LA PAUSA DIARIA
Me voy relajando, acallando el ruido interior y tomando conciencia de que voy a hablar con Alguien que me acompaña.
1) Pido luz, ser lúcido, intentando vivir en transparencia: "sin el misterio de la luz, la vida se vuelve laberinto".
2) "Por dónde pasa mi Señor". Voy recorriendo la jornada, viendo las pequeñas o grandes presencias de Dios en las personas, en los sucesos, en los sentimientos, en las lecturas o en el trabajo bien realizado.
3) Doy gracias reconociendo tanto bien recibido y el bien realizado durante este día.
4) Pido perdón por todo lo ambiguo, erróneo, dañino o negativo que haya podido hacer.
5) "¿Señor, qué quieres que haga?". Pienso en cómo espera el Señor que actúe mañana.
¿QUIÉN LO PENSÓ?
Iñigo de Loyola, mejor conocido como San Ignacio de Loyola, soldado y sacerdote español, es el fundador de la #CompañíaDeJesús, #OrdenJesuita, y autor de los #EjerciciosEspirituales, compendio que inspira a quienes buscan la paz espiritual y la luz del pensamiento entre creyentes de diversas religiones, e incluso de personas no religiosas pero sí espirituales.
Compartimos hoy esta "grajea", que es un apunte breve que, todos los días, puede ayudarnos a encontrar nuestro eje en tiempos tormentosos, confiando en que lo que viene, siempre, será mejor. Por nuestro trabajo disciplinado, con la ayuda de Dios.
Ad maiorem Dei gloriam
¡A la mayor Gloria de Dios!
Este es el deseo de CONSCIENCIA TORAH.
Lic. Flavia Vecellio Reane.
Entrenadora en Conocimiento Personal.
Intérprete de Códigos Herméticos.
Diciembre 14, 2023.
CONSCIENCIA TORAH
#SanIgnacioDeLoyola #Loyola #IHS #Jesuitas
#LaPausaDiaria
#AdMaioremDeiGloriam #ALaMayorGloriaDeDios
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DÍA 1
Yo tengo para ti mi buen amigo
Yo tengo para ti mi buen amigo
un corazón de mango del Sinú
oloroso
genuino
amable y tierno
(Mi resto es una llaga
una tierra de nadie
una pedrada
un abrir y cerrar de ojos
en noche ajena
unas manos que asesinan fantasmas)
Y un consejo
no te encuentres conmigo
-_ Raúl Gómez Jattin._
Generalmente, cuando escuchamos sobre Cartagena de Indias podemos referenciarla como una ciudad turística, habitada por personas alegres, lugar en donde el mar y la brisa acaricia los rostros; sin embargo, esta noción puede presentarse superficialmente, pues Cartagena, territorialmente, desde su paisaje y arquitectura nos devela una realidad histórica en donde la memoria, tanto individual como colectiva, da cuenta de todo un proceso de edificación del ser, sus luchas, disputas; e incluso los procesos de colonización, denotan en las calles un tinte curioso, un relato que el turismo quizás no quiera que sepamos.
Nuestro primer día en Cartagena claramente sería turístico, la premisa era recorrer esos caminos colonos e ir reconstruyendo la historia paso a paso, no obstante, no iríamos de ingenuas, pues bajo la óptica de una arqueología urbana, histórica y militar podríamos leer el paisaje y sentir sobre nuestras corporalidades el agotamiento del saber, pues cinco rolas en Cartagena traerían consigo una cuota de condicionamiento geográfico, físico y climático.
Pasadas las 10 am del 27 de septiembre, nos encontraríamos en la Torre del Reloj. Preparadas con hidratación, suficiente bloqueador, sombreros y ropa ligera nos dirigíamos hacia el lugar; pero ingenuas, en el recorrido decidimos accidentalmente tomar una ruta larga con vista al mar, influenciadas por la charla que se daba entre nosotras; finalmente, nos encontramos en el Museo Naval y comenzamos el recorrido contemplando aspectos demográficos, históricos, urbanos y militares.
El profesor Carlos, comenzando el recorrido toma la premisa de recordar y entender que entre los tantos campos con los que cuenta la arqueología se encuentra la histórica, la cual comprende el proceso colonial, y situándonos en el contexto de Cartagena, es posible dar cuenta del modo en cómo se enmarcan diversas relaciones con las poblaciones afro que llegaban al territorio; por otra parte, se encuentra la arqueología prehispánica que abarca el contexto anterior a la llegada de los españoles, sus relaciones productivas y demás.
Entre los primeros momentos, nos dirigimos al Baluarte de San Ignacio de Loyola, ahí tanto el profesor Carlos como Alejandro - un compañero estudiante del profesor - nos comentaban que anteriormente los patrones de asentamiento en Cartagena se daban por pequeñas aldeas en donde las personas que allí habitaban vivían por núcleos. Posterior a ello, nos dirigimos al costado de la muralla en donde pudimos dar cuenta que esta, anteriormente, era mucho más alta de lo que en ese momento percibíamos, pues en la época colonial, el punto cero (0), es decir, la primera planta era mucho más baja que actualmente, lo cual denota que allí abajo es un potencial arqueológico para descubrir, lugar que claramente el profesor Carlos ya había resaltado su curiosidad, ya que nos comentó que en años anteriores él realizó una excavación en donde descubrió que la altura de la muralla era mucho más alta.
