Las 12 Oneshot Bonus
⚠️ ¡Atención!⚠️ Oneshot extra de '¿Qué pasaría sí...?' después de los eventos de la historia, también contiene contenido caliente, sin muchos detalles, pero lo contiene
Oneshot inspirado en esta canción.
----------------------------------------------------
Había decidido pasar un tiempo en casa de mis abuelos después de todo el interrogatorio de Duskwood. Pero eso es otra historia.
Necesitaba relajarme. Viajar. Coger un avión y marcharme un tiempo. Lo único que hago es llorar, gritar... Todas las noches tengo pesadillas. Le veo arder. A Jake. Grito su nombre e intento alcanzarlo. Pero el fuego me detiene porque sabe que le tengo miedo.
Al menos sé que, si estoy acompañada, intento calmarme. Mi abuela entra en mi cuarto y me abraza, cantándome como cuando era pequeña, tratando de calmarme. Ninguno sabe de la existencia de Jake o que es al que le lloro todas las noches.
Paseamos por el muelle de Santa Mónica, escuchando a la gente divertirse.
Veo a mis abuelos pasárselo bien, como si ellos fueran jóvenes. Sonrío. Verlos me hace tener un poco de esperanzas en mi futuro con Jake.
Mi expresión cambia al ver a lo lejos una capucha negra. Mi corazón se acelera.
Empiezo a caminar en dirección hacia él.
—Jake... —susurro, apartando a la gente— Jake.
Trato de alcanzarlo y alguien me empuja.
—Perdón —me dice el chico.
Lo ignoro y vuelvo mi vista al tío de la capucha. Había desaparecido.
Meto la mano en el bolsillo de mi chaqueta para sacar el móvil y me doy cuenta de que no lo tengo ¡El tío de antes! ¡Me lo ha robado!
Intento recordar lo que he llegado de ver de él. Tenía la sudadera... gris.... No llevaba nada llamativo para robar.
Busco entre la gente y le veo haciendo otra vez la misma táctica.
Me acerco a él a grandes pasos, siendo lo más silenciosa a cada pisada que daba.
Logro agarrarle y me mira asustado. Por supuesto, le he pillado desprevenido. Pero no puedo controlarme, estoy furiosa.
— ¡Dame mi móvil! —le grito, sin ninguna vergüenza a que la gente me mire.
—Tía, no sé de qué me hablar —me contesta, intentando librarse de mí.
La adrenalina de mi interior no me deja pensar con claridad. Solo deseo pegar a este tío si no me lo devuelve.
— ¡No te hagas el loco! ¡Devuélveme el móvil! —le agito, sujetándole de la sudadera.
A diferencia de Jake, este tío es de mi estatura y me es más fácil moverlo, es más débil... Como yo.
— ¡Que no lo tengo, loca! —me agarra de las muñecas, intentando hacerme daño para que le soltase.
Pero lo ignoro. Me ciega la obsesión de tener mi móvil.
— ¿Qué pasa aquí? —se acerca un policía, mirándonos a los dos.
—La mujer esta —me mira el chico con cara de asco—, dice que le he robado el móvil.
Me preparo para pegarle un puñetazo, pero me detienen.
Me fijo que es mi abuelo, mirándome con calma.
—Lo sentimos mucho —se disculpa por mí—. Lleva un tiempo nerviosa, ha tenido unos meses duros.
— ¡No! ¡Me ha robado el móvil! —respondo mirando al policía.
El agente mira al chico y luego a mí. Vuelve a mirar al chico y le hace un gesto con la mano.
—Por favor, saque todo lo que tenga en los bolsillos.
— ¿Está de coña? —le responde, señalándome— ¡Es ella la que me ha atacado!
— ¡Es ese! —Grita un hombre— ¡Es ese tío! ¡El que se ha chocado conmigo y me ha robado la cartera!
Me muerdo el interior de la mejilla, controlándome.
El policía mira directamente al tío y este suspira, comenzando a sacar todo lo que lleva en los bolsillos.
Al ver mi móvil, lo cojo y lo llevo contra mi pecho, llorando. Si lo pierdo, puedo perder cualquier contacto con Jake. Si no lo tengo a mi lado, quizás le pierda ya para siempre.
— ¿Pero qué le pasa? Sólo es un móvil —dice el ladrón, mientras el policía le pone las esposas.
—Y tu libertad tan solo una fianza de tres números —le responde el policía.
Mis abuelos se acercan a mí, colocando sus manos en mi espalda y hombro, intentando calmarme.
No es sólo un móvil... No lo es...
