Escribo para las que aman demasiado, para las que sienten demasiado. Un lugar para todas las hijas extraviadas en los abismos de Dostoyevski.
Don't wanna be here? Send us removal request.
Text
Memorias | Junio 09, 2025
He vuelto a cargar con el fardo del rumano, ese peso inútil que no se suelta ni se arranca. No es amor lo que lo retiene, no hay pasión ni ternura en su insistencia; lo que encuentra en mí es un espejo, un reflejo donde su ego se contempla y aplaude a sí mismo. En otro tiempo lo alimenté con entusiasmo, lo admito. Hoy ya no. O eso quiero creer. Mis respuestas son ambiguas, tibias, como quien deja la puerta entornada para que no parezca cerrada del todo. Y él lo intuye. Sabe que aún existe un hilo invisible que me ata, aunque cada día se vuelva más delgado. Pero ese hilo basta para que su vanidad se mantenga erguida.
No aporta nada a mi vida. No hay profundidad, ni alegría, ni siquiera una verdadera conversación. Apenas migajas de presencia disfrazadas de interés. Pero sigo ahí. Presente. Respondiendo. Como si mi alma no lograra desprenderse del todo. Y él lo sabe. No necesita que le diga nada: conoce mis heridas, mis traumas, incluso aquellos que nunca pronuncié en voz alta. Conoce los hilos que me sostienen y cómo tirarlos.
Leí un hilo en X que hablaba de Big y Carrie. De cómo él siempre la vio como algo menor, como un objeto agradable pero prescindible, una mujer a la que se recurre cuando el resto falla. Y pensé en mí. Me vi en ella. Este rumano jamás dejará de verme como esa chica fácil, accesible, que le envió fotos sin haber sido cortejada. Ese juicio inicial jamás se borrará de sus ojos. Aun si mañana me convirtiera en una eminencia, seguiría siendo aquella que se ofreció demasiado pronto. Nunca seré para él la mujer completa, compleja, que en realidad soy. Mi frente lleva su etiqueta: "disponible". Y eso le basta.
No volvió cuando le expuse su verdadero deseo: sexo disfrazado de charla. Porque ya no le servía. Y sin embargo, bastó un gesto absurdo, un regalo de cumpleaños, para que regresara con su juego de sombras. Cree, quizá, que volveré a ceder. Que aún soy débil. Tal vez lo soy. Pero también me siento harta. Exasperada. No quiero seguir siendo la caricatura que él pintó de mí. ¿Soy una puta? Puede que lo haya sido, si eso significa haberme entregado esperando amor. Pero ya no quiero serlo más. Sé quién soy. Conozco mi valor. Y no soporto seguir mendigando afecto en alguien que solo ve carne.
Quizá es esta fase del ciclo, la hormona lútea que me devuelve a la razón. O tal vez —Dios quiera— es la voz de mi alma despertando, al fin, con un poco más de fuerza.
#thoughts#writing#dostoevksy#dostoyevski#obsessive love#writers on tumblr#writers and poets#free write
0 notes
Text
Memorias | Mayo 30, 2025
Me cubro las ojeras con corrector, como quien pretende ocultar las marcas de una noche larga y callada. Me rizo las pestañas, aplico rímel con precisión quirúrgica, coloreo mis mejillas y mis labios con una vitalidad prestada. No sé si lo hago para gustarle a ella o para recordarme que aún puedo resultar deseable. Me miro al espejo con una satisfacción tibia —ni orgullo ni alegría—, solo una leve confirmación: existo, aún tengo forma. Tal vez sea eso lo que busco, gustarme. Tal vez sea solo una ilusión.
Ayer, por fin, pronuncié su nombre en voz alta con el peso que merece. Le hablé de Sophia a mi psicóloga, confesé lo que ya era evidente para ambas. No era una simple amistad, nunca lo fue. Era un amor contenido, un noviazgo que nunca se nombró. No hacían falta palabras; bastaba con la forma en que la miraba, o en cómo el mundo se desdibujaba cuando ella estaba cerca. Ahora lo entiendo: por eso me costó tanto la distancia, por eso me dolió como si hubiera perdido a una pareja. Porque eso fue, en algún lugar secreto y sagrado de mi alma, eso fuimos.
Aceptar este amor, reconocerlo como tal, ha sido la llave que me permitió ver su alejamiento con otros ojos. ¿Cómo se reconstruye algo que se quebró con la fuerza de una ruptura amorosa? Volver a ser amigas después de eso es como pretender que un corazón roto funcione igual que antes: no lo hace. Lo nuevo exige una arquitectura completamente distinta, y aún no sé cómo se construye. Mis entrañas claman por volver a lo que éramos, a esa complicidad muda, a ese amor envuelto en ternura y juego. Pero no se puede. Y lo sé.
Ahora que ha comenzado a acercarse otra vez —con pasos tímidos, pero ciertos—, siento que debo contenerme. Medir mis gestos, domar mi voz. Hay un miedo subterráneo que me carcome: el de desbordarme, el de amar otra vez con la intensidad equivocada, el de fallar. Quiero salir corriendo, huir de la posibilidad de equivocarme, de arrastrar otra vez mis sentimientos como una herida abierta frente a ella. No sé cómo actuar. No sé si puedo ser solo su amiga. No sé si alguna vez lo fui.
¿Y cómo se desenamora una del recuerdo? ¿De lo que nunca fue del todo pero lo llenaba todo?
#thoughts#writing#dostoevksy#dostoyevski#obsessive love#writers on tumblr#writers and poets#free write
1 note
·
View note
Text
Memorias | Mayo 23, 2025
Vuelvo a caer estrepitosamente en el fango del que me costó tanto salir. Casi como un suicidio, una forma de inmolarme, porque no tengo la suficiente fortaleza para soportar tanto rechazo y frialdad de manera íntegra, me arrojé a la hoguera para sentir al menos una pizca de calor. Caí sobre el regazo del rumano, como aquella niña tierna que se posa felizmente sobre la falda de su padre. Me expuse de una manera casi obscena, pero no porque me mostrara físicamente, sino porque dejé ver mi verdadero ser: esa intensidad insaciable que caracteriza mi alma, esa pequeña niña tierna y dulce que espera una caricia suave sobre su coronilla.
Podría decirse que la recibí, pero como se recibe el amor de un padre frío y distante. No podía pedir mucho más, tampoco; fui yo quien puso el límite anteriormente, y es entendible que él también deje entrever su distancia. Pareciera como si quisiera repetir patrones que ya he aplicado antes: ser dulce y dedicada, pero desaparecer apenas el rechazo se vuelve demasiado para soportar.
