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“Desde el espacio...”
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Why do you still love me? Chapter 2
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9D Capítulo 1 “Niños extraordinarios”
Había un lugar sucio y de escasa sombra donde el joven Black Jackson se sentaba a dibujar. Todos los días desde hacía tres meses el muchacho ya agotado pero sin otras opciones se pasaba mañanas y tardes haciendo descuidadas caricaturas para los turistas a unos pocos metros de la costa. Tenía el pelo negro como el ébano y la piel más blanca que nadie haya visto. Sufría de una condición recientemente descubierta llamada el síndrome Gwendell, su piel casi no tenía melanina lo que la hacía prácticamente transparente. Para algunos era perturbador. Por lo que muchos evitaban acercarse a él como si tuviese algún virus contagioso. Llevaba siempre su bloqueador solar en la mochila junto a las acuarelas y los frascos de tinta. Nadie sabía cómo ese muchacho andrajoso nunca se quedaba sin materiales para sus obras. Estaba muy delgado como si llevase semanas sin comer. Tenía grandes ojeras oscuras bajo sus ojos celestes, pero apenas se notaban porque el flequillo largo ya casi le tapaba la cara. No vendía mucho, pero el poco dinero que hacía era siempre para comer. No sabía ya desde hacía cuanto que estaba usando la misma ropa. Le daba vergüenza admitirlo pero el único baño que había conocido desde su llegada a la ciudad era el que se daba cuando se metía al mar. Dormía en la sala de espera de un hospital por las noches para no pasar frío. Y pasaba el día dibujando en la playa para no volverse ocioso. La vida no era fácil desde que había perdido a su madre. No tenía ningún familiar al cual acudir por ayuda y a los 20 años sin un empleo no había forma de conseguir un lugar para vivir. No había terminado los estudios pero al encontrarse sin casa y sin alimento no parecía ser el problema más grande que enfrentaba. Día a día Black sentía como su vida se le escapaba de las manos. Era un indigente, un muchacho joven al que nadie le ofrecía ayuda sin importar lo mal que lo viesen. La sociedad se ha vuelto muy egoísta y aunque alguien pudiese ayudarlo elegiría no hacerlo solo porque la caridad no trae ningún beneficio económico. Una tarde Black estaba sentado en su lugar de siempre, entre la tienda de ropa de damas y el bar de la playa. En medio de la peatonal, bajo el sol que ardía con toda su fuerza. Ya cansado y casi sin aliento, por el tremendo calor, comenzó a guardar sus pinceles y hojas cuando un extraño se le acercó. El hombre llevaba un traje negro y lentes oscuros. Estaba agitado y nervioso. Black creyó que se trataba de un custodio o algún policía, por lo que se sintió asustado por un momento. - Escucháme... Te tengo un trabajo. Necesito que vayas a esta dirección - dijo sacando un papel y escribiendo algo - Allá hay un chico, algo más chico que vos. Necesito que lo cuides. No dejes que nadie se acerque a él. ¿Me entendés? Esto es muy importante. Andá a la casa, encerrate con él y no lo dejes solo. Yo tengo que ir a un lugar... Voy a volver en seguida. Voy a pagarte mucho ¿Sí? Así que por favor hacelo. ¡Ya! Black sintió que hacer lo que decía este tipo sería lo más estúpido del mundo. Era obvio que era peligroso y no quería saber en que estaba tratando de meterlo. Pero el extraño metió la mano en el bolsillo y sacó un fajo de billetes que procedió a meter en el bolsillo de la mochila del joven. - Hacelo... No te cuesta nada. Y todo eso y más va a ser tuyo ¿Me escuchaste? "¿Qué tan malo puede ser?" Pensó Black para sí mismo mientras accedía a realizar el curioso trabajo. Peor no podía estar, más bajo no podía caer. O al menos eso era lo que él creía. Si se trataba de cuidar al hijo de un mafioso, pues, al menos haría contactos útiles. Si quedaba metido en medio de una pandilla traficante, no era lo peor en lo que se había metido. Y si se trataba de un asesino serial que conseguía victimas ofreciéndoles trabajo, bueno... Sabía defenderse. O al menos eso era lo que él creía... No le costó mucho encontrar la casa ya que se conocía bien las calles que rodeaban la playa. Había pasado allí demasiado tiempo buscando el lugar más seguro para hacer sus dibujos. Era una casa humilde, algo desmejorada. No