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#treinta monedas
taurgo · 1 year
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If you find yourself in the middle of a venn diagram for well made horror series and an enjoyment of religious corruption aesthetic I cannot recommend 30 Coins on HBO Max enough! There's an ex-convict boxing priest! There's a secret international cult! There's Lito from sense8 Miguel Angel Silvestre!
The second season is coming next month and the first season is packed full of absolutely crazy shit slightly moreso than Midnight Mass but has a good monster of the week formula with an overarching story. Check that shit OUT
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eddy25960 · 5 months
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“Manos” de Alberto Durero:
Alberto Durero nació en Nuremberg en el año de 1471 y falleció en el año de 1528, siendo el artista más famoso del Renacimiento alemán, conocido en todo el mundo por sus pinturas, dibujos, grabados y escritos teóricos sobre arte.
Famoso en media Europa antes de cumplir los treinta años gracias al fuerte éxito de su serie de xilografías del Apocalipsis (1498), Durero ejerció una influencia determinante en los artistas del siglo XVI, tanto alemanes como de los Países Bajos, y llegó a ser admirado por maestros italianos como Rafael Sanzio y Tiziano, consta además que sostuvo contactos con genios como Leonardo da Vinci y Giovanni Bellini. Sus grabados alcanzaron gran difusión e inspiración a múltiples creadores posteriores, incluyendo la pintura barroca de España, la corriente nazarena del siglo XIX y los expresionistas alemanes de principios del siglo XX.
Les comparto una anécdota anónima de Alberto Durero de su vida que fue la que lo marcó para lograr triunfar y ser un gran pintor:
En el siglo XV, en una pequeña aldea cercana a Nuremberg, vivía una familia con varios hijos. Para poner pan en la mesa para todos, el padre trabajaba casi 18 horas diarias en las minas de carbón. Dos de sus hijos tenían un sueño: querían dedicarse a la pintura, pero sabían que su padre jamás podría enviar a ninguno de ellos a estudiar a la Academia. Después de muchas noches de conversaciones calladas, los hermanos llegaron a un acuerdo. Lanzarían al aire una moneda, y el perdedor trabajaría en las minas para pagar los estudios al que ganara...
Al terminar los estudios, el ganador pagaría entonces los estudios al que quedara en casa con la venta de sus obras. Así los dos hermanos podrían ser artistas.
Lanzaron al aire la moneda un domingo al salir de la Iglesia. Uno de ellos llamado Alberto Durero, ganó y se fue a estudiar a Nuremberg. Entonces, el otro hermano, comenzó el peligroso trabajo en las minas, donde permaneció durante los siguientes cuatro años para sufragar los estudios de su hermano, que desde el primer momento fue toda una sensación en la Academia. Los grabados del artista de sus tallados y sus óleos llegaron a ser mucho mejores que los de muchos de sus profesores, y para el momento de su graduación, ya habían comenzado a ganar considerables sumas con las ventas de su arte.
Cuando el joven artista regresó a su aldea, la familia Durero se reunió para una cena festiva en su honor. Al finalizar la memorable velada Alberto se puso de pie en su lugar de honor en la mesa y propuso un brindis por su hermano querido, que tanto se había sacrificado trabajando en las minas para hacer sus estudios una realidad y dijo: “Ahora hermano mío, es tu turno. “Ahora puedes ir a Nuremberg a perseguir tus sueños; que yo me haré cargo de todos tus gastos”. Todos los ojos se volvieron llenos de expectativas hacia el rincón de la mesa que ocupaba su hermano, pero este, con el rostro empapado en lágrimas, se puso en pie y dijo suavemente:
-“No hermano no puedo ir a Nuremberg. Es muy tarde para mí. Estos cuatro años de trabajo en las minas han destruído mis manos. Cada hueso de mis dedos se ha roto al menos una vez, y la artritis en mi mano derecha ha avanzado tanto que hasta me costó trabajo levantar la copa durante tu brindis. No podría trabajar con delicadeza las líneas, el compás o el pergamino y no podría manejar la pluma ni el pincel. No hermano para mi ya es tarde. Pero soy feliz de que mis manos deformes hayan servido para que las tuyas hayan cumplido su sueño”.
- Alberto Durero, realizó algunos dibujos de las “Manos” maltratadas de su hermano!
Publicación de Salvador Niebla
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Del cuaderno... (XVIII)
BUEYES
Definí hace poco la poesía, en una de mis muchas cartas —«mensajes en botellas rotas»—, como un afterthought, un «se me ocurrió después» que a menudo no se manifiesta hasta pasado el hecho; y tiene su sentido: estábamos viviendo, estábamos inmersos en la dicha del puro momento no consciente, respirando en lo eterno del instante sin saber que lo echaríamos de menos. Y así esta mañana, fresca y batida por el viento, de comienzos de este mes de junio, viendo los vencejos recorrer el cielo como invisibles hilos de corriente eléctrica en movimiento, escuchando al mirlo en algún lejano huerto (imaginado, pues no hay en este barrio huertos; pero para algo ha de servirnos ser poetas) y dejando que el monótono metrónomo del terapéutico reloj hiciera resonar su pulso en la quietud de mi mañana, a solas con mi ser, con mi pasado, con mi «vislumbre de inminencia», que ahora fragua en la blancura inmarcesible de la página como el recuerdo de un hato de bueyes que lentamente hubieran desfilado por la angostura del camino.
[02/06/24]
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Adolf Mackeprang: Bueyes en Italia (1871)
CARA Y CRUZ
Termina el día y es como la cara complementaria de la moneda que en mi mano tenía cuando la jornada empezó.
Esta mañana, temprano, surgió el impromptu que más arriba figura en verso, pues me vino en forma de poema. El temblor lírico me había estado rondando desde ayer; sentía espesarse dentro de mí el torrente de la llamada poética. A veces ocurre todavía que el anhelo de escribir llega con la dulce pureza inspirada de hace más de cuatro décadas, cuando empecé a componer poemas. Eran entonces breves y vaporosas las piezas que concebía, y se presentaban como ensoñaciones deshilachadas en la página, meros apuntes que recogía con mano inquieta en cualquier papel.
