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#ayahuasca que es
luisfelizalde · 2 years
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Aya, la abuela regañona.
Es la 1:15 de la mañana y me acabo de tomar la segunda dosis de Ayahuasca, porque al parecer, el efecto de la primera toma de las 10:15 ya desapareció.
¿Cómo lo sé?
“Pregúntale a tu cuerpo, él te va a responder”
Fue la respuesta que me dio el guía cuando le pregunté cómo sabía si debía tomar más medicina.
Pero me estoy adelantando, creo que debo empezar por el principio.
Y eso es hace un par de años, cuando la conversación de este brebaje ancestral mágico, poderoso y curativo empezó a hacerse cada vez más presente, al menos en mi círculo.
Comencé a sentir que debía tener esa experiencia de la que todos hablaban como algo profundamente revelador y definitorio. Como algo que te cambiaba la vida. Y por una u otra razón, las cosas nunca se habían acomodado para asistir a una ceremonia con la que me sintiera confiado y tranquilo. Después de todo, lo que se dice de esta planta es que es sabia y que tú no la debes buscar sino que ella te debe encontrar, así que después de un par de años, por fin estoy aquí con un grupo de desconocidos dispuesto a descubrir esta medicina milenaria y emprender un viaje interior que espero sea esclarecedor e inolvidable.
Debo decir que me advirtieron muchas cosas acerca de la medicina: desde las más oscuras hasta las más maravillosas, así que tardé un tiempo en dejar clara la intención de acercarme a ella, porque lo último que quería es que esta fuera una experiencia lúdica. Obvio tenía mucha curiosidad pero nunca lo iba a hacer “por echar desmadre”, yo en verdad estaba buscando una experiencia espiritual.
Había escuchado los testimonios de muchas personas que habían tenido encuentros con seres pasados y futuros, con entidades de otros planetas, con familiares que ya no transitan en este plano, con seres de otras galaxias, con ángeles, con Dios. Había escuchado de personas que se encuentran con demonios y los enfrentan, con personas que al fin definen su propósito de vida, con personas que salen de la experiencia completamente cambiados, gente que abre portales a otras dimensiones, gente que sale de la ceremonia pudiendo hablar telepáticamente con animales y plantas.
Así que, estando la vara tan alta, me costó mucho definir una expectativa realista, de hecho mi idea, aunque parezca extraño, era tratar de llegar a la ceremonia sin ninguna expectativa, es decir, dejar que la planta me guiara y me llevara a donde quisiera. Yo me entregaría. Me rendiría a su sabiduría de abuela e iría con ella de la mano a descubrir los lugares que tuviera que sanar para progresar como persona.
Éramos un grupo de 16 personas. Completamente diferentes los unos de los otros: un estudioso y divulgador de las plantas de poder, dos ingenieros de audio, la directora de una escuela  montessori, una modelo ucraniana, un restaurantero, una pareja que se dedicaba al comercio de artículos deportivos de aventura, un par de amigas universitarias, dos casabolseros, un curandero gringo de Nuevo México, un escritor y un ingeniero en sistemas. Nueve de los dieciséis estábamos ahí por primera vez.
Nos citaron a las 7 de la noche en este lugar escondido en plena vista de todos para iniciar los preparativos, es decir, que nuestro guía nos explicara los detalles de la ceremonia.
Después de ir paso por paso por lo que se podía sentir, por lo que no y por hacer un compromiso grupal de “ir hasta el final” nos contó que durante la ceremonia, que duraría hasta las 6 de la mañana también efectuaríamos dos ofrendas distintas: una andina única en su especie en donde experimentaríamos con otras medicinas para tener diferentes sensaciones e ir todavía más profundo en nuestra introspección y una budista muy especial, para cerrar nuestra práctica.
Para acompañar al guía lo flanqueaban dos cantantes que estarían tocando música durante toda la experiencia. Entonarían rezos budistas, rezos chamánicos, mantras y canciones relacionadas con las plantas de poder.
Así que dieron las 10 de la noche y después de que cada participante expresara en voz alta “al abuelo fuego” (una ofrenda justo al centro del círculo donde estábamos) sus intenciones, me llegó el turno de decirlas, para que no hubiera duda de mis propósitos para esa noche.
Después se apagaron las luces y en penumbra a las 10:15, me estaban dando lo que sería la primera toma de ayahuasca de mi vida.
Acá va mi comentario whitexican: después del Durian que alguna vez probé afuera del Templo Sri Mariamman en Singapur, esto sin duda es la segunda cosa más asquerosa que he probado en mi vida. Verdaderamente asquerosa.
Un líquido espeso de color café oscuro y consistencia como de brea, amargo y que a cada milímetro que avanzaba por mi esófago, me iba dejando una sensación de quemadura de tercer grado que ni con un té de tepezcohuite se me iba a quitar.
Inmediatamente sentí el reflejo de expulsar el brebaje. Por el sabor, por la consistencia y por la sensación en mi garganta, pero respiré profundo, me tranquilicé y dejé que la pócima se asentara lentamente en mi estómago cultivado en dieta vegana desde hacía más de 5 días.
Pasó media hora y como tengo todo, menos elasticidad y no pensaba (ni podía) pasarme 8 horas sentado sobre mi cóccix, me recosté tranquilamente sobre mi yoga mat para esperar lo que tuviera que venir.
A partir de aquí esta narración se pondrá un poco borrosa en cuanto a los timings pero trataré de detallarlos con la mayor fidelidad posible.
En un silencio absoluto se empezaron a escuchar personas que vomitaban porque la ayahuasca es una bebida que una vez que hace efecto, casi necesariamente te hace vomitar o te provoca una diarrea fulminante. Es lo que se conoce como “la purga” de la planta. Ahí es donde empiezas a expulsar tus demonios, ahí es donde sacas todo lo malo que ya no necesitas en tu ser. Todo lo que te detiene, todo lo que no te deja crecer ahí se va. Tus barreras, tus miedos, tus limitaciones, tus apegos.
Pero, además de los sonidos de las arcadas, la noche también se empezó a llenar de risas, suspiros, pedos, eructos y gemidos de asombro y placer.
Comenzó la música. Una especie de rezo a dos voces con percusiones, panderos y guitarras acústicas inundaron el espacio donde estábamos y yo con los ojos cerrados me fusioné con la melodía. No hay otra manera de explicarlo. Las notas y yo éramos uno solo y yo flotaba alrededor de ellas. Era un sentimiento, nunca me vi flotando entre notas musicales multicolores, ni las vi convertirse en redes fractales, pero estoy seguro de que acariciaban mi cuerpo y se metían por cada uno de mis poros haciendo sentir un placer indescriptible. Trataba de no caer dormido. El guía nos había explicado amablemente que aquí habíamos venido a estar en la ceremonia, no a dormir, así que cada vez que sentía que estaba a punto de vencerme el sueño, abría los ojos de manera abrupta y me encontraba de nuevo en ese salón, alerta, rodeado de música y aderezado de efectos especiales de gente vomitando, pedorreándose, riendo o disfrutando de su viaje interno.
Antes de tomar por primera vez, crucé algunas palabras con el chamán de Nuevo México y me dijo “el único consejo que te doy es que si las cosas se ponen feas, regreses a tu respiración. Respira profundo para que vuelvas a tu centro y te mantengas calmado”.
Comento esto porque inmediatamente después de que acabaran un par de canciones, el cuerpo me empezó a temblar de manera incontrolable. Exactamente como si tuviera 40 grados de temperatura o más. Durante más tiempo del que hubiese querido, tuve unas convulsiones febriles espantosas y no había nada que pudiera quitármelas. Me tapé con las dos cobijas que llevaba y parecía como si no me hubiera puesto absolutamente nada. Tenía un frío brutal y el tiempo pasaba y yo seguía temblando y el tiempo pasaba y yo seguía temblando. De pronto una canción llamaba mi atención y me olvidaba por un minuto de ellos escalofríos pero cuando sentía que me iba a dormir, volvía a mi estado de alerta y por supuesto a seguir temblando.
