Tumgik
#cascadas viaje de todo terreno
4x4facil · 2 years
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ISLANDIA 4X4 - OCT 2023
ISLANDIA 4X4 8 DÍAS DEL 11 AL 18 de octubre 2023 SALIDA DESDE MADRID, PRECIO POR PERSONA: 1695 € UN VIAJE INCREÍBLE EN 4X4 POR LAS TIERRAS DEL HIELO Y EL FUEGO. 8 DÍAS DE AVENTURA PARA CONOCER EN GRUPO DE 4X4  ISLANDIA DÍA 1 MADRID -reykjavik Día 1º (11 oct) Madrid – Reykjavik: Salida en vuelo desde Madrid con dirección Islandia. La salida del vuelo a las 22h20 llegando a Reikiavik a las 00h50…
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Montar a caballo en Constanza | Jeloumatours.com
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Vive Aventuras Inolvidables con Jeloumatours en la República Dominicana
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¿Cuál es el recorrido exacto de la etapa de vuelta a Zaragoza y cuáles son los puntos de interés a lo largo del camino?
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¿Cuál es el recorrido exacto de la etapa de vuelta a Zaragoza y cuáles son los puntos de interés a lo largo del camino?
Recorrido exacto de la etapa de vuelta a Zaragoza
La etapa de vuelta a Zaragoza es un recorrido emocionante que ofrece a los ciclistas la oportunidad de explorar la impresionante ciudad de Zaragoza y sus alrededores. Esta etapa comienza en las afueras de la ciudad, donde los ciclistas salen a la carretera y se dirigen hacia el centro de Zaragoza.
Durante el recorrido, los ciclistas pasarán por hermosos paisajes, pintorescos pueblos y famosos lugares de interés, como la Basílica del Pilar, el Palacio de la Aljafería y el Puente de Piedra. La etapa de vuelta a Zaragoza también ofrece la oportunidad de experimentar la rica cultura y la deliciosa gastronomía de la región, con paradas en encantadores restaurantes y bares locales.
Además de la belleza escénica y cultural, esta etapa también desafía a los ciclistas con sus desafiantes subidas y emocionantes descensos. Los participantes deberán estar preparados física y mentalmente para enfrentar el terreno variado y exigente de esta etapa.
En resumen, el recorrido exacto de la etapa de vuelta a Zaragoza es una experiencia única que combina deporte, aventura y exploración. Los ciclistas que participan en esta emocionante etapa tienen la oportunidad de descubrir lo mejor de Zaragoza mientras desafían sus límites y disfrutan de un día inolvidable sobre dos ruedas.
Puntos de interés en el camino de vuelta a Zaragoza
En el camino de vuelta a Zaragoza se pueden encontrar diversos puntos de interés que valen la pena visitar para enriquecer el viaje. Uno de ellos es el Monasterio de Piedra, ubicado en la provincia de Zaragoza, conocido por sus impresionantes cascadas y jardines. Este oasis natural ofrece la oportunidad de disfrutar de la belleza del entorno y relajarse antes de continuar el viaje.
Otro punto de interés en el camino de vuelta a Zaragoza es el Castillo de Loarre, una impresionante fortaleza ubicada en la provincia de Huesca. Con más de mil años de historia, este castillo destaca por su arquitectura románica y sus impresionantes vistas panorámicas de los alrededores.
Además, el Moncayo, la montaña más alta de la provincia de Zaragoza, es otro lugar que no te puedes perder en tu camino de regreso. Con su cima nevada y sus hermosos paisajes, el Moncayo ofrece la oportunidad de realizar distintas actividades al aire libre, como senderismo o simplemente disfrutar de la naturaleza.
En definitiva, el camino de vuelta a Zaragoza está lleno de puntos de interés que merecen ser explorados y disfrutados. Ya sea para admirar la belleza natural, descubrir la historia o simplemente relajarse, estos lugares harán que tu viaje de regreso sea inolvidable. ¡No dudes en hacer una parada y disfrutar de todo lo que esta región tiene para ofrecer!
Itinerario detallado de la vuelta a Zaragoza
Una de las ciudades más históricas y pintorescas de España es Zaragoza. Si estás planeando un viaje a esta encantadora ciudad y deseas conocerla a fondo, es fundamental que explores un itinerario detallado para aprovechar al máximo tu estancia.
Tu vuelta a Zaragoza debería comenzar en la emblemática Basílica de Nuestra Señora del Pilar, un punto de referencia ineludible en la ciudad. Desde allí, puedes dirigirte al Palacio de la Aljafería, una joya arquitectónica de la época islámica. No te pierdas la oportunidad de pasear por el centro histórico y descubrir la Catedral de San Salvador, una impresionante obra maestra del arte gótico.
Para sumergirte en la cultura local, te recomiendo visitar el Mercado Central, donde podrás degustar delicias gastronómicas aragonesas y conocer de cerca la vida cotidiana de los zaragozanos. Además, no puedes dejar de explorar el Museo Pablo Gargallo, dedicado al famoso escultor aragonés.
Si eres amante de la naturaleza, una visita al Parque Grande José Antonio Labordeta es imprescindible. Este oasis verde en medio de la ciudad te invita a relajarte y disfrutar de un tranquilo paseo.
Con este itinerario detallado, podrás experimentar lo mejor que Zaragoza tiene para ofrecer y vivir una vuelta inolvidable en esta fascinante ciudad española. ¡Prepara tus maletas y disfruta al máximo de esta experiencia única!
Lugares de interés en la ruta de vuelta a Zaragoza
La ruta de vuelta a Zaragoza está llena de lugares de interés que vale la pena visitar para enriquecer tu viaje. Durante el regreso a la ciudad, hay diversas paradas que destacan por su belleza y atractivo turístico.
Uno de los lugares que no puedes dejar de visitar es el Monasterio de Piedra, ubicado en la provincia de Zaragoza. Este antiguo monasterio cisterciense sorprende por sus jardines y cascadas naturales, creando un entorno de gran belleza que invita a la relajación y al contacto con la naturaleza.
Otra parada recomendada es el Castillo de Loarre, una impresionante fortaleza situada en la comarca de la Hoya de Huesca. Este castillo milenario conserva gran parte de su estructura original y ofrece unas vistas panorámicas espectaculares de los alrededores.
Para los amantes de la historia y la arquitectura, la ciudad de Tarazona es una parada obligatoria en la ruta de regreso a Zaragoza. Con su catedral mudéjar, su palacio episcopal y su casco histórico bien conservado, Tarazona es un tesoro cultural que merece ser descubierto.
En definitiva, la ruta de vuelta a Zaragoza está repleta de lugares de interés que harán de tu viaje una experiencia inolvidable. Desde monumentos históricos hasta parajes naturales impresionantes, esta ruta te ofrece la oportunidad de conocer lo mejor que la región tiene para ofrecer. ¡No dudes en hacer estas paradas en tu regreso a Zaragoza!
Destinos destacados en el recorrido de regreso a Zaragoza
En el recorrido de regreso a Zaragoza, hay varios destinos destacados que vale la pena visitar para disfrutar de paisajes impresionantes y experiencias únicas. Uno de estos destinos es el Monasterio de Piedra, situado en la provincia de Zaragoza. Este paraje natural sorprende con sus cascadas, grutas y jardines exuberantes, siendo un lugar ideal para desconectar y disfrutar de la naturaleza.
Otro destino destacado en el camino de vuelta a Zaragoza es el Parque Natural del Moncayo, el pico más alto de la provincia. Con sus paisajes montañosos y su flora y fauna únicas, es un lugar perfecto para los amantes del senderismo y la naturaleza. También se puede visitar el Santuario de la Virgen del Moncayo, que ofrece unas vistas impresionantes de la zona.
Por otro lado, la ciudad de Tarazona es otro destino recomendado en el recorrido de regreso a Zaragoza. Con su impresionante catedral, su casco antiguo medieval y su rica historia, Tarazona es un lugar lleno de encanto que merece la pena explorar.
En definitiva, el recorrido de regreso a Zaragoza ofrece la oportunidad de descubrir destinos fascinantes y variados, que permiten disfrutar de la belleza natural y cultural de la región. Cada uno de estos destinos destacados aporta una experiencia enriquecedora y única para completar un viaje inolvidable. ¡No te pierdas la oportunidad de explorar estos lugares en tu próximo viaje a Zaragoza!
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tlkgods · 5 months
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Nombre del Dios/Personaje:
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Leif - Hermóðr
Poderes:
Mensajería Divina: Leif posee la habilidad de comunicarse con otras deidades y seres divinos a través de mensajes rápidos y precisos, facilitando la transmisión de información y órdenes entre los reinos divinos y mortales.
Exploración Infatigable: Tiene el don de explorar terrenos desconocidos y descubrir caminos ocultos, siendo un guía experto para aquellos que buscan aventurarse en lugares inexplorados.
Percepción Aguda: Posee una percepción excepcional, detectando detalles y peligros que escapan a la vista común, lo que le permite anticipar situaciones y tomar decisiones informadas.
Velocidad Sobrenatural: Leif puede desplazarse a velocidades sobrenaturales, cruzando rápidamente los reinos divinos y mortales para cumplir con sus misiones de mensajería y exploración.
Conocimiento de Rutas Celestiales: Tiene un conocimiento profundo de las rutas celestiales y terrenales, guiando a otros dioses y seres en sus travesías por el cosmos y la tierra.
Resistencia a Terrenos Hostiles: Su resistencia y adaptabilidad le permiten sobrevivir y prosperar en entornos hostiles y desafiantes, superando obstáculos con determinación y habilidad.
Capacidad de Orientación: Es capaz de orientarse sin ayuda en terrenos desconocidos, utilizando estrellas, astros y marcas divinas para trazar rutas precisas y seguras.
Negociación Diplomática: Posee habilidades diplomáticas para resolver conflictos y establecer alianzas entre diversas facciones divinas y mortales, actuando como mediador y pacificador.
Código de Honor: Leif sigue un código de honor y lealtad, siendo un mensajero confiable y respetado por su integridad y ética en sus misiones.
Comunicación Animal: Tiene la capacidad de comunicarse con animales y seres de la naturaleza, utilizando este vínculo para obtener información valiosa durante sus exploraciones.
Armas/Accesorios:
Bastón de Exploración: Un bastón divino que representa su espíritu explorador y aventurero, utilizado para marcar caminos y como apoyo durante sus travesías.
Mapa Estelar: Posee un mapa estelar único que le guía en sus exploraciones por los cielos y el cosmos, revelando rutas celestiales y secretos cósmicos.
Túnica Celestial: Su túnica está imbuida con protecciones mágicas y encantamientos de orientación, proporcionándole seguridad y confianza en sus viajes por terrenos desconocidos.
Descripción Psicológica:
Leif es un dios de espíritu libre y aventurero, mostrando una curiosidad insaciable por descubrir nuevos horizontes y desentrañar los secretos del universo. Es un mensajero apasionado y diligente, comprometido con su deber de llevar información vital a través de los reinos divinos y mortales. Su carácter amable y empático le hace ser respetado y querido por aquellos que cruzan su camino, siendo un aliado confiable y un amigo leal.
Aunque Leif disfruta de la emoción de la exploración y el descubrimiento, también posee una profunda sabiduría y prudencia, evaluando cuidadosamente los riesgos y las oportunidades en cada travesía. Es un estratega hábil, capaz de tomar decisiones rápidas y efectivas en situaciones difíciles, demostrando su valentía y determinación en todo momento.
Descripción Física:
Leif posee una apariencia que refleja su conexión con la exploración y la mensajería divina. Su cabello rubio, como los rayos del sol, cae en cascadas sobre sus hombros, ondeando con cada movimiento mientras emprende sus viajes por los reinos divinos y mortales. Sus ojos claros brillan con curiosidad y determinación, capturando la esencia de un espíritu aventurero y observador. Su vestimenta está diseñada para la funcionalidad y la elegancia, combinando telas resistentes que permiten movimientos ágiles con detalles divinos que resaltan su naturaleza celestial.
La figura de Leif es esbelta y ágil, resultado de sus innumerables travesías y exploraciones por tierras desconocidas. Siempre lleva consigo un bastón de exploración, un símbolo de su búsqueda constante de conocimiento y descubrimientos. Su postura erguida y su porte tranquilo denotan confianza y determinación, características que lo convierten en un líder natural en sus expediciones. En cada detalle de su apariencia se refleja el espíritu libre y aventurero de Leif, listo para enfrentar los desafíos que le depare el vasto universo.
Afinidad:
Aliados:
Uhtred (Thor): Comparten una relación de colaboración en asuntos relacionados con la exploración de reinos y la protección de los mismos.
Alfred (Odin): Mantienen una relación de respeto mutuo y colaboración en asuntos de sabiduría y estrategia, representando la exploración y el conocimiento.
Sihtric (Tyr): Mantienen una relación de colaboración en asuntos relacionados con la justicia y el valor, trabajando juntos para mantener el equilibrio en los reinos divinos y mortales.
Finan (Frey): Mantienen una relación de colaboración en asuntos relacionados con la fertilidad y la prosperidad, trabajando juntos para garantizar la abundancia en los reinos divinos y mortales.
Leofric (Heimdal): Mantienen una relación de colaboración en asuntos relacionados con la vigilancia y la custodia divina, asegurando la protección de los reinos.
Harald (Baldr): Mantienen una relación cercana debido a su vínculo familiar y amoroso, colaborando en asuntos relacionados con la luz y la exploración.
Brida (Valkiria): Mantienen una relación de colaboración en asuntos relacionados con la exploración y la astucia divina.
Freydis (Freya): Aunque su relación es más neutral, han colaborado en ocasiones en temas de amor y magia.
Aelswith (Frigg): La relación entre Leif y Frigg es neutral, pero pueden tener diferencias en temas de maternidad y protección divina.
Enemigos:
Aethelhelm (Loki): La relación entre Leif y Loki es de confrontación, marcada por desacuerdos en temas de astucia y travesuras.
Skade (Hel): Aunque su relación es neutral, ocasionalmente pueden surgir desacuerdos debido a diferencias en temas relacionados con el reino de los muertos y la astucia.
Descendencia:
Reconocidos:
Ninguno
No Reconocidos:
vibeke (con Harald | Baldr)
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conciergecompany · 8 months
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De las playas a las montañas: explorando las joyas ocultas de Ibiza en un coche de alquiler
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Introducción
Ibiza, una pintoresca isla del Mediterráneo, es a menudo sinónimo de su vibrante vida nocturna y sus impresionantes playas. Sin embargo, hay más en esta joya española de lo que parece. Más allá de los bulliciosos clubes y las concurridas costas, Ibiza cuenta con un paisaje diverso, una rica cultura y numerosas joyas escondidas esperando ser descubiertas. Alquilar un coche es una excelente opción para descubrir los tesoros de la isla. En este blog, exploraremos la infinidad de opciones de alquiler de coches en Ibiza, desde coches económicos hasta vehículos de lujo, y cómo pueden ayudarte a embarcarte en un viaje inolvidable para explorar los tesoros escondidos de Ibiza.
Alquiler de coches económicos en Ibiza
Ibiza, aunque sin duda es un paraíso, a veces puede resultar un destino caro. Sin embargo, su viaje no tiene por qué costarle mucho dinero. Una de las opciones más prácticas para explorar la isla es alquilar un coche económico. Estos vehículos de bajo consumo de combustible son económicos y perfectos para recorrer las carreteras estrechas y los senderos sinuosos que conducen a las joyas escondidas de Ibiza.
El alquiler de coches económicos en Ibiza ofrece una forma rentable de recorrer la isla a su propio ritmo. Puede alquilar uno fácilmente en el aeropuerto o en varias agencias de alquiler en toda la isla. Con un buen consumo de combustible, podrás explorar diferentes rincones de Ibiza sin preocuparte por gastar demasiado en gasolina.
Alquiler de descapotables en Ibiza
Si quieres añadir glamour y emoción a tu aventura en Ibiza, considera alquilar un descapotable. Imagínese navegar por las pintorescas carreteras costeras con el viento en el pelo y el sol en la cara. Los convertibles son perfectos para disfrutar de las impresionantes vistas de la isla, desde los escarpados acantilados hasta las aguas cristalinas.
Ya sea que visite Ibiza para una escapada romántica, celebre una ocasión especial o simplemente desee vivir una experiencia de lujo, el alquiler de convertibles en Ibiza ofrece una opción fantástica para mejorar su viaje. Podrás disfrutar de los pintorescos atardeceres de la isla y explorar sus calas escondidas con estilo.
Todo Terreno Ibiza
Si bien Ibiza es famosa por sus hermosas playas, también cuenta con un interior accidentado lleno de montañas, valles y bosques. Considere alquilar un vehículo todo terreno para explorar verdaderamente el diverso paisaje de la isla. Estos vehículos resistentes están diseñados para afrontar terrenos desafiantes, permitiéndole aventurarse fuera de los caminos trillados y descubrir los tesoros escondidos de Ibiza.
Los alquileres todoterreno en Ibiza son perfectos para entusiastas de la naturaleza, excursionistas y buscadores de aventuras. Puede acceder a rutas de senderismo remotas, visitar cascadas escondidas y sumergirse en la belleza natural de la isla. Con el vehículo adecuado, las montañas y el campo de Ibiza se convierten en tu patio de recreo.
Alquiler de Coches Ibiza
El alquiler de coches estándar es una excelente opción si prefieres versatilidad y comodidad mientras exploras Ibiza. Estos vehículos ofrecen un equilibrio entre economía y espacio, lo que los hace adecuados para familias, grupos de amigos o viajeros solitarios que desean un medio de transporte cómodo y confiable.
Con un alquiler de coche estándar, puedes pasar fácilmente de una atracción a otra. Tendrá suficiente espacio para su equipaje y provisiones, lo que le permitirá estar bien preparado para un día de exploración. Desde visitar sitios históricos hasta disfrutar de la cocina local en pueblos pintorescos, el alquiler de coches en Ibiza le brinda la flexibilidad de crear su itinerario.
Coches Automáticos De Lujo Ibiza
Para aquellos que buscan lo último en lujo y comodidad, Ibiza ofrece una variedad de coches automáticos de alta gama para alquilar. Estos vehículos cuentan con características avanzadas, interiores lujosos y la última tecnología, lo que garantiza una experiencia de conducción cómoda y sin estrés.
Los coches automáticos de lujo en Ibiza son perfectos para los viajeros que quieren darse un capricho mientras exploran las joyas escondidas de la isla. Puede conducir tranquilamente a lo largo de la costa, visitar exclusivos clubes de playa y explorar los exclusivos barrios de Ibiza con estilo. Ya sea para celebrar una ocasión especial o darse un capricho, el alquiler de coches de lujo en Ibiza ofrece una experiencia premium.
Alquiler de furgonetas Ibiza
¿Viajas con un grupo grande o planeas una aventura con amigos? Ibiza te tiene cubierto con el alquiler de furgonetas. Estos espaciosos vehículos ofrecen lo siguiente:
Amplio espacio para asientos y carga.
Haciéndolos ideales para salidas en grupo.
Vacaciones familiares.
Transporte de material deportivo para actividades al aire libre.
Las furgonetas son prácticas y rentables cuando se dividen entre un grupo de viajeros. Con el alquiler de una furgoneta en Ibiza, podéis explorar la isla juntos, compartir momentos inolvidables y acceder a tesoros escondidos a los que puede resultar difícil llegar con vehículos más pequeños.
Vehículos de lujo
Ibiza es un destino que atiende a viajeros exigentes que aprecian las cosas buenas de la vida. Para sumergirse verdaderamente en el lujo, considere alquilar un vehículo de alta gama entre los alquileres de autos de lujo disponibles en la isla. Estos vehículos rezuman sofisticación y estilo, haciendo que cada momento de su viaje sea memorable.