Transcurrido el tiempo, aquellos esbozos fueron a parar a mi volumen Diecisiete poemas, cuya versión más primitiva se tituló «Sur» (y también «El Sur y otros poemas») y llegó a contener unas treinta y cinco o cuarenta composiciones. Recuerdo que mandé el original a la editorial EDHASA, y que me contestaron con una amable carta mecanografiada en un elegante folio timbrado, de color blanco hueso, orillado con un hilo rectangular de color rojo. Me agradecían el envío con suma cortesía. Lo que no consigo recordar es si añadían alguna otra explicación. Mi libro no podían publicarlo, pero la misiva que me mandaban no era el burdo rechazo al uso. Era una carta gentil y respetuosa; nunca olvidaré —pese a la negativa que me comunicaba— la cálida impresión que me causó. Debo de conservar en alguna parte el documento; tal vez esté entre los ajados archivadores de cartón en los que guardo suvenires literarios diversos de aquellos años. La fecha era 1983; hace ya más de cuatro décadas.
A principios de los 80 vivía yo en Oviedo; acababa de trasladarme allí, para dedicarme a la enseñanza del inglés en una academia de idiomas ubicada en un callejón escalonado que descendía desde la calle Flórez Estrada hasta el estadio Carlos Tartiere (hoy desaparecido de ese lugar) y que se llamaba pasaje de los Nogales. Era bien bonito el nombre de la vía, aunque los nogales, como tantas veces ocurre con las múltiples especies arbóreas cuya denominación puebla la toponimia de nuestras ciudades, brillaran por su ausencia; tal vez los hubiera habido en alguna época anterior, cuando aquellos predios eran prados, pues toda esa zona de Oviedo, en los alrededores de la avenida del Cristo, subiendo hacia Buenavista, era en buena medida de reciente desarrollo urbano.
Aquella época de mi vida fue de emancipación y descubrimiento. Tenía yo veintiún años recién cumplidos, y hasta entonces, en mis escasos desplazamientos por la piel de toro, no había subido más allá de Madrid. Asturias era un mundo nuevo, muy diferente de la tierra levantina en la que me había criado; y hace cuarenta años, en un orbe todavía preglobalizado (y una España que ni siquiera formaba parte del Mercado Común), los contrastes eran más vivos y marcados que hoy.
Echo de menos la lluvia de Asturias, sus olores, los pinchos de las cafeterías de Oviedo en los ochenta —donde un cortado costaba treinta y cinco o cuarenta pesetas—, los amables camareros con su casaca azul y su pajarita negra, el aromático bullicio de la plaza del Fontán (lustros antes de su reforma), los paseos por el Campo de San Francisco, las visitas a la librería Ojanguren, la gente cantando en las sidrerías.
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En Vetusta terminé mi ópera prima poética, y en Vetusta seguía residiendo cuando el libro vio por fin la luz, en 1986, en la imprenta malagueña de Ángel Caffarena. El poemario se había quedado en chasis: diecisiete breves piezas. ¡Si llego a seguir quitando poemas, me quedo sin libro! Eran tiempos en los que escribía ocasionales composiciones, cuando de tarde en tarde llegaban, sin ninguna prisa y sin expectativa alguna; pero con una especie de convencimiento espiritual absolutamente genuino, más intenso y verdadero —lo describiría como rimbaldiano— que el que jamás haya podido sentir después. Me pasaba largas noches leyendo, y días enteros callejeando («cuerpo solo tantas horas», como digo en una de las piezas de aquel volumen, titulada «Umbrales»). No era yo «poeta» todavía, ¡y es posible, sin embargo, que fuera más poeta que nunca!
Mandar un primer librito de versos a EDHASA (Editora y Distribuidora Hispanoamaericana, S. A.), la casa que a finales de los 70 sacó en España el Viaje al fin de la noche, de Céline, en la traducción de Carlos Manzano (que fue precisamente lo que a mí me dio pie para remitirles mi humilde manuscrito), es una ocurrencia cuya candidez deja pasmado. ¡Osada es la ingenuidad! Aunque se rige —la ingenuidad— por sus propias normas: no hay nada que en el fondo tenga más aplastante sentido innato de la lógica. Esa naïveté no la he perdido; no del todo, a Dios gracias. Sigue impregnando cuanto hago, en la literatura y en mi vida personal. La ingenuidad me mantiene joven y despierto; y es lo que conserva frescos mis escritos.
[02-03/06/24]
ROGER WOLFE
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moninmo · 1 year
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Aquella tarde en Panamá mantiene viva mi esperanza en un final feliz. Antes de partir mi madre me había entregado una bolsita de tela transparente con adornos dorados, cerrada con un hilo del mismo color. Adentro había trece monedas de un peso mexicano, moneda nacional.
Creo que fue un trece de junio, día de San Antonio.
Cada año mi madre me hace esta ofrenda para que pronto pueda encontrar un buen esposo. Diríase que en estos tiempos, que a estas alturas de mi vida, que después de mi historia personal, "encontrar un buen esposo" ya no tendría por qué ser tema de preocupación. Soy una mujer con una carrera, con un buen trabajo, saludable y llena de pasatiempos hermosos. Me encuentro bastante satisfecha con mi vida en general, pero es cierto que uno de mis sueños ha sido siempre tener "un buen esposo". Un compañero de vida. Esto no significa que no aspire al éxito profesional y a la realización personal. No son mutuamente excluyentes. Tampoco es que tenga realmente prisa. La única prisa que podría tener es mi condición humana, pues si decidiera tener familia, la biología comienza a apremiar. Ya tengo treinta y a los treinta y cinco empieza a ser peligroso. Sin embargo no puedo ponerme a analizar y mucho menos tomar ninguna decisión hasta que no me encuentre en el momento adecuado, con un esposo amoroso y dispuesto a tener familia, en pro de la seguridad emocional que yo no pude tener como hija.