Otra de las recomendaciones que nos hizo el guía antes de empezar fue que le pidiéramos a la abuela (así le dicen de cariño a la ayahuasca) que nos tratara con dulzura y amor, que todo lo que nos mostrara lo hiciera de manera dulce y tranquila, porque se sabe que muchas experiencias con esta planta de poder suelen ser a veces muy agresivas.
Recordé esta recomendación cuando ya no aguantaba más la temblorina y empecé a pedirle a la abuela que me tratara bien, que me tratara con dulzura y poco a poco los espasmos se hicieron menores.
Tuve unos segundos de paz y antes de que mis músculos se pudieran recuperar de los temblores, todo el cuerpo se me empezó a dormir. Brazos, piernas, dedos, pelo. Sentía un hormigueo brutal y no tenía ninguna capacidad de moverme. Se me congeló la región occipital del cráneo y claramente sentía como la escarcha iba recorriendo lentamente desde la conexión con la columna vertebral, hasta el hueso frontal.
“Trátame bien abuela” “trátame con dulzura”
Y durante otra hora o más, regresaron los temblores de nuevo. Estaba tirado en el suelo, cubierto con un par de cobijas como si fuera una momia, muriéndome de frío, sin poder moverme ni poder contrarrestar este sentimiento.
Y regresó la música. Y regresó el sentimiento maravilloso de ser levantado por ella a la estratósfera y de pronto, blackout.
Me regresó al aquí y al ahora un manojo de sonidos que escuchaba como si los tuviera a un milímetro de mi oído. Escuchaba el crujir de la madera, la respiración de la persona que estaba junto a mí y los pasos del guía que me preguntaba “cómo vas?”
-Pues creo que bien, aunque tengo mucho frío y no sé si ya me hizo efecto.
-Si crees que todavía no te ha hecho efecto es porque no te ha hecho efecto.
¿Y cómo sé si debo tomar un poco más? – desde hacía media hora que el guía nos había dicho que a partir de ese momento, los que quisieran profundizar un poco más la experiencia, podrían acercarse a pedir un poco más de medicina-.
Pregúntale a tu cuerpo, él te va a decir.
“Por supuesto que no quiero más de esa mierda” – fue lo que mi cuerpo me dijo cuando le pregunté.
Pero, a eso de la una de la mañana, yo lo único que sentía era un sueño tremendo y definí que tenía dos opciones: una, mandaba a todos a la mierda y me iba a dormir privándome del resto de la experiencia o dos, le volvía a preguntar a mi cuerpo si intentábamos de nuevo. Total, “ya estábamos ahí”.
Mi cuerpo aceptó la propuesta dos y entonces me acerqué al guía y brindamos “por la vida” con mi segunda toma.
A los pocos minutos el proceso de las diez de la noche volvió a repetirse: escalofríos potentísimos, adormecimiento general del cuerpo, congelamiento del cráneo y del cerebro y una exacerbación del sentido del oído con respecto a los sonidos de alrededor y de la música que nos acompañaba. Solo que esta vez se agregaron un par de cosas: una especie de slideshow de miles de fotogramas de mi vida se aparecieron en mi cerebro. Corrían a mil kilómetros por hora y era casi imposible identificar cada una de las imágenes.
-Muestrámelo más despacio abuelita, no entiendo.
El slideshow seguía corriendo de manera frenética en mi cabeza.
-Muéstrámelo más despacio abuelita, no comprendo qué es lo que me quieres decir.
O la abuelita es sorda, o simplemente le vale pito lo que le pido porque nunca bajó la velocidad. Era imposible entender las imágenes. Era claro que se trataba de mi vida, pero no tenía ni idea de qué significaba cada foto.
Y de pronto me inundó una sensación de terror. De que algo malo estaba pasando. De que en las imágenes había algo terrible. Solo era la sensación porque no alcanzaba a distinguir de manera visual qué era exactamente.
“Regresa a tu respiración”, “regresa a tu respiración”
Las palabras que había hablado con el chamán de Nuevo México me hacían todo el sentido en este momento. Respiré profundo. Adentro, afuera. Inhala, exhala. Adentro, afuera. Inhala, exhala y así, la sensación de tragedia se iba disolviendo para darle entrada a la cascada de imágenes indescifrables de mi vida que se iban intercalando con la música y se convertían en un loop del que era muy difícil salir.
“Respira profundo” “respira profundo”.
Y justo a dos milímetros de mi oído escucho un ruido que me saca del loop y me hace abrir los ojos súbitamente solo para descubrir que a mis pies está la silueta de un gigante. Solo distingo la silueta pero tiene hombros anchos y cabeza potente. Siento que mi respiración se detiene. Me escucho el latir del corazón. Pum, pum, pum.  El gigante me da la espalda y no se ha percatado de mi presencia pero está ahí y se está acuclillando a mis pies.
Vuelvo a sobresaltarme y ahí me doy cuenta que no es ningún gigante, que es el guey que ha estado junto a mí durante toda la ceremonia pero el efecto de la medicina le ha provocado que quiera pararse varias veces y estirarse justo frente a mí. Sobra decir el pedo que me saca y que en cuanto me doy cuenta que solo es este guey, regresa a mí la cordura y la calma y pienso “no mames, qué pinche susto”. Me relajo y la música me vuelve a atrapar y vuelvo a cerrar los ojos para seguir mezclándome con la melodía pero ahora esa melodía tiene sonidos huecos y gruñidos. Pienso que otra vez es el gigante que hace esos ruidos pero ahora siento ese sonido en mis entrañas. ¿Recuerdan que les había dicho que la salida natural de la pócima era en forma de vómito o diarrea? Como hasta ahora no había vomitado, yo pensé que iba a ser “uno de esos suertudos que no vomitan” y sí, nunca vomité, a mí me tocó la otra forma de purga, gracias.
Era irremediable que debía correr al baño. En-ese-momento. Afortunadamente, había guardado toda mi energía por haber estar acostado durante toda la ceremonia así que pude levantarme rápido y salir disparado. El caminar hacia el baño fue una especie de peregrinación en cámara lenta en donde veía como mis brazos se repetían en cada vaivén que daban. Veía mis manos repetirse mil veces. Pero mi concentración y mi atención no debían estar en la multiplicidad de mis extremidades sino en mis intestinos. Así que hice lo que debía hacer y regresé al círculo de contención.
Me volví a acostar. Se volvió a aparecer el gigante. Volví a escuchar los sonidos de mis entrañas. Volví a correr a desalojar todo lo que le hacía daño a mi alma. Esto se repitió 4 veces más.
Regresé a acostarme justo en el momento que estaba empezando el segundo ritual: La ofrenda Andina a la que ya no puse atención porque físicamente estaba hecho un guiñapo. Lo único que pude escuchar fue:
“Ahora les vamos a dar a probar esta medicina ancestral. Son unas gotas que se ponen en los ojos y que les van a hacer la visión mucho más clara, van a ver todo mucho más nítido y eso les va a enaltecer la experiencia”.
A esas alturas de la noche ya estaba tan inmerso que pensé  “qué más puede pasar” chinguesumadre, que me las pongan.
“Arden un poco, pero no te concentres en el dolor sino en la luz que te va dar cada una de las gotas para que tu experiencia sea más nítida” – me dijo la ayudante del guía mientras dejaba caer el líquido sobre mi retina.
¡Laputamadrequeteparióhijadelachingada! eso fue lo que pensé por  que nos habían dicho que no podíamos hablar durante toda la ceremonia. ¡La recontra puta madre que te mil mierdas parió!