El alquiler de coches de lujo en Ibiza ofrece una amplia gama de opciones, desde elegantes coches deportivos hasta prestigiosos sedanes. Con uno de estos vehículos de élite podrás explorar los tesoros escondidos de Ibiza mientras disfrutas de comodidad y prestigio. Los vehículos de lujo son el epítome del estilo y la sofisticación, desde exclusivos clubes de playa hasta complejos turísticos exclusivos.
Explorando las joyas ocultas de Ibiza en coche de alquiler
Ahora que estás familiarizado con las distintas opciones de alquiler de coches en Ibiza, profundicemos en algunas de las joyas ocultas de la isla que es mejor explorar en coche.
Es Vedrà: este islote místico frente a la costa suroeste de Ibiza es una visita obligada. Sus imponentes acantilados, su vibrante flora y sus impresionantes puestas de sol lo convierten en el lugar favorito de fotógrafos y amantes de la naturaleza. Con un coche de alquiler podrás llegar fácilmente a los miradores que ofrecen las mejores vistas de Es Vedrà.
Parque Natural de Ses Salines: Ubicado al sur de Ibiza, este área protegida alberga una gran variedad de vida silvestre, incluidos flamencos y varias especies de aves. Conduzca por las rutas panorámicas del parque y disfrute de las tranquilas salinas, las playas solitarias y los paisajes exuberantes.
Iglesia de San Juan Bautista: escape del ajetreo y el bullicio de la fiesta de Ibiza y diríjase al encantador pueblo de San Juan. Visite la iglesia centenaria y explore el campo cercano con fincas tradicionales y tiendas artesanales.
Sa Caleta: Esta pequeña cala ofrece un entorno pintoresco con acantilados rojos y aguas cristalinas. Disfrute de un relajante día en la playa o explore las cercanas ruinas fenicias, que datan del 654 a.C.
Santa Eulalia: este pintoresco pueblo de la costa este de Ibiza es conocido por su ambiente tranquilo y su hermoso paseo marítimo. Conduzca hasta Santa Eulalia y pasee por el paseo marítimo, disfrutando de los restaurantes y tiendas locales.
Playa de Benirràs: Famosa por su ambiente hippie y sus sesiones de tambores los domingos por la noche, la playa de Benirràs es un lugar único en la isla. Puedes visitar esta playa y disfrutar del ambiente bohemio con un coche de alquiler.
San Antonio Sunset Strip: San Antonio es conocido por su vibrante vida nocturna y sus impresionantes puestas de sol. Conduzca hasta Sunset Strip, donde podrá contemplar la puesta de sol bajo el horizonte mientras saborea cócteles en uno de los bares frente a la playa.
Conclusión
Las joyas escondidas de Ibiza están esperando ser exploradas y alquilar un coche es la forma ideal de descubrirlas. Ya sea que opte por un automóvil económico, un convertible, un vehículo todo terreno o un automóvil de lujo, la flexibilidad y conveniencia de contar con su transporte mejorarán su experiencia en Ibiza. Desde el místico Es Vedrà hasta el tranquilo Parque Natural de Ses Salines, los diversos paisajes y tesoros culturales de Ibiza están a tu alcance con un coche de alquiler. Entonces, ¿por qué esperar? Embárcate en un viaje inolvidable en coche de alquiler para descubrir las joyas escondidas de Ibiza y crear recuerdos duraderos en esta encantadora isla.
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armatofu · 8 months
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MOGÁN
MOGÁN
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Mogán tiene terrenos muy diversos, desde montañas y valles cubiertos de vegetación hasta las zonas estériles del norte y el centro. Mogàn es parte de una área turística en el sur de Gran Canaria. En el pueblo pesquero de Arguineguin se celebra el mayor mercado de la isla, y se celebra todos los martes.
Arguineguín,significa aguas tranquilas en el idioma Guanche, es un típico pueblo pesquero canario y está poblado por gente local en vez de ser un centro turístico como todo el sur. El turismo es popular en las áreas de Maspalomas y Playa del Inglés.  De todas formas hay gran cantidad de hoteles en la zona, Club Puerto Atlántico, Dorado Beach, Green Beach Hotel, Dunas La Canaria y un complejo Noruego llamado Anfi del Mar en las a fueras de la ciudad. Este pueblo es muy popular entre los noruegos; habiendo muchos habitantes en los meses de invierno. La ciudad guarda su sentimiento local con excelentes restaurantes especializados en pescado capturado ese mismo día y los bares pescadores del puerto.   Esta región está considerada como una de las regiones con mejor clima del mundo. El clima soleado permanente es la razón de la aridez del interior del municipio. De todas formas, esta sequedad cerca de la costa la hacen un lugar idoneo para aquellos que sufran de enfermedades reumatoides, artritis o enfermedades similares. La lluvia es muy escasa en la zona y en invierno no es inusual encontarse riachuelos y pequeñas cascadas, de hecho Mogán tiene la presa más grande de la isla, la Presa de Soria.  La mayor parte de Mogán esta hecha de rocas basálticas dada la antigua actividad del volcán.  Mogán se caracteriza por sus montes con barrancos intercalados que empiezan en el interior de la isla y se extienden hacia el mar. Un lugar natural que no debe perderse es Los Azulejos, una gran muralla de que varían de color, desde el rojo oscuro hasta el azul con sombras en amarillo. Playa de Mogán se está convirtiendo en una de las zonas de playa más atractivas de Gran Canaria, con sus arenas doradas y su lugar idoneo es fácil darse cuenta de porque Playa de Mogán es tan popular. Se pueden alquilar jet skis, aprender submarinismo o incluso hacer una excursión en submarino. Para aquellos que quieran tomarse las cosas con un poco más de calma, existen viaje s para observar delfines o viajes en ferry para visitar Puerto Rico o Arguineguin. Un lugar maravilloso para reservar sus vacaciones es el Cordial Mogán Playa, un hotel de 4 estrellas superior. Esta situado en un valle verde en Mogán, solo a 300 mts. del centro comercial. Este hotel está enclavado en un entorno tradicional canario, con una atmósfera muy personalizada. El hotel tiene su propio pub, discoteca, restaurantes y bicicletas de alquiler.  Puerto Rico es el centro turístico más orientado a la familia de Gran Canaria, y especialmente popular entre los turistas británicos. Existen variedad de deportes acuáticos en los que participar, pesca de profundidad, navegación, buceo.... Se dice que Puerto Rico es la zona más soleada de la isla, por ello visitela si quiere asegurarse un buen bronceado. Se puede ir caminando a la Playa de los Amadores para ver el sol ponerse detras de Tenerife, un buen comienzo para la noche Gran Canaria. Si se cansa de las atracciones de la zona hay un servicio de ferry a Puerto de Mogán donde encontraremos 3 grandes áreas comerciales, Centro Cívico, Agua La Perra y Europa donde podrá encontrar practicamente de todo. Puerto de Mogán es un lugar inolvidable por su situación única y por su belleza natural. Puerto del Mogán tiene numerosos canales, por ello muchas veces se le llama la pequeña Venecia. También tiene una importante tradición marinera donde muchos entusiastas de todo el mundo se congregan en la Marina para disfrutar de sus aguas únicas.
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urgentlocksmith · 2 years
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Desbloqueando los secretos de Machu Picchu en una aventura épica
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Ubicado en las altas montañas de los Andes, Machu Picchu es uno de los sitios antiguos más espectaculares y misteriosos del mundo. Es un destino icónico que ha cautivado los corazones y las mentes de los viajeros durante siglos, y por una buena razón. Visit Machu Picchu destino para cualquier persona interesada en explorar la historia, la cultura y la aventura. Desde paisajes impresionantes hasta ruinas fascinantes, este lugar ofrece algo especial para todos. En esta publicación de blog, exploraremos lo que se necesita para descubrir los secretos de Machu Picchu en una aventura épica. ¡Sigue leyendo para descubrir por qué vale la pena cada momento dedicado a descubrir sus misterios!
Cómo llegar allá
Suponiendo que comienza desde Cusco, la mejor manera de llegar a Machu Picchu es tomando el tren PeruRail desde la estación de Poroy. El viaje dura unas 4 horas y cubre unos 200 kilómetros. A partir de ahí, es un corto viaje en autobús o caminar hasta las ruinas. Si te sientes más aventurero, puedes intentar caminar por el Camino Inca. Este antiguo sendero conduce hasta Machu Picchu, pasando por algunos de los paisajes más impresionantes de Perú a lo largo del camino. La caminata tarda alrededor de 4 días en completarse, así que asegúrese de estar preparado antes de partir.
Qué ver y hacer
No hay escasez de cosas para ver y hacer en Machu Picchu. Además de las ruinas en sí, hay muchas rutas de senderismo, sitios incas y atractivos naturales en la zona. Para aquellos interesados ​​en la historia, es imprescindible una visita al cercano sitio inca de Ollantaytambo. Las ruinas bien conservadas ofrecen un vistazo a la vida de los incas que alguna vez habitaron esta área. Los amantes de la naturaleza disfrutarán de caminatas a una de las muchas cascadas de la zona, como las Cataratas de Aguas Calientes o la Cascada de Mandor. O si busca algo verdaderamente único, intente lanzarse en tirolesa a través del dosel de la selva tropical. No importa cuáles sean sus intereses, hay algo para todos en Machu Picchu. ¡Así que sal y comienza a explorar!
Consejos para visitar Machu Picchu
1. Elija el momento adecuado para visitar Machu Picchu. La mejor época para visitar es de abril a octubre, cuando el clima es seco y soleado. 2. Compra tu entrada con antelación. Las entradas se agotan rápidamente, por lo que es importante comprar la tuya lo antes posible. 3. Llegue temprano. El sitio abre a las 6 a.m., así que trate de llegar alrededor de esa hora para evitar la multitud. 4. Lleva mucha agua y bocadillos. No hay vendedores de alimentos o bebidas dentro del sitio, por lo que deberá traer su propio sustento. 5. Use zapatos cómodos. Vas a caminar mucho, así que asegúrate de usar calzado que no te provoque ampollas. 6. Cuida tus pasos. El terreno puede ser irregular y resbaladizo, así que tenga cuidado al explorar el sitio.
Conclusión
Experimentar las maravillas de Machu Picchu es verdaderamente una oportunidad única en la vida que todo viajero debería aprovechar. Desde descubrir su increíble historia hasta sorprenderse con sus impresionantes vistas, se pueden obtener innumerables recompensas al explorar este enigmático lugar. Sin duda, se irá con nuevos conocimientos y recuerdos inolvidables mientras descubre los secretos de Machu Picchu en una aventura épica.
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withoneheadlight · 3 years
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| harringrove | e s p a ñ o l | en AO3 [+ un poco de billy & will | básicamente fluff y toneladas de pining y billy enamorado a dolor y hasta las trancas | ya había publicado una pequeña parte, ésta es la versión completa]
~
piel (y todo lo que hay por debajo)
Hay un punto intermedio. Entre el instituto y el colegio. Un pedazo de terreno pelado, amarillento de falta de hierba y de exceso de sol y, en el medio, una caseta vieja.
Es una cosa destartalada y que acumula falta de manos de pintura y humedad, pero que queda fuera de la vista, de esa forma en que quedan fuera de la vista las cosas que están justo ahí pero que ya nadie pierde el tiempo mirando.
Ahí es dónde se encuentran.
Billy se enciende un cigarrillo. Desliza el culo sobre un antiguo pupitre retirado hace tiempo y abandonado pasto de la humedad y la podredumbre, apoyado contra la parte de atrás. Asiento de primera y última fila a la larga columna de árboles que el viento hace ondular al otro lado de la alambrada. La brasa le calienta los labios cuando inhala una calada profunda y exhala un,
“Te estás ablandando, Billy Hargrove”
Apoya hacia atrás la cabeza y cierra los ojos, escuchando ese continuo trinar de los pájaros que entreteje las horas lentas de los días y las noches de Indiana, y los gritos de alegría de los alumnos de la preparatoria, recordando que, en alguna parte ahí, hay un puñado de críos que aún va a seguir riendo con las mismas ganas a unos cuantos años vista. Que igual hasta Max puede ser uno de ellos, si Billy se da prisa. Que igual él también, si Billy es capaz de controlar esa reacción instintiva que le tira de la piel hacia dentro y le grita que pareparepare, que la piel blanda se hace trizas.
Pero igual pueden ser los dos, si Billy es capaz de apretar fuerte los dientes y seguirse ablandando.
Y la piel blanda que se rompe duele pero,
“¡Hey!”
A veces compensa.
Will sonríe inmenso. Detiene la carrera en abrupto y se queda ahí enfrente, jadeando. Tiene nariz divertida y ojos gigantes. La clase de flequillo que te dan ganas de soplarle fuera de los ojos aunque en realidad lo que está es demasiado corto y Billy siempre ha pensado que le iría mejor en la vida si no se diera tanta cuenta. De las cosas. Si no le viera esa sonrisa anchaanchaancha y pudiera leerla tan fácil.
“¡Me moría de ganas de enseñarte esto!” Will se arrodilla en la hierba, las palabras entrecortándose entre exhalaciones. Tira de la cremallera de la mochila con el pecho aun temblando y no se da cuenta de que se le van a ensuciar las rodillas de los vaqueros ni de que Billy puede leerlo. El alivio. De encontrar aquí a Billy y no solo un pupitre vacío. De cómo para un crío cada día más significa ‘Te importo’.
Fué a principios de Diciembre. Viernes a última hora y una de esas cosas tontas que solo pasan en las pelis. Una cosa tan de guión y tan de coreografía que a Billy le dieron hasta ganas de levantar la vista al techo para asegurarse de que John Hughes no les estaba observando, tomando notas desde arriba. Chocaron en mitad de una esquina. Billy aceleró porque tenía prisa y la única manera de pillar a Max a tiempo últimamente era interceptarla justo a la salida. Will porque va siempre así. Siempre a mil por hora. Siempre rozando la velocidad necesaria para un salto en el tiempo para luego ser la clase de crío que parece tan calmado que asusta. Chocaron. En mitad de la esquina. Apuntes por todos lados y una maldición (Will) y un gemido ahogado (Billy) y acabaron tirando de la misma hoja uno por cada esquina. Trolls y magos y un castillo y una luz verde, una estrella en la lejanía, augurando malos presagios. A Billy se le olvidó darle miedo y a Will debió de olvidársele que se lo tenía cuando se le escapó sin pensar un,
“Joder, Byers. Esto es una puta pasada”
Ni miedo ni reticencia ni esa forma que a veces tiene de chocarse con las palabras y trastabillar, solo un “¿En serio?” y ojos enormes y el flequillo rozando las pestañas al parpadear cuando a Billy se le olvidó también que debía― bueno, que debía ser Billy Hargrove.
“¿Tienes más?”
Así que ahora se salta lengua en vez de álgebra, todos los Martes y Jueves. Se escapa a ese lugar entre medias donde sabe que ya nadie mira para echarse un cigarro a la hora que a Will le coincide con el recreo. No siempre consigue darles esquinazo a su panda de pardillos pero algunos días hay suerte. Lleva los dibujos. Orcos y trasgos y montañas encantadas al noroeste y a Billy le parece que hay más príncipes que princesas y que si las hay, son casi siempre magas, casi siempre reinas y la mirada siempre se te va a los ojos que les arden, no a las prendas que les faltan y a Billy le parece que es un grano de arena pequeño. Esto. Que hacen. Y sabe que alguien ya mantiene firme el suelo bajo los pies de Will (‘Joyce’, le dice Will que se llama. Y a Billy le escuece la manera en que hace caber tanto, tanto amor en una sola palabra). Pero le parece también que tal vez no haga falta mucho más, para Will, solo―algunos granos de arena, para reponer los que cada día le quita ser un niño distinto en un pueblo pequeño y enfermo de extrañeza para lo que le resulta extraño.
Así que Billy va a tener que apretar los dientes hasta que le sangren las encías porque es eso, o endurecerse. Es eso. O cagarla.
Otra vez.
Y por la Virgen, Billy no quiere volver a cagarla.
Así que chupa el cigarro. Enarca una ceja. Apresura al crío con la mano.
“Mmm. ¿Tan cojonudo te parece que es, canijo? Venga, que me empieza la siguiente clase”
Will sobrevuela papeles. Cabeza asintiendo y dedos rápidos. Encuentra lo que busca y tira, lo alza triunfal con la mano. Es la espada en la piedra y la lleva hasta Billy con las rodillas húmedas y solo un poco manchadas de barro. Es Febrero y el sol arde fuerte sobre toda la humedad que se ha pasado la noche llorando. El dibujo es un dragón enorme, alas oscuras y desplegadas en eclipse y solo unos pocos rayos de luz de luna iluminando al caballero desde su espalda. Tiene parpados ribeteados en negro y rizos rubios desparramándose en cascada y Billy estaba apretando los dientes pero se le separan porque el dibujo se parece demasiado a él para ser coincidencia. La sonrisa le devora toda la boca. Blando. Le pica la broma en la punta de lengua. Gruñe un,
“Me han llamado muchas cosas. Pero creo que esta nunca, Byers”
Solo se le ve la mitad de la expresión, con ese flequillo que le tapa las cejas y Billy vuelve a resistir las ganas de soplarlo.
“¿Hum?”
“Caballero” dice, deja entrever el tono coña “De armadura brillante”
Una puta pena, lo del flequillo. Porque casi no se le ve, así. Para el que no le conozca. Que se le suben las cejas y se le acumulan en las arrugas de la frente las ganas de bromear de vuelta. Pero por suerte llevan ya un par de meses y Billy―
Billy ya le conoce. Lo suficiente.
“Ya sabes cuál es el trato, William. Escupe. Se te ve a kilómetros que te lo estás aguantando”
“¿Tu? ¿Y brillante?” suelta Will, arrugando la nariz y lanzando una mirada significativa a las pintas que lleva Billy, más cuidadas que no, más intencionales. Pero de eso ya se dará cuenta cuando crezca.
Billy carcajea. La sonrisa de Will se amplía, satisfecha. Se desliza de un salto en el pupitre de al lado. Billy le pasa el cigarro.
“¿Y esto?” Will se encoge un poco. Le mira. Luego al intercambio entre sus manos. Coge el cigarrillo entre dos dedos y el filtro no quema pero Will lo aprieta solo lo justo, como si le diera miedo que de repente lo abrasara.
“Venganza” dice Billy, medio gruñido medio risa, y Will frunce el ceño, pero respira hondo para coger fuerza. Exhala. Da una calada y―
“Argg” tosetosetose “Esto es. Ufff. Es horrible!. No se cómo―” le devuelve el cigarro “Ufff, que―” duda “Asco”
Billy suelta una risotada. Piensa en Max inhalando profundo un par de semanas atrás, sosteniéndole la mirada. Rompiendo a toser cinco segundos después. A Will también le palmea la espalda.
“Eso es bueno” dice “Mejor que no te guste” y Will arruga toda la cara “Y esto también” añade Billy, agitando un poco el dibujo “Esto es muy. Pero que muy bueno, tío”
Will. Le mira. Uno. dos. Tres segundos. Largos. Y Billy le duelen un poco, todos y cada uno. Tres puñaladas profundas con esa espada recién liberada. Un tipo diferente de ‘te importa' cada una: ‘me parece imposible (que te importe)’. ‘Si tú lo piensas, igual es verdad (y me importa, que tú lo pienses)’. ‘Gracias (porque te importe)’. Y luego. Esas cejas escondidas. Los carrillos hinchándose un poco cuando se muerde la punta de la lengua y―
“¿Billy?” los ojos le brillan de malicia mal contenida.
“¿Uh?”
“Tú eres el dragón”
“Serás―”
Billy le empuja de lado. Pero Will solo se mece. No pierde pié sobre arena firme. Vuelve la vista al dibujo, encoge un hombro.
“Pero también el caballero”
Lo dice en un tono que atraviesa el pecho entero y ‘Gracias’ piensa Billy, aunque le duela la piel blanda. Y no le sopla fuerte ese flequillo de tazón de dónde le cubre toda la frente pero―
Sí que le revuelve todo el pelo.
“Ah―!!”
“Hey, canijo, ¿quieres ver el que yo he hecho?”