No me avergüenza decirlo, ni siento que me quite "empoderamiento". No soy feminista ni compro su discurso de igualdad. Lo divertido de esta vida es precisamente que hombres y mujeres somos diferentes. Que en general las personas son diferentes, y que dentro de nosotros hay una parte, un principio femenino y un principio masculino, y que esos principios nos vuelven física y psicológicamente diferentes (que también puede ser independientes del sexo biológico), y que es esa diferencia lo que hace que el principio de generación cobre sentido, que haya Trinidad, que el uno más el dos formen un tres, un tres que sea mejor que los dos individuales.
Pues bueno, era junio de dosmildiecinueve y yo tenía un saquito de monedas. El gesto de mi madre me parecía encantador, divino, místico.
Guardé el saquito de en mi cajón de la mesa de noche junto al gatito de tela morado que huele a lavanda, sintiendo en cada rincón de mi alma el flujo del ritual. Pues era todo aroma, brillo y amor de madre.
Antes de dormir ella me dijo: "no olvides hacer tus oraciones y pedirle a San José que puedas encontrar un buen hombre que te ame". Me conmovió de verdad y me entregué al sueño mientras llovía sobre mis mejillas.
Y el mes siguiente yo volé a Panamá. Era Julio ya y llovía en el Casco Antiguo mientras cenaba cosas preparadas con yuca, que nunca había probado, con el matrimonio que me recibió allá, Carlos y Lelys.
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Eran personas muy amables, tranquilos y agradables, de aproximadamente sesenta años, cuyos valores familiares parecían ser fuertes y sanos.
Recorrimos un montón de Iglesias de distintos estilos arquitectónicos y tomé fotografías porque sí iba de trabajo, pero no podía perderme de conocer una historia que no era ni tantito mía y quería compartirla. Algunas de esas iglesias se me quedaron presentes, sí por lo distinto de sus construcciones y estilos, pero también por los detalles, por la historia fantástica que tejí después a partir de esos recuerdos y la felicidad del presente que viví en septiembre de ese año.
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Visité la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced, construida en 1680. El techo parecía estar sostenido por unas columnas de madera delgadísimas que me hicieron dudar que existiera la graveda, la masa o el peso y como nunca vi nada parecido guardé fotos detalladas de esas columnas y del techo de madera para preguntarle a algún experto cuando se diera la ocasión. Yo sin saber nada de arquitectura aún hoy, en mis felices circunstancias, dije que me parecía "un techito de dos aguas hecho de palitos de madera" oscuros, delicados y finos, ligeros en apariencia, para no desentonar con las sencillas "patitas" que lo mantenían en pie, a metros y metros sobre nuestra cabeza. Y a modo de corona descansaba en una plataforma, un órgano color caoba, brillante y orgulloso.
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También recuerdo bien la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, que se parece mucho a mi iglesia favorita de México, el Templo Expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús, en León Guanajuato. Sin embargo está iglesia se construyó en los años cincuenta, blanca por doquier, llena de vitrales, estilo gótico o algo muy parecido.
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La catedral Santa María la Antigua. Blanca, pesada, sobria, preciosa, sin detalles recargados y con un piso de baldosas que me recordó a un tablero gigante de ajedrez. Se construyó también por allí de 1680 y tardó más de cien años.
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Y sé que visité y recorrí varias parroquias y construcciones más pero lo que me interesa contar es que al entrar en alguna de estas, y ya no estoy segura de cuál, me adelanté para seguir tomando fotos. Entré antes que Carlos y Lelys, por la tercera puerta de izquierda a derecha que encontré en el atrio y me quedé observando el techo, como siempre que entro a cualquier templo, porque no puedo evitar buscar en las alturas porque sé que su intención siempre es llegar tan alto como se pueda para tocar la divinidad. Entonces Lelys se puso junto de mí y me dijo: "entraste por la puerta de San José, es él quien te recibió en esta iglesia, es una gran bendición, hay quien dice que pronto encontrarás un buen hombre que sea tu esposo". No había ningún motivo, no le había contado nada, solo nació de ella decirlo y yo estuve feliz de relacionarlo y darle un significado.
Las monedas de mi madre me cayeron sobre la cabeza (figurativamente hablando), y sí, me agarré a mi tradición e incluso hice alguna oración para solicitar la bendición, para pedir que fuera verdad, y volví de Panamá con esa esperanza.
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Y entonces llegó a agosto, y conocí a José, un José que me ha llenado la vida. Volví a Panamá Aunque solo de paso, pues en realidad me dirigía a Brasil. Y le escribí en Panamá, y le escribí en Brasilia. Y todo lo que deseaba era volver a México para encontrarme con él.
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Y quizá fue pronto, pero para septiembre ya estaba enamorada.
No sé si este José sea el mío, jamás le preguntaré. Pero sí hubo una anunciación, y ángeles que bajaron del cielo, o alguien con alas en las sandalias. O sueños, o premoniciones.
Y me gusta pensar que todo me condujo a él. No sé qué va a pasar. Pero mientras pasa, o no pasa, creo que la magia existe y que todo nos conecta.
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rafaelmartinez67 · 4 months
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Mar de historias.
Única destinataria/Cristina Pacheco
Cada año, puntualmente por estas fechas, te escribo. La costumbre es muy grata, pero tiene el inconveniente de evidenciar tu ausencia. El resto del tiempo, a diario, en cualquier momento y por el motivo más inesperado, te recuerdo. Para mí sigues estando en todas partes, en particular en el quicio de la puerta de nuestra antigua vivienda. Allí te sentabas a bordar desde las cinco de la tarde hasta el anochecer. Antes de entregarte a tus demás tareas, veías orgullosa la flor o el ramillete hechos con hilo vela que iban convirtiendo la tela de cuadrillé en un jardín maravilloso, perenne.
