Tumgik
#sonido máquina escribir
deepinsideyourbeing · 5 months
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Nena yo se que tienes un montón de pedidos, pero ando hormonal y nunca he leído alguno de Enzo que tenga que ver con gym y se me ocurrió la idea mientras entrenaba jaja🤍
Y vos sos increíble es escritora, así que quería dejarte el pedido si vos lo aceptas y ntp tardaré todo el tiempo que sea necesario.
Te mando un abrazo🩷
+18!
Enzo cree que la población se divide en dos tipos de personas: están las que van al gimnasio a las 6:30 a.m. como él que a) no desea que nadie lo interrumpa para tomar fotografías o hablar y b) vos, que... Bueno, Enzo no sabe cuáles son tus motivos para ir al gimnasio tan temprano, pero no puede quejarse.
Disfruta el saludo casi silencioso que le dirigís cuando se encuentran en la entrada, las pequeñas conversaciones mientras comparten alguna máquina o hacen de spotter al otro, y también intenta disfrutar la forma en que tus leggins abrazan tus piernas y resaltan la forma de tu...
Intenta no gemir cuando, una vez más, rozás tu cuerpo con el suyo al completar la última sentadilla. Encuentra tu mirada a través del espejo y le sonreís de manera inocente, como si no supieras que él está duro por tus constantes provocaciones. Le agradecés y estás a punto de apartarte, pero sus manos toman tu cadera y te presiona contra su cuerpo.
El entrenador debería supervisarlos en lugar de sólo mirar su teléfono y beber (un supuesto) café, pero con un rápido vistazo Enzo comprueba que no es así y susurra a tu oído:
-Esperame en el baño.
Y es así como el agua caliente alivia tus músculos y Enzo tu necesidad. Presionás la frente contra los fríos azulejos de la pequeña ducha mientras sentís cada centímetro de su miembro y el roce de las venas que lo recorren, sus labios besando tu espalda y una de sus manos deslizándose hasta colarse entre tus piernas.
Sentís el dulce ardor que su tamaño provoca en tu entrada y la forma en que su miembro golpea hasta el punto más profundo de tu interior. No creés que el correr del agua silencie tus gemidos y los sonidos obscenos que provoca tu humedad a cada embestida, tampoco el particular sonido de su piel chocando con la tuya.
-Enzo...
Ahoga un gemido contra tu piel cuando tus paredes se contraen aún más, una de sus manos masajeándote y sorprendiéndote con una que otra nalgada. Cuando tus piernas flaquean decide rodear tu cintura con su brazo, aunque no sabés si es para otorgarte estabilidad o sólo atraerte más hacia su cuerpo.
Juega con tu clítoris hasta que suplicás que se detenga, insegura de poder mantenerte de pie una vez que el orgasmo te consuma, pero no parece importarle y continúa con sus movimientos hasta que arrojás la cabeza hacia atrás para recostarla sobre su pecho tonificado.
Repite una y otra vez las mismas palabras que te dedicó mientras te ayudaba a entrenar:
-Así, muy bien...
Captura tus labios en un apasionado beso -que es más lengua y dientes que otra cosa- e intenta contener su propio orgasmo cuando siente la forma en que gemís contra su boca... Pero es imposible, así que termina manchando tu interior con su semen ardiente mientras sollozás por el placer abrumador.
Sentite con la libertad de siempre mandar un pedido, yo adoro recibirlos! Además recientemente mencioné en un comentario que pensaba mucho en Enzo como personal trainer, así que me encantó tener la oportunidad de escribir sobre eso ♡
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poisonlove · 2 years
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—New Feelings— Miércoles Addams (Cap.4)
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"Porque la confianza y la cooperación siempre han sido las señas de identidad de nuestra relación" Miércoles Addams.
Miércoles Pov
—La primera Copa Poe se celebró en 1897, no solo para rendir homenaje a uno de los alumnos más famosos de Nunca Más, sino también para honrar los valores que todos los marginados comparten: el sentido de comunidad, la perseverancia y la determinación. Y hoy han mostrado estos valores- La directora Weems sonríe a sus estudiantes, tomando la copa y entregándola a Enid.
-—¡Enhorabuena, Ophelia Hall!- exclama entre los aplausos del público. —Como ex residente, no puedo esperar para volver a poner la copa sobre la chimenea después de todos estos años- Mis ojos miraban cómo los demás se reían y aplaudían felices, echándome miradas y sonriéndome por haber ayudado a ganar la Copa.
Una sensación de incomodidad me da escalofríos a lo largo de la columna vertebral y me volví de espaldas y empecé a caminar para tratar de buscar tranquilidad.
Recorrí un pasillo largo y oscuro, las voces se alejaban cada vez más y suspiro de alivio. Me siento en la estatua de Edgar Allan Poe, apoyando la cabeza contra la piedra fría. Mis ojos vagaban por la habitación, deteniéndose repentinamente sobre el libro que sostenía a Poe en sus manos. Entrecerré los ojos cuando vi un símbolo muy familiar en la portada del libro.
—Ehy! ¿Qué haces aquí abajo?- Volví la atención al sonido de la voz y me encontré con dos ojos T/C. Y/N tenía una sonrisa en los labios y estaba muy feliz por la victoria. Me dio la mano y la acepté.
—La gente que sigue sonriéndome me turba- confesé, mirando impasible a la chica a mi lado.
Un escalofrío recorrió mi columna vertebral al tocar y sentir su mano tomando la mía. No entendía lo que me estaba pasando, pero quería evitar sentirme nerviosa por su cercanía. Me hizo una sonrisa débil y la sensación de arañas tejiendo la tela aumenta en mi estómago.
Creo que no he digerido el desayuno esta mañana.
Desato el contacto entre nuestras manos.—es tu momento de gloria! Le ganaste a Bianca ¿No estás contenta?- Pregunta sonriendo, casi saltando de emoción.
Asiento lentamente mientras seguía caminando.—Enid y yo queríamos celebrar más tarde... ¿te unes a nosotros? Vamos no vas a morirte- sus ojos brillaban ligeramente con esperanza.
Me tomé dos segundos analizando su cara, labios carnosos tirados en una sonrisa, ojos brillantes T/C.
—ok. Lo pensaré-ella se ríe. Me dio un apretón en el hombro, el lugar de su contacto me quema la piel y me volví para verla caminar hacia la mesa con Enid. seguí con la mirada su figura.
Para llamar mi atención, la llegada de la directora a mis espaldas.
—te estás adaptando bien... como tu madre- la directora Weems hizo una sonrisa débil.
—mi madre y yo somos dos personas/especies/totalmente diferentes.- mis ojos miraban con frialdad a la directora.
—El año que Ophelia Hall ganó la Copa Poe, tu madre era la capitana del el equipo... y yo su copiloto...- Me mira con una pequeña sonrisa — tal vez sois más parecidas de lo que crees-
La miré durante una milésima de segundo antes de darme la vuelta y dirigir la atención al equipo de Bianca, que estaba reprendiendo a un compañero de equipo por fallar. Su capitano me mataba con la mirada.
(...)
Mis dedos golpean rápidamente las teclas de la máquina de escribir, llenando el silencio que reinaba en la habitación.
Nunca Más sigue siendo un Enigma. Un lugar con muchas más preguntas que respuestas.
Mis dedos se detienen, tomando en mis manos la hoja rasgada donde estaba representada mi imagen.
Mis iris miraban el símbolo que había visto esta tarde en la estatua, hecho posible por el reflejo de la luz de la lámpara que se iluminaba sobre ella.
Pero a veces... la respuesta está justo delante de nuestras narices.
Con paso rápido y una antorcha para ver por dónde caminaba, me dirigía hacia la estatua de Edgar Allan Poe. El silencio reinaba entre las paredes de la academia. Al llegar a su destino encendí la antorcha y la apuntaba a la cara de Edgar.
No te preocupes, Edgar Allan. Te veo sonriendo. Pero yo seré la última en reírme.
Moví la luz contra su cuerpo, caminando a su lado y deteniéndome.La luz de la antorcha apuntaba al libro que tenía en sus manos.
Sé que eras un entusiasta de los acertijos. Y quizás este sea el más difícil de todos porque no es uno solo, pero cada línea es un acertijo en sí mismo.
Tomé el cuaderno mientras seguía mirando a la multitud de acertijos grabados en piedra.
"Lo opuesto a la Luna"-Sol
"Un mundo entre los nuestros" - en el medio.
"Dos meses antes de junio"- abril
"Una flor que se autosemina"- violeta "más de uno"- dos
"sus hojas lloran en el suelo" sauce
"Se derrite al sol" hielo
"el principio y el final son imposibles de encontrar" círculo
"Cada regla tiene una" excepción.
Después de escribir las respuestas, marqué sus iniciales y encontré la solución del acertijo. Apunté la luz hacia el cuaderno.Caminé en dirección opuesta a la estatua, sonriendo ligeramente.
La respuesta provocará un breve ruido impactante
Me volví de nuevo, chasqueando dos veces los dedos. El ruido de los engranajes trabajando hizo mover la estatua hacia atrás, abriendo un paso. Apunté la luz hacia las escaleras a la derecha, empezando a bajar. Varios cuadros colgaban en las paredes, caras que observaban con curiosidad. Al llegar al último escalón, vi un enorme dibujo en el suelo.
Sociedades secretas
Bibliotecas ocultas
La mirada de mi madre juzgándome...
Son todas las cosas que he aprendido a esperar
Caminé hacia una pila de libros, perfectamente ordenados en el estante de la biblioteca. Tomé un libro y lo abrí en el medio, notando que le faltaba exactamente la página que tenía. Lo cerré y lo puse en la bolsa que llevaba.
Pero tan pronto como me acerco a la verdad...
Algo se envuelve contra mi cabeza, impidiéndome caminar.
Menos mal que no le temo a la oscuridad.
(...)
Vamos a evaluar, ¿qué tal? Saco en la cabeza para la máxima desorientación.
Cuando me sacaron la bolsa de la cabeza, una luz cegadora molestaba a mis iris. Unas cuerdas apretaban tan fuerte las muñecas que impedían la circulación. Y ninguna idea si me esperaba la vida o la muerte.
definitivamente mi tipo de fiesta...
Miraba con curiosidad a las personas que llevaban una túnica con máscaras que oscurecían su identidad. —¿quién se atreve a violar nuestro Santo Sactorium?- dijo una voz femenina con tono grave.
—puedes quitarte la máscara Bianca- dije con aburrimiento.
Todos los presentes se quitaron la máscara de la cara.
Me he decepcionado cuando me di cuenta de que no me había secuestrado un asesino en serie, sino un grupo de payasos del instituto.
—te prefería con la máscara- dije, provocando una mirada de disgusto por parte de Bianca. —¿Cómo llegaste aquí abajo?- preguntó Xavier. — Me lo mostró Rowan...- dije, todos me miraban expectantes —bolsillo izquierdo- Xavier con paso indeciso se acerca, tomando la hoja del bolsillo izquierdo.
—Conecté el símbolo de la página con la estatua, y luego resolví los acertijos- dije. —¿Había que resolver un acertijo? ¿No había que chasquear dos veces los dedos?– dijo un chico.
Bianca voltea los ojos.
—Veo que eres el más inteligente del grupo- dije con un velo de sarcasmo.
—Los belladona es un grupo exclusivo, remarco, exclusivo- dijo Bianca mirándome con ojos inquisidores.
—tenemos fiestas en la azotea, campamentos y de vez en cuando baños desnudos a medianoche- añadió Yoko- sonriendo y mostrando sus caninos.
—y Yoko y un aspirante barman...-
—Prepara un mojito sin alcohol increíble, pasan cosas locas-dice Ajax con un tono divertido.
—¿No tenéis hora de acostaros? Yo sabía que los belladona estaban sueltos- afirme, trazando con los dedos la cuerda que rodeaba mis muñecas.
—perdieron popularidad hace 30 años debido a un tipo normal muerto- confiesa Xavier.
—La directora Weems hizo la vista gorda y nos permitió continuar con el club a menos que no moviésemos las aguas- dijo Bianca —Pero la verdadera pregunta es: ¿qué hacemos con ella? Sólo los miembros pueden estar en la biblioteca.- añade.
—hagamos que haga el juramento- propone Xavier — es una descendiente- señala con el dedo el cuadro de mis padres.
—Después de lo que le hizo a la Copa Poe, lo olvida. Aparte de no mover las aguas, ella es un tsunami- dijo contrariada Bianca.
—Solo te molesta que te haya vencido en su propio juego, pero no te metas en problemas, no quiero entrar en tu estúpido club- dije, finalmente logrando desatar la cuerda.