El ardor que tenía en ese momento era como si me hubieran untado catorce mil chiles habaneros en las pupilas. Me daban ganas de arrancarme los ojos. Me voy a quedar ciego, me lleva la chingada, me voy a quedar ciego. Y el ardor no se me quitaba y lejos de “ver mejor” el ardor me obligaba a apretar los ojos y esto solo hacía que me ardieran más. Litros de lágrimas salían de mis ojos y yo solo me los tapaba con las palmas de las manos. Lo único bueno fue que el ardor era tan intenso, que todos mis sentidos se enfocaron solo en eso: en el ardor. Diarrea olvidada, entumecimiento olvidado, frío olvidado.
Terminó el ardor y al menos yo, no sentí ninguna diferencia en mi visión.
Creo que ahí fue cuando mi cuerpo se rindió por completo. Me volví a recostar y al parecer me quedé dormido porque no recuerdo haber escuchado que nos llamaran para reunirnos al centro del salón y ser parte de la última ofrenda. La especial. La budista. Abrí los ojos justo para escuchar las intenciones de la ofrenda y el desarrollo de la misma. Los veía desde mi lugar en posición fetal, completamente destruido.
¡Un escorpión!
Fue el grito que espetó el guía a mitad de la ceremonia y vi como todos se incorporaban cada uno a su propio torpe ritmo.
¡No mames, qué loco!
Bueno, es la primera vez que me pasa, de alguna manera se tenía que manifestar nuestro maestro del himalaya.
¡Woooooow! Qué honor haber presenciado esto!
Aquí fue cuando me dí cuenta que ya no tenía ningún efecto de la medicina encima porque estuve a punto de gritarles a todos que sí, una opción era que el maestro budista se había materializado y había salido de la ofrenda en forma de escorpión, o que estábamos a unos pasos de un jardín de 400 metros y que probablemente, solo probablemente se habría podido meter un puto alacrán buscando el calor de las velas, el olor del copal y aprovechando que estábamos en la puta penumbra y que más valía que buscáramos a la parejita del arácnido para que no nos fuera a picar y nos fuera a mandar al hospital PERO, me callé el hocico y no dije absolutamente nada, en parte porque qué hueva ser el escéptico del grupo y en parte porque yo había aceptado inbuirme en la experiencia al 100% y aceptarla con respeto y humildad so…
Dieron las siete de la mañana, hicimos una fogata en el jardín para quemar todas la intenciones de la ofrenda budista y recibir una última limpia de nuestro guía.
Podemos ir en paz. La ceremonia ha terminado.
Y sí. Me fui muy en paz. En el camino a casa ni siquiera pude prender el radio del coche. Todo era demasiado ruidoso para mí. Me sentía flotando. Con una tranquilidad indescriptible. Mi esposa me dijo que mee veía lento. Yo me sentía perfectamente, sereno, imperturbable.
Al día siguiente sentía que me moría. Me quise levantar pero no pude. De hecho tenía un dolor tan intenso por todo el cuerpo que lo único que pude hacer fue tomarme dos tylenols de un gramo y regresarme a dormir. Nunca me había sentido tan mal, con tan poca energía, con tan pocas ganas de moverme, de respirar, de vivir. Era como si me hubiera aventado 10 rounds con el canelo. Ese día dormí 16 horas.
Hoy puedo decir que ya estoy bien. Que ya soy Luis. Que me resetearon el Windows, que ya regresó todo a la normalidad y que mi experiencia con la abuela ha sido muy pero muy fuerte.
Puedo afirmar que lo que me tocó fue mucho más físico que espiritual. De hecho, me atrevo a decir que no tuvo nada de espiritual. Lo poco que tuvo de lindo y ensoñador, fue meramente sensorial.
Si me preguntaran ¿lo recomiendas? Respondería “si te va a tocar una experiencia como la mía, no. Pero quién sabe, cada cabeza es un mundo y tal vez a ti te paso algo maravilloso e iluminador”.
Los que saben afirman que “lo que me pasó es justo lo que la abuela sabía que necesitaba”. Yo digo que, con todo respeto a la abuela y a todos aquellos fieles que la consultan, cualquier cosa puede ser “el designio de la planta”. Así como la materialización del escorpión. Pudo meterse un gato, un pájaro o una mantis religiosa, TODO hubiera sido una justificación de la medicina.
No fue una experiencia reveladora, no encontré nada nuevo, no es algo que me cambió la vida: repito, hasta hoy. Tal vez en el tiempo esas imágenes se esclarezcan y tenga una mejor idea de algo que debiera mejorar como persona.
En todo caso es algo que ya no me van a contar. Es algo que ya hice y les firmo, es algo que no vuelvo a hacer.
Feliz jueves tengan todos.
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laestoica · 1 year
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Creo que si algo nos caracteriza a quienes vivimos en Tumblr es la búsqueda: de sentido, identidad, empatía, significado, comprensión...
Buscamos sin poder encontrarnos.
Acabo de terminar este libro, de los más significativos en mi vida.
Hace dos años comencé a escuchar el podcast "El Estoico", de Pepe García, y me dió un esquema bastante sencillo y accesible sobre el estoicismo, pero poco a poco Pepe comenzó a convertirse paradójicamente en un mero producto.
Leí a Epicteto, a Marco Aurelio y a Séneca.
Obviamente Ryan Holiday me guiñó el ojo, pero bastó con ver los precios de sus libros y leer un poco de su biografía para saber que utilizaba el estoicismo como si fuera una marca.
Inevitablemente, llegué a Massimo Pigliucci, escuchaba su podcast, entrevistas, conferencias, etc. En casa me bromeaban porque todo el tiempo estaba escuchándolo o viendo su videos, me encantaba. Comencé a leer "Cómo ser un Estoico" pero algo me incomodaba, con el tiempo comprendí que aunque no se tratara de un libro de superación personal, también era un texto regurgitado.
Hasta que llegué a William Irvine. Éste es un libro sustancioso, con fundamentos filosóficos, un esquema lógico plagado de referencias, pero dirigido a lxs no filósofxs, aquellxs que buscamos una filosofía de vida alejada de la religión y la mística. Y fue aquí donde me encontré. Se los recomiendo de todo corazón.
Medito y practico mindfulness desde el 2020, un año después comencé a interesarme en el estoicismo e intentar aplicarlo intermitentemente, pero fue apenas hace unos meses que lo tomé en serio y finalmente estoy comenzando a experimentar una vida plena y serena.
En mi juventud, me apodaban Daria y yo me sentía orgullosa, pensaba que se trataba de una personalidad excepcional, una chica inteligente, distinta a las masas. Pero ¿qué sentido tiene ser inteligente e infeliz? Eso no es una virtud, es una reverenda estupidez.
Viví deprimida desde mi infancia. Después de una inmensa travesía, por fin, a los 30 años comencé un tratamiento psiquiátrico, posteriormente me diagnosticaron TLP y TDAH. En unos años logré salir de la depresión, aunque su esencia ya era parte de mí. Probé con la terapia psicológica en varias ocasiones y hoy sé que nunca más lo volvería a hacer.
Soy alcohólica, fumé mota durante distintos periodos de mi vida, la Ayahuasca me hizo ojitos, me obsesioné con el erotismo, probé con el tarot y la astrología, pero nada me complacía.
En mi insaciabilidad, llegué al punto de abandonar a mi familia, me arriesgué y lo perdí todo, me quedé sin hogar, sin sustento y aún sin motivos para vivir.
Pero el estoicismo me ha cambiado, hoy amo mi vida, cada persona con la que cuento, los momentos, las oportunidades, el viento, la luz, los sonidos... Todos y cada uno de los elementos que me conforman.
Por supuesto no estoy 100% complacida y no soy perfecta, pero dejé de buscar y me esfuerzo a cada momento por disfrutar lo efímero de mi existencia. Nunca creí leerme de una forma tan positiva, pero el día llegó y me siento serena.