Sé conscientemente que esto fue para llenar el hueco que dejó Sophia. Sé que intenté tapar esta angustia y este dolor con el espejismo de una persona que me da fácil acceso y validación, que es tan plano y superficial como un charco de agua, y que no me demanda ningún compromiso. Pero también sé que este juego es peligroso, porque ya estuve antes aquí, cuando creí que podría manejar este vínculo informal sin caer en el apego, y sabemos cómo terminó: con mi corazón roto por involucrarme emocionalmente en algo que nunca fue así desde el principio.
Me siento hipócrita y masoquista. A veces parece que me gusta sufrir de alguna forma, arruinar lo estable y lo construido. Admiro mi capacidad para no soportar lo correcto, aunque ame la pulcritud y el orden. En el fondo, mi ser salvaje aflora de maneras estúpidas y patéticas. No me bastó con alejar a una persona a quien amaba, sino que ahora me involucro nuevamente con lo prohibido, con aquello que me dejó al borde de perder a la persona que más amo y que mejor me conoce.
La autodestrucción me parece inminente para esta alma cansada que llevo a cuestas, como si anhelara que todo se destruya para reconstruirme a mí misma, más verdadera y sin el miedo de no ser útil para los demás.
#thoughts#writing#dostoevksy#dostoyevski#obsessive love#writers on tumblr#writers and poets#free write
0 notes
Text
Memorias | Mayo 21, 2025
He estado en calma esta mañana, pero no una calma luminosa ni jubilosa, sino esa clase de quietud que llega cuando se ha dejado de resistir. Algo en mi alma —no sé si por cansancio o por sabiduría— decidió soltarla. Sin ceremonia ni dramatismo tomé sus cosas, los objetos que, con su sola presencia muda, evocaban la dulzura de su risa o el peso de su ausencia. Guardé cada uno con cuidado, casi con ternura, como se entierra un cuerpo que se ha amado mucho.
En pequeños papeles, que parecían estremecerse entre mis dedos, escribí nuestras memorias más preciadas. No como quien plasma recuerdos, sino como quien confiesa, como quien ruega a Dios que no todo haya sido en vano. Luego los guardé con el resto, en una caja que no pienso abrir, porque hay puertas que, una vez cerradas, solo pueden abrirse con sangre. Me repetí en silencio que este era el final, uno necesario. No lloré. No porque no lo mereciera, sino porque creo que ya no tengo más lágrimas para nadie. Me las arranqué a todas en noches anteriores, cuando ella no las oyó caer.
No quise quemar nada. No por temor, sino porque entendí que esto no era una destrucción, sino un parto. Algo muere, sí, pero otra cosa empieza a formarse en las sombras. No sé qué será, si será algo entre nosotras o en mí. Pero es algo. No fuimos pareja —eso nos lo repetimos con frecuencia—, pero lo nuestro fue, sin dudas, una historia de amor. Uno sin nombre, sin rito ni pertenencia. Y como todos los amores sin definición, dolió más.
No fuimos nada y, al mismo tiempo, lo fuimos todo. Y ya no podemos volver. Ni a esas tardes compartidas, ni a la complicidad temblorosa, ni a la mirada que decía más que nuestras bocas torpes. Ya no queda camino que retroceder. Solo queda reconstruir sobre los escombros o dejar que el viento se lleve hasta la última piedra. Y sé —oh, ahora lo sé— que no vendrás. No vas a buscarme. No vas a hablarlo. No volverás por mí. Y yo ya no puedo seguir esperando descalza frente a una puerta que no se abre, mientras el invierno se adentra por mi piel como una daga.
Solo puedo decir gracias, y adiós. Porque estoy creciendo, mal que me pese. Y para crecer, debo aprender a sostenerme sola. Debo ser mi prioridad antes de que el mundo me devore, como devora a todos los ingenuos que aman más de lo que deben.
Tal vez algún día, en un rincón de la vida que no alcanzamos a imaginar, volvamos a cruzarnos. Pero no me hago ilusiones. Me habría bastado un último abrazo. Uno solo, como un cierre, como un gesto que dijera: “sí, esto fue real”. Pero tú no sabes cerrar. Ni conmigo, ni con nadie. No pudiste despedirte de tu madre... ¿cómo podrías despedirte de mí? Yo no soy la excepción, y no debo seguir cargando con el dolor de los otros como si fuese mi cruz.
No soy tu redención. No puedo salvarte. Y por más que me hubiera gustado ser ese lugar seguro donde sanar, ese sueño fue mío, no tuyo. Lo entiendo al fin.
Te amé. Que eso quede claro. Te amé con ese amor tembloroso y torpe que dan los vínculos verdaderos. Y si por mí hubiera sido, lo habría dado todo. Si tan solo me hubieras dicho que estabas dispuesta a quedarte.
Pero no lo harás. Ya lo sé.
Aún tienes tanto por resolver. Y yo también.
Ojalá...
No. No hay ojalá. No hay nada que esperar.
#thoughts#writing#dostoevksy#dostoyevski#obsessive love#writers on tumblr#writers and poets#free write
0 notes
Text
Memorias | Mayo 15, 2025
Últimamente no puedo terminar nada. Mis escritos mueren antes de nacer, abortados por una fuerza que no alcanzo a nombrar. Tal vez sea la intensidad con la que hierve mi alma, o esta cobardía enfermiza que me lleva a negar todo lo que en mí es oscuro, impuro, aberrante. Paso del odio a la angustia con la misma rapidez con la que un condenado se lanza al abismo. Como un huracán que destruye lo que ama. ¿O será que nunca amó realmente?
No escribo más de un párrafo. Apenas trazo unas líneas y ya siento la angustia trepándome por la garganta como una víbora. Me devora desde el pecho hacia afuera. El estómago se cierra, las manos tiemblan. Es una parálisis del alma. No espero otra cosa que el consuelo de mi psicóloga, esa figura casi sagrada que representa una posible guía en este desierto que habito. Hace tanto que no la veo, y sin ella la noche se me hace aún más espesa.
Y sin embargo, hay pensamientos que me avergüenzan y que no puedo negar: a veces deseo desaparecer. Morirme de hambre, lentamente, como un grito que nadie escucha. Terminar en un hospital, deshecha, frágil, inmaculada. Sueño con que mi cuerpo se vuelva tan delicado que el más mínimo roce me parta al medio. Anhelo ser tocada con cuidado, con ternura, con esa devoción que sólo se tiene hacia lo irremediablemente frágil. Quiero ser un trofeo de cristal, una figura de vidrio que uno sostiene conteniendo la respiración.
Imagino mi piel transparente, dejando a la vista mi amor, mi lealtad desbordada, mi dolor desnudo. Si fuera así, si pudieran verme por dentro, tal vez entonces me tomarían en serio. Tal vez dirían: “¿Cómo no lo vimos? ¿Cómo dejamos que se consumiera así?” Y ese lamento resonaría por los pasillos del hospital como una plegaria tardía. Mi madre no se movería de mi lado. Los mensajes llegarían a raudales. Y quizá, sólo quizá, Sofía vendría. Me hablaría. Y eso bastaría.
