Tumgik
#párpado
copomipics · 1 year
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Ojo con ojos.
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villings · 2 years
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Cae el párpado denso... Las palmeras reiniciaron su juego para estar durmiendo.
"Verano" / Matilde Alba Swann
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leregirenga · 6 months
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¿Sabes?
Ella es de sueños en la piel y de mariposas en la cabeza, de ilusiones en los párpados de los ojos y de flores en el pensamiento. Es mi chica ideal, la mujer de mis ensueños, y la musa de mis ideas más descabelladas.
La llevo a todas partes conmigo porque además, tiene la magia para volar, para levitar y levantarme del suelo, abordar aviones con destino a la felicidad o prestarme sus alas para sobrevolar el cielo.
Ella es así; algo loca, deschavetada, hermosa, inusual, única y por ser ella, la amo como a ninguna otra mujer he amado en mi loca vida.
Leregi Renga
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lapazdelmar · 5 months
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¿Me quieres? ¿Me piensas? ¿Te falto?
Solo son unas preguntas al borde del vacío cuando en mitad de la noche mi corazon te llama, mi cuerpo te necesita y los suaves párpados que guardan mi mirada…te besan, es el equilibrio de sujetar un corazón entre dos.
Un beso con amor
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yukalipaginaliteraria · 7 months
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TELÉGRAFO, Autor: Federico García Lorca
YUKALI PROPONE... TELÉGRAFO, Federico García Lorca
    Anoche bebí vino blanco y, claro, pasa lo que pasa, sueñas con la voz de los poetas. Si el caldo es blanco, sueñas con lo más reciente; si es rosado, pongamos que sueñas con lo que te sucedió por la tarde; y si es tinto, sueñas con lo acontecido por la mañana. Definitivo es, para la nitidez onírica, que el fruto de la vid se libe bajo la conjugación de ciertas estrellas. La cantidad y calidad…
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musicadefondo · 3 months
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elberbiqui · 1 year
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5 razones por la que tiembla el párpado y cuándo deberías preocuparte
Cuando sentimos que nuestro ojo se contrae, generalmente es uno de sus párpados, debido a la contracción involuntaria del músculo orbicularis oculi, que es responsable de abrir y cerrar los párpados. Este fenómeno relativamente inofensivo, es extremadamente común y generalmente se resuelve por sí solo sin tratamiento. Sin embargo, debe consultar a un médico si sus ojos comienzan a enrojecerse,…
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sehajmal · 2 years
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Cirugía de párpado
Cirugía de párpado Cirugía de párpados | La cirugía plástica es una de las operaciones que se ha vuelto muy popular hoy en día, especialmente entre las mujeres, ya que rara vez encontramos a una persona famosa o conocida que haya realizado una serie de operaciones estéticas como rinoplastia , sonrisa de Hollywood , estiramiento facial, aumento de labios. y cirugía de párpados. Por ello, en este…
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deepinsideyourbeing · 30 days
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Rum on a Fire - Enzo Vogrincic
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+18! Dom!Enzo, biting, choking, creampie, dacrifilia, daddy kink, dirty talk, face sitting, fingering, sexo oral, sexo sin protección, size kink/size difference, spanking (sólo una vez), edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
El aroma del café persiste en la habitación, pero Enzo sólo percibe la fragancia de tu perfume y la sensación de tus dedos en su cabello. No tiene idea de cuánto tiempo lleva recostado en tu regazo, sólo sabe que está agotado y disfruta demasiado de tus caricias como para abandonar su lugar.
-¿De dónde sacaste las flores?
-De una maceta- contestás, como si no fuera más que obvio.
Emite un sonido de desaprobación y recordás la charla sobre no cortar flores ajenas, pero no dice nada más. Cuando cierra los ojos te deleitás con la imagen de sus pestañas oscuras y largas rozando su piel, la curva de su nariz y sus labios, que probablemente conservan el sabor del café y de su alfajor favorito.
Tus dedos comienzan a descender, delinean el puente de su nariz y la definida línea de su mandíbula para luego capturar su mentón con tu mano y acariciar su labio inferior con tu pulgar. Hace amague de morderte y el sonido que acompaña el gesto es enternecedor, pero sus movimientos letárgicos te permiten reaccionar a tiempo y escapar del juego que tanto adora.
