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#parte apetitiva del alma
bocadosdefilosofia · 2 years
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«Al principio de esta narración dividimos cada alma en tres partes, dos de ellas que tenían forma de caballo, y una tercera que tenía la de auriga. Mantengamos ahora también esta división. Pues bien, de los caballos, decimos, uno es bueno y el otro no. Pero cuál es la excelencia del bueno y el defecto del malo es algo que no expusimos y que ahora debe decirse. Aquel de los dos que está en el lugar de preferencia es erguido de porte, de proporcionados miembros, cerviz alta, nariz corva, blanco de aspecto y de ojos negros; amante del honor con moderación y respeto, compañero de la verdadera gloria, sin necesidad de golpes se deja conducir con sólo la voz de mando. El otro, en cambio, es contrahecho, grande, constituido de cualquier manera, de cuello robusto y corto, chato, de piel negra, ojos grises y naturaleza sanguínea; compañero del desenfreno y la fanfarronería, con espesas crines en torno a las orejas, y sordo, a duras penas obedece al látigo y a los aguijones. En consecuencia, siempre que el cochero, al ver la persona que despierta su amor, siente ante esta percepción un calor por toda su alma, y se llena del cosquilleo y las picaduras de añoranza, aquel corcel obediente al auriga, dominado entonces como siempre por el respeto, se contiene para no saltar sobre el amado. Pero el otro, que ya no hace caso ni de los aguijones ni del látigo del auriga, se lanza saltando impetuosamente; y poniendo a su compañero de tiro y al cochero en toda clase de apuros, les obliga a ir junto al amado y hacerle mención de los deleites del amor».
Platón: «Fedro», en El Banquete, Fedón, Fedro. Editorial Labor, págs. 326-327. Barcelona, 1975
TGO
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heraclito71 · 5 years
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Los obeliscos: símbolos fálicos.
Los obeliscos son pilares de gran altura que disponen de cuatro caras idénticas que finalizan en una punta de forma piramidal. El término proviene del vocablo latino 'obeliscus', que a su vez deriva del griego 'obelískos'. En el lenguage sagrado de los antiguos egipcios los llamaban 'tejen', término que es sinónimo de protección o defensa. El propósito de la aguja de piedra era perforar las nubes y dispersar las fuerzas negativas que amenazan con acumularse en forma de tormentas, visibles o no.
Como regla general, los obeliscos eran erigidos en pares, y servían para proteger mágicamente el templo. Por lo general, eran de granito rojo, lo que presupone simbolizar un rayo solar, además de que se los relacionaba con Ra, el dios del Sol.
Según Nikola Tesla, los obeliscos pudieron haber servido de antenas para transmitir electricidad a otra construcción similar, ya que estaban junto a grandes canales de agua. Lo cierto es que nadie puede negar es que es un símbolo fálico por excelencia, por lo que a muchos causa extrañeza cómo fueron a parar frente a los templos católicos. La versión oficial nos dice que el Papa Sixto V tuvo la idea de utilizarlos como marcas para los peregrinos, por lo que ahora se los encuentra en las mayores basílicas.
La cultura occidental actualmente es heredera de un culto solar, que los griegos identificaron en la figura de Apolo. Sin embargo, Apolo no era la divinidad principal ni mucho menos, pues también veneraban a Dionisio, su contraparte. ¿Qué relación tiene esto con los obeliscos? Aparentemente ninguna, pues sólo a través de múltiples asociaciones es posible establecer un significado simbólico en el que todo está relacionado de una manera holística.
Ahora bien, dado que los obeliscos son símbolos fálicos, hay que comenzar por entender lo que es la voluntad:
La voluntad es un acto de libre elección, además de que impera y domina las otras facultades humanas. Cuando la voluntad impera, tiene el poder de hacer que las otras facultades sean operantes, o no, según ella quiera. Esto incluye a las facultades intelectivas, como aquellas que son apetitivas (se llaman así porque tienen relación con las emociones, que casi siempre responden a estímulos o apetitos).
La voluntad, considerada como la segunda gran facultad humana, es aquella facultad que determina la acción del ser humano y hace que las demás capacidades humanas se orienten a donde ella quiera. La voluntad por sí misma tiende al bien, y así como el intelecto determina la verdad, la voluntad determina la bondad. Siempre tiende al bien, pero a veces el juicio que determina que algo es bueno y en realidad no lo era, es la razón por la cual cae en el error. La voluntad no tiene capaciad para discernir y aquí es donde entra el intelecto, que si hace bien su trabajo, le ofrece los medios a la voluntad para hacer el bien.
Dado que no tenemos capacidad intuitiva para ver al mismo tiempo las conexiones entre los medios y los fines, pues hacemos uso de nuestras dos facultades, entendidas como voluntad y entendimiento, cohabitando en un cerebro y en un cuerpo.
La recta razón impide que la voluntad ande por ahí como chivo en una cristalería, pues le ofrece los medios arrojando la luz del entendimiento para identificar la bondad acerca de los fines que se tienen a disposición. Aquí es donde el ser humano tropieza una y otra vez con el error, pues la suposición de estar haciendo el bien cuando en realidad se está haciendo todo lo contrario, es defecto de la lógica del juicio.
Entonces tenemos aquí nuestros dos grandes pilares: la recta raźon y la recta voluntad. Ambas deben cimentarse profundamente para erguirse y dispersar toda amenaza de tormentas. Como hay un divorcio de origen entre el espíritu y la materia, la única forma de elevar algo profano y denso a lo divino es "poner el cuerpo", es decir, tener coherencia entre lo que se hace y lo que se dice. Esto puede parecer no tener la menor importancia, pero de esta manera se abre la posibilidad de que se manifieste el misterio en el templo de sí mismo.
Como el espíritu tiene estrecha relación con la razón porque es lo que nos gobierna, buscamos con ella dar un orden lógico al mundo. Pero cuando hablamos del alma, como tal debemos entender que ésta es la parte irrascible que tiene que ver con los apetitos y conduce a la voluntad por el camino fácil, lo que deriva siempre en tormentas.
Paradójicamente el calentamiento global amenaza nuestra actual cultura con tormentas atípicas y un probable cambio de polaridad en el planeta. Y todo esto ocurre mientras un "gobierno en las sombras" decide mutilar los genitales de nuestro espíritu, entendido aquí como raźon y voluntad, convirtiéndo nuestra cultura en un ser lánguido, débil y moribundo.
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