Regresamos a casa y me quedo sentada en el porche, viendo cómo empieza el atardecer.
Mantengo el móvil en mis manos, apretándolo con fuerza. Esperando un mensaje. Esperando a Jake.
Mi abuelo se sienta a mi lado y me tiende un vaso de limonada. Doy un pequeño sorbo, saboreando el contenido.
—Tu abuela y yo estamos bastante preocupados por ti —me dice con una voz calmada—. Vuelves a ser esa Macie de hace dos años.
Suspiro, sin saber qué decir. Esa Macie que se sintió culpable... Como ahora...
—Macie ¿Qué pasó exactamente? —Le miro y vuelvo a llorar— Quizás te sientas mejor si hablas.
Escucho unos pasos detrás de mí y me giro a ver a la abuela, que se sienta en una de las sillas.
—Cuando murieron tus padres, nos dolió mucho —continúa hablando y le presto atención—. Tu padre no tenía que haberse muerto antes que nosotros. Pero al menos, no perdimos una nieta —me coge la mano y la aprieta con cariño—, ya sabes que con nosotros siempre puedes contar.
Asiento, llorando más fuerte.
Me apoyo en su hombro y él me acaricia la cabeza, dándome un beso.
—Lo he perdido... —respondo entre respiraciones entrecortadas— Siento que le he perdido para siempre... Se sacrificó por mí y puso su vida en riesgo... No sé si está vivo o... —me muerdo la lengua, tampoco debo dar más detalles de que podían haberle arrestado.
—Lo siento mucho cariño... —me dice, con una voz igual de rota que yo— Si aún no le han encontrado, quizás haya esperanzas, no te preocupes.
Sé que lo dice para animarme. Pero sin una noticia de Jake, lo único que tengo es miedo de perder a otra persona importante en mi vida. Y que sea el hombre que amo, era mucho más doloroso.
Intento dormir, no parando de dar vueltas en la cama. A lo lejos puedo escuchar el movimiento del mar. Hacía un poco más de frío por la noche, la temperatura había bajado.
Me pongo a mirar el techo y suspiro. No logro dormir...
Me levanto de la cama y busco en el armario una toalla y mis zapatillas de deporte.
Me voy acercando a la playa. No hay nadie para ser solo las doce. Un poco extraño, normalmente hay gente, pero todo está tranquilo.
Coloco la toalla en el suelo, haciendo que las zapatillas la sujetes. Me siento y me pongo a mirar el mar, pensando en estas semanas. Duras semanas sin Jake. Semanas en las que todo el grupo estamos demasiado afectados. No les he vuelto a escribir desde que regresé de Duskwood porque les dije que necesitaba estar un tiempo sola. Aunque sé que me necesitan, pero... No puedo. Todo me recuerda a él.
La Luna es menguante, no llena. También a ella le falta algo para ser perfecta.
Vuelvo a mirar al mar y despacio me levanto, acercándome a él. El agua que choca con mis pies es frío. Helado. Como cuchillas. Poco a poco comienzo a caminar hacia el interior.
El agua ya está por mi cintura. Un escalofrío recorre mi cuerpo. Tomo aire y me hundo. Frío... Mucho frío... Es diferente al calor del fuego. Ah... menuda tontería acabo de pensar. Claro que es diferente.
Me incorporo y me aparto el pelo de la cara, tosiendo ¿Cuánto tiempo he pasado debajo? El leve viento hace que me congele por completo. Me abrazo a mí misma. Deseo sentir este frío a sentir el horrible calor del fuego.
— ¡Macie! —Escucho a alguien gritarme.
Abro los ojos tanto, que parecen que se vayan a salir.
Temblando, dirijo mi mirada a la voz.
Mi corazón se acelera al verle.
—Jake... —susurro, comenzando a caminar para salir del agua.
Le veo ahí, quieto, con su mochila, su sudadera negra. Se acerca un poco a la orilla y cuando estoy cerca de él, me abraza.
Le respondo el abrazo, llorando ¿Cómo era que estaba aquí?
Vuelvo a mirarle. Sus ojos verdes resplandecen en la noche, casi como un gato.
Llevo mis labios hacia los suyos, que me corresponden. El calor del beso empieza a surgir un pequeño efecto en mí.
— ¡Creí haberte perdido! —Exclamo, separando mis labios de él, intentando poder hablar bien— ¡Creí que- ¡Creí que te habían detenido! ¡Creí que ya no estabas a mi lado!
—Ya, bueno —empieza a decir, mirándome preocupado—, logré salir sin problemas —coloca sus manos en mis mejillas, acariciándolas— ¿Pero qué haces tú en el agua a estas horas? Te vas a congelar.