¡Ah, qué deseos tan grotescos y dulces! Qué pequeña soy, qué ridícula. Pensar en la autodestrucción como forma de venganza, como castigo para quienes no supieron verme. Para que sufran por no haberme amado, por no haber adivinado mi tristeza. Pero vivir así —¡qué ironía!— es estar muerto ya. Es una tumba abierta en vida, decorada con pensamientos febriles.
Comienzo a buscar obsesiones, viejos altares donde sacrifiqué pedazos de mí. Refugios ilusorios que ya han demostrado ser ruina y condena. No debo volver. No debo entregar mi alma al rumano, ni a ningún otro que me mire sin ver. No debo suplicar amor disfrazado de placer. Ya no. Sólo puedo quedarme conmigo misma. Con esta criatura rota que llevo dentro, esta niña que llora y se rasga las vestiduras porque nadie vino a salvarla.
La Estrella apareció en mi tirada de tarot. Esa carta tibia, casi burlona, que promete esperanza. Habla de una guía silenciosa, de una luz lejana que indica que, a pesar del dolor, todo saldrá bien. Que el camino, aunque esté lleno de sangre, lleva a algún lugar. Tal vez deba creer. Tal vez deba dejar que la sanación duela, que queme, que arranque de mí las ilusiones como piel vieja.
Y confiar. Aunque no entienda nada. Aunque me cueste respirar. Aunque sienta que me desarmo con cada paso.
#thoughts#writing#dostoevksy#dostoyevski#obsessive love#writers on tumblr#writers and poets#free write
0 notes
Text
Memorias | Mayo 12, 2025
Una calma extraña, casi insoportable por su carácter artificial, se ha deslizado por estos días como una niebla sobre una ciudad arrasada. Mi último ataque de angustia me tomó el viernes, como si el alma, incapaz ya de resistir tanta tensión acumulada, cediera finalmente ante el peso de la indiferencia. Rocío me miró —¿acaso me miró?— con una hostilidad que no necesitó palabras, una mirada vacía, mecánica, como la de quien contempla un objeto que le resulta molesto, o peor: prescindible. Fue al verme en la oficina de Sabri y Sol. En ese momento sentí el látigo invisible del rechazo golpearme en la cara con una fuerza tan familiar como despiadada.
Cuando me excluyen, cuando me ignoran, cuando alguien decide que no merezco siquiera una palabra, algo en mí se quiebra. Como si mi derecho a existir se esfumara con cada gesto de desprecio. Como si mi valor dependiera de la validación ajena —¡qué revelación tan vieja, tan repetida, y sin embargo tan vigente!—. Me arrastro hasta la cama como un condenado que no ha hallado aún su crimen.
Lloré con esa clase de llanto que no purifica, sino que enferma. Lloré por haberme expuesto, por seguir empujando una carroza desvencijada que ya no lleva nada dentro, y que encima arrastro yo sola. Hay una dignidad que uno no quiere perder, pero que a veces se deja pisotear en nombre del amor, o del recuerdo del amor, o del miedo a la soledad.
No me excuso: mis errores están ahí, como espectros a los que he aprendido a mirar a los ojos. No me cuento cuentos para dormir. Los asumo, los palpo, los dejo habitar mi cuerpo hasta que se hagan carne. Pero ya no puedo fingir que todo está bien, no puedo seguir forzando una sonrisa mientras el alma se desangra. Mis fuerzas están gastadas. Me toca aprender a esperar, a respetar el silencio ajeno, aunque mi mente lo grite como un castigo. No todo silencio es rechazo. A veces es duelo. A veces es distancia. A veces, simplemente, es que el otro no puede más.
Maca dijo algo que todavía retumba: que las amistades a veces entran en pausa. Tal vez. Pero no deja de ser una muerte, aunque nadie la declare. Y estoy de luto. Luto por una amistad que ya no está, que se pudrió lentamente mientras yo me aferraba al recuerdo de lo que fue.
Pero todo lo viejo que muere deja lugar a lo nuevo. Eso intento repetirme, como quien se agarra de una tabla en el naufragio. Lo nuevo es incierto, es oscuro, da miedo, sí… pero quizá —sólo quizá— sea también más limpio. Más sano. Tal vez renacer no sea una elección, sino un imperativo vital.
Me merezco el derecho a mirar hacia adentro sin miedo, a abrazar incluso las partes más miserables de mí. La furia, el dolor, la tristeza… todo eso que rechazo es, al mismo tiempo, la materia prima de mi transformación. No puedo huir de mis propias sombras. Y no hay redención posible sin antes descender al infierno personal que todos cargamos dentro.
Desprenderse de la necesidad del otro es, sin duda, el acto más cruel y más necesario. No hay fórmulas mágicas para escapar a los patrones que nos arrastran desde la infancia. Sólo queda enfrentarse al espejo, una vez más, con vergüenza, con desprecio incluso. Porque esto es lo que soy. No hay otro salvador. No hay otra salvación.
Y es con esta carne enferma, con esta forma de existir que me resulta horrorosa, que tengo que seguir adelante. Porque no hay otra. Porque soy yo. Porque nadie más va a venir a rescatarme.
#thoughts#writing#dostoevksy#dostoyevski#obsessive love#writers on tumblr#writers and poets#free write
0 notes
Text
Memorias | Abril 30, 2025
Mi alma clama por regresar a su centro, por hallar la paz que se me escapa entre los dedos, por no ceder ante el impulso irracional que me dicta que debo componer esta realidad rota. ¡Qué desesperación tan profunda embarga mi ser! El silencio, esa pesada carga de palabras no dichas, la distancia abismal que se ha instaurado entre nosotros, el frío que me azota, esa indiferencia que me hiere más que cualquier palabra. Pero he de recordar, con una claridad desesperante, que no somos iguales, que no podemos pedirle a un olmo que dé peras, y no puedo pedirle a ella lo que no sabe dar. No puedo implorarle que se comunique, que exprese lo que lleva dentro, cuando su ser, tan ajeno a la apertura, nunca se ha permitido el lujo de la vulnerabilidad.
Lo sé, y lo reconozco con una tristeza que me arrastra: nuestra madurez emocional no es la misma. He tenido la fortuna, si es que se le puede llamar fortuna, de crecer en un entorno que me ha enseñado, en medio de sus contradicciones, a entenderme, a reflexionar sobre mis emociones. Me siento como un viejo que, a pesar de sentir una tormenta interna que lo consume, sabe cuándo y cómo navegar entre las olas de sus pensamientos. En ella, sin embargo, solo veo a una niña. No por decisión propia, sino porque la vida le ha impuesto una carga insoportable, una responsabilidad que no le correspondía, una mochila de sufrimiento y muertes a cuestas. Todo ello sin el consuelo de la terapia, sin la luz de una guía, sin el refugio de un entendimiento profundo. Yo he conocido el consultorio de la psicóloga desde niña. En sus paredes he aprendido a mirar mis demonios.
