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#amarant (claroscuro)
project-claroscuro · 8 months
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callmeanxietygirl · 2 years
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Agustín Hernández Navarro (1924-2022), maestro de la geometría y Premio Honorario de AD 2013, ha dejado el plano terrenal; el arquitecto que estudió el pasado para diseñar el futuro y quien ha inspirado a las nuevas generaciones a hacer arquitectura humana.
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Cada obra que brotó de la mente maestra de Hernández (1924-2022) —cargada de volúmenes inesperados y capaz de parar el tráfico— es una interpretación táctil del estudio profundo de la vida prehispánica volcada a la contemporaneidad; una práctica arquitectónica moderna y absolutamente personal.
En 1954 entró al ruedo como egresado de la Escuela Nacional de Arquitectura, con una tesis que desafiaba lo convencional. Sin embargo, sus propuestas, por muy extravagantes que parecieran, tenían bases bien arraigadas. “Hay que saber encontrar aquellas raíces de nuestro pasado, gotearlas y extraer aquello que podamos utilizar. No sólo en la arquitectura, sino en la vida misma”, afirmó Hernández.
Su arquitectura experiencial deja un legado invaluable, que logró a través de elementos como la utilización estratégica de la luz natural llevada al dramatismo del claroscuro, con el fin de acentuar los volúmenes.
Agustín Hernández no se repetía a sí mismo y afirmaba que se debe amar la arquitectura para añadirle verdadero valor a lo que se cree.
Hoy, en Architectural Digest, celebramos su vida y su inconfundible arquitectura que trasciende su paso intacto por el tiempo. Descanse en paz maestro Agustín Hernández Navarro.
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Fotografías Cortesía de Agustín Hernández
Conoce más sobre el arquitecto aquí: https://bit.ly/3A5QEuk
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leregirenga · 3 months
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Enamorarla era un arte, acariciarla era pintar el más bello lienzo que con sutiles trazos podía estampar en su piel morena. Y más que desnudarla le gustaba quitarle la tristeza para después poner la más hermosa sonrisa en su rostro, también iluminaba sus ojos con una luz radiante y de mágica ternura. Para ella solo era el principio de un claroscuro, del arte de amar y quitarse los miedos, las culpas, la tristeza y entregarse al amor. Leregi Renga
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assim-eu-sou · 3 years
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Top 5 Soy Luna songs?
Thanks, Shada!
1. La Vida Es Un Sueño
Whoever wrote that one deserves a raise. Goes straight to the heart.
2. Alzó Mi Bandera
Very motivational. Was my get-up-and-go song for a bit.
3. Cuenta Conmigo
The bridge alone earns it a spot on this list.
4. Alas
Absolute classic. Couldn’t not put it on the list.
5. Mano a Mano
Was obsessed with this for a while. We love girl power.
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alla-voy · 6 years
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Your Top-10 favorite Soy Luna songs ever 😊
Hi again Anon 😘😘
My fave SL songs (in no order really):
Prófugos
Allá voy
Quédate
Cómo me ves I loove the concert version sm
Todo puede cambiar
Música en ti
Un destino
Yes I do
La vida es un sueño
Siento
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EL OTRO LADO
Cuando escribo la soledad me embarga, me lleva a mi ser profundo, donde están las ciénagas de mi existencia, esas donde todos sin excepción hemos navegado.
Porque la oscuridad es algo que forma parte de nuestro ser, claroscuros que con la edad se matizan, unos desaparecen por decisión consciente y otros se enquistan debajo de la piel como si de otra persona se tratara.
Como Alicia, la curiosidad nos lleva a atravesar el espejo, no una, ni dos, ni tres veces, no tiene nada de malo, siempre que seamos conscientes de los pasos que damos.
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La mente, ese ente maravilloso que nos juega malas pasadas más de una vez, que es independiente y tiene “sus” propios pensamientos. Freud ya analizo el subconsciente consciente (no es un sinsentido) sobre nuestros actos tenemos el control prácticamente siempre, pero hay un “clic” que hace a parecer nuestro YO oculto, sea a través de la Rabia, la lascivia, la vergüenza o una combinación de todas y muchas más personalidades y actitudes.
Como decía, nada es malo, siempre que se haga con mesura.
Vivimos en una sociedad donde lo políticamente correcto es lo imperante y el ser humano por naturaleza es irreverente.
Porque al ir en manada (la sociedad) todos mimetizamos nuestro entorno y avanzamos cuales zombis.
Como humano individual tenemos ganas de ampliar nuestro entorno, de descubrir, de ser libres de palabra y obra, de ser únicos y de amar a seres especiales como nosotros.
No pongamos limites a lo que somos, a lo que nos hace individualmente irresistibles, no frenemos impulsos e ideas que pueden llevarnos a otro plano.
 Sed libres
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tiranyy-sexx · 5 years
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El claroscuro de la vida
Teniendo te de fondo, escuchando te gritar, y decir pura estupidez, me doy cuanta que así me agradas, así disfruto estar contigo, la ironía de todo esto es que te comportas de la manera que no suelo tolerar a las personas.
Hay diferentes tipos de amor, muchas veces interpretamos el amor como soportar, o como inversión, creemos que si el paga, el te ama, o si permites que te grite cuando sabes que no debería gritarte, ¿eso es amor?
¿Es amor que yo este aquí? O es amor el hecho de que sigues con ella pero saliendo conmigo? ¿Que es amor? ¿Que sientes por ella y que sientes por mi?
¿Es amor a ambas? ¿Se puede amar a dos personas?
Creo que no hay un si y un no definitivo a dichas preguntas, es un si pero no... O un no pero si...
No es blanco.
No es negro.
Ni siquiera hay una sola gama de colores que podría describir este revoltijo de sentimientos y actos, no hay un solo matiz.
Es vómito.
No puedo decir que me ama pero tampoco puedo decir que la ama. Lo que antes se reducía en un si y no, ahora es más complicado que ahora, de niños te preguntan si te gusta el chocolate y respondes que si, sin más, pero entonces creces y el si viene acompañado de razones, explicaciones, argumentos que respaldan tus gustos, tus sentimientos, tu afecto.
Al crecer la simplicidad muere.
Puede que ames pero haces lo contrario.
O puede que no ames y dices lo contrario.
Como sea.
Creo que la vida se trata de eso, intentar encontrar a alguien con los colores más claros y definidos, que no se vea opaco o distorsionados sus colores, conocer los colores, porque no puedes pedir que todo sea de una sola tonalidad pero si puedes intentar ser más preciso, saber que tu contraparte reconoce que su vida tiene verde, tiene marrón, tiene azul y que jamás tendrás que escuchar un "casi azul" un "blanco perla" "blanco hueso" "verde musgo" y un sin fin de sus derivaciones absurdas.
-76.
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valepiedra · 6 years
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Una resplandor la iluminó, sus ojos parecían dos gemas blancas, podia quitarte el alma de sólo mirarla! Y allí fue cuando lo supo! Siempre fue ella la magia que sentía flotando a su alrededor! Al fin había despertado de su larga ceguera! Ya era tiempo de caminar entre los vivos y los muertos dejando la oscuridad de los cielos tormentosos y abrazando los rayos que iluminaban su camino. Y así se hizo luz cuando finalmente comprendió que debía primero amar a la noche más negra! . . . . . #ilustracion #illustration #arte #dibujo #art #drawing #sketch #poetry #poesia #story #cuentos #carboncillo #pencilart #dibujoalapiz #claroscuro #chiaroscuro #luzysombra #lightandshadow #graphite #grafito https://www.instagram.com/p/BvM5JdVgwc2/?utm_source=ig_tumblr_share&igshid=iwd9jyp48hru
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cynthia-646 · 6 years
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atisbosdeunpoeta · 3 years
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— Johann De Medina
Dedicado a Gustavo, mi pana, por nuestra amistad y la vagancia. Los cafés, los poemas, la guasa y los cigarros.
A la chica de Ipanema, malaquita, por los dos años pasados y el presente, por habitarme, las berlinesas, los ojos, los detalles, el amor y la poesía.
A J, Santa Sabina, por el encuentro, la madrugada, las cervezas, el tremendo cariño y el delicioso fruto desconocido que pescaste y compartiste conmigo.
A María por los días de palabra en palabra, por quererme, caminar, las noches, el hip-hop, acompañarme en el reencuentro con la libertad y la ciudad.
A Cami por la música, el sonido, la resonancia, encontrar nuestra amistad en el otoño y el invierno, los ecos del océano, estar en las palabras.
A Chen, por las treinta horas, el entendimiento, escucharme, los parques, la caja de pan y el chocolate con agua.
Aquí unos atisbos de la ciudad, del poeta que les quiere.
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La vida: un golpe,
latigazo de la carne que sabe nombrar al silencio.
Travesía,
plexo de las sienes que fluye sin ojos, sin palabras,
un sonido quizá que se vuelve materia en la crisálida lunar del cuerpo.
No hay sueño ni tiempo ni sombra detrás del alma,
apenas cenizas, bosquejos, grietas de luz que se deshacen con la memoria.
Por eso me dedico al amor,
a la poesía.
Para llevar mi pulso con felicidad,
transformar al mundo con las palabras.
Decirle sí a la vida.
...
La máxima rebeldía que tengo,
poder decir, sin miedo:
aquí supe vivir,
aquí supe amar.
El sonido del viento
mezclado al motor de la ciudad
suena, sueña, evoca y arremeda
al solsticio y siseo de la espuma en el mar.
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Hijo de la calle
La urbe y sus calles son un ser rebelde,
un equino salvaje que se desprende a gritos.
Difícil de montar,
requiere tacto, sentido,
un lenguaje propio e íntimo.
Palabras que relinchen
desde el plexo de los ojos.
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La naturaleza
no es la fotografía de un sauce,
la naturaleza soy yo
caminando en la ciudad.
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Un lienzo de cuarzos eléctricos alumbran la ciudad.
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Bretón.
La noche se refracta en la mirada sonora del tiempo.
Un año, poco más, para llegar a Bretón, por una pizza… Saludarte.
Conocer la iglesia gótica, unos chinos habitados por misticismo en la voz.