En algunos momentos de aquellas horas que dedicabas al bordado yo interrumpía mis juegos para observarte con la intención de adivinar tus pensamientos. ¿Sueños? ¿Recuerdos? Ahora me arrepiento de no habértelo preguntado, como tantas otras cosas que no supe de ti ni sabré jamás.
II
Me tuviste cuando habías cumplido treinta y cuatro años. Casada a los diecinueve, llevabas mucho tiempo disfrutando de un matrimonio basado en el amor, ensombrecido por las carencias, pero mucho más porque varios de tus hijos –te referías a ellos como a mis hermanos– fallecieron a días de su nacimiento.
Te consolabas de la pérdida sólo cuando tú y mi padre habían podido llevar a los bebés a bautizar. Por los otros, los que se habían marchado del mundo sin llevarse siquiera un nombre, sentías mucha pena. Y ¡cómo no!, si se trataba de criaturas solas, indefensas, pequeñas, vagando por el inmenso limbo.
De eso me hablaste en muchas ocasiones. La primera vez yo aún era muy niña, pero me creíste capaz de comprenderte. La verdad, no. Tu relato me asustaba y me hacía sentirme despojada de un poco de tu amor por aquellos niños a los que debía considerar hermanos mayores, pero no pasaba de verlos como sombritas blancas, anónimas, perdidas.
III
En el primer recuerdo que guardo de ti apareces envuelta en una chalina rosa, de lana, regalo de tu hermana Teresa. Sin importar el clima, la usabas todo el tiempo y decías que, después de muerta, ibas a regresar a visitarnos envuelta en esa prenda.
La última vez que te vi, ya consumida por la enfermedad, estabas en tu cama. Serena, con la cabeza apoyada en tu palma derecha y una manta sobre los hombros, parecía que ibas a tomarte un descanso antes de emprender uno de aquellos viajes que hacías para reunirte con mi padre, incapaz de vivir sin ti. No exageraba: dos semanas después de tu fallecimiento él murió de su más grave mal: tu ausencia.
Descansan en la misma fosa. Quiero pensar que siguen siendo cómplices, amigos y todo lo que fueron el uno para el otro durante su muy larga vida compartida. Me gusta imaginarlos enfrascados en alguna de sus largas, íntimas conversaciones. ¿De qué tanto hablan? No lo sé. Me basta con saber que juntos siguen siendo felices.
IV
Necesito que recapitulemos. Por motivos que ignoro, tu infancia ha empezado a interesarme de manera especial. ¿A qué edad te tomaron tu primera foto? ¿Cómo eran tus juegos? ¿Te gustaba la escuela? En mayo, ¿ibas a la iglesia a ofrecer flores? ¿Alguna vez robaste una moneda? ¿Había sobre tu cama una imagen con tu ángel de la guarda? ¿Cuáles eran tus culpas, tus pecados?
Mientras iba escribiendo este pequeño cuestionario pensé: ¿adónde voy? ¿Qué caso tiene hacer preguntas en apariencia tontas? La respuesta me llegó de inmediato: imaginarte antes de que te convirtieras en una muchacha linda –pasaderita nada más, como te obligaba a decir tu modestia–; antes de que tu hermano viajara a Estados Unidos casado con una mujer viuda once años mayor; antes de que tu madre, mi abuela Marina, contrajera el mal por donde entraron de la mano su muerte y tu orfandad.
De eso también me hablabas: de tu madre muerta en la cama con el cabello largo destrenzado sobre la colcha tejida a gancho. En ella hiciste tu aprendizaje de niña hacendosa. ¿Qué edad tenías entonces? Pienso que nueve o diez años. La escuela, el catecismo, los secretos, tus amigas. Te gustaba recordarlas por su nombre: Isabel, Otilia, Clementina. Ya deben haber muerto. Ignoro si tuvieron hijos que también les hayan escrito cartas largas, como las que te escribo a sabiendas de que no voy a enviarlas.
V
¿Qué hago con ellas? Las conservo. A la caja en donde las guardo llegan cada año unas cuantas hojas más tapizadas con mi escritura de arriba abajo. Cada renglón es como un puente sobre el inmenso abismo que nos separa. Lo atravieso, al fin me reúno contigo para oír tu silencio tan lleno de palabras y para contarte mis cosas, mis secretos.
Hay uno que nunca te confesé para no lastimarte. Ahora que nada te hace daño puedo revelártelo. Cuando después de estar lejos de ti una o dos semanas mi padre te llamaba, lo complacías de inmediato, feliz, pero supongo que también algo culpable por dejarnos solos a mis hermanos y a mí. En realidad no era así. Nuestros conocidos de la vecindad a cada momento iban a preguntarnos qué se nos ofrecía. Toda esa guardia no bastaba para suplir tu ausencia.
Era inmensa y pesada. Para aligerarla te escribía cartas en mi cuaderno, tal como lo he hecho desde que te fuiste, con la diferencia de que ya no tengo ninguna esperanza de que vuelvas. Entonces sí. Sabía que ibas a regresar para decirnos cuánto nos amabas. Como esa, recuerdo muchas cosas de ti. No puedo mencionarlas en una carta: resultaría demasiado larga. Eso me digo cada año y guardo recuerdos para el siguiente, pero cuando llega, me doy cuenta de que muchos los he olvidado.
Sí, lo siento: empiezo a sufrir olvidos, me voy acercando a la edad en que para ti se acabaron los calendarios con marcas rojas en los días de fiesta, por ejemplo éste. Para celebrarlo, a modo de regalo, vuelvo a escribirte en una tarjetita, como en mis días de escuela, mi frase preferida: Yo amo a mamá.
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MATEO 26:14-16
Un momento de quietud
Al amanecer del Miércoles Santo, un día antes de la Pascua y dos días antes de la crucifixión de Jesús, el plan de Dios para la redención de la humanidad estaba llegando a su momento más crucial en la historia.