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davidsoto666 · 1 year
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"EL GLOTÓN ESPIRITUAL..."
Va de una "ceremonia de Ayahuasca" a un "ritual de Cacao", luego se programa para ir a los Hongos, a una "dancita de X ó Y no duda en ir a atiborrarse de Peyote si "juan de las cuerdas" lo invita a Wirikuta y de regreso una sudadita en el temazcal de la comadre o del 'primo de un amigo' que tomo cursos 'Online'" y para "hacer contacto" ó "relajarse" se fuma su churro viendo la puesta de Sol o va al Rapé, al Yopo y por que no, un baño sónico de vez en cuando... termina en el sapo alucinógeno... es la banalización de lo Sagrado, la nimiedad de lo Divino que no conlleva ninguna Responsabilidad, es la 'comodidad' que no implica Disciplina ó Estudio, por eso sale de todas estas cosas igual que como entra y su vida no da cuenta de llevar un Camino Espiritual. Es la sociedad de consumo que no tiene límites y que extravía o confunde a seguidores sinceros. Vaya tiempo que estamos viviendo
¿Qué dirían los Guardianes de las Grandes Culturas si vieran como hoy se profanan sus Sacramentos?
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medusaabierta · 2 years
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Yo también fui parte de ese mundo callejero, donde abundaba la weed, el alcohol, los vasos locos, el buen trip, el hacer amigos en conciertos, el trepar paredes, el no tenerle miedo a nada, el ser rebelde con mis padres, escaparme por la ventana, mandar a todos al carajo, el gastarme la plata con los panas, el tomar en pilchis, en reconocerte, el perderte en puentes, caminar de madrugada por bosques llenos de espinos, lodo y muerte, el huir de toros, bajar montañas arrastrándote, fui parte de aquellos miradores, donde ameritaba pegarse un porro con una cervecita o un buen calimochito, fui parte de esos viajes extraños por ríos desconcertados donde terminabas en un ritual de ayahuasca, de conocer gente buen dato que te cambiaba el pensamiento, de protestar, de manchar paredes, buses y todo lo que se pueda rayar, de pelear, de gritar de jamás fingir ser alguien que no soy y de caerle bien a medio mundo porque al entero no se pudo, de escribir huevadas, de hueviar, recibir terapia, de los cortes, alegrias y tristezas, todo fue bueno, como cuando comimos 10 panes cada una con quesito y cafecito, todas y cada una de las personas que recorrieron mi vida y todas y aquellas personas que yo recorrí, y sentí su vibra, y cambie ritmos y aceleré pulsos. Por todo eso y más SALUTE como decía un amiguito rapero.
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g-iovanni · 2 years
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#intervención 11: un amigo de oro.
ALUMNO: gianluca giovanni. @lacupulaint
Giovanni siente que está en una entrevista de televisión. Nunca fue a terapia, no encontrándole las razones. Cuando tuvo problemas conforme a la interpretación de su música (es decir, esos bloqueos artísticos que tanto duelen), consumió peyote y ayahuasca, por lo que sus creencias están desparramadas más bien por otro lado. De todos modos, da igual: él siente que se encuentra en un programa, en una escenografía montada, y que puede aprovechar la terapia. Se pasa las manos por el cabello que peinó parsimoniosamente antes de venir y elige recostarse en el diván como lo hacen en las películas. Mira a Linda Wallace un momento antes de entrecruzar los dedos a la altura del regazo y mirar el techo blanco de la habitación donde trabaja la consejera. 
¿Cómo te sientes en este momento?
Frunce los labios entonces, pensativo. Quisiera contarle acerca de su suerte en Italia, pero no es capaz de declarar sobre un acontecimiento tan tarumático como ese. Es decir, no le hablará de lo que sucedió en Nápoles antes de venir a Alabaster y muchísimo menos la amenaza explícita que se le dio antes de anunciAr su improvisado retiro, elegir una universidad, pagar la matrícula y largarse del país con un par de valijas, fotografías familiares y sus regalos favoritos hechos por sus admiradoras enardecidas, incluidos los de la presidenta y vice presidenta del fansclub. No lo hará por deseo de mantener intacto su pescuezo y porque tampoco quiere poner en peligro a la consejera, que no le ha hecho nada malo. Además, si se lo hiciera, Giovanni no es un hombre vengativo. —Oh, bueno.  —Dice, y una sonrisa nerviosa se le escapa al de ojos verdes.  —Un poco extraño. A los ocho años me empezaron a decir Giovanni y aquí me convertí en Gianluca nuevamente.  —Entorna un tanto los ojos, pensativo. Le cuesta girarse y darse por aludido cuando le dicen Gianluca, es la verdad, después de toda una vida entera siendo Giovanni en  ese logotipo de letras rojas y góticas bastante decoradas.  
Ya veo, ese es tu apellido. ¿Así te llamaban en el colegio?
—También. Pero es que en Italia yo era cantautor.  —Bueno, como cantante, pero a él le gusta sentirse cantor y cantautor, porque son dos cosas que le recuerdan a los cantantes folclóricos de protesta y a los verdaderos nombres de la música. Sin embargo, a Giovanni nunca se le permitió tener verdadera soltura a la hora de cantar, o a la hora de escribir, o a la hora de enunciar.  —Y ocasionalmente actor.  —Aunque siempre elegían los mismos papeles para él: un chico sencillo y  un romántico empedernido con una bella guitarra acústica. Un poco como en la vida real, porque Giovanni no es un gran actor sino que sólo tiene una mirada vistosa para las cámaras.  —Yo sufrí mucho por mi carrera.  —Adquiere una connotación triste cuando lo dice, incluso si no piensa exactamente en la infancia criado en Scampia, entre crimen y desocupación, siendo el único chico del barrio que tenía sueños de convertirse en una superestrella musical.  —Me hice famoso de muy chico. Me apodaron la luz de Italia. 
¿Y qué sucedió?
—Bueno...  —Empieza, y ahí se incorpora y queda sentado en el sillón. Endereza la espalda, perfecciona un poco la pose que lleva y frunce los labios un momento, pensativo. No va a decir que vivió una historia totalmente cliché de amor prohibido, pero un poco tiene ganas de contarle cuánto extraña a su ex novia, que en realidad fue el amor de toda su vida porque era una chica de su barrio que le gustaba a los ocho años y que conquistó a los veintidós, difícil tarea: logró conquistar escenarios, provincias, casas de alta costur y demás tonterías antes que a ella, Giovanni contratado por su padre para tocar en eventos y tretas desde hacía mucho tiempo. El de veinticuatro, que de más grande se mudó a Milán y tuvo algunas casas por acá y por allá en Roma y La Toscana, iba a Nápoles en cada oportunidad, porque nunca perdió los lazos que tenía con sus amistades y con sus vecinos, incluso si estos no eran buena gente.  —Me rompieron el corazón. —Admite. —Y perdí la inspiración.  —Que no es mentira. Giovanni está bastante cansado y tiene ganas de convertirse en un angelino hecho y derecho, ponerse una discográfica o una productora en West Hollywood y olvidarse de absolutamente cualquier sufrimiento. Además, estaba cansado de ser controlado. Sólo se siente mal por sus fans, a quiénes ama, pero es cobarde y ahora sus redes sociales son manejadas por su mánager.  —Di mi último concierto, anuncié mi retiro y me vine acá. Y creo que no podré perdonármelo nunca. —Suspira, teleteatro total incluso si él lo siente así. —Cuando fui a Italia estas vacaciones, después de la terrible pelea en nuestra fiesta de Vermilion—dice —, tuve necesidad de regresar a mi hogar a ver cómo estaba. Pero fui con muchos guardias —es sincero. —e hice desenchufar todas las televisiones —es una confesión verborrágica —porque me da vergüenza saber lo que dice la prensa de mí.
