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No sé a qué te refieres exactamente, pero el calor de este lugar es horrible... No voy a sobrevivir. — Exageró, intentando decir una broma con respecto al agobiante clima del lugar dónde estaban.

Caminaba sin rumbo, tratando de encontrar algo que hacer en aquel majestuoso lugar, mientras que pasaba su teléfono de mano en mano. La amplitud de aquel edificio la agobiaba, a tal punto de que se sentía sofocada la mayor parte del tiempo. En su andar, chocó con las valijas de un hombre con características faciales hispanas, derrumbándolas y provocando que una mujer tropezase con una de ellas. Cuando cambas miradas se posaron en ella, no pudo hacer más que echarle la culpa a la primera persona que vio. —¡Hey, señor, tenga más cuidado!— Le gritó a un pobre hombre que estaba unos metros más allá. —Lo lamento, la gente anda muy apurada y distraída estos días.— comentó a sus accidentales víctimas, fingiendo preocupación e inocencia. —Bueno, me voy.— Y sin más, se volteó y, antes de que alguien pudiera inculparla, comenzó a caminar hacia otro lado, no muy segura si le habían entendido pero no le importaba. Salió por tercera vez del hotel y se apoyó en una de las paredes de la entrada. —Que mierda.— Bufó, sin darse cuenta de que había alguien más.

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No tenía ninguna intención de hablar contigo, no te preocupes. — Replicó secamente,  no era la primera vez que había "intercambiado" palabras con la rubia, y le parecía igual de molesta que la otra vez.

La fuente de aguas danzantes en forma de estrella que estaba construida en el hotel era simplemente magnífica, pero el añadido de los tonos naranjas que aportaba crepúsculo vespertino, además de la propia luminaria de la fuente, le daba cierto toque mágico. Cornelia estaba allí, sentada en el borde de mármol observando con atención los chorros de agua que se movían al ritmo de una melodía inaudible—. Si vas a decir algo, mejor no lo hagas —ordenó, podía sentir una mirada clavada en ella y anteriormente había oído unos pasos acercarse.

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Si soy honesto no tengo idea de qué se puede hacer aquí... sé que hay una mezquita muy popular que me interesa visitar y algunos museos. — Guardo silencio unos segundos encogiendose de hombros.— Pero no sé si te interesan ese tipo de cosas.

Su equipaje descansaba junto a él mientras examinaba uno de los folletos turísticos que el hotel otorgaba; no recordaba haber visitado un país similar, pero agradecía que su regreso conllevara una bienvenida como esta. Alzó su mirada azulada, permitiendo que vagara por el lobby repleto de estudiantes; aún faltaba para su turno y preguntar qué habitación iba a corresponderle. Un suspiro pesado abandonó sus pulmones, y sin mirar, preguntó a quien se encontraba justo a su lado: —¿Qué es más interesante visitar primero?— preguntó, con sus ojos haciendo enfoque en el pequeño mapa entre sus manos. 

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Es por algo religioso y de costumbres de las personas de aquí, que se supone debemos respetar. — Respondió a la pregunta del muchacho sin despegar la vista de su movil.— Aunque no sé cómo usar un turbante correctamente.

Se paró en la recepción del hotel con el turbante en la mano. Fue un regalo de su madre, que le llegó minutos antes de partir de Dublín. No tenía ni idea de como usarlo y tampoco le agradaba mucho la idea de hacerlo —¿Y por qué usan está ropa aquí?— le preguntó a la persona que estaba al lado, esperando comprender por qué debía usar aquella cosa.

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Estoy de acuerdo, es un lugar bastante pintoresco creo que me gusta… El único problema es que es demasiado caluroso. — Comentó frunciendo un poco el ceño, no estaba acostumbrada a lugares en dónde el calor llegaba a extremos así.— De todas maneras es bonito

Se quedó observando cada detalle del lugar. La gente iba de un lado a otro y los estudiantes emocionados por visitar un lugar nuevo. El hombre, apoyado en una de las barandillas pues ya se había encargado el mismo de acomodarse, giró su rostro observando que una persona se le acercaba, formado una de sus sonrisa divertidas en sus labios.— Bonito lugar ¿Verdad?

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¿Le parece agradable el sonido de una ciudad? — Preguntó un tanto confundida, ella prefería en ese sentido la Academia, que en comparación a ese lugar era un paraíso del silencio. — A mi lo que me gusta de este lugar son los colores, aunque todavía no he llegado a usar los turbantes que pidieron.