Will asiente rápido. Todo velocidad contenida y reverberando y a veces Billy no sabe cómo tan poca gente lo puede ver, lo pequeñísima que se le queda la piel y piensa que ojalá, ojalá acumule suficientes granos de arena para elevar ese suelo firme bajo sus pies, y llegar muy alto.
“Claro!”
Lo lleva guardado en el bolsillo de la chaqueta. Doblado. Como lo guarda todo. Pliegues y capas y en el fondo de bolsillos que nunca mira nadie pero.
Lo desdobla para enseñárselo a Will Byers.
“Vaya” Sonríe como ‘Dos meses desde que nos chocamos y me parece que yo te conozco un poco también, Billy Hargrove’ y Billy tocó fondo pero ahora por lo menos Max y él cantan AC/DC a coro en los viajes de vuelta a casa y la voz de Will suena a ‘Eres bueno’ cuando pasa las yemas de los dedos por los contornos en grafito de la calavera y repite, “Vaya”
“Pienso hacérmelo” Billy inspira una calada profunda de Marlboro y de ‘Cuatro meses para los dieciocho’ y le parece sentir como el humo se enrosca en el interior de sus pulmones antes de soltarla. Es una imagen tan bonita como estúpida. Mira la mandíbula abierta del dibujo y piensa que tal vez a él también le apetezca una calada “Tenerlo curado para cuando empiece el verano y―”
“¿Qué pasa aquí?”
Steve.
Harrington.
Brazos en jarras, las solapas del polo subidas y las Ray-Ban sujetándole esa forma en que se le arremolina el pelo sin llegar a domarlo. El sol de las doce pasadas le ilumina medio de espalda y es guapo. A dolor. Es tan, pero que tan guapo. Billy está seguro de que es imposible que este paleto criado a base de maíz y de dinero amasado en negocios de dudosa moral sea lo más bonito que ha visto nunca pero a veces se le olvida. Que es imposible porque. Joder. Lo parece. La luz encendiéndose las puntas del pelo dónde se le ondula. Bajo la oreja. En la curva larga de su cuello. Y el mundo no se para ni los pájaros dejan de trinar ni las nubes se abren y no pasa ninguna mierda sobrecogedora porque esto es el agujero negro dónde va a parar toda la basura del mundo, Indiana. Pero. Lo parece y,
Billy.
Billy sabía respirar pero esa es la otra cosa que siempre se le olvida. Cada vez que Steve Harrington le pasa por delante.
Se tiene que obligar. A asentir. A dejar de ahogarse. Cuando Will le busca con esos ojos grandes a modo de pregunta.
A modo de disculpa.
Billy Hargrove, de recién coronado terror local a―
“Le estaba―” empieza Will. Respira. Frunce la boca antes de soltar la verdad porque sabe que es la única escapatoria “Enseñando mis dibujos. A veces―”
―el blandengue al que se le sube garganta arriba el orgullo cada vez que un crío de apenas once años le dice ‘Billy, esto es bueno. Es muy. Muy bueno, Billy’.
“A veces interca-eh―”
Los ojos grandes de Will se hacen aún más, más grandes. Como si se diera cuenta de que donde ha metido el pie sigue embarrándose hasta meter la pata entera y Billy le sonríe un poco, del lado de la boca que queda oculto para Steve Harrington, por eso de las fachadas y lo difíciles que son de mantener, cuando por un lado presiona lo que se supone que debes ser y por otro, fuerte, cada vez más fuerte, lo que escondes.
“¿A veces―”
Pero Will suspira hondo, hondo, labios fruncidos y ojos gigantes y Billy piensa ‘A la mierda, Hargrove. No te escondas’.
Es él quien contesta,
“Intercambiamos dibujos, Harrington”
Y Steve.
Tiene esos ojos. Son como un mar revuelto en mitad del invierno, esos ojos. Duros, duros, duros. Imponentes. Pero suaves. Joder tan suaves. Cuando algo le pilla desprevenido. Cantos rodados en el oleaje. Y Billy querría dejarse arrastrar por ellos como caer con la curva de una ola. Steve le mira, y al dibujo que tiene en la mano, sus ojos un remolino y, cuando alza la vista, la calma. Y Billy se siente igual que cuando le parecía a veces que las olas querían. Envolverle y atraparle. Suaves como las nubes que reflejan. Y Billy se siente igual que cuando las dejaba. Llevarle. Arrastrarle hasta orilla. Sano y salvo.
“¿Lo has hecho tú?” Steve frunce el ceño. Cuando hace eso. Está siempre guapísimo. Y a Billy el corazón se le rompe. A cachos. Piensa. Esto es lo que cuesta. Piensa. Joder. Piensa. Así es como duelen las cosas cuando te conviertes en un puto blando.
Lo que no tienes. Lo que quieres. Lo que podrías―
Joder.
Lo que podrías querer tanto que quisieras arrancarte la piel, para que pudieran tocarte el corazón directamente con las manos.
Billy asiente. Will sonríe. Steve suaviza el ceño y― olasolasolas. En una mañana de otoño. Batiendo la superficie de un mar en calma.
Y ahora. Billy canta AC/DC con Max. Le hace aguas el corazón cuando desafina y a ella se sujeta los pulmones cuando la risa se le atraganta. Si sienta en la parte de atrás de una caseta a medio camino entre quien es y quién debería ser y pasa con muchísimo cuidado las páginas del cuaderno de dibujo de Will Byers.
Y Billy Hargrove tocó fondo un día a finales de Octubre. Tocó fondo y le dejó a Steve Harrington hecha papilla esa cara que no puede dejar de ver en sueños. Cuando está dormido. Cuando está despierto. Tocó fondo y ahí se va a quedar. Es eso. O arriesgarse a subir a la superficie equivocada. Se está bien, aquí en el fondo. Se ve mejor lo que importa, cuando alzas la vista hacia la superficie.
Aquí, duele mirar lo que no tienes pero, al menos. Te devuelve la mirada.
Aquí, Billy respira muy, muy hondo. Coge aire para para tener algo que le mantenga vivo bajo el agua cuando Steve le arranca el dibujo de las manos. Lo estudia con detenimiento. Dice,
“Es. Eh. Bueno―” Sonríe “No es. Bonito. Al uso.” Mira a Billy y su mirada se deshace en espuma, se rompe en esa suavidad que no puede evitar, como si lo demás fuera tan de mentira como ‘Billy Hargrove’ y todas esas paredes imaginarias “Pero―”
Dice ‘Pero’ y, entonces. Suena la alarma.
“¡Oh!” Will bota en el sitio “¡Tengo que―” cierra a tirones la mochila y “¡Clase!”
Sale corriendo, girándose antes de desaparecer tras las esquina de la caseta para saludar, dedicándoles a los dos una de esas sonrisas que Billy ha categorizado sin darse cuenta como ‘de las buenas’, ancha y ya casi jadeante otra vez, antes de desaparecer a la velocidad de la luz en dirección a la escuela y a, espera Billy, ser uno de esos pocos críos que aún va a seguir riendo con las mismas ganas a unos cuantos años vista, con un poco de suerte.
Steve Harrington sigue ahí, plantado frente a él cuando se detiene la alarma.
“¿Te sobra alguno de esos?” pregunta, la barbilla señalando el cigarrillo que Billy aprieta entre los dedos. En la deriva de su pelo las Ray-Ban se mantienen a flote, zozobrando.
Billy golpea el culo del paquete contra el muslo, le ofrece el cigarro que sobresale. Rasca la piedra del encendedor y, Steve se inclina hacia delante y es pleno día pero a la luz delgada de la llama da casi la sensación de ser ese instante exacto en que empieza a apagarse el mundo, y la oscuridad convierte los espacios abiertos en pequeños universos estrechos: Steve Harrington y sus labios rojos alrededor de cigarro y un dolor pequeño en la yema de su pulgar de seguir manteniendo vivo el fuego y querer cosas con un dolor más grande y sentir que se le cauteriza el corazón de mantener dentro la rabia al saber que nunca va a tenerlas pero―
“¿Pero?”
Steve le agarra la muñeca. Ahueca las mejillas. Inhala hondo. Se separa pero tarda un momento. En soltarle. Lo bastante para que sus dedos pudieran leer la forma en que a Billy se le encabrita el pulso en la muñeca, si quisieran.
“Pero―” Steve sonríe. De medio lado. Se sienta en el sitio de Will. Alarga el cuello hacia el cielo. Alarga la espera. Exhala. “―es mono”
Le encuentra, con esos ojos. A Billy, que nunca puede dejar de mirarle. Le devuelve la mirada.
Y Billy―
Billy.
“¿Mono?”
Billy. Parpadea. Se le para la mano a medio movimiento de llevarse a la boca su propio cigarro. Se le para el corazón y le parece que se para el tiempo, también, en esta estrechez a la que la presencia de Steve ha reducido el momento. La sonrisa entera ahora. Ojos suaves. Joderjoderoder. Tan suaves. Y Billy piensa,
Te estás ablandando. Te estás ablandando tanto, Billy Hargrove, cuando Steve dice.
“Tú” dice, bufa una risa suave “Con Will. Dibujando”
Billy quiere que no deje nunca de mirarle así. Quiere besarle.
“Fúmate el puto cigarro” gruñe.
Y Steve hace rodar los ojos de una forma que dice a gritos ‘Te pillé, Hargrove’, pero apoya la espalda contra la madera pelada de la caseta.
Y le hace caso.
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El Martes siguiente no es solo Will quien aparece, cuando suena la alarma.
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“Igual unas flores alrededor, o algo”
“Para parecer imbécil, dices”
“Para eso no te hacen falta”
“Pero que graciosísimo eres, Harrington”
“Rosas”
“En serio, ¿rosas? ¿Lo más trilladísimo que hay?
“No sé” Steve se encoge de hombros, baja la cabeza, mirada en las semi-lunas que trazan en la gravilla las puntas de los zapatos “A mí me gustan”
Cohibido, y van ya casi dos meses así que Billy sabe que también sintiéndose un poco tonto. Y no. Nono. Eso sí que―
“Supongo que no están tan mal,” gruñe, y sabe que con Steve es siempre más arisco, incluso ahora. Como si todo lo a flor de piel que se siente por dentro se le resistiera, por fuera. Pero es que con Steve la piel no solo se le hace más blanda, sino finafinafina, tantísimo que transparenta “las rosas”
Y es que lo que Billy esconde debajo― eso no sabe si Steve querría verlo.
Pero Steve alza la vista. Sonríe suave. La clase de chico que aparecería con un ramo envuelto en papel brillante y lazo a juego. Y a Billy le late el corazón tan fuerte que le retumba contra la piel y sabe de repente que va a llegar el día en que dará todo igual porque va a ser imposible.
Que no lo va a poder seguir escondiendo.
“Que sepas que eres un puto ñoño, Harrington” le dice.
“Supongo que sí”
Y no le dice ‘Me gusta’ pero Steve ya le espera con una sonrisa cuando Billy le mira a los ojos y se da cuenta de que ya ha empezado, a no ser capaz de esconderse.
(Se da cuenta, también, de que Steve ya lo sabe)
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“No. Ni de puta coña” Billy inhala hondo por la nariz, se le aprietan solos los dientes “No, no. no, y no. Lo siento”
Steve le mira con el ceño fruncido. Billy le aprieta el sobre todavía más fuerte contra el pecho.
“Pero―”
“Espero y listo. No me importa. Ya habrá tiempo de hacerlo”
Lo dice y no se cree y Steve no le cree tampoco y ojalá Billy fuera de esa gente que nunca se acuerda de nada cuando se emborracha, porque no tendría que acordarse ni del dolor punzante de las costillas, ni del sabor de la sangre, ni de la forma en que a Steve le huele a suavizante y a piel como recién nacida y a calor y calor y calor, la curva del cuello. No tendría que acordarse de que sí, claro que sí que hacen cosquillas, esos rizos que tiene bajo la oreja.
Steve le mira como si doliera, un corte de papel. Fino y casi invisible pero que escuece. Y no parece más que un puto sobre, blanco y estrecho y aburrido, pero es por lo visto una arma de doble filo también porque a Billy le hace la misma clase de herida, y joder. Joder.
Cómo duele.
Pero Billy― No. Puede.
No puede aceptarlo.
“Oye―” empieza Steve. Ojos suaves y voz suave y dedos suaves, yemas acariciando el anverso de su mano hasta cubrirla, ahí, sobre su propio corazón. Tanta suavidad que Billy tiene que cerrar los ojos porque va a soltarle un mordisco, si se deja llevar, cuando lo que quiere en realidad es echarse a llorar y que Steve Harrington le bese fuerte, que no le importe que los labios de Billy sepan a sal, que no le suelte ni cuando ya se le hayan secado las lágrimas “Oye. Me lo devuelves y ya está. Cuando puedas. Más adelante. Olvida lo del regalo, ¿vale?. ¿Qué te parece un préstamo?”
Los dedos de Steve aprietan fuerte, yemas presionando la palma. El sobre cruje, de un blanco impoluto pero mil veces arrugado, como el dinero que guarda dentro. Debe llevarlo encima hace días, Steve. Tal vez desde aquella noche, ni siquiera una semana entera atrás. Los nudillos de Neil acertando de pleno contra sus pulmones. Los pocos ahorros de Billy pasando del bote que aún se agitaba en el suelo al fondo sin final de su cartera “¿Así que tienes dinero escondido pero tengo que ser yo el que te pague por los caprichos?”. Horas de cortacésped y descargar camiones los Viernes y de sumergirse en el olor a carne quemada y aceite viejo de freidora en la hamburguesería de Benny los Sábados y Domingos. Billy lo mandó a la mierda y se ganó un derechazo y vió rojo durante todo el camino, desde la entrada de hierba pelada en su casa de Cherry Lane hasta la avenida de setos podados y flores elegidas con excelentísimo gusto flanqueando el camino hasta la mansión de su niño rico favorito. Steve echó whiskey en un algodón, le desinfectó la herida. Dejó que Billy se tragara la botella entera a pesar de saber de sobra que ya no se puede desinfectar, lo que Neil le ha hecho por dentro.
Se lo acabó diciendo. Apretado contra él en la cama.
(En su cama)
Que no es solo un puto tatuaje, que es,
“Dieciocho, Steve. Y va a seguir siendo su techo pero yo―” ya “podría―” no “Irme” seré “A dónde quisiera. Cuando quisiera” suyo.
Dieciocho y,
“¿Te―?” Steve cogió aire. Profundo. Tenían las frentes pegadas y las bocas cerca y a Billy nadie le había respirado el aire antes así, inhalándolo directo desde sus propios pulmones “¿Te vas a ir?”
“No” y después “Aún” después “Quiero graduarme. Intentar―” Ser algo, joder. Ser alguien. O solo ser. Ser. Lejos de Neil. Solo que “Y están Max y Will y―” Tú. Y no lo dijo pero Steve. Steve nota las cosas. Le abrazó fuertefuertefuerte y a Billy le dieron ganas de echarse a reír porque sabe que es una gilipollez, que no hay realmente diferencia. Entre los nudillos de Neil y marcarse la piel con lo que quiere. Entre diecisiete y dieciocho si realmente nada cambia excepto por unos cuantos mililitros de tinta. Entre estar atrapado por su padre a dejarse atrapar por Max, por Will, por Steve. Porque quiere.
No hay diferencia. Pero―
“No puedo” repite ahora, y le tiemblan la voz y el aliento cuando Steve asiente despacio y Billy se da cuenta de golpe de que quiere también. Aceptar el dinero. Dejar que Steve le ayude a hacerse un tatuaje de mierda que no cambia nada pero que lo significa todo. Se da cuenta de que quiere rosas envueltas en papel brillante y lazo a juego y de que quiere suave. Quiere que alguien le cuide como Steve aquella noche y le diga que no pasa nada, que se lleve a Billy a la cama y le abrace y que le importe menos de una mierda lo que tenga que decir diga el puto mundo entero.
Te estás volviendo un puto blando, Billy Hargrove piensa cuando nota cómo se le rompe el corazón Y este es el precio.
“No es―” empieza Steve, agachando la cabeza, y van cuatro meses ya y Billy sabe lo que va a decir antes de que vuelva a abrir la boca. Piensa nonono cuando reconoce la vergüenza ”No se lo he pedido a mi padre. Si es lo que piensas”
“Steve. No―”
“Es mío. ¿Más o menos?” Exhala una risa pequeña. Le mira con ojos grandes. Enormes. Se muerde los labios “Ya sé que todo sale del mismo sitio pero. He estado ahorrándolo. Quería regalarte― algo y. Entonces. Paso lo de tu padre y el dinero y pensé―”
“No tienes que regalarme nada” suelta Billy, rápido, en acto reflejo. Y Steve aprieta una sonrisa entre sus labios plegados, como si ya se esperara que Billy podría esa es la clase de cosa y,
Estuviera preparado.
“No lo hago porque tenga que, Billy” y la forma en que le mira es demasiado y Billy se siente en carne viva y sangrando,
“Es mucha pasta, Harrington” pero la voz le falla y Billy ya sabe bien a estas alturas que Steve Harrington puede olerlo, ese instante en el que casi ha ganado.
Sonríe. Da un paso hacia delante. Si alguien les viera ahora. Parecería que están cogidos de la mano. Busca los ojos de Billy y los agarra fuerte. Billy se muerde los carrillos para no cometer el error de sonreír de vuelta, y alentarlo.
“Vale. Ni regalo ni préstamo. Entonces, ¿ qué te parece un trato?”
Billy bufa.
“Un trato”
Steve asiente, lento, y Billy se pregunta si puede sentirlo, cómo se le dispara el pulso en ese punto donde sus muñecas se siguen tocando.
“Es mío. El tatuaje y toda la piel que haya debajo” hace un gesto. Pequeño. Rápido. Ladea un poquito la cabeza, arruga la nariz, la mejilla, la punta de una sonrisa se le curva de lado. Y Billy quiere besarle tantotantotanto “Mi propio pedazo de Billy Hargrove”
Billy traga saliva. Sigue de una pieza por fuera pero―
“Eso es una puta tontería, Harrington”
―por dentro, se rompe en mil pedazos.
“¿Y?” Steve enarca las cejas. Suelta una risa y tiene la mano todavía ahí, firme contra su mano. Y Billy sabe de sobra que nunca va a tener las clase de cosas que quiere pero. Esto. Lo que si puede tener es esto y la forma en que Steve le sostiene y dice, casi susurrando, como si él se diera cuenta también, de que nunca mantienen una sola conversación a la vez, de que está la que vive por encima de la superficie pero también ésta otra, ésta que se habla en miradas y susurros y que habita justo por debajo,
“Sé que es importante. Así que aunque sea solo por esta vez, ¿me dejas?”
¿Me dejas cuidarte?
No lo dice, pero está ahí, en sus ojos. Y a Billy le satura los pulmones de una forma parecida al ahogarse. Tanto aire fresco para respirar que no alcanza a respirarlo. Piensa Estoestoesto, piensa Cómo hago para no quererte, piensa Confórmate con lo que puedes tener, Hargrove. Así que coge una bocanada grande de ese aire puro que el estar enamorado de Steve Harrington hace casi irrespirable. Se le sale todo de golpe cuando la mano libre de Steve le toca suave la mejilla, arrastra el pulgar sobre una lágrima.
Billy asiente.
Tiene que apretar los dientes fuerte cuando Steve se inclina, lo dice bajito contra su oreja.
“Feliz cumpleaños”
Y Steve no le besa. Pero le abraza otra vez. Como esa vez.
No le suelta hasta que se le secan las lágrimas.
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“Quiero que lo hagas tú” le dice a Will, dos días más tarde. Y debe ser la forma en que lo dice, porque Will va a preguntar o a replicar, o algo.
Pero no lo hace.
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“¿Qué quieres que qué?”
Billy bufa, simula fastidio. Tiene que volver la cara a un lado para no mirarla.