Planta un beso en tu muslo, su mejilla reposando sobre este, y sentís la forma en que su mano acaricia tu piel con un toque casi imperceptible. Las yemas de sus dedos te provocan escalofríos y Enzo disfruta sentir que te estremecés, incluso si su intención sólo era mimarte para retribuir un poco de la atención que le brindás.
-Te extrañé- otro beso-. Mucho.
-Yo también te extrañé mucho.
Te dirige una mirada un tanto ambigua, en sus ojos una mezcla de timidez y algo más... Es algo oscuro, para nada inocente y con implicaciones que conocés a la perfección. Sus dedos se acercan más y más al interior sensible de tu muslo mientras deposita besos húmedos sobre tu pierna, sus dientes te rozan como una sutil amenaza y sus párpados se cierran por cuenta propia cuando comienza a sentirse embriagado de tu ser.
-¿Mucho…?- arquea una ceja. Contestás con un suspiro y sonríe contra tu piel.
Cada vez más desesperado, Enzo deja que sus dulces mimos se conviertan en un enérgico masaje y te provoca frotando tu ropa interior de manera superficial. Siente tu respiración acelerándose y la creciente inquietud que te generan sus acciones le fascina, pero no tanto como los gemidos que escapan de tu boca una vez que captura tu piel entre sus dientes y muerde con fuerza suficiente para dejar una huella.
Vuelve a besarte con suavidad, como si eso aliviara de alguna forma el incendio que provocó, y esta vez sus dedos presionan contra la tela ya humedecida que cubre tu intimidad. Suspira y alza la vista para encontrarse con que estás mordiéndote el labio y tus ojos están cerrados en un vano intento de contenerte, el control sobre tu cuerpo desvaneciéndose cada vez que su respiración cálida te golpea.
Enzo adora verte en tal estado, pero adora más saber que él es el único responsable.
Se reincorpora y te deja sobre su regazo sin esfuerzo alguno, la sorpresa robándote un pequeño grito y una risa. Sus manos encuentran su lugar debajo de la camiseta que tenés puesta para masajear tu cadera, tu cintura y tus costillas, donde dejan una sensación de cosquilleo. Te retorcés por el nerviosismo, al igual que cada vez que Enzo decide hacerte cosquillas, pero el movimiento sólo hace que tu centro entre en contacto con el bulto que deja ver su ropa interior.
 Suspira y sus dedos se cierran sobre tu muñeca.
-Mirá cómo me ponés- coloca tu mano sobre su miembro cubierto, haciéndote gemir-. ¿Te gusta…?
-Mucho- confesás, tus dedos tirando de la cintura elástica de la prenda con anhelo.
-Mostrame entonces.
No perdés tiempo y liberás su miembro ardiente, tus dedos rozándolo con delicadeza antes de cerrarse sobre su extensión y comenzar a masturbarlo; Enzo inspira profundamente y cuando echa la cabeza hacia atrás un sonido gutural llega a tus oídos, acompañado por la imagen de una gota de líquido preseminal brillando en su punta y sus uñas casi enterrándose en tu cadera.
Continuás con los mismos movimientos, acariciás la punta con tu pulgar y te deleitás con las expresiones que se apoderan de su rostro y los sonidos involuntarios que emite ante tus caricias. Sentís sus manos sobre todo tu cuerpo, ansioso por más, por lo que decidís recostarte entre sus piernas y besar sus muslos y su cadera mientras trabajás para llevarlo hacia el borde del orgasmo.
Tu lengua recorre su miembro desde la base hasta su punta goteante y roja, tus labios cerrándose sobre esta mientras mantenés contacto visual con Enzo para poder ver la forma en que su rostro se transforma. Se muerde el labio y frunce el ceño, casi como si estuviera enojado, pero sus pupilas dilatadas y el brillo en sus ojos hacen que sus emociones sean más que evidentes para vos.
Una vez que comenzás a moverte, sus caderas reaccionan de manera automática y Enzo toma el control inconscientemente. Tus ojos se llenan de lágrimas debido a los reiterados golpes en el interior de tu boca y sus dedos tirando de tu cabello, uno que otro gemido dejándolo al ver la dificultad con que tomás sólo la mitad de su miembro en tu boca y cuán pequeña te ves entre sus piernas. Sólo cuando sus músculos se tensan decide liberarte, el hilo de saliva manchando tu mentón haciendo que se replantee su decisión.