—¿En serio nos estás rechazando?- exclama incrédula Yoko.
—sorpresa?-
—desátala- dijo Bianca mirándome.
—Ya me he desatado hace 5 minutos- le mostré la cuerda y me levanté de la silla.
(...)
Cuando volví a la habitación, se podía escuchar el ligero ronquido de Enid. Puse mi bolso en mi escritorio y intenté volver a la cama sin hacer ruido.
Era muy tarde.
—¿Dónde has estado Addy?- pregunta de repente alguien, y me detuve en el lugar.
T/N enciende la linterna del teléfono, mirándome con reproche y ojos cansados. No la culpo por llamarme Addy, tengo que admitir que me gustaba el apodo.
—afuera- dije simplemente. -pero donde- bosteza ligeramente, apagando la luz del teléfono.
—no es asunto tuyo, ahora a dormir que mañana será un largo día-
—esta bien- bosteza, apoyando la cabeza contra la almohada.
me puse bajo las mantas, sintiendo el calor de T/N cerca de mi cuerpo. Suspiro y cierro los ojos. Le di la espalda e intenté dormir.
Un brazo envuelve mi cintura y un cuerpo se acerca contra la parte baja de mi espalda. Me pongo rígida al contacto. Suspiros ligeros chocan contra mi nunca, haciéndome estremecer.
—relájate Addy...- susurra T/N, cayendo inmediatamente a dormir por la hora tardía.Mis mejillas se pusieron rojas y agradecí a la oscuridad por no mostrar mi vergüenza. El corazón golpeaba violentamente contra la caja torácica. Hice un suspiro largo y traté de seguir su sugerencia.
No voy a tirarla de la cama porque es tarde y no quiero despertar a Enid.
No es que me guste la sensación de su cuerpo envolviendo el mío, claro que no.
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Vip
Mi madre me mostró un papel donde mi padre, en el hospital y el último día de su vida, escribía cuando ya no se podía comunicar hablando. Estaba muy débil así que tampoco se le entendía mucho la letra, ella no supo qué decía pero yo entendí lo que escribió, sus últimas palabras fueron escritas: "estoy haciendo un infarto". De todas formas se dieron cuenta sin tener que entender la nota. A mi madre le dije que yo tampoco entendí lo que intentó escribir. Vip Esa noche, luego de que mi padre murió, en el hospital nos dieron cosas de él que quedaron, eran las toallas de casa que mi madre le llevó para su higiene mientras estaba internado. Estaban sucias de sangre, porque las enfermeras las usaron cuando lo atendieron durante el infarto (lo pincharon mucho buscándole venas). Las pusimos en remojo. A última hora sacamos la más grande del balde donde estaba y el agua era todo sangre. Mi padre nunca volvió a casa, pero una parte sí, algo de su sangre. Y tuve que tirarla por el desagüe. Vip Lo enterramos en la mañana, solo recuerdo el dato de que no podía sostener el peso camino al nicho, y la absurda idea de que me equivoqué al elegir la zurda para hacer fuerza cuando soy derecho. Como si tuviera fuerza en los fideos que tengo por brazos. Como si pudiera cargar con la muerte aquel día. Vip Almorzamos buñuelos de lechuga que mi madre hizo con la que teníamos en la huerta de mi padre. Comíamos lo que él plantó, creció en el lugar donde mi padre enterró a la gata blanca con la que compartí unos hermosos años de convivencia. Necrolechuga. Vip Luego informarle la noticia a mi prima, verla sentada, llorando y doblarse sobre sí misma con un quejido agudo que jamás le escuché a ella o a otro ser vivo humano o animal. Hay un sonido que nos causa el dolor que es inenarrable. Vip La cajera me atendió, le di la mermelada de arándanos para pagarla y me fui, insultando a dios y a la máquina registradora que al leer cada producto hacía el mismo vip de mierda que la máquina que mantuvo con vida a mi padre la última vez que lo escuché respirar. Vip. .
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Acostumbradoalfindelmundolandia: linktr.ee/acostumbradoalfindelmundo
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santpablo · 1 year
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Carta abierta
A estas alturas no tengo más cartas boca abajo ni ases bajo la manga. Me escribo a mí mismo para recordarme un día, le escribo a otros para evitar que me olviden, le escribo a nadie para perderme. Escribo en la noche, solo y sin batería. El fantasma abre una llave para decir que me acompaña.
¿Para qué decir todo esto? Porque me nace y quiero decir algo y no se me ocurre qué más decir. Se diría que no soy un tipo coherente. Me conformo con eso a medida que mis pies abandonan el suelo y se enraizan en Tao, o sea en nada, o, mejor dicho, la nada.
De repente me convierto en otro sonido de la noche, junto con el agua de la llave que abrió el fantasma y el aún más aterrador aromatizante automático que me infarta cada treinta minutos; y el solitario motor ocasional y las máquinas que no duermen y el silencio que siempre es muy ruidoso. Yo sueno como respiración leve, rasquiña en la barba recién pulida y teclas que vibran.
Los sonidos reinamos a la noche. Entonces, rey, escribo una carta Real y la abro. El vacío y yo somos uno y somos todo. Un lector no es distinto a un servidor. ¿Cómo se siente escribir sinsentidos?
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katopokapoka · 1 year
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ratita milky te escribo esta carta en máquina de escribir porque tú solías hacerlo cada noche a las 2 o 3 de la mañana. A veces también empezabas a ejercitarte en tu ruedita para correr o empezabas a tirar tu tierrita hacia afuera como forma de protesta. Durante el día no te levantabas, en invierno te escondías calentito en tu calcetín y en verano agonizabas de calor junto a mí en tu rollito de confort, lo positivo era que podías probar una variedad de frutas dulces y deliciosas, en vez de la manzana todo el tiempo. tu favorita siempre fue la uva. solía llevarte dos bolitas de uva partidas a la mitad y tu las tomabas con tus dos manitos y la comías como una persona comiendo sandía.., lo siento por nunca darte a probar sandía, siempre me la comía toda yo. también te gustaban las verduras como las zanahorias el zapallo italiano y el pepino, pero definitivamente el pepino era tu favorito, especialmente en verano, era refrescante. amaba que siempre comías lo que comía yo. a veces te daba migitas de pan, aunque sabía que no debía, pero eso queda entre nosotros. en fin no eras mucho de comer otras cosas que no fueran la fruta y las semillas. ¡¡te fascinaban!!. como cuando probaste por primera vez el mango y el mancaqui o las semillas de maravilla y zapallo o también cuando mi mamá te hacía engordar con pasas o cualquier cosa que se le ocurriera darte, hasta ese tiche de los gatos lamentablemente. siendo que tenías una dieta vegetariana, te gustó mucho la comida de gato. en fin de nuevo me estoy dando muchas vueltas, solo espero que descanses y corras y seas feliz donde sea que estés ahora, yo sigo aquí contigo siempre, perteneces a mi memoria. te agradezco por llenar mi corazón lo que estuvimos juntitos, y por escuchar todas esas canciones de the field mice conmigo y cualquier artista o canción con ratón en el medio. gracias por siempre acompañarme. acompañarme durante un año muy solo y muy frío, pero me alegraba despertarme y ver esos ojitos rojos y esa naricita rosada. aún puedo verlos en mi mente y sentirte en mi corazón. los extraño mucho. a ti y a tu sonido que hacías al tomar agua que sonaba como máquina de escribir. te quiero mucho rati, donde sea que estés. de: darline para: milkyway.🐁🧦🍇
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todoespaisaje · 1 month
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Tratamiento - Primera Entrega
Es pleno invierno, aún no hay atisbos del sol. La casa está prácticamente aislada, rodeada de pastizales y terrenos baldíos en todas direcciones. Dentro de la propiedad se encuentra un modesto establo, cuya puerta de madera podrida cuelga desencajada de uno de los postigos, y un granero que alguna vez estuvo pintado de un rojo brillante, el cual ahora se encuentra descascarado y se cae de las paredes a jirones. Del interior de ambas estructuras sale un aroma insoportable a heces de animal.La casa en sí, una estructura vieja pero que se mantiene en pie a pesar del abandono, se encuentra en el centro del terreno; el techo está hundido en un extremo y las tejas están rotas o directamente se cayeron, exponiendo la madera debajo, la cual también se está pudriendo. Las ventanas en algún momento tuvieron mosquitero, y ahora estos se encuentran agujereados o directamente no están. En el porche, una sola lámpara emite una débil luz amarilla en medio de la penumbra, y una tabla de madera se balancea peligrosamente con el vaivén del viento. El terreno, salvo por un área rastrillada y preparada para cultivar, está lleno de pastos crecidos y yuyos. Tanto los pastos como los pocos vegetales plantados están cubiertos por una fina capa de escarcha. Sólo se escucha el susurro del viento helado y los sonidos de los animales de la noche. JULIETA abre la puerta y se queda parada en el umbral, observando el paisaje que se extiende frente a ella. Tiene los ojos verdes y el pelo, de un rubio sucio, le llega hasta el mentón. Lleva puesto un pantalón de corderoy grueso y una campera de polar endurecida por la tierra y la mugre. Está fumando un pucho, y el humo forma nubes frente a su rostro. Le tiemblan las manos por el frío; la piel está rosada y las uñas mordidas, con pedacitos de piel sueltos y sangre seca alrededor. Se siente muy pequeña, el terreno es muy vasto y no sabe qué hacer con él. Le aterra el hecho de que, por más que se trate de animales y no de seres humanos, hay vidas que dependen de su cuidado por completo. Le aterra estar haciendo las cosas mal. Hace al menos una semana que no ve a otro ser humano. El cigarrillo se consume y ella tira la colilla entre los yuyos, cierra la puerta detrás de sí. Va hacia el establo y abre la puerta, con cuidado de que no se termine de desprender, y enciende una lamparita pedorra que cuelga de un cable del techo y titila un par de veces antes de encender completamente. Dentro del establo hay dos caballos y tres vacas, los cuales definitivamente vieron mejores días. Se les notan las costillas por debajo del pelaje y los sobrevuelan un par de mosquitas. JULIETA les prepara alimento en unos baldes y les da de comer antes de abrirles la puerta para que salgan a retozar por el terreno. JULIETA revisa la modesta huerta, la cual está prácticamente insalvable, los vegetales y frutas que había plantado echados a perder por las heladas y los bichos, las hojas marchitas o masticadas. Se sienta en el piso, se arremanga hasta los codos y se pone a sacar todo lo que no le sirve.
En el baño de su casa, el cual es muy pequeño y está decorado con azulejos pasados de moda y pintado de un horrendo color celeste plagado de manchas de humedad, JULIETA se lava y el agua se va llevando de a poco los restos de barro hasta dejar limpia la pileta una vez más. Se moja el pelo y lo acomoda un poco con un peine. Sale del baño y se prepara unos mates, se sienta en frente de un cuaderno y una máquina de escribir, pero no escribe nada. Se termina toda la pava de mate sin escribir una sola palabra. Sale nuevamente al terreno, ahora iluminado por los rayos del sol. Se fuma otro pucho mientras observa cómo los animales pastan en el terreno. La madera que cuelga del techo del porchecito se balancea una última vez y cae al suelo con un golpe seco, rompiéndose en decenas de trocitos de madera podrida. JULIETA suelta una puteada que nadie escucha.
La primera señal de civilización, el pequeño área comercial del pueblo, se encuentra a unos cuantos kilómetros de distancia, los cuales JULIETA recorre en una humilde y destartalada bicicleta que chilla y se bambolea para todos lados. Tiene que parar un par de veces a acomodar la cadena, y los dedos se le congelan sobre el manubrio de caño oxidado. Levanta polvaredas de tierra que se le adhieren a la ropa, al pelo y al rostro. Una vez allí deja la bicicleta apoyada en el reparo de uno de los negocios, un edificio viejo con un cartel que lee "PANADERÍA”; no hay mucha actividad a esa hora de la mañana, y las pocas personas que están abriendo sus propios negocios o bien haciendo compras no reparan en ella, y si lo hacen, es JULIETA quien desvía la mirada o finge no verlos. Entra en una ferretería, apartando una cortina de bolitas de plástico que una vez fue blanco, y es recibida por MARTIN, un viejo amigo de su hermano Victor, hijo del ferretero quien, deduce, le heredó el negocio. Ahora está más gordito, su barba muestra unos primeros pelos blancos y una incipiente pelada amenaza con llevarse los últimos pelos que le quedan sobre la cabeza. Tiene las manos llenas de grasa negra y un manchón de la misma sobre la frente. Es, quizás, la única persona que se alegra de verla de vuelta en el pueblo. JULIETA compra un pesticida y elementos de jardinería para trabajar la tierra mientras se ponen al día: MARTÍN le habla de su familia, de que con su señora tuvieron dos hijos, un nene y una nena, y le cuenta que muy de vez en cuando se pone en contacto con Victor; le pregunta sobre su vida estos últimos años y por qué decidió volver, y JULIETA evade el tema de forma poco sutil. Quedan en que al día siguiente MARTIN se va a pasar por su casa para ver en qué estado está y en qué puede darle una mano. 