El sol pegaba duro en los rostros de nosotras, y mientras el profesor - ya aclimatado - nos comentaba sobre la fortificación, se acercó un vendedor de pie a ofrecernos un rico y refrescante jugo de mandarina, el cual tres de nosotras procedimos a comprarle y saciar la sed; no obstante, mientras el profesor continuaba con su interesante relato, en su rostro no podía ocultar algunos gestos, aunque no solo fue él, sino algunas otras compañeras. Una vez el señor se retiró, el profesor Carlos nos comenta: “ustedes son muy guerreras”. A lo que, confundidas, preguntamos del porqué, pues luego el profesor junto con Alejandro nos contaban que el hielo que utilizan los vendedores no suele ser tratado con la higiene que debería, claro, sus ejemplos fueron mucho más explícitos y gráficos. Más allá de la anécdota, es importante mencionar el modo en cómo se maneja el acueducto y la ‘potabilidad del agua’ en ciudades costeras como Cartagena, e incluso en la mayoría de zonas de Colombia, pues es poco usual que se pueda beber agua de la llave y esto da cuenta del modo en cómo se relacionan las personas con el agua conforme es su territorialidad y ubicación geográfica; pues, si bien, en Cartagena la relación con el agua de grifo es totalmente diferente a su relación con el mar o los ríos, caso contrario que en Bogotá, ya que esta es una ciudad sin mar, pero abarrotada por el desarrollismo capitalino con ínfulas neoliberales.
Ahora bien, continuando con el recorrido, en el Baluarte llamaba la atención las técnicas de construcción utilizadas en la muralla, pues se podía evidenciar la diferencia entre el material usado, las variaciones y restauraciones realizadas y el modo en cómo los procesos históricos y coyunturales iban modificando poco a poco la muralla, imaginándonos cómo podía ser hace 300 años en comparación a ahora. Entre los materiales utilizados, se pudo destacar la piedra coral y la piedra sillares, lo cual denotaba cómo al utilizar diferentes materiales de manera estratégica protegían la muralla; asimismo, entre las excavaciones que realizó el profesor Carlos, pudo resaltar - y nos explicaba - que como táctica las personas en la época utilizaban canoas las cuales llenaban de basura para construir la muralla, pues esto les permitía dar paso a la edificación de la misma.
Conforme iba transcurriendo el recorrido y la palabra, era posible detallar que el Baluarte estaba conformado por diversas estructuras, las cuales, tienen una connotación, un nombre y una funcionalidad específica que se presentaba a la hora de estar en combate, disputándose el territorio. Situarnos imaginariamente allí no fue difícil, pues al contar con tanta cultura material y elementos podíamos hacernos un idea de lo que simbolizaba ocupar ese lugar en el contexto del siglo XVIII y XIX. Un ejemplo de ello, se presentó cuando el profesor Carlos nos narraba sobre el origen y significado del Baluarte - palabra que hemos mencionado ya bastante -, pues estas son las esquinas que sobresalen de la muralla y su función consistía en ser el punto fuerte de la defensa que se encontraba batallando en contra de las tropas enemigas. Por otra parte, también se encontraban pequeñas edificaciones en las esquinas de los baluartes las cuales se denominaban garitas, su función consistía en ser puestos destinados a la vigilancia de los soldados.
Siguiendo el hilo, cerca de las garitas es posible observar que, por estrategia, se encontraban los cañones, estos cumplían un papel fundamental en el campo de batalla, ya que eran el principal armamento. Los cañones se componían por la tronera, espacio por donde el cañón saldría; el parapeto, muro allegado al cañón y punto de apoyo de los soldados en su posición de ataque; y por último se encuentra la cureña, base en la cual la bola de cañón - tan pesada - podría tener apoyo y movilidad.
Ya casi se acercaba el medio día, por lo cual nos dirigimos a recorrer las calles de la Cartagena amurallada. En el caminar, nos deteníamos a observar las casas - transformadas - prestas para ser parte del comercio turístico, pues se lograba evidenciar el contraste entre las casas barriales y las que fueron compradas para ser distintos tipos de negocios. Pues en la zona, no es un secreto que el comercio se mueve bastante. Existen calles donde hay varias boutiques con costos son exorbitantes, en ellas se podría ver personas de distintas partes del país y del mundo, pero en la calle de al lado se veía el comercio local y ambulante, en donde se vendía agua de coco y diversas frituras para pasar el hambre.
