes, pero las comprendo. En cambio, el amor, es un sentimiento tan amplio, tan distinto y tan diferente entre si. A veces el amor lo encontras en una persona, una pareja, un amigo, una mascota. A veces, está en la sensación de calma cuando miras un atardecer y sentís que todo está en su lugar. A veces, lo encontras cuando te miras en el espejo y en vez de decirte cosas malas, le sonreís al espejo y le decis que se encuentra hermosa/o. Pero algunas veces, el amor transciende todo, el tiempo, el espacio y la historia. Ese es el amor que me sorprende, y me descoloca. A veces pasan años y no hablo con cierta persona, pero recuerdo que esa persona me hizo escribir las palabras de amor más lindas que nadie nunca jamás pudo y sonrió, y siento amor, y me encuentro a mí misma deseando que se encuentre bien y que sea feliz. Otras veces, el amor se mezcla con la tristeza, o la nostalgía o incluso el enojo, y aunque sé que siento amor por las cosas buenas, el sentimiento no es puro al estar inundado de otras emociones negativas, y no sé como sentirme al respecto. Otras veces, el amor que siento se oculta bajo la pregunta sin respuesta de "que hubiera pasado si...". dando rienda suelta a un mundo imaginario creado por mi cabeza en las noches que no puedo concilar el sueño. A veces, el amor llega a mi como recuerdo, cuando piso las calles que pise con personas que ame, o me siento en el mismo banco que me senté con alguien que ame, o cuando veo la misma luz del sol reflejando en las hojas de los arboles y recuerdo las sensación de sentirse amada. Muchas veces, me siento mal conmigo misma, porque la mezcla de amor y recuerdo me hace sentirme juzgada, culpable. En este mundo moderno, todos me dirían que no sé olvidar, que no sé soltar, o que me cuesta dejar atrás a los seres que ame y que amo. Y puede que tengan razón, pero esas voces criticonas en mi cabeza se disipan cuando me habla la voz de la razón, o mejor dicho, del corazón.
¿Cómo puedo desarmar el amor que me construyo sin desarmarme a mí misma en el intento? Todas las personas que ame y me amaron, ayudaron a construir la persona que soy hoy. Así como doy fe que yo les ayude a ellos a construir la persona que son hoy. Fue un intercambio de piezas, a veces no equitativo, pero intercambio de piezas al fin.
Además, me gusta pensar en la idea de que al final de día, no somos más que pedacitos de las personas que amamos. Yo tengo un pedacito de ellos y ellos tienen un pedacito de mi.
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kaos-literario · 6 months
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XLVIII
Antes dije que no creíamos en las fechas que le dan fin a algo, sin embargo, sabíamos que nuestra relacion tenia fecha de caducidad, que la etiqueta fue colocada el mismo dia que tus labios, inapropiados, preguntaron, entre tanto ruido y felicidad, si queria aliarme a ti, en eternidad.
Accedí, con esperanza, con ilusión, poniéndole nombre a nuestro hijos imaginarios, creando viajes sin retorno, y, a pesar de los brillos luminosos en nuestro hombros, la muerte no tuvo otra opción, sin sangre, y sin herida, me llevaron de urgencias al hospital, para buscar con desesperación el lugar de perforación, al no haber herida, al no encontrar de donde provenía el dolor, tuvieron que gritar, con fuerza y decepción, la hora de mi muerte.
A ti poco te miraron, estando de pie al final de la camilla, mi cuerpo ya tapado con una sabana fina, y tu, con la mano repleta de sangre, y mentiras.
Sostenías con fuerza, el arma homicida, nadie había llamado a la policía, nadie accedió a contemplarte como un acusado, y fue tu belleza, la que impacto, para que no se dieran cuenta, que a la fecha de caducidad, la pusiste vos.
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a--z--u--l · 1 year
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El problema con las expectativas es que son lugares bonitos para quedarse, pero son imaginarios.