Somos diferentes. Nos comportamos de manera diferente. Y en mi soledad, me culpo por tantas cosas. Me culpo por hacerla llorar, por poner en ella expectativas que no debía, por no saber respetar sus límites, por mi fría indiferencia en aquellos momentos en que su alma clamaba por consuelo, por haberla herido con las mismas heridas que ella misma me confió. Reconozco mi error, mi impulsividad, mi falta de tino. Pero, ¿acaso no es humano errar? ¿Acaso no soy joven aún, en el proceso de aprender, de sentir? No puedo exigirme ser madura todo el tiempo, como si fuera un ser sin alma, sin corazón, sin la capacidad de errar.
Anoche, en la quietud de mi mente, estaba convencida de que hoy pediría perdón por todo. Pero algo me detuvo, algo dentro de mí, algo que siempre está cuando mi alma se nubla, cuando mi mente se pierde en sus propios laberintos: el tarot. Busqué en sus cartas lo que mi corazón no se atrevía a decirme. Y fue allí, en el crisol de mis dudas, que comprendí lo inmutable: no puedo forzar las cosas. No puedo intentar reparar este desgarro pidiendo perdón, no puedo seguir exigiendo que ella se comunique conmigo, que hable, que me dé lo que yo necesito. Porque ella es ella, y yo soy yo. No puedo, ni debo, intentar reconstruir lo que ya está destruido, no porque lo haya destrozado yo misma, sino porque el vínculo debía cambiar. Y soy yo quien debe dejar de dar el primer paso. Es tiempo de soltar, de liberar, de dejar que ella sea quien decida, si es que decide. Exigir, apremiar, empujar para que todo se acomode a mi voluntad es manipulación. He aprendido que debo atenderme a mí misma, amarme, pues si yo no me amo, ¿quién lo hará?
#thoughts#dostoevksy#writing#dostoyevski#obsessive love#writers on tumblr#writers and poets#free write#emotions#sadnees#deep thoughts
0 notes
Text
Memorias | Abril 29, 2025
Jamás habría imaginado que las personas que me rodean, esas a las que he llamado amistades casi sin darme cuenta de su peso real, se acercarían a mí con tanto calor humano, con una ternura que desarma y, al mismo tiempo, me desconcierta. No supe, hasta ahora, que los lazos que tejí no eran humo, ni sombra, sino materia viva, real, palpitante. Yulian y Rodion, incluso ellos, se han aproximado con esa especie de compasión discreta que nace cuando se percibe en el otro una ruina que tiembla. Ayer, Rodion vino. Apenas unos minutos. Me dejó un pequeño frasco de aceite esencial —un gesto diminuto y gigantesco a la vez—, y me abrazó con una dulzura que casi me hizo llorar. Me doy cuenta de que estoy contenida, arropada por esta red invisible de afectos que, sin yo saberlo, había construido.
Y Mikhail... Mikhail ha sido el pilar más firme entre los escombros. Sé que ha acallado su propio tormento, que ha empujado su malestar a un rincón con tal de sostenerme, de no dejarme caer del todo. Hay amor en eso, uno distinto, sin necesidad de nombre. Mis amigas están ahí también, al tanto de cada una de mis caídas pequeñas y grandes, y no dudan en recordarme que aún hay brazos dispuestos a sostenerme. Mis padres, desde su distancia torpe, intentan decirme que todavía puedo volver a ese refugio primario, que si todo se viene abajo, ellos seguirán ahí. No estoy sola. Y, sin embargo...
Y sin embargo, esta pesadez que llevo encima, este lodo mental, este ahogo invisible, no me abandona. Anoche soñé con ella. Estaba en todas partes. En mis manos, en el aire, en las cosas más triviales. La extraño con una fuerza casi insoportable, como si el alma misma estuviera siendo desgarrada lentamente. Y estoy dispersa, ausente, como si mi cuerpo estuviese aquí, pero mi espíritu se hubiese negado a habitarlo. Mientras Rodion me hablaba, no lo escuchaba. Su voz me llegaba lejana, deformada, como si estuviera bajo el agua. Por momentos me doy cuenta de que me he ido. No estoy. Me quedo atrapada en mis pensamientos, rumiando preguntas, decisiones, escenas que jamás sucederán. Es insoportable. Todo se presenta como una catástrofe sin salida, una tormenta que no cesa.
He preparado unos dibujos de dinosaurios —sí, criaturas infantiles, casi ridículas— que, unidos, formarían la frase “te amo”. Quería dárselos, sin que se diera cuenta. Como una confesión cobarde, o como un rezo desesperado. Pero algo en mí me grita que no lo haga. ¿Acaso no es absurdo? ¿No es patético este vaivén mío? Hace días fui dura, helada, la ignoré con una frialdad de la que ahora me arrepiento con cada fibra del cuerpo... y ahora, mírame, regreso como un mendigo con el corazón abierto, suplicando que vuelva a ser como antes. Yo también estaría herida. Yo también me alejaría. La entiendo. La comprendo con toda la lucidez del dolor.
Y, aún así, me mata esta distancia. Me devora. Me desespera pensar que ya no queda nada, que todo ha muerto. Doy vueltas en mi cabeza imaginando abrazarla, llorar frente a ella, pedirle perdón no sólo con palabras sino con todo lo que mi cuerpo arrastra. Quisiera confesarle que me arrepiento, que nunca quise que esto terminara así, que fui torpe, impulsiva, incapaz de gestionar mi ansiedad sin convertirla en reproche. Que no supe cómo amarla sin exigirle lo que tal vez nunca tuvo para darme.
Ojalá pudiera decírselo, mirarla a los ojos y decirle todo esto. Pero sé que ni eso cambiaría algo. El daño ya está hecho, grabado en su memoria como una herida que no se borra con disculpas. Y me imagino, con horror, que ahora debe estar reconsiderando todo lo vivido. Me pregunto si ella también siente este abismo, este vértigo, esta tristeza densa como el barro. ¿Pensará en mí con el mismo ardor con que yo pienso en ella? ¿O para ella esto fue, en el fondo, un alivio? ¿Una liberación de esta carga que significaban mis emociones, mi presencia tan intensa, tan desbordada? ¿Será que me ha dejado de querer... o nunca me quiso del modo en que yo esperaba?