Mi gabardina y la suerte del espacio,
viajes de ultramar, subcielos,
viento color jade entre los cedros,
en la cúpula de un hospicio
las palmas de un universo que se tañe jazmín.
Un relieve de estrellas en la espesura de una cerveza,
Santa Sabina, reina del beat, cántaro de la sangre,
espuma de un vaivén que sabe a madrugada.
En el acecho de la noche laten los sonidos, las miradas,
un punto de fuga en los claroscuros del bar más infame,
trazando el deseo por un canción, un mazapán,
ganas de traer de vuelta la infancia, sentir,
caminar en los adentros del sueño,
de estar por fin de frente,
recorrer la vida,
ser uno mismo otra vez,
compartir el zigzag contigo,
habitar los pulsos de Guadalajara
y a las cuatro de la mañana
dedicarnos a soñar.
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Debí salvar a los muertos. Debí entrar al call center.
La cita fue al cuarto para las siete de la mañana pero la incertidumbre me llenó de lodo las muelas y no supe qué hacer con tanto futuro acelerándose en mis manos. Hubiera llegado bien vestido bien peinado bien puesto para el tiroteo, para presentarme con recursos humanos. Hubiera tomado un trago de energizantes para sobrevivir la circularidad del día y un ajetreo de espasmos prolongados en mi cuerpo. En mi voz, terso, más infame que la noche, madrugué para arrepentirme y alegrarme con un sueldo de peso sobre peso sobre peso para comprarme qué, para pagar qué, para salvar qué. Para vestirme como la idea de un hombre exitoso que gana lo que quiere, que hace lo que quiere, que está con quien quiere y que todo lo puede. Le hubiera agregado un crédito a la operación de mi madre y hubiera sembrado miles de flores en mi próximo ataúd, un placa de gusanos para nombrarme con letras mayúsculas, sombras mayúsculas, llantos mayúsculos y un epitafio que lea: aquí murió la esperanza de Johann. Del hombre cuatro ojos que sueña y baila y llora y gime y ríe y se regodea con paletas de grosella que le endulzan la vida. De haber salvado a los muertos, de entrar al call center, me hubiera sentido menos miserable, con un tostón en el bolsillo para decirle que sí a la vida en el cajero automático, en los ojos del mundo, en la cartera de mis sueños que no supe nombrar… Me hundí entre las sábanas para enfrentarme conmigo mismo y decirme: verdaderamente nada de eso me hace miserable. Porque un miserable no es alguien como yo que llora un poco si no le alcanza o no le basta o no le da ni le sobra para caminar, para volar como papalote desperdigándose en el alba, en la neblina y trastocando la fría tejedura de las nubes que se apiñan a mi corazón que late y late como marciahi cuando pienso que el día siempre puede ser mejor. Puede ser mejor. Porque yo puedo ser mejor. Tuve que vencer en silencio todo un proceso de miedo, de querer ser alguien más. Tuve que guardarme para no mostrar que mis dientes son de aluminio y no de finos metales. Así que recogí toda esa verdadera miseria y la tiré a la basura. Me puse a barrer los escombros de un sin sentido de mis decisiones pasadas y alcé mis ojos para sonreír mientras trapeaba al estertor de mi pasado con una cumbia bien maciza y un heavy metal bien atascado en el mix de mi celular. Porque a mí no me van las lágrimas. A mí me va decirle al mundo que voy de vuelta, que no importa si me arrepiento porque a mí me va la poesía y en el pecho un relieve de pájaros. Porque aunque sienta que me falta un dije de oro y un sable de plata, decido ser yo mismo. Caminar con el corazón por delante. Adorar a la mujer malaquita de mis ojos y sobrevolar con lumbre en las palabras mi forma de ser rebelde, mi grito de anarquía. Con los pies en el tezontle, blandiendo el carácter de mi sonrisa, hoy me salvo con los muertos y saco un bombo djembe tarola bomba honda para dar de redobles dobles en el cielo y replegar aullidos solemnes a la calle, resquicios de mi voz lámpara, a la eternidad, porque hoy seré la noche vuelta flama, un relámpago, hoy me voy a dedicar al amor, hoy me voy a desbordar.
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Rosetta
Una jauría de ritmos nos espera,
un cruce de la ciudad, estar aquí.
Las nubes se labraron pensándote.
Ni luces ni palabras
parecen tirarme al eco de tus ojos
como tu voz antorcha lo hace.
Pasar el tiempo contigo es como sacarle la lengua a la muerte.
En esta quietud de nosotros, en esta soledad menos sola,
siento que podría comer de todos los panes,
echarme a nadar a una copa de lattes,
robarme cada plato de porcelana en el mundo,
dibujarte en talavera, llenarte de azúcar los labios,
untar la realidad con mantequilla, desmigajar al tiempo,
poner al horno el corazón y dártelo,
servido al centro de todas mis esperanzas,
relleno de chocolate.
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El asombroso hombre araña
Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.
— Benjamin Parker.
Peter Parker, tú lo sabes.
Iba en tu espalda como víctima del tiempo.
Nos perseguía el simbionte, Carnage y Venom,
el cuerno de Rhino,
el indómito tentáculo de la ciudad,
del Doc Ock, de mis padres.
Sonaba de cerca el divorcio, la ruptura
al filo de la sombra en mis manos,
que en forma de cuerno
buscaban escapar
disparando telarañas.
Quedamos sin cartucho, caímos.
Perdimos el poder, golpeamos el cuerpo
entre edificios, entre ambos pilares,
eran las torres gemelas,
mi padre y mi madre,
derrumbándose.
Peter Parker,
cuando me derrumbo pienso en ti.
Me pediste salvar al mundo
y lo estoy intentando.
Vencí al Duende verde, al Buitre,
resistí el golpe de un suburbano en mi espalda,
el fuego en el rostro, los golpes, las navajas.
Peter Parker, tú lo sabes.
No hace mucho fui Spiderman.
Me balancee por la ciudad,
era el niño columpio entre barandales.
Así le di forma a la urbe, a la vida,
con mi sentido arácnido
tejí rascacielos con la mirada.
Escalé el Empire State, la Torre Latino,
vencí a los malos sin salir de casa.
Trepé, me disparé muy alto, para salvar al mundo,
convertirme en el hombre araña.
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Sueño para soñarte,
chica de Ipanema.
Sueño soñar soñándome soñando.
Sueño bolar sueños que sueñan en el aire.
Sueño que me sueñas, mujer.
Tan despiertos y en el vuelo,
te estoy soñando.
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Llevo un mes o poco más que salgo a caminar cuando llueve.
Lo disfruto, voy sin prisa y encuentro un sin fin de cosas mientras todos corren a casa.
Me gusta sentir el ácido en el agua y el fresco del smog.
Ver cómo todo reverdece en la ciudad mientras se mojan mis lentes
y mi chamarra verde militar se empapa.
Llevo las botas a los charcos y si un cigarro se me cruza,
lo compro y me lo fumo.
Hoy el día me sorprendió con algo delicioso: pan de muerto.
Así que me uní a los que corren para llegar a casa y comerlo.
No me mojé mucho, sólo chispeó esta tarde,
pero ya en la crocancia azucarada de los huesitos se anuncia el otoño.
Eso me pone feliz porque ya vienen los días más fríos,
mi guerra contra el sol citadino podrá descansar por unos meses.
Mientras tanto sigo escribiendo bajo la lluvia del verano
que no da tregua en las profundidades de mi corazón.
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Lleno de amor propio
para vencer al mundo
con un crisol invencible
en la garganta de mi corazón.
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Más allá del olvido:
la felicidad.
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Detrás del universo
me espera tu sonrisa.
Voy a encontrarla.
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Hoy me despierto con una sonrisa
para decirle al mundo que sí,
¡Vale la pena la vida!
Me sacudo, me doy un baño,
y vuelvo una vez más al tiempo
con este bombón de mis cachetes,
con un sin fin de estrellas en los ojos
por el amor que le tengo a las malaquitas.
¡Sí! ¡Vale la pena la vida!
Y pido perdón por cada tropiezo
pero no me quedo en el suelo a llorar,
me levanto humilde en la mañana
con el corazón por delante.
Me dispongo a vivir y agradecer,
a ser un nuevo hombre y renovarme,
dispongo mi tiempo a las aves,
para amar sin fin este revuelo emociones.
Como quiero a todo el mundo en las mañanas:
con una sonrisa.
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Sueño para filmar,
filmo para soñar.
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Pedazo de universo
cubierto de papel,
lámina solemne,
rompeolas de estrellas,
te muerdo con los ojos,
mastico la crisálida crocancia
tras los escombros de esta lumbre,
mi sueño de nombre palabra.
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Amanece,
crisálida de mi cuerpo,
marmoleo de la piel,
devenir de los pájaros,
estertor de la tormenta,
resquicio de mis ojos,
parvada de relámpagos
en el fresco de la lluvia.
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Amanezco
en guardia del sol,
en el crepúsculo hojarasca,
con los pies en el tezontle
y los ojos en el alba.
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Mi voz se resquebraja,
página roída,
espiga del centeno.
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Sólo soy otro fragmento de la noche desperdigándose en el viento.
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Amanece
con un cigarro en la mano,
ceniza en la memoria,
el silencio de las aves;
mi canto se desborda.
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Hay que decirle buenos días al vecino, subirse al metro, ceder el asiento. Comerse un taco, una quesadilla, agradecer. El siseo de un bistec. Ir detrás de las nieves, cruzar la calle, soplar un rehilete. Proteger las manos de quien esculpe al maíz y lo dora en el comal... Un político no va a dar la cara por nadie, sea del partido que sea. A ellos les interesan otras cosas, son amigos entre ellos. Les importa cómo lucen en campaña, el billete, qué tan intelectuales o irreverentes pueden ser, tener un librero enorme en sus reuniones de Zoom, ser el tema de conversación. Les gusta que nadie les diga que no, se visten de mentiras para conseguir lo que quieren... La política no reinventa nada, el arte sí. Una sonrisa, un tamal, ver a los ojos al otro... Hay cosas tan bellas en nuestra ciudad, en nuestro país, que merecen más nuestra atención. Una torta de pierna, un chocolate, caminar sobre Madero, respirar en el Ajusco, comprar flores en Jamaica, pasar la tarde en Coyoacán. Recordar a nuestros muertos, cuidar a nuestros vivos... A la ciudad no la define la política sino el sudor de la gente que la habita. Los políticos no renuevan la historia de México, nosotros sí... Hay que ser rebeldes, ir con el corazón por delante, transformar la realidad.