“No es tan difícil, Maxine. Tu elige y calla”
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En algún momento, empezaron a aparcar lado a lado por las mañanas. A echar un cigarro a medias antes de ir a clase. Los Lunes y Miércoles los dos tiene lengua a primera hora.
Se la saltan.
“Hoy es el gran día, ¿no?” pregunta Steve, estirándose, estirándose, estirándose contra el costado del coche, brazos arriba cuan largo es y las espalda arqueada siguiendo la curvatura del Camaro “¿Acojonado?”
“¿Cuando me has visto tú acojonado?”
Steve enarca una ceja, sonríe frunciendo los carrillos. Meses. Meses desde aquel primer día en la caseta y Steve no lo dice pero Billy los escucha, las palabras y el tono de ’Mas veces de las que te crees, Hargrove’ y Billy quiere sentir bajo las yemas de los dedos las ondulaciones de sus costillas así que en vez de eso, le roba el cigarro.
Steve gruñe una risa. Intenta golpearle la bota con la punta del pié pero solo consigue rozarle medio de lado. No parece que le importe mucho porque entrelaza las manos detrás de la cabeza, se escurre hacia abajo un poco, deja que se le cierren los párpados. Al sueño siempre le cuesta dejarle ir, tan temprano, y Billy lo entiende porque quién querría, si le tuviera. Quien no rogaría por solo un poquito más, de oírle respirar bajito y del calor de las mantas y de ese pelo desparramado sobre la almohada y las frentes rozándose.
Billy solo lo ha tenido una vez, y nunca va a poder olvidarlo.
“Seguro que es por eso que no quieres que te acompañe. Para que no te vea cagado” se le nota algo en el tono, en la manera en que aprieta los labios justo después de decirlo. Y Billy no volvería a hacerle daño nunca pero por lo visto se lo ha hecho, aunque no haya sido queriendo. Podría decirle la razón pero quiere que sea una sorpresa: de alguna manera, en su mente, Billy va a devolverle el regalo.
Pone los ojos en blanco.
“Ya te gustaría. Max quiere venir y―” dice, e intenta que también se le note a él, lo mucho que querría también que Steve pudiera acompañarle. Blandoblandoblando “no dejan entrar a más gente”
Steve asiente. Ojos hecho de otoño y de esa forma en que los sueños se le quedan enredados en las pestañas, cada mañana.
“Lo entiendo” dice, pero se le arruga algo la comisura y Billy puede leerlo ahí, que es verdad que lo entiende, pero que no le gusta la idea.
Y a Billy le gusta. Que no le guste.
Piensa Venga ya. No seas imbécil, Hargrove.
“Te lo enseñaré en cuanto esté listo”
“Uhm”
Steve cierra los ojos de nuevo, manos detrás de la cabeza, entrelazadas. El sol le baña la piel de luz fría todavía, color azul de mar y promesa cercana de verano. La misma clase de luz que rompería contra el arrecife de las mantas, se enredaría en espuma sobre el blanco de la almohada si no estuvieran aquí, sino juntos otra vez, en su cama.
Pero lo que Billy tiene es esto, así que moldea su propia columna a las formas del Camaro, se apoya junto a Steve, trata de hacer el esfuerzo de no pero al final resulta absurdo, así que solo se queda ahí, en silencio, mirándolo.
“Entonces vas a tener que decírselo tú”
“¿A qui―qué?”
“Al tío que te lo haga”
Cuando Steve gira la cabeza, a Billy le late el pulso en la garganta. No las abre casi, las pestañas. Solo lo justo. Y es peor, piensa Billy, peor que ver tan de cerca el color de esos ojos castaños, porque suena a más, cuando Steve habla y eso es imposible. Suena a más de lo que Billy podrá nunca tener, cuando Steve le empuja un poco, hombro contra hombro, las bocas tan cerca que las palabras suenan a calor y a más, más, mucho más, cuando Steve se lame los labios,
“Que esto es mío ahora, Hargrove. Así que ya puede tratarlo con cuidado”
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“¿En serio?”
“Dijiste que eligiera y elegí” suena cabreada. No lo está. Mira al frente mientras se abrocha el cinturón del coche.
“¿Alguna razón en especial?”
Max se encoge de hombros. Frunce los labios. Tiene esa manera de subir la barbilla y bajar los parpados que siempre consiguen que a la gente se le quiten las ganas de seguir haciendo preguntas. No funciona con Billy pero hace como que sí, esta vez.
Acciona el contacto.
“Que te parece si la pones, ¿entonces?”
Los labios de Max se arrugan de forma diferente. Es fuego y hielo, todo a la vez, pero de una forma que quema siempre.
Rebusca entre los casettes hasta dar con AC/DC. Sube el volumen tan alto que Billy casi puede sentir como el ritmo de batería se clava en el esqueleto de acero del coche, la música vertiéndose dentro como la tinta de un tatuaje.
Billy dobla el papel, lo mete en el bolsillo de la chaqueta, junto al dibujo. Piensa Es la última vez. La última vez. No más pliegues. No más capas. No más secretos guardados en el fondo de bolsillos en los que nunca mira nadie.
Sino ahí, expuestos sobre la piel. A plena vista.
‘Livin' easy. Lovin' free’.
Vuelven la casette al principio una y otra vez. Cantan a coro hasta Indianápolis.
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“¿Como que no? Dijiste que cuando estuviera listo”
“Pues eso. No está listo”
“Pero si está―”
Steve estira la mano. Suficiente verano ya en el cielo para que el asfalto queme bajo las suelas y Billy pueda vestir manga corta y Steve trata de colar los dedos por debajo. Billy le agarra la muñeca a medio camino y se gana un bufido y un,
“Venga ya, Hargrove”
“―sin curar”
“Cua―?”
“Cuando esté listo, cara bonita” dice Billy, y si tarda un segundo en soltarle porque se le embelesan las manos al tocar tanta suavidad, a ver quién puede culparle.
Steve pone los ojos en blanco, se le desinfla una risa como si estuviera pensando ‘Pero mira que eres imbécil’ pero después de todo eso no le molestara tanto, en realidad.
Cuando esté listo, piensa Billy.
‘Livin' easy. Lovin' free’
Solo una semana más.
Hasta que se cure.
Hasta que termine de florecer.
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Último día de instituto. A Billy le dan un cuadernillo de notas con una leyenda que le despide alegremente hasta ‘¡Un maravilloso año más!’ y Steve se gradúa “Sin pena ni gloria ni futuro,” un diploma sellado y una carta de despedida que le va traduciendo a “La versión sin edulcorar” hasta rematar con un “¡Bienvenidos a un flamante día más de tu puta mierda de vida!”.
Deberían estar el uno lanzando el birrete y el otro poniéndole caras desde la fila de asientos pero―
Se lo saltan.
Acaban en la cantera, como siempre.
Todo Hawkins se respira en luz radiante y promesas por cumplir pero es a esta orilla a dónde el verano ha venido a quitarse la ropa y robarles el aliento. La tierra pelada del invierno se mece ahora en verdes y amarillos y flores de azules salvajes y el agua arranca chispas a la luz como en un puto anuncio de Coca-Cola. Y resulta sofocante, el calor, y la forma en que Steve se sube las gafas sobre el flequillo húmedo de sudor y apoya el culo sobre el capot del Camaro con esa satisfacción de pensar que a Billy le molesta. Y a Billy le molesta, pero le molestan más la forma en que sus labios se curvan sobre el cigarro y se le justa por todas partes, ese pantalón azul de traje que lleva. Mangas blancas y carísimas arrugadas hasta por debajo de los codos y solo un botón cerrado más de los que Billy quisiera.
Es este verano sofocante el que le hace señas desde el agua y le deja sin aire pero― es en Steve en quien Billy querría ahogarse, si pudiera.
“¿Y ahora qué vas a hacer?”
Se sienta a su lado en el capot y Steve parece aún más satisfecho si cabe, al notarlo ceder. A Billy le dan ganas de echarle cojones y probar a morderle el cuello, y que sea lo que dios quiera.
“¿En serio? ¿Tú también con esa pregunta de mierda?” Bufa, y el cigarrillo se le bambolea en la boca y las palabras solo se le entienden a medias pero el tono no es de que le moleste, realmente. Más bien de que le hace un poco de gracia, al principio, y se precipita rápido a algo que parece dolor o amargura o añoranza, justo después “Ser un fracaso” se encoge de hombros, suelta una carcajada corta “Ya ves. Todo lo demás se me da de puta pena.”
Y Lo veo, piensa Billy, y a veces le gustaría a arrancarse los ojos y ofrecérselos y decir, ‘Mírate con éstos y dime lo que ves ahora’ porque nonono,
“No eres―”
“¿Y qué si―” Steve le corta. Con las palabras. Con la mirada. Se le parte su propia voz antes de terminar. Y Billy coge aire. Nunca hay sitio para nada más, cuando Steve Harrington le mira de esa manera “Si lo soy” hace un pausa que es un suspiro. Se muerde los labios “Ya me cansa. No poder solo―serlo y ya está, ¿sabes?”
Y la sonrisa de Steve es algo triste y algo cansada y la brisa le revoluciona el pelo, lo baña de sol y recuerdos que Billy va a llevarse para siempre en la memoria, vaya donde vaya.
No está de acuerdo. Pero Steve necesita que lo entienda, así que Billy lo entiende. Asiente. Le empuja suave hasta hacerle zozobrar de lado y esa sonrisa se hace espuma. No más tristeza. No más cansancio.
“Además” sigue. Calada larga y le pasa el cigarro y Billy no lleva la cuenta pero lleva la cuenta, de todos estos besos de segunda mano “Eso quiere decir que estoy atrapado aquí. Así que ni tan malo”
“¿Qué quieres decir?”
“Qué no me voy a ir a ninguna parte. Y tú tampoco” Steve baja la mirada. La alza otra vez “Al menos por ahora, ¿verdad? Así que. Bueno. Ya sabes”
Y suena contenida pero está ahí, la forma en que la voz de Steve está empapada de esperanza.
(Y joder. Ese es el problema.)
(Que Billy no quiere. Ya no quiere marcharse.)
Le corta por la mitad. El dolor. Porque no importa, lo mucho que lo sepa ya. No importa la cantidad de veces que se lo diga a si mismo Cuanto más duela, más rápido te acostumbras porque la verdad, es que no cree que vaya a hacerlo. Acostumbrarse. No cree que a ésta forma que tiene Steve, de quererle tanto sin quererle, no como Billy quiereque le quiera, vaya a poder acostumbrarse.
Pero lo más triste de todo es que―
No cree que deba. Livin’ easy. Lovin’ free. No es esto lo que quiere. No es así, como quiere vivir.
Acostumbrándose.
No más pliegues. No más capas. No más secretos guardados en el fondo de bolsillos en los que nunca mira nadie.
Pasa tan de golpe que le pesa como hecho de hormigón el corazón. Se le encharcan los pulmones. Pero Billy ya tocó fondo una vez y ahora no quiere, volver atrás. Desde el fondo se ve mejor lo que importa, cuando alzas la vista hacia la superficie.
Pero ese es también el precio que pagas.
Tiene que decírselo. Ahora. Antes de tener tiempo de acojonarse.
Es eso o vivir para siempre así. Es eso, o vivir para siempre a medias.
Y va a doler más que cualquiera de los golpes que Neil le haya dado nunca.
“Steve. Oye―” empieza, y Billy casi nunca le llama por su nombre pero suena suave. A roce de besos y susurros en la oreja y a esa sensación de cuando entierras las cara en la almohada. Suena a esa forma en que le mira. Suavesuavesuave. Steve. Suena a estar a punto de perder cosas que en realidad no has tenido nunca. Pero No te escondas piensa No te escondas “Hay algo que tengo que―”
“¿En serio? Pff. Ya iba siendo hora”
Billy pestañea. Los dedos de Steve le buscan el borde de la camiseta, se curvan, nudillos rozando su ombligo. A Billy se le encoge la barriga, se le eriza la piel al tacto.
“Qué―?”
“Venga”
“Venga qu―?”
Steve frunce el ceño. Una esquina de sonrisa, de duda tentativa. No entiende que Billy no entienda. El viento le agita el cuello blanco e impoluto de la camisa abierta, las puntas onduladas de pelo castaño. Si no hubiera sido inevitable, Billy elegiría este momento para pensar en cuanto se arrepiente de haberse enamorado.
Steve se exaspera. Clarifica,
“El tatuaje”
Joder.
“No es lo que―”
“Billy” Extiende la y en una queja. Esos nudillos se le encajan certeros entre los huecos de las costillas.
“Oye!”
Steve le deja la tripa al aire.
“Quiero ver lo que es mío, Hargrove” dice. Voz de mando. Y Billy se queda quieto. Congelado.
“Steve―”
Y se suponía que era una sorpresa. Y hoy. Hoy es cuando Billy pensaba enseñárselo. El problema es― ¿Qué cojones le pensaba decir? He hecho esto para ti y cuando Steve pregunte Porque es la primera vez, y no quiero olvidarme nunca y cuando Steve pregunte Por todas las razones que te van a parecer equivocadas. Pero los dedos de Steve están enredados en el blanco de su camiseta y Billy piensa que ésta ni siquiera es la peor de todas las formas en que ha conseguido desnudarle así que―
“Déjame, Hargrove”
Billy le deja. (Claro. Claro que le deja). Levanta los brazos. La piel de Steve le acaricia los costados, esa parte sensible debajo de los brazos. Le saca las orejas con cuidado y Steve ya no para, ya no deja de tocarle. Dedos en la curva de su hombro, la piel ya curada del tatuaje. Suavesuavesuave. Tan suave. Le toca como Billy quiere que le toque siempre y Billy se tiene que morder los labios para no gritarle Paraparapara.
Para. Por favor. Para. O vas a destrozarme.
“Joder” Steve respira hondo. Exhala. Es tinta lo que Billy tiene calado profundo dentro de la piel pero piensa que esto va a tatuársele también. Aliento caliente y esa mirada, cuando Steve la levanta, el pulgar apretando el dibujo. Esa mirada “Rosas. Te las has―” Lo tiene ahí siempre piensa Billy, El puto corazón. En la mirada, se le para el suyo cuando piensa Y se lo tienes que decir, que se lo quieres robar de la manera equivocada. Steve sonríe, una risa diminuta, dubitativa, ojos grandes, pregunta “¿Por qué te las has―?”
Y Billy piensa Ya tocaste fondo, Billy Hargrove.
“Porque a ti te gustan” dice. Sol y murmullo de agua y primer día de verano. Camisa blanca y brisa y Steve y la forma en que le brillan esos labios. Antes y después y Billy piensa. No quiero olvidarme “Y porque es tuyo. El tatuaje”
Y Steve no contesta. Solo se queda quieto ahí. Le devuelve la mirada.
Y Billy piensa, Venga, Billy, venga. Ya tocaste fondo. Ahora es cuando tienes que ahogarte.
“El tatuaje. Y también todo lo que hay debajo”
Steve. Se le ve el dolor en los ojos. Todo de golpe. Se le empañan el marrón y las pestañas y se le extiende a la forma en que aprieta los dientes y se le mueve la garganta y Billy piensa Ya está piensa que por fin se le deben de ver sin necesidad de nada más, todos estos meses de verdades a medias y de soñar despierto y pensar en la forma en que el olor de Steve tenía una clase de calor diferente, en la tela de su almohada. Que de tan blando se ha vuelto completamente transparente.
Que ya está. Que ya se acaba.
Steve sonríe una risa que tiembla un poco, justo al final y luego, coge aire.
Acaricia los pétalos rojos que se abren sobre la piel de Billy con tanto cuidado como si fueran reales.
“Todo, ¿eh?” Y suena triste. Triste. Tan, pero que tan triste. El tono bajo de su voz convirtiendo el inmenso espacio abierto en un universo pequeño, termina la interrogación en un susurro que lo reduce a un grano de arena.
“Ése era el trato” Billy traga saliva. Le quiere decir Pero es un trato estúpido, porque ya lo tenías desde muchísimo antes. Le quiere decir que la piel blanda se le rompe con todo lo que quisiera. Ser capaz de conformarse. De acostumbrarse. Le quiere pedir que no se vaya. Quiere decirle que es esta es la primera vez, y que no se arrepiente. Duela lo que duela. De haberse enamorado. Aunque haya sido inevitable.
Pero Steve está diciendo “No todo” dedos en su clavícula y dibujando una curva nueva y desconocida contra el hueco de su garganta, yemas templadas bajo su oreja y ojalá pudieran quedársele impresas ahí. Dejar una marca suave sobre cada pedazo de piel que tocan, hasta pertenecerle entero a Steve Harrington.
“Steve que―?”
“No es todo” Steve traga saliva. Demasiado corazón en esos ojos, como para que Billy hubiera podido evitarlo “Lo que quiero es―”
Y entonces le roba todo el aire.
Steve le besa y no es― joder. No es suave. Es las uñas de Steve en la piel y los dientes de Steve en los labios y Steve inhalando profundo, profundo, de la boca de Billy, y Billy quiere morderle las palabras en la boca, (quiere) Dime (saber) Tú también(necesita saber) Dime que tú también te estabas ahogando.
No es suave.
Solo que Steve se separa, dedos todavía en su pulso y en los ojos la misma clase de dolor. Que ya está. Que ya se acaba. Dice “Lo que quiero es esto” Y Billy piensa Oh, piensa, Tanto tiempo solo en el fondo, y resulta que los dos éramos náufragos. Entierra los dedos en esa camisa blanca y tira. Le habla en la superficie de los labios. Dice.
“No lo has entendido, cara bonita” Le besa un poco más de aire. Nota como la corriente les arrastra fuera. Las olas les llevan. La espuma les acaricia los tobillos. Y se estaba bien en el fondo pero aquí, aquí, aquí es dónde Billy quiere quedarse “Ya es todo tuyo. Toda la piel. Y todo lo que hay por debajo”
Y Steve ríe en su boca. Sal y suavidad y el corazón en los ojos cuando le mantiene la mirada, la palma extendida sobre el tatuaje: la calavera, dibujada ahora por Will. Max, y AC/DC y su frase favorita (cincuenta kilómetros y dos vueltas completas al álbum es lo que le llevó, contestarle“Porque eso es lo que quiero para ti” y le ardían los ojos tan fuerte al decirlo que les acabó quemando a ambos). Rosas rojas. Porque Billy quería hacerle también un regalo. Porque de la forma en que Billy está enamorado de Steve Harrington solo te enamoras una vez en la vida, y se le iba a quedar para siempre tatuado por debajo de la piel, al fin y al cabo.
Billy suelta una risa suave. Roba una bocanada de aire puro de la boca de Steve Harrington, se le ensanchan los pulmones cuando sonríe contra la forma que marcan sus labios.
“¿Qué?” le pregunta Steve, ojos de torbellino y calma.
Billy le besa otra vez, frente contra frente. No quiere dejar nunca de besarle.
“Que al final me he tenido suerte, y me he convertido en un puto blando”
Y la arena es firme bajo sus pies, cuando Steve se separa un poco, se inclina hacia delante. Le deja un beso sobre la piel del hombro. Templado. Suave. Labios sobre tinta y sobre todo lo que Billy es, lo que Billy tiene. Sobre todo lo que quiere darle.
Le sonríe con toda la boca cuando se separa. Ojos rebosantes de todo lo que Billy quiere. Sonrisa un poco canalla.
“Es mono” pero por la forma en que lo dice, Billy no está del todo seguro,
“¿El tatuaje?”
Steve asiente, esos rizos bajo su oreja le hacen cosquillas en la mejilla cuando entierra la cara en el cuello de Billy, respira hondo, y su voz le hace cosquillas en la piel transparente cuando exhala,
“Y tú también, Billy Hargrove”
.
.
.
una cosa muy pequeña que se convirtió en una un poco más grande. no puedo dejar de pensar en billy y will dibujando desde que volvía a ver la s2 y puede que hasta escriba alguna cosilla más al respecto porque <3<3 . título en ingés porque es ya como la spanish tradition haha.