tenía patio y apenas tenía una pequeña cerca en el frente. Sin plantas, sin perros, bastante abandonada. Aunque era obvio que alguien se molestaba en cortar el pasto en la entrada. Black golpeó la puerta y esperó. La puerta se abrió y del otro lado del umbral apareció un chico delgado y tan pálido como él, de grandes ojos negros y cabello (aparentemente) naturalmente azul. Black quedó boquiabierto por un instante. El chico era bellísimo. Y olía fuertemente a jabón y vainilla. Lo que lo hizo sentirse avergonzado de su deplorable aspecto. - Ah... Soy Black. Me dijeron que viniera a cuidarte... Eh... Este... Esperaba un chico más... Chico... - Pasá. Fue lo único que el muchacho dijo mientras se hacía a un lado para dejarle lugar. El interior de la casa no congeniaba con el exterior simple. Era como si hubiesen metido la casa de un millonario dentro de cualquier casa de barrio. El piso era de madera, las paredes bien blancas como recién pintadas, los muebles más caros que hubiese visto. De no ser porque no se veía ni el más mínimo rastro de un televisor, era realmente un lugar en que Black viviría sin pensarlo. El chico lo llevó hasta la cocina donde comenzó a preparar lo que parecía ser un desayuno. Sacó el café, una caja de avena, de una repisa y unos huevos y tomates de la heladera. Luego de encender la cocina fue que el peli azul se dio cuenta de que estaba siendo observado. - ¿Pasa algo? - Eh... Es que me dijeron que no te dejara solo. - Ah... Ya veo. Bueno... Ponete cómodo. ¿Desayunaste? ¿Querés algo? Voy a hacer avena - dijo levantando la caja y apoyándola contra sus propias mejillas - Amo la avena. Black sintió ternura al ver este gesto tan infantil en este muchacho que quizás tenía no menos de 18 años. Le dieron unas extrañas ganas de abrazarlo y darle de comer en la boca. - Me gustaría un café si no es molestia. -OK. Ahora te lo preparo. ¿Cómo dijiste que te llamabas? - Black. - Eso no es un nombre, creo que una vez tuve un perro que se llamaba así... - Si es un nombre, mi mamá me puso así... ¿Vos cómo te llamas? - Irwin. ¿No te lo dijeron? - No. Solamente me pidieron que viniera urgente a cuidarte. Espero que esto no sea extraño para vos. El chico dijo que enseguida volvía. Así que no te preocupes. - Eso dijo... Irwin se movía rápidamente mientras preparaba los huevos revueltos y cortaba los tomates. Apagó el hervidor a tiempo para no derramar la leche y sirvió el café para Black. Sus ojos nunca dejaban de mirar lo que hacía, era como si Black para él fuera invisible porque apenas lo notaba. - No sé si te gusta, pero te preparé avena. Te veo hambriento, tendrías que comer algo.- Dijo Irwin poniendo dos tazones de avena en la mesa. Se sentaron uno frente al otro y en el medio de la mesa estaba el plato con huevos revueltos y rodajas de tomate, y junto a el muy casualmente dos tenedores.- Comé lo que quieras. - Gracias... Dijo Black. Esto era tan increíble. Hacía solo unas horas estaba sentado en el sol sin vender ni un solo dibujo y ahora de repente estaba sentado en una mesa frente a comida de verdad. Preparada por un chico hermoso. No sabía si era un sueño y si estaba próximo a morir. Era demasiado bueno para ser cierto. Habían comenzado a comer cuando Irwin lo miró algo nervioso y dijo: - Oles a mar. Como si hubieses nadado hace poco. Y tu ropa también huele a mar. Me parece, si no me equivoco que remojaste tu ropa en el agua en la playa. No es muy limpia no deberías hacer eso. Y supongo, por el tiempo que llevas en la calle que no estuviste comiendo bien. Imagino que incluso debiste alguna vez comer de esos mejillones que hay en la costa. No recomiendo que lo hagas, pueden estar contaminados. Ya sea por la marea roja o por quien sabe que cosas que tiran al agua. - ¿Disculpa? Yo... - se olfateó la camiseta - ¿De verdad podes saber todo eso solo con olerme? - Jejeje, es más que eso. Lo supuse por... Por verte. Parece que hubieras vivido mucho tiempo en la calle. - Ah... - Si quisieras tomar una ducha... ¡No es que la necesites! Pero si quisieras... Podes pasar al baño y puedo prestarte algo de ropa limpia. - No estoy seguro de que eso sea buena idea. Igualmente cuando salga de acá lo primero que voy a hacer es comprarme ropa. Irwin miró a Black con un gesto de melancolía. Black lo notó y sintió como la lástima lo envolvía. - Estoy