— Es tan agradable. —murmuró sentada en un banco frente al hotel, mirando de forma disimulada a un grupo de mujeres autóctonas que mantenían una sencilla conversación frente a ella.— Hacía meses que mis oídos no disfrutaban tanto.

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No estoy segura, preferiría dejarlo para después… Me gusta saber que estoy comiendo, y esto se ve extraño.  — Contestó apuntándo la comida que había frente a ella. — Usted puede disfrutar de todo esto, a mi no me molesta.

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Ni si quiera recordaba cómo había llegado a aquel restaurante. No había tomado mucho, en realidad, no había tomado en absoluto, pero aquel paisaje había logrado quitarle la memoria. Sus papilas gustativas explotaron al sentir la comida llegar a su boca, algo bastante condimentado, pero sabía asombroso. Abrió sus ojos y alzó la vista, observando a su acompañante-- Adelante, prometo que no sabe mal—

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No puedo evitar soltar una carcajada al ver la reacción del chico, claro que si alguien le dijese algo así a ella se habría alejado e ignorado completamente lo que le decían.— Lo del horaversario. — Contestó intentado reprimir otra risa. — Obligar suena muy feo, puedes decir que me estas haciendo un favor.

—¿De tú qué?— exclamó, mirándola a los ojos, sin entender ni un poco la situación —¿Hacen qué? ¿Obligar a otros a ser su novio o celebrar horaversarios?

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No lo sé, pero he decidio que vas a hacer de mi novio por hoy. — Contestó sin ningún tipo de vergüeza, si iba a hacer el reto lo iba a hacer bien, y tenía que convercer al chico que le siguiera la corriente.— Estoy segura que hay personas que lo hacen.

—¿Qué?— le dijo a la rubia, confundido —¿Esas cosas se celebran?— agregó, en el mismo tono de voz. No tenía ni idea de que ella se encontraba ahí, junto a él, y por eso no empezó una discusión por la temperatura o el viento.

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ikylebishop

Oye, Kyle... ¿Me vas a regalar un chocolate por estar más de una hora juntos sin pelear? — Le preguntó al chico que estaba junto a ella, tenía que cumplir con el reto que le habían mandado y no había intercambiado muchas palabras con el chico.— Feliz Horaversario.

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¡BOOM!

Pretende ser novi@ de (quien tú quieras) por cinco horas.

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Lo único que puedo hacer es lo trabajos, no los puedo evitar si quiero pasar mis materias. — Replicó, si había una cosa que caracterizaba a Raven, era lo teztaruda que podía llegar a ser, una vez que tenía una idea en su cabeza, resultaba difícil lograr que cambiará de opinión.— Si llego a tener alguna, te preguntaré. — Aceptó, frunció un poco el ceño por todas las preguntas que llegaron luego de que dijese la razón por la cuál sus vacaciones no habían resultado como quería, y realmente no quería hablar al respecto, quería olvidar el tema, fingir que nada había pasado, sin embargo tenía la idea de que su acompañante no lo dejaría pasar tan fácil.— Lo de ser unidas aquí no es el caso, y su pareja tampoco me cae bien. — Contestó en un tono más cortante del que utilzaba  usualmente.— No sé que preguntar, solo cuentame a dónde fuiste o con quién estabas... o lo que quieras.

Nunca es demasiado tarde para hacer algo al respecto. —la contradijo con una sonrisa y se encogió de hombros cuando la observó cerrar su libro. —De acuerdo, pero si tienes alguna duda… bueno, sabes dónde encontrarme. —asintió con la cabeza. —¿Tu mamá y su nuevo novio? Hm… ¿Por qué es eso malo? ¿Acaso las madres no son muy unidas con sus hijas? O al menos la mayoría. —comentó, pensando en voz alta. —¿O es su nueva pareja la que no te cae bien? —prosiguió, indagando un poco en la vida de la chica, le causaba una autentica curiosidad. —La verdad es que si quieres saber, solo debes preguntar. ¿Como voy a adivinar yo las dudas que pasan por esa cabecita tuya? —sonrió levemente.

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Mi ausencia a clases provoco que muchas cosas se me juntaran, y no veo eso como algo conveniente, sobretodo porque no me gusta tener que hacer los trabajos de la universidad apurada. — Bufó, la rubia en verdad no tenía idea de cómo habían sido las vacaciones de Raven, quién realmente no las había disfrutado.— Cuándo digo que no fueron buenas lo digo en serio, y no por el lugar... era Grecia. — Contestó un tanto desanimada.— ¿Por qué no sales por unos días entonces?

