califórnica - blas polidori x modelo!lectora.
quiero clavar mis colmillos en tu carne, morena. / quiero hacerte el amor en una sala de espera.
resumen: blas y tú se han visto en sesiones de fotos las veces suficientes para sentir atracción. pero nunca antes con ropa tan provocativa, ni con un director de fotografía que demande acciones tan... provocadoras.
wc: 3.3k
warnings: español neutro (ish), relación indefinida, nsfw (18+), sexo sin protección (chulo en teoría pero no lo practiquen amores), blas con mommy kink!!, risky sex, semi-público, dos idiotas bien pero bien horny.
A/N: eeeem yo usualmente escribo en inglés y para otros fandoms peeero @chiquititamia me dio tremendo brainrot con mommy kink!blas entonces tuve que hacer esto + tengo califórnica en repeat constante. cualquier retroalimentación es muuuy bienvenida ♡
now playing . . . califórnica - la guasana ciega
Por lo que Blas conocía de la marca, modelar para Diesel iba a ser… distinto.
La ropa era de denim mayormente rasgado, con acentos en brillantina y colores que iban desde tornasol a neones brillantes. Pero lo que él veía como un mayor desafío era lo provocativo que solían ser las campañas. Cuerpos expuestos y brillantes simulando el efecto de sudor, manos atrevidas que podían hacer que cualquier peatón volteara la cabeza completamente para fijarse bien en el anuncio.
Aún así, aceptó el contrato, sintiendo su estómago retorcerse por la emoción hacia lo desconocido. Era un reto, un buen reto. Era el tipo de adrenalina que muchos buscaban en las drogas o en la velocidad de un vehículo, sin importar las consecuencias en ambos casos.
Sentado en el camerino del estudio los nervios disiparon con la música y la plática a su alrededor, su autoestima estaba igual de reluciente que el producto que le aplicaban en su torso desnudo.
Hasta que entraste tú.
Al sonido de la puerta, simplemente miró hacia un lado sin mover la cabeza, todavía concentrado en la manera que se movían los dedos de la estilista para definirle los rizos. Pero la voz de la directora creativa hablando directamente con él hizo que, por respeto, volteara su atención hacia el umbral desde que dejaron de trabajar en su aspecto.
La mujer te presentó como su compañera del día, riéndose que debían actuar como pareja, y como respuesta su garganta se secó significativamente mientras dabas pasos lentos pero seguros hacia el.
¿Era su imaginación o estudio estaba más caluroso? Según el recordaba el efecto del sudor era por maquillaje.
Lo saludaste con una cierta felicidad, esperando que te recordara de otras sesiones pasadas que compartieron. El recordatorio de tu nombre se deslizó de tus labios como un cántico de los dioses, tu sonrisa más brillante que cualquiera de los productos colgados en perchas y modelos que se tomaban sus fotos antes que ustedes.
Si no estuviera tan hipnotizado se hubiera dado cuenta la manera en la que tus labios se curvaban, convirtiendo tu sonrisa dulce en una con intenciones más profundas. También se hubiera dado cuenta como tus ojos examinaban cada centímetro de piel expuesta de su torso antes de que debían volver a su puesto; tú teniendo que ser arrastrada a otra silla a comenzar de inmediato con tu maquillaje.
En ese momento, mientras veía de reojo por el espejo como te quitabas la camiseta oversize para quedarte solamente en el sostén de una tela casi transparente, Blas empezó a sacar las cuentas; ¿cuándo había sido la última vez que había cogido? No debió haber sido hace tanto, al menos no lo suficiente para sentirse así de caliente.
Tuvo que empezar a recordar escena por escena la primera película de Shrek para poder disipar cualquier posibilidad de una erección. Tantas mujeres que había visto usando solo un par de pantysitos, y nadie había sacado una reacción tan adversa dentro de él.
Pero para su alivio— proseguido por horror— pronto estaba a tu lado de nuevo, estilistas dando los últimos retoques. El solo portaba unos jeans anchos que dejaban ver el elástico de la ropa interior de la marca y un tank blanco demasiado cropped para su gusto, pero tus piezas consistían en unos jeans que parecían esculpidos a tus piernas y un micro top de la misma tela que apenas sostenía y cubría tus pechos en la posición perfecta.