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porlapuertatrasera · 5 years
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Día 6 del #AnaPisaEslovenia. Un madrugón para la ruta desde Bovec hasta la cascada de Boka, rafting por el río Soca, la visita a la fortaleza de Kluze, la ruta por el sendero del Soca desde Bovec hasta Velika Korita y El Valle de Lepena.
> Arrancar el día con una caminata hasta la cascada de Boka
El día arrancó temprano, muy temprano. Quería desayunar con calma y hacer nada más amanecer la ruta B2 que lleva desde Bovec hasta la cascada de Boka, unos 12 kilómetros entre ir y volver.
El camino es bastante llano porque se mueve gran parte del tiempo por praderas, así que es un paseo agradable con el que escuchar a la montaña despertarse. Sólo al final hay una pequeña subida para llegar hasta el mirador desde el que mejor se observa esta cascada que cae en vertical desde 106 metros de altura, como escupida por la pared de roca. Leo que es la cascada más alta de Eslovenia y que es especialmente bonita en primavera cuando viene más cargada de agua por el deshielo del invierno.
> Bovec
Cuando llego a Bovec, aprovecho para darme una ducha que me refresque y tomarme un café helado en la plaza central de la que dicen es la capital del valle del Soca. A pesar de ser un pueblo no demasiado grande, tiene mucho movimiento desde primera hora de la mañana hasta última de la noche. La mayoría de los que andamos por aquí hemos venido a explorar la Eslovenia más alpina. Estamos encantados con el clima, la calma y esa atmósfera que se crea en lugares donde los protagonistas son el agua, el verde y la montaña.
Con los Alpes Julianos al norte, el río Soca al sur y el Parque Nacional del Triglav alrededor, uno se podría pasar una semana aquí sin aburrirse. Muchos como yo vienen un par de días a hacer excursiones, montar en bicicleta, practicar rafting o probar cualquier deporte de aventura como piragüismo, barranquismo o parapente.
Aunque hoy sea el cuartel general de los que vienen a la zona a por aventura, esta zona está poblada desde el s. XI, aunque ha visto mucha destrucción en la Edad Contemporánea. El ejército de Napoleón atacó Austria desde aquí en dos ocasiones y gran parte de la localidad fue también destruida en los combates entre las fuerzas aliadas de Italia, Inglaterra y Francia contra Alemania y el Imperio Austro-Húngaro del valle del Soca durante la I Guerra Mundial. Después fue reconstruida en 1920 pero sufrió graves daños por terremotos en 1976 y 1998.
> Rafting por el Soca
El río Soca está considerado uno de los más bonitos de Europa. Su corriente pasa por cascadas, rápidos y estrechos barrancos; y en su recorrido ha ido creando interesantes desfiladeros y pozas. Es un destino perfecto para hacer rafting y yo no pienso perderme esa experiencia.
A las 12.00 horas voy hacia la puerta de la agencia con la que he contratado el rafting. Casualidades de la vida, veo en la puerta a una pareja joven de holandeses junto a los que me empapé hace unos días en la Garganta de Vintgar. Nos reconocemos mutuamente y nos ponemos a charlar. Decidimos que iremos juntos en la barca y así tendremos otra mojada que contar.
Hacer rafting por el río Soca fue súper divertido y a la vez relajante y maravilloso. Bajamos el tramo Del Río que va de Boca a Trnovo ob Soci. Al principio disfrutamos mucho del paisaje porque el agua va bastante tranquila y sólo tenemos que ocuparnos de remar un poco y seguir las instrucciones del monitor cuando toca atravesar algún rápido.
Aprovechamos para disfrutar del paisaje de este río a ratos turquesa, a ratos transparente. En algún tramo bajamos de la barca para darnos un chapuzón y nos dejamos arrastrar por la corriente siempre con las piernas hacia delante por si nos encontramos con alguna zona de piedras. Paramos en una roca enorme y entre todos ponemos la barca boca abajo para usarla a modo de tobogán y deslizarnos desde la parte alta de la piedra hasta el agua.
Es un rato súper divertido. Además con Tessa y Jack, mis nuevos compis holandeses, hay muy buen rollo y acabamos salpicándonos y fastidiándonos en el agua bastante. Un poco más adelanta llega la parte más complicada Del Río. Hay que estar atentos y seguir bien las instrucciones del monitor cuando llegan las corrientes de agua más fuertes y los pasos estrechos por rápidos que discurren entre rocas por donde nuestra barca cabe sin que sobre ni un centímetro.
Terminamos la ruta cansados pero contentos, a pesar de que olemos a trucha de río. Creo que todos nos hubiéramos quedado en el agua al menos dos horas más. Prometo que os enseñaré fotos con pintas bochornosas (un casco y un neopreno no sientan bien a nadie) pero tengo que esperar un par de días a que la agencia las envíe.
Los holandeses me invitan a comer con ellos y por supuesto me apunto. De vuelta en Bovec, buscamos un sitio a la sombra y nos pedimos algo de pescado, mejillones y unas verduras a la plancha.
Disfruto mucho de la comida y de la compañía. Como la vida es una pura casualidad, resulta que Tessa es socióloga y Jack es periodista. Creo que cuando me preguntan qué estudié y a qué me dedico, se creen que les tomo el pelo al responder que estudié periodismo y sociología, aunque me dedico al marketing y al diseño de producto. Lo mejor es que se dedican a algo parecido así que nos pasamos un buen rato hablando de cosas en común, además de hablar de viajes por supuesto.
Después de una larga sobremesa, nos separamos. Ellos se van a descansar y yo decido meterme un poco más de caña en el cuerpo. Mañana me marcho de aquí y quiero aprovechar esta zona que me está encantando. Me doy una ducha y me pongo de nuevo en marcha.
> La visita a la fortaleza de Kluze
El Soca también es el Valle de la memoria histórica de Eslovenia. Cojo el coche y decido acercarme hasta esta fortaleza construida en la parte alta de un barranco sobre el río Koritnica por los austriacos en 1882. Fue la sede de una guarnición austrohúngara durante la I Guerra Mundial, justo a espaldas del conocido frente del Isonzo.
Aquí el avance del frente del Isonzo o frente del Soca por parte de una combinación de fuerzas austrohúngaras y alemanas cerca de Kobarid (a sólo unos kilómetros de Bovec) en 1917 fue una de las campañas militares más grandes y sangrientas de la historia en terreno montañoso. Cuando terminó la batalla 17 días más tarde, cientos de miles de soldados yacían muertos o heridos por todas las laderas.
En mayo de 1915, Italia declaró la guerra a las potencias centrales y sus aliados y envió su ejército al valle del Soca. Era un punto estratégico importante, puesto que desde aquí esperaban moverse hasta el corazón del imperio austrohúngaro para derrotarlo. Sin embargo, los austriacos habían fortificado las líneas con búnkeres y trincheras a lo largo de 80 kilómetros, desde el mar Adriático hasta las cimas montañosas que se levantan sobre El Valle del alto Soca.
Aunque la primera ofensiva italiana empezó con éxito, el ataque empezó a cojear tras el primer mes. Los italianos lanzaron 11 ofensivas durante los siguientes 2 años y medio, pero el complicado terreno montañoso impuso una guerra de desgaste entre ambos ejércitos atrincherados que acabó resultando en un tiempo de punto muerto entre ambas partes.
En octubre de 1917, ese punto muerto se rompió cuando los austrohúngaros y alemanes trasladaron a cientos de miles de tropas a la zona situada entre Bovec y Tolmin y empezaron con un intenso bombardeo. Los italianos perdieron 500.000 soldados y la guerra acabo retirándose a terreno italiano tras la victoria de la otra parte. Esta batalla que aniquiló en Kobarid al ejército italiano fue perfectamente descrita en la novela “Adiós a las armas” de Hemingway, que resultó herido en ese campo de batalla cuando conducía una ambulancia en el bando italiano derrotado.
> La ruta por el sendero del Soca, desde Bovec hasta Velika Korita para un baño helador
Una de las actividades más populares en este valle es hacer unos kilómetros por el conocido como Sendero del Soca que se extiende durante 20 kilómetros bordeando las aguas turquesas del río desde su nacimiento hacia el oeste hasta la frontera del Parque Nacional de Triglav en Krsovec.
Una parte es conocida como el Sendero de Bovec, que va desde esta localidad hasta Trenta. Arranco en Bovec y mi objetivo es llegar caminando al lado Del Río hasta Velika Korita, una zona donde el agua es tranquila pero profunda y mucha gente va a darse un baño.
Aunque estoy cansada, el paseo es espectacular. Las vistas son impresionantes, el sonido del agua corriendo me acompaña de fondo mientras pienso en mis cosas y en varias ocasiones tengo que cruzar el río por pasarelas y puentes que hacen que disparar una foto sea necesario. Cuando llego a Velika Korita el sol está bajo y los rayos no dan ni en el agua ni en las orillas. Como hay gente haciéndolo, pienso que bañarme es una buena idea para quitarme el calor.
Pongo el pie en el agua y compruebo que está absolutamente helada. Eso explica que la gente esté jugando pero metida sólo hasta las rodillas. Pero sólo voy a estar aquí una vez así que aprieto el culo, cuento hasta 3 y me meto. Me doy el baño más helador que recuerdo que no debe durar más de 1 minuto. Después de eso, fresca y despejada, empiezo el camino de vuelta.
> Rematar el atardecer en coche entre Trenta y El Valle de Lepena
Cuando llego de nuevo a Bovec, compruebo que fue buena idea dejar el coche a la entrada. Si ahora mismo tuviera que subir hasta el hotel a recogerlo, creo que me tumbaría en la cama y no sería capaz de mover un dedo más.
Pero no me quiero ir sin echar un último vistazo a esta zona que me ha enamorado. Me pongo música y vuelvo en coche hasta Trenta por una carretera que me flipó ayer. No tiene nada de especial pero atraviesa unos escenarios espectaculares. Sólo quiero disfrutar del paisaje mientras el sol se va poniendo de nuevo entre las imponentes montañas.
Me desvío un poco para entrar en el estrecho valle de Lepena, desde donde las vistas son espléndidas. Además, tengo la suerte de que la luna ya está asomando y lo hace justo por encima de un poco que veo al fondo de una verdísima pradera. Creo que pedirle algo más a este día sería egoísta, así que lo doy casi por terminado. Cuando leía sobre este sitio y describían el Soca como “el río color esmeralda con miles de encantos” nunca imaginé que tendría tantos. ¡Y vaya!
Llego agotada al hotel. Sólo pienso en darme una ducha y salir para pasar un rato en la plaza de Bovec de nuevo y comer algo. Mañana más :)
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4x4facil · 3 years
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ISLANDIA EN 4X4 - HIELO Y FUEGO 8 DIAS
ISLANDIA EN 4X4 – HIELO Y FUEGO 8 DIAS
ISLANDIA 8 DÍAS UN VIAJE INCREÍBLE EN 4X4 POR LAS TIERRAS DEL HIELO Y EL FUEGO. 8 DÍAS DE AVENTURA PARA CONOCER EN GRUPO DE 4X4  ISLANDIA desdemalaga 1.795 € por persona en avión desde Málaga, 8 días de aventura PLAZAS LIMITADAS DEL 9 AL 16 de octubre 2021 ITINERARIO: DÍA 1 Malaga -reykjavik Salida en vuelo de línea regular con dirección Islandia. El vuelo será con una escala en una ciudad…
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aleinacombs · 2 years
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Increíble guía antes de ir al parque Yosemite en invierno
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El Parque Nacional Yosemite es un destino famoso para los amantes del aire libre y la naturaleza. Ubicado dentro de las montañas de Sierra Nevada, el parque es conocido por grandes e históricos arbustos de secuoyas, Reserva de vuelos de Breeze Airways imponentes cascadas, espectaculares acantilados de granito y divertidas tiendas, restaurantes y museos dentro de las ciudades de entrada.
Si está haciendo planes para una experiencia al aire libre, hay algunas recomendaciones clave que son realmente útiles para llegar aquí muy fácilmente al obtener reservas de Breeze Airlines junto con toda la comodidad, así como otras recomendaciones para viajar en el Parque Nacional Yosemite. en el transcurso de la temporada de heladas fuera de altura. Aquí está todo lo que necesita saber para visitar el Parque Nacional Yosemite en invierno.
Mejor tiempo para visitar
El invierno es un momento maravilloso para estar en el Parque Nacional Yosemite. La temporada alta es de mayo a octubre, que puede estar un poco concurrida para explorar claramente las maravillas del parque. Está mucho menos concurrido en la temporada baja, Política de cancelación de Breeze Airways y los precios dentro de las ciudades de entrada son un poco más bajos. Algunos de los paisajes más asombrosos también se observan en clima invernal, incluidos los picos de las montañas cubiertas de nieve y las cascadas heladas. Además de eso, hay muchos deportes al aire libre en los meses más fríos.
Sea consciente de las condiciones climáticas
El invierno en Yosemite va de diciembre a marzo, que es cuando es más probable que veas nieve y temperaturas más frescas. Las temperaturas y las nevadas dependen de la región dentro del parque y la elevación, aunque el promedio es de 33 grados a 57 grados Fahrenheit. El valle de Yosemite está abierto todo el año y cuenta con las temperaturas más cálidas. Temprano y atrasado en la temporada de clima invernal, ya no puede deleitarse con la nieve en las elevaciones más bajas, aunque los senderos más altos pueden estar cubiertos de nieve.
También es importante tener en cuenta que el clima de montaña puede ser impredecible, por lo que debe estar preparado y anticipar condiciones climáticas cambiantes. Política de equipaje Breeze Sea positivo para concentrarse en los informes climáticos sobre las condiciones de la carretera y la nieve en el parque. El servicio de telefonía celular es irregular dentro del parque, así que prueba antes de pasar. Cualquier cierre de avenida o datos de circunstancias de riesgo se pueden determinar en el sitio web del Servicio de Parques Nacionales.
Empaca el equipo adecuado
El trekking de invierno es muy divertido, pero puedes colocarte en un papel vulnerable en caso de que no estés preparado. Caminar en el Parque Nacional de Yosemite en clima invernal probablemente lo llevará a tramos cubiertos de nieve y helados que pueden ser resbaladizos, así que asegúrese de tener las herramientas de trekking adecuadas para las situaciones, incluidos bastones para caminar y agarres de hielo.
También debe prepararse para cambios drásticos de temperatura dentro del parque con la ayuda de capas de ropa y traer chaqueta de lana o artificial, gorro de punto, guantes de calor y botas de trekking resistentes al agua. Es mejor quitarse capas que pasar por el clima sin el atuendo adecuado. Es posible que también necesite p.C. Algo de ropa, guantes y calcetines adicionales en caso de que los tuyos se mojen.
Otras recomendaciones de viaje incluyen la preparación para situaciones de trekking y terrenos baldíos. Debe por ciento grandes cantidades de agua y bocadillos en caso de que su caminata dure más de lo esperado, de lo contrario, se alejará. También debes traer material útil para el viaje, que incluye una linterna y baterías extra y un GPS con mapa y brújula como respaldo.
Lo que debe saber sobre el transporte
El Parque Nacional de Yosemite tiene transporte público en el Valle de Yosemite los 12 meses, siempre que el clima sea seguro. En el parque, puede tomar un autobús de viaje suelto para llegar a distintos lugares.
Si vas a montar tú mismo, hay algunas cosas que desearás saber antes. Los precios de la gasolina tienden a mejorar cuanto más se acerca al parque, y no hay estaciones de combustible dentro del parque, así que asegúrese de repostar antes de llegar allí. También se le puede solicitar que coloque cadenas para llantas en su automóvil en condiciones climáticas positivas o en regiones específicas de Chain Control, y existe una gran posibilidad en caso de que no cumpla con las pautas. Los guardaparques pueden incluso negarle el acceso al parque.
Por lo general, se supone que debe tener cadenas para llantas con usted de noviembre a marzo, sin embargo, se puede implementar un requisito de cadena antes o más tarde dentro de la temporada.
Prepárese para los cierres
En invierno, algunos elementos del Parque Nacional Yosemite están cerrados por situaciones de riesgo. El senderismo y el uso de alternativas están restringidos, por lo que es importante reconocer antes de cruzar, específicamente para las partes del parque a las que intenta ir.
Tioga Road y secciones de Glacier Point Road están cerradas, por lo que no podrá ir a Tuolumne Meadows y Glacier Point. Las situaciones climáticas adversas también pueden llevar a otros cierres dentro del parque, Facturación en línea de Breeze Airways particularmente los senderos que ascienden por los perímetros del valle.
Puede presionar a Yosemite Valley, Crane Flat, Hetch Hetchy y Wawona los 12 meses, aunque las cadenas de neumáticos pueden ser importantes para algunas áreas.
Sin embargo, muchas rutas de senderismo están abiertas durante todo el año, incluidas las cataratas Lower Yosemite, Mirror Lake, Bridalveil Falls y Valley Loop Trail. Estos senderos son mucho menos probables para deleitarse con cierres y lugares increíbles para recorrer el panorama.
Planificar actividades de invierno
El invierno en el Parque Nacional Yosemite tiene muchas aventuras. Como:
Trineos y snow tubing
campamento de invierno
Paseos en trineos tirados por caballos
Esquí de fondo
Esquí alpino
Snowboarding
raquetas de nieve
Patinaje sobre hielo
Motos de nieve
tirolesa
Las ciudades de entrada circundantes tienen una variedad de galerías, museos, tiendas y restaurantes que pueden estar abiertos 12 meses al año para divertirse en interiores también.
Conclusión
El Parque Nacional de Yosemite es uno de los parques más hermosos dentro de los EE. UU., especialmente en clima invernal. Con suerte, estas pautas le brindarán todos los datos importantes que necesita antes de viajar al Parque Nacional Yosemite en medio del hielo. Destinos de Breeze Airways Si está planeando un viaje al parque durante la temporada baja, obtenga reservas de Breeze Airlines para descubrir ofertas exquisitas en alojamientos cerca del Parque Nacional Yosemite para prepararse para su experiencia.
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“Medreros”
El cielo comenzaba a dar señales de relajación cuando pusieron el primer pie sobre la tierra. Detrás de ellos, el micro que hizo de llevarlos a Medreros, el departamento federal más alejado de la cordillera rionegrina y la capital, en el centro del desierto, con conexión fluvial —pero inútil— con la capital provincial, pensando que se trataba de un viaje al desierto mismo, siguió de largo. Ella sintió la llovizna de un viernes otoñal sobre su cabeza, a pesar de que corría el mes de enero. A él le habían otorgado las vacaciones hacía relativamente poco, pero con las malas noticias que habían sacudido a la familia no pudieron planificar mejor viaje que el que estaban llevando a cabo.
De un lado de la ruta, el interminable desierto. Gris, blanco, negro, lavanda y marrón se extendían en el terreno hasta donde alcanzaba la vista. Había algunas colinas visibles en el horizonte, pero Argenta no le prestó atención. Del otro lado, la oficina de correos, el banco y unas casas de tonalidades grises, con pórticos y fachadas solemnes, y techos de teja colonial. No había nadie por la avenida principal, que desembocaba en la costanera. Las luces se encontraban apagadas. El asfalto se deprimía con la soledad del ambiente y solo se escuchaba el ruido del óxido crujiendo las hamacas de los niños de la plaza del centro del pueblo.
Argenta levantó su bolsito negro y optó por empezar a caminar, seguida por aquel hombre, vestido con suéter, pantalón y una gorra inglesa, negro. El aspecto fúnebre de aquel pueblo vacío en la mitad del desierto fue acompañado por los sordos golpecitos de las rueditas de la pequeña valija de charol que Florencio Guzmán arrastraba detrás de él, con los bordes entre baldosa y baldosa de la vereda sobre la avenida principal.