El Miércoles Santo no es un día en que los autores de los evangelios enfatizan mucho. Parece ser un día relativamente tranquilo en la vida de Jesús, sin eventos sobresalientes registrados.
Lucas señala a grandes rasgos que "cada día Jesús enseñaba en el templo, y cada tarde salía a pasar la noche en la colina llamada Monte de los Olivos". Sin embargo, los movimientos específicos de Cristo no se describen con detalle.
Después de una emocionante entrada triunfal el domingo, seguido por las mesas volteadas del lunes y los tensos enfrentamientos verbales del martes, el miércoles trae una delicada —casi frágil— sensación de pausa.
El Miércoles Santo brindó a Jesús y a sus seguidores la oportunidad de tomar aliento, reflexionar sobre todo lo ocurrido y prepararse para lo que vendría a continuación.
Con la profunda importancia de la última cena en el menú de mañana, la jornada de hoy nos invita a tomar un respiro, a hacer una pausa y reflexionar acerca de todos los detalles del fin de semana que tenemos por delante.
Hay otra parte del Miércoles Santo que también merece nuestra reflexión. Mientras Jesús, pasaba este día en preparación y relativa calma, al mismo tiempo, había alguien con intenciones no tan nobles trabajando en la sombra y con una agenda aún más sombría.
Mateo lo describe muy bien en el pasaje de hoy: Uno de los doce, el que se llamaba Judas Iscariote, fue a ver a los jefes de los sacerdotes. ―¿Cuánto me dan, y yo les entrego a Jesús? —les propuso. Decidieron pagarle treinta monedas de plata. Y desde entonces Judas buscaba una oportunidad para entregarlo.
Los actos de Judas Iscariote nos explican por qué algunas personas se refieren a este día como el "Miércoles del Espía". Es el momento crucial y trágico de la traición, que prepara el escenario para los sorprendentes eventos que vendrán, de hecho, es lo que marca este día como uno de profundos contrastes.
Mientras Jesús se preparaba para dar su vida de manera desinteresada, Judas estaba enfocado en lo que podía obtener en la suya. Mientras Jesús seguía obedientemente la voluntad de su Padre, Judas optaba por la rebeldía. Mientras Jesús entraba en la gloria, Judas escogía un camino de dolor y sufrimiento.
En el “Miércoles del Espía”, se nos presenta un enfoque marcado pero opuesto: la obediencia perfecta de Cristo y la rebelión pecaminosa del hombre, señalando un choque inminente de gran trascendencia. Este contraste profundo nos invita a una pausa reflexiva.
A medida que nos acercamos a la cruz, ¿cómo está tu relación con Jesús en este momento? ¿Dónde te encuentras?
¿Estás siendo activo y comprometido, o te sientes distraído y desconectado?
Hoy es una gran oportunidad para acercarte y reencontrarte con tu Salvador. Él está contigo en este preciso instante.
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profesor-javaloyes · 1 year
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Judas, por treinta monedas te puedo pasar medio gramo a precio de amigo (Jesús en la última cena)
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losinmortalesperdidos · 9 months
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EIGHT QUESTIONS FOR NINE PEOPLE
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sweet, savory, or spicy? All things spicy. Kimchi. Masala. Chyavanprash.
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argosazathot · 1 year
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Creo que no he estado concentrado, el agetreo, el cambio y vueltas le han echo mal a mi cabeza.
Tenía mucho tiempo sin tanto cambio en tan poco tiempo, deje de prestarle atención a las cosas de alguna manera, solo existiendo, solo caminando y haciendo, la depresión que tengo ya no se siente realmente como un peso, no se decirlo, si solo se asimilo o el cuerpo dejo de recentir el peso, como si simplemente solo es parte de uno, como esa oscuridad, luz y destelloz que viven dentro de uno, la ambicion se ha sesgado y ha dejado de importar, deje de lado la aceptación y simplemente acepte mi repudio y odio a mi mismo, falle en la terapia no funciona simplemente lo que es necesario no lo llevo dentro el terapeuta en la sesion treinta dio por derrotado el intento "No es la terapia, es algo que tu necesitas lo cual no has experimentado o que no has descubierto que necesitas experimentar para mover todo eso".
Amenamente me levanto y doy las gracias, que es aquello que necesito que no llevo dentro?.
En todo aquello que llevo dentro y conocimientos que he acuñado cual podria llegar a ser un concepto, desde lo filosofico, distopico, sentimental o conceptual que podría ser lo que falta para detonar o canalizar algún estimulo?.
He mirado mas a la nada, que a gente durante el ultimo año, el alcohol ya no me emborracha, la resaca ya no me da asco, la comida es monotona y las cosas que descubro nuevas no tienen ningun sentido, asi mismo como la constancia ha perecido indudablemente al parecer el cartucho quedo vacio.
No sirvo para llanto ni lo sentimental al parecer soy un asco y asi mismo sin ningun motivo.
Para lo crudo no puedo hacerlo dado que la humanidas al rededor por lo regular prohibe o ve mal hacerlo intolerantes inherentes de su debil cordura.
El suicidio es algo lo cual simplemente ya no es una opción viable por el tiempo y ademas ya se me frustraron muchos intentos.
Que es eso que dentro uno se supone llevar, que haga que el timon lleve el ritmo y la sangre palpite, que no sea solo amaneceres grises dentro de dias soleados, no siento miedo ni acongojo desde hace tiempo ni siquiera enojo, ni frustración, ni nervios solo me muevo y hago y esto y aquello y puff! Un dia nuevo.
La lectura se me ha atrofiado no he sostenido en mas de tres meses ningun texto y mi memoria a largo plazo ha fallado en cada alguno de esos momentos donde quiero recordar buenos tiempos o aquellos tiempos donde no habia dolo y sin sentido.
Se habra bloqueado por algun tipo de necesidad?.
Sere yo diciendome algo que no comprendo o tal vez buscando una manera de que yo mismo me mueva fuera de el mismo concepto?.