Se deshace de su ropa y palmea su pecho tonificado con la clara intención de hacerte saber lo que quiere, pero te negás a causa de la vergüenza. Acorta la distancia entre ambos, una expresión preocupada en su rostro, y limpia con sus dedos el rastro de una lágrima.
-¿No querés...?                                                              
-Sí, quiero, pero…- tu voz se desvanece, pero Enzo ya sabe lo que ibas a decir.
Es consciente de lo mucho que te avergüenza tal posición, pero sabe que se debe más a la vulnerabilidad en la que te pondría dicha situación y no a la forma en que puedas verte ante sus ojos... También sabe que te encanta estar completamente a su merced, sometida a sus deseos y cediendo el control hasta ser un mar de lágrimas y súplicas.
-¿Color?- sus nudillos acarician tu mandíbula.
-Verde.
Te dedica una sonrisa antes de quitarte la ropa interior y moverte con facilidad para posicionarte sobre su rostro, sus manos acariciando tu cadera y sus labios depositando pequeños besos que alternan con mordidas inofensivas en tus piernas. Tomás aire y dejás caer un poco de tu peso, la calidez de su boca envolviéndote de inmediato y haciéndote gemir.
Estás completamente mojada y Enzo adora sentir tu esencia manchando sus labios y su lengua, que acaricia tus pliegues de manera experta hasta hacerte lloriquear. Disfruta la forma en que tus muslos suaves lo arropan y siente que podría morir al ver que tus dedos se cierran sobre tus pezones, notorios debido al color y la tela de tu camiseta. Sus labios se cierran sobre tu clítoris y succiona con fuerza, ganándose un grito ahogado de tu parte y confirmando que adoraría morir de esta forma.
Sus manos encuentran tu cadera y te fuerza a dejar caer todo tu peso sobre él, sus dientes rozando peligrosamente tu centro mientras continúa asaltándote con su lengua. Tus gemidos aumentan en volúmen, cada vez más constantes, y un hilo de palabras sin sentido surge de tus labios; logra distinguir su nombre y varias súplicas, pero el resto es un confuso producto de lo que el placer provoca en tu mente.
Te lleva al orgasmo sólo con su lengua y los sonidos obscenos que esta produce en contacto con tus pliegues y la humedad provocada por tu excitación. Recobrás un poco de fuerzas y te separás de su boca -un tanto sobre estimulada por sus labios que continúan besándote en todos los lugares posibles-, el brillo de tu liberación adornando su piel y una mueca de satisfacción u orgullo apoderándose de su rostro.
-Me encantás- da un beso a tu muslo-. ¿Puedo seguir...?
Te ayuda a recostarte y te sentís en trance al ver cómo pasa una mano por su cabello despeinado, tus ojos vidriosos siguiendo cada uno de sus movimientos hasta que se posiciona a tu lado y captura tus labios. El beso se torna intenso y su mano cerrándose sobre tu cuello no ayuda a calmar la sensación ardiente entre tus piernas, que sólo empeora cuando su lengua se cola en tu boca y sus dedos comienzan a ejercer presión.
No estás segura de qué provoca el leve aturdimiento que nubla tu mente, si es la restricción de oxígeno o la fuerza con la que Enzo te está besando, pero sus acciones se detienen antes de que pienses en advertirle. No tenés mucho tiempo para recuperarte antes de sentir sus dedos haciendo un glissando en dirección a tu centro, sus yemas deslizándose por tus pliegues y rodeando tu entrada, deleitándose al sentir que estás goteando.
Tu interior no opone resistencia alguna cuando introduce uno de sus dedos, la lentitud y profundidad de sus movimientos haciendo que tu respiración se entrecorte en un segundo. Cometés el error de mirar justo cuando su pulgar encuentra tu clítoris y comienza a masajearlo con círculos, el placer arrancando de tu garganta un gemido que borda lo pornográfico… Pero para Enzo no es suficiente, así que introduce otro dedo y acelera el ritmo.