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La poesía no es una regla, es lo que yo siento,
lo que yo quiero que sea.
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Me hace bien estar bajo la lluvia.
Un puñetazo en la cara que se triza en cuajos,
gotas de ácido, la furia de Dios.
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Entonces sí eres poeta
y el humo es de oro cuando fumas,
las avenidas se expanden ante ti,
el micrófono es un ramo de sangre
que subleva a la ciudad en tu boca.
Tú sí eres poeta y traes la cura,
te escuché asediar con la voz debajo de Bellas Artes,
bajo los efectos del pulque y la hierba más santa
caminamos la madrugada, devoramos la noche,
atravesando los delirios de la voz me dijiste:
"la vergüenza es la correa de la libertad"
y en un zigzag de los beats en tus piernas
diste con la verdad absoluta, María Fernanda.
Que sí eres poeta y no eres prisionera
ni de un soliloquio ni de sombras
que fulmine la glorieta de insurgentes
latente en los espasmos del puro, potente, crudo hip-hop
que vibra con rebeldía en el fluir de tu sangre,
en el vaivén de tus caderas.
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Transpiro luces.
Mis lentes reflejan el sonido rapaz de los autos,
infinidad de líneas que trazan el ritmo del mundo.
Uno tras otro sobrevuelan, pájaros de cobre.
Se reflejan en el viento, en golpes de reloj
destejen las horas, trémulas velocidades.
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Tras la pantalla un ejército de hombres juega Call of Duty,
fusilan al enemigo más infame de los USA:
la libertad.
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Los muertos aplauden su olvido,
lloran en secreto bajo escombros voraces.
Redobla un sin fin de huesos,
cuajos de luz en las venas,
estrellas fusiladas.
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Gotas de cristal
traspasan al viento.
Torrentes del agua,
válvula de mis sueños.
Lluvia,
semilla del aire,
cosecha del viento.
Llueve,
témpano rapaz,
crisálida del tiempo.
Se resquebrajan
estrellas en mis ojos.
Gotas de lumbre,
copos de agua-plata.
La eternidad relampaguea
en los tornados de mi cuerpo.
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Una ciudad brota de mi pecho,
está deshabitada…
Una ciudad brota de mi pecho,
sólo tus ojos pueden habitarla.
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Los perros ladran.
Los niños gritan.
Llueve.
El viento cruje.
Mi voz se desprende;
fuga de luces evaporándose a bocanadas.
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La noche está a punto de trizarse.
De meterse por la rama de un árbol a mi cuarto.
Llevarme en el agua.
Hacerme llover.
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El viento arrasa mi ventana con un llanto voraz.
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Hace cuatro años me encontré con Federico.
Traía el cabello largo, un revuelo como siempre.
Andábamos dando vueltas en el viento, entre los árboles.
Lo llevaba en la mochila, en un rocío de jacarandas.
Íbamos por una nieve. Él de limón, yo una de grosella.
Hace poco mas de una década que nos hicimos amigos
cuando recitaba en su nombre por doquier.
Se me hizo un sendero de fronda verde en el pecho,
una hojarasca de plata en la boca,
un imparable ocaso en los ojos.
Verde, tan verde,
sueñas Lorca,
verdes mares,
ojos verdes,
siento tu voz llamarada,
la poesía nos desboca.
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La poesía se trata de matar la tusa,
de perrear hasta el fondo,
sacarle la lengua a la muerte,
pintarle yemas al cielo,
enamorarse a lo loco,
enchilar las encías,
refrescar el aliento,
encuerarse,
esbozar de otra forma al mundo.
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Para el desayuno:
unos Choco Krispis,
una película, poesía
y nada más.
El cielo está bizco:
un ojo en el alba,
el otro en la tormenta.
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Las palabras son un bombón calientito que traemos en la boca.
Son un deleite. Con ellas trazamos y saboreamos la realidad.
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Las palabras son un queso oaxaca que se deshebra
y se derrite en nuestra lengua. Hay que gozarlas.
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La poesía es un pastel de chocolate,
una bolsa de chicharrón atascada en salsa.
Se devora, se disfruta, sin pasar por la razón.
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La ciudad ha muerto.
Un loco le respira en la nuca.
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Para mí la poesía es un tic toc que cabalga imparable en los prados de mi boca.
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Que la vida me libre de los intelectuales.
A mí me gusta el arte, la poesía,
jugar a los encantados y las tortugas ninja.
No quiero ser influyente.
Quiero ser inflador, un globero.
Llenar de helio el corazón de las personas y ponerlas a volar.
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Yo soy otro Yo.
Alguien que se parece a Johann.
Un foco.
Antorcha de sombras.
Alumbro al sol en la oscuridad
de mi cuerpo, las palabras,
cántaro de fuego
que se desprenden de mi boca.
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Decir Yo es decir Multitud.
Una horda de entes sonoros
se concentran en mis ojos.
Por eso escribo, por eso filmo.
Doy espacio en la tierra
a los símbolos me habitan;
golpe funesto que en la noche me azota.
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Este es mi milagro de lucidez.
Señales de elocuencia.
Somos emociones dotadas de cuerpo.
Qué ganas de encerrarme.
De escuchar Opeth a todo volumen.
Embriagarme de Altazor.
Ser témpano silente
en el goce de mi cuarto.
Qué ganas de soñar a la mujer que adoro.
Saberme un instante en su mirada.
Acabar el día en un orgasmo.
Alumbrarme de sus ojos en la noche.
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Hoy soy el hombre más feliz.
Un rebelde sin pistola.
Gaucho de palabras
cabalgando ante la muerte.
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Pienso, me acuesto en la cama,
toco tu sexo en mi colchón
y me hundo en las almohadas.
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No hay ácaro que supere el hambre de estas letras que vacilan de glotonas, de perversas.
Quieren toda la poesía.
Quieren la literatura en salsa roja,
con chicharrones y piquete,
todo símbolo cabe en una tortilla.
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Mis pasiones
me desbordan de loco.
De peces en el aire.
Una parvada de orgasmos
en el eco de mi risa.
Soy el poeta,
el joven cuatro ojos,
una paleta de cereza,
un efebo romántico,
un riff de heavy metal.
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Amar la sal
rama.
Amar los sol
rama.
Solo sol rama amar los solos.
Se es rama, amar se es.
La sed de sal.
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La espesura del nuevo día
sube al rascacielos de mi cama.
Neblina azulada
opaca mis anteojos.
Estoy asediado por el bostezo.
El canto del gallo me empalaga.
Los perros suenan mejor.
Aullan en el páramo silvestre de mi sueño
donde tu cuerpo se mezcla con el mío
al entrar por la ventana.
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Despierto en protesta de la noche.
¿Quién arrebata sombra del cielo
y a las estrellas desnuda en facha
de luz sin claro ni goce?
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El sueño se me desinfla en palabras,
por consecuencia escribo.
El tap de mis dedos arrulla,
grillos brincan a mi lengua.
Me inflo de ensoñación,
palpito en la noche...
Por consecuencia escribo:
a mi adorada, a los pájaros,
y a los peces en el aire.
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Va la mano a tientas en el cuerpo.
Con el hambre del jaguar,
escribo en tu vientre,
en tu boca me devasto.
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Oh, Caliope,
ante mi vida,
Wong Kar Wai.
Atraviesa mis ojos con tu rayo,
cataclismo de colores, fuego.
Eclipse de huracanes en la mirada
del cineasta que te reza esta noche.
Poseído en los adentros de la caja oscura,
mis deseos desencadenan un tornado
en ópticas luminosas, ocasos, latigazos,
azote del poeta en fuerza de rodaje.
Germina platasanta en mi filme,
en tu nombre el temblor de mi cuerpo,
cuarenta y ocho horas ante el abismo.
Tiempo de las pasiones, me desenfreno,
cabalgo con las manos en la cámara.
Doy un claquetazo al cielo,
dicto las acciones del Dios en mi boca,
en mis palabras; ojos de profeta que pulsan
al llamado ante lo desconocido.
Anamórfica mirada, voy a tientas,
deshilacho el tiempo, estiro la madrugada.
Llevo en rieles un <dolly in> al alma.
Así cargo con el peso del mundo.
Soy un Atlas, crepúsculo titán,
pupilo de alquimistas que relevo.
Dame la intuición, Wong Kar Wai,
dirige en mi cuerpo la secuencia más neón,
el metraje que proyecte mis sueños.
En sus manos encomiendo mi filme:
Santo Chaplin,
sonido en el silencio.
Santo Gabriel Figueroa,
claroscuro del alba.
Santa Agnès Varda:
amor y tiempo vertical.
Santo Wong Kar Wai,
pulso de miradas.
Santo Stanley Kubrick,
calibre de estética.
Santo Tarkovsky,
ojo de la poesía.
Santo Yorgos Lanthimos,
ansia de muerte.
Santo Park Chan-Wook,
estrella de la venganza.
Santo David Lynch,
bocanada onírica.
Santo Terry Gilliam,
espasmo de los días.
Santo Akira Kurosawa,
espejo de los sueños.
Santa Luz, Santa oscuridad.
Santa caja negra. Santo tripié.
Estoy en el albor de mis pasiones.
Un fervor de lucidez se apodera de mi.
Tengo hambre, ganas de matar al silencio,
darle vida a los muertos, levantarlos con la mirada.
En las sombras esculpo con los ojos,
de las sombras vuelvo victorioso.
.
.
.
Estoy al fuego de la noche.
Un rayo de luz me atraviesa,
en el osario de mis penas
los muertos hacen eco,
las horas se deshuesan.
.
.
.
No soy un Adonis.
Las mujeres no son Afroditas.
¿Qué vincula a Shiva conmigo?
Ni le va al Cruz Azul
ni banquetea fuera del Oxxo
ni canta a Chalino Sánchez
los fines de semana en botas de tribal.