Me abrazo entonces a mí misma, temblando.
—Mira tu ropa, vas a enfermar —suspira y se saca la sudadera—. Quítatela antes de que enfermes.
Asiento y empiezo a quitarme la ropa, para luego colocarme su sudadera. Cálida por haber estado en su cuerpo, dejando mi pijama en la toalla para evitar que se llene de arena.
Nos sentamos en la toalla y me abraza.
Coloco mis manos en sus mejillas, tirándole un poco hacia mí, volviendo a besarle. Él coloca su mano en mi cadera y detrás de mi cabeza, atrayéndome más a él.
Separo despacio nuestros labios y suspiro.
— ¿Por qué no me has enviado ningún mensaje? —empiezo a preguntarle nerviosa— ¿Una llamada? ¡Jake! ¡Estaba preocupada! ¡Muerta de miedo!
—Era demasiado peligroso para volver a reunirme contigo —me contesta, cogiendo mi mano y besándola—, lo siento Macie... Ya sabes que no te pondría jamás en riesgo.
—Lo que importa es que estás aquí... —le sonrío feliz— Estás a mi lado ¡Estás conmigo de nuevo!
Suelta una risa, acariciándome la mejilla. No aparta sus ojos de mí.
—Echaba de menos volver a verte ángel —susurra, de manera profunda. Desaparece mi miedo y el frío—. No debí dejarte sola de nuevo,
Niego con la cabeza, abrazándole con fuerza. No quiero separarme de él de nuevo. Ahora que está conmigo, quiero que se quede aquí para siempre.
—No me dejes jamás, Jake —suplico, dejando un beso en su cuello— ¡Por favor! ¡No me dejes!
—No lo haré, por eso estoy aquí.
Me abraza con fuerza y siento que me drogo con el olor de su cuerpo. Que el abrazo que me da es el mejor modo para entrar en calor.
— ¿Te apetece bailar? —me pregunta y me río.
— ¿Qué?
—Quiero celebrar que nos hemos encontrado de nuevo —me dice, ofreciéndome su mano.
Le sonrío y la acepto, levantándonos.
Es como aquella noche en el motel, los dos solos. Ha puesto la canción de nuestro primer beso. Sus manos están en mis caderas, mientras que las mías están en sus hombros.
Su sonrisa... Dios... Echaba de menos ver su sonrisa. Jake no deja de mirarme y yo no paro de sonreír como una tonta. Todas mis preocupaciones han desaparecido. Ya no pienso en el miedo que tenía estas semanas, ahora me siento como si todo fuera perfecto.
—No tienes ni idea de cuánto he deseado volver a verte... —susurro, solo para él.
—El sentimiento es mutuo, Macie —dice, con una voz tranquila—. Quise muchas veces ponerme en contacto contigo, pero tan solo podía verte por vídeo. Lo siento. Siento que tuvieras que llorar tanto por mí.
—Ya no lo haré más —suspiro, sonriéndole—, ahora que estamos juntos, se acabó llorar.
—Me alegra escuchar eso —suelta una pequeña risa.
Lleva su mano debajo de mi barbilla y me la alza un poco más, para besarme.
Cierro los ojos y me dejo llevar, posando mis manos en su pecho, notando el calor de su cuerpo. Arde... Igual que el mío ahora. El frío ha desaparecido.
Intento dominarle un poco, mordiéndole el labio. Escucho como hace un sonido de garganta demasiado sexy. Dios... Lo echaba de menos.
Se separa un poco, pero le vuelvo a besar, siendo un poco más pasional. Él me responde, dejándose ahora él llevar.
Sus manos recorren mi cuerpo hasta dejarlos en mi trasero, aproximándome a él.
Suelto un gemido al notar que pasa por delante de mi prenda, acariciándome despacio.
Sonrío con malicia y me separo, para colocar mis manos en sus hombros y obligándole a sentarse en la toalla.
Su sonrisa se transforma a una hambrienta, mostrando sus dientes con deseo.
Me siento encima de Jake y vuelvo a besarle, y él continúa con lo que estaba haciendo. Sus caricias hacen que a veces arquee la espalda, gimiendo en sus labios.
—Jake... —digo con dificultad— Yo...
— ¿Tú qué, ángel? —me susurra, comenzando a besarme por el cuello.
Me muerdo el labio, llevando mis manos a sus pantalones.
—Por favor... —suplico— Te deseo...
Escucho cómo se ríe. Se mete por oreja y atraviesa mi cerebro, manteniéndome pendiente en cuál será su siguiente paso.