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jartita-me-teneis · 28 days
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@SimyBenarroch UNA CARTA A LA REINA RANIA
El sábado pasado, la reina Rania de Jordania escribió un artículo titulado Gaza: una distopía moderna en el diario brasileño O Estado de S. Paulo. Uno de los principales oncólogos de Brasil, el Dr. Sergio Simón, radicado en São Paulo, respondió con una carta a la reina Rania de Jordania: Su Majestad la Reina Rania al Abdullah de Jordania Amman, Jordania
Vivo en Brasil, un país alejado de tu hermosa Jordania, que nunca he visitado. Sin embargo, como médico judío con un profundo interés en los trágicos acontecimientos de Oriente Medio, me alegró leer su columna de hoy en O Estado de Sao Paulo, uno de los principales periódicos de Brasil. En tu conmovedor artículo nos hablas de la distopía, un lugar imaginario donde la gente vive en la mayor desgracia y sufrimiento. Y usted menciona que Gaza no es sólo una distopía sino una realidad en nuestros días, quizás el lugar más trágico de la Tierra en la actualidad. No podría estar más de acuerdo con Su Majestad. Cualquier persona razonable en el mundo se ha sentido profundamente conmovida por las escenas de sufrimiento humano vistas en la televisión estos últimos días. Y - como bien señala Su Majestad - 1,8 millones de personas viven bajo asedio, rodeadas de enemigos, viendo sus casas y efectos personales destruidos en esta batalla sin sentido. Según Su Majestad, cada habitante de Gaza sólo quiere lo que todos queremos: una vida normal, ¡nada más y nada menos! Usted pide que la gente actúe y reaccione, que ayude a salvar al pueblo de Gaza y que haga donaciones a la UNRWA.
Su Majestad no puede recordar los siguientes hechos, ya que ocurrieron pocos días después de que usted naciera en agosto de 1970 en Kuwait. En ese momento, el rey Hussein de Jordania (que Allah bendiga su memoria), que se convertiría en su suegro, inició una de las batallas más sangrientas contra el pueblo palestino en lo que se conocería como el “Septiembre Negro”. Estaba firmemente decidido a no permitir que la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), bajo el liderazgo de Yasser Arafat, se hiciera cargo del gobierno de Jordania o incluso del gobierno de la Margen Izquierda. Y probablemente tenía razón, ya que esto habría amenazado la autonomía del Reino Hachemita. Su suegro, con la leal ayuda de las Fuerzas Armadas jordanas, mató a miles de refugiados palestinos a punta de pistola. No fue una guerra larga: terminó en julio de 1971, pocos días antes de su primera fiesta de cumpleaños en Kuwait. Pero según Yasser Arafat, cerca de 20.000 palestinos fueron asesinados durante el Septiembre Negro. Otras organizaciones palestinas, como el Frente Popular para la Liberación de Palestina de George Habash y el Frente Democrático para la Liberación de Palestina de Nayef Hawatmeh, cuestionaron abiertamente la legitimidad de la monarquía de su suegro y participaron igualmente en la lucha.
Y ustedes se preguntarán –con razón– “¿Cómo es que había refugiados palestinos en Jordania en 1970, si habían abandonado Israel en 1948? Veintidós años después seguían siendo “refugiados”. Sí, Su Majestad la Reina Rania, el Rey Hussein bin Talal, su suegro de bendita memoria, siempre mantuvo a los palestinos desplazados en campos de concentración, como lo hicieron todos los demás países árabes de la época. En lugar de absorberlos en la sociedad jordana, los mantuvieron en condiciones inhumanas en campos de concentración para presionar a Israel y las Naciones Unidas. Nadie quería que se resolviera el “problema” de Palestina. ¡Oh, por supuesto que también estaban los refugiados judíos de los países árabes! Cientos de miles de judíos tuvieron que huir de Egipto, Líbano, Siria, Irak, Argelia, Túnez, Yemen y Marruecos sin nada, dejando atrás todas sus pertenencias y propiedades… Pero Israel no los metió en campos. Fueron fácilmente absorbidos por la sociedad israelí y hoy, una o dos generaciones después, son abogados, médicos, profesores y profesores universitarios en Israel. Ya no existe el problema …. 1/2
….Ya no existe el problema de los “refugiados judíos”. Esto podría haber sucedido con los palestinos pobres si el rey Hussein en Jordania, Gamal Abdel Nasser en Egipto y Shukri al-Kwatli y Hafez al-Assad en Siria hubieran hecho lo mismo.
Entonces, Su Majestad, pensé que debería saber que su Reino de Jordania ha desempeñado un papel importante en la creación de la situación en Gaza, donde los terroristas de Hamás lanzan miles de cohetes sobre los civiles israelíes y luego utilizan a niños y mujeres palestinos como escudos. – un monstruoso crimen de guerra. Incluso las escuelas de la UNRWA, para las cuales Su Majestad está recaudando fondos, han sido utilizadas como escondites para bombas y cohetes (lo dijo Ban Ki-moon, el Secretario General de la ONU. Y yo le creo).