¿Acaso Hades devora una torta
y deja las sobras a Cerbero?
Nel.
¿Y el niño Dios?
¿Le pondrán el pollito pío
o la de baby shark
el José y la María
cada veinticuatro de diciembre?
Y Buda, con esa barriga,
¿habrá ido a los tacos de a peso?
¿O a las tortas de El Recreo?
¿Le rezará a Malverde?
Yo mejor voy por mi cuenta
montado en una Italika del Elektra,
acelero con mi palabra sobre nubes
en la chakaneta del tiempo.
.
.
.
Te observo.
Me deslumbro.
Tengo un ángel en el ojo que se rebela.
Es Horus.
Viene de vuelta al manantial de mis labios. Acueducto de luz.
Reconstruido por mis manos en un cuerpo de plata que ata al mundo con mi lengua.
Así llevo al cosmos en la palabra. Así te llevo en las arterias.
En toda revelación al despertar.
Ocaso la figura de un Dios
sin tiempo, sin tierra,
un azote de los mares,
un azote de la carne.
Soy yo el poeta,
llamarada que late en tu garganta.
Te observo con los ojos de un ángel.
Estoy en los latidos de tu voz.
Vino Horus a decirme
que lleve el fuego ante la noche,
que riegue la sangre en el camino,
que te encuentre en toda huella
y cabalgue hasta tu boca.
.
.
.
La muerte puede llegar tan joven,
este pulso late una sola vez cada segundo.
La sangre es un milagro, el aire...
¡Cómo ponerse a llorar teniendo esta carne,
tanto dulce por salivar bajo la lengua,
tanta vida por lamerse en los labios!
.
.
.
Recuerdo jugar así.
Darme en la madre.
Hacerme pedazos las rodillas.
Rasparme los codos.
Volver lodo mis tenis.
Tirar un gol bajo la lluvia.
Llenarme de mugre las uñas.
Hundir los dedos en una bolsa de papitas,
barnizarme las yemas con salsa Valentina.
Recuerdo jugar.
Manchar la camisa del colegio.
Decir no manches por primera vez.
Medir la circunferencia del planeta con las manos:
disparar una canica, fusilar un ejército de soldados.
Recuerdo abrir la llaga de mis rodillas a los ocho años,
regresar a jugar PlayStation y después hacer la tarea.
Ver Bob Esponja, Malcom el de en medio.
Arrullarme con los infomerciales del canal 5,
despertar con ganas de reventar a picotazos el trompo de mis amigos.
Llevarme algunos tazos, devorar una jicaleta,
darme en la madre todos los días,
ser feliz porque alguien al jugar me grita:
¡Un dos tres por Johann!
Y en otra partida volver con la victoria en la garganta:
¡Salvación por mí y por todos mis amigos!
.
.
.
Hay cosas que van al revés y no en retroceso,
cosas como el amor o la vida,
las ganas de levantarse,
tomar del cuello la medianoche
y aprisionar las ganas de llorar,
como un infeliz en navidad
robando los cerezos del año,
dejándose caer al revés y no en retroceso
a los brazos de una soledad inmensa,
sinfonías de un adiós que pulveriza la sangre.
.
.
.
Es extenso el charco de luz que bramo y bostezo
al estirarme y dilucidar los verbos cardíacos que crujen en mi boca,
onirismos verdes que se posan aureola sobre mi cabeza.
Ahora sueño a mis horas y no hay tiempo para morirse:
soy un ocaso despeinado,
una nube en calzones,
es hora de dormir.
.
.
.
Que me llenen con dulces la boca el día de mi muerte.
Con Tootsie Pops, jelly beans, gomitas de la paleta payaso.
No me cremen, dejen mi cuerpo a las moscas,
sirvan su festín alto en calorías,
quizá sólo ellas sepan devorar de mi sangre
la miel más ajenja de todas.
.
.
.
Que el verso sea la furia
de una adolescente sin padre,
la caricia pop del mundo,
el perreo más gato en la ratonera,
el coro rebelde de Disney,
la placa, el panfleto,
la roja señal de los muertos
menos muertos que uno
haciendo el poema
como
todos
hasta
soltar
la puntuación
y abreviar la poesía
en
renglones
porque así han dicho las vanguardias
no vanguardias
de un MC Condesa, MC la Roma,
tejiendo “As” de anarquía en los dientes
y comprando de la paca o liverpool
el verso más barato
que otros
le han puesto en las manos.
.
.
.
Escribir de ti es como tirarse a la muerte.
Soplar del cerezo inframundo que lame las arterias.
Masticar de ti las palabras con tridente maligno
sabe a sombra que desgarra del cuerpo las trufas del alma.
Qué sensación tan pánica habitando los ecos de la mirada.
Qué mirada tan enferma sacándose los ojos y los dientes.
Qué palabra sin palabra, quedándose en sobra, tartamuda.
Un nudismo de las sienes fuma los estertores
de aquel tiempo perdido que fue escribirte
tirándome a la muerte, haciendo de mi voz la única antorcha.
.
.
.
Llueve
dentro de tu boca
una jungla de horizontes
subleva la sangre
fieras trastornadas
laten en tu vientre
y tu carne desabrochan.
Llueve
dentro de tu boca
me estoy soñando
en el borde que traza
jaguares alunados
recorren tu cadera
y en la noche te desnudan.
.
.
.
Toda partida implica un adiós.
La renovación de los sentidos.
Para transmutar las grietas del pasado en olvido, y la memoria, en la ternura del porvenir.
Sin más por el momento, me voy, desprendo la sombra de mi cuerpo al sol.
Voy a la crisálida, al tiempo del ahora, a lavarme la sangre con miel y a soñar.
Los sueños son más real que lo real, procuro habitar en ese espacio.
Allí donde la carne persiste y la voz no se desgarra.
Me voy en aleteos al ocaso, a estirar mi vuelo entre las garzas.
.
.
.
No me dejes de mandar cosas,
no dejes de regalarme la ilusión
de que por un segundo en el tiempo
te quedaste atrapada en mis ojos
y que los suspiros que te doy en libros
guardan la ternura de tu voz
cuando me hablas y me dices: Johann.
No dejes de decir mi nombre,
no me regales tu olvido,
dame el sueño que se nos da a los pobres,
hazme sentir que en un cruce de instantes
en la historia del mundo
fueron tus ojos con los míos.
.
.
.
Escucho a Frida ladrar,
el beat de un jazz reverbera en las encías,
la luna está cruda, vomita su media noche,
Jack Kerouac da al bop su zapatada,
yo me estoy quedando dormido,
bostezo en medio de la ciudad,
arropo mis cobijas marítimas,
hace frío dentro del sueño,
soy una lámpara.
Tumblr media
.
.
.
La ciudad abre la boca y ruge,
cuerpo habitado por libélulas,
relámpago voraz.
Fuga de luces sonoras que atraviesan la noche.
Tumblr media
— Johann De Medina
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exanime · 3 years
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Lleno de cielo,
asediado por la sombra
en las entrañas de un fantasma
con el nombre de la noche que me invoca y me desboca
entre los árboles y la muerte de los caballos, de los ciervos,
de la estrella que se predica en los confines alumbrados por el deseo
y la añoranza de estas palabras que centellean en mi boca.
Lleno de cielo
devoro las tinieblas.
Enfermo de Sol
me acurruco entre las sombras.
Fatigado de muerte
azoto rayos de luz en las fauces de mi cuerpo.
He venido a invocarlo todo,
quemar de peste las verdades
de los hombres que se inflan en su ego
y se rodean de símbolos ajenos,
lumbre de tempestad
que implora un segundo del Edén.
Me inflo de cielo.
Desemboco en un puerto lleno de esqueletos.
Envuelto en las entrañas de un fantasma
que persigue las sienes de la mujer y la taladra.
Inflama su existencia,
implora por la carne,
afligido en las manos de su infancia malograda.
Así los tiempos del balbuceo.
De los poca cosa.
Véanlo.
Está loco.
Ahí va el fantasma de los ojos llorosos.
El que se esconde detrás de las cortinas,
debajo de la alfombra, debajo de la cama.
En la cabeza de los otros
donde su miseria la embarra.
Ahí va el pobrecito de él, el mucha pena.
El qué lástima su existencia.
Despliega su dolor en los brazos de otros hombres.
En las sienes de un enfermo,
en la espalda de la mujer,
raya con odio,
violenta con su impotencia.
Encarcela,
lleva la cadena puesta en los pies.
Este fantasma sufre las plegarias del cielo,
pertenece a los estratos del purgatorio, del olvido.
Oremos.
Por la inmaculada violación de la mujer.
Oremos.
Por el transhumanismo de mis manos
que escriben y cabalgan.
Oremos.
Por la muerte de mi ser.
Oremos.
Llenémonos de cielo los ojos, la boca y el sexo.
El espasmo entre la muerte y un orgasmo
que en cada segundo de vida nos devasta.
Yo vine al mundo a morirme,
a gozar de irritación cada palabra,
poner de gloria el sonido que se devasta entre mis dientes.
Vine a morderme los labios,
a cogerme a la puta que habita entre mi ombligo y mis piernas.
Vine a encender la lámpara.
Desde las cenizas con los ojos en el mundo,
rescatar la eternidad de entre las llagas.
Untar de paraíso los alaridos que penetran
desde el eco profundo del pasado.
Escribo,
reverdece la palabra por un milagro del fuego.
Desde los poros del alma.
Desde la ciénaga del cuerpo.
Que nada es sentido entre las manos
si el lenguaje no cabalga.
—Yo no soy un fantasma.
—Soy un poeta.
—No me parezco en nada a los muertos,
mas muertos soy la osamenta que habla.
Exánime,
lúgubre hechicero lleno de vida entre las criptas.
Esculpo en las sombras con la luz.
Claroscuro de los infiernos en la tierra.
Crepúsculo insaciable de mi boca.
Yo vine al mundo a desinflar el paraíso de mi voz,
a llenar de helio el corazón y elevarme de sonrisa entre cipreses,
entre sí presas del alma que se liberan de cadenas en un grito de las llamas.
Yo vine a amar a una mujer.
A honrar a mis padres,
a ser un buen Cristiano que goza de ateísmo entre las nubes.