¿Podrías nombrar una o más emociones recurrentes en las últimas semanas?
—Vergüenza.   —Dice primeramente, y otra exhalación abandona su cuerpo.  —Tedio, miedo, desesperanza.  —Y la observa, a ver si empieza a anotarlo en una hoja. A Giovanni le parece muy importante, y que necesita ser tomado en cuenta. De todos modos, se guarda todas las demás cosas. —Y aburrimiento. La verdad es que me divertí mucho en Milán. Extrañaba las fiestas y fumar habanos con mis conocidos.  
¿De qué manera te afectó la muerte de Anastasia?
—Terriblemente. —Es sincero.  —Anastasia era una gran chica. Además, también era bruja. 
¿Tienes apoyos dentro de Alabaster?
—Sí, por supuesto.  —Sonríe.  —Hay gente muy buena. Pero nadie como Raffaela Carrá. Ella era mi mentora, y yo la adoraba profundamente.  —Está un poco triste al pensarlo. Giovanni la amaba, conociéndola de muy chico en un programa que ella transmitía y donde él tocó en una de sus primeras apariciones. Si bien la controversia nunca faltó, puesto a que Raffaela le convidaba cigarrillos detrás de escenas y lo instaba a ser un cantante con postura política, Giovanni siempre la quiso como a una madrina. Era tan cercano a él como a su madre. 
¿Sientes que te cuesta confiar en los demás?
—Al contrario. —Acaso estuviera librándose de pecados, Giovanni suspira.  —Yo confío y demasiado. 
¿Cuándo fue la última vez que lloraste o te desahogaste?
—Oh. Hace días. —Y quiere buscar un pañuelo o algo para limpiarse los mocos, porque siente que va a quebrarse de nuevo.  —El Nápoles le hizo cinco a uno a la Juventus.  —Pero nada como el llanto que tuvo en Milán cuando manejaba sólo en un Mini Cooper alquilado y la gente lo reconocía en las veredas y quería tirarse contra el auto. Se desesperó mucho, no sabe cómo abordarlo ahora que se retiró, así que devolvió el auto y pidió uno con vidriospolarizados y una escolta de cinco hombres.
¿Te preocupa algo en este momento?
—Ser asesinado.  —Pero no exactamente por el asesino de Alabaster, si no por su ex suegro.
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rocioolvera · 2 years
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Que se note tu Reiki
Que se te note tu ayahuasca
Que se te note tu kamboo
Que se te note tu yoga
Que se te note tus honguitos
Que se te note tu tepezcohuite
Que se te note tu cristianismo
Que se te note tu catolicismo
Que se note tu hikuri
Que se te note tu budismo
Que se te note tu hinduismo
Que se te note tu espiritualismo
Que se te note tu ayuno
Que se te note tu danza solar
Que se te note tu búsqueda de visión
Que se te note tu ateísmo
Que brille tu medicina en ese canal de luz que eres
En donde?
En el silencio de tus acciones
En la dulzura de tu palabra
En la transformación de tu pensamiento
En el compartir con tu familia
En el accionar compasivo con tu prójimo
En el respeto por todas las formas de pensamiento diferente
En la búsqueda de la Unidad
En la paciencia que estamos aprendiendo todos
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luisfelizalde · 2 years
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Qué mal pedo.
Estaba recordando con unos amigos esta anécdota que viví hace muchos años y como ejercicio literario, decidí plasmarla hoy acá para el disfrute de algunos y que sirva de lección para nuevas generaciones.
No quiero que se mal interprete este texto y se me tilde de toxicómano, dada mi crónica de hace un par de semanas en donde les conté mi experiencia con la ayahuasca.
Y lo digo porque esta anécdota tiene que ver con una experiencia de un servidor con la cannabis sativa a.k.a “motita”.
Así que no crean que tengo una afición por las sustancias alucinógenas, simplemente resulta que sí, soy un alma curiosa y me gusta experimentar. No me gusta que me cuenten nada. Quiero tener la experiencia de primera mano. Dirían los planners que soy no un “trendsetter” sino un “early adopter”. 
Así que bueno, la historia va como sigue: resulta que hace muchos años cuando era mucho más joven (nótese el mucho más) hacía mis prácticas profesionales en Televisión Azteca, claro, cuando no se llamaba así, sino Imevisión.
Mi tarea era redactar los textos de las cápsulas promocionales de todos los programas de canal 7 y 13. Mis pininos como redactor y mis pininos de tolerancia a la frustración de que me hicieran escribir y re escribir una misma cápsula setescientas veces porque "no le gustaban al choco", mi jefe y el director del departamento de producción o porque no le parecían "adecuadas para el programa o para la audiencia". Según yo eran geniales todas.
El caso es que tenía un compañero de prácticas. No era mi dupla porque no dependíamos uno del otro, pero de alguna manera sí trabajábamos juntos haciendo lo mismo, solo que claro, programas y cápsulas distintas.
No recuerdo su nombre, lo que sí recuerdo es que era un pachecazo de primera. Todo el día estaba fumando mota. No era algo que me espantara o me sacara de onda, simplemente, como soy muy ñoño y me tomaba muy en serio mi trabajo me parecía que no estar en mis cinco sentidos para hacerlo era un despropósito total.
Todos los días cuando llegaba al departamento de promoción, él me buscaba con la mirada, me veía con la ceja levantada a lo James Bond, ladeaba un poco la cara y me echaba el silbidito clásico en volumen muy bajito mientras me guiñanba el ojo y me enseñaba el envase de un rollo fotográfico en donde era obvio "que traía la mercancía".
"Vamos a darnos un toque padrino"
Paso, gracias, tengo un chingo de cápsulas que hacer.
Y este era el modus operandi de casi todos los días. Digo casi, porque había veces en donde sí aceptaba la oferta de mi drogodependiente compañero y le daba unos jalones al churro que traía. Era entonces cuando nos íbamos a los foros a "hacer investigación de las grabaciones de los programas" para escribir nuestras cápsulas.
Siempre terminábamos en el foro de "en tienda y trastienda" donde no podíamos aguantar la risa, sin importar que lo que dijeran Victor Trujillo y Ausencio Cruz fuera divertido o no. Eramos el público agradecido y a ellos no les parecía molestar que "los chavos de promoción" disfrutaran tanto de su charla.
Pero me estoy desviando. Resulta que uno de esos días en donde acepté quemarle las patas al diablo, fue un poco diferente. Cuando digo diferente me refiero a que la pinche mota estaba súper perra. Al grado que apenas pude trabajar de lo puesto que estaba. Y por si eso fuera poco, habíamos hecho nuestro ritual muy cerca de la hora de salida y todavía estaba totalmente estupidizado para las 3 de la tarde, hora en la que había quedado de ver a mi madre en su restaurante para comer.
Así que decidí hacer una parada de emergencia en el McDonalds más cercano para comer algo y ver si me ayudaba a estar un poquito menos pendejo, ya que si llegaba en esas condiciones con mi progenitora, nadie me salvaba de la putiza que, con toda razón me iba a propinar.
Me pedí una hamburguesa unas papas y un refresco y me fui al piso de arriba a refugiarme del barullo de todos los niños que normalmente llenan este tipo de lugares. En realidad no recuerdo que día era pero también la parte de arriba estaba atestada de chiquilines gritando y corriendo por todo el pinche lugar. De todas formas estaba yo tan desconectado del momento que en realidad no me importó tanto así que me senté en una mesita individual y comencé a engullir mis alimentos de una manera más o menos autómata.
Y de pronto, como es natural en cualquier ser humano, sentí la necesidad de soltar un pequeño gas intestinal, así que hice lo que cualquiera haría. Inclinarme un poquito de lado, para dejar salir de manera discreta aquella emanación que molestaba a mi persona.
Y que me cago.