Ya de tarde hasta bien entrada la noche, JULIETA, sentada en una mesa en el living, escribe. O lo intenta. En el otro extremo de la habitación hay un hogar que está consumiendo los últimos restos de unos troncos. JULIETA fuma un pucho atrás del otro, tipea en la máquina de escribir y luego arranca las hojas, las arruga y las tira a sus pies. Camina de un lado a otro con una hoja en la mano, leyendo en voz baja o interpretando los diálogos. Vuelve a alimentar las brasas con trozos de madera nuevos. Se hace de madrugada y el fuego vuelve a extinguirse una vez más. Nada la convence. No recuerda la última vez que escribió algo con lo que se sintiera conforme, que no fuera escribir simplemente por inercia. No recuerda la última vez que crear algo la hizo sentir viva. 
JULIETA despierta contra su voluntad, con los cacareos de los gallos y gallinas y el sonido de MARTIN, quien está aplaudiendo en la entrada del terreno. JULIETA se restriega los ojos y hace lo posible por verse más o menos como la gente lo más rápido posible. Se peina, se lava los dientes y se abriga antes de salir a abrirle la puerta. MARTIN se encuentra de un humor significativamente mejor. Le recuerda que habían acordado que pasaría a chusmear la casa, pero JULIETA no recuerda que fuese a ser tan temprano. MARTIN le responde que ya es de mediodía. Recorre la casa con detenimiento, golpeando paredes que desprenden polvillo o suenan huecas y observando cañerías y cableados eléctricos. Le dice que, en resumen, la casa se está cayendo a pedazos, y que es una pena verla tan venida abajo. Se toman unos mates. JULIETA no puede esperar a que se vaya. MARTIN le sugiere que le pida una mano a Amanda, le pregunta si ya tuvo ocasión de verla. JULIETA se hace la boluda, le dice que ni sabía que Amanda seguía viviendo ahí. MARTIN la mira con detenimiento, frunce el ceño. Le responde que “a dónde se va a ir esa, si siempre estuvo acá.” De todos modos, JULIETA no quiere saber nada y termina, sutilmente, echándolo de la casa.  
JULIETA va al gallinero, tapándose la nariz y la boca con un cuellito de polar debido al olor insoportable. Junta en una canasta los huevos dejados por las gallinas y encuentra, al final de la hilera de gallinas, una que lleva al menos un par de días muerta, consumida por las hormigas y con los pelitos apelmazados. Putea en voz baja y, con mucho asco, agarra la gallina muerta por una de las patas y se la lleva.
De noche el frío es mortal, y las corrientes de aire entran por varios puntos de la casa. JULIETA, tapada con literalmente todos los abrigos que posee, agrega más leña al hogar y se queda en frente del fuego con las manos extendidas hacia él, desesperada por un poco de calor. Piensa en cómo solía verse la casa cuando era chica y sus papás seguían vivos, cuando Victor todavía no se había ido. Cómo la calidez era algo que inundaba todo el lugar en vez de ser una llama a punto de apagarse en medio de su sala de estar. 
Al día siguiente, JULIETA arma una especie de alambrado para delimitar la huerta, remueve un poco la tierra y la prepara con pesticida. Se va hasta el pueblo a comprar semillas para comenzar a plantar nuevamente. La dueña del negocio, ADRIANA, una amiga de la familia a quien JULIETA ni siquiera recuerda, intenta sacarle charla. Que está muy flaca, que hace mucho frío en esta época del año, que si no le entra la fresca en la casa. JULIETA no le presta atención, respondiendo con monosílabos o simplemente asintiendo mientras recorre las góndolas pensativamente. Detrás de una de las góndolas, charlando con JUAN, otro de los empleados, se encuentra AMANDA. Está vestida de chomba y de bombacha de campo, con un poncho de lana gruesa sobre los hombros. El largo pelo negro atado en una trenza descuidada. JULIETA la observa, paralizada, y de repente todos los sonidos desaparecen. AMANDA y JUAN están enfrascados en una conversación sobre domar caballos. Él la mira con atención, los hundidos ojitos azules brillantes mientras ella gesticula con las manos sin parar. Luego de unos segundos, como si pudiera sentir su mirada clavándose en ella, AMANDA voltea y sus ojos se cruzan con los de JULIETA, quien inmediatamente se aleja, paga sus cosas y se va, dejando a ADRIANA hablando sola. 
De regreso en su casa JULIETA, agitada y perturbada por el encuentro, se encierra en el baño y se lava la cara frenéticamente con el agua helada. Observa su reflejo en el espejo, el cual está atravesado por una grieta diagonal. Las gotas le caen por el rostro mientras recobra la compostura. Luego, se seca con una toalla. 
Afuera, de noche, se larga a llover con toda la furia, y parte del agua se empieza a meter en la casa por unas goteras en el techo. JULIETA está intentando cubrirlas todas con tarros, túpers y trapos cuando escucha un golpe en la puerta. Se asoma por la ventana, incrédula, ya que no estaba  esperando a nadie y de ser así habrían golpeado las manos en la tranquera y no en la puerta de la casa. Parada en el porche, empapada de pies a cabeza, se encuentra AMANDA. JULIETA abre la puerta una fracción y ambas se miran, en completo silencio, por lo que parece ser una eternidad. JULIETA no sabe qué decir; si bien sabía que era una posibilidad, pensó que tendría más tiempo para prepararse para el momento en que tuviera que volver a verla. Aunque, ¿acaso estaría preparada en algún momento? Finalmente rompe el silencio y, con un hilo de voz, la invita a pasar. AMANDA se saca el abrigo y las alpargatas y las deja en el porche antes de entrar. Entra de a poco, casi tímida, a la cocina, como si no fuese un lugar que en algún momento de su vida llegó a conocer de memoria. Explica que se le desvió la camioneta por la lluvia y quedó encallada en el barro, y que necesita llamar por teléfono a su amigo Luis para que la vaya a rescatar o esperar que afloje la lluvia para empujarla ella misma. JULIETA le dice que se ponga cómoda, pero ella misma evita sentarse; va, viene, pone más tarros bajo las goteras, mueve alguno de lugar. Le ofrece el teléfono fijo que está colgado en una de las paredes para que llame a su amigo, y ella lo acepta, agradecida. JULIETA mantiene la distancia, mira por la ventana pidiendo por favor que la lluvia afloje para que AMANDA se vaya pronto pero, al contrario, parece llover cada vez más fuerte, las gotas gruesas golpeando las ventanas como cascotes, los truenos estremeciendo los cimientos de la casa. AMANDA le pide pasar al baño a secarse, y JULIETA le dice, sin pensarlo, que puede agarrar ropa seca de su habitación. AMANDA asiente y desaparece por el pasillo. JULIETA, buscando lo que sea para mantenerse ocupada, pone a calentar agua en la pava. Al rato, AMANDA vuelve a ingresar a la cocina vestida con unas prendas viejas de JULIETA, y secándose el pelo con una toalla. No sabe muy bien qué decir, habla de boludeces para llenar el silencio; JULIETA finge que la escucha, mientras intenta asimilar la imagen que tiene delante, todas las formas en las que Amanda cambió (y todas las formas en las que se mantuvo igual) desde la última vez que la vio. Saca la pava del fuego y, por primera vez desde que llegó Amanda, se sienta a la mesa con ella. Se pone a preparar el mate. Siguen conversando sobre nada en particular, AMANDA está mucho más relajada que ella, sonriéndole con el pelo aún mojado pegándosele al rostro y chorreando sobre las baldosas del piso, mientras que JULIETA guarda las distancias. AMANDA menciona al pasar que antes a Julieta ni siquiera le gustaba el mate. En cada pase sus dedos se rozan, AMANDA está mucho más cómoda con este contacto que JULIETA, incluso lo busca. Luego de un rato, ya consumida toda la pava de agua caliente, se escucha un bocinazo en el camino de entrada. AMANDA se levanta, casi sin querer irse realmente, y se despiden con un abrazo, JULIETA se permite este instante de extraña proximidad, aunque lo interrumpe a los pocos segundos. AMANDA huele a tierra mojada y un poco a perro, y el aroma le queda impregnado en la nariz cuando ella se va. 
JULIETA, a oscuras salvo por la luz de la luna que entra por la ventana, está acostada boca arriba,mirando el techo. Está demasiado consciente de su respiración. Sólo se escuchan los grillos. Transcurren un par de horas y da muchas vueltas hasta que logra dormirse, a altas horas de la madrugada.
Al día siguiente, JULIETA evalúa los daños de la tormenta; junta y vacía todos los recipientes con agua, se fija que no se le haya escapado ningún animal y junta todas las ramas caídas sobre el terreno. Por su parte, AMANDA se levanta con el sol, que entra amable por la ventana de su habitación. En el otro lado de su cama duerme un labrador negro, roncando ruidosamente. AMANDA lo despierta con una sacudida y lo baja de la cama. Se higieniza, enciende una radio vieja y se toma un café negro, amargo, antes de salir del rancho. Suelta al ganado y le da de comer, cosecha frutos y separa una parte para comer y otra para hacer mermelada, carga un sobrante en uno de sus caballos y se dirige al pueblo. Una vez allí, se encuentra con algunos vecinos y les reparte los bienes que cosechó, sin pedir nada a cambio. Se encuentra con JULIETA, quien secó las prendas que dejó en su casa la noche anterior y se las trajo para devolvérselas. AMANDA le dice que podría habérselas llevado a su casa, JULIETA responde que no tenía idea de dónde estaba y AMANDA se le ríe, como si no hubiera estado en el mismo lugar toda su vida. JULIETA observa sorprendida el trato que tienen los vecinos con AMANDA, a diferencia de para con ella misma. AMANDA se despide de los vecinos y la invita a cenar a su casa esa noche, para ponerse al día. JULIETA lo piensa, AMANDA le dice que no tiene que significar nada, que simplemente le parecería agradable saber qué fue de su vida después de tanto tiempo. JULIETA acepta. 
JULIETA vuelve en bicicleta hasta su casa y se pone a trabajar en reparar el alambrado que había armado hace tan poco, ahora arruinado por el temporal. Vuelve a clavar las estacas y extiende otro rollo de alambrado alrededor de la huerta. Encierra a los animales en el establo. Se pega un baño y se arregla para la cena. Se mira en el espejo y se pinta los labios de rojo, lo medita un instante, y luego se lo quita con un pedazo de papel higiénico. Escucha un galopar cercano y, al detenerse, un golpe de palmas. Sale de la casa y cierra la puerta tras de sí, saluda con la mano a AMANDA, que la espera del otro lado de la tranquera arriba de uno de sus caballos. JULIETA nota que se le acelera el pulso a medida que camina hacia ella, el aliento saliendo en nubes irregulares en frente de ella. AMANDA se baja del caballo sin ningún tipo de problema, y la saluda con un beso en la mejilla. Ambas son conscientes de la incomodidad del gesto. Le explica cómo montarse al caballo, y JULIETA fingiendo estar ofendida le responde que aún se acuerda cómo hacerlo y, acto seguido, intenta subirse al caballo y se cae. AMANDA se ríe de ella y JULIETA la manda a la mierda mientras se levanta del suelo. AMANDA la sostiene y la ayuda a subirse al caballo, le instruye que se agarre de ella. JULIETA, al principio dubitativa, pone las manos en sus caderas y luego se aferra con mayor seguridad. Comienzan a cabalgar a un ritmo lento, tranquilo, paseando a lo largo del camino bajo la noche estrellada hasta llegar al rancho de Amanda, que descansa junto al lago. AMANDA baja primero del caballo y toma a JULIETA de la mano para ayudarla a bajar. 
El rancho es acogedor, iluminado por unas lámparas cálidas y calefaccionado por una salamandra que ocupa una de las paredes de la sala de estar. JULIETA observa las decoraciones, tratando de identificar qué cosas mantuvo de cuando sus padres vivían allí y qué cosas son propias de Amanda. AMANDA le dice que se ponga cómoda y se va a la cocina. JULIETA pone música y la sigue. Aunque AMANDA no la deja meter mano en la comida, JULIETA colabora en pequeños gestos; le aparta el pelo de la cara, le alcanza algún ingrediente, prueba la salsa. Comparten un vino que AMANDA llevaba guardado para una ocasión especial, pero no se lo dice. La atmósfera es ligera y tranquila, como si no hubiera pasado nada de tiempo. Se sientan a comer y luego de dejar el plato de Julieta en la mesa, AMANDA prueba una cucharada, le echa sal y vuelve a probarlo. Sólo entonces la deja comenzar a comer. Se ponen al día, cenan un guiso de lentejas, toman más vino. JULIETA lava los platos mientras AMANDA sale al campo a entrar a los animales al establo. JULIETA la observa por la ventana.