Vine al mundo a hacer un acto de nigromancia,
a levantar muertos.
Vine a llenarme de cielo,
habitado de cosmos en la boca.
A descaraperarle la cara al diablo.
Ponerme de pie ante el trémulo horizonte
de fatigadas tempestades.
A relampaguear de orgasmo al mundo,
llenar de eternidad cada símbolo y palabra.
Azote de espasmos en mi columna,
la muerte del tiempo se arremolina.
Estoy en la podredumbre de la carne.
En un asedio del dios metálico.
Símbolo del silencio donde los hombres se empalan.
Esta bruma de peste en la boca capitaliza al lenguaje.
Témpano tardío en llagas del viejo sol en mis manos.
Ruptura. Sepultura.
Conjetura secular del hastío cotidiano.
La nueva era es la conquista de los muertos.
Primero nos mataron. Después nos reanimaron.
El plan del primer siglo fue engranar la carne al reloj.
El segundo siglo se concentra en descalabrar las sienes.
Estar al ritmo del martillo.
Poner las manos al yunque.
Rojo marroquí, pedradas en la cabeza,
tic toc insoportable.
Establecer el ritmo de la prisa.
Entrar. Salir.
Comer. Cagar.
Coger. Matar.
Cogerse al cadáver.
Abrir los ojos al morbo por el otro.
Coleccionar periódicos de nota roja.
Ver la cabeza reventada de los hombres,
el sexo desmarañado de sus hijas,
una gota de semen con sangre.
Los ojos de otro niño se disuelven en ácido,
gajos de cristal.
Nos han vuelto pornosapiens.
El instinto es desollar la piel.
El instinto es abusar del cuerpo.
Desaprender el tacto.
Poner a prueba el pulso de la mujer.
Con la cámara entre las piernas,
ver qué tan rápido da leche.
Los hombres llevan la cámara,
tienen la libertad de un demonio sin freno.
Porque somos objetos.
Somos objetos.
,,,
—No somos objetos.
Insubordinados al reino taciturno,
a la corona de un fantasma que nos habita.
Nuestra libertad no es nuestra.
El mundo es una prisión,
garganta de óxido,
cuerpo sin cabeza.
— Pero puedo liberarlo. Liberarme.
—¿Pero cómo? ¿Pero dónde?
¿Pero qué navajas sinfónicas penetran los oídos de nuestra infancia?
—Esa es la verdad.
Es toda la verdad.
—¿Pero por qué?
Por qué me ebulle la piel y mis gritos se desgarran en silencio
y el aire se apodera de mi estómago y mi estómago se desinfla en dolor
y mis pulmones son ceniza.
—Esa es la vida.
—Esa no es la vida.
Quieren violarnos. Quieren descuartizarnos.
Quieren ponernos en bolsas de plástico,
magullarnos de corte en corte.
Pero eso no basta, no es suficiente.
La máquina pide más.
Tiene hambre.
Exige por lo menos
el sacrificio de una tormenta en sus fauces.
En la presa sin cauce donde la sangre se desboca.
Y toca,
porque toca.
En casa, a solas,
un loco nos toca.
Poseído por la maldad más salvaje.
Por el instinto de abuso más impuro.
Un loco nos trastoca, un loco nos invoca.
Por la suprema fuerza del coito apresurado.
Por la suprema mano del inmundo dios que es él mismo:
¡oh, soberbia!
Te invoco en la circularidad de la sangre de los locos.
Pon la fuerza en sus manos.
Permite que toquen.
Permite que ahorquen.
Permite que violen, que maten.
Eso es lo que quieren.
—A las hijas de alguien las violaron.
—No importa.
—A los hijos de alguien los mataron.
—Tampoco importa.
Cetro iracundo,
respiración infame,
sin toque de estrella
atisbo solar imparable.
Apertura de raptores,
de ruptura ingobernable.
Ese es el propósito del loco.
Desordenar todo cosmos.
Masticar toda la carne.
Vuelve el loco a su libertad.
Observa. Acecha.
Devora con la mirada.
Piensa en quién desenfrenar sus pasiones.
A quién hará objeto de su romance no romance.
Todos estamos en los ojos del loco
porque locos son muchos.
De tanta embarrada de pintura los poetas han perdido peso.
De tanto peso la pintura ha perdido a sus monarcas.
Los monarcas viven bajo tierra.
En un chisme a soplo de valientes.
Los poetas soy nosotros, son ustedes.
—No los locos.
Los monarcas somos yo,
los poetas nunca mueren.
...
—Ha muerto el poeta.
—Johann De Medina.
—Descanse en paz.
— Así sea
Objeto de la prisa me clavaron en el pecho mil navajas.
Objeto de un loco expuse la osamenta.
Y así anduve por los días, sin aire.
Exánime en el tiempo,
con heridas abiertas en los pies caminé sobre el tezontle.
Me desprendí del sí mismo y me entregué a la vorágine.
—Yo no soy un loco.
— No lo eres.
—No lo soy.
—¿Y ellos?
—Ellos sí.
—¿Por qué?
—Porque ellos devoran desgarran canibalizan toman azotan retienen secuestran violan
pisan prometen gritan nos callan y somos nada. Somos nada. Objeto de su furia. Blanco del dolor. Disparan la flecha, diana de los eones, atraviesa nuestras sienes y sangran…
Les da placer tenernos en un charco de sangre.
Vuelvo montado en un lobo.
En fuego cabalgo.
Voy a ritmo de cadera.
En un trote por la noche,
en un golpe de mareas.
En brasas me elevo,
tallo arrecife mi voz.
A la muerte la respiro,
la monto de azote en páramo.
Exánime en el mundo, soy su domador.
Mi cuerpo se infesta de estrellas.
Guturales en la fragua.
Trazo con fuego a la noche.
El sol abre la boca, devora tempestades.
Mi garganta se rebela en llamaradas esculpiendo la eternidad,
inhóspito placer de las palabras, se descarapelan en mi boca.
Trecho de cruces espirales aletean alebrijes.
Pantano de gloria donde los héroes fallecen.
El poeta muere de sed,
muere de ser.
Las estacas del presente atraviesan al pasado,
jabalinas del náufrago que habitan la memoria.
Me rebelo,
desconfino a la palabra.
El sentido de los días se enjaula,
vaivén del absurdo.
Rutina mecamortal.
La monotonía de los sentidos apresurados por existir.
Querer que todo llegue pronto y acabe pronto.
Tiempos precoces ajenos a los poetas.
Ejercemos con la precisa cadencia de las palabras.
Nunca con la prisa de acueductos sin cauce.
La métrica del fuego tiene su propio ocaso en el vientre.
El lenguaje, símbolo de eclipses,
establece un sentido ajeno a la precocidad de los hombres.
La poesía goza de taquicardias, de orgasmos,
sufre de pájaros que se desprenden a pulsos en la boca,
latidos de la lengua. Lengua que se reparte,
se repite y se enrosca en cuerpos, en llagas,
alaridos caudales detrás del alba.
Me amputo la lengua,
la trizo en vitrales,
arreboles, borrascas.
La multiplico en palabras,
vocifero en el espacio.
La lengua sin ojos es nada,
la lengua sin enredarse en otras lenguas se pudre,
cripta de balbuceo bailarín vibrante,
la lengua sin dolor calla.
El temblor del tiempo aflora en las manos.
El tiempo de los temblores nos atraviesa.
Hoy gozamos del estertor de nuestras vidas.
De esa terminación inhóspita en los dientes, profunda, decadente.
Ahí coagula un espasmo de la letra y se pudre. Germina en pestes,
carne que destaza la mirada, nada inocente, del hombre que sueña.
El poeta está infestado de caries.
Hay una apertura al abismo de su boca.
Pero no es momento de hundirse
sino de meter el cuerpo en nosotros mismos.
Un poeta es un símbolo urobórico.
Eones en pintura rupestre.
El primero y el último.
Pero no el único.
Un poeta es un rebelde.
Desconfina a la palabra.
Abrumado de mí mismo
me reinvento en autofagia.
¿Dónde está el pedazo de carne?
La muerte se encripta en una bolsa.
El sabor a ceniza nos bautiza la frente.
En una caja habitan las entrañas
de los padres de los padres de los padres.
Ahí habitamos todos. En el olvido.
Dentro de un cuarto oscuro sin posibilidad de Dios.
Acumulamos muertos en el pecho.
Habrá que regar un chorro de sangre al polvo.
Sembrar un poco de luz.
La sangre se enerva por salvajismo.
Cuenca de estas ganas de matar.
—Soñar.
Invoco la llama del cuerpo,
estruendo de lirios en el campanario,
brote de añublo en las cruces del cuerpo,
devenir del paraíso en los resquicios de mi voz.
Cólera de mi puño camposanto, escribo
con el llanto del olvido y de la peste.
Un niño descuartizado en la calle,
su madre violentada,
la pútrida garganta de Dios
que no sabe a quién rezar.
Enuncio pájaros con los ojos.
Gallo en la mañana que roza al diafragma del sol y canta.
Bajo el ciervo sin rostro los amos de la sombra,
elevo mi voz ante la muerte.
Trazo señales en el cielo.
Me enfrento a la lluvia,
devasto los pulmones de la ciudad.
Rayo de furia en los muros,
tornado croma haciéndose vientre.
Graffiti sobre su muslo de pavimento atronado,
aguja de tempestades.
Me enfrento a la lluvia,
jauría de pájaros en mi boca.
Monto los cilindros del diablo,
estoy en el zigzag de la tormenta.
El taladro de la ciudad me persigue.
Grieta del abismo,
témpano de la noche.
Símbolo de ángeles con las encías hinchadas.
Rabia entre los dientes que al paraíso acongoja.
Práctica de estaca en las sienes de los muertos.
—¡Qué fascinación perderse!
Sacar lumbre a los ojos,
nébula que llevo por mirada.
—¡Qué fascinación masturbar a las flores!
Disparar la flecha,
liberar mi sexo arábigo
en los jardínes de la piel,
en el centeno, flama dromedaria,
para morir en la ciudad,
estar contigo, mujer.