Así, sin vuelta. Popó. Poposita. Caca.
Se imaginarán el tamaño de mis ojos al sentir esa sensación en mi ropa interior y mis pantalones. Inmediatamente quedé perplejo. Era como un tótem. No me permitía moverme ni un milímetro. Ya había acabado mis alimentos y simplemente ahora trataba de pensar qué era lo que debía hacer. ¿Cuál es el siguiente movimiento? Mientras no me levantara todo iba a estar bien. ¿o no?
Después de la primera hora ya mi presencia inmóvil empezaba a ser sospechosa no solo en los niños y los papás que los acompañaban sino hasta a los trabajadores del restaurant, específicamente el chico que se acercó a quererse llevar mi charola vacía y al cual, desde la distancia y con mi dedo índice, mi brazo estirado y apuntándole directamente a la cara, le hice la indicación clara de que no se atreviera a acercarse ni un centímetro.
Para entonces pensaba en el olor. ¿Sería muy obvio la emanación del miamsa? No podría estar ahí más tiempo sin delatarme de manera obvia.
Otra hora pasó y tome la decisión de lo inevitable. Pararme de la silla e ir a ver el recuento de los daños al baño. No había de otra. No había escapatoria. Era lo que se tenía que hacer.
Así que me levanté decididamente y en un segundo ya estaba de espaldas hacia la pared. Obviamente había tenido dos horas para dilucidar la ubicación del baño, de toda suerte que ya sabía hacia a dónde deslizarme lentamente sin despertar ninguna sospecha.
Claro que un adulto pegado a la pared de McDonald´s deslizándose al baño es algo que de todas formas es sospechosísimo, pero en ese momento mi mente no daba para esa calidad de análisis. Yo lo único que quería es que nadie viera la parte posterior de mi cuerpo y el desastre que mi esfínter había provocado en mis jeans.
Poco a poco con movimientos felinos logré llegar al baño y me encerré en un compartimento para revisar el desaguisado. Me desabroché el cinturón, bajé el pantalón lentamente, luego la ropa interior y...
No había absolutamente nada.
N-A-D-A
Todo mi mal viaje de haberme cagado en los calzones había sido eso. Un mal viaje. Me había echado hacía dos horas simplemente un inocente pedito, que se había convertido en una pesadilla escatológica. Un pedito que había pensado que llegaba con todo y escolta cuando en realidad no había pasado nada.
Justo dije al principio que escribía esto como disfrute para algunos y como lección para otros. Creo que se sobre entiende la parte del entretenimiento y también la lección de que las drogas a veces nos pueden hacer una mala jugada, que a veces las drogas nos pueden sacar un muy mal pedo.
Literal.
Buen jueves tengan todos.
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EL SANAR DE MIS LLAGAS
Un Poema de Poe al día como medicina para el alma. Cual ayahuasca… Cual regurgitar de un insidioso Pathos… Cual expurgo de ese incognoscible pecado original ceñido a nosotros por hermoso hilo de plata; malévola compañía desde que vinimos por primera vez al mundo –nosotros la trajimos al mundo, de nada somos inocentes–, y, quizás, una segunda vez (venir al mundo), ¿una tercera?, y por qué no una cuarta… Un Cuarto Mundo…  Una Quincuagésima-segunda Tierra… Esferas… Esferas y música…  and so on and so forth. –Hoy empecé y terminé una. Pero, ¿y de acabarse las Poesías de Poe? –Pues berrinches y destrozos, y pequeños cristales en las encías. –¿Repetirlas, quizás? –¿En siclos ad eternum? ¿No sabéis que todas las cosas se desgastan, se corroen y se erosionan? –Escuchad: Poe hace glorias y maravillas con lo desgastado, lo ruinoso, lo que está ahí y parece no ser... lo no ser… los no ser… lo adyacente –aledaño pero invisible–, ¿lo inmundo?, ¿los mundos?,  lo Aberrante [y sonríe con malignidad]. –Te doy la razón y te doy las Gracias (si son mías para dártelas). Esta noche me has convencido: a lo Aberrante hemos de ir. Si no, será el vacío, y de tanta extensa contemplación, en monstruos nos convertiremos. ¡Y al olvido lo olvidaremos! ¡Así de simple! ¡Así de contundente! [y golpea la mesa]. –Y brindo: “sin principio ni fin”, como dice el autor, como dice la canción, como dice ese aquel que no soy yo, esa aquella que no soy yo, que debe saber aquello que no sé yo.
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 #AmigosInolvidables
📖 “LAS TRES MITADES DE INO MOXO [y otros Brujos de la Amazonía]”🌎📇🌳👀
🗯 La publicación nos presenta una historia, de Aliento Épico, donde la Travesía que llevó al autor a conocer a Ino Moxo, Don Manuel Córdova, Brujo de Brujos, que libra del exterminio a los Nativos Amazónicos del Gran Pajonal. Con aliento épico, se Incorporan a la narración muchos sonidos y saberes con la finalidad de indagar en la memoria de ese universo vasto y polifónico que es la Amazonía. el vehículo para llevar a cabo esta búsqueda es el Ayahuasca, la liana del muerto, que es una puerta para entrar en diversos mundos, para vivir en miles de rostros. Así, realiza un viaje hacia sí mismo y hacia esos miles de rostros que son las diversas caras del Perú: el Mundo Amazónico, el Andino, el Costeño y el Afroperuano. Este Viaje Es el Testimonio de un Poeta, un Visionario.
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✍️ Autor:César Calvo
👥 Comentarios: Robert Baca, Giuliana Vidarte y Víctor Ruiz
© Editorial: Seix Barral.
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📌 PRESENTACIÓN DEL LIBRO:
📆 Miércoles 04 de Setiembre
🕖 7:00pm.
🏫 Librería Sur (av. Felipe Pardo y Aliaga 683 – San Isidro)
🚶‍♀️🚶‍♂️ Ingreso libre 
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lusangelma · 2 months
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Que se te note tu ayahuasca
Que se te note tu kamboo
Que se te note tu yoga
Que se te noten tus honguitos
Que se te note tu tepezcohuite
Que se te note tu cristianismo
Que se te note tu catolicismo
Que se note tu hikuri
Que se te note tu budismo
Que se te note tu hinduismo
Que se te note tu espiritualismo
Que se te note tu ayuno
Que se te note tu danza solar
Que se te note tu búsqueda de visión
Que brille tu medicina en ese canal de luz que eres
¿En donde?
En el silencio de tus acciones
En la dulzura de tu palabra
En la transformación de tu pensamiento
En el compartir con tu familia
En el accionar compasivo con tu prójimo
En el respeto por todas las formas de pensamiento diferente
En el respeto a todas las formas de vida
En la paciencia
En la búsqueda de la Unidad
Empatia y amor
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mujermedicinazenu · 3 months
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Yagé: El peligro de la comercialización de una tradición.
Por: Judit Alonso. La apropiación de la medicina sagrada del yagé o la ayahuasca para la cura de enfermedades neurodegenerativas inquieta a las comunidades amazónicas en Colombia, quienes ven sus saberes amenazados. “Los ingas, los kofanes y los sionas de Colombia somos de la cultura del yagé, que es la base fundamental de nuestra espiritualidad”, relata Gabriel Muyuy, líder Inga de…
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lobokraken · 4 months
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no fue una alucinacion pero tampoco me lo imagine
22 diciembre 2023 me puse a meditar para frenar la mierda
Empece a tener una imagen de mi caminando hacia churchfields, subiendo la cuesta y de repente senti todo destruyendose alrededor mia. Senti como que algo me tiraba desde atras hacia otro lado y entonces apareci en el espacio siendo absorvida por un agujero negro mientras el sol moria apagando nuestro planeta. Una voz dijo en ese momento -Bueno ahora sigue por donde lo dejaste, solo disfruta esta vida el mañana no existe.