Cruzaron la vieja casa de lotería nacional y llegaron a la primera esquina luego de la ruta en la que el micro los había dejado. Allí, Argenta observó el cartel azul sobre la esquina perfecta entre la avenida y una callejuela empedrada con adoquines, que indicaba la calle Vicente Ascanio Vitoral de Sepúlveda y la avenida Dos Repúblicas, con letras extrañas y sombrías. Sobre la callejuela, Argenta, impávida observó a los cuervos revolotear de chimenea en chimenea, de casa en casa, coordinadamente, de manera en que unos venían y otros iban. Los pórticos estaban decorados, todos, con mosaicos con motivos fúnebres religiosos. La figura de San Juan el Bautista era la que predominaba en la calle. Más tarde, Argenta se percataría que no solo en la calle, sino, en todo el pueblo.
Siguió caminando por la avenida Dos Repúblicas y entonces, ella y su primo escucharon cómo algo rompía el eterno silencio al que el pueblo se había condenado sesenta años atrás, cuando el general Vicente Ascanio Vitoral de Sepúlveda, intendente de Medreros, inauguró el puerto fluvial del pueblo, conectándolo con la capital de la provincia. Era un ruido que inmediatamente fue amordazado con el cortante filo del viento veraniego de aquel pueblo sombrío. Argenta, siguió caminando implacable, llevando firme a su lado, el bolsito negro con lo indispensable para aquella travesía a la que se había condenado al ingresar en aquel pueblo dormido.
Llegaron a la plaza del centro de Medreros. Con forma cuadrada perfecta, estaba adornada con estatuas de todos los santos habidos y por haber en toda la tierra de tamaño natural, de mármol, cuarzo y piedra caliza, y una fuente en el centro, con forma de cascada, decorada con estatuillas que conmemoraba la fundación del puerto fluvial de Medreros en 1957.
Frente a la plaza, se encontraba la capilla de San Juan el Bautista, con una fachada imponente, acentuada por un colorido rosetón debajo del gran campanario de cuatro campanas de bronce fundidas a fuego vivo, cuarenta y seis gárgolas, colgadas en las paredes, sobre las columnas de estilo greco-romano, y entre ellas, los vitrales hacían entrar a la capilla la luz más colorida de toda la república. Se trataba, sin dudas, de la obra arquitectónica más espléndida llevada a cabo en todo el territorio nacional, todo financiado por la caridad de las gentes de Medreros, conocidos sin ser conocidos, por ser las personas más estiradas, religiosas y moralistas del planeta. Mientras cruzaban la calle Padre Juan Pablo Ortiz, que separaba la capilla de la plaza, Florencio se atrevió a apreciar la belleza de los cuatro campanarios en voz alta. Argenta, sin moverse demás, golpeó a su primo en el brazo haciendo que se callara.
Subieron la escalinata de la capilla, ocasionando más ruido del que se había hecho en cincuenta años. Frente al gran portal de madera de roble, hinchada y deteriorada por las incesantes lluvias y lloviznas desde el día trágico en que los primeros barcos fluviales salieron del puerto de Medreros en un viaje fúnebre hacia el centro del río Negro, ella desenguantó su mano pálida por una vida entera de encierro, claustro y solemnidad, y empujó uno de los portones.
La luz natural por fin ingresaba en la capilla por medio del portal principal y no por los vitrales con dibujos de los santos y el rosetón con motivos de la Virgen María y San Juan el Bautista. Argenta caminó por el piso ajedrezado por el que alguna vez caminaron sus ancestros, perdidos en el centro del río, y vio por primera vez la majestuosidad de la santidad y la religiosidad de la que Medreros alguna vez se había sentido orgulloso. Allí dentro cabían más que los poquísimos habitantes del pueblo acallado que asistía dominicalmente a la misa en el más riguroso voto de silencio que el padre Juan Pablo Ortiz había promulgado en 1958, y seguía vigente por decisión escrita del padre Alfonso María de Cortés y Marines, ratificada por una ordenanza municipal de duelo distrital indefinido. Argenta, sin embargo, no se detuvo a contar cuántos feligreses más cabían en aquella monstruosa edificación, incluso más grande que el propio palacio municipal que se encontraba justo en frente de la capilla, plaza por medio. Ella se dirigió hacia una de las puertas a un costado y entró en la oficina del padre Alfonso María. «La necesito», dijo ella ni bien hizo la genuflexión cuando ingresó en su despacho. El padre, anciano y con problemas motores la miró a través de sus anteojos gruesos y se puso de pie tomando su bastón primero. «¿Tan importante es que se ha atrevido a perturbar el silencio de todo un pueblo?», replicó el padre furioso. Ella no necesitó hablar más. Con tal de que la intrusa se fuera, el padre Alfonso María le dispensó una llave de hierro, tan vieja como el pueblo, de una de las gavetas en un armario destruido por el tiempo a un costado del escritorio del padre. «Y espero no tener que cruzármela más nunca», dijo el líder de la iglesia del pueblo y, por ende, quién mandaba de facto en aquel lugar atormentado por la memoria y los viejos recuerdos de días aciagos. Argenta se retiró del despacho sin causar el menor ruido y salió de la iglesia de la misma manera. Cuando se volteó a cerrar el portal principal, previendo que éste se quejaría de la misma manera que se quejó la vez que lo abrió, ya se había cerrado. «Hasta los portales procuran quedarse callados en este pueblo», dijo para adentro la mujer. «Mejor nos apuramos, porque me está agarrando frío», le respondió su primo de la misma manera. Sin mover los labios, sin causar ruido alguno más que el de sus respiraciones, totalmente acallado por el silencio más fuerte del lugar.
Las persianas, acumulando telarañas y nidos de diversos insectos autóctonos de la región, se encontraban cada vez más cerradas a medida que la pareja de aspecto débil, pero con columna firme, avanzaba con dirección a la costanera. Ya a dos cuadras del silencioso y turbulento río, Argenta divisó las casas, con pórticos con mosaicos iguales de San Juan el Bautista y la Virgen con el Niño Jesús en brazos, techos con iguales tejas coloniales con tonos anaranjados sombríos, con balcones igual de roídos por la humedad, portones igual de carcomidos por el óxido y árboles igual de pelados y secos, que las casas que bordeaban la ruta al inicio del pueblo, las casas sobre la calle Vicente Ascanio Vitoral de Sepúlveda, las que rodeaban a los edificios principales que enfrentaban a la plaza del pueblo, donde gritaban las hamacas del dolor del óxido mediante sus chirridos, llamada, no por nada, «Plaza de la Redención». Ella giró en la esquina de la callejuela empedrada de la costanera llamada General Octavio de Ormuz e ingresó en el domicilio numerado 111 con ayuda de la llave de hierro fundido que le proporcionó el padre Alfonso María. Era igual a todas las casas coloniales del pueblo enlutado. A diferencia de lo que su padre le había contado —que le había contado su padre, su abuelo y su abuela antes que él—, no se escuchaba el sonido del río, que, según las advertencias, en tiempos de la fundación del puerto fluvial y previo al exilio de la familia Sepúlveda, era ensordecedor y tranquilizador a la vez.
La casa, amueblada por dentro con muebles de madera pulida con estilo del siglo XIX, permanecía impecable. Como si la hubieran aseado en las últimas horas. Ella no pronunció palabras y dejó el bolsito de charol negro sobre un mueble pulido. Encendió las luces de las escaleras principales, todavía funcionando y subió al primer piso. Allí arriba encontró todo en el perfecto estado en que sus familiares lo habían dejado antes de fugarse en la madrugada del cuatro de agosto de 1958 tras el hundimiento de los cinco cruceros fluviales de recreación en el interior del río Negro.
Argenta había crecido con esa historia desde que era niña. Su familia, bajo la orden de su padre, seguía las reglas del pueblo de Medreros como asistir a las misas silenciosas del padre Alfonso María de Cortés y Marines desde la banca que los Sepúlveda se habían llevado la madrugada en la que se fugaron, e instalaron en uno de sus sombríos salones en la oscura casa, cerrada en el luto por medio de persianas herméticas a la luz y las puertas y ventanas cerradas, acataban, además, el voto de silencio decretado por el padre en misa y ratificado por ordenanza municipal del intendente de Medreros. De todas las personas que habían abordado esos cinco barcos de vapor en el puerto fluvial con rumbo a Viedma, solo sobrevivieron cinco. Una por cada barco. Fueron ellas, las que tuvieron que presenciar cómo esas enormes máquinas de agua se hundían lenta y pavorosamente en el río, cada vez más y más profundo. El río no las seleccionó para hundirse con los barcos, pero sí las condenó a vagar con la soledad trágica de aquella huella imborrable de la historia del desconocido pueblo de Medreros.
El padre Juan Pablo Ortiz, que había llegado hacía dos años, tras la muerte del anterior, cuyo nombre se desconoce a la fecha, decretó luto riguroso en el pueblo por diez días, lo que implicaba puertas, ventanas y persianas cerradas. Era terrible lo que había pasado, a un pueblo que no le había sucedido absolutamente nada desde hacía más de treinta años de fundación. Sin embargo, cuando todos se creyeron capaces de poder vivir con la tragedia de la inauguración del puerto fluvial, Medreros se vio sacudido nuevamente por el hundimiento de nueve veleros deportivos, de los cuales, solo sobrevivieron nueve tripulantes: uno por cada velero. Ortiz, esta vez, no solo decreto luto riguroso por veinte días, sino que agregó el voto de silencio, con asistencia a misa los domingos. Todos volvieron a encerrarse en sus casas, a rezarle a San Juan el Bautista por las almas de los pobres desgraciados en el fondo del río Negro, a ayunar y a suplicar a la Virgen María por el perdón de los pecados. Y mientras el pueblo dormía en el silencio mordaz del luto impuesto por el padre Ortiz, un grupo de cuatro adolescentes robó una canoa propiedad del municipio e intentó navegar por el río. Cuarenta años después, sor Luz María, la única sobreviviente de aquella tragedia seguiría afirmando la manera en la que observó cómo la canoa se fue hundiendo lentamente en el río Negro, tragándose a sus amigos, y viendo cómo las aguas se los llevaba hacia el fondo oscuro. «Ellos no hicieron nada», le dijo a un periodista local, que publicaría dos días después, en el boletín de la iglesia, una crónica de aniversario número cuarenta de aquella tragedia. «Siguieron remando mientras el río los engullía lentamente hacia la profundidad. No me podían escuchar ni yo escuchaba lo que se estaban diciendo. No salían burbujas de sus bocas ni narices, pero ellos hablaban como si nada estuviera pasando»
Se quedaba pensando en su pasado y en las historias con las que la habían atormentado a lo largo de toda su vida. Sintió calor por primera vez en su vida. El vestido negro, cerrado hasta sus muñecas, y sus guantes de terciopelo causaron una sensación desconocida para ella. No lo había sentido nunca. La casa en la que había crecido en Buenos Aires era tan fría como el clima en Medreros. Podría haberse llegado a decir que aquella lúgubre casa en el barrio de San Telmo era una extensión del pueblo silencioso en la Capital Federal. Todos desconocían el pueblo, pero afirmaban que esa casa, desde la llegada de los Sepúlveda, no encajaba en absoluto con el ambiente cálido, radiante y tranquilizador de las casas coloniales de San Telmo. Solo en la escuela, una vez en la primavera de 1990 había conocido qué era el calor por medio de sus amigas, que se quejaban del uniforme tan incómodo, que las hacía sudar como vacas. Pero ella no lo sintió en absoluto. Toda la solemnidad y melancolía que arrastraba a todos lados a los que iba cuando salía de su claustro, la hacía inmune al calor sofocante tanto del verano porteño.
Tan pronto como pasaron las repetidas desapariciones y el padre Juan Pablo Ortiz decretó los lutos y el voto de silencio, el pueblo adquirió la fama en la provincia como «el pueblo de la solemnidad silenciosa» y más famoso se volvió aquel tramo del río Negro, que, por un tiempo atrajo a gentes de todo el mundo, que buscaban la tranquilidad de la muerte y el silencio. Allí lo encontraban tranquilamente. Pronto, el pueblo dejó de orientarse en torno a la Plaza de la Redención, para ver nuevas casas, iguales a las de todo el pueblo, en torno al río Negro y al puerto fluvial, clausurado bajo presión del padre Juan Pablo Ortiz. Los conservadores y melancólicos del mundo encontraron en Medreros una manera de aumentar su tristeza y desamparo, pero encontrar el alivio de su alma y vieron a la ribera del río como un remedio natural para el mal de amores, el duelo, la depresión y la melancolía.
Argenta se puso de pie y buscó a su primo en la salita, donde aún tenía en una de sus manos la valija de charol negro que había arrastrado por todo el pueblo. No dijo nada, pero con la mirada le indicó que era momento de iniciar el ritual solemne por el que los habían preparado por toda su vida. Ella llevaba el signo trágico de los Sepúlveda, y él, por su parte, conservaba en su sangre gran parte de la soledad a la que su familia lo había condenado desde el momento en que su madre lo descubrió besándose con Argenta en la sala de estar de la casa familiar. No pudo hacer nada, sin embargo, debido a que el padre de Argenta no era nada menos que el líder de la familia. Nominalmente, en la Ciudad de Buenos Aires, en la República Argentina, en la sociedad libre en la que le había tocado vivir, eso no implicaba nada. Pero la madre de Florencio era de la misma estirpe conservadora y rígida que había abandonado Medreros en 1958, y acató sin dudar la decisión que Ascanio de Sepúlveda, padre de Argenta, emitió: que ambos se pudran en la soledad de la soledad que sombreaba a la familia desde la tragedia de la inauguración del puerto fluvial. Inmediatamente, sus madres, sus hermanas, tías, abuelas, abuelos, tíos, hermanos, primos y primas aislaron a Argenta y a Florencio en sus rotundas soledades. Se enfrascaron, cada uno, en sus vidas solitarias y desalmadas. Los días se convirtieron en piedras y las semanas en escolleras. Tanto fue así que, al cabo de cuatro años, sus corazones de cenizas se habían desecho y no eran más que siluetas que respiraban, casi invisibles en la gran casa de San Telmo.
Sin embargo, tras la llegada de los nuevos pobladores, el pueblo volvió a callar, ya callado, cuando los recién llegados, los inmigrantes que buscaban adaptarse a la solemne y tranquila vida de Medreros, desaparecieron, todos, una tarde de llovizna en la que pasaban, como siempre, en la ribera, mojándose los pies descalzos, sin usar ningún tipo de embarcación, por prohibición del padre Ortiz, ya anciano, en misa, ratificado por una ordenanza municipal, emitida por el intendente del departamento federal de Medreros. El padre Ortiz, desde su lecho de agonía, decretó luto indefinido para todo el pueblo, acompañado del voto de silencio, que fue confirmado con las ordenanzas del intendente. Además, el municipio, bajo las órdenes del padre Ortiz, cerró la costanera General Octavio de Ormúz, y se apropió de todas las casas de la ribera, sin el consentimiento de los propietarios, creyendo que todos estaban desaparecidos en la ribera. Y así era, salvo los Sepúlveda que se opusieron a la apropiación de su casa y, entonces huyeron al exilio de aquel pueblo, vuelto a ser desconocido por el resto del mundo. La llovizna se perpetuó desde entonces. Como se perpetuó el cielo cubierto desde la gran tragedia de la inauguración, y como se perpetuó el clima frío desde la desaparición de los jóvenes de la canoa.
Cuando puso un pie, nuevamente en la costanera General Octavio de Ormúz, sintió tranquilidad por primera vez, en su corazón. Volvió a sentir el frío del clima y observó al cielo. A diferencia de lo que se esperaba, la claridad no lastimó sus ojos. El celeste fue reemplazo por un turbio tono de gris eterno, a veces más oscuro, otras, más claro, pero gris al fin. Entonces supo que cuando el sol se ocultó en la tragedia, lo había hecho para siempre. Intentó llamar a la Luna, que tantas veces había intervenido en los asuntos de los hombres, pero pareció no oírla. Le pedía que le mostrara su cara y así poder ver algo en el cielo, que tanta nostalgia le causaba. Cuando la luna, vestida de blanco brillante, con su gran vestido tan grande como una casa, su pie de mármol, y ojos de cuarzo, no se hizo presente, Argenta sintió la tristeza, equiparable a la clásica tristeza que los Sepúlveda habían acarreado desde la huida de Medreros. Era una intrusa, que ni siquiera la Luna quería verla allí. Entonces cruzó la calle y observó en el ancho del río reflejarse su casa, y todas las de la costanera, a su primo y a sí misma, todo convertido en piedra. «Yo no soy esto», se atrevió a romper el voto de silencio que había hecho desde el momento en que su padre la desterró de la familia y Florencio la miró con la melancolía con la que había observado a todo y a todos desde su nacimiento. Ahora ella lo entendía. Pero no lucharía contra lo que era y lo que lo rodeaba. Metió un pie en el agua. Miró a Florencio por última vez y siguió caminando. Cuando el agua empapaba su negro vestido de mangas largas hasta sus senos, se volteó para ver a su primo, que se metía en el agua a bordo del botecillo inflable que había acarreado en la valija de charol. Usó remos que había en la casa y fue navegando a la altura de Argenta. Ella no pronunció palabra. Él, siguiendo el ejemplo de su prima, tampoco. Siguió caminando por el río, que incomprensiblemente, no bajaba, el agua tenía la misma altura, y ella caminaba, de un momento al otro en un mundo de tonalidades más oscuras, pero con la tranquilidad del corazón. Vio entonces, a todas las rocas, con formas de personas, hundiéndose, caminando hacia el centro del río Negro, de la misma manera en que lo hacía ella. Pronto vio a su primo a su lado, y no le importó, pues no había nada más importante para ella en ese momento, que la tranquilidad y calma que sentía en su corazón y en su alma, a pesar de que sabía que jamás volvería a flotar, pues se había convertido en piedra. Todo era piedra: desde las canoas construidas por los habitantes de Medreros, hasta ellos mismos, que caminaban, hundiéndose más en la propia soledad y melancolía de sus corazones hacia un epicentro oscuro absoluto. Fue en ese momento en el que Argenta de Sepúlveda sonrió por única vez en su lúgubre existencia.
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sirmeistari · 6 years
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AAR Foxhole (Parte 1)
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Antes de comenzar con el relato hay varios puntos que se deben tener en cuenta. Los nombres de los jugadores envueltos en el mismo los he cambiado para no romper la ambientación de lo relatado. Aquí la leyenda de los mismos. 
A Talking Cucumber (Cucu), ??N??(Angela), Lancelot of Noktumbria(Lance), RelaxedGodzilla(Godzilla) y Meistari(servidor)
El juego trata sobre una guerra continua en un mundo persistente. El mundo se divide en diez mapas, puedes viajar de uno a otro desde la frontera de los mismos y todos tienen una capacidad aproximada para cien jugadores de cada bando, es decir, doscientos combatientes en total por cada mapa de los diez.
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El juego no solo trata de combatir, pues para ello se necesitan armas que deben ser fabricadas y suministradas a los puestos avanzados del frente. Un jugador puede construir defensas, farmear metal para fabricar y repartir suministros o luchar, cada cual adopta el rol que más le atrae en el juego. 
El juego tiene chat de proximidad, así que un enemigo puede leerte u oírte si hablas por ese chat y está lo suficientemente cerca. 
(Siento no tener imágenes para este AAR como en el Rimworld, al ser un juego pvp no se tiene demasiado tiempo para hacer fotos. Todas las que veas están hechas al día siguiente de la partida para ilustrar este AAR)
Combatiente involuntario
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Meistari salió del barracón y tomó rumbo a su camión subiendo al mismo. Había pasado un buen rato cargándolo con los suministros necesarios para el frente, su destino era Farranac Coast desde Mooring Country, un viaje largo pero por terreno aliado en su gran mayoría. En mitad de la carretera estuvo apunto de atropellar a un soldado que corría por la misma pues por la noche la visibilidad era casi nula. Tras hablar y saber que también se dirigía al frente se ofreció a llevarlo, su nombre era Lance y buscaba reunirse con sus compañeros de escuadra allí.