#thoughts#writing#dostoevksy#dostoyevski#obsessive love#writers on tumblr#writers and poets#free write#sadness#emotions#feelings#deep thoughts
0 notes
Text
Memorias | Abril 28, 2025
Lo onírico me trae de vuelta las sombras que mi alma, en su lucha secreta, apenas comienza a comprender. Estoy empezando a aceptar —¡oh, dura lección!— que no todo lo que se ofrece en esta vida es digno de ser tomado. Hubo un tiempo en que creí que podría aceptar su amor, mezquino y fragmentado, sin perderme de nuevo en la ceguedad que tanto me ha arrastrado. Pero hoy sé que aquello sería mi propio suplicio: ella no me ama. No a mí. Ama la imagen de sí misma reflejada en mis ojos; ama el calor que le proporciono, la idea de ser deseada, nunca a quien la desea. Y así me arroja las migajas que le sobran, sin vergüenza, sin amor real. ¿Acaso he nacido para arrastrarme bajo la mesa de otro, mendigando lo que no se me quiso dar? ¡No! ¡Mil veces no! Si no puedo siquiera aspirar a recibir, en su forma más pobre, un eco del amor que ofrezco, entonces no queda más que reconocer la verdad: no somos un vínculo; apenas una coincidencia repetida, un cruce de caminos sin propósito.
He vivido obsesionada con la pregunta: "¿Por qué a otros sí y a mí no?" Pero, ¡ay!, esa pregunta misma es una herida abierta. No hay respuesta satisfactoria. No puedo torcer el corazón ajeno con mis actos, ni arrancar el amor de un alma que no quiere entregarlo. No sirve mendigar, no sirve mostrar mis mejores galas si no son vistas. Cada ser humano ama a su manera, y algunos simplemente no aman. No a mí. Y debo aceptarlo como se acepta la condena que no se puede apelar.
No miento al decir que me embarga la tristeza. Una ansiedad tenue, punzante, ante los días que vendrán, en los que compartiremos espacios, palabras y silencios. Pero quizá haya redención en ello: aprender a mirar sin anhelar, a estar sin esperar. A dejar que las almas se rocen como hojas al viento, sin necesidad de promesas vacías, sin ilusiones necias. Tal vez —¿quién sabe?— siempre debió ser así, aunque duele arrancarse las ilusiones como si fueran parte de la carne misma.
No puedo ser el. No puedo ser ella. No puedo ser el bálsamo de sus errores ni el refugio de su vanidad herida. No nací para adular ni para ocultar mi ser en máscaras complacientes. Sólo puedo ser yo, en mi dolorosa, imperfecta verdad. Y si ella desea aceptarme en esta forma quebrada y sincera, bienvenida sea. Si no... también. Aprenderé a soltar.
El viernes, en un momento de locura, deseé que me gritara, que me rechazara abiertamente, que pronunciara con ira lo que su indiferencia susurra a cada instante: “No te quiero.” Porque incluso el desprecio tiene más calor que este hielo prolongado. Pero no hubo palabras, sólo ese desdén silencioso, ese castigo sordo que me recuerda que elegirme a mí misma fue su ofensa imperdonable.
Supongo que está bien. Cada una sabe ya su lugar. Y si no podemos mirarnos como iguales, si no podemos sostenernos cuando una cae, si el amor debe ser mendigado o administrado en dosis miserables, entonces es mejor que no haya nada. Nada en absoluto.
#thoughts#writing#dostoevksy#dostoyevski#obsessive love#writers on tumblr#writers and poets#free write#sad thoughts#sadnees#anger
0 notes
Text
Memorias | Abril 25, 2025
Estoy sola otra vez. Y no me sorprende. ¿Cómo podría? Lo presentía desde hace tiempo, como se presiente una tormenta que aún no ha cruzado el horizonte. La conozco mejor que a nadie, quizá mejor de lo que ella misma se permite conocer. Y aun así, la acepto. La amo incluso en su silencio más hiriente. ¿Puede decir lo mismo de mí? No lo sé. Tal vez no se reconozca en esta nueva versión mía, menos devota, menos entregada, más real.
Me inquieta profundamente lo que otros puedan pensar de mí. Es ridículo, lo sé. Pero no dejo de imaginar sus voces, sus gestos, sus juicios. Porque no tengo a nadie que salga en mi defensa, nadie que diga: “Yo la conozco, yo sé su verdad”. Sólo me tengo a mí, y lo he elegido. No por orgullo, sino por necesidad. Por dignidad, quizá. Hay algo extrañamente poderoso en permitirse sentir sin pedir permiso, en no encajar, en no mendigar afecto. Sí, tengo miedo, y sin embargo es ese miedo el que me arrastra hacia adelante, como una corriente subterránea que, lejos de ahogarme, me impulsa.
A veces me siento vil, ruin… pero ya empiezo a entender que no es más que la voz vieja, la que quiere arrastrarme de nuevo a su guarida de autoengaño. Estar sola no es tan terrible como me lo habían pintado. Estoy acostumbrada a ello, y fuera de este escenario mezquino, hay manos que me han sostenido y aún me sostienen sin condiciones. Estoy bien. No del todo, pero bien. Y si ella decidiera alejarse definitivamente, si la traición imperdonable fuera simplemente haber sido yo, entonces que así sea. Pero no, no voy a arrastrarme de nuevo. No voy a suplicar amor ni aceptación. He renunciado a los altares que construí en su nombre, a las expectativas que me devoraban, al amor ciego que todo lo justificaba. Ya no más.
Puedo verla con compasión. Comprender su enojo. Abrazar incluso su dolor si algún día me deja. Pero ya no puedo —ni quiero— pedir perdón por existir. No voy a encogerme más. No voy a mentirme para que alguien más me vea con ternura.
Ella es fuego. Un fuego que arde, que ilumina, que calcina… y que se apaga de repente, sin previo aviso. Así es su esencia. Y yo… yo ya no me lanzo a las llamas sólo por anhelar el calor de su abrazo. No. Porque si me quemo otra vez, muero. Y si muero, ¿qué queda de mí sino cenizas que el viento dispersará sin nombre ni dirección? ¡Oh, necio corazón, no retrocedas! Hemos renacido. Y aunque el mundo en mi mente se muestre gris, la realidad… la realidad no es tan oscura como mis fantasmas la pintan.
Y lo cierto es que la tristeza ya no me atraviesa como antes. Si esto es un final, que así sea. Porque quizás es también un comienzo. Un movimiento. Una grieta por donde la luz se cuela. Mi alma se siente libre, desnuda, sí… pero viva. Salvaje. Me duele lo que no fue, pero ya no me destruye. Al fin lo entiendo: no todos aman como yo. No todos devuelven con la misma intensidad. Y eso está bien.