Como se conocera a este estado de metastasis, que esta llegando a cada rincon de mi cuerpo, que incluso las enfermedades me afectan de sobremanera, junto con migrañas perpetuas y sintomas de malestar constante en todas partes al mismo tiempo.
Puede que sea un Gregorio Samsa, que ha sufrido la metamorfosis de sus alrededores solo, que yo no he sido capas de darme cuenta de ellos?
O como aquel astronauta Jaroslav llegar a tierra despues de habersido maleqdo por el espacio y sus memorias al tocar suelo dejo de ser uno mismo?.
No existe la dramaturgia ni el sollozo, solo existe una duda, donde esta?.
Que paso?.
Donde quedo?.
Paradigmas que considero indescriptiblemente misteriosos como el arca de la alianza o como el misterio de las monedas de plata.
William Hope lo narraria mejor pero la sensacion es "llegue a una proyeccion de duda mas nefasta que el horror nisiquiera hace temblar mi piel" la proyeccion misma ya es mas atemorizante que nada, que nisiquiera la piel se eriza, las pupilas no se dilatan, el corazon no tiembla ni se acelera, sere un ser vagando en un mundo de refracciones? Donde solo existen reflejos y lucez y ya no existen sensaciones?.
Que duda tan inmensa.
Bueno fin de mi turno a las cinco de la mañana no tuve respuesta.
Quizas con el cafe de mañana.
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reinoderoade · 2 years
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XXX Numi
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Acabo de vender a Cristo. Hoy, Viernes Santo. Era de resina, no de carne, de un par de palmos de altura, y no fueron treinta monedas, sino veinte euros, pero el hecho es incuestionable. Mis faltas continuadas al oficio divino terminan teniendo consecuencias.
👑 Rey de Roade
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ghostentity · 25 days
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Aparecía con el primer brillo del amanecer, siempre; meditabundo, triste y curioso.
Aparecía con sus ojeras de erudito trasnochado, con su melancolía de papel y tinta y con su curiosidad de gato que no teme a la muerte.
Pero él sí temía a la muerte: Se sentaba allí, sobre la roca fría frente al árbol marchito.
Se paraba a contemplar cómo el viento mecía ambas sogas; una llena de muerte, otra vacía de ella.
Y sentía curiosidad y miedo.
-Vamos, háblame, ¿Cómo es estar muerto? ¿Qué hay al otro lado?-
Día tras día planteaba la misma pregunta y día tras día obtenía la misma respuesta; el suave balanceo del cadáver colgado de la rama.
No podía asegurar si eran sus labios quienes formulaban la pregunta o si quizás fuese su espíritu, ese en el que no creía, el que se atrevía a romper el silencio.
No creía en dioses ni demonios, sin embargo estaba siendo devorado por un infierno de incertidumbre y angustia que lo impulsaba a conversar con un cadáver.
«Desde luego, si Dios existe, tiene un peculiar y retorcido humor negro», pensó.
-Verás, yo nunca he sido un hombre religioso, eso bien lo sabes tú. Y, ¡Qué diablos! Me aterra desaparecer en la nada, perderme en la oscuridad.
Siempre fuiste mi amigo, no había secretos entre nosotros, ¿Por qué ahora guardas silencio? ¿Cuéntame que se esconde tras este último viaje?-. Decía mientras clavaba su mirada en las cuencas vacías del colgado.
-Dime que hay un Infierno al otro lado; dime que ahora eres un recién nacido entre los brazos de su madre; ¡Dime que no voy a desaparecer en la inmensidad de algo que desconozco! Dime...-. Clamaba casi implorándole a ese Dios que creía inexistente.
Pero no hubo respuesta. No se manifestó Dios alguno a través de una zarza ardiente; no descendieron ángeles celestiales en una carroza de fuego para entregar ninguna buena nueva; no apareció el demonio para sellar un pacto con un beso y treinta monedas de plata.
Sólo el silbido del viento y el balanceo de las sogas que como tentadoras serpientes resultaban hipnotizantes en la vida y seductoras en la muerte.
-¡Maldición! Está claro que en esta vida, ni vivos ni muertos; ni dioses o demonios, harán nada que no haga nadie por sí mismo-.
Y continuó maldiciendo y refunfuñando mientras trepaba por el tronco del difunto árbol hasta alcanzar la rama que poseía la soga sin dueño.
Y ajustándosela al cuello como una última corbata, se sentó sobre la rama que habría de sostener su peso muerto.
-Tiene gracia, ahora entiendo aquello de "la curiosidad mató al gato"-. Soltó un par de maníacas carcajadas de terror absoluto y de pronto un golpe seco y sordo sacudió todo el ramaje del centenario y cadavérico árbol.
Sin último deseo, sin corona de flores. No había viuda ni dolientes; ni testamento, albacea o sepulcro. Tan sólo un epitafio nunca escrito:
«Aquí yace quien fue arrastrado por el miedo y muerto por la curiosidad».
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dowlezes · 27 days
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Apps de citas
En una app de citas conseguí quedar con una chica para tomar algo y conocernos. A las siete de la tarde esperaba impaciente que llegara. Sentado en la terraza del bar, vi que dos mujeres jóvenes se dirigían hacia donde yo estaba.
De lejos, y al ser dos, no caí en la cuenta de que una de ellas era mi cita, claro, yo esperaba solo a una. Se plantaron enfrente de mí y la “mía” me saludó –Hola, qué tal, cómo estás?, te presento a mi hermana–. Yo no entendía nada, ¿qué hacía allí con su hermana?, había quedado con ella, ¡pero no con su hermana! Sin esperar que yo respondiera me explicó que estaba muy sola y triste por un desengaño amoroso, y se le ocurrió que podía ser una buena ocasión para animarla. Por supuesto que preferí no pensar de qué forma había que animar a su hermana. Me levanté y cordialmente me excusé con el pretexto de que había olvidado un asunto que requería la máxima atención urgente.