AMANDA lleva a JULIETA de regreso a su casa en caballo, y ésta, abrazada a ella, apoya su cabeza en su espalda y observa el paisaje a medida que van galopando. Al llegar a su casa, AMANDA la ayuda a bajar del caballo y se despiden. JULIETA, influenciada por el vino, le da un beso en la comisura de la boca en lugar de en la mejilla donde pretendía hacerlo. AMANDA se sonroja pero se obliga a ignorarlo. Se queda en el camino de entrada hasta que JULIETA entra a su casa y cierra la puerta tras de sí, luego se va galopando tranquila. 
Dentro de su casa, JULIETA enciende una única lámpara en la sala de estar y se sienta frente a la máquina de escribir. Escribe hasta que el sol comienza a asomarse por la ventana, apenas se da cuenta.
En el pueblo uno de los vecinos, ERNESTO, está organizando una especie de juntada en el patio de su casa, con intención de que acudan todos los vecinos a cenar algo y bailar un rato. AMANDA y su amigo, LUIS, un muchacho grandote de tez morena y hoyuelos, se encuentran allí dando una mano, moviendo cosas, llevando mesas, ayudando con las decoraciones. Los niños de la casa van y vienen correteando por el pasto entre ellos, se paran a acariciar el caballo de Amanda, y a preguntarle a ella cosas sobre el animal, las cuales responde con paciencia. Antes de irse, ERNESTO les agradece por la ayuda. Una vez en su casa, AMANDA le pega un llamado a JULIETA para invitarla esa noche. JULIETA, insegura acerca de si ir o no, le responde que es mejor que se encuentren allá directamente.
El baile es un embole, hace frío y en un esfuerzo por vestirse pituca JULIETA fue desabrigada y se está cagando de frío. La música está demasiado fuerte y no es nada que ella escucharía voluntariamente estando a solas. Ya se tomó dos tragos y se quedó sin cigarrillos. Hay mucha gente de la que huyó en su momento ahogándola, preguntándole sobre su vida en la ciudad, por qué se fue de allá también si era tan buena como para dejar Tolhuin en primer lugar, mucha gente preguntándole por su familia, que por qué no estuvo ahí con sus padres en sus últimos momentos, que por qué su hermano no había vuelto nunca tampoco. Comienza a sentirse sofocada, como si el mundo se estuviera cerrando sobre ella y no pudiera respirar por más esfuerzo que haga. 
Por su parte, AMANDA está totalmente cómoda. Este es el ambiente en el que pertenece. Saluda vecinos, intercambia saludos y conversaciones, baila con hombres y mujeres, juguetea con los niños. Es una noche preciosa, está apenas entonada y se siente a gusto. La gente a su alrededor disfruta de su compañía. Cuando nota toda la situación con JULIETA, AMANDA se acerca a ella y, sutilmente, se la lleva de la mano, rescatándola del círculo de personas, la mano de JULIETA comienza a arder allí donde la mano de AMANDA la toca. Se apartan del amontonamiento hacia la mesa donde están distribuidas las bebidas, se toman unos tragos y AMANDA la saca a bailar, ambas riendo como dos adolescentes. Están cada vez más cerca, y JULIETA se vuelve dolorosamente consciente de la presencia del resto del mundo. Se aparta de AMANDA con brusquedad y se va del lugar a paso apresurado, sin mirar atrás, dejando a AMANDA boquiabierta en medio de la pista 
Afuera, apoyada contra una de las paredes de la casa, con la música llegando ahogada de fondo, JULIETA trata de recuperar la compostura. Se dobla sobre sí misma, con las manos en las rodillas, y mira un punto fijo en el suelo. Respira a grandes bocanadas. Luego, se incorpora. Al poco tiempo, AMANDA la encuentra y, sin decir nada, se apoya en la pared a su lado. JULIETA apoya la cabeza en su hombro, y AMANDA coloca su brazo sobre sus hombros y la abraza. Se quedan así mientras la respiración de JULIETA se estabiliza. Comienza a hablar de que nunca debería haber vuelto, de que nadie la quiere allí, de que no hay nada allí para ella, que nunca lo hubo. A medida que va diciendo esto se va apartando de AMANDA. Se tropieza con las palabras, apresurada y con los ojos nublados por las lágrimas. AMANDA le confiesa, casi con temor, que soñó mucho tiempo con volver a verla, y que nunca creyó que fuera a pasar. Posa su mano en la mejilla de JULIETA, con sus dedos callosos apenas acariciando su piel. JULIETA cierra los ojos y se inclina hacia el tacto, volteándose para presionar sus labios contra la palma de su mano. Suspira. Abre los ojos, y se observan por lo que parece ser una eternidad. JULIETA empieza a entrar en pánico, sabe lo que va a suceder, lo siente en el aire entre ellas y, lo que es peor, sabe que ella misma lo desea. Pero no puede permitirse volver a lastimar a AMANDA de esa forma, sabiendo que planea volver a irse. Se aparta de ella y le dice que de todas formas no se va a quedar allí, que “esa vida” no es para ella, que no entiende cómo Amanda puede estar conforme con eso tampoco. AMANDA, repentinamente defensiva, da un paso atrás y  le pregunta a qué se refiere. JULIETA le responde que cómo puede contentarse con esta vida “de mierda.” AMANDA se ofende, aunque más que ofendida está dolida, y es evidente en el brillo en sus ojos marrones. Ella siempre creyó en los sueños de Julieta, incluso cuando ni siquiera ella misma lo hacía, y le duele que ella no pueda respetar que su lugar en el mundo está allí, que le costó mucho construirlo y que puede entender que ella espere más de la vida pero que eso no le da derecho a basurear su estilo de vida. JULIETA se va, y esta vez AMANDA no intenta detenerla. Mientras abandona el lugar, JULIETA se cruza con algunos conocidos que le preguntan cómo está, si le pasa algo, pero ella no les presta atención. Está cada vez más agitada, con los nervios a flor de piel. Una vez en la intimidad de su casa, se desmorona. Se permite llorar, revolea los cuadernos y los papeles que tenía escritos. Se acuesta boca abajo en el sillón y grita contra los almohadones. Se duerme allí.
Es de día en el rancho. AMANDA y LUIS ordeñan las vacas al rayo del sol, llenan un par de baldes de chapa con leche, recogen los huevos que dejan las gallinas. Toman unos mates mientras AMANDA separa una parte de lo que juntaron para que LUIS se lleve a su casa. Está ausente, como trabajando de forma automática, y LUIS lo nota. Le pregunta qué le pasa y le insiste, porque sabe que es difícil lograr que Amanda le confíe cosas, por más que sean amigos hace tanto tiempo. Finalmente le cuenta de lo ocurrido con Julieta la noche anterior, preocupada pero todavía un poco ofendida, y LUIS le cuenta de una situación similar que vivió con un muchacho durante un verano que fue a pasar a Buenos Aires. Le dice que no es su culpa para nada, que seguro Julieta tenga miedo de volver a abrirse a algo que va a tener que volver a abandonar y que probablemente dijo lo que dijo para lastimarla, pero que no lo piensa de verdad. Que la gente como ella no está hecha “para este tipo de vida”, que están para otra cosa, pero que eso no significa que él y Amanda sean menos por ello. Luego LUIS se va, dejándola sola y consternada. AMANDA se queda sentada afuera, su perro se acerca y se echa a sus pies, y ella baja una mano para acariciarlo.
JULIETA no se acerca al pueblo por unos cuantos días, está casi avergonzada de su comportamiento con respecto a Amanda. Habla consigo misma y con los animales, solamente para tener una excusa para hablar en voz alta; no interactúa con otro ser humano por días. Todo lo que escribe le parece inútil, nada parece valer la pena. Escribe y tacha o descarta papeles una y otra vez. Luego de un par de días, no puede despegarse de la máquina. Se convence de que la única forma de no quedarse ella misma estancada en esa vida que tan deplorable le parece es mediante este último guión, y que si no logra completarlo sólo ella será responsable de la vida mediocre que le quedará por vivir. Fuma un montón hasta que se queda sin cigarrillos y empieza a ponerse irritable. Se mantiene ocupada haciendo reparaciones menores en la casa y trabajando en la huerta, que por fin empieza a prosperar un poco. Espera que Amanda vaya a verla pero nunca lo hace. Incluso sueña un par de noches con eso, y con las cosas que le diría si ella fuera a aparecerse en su casa. Sueña que discuten, sueña que le pide disculpas, sueña que la besa como quiso hacerlo durante esos diez años. Sueña que Amanda le dice que no quiere saber nada más con ella.  Durante estos días, AMANDA no se la cruza en el pueblo para nada, y nadie sabe qué decirle cuando pregunta por ella. Siente una mezcla de preocupación, bajón y mal humor. Sólo frecuenta a LUIS y su pareja, AUGUSTO, y en muy escasas ocasiones, prefiriendo la soledad. 
Finalmente es JULIETA quien da el brazo a torcer; un día va al pueblo a comprar ingredientes y cosecha cosas de su propio huerto para prepararle una tarta de frutillas a modo de ofrenda de paz, y va a visitar a AMANDA, que al principio no se muestra muy dispuesta a hablar con ella, pero eventualmente cede y decide dejarla entrar. No entiende el comportamiento de Julieta, y qué le hace pensar que puede decidir por ella qué es lo que es mejor para ella. JULIETA admite que estuvo mal, que solamente intentaba cuidarla, pero que se dio cuenta que no sería justo para ninguna de las dos negarse esto que están sintiendo, por más que no pueda durar. AMANDA decide ignorar esta confesión de sus sentimientos y opta, en cambio, por burlarse de que la tarta que le trajo JULIETA está horrible, y de que siempre fue una pésima cocinera, para aliviar la tensión del momento.  Comen juntas y hacen las paces. Hablan de lo que va a hacer JULIETA cuando vuelva a la ciudad. AMANDA le comenta, a modo de chiste, que se va a quedar acá, pero que por ahí se compra otro caballo “para variar un poco.” Ríen juntas pero hay un deje de melancolía que ninguna de las dos puede negar. AMANDA le comenta que tiene que hacer un par de mandados en el pueblo, que si quiere puede llevarla a su casa de pasada, pero JULIETA le insiste en acompañarla. 
Van en la camioneta del padre de Amanda hasta el pueblo, medio destartalada y con la pintura un poco oxidada pero todavía mantenida a pesar de los años. El camino es de tierra y las ruedas de la camioneta levantan polvaredas marrones a su alrededor. La radio, una casetera que ya no reproduce cassettes y está encastrada a presión en el tablero, sólo engancha una estación que pasa folklore y se corta con interferencia a cada rato. AMANDA mantiene los ojos fijos en el camino pero JULIETA no le quita los ojos de encima, absorbiendo cada detalle de su rostro, las arrugas nuevas en la comisura de sus labios y en las esquinas de sus ojos, los lunares y la pálida, casi desaparecida cicatriz que atraviesa su frente. Cambió mucho en estos años y, a la vez, es la misma de siempre. JULIETA la reconocería en cualquier lado. Se observa a sí misma en el espejo retrovisor. Se pregunta si ella también habría cambiado, si los años que pasó viviendo en la gran ciudad se veían reflejados en su cuerpo, en su rostro. Se pregunta si se llevarían bien si se conocieran por primera vez ahora mismo, o si lo que las mantiene unidas es la costumbre y el peso de lo que compartieron juntas. No se atreve a preguntárselo a Amanda. 
Una vez en el pueblo, JULIETA la acompaña a cumplir varios recados; compra alimento para el ganado, carbón y leña para calefaccionarse, vende unas mermeladas hechas por ella misma y hasta se compra un libro en una de las tiendas, un pasatiempo nuevo del que Julieta no estaba enterada. JULIETA observa fascinada cómo AMANDA se desenvuelve con total soltura en aquel ecosistema, cómo la gente parece, incluso, buscar su compañía: cómo se le acercan y le hablan de lo que sea con tal de mantener su atención por al menos unos minutos, cómo buscan su sabiduría con respecto a asuntos relacionados a la vida rural. Lo diferente que es todo a cuando eran jóvenes en el mismo pueblo. Nota no sólo lo contenta que se encuentra AMANDA al interactuar con sus vecinos, sino también su entusiasmo por compartir aquello con JULIETA, aunque ella honestamente no se halle en aquel lugar. En algunas ocasiones le hace demostraciones de cariño sutiles, rozándole la mano con los nudillos o apoyando una mano en sus hombros. Vuelven al rancho de noche, AMANDA descarga las compras, las acomoda en sus respectivos lugares y le propone a JULIETA ir a dar una vuelta. 