Pero Su Majestad, como Reina de Jordania, tiene la oportunidad de contribuir significativamente a resolver esta situación tan grave. Por favor, dígale a su marido, el Rey Abdullah II de Jordania (que Allah le bendiga) que convenza a los líderes árabes de resolver el problema palestino. lo antes posible. Deberían absorber a los palestinos en sus sociedades; deberían reconocer a Israel como un Estado y hacer las paces con él (¿sitios religiosos? Israel daría a todos acceso libre e inmediato, estoy seguro; ¿compensación por la pérdida de propiedad? Esto se puede resolver fácilmente, también estoy seguro); deberían dejar de educar a sus hijos para que odien a los judíos; deberían aceptar la igualdad para las mujeres y para todas las minorías y religiones. ¡Fácil! ¡Tan sencillo como eso!
Así que esta noche, Reina Rania, cuando le preguntes al espejo mágico: "Espejo, espejo en la pared, ¿quién es la más bella de todas?" el espejo responderá “Tú, mi Reina, eres la más bella de todas. Justo no sólo por la belleza que Allah te derramó, sino también por ser justo con todas las partes”.
¡Que Allah conceda a Su Majestad mucha salud y felicidad! Sergio Simon Sao Paulo, Brasil 2/2
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desertic-a · 1 year
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"Al final los dos seguimos con nuestras vidas, y sí, nadie se murió sin el otro, sólo quedaron las canciones, los cafés, las risas, los poemas, los lugares, los recuerdos y ese futuro imaginario en el que tal vez ahí habríamos funcionado".
-Emmanuel Zavala
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caostalgia · 2 years
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"Espejismos"
Mi problema no es mí espejismo, mí problema no fuí yo, mi problemas fueron las circunstancias en las que viví, no merecía todo por lo que he pasado, necesitaba protección, necesitaba comprensión, necesitaba que la vida no me hiciera creer que todo lo bueno que me pasa no lo merezco, me odio pero al mismo tiempo odio odiarme, no tener lo que quieres y lo que mereces en el momento que se debe, hace que con el pasar de los tiempo te des cuenta de todas las piezas faltante que hay en tú alma, que intentas conectar con lo profundo de tus recuerdos ¿Pero qué sucede?, ¿Porqué no te sientes como los demás?, obvio que no podemos pedir la felicidad del otro porque hay personas que en su interior llevan el alma rota, atraviesan un infierno del cual intentan escapar demostrando la sonrisa más deshonesta. A una corta edad lo que pedimos es llorar porque tropezamos de tanto correr, jugar con nuestros juguetes, vivir en nuestro mundo imaginario, llegar a nuestro lugar felíz, no todos tenemos la misma oportunidad de tener la infancia de ensueño, nos toca reconocer que la realidad es otra y es tan relativa y cruel que nos vuelve otros, nos trae espejismos de nosotros, de lo que siempre quisimos, no saben lo terrible que es ver qué no basta con lo que pasas de niño sino viene otra etapa peor, dónde literalmente crees que la eutanasia se vuelve la mejor salida, se vuelve como una necesidad, aquella ganas de morir dejando todo ese vacío, ¿Qué es lo que no nos permite acabar con nosotros? el miedo a pensar que seguiremos vacío aún en otra vida. Tenemos tantas ansias de morir para olvidar todo lo malo que es la vida, ¿Porqué no puedo tener una linda etapa en mí vida? apenas entrando en una nueva, me consigo llenas de inseguridades, veo miles de defectos en mí, llega la discordia, llega el nuevo dolor producidos por personas que habían llegado ser importante para mí, ¿Porqué no me puedo amar? es como una enfermedad no causada por mí, no quiero morir porque en realidad no es lo que deseo, deseo que mueran todos momentos que he vivido, somos tan jóvenes y con ganas de acabar con todo.
— The Ghoust; Una alma desahogada.
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jorgema · 1 year
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La odisea de un latido en otra alma: una búsqueda trascendental del divino gesto de conectar
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Todos vagamos en este mundo como almas en búsqueda, ansiosos por encontrar una conexión tan profunda como el mar y tan significativa como un cielo estrellado en primavera. Fantaseamos con la dulce ingenuidad de un niño, con poder enlazarnos completamente a un alma, unir nuestra respiración a los latidos de alguien más, anudar nuestra mente a los sueños de otro ser. Con enlazar las miradas y fundirnos en un abrazo que sacuda la realidad que nos cobija, con vincular las sonrisas al son de una alegría y de ligar nuestras lágrimas en la profundidad de una compañía honesta. 
Esta búsqueda trascendental se da en cada lugar del mundo e incluso en cada rincón que el arte hace suyo; la buscamos en un poema o en una dulce canción, al vivir a través de un libro o presenciar el acto mismo de conexión en una película o ese imaginario lugar llamado teatro. Todo con el fin de sentir, de convivir y sobrevivir a eso que llamamos vida.