Mujer,
te desabrocho los ojos, la boca.
el fuego de mis manos te palpa;
llama que galopa sin freno.
Qué ganas de encerrarme.
Renovar mi vida en el mar que se parte en tus piernas.
Embriagarme de estrellas,
copos de luz,
para después volver a ti.
Vislumbré la curia de mil estrellas en tus ojos,
entre los árboles reposo en la mañana,
toco tu lunar, palpitando en los claros de tu piel.
Abrían los mares la puerta de nosotros
al volar en tus ojos y envolverme en ellos.
Serpenteas nocturno vaivén de fuego ignoto,
abismo voraz castaño trenzado en tu vientre.
Te dibuja el rumor de las aves,
una estrella baja y se posa en tus ojos.
Qué sol tan sol al horizonte, prolongándose en tu boca,
tan maremagnum en un roce de estrellas.
Qué sol tan sol alargándose en tus ojos,
destello del agua dorándose,
trizando la existencia.
La ciudad se parte en flores,
asoma la mirada en un golpe de tornado,
pétalos rapaces de la primavera que se anuncia en tus ojos.
Ya emanan las jacarandas en tu cuerpo despeinándose al ocaso.
Me he visto en tus ojos,
soy un un rebelde sin pistola,
charro de las palabras cabalgando ante la muerte.
Llevas en tu cuerpo el desliz de las aves.
Cadencia de los astros.
Vaivén sonoro de tus piernas trazando remolinos.
Delineas la constelación de tu cuerpo en la noche,
luz plateada, diáspora de estrellas,
eje lunar del mundo en el rocío de tu baile.
Llevo una bandera con tu nombre
ondulándose en mares de tu cuerpo
se tañe al horizonte.
Nuestro corazón,
llama infinita,
ramaje de soles,
fuego fatuo que resplandece fulgurante.
Tu mirada es un acto de nigromancia.
Tu boca es un acto de nigromancia.
Tus piel es un acto de nigromancia.
Toda tú me traes a la vida,
me traes chiflando,
me traes vuelto mariachi,
un revuelo, parvada de orgasmos.
No hay ácaro que supere al hambre
por estas letras que vacilan glotonas,
perversas, palpitantes, surcacosmos,
parrafoestrellas en mi boca.
Quiero devorar al mundo
con piquete y con la carne prensada.
Así mis pasiones crepitan,
se desbordan, eco de mi sonrisa,
mi piel se vuelve crocante en tu cuerpo si la tocas.
Escucha esto, te habla el poeta.
—El joven cuatro ojos.
—Una paleta de cereza.
—Un colibrí feroz.
—Un riff de heavy metal.
Bafle de un bajo gótico reverberando en tu vientre los bemoles más perversos
desde la punta de mi lengua que escribe en el pentagrama de tu espalda.
Vine a quitar la sombra,
espantar a los fantasmas.
Vine a nombrarte,
mujer del fuego ojo flor,
mujer de mis caudales.
Levanta la mirada y observa:
el cielo es un charco de sueños.
Respira al frío por la ventana.
La noche palpita,
tiene sed de tu boca.
se abre sin fin en sí misma,
en los resquicios de tu alma.
Te recorro, mujer,
nos enfrentamos a la lluvia.
Ya viene la jauría a devorarme.
A destazar mis venas y arrancarlas.
A jalarlas con el pico, con el hocico.
Se acometen para estirarlas.
Desmarañarme las tripas.
Picotearme las pupilas.
Masticar.
Escupirme.
Matar.
Vienen los sicarios de la tormenta a llevarme,
vestirse las plumas con mi cuerpo.
Enrojecerse los dientes alargándome los nervios.
Barnizar el odio en su mirada con el jugo de mis entrañas.
Ya viene la carroña de perros a ladrarme a los ojos,
agujas de trigo a sembrarse en mis heridas,
vienen los muertos montados en el alba.
Al sol se le inflama la garganta.
El eco mortuorio entre mis manos aplaude.
Orquesto la bienvenida del demonio.
La desgracia del mundo se palpa en mis labios.
Sólo puedo rezar.
Nombrarme.
Acabarme.
Transitar al reino de otros Dioses.
—Mi reino no es de este mundo,
tampoco pertenece a otros.
—Mi mundo no es de este reino.
—Mi mundo son los símbolos,
mi reino es la palabra.
—Mi reino son los otros.
Soplo de alaridos se arremolinan incesantes en mi pecho.
Trastocado por el aire,
el espíritu.
Lo desprendo del cuerpo.
Tambores replican.
Campanas se rebelan.
Te anuncian, mujer,
te llevo de oración en la frente.
Te reflejas en mis ojos,
guirnalda del viento en el llano.
Páramo sombrío yuxtapuesto
al tornasol lunar de tu aura.
Mujer, tu mirada se revela
en tus pestañas de grosella,
centellas tu cintura en el aire.
Nube de nardos,
luciérnaga en mi dedo,
alumbras con tu boca al silencio.
El lunar bajo tu párpado late, pulsas como estrella.
El cielo aflora entre tus labios de trémulo horizonte.
Recito en tu espalda, el terciopelo de tu piel relincha.
Habitas en una gota de eternidad,
en cada partícula de mis palabras,
en un reverberar de mi vida.
Así he vencido a la carroña,
a los perros que no callan,
al loco del hogar,
a la sombra del fantasma.
Vuelvo a la sangre,
con mugre en las uñas
y rayos de luz en la boca.
Ahora me desconfino.
La muerte cabalga.
Trota en el pecho de un enfermo,
gárgaras de ocasos, fiebre, lunares.
La sanidad persiste en levantarse,
hacerse el desayuno,
ponerse a bailar,
cambiarse la ropa,
volverse un girasol.
Ante el absurdo del tiempo, un poema.
Un poema es un alto para frenar a la muerte.
—Si escribo existo.
—Si no escribo no soy nada.
¿Pero qué verbos sanguíneos escondemos detrás del sol?
No se guardan las ideas.
No se guardan las palabras.
—Si escribo me libero.
—Si no escribo me cubro la boca.
Lúcido goce de las emociones.
Un sonreír de la computadora.
—No le voy a hacer el amor al código.
Al cero uno cero uno cero.
Vengo a hacer el amor con todos los sentidos,
con los ojos, con las manos, con los labios.
Vine a desinflar mis pulmones en los tuyos.
—A tocar, abrazar.
Ya basta de enfermarse las entrañas con el “quiero matarme”.
Ya basta del artista no artista.
La virtualidad no alcanza,
el dinero no alcanza.
El sudor, el cuerpo,
la humanidad, no alcanza.
La poesía es lo único que puede llenarnos de cielo la existencia.
Hay que poner a temblar las cosas.
Montarse en un relámpago.
Navegar tempestades.
Poner la lengua al fuego.
Trazar otra narrativa.
Hay que existir porque nos da la gana.
Hay que ser rebeldes.
¡Hay que desconfinar a la palabra!
El acto más puro de rebeldía que puedo asestar hoy contra la muerte:
ser yo mismo con el corazón por delante.
Aunque los nudillos sangran
y el pulso del mundo también,
no me canso de vivir.
Resisto en la ciudad,
andamios se deshilachan,
brote de estrellas en el pozo de mis pupilas.
Arreboles que vociferan
despliegues del cuerpo,
el tacto sonoro de la poesía
donde el tiempo se descarapela.
Caminar es llevar la antorcha en los ojos.
Baliza del maremagnum que aprisiona los sentidos.
Caminar es mostrarse infame ante los muertos.
Desnudándome del alma bajo el sol,
asolando la soledad de los perros.
Tacto del fuego que vitraliza al cuerpo en ascuas.
Un estruendo voraz traspasa los arcos de la ciudad.
Busco señales de vida bajo el concreto.
Las encías me sangran, escurren,
piel esmog azulejo esmeralda.
Transpiro luces,
mis lentes refractan el sonido rapaz de los autos,
infinidad de líneas que trazan el ritmo del mundo.
Uno tras otro sobrevuelan, pájaros de cobre,
se reflejan en el viento, en golpes de reloj
destejen las horas en hilos de voces neón.
Electrifico la palabra habitada en mi boca,
ramas de mi cantar estridente,
faros que incendian al cuerpo,
pulso de mi alma cenzontle.
Los pájaros sonríen,
me llevan en el aire.
Bocanadas de café se deshacen en el viento.
Articulado por los huesos de algún chamán,
liebres, lluvia, bocanadas,
volcanes humedeciéndose al horizonte.
El zócalo abre la boca y ruge.
La bandera se desmigaja,
el asfalto suda, sangra,
equinoccios del cuerpo.
Zapatas ebrios dando balazos a la tempestad,
charros nocturnos cabalgando en tsunamis de luz.
La ciudad de México ha muerto.
Un cielo repleto de águilas escupe en la boca del Dios patria, de la madre esmog.
Una pila de muertos escuchan el sondeo de rapiñas aviarias,
de buitres cuello blanco, toque de queda abismal, sangre desintegrándose en el alba.
Los muertos aplauden su olvido, lloran en secreto bajo escombros voraces.
Redobla un sin fin de estrellas fusiladas, cuajos de luz en las venas.
Dejé impresa la cara del presidente en una postal.
Mastiqué los huesos de un sin fin de muertos.
El cadáver de mi abuelo, los restos de su madre.
De lejos la chusma se masturba tricolor,
se tatúan a Juárez en la cabeza.
Así que partí el pecho de mi padre a la mitad y metí la mano,
saqué el órgano baldío de una patria sin rostro.
Sobre una ponzoña de cruces donde encontré a Pedro Páramo,
que sentado a la derecha del hombre señalaba a la bandera.
En un trigarante desierto duermen los coyotes,
aúllan balas al ombligo de la luna.
Esperan caer del cielo para atravesarnos la cabeza.
El coronel da la señal.
Una tras otras descienden las ráfagas al cuerpo de tus hijos, de los míos.
Un festival de carne apilado en los pulmones de un monstruo que se llama patria.
Desbaratados por ácido en el Zócalo se amotina un puñado de soles al horizonte.
Se levanta en el mástil la muerte,
sobre un sol entre cadáveres y trinos,
muy adentro en el centro de mis pulmones,
late y siento un desgarro pudrir mi corazón.