Lejos ya del lugar pensé en la ocasión perdida de la fantasía pendiente de un trío, pero es que me echó para atrás el espantoso bigote que debía de hacer meses que no se depilaban. Si lo hubiese visto en las fotos de internet…
by Culturanima
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Entre un bazar chino o Vinçon, puedes escoger donde pasar la próxima hora. Lástima que esta última, por desgracia, ya no existe. Era el santuario privilegiado de los pijos frikis de los noventa, en Barcelona.
Otra alternativa es Pilma.
De todas formas, en ambos te puedes encontrar originales o imitaciones.
Esa es la sensación que tengo cuando me he apuntado a alguna de las centenares apps de citas que hay en el mercado. Creo haber leído en alguna noticia que hay tres mil en todo el mundo.
Apps con la apariencia de un todo a cien, cuyas fotos se asemejan más a las que hacen los aficionados a los ovnis (borrosas, maltrechas y torcidas) hasta los portales con imágenes de la categoría del fotógrafo más famoso del mundo.
Fotos repetidas, bots, perfiles más falsos que una moneda de treinta euros, tipos que se hacen pasar por mujeres o al revés, dependiendo de los gustos de cada uno, chicas que no van a contactar contigo en tu puta vida, otras que quieren conocerte a toda costa, pero como que no eres Vip, no podrás leer sus mensajes, etc.
Si no pagas, no ves. Si no eres un guaperas, nada de nada.
by evadirme
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juegaelgallego · 4 months
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Una nueva normalidad
La situación se repite, parece que cada uno se hubiera puesto de acuerdo en el guion. Un hincha de Deportivo Español de alrededor de cuarenta años tiene una charla con otro futbolero de su edad. No se conocen: puede ser un compañero nuevo de oficina, un taxista, el hermano de un amigo que vive afuera y está de visita en el país. La simpatía por el Gallego ─el fanatismo, bah─ es revelada por el hincha; el dato despierta curiosidad, por poco estupor. A continuación, invariablemente, se produce una de las siguientes dos opciones (que no son excluyentes):
Deportes en el recuerdo. Se evoca la época dorada de Español en la A. Puede incluir referencias a jugadores: es probable que Catalano surja entre los primeros mencionados. También es posible que la lista de jugadores se conforme entre los dos hablantes, alternando apellidos de a uno por vez. Después de un rato, será el hincha de Español quien termine en un soliloquio conformando un equipo completo, posiblemente el de los primeros 90s, más específicamente el que ganó 3 a 2 en la Bombonera en diciembre de 1992. Puede agrandar su combo incluyendo algunos adicionales: mencionar a Ríos Seoane, contar que alguien de su familia (o él mismo) fue socio del club, etcétera.
Averiguación de paradero. El atónito interlocutor lanzará alguna de las preguntas indeseables, si no todas: ¿En qué categoría están? ¿Tuvieron una quiebra, no? ¿No se habían tenido que cambiar el nombre? Según el estado de ánimo del hincha de Español, puede venir una explicación sobre el derrotero de los últimos treinta años, o bien la síntesis perfecta expresada en una simple letra mayúscula: "C".
Es posible que el interlocutor atónito sea invitado a ver un partido al Estadio España. Lo más probable es que decline el convite, quizás Deportivo Español vs. Justo José de Urquiza un domingo de frío, viento y lluvia no sea su programa favorito. Pero de aceptar, se encontrará con la evidencia del cataclismo, las mil y una postales del derrumbe, el testimonio viviente de eso que el amarillismo periodístico gusta en llamar "auge y caída", "apogeo y decadencia", o cualquiera de esos lugares comunes con pretensiones metafóricas. Para el anfitrión, que viene sosteniendo no sólo la presencia en el estadio partido a partido, sino que abona todos los años la cuota social, transita la mutilada Ciudad Deportiva, soportó los avatares desde la huelga de futbolistas de 1996 a este presente en la última categoría profesional del fútbol metropolitano masculino de AFA y, en el mejor de los casos, se interesa e involucra en la vida institucional del Deportivo, todo lo que al invitado le llama la atención y le despierta curiosidad es lo que él ya internalizó y normalizó; una autodefensa en forma de naturalización de aquello que, cuando se reflexiona al detalle, lacera una herida que año tras año, década tras década, no termina de suturar.
¿Cómo explicar, si no, las otras conversaciones, esas que se dan entre las y los estoicos que sostienen la presencia en el club y en la cancha? Charlas donde se enumeran a los socios-amigos que fueron parte de un desarrollo vital compartido y se dispersaron cuando detonó esa bomba neutrónica que llevó al equipo a la cuarta división; que redujo la ciudad deportiva al 20% de su tamaño original, y a la masa societaria de 18 mil socios y socias a apenas seiscientos.
A pesar de todo, aunque pueda parecer un caso psiquiátrico, esas mismas charlas no resultan una oda a la nostalgia; no se dan entre lágrimas ni con la certeza con tufillo reaccionario de que todo tiempo pasado fue mejor. "Si no recordáramos tanto sería más fácil sonreír", dice una canción de los uruguayos de La foca. Es un lado de la moneda. La misma banda sacó un disco casi una década después titulado "Los nuevos recuerdos vendrán". Esa es la otra cara de la misma moneda. Porque hay algo que el interlocutor invitado también observará con asombro. El intento de esos mismos hinchas-socios de Español por generar y ser parte de una nueva normalidad. Que haya generaciones de deportivistas que tengan la posibilidad de hacer del Club parte de su identidad, de la Ciudad Deportiva su casa, de los equipos profesionales la motivación para ir a la cancha, gritar los goles, hacerse un tatuaje. No es una rareza, simplemente es lo que ellos mismos ya vivieron, adaptado a este contexto, a este siglo. Una forma de intentar que esos dialogantes atónitos sean cada vez menos, queden reducidos a la mínima expresión, en el mejor de los casos se extingan.