Él sabía que debía mirar hacia el techo durante la espera, pero tu voz simulaba un ronroneo mientras intentabas sacarle conversación, saber más de cómo estaba desde la última vez que se vieron. Su mirada se dirigía hacia abajo para mirarte, hasta con tacones el te sacaba una diferencia de tamaño, y por ahí mismo le daba una ojeada a tu escote. La piel brillante bajo las luces profesionales simplemente hacían que se le aguara más la boca.
Y de nuevo a rogarle a su mente que empiece a relatar Shrek, esta vez la segunda película.
Observaste su sesión en solitario de reojo; no eras tonta. Te diste cuenta como te examinó de arriba a abajo el momento que pisaste el camerino, y te pareció simplemente adorable.
Tu adición a la campaña fue repentina; una de las modelos originales no contestaba el teléfono el día antes, y tu agente siempre había sido muy oportunista. Se sintió como si los astros se hubieran alineado para tu participación, considerando que la otra sesión que tenías había sido movida para el día siguiente.
Saliste de tus pensamientos al oír al director preguntar por ti, indicando tu entrada junto a tu compañero frente a la cámara. Blas escuchó atentamente las indicaciones antes de posar, aprovechando lo apropiado que se consideraba tocarte en esta situación.
Sus dos pares de cejas se fruncieron cuando el director creativo mandó a detener por un momento el trabajo, indicando a una asistente algo y apuntándote.
“¿No le habrán enseñado en su casa que es de mala educación apuntar a los demás?” Le comentaste a Blas en voz baja, mirando hacia arriba para notar la manera en la que te miraba embelesado. El no pudo evitar reírse, el sentimiento de emoción propagándose como una enfermedad hacia ti, uniéndote en sus risitas.
El fotógrafo captó algunas tomas de esa escena genuina antes de que un asistente viniera a tu lado.
A Blas nunca se le había muerto una risa más rápido seguido del momento que presenciaron sus ojos; una corta conversación mientras la asistente te ajusta la tanga que traías para que los hilos sean visibles por encima del borde del pantalón que reposaban en tu cintura baja, la diminuta D brillaba bajo las luces.
“Ahora si; esta vez, denme más pasión.” El director del rodaje comenzó. “Como si se quisieran arrancar la ropa uno al otro.”
“No debo fingir mucho, no.” Tu voz era apenas un hilo de lo que era hace unos minutos cuando conversaban, pero Blas logró entender perfectamente lo que decías. Su garganta volvió a secarse, pero estar de frente a la cámara le da un cierto delirio de grandeza que no pudo controlar.
Su mano ya se encontraba ubicada en tu cadera, y lo miraste cuestionante al sentir el movimiento de su tacto. No pudiste evitar el rubor que te subió a las mejillas al sentir como jugueteaba con uno de los hilitos de la tanga negra, recibiendo elogios del fotógrafo.
Bajo el pretexto de brindar una mejor toma estiraste tus brazos para reposar en su hombros, tu espalda curveando para descansar tu pecho en contra del suyo. La manera en la que te miraba resultaba intoxicante, su mano soltando la tira para deslizarse dentro del bolsillo trasero del pantalón.
“Van muy bien chicos, necesito una toma de los dos de frente antes de seguir contigo, dulzura.” El director se refirió a ti, pero aún así ambos asintieron ante las órdenes. Un quejido amenazó con salir de tus labios al momento que no sentiste su tacto en tu piel, pero obviamente resististe, dejando su mirada mientras te volteabas.
Las primeras tomas fueron con poses rígidas antes de volver a la corriente artística de la marca, las indicaciones que recibieron fue aún más atrevimiento. Pegaste tu espalda cerca a la suya, tu cabeza reposando contra su hombro. Las palabras de agrado y aliento para dar más. Más pasión, más lujuria.
Sentiste su brazo cruzar a través de tu pecho para mantenerte cerca, justo antes de inclinarse y hundir sus dientes en la piel de tu hombro. El director silbó complacido, pidiéndote mantenerte seria mientras mirabas directamente hacia la cámara con tus dedos colándose entre los rizos, para luego pedirle a Blas que dirigiera su mirada hacia arriba.