El placer te desborda y los sonidos húmedos que llegan a tus oídos son tan indecentes como tus gemidos, que sólo actúan como fuel para las acciones de Enzo. Le encanta llevarte al borde, dejar que te pierdas por completo en las sensaciones mientras él se encarga del placer de ambos, saber que tu mente es una especie de boceto que él desdibuja hasta dejar en blanco.
-Papi…
Tu voz es poco más que un susurro, pero es suficiente para que te escuche. Sus dedos siguen asaltando tu interior mientras besa tu mejilla y repite palabras de aliento en tu oído, haciendo un esfuerzo inhumano por no frotar su miembro contra tu pierna cuando ve en tus ojos el reflejo de la desesperación y necesidad que sentís. Se lamenta cuando ve tus párpados caer, indicio de tu orgasmo desatándose, pero la imagen de tus pestañas brillantes por las lágrimas y tus dientes torturando tu labio le resulta celestial.
La tensión en tus músculos se disipa y tu cuerpo frágil reposa contra el suyo. Rodea tu cintura con su brazo y te atrae hacia su cuerpo aún más; tu espalda contra su pecho te permite sentir su respiración todavía acelerada y el calor que irradia su piel, pero este no se compara con el calor de su miembro aprisionado contra tu muslo, donde deja un rastro húmedo.
El particular sonido del lubricante llama tu atención y te preguntás en qué momento y de dónde lo sacó, pero sus dedos con producto frío en tu entrada hacen que te sobresaltes y te distraigas. Se disculpa y su voz ronca provoca un cosquilleo entre tus piernas, besa tu hombro mientras su punta acaricia tus pliegues y tu entrada antes de comenzar a introducirse en tu calidez.
-Papi- llorás, sensible ante el inevitable ardor de la penetración inicial.
-Ya sé, bebé, ya sé- dice en un intento de calmarte, regalándote un beso-. Estás muy apretada.
Sus movimientos son lentos y muerde tu hombro una vez que se adentra por completo, conteniendo sus deseos de forzarte a tomar sin protestar todo lo que él te ofrezca. Te da unos segundos para acostumbrarte a la intrusión, su mano acariciando tu cadera y luego dirigiéndose hacia tu clítoris, el contacto provocando que te contraigas alrededor de su miembro.
Comienza a acelerar su ritmo y no hay forma de que reprimas tus gemidos, tu cuerpo reaccionando por cuenta propia cuando sentís cada vena y surco de su miembro rozando tu interior mientras su punta abusa de tu cérvix reiteradamente. Su ataque sobre tu clítoris no se detiene, su lengua se desliza sobre la piel sensible de tu cuello y posteriormente sus dientes apresan el lóbulo de tu oreja. Llegás al clímax ahogando un grito en la almohada.
Te arrastra hacia el borde de la cama y te deja sobre tus rodillas, las sábanas revueltas en tu rostro amortiguando tus jadeos cuando su palma impacta contra tu piel al volver a penetrarte. El sonido de su piel colisionando con la tuya inunda la habitación y las palabras que te dirige se pierden en algún punto en el aire antes de llegar a tus oídos, que parecen estar cubiertos con algodón.
Sus estocadas son profundas y frenéticas, pero cuando siente su orgasmo aproximándose se detiene. Retira su miembro hasta dejar sólo la punta dentro y acaricia con su pulgar el borde de tu entrada, embelesado por la forma en que la fricción enrojece tu piel. Escucha tus súplicas por más, lo llamás papi una y otra vez en un intento de convencerlo por continuar, pero no cede.
-Estás desesperada, ¿no?- pregunta. Ya sea que negás o asentís, se inclina sobre tu cuerpo para poder tirar de tu cabello y continúa:- ¿Querés más, princesa?
Te aleja del colchón y encuentra una respuesta en el hilo de saliva que cae de tus labios, acompañado por las lágrimas que recorren tus mejillas antes de humedecer las sábanas. Abandona tu interior y te oye protestar, pero te calmás cuando te deja sobre tu espalda y posiciona su cuerpo sobre el tuyo.
Te obliga a ver la forma en que su miembro acaricia tus pliegues, enrojecidos y más que húmedos, pero apartás la vista para ver su rostro cuando vuelve a hundirse en tu interior: sus ojos están cerrados y sus labios entreabiertos dejan salir un sonido casi animal, su cabello despeinado enmarcando sus rasgos a la perfección.