Amanece una necrópolis sobre la catedral.
Ébanos de la zozobra dejando sólo huesos alfombrados bajo las jacarandas.
Los muertos somos nosotros,
la muchedumbre,
bajo el ojo sanguíneo de los héroes,
de la transformación, del pasado, de lo que venga,
de la boca llena de pendejadas
que fuma y gime y ríe y dicta y señala y escupe y pinta
las leyes menos humanas desde un micrófono en el palacio,
muralla que va de afuera hacia adentro,
quemando los pies a Moctezuma,
quemando los pies a la virgen, a las vírgenes,
quemando los labios de la cámara
que filma los estratos del silencio
y da los metrajes que reverberan en la boca,
en nuestras últimas palabras.
La Ciudad de México ha muerto,
la Torre latino calla, se parte a la mitad.
Trazo una patria en mis costillas,
águila que devora serpientes,
resquicios de fuego, llamaradas,
estruendo de los mexicanos al grito de otra guerra.
Larvas adentrándose a morder los cuernos de una grieta nocturna,
espasmo sideral adentro de las caries,
rosa piramidal expuesta al cuerpo de carne muerta.
Ojos blancos, verdes, rojos,
sangrante encía de mirada equina.
Moscas tocándose, empujándose,
sondeando la primera soñanza callejera de las prostitutas,
de algún olvidado en la oscuridad, del cadáver más vivo,
baile en el asfalto sin pulso, taquicardia, epilepsia,
cuarzo amoratado en los reflejos de paraísos internos.
Moteles repletos de silencio,
semen rojo, verde, blanco,
desolación enferma en la plaza de toros.
Shhh,
cantan pájaros muertos,
sin plumas, sin pulmones, sin pico,
shhh,
cantan las sirenas entre mis dientes,
se escapan las voces de un sin fin de fantasmas.
La tierra habitada por una legión de decapitaciones,
de entrañas impactadas a un muro de claros sombríos.
Rayones, desmembrados,
garabatos de órganos puestos al centro del mundo.
La boca de Dios recitando:
shhh, shhh,
ante el cuerpo de niños deshaciéndose en ácido...
El cielo se acongoja entre las manos de un ángel sin Cristo.
De un Cristo sin Dios, de un Dios sin tierra, de una tierra sin hombres.
Suenan las trompetas,
estimulan el placer de los hombres bala,
tierra de oscura ponzoña,
bajo la flor del abismo
se tañen alaridos de la carne.
Me rebelo a este insistir por la muerte,
Exánime, voy sobre el periférico,
revuelo un palpacielos,
sesenta kilómetros por palabra.
Una grúa edifica ramos de sol,
el sol se deshilacha en mis ojos
a mil luces de potencia.
Voy de vuelta a casa,
con el corazón recién vulcanizado,
acelero en contra del mundo,
en contra de los años,
atravieso la realidad misma y la desdoblo.
Grafiteo mi nombre en los poros de la ciudad,
llevo esta bandera de poeta para conquistar al tiempo.
Cantando a grito de mariachi,
vamos en un riff de guitarra hacia la eternidad.
Ahora me he puesto la túnica, la sonrisa,
me saqué los pulmones para inflarlos de estrellas.
Mordí la rabia de los perros, caminé sobre las olas.
Sequé la sangre de mi nariz en la arena.
Ahora le chiflo a las petunias.
Mi voz se arremolina en un sin fin del viento.
La noche está a punto de trizarse,
de meterse por la rama de un árbol a mi habitación.
Llevarme en el agua, hacerme llover.
Llueve, témpano rapaz,
crisálida del tiempo.
Se resquebrajan estrellas en mis ojos.
Gotas de lumbre, copos de agua-plata.
La eternidad relampaguea en los tornados de mi cuerpo.
Gotas de cristal traspasan mi carne,
torrentes del agua, válvula de mis sueños.
Lluvia, semilla del aire,
cosecha del viento.
La amapola de los astros se envinagra más terca que el demonio.
Brama culminante de los hombres que violentan,
se visten del añublo con lenguas
de un muerto en páramos de azufre.
Triste laurel de falo esquizoide,
bruma que tiembla, es el fin del loco que nos trastoca
porque teme al arrebol cintilar en los ojos de ella.
¿Atronar los claros?
¡Tempestad!
Mis palabras depredan
al témpano azabache de la poesía.
Me desprendo del cuerpo,
sueño con estar en otro lugar.
Adentro de los ecos del océano,
alargándome en el tiempo.
Voy de viaje a otra velocidad,
reverbero en los páramos de la voz.
Abismo de un planeta deshabitado,
desperdigado por los estuarios del alba,
desiertos del pulmón, cenizas,
resquicios de la memoria.
Atisbo un mundo bajo tierra que se levanta,
un piar bajo claros lunares,
un sol sin piedra.
Dios inflándose en la voz de la muerte,
la muerte crepitando en mi sangre.
La carcajada en la boca del Diablo
deshilachándose a gotas de fuego
sobre gélidos cuajos de luz.
La noche parpadea,
abre la boca,
se devora a sí misma.
Me llevo esta ceniza a la garganta.
Siembro un fantasma en los pulmones,
hago del tabaco un premio, una ventisca.
Quizá las palomas vengan a llevarse mis ojos,
a cagarme en la cabeza.
Quizá venga Dios a incinerarme el alma.
Venga pronto, pues, esa lápida con mi nombre:
aquí murió el poeta.
Infame por clavar en las encías una sílaba,
dejar la sangre brotar a borbotones.
Hacer del dolor una hemorragia de palabras,
un hematoma de la memoria.
La marca de nuestra emoción más pura y salvaje.
Diáspora de nuestro cuerpo. Fuerza vital en podredumbre.
Me rebelo, la carne reverdece, el mundo se desteje, se libera del dolor.
Alma sobre barcos de oleajes perdidos, de oleajes faustos,
se elevan al viento sobre la Estigia que perdura sin fin en las entrañas de los muertos.
De una pérdida tan profunda instalándose en el hígado.
Así, sin más, ante toda muestra de humanidad en una ráfaga de lágrimas,
en un charco de gritos, me rebelo con la palabra centelleando en mi boca,
vórtice de auroras que relampaguea sobre el cielo.
Espacio piramidal donde el tiempo se edifica con los huesos del hombre.
Ya muerto, sembrando al cuerpo de osamenta verde-pálida,
casi transparente por donde podrían atravesar los dedos,
abriéndole las llagas al Cristo de mis ancestros.
He vuelto a la vida a vigorizar el encuentro de mis pasiones,
desenvolverme en el viento como pájaro,
como jaguar de obsidiana en celo.
He vuelto para traer de la muerte a los demás,
acostarme a escribir, levantarme a soñar.
Qué sombría forma de tornarse el sol en agua,
de mostrarle las caries a los niños,
señal de la podredumbre que espera
más allá de la tierra en páramos profundos,
abismos del mar,
donde un sueño garduño reverbera en el aire,
sueño que sueña por dentro de los intestinos
y nos arranca el rostro, nos desuella,
despedaza la osamenta en un desliz de guadaña.
Yo fui un niño muy feliz,
toqué el cadáver de mi abuela,
le robé algunas cabellos antes de que fuera incinerada,
los guardé para que no sufrieran el mismo destino que su cuerpo.
Ese gritar dentro del horno donde alaridos se quiebran en silencio,
en un crispar del fuego, en un croar de mi llanto.
Pronto será el tiempo de la ceniza,
el tiempo de los dientes chuecos,
pronto vendrá el hogar de los árboles,
la corteza roída en el abdomen,
han de sonar las campanas que repliquen el llamado de Dios.
Pronto seré Dios,
pronto seré nada.
Así irán de uno en uno los huesos que besan mi carne,
el sonido de las garzas,
irán uno por uno en fila los nombres de mis hijos.
Vendrá la tiranía de la noche,
vendrá armada con su porro de arlequina,
tendrá la cara de mis padres
y el ceño de un cadáver que se derrite en las espigas.
Habré de soñarme una vez muerto para librarme de este nombre,
habré de volverme yo mismo después de calcinarme la mirada.
Estallarán las granadas de un ejército voraz en mis pulmones,
sonará el orgasmo de la mujer que sueño,
tendré la valía de arrancarme la piel,
montar en un lobo,
descifrar el silencio de Dios,
tejer la palma de mi boca
en la boca de la eternidad.
Ir detrás del sondeo de las aves me estimula,
provoca una erección luminosa en mi sangre,
eleva mi cuerpo, trastoca realidades.
Camino sin freno entre relámpagos,
muerdo los cuernos de la noche,
mi lengua es un sable láser,
ciprés de rebeldía en la tempestad.
Conjuro las fuerzas de mi epitafio,
habré de ponerle nombre:
Exánime.
Aquí reza la oscura jauría del pasado,
la trémula voz que añora la resurrección de los muertos
y el gozar de los pecados.
Nombrar las cosas es un acto de nigromancia,
traer a la vida todo lo que vive muerto,
animar las ondas del océano con la yema de los dedos,
de las profundidades del cuerpo,
cantos que tañen al alma.
Hay que perseguir con sed la voz propia,
hay que perseguir con hambre la libertad.
—¿Qué es la libertad?
—Juventud.
—Un cuerpo libre siempre será joven.
—Una mente libre siempre será joven.
—¿Qué es la juventud?
—Amor por la vida,
la forma en que dicto mi libertad.
Ante las sombras del mundo
la rebeldía de ser yo.
Escribir es reencontrar al mundo con la mirada,
traspasar su esencia,
esculpir en las sombras,
moldear con el fuego.
Escribir es liberar al mundo con la boca,
transformar la realidad,
volverse un rebelde.
Ser un rebelde es estar vivo con todos los sentidos.
Estar vivo es ser quien yo quiera,
decir lo que quiera.
Así que doblego al silencio,
ese atisbo de la muerte,
de caer en los abismos del añublo.
Escribo para ser yo mismo,
para darle voz a los muertos,
sembrar en el mundo una estrella,
hacer de la vida un relieve,
una tirada de trompos sin fin.