Un gemido se quedó estancado en tu garganta, su otra mano reposando en un punto vulnerable de tu abdomen expuesto. Pero antes de que pudieras seguir fantaseando, le urgieron a tu compañero que saliera de la toma para captar el resto de las imágenes individuales.
Seguiste la sesión como era habitual, pero el latido de tu corazón en tus oídos ensordecía las palabras del director. Sentías sus ojos quemando tu piel, pero no dejaste que sintiera la inseguridad cuando caminaste hacia él, asintiendo mientras uno de los asistentes los dirigía hacia una sala de espera.
“Van a revisar su sesión, si todo está bien, les enviaré a alguien para que les quite las piezas. Cuidado con cerrar la puerta por completo, se queda trabada.” Dijo la muchacha antes de dejarlos entre percheros de ropa y un solo sillón de cuero en el fondo de la habitación. Estarían solos por un buen rato, faltaba el resto de su grupo y revisarán las fotos por si faltaba algo o requerían una sesión grupal.
“¿Nos sentamos?” Ofreciste, apuntando hacia el mueble con tu cabeza.
Blas asintió, dejando que camines enfrente de él. Es hombre, sus intenciones eran obvias, y no tenías miedo ni vergüenza en dejárselo saber. “No empieces con el acto caballeroso si lo vas a usar para verme el culo,”
Te reías suavemente en la manera que quedó pasmado, parpadeando lentamente. “No te pongas tímido ahora, muñeco.” De nuevo tu voz salió como un ronroneo, y de nuevo se le secaba la garganta.
Sus ojos escaneaban como cruzabas las piernas, tu mano daba palmaditas al espacio vacío al lado tuyo en el mueble. Lo mirabas atentamente cómo tomaba el lugar, sentado de la misma manera que tú para mirarte directamente.
“¿Por qué tan tímido ahora, hm?” Tu mano se extendió para tomar su cara entre tus dedos. “Frente a la cámara te sentías muy seguro agarrando mi tanga.”
Blas te miraba hipnotizado, como si fuera un pobre marinero hechizado por un canto de sirena. Notaste de inmediato cuando sus ojos bajaron hacia tus tetas, sacando una risa burlona de tus labios.
“Mis ojos están aquí, ¿eh?” Sus mejillas se tiñeron de un rojo más profundo ante tu comentario, y sentías bajo tu pulgar como se le calentaba la piel.
“Perdón.” Fue lo único que le salió decir, sus ojitos dulces mirándote con una aparente inocencia.
“¿Por qué te disculpas, bebé?” Tu voz era dulce, contrario al pulgar que trazaba una línea en su labio inferior. “Ambos sabemos que no estás arrepentido.” Te acercaste más, tu otra mano reposaba sobre su erección, restringida por los jeans.
“¿O me equivoco?” Lo miraste a través de tus pestañas, parpadeando lentamente. Notaste como tragó en seco, antes de asentir. “Usa tus palabras, nene.”
“No,” Su voz salió como un suspiro, y la manera en la que tu cara se llenó de satisfacción y orgullo lo hizo sentirse aún más caliente.
“Que bueno eres,” Elogiaste, viendo como se inclinaba más hacia tu tacto. Tu sonrisa se anchó al ver como partía sus labios para tomar tu pulgar entre ellos, succionando tímidamente. “E inteligente.”
“Gracias,” El mismo tono de voz resonó en la habitación mientras sus ojos no se apartaban de los tuyos, y tú solamente podías sentir un cosquilleo en tu abdomen bajo.
Para su desgracia, tus manos volvieron a tu costado, e intrigado observó cómo te levantabas del mueble. ¿Había hecho algo mal? Blas se preguntaba, el sonido de los tacones llenaba el silencio de la habitación.
Hasta que te apoyaste en la puerta, cerrándola completamente.
“Oops,” Te encogiste de hombros con una risita, prácticamente trotando de vuelta hacia el. Tu risa era contagiosa, pero te miraba un poco confundido.
“¿Vas a dejar la timidez ahora? Soy solo yo.” Cuestionarse mientras prácticamente te le trepabas encima, sentándote en su regazo, una pierna a cada lado de su cuerpo.
‘Ese es el problema’ pensó, pero respondió con cierta seguridad.
“Creo que sí,” admitió con un poco de vergüenza, sus manos dirigiéndose a tus costados, sintiendo una calidez en su pecho por tu aprobación.