bien. En serio. No hay de qué preocuparse, estoy acostumbrado a vivir así. Después de que me vaya no vamos a volver a vernos ¿Por qué no mejor tratamos de pasar bien el rato? Contame algo de vos. ¿Hace mucho que vivís acá? - Hace... Creo que cinco años. - ¿Nunca salís de la casa? - No. No puedo salir. Me dicen que afuera es muy peligroso para mí... - ¿Cuántos años tenés? - 18. ¿Y vos? - 20. Los cumplí un mes después de que falleciera mi madre. - La extrañas todos los días... Ella también te extraña. - ¿Cómo podes saber eso? JAJAJA, ella está muerta. Ella ya no sabe ni donde está, menos podría extrañarme. Black se levantó de la mesa y se dirigió a buscar el baño. - No hagas nada raro mientras yo no te vea o van a decir que no te estuve cuidando bien, jajaja. Black sintió de repente que la piel se le secaba y se estremecía. Sintió un escalofrío inquietante cuando Irwin habló de su madre. La mujer había fallecido hacía tres meses de neumonía. Era una persona anciana y frágil. Lo había adoptado ya teniendo alrededor de 70 años, algo mayor para cuidar de un niño pero con mucho amor para brindarle. A veces Black soñaba que ella aparecía por la noche mientras él dormía en el hospital y trataba de cobijarlo con una manta invisible la cual nunca lograba poner sobre él, ya que esta se caía al suelo cada vez. A veces creía oírla susurrar en su oído. Lo que le aterraba. Pero no era momento de pensar en eso, aún tenía que cuidar del muchacho y quizás no le quedara mucho tiempo. Debía aprovechar todo lo que pudiese estar en esa casa, tranquilo, alejado del sol de la tarde. El joven regresaba a la cocina cuando vio como una de las sillas del comedor se movía sola hacía donde él se dirigía. Atónito se quedó mirando como los utensilios de la cocina se levantaban solos en el aire y flotaban en dirección a sus respectivos lugares. Cuando logró moverse y caminar hasta la cocina vio a Irwin dirigiendo con la mirada el frasco de café hacía el estante. Cuando Irwin lo notó se dio vuelta inmediatamente hacía él. Había miedo en sus ojos. - Se suponía que no vieras eso... Black estaba asustado. Aterrado y tembloroso. Pero sin quitar nunca sus ojos de Irwin dijo: - No sabía... Que había más gente como yo...
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Now there is chapter 2!
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Why do you still love me? - Chapter 1 page 8
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Why do you still love me? - Chapter 1 page 7
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Why do you still love me? - Chapter 1 page 6
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Why do you still love me? - Chapter 1 Page 5
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Tomboys páginas 1 a 8
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Why do you still love me? - Chapter 1 Page 3
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Chapter 1 page 2
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“Why do you still love me?” comic cover.
A love story about two regular guys.
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A little late for day 1 but anyways... I love Erwin so much that I had to draw something :)
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Pat is neurotic, Rafael is a loving police officer. And this is their life trying to stay together.
#why do you still love me?#comic#gay comic#gay#lgbt#lgbt+#yaoi#boy on boy#romantic#cute#cute art#slice of life#mariejowithz
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“En los ojos de otros” parte 2
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“En los ojos de otros”
Parte 1
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La nueva chica del barrio - “Beto” Páginas 1 a 10.
Dibujo: Mariejowithz
Guión: Arakune
Esta es una parte de la colaboración que hice para el cómic de Leonela Soledad (Arakune).
https://www.facebook.com/lanuevachicadelbarrio/?fref=ts
http://nuevachica.subcultura.es
http://nuevachica.blogspot.com.ar
Para entender la historia lean los capítulos anteriores, es un cómic que recomiendo mucho. Trata muy bien el tema de la transexualidad en la adolescencia.
#lgbtqia#lgbt#trans#trangender#comic#trans comic#lanuevachicadelbarrio#arakune#mariejowithz#transgirl
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