Si tengo estas visiones o imaginaciones tan jodidamente fuertes... el caso es que son tan vivos que no puedo llamarlo imaginacion pero tampoco visiones, es una mezcla de ambas. El caso es que siento cosas asi de la nada sin ni siquiera tomar drogas no quiero imaginar lo que podria pasar en mi mente si algun dia las tomo. Quiero experimentar la ayahuasca igualmente algun dia, o tomar algun hongo igual me muero.
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elsugarkid · 5 months
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Siempre he sentido mi vida como estar dentro de un tren, en cada estación suben personas y en la siguiente bajan, pero ¿por qué nadie se queda hasta el final conmigo?. Tengo errores pero creo que mis virtudes son más, ¿que estoy haciendo mal?, siempre traté de mostrar que tengo una buena autoestima cuando en verdad no la tengo, en el fondo me siento feo, de malos gustos, que no encajo, pero aún así doy una sonrisa, siempre he tenido depresión, he ido al psicologo, psiquiatra, tratamiento con ayahuasca, pero nada sirve, lo unico que hago es seguir luchando aunque duela, pero no entiendo porque nadie se queda si pese a todo siempre saco una maldita sonrisa. Me estoy muriendo por dentro, y escribir y saber que nadie me va a leer es algo que puede desahogar mi dolor, y peor cuando después de tener un día de mierda vuelvo a casa y no tengo a nadie quién me reciba, y contarle mis problemas. Nadie absolutamente nadie me pregunta, ¿como estas emocionalmente?, porque tengo la maldita costumbre de hacer reir a las personas y mostrarme fuerte cuando por dentro estoy muy jodido.
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relatosep · 5 months
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RELATOS DEL SUPRACONSCIENTE
Escrito en el eclipse del 8 de abril de 2024
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Luego de la experiencia vivida en "Mendoza perdida", no volví a soñar con mi amada del inconsciente. Ya no la esperaría; la solté, la solté para un comienzo tardío. 
Pasaron un par de meses y, para el solsticio de diciembre, asistí a una ceremonia cerca de la Mitad del Mundo. Se compartió medicina de la madre del Uku Pacha, brebaje Ayahuasca. A pesar de que ya había participado anteriormente en este tipo de rituales, este en particular me parecía especial, sobre todo en la forma en que se estaba llevando la ceremonia. Contaba con ciertos protocolos muy nuevos para mí.
Cerca de la medianoche, se sirvió la medicina en su forma líquida. La bebimos y, para algunos, fue grato saber que podíamos acceder a otra dosis. Sin dudarlo, me serví seguidamente otro pilche. La noche oscurecía las pupilas de los ceremoniantes; se iban dilatando para reflejar en ellas la luz del sol sembrado en la tierra. Entre una leve chuma, miraba cómo cada uno se iba montando en su vuelo sin que llegara el mío.
A las 3 am me levanté del lugar que ocupaba frente al fuego y me dirigí hacia donde el tayta, que sostenía la ceremonia. Me observó mientras me acercaba y me preguntó: "¿Estás bien?". Le comenté que me gustaría completar mi proceso y le pedí más medicina. Pudo constatar mi tolerancia, pues era quizás el único que estaba en un estado medianamente sobrio a esa hora. 
Sacó un frasco grande, introdujo una enorme cuchara de madera y la sacó colmada de miel de Yagé (extracto en estado meloso del concentrado de la Ayahuasca), para luego llevarme a la boca el espeso carácter de la planta. 
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Su sabor dulce y terroso me supo a madre, a madre enérgica pero amorosa, y ante el fuego de a poco la iba tragando, me voy perdiendo del tiempo espacio, espero a que me susurre sus historias.
No tardé en entrar en un estado inquietante, la muerte se hacía presente al tiempo que mi inconsciente trataba de encontrarse entre mi propia oscuridad. Sudaba, me palpitaba el corazón y entre ojos aguados podía observar como las energías zoo totémicas se manifestaban entre los que estábamos presentes, figuraba un lobo en el compa que estaba sentado a mi izquierda, un oso, los monitos eran todos aquellos que asistían con música y sahumerio. Sorprendido y aturdido por el estado de muerte en el que me encontraba, estado que cada vez se tornaba más intenso, logro al fin ensimismar mis pensamientos y mientras me observo el oscuro, empiezo de manera involuntaria a frotar el dedo índigo de mi mano izquierda de manera un tanto brusca y cuando caigo en cuenta de mi acción, resuelvo parar, y al mirar mi dedo empiezan a saltar recuerdos de la niñez en torno a este miembro.
Recordaba cómo, a la edad de 8 años, jugando básquet, me torcí el dedo y, mientras me frotaba por el dolor, me preguntaba el motivo de por qué tenía este dedo chueco. Es así que hacia presión hacia el lado contrario de la curvatura, ingenuamente queriendo arreglar el desvío, como queriendo borrar la huella de aquello que lo provocó. Luego, recuerdo que en épocas de mi adolescencia me llegó un anillo de oro incrustado con una piedra negra. En aquel entonces mi mano era pequeña para esta joya, pero me atraía tanto que decidí portarla en el mismo dedo, ajustándola con cinta en la parte posterior del aro.
Al anillo lo llegué a conservar hasta ese mismo instante. Lo traía en uno de los bolsillos del abrigo que llevaba puesto en la noche de ceremonia. Inmediatamente se me atraviesa en mi memoria la imagen de una mujer... Nuevamente era ella, pero en este nuevo relato de mi inconsciente me mostraba una escena que antes no había presenciado en mis sueños pasados. Esta vez estaba muerta y, al verla en este estado, lloré más aún. La mujer que se me presentaba en sueños y la amaba, la había perdido en alguna vida pasada. La tristeza de pérdida me invadía, como si la experiencia la estuviera viviendo en ese mismo instante. Mientras lloraba desconsoladamente, mis compañeros de aquella noche sonreían por el regalo que había recibido, sin saber del dolor que me atravesaba el ser. Un obsequio revelador, pero muy doloroso, me decía a mí mismo.
Entre lágrimas y suspiros, el Sol llegó para cobijarnos con su luz y calor.
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Los días siguientes fueron como vivir una experiencia de duelo, lo era… ¿Quién fue? ¿Por qué y quién la mató? Eran las preguntas que me hacía mientras vivía el duelo por mi amada del inconsciente. Qué extraño, me decía; pero lo viví así y lo asumo.
Al fin de semana siguiente me encontraba compartiendo almohada con la mujer que me acompañaba en aquellas épocas y, como para terminar de contarme los sucesos de la semana pasada en medicina, volví a soñar con ella, esta vez sobrio.
Sueño: Por la mañana, me encuentro en la acera que daba frente a las puertas del proyecto de construcción de los túneles de Quito, sobre aquel entonces la nueva vía Occidental. Los túneles apenas estaban empezando a construirse. Me encuentro parado específicamente en el redondel de Miraflores. Mi hermana, junto con su compañero, pasa por mí en un carro de época cincuentera... "Pasaremos por alguien más", me dice mi hermana, y en el trayecto aborda el vehículo una mujer de unos cincuenta años. No le presto tanta atención y, cuando llegamos a la actual Plaza del Teatro, mi hermana me pide que le ayude a aquella mujer a descargar una caja y que luego pasarán nuevamente por mí.
Me bajé presto para brindar ayuda, tomé la caja y me dirigí a la casa esquinera diagonal al actual Teatro Sucre. Nunca había entrado a esta casa, me decía entre sueños. Mientras subía las escaleras de madera, varias personas con aspecto de estudiantes transitaban por el lugar. Cuando llegué a la segunda planta, pude evidenciar que en efecto el lugar era académico: tenía aulas, escritorios, bancas y demás. 