Lleva tus piernas a sus hombros y utiliza un brazo para aprisionar tus muslos contra su abdomen, su otra mano ubicándose en tu abdomen bajo y ejerciendo presión para sentir cómo tu interior se amolda a él, la forma en que tu cuerpo lo recibe cada vez. La sensación es abrumadora y tus manos se mueven en todos los sentidos buscando aferrarse a algo -lo que sea- para poder sobrellevar el placer que te invade, pero sólo encontrás las margaritas desperdigadas en el espacio entre la almohada de Enzo y la tuya.
-Papi, por favor, ¿puedo…?
Asiente mientras besa tu tobillo, sus ojos abriéndose de inmediato para poder presenciar el espectáculo que le ofrecés cada vez que acabás. Masajeás tus pechos y pellizcás tus pezones, justo como él suele hacerlo, y cuando el orgasmo te golpea repetís su nombre entre balbuceos. El movimiento de sus caderas no cesa ni por un segundo y tu rostro se contrae en una mueca de algo similar al dolor, pero que Enzo reconoce como la prolongación tortuosa de tu orgasmo.
Estás a punto de rogarle, pero sus jadeos te interrumpen y la repentina brutalidad en sus embestidas hace imposible formular palabra alguna. Su cabello brilla bajo la luz y cubre parte de su rostro cuando sus dientes se cierran sobre tu pierna. Sentís el palpitar de su miembro en tu interior y recuperás la voz.
-Adentro, por favor.
-¿Sí? ¿Querés que te llene la conchita…?- cerrás los ojos, casi avergonzada por lo mucho que disfrutás oírlo expresarse de esa forma-. Dios…
Sentís el calor de su liberación salpicando tu interior y suspirás satisfecha, tus brazos separándose instintivamente para abrazarlo cuando se desmorona sobre tu cuerpo y su rostro busca refugio en el espacio de tu clavícula. Masajeás su espalda mientras su respiración vuelve a la normalidad y estás casi segura de que percibís los latidos de su corazón.
-Extrañaba tanto esto- comenta, alejándose para mirarte a los ojos-. No te das una idea.
-Yo también lo extrañaba- sonreís-. Pero…, ¿no tenías sueño vos?
Suelta una carcajada pero no responde, en su lugar se estira para tomar una margarita y colocarla sobre tu oreja. Besa tus ojos, tu nariz, y por último envuelve tus labios en un apasionado beso que te deja sin aire.
-Gracias por el café- apoya su frente sobre la tuya-. Me ayudó bastante.
Sabés que no se refiere al café.
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caostalgia · 1 year
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Me dijiste "quédate" y clave mi ancla en tu isla vacía, así nunca te dejaría. Me dijiste "amame" y fabrique corazones, así nunca te faltaría amor. Me dijiste "desvísteme" y escribí poemas dónde te desnudaba en alma y corazón. Me dijiste "mírame solo a mí" y me arranque los párpados para que nunca más te sintieras infeliz. Pero, también me dijiste "vete, ya no te quiero aquí" y destrozado entendí, que no importa lo que haga por tí, siempre me dejaras ir.
~Goner
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villings · 2 years
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Recuerdo vagamente algunos signos, algún destello de mitología, alguna forma gris de echar la suerte.
Y no le tengo miedo a lo que venga: ni al ojo solapado de la vida, ni al párpado sincero de la muerte.
"Yo no soy Pedro" / David Escobar Galindo
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leregirenga · 2 years
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Aletargados caen los párpados después del insomnio de anoche, develados y creando sueños que no van a ser.
Disipando las horas, ajenos a el amor de quien hace posible tus noches sin dormir.
Se quedan quietos, esperando en la madrugada a quien no llegara. Y luego llueven despacio, creando ríos de tristeza.