La ausencia del sol hace que se empiece a sentir cada vez más el frío, y la ruta está oscura salvo por la luz pálida de la luna y los conos amarillos que dibujan los faroles de la camioneta. Recuerdan cuando solían escaparse del pueblo para ir al cine más cercano a ver películas para las que definitivamente aún no tenían edad por un par de pesos, y cómo eso era la mejor parte de la semana de ambas. AMANDA estaciona la camioneta en medio de un descampado, rodeadas por la nada misma en todas direcciones, y se bajan de la misma para sentarse dentro de la caja. Miran las estrellas y comparten una botella de alcohol. Es como si el tiempo no hubiera pasado, como si todavía fueran esas dos adolescentes que aún no sabían muy bien qué era lo que les estaba pasando, y que tampoco sabían aún todo lo que estaba por pasar en los años siguientes. Rememoran los viejos tiempos. AMANDA le pregunta por su vida en la ciudad, si había estado con otras mujeres y si realmente la gente era más abierta allá como decían. JULIETA le pregunta cómo es que pudo quedarse acá. AMANDA le responde que nunca nadie se atrevió a criticar su estilo de vida, que ahí la gente se conoce de toda la vida y que le tenían cariño a sus padres, que le tienen cariño a ella. Insinúa incluso que, desde que Julieta se fue, ha estado con otras mujeres, pero que nunca logró sentir con ninguna lo que ella le hizo sentir de joven y que, de alguna manera, todavía le hacía sentir. Están muy cerca, tan cerca que JULIETA puede sentir su aliento caliente contra sus labios, tan cerca que puede sentir la punta de su nariz helada contra la suya. Se besan por primera vez, con la timidez de un primer beso y luego con la torpeza de la ebriedad; se chocan los dientes un par de veces, alguna muerde demasiado fuerte a la otra, no saben exactamente dónde poner las manos. Eventualmente se separan, ambas intentando recuperar el aliento entre risitas, sus exhalaciones formando nubes entre sus bocas. JULIETA apoya su frente contra la de AMANDA y cuando se acerca para darle otro beso ésta se aparta y le dice que hace demasiado frío, que deberían ir volviendo. 
Conducen en completo silencio, lanzándose miradas furtivas, el aire denso por la tensión. JULIETA baja la ventanilla y se asoma apoyada en la puerta, sintiendo el viento en el rostro. El tiempo parece dilatarse, la ruta parece no terminar nunca. 
Llegan al rancho, AMANDA estaciona la camioneta así nomás en el camino de entrada y, apenas cierra la puerta del rancho detrás de sí, JULIETA se abalanza sobre ella. Avanzan a los tropezones por la sala de estar hasta caer sobre la alfombra, donde hacen el amor junto a las llamas del hogar, ambas fascinadas por la forma en que sus cuerpos se recuerdan y por todas las formas nuevas en que pueden descubrirse juntas.
Luego, se quedan un rato abrazadas, en silencio, observando el vaivén de las llamas, ambas cubiertas de sudor. JULIETA acaricia el rostro de AMANDA, le aparta el pelo apelmazado por la transpiración del rostro. Se observan conscientes de que el tiempo es cada vez más escaso, y de que ambas van a salir lastimadas al final de esto, pero deciden ignorarlo y aprovechar este tiempo juntas que les fue regalado, y hacen el amor una vez más. 
Al día siguiente, JULIETA despierta en la habitación de AMANDA, la cama vacía del otro lado. En la cocina, bañada de dorado por los rayos del sol, AMANDA prepara el desayuno; la cafetera hierve sobre una de las hornallas, y le está pasando manteca hecha por ella misma a unas tostadas. La radio suena bajita de fondo. Se sorprende apenas al ver a JULIETA parada en el umbral de la puerta. JULIETA se acerca, casi tímida, a saludarla. La abraza y deposita un beso en la nuca de AMANDA, quien se voltea para darle un beso en la boca. Desayunan juntas, hablando de cosas intrascendentes, intercambiando miradas y risitas como dos jóvenes, contentas de tener la compañía de la otra. 
De regreso en la casa de los padres de JULIETA, ambas se ponen a trabajar en expandir la huerta. Sacan los yuyos, rastrillan y remueven la tierra, compran semillas nuevas y las plantan. AMANDA queda cubierta de tierra hasta los codos y JULIETA se burla de ella, hasta que AMANDA se abalanza sobre ella y la llena de tierra, ambas cayéndose sobre el pasto, con JULIETA encima de AMANDA. Se besan hasta que son interrumpidas por una vaca mugiendo en la distancia. Se apartan pero ninguna se levanta. Ríen. 
En otra ocasión, LUIS y AUGUSTO van de visita para ayudarlas a reparar el granero; sacan las maderas podridas, sacan a los gallos y las gallinas para limpiar el interior y cambiar la paja y luego tienen que perseguirlas por todo el campo, y le dan una mano nueva de pintura. AUGUSTO es más alto que LUIS, y tiene un acento porteño que años de vivir en el campo no consiguieron sacarle. Tiene rulos oscuros y le falta un diente que deja un hueco cada vez que sonríe. Lleva puesto un pañuelo en el cuello y una boina que LUIS le roba para vestir él mismo. Se tratan con un cariño y una soltura que sorprenden a JULIETA pero no a AMANDA, que los conoce prácticamente desde que se pusieron en pareja. Parecen incluso olvidarse que no están solos. Esa misma noche los cuatro cenan juntos; LUIS y AUGUSTO hacen un pedazo de asado a la parrilla y los cuatro comen, toman vino y conversan hasta altas horas de la madrugada. Hay un entendimiento y una comodidad implícitos entre los cuatro, es la primera vez desde que llegó al pueblo que JULIETA se siente a gusto con otras personas, y comprende la confianza con la que AMANDA se desenvuelve con el resto del pueblo, aunque ella no se crea capaz de lo mismo. Se siente reconfortada al saber que Amanda no estuvo sola cuando ella se fue, que tuvo la suerte de tener gente que estaba pasando por lo mismo con quien compartir su vida. Cuando se van, AMANDA se queda haciéndole compañía a JULIETA, se duerme mientras JULIETA escribe en la otra punta de la sala, acurrucada como un gato en un sillón que es demasiado pequeño para ella. Se mueve un par de veces y murmura cosas, envuelta en una pesadilla. 
De mañana, ambas están en la cama, el sol colándose por entre las cortinas. Están cubiertas por una frazada gruesa con estampado de tigre, y JULIETA está leyéndole fragmentos del proyecto en el que está trabajando, hablándole de lo que pretende con él. AMANDA la mira atentamente, con una sonrisa estúpida en el rostro. Recuerda cuando eran chicas y JULIETA inventaba historias para entretenerla, para distraerla de la monotonía de la vida en el campo junto a sus padres. Para sorpresa de ambas, JULIETA se encuentra preguntándole por sus padres y por los de ella. AMANDA le cuenta que hizo lo posible por acompañarlos cuando ambos enfermaron, pasándose con Luis de vez en cuando y estando atentos a cualquier cosa que necesitaran. Se encargaron como pudieron de los velorios, a los que asistió bastante gente  y fueron relativamente sencillos. En cuanto a sus propios padres, fue mucho más duro vivir sus enfermedades de cerca, por más que nunca hubiera tenido una buena relación con su padre, y fue durante este tiempo que realmente se volvió cercana a Luis y Augusto, a quien estaba empezando a conocer en ese momento. Le dice que sabe que a los padres de Julieta les habría gustado verla una última vez, pero que puede entender por qué ni ella ni Victor quisieron volver. JULIETA le confiesa que es algo de lo que se arrepiente todo el tiempo, pero que si hubiera vuelto jamás habría podido volver a irse. Se asienta una amargura entre ellas, un recordatorio de que el tiempo que tienen para compartir es más limitado de lo que cada una se permitía creer. JULIETA le propone irse con ella a la ciudad, aunque ya sabe que la respuesta va a ser negativa. AMANDA le dice que nunca podría dejar el rancho, que así como el lugar de JULIETA está en la ciudad, el de ella está allí, con lo único que le queda de su familia. Le dice que ella va a lograr grandes cosas, y que le encantaría estar a su lado para verlo cuando eso suceda, pero que simplemente las cosas no funcionan de esa manera. 
Cuando por fin se levantan, van al establo y AMANDA ayuda a JULIETA a sacar a los pocos animales que tiene, que ya están empezando a ganar un poco de peso, para bañarlos. Ninguno se deja mojar con facilidad y es sólo cuando ellas mismas también están empapadas que ceden y se dejan bañar. Las vacas son las más dóciles pero también las más complicadas, ya que al ser invierno suelen cubrirse de barro. Una vez terminado los dejan descansar al sol, y luego se dedican a cepillarles el pelaje antes de cambiarle todos los pesebres de heno del interior de los establos para que quede todo limpio. 
Viajan en camioneta al atardecer, AMANDA conduce con una mano sobre el muslo de JULIETA, quien no le saca los ojos de encima. JULIETA le pregunta por qué se mueve tanto cuando duerme, y por qué a veces incluso hasta habla. AMANDA le explica que siempre tuvo el sueño ligero y que no es inusual que tenga pesadillas, pero que desde que Julieta volvió que estuvo teniendo siempre la misma pesadilla en la que ella se va y la vuelve a dejar sola una vez más. JULIETA no sabe qué decir, siente que es una especie de reproche. Hacen el resto del trecho en silencio. 
Recorriendo las estanterías en la sala de estar mientras AMANDA enciende el hogar y su perro da vueltas alrededor del mismo esperando para echarse a dormir junto el fuego, JULIETA ve una pila de películas truchas caratuladas a mano con la letra de Amanda. Son todas las películas en las que trabajó desde que empezó su carrera en la ciudad. AMANDA lo nota y le explica que era la única manera que tenía de mantenerse pendiente de su vida todo este tiempo. JULIETA le pide disculpas por haber dicho que su vida era “una mierda” y por haberse ido de la forma en que lo hizo hace tantos años, sin siquiera haberle avisado. AMANDA le dice que no la culpa, que entiende que haberse quedado la habría matado. JULIETA no comprende cómo a ella no, pero no dice nada. Se sientan en el sofá y JULIETA se recuesta en su regazo, AMANDA le acaricia el pelo hasta que ella se duerme. 
Una tarde, AMANDA intenta enseñarle a JULIETA a andar a caballo. Saca del establo un caballo blanco con una pequeña mancha negra en medio de la cabeza, cría de uno de los caballos de su padre, el más manso de todos los que tiene en su rancho. Pero no hay caso: JULIETA es pésima. No logra hacer pie y, una vez que se sube, le cuesta mantenerse encima del caballo y hacer que éste le haga caso. Se cae una y otra vez, llenándose la ropa de barro y pasto. AMANDA se burla de ella cada vez que tiene que ayudarla a levantarse, y JULIETA finge estar ofendida. AMANDA le instruye para que se suba y, una vez JULIETA se encuentra arriba del caballo, AMANDA sube detrás de ella y se pega a su cuerpo. Toma sus manos y las coloca sobre las riendas del caballo y le indica a JULIETA que comience a dirigir al caballo, con cuidado. Apoya su cabeza en su hombro y le va susurrando indicaciones al oído, y JULIETA comienza a sentir el calor cubrir su rostro a pesar del frio. De a poco, el caballo comienza a moverse, obedeciendo a los tirones que JULIETA da en las riendas. Da un par de pasos, luego da una vuelta en círculos, y finalmente logra hacerlo galopar unos metros a un paso relativamente veloz antes de que el caballo se empaque y se rehúse a seguir moviéndose. Corcovea un par de veces y las sienta a ambas de culo en el barro. Ambas ríen pero JULIETA está segura de que nunca habría sobrevivido a la vida en el campo. Todavía sentadas en medio del campo, le pregunta a AMANDA cómo es que todo esto se le da tan fácil, incluso cuando eran chicas. AMANDA le responde que siempre le salió natural, así como a JULIETA siempre le salió natural el contar historias. Casi tan natural como respirar, casi tan natural como quererla a ella. Por primera vez, JULIETA se larga a llorar en frente de ella, su cuerpo sacudido por sollozos violentos, su rostro cubierto de lágrimas que le enfrían las mejillas y mocos chorreando de su nariz rosada por el frío. Intenta respirar y hablar al mismo tiempo entre jadeos entrecortados, y no logra ninguna de las dos cosas. Llora por su fracaso, por su miedo a no poder recuperar su carrera, por tener que abandonar nuevamente a Amanda. Llora por todo. Llora por lo injusto que es el mundo con dos mujeres que se aman. AMANDA la abraza y la sostiene contra su pecho, y JULIETA puede sentir el ritmo frenético de su corazón. AMANDA le besa el pelo y no puede evitar llorar ella también, aunque lo hace tan silenciosamente que al principio JULIETA no logra darse cuenta de lo que está sucediendo. Se quedan así hasta que JULIETA se estabiliza, AMANDA le aparta las lágrimas de los ojos con el pulgar con suma delicadeza. JULIETA apoya su mano sobre su pecho, sintiendo el pulsar de su corazón debajo de la misma, y luego la desliza hacia arriba hasta tomarla del cuello. Aprieta ligeramente y la atrae hacia sí para besarla, ambas ignorando el enchastre de mocos, lágrimas y saliva. 