En muchas ocasiones, luchamos con nuestra propia razón para que ella no caiga presa también de este hermoso, pero infame instinto, pues el corazón ha caído redondo y sin esfuerzo ante él, sigue buscando sin descanso lo que necesita gritos y calla en profundo silencio. Lo que a veces nos lleva a que nuestro bienestar emocional este a «espada de Damocles», pues pende de un hilo, uno que sostiene en alto una espada sobre su cabeza.
Bendito aquel que ha logrado esa hermosa conexión humana, que la cultiva a profundidad y que ha creado un vínculo significativo. Que sabe la dicha que tiene, pero también comprende la gran responsabilidad que posee. Que no la da por sentado, pues ve más allá de este momento fugaz. Que decide amar cada día al despertar y teme con reverencia y honor, perder tal presea por culpa de una incoherencia o ego desmedido.
En resumen, todos buscamos conectar, todos necesitamos estar, y todos soñamos con poder provocar y accionar ese hermoso gesto de divinidad, conectar más allá de nuestra propia oscuridad.
— Contemplación Poética 02 || @jorgema
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sinfonia-relativa · 2 years
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Consejo
Busca un lugar, sea físico o imaginario, donde te sientas en casa
Y luego ahí
Pregúntale al dueño de tu hogar
Alguna pregunta importante
Y esa será la mejor respuesta
Ya que la encuentras dentro de ti,
protegido
Belle 𖥸
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moonandsun-200days · 2 months
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Érase una vez, en las lejanías de una vieja y hermosa ciudad, montañas se alzaban como grandes monstruos a su alrededor, con la cobija de su esplendor y la frialdad de las caricias de un viento revoloteando, ocultando el olor metálico que desprendía de cada poro de aquella criatura que caminaba pisando las viejas raíces; flores pegadas a una espada y rotas alas se habían marchitado tiempo atrás, sin poder ocultar las heridas profundas.
Pasos lentos pero firmes, una mirada fija pero perdida en el basto universo frente a la criatura. Las heridas una vez más se encontraban abiertas (o, mejor dicho, nunca antes sanadas), dejando un camino carmesí imaginario bajo sus pies; había estado sufriendo en el aterrador silencio, oculto bajo el brillo de sus alas que, aún mallugadas solían brillar bajo los rayos de sol. ¿Algún día alguien se daría cuenta de todo el dolor bajo sus hombros? Uno que parecía arrancar su piel y desterrar con el tiempo su corazón para dejar un lugar frío y vacío. El cansancio en cada paso hacía tomarse largas pausas, exhausto de su propio aliento y del escozor en su pecho. Pensaba que si podía seguir colocando una máscara en su rostro mientras el vendaje se incrustaba en su piel, algún día, ese olor y dolor dejarían de ser parte de su propia piel.
El deseo ardiente de su pecho era tan doloroso como cada intento de avanzar con aquellos pies cansados, y mientras pensaba en ello con sus alas ancladas al suelo, a la lejanía los brillantes colores de una flor reclamaron su atención. Incluso en la distancia, podía notar la seda de los hermosos pétalos que, aún manchados de lluvias pasadas, su belleza yacía con firmeza. Los últimos alientos de fuerza fueron dados, caminando hasta encontrarse con aquella flor que, en su soledad, brillaba como ninguna otra. La admiración fue palpable e inerte, así como sus dedos que se reprimieron a deslizarse por la tersa piel de la flor, con el miedo de apagar el brillo con su propia sangre.
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«Temo que pueda mancharte. No quiero que quedes con el olor que llevo conmigo al tocarte.»
Detenido bajo la misma fuerza con la que sus pies lo mantenían en píe, la pequeña hada decidió sentarse a su lado. Una mirada cómplice y llena de curiosidad deseaba poder recorrerla para limpiar aquella suciedad; por un momento pensó que, incluso si fuera necesario, la limpiaría con sus propias lágrimas para poder apreciar los colores ocultos bajo el barro y el tiempo.
Los días pasaban, pero el hada había aprendido el camino que llegaba hacia esa hermosa flor; la certeza de que, después de un día agotador, incluso aún con el olor a sangre inundando sus fosas nasales, estaría ahí, con la belleza inmaculada y la tranquilidad regalada en cada espacio de su cuerpo. No importaba que tan encarnada estuviera la venda, por primera vez en su vida podía sentir que valía la pena si al final del día podía ser admirador de una belleza que, incluso entre sus sueños, era difícil de proyectar.