Primera C 2024 ─ Torneo Apertura Fecha #17 ─ Estadio España ─ Domingo 12/05/2024
Deportivo Español 1 ─ 0 Justo José de Urquiza
(foto: ph.polaco)
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stamps-and-culture · 4 months
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Busca un tesoro en casa
Muchos tenemos monedas “de colección” en casa, para valorarlas y encontrar complador puedes utilizar ciertas plataformas, yo te recomiendo todocoleccion.net. Comienzas con un precio un poco alto y tras unos meses sin vender, lo bajas un treinta por ciento. Bueno, como tú veas querido lector. También puedes buscar un tesoro de los que nos habla el Ideal en un vídeo de su artículo “La moneda de 5…
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capsulaopinion · 5 months
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SUSAN
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Recibí como pago una moneda de un dólar que por lo general me deshago a la brevedad posible por su similitud a la de un cuarto de dólar, pero noté casi de inmediato el rostro femenino de la moneda cosa que no es habitual, así que indague al respecto encontrando que Susan Anthony (1820 - 1906) fue pionera en el activismo feminista antes y después de la guerra de secesión en EE.UU. Se inició a los treinta años como firme activista en contra del consumo de alcohol (supongo  fue inspiración de la famosa y controversial ley seca y de alcohólicos anónimos), luego se inclinó a defender los derechos igualitarios, derechos humanos en general en especial los femeninos y de afrodescendientes, fue sufragista, también escritora en un editorial dónde llevo un semanario 
"The Revolution", profesional en pedagogía. Siendo su logro más significativo el sufragio femenino que en aquellos tiempos no era permitido. Su larga lucha se reconoció públicamente a través de la moneda siendo la primera imagen real de un rostro femenino acuñado. Hoy día su nombre se utiliza en algunos premios, reconocimientos y galardón.
La moneda de Susan Anthony, como así le llaman tiene algunas particularidades: Es la primera moneda estadounidense en ser acuñada con rostro real femenino. Es la primera moneda en llevar ceca que indicaba lugar de origen de acuñación.
Su importancia histórica y la limitada acuñación la hacen particularmente atractiva para los coleccionistas, una moneda de éstas oscila entre sesenta (60) dólares a once mil (11.000) según algunas características y condiciones. 
Independientemente del valor extrínseco de la moneda debemos tomar en cuenta que el destino no está sujeto a una especie de suerte, está sujeto a nuestro actuar ¿Por cuántas manos habrá pasado la moneda?
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feesperanza2016 · 5 months
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La Promesa de Dios a los Generosos y Humildes
“¡Alabado sea el Señor! ¡Qué felices son los que temen al Señor y se deleitan en obedecer sus mandatos! …Comparten con libertad y dan con generosidad a los necesitados; sus buenas acciones serán recordadas para siempre. Ellos tendrán influencia y recibirán honor”. Salmo 112:1, 9 (NTV)
¿Qué promete Dios a los que hacen todo en la vida con humildad y generosidad? Dios promete que serán recordados.
La Biblia dice: “¡Alabado sea el Señor! ¡Qué felices son los que temen al Señor y se deleitan en obedecer sus mandatos! …Comparten con libertad y dan con generosidad a los necesitados; sus buenas acciones serán recordadas para siempre. Ellos tendrán influencia y recibirán honor” Salmo 112:1, 9 (NTV).
Nehemías vivió una vida de generosidad y humildad, y fue respetado por eso.
Nehemías 5 registra el testimonio personal de humildad de Nehemías: “Desde el año veinte del reinado de Artajerjes, cuando fui designado gobernador de la tierra de Judá, hasta el año treinta y dos, es decir, durante doce años, ni mis hermanos ni yo utilizamos el impuesto que me correspondía como gobernador. En cambio, los gobernadores que me precedieron habían impuesto cargas sobre el pueblo, y cada día les habían exigido comida y vino por un valor de cuarenta monedas de plata. También sus criados oprimían al pueblo. En cambio yo, por temor a Dios, no hice eso” Nehemías 5:14-15 (NVI).
Nota que Nehemías rechazó un sentido de derecho como gobernador. Aunque tenía derecho a ciertos privilegios, optó por no exigirlos. Rechazó todas las ventajas de su cargo que esperaban los gobernadores anteriores. Nehemías actuó con humildad y antepuso las necesidades del pueblo a las suyas propias.
Nehemías 5 también ofrece el testimonio personal de generosidad de Nehemías: “Tanto yo como mis criados trabajamos en la reconstrucción de la muralla y no compramos ningún terreno. A mi mesa se sentaban ciento cincuenta hombres, entre judíos y oficiales, sin contar a los que llegaban de países vecinos. Era tarea de todos los días preparar un buey, seis ovejas escogidas y algunas aves; y cada diez días se traía vino en abundancia. Pero nunca utilicé el impuesto que me correspondía como gobernador, porque ya el pueblo tenía una carga muy pesada” Nehemías 5:16-18 (NVI).
Nehemías no solo era humilde; era hospitalario y tenía un espíritu generoso. Él pagó personalmente los muchos costos de su posición de liderazgo. Incluso alimentó a todo su equipo regularmente, pagándolo todo él mismo.
Por supuesto, ser generoso no significa necesariamente que tengas que alimentar regularmente a 150 personas. Pero Nehemías hizo lo que pudo con lo que Dios le había dado para aliviar las cargas de los demás.
Si quieres ser respetado, comienza con humildad y generosidad. Niégate a tener un sentido de derecho y no seas exigente. En Cristo, puedes optar por renunciar a tus propios derechos para poder servirle mientras defiendes los derechos de los demás.
Reflexiona sobre esto:
¿Qué tienen en común la humildad y la generosidad?
¿Qué exigen los lideres de hoy a las personas? ¿Qué líderes son amables y generosos? ¿Ves resultados diferentes de sus estilos de liderazgo?
¿En qué áreas luchas por establecer tus derechos para anteponer las necesidades de los demás a las tuyas propias? ¿Qué sientes que Dios te está diciendo que hagas al respecto?
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