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Meistari paró a repostar en Headstone, un pueblo de camino a su destino. Allí conoció a Cucu, un ingeniero que buscaba transporte para sus materiales y él mismo, pues quería ir al frente para comenzar allí la construcción de defensas. Poco después los tres emprendieron su camino de nuevo. 
Tras bastante carretera recorrida llegando a Latch en Callahan’s Passage, ya cerca de su destino.
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Allí conocieron a Angela, una piloto de tanque que buscaba llegar al frente y reunirse con su división acorazada. Así que ahora siendo cuatro pusieron rumbo al frente por fin. Habían tenido que desviar el viaje varias veces para recoger suministros, pero ahora el camión estaba lleno y no quedaba otra que ir directos a él. 
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Finalmente llegaron a Farranac, poniendo dirección a Huskhollow. Lo que no sabían era que una escuadra enemiga se apostaba en Sickle Hill esperando a cualquier convoy de suministros. El fogonazo de un RPG al ser disparado en la oscuridad hizo a Meistari dar un volantazo antes de que la granada propulsada impactara delante de ellos donde debería haber estado el camión de haber seguido su rumbo. Se salieron de la carretera a la par que un soldado enemigo con una ametralladora ligera destrozaba el vehículo con una cascada de balas sin pausa. 
-¡Todos fuera! -gritó Lance saliendo del camión y descolgándose su rifle. Eran cuatro y el único que estaba preparado para combatir era él, los demás apenas estaban preparados para una refriega pues su rol no era ese en la guerra. El camión detenía las balas pero comenzaba a humear y arder, pronto explotaría y no tendrían cobertura. Cucu, el ingeniero comenzó a construir sacos de arenas con los materiales que había almacenado y cuando el camión explotó los cuatro estaban a cubierto en una austera defensa levantada por el ingeniero. La carretera hacia de linea divisoria, ya que los enemigos no se atrevían a cruzarla pues serían blanco fácil, eso los dejaba fuera del rango de las granadas por suerte, pero el fuego intenso seguía impactando contra los sacos de arena manteniéndolos atrapados. 
De un momento a otro se hizo el silencio, los cuatro soldados se miraron, sabían lo que eso significaba. Lance caló su bayoneta en el rifle preparándose para lo que iba a venir. Iban a asaltar la posición aprovechando la superioridad que tenían. 
Fin de la primera parte. 
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Tema: Creación de Textos digitales Ana Isabel Canté Ramos Carné 20-2777 1. A partir de una fotografía Era un lugar hermoso, con flores a su alrededor julias, chatías, pascuas, un patio que contemplaba un recuerdo de una familia que se regocijaba al entorno de sus padres, en la esquina contraria un poso profundo del que brotaban aguas cristalinas y frescas para el quehacer de la casa, flores que eran plantadas y cuidadas por la esposa amada de la casa y que en su mayoría eran traídas con mucho amor de su esposo, quien sabía que esas flores la harían feliz y la mantendrían ocupada, y cuando él tuvo que despedirse, ella seguiría recordándolo cuando acariciara y cuidara su jardín que juntos habían cultivado. Esta fotografía describe parte de todas las flores que había en este hogar porque toda la casa estaba adornada por distintas flores, rosales, hortensias, bananitos, claveles, geranios, higo, papaya, naranjo y más, que hacían de esa casa algo especial. Pero lo más bello era la mujer que quedo cultivando las flores y compartiéndolas, pero un día también partió y ese jardín olvidado por el tiempo aún guarda las flores más exquisitas en mi corazón. Cada azulejo colocado con las manos duras y callosas de un hombre trabajador que aprendió a labrar la tierra, a construir con amor los más fuertes cimientos, pero con un corazón noble y bondadoso que sabía que en la entrada de su casa debía haber flores para recibir con ternura a una persona que llegara y que se le recibiría con flores y con una sonrisa.
2. Infancia Tenía 6 años, una tarde de verano acompañada de mi hermana de 9 años y vecinas de la misma edad, jugábamos en la calle y en el patio de la casa que tenía dos gradas en la entrada y ya no recuerdo cómo llegó hasta nuestras manos un pequeño ratón a quien mi hermana le amarro la patita con una cinta y corríamos todas detrás del ratón quien buscaba escapar de nosotras, pero al ir corriendo yo tropecé en una de las gradas y me abrí la frente. Mi mamá de prisa me puso no se que cosa y logro parar la sangre, recuerdo que ella quería que me acostará muy temprano antes de anochecer para que mi papá no me viera y quizá le dijera algo, cosa que no sería así, porque él era incapaz de decirle algo que le dañara. Además, lo que no olvido de ese incidente fue que mi mamá castigó a mi hermana cuando no había sido su culpa, pero en ese entonces los papás castigaban a los hijos para que no volvieran a realizar algo que dañara a otra persona o a ellas mismas. Aún lo recordamos con mi hermana y me duele recordar que por mi culpa la castigaron, ella quizá ya olvidó eso, pero yo lo recuerdo con ternura.
3. Carta Guatemala, agosto 23 de 2021
Profesora Jeoana Hernández Presente Estimada Jeoana: Es un gusto saludarte y desearte lo mejor en tus actividades diarias y bendiciones en tu labor como docente. Por medio de la presente quiero compartirte algunas experiencias literarias que he tenido y que me han ayudado en el desarrollo de mi labor docente en el área de Literatura y que considero que a ti también te serán oportunas. Primero quiero recomendarte que leas “La lluvia saber porque” de la escritora María Fernanda Heredia, “Ella cantaba” de Antonio Santa Ana, “El príncipe y el mendigo” de Mark Twain, “Águila Solitaria” de Danielle Steel. Porque son obras que les gustarán a tus estudiantes y podrás compartir con ellos opiniones, dudas, experiencias y sobre todo buscar alicientes para que entren al mundo de la lectura. Además, te pueden servir como material para realizar infografías, historietas, argumentos, descripciones, comparaciones, entre otras actividades que desarrollen las habilidades y destrezas de comprensión y análisis literario de tus estudiantes. Quedo en espera de tus comentarios, me despido enviándote un abrazo.
Atentamente,
Ana Isabel Canté Ramos
4. Relato de un viaje
Cada año para el treinta y uno de octubre mis papás viajaban a Palencia municipio de Guatemala y luego a la aldea Los Cubes, les acompañábamos todos mis hermanos era un viaje de tres o cuatro días, que tenía el itinerario de visitar a la hermana de mi mamá, a mi tío también hermano de mi mamá vecino de una pequeña casa de campo que tenían mis papás construida de bajareque, teja y madera, alrededor de la casa árboles frutales y un pequeño cultivo de café, el uno de noviembre visitamos el cementerio de la localidad y mis papás llevaban flores, coronas, chalinas y otros adornos para las tumbas de mis abuelitos y de otros familiares acompañados por mis primos y tíos residentes en Los Cubes, y sobre todo mi abuelo el papá de mi mamá que era para ella un gran tesoro. Todos íbamos por el camino de terracería corriendo, cortando flores, diciéndole a unas hojitas siérrate sésamo y se serraban, atrapando mariposas, y luego casi al llegar al cementerio había una quebradita y pasábamos mojándonos o tomando agua, más cerca del cementerio unos guayabos que al subirse las ramas llegaban hasta el suelo y todos nos columpiábamos en ellos, era muy divertido y sano. Al llegar al cementerio adornábamos y escuchábamos los relatos de mis tíos y mi abuelito que contaba quienes estaban en cada tumba y la historia de la vida de ellos, a veces se convertían en relatos legendarios porque decían que espantaban o que algunas personas habían visto como morían y que luego los miraban en el pueblo, era muy agradable esas fechas, mi mamá preparaba comida del campo, nos llegaban a regalar quesos, crema recién hechos, variedad de fruta fresca y pan que horneaban en las casas de la familia de mi mamá y de parte de los hermanos de mi papá que también había un día para irlos a visitar tamales y chicharrones, todo era muy alegre. Esos viajes a Los Cubes son parte de mis recuerdos porque en ellos están los momentos en familia, la sencillez de la vida, la generosidad y las travesuras de pequeños y luego de adolescentes. Pero, en 1996 murió mi abuelito de parte de mi mamá y ella comenzó a ir menos y luego vendieron la casa y solo íbamos a veces al cementerio en ese entonces ya casi todos trabajábamos y ya no disponíamos de tiempo, hasta que dejamos de ir, hasta a partir del año 2007 iniciamos otra vez los viajes, pero solo el uno de noviembre a adornar a mi papá y a partir de este año a mi mamá, pero ahora son nuestros hijos que disfrutan ese viaje y nosotros de hijos recordamos con todo nuestro amor a los que yacen allí y nos dieron momentos y una vida tan maravillosa. Esos viajes fueron, son y serán los más maravillosos de mi infancia y juventud y aunque no son a otras ciudades o lugares impresionantes fueron lo mejor con sus ríos, cascadas, pósitos, quebradas, árboles, llanos, flores y mariposas. Animales de granja caballos, cerdos, gallinas, patos, chompipes, palomas y pajaritos todo tenía color de naturaleza y de arcoíris. Estos son los viajes que no olvidaré.
5. Una casa Era la casa más cómoda de la región adornada con una hamaca en el corredor, la cocina tenía un poyo y una silla de madera en la esquina, lugar que era para el rey porque todos se peleaban por sentarse en ella, estaba cerca del fogón que hacia el lugar cálido, y el que llegara primero se sentaba allí y podía comer las tortillas más doradas durante la cena que era cuando se comía en ese lugar, porque el desayuno y el almuerzo se realizaba en el comedor que estaba en la parte de enfrente de la cocina. Pero en la cena todos nos sentábamos a platicar y mi papá y mamá contaban historias de su pueblo o recordaban cronológicamente acontecimientos que había pasado en su aldea de donde eran oriundos. Pero no solo la cocina era cálida también la sala con su televisor blanco y negro en la década de los 70 y en los 90 a colores, quien llegara primero veía su programa, con excepción, si había un programa que mi papá prefería, todos veíamos la misma película o programa sin objeción y sobre todo la disfrutábamos y comíamos algo que mi mamá preparaba, a mi papá le encantaban las conservas y el chilacayote en caldo, tamalitos de elote, de frijoles camaguas, de loroco o dependiendo la época así se comía fruta u otros platillos. Era una casa con cuatro habitaciones eso si tres muy oscuras donde se podía dormir profundamente, ya que el horario de dormir casi siempre era de 8 o 9 pm, a 5 o 6 de la mañana, y como también en la parte de atrás de la casa había terreno sin construir allí vivían pollos y gallos, el cantar de los gallos armoniosamente nos despertaban y el perro llamado Catrín, entraba a los cuartos a mover su cola y terminar de levantarnos. Toda la casa estaba adornada de flores y en el patio estaba una butaca y en la sala una silla muy grande que también se decía que era del rey y allí se sentaba mi papá para ver televisión, a veces durante el invierno mi papá sembraba milpa en la parte de atrás de la casa y en septiembre comíamos elotes asados. Todos mis tíos venían a visitarnos y se quedaban dos o tres días, esa casa guarda los momentos más alegres de nuestra familia, celebraciones de cumpleaños, graduaciones, matrimonios, pero hoy solo recuerdo cada rincón abandonado por el tiempo y la soledad que se recrea con los ecos de las risas y juegos infantiles de los nietos que aún lograron vivir esos tiempos especiales de nuestras vidas.
Esa casa, con su pasamanos, con su poso, con su corredor lleno de rosales, geranios, buganvilias, claveles y sus toneles con suficiente agua para el verano, todavía está allí parada como un poste esperando que alguien decida volverla ocupar. Esa fue la casa de mi infancia y juventud, la casa más bella no por su estructura, sino porque abrigo a mi familia y que vio partir poco a poco como los azahares que se convierten en naranjos y caen del árbol a cada uno de sus habitantes. Esa casa de adobe y luego de block sostuvo los cimientos más sólidos para que otras casas que construyeran los que allí la habitaron tampoco se cayeran y se fortalecieran como ejemplo de todo lo que se vivió en esa casa de colores porque cada año tenía un color distinto, la casa del naranjal como se conocía porque en el patio que divisaba la calle tenía un árbol de naranjo que todo el año mantenía frutos. Esa fue mi casa que recordaré con tanta alegría.
Aprendizaje obtenido La elaboración de textos es una actividad interesante para la persona que desea compartir su pensamiento, conocimiento o experiencias ya que a través de la escritura de éstos podrá manifestar, argumentar o explicar sus ideas, si se trata de textos informativos o persuasivos y narrativos si pretende relatar un episodio real o ficticio para entretener al lector. La profundidad del texto dependerá del uso adecuado del lenguaje y la idea que desee transmitir. Es importante reconocer que el ejercicio de escritura nos orienta al uso del pensamiento racional y deleite al recordar episodios de la vida como se practicó en las actividades anteriores y que el hilo de la redacción se entreteje conforme fluye la descripción de acontecimientos que van dándole vida al texto y recrean los momentos que se desean transmitir en el relato. Aborde acontecimientos anecdóticos que me permitieron hacer uso de la descripción. El aprendizaje de esta actividad es compartir relatos a través de técnicas sencillas pero a la vez comprender lo interesante de la creación de textos.
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withoneheadlight · 3 years
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| billy&will + harringrove | e s p a ñ o l | 
.
Hay un punto intermedio. Entre el instituto y el colegio. Un pedazo de terreno pelado, amarillento de falta de hierba y de exceso de sol y, en el medio, una caseta vieja.
Es una cosa destartalada y que acumula falta de manos de pintura y humedad, pero que queda fuera de la vista, de esa forma en que quedan fuera de la vista las cosas que están justo ahí pero que ya nadie pierde el tiempo mirando.
Ahí es dónde se encuentran.
Billy se enciende un cigarrillo. Desliza el culo sobre un antiguo pupitre retirado hace tiempo y abandonado pasto de la humedad y la podredumbre, apoyado contra la parte de atrás. Asiento de primera y última fila a la larga columna de árboles que el viento hace ondular al otro lado de la alambrada. La brasa le calienta los labios cuando inhala una calada profunda y exhala un,
“Te estás ablandando, Billy Hargrove”
Apoya hacia atrás la cabeza y cierra los ojos, escuchando ese continuo trinar de los pájaros que entreteje las horas lentas de los días y las noches de Indiana, y los gritos de alegría de los alumnos de la preparatoria, recordando que, en alguna parte ahí, hay un puñado de críos que aún va a seguir riendo con las mismas ganas a unos cuantos años vista. Que igual hasta Max puede ser uno de ellos, si Billy se da prisa. Que igual él también, si Billy es capaz de controlar esa reacción instintiva que le tira de la piel hacia dentro y le grita que pareparepare, que la piel blanda se hace trizas.
Pero igual pueden ser los dos, si Billy es capaz de apretar fuerte los dientes y seguirse ablandando.
Y la piel blanda que se rompe duele pero, 
“¡Hey!”
A veces compensa.
Will sonríe inmenso. Detiene la carrera en abrupto y se queda ahí enfrente, jadeando. Tiene nariz divertida y ojos gigantes. La clase de flequillo que te dan ganas de soplarle fuera de los ojos aunque en realidad lo que está es demasiado corto y Billy siempre ha pensado que le iría mejor en la vida si no se diera tanta cuenta. De las cosas. Si no le viera esa sonrisa anchaanchaancha y pudiera leerla tan fácil.
“¡Me moría de ganas de enseñarte esto!” Will se arrodilla en la hierba, las palabras entrecortándose entre exhalaciones. Tira de la cremallera de la mochila con el pecho aun temblando y no se da cuenta de que se le van a ensuciar las rodillas de los vaqueros ni de que Billy puede leerlo. El alivio. De encontrar aquí a Billy y no solo un pupitre vacío. De cómo para un crío cada día más significa ‘Te importo’.
Fué a principios de Enero. Viernes a última hora y una de esas cosas tontas que solo pasan en las pelis. Una cosa tan de guión y tan de coreografía que a Billy le dieron hasta ganas de levantar la vista al techo para asegurarse de que John Hughes no les estaba observando, tomando notas desde arriba. Chocaron en mitad de una esquina. Billy aceleró porque tenía prisa y la única manera de pillar a Max a tiempo últimamente era interceptarla justo a la salida. Will porque va siempre así. Siempre a mil por hora. Siempre rozando la velocidad necesaria para un salto en el tiempo para luego ser la clase de crío que parece tan calmado que asusta. Chocaron. En mitad de la esquina. Apuntes por todos lados y una maldición (Will) y un gemido ahogado (Billy) y acabaron tirando de la misma hoja uno por cada esquina. Trolls y magos y un castillo y una luz verde, una estrella augurando malos presagios en la lejanía. A Billy se le olvidó darle miedo y a Will debió de olvidársele que se lo tenía cuando se le escapó sin pensar un,
“Joder, Byers. Esto es una puta pasada”
Ni miedo ni reticencia ni esa forma que a veces tiene de chocarse con las palabras y trastabillar, solo un “¿En serio?” y ojos enormes y el flequillo rozando las pestañas al parpadear cuando a Billy se le olvidó también que debía― bueno, que debía ser Billy Hargrove.
“¿Tienes más?”
Así que ahora se salta lengua en vez de álgebra, todos los Martes y Jueves. Se escapa a ese lugar entre medias donde sabe que ya nadie mira para echarse un cigarro a la hora que a Will le coincide con el recreo. No siempre consigue darles esquinazo a su panda de pardillos pero algunos días hay suerte. Lleva los dibujos. Orcos y trasgos y montañas encantadas al noroeste y a Billy le parece que hay más príncipes que princesas y que si las hay, son casi siempre magas, casi siempre reinas y la mirada siempre se te va a los ojos que les arden, no a las prendas que les faltan y a Billy le parece que es un grano de arena pequeño. Esto. Que hacen. Y sabe que alguien ya mantiene firme el suelo bajo los pies de Will (‘Joyce’, le dice Will que se llama. Y a Billy le escuece la manera en que hace caber tanto, tanto amor en una sola palabra). Pero le parece también que tal vez no haga falta mucho más, para Will, solo― algunos granos de arena, para reponer los que cada día le quita ser un niño distinto en un pueblo pequeño y enfermo de extrañeza para lo que le resulta extraño. 
Así que Billy va a tener que apretar los dientes hasta que le sangren las encías porque es eso, o endurecerse. Es eso. O cagarla.
Otra vez.
Y por la Virgen, Billy no quiere volver a cagarla.
Así que chupa el cigarro. Enarca una ceja. Apresura al crío con la mano.
“Mmm. ¿Tan cojonudo te parece que es, canijo? Venga, que me empieza la siguiente clase”
Will sobrevuela papeles. Cabeza asintiendo y dedos rápidos. Encuentra lo que busca y tira, lo alza triunfal con la mano. Es la espada en la piedra y la lleva hasta Billy con las rodillas húmedas y solo un poco manchadas de barro. Es Marzo y el sol arde fuerte sobre toda la humedad que se ha pasado la noche llorando. El dibujo es un dragón enorme, alas oscuras y desplegadas en eclipse y solo unos pocos rayos de luz de luna iluminando al caballero desde su espalda. Tiene parpados ribeteados en negro y rizos rubios desparramándose en cascada y Billy estaba apretando los dientes pero se le separan porque el dibujo se parece demasiado a él para ser coincidencia. La sonrisa le devora toda la boca. Blando. Le pica la broma en la punta de lengua. Gruñe un,
“Me han llamado muchas cosas. Pero creo que esta nunca, Byers”
Solo se le ve la mitad de la expresión, con ese flequillo que le tapa las cejas y Billy vuelve a resistir las ganas de soplarlo.
“¿Hum?”
“Caballero” dice, deja entrever el tono coña “De armadura brillante”
Una puta pena, lo del flequillo. Porque casi no se le ve, así. Para el que no le conozca. Que se le suben las cejas y se le acumulan en las arrugas de la frente las ganas de bromear de vuelta. Pero por suerte llevan cuatro meses y Billy―
Billy ya le conoce.