Pongo la caja donde ella me indica y me siento en un sillón. Enseguida observo cómo deja una carpeta sobre un escritorio y, mientras se dirige hacia mí, la empiezo a reconocer. Dudaba si era mi amada del inconsciente, aquella por la cual me decía hace unos días que ya la había soltado. Me mira fijamente con la sonrisa de las amantes, se sienta a mi lado y me dice: "Sí, soy yo. No te sorprendas, debo contarte algo". Emocionado, me inclino hacia uno de sus pies, retiro su zapato y, al mirarlos, los reconozco para constatar que era ella. Nuevamente pretende tranquilizarme y, mientras lo hace, un hombre de aspecto amenazante y de calle se acerca hacia la carpeta que mi amada había dejado sobre el escritorio. El hombre me mira, se asusta y sale apresurado del lugar. En ese momento mi emoción se transformó en ira y salí a buscar a aquel individuo. Al cruzar la puerta de calle, me encuentro con mi hermana frente a frente y me dice: "¿Ya hablaste con ella?". "Aún no", le respondo, y en medio de sentimientos encontrados le dije: "Es ella". "Sí", me contesta, y me empuja a que vuelva a verla porque tiene que decirme algo importante. Asentí e inmediatamente subí al aula donde la había abandonado. Cuando llegué, me encuentro con su cuerpo inerte sobre el piso. Lloré nuevamente, lloré desconsoladamente como en la ceremonia de la semana pasada. Mis lágrimas oníricas se materializan y así me desperté antes de que saliera el Sol.
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Mi compañera me consuela y, cuando al fin la luz se manifestó, le pedí que me acompañara a un lugar. Sin preguntar a dónde, fuimos. Mientras íbamos en camino hacia la casa donde por última vez vi a la mujer de los sueños, entre sollozos le iba relatando a mi compañera el sueño que había tenido. Antes de llegar, desayunamos en la cafetería Modelo, lugar que había frecuentado desde mi niñez.
Luego, con mucha curiosidad, llegamos a la casa. Entramos juntos por la misma puerta, enseguida podía reconocer las gradas, los cuartos, el techo, en fin, todo era igual que en mis sueños. Confuso, me senté sobre el sillón del pasillo.
Deseaba recordar más, quería entender este sueño, que pasó a ser un recuerdo, y mientras meditaba, se me acerca un señor de unos 70 años con mandil (odontólogo, que tenía su consultorio en uno de los cuartos de la casa). Me pregunta: "¿Qué necesitas? ¿Buscas algo?". Titubeante, resolví preguntarle si sabía la historia de la casa por los años cincuenta, inventando que estaba haciendo un trabajo de investigación al respecto. Con paciencia, cerró los ojos con gesto de hacer memoria, mientras por dentro me desmoronaba de la ansiedad. Luego de eternos segundos, me comenta que en aquellos tiempos en la casa funcionaba la Alianza Francesa… ¡Oh, no!, me decía. Otra coincidencia más confirmaba que aquel lugar era académico. Mi emoción aumentó y quise llorar, pero me contenía por temor de asustar con mi actitud a aquel amable señor. 
Las preguntas se me terminaron. Me despedí de mi anfitrión y salimos del lugar. Lejos de vivir el duelo como tal, llegué a entender que aquella experiencia onírica no era un sueño, era un relato, lo que me lleva a pensar que valida la teoría de que arrastramos pendientes de vidas pasadas. Me convencí de que es cierto que elegimos el lugar y las circunstancias de nuestro "renacimiento", una elección que el alma toma basada en la experiencia del inconsciente en vida material.
Esta experiencia me elevó a otras formas de transitar este presente; entender que soltar no es un acto para sanar, porque no estamos enfermos por amar; que perdonar tampoco es sanar, porque si alguien nos hizo daño tenemos derecho a no reprimir nuestras emociones, y eso no quiere decir que estemos enfermos. Decidí programar mi alma en amor y entendimiento e insertar el chip de no regreso, para no volver.
Gracias a la Santa Ayahuasca, a Mayra por llevarme a aquella ceremonia, gracias a la mujer que en alguna existencia fue mi amada de vida pasada, porque gracias a ella entendí que hay que desprenderse del dolor para partir.
Por Edi Pérez
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#dreams#sueños#ayahuasca#ceremonies#ceremony
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maestrosespirituales · 8 months
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Medicinas sagradas: rituales curativos revelados
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Durante siglos, las culturas indígenas de todo el mundo han utilizado plantas medicinales sagradas y rituales curativos como medio de crecimiento espiritual, curación física y equilibrio emocional. Estas prácticas, profundamente arraigadas en la tradición y la espiritualidad, ofrecen experiencias profundas que pueden conducir a la transformación y la iluminación. El papel de las plantas y hierbas sagradas en las prácticas curativas tradicionales Las plantas y hierbas sagradas desempeñan un papel crucial en las prácticas curativas tradicionales. Se cree que poseen potentes propiedades curativas que pueden tratar una variedad de dolencias físicas, emocionales y espirituales. Por ejemplo, la ayahuasca, una poderosa planta medicinal alucinógena, se utiliza en entornos ceremoniales para facilitar una profunda introspección espiritual y la curación emocional. De manera similar, los rituales de purificación del tabaco son una práctica común en muchas culturas indígenas. El tabaco es considerado una planta sagrada que puede limpiar el cuerpo y el espíritu de energías negativas. El manchado de salvia, otro ritual popular, implica quemar salvia para purificar un espacio o una persona, promoviendo la curación y la sabiduría. Consideraciones éticas y precauciones de seguridad en ceremonias de plantas medicinales Si bien el uso de plantas medicinales sagradas puede ofrecer profundas experiencias curativas, es esencial abordar estas prácticas con respeto y comprensión. Las consideraciones éticas incluyen respetar los orígenes culturales de estas prácticas, garantizar el abastecimiento sostenible de materiales vegetales y reconocer los riesgos potenciales asociados con su uso. Las precauciones de seguridad son igualmente importantes. Los participantes deben gozar de buena salud física y mental, y las ceremonias deben realizarse bajo la dirección de practicantes experimentados. También es fundamental prepararse adecuadamente para la experiencia, incluidas las preparaciones dietéticas y el establecimiento de intenciones claras. Buscando orientación y apoyo Participar en ceremonias de plantas medicinales sagradas puede ser una experiencia transformadora, pero es esencial buscar orientación y apoyo de profesionales conocedores y experimentados. Esto garantiza un compromiso seguro y respetuoso con estas poderosas prácticas curativas. En última instancia, las plantas medicinales sagradas y los rituales curativos ofrecen un camino único hacia la curación y el crecimiento espiritual. Sin embargo, se debe abordarlos con respeto, comprensión y diligencia debida para garantizar una experiencia segura y beneficiosa. Ya sea que esté buscando botanicas in chicago o un Centro espiritual en Chicago IL, o simplemente buscando  Chicago centro espiritual , es fundamental encontrar un lugar que respete y honre estas sagradas tradiciones. Recuerde, el viaje hacia la curación y la iluminación es personal y la orientación adecuada puede marcar la diferencia. Contactanos si estas en la busqueda de protecciones chicago , nosotros con gusto de ayudaremos Durante siglos, las culturas indígenas de todo el mundo han utilizado plantas medicinales sagradas y rituales curativos como medio de crecimiento espiritual, curación física y equilibrio emocional. Estas prácticas, profundamente arraigadas en la tradición y la espiritualidad, ofrecen experiencias profundas que pueden conducir a la transformación y la iluminación. El papel de las plantas y hierbas sagradas en las prácticas curativas tradicionales Las plantas y hierbas sagradas desempeñan un papel crucial en las prácticas curativas tradicionales. Se cree que poseen potentes propiedades curativas que pueden tratar una variedad de dolencias físicas, emocionales y espirituales. Por ejemplo, la ayahuasca, una poderosa Read the full article
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