Soy amor. Y amo. Porque así estoy hecha. No puedo dejar de hacerlo, aunque me cueste. Pero ya no puedo, ya no quiero, abandonarme a mí misma sólo por recibir migajas. El amor de los otros tiene sus formas, sus límites, y ahora puedo ver su belleza sin exigir que se parezca al mío.
Siempre fui amada. Pero sobre todo, ahora lo soy por mí.
#thoughts#writing#dostoevksy#dostoyevski#obsessive love#writers on tumblr#writers and poets#free write#cosas que escribo#escritos#escrituras#anger#emotional#isolation#emotions
1 note
·
View note
Text
Memorias | Abril 23, 2025
Fui necia, torpemente esperanzada, al creer que todo este remolino de sentimientos se desvanecería con rapidez. Me hallo atrapada en una lucha encarnizada entre la parte de mí que ansía agradar para ser amada y aquella otra —rebelde, peligrosa— que clama por la libertad de ser, sin máscaras ni concesiones. Y hay en mí un odio sordo, un odio que no grita, pero arde, y se alimenta de cada gesto, de cada recuerdo, como un animal hambriento que ha olido sangre.
No cedo. No vuelvo a ella. Y, sin embargo, cada hora que pasa en este exilio autoimpuesto parece quebrar aún más los débiles pilares de lo que alguna vez llamamos amistad. La imagino ofendida —como si tuviera derecho— ofendida por mi ofensa, por atreverme a retirarme, por haberle negado mi presencia como quien retira un don divino. Y esa imagen me enardece, porque no soy un objeto, no soy su sombra, no soy la muñeca dócil que la acompaña sin juicio ni voz.
Tal vez creyó que mi amor por ella era eterno, invulnerable, que sería una más entre los tantos que la adulan y la elevan como a una santa caprichosa. Pero he despertado. He abierto los ojos y he visto que también yo existo, y que tengo un nombre, un cuerpo, una historia que merece ocupar un lugar. Puedo odiar. Puedo resentir. Puedo decir: “Esto me duele” y alejarme. Porque soy humana. Porque, por primera vez en mucho tiempo, recuerdo que no nací para ser pedestal de nadie.
Lo que más me lacera es su orgullo, ese monstruo altivo que jamás se inclina. Tonta de mí por haber creído que su amor hacia mí tenía la misma intensidad que el mío. Ese fue mi crimen: esperar reciprocidad. Pero no tengo por qué aceptar la injusticia solo porque la comprendo. No cedí ante el rumano, no debo ceder ante ella. La amistad también exige sacrificios. Yo le di mi intimidad, mi tiempo, mi lealtad como quien entrega su última migaja en una noche de hambre. ¿Y ella? ¿Qué me dio que no estuviera ya destinado a otra persona?
Esta herida, abierta y sangrante, tiene el eco amargo de mi infancia, de mis traumas no sanados, del rumano y de las horas perdidas imaginando lo que nunca fue. Me miro repitiendo ciclos, caminando círculos que me regresan siempre al mismo punto. Pero no quiero más de esto. Sé —lo sé— que merezco otra cosa. Y, sin embargo, aquí estoy, acallando el llanto por conveniencia, por un viaje ya pagado, por una paz artificial.
Si ahora la buscara, si me rindiera, sé que me miraría con esa sonrisa de falsa compasión, creyéndose vencedora. Se alimenta de eso, de saberse necesitada, de ser buscada. La conozco tanto que podría escribir sus pensamientos por ella. Sé que me acusa de posesiva, de celosa, porque su orgullo no le permite reconocer su crueldad. Porque es más fácil denigrar que mirar al espejo. Y sí, soy insegura. Pero mi inseguridad no la autoriza a herirme. Aprovecharse de mi debilidad, de mi silencio, no la hace fuerte. La hace cobarde.
Y tal vez yo también lo soy, por no enfrentarla. Pero, al menos, tengo el coraje de mostrarme tal cual soy. No tengo dobleces. Amo con la entereza de quien no teme ser destruida. No me avergüenzo. Si algo tengo, es que mis afectos son limpios, sin cálculo ni máscara. Eso es nobleza, aunque duela.
Entonces dime, ¿qué hacer cuando la carne arde, el cuerpo grita y la mente calla? Mi cita con la psicóloga es mañana. No sé cuánto más podré sostenerme sin quebrarme en un llanto furioso, de esos que purgan y limpian, aunque dejen el alma exhausta.
#thoughts#writing#dostoevksy#dostoyevski#obsessive love#writers on tumblr#writers and poets#free write#anger#emotional#isolation#hopelessness#regret#emotions
0 notes
Text
Memorias | Abril 22, 2025
Mi enojo no cede. Es una llama viva, un incendio que no consume solo lo que me rodea, sino que arrasa por dentro, desde el alma misma. Este odio, que no pedí, que no deseé, germinó como una enfermedad silenciosa, como si algo en mí hubiera estado aguardando el momento justo para encender la chispa. No soy belicosa. Nunca lo fui. Me he visto siempre como alguien dócil, paciente, alguien que acepta. Pero desde ayer, la rabia me muerde el alma. Escupo veneno como un animal herido, rabioso, como si cada palabra fuera un intento de evitar que me pudra por dentro.
Empiezo a cuestionar lo que siempre consideré normal, aceptable. Quizás se deba, en parte, a que pronto menstruaré; las mujeres conocemos bien esa premonición. Pero no me engaño: esto no es solo hormonal. Es resultado de años de acumular silencios. Como quien barre con resignación la basura bajo la alfombra, una y otra vez. La máscara de serenidad que fabriqué para ser querida, aceptada, se me ha derretido en el rostro. Y debajo… debajo hay algo que ruge. La bestia que escondí, que toleré, que anestesié por amor a los otros, ahora me habita. Me espanta y me ilumina a la vez. Es fea, sí. Pero es mía. Y tiene hambre de cambio.
Me gusta este enojo. Lo saboreo. Es amargo, pero tiene el sabor de lo real. Me recuerda que estoy viva. Es un calor que me envuelve, me arrulla. Me da sentido. Mientras todo lo demás, toda esa rutina insípida, gris y deslavada, no hace más que dormirme, el enojo me despierta.
¿Por qué debo seguir siendo empática con quienes no conocen ni el nombre de mi dolor? ¿Por qué debo comprender a quienes jamás han visto lo que llevo dentro, y que si lo vieran, lo despreciarían? Lo sé. Lo intuyo. Porque no soy lo que esperan. Porque soy refugio, consuelo, la calma que alivia pero que no se desea en los días de sol. Me buscan cuando sangran, pero cuando sanan... me dejan.
Acojo a los demás como si un dios interno me empujara a hacerlo. Y, sin embargo, siempre me encuentro sola cuando el momento se torna liviano, feliz. No soy interesante. No soy divertida. Soy una parada en su camino. Soy lo que se necesita, no lo que se elige. Y me duele. Porque yo también deseo el juego, la risa, la ligereza. Pero recibo esta indiferencia glacial que se burla de mi ternura.