“Ya sabes cuál es el trato, William. Escupe. Se te ve a kilómetros que te lo estás aguantando”
“Demasiado brillante” suelta Will, lanzando una mirada significativa a las pintas que lleva Billy, más cuidadas que no, más intencionales. Pero de eso ya se dará cuenta cuando crezca.
Billy carcajea. La sonrisa de Will se amplía, satisfecha. Se desliza de un salto en el pupitre de al lado. Billy le pasa el cigarro.
“¿Y esto?” Will se encoge un poco. Le mira. Luego al intercambio entre sus manos. Coge el cigarrillo entre dos dedos y el filtro no quema pero Will lo aprieta solo lo justo, como si le diera miedo que de repente lo abrasara.
“Venganza” dice Billy, medio gruñido medio risa, y Will fruence el ceño, pero respira hondo para coger fuerza. Exhala. Da una calada y―
“Argg” tosetosetose “Esto es. Ufff. Es horrible!. No se cómo―” le devuelve el cigarro “Ufff, que―” duda “Asco”
Billy suelta una risotada. Piensa en Max inhalando profundo un par de meses atrás, sosteniéndole la mirada. Rompiendo a toser cinco segundos después. A Will también le palmea la espalda.
“Eso es bueno” dice “Mejor que no te guste” y Will arruga toda la cara “Y esto también” añade Billy, agitando un poco el dibujo “Esto es muy. Pero que muy bueno, tío”
Will. Le mira. Uno. dos. Tres segundos. Largos. Y Billy le duelen un poco, todos y cada uno. Tres puñaladas profundas con esa espada recién liberada. Un tipo diferente de ‘te importa' cada una: ‘me parece imposible (que te importe)’. ‘Si tu lo piensas, igual es verdad (me importa, que tu lo pienses)’. ‘Gracias (porque te importe)’. Y luego. Esas cejas escondidas. Los carrillos hinchándose un poco cuando se muerde la punta de la lengua y―
“¿Billy?” los ojos le brillan de malicia mal contenida.
“¿Uh?”
“Tú eres el dragón”
“Serás―”
Will encoge un hombro. Vuelve la vista al dibujo.
“Pero también el caballero”
Lo dice en un tono que atraviesa el pecho entero y ‘Gracias’ piensa Billy, aunque le duela la piel blanda. Y no le sopla fuerte ese flequillo de tazón de dónde le cobre toda la frente pero―
Sí que le revuelve todo el pelo.
“Ah―!!”
“Hey, canijo, ¿quieres ver el que yo he hecho?”
Will asiente rápido. Todo velocidad contenida y reverberando y a veces Billy no sabe cómo tan poca gente lo puede ver, lo pequeñísima que se le queda la piel y piensa que ojalá, ojalá acumule suficientes granos de arena para elevar ese suelo firme bajo sus pies, y llegar muy alto.
“Claro!”
Lo lleva guardado en el bolsillo de la chaqueta. Doblado. Como lo guarda todo. Pliegues y capas y en el fondo de bolsillos que nunca mira nadie pero. 
Lo desdobla para enseñárselo a Will Byers.
“Vaya” Sonríe como ‘Cuatro meses desde que nos chocamos y me parece que yo te conozco un poco también, Billy Hargrove’  y Billy tocó fondo pero ahora por lo menos Max y él cantan AC/DC a coro en los viajes de vuelta a casa y la voz de Will suena a ‘Eres bueno’ cuando pasa las yemas de los dedos por los contornos en grafito de la calavera y repite, “Vaya”
“Pienso hacérmelo” Billy inspira una calada profunda de Marlboro y de ‘Tres meses para los dieciocho’ y le parece sentir como el humo se enrosca en el interior de sus pulmones antes de soltarla. Es una imagen tan bonita como estúpida. Mira la mandíbula abierta del dibujo y piensa que tal vez a él también le apetezca una calada “Tenerlo curado para cuando empiece el verano y―”
“¿Qué pasa aquí?”
Steve. 
Harrington.
Brazos en jarras, las solapas del polo subidas y las Ray-Ban sujetándole esa forma en que se le arremolina el pelo sin llegar a domarlo. El sol de las doce pasadas le ilumina medio de espalda y es guapo. A dolor. Es tan, pero que tan guapo. Billy está seguro de que es imposible que este paleto criado a base de maíz y de dinero amasado en negocios de dudosa moral sea lo más bonito que ha visto nunca pero a veces se le olvida. Que es imposible porque. Joder. Lo parece. La luz encendiéndose las puntas del pelo dónde se le ondula. Bajo la oreja. En la curva larga de su cuello. Y el mundo no se para ni los pájaros dejan de trinar ni las nubes se abren y no pasa ninguna mierda sobrecogedora porque esto es el agujero negro dónde va a parar toda la basura del mundo, Indiana. Pero. Lo parece y, 
Billy. 
Billy sabía respirar pero esa es la otra cosa que siempre se le olvida. Cada vez que Steve Harrington le pasa por delante.
Se tiene que obligar. A asentir. A dejar de ahogarse. Cuando Will le busca con esos ojos grandes a modo de pregunta.
A modo de disculpa.
Billy Hargrove, de recién coronado terror local a―
“Le estaba―” empieza Will. Respira. Frunce la boca antes de soltar la verdad porque sabe que es la única escapatoria “Enseñando mis dibujos. A veces―”
―el blandengue al que se le sube garganta arriba el orgullo cada vez que un crío de apenas once años le dice ‘Billy, esto es bueno. Es muy. Muy bueno, Billy’.
“A veces interca-eh―”
Los ojos grandes de Will se hacen aún más, más grandes. Como si se diera cuenta de que donde ha metido el pie sigue embarrándose hasta meter la pata entera y Billy le sonríe un poco, del lado de la boca que queda oculto para Steve Harington, por eso de las fachadas y lo difíciles que son de mantener, cuando por un lado presiona lo que se supone que debes ser y por otro, fuerte, cada vez más fuerte, lo que escondes.
“¿A veces―”
Will suspira hondo, hondo, labios fruncidos y Billy piensa ‘A la mierda, Hargrove. No te escondas’.
Es él quien contesta,  
“Intercambiamos dibujos, Harrington”
Y Steve.
Tiene esos ojos. Son como un mar revuelto en mitad del invierno, esos ojos. Duros, duros, duros. Imponentes. Pero suaves. Joder tan suaves. Cuando algo le pilla desprevenido. Cantos rodados en el oleaje. Y Billy querría dejarse arrastrar por ellos como caer con la curva de una ola. Steve le mira, y al dibujo que tiene en la mano, sus ojos un remolino y, cuando alza la vista, la calma. Y Billy se siente igual que cuando le parecía a veces que las olas querían. Envolverle y atraparle. Suaves como las nubes que reflejan. Y Billy se siente igual que cuando las dejaba. Llevarle. Arrastrarle hasta orilla. Sano y salvo.
“¿Lo has hecho tú?” Steve frunce el ceño. Cuando hace eso. Está siempre guapísimo. Y a Billy el corazón se le rompe. A cachos. Piensa. Esto es lo que cuesta. Piensa.  Joder.  Piensa. Así es como duelen las cosas cuando te conviertes en un puto blando. 
Lo que no tienes. Lo que quieres. Lo que podrías―
Joder.
Lo que podrías querer tanto que quisieras arrancarte la piel, para que pudieran tocarte el corazón directamente con las manos.
Billy asiente. Will sonríe. Steve suaviza el ceño y― olasolasolas. En una mañana de otoño. Batiendo la superficie de un mar en calma.
Y ahora. Billy canta AC/DC con Max. Le hace aguas el corazón cuando desafina y a ella se sujeta los pulmones cuando la risa se le atraganta. Si sienta en la parte de atrás de una caseta a medio camino entre quien es y quién debería ser y pasa con muchísimo cuidado las páginas del cuaderno de dibujo de Will Byers. 
Y Billy Hargrove tocó fondo un día a finales de Octubre. Tocó fondo y le dejó a Steve Harrington hecha papilla esa cara que no puede dejar de ver en sueños. Cuando está dormido. Cuando está despierto. Tocó fondo y ahí se va a quedar. Es eso. O arriesgarse a subir a la superficie equivocada. Se está bien, aquí en el fondo. Se ve mejor lo que importa, cuando alzas la vista hacia la superficie.
Aquí, duele mirar lo que no tienes pero, al menos. Te devuelve la mirada.
Aquí, Billy respira muy, muy hondo. Coge aire para para tener algo que le mantenga vivo bajo el agua cuando Steve le arranca el dibujo de las manos. Lo estudia con detenimiento. Dice,
“Es. Eh. Bueno―” Sonríe “No es. Bonito. Al uso.” Mira a Billy y su mirada se deshace en espuma, se rompe en esa suavidad que no puede evitar, como si lo demás fuera tan de mentira como ‘Billy Hargrove’ y todas esas paredes imaginarias “Pero―” 
Dice ‘Pero’ y, entonces. Suena la alarma.
“¡Oh!” Will bota en el sitio “¡Tengo que―” cierra a tirones la mochila y “¡Clase!”
Sale corriendo, girándose antes de desaparecer tras las esquina de la caseta para saludar, dedicándoles a los dos una de esas sonrisas que Billy ha categorizado sin darse cuenta como ‘de las buenas’, ancha y ya casi jadeante otra vez, antes de desaparecer a la velocidad de la luz en dirección a la escuela y a, espera Billy,  ser uno de esos pocos críos que aún va a seguir riendo con las mismas ganas a unos cuantos años vista, con un poco de suerte.
Steve Harrinton sigue ahí, plantado frente a él cuando se detiene la alarma.
“¿Te sobra alguno de esos?” pregunta, la barbilla señalando el cigarrillo que Billy aprieta entre los dedos, en la deriva de su pelo las Ray-Ban se mantienen a flote, zozobrando.
Billy golpea el culo del paquete contra el muslo, le ofrece el cigarro que sobresale. Rasca la piedra del encendedor y, Steve se inclina hacia delante y es pleno día pero a la luz delgada de la llama da casi la sensación de ser ese instante exacto en que empieza a apagarse el mundo, y la oscuridad convierte los espacios abiertos en pequeños universos estrechos: Steve Harrington y sus labios rojos alrededor de cigarro y un dolor pequeño en la yema de su pulgar de seguir manteniendo vivo el fuego y querer cosas con un dolor más grande y sentir que se le cauteriza el corazón de mantener dentro la rabia al saber que  nunca va a tenerlas pero―
“¿Pero?”
Steve le agarra la muñeca. Ahueca las mejillas. Inhala hondo. Se separa pero tarda un momento. En soltarle. Lo bastante para que sus dedos pudieran leer la forma en que a Billy se le encabrita el pulso en la muñeca, si quisieran.
“Pero―” Steve sonríe. De medio lado. Se sienta en el sitio de Will. Alarga el cuello hacia el cielo. Alarga la espera. Exhala. “―es mono”
Le encuentra, con esos ojos. A Billy, que nunca puede dejar de mirarle. Le devuelve la mirada.
Y Billy―
Billy.
“¿Mono?”
Billy. Parpadea. Se le para la mano a medio movimiento de llevarse a la boca su propio cigarro. Se le para el corazón y le parece que se para el tiempo, también, en esta estrechez a la que la presencia de Steve ha reducido el momento. La sonrisa entera ahora. Ojos suaves. Joderjoderoder. Tan suaves. Y Billy piensa,
Te estás ablandando. Te estás ablandando tanto, Billy Hargrove, cuando Steve dice.
“Tú” dice, bufa una risa suave “Con Will. Dibujando”
Billy quiere que no deje nunca de mirarle así. Quiere besarle.
“Fúmate el puto cigarro” gruñe.
Y Steve hace rodar los ojos de una forma que dice a gritos ‘Te pillé, Hargrove’, pero apoya la espalda contra la madera pelada de la caseta, y le hace caso.
xxxx
(El Martes siguiente no es solo Will quien aparece cuando suena la alarma.)
.
.
tengo como 5k más de esto escrito porque se me fué de las manos, pero inicialmente iba a ser solo esta parte y me apetecía postearlo, así que, ¿por qué no? :D xD. He estado revisionando ST y al ver a Will dibujar pensé, ¿pero y si? porque tiene muchísimo sentido para mi, que tengan más cosas en común de las que parece, así que uh, aquí está esto!
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nextnnet · 6 years
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Hace aproximadamente un lustro, el creador de Shape of the World, Stu Maxwell, decidió dar un giro a su trayectoria como programador dentro del mundillo de los videojuegos y llevar a cabo un sueño que perseguía desde hace tiempo: crear su propio videojuego. Y, cuando decimos propio, lo decimos con todas sus consecuencias. Según sus palabras, el título que nos ocupa, que financió mediante Kickstarter, “es un lugar colorido y sorprendente que he hecho para que la gente se relaje después de un día ajetreado, inspirado en todas mis caminatas y recorridos en bicicleta para aliviar el estrés a través de los viejos bosques del noroeste del Pacífico donde vivo“.
      “Caminante, no hay camino…
… se hace camino al andar”. No sé si el mencionado Stu conoce estos versos de que Antonio Machado incluía en su obra “Campos de Castilla“, pero resumen a la perfección la propuesta de su Shape of the World. El juego nos pone en la piel de un personaje que manejamos con perspectiva en primera persona y con el que exploramos un mundo que se va creando y cambiando a nuestro alrededor a medida que lo recorremos. No tenemos ningún objetivo más que ir avanzando a nuestro propio ritmo y en nuestro camino no se interpondrán enemigos, ni cuentas atrás o barras de nivel de vida que nos pongan en peligro. Lo único que tenemos que hacer es disfrutar de la travesía y relajarnos.
    Nuestra misión es tan simple que en ella únicamente necesitamos 3 botones, además del stick derecho con el que guiamos nuestro movimiento, y su uso se nos explica al poco de comenzar nuestro trayecto. Con el gatillo izquierdo (ZL) lanzamos semillas al suelo que hacen que broten árboles o plantas y con el gatillo derecho (ZR) intereactuamos con algunos elementos del escenario. Éste es el botón que más uso tiene, ya que, aunque la cantidad y variedad de acciones que podemos realizar es corta, nos sirve para lograr impulsos de velocidad al tocar y hacer desaparecer los árboles que hayamos creado o los que nacen de manera espontánea, para activar ciertos bloques de piedra que desbloquean caminos o para relacionarnos con las criaturas que nos encontramos, las cuales reaccionan a nuestra presencia de maneras distintas, como propinándonos un empujón o saliendo despedidas cual cohete. A mayores, podremos saltar pulsando B, pero no necesitamos hacerlo más que en contadas ocasiones.
  Cada zona tiene su particular fauna, pero todas las criaturas están inspiradas en animales acuáticos.
¿Es un calamar rechoncho o una colina de Super Mario Bros?
  Los niveles de Shape of the World están estructurados como partes de una montaña que tenemos que escalar, desde la base a la cima y cada uno de ellos se presenta definido por el entorno que nos rodea. El recorrido nos lleva por llanuras prácticamente yermas, zonas boscosas con cuestas empinadas o por las profundidades de cuevas inundadas. Para cambiar de nivel tenemos que ir cruzando unas puertas con forma triangular cuya localización aproximada está siempre al alcance de nuestra vista gracias a unas marcas, también triangulares, que podemos buscar en el cielo. En cada zona, a la que accedemos sin ningún tipo de pantalla de carga de por medio, hay más de una de estas entradas y, aunque todas nos ayudan a progresar, algunas nos retrasan un poco obligándonos a explorar un poco más el terreno. Si conseguimos atravesar las “correctas” podemos acabar el trayecto en aproximadamente una hora ya que, como he mencionado antes, no hay ningún tipo de amenaza y los puzles que se nos plantean para descubrir caminos ocultos son de muy baja dificultad y prácticamente todos iguales.
  Calleja se ventila este juego en un santiamén.
Conseguir todas las semillas hará que la duración del juego pueda llegar a las 3 horas
  Pero la intención del creador es que nos perdamos en su colorido mundo y para ello ha diseminado grupos de semillas en cada hábitat para así proporcionarnos un aliciente voluntario a la hora de explorar los diferentes ambientes y no recorrerlos de manera rápida y lineal. Estas semillas no suelen estar remotamente escondidas, pero si queremos reunirlas todas debemos rejugar el título (podemos hacerlo sólo en los capítulos que nos interese) y atravesar la mayor cantidad de puertas distintas. Al ir haciéndonos con ellas conseguimos “combustible” para crear flora lanzándolas al suelo y provocamos cambios de color en nuestra periferia si recogemos todas las pertenecientes a una clase en particular.
    Relaxing game en la consola híbrida
Pero, además de perdernos, el propósito de Shape of the World es que nos relajemos mientras deambulamos por sus paisajes y, para tal fin, el apartado artístico es fundamental. Gráficamente es minimalista, en ocasiones en exceso, aunque, en mi opinión, mejora a medida que avanzamos. En los primeros niveles los escenarios están algo vacíos y presentan una paleta de colores pastel bastante apagada que va dando paso, poco a poco, a vistas repletas de árboles, cascadas o relámpagos que hacen uso de tonalidades más vivas y atractivas a nuestros ojos, con instantes en los que merece la pena detenerse a admirar el panorama que tenemos frente a nosotros. Eso sí, dada la naturaleza del título (nunca mejor dicho), creo que estos momentos son demasiado puntuales y se me vienen a la cabeza juegos como RiME o Flower, del que tiene clara influencia, en los que el quedarte con la boca abierta embelesado por la belleza de los gráficos es más frecuente.
    Aunque la velocidad normal a la que se desplaza nuestro viajero es más lenta de lo deseable, el movimiento es fluido, aunque un pelín tosco, ya que corre a 30 fps, y con algún tirón o glicth muy ocasional. En este aspecto, creo que la experiencia general del juego mejoraría sobremanera si la tasa de frames fuera de 60 fps ya que nuestro personaje se traslada flotando y un incremento en la soltura de los desplazamientos redundaría en una superior sensación de relax al manejarlo. Los controles responden bien, aunque echo de menos el uso de algún tipo de vibración en el mando (ya no digo que sea la HD de Nintendo Switch), pues considero que ayudaría mucho a la inmersión en el viaje por parte del jugador.
    Obviamente, de la mano de los gráficos va el apartado sonoro, que cumple con nota, especialmente la música, compuesta por Brent Silk, que es el apartado donde más brilla este Shape of the World. Las melodías evolucionan al mismo ritmo que el paisaje y encaja como un guante dentro de lo abstracto o psicodélico de la propuesta. No pasaremos días tarareando ninguno de los temas, pero los sintetizadores, minimalistas y con un toque futurista, proporcionan un ambiente etéreo y relajante que se vuelve, dentro de sus posibilidades, épico a medida que vamos realizando descubrimientos y acercándonos al final. A pesar de ser monótonas en su base, acompañan muy acertadamente a la acción y no llegan a molestar en ningún momento.
      Shape of the World – Unas cortas vacaciones
En definitiva, Shape of the World más que un juego podría considerarse una experiencia, única en Nintendo Switch y que probablemente no sea apta para cualquier tipo de jugador. Carece de dificultad y prácticamente de objetivos, pues busca únicamente que nos perdamos en una simple travesía por un mundo de naturaleza surrealista que trata de sorprendernos con su comportamiento. Ese punto lo consigue gracias a un apartado artístico notable y con personalidad, pero su monotonía, a pesar de su excesivamente corta duración, y lo que tarda en resultar atractivo lastran el resultado definitivo. Aún así, las últimas fases, en particular los segundos finales, logran crear un clímax muy especial que nos proporciona una  enorme sensación de calma y bienestar, esa que hemos estado rozando durante todo nuestro viaje, al llegar a destino.
  Este análisis ha sido posible gracias a un código de descarga cedido por Hollow Tree Games
Análisis – Shape of the World (Nintendo Switch). Ante todo, mucha calma Hace aproximadamente un lustro, el creador de Shape of the World, Stu Maxwell, decidió dar un giro a su trayectoria como programador dentro del mundillo de los videojuegos y llevar a cabo un sueño que perseguía desde hace tiempo: crear su propio videojuego.
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