“Me avisas; si no, saco una cámara,” Bromeaste— pero si él quería, no era broma— antes de inclinarte aún más cerca de sus labios, permitiéndole cerrar la corta distancia entre ustedes.
Blas no desperdició ni un segundo, con miedo a que te arrepintieras, como si no eras la que estaba haciendo toda la gestión para seducirlo. Sus besos eran desenfrenados, demostrando toda su desesperación. El estado de frenesí que envolvió su mente prácticamente hizo que sus manos tomaran vida propia, dedos largos hundiéndose en la piel de tus caderas, jugando con la pretina del pantalón.
Soltó un quejido cuando tus labios partieron de los suyos, pero sus quejas quedaron opacadas por la sonrisa gigante que se amplió en su cara cuando tus manos alcanzaron los dos botones que mantenían a la excusa de blusa en su lugar. No pudiste evitar soltar una risa; nunca habías visto a nadie tan hipnotizado ante tener tus tetas de frente.
“¿Qué pasa?” Preguntaste genuinamente, empezándote a preocupar. Tus palabras sacaron a Blas de su trance, las manos que ocupaban su lugar en tu cintura delineando tu torso antes de colocarse suavemente en la piel suave de tu pecho, suspirando.
“Están preciosas,” Su voz se mezcló con una exhalación, inclinándose para besarte el cuello. Pronto, sus afectos empezaron a descender por tus clavículas para finalmente plantarse en tus pechos. La manera en la que su lengua jugueteaba con tu pezón era suficiente para que tu columna se curvara, brindando un mejor ángulo. Su otra mano jugueteaba con el otro, y ahí decidiste prestarle atención al segundo latido que habías desarrollado, colocando una de sus piernas entre las tuyas.
Notaste que soltó un gemido por la vibración en contra de tu pezón cuando empezaste a moverte en su muslo, sin darte cuenta que tu rodilla estimulaba contra el bulto en su entrepierna. Era una sensación de alivio momentáneo, pero te concentraste más en notar como tu compañero se encontraba más placer en comerse tus tetas. Al llegar a esa conclusión fue como si un bombillo se encendió en el tope de tu cabeza, y decidiste halar más coraje para tantear en tus sospechas.
“¿Te gustan, bebito?” Preguntaste entrecortadamente. “Cualquiera cree que tienes días sin comer,” Prestaste atención a su reacción, considerando que estabas solamente probando las aguas.
Él se limitó a asentir, ojos suaves mirándote por un segundo antes de cambiar de lado. “Respóndeme, si te quedas ahí pegado todo el tiempo te vas a quedar sin respirar.” Lo desafiaste, agarrando su mandíbula con tu mano.
“Si,” Ahora era su turno de ronronear, parpadeando rápidamente con dulzura como lo habías hecho antes.
“¿Si qué?” Si querías adentrar solamente la puntita de tus dedos al agua de tus sospechas, ahora estabas prácticamente hasta la cintura en ella, lista para sumergirte. Era como si su mente se había descompuesto por un momento, la nuez de Adán tan pronunciada en él rebotó mientras tragaba en seco, viendo como tu mano agarraba su duro miembro aún cubierto por el asfixiante denim.
“Sí, mami.” Su voz bajaba otro decibel y no hubieras percibido las palabras que dijo con tanta vergüenza, pero te conformaste por ahora.
“Tan lindo,” Tu voz salió como un dulce arrullo mientras tu mano jugaba con el cierre del pantalón, y él se apresuró a ayudarte a deslizarlo lo suficiente hasta abajo.
Empezaste a tocarlo por encima de la ropa interior, viendo como echaba su cabeza hacia atrás, sus caderas se levantaban por la desesperación. “Por favor…” El gemía suavemente, sus plegarias evidentes en lo que necesitaba.
Pero tú decidiste fingir demencia, levantando una ceja. “¿Hm, por favor qué?” Él te miraba como si estuvieras loca, pero al mismo tiempo con cierta obsesión en la manera que le hablabas.
“Mami, por favor.” Rogó entre respiraciones entrecortadas, y no pudiste hacer más que quitarte de su regazo. Sabías que rogaba para que lo masturbaras, pero el miedo de manchar los jeans que costaban más de cien pavos era demasiado.