Durante los días siguientes terminan de acondicionar la casa junto con LUIS y AUGUSTO: cambian las maderas del porche, las curan y les dan una mano de pintura nueva, reemplazan tejas rotas o podridas del techo de la casa, sacan malezas y pastos que estaban creciendo entre las grietas del cemento. Reparan las aberturas y ponen mosquiteros en cada una de las mismas. Les dan una mano de pintura antioxidante. No pintan las paredes pero les dan una lavada de cara con lavandina para sacar los hongos y la humedad. Enceran y lustran los pisos. Cancelan cables que están en corto y reparan cañerías goteantes. AMANDA siente una mezcla de alegría al ver en aquel estado la casa que alguna vez llamó hogar, y que también vio abandonada durante tantos años, pero también la angustia de saber que ni siquiera esto sería suficiente para hacer que Julieta se quede. Se pregunta cuál es el punto de todo esto si de todas formas va a volver a irse, y la casa quedará ahí, sola en medio del campo, hasta por fin desmoronarse sobre sí misma. AUGUSTO y LUIS, por su parte, sienten la satisfacción de un trabajo bien hecho, ambos cruzados de brazos observando la sala de estar de la casa con una sonrisa en el rostro. JULIETA emerge de la cocina con bebidas y los cuatro comparten un vino mientras debaten acerca de las mejoras que todavía faltan hacerle a la casa. JULIETA les dice que en realidad no se trataba de un proyecto de vida sino de simplemente convertirla en un lugar acogedor por el tiempo que fuera a estar allí escribiendo, y AUGUSTO pregunta cuánto tiempo más piensa quedarse, aproximadamente. LUIS lo fulmina con la mirada. JULIETA  responde que no por mucho más, que ya casi está terminando el guión en el que se encuentra trabajando, y tanto LUIS como AUGUSTO no pueden evitar notar la forma en la que AMANDA aprieta los labios, derrotada, una profunda tristeza apenas disimulada en sus ojos marrones. 
Una noche, mientras JULIETA escribe, acompañadas sólo por el crepitar del fuego en el hogar y el tecleo incesante de la máquina de escribir, AMANDA, sentada en la alfombra y observándola atentamente,  le pregunta cómo es que se da cuenta que terminó de escribir. JULIETA le responde que llega un punto en el que simplemente deja de escribir. AMANDA pregunta si siente que ya llegó a ese punto, por más que tema la respuesta. Necesita saberlo. JULIETA teme responderle, también. Hace ya un par de días que consideró por terminado el guión, y siguió escribiendo cosas irrelevantes o dando vueltas sobre los mismos asuntos sólo para tener un poco más de tiempo para estar allí con AMANDA, pero era evidente que ambas sentían que se acercaba el final, sólo faltaba que alguna lo pusiera en palabras, y eso era justo lo que AMANDA acababa de hacer. JULIETA no puede mentirle. Le confiesa que el guión ya está terminado, y le pregunta si le interesaría leerlo. Esa misma noche, AMANDA lo lee completo, muy atenta y detenidamente, en una sola sentada. Está en completo silencio todo el tiempo, y JULIETA no puede discernir ninguno de sus pensamientos. Comienza a ir y venir por la sala, sacándose pedazos de piel de alrededor de las uñas. Finalmente, AMANDA deja el manojo de hojas en el suelo, a su lado. JULIETA se detiene y se acuclilla junto a ella, expectante. Los ojos le brillan y reflejan las llamas del hogar. Es muy bueno, es imposible de negar que es muy bueno, y una ola de angustia vuelve a atravesar a AMANDA. Le dice que es, quizás, lo mejor que ha hecho hasta ahora, y que sería una estupidez que desaprovechara la oportunidad quedándose allí. JULIETA posa sus dedos en su mentón y levanta su rostro gentilmente, obligándola a mirarla. Le dice que, en otra vida, habrían sido muy felices viviendo en un ranchito en el campo, criando vacas y plantando verduras. AMANDA le responde que en otra vida habrían sido muy felices viviendo en la ciudad, ella trabajando un laburo medio pelo para compartir un departamento de dos metros por dos metros con ella mientras ella escribía sus películas. JULIETA le dice que realmente desearía que las cosas no fueran así, que no puede imaginarse lo que debe haber sentido AMANDA cuando ella se fue. AMANDA le responde que para ella fue peor pensar en cómo podría haberse sentido ella, completamente sola en una ciudad tan grande y desconocida.
Esa noche no duermen, se quedan abrazadas en la cama, besándose ocasionalmente, y rememorando los momentos que pasaron juntos cuando eran jóvenes y estaban enamoradas, incluso cuando no sabían que estaban enamoradas. Ninguna de las dos quiere que aquella noche se termine, porque ambas saben lo que trae el día que está por venir.
Al día siguiente, con los primeros rayos del sol, AMANDA y JULIETA se levantan y desayunan juntas por última vez. La radio suena baja, de fondo, y JULIETA se acerca a subir el volumen cuando escucha una canción que le gusta. Invita a AMANDA a bailar con ella, quien tiene que abandonar una factura de membrillo a la mitad para pararse y tomarla de la mano. JULIETA la atrae hacia sí y pone sus manos detrás de su cuello, apoyando su frente contra la suya. AMANDA coloca sus manos en su cintura y ambas se balancean, lentamente, por la cocina. Ninguna de las dos se atreve a abrir los ojos por miedo a que la otra la vea llorar. JULIETA se detiene, le da un beso en la mejilla y se aparta. Juntan las cosas del desayuno y lavan los platos, y luego se disponen a empacar todas las cosas de JULIETA para que se vaya esa misma tarde. 
Trabajan casi en silencio, juntando cosas y poniéndolas en cajas, bolsos o mochilas, y catalogándolas con prolijidad. JULIETA la deja revisar su colección de libros y le deja un par, junto con algunas fotos y recuerdos de rodajes en los que estuvo trabajando. AMANDA decide quedarse, además, con una de sus camisetas, que huele a ella, aunque es plenamente consciente de que no hay forma de que ese aroma dure más que un par de semanas. 
Una vez terminan de guardar todo, se quedan paradas en medio de la sala, observando la casa vacía. Toda la vida de JULIETA guardada en un par de cajas de cartón. Un lugar que supo ser un hogar, que vio tantas vidas entrar y salir, nuevamente abandonado, dejado a su suerte en medio de un invierno hostil. AMANDA pasa un brazo por la cintura de JULIETA y la atrae hacia sí, y se quedan abrazadas en silencio, pensando en cosas que la otra no es capaz de descifrar y que ninguna es capaz de decir. 
Cargan las cosas en la camioneta de AMANDA, y se toman un instante para observar el horizonte y el paisaje antes de despedirse por completo. JULIETA le pide si pueden hacer una parada en el rancho de AMANDA para despedirse de su perro y ésta obedece, capaz de cualquier cosa por ganar un poco más de tiempo junto a ella. Conducen en silencio prácticamente, AMANDA tratando de evitar las lágrimas que le pican en las comisuras de los ojos. Llegan a su rancho y AMANDA se baja, dejando a JULIETA arriba de la camioneta aún en marcha. Abre la puerta y el perro sale corriendo, agitando la cola con frenesí. AMANDA lo hace subir a la camioneta y éste se sienta junto a JULIETA, comienza a lamerle la cara. AMANDA cierra la puerta y vuelve a subir a la camioneta, hace marcha atrás y retorna al camino. JULIETA acaricia al perro todo el trayecto, diciéndole que lo va a extrañar y pidiéndole por favor que cuide a AMANDA, que se asegure de que nunca se sienta sola. 
Llegan a la terminal de autobús y AMANDA la ayuda a descargar y volver a cargar sus cosas en el autobús, y se despiden entre lágrimas, besos y mocos. Ninguna quiere soltar a la otra. El perro, sentado junto a ellas, no para de lamerle la mano a JULIETA. AMANDA le confiesa que nunca va a querer a nadie como la quiso a ella, y JULIETA le responde que ella tampoco, le promete que nunca se va a olvidar de ella. Finalmente, el chofer dice que es la última llamada, JULIETA se separa de AMANDA con un último beso y saca el boleto de su bolsillo. Le entrega el boleto al chofer y sube al autobús, mirando hacia atrás todo el tiempo. Una vez se sienta en su butaca, corre la cortina de la ventana y se queda mirando a AMANDA hasta que el autobús arranca y se va de la terminal, dejando a AMANDA parada sola en la plataforma con el perro a su lado. Le rasca detrás de las orejas mientras observa cómo el autobús se aleja hasta que ya no puede distinguirlo. 
AMANDA le indica al perro que suba a la camioneta y éste sube al asiento de un salto, luego ella se sube y cierra la puerta. Arranca el motor y comienza a conducir lentamente hacia el camino de regreso a casa. Enciende la radio y va escuchando música entremezclada con estática y hablando con su perro, que solamente la mira con la cabeza ladeada. AMANDA llora todo el camino de regreso, limpiándose las lágrimas y los mocos con la manga de la campera y ensuciándola toda. 
El sol ya casi está desapareciendo, y las luces amarillentas de la camioneta van recortando círculos en la ruta oscurecida. Al pasar por el pueblo, los negocios están todos cerrados, y apenas hay gente en la calle, barriendo la vereda de sus casas o tomando algo sentados en sus porches. Nadie parece estar al tanto de que JULIETA se acaba de ir y de que no va a regresar, nadie parece estar al tanto de que AMANDA está siendo atravesada por un dolor del que no sabe si se va a poder recuperar. Deja atrás el pueblo y toma el camino de tierra, pasando primero por la casa de los padres de JULIETA, ahora vacía una vez más. Mañana, ella y LUIS tendrán que ir y llevarse todos los animales para que no mueran de hambre, tapiar las puertas y ventanas para que nadie usurpe la casa. Pero por hoy no quiere ni pensar en eso. Observa la luz del porche aún prendida, el pasto recién cortado y los cultivos todavía frescos en la huerta. Suspira entristecida y, finalmente, sigue conduciendo. Estaciona la camioneta en el camino de entrada de su rancho y deja bajar al perro, que sale a retozar entre los pastizales. AMANDA apaga la camioneta y se baja. En lugar de entrar, se queda observando el paisaje, la inmensa y hermosa llanura que se extiende ante ella y en la que va a quedarse atrapada hasta el día en que muera.
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El voto es secreto, es refiere a que es información clasificada. Cuando vas al hospital, y al ingresar y buscar poner tus datos, este no tiene por quien votaste. Cuando te para un control de tráfico, revisa tu carnet y carnet vehículo, no tiene por quien votaste. Tu seguro, no tiene por quien votaste, el partido, no tiene por quien votaste en su base de datos.
El tema del no anónimo, no pasa realmente por un recuento, aún esto es posible , sino por dar el debido comprobante, y también y aún el debido registro. Cuando una persona se registra a un candidato, cuando una persona se vincula con un candidato, es un registro automático y más aún autónomo ( AUTÓNOMO) , al ser autónomo es burocrático, y no es manipulable desde afuera una vez el sistema burocrático este en perfecta línea. Cuando se vincula un voto a un candidato es un registro manual ( no autónomo dependiente) por tanto manipulable, cuando se vincula una boleta aún más, saco y cambio, sino alteró los registro por computadora.
Para ser autónomo o de registro autónoma debe haber una activo registro cualificativo, un recuento cualificativo. Es decir diferencia de puntos o diferentes puntos que convergen en uno, como un señale por flecha. Acá cada punto es un punto en si mismo, una base de datos por si mismo, hay puntos. todo lo contrario, en el no autónomo, hay una sola base de datos, un solo punto, y un conglomerado.