Leregi Renga
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lapazdelmar · 9 months
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¿No oyes mi grito en el silencio? Duele el pecho cuando la nada escucha mi sentir. El aire abrasador deja caer mis párpados colmados de deseo y el aire así solo consiente pensarte. La noche se adueña del espacio que tu alma comparte con la mía refrescándola con la palabra “amor” y el dúo “siempre tú” …
Y que te quiero…
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Curiosidad/Consejo del Día
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irenelichtensteinblog · 2 months
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Juan Manuel Castro Prieto, "Sucedió entre dos párpados"
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themasterreader69 · 9 days
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HASTA EL AMANECER
Enzo Vogrincic x Reader
Enzo Vogrincic regresa a casa antes de lo esperado por un cambio de vuelo, convirtiendo los sentimientos de un día cansador en un momento para reconectar.
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Eran pasadas las dos de la madrugada, la oscuridad envolvía la habitación del apartamento, nada excepto la luz esquinera al borde del sofá y las luces de la televisión. La película her se reproducía en la pantalla frente a mí aunque mis párpados pesaban como el silencio que me inundaba, las gatas estaban durmiendo en mi cama así que los únicos ruidos eran los de la voz de Joaquin Phoenix y los huesos de mi espalda cada vez que cambiaba de posición. 
     El largo día había dejado mi cuerpo exhausto, no obstante, mi mente seguía revoloteando como un pájaro inquieto, negándose a ceder ante el cansancio. Mis ojos se cerraban intermitentemente, luchando contra la tentación de dejarse llevar por el sueño. En un momento, el sonido de la película se desvaneció en el fondo, transformándose en un susurro indistinguible y caí en un sueño profundo sin más lucha.
Me despertó a las cuatro de la mañana, el inesperado tintineo de las llaves en la puerta principal, que resonó en la sala de estar, rompiendo el silencio de la noche. Me extrañé por la situación –¿Enzo? ¿A esta hora?– con un esfuerzo titánico, luché contra la somnolencia y me senté en el sofá, todavía parpadeando con un ojo cerrado. Mis sentidos se agudizaron mientras pausaba la película, que ya estaba mucho más cerca de su final de lo que recordaba haberla comenzado.
     Escuché la puerta al abrirse y mi corazón comenzó a palpitar con fuerza. Aunque mi mente estaba en cualquier lado –debido al sueño– la emoción de verlo de nuevo se filtraba entre toda esa fatiga. Seguí bostezando mientras esperaba en el sofá, con la mirada entrecerrada enfocada en la entrada. Mis sentidos estaban alerta, captando cada sonido, cada movimiento. Entonces, lo vi. Enzo entró en la habitación con total cautela, siquiera arrastró su valija, sino que la cargaba cuidando sus pisadas. Su figura apenas iluminada por la luz que llegaba del pasillo trajo una gran calidez a mi alma. Él estaba bellísimo, abrigado con su campera rompevientos de LOEWE –desde que modeló para ellos ya perdí la cuenta de cuántas prendas de esa marca hay en el armario– y con un jean básico que estoy casi seguro es de JACK & JONES fue de los regalos de su hermano menor por su último cumpleaños, el corte del pantalón es relajado y eso le queda tan pero tan bien. 
     Con un bostezo final, me levanté para recibirlo, dejando atrás el sofá y la película inconclusa. La fatiga se desvaneció momentáneamente, reemplazada por el calor reconfortante de un beso de regreso y un fuerte abrazo. 
Yo quería hablar primero pero me distraje entre sus labios. 
—¿Qué hacés a esta hora? pensé que ibas a estar durmiendo, quería que fuera una sorpresa el estar de vuelta. —Me dijo mientras hacía muecas como si lo que acababa de hacer fuera algo inimaginable. 
—No entiendo, en la última videollamada que hicimos me dijiste que no llegabas hasta la mañana. 
Dejó la mochila y las valijas y comenzó a explicarme mientras se desabrochaba la campera dejándola así en el perchero. 
—Sí, bueno, copsas pasaron —Se reía— Mira, es así, mi vuelo original tenía una escala larga pero resulta que hubo problemas técnicos con el avión, así que nos desviaron a otra ciudad para hacer una escala no programada y de suerte nomás es que pude conseguir un vuelo de conexión más rápido y lo tomé para poder llegar a casa antes.
Mi ceño se frunció ligeramente mientras procesaba la información –mucho que procesar para alguien que recién despierta además la gesticulación de sus manos me distraía– Banca ¿problemas técnicos? ¿pasó algo durante el vuelo? —Dije angustiado.