Mhmm — musitó quitando la mirada de su trabajo y dedicándole la atención a la joven — digamos que normal, es decir, la palabra “vacación” en si no alteró nada más que la ausencia de clases. Pero ¿a dónde fuiste? No debe haber sido tan malo — murmuró, completamente convencida de sus propias palabras —. Digo, yo hubiese pagado por haber podido abandonar estas paredes, pero en fin, todo tranquilo. 

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¿No has salido en todo este tiempo? — Repitió un tanto sorprendida, ella normalmente aprovechaba cada cierto tiempo el poder "escaparse" de la academia, solo ir a paser por Dublin era divertido a su parecer. — Pues siempre puedes pedir permiso para salir de paseo, es raro que los nieguen. — Sugirió con una media sonrisa.— Según lo que dices suena como que vas bien hasta ahora... Creo que no te había visto antes, soy Raven.

               No era normal que Katherine estuviese fuera de su habitación, pero el clima era más o menos agradable, y los idiotas del dormitorio vecino estaban teniendo sexo, y lo que menos quería en ése momento era escuchar gemidos ajenos. Estaba mirando el panorama que se alzaba frente a ella, su usual copa de americano en la mano, cuando escuchó que alguien se le dirigía, no reconoció a la chica, por lo que al principio pensó que se trataba de una equivocación, pero al ver que no había nadie más aparte de ellas, dedujo que sí le hablaba a ella. Nunca entendería cómo le era tan fácil a los demás hacerse de amistades. —Bueno, al menos tú saliste de aquí, yo desde que llegué a Dublín no he ido a ningún otro lugar… Y uh, supongo que bien, aún no he matado a nadie ni inhalado crack, supongo que me eso es algo bueno.

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Eso pasa a la mitad del año, terminar el semestre sin sucumbir entre todos los trabajos es la parte difícil. — Exageró medio bromeando, hizó una pausa antes de contestar.— Si soy honesta, hasta ahora no me ha ido mal en ninguna de mis materias, y espero que siga así ... Y aparte de la universidad, ¿todo bien?

La pregunta lo tomó por sorpresa, pues ni siquiera sus familiares preguntaban sobre su desempeño en la universidad. Vaciló un momento antes de responder: —Bastante bien. En realidad, rara vez me va mal en algo. Aunque he estado algo atareado últimamente,— admitió, encogiendo uno de sus hombros. —¿Qué hay de ti, Raven?— preguntó por simple educación. 

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Me pasa lo mismo, estoy segura que intercambiar un par de palabras cada dos horas no cuenta como socializar. — Dijo con un tinte de diversión en su voz, estaba terminando de anotar uno de los últimos datos que necesitaba para finalmente terminar uno de los primeros trabajos que se había propuesto hacer, y uno de los más largos también.— Lo único bueno de todo esto, es que en realidad todos estamos igualmente agobiados de trabajos y examenes en esta epoca del año, entonces no soy la única que se queja.

El horario que tenía Gizell estaba bien organizado. A pesar de no ser una chica perfeccionista le gustaba tener todo en orden. Tenía que ir de un lugar a otro, subiendo y bajando escaleras para poder llegar a tiempo a sus clases. Tomar dos Licenciaturas no era una tarea sencilla, pero sabía cómo organizarse para que el tiempo le rindiera de la mejor manera. El maestro de Lengua no había podido asistir a clases, así que Gizell aprovechó la hora libre para adelantarle al trabajo de la siguiente clase. No se escuchaba bullicio de los estudiantes como cotidianamente sucedía. Pudo respirar por fin un poco de quietud.

A pesar de estar sumamente cansada, la joven escritora no lo demostraba. Sus dedos se paseaban delicadamente sobre las hojas de su libro cuando pudo escuchar el comentario de una mujer que se encontraba a escasos centímetros de distancia. Al notar que tenía problemas con sus trabajos, Gizell se pudo sentir identificada con ella. —Te entiendo, mis horarios me presionan cada vez más a no tener vida social. —agregó de manera vacilona pero con un toque de realidad en sus palabras. Pues era cierto, rara vez podía disfrutar de la compañía ajena, pues la escuela la consumía por completo.