Blas observó cómo te desabrochaste el pantalón, su miembro prácticamente palpitando al ver cómo te quedabas usando única y exclusivamente la tanga negra junto con los tacones que se te asignaron para la sesión.
En ese momento, él juraba que se podía morir ahí mismito o que quizás ya tuvo un derrame y todo esto son delirios por la falta de oxígeno. Confirmó que no cuando te colocaste de nuevo en su regazo, tus manos actuaron lentamente para quitarle la pieza de ropa interior, ya manchada por el líquido preseminal que rodaba cálidamente por su punta.
“Mírame,” Comandaste mientras movías la tanga hacia un lado, rozando su punta con tu entrada. El obedeció sin ninguna queja, labios ligeramente separados, los cuales dejaron escapar un gruñido bajo al sentir la calidez que proporcionaban tus paredes.
“¿Se siente rico, hm?” Suspiraste, intentando suprimir un lloriqueo ante la profundidad de su miembro. No podías enseñar ninguna debilidad cuando lo tenías comiendo de la palma de tu mano. No era el más grueso, pero tenía una leve curvatura que te estaba volviendo loca.
“Si, mierda—“ Notaste que aprendió a usar sus palabras, y eso fue suficientemente bueno para que movieras tus caderas en un círculo, la acción sacando gemidos de ambos.
Tu mente se ausentó de la realidad, olvidando completamente que en la habitación posterior había un sin fin de personal y modelos por igual, dejandote guiar por el placer de por fin saciar tu deseo por el muchacho debajo tuyo, después de tantas sesiones compartidas en las que él se dejaba influenciar severamente por su timidez y no daba el primer paso.
La manera en la que empezabas a subir y bajar la longitud de su miembro lo estaba volviendo loco, y tuvo que ocupar su mente en otra cosa para no acabar en ese preciso momento, sus dedos hundiéndose en tu cadera de una manera que te preocupaba si iba a dejar alguna marca. Pero dedujo de la manera en la que tus cálidas paredes lo apretaban que te encontrabas en una situaciónn similar.
“Déjame ayudarte, mamita,” Blas dijo gentilmente, notando la manera en la que tus rodillas falseaban, el ritmo con el que empezaste había ido disminuyendo significativamente.
Asentiste, dejando que él mismo fuera el que te tumbara para recostarte en el sillón de piel, la sensación de la tela pesada era ligeramente asfixiante. Aunque eso no perduró mucho desde que Blas te volvió a penetrar, forzando al aire de tus pulmones a comprimirse significativamente.
No pudiste evitar rodar tus ojos hacia atrás, tus uñas— hechas a la perfección para la sesión— hundiéndose en sus brazos para descargar el placer abrumador que llegaba a cada esquina de tu ser.
“Sigue así, se siente muy rico,” El elogio salió como algo cercano a un lloriqueo, y ya no podías aguantar más.
“¿Dónde?” Logró preguntarte dentro de su propio placer cegador, y no tuviste que pedir ni una onza más de contexto para reclamar.
“Dentro.” Las palabras que salieron de tus labios parecían demasiado buenas para ser verdad; aún así, Blas no iba a desaprovechar la oportunidad y siguió tu mandato sin queja alguna, pintando de blanco cada curva de tu interior.
Colapsó encima tuyo, y tú no tuviste más remedio que arrullarlo en tu pecho, murmurando palabras dulces mientras ambos se recomponían.
Justo ahí, sonó la puerta. “¡Se quedó estancada otra vez!” Pudieron oír a uno de los asistentes anunciar del otro lado mientras prácticamente volaban para volver a ponerse la ropa.
“¿Qué vas a hacer después de aquí?” Blas rompió el silencio mientras ambos observaban y escuchaban como intentaban forcejear la cerradura de la sala de espera con un cierto aire espeso comparado al que había a la llegada de ambos.
Lo miraste con curiosidad, alzando una sola ceja como modo de respuesta. “¿Salimos a cenar?”
Tu sonrisa, la que era realmente genuina, hizo que se le ablandara el corazón. Tu movimiento de cabeza para asentir fue más que suficiente para que se inclinara, demandando un beso, compartiendo tu misma expresión de júbilo.