Hoy es ella el nombre de mi herida. Me gustaría creer que todo esto nace solo de una rabia pasajera. Pero no. Es más profundo. El patrón se repite. Durante este fin de semana largo, ni un solo mensaje suyo. Yo no suelo buscarla, respeto sus silencios, sus humores. Pero ya no puedo mentirme: no es el mundo el que ella evita, soy yo. Ella se reúne con nuestros compañeros, ese grupo que alguna vez quise sentir como propio. Pero ella cerró la puerta. ¿Por celos? ¿Por desprecio? No lo sé. Solo sé que me dejó fuera.
Me aislé con ella. Le creí todo. Incluso cuando pintó a los demás como indignos, innecesarios. Me alejé del resto por lealtad. Y ahora, cuando la veo rodeada de ellos, feliz, integrada, yo me descubro huérfana. No tengo a nadie. Y debo callar. Porque si la enfrento, la pierdo. Y si la pierdo… me quedo sin nada. Sin voz. Sin lugar.
Y la veo, con el, su nueva devoción. Y yo quedo al margen, como siempre. Soy el objeto útil: se me usa, se me deja. De estante en estante. Nadie me ve. Nadie me elige como un alma entera.
Sé que es mi culpa. Yo lo permití. Yo dije que sí cuando quería gritar no. Pero ya no. Ya no quiero ceder. Quiero odiar con cada célula. Quiero vivir este temblor, este vómito visceral que brota de mí como un exorcismo. Ya no tengo miedo a ensuciar. Quiero escupir toda esta negrura. Porque lo único que me merezco… soy yo misma.
No más caridad emocional. No más manos tendidas. Basta.
#thoughts#writing#dostoevksy#dostoyevski#obsessive love#writers on tumblr#writers and poets#free write#anger#isolation#emotional
0 notes
Text
Bio (english and spanish)
[EN]
Dear reader,
I present myself as Mina, a borrowed name, a merciful mask to safeguard what little intimacy I still possess. I am not a writer, nor do I pretend to be one; I simply write, like one breathes between gasps. What you’ll find here are fragments of my journal—thoughts thrown onto the page without order or mercy, cast like a bottle into the sea, secretly hoping someone might find it.
I’m 26 years old, and I came late to literature. It was only a few years ago that I opened the classics for the first time, and since then they’ve held me—when nothing else could. I read Dostoyevsky, Kafka, Bradbury, Orwell, Camus, Cărtărescu… all of them, in their own way, have shown me that the human soul is an abyss, and while words may not fill it, they can sometimes name it.
I write mostly in Spanish, my native tongue. From time to time, I may attempt a translation into English—clumsy, but honest.
Nothing you’ll read here is polished. There is no intent to please, nor to be understood. I write from excess or from emptiness, from existential nausea or from the tenderness of a memory. Do not expect order, or morality, or redemption. Only a murmur—sometimes a scream—that someone, perhaps, needs to hear.
Restlessly, M. M.
[ES]
Querido lector:
Me presento como Mina, un nombre prestado, una máscara piadosa para resguardar lo poco que me queda de íntimo. No soy escritora ni pretendo serlo; simplemente escribo, como quien respira entre ahogos. Lo que encontrarás aquí son fragmentos de mi diario, pensamientos sin orden ni piedad, arrojados al papel como quien lanza una botella al mar, esperando —quizás en secreto— que alguien la encuentre.
Tengo 26 años y llegué tarde a la literatura. Hace apenas unos pocos años que abrí por primera vez a los clásicos, y desde entonces me sostienen, o al menos lo intentan. Leo a Dostoyevski, Kafka, Bradbury, Orwell, Camus, Cărtărescu… todos ellos, en su manera singular, me han enseñado que el alma humana es un abismo, y que el abismo no siempre se llena con palabras, pero a veces se nombra.
Escribo mayormente en español, mi lengua materna. De tanto en tanto me aventuro con alguna traducción al inglés, torpe pero honesta.
Nada de lo que leerás acá está pulido. No hay intención de agradar, ni de ser comprendida. Escribo desde el exceso o desde el vacío, desde la náusea existencial o desde la ternura de un recuerdo. No esperes orden, ni moral, ni redención. Solo un murmullo —a veces grito— que alguien quizá necesite escuchar.
Con desvelo, M. M.
#thoughts#writing#dostoevksy#dostoyevski#obsessive love#writers on tumblr#writers and poets#free write
0 notes
Text
Memorias | Abril 21, 2025
Hay días en que despierto con una extraña serenidad, como si me hubiesen extirpado la conciencia. Camino entre los objetos conocidos, los olores del café rancio, la humedad tibia de la ropa contra mi piel, y todo me parece suficiente, digno, incluso hermoso. Me observo desde dentro y me felicito por haber alcanzado ese estado de presencia, como si por fin hubiese dado con la fórmula de la paz. Pero entonces, como un insecto molesto, imperceptible pero constante, su recuerdo vuelve a zumbar junto a mi oído. No grita. No irrumpe. Se insinúa. Se desliza por una grieta de mi mente y toma posesión como un huésped ilegítimo.
Me creo fuerte. Superior incluso. Por no volver a él. Por haber tenido esa pizca miserable de dignidad. Me embriago con esa supuesta victoria moral. Y sin embargo… basta un instante para que esa victoria se desmorone como una fachada podrida. El sábado, bajo la tibieza de las sábanas y la música que intento usar como escudo, mi amiga me dijo: ‘vos no le debés nada’. Y aunque su voz era firme, en mí habitaba todavía esa absurda deuda espiritual, como si aquel maldito libro —ese regalo lujoso, cuidadosamente elegido para sellar su dominio— me encadenara. Como si yo fuera, en sus ojos, una cosa comprada. ‘Como si fueras una prostituta’, dijo ella. Y yo no supe defenderme. Porque en el fondo, lo sentí cierto. Y me odié.
Dormí mal. Soñé lo mismo una y otra vez, una especie de juego mental que se reiniciaba constantemente. Pero en el fondo del sueño, como una sombra bajo el agua, estaba él. No apareció del todo. No necesitó rostro. Bastó su sombra para asfixiarme. Me desperté con el pecho apretado, como si hubiera visto al diablo en la penumbra. Otra vez el inicio. Otra vez el mismo laberinto sin salida, la danza torpe entre avanzar y retroceder, entre querer ser libre y seguir atada al verdugo. No es fácil soltar cuando una ha apostado el alma. Nunca quise entregarme así. Quise protegerme. Pero la esencia se filtra, inevitable. Soy romántica, soy crédula, soy débil. Y en esa debilidad veo lo bueno donde solo hay ruina. Busco luz en quien solo ofrece sombra.