La luna como testigo de esos ojos negros admirando la flor que danzaba bajo el beso suave del mar de estrellas, y todo aquel que pudiera ver tal escena podría asegurar que dentro de esas piedras negras con las que admiraba la delicadeza de aquella flor se extendía un firmamento, en el que solo la hada y la flor eran abrazados. Días y noches pasando, y la profundidad de ello era más evidente; incluso la propia hada podía olvidar el sabor de la sangre fresca en su boca y sumergirse en la fragancia que desprendía su pequeña compañera, descansando por fin.
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raulmartinetto · 3 months
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La obra del fotógrafo Raúl Martinetto (Caracas, 1966) tiene una importante impronta neoplatónica. En efecto, los tópicos abordados por este artista se refieren primordialmente a las expresiones concretas de un cuerpo imaginario atemporal en el mundo fenoménico. Su propuesta está plena de una profunda religiosidad en la que abundan monumentos funerarios, así como imágenes de figuras sagradas. Aquí el canon, sin lugar a dudas, está inscrito en un neoclasicismo excelso.
Y es que la meticulosidad con la que este creador aborda las representaciones mundanas de lo sagrado posee una elegancia única. Asimismo, la simbología de los espacios, en clara alusión a lo efímero que es la vida per se, está en primer plano en esta propuesta. No son casuales, entonces, las alusiones de este trabajo a aquellas representaciones que ponen en relevancia el carácter de lo transitorio, de la memoria y del olvido.
Un poco para contextualizar, recordemos de manera superficial y con un lenguaje muy poco ortodoxo de modo de facilitar su comprensión el hecho de que para los neoplatónicos hay tres instancias de realidad: un Mundo de la Idea o lo Uno, un mundo inteligible o Nous y el Mundo Sensible. La primera es una entidad abstracta que genera el resto de la realidad y que a la vez se autogenera. El Nous se referiría en este caso a la inteligencia, a las ciencias exactas y al lenguaje, entre otras cosas. Esta instancia es generada por la primera y a su vez genera al mundo sensible que es la realidad que percibimos aquí y ahora. De manera pues que el mundo que vemos no es más que un mundo de lo aparente y que solo vendría a ser una copia de una copia de lo real que es la idea.
Hay un aspecto, no obstante, en donde este constructo filosófico se entrecruza con el discurso religioso, en particular el discurso de la ecclesia. Así, el Mundo de la Idea sería análogo al Dios Padre, el Nous al Espíritu Santo y el Mundo Sensible sería una analogía del Cristo o el Dios hecho carne. Justamente la mirada última de Raúl Martinetto apunta hacia lo que hay detrás de la imagen sagrada o del monumento funerario, que en este caso son representación temporal de un algo que es eterno. Asimismo, en su obra hay una preocupación sustancial por lo referido a lo efímero. Aquí el artista percibe una realidad que muta y que desaparece, pero cuya coherencia se afirma sobre lo que no cambia, esto es la idea. El artista deviene entonces en un pasajero del tiempo vertiginoso, del tiempo que lo desdibuja todo.
Basado en este discurso, es obvia la razón por la cual este fotógrafo comulga con el neoclasicismo como impronta. Adicionalmente, el uso del blanco y negro le da un carácter más frío y alejado de las tribulaciones mundanas a sus representaciones. La fotografía de este autor es una que se da desde la contemplación y que responde a un profundo misticismo. En él se observa con claridad, no solo una reflexión profunda en torno al fenómeno estético, sino en relación con la vivencia misma. En él se da un oficio que surge de lo cotidiano, del quehacer que responde a inquietudes filosóficas, religiosas y existenciales.
Hace ya alrededor de 35 años desde que conocí a Raúl por la época del colegio, desde entonces pude notar en él a una personalidad de gran riqueza volcada hacia lo interior y con una profunda vinculación con el hecho estético. Han sido muchos los eventos desde esa época y la trayectoria de este fotógrafo ha sido exuberante, habiendo participado en una cantidad importante de muestras, tanto individuales como colectivas. Recientemente el trabajo de Raúl ha sido expuesto en la Jorge Hulian Gallery de Miami con una muestra titulada Puntos de fuga. De esta forma, este artista es otro venezolano cuyo trabajo trasciende fronteras y cuyo abordaje se da desde una gran meticulosidad estilística.
Asistimos con este texto en torno a Raúl Martinetto a la vida y obra de un artista cuyo trabajo está apegado a la rigurosidad del oficio y al quehacer que responde a cuestionamientos intelectuales. En él se concreta la pulcritud formal y una propuesta estética de una depuración excelsa.
Jose Antonio Parra. Junio 2016
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