Lo autónomo son cada votante una departamental, un sindicato, y cerrado por si mismo, y punta punta entre máquinas de registro por montones en la entrada y salida. Cada votante tiene una cuenta en el registro de salida, todos sean, y nunca se mezclan y solo se recuentan por separado y dan un número secreto no anónimo. Cada votante habilitado tiene una cuenta donde deposita por transferencia, por sistema cerrado extremo extremo, su voto. Cada cuenta a orden y nombre, exclusivo de su habilitación. Número de cuenta está en el comprobante. Así todos los votos separados y en cuentas separadas y sin acceso desde el exterior, ya que es un registro de solo lectura, y no se puede escribir una vez hecho por el identificado en cuestión
No suelen estar accesible en ninguna base de datos del gobierno, y no suele utilizarse como fiscalizador manual, solo se aseguran los sistemas antes, suele ser durante y luego después, y es la cuenta. Pero si se registra el comportamiento de la máquina, lo cual si se fiscaliza y puede arrojar difícil la señas de un error. Se busca un corto, un corto circuito, como un puente en la transmisión de datos. Un bloqueo, una resistencia indebida, y más de tres, es un patrón significante. Y tres un patrón. Los tiempos momentos, velocidades, etc. Picos de tensión, frecuencias y picos de frecuencia de transmisión y grabación bit de registro, sonido ultrasonido, temperatura calor, perdida de energía, ruta de energía y transmisión, comportamiento al frio. La señal es corto horizontal hacia adelante a unos 75 grados y luego descenso prolongado tangente en meseta hacia desaparecerse hacia abajo. Registro sonido en escalera en subida angulo de 35 grados inferior y de bajada de 35 superior
La cuenta es x + John doe = X x John doe. Así se vincula el votante con el candidato. Se transfiere el x ( votante) + John doe ( candidato) y se cuenta como John doeX. x ( votante) tengan a John doe ( como marcador fluorescente candidato). Así se hace un conteo cuánto jonh doe hay ( como un conteo de fluorescencia) ( brillas mijo) y es muy raro una discriminación o corrida electroforetica donde se separan peso molecular o patrones de identidad, y créase o no solo importa los parámetros mili o biométricos o faciales y las huellas. A nadie le importa tu nombre y número. El sistema nunca los lee, es como pedir un café el agente de gobierno que te atiende. Usted tiene un nombre señor y ese nombre es..., un poco de calor para que no te sientas solo un número, número de caso o acción, registro, ticket comprobante . Me refiero a que importa el número de registro de el trámite o acción y no el de la identidad. Este se asocia también como fluorescencia indirecta, para asociar una acción trámite o registro.
Siendo x + número trámite+ trámite acción= x ( número trámite+ trámite acción)
Todo por transferencia
Además estos balance biométrico de la máquina sistema son de audiencia pública. No la fórmula sino lo registro electrofonicos de la máquina. No los votante si el comportamiento y balance y homeostasis de el comportamiento del sistema máquina y puede presentarse peritaje por peritos calificado y habilitados por partes y partes públicas, claro los requisitos por pedido de partidos y entes públicos es distinto a los de los particulares. Los partidos y entes, denuncia una irregularidad o acción fraudulenta y se espera alguna resolución, juzgado durante y después , juez de caso o primera instancia ( particular), alguacil durante ( juez de acción), y muy luego en primera instancia para evaluación y aceptación tribunal administrativo. Los votante, deben ir a la corte administrativa en todos los casos después y al alguacil durante o antes.
Juzgado por votante, pruebas de fraude o intención intento de este, pruebas de conspiración. En lo demás fallo de procedimiento y resguardo del procedimiento y proceso.
En el caso de entes y públicos o particulares, la conspiración debe probarse en la corte o tribunal administrativo, con probatoria de fallo de procesos y procedimientos
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rockinnews · 8 months
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Israel Nash de gira por España con su potente rock de raíces americanas.
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ISRAEL NASH el intérprete americano regresa al rock de la tierra con el que creció, a las raíces que le unen a Petty y Springsteen, en su nuevo álbum, 'Ozarker', que viene a presentar con su banda en su primera gira por salas en 11 años.
20 DE FEBRERO. KAFE ANTZOKIA, BILBAO 21 DE FEBRERO. FACTORÍA, AVILÉS 22 DE FEBRERO. COPÉRNICO, MADRID 23 DE FEBRERO. LOCO CLUB, VALENCIA 24 DE FEBRERO. ROCK & BLUES, ZARAGOZA 25 DE FEBRERO. UPLOAD, BARCELONA
Grabado con el productor Kevin Ratterman (My Morning Jacket, Ray LaMontagne), la nueva y conmovedora colección de canciones de Nash es una oda a sus raíces, una meditación sobre el amor y la familia, de la belleza y el dolor que pasa de generación en generación, en los lazos que nos unen en los buenos y los malos tiempos. La música se remonta a ese rock de la tierra con el que Nash creció (Petty, Springsteen, Seger), con esas guitarras imponentes y las melodías hímnicas, y letras casi cinematográficas, pintando paisajes de los hombres y mujeres del día a día que ponen lo mejor de ellos para vivir con dignidad y amor propio. Algunos personajes provienen de las propias historias familiares de Nash, otros son prestados, pero todos tienen en común esas característica distintitva del medio oeste americano, y sus sueños, triunfos y fracasos representados con ternura y empatía. Sería fácil mitificar los lugares de donde proviene desde el beneficio de la distancia y a toro pasado, pero ‘Ozarker’ presenta sin embargo una mirada honesta, íntima, resistiendo la urgencia de romantizar el pasado y sin perder su humanidad y su corazón. 
Hijo de un predicador baptista y una artista, Nash alcanzó primero la fama en Europa, construyendo una base fiel de seguidores con varios aclamados discos que le llevaron a firmar con el sello británico Loose. Cuando comenzó a conquistar al público americano, dejo su hogar adoptivo de Nueva York por Dripping Springs, en Texas, donde construyó su propio estudio en un rancho, abrazando un sonido más espacioso y psicodélico que le hizo aterrizar en algún punto entre Neil Young y Pink Floyd. Rolling Stone le llamó “un maestro de las texturas sonoras” y Mojo se refirió a él como “un visionario del folk-rock”
Tras la muerte de Tom Petty, Nash regresó a la franqueza y la precisión artesana de discos como ‘Full Moon Fever’ o ‘Damn The Torpedoes’, y de ahí el salto a ‘Born In The USA’ y ‘Night Moves’ fue un paso lógico, regresando a ese sonido con el que creció. Aquello le llevó además a reflexionar acerca de su propia historia. Alquiló una casa en Blanco River, cerca de Wimberley, Texas, y empezó a trabajar solo con una guitarra, un viejo teclado Casio, una vieja máquina de ritmos y una grabadora de cuatro pistas. La idea era forzarse a mantenerse simple y honesto, a evitar las rutinas o perderse en escribir con urgencia. El resultado es un exuberante muro de sonido que resulta ‘vintage’ y moderno a la vez, repasando 50 años de rock de raíces americano en una fiera vorágine sónica.
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memoriasdelecturas · 9 months
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es una maravilla poner la radio
a poco volumen
a las 4.30 de la madrugada
en un edificio de apartamentos
y oír a Haydn
mientras a través de la persiana
no se ve más que la noche cerrada
hermosa y tranquila
como una flor.
y con eso
algo que beber.
claro,
un cigarrillo,
la estufa encendida,
y Haydn sonando.
quizá solo 35 personas
en una ciudad de millones escuchan
igual que tu escuchas ahora,
mirando las paredes,
fumando en silencio,
sin oír nada,
sin ansiar nada.
existiendo como el mercurio
escuchas la música de un muerto
a las 4.30 de la madrugada,
sólo que no está muerto de veras
mientras el humo del cigarrillo asciende ensortijado,
no esta muerto de veras,
y todo es mágico,
esta delicia de sonido
en Los Ángeles.
aunque pronto una sirena asalta el aire,
algun lío, asesinato, robo, muerte...
pero Haydn continúa
y tu escuchas,
una de las mejores madrugadas de tu vida
como algunas cuando eras muy joven
con una estúpida fiambrera
y ojos de sueño
en el primer autobús hacia los apartaderos
para limpiar las ventanas y los costados de los trenes
con un cepillo y cera abrillantadora
pero conciente
en todo momento
de que pondrías toda la carne en el asador,
y ahora que ya la has puesto,
aún vivo,
pobre pero fuerte,
conoces a Haydn a las 4.30 de la madrugada
el único modo en que se le puede conocer,
con las persianas echadas
y la noche cerrada
el cigarrillo
y en las manos este boli
escribiendo en una libreta
( a estas horas mi máquina de escribir
aullaría como un oso violado )
y
ahora
de algún modo
bien encaminado
tranquilo y al abrigo
por fin
mientras Haydn termina.
y entonces una voz me dice
dónde encontrar huevos con tocino,
jugo de naranja, tostadas , café
esta misma mañana
por un precio adecuado
y me cae bien este tipo
por decírmelo
después de Haydn
siento deseos de vestirme
y salir en busca de la camarera
comer huevos con tocino
y llevarme la taza de café a los labios
pero me distraigo :
la voz me dice que Bach
viene a continuación : Concierto de Brandemburgo numero 2,
en fa mayor.
así que voy a la cocina por
otra lata de cerveza.
ojalá esta noche nunca amanezca
como, al cabo, alguna no amanecerá,
aunque supongo que hoy llegará mañana
con sus malos modales:
los coches embotellados en las autovías,
rostros asquerosos como excrementos flotando en el retrete,
vidas atrapadas, amor menos que hermosos,
y salgo
bien encaminado
con una lata de cerveza fría en la mano
mientras Bach comienza
y
esta buena noche
sigue por todas partes.
Charles Bukowski | Unas notas sobre Bach y Haydn
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fernando-arciniega · 1 year
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Partes de una computadora - Recursos educativos de informática para niños
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Las computadoras son máquinas que nos ayudan a hacer muchas cosas, como escribir, dibujar, jugar, escuchar música, ver películas y conectarnos a internet. Para funcionar, las computadoras necesitan diferentes partes, que se llaman componentes. Las partes básicas de una computadora son: - El monitor es la pantalla en la que vemos la información que la computadora nos muestra. - El teclado es el dispositivo que usamos para escribir en la computadora. - El mouse es el dispositivo que usamos para mover el cursor por la pantalla y seleccionar cosas. - La CPU (por sus siglas en inglés, Unidad Central de Procesamiento) es el cerebro de la computadora. Es la parte que se encarga de realizar los cálculos y ejecutar los programas. - La memoria es la parte que almacena la información que la computadora está usando en ese momento. Además de estas partes básicas, las computadoras pueden tener otras partes, como: - La impresora, que imprime la información que está en la computadora. - Los altavoces, que reproducen el sonido de la computadora. - La cámara, que toma fotos y videos con la computadora. - El micrófono, que graba el sonido con la computadora. Estos son solo algunos ejemplos de las partes que pueden tener las computadoras. Las computadoras pueden tener diferentes partes, dependiendo de su tamaño, su función y su precio.
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Pide a los alumnos que coloquen el nombre de los dispositivos dentro del recuadro, puede ser dibujado en su libreta o con una hoja impresa. Descarga el PDF con el material didactico. Read the full article
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hugofjs · 2 years
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Rayos de sol que débiles se filtran
Entre enredaderas del viejo jardin
Y esconden la casa triste y vacia
Que en vigilia se quedó inerte
Viejos retratos empolvados
Entre telarañas añejas
Yacen colocados en las viejas paredes
Y los estragos del tiempo que no perdonan
Acaban lo que tomo toda una vida
Pero así es el tiempo
Siempre llega siempre pasa
Tan implacable
Tan imperdible
Casa vacia
Casa abandonada
Tus viejos recuerdos
Se irán algún dia
Ya no se escucha
El retumbar del sonido
De aquella vieja máquina de escribir
Dejo de sonar hace tiempo
En que fue inhabitada...