Me degrado. Me vuelvo una parodia de mí misma. Lo espío como una adicta en abstinencia, escarbando entre perfiles, entre pistas mínimas que me acerquen, aunque sea un milímetro, a lo que él nunca me permitió ser parte. Me odio. Me desprecio. Porque me hizo creer que podía ser especial. Hoy quiero llorar con furia. Gritar hasta que mi garganta sangre. Quiero que vuelva. Sólo una vez más. Lo que sea. Lo que sea para dejar de sentir esta miseria. Me siento una mendiga, una criatura arrastrada, sin dignidad, sin fuerza. No soy la mujer que creí ser. Soy el fantasma de una voluntad que ya no me pertenece.
Siento que mi antiguo yo ha regresado, como regresa el deseo de fumar cuando se está al borde de un abismo. Y no quiero más. No quiero ser más. Quiero extinguirme. Deshacerme, fragmentarme, convertirme en algo que no sienta, que no suplique, que no anhele. Prefiero ser nadie antes que seguir siendo este cuerpo ridículo y hambriento, esta carcasa temblorosa que ruega, que espera, que aún cree.
#thoughts#writing#dostoevksy#dostoyevski#obsessive love#writers on tumblr#writers and poets#free write
0 notes
Text
Memorias | Abril 16, 2025
Últimamente, ya no siento la urgencia febril de pensarlo tanto. Ya no escribo para él. Su presencia –esa figura espectral que alguna vez gobernó mis pensamientos como un tirano– se ha vuelto lejana, difusa… o tal vez siempre lo fue, y es sólo ahora que mis ojos se atreven a verlo. Hay entre nosotros una distancia brutal, insondable, como la que separa al que sueña del objeto soñado. Y en eso, paradójicamente, hay una suerte de libertad, una especie de respiro tras una larga asfixia.
Comprendo, con una mezcla de tristeza y alivio, que nunca fui nadie de importancia en su vida. Esa certeza, áspera y cortante, también es alivianadora, porque vacía de sentido aquella devoción absurda, aquella entrega temblorosa que me llevó a pensar cada palabra, cada frase, como si de ello dependiera la arquitectura de un destino común. Las caminatas interminables con su voz resonando en mi cabeza... todo eso comienza a disolverse. El otoño sopla fuerte, y con la misma liviandad con la que se lleva las hojas secas, arrastra sus restos. Hace frío, pero el sol aún calienta. Golpea mi rostro como una cachetada dulce, recordándome que estoy viva. Que soy un cuerpo. Que tengo sangre. Que existo.
A veces, sin embargo, me siento como un fantasma entre los vivos. Volátil. Como si mi paso por este mundo fuera imperceptible, como si los demás atravesaran mi figura sin notar su contorno. Pero incluso en esa pequeñez hay una entereza que me enorgullece. He crecido. Y desde ese lugar me abrazo, sin necesidad de testigos.
La muerte tocó a mi puerta disfrazada de gata. Me arrancó el velo de la comodidad con una crueldad silenciosa, pero definitiva. Fue necesario. Todo aquello que creí sólido se desmoronó, y lo hizo con la delicadeza brutal de una torre de naipes que colapsa sin sonido. Tarde o temprano debía despertar. Elegí lo segundo. Y con dolor, claro está. Pero el dolor es el maestro más honesto: no engaña, no adorna, no suaviza.
Los meses pasaron como un río crecido, sin mirar atrás. El cambio fue feroz y frío. Pero no huí. Me enfrenté a él con el cuerpo entero, como quien se planta ante el mar embravecido sólo para sentir, aunque sea por un instante, que está vivo. Incluso lo negativo se vuelve valioso cuando se le arranca una enseñanza. Ya no temo al error. Soy humana. Y en esa limitación, en esa falla constante, está la única posibilidad de crecer.
Me siento, a veces, como una niña que vuelve a descubrir el mundo. Sólo que esta vez con ojos más viejos, más lúcidos. Más tristes también. Extraño a mi gata. La lloro aún. Me falta. Miento si digo que no la espero en la puerta. Pero no vuelve. Está muerta. Y esa es la única verdad que no admite consuelo. Así también, tal vez, sea mi duelo hacia él –mi rumano. Espero verlo llegar. Pero no lo hará. Y aunque no haya lágrimas para él, también es una muerte. Una muerte sin cuerpo, sin tumba, sin ritual. Pero muerte al fin.
#thoughts#writing#dostoevksy#dostoyevski#obsessive love#writers on tumblr#writers and poets#writeblr#free write#my writing
0 notes
Text
Memorias | Abril 11, 2025
Simplemente recordé –como se recuerdan las cosas en la penumbra del alma, no por el hecho en sí, sino por la herida que deja– que siempre fui yo quien te buscó. Fui yo quien dio el primer paso, quien se expuso, quien abrió la puerta. Y eso no está mal, así nos conocimos, así empezó la tragedia. Pero también recuerdo –con un escalofrío sutil– cómo fabriqué una excusa absurda para poder seguirte en tu cuenta secundaria, porque tú jamás lo hiciste. Nunca volviste a buscarme, ni siquiera cuando te ofrecí mi vulnerabilidad en forma de otra cuenta, más íntima, más sincera.
Y fue ahí donde lo entendí, o más bien, donde algo dentro de mí lo gritó en silencio: fui yo quien se incrustó en tu vida como una astilla, sin ser parte de tu destino, sin haber sido llamado. Me impuse como quien ruega por un lugar en una historia que no le pertenece. Y debí haberlo visto. Debí haberme retirado con dignidad, pero me quedé, porque esa cercanía, por más ilusoria que fuera, me ofrecía un simulacro de paz, una satisfacción envenenada.
Quise creer –oh, cómo quise creer– que me elegías por sobre todas esas otras figuras fantasmales que orbitaban tu deseo. Pero no, tú no elegiste. Yo me ofrecí. Como una mendiga frente al templo del dios indiferente, entregué todo, incluso lo que no me habías pedido. Me quedé con la docilidad de quien necesita amor como el hambriento necesita pan, saboreando cada migaja de tu mesa, como si fueran banquetes.
¿Y ahora? ¿Cómo se mide tanta humillación sin vomitarse el alma? Me siento ínfima, sucia, y aunque he cambiado –aunque ya no volveré–, a veces la imagen dulzona, falsificada, regresa. Una postal mentirosa de lo que nunca fue. Ya no estoy desesperada. Ya no me arrastro. Pero estoy vacía. Porque te llevaste todo lo que me quedaba, y lo peor… ni siquiera lo notaste.
#thoughts#writing#dostoevksy#dostoyevski#obsessive love#writers on tumblr#writers and poets#escritos#cosas que escribo#literature
1 note
·
View note