Lleno de cielo me visto de sol,
me pongo la pluma y vuelvo a la vida,
habitado por una luz invencible en mi pecho,
se abren los resquicios de mi voz luciérnaga
y abren al universo.
Lo nombran,
de mi boca brotan ramas santas.
Lleno de sol,
voy detrás del crepúsculo,
con los pies en el tezontle
y con los ojos en el alba.
Seré de la noche,
dormiré en el ocaso,
mi cuerpo cantará en la borrasca.
Ante la podredumbre del ser,
más allá de estrellas pálidas,
mi palabra sonará lumbre,
seré la noche vuelto flama.
- Johann De Medina.
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(fotografía: Hiroshi Hamaya)
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rewritedown · 4 years
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Guy Bourdin nacido en Francia en 1928, fue uno de los fotógrafos de moda y publicidad más cotizados y relevantes de la segunda mitad del siglo XX. En sus obras se percibe la influencia estética de Helmut Newton y ese componente polémico que perdura en un gran número de fotógrafos coetáneos. El fotógrafo francés es reconocido por ser uno de los propulsores en el cambio de la fotografía de moda, asentando las bases de un nuevo tipo de estética fotográfica. Entre algunas de las marcas y revistas de moda con las que colaboró se encuentran Versace, Ferré, Chanel o Vogue.
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A continuación realizaremos un análisis a nivel compositivo y enunciativo de la imagen superior.
Muestra la parte inferior de un cuerpo femenino enmarcado entre dos líneas paralelas que dibujan el suelo y la pared. A primera vista podría percibirse como una imagen con gran estaticidad. Sin embargo hay elementos que la rompen como son la dirección de las sombras y de la pierna derecha, dotando a esta imagen de cierto dinamismo. Respecto a la iluminación cabría resaltar que se trata de un espacio interior, por lo que podríamos decir que se trata de luz artificial. Las marcas de la iluminación se dibujan en forma de reflejo, dejando huellas en la parte superior de la imagen, y provocando sombras en la “habitación”.
Esta imagen podría aludir al género de bodegón por su carácter dispuesto a la contemplación. Asimismo nos remite a la obra de Robert Mapplethorpe, White Longstem Flower (1982). La similitud entre las dos obras recae en la tensión que ambas presentan por el contraste entre las diferentes tonalidades, el juego de las sombras que dota a la imagen de cierto dinamismo y el simbolismo erótico de ambas: “las flores, los penes, los retratos, todo era lo mismo para él a la hora de sacar fotos, porque las obras hablan de él mismo. Por eso en la muestra no se dividen los temas. El quería que sus obras se presentarán así, que el espectador se esforzara por la complejidad de la mezcla” (Anne Tucker, 2010).
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De igual modo, ambas hacen uso del espacio que les rodea para enmarcar y recalcar el motivo principal. Por otra parte vemos cómo el contraste en la imagen viene marcado por el contraste las diferentes temperaturas de color y los colores claroscuros (tonos cálidos como son el rojo y el amarillo, y los oscuros de la modelo). La posición en la que se encuentra la modelo dotaría de cierta tensión (una pierna en paralelo con la raya roja inferior y otra pierna en diagonal). El punto que destaca en esta fotografía sería la parte inferior derecha, donde se localiza la parte inferior del cuerpo femenino. Lo que más llama la atención es la distribución de los pesos, la modelo rompe el equilibrio de la composición. Puede verse cómo la composición de la imagen está meticulosamente medida. El alto contraste, la escala del plano y la posición de la modelo suponen marcas textuales que indican la presencia del enunciador tras la cámara en toda la puesta en escena. “With his unconventional sense of composition, bourdin transforms a shoe advert onto a fetichistic, surreal scenario [...] He model's head and arms are hidden from view so her only identifying features are the dominatrix stiletto heels”. Una puesta en escena al servicio de un simbolismo erótico y controvertido que se refleja en sus trabajos anteriores.
En relación con la cámara, se sitúa en un leve picado. La postura de la modelo se encuentra en un escorzo extraño, donde no se ve el rostro. La imagen presenta a una modelo-maniquí deshumanizada, ya que su rostro queda fuera de plano. Respecto a la pose de la modelo, no es una postura natural, sino impostada, por lo que parece estudiada por el fotógrafo, lo que podría remitir a un maniquí, por el tratamiento que hace Bourdin del cuerpo como objeto.
A modo de conclusión podríamos decir que la modelo o maniquí al no estar localizada en el centro de la imagen, se deshumaniza el cuerpo. Este mismo queda reducido a la condición de objeto inanimado percibiendo una clara visión y tendencia sexual-fetichista, que hace uso del cuerpo femenino como objeto sexual. Al igual que de una dudosa moral.
En la introducción de Exhibit A, Luc Sante afirma: ''For Bourdin, beauty never appeared without its accomplices death, filth and laughter''. El propio Bourdin afirmaba que: "los únicos retratos honestos son los de personas muertas o inconscientes".
Su estética fetichista y sádica, ha calado en la fotografía de moda convencional, hasta convertirse en todo un referente para fotógrafos igual de polémicos como son Terry Richardson o Nick Knight. Knight, por su parte, ha declarado su admiración por Bourdin “cuando a la edad de 12 años, voy por primera vez a ver su obra y amar esa sexual mentalidad voyeurística”. Defiende la postura de Bourdin y la noción placentera de la “muerte como estética”, que presenta en sus obras. “Fear is something that we, despite ourselves, want to experience. And I think the violence does add glamour in a kind of perverse way”.
Tanto Terry Richardson como Bourdin tratan el cuerpo femenino de una manera muy similar con un gran contenido sexual explícito desde una mirada fetichista. Por su parte, Terry Richardson se ha convertido en uno de los más afamados y controvertidos fotógrafos de moda actuales, cuyas fotografías se caracterizan por escenificaciones simples y poses rebeldes. La controversia ha llegado a tal punto que ha sido acusado en varias ocasiones de explotar sexualmente a sus modelos. Ambos han colaborado con marcas de zapatos, en esta campaña de Aldo, puede verse la referencia directa de Guy Bourdin en la fotografía de Terry Richardson.
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alla-voy · 6 years
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what are your favourite songs from modo amar
hmmm, i think quadate a.k.a te perdi a.k.a the song i cry my eyes out to is the one i love the most, i’m all for karol x ruggero duets ❤
but i also like esta noche no paro, quiero verte soneir, modo amar, todo puede cambiar & solos/ claroscuro (they so similar to me idk)
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aria-word · 4 years
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POEMA: A Goya - Rubén Darío
Poderoso visionario, raro ingenio temerario, por ti enciendo mi incensario.
Por ti, cuya gran paleta, caprichosa, brusca, inquieta, debe amar todo poeta;
por tus lóbregas visiones, tus blancas irradiaciones, tus negros y bermellones;
por tus colores dantescos, por tus majos pintorescos, y las glorias de tus frescos.
Porque entra en tu gran tesoro el diestro que mata al toro, la niña de rizos de oro,
y con el bravo torero, el infante, el caballero, la mantilla y el pandero.
Tu loca mano dibuja la silueta de la bruja que en la sombra se arrebuja
y aprende una abracadabra del diablo patas de cabra que hace una mueca macabra.
Musa soberbia y confusa, ángel, espectro, medusa. Tal aparece tu musa.
Tu pincel asombra, hechiza, ya en sus claros electriza, ya en sus sombras sinfoniza;
con las manolas amables, los reyes, los miserables, o los cristos lamentables.
En tu claroscuro brilla la luz muerta y amarilla de la horrenda pesadilla,
o hace encender tu pincel los rojos labios de miel o la sangre del clavel.
Tienen ojos asesinos en sus semblantes divinos tus ángeles femeninos.
Tu caprichosa alegría mezclaba la luz del día con la noche oscura y fría:
Así es de ver y admirar tu misteriosa y sin par pintura crepuscular.
De lo que da testimonio: por tus frescos, San Antonio; por tus brujas, el demonio.
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whomdafuxk · 4 years
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En el Uber a la terminal de León, el conductor venía escuchando a Serrat... "Si algún día después de amar, amé, fue por tu amor, Lucia." ¿Cómo se ama después del amor de otro? O, mejor dicho: ¿el amor de otro es lo que nos enseña a amar?
Es un hecho que después del amor se vuelve a amar; el punto es si ese amor que vivimos nos marcó lo suficiente como para que amar ya no sea lo mismo: "el amor después del amor" decía Fito Páez. El más triste destino sería amar siempre de la misma forma, como si se reemplazara un amor con otro. ¿No es esto lo que resume la frase popular de "un clavo saca otro clavo"? Se entiende por qué es tan necesario el duelo después de amar, porque se corre el riesgo de terminar clavado una vez más.
Aunque en nuestros días ya nadie está contento con amar, sino que todos queremos ser amados, como niños déspotas que reclaman atención "¡¿Por qué no me responde rápido?!", "¡Que me dé like en mis fotos!". Tal vez porque las personas viven vidas que no les hacen felices; padecen la insatisfacción crónica en relación a las tareas cotidianas, al trabajo y a sus vínculos más inmediatos. Todo eso lleva a la expectativa de que el amor salve; el amor como remedio a la mala energía y la frustración de la vida cotidiana. Hace no mucho salía con una chica que me propuso "necesito una pareja para salir de la rutina".
De esta forma, la expectativa de conocer a alguien permanece en un marco idealizado en el que nos salven del aburrimiento. El amor se nos volvió la promesa de un oasis de alegría en medio de una vida gris. El problema es que esos amores son efervescentes. Se resumen en quién se aburre primero. Porque tarde o temprano el aburrimiento es el punto de llegada, es una bomba de tiempo: si tenemos una vida insatisfecha el otro tarde o temprano entrara en el claroscuro de nuestra existencia cotidiana, en ese día a día en que nadie se gusta a sí mismo.
Por eso hay que empezar por ahí. Por ese narcisismo básico que puede hacer que no sólo le gustes a otro, sino que además tengas un universo de cosas que compartir en lugar de simplemente esperar que no se vaya.
Y nada, este texto no tiene hilo conductor porque no he dormido y ya quiero llegar a mi casa que en realidad no es mi casa porque voy a tener casa hasta que termine la cuarentena...
-Eloy Cortes/FB
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