—No, no te preocupes —Me agarró de la mano mientras movía la otra para explicar— Fue más un tema logístico que otra cosa. Todo estuvo bien, solo un poco de retraso y un cambio de ruta inesperado. Pero ya estoy acá sano y salvo así que quédate tranqui. 
Me acurruqué un poco más cerca de él.
—Me alegra mucho que estés bien. Aunque hubiera preferido que llegaras según lo planeado así te esperaba con alguna sorpresita o algo, pero bueno, estoy feliz de tenerte de vuelta.
Enzo me sonrió y pasó un brazo alrededor de mis hombros, dejando un beso suave en mi frente.
—Tenía unas ganas de verte que no te haces idea —Me dijo mientras vi que su mirada pasaba de estar en mis ojos a estar centrada en la tele— Uy amor, ¿otra vez con esta película? ¿me tendría que preocupar de que me vayas a reemplazar por inteligencia artificial ahora? —Soltó una carcajada mientras jugaba con el control de la televisión. 
—No seas boludo. Primero, es un peliculón y lo sabes, si hasta te encantó el soundtrack tanto como a mí. Segundo, no hay robot que me convenza de hacerte a un lado —Le dije al mismo tiempo que le sacaba el control de las manos y le volvía a poner play a la película. 
—¿La vas a seguir viendo? ¿No tenés sueño? —Dijo mientras jugaba con mis pelos. 
—¿Vos no tenés sueño? Sos vos el que vino de un viaje largo, no yo —Le retruqué. 
—Todavía ando con jet lag, de hecho incluso podría decir que estoy estresado, ya sabés que no he parado en toda esta semana,pero ahora quiero estar contigo —Pausó como reflexivo— y ya sé que prácticamente no te dejé en paz con tanto mensaje y llamada pero es que, en serio, no es lo mismo hacer cosas sin que vos estés ahí. 
Con una sonrisa traviesa, empujé suavemente a Enzo hacia atrás para que se recostara por completo en nuestro sofá verde. Sus labios otra vez con los míos donde cada beso daba lugar al siguiente. El roce de nuestras prendas se convirtió en un juego tentador, su solo tacto enviaba una corriente eléctrica a través de mi cuerpo, ahora completamente despierto y atento.
—Extrañaba la sensación de tu piel —Susurré entre besos— dejando un rastro de besos en su cuello y hombros. 
Él se limitó a soltar pequeñas exhalaciones y gruñidos cortados, más no emitió palabra.
Haciendo un movimiento sutil, me deslicé hacia adelante para sentir la presión de su entrepierna contra mi vientre. Un estremecimiento recorrió mi cuerpo y creo que también el suyo porque me apretó contra sí. Sin embargo, noté que Enzo desvió su mirada hacia el techo, como buscando una excusa para escapar de la intensidad del momento. 
     Sus labios se movieron como si estuviera a punto de decir algo, pero ningún sonido salió de ellos. Un gesto de confusión cruzó mi rostro mientras seguía su mirada, intentando comprender lo que estaba pasando.
Entonces, su expresión cambió abruptamente cuando forzó su mirada en la mía, sosteniéndome los cabellos con firmeza. La intensidad en sus ojos me dejó sin aliento, y su voz resonó en la habitación con un tono tenso.
—Esto ya empieza a molestar —murmuró señalando el cinturón que llevaba puesto— Observé cómo movía su mano derecha lentamente por el cuero buscando la hebilla lentamente con sus dedos, liberándose para permitirse más movilidad.
Una sonrisa traviesa bailó en mis labios.
—Vamos a terminar de sacarte ese estrés que tenés, ¿te parece? —murmuré manteniendo mi mirada— Él asintió con una expresión de anticipación y supe que estábamos en la misma sintonía.
Su respiración cambiaba de ritmo con cada cambio de presión, y supe que estaba extasiado por el placer que le estaba brindando. Aunque él aún sostenía mis cabellos, no era para nada bruto, su mano estaba entrelazada de una manera delicada y cariñosa, dedicado a seguir mis movimientos con reverencia. 
Agradecimos el inesperado cambio de escalas de avión que había permitido que Enzo llegara antes y que había permitido este momento, necesario para los dos. 
Una oportunidad para reconectar después de estar separados, hasta el amanecer.
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