La que alguna ve fue su casa
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chezagnes · 2 years
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A los puños del agua le acompañaba el ulular del viento, y aún así, no fue hasta que un rayo golpeó seco el aire e iluminó la estancia que la chica por fin levantó la vista del libro. Sonrió para sí. Le encantaban las tormentas, y en especial el sonido de la lluvia, que muchas veces utilizaba para meditar. Ese sonido apagado, parecido al ruido blanco (como si alguien estuviera escribiendo un largo texto en una vieja máquina de escribir), la llenaba de paz y la permitía centrarse. Dejo el libro sobre la mesita auxiliar, y apagó la luz de la pequeña lámpara con un clic que se perdió entre el fuerte repiqueteo de la lluvia contra el cristal. Haciéndose un ovillo, se acurrucó en la butaca y se abandonó a la tormenta. #creativepromptsforwriting #writing #prompts #inspiration #writingprompts #writingadvice #writinginspirations #writingexercise #writingmotivation #writingcommunity #writeblr #writingprompt #writersoninstagram #writinginspo #ChezAgneswritings #escritura #escrituracreativa #escribir #escritos #intuition #intuicion #creativeprompts #creativeprompt #escritos #rain #lluvia (en Madrid, Spain) https://www.instagram.com/p/CjdmWKHjwgV/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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ocasoinefable · 2 years
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Pasa el frio entre los barrotes, la luz se hace densa a medida que avanza el día. En la esquina del cuarto, (sobre un catre arrugado por una máquina de escribir) hay cuerpo en forma de esfera soplando entre sus manos, sopla y sopla esperando despertar… un ligero camisón le sujeta de la noche, mientras palabras de otras vidas pican sobre su garganta, mientras la certeza le cuenta los cabellos y duermen en las puntas como rio, y entre balbuceos canta una canción seguido a que sus ojos duermen. “Bajo una estrella, esperan tus labios, esperan los míos, bajo la oscuridad se encuentran sin rostro, se besan en una y caen entre un suspiro al rayo del sol, no estamos mas nos escribimos cartas con la luna y líneas con el viento al vacío. Hola estoy aquí” se despertó de un salto, llevo las manos al pecho y mantuvo en silencio el sabor de cada letra sin poderla tener, sin recordar de donde venia esa sensación que le invadía, solo un chasquido a travesando la garganta, los ojos pesados, un cansancio que derretía cada objeto de aquel cuarto. Sirvió sus prendas y se levanto arrastrando de sus dedos cada nota, toco el aire, escucho el eco vacío y se dejo caer como el agua de su boca entre el día. se toco las manos al dejarlas sobre el papel, besaba sus esquinas mirando hacia esa boca que descendía por su cuello, afilaba en su pecho, hablaba a sus vellos y reía a medida que desajustaba su pantalón, se hundía y navegaba bajo la piel, se erguía en su sangre, mientras sus labios temblaban con ese sabor que escondía en algún rincón de su memoria no vivida, en alguna parte le esperaba, pero de golpe todo ceso, el viento se coloco en sus pulmones y en un trozo de sonrisa se desvaneció. Anduvo durante varias horas del domingo quitando el polvo, revisando los focos, arreglando documentos, desgajando las hojas secas de las flores, cuando una de ellas le picho, así que rápidamente llevo a el dedo a la boca y retiro con los dientes la espina, un mareo hacendó entre sus ojos y una palabra caía de sus labios “He llegado, has llegado” las ramas se extendieron y tocaron sus parpados. «Una vez quise retener un parvada, pero esta se murió entre la jaula. Mi familia y amigos se fueron, no estuvieron y quizás no lo estaban, he sido la soledad desde que lo recuerdo, pero no lo sabía, lo supe el día en el que llego una risa a tocar mi puerta y se quedo hasta hacerme de su sonrisa y luego se fue, los días perdían su forman, le esperaba de nuevo, pero no regreso, le llame entre gritos y sin poder mas llegue yo a su puerta, golpee una y otra vez, más parecía no entenderme, vi entre las rendijas la vida continuaba, tenían amigos, un trabajo, un estilo de vida que parecía avanzar mientras yo sentía que llevaba tachuelas en la garganta y un mar en descenso, así que me senté en el desolado color de mis ojos y abandone las horas ¿Cómo le podía pedir que se quedara, cómo podía pretender capturar las horas, cómo podría mantener una parpada entre mis labios..? » sus pensamientos se irrumpían en los dedos que no alcazaba a despertar  - allí estas- de nuevo suspendía y reía con los ojos cubiertos de lágrimas, el jardín estaba vacío, no había nadie excepto de su existencia y el color de las flores. Estaba de rodillas con una mano aprisionando a la otra, lo repetía entre los intervalos en los que sentía que eso que le acompañaba se volvía en su ser por completo, una línea delgada temblaba a quebrar la realidad o despertar el sueño. Volvió a la mesa, preparo un café, miro hacia la ventana y los ramales de las montañas le contemplaban los respiros (un verde y cimarrón se extendía entre bailes de brisa y sol) así se podía pasar la vida; con un cuarto de café, con un cuarto de velo, con un cuarto de sonrisa y una eternidad de silencios. No era muy buena su voz emitiendo sonido, su lengua estaba pegada a su paladar, el tiempo había acostumbrado a sus cuerdas a ser raíces, alejadas y retiras de cualquier movimiento. Bajo la noche entre las montañas, se quitó la levita, se hundió entre la colcha sin saber mas del día. Era otro domingo mirando que sus ojos no abrían, los barrotes seguían fríos y el catre se volvía ola, como si estuviera en otro lugar, trayendo recuerdos de alguna otra vida, se giró y espero a que llegara esa sensación que le desnudaba entre montañas y parecía como si sintiera junto a sus latidos a contar un día de lo mas delicado y colorido,( “hoy desperté y arregle las flores, aunque una de ellas me lastimo, estabas qui y luego caía la tarde”)…  Apretó los dientes al no ver claridad, al no palpar palabras, al no soplar la razón, se rendía y abrazaba el aliento de sus manos, mientras estas se adormilaban en el silencio.
… Eso he soñado. Crees en las palabras que se tejen sin sonido ni forma, solo sienten, sin hallar un leguaje
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vacio-existencial · 3 years
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Hoy cumple años Charly García, un artista argentino que es señalado cómo el más importante del rock nacional, sobre todo por la influencia y el respeto que genera en otros artistas. Si no lo conocen, se los super recomiendo; si lo conocen, vuelvan a escucharlo, es sensacional.
Formó parte de varías bandas: Sui Generis, Porsuigieco, La Máquina de Hacer Pajaros, Serú Girán y tiene una carrera solista muy amplia, rodeado de grandes músicos y su genialidad. Su importancia en el rock argentino es fundamental, ya que en una época dónde no existía internet, logró acercar ritmos, sonidos, estilos e instrumentos que no eran comunes en la escena nacional, siendo uno de los primeros en usar samples, por ejemplo.
Niño pródigo, desde los 8 años dominaba el piano cómo pocos. Excéntrico, rebelde, revolucionario, raro, excesos, locura: Charly. Saltó de un noveno piso hacia la pileta de un hotel; un salto de fé, cuando no existía Assassin's Creed; una prueba extrema, cuándo no existía Jackass, ni TikTok, ni YouTube, ni el parkour. El Maradona del rock, o Maradona el Charly del futbol. Esto es Charly.
No le temblaba la voz al cantar, aúnque con el tiempo se puso un poco más rasposa, cómo su personalidad. No tenía pudor en plantarse ante populares personajes nefastos de la tv, que preguntaban banalidades o se querían pasar de vivos agrediendo y contestarle cosas cómo: "Soy romántico, no boludo" o "yo pienso que vos sos un pelotudo, pero un pelotudo bien... que sale en televisión". Boludo, pelotudo, argentino: Charly.
Pero también se plantaba cuándo, sin exagerar, plantarse te podía costar la vida. Sabido es que en un recital en plena dictadura, un policía irrumpió para llevarse a una chica arrastrada de los pelos, entonces Charly paró el concierto y le dijo: "Vos sos uno, nosotros somos cinco mil. No sé, fijate". Eso también es Charly.
Es tal la genialidad de este ícono de la música argentina, que durante esa época oscura del país, cuándo ser raro te podía costar la vida, cuándo ser libre te podía desaparecer, se anima a escribir canciones cómo está.
Felices 70 pirulos. Gracias Charly.
La vanguardia es así, SAY NO MORE.
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relecturas · 3 years
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Para una estética de la máquina de escribir. Escribir a máquina supone introducir la lectura fija en el momento de escribir, ya que se separa el acto de teclear palabras con la forma de leer lo que se está escribiendo simultáneamente pero en otro registro y en otra posición del cuerpo, sin necesidad de retirarse del papel o de dejar de escribir (como sucede cuando se escribe a mano). Por otro lado el sonido de las teclas crea un ritmo que uno mismo sostiene o modifica, y se dirige al oído al mismo tiempo que al ojo. Las teclas con las letras dibujadas hacen del lenguaje una partitura, una clave que hay que saber interpretar para que la música del lenguaje se deje oír (pero por supuesto yo escribo a mano en un cuaderno con una lapicera de tinta negra).
Los diarios de Emilio Renzi, Ricardo Piglia
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fueradeescenasblog · 2 years
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La Desgracia
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Si Mónica Berman con su máquina de escribir ya había mencionado su felicidad porque “los artistas se atrevan a jugarse con este tipo de producciones, bien hechas y, definitivamente, políticamente incorrectas” qué dirá cuando se entere que los artistas de Bahía Blanca también se animan al género musical, porque desde hace un tiempo se viene presentando con un éxito rotundo el musical La Desgracia de Juan Martin Delgado.
En este tipo de espectáculosse interrelacionan distintos factores como la rima, la métrica, la música, la coreografía, para contar una historia, la historia del pequeño pueblo de Terranova, que está siendo atormentado por una extraña enfermedad, que para sorpresa y desgracia de sus habitantes, se transmite por contacto sexual.   
Es claro que en La Desgracia se narre una historia -que en palabras del propio autor tiene visos autorreferenciales y le sirvió para transformar su desgracia “en una comedia que hace reír a la gente y la enfrenta con sus propias miserias", en este musical -por supuesto-que el público no hace más que reír de principio a fin.
De modo que, la música (Francisco Martínez Castro) y el canto de estos actores-cantantes-bailarines, no son solo un recurso estético sino que son el eje vertebrador a través del cual avanzan cada una de las escenas. Es evidente, además, que en La Desgracia la música tiene la clara intención de acentuación dramática, no en vano los actores parten de las canciones para contarle al público qué pasa en Terranova y son ellas las que marcan el ritmo interno en la escena para mostrar las desgracias que sufre el pueblo.
Pero además, las canciones de este musical, reflejan las emociones, los miedos, los pensamientos, son el devenir interno, el discurrir de la mente de todos y cada uno de los personajes que narran-cantan la historia de este pueblo.
De este modo, en La Desgracia todo transcurre a través de lo cantado, de lo bailado, mientras que los parlamentos narrados son nexo entre una y otra área musical.
Ya desde el primer número el espectador se entera -por la voz y el canto de Norita, la enfermera- que una desgracia aqueja al pueblo y con la entrada del doctor nos enteramos que esa “bendita” desgracia se transmite por vía sexual. De modo tal que la premisa será: al mejor estilo fiel y piadoso: no fornicarás… Pero esta situación se complejiza aún más en Terranova cuando nos enteramos que Anita, la hija de la Intendenta, también se contagió de esta enfermedad mortal. Y así, entre canción y canción se van mostrando cada vez más los rasgos distintivos de las personalidades del pueblo junto con la enfermedad que se va desparramando…Y para colmo de todos los males se suma a la lista un asesinato y una asesina que está loca de atar.
Y como en todo pueblo chico -y conservador- con infierno grande aparecen temáticas como los políticos corruptos y el poder, la iglesia y el fanatismo religioso, la hipocresía de una sociedad que adora a dioses pero que censura al diferente.
Ficha técnica:
Libro y Letras: Juan Martín Delgado. Música Original: Francisco Martínez Castro. Co-Dirección coreográfica: Camila Spaccesi. Direc. musical y vocal: Gisela Arosteguis. Direcc. teatral: Milagros Piro. Direcc coreográfica: Cintia Nievas.
Actúan: Nahuel Obreque, Romina Benito, Olivia Cambiaso, Fabrizio Bottoni, Rocío Avondet, Camila Spaccesi, Gabriel Garay, Lucía Martinetti, Juana Montenegro, Sol Duca, Gonzali Bitti, Luciano Dell´Orfano, Matías Mambretti.
Músicos: Manuel Ignacio Castaño, Ana Abad, Renzo Coccé, Rocío Palma, Laura Fuentes, Daniel Ovejero, Mauricio Bahia.
Asistente Coreográfico: Juan Montenegro. Técnico de Sonido: Santiago Cabrera. Diseño de Iluminación: Emiliano Bournod. Diseño de Vestuario: Berenice Pelaiz, Alejandra Diez, Marta Gallego, Miriam Sabbatini. Diseño de maquillaje: Milagros Piro. Diseño de escenografía y utilería: Walter Benedetti. Diseño gráfico e imagen: Luis Cuchinelli. Fotografía: Reinaldo Perdomo
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