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El parche de la manga de
Johnny Depp, que tuvo un papel secundario En el film, platoon es el emblema de la 25th División de infantería tropical Lightning.
A diferencia de muchos otros cineastas que se ocupan de la guerra de Vietnam, el guionista y director de Platoon, Oliver Stone, tuvo experiencia de primera mano, ya que sirvió en el conflicto como soldado de infantería. Platoon se basa en gran medida en las experiencias genuinas de Stone, con algunos incidentes extraídos directamente de la vida real. Esto incluye la escena en la que Chris, de Charlie Sheen, salva a una niña vietnamita de ser asaltada, lo que Stone hizo una vez durante la guerra.
Las películas sobre la guerra de Vietnam a menudo han destacado la práctica de los soldados de escribir mensajes personalizados en sus cascos. Esto se hizo en Platoon y, para darle un toque personal más auténtico, los actores escribieron mensajes que se les ocurrieron ellos mismos. Por ejemplo, Charlie Sheen escribió: "Cuando muera, entiérrame boca abajo para que el mundo pueda besarme el culo".
Como muchas películas de Hollywood ambientadas en Vietnam, Platoon se rodó en las selvas de Filipinas. Sin embargo, la producción casi descarriló cuando estalló una revolución en Filipinas inmediatamente antes de que comenzara a filmarse la película. Al final, esto sólo acabó retrasando el rodaje una semana; Stone dice que los realizadores simplemente tuvieron que "hacer nuevos acuerdos con el nuevo ejército".
Un día, el elenco estaba filmando en una cañonera de puertas abiertas a gran altura, cuando el vehículo inesperadamente se ladeó bruscamente hacia un lado. Charlie Sheen perdió el equilibrio y cayó hacia la puerta abierta, pero su coprotagonista Keith David lo atrapó. Como es casi seguro que Sheen se habría caído del helicóptero de lo contrario, desde entonces el actor ha elogiado a David por salvarle la vida.
La imagen característica de Platoon (utilizada en el famoso cartel) muestra a un soldado desesperado de rodillas con los brazos estirados. Si bien esta imagen puede ser sinónimo de la película actual, se inspiró estrechamente en una fotografía real de la guerra de Vietnam, tomada por el fotógrafo de guerra Art Greenspon en 1968. La fotografía ha sido ampliamente aclamada como una de las imágenes definitorias del infame conflicto.
Antes de filmar, Stone ordenó que el elenco fuera sometido a dos agotadoras semanas de entrenamiento intensivo. Esto no fue para que se unieran o estuvieran en buena forma física para la película, sino para privarlos de sueño y cansarlos tanto que realmente lucharan por soportar el rodaje. Esto fue para recrear el cansancio que los soldados realmente sentían en Vietnam.
El sargento Barnes de Tom Berenger se vuelve aún más distintivo e imponente por sus severas cicatrices faciales. Mientras Platoon se esforzaba por lograr la autenticidad, se hicieron esfuerzos para garantizar que las cicatrices de Barnes parecieran lo más realistas posible. Como resultado, Berenger tuvo que pasar cerca de tres horas maquillandose todos los días del rodaje.
Platoon fue solo la tercera película de Johnny Depp y, en ocasiones, resultó ser extremadamente estresante para el actor. Durante una secuencia particularmente difícil, la actitud agresiva del director Oliver Stone casi provocó que Depp vomitara. A pesar de esto, el implacable Stone todavía exigió a Depp que hiciera una segunda toma inmediatamente después.
Otro futuro actor de renombre de Hollywood que consiguió uno de sus primeros papeles importantes en Platoon fue Forest Whitaker. Cuando se le ve por primera vez en los créditos iniciales de Platoon, se resbala y cae por una colina, lo que, según el actor, fue un verdadero accidente. Aunque este momento no estaba escrito y no se había ordenado a Whitaker que cayera, Stone decidió mantenerlo en la película.
Al elegir Platoon, el director Oliver Stone se propuso elegir a dos de sus actores principales, Willem Dafoe y Tom Berenger, completamente en contra del tipo. Debido a que Berenger había interpretado principalmente a tipos buenos y comprensivos, Stone le dio el papel del sádico sargento Barnes, mientras que Willem Dafoe estaba acostumbrado a interpretar al villano, por lo que fue elegido como el cariñoso y compasivo sargento Elias.
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