Entre las conversaciones que teníamos en las noches, todas llegamos a la conclusión de sentir esa parte de Cartagena como una maqueta, presta para exhibirse y hacer parte de la Colombia profunda relatada por las y los extranjeros, pues en esas calles no viven las personas locales, ya que por los procesos de gentrificación el predio sube de precio y pagar los impuestos del lugar es bastante costoso para los habitantes, por tanto, aquellas personas de a pie se desplazan a esas zonas para comerciar y mover su economía; sin embargo, ellas viven en los barrios que se han conformado por la gente y el desplazamiento a las afueras de la ciudad o en los - mal llamados - barrios “invasión”. Esta es una realidad que, si bien se conoce, poco se habla de ella, porque como muchas colombinas y colombianos, no solo de las zonas costeras, somos las y los nadie, que nos enfrentamos aun existir de sobrevivencia, en donde toca trabajar o intentar estudiar con el estómago vacío, pero que lucha y resiste desde sus subjetividades de concepción de mundo, experiencial. Pese a lo difícil de las situaciones, el rebusque y demás, se logra sacar momentos que significan la existencia misma, momentos que podríamos categorizar como alegres.
Las calles son espacios de socialización continúa, las personas, las puertas, las paredes, el suelo, el cemento, los edificios y el paisaje en general nos hablan, contienen una significación y territorialidad que expresan las relaciones y el tejido que históricamente se ha construido. A través de breves carteles satíricos que aludían a la realidad violenta del país, o de la palabra que se da entre vecinos es posible dar cuenta que en cada rincón hay personas que resisten y mantienen la esperanza de dignificar su vida, la de su familia y su comunidad.
Al rededor de la 1:00 pm ya comenzaba a hacer hambre, por lo que nos dirigimos a almorzar en un restaurante que el profesor Carlos ya conocía, luego de ello y de nuestro debut en las noticias nacionales fuimos a dar un paseo en bicicleta, si, en pleno rayo de sol. Pese a una breves deshidratadas y algunos tropiezos en la bicicleta, fue una importante y bella experiencia.
Comenzamos el recorrido en la Torre del Reloj para tener nuestra primera parada en la Plaza la Trinidad, allí observábamos el paisaje y la arquitectura, pues era un lugar muy bello y, asimismo, donde el comercio ambulante era muy presente. Algo que llamo nuestra atención era ver a las mujeres palenqueras, con su indumentaria identitaria vendiendo a los transeúntes una foto con ellas. Esto da cuenta de los diversos modos de economía que se presenta, pues si bien, de modo superficial podría decirse que es una forma de vender una cultura, pero realizando un análisis, esta es una forma de subsistir en una Cartagena en donde - de manera intencional o no - se suele romantizar todo, por lo tanto, en un país con tan pocas oportunidades, es un trabajo geográficamente estratégico, pero a su vez, suscita un sinfín de reflexiones a partir de las relaciones histórico-raciales de poder en el territorio, de fetichización, y de entrever a esa “otra” representada, desde sus posiciones de luchas y desde la edificación que el blanco ha hecho sobre ellas. ¿Por qué representarse?, ¿por qué la urgencia de identidad? Claramente, por la opresión que los pueblos negros han vivido desde hace mucho tiempo atrás que 1492 y hoy, 500 años después, es una lucha que persiste porque las estructuras mentales racistas aún permean la episteme del ser contrariado, de la academia y de Colombia.
Continuamos el recorrido y nos dirigimos a las calles de Getsemaní, lugar muy visitado por las y los turistas, pues cuenta con un paisaje bello, casas coloridas y cuadras pintorescas. Luego, aledaño al barrio, nos dirigimos a una muralla, la trepamos, y pudimos observar a lo lejos el Castillo San Felipe. El profesor Carlos nos comentaba sobre los cambios espaciales en la zona y, asimismo, la importancia de los manglares bajo un contexto de la arqueología de la guerra.
Finalizando, en la agenda del día se tenía pensado ir al Museo Naval, pese a que estábamos algo agotadas por el calor, fue un aprendizaje importante. Conocimos sobre las y los primeros pobladores que habitaron el territorio de Cartagena, en donde se pueden observar piezas e instrumentos líticos tequendamienses de los cazadores recolectores de la época.
Luego, en el recorrido se nos presentaban maquetas y exhibiciones sobre las fortificaciones que hoy conforman Cartagena, pues estas construcciones generaron un giro en el modo en cómo se concebía la defensa, pues algunas murallas construidas en la época colonial pretendían defender las zonas con condiciones climáticas estratégicas en donde las tropas enemigas se les dificultara la entrada.
Es interesante ahondar y comprender sobre lo que significan y representan históricamente estas fortificaciones, pues dan cuenta, bajo el marco de la arqueología de la guerra, del modo en cómo las personas tejen relaciones, alianzas y estrategias por la territorialidad que representa habitar Cartagena. A hoy, aunque los conflictos bélicos ya no son presentes, en el paisaje siguen estando latentes y son parte de una historia que no debe ser olvidada. La invasión, invención y colonización de América es un hito que permea la realidad y el modo en cómo la concebimos.
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