Sus manos, suavemente baja mis bragas y contengo la respiración al notar sus manos en mi piel. Lo hace tan despacio que sabe que es una tortura para mí.
Le ayudo a bajarse un poco los pantalones y los boxers y me coloco mejor encima de él.
Su mirada me penetra el alma y yo suelto un gemido por cada movimiento. No pensé que también volvería a sentirle tan dentro de mí de nuevo, pero esta vez, llevando yo las riendas. Y le veo cómo suelta pequeños gemidos también, se controla. No le gusta hacer ruido.
Me besa para poder así evitarlo y juega con mi lengua, paseando sus manos por mi cuerpo, acariciando uno de mis pechos con suavidad. Mi corazón se acelera. Todo esto... Esta noche, aquí con él... Era lo que más deseaba. Estar solos. De nuevo. No estar con nadie más.
Estaba conmigo de nuevo. Y estaba vivo.
Enredo mis piernas con las de él, mientras ahora, tumbados en la toalla, nos miramos profundamente.
Jake me acaricia la mejilla con carió y yo suspiro, acurrucada en sus brazos.
—Preciosa... —me dice.
Suelto una risita, tímida.
Me besa de nuevo, muy lentamente y, todo mi cuerpo vuelve a estremecerse con su tacto al meter la mano por debajo de la sudadera para atraerme. Su agarre es firme y fuerte. Como si no quisiera dejarme marchar.
Cuando nos separamos, trago saliva nerviosa.
—No te irás a marchar de nuevo ¿verdad? —le pregunto preocupada.
—Lo siento mucho Macie —me responde—, he pasado demasiado tiempo aquí, no sé si habrán logrado localizarme mientras estábamos ocupados —me responde, dejándome pequeños besos en la cara.
—No quiero que te vayas... —susurro, con voz rota— Jake, quédate conmigo, por favor —cuando se separa dejando de besarme, le miro a los ojos—. Por favor, marchémonos ahora, juntos. Regresemos a por Henry y marchémonos para siempre.
—Yo... —Jake suspira y se incorpora. Hago lo mismo, mirándole confusa— Lo siento —dice al final—, no puedo dejar que vengas conmigo.
—Pero me lo prometiste —empiezo a ponerme nerviosa, temblando de miedo de volver a alejarme de él— ¡Dijiste que vendrías a por nosotros!
—Lo sé, sé que lo dije —me mira con dolor—. Macie, espera un poco más, tan solo un poco más.
—Pero... —comienzo a llorar, sin saber qué decir. Todo esto era confuso— No me importa... A mí no me importaría seguirte.
—De eso no me cabe la menor duda —me acaricia la mejilla y apoya su frente con la mía—. Ten un poco de esperanza de que podremos volver a vernos de nuevo, ángel.
—No lo entiendo... —le respondo, intentando controlar mis lágrimas— Tú me lo prometiste, que ya jamás nos separaríamos, que estarías conmigo ¡Jake! ¡Aún hay muchas cosas que tenemos que hacer juntos! ¡No me vuelvas a dejar sola de nuevo!
—Perdona Macie —suspira—. Pero como he dicho, ten esperanza de que nos volveremos a encontrar. Porque aún sigue la promesa de que no dejaré que me separen de ti tampoco.
— ¿Esperanza volvernos a encontrar? —Me separo, mirándole a los ojos— ¿Qué dices? Si nos hemos encontrado.
Escucho una leve explosión y dirijo mi vista dirección del sonido. El mar.
Era ahora un mar de llamas.
Me giro para ver a Jake, asustada. Pero él ya no estaba a mi lado.
Me levanto de la toalla. Todo estaba ardiendo a mí alrededor.
— ¡JAKE! —Grito desesperada, buscándole con la mirada— ¡JAKE!
Hago un esfuerzo y salgo de la toalla, con miedo a quemarme. El fuego se aparta cuando doy un paso.
Me pongo a caminar decidida, gritando el nombre de Jake ¡No podía dejarme así! ¡¿Y qué había pasado?! ¿Por qué estaba ahora todo en llamas?
— ¡JAKE!
— ¡MACIE!
Me giro y veo una silueta.
Corro hacia él, pero las llamas no desaparecen, tenemos una barrera entre los dos.
— ¡Jake! —Le miro asustada— ¡Jake! ¡Quédate conmigo!
— ¡Lograré encontrar la manera de volver! —Grita, colocando sus manos en el muro de fuego— ¡Macie! ¡Volveré! ¡Te lo prometo! ¡Ten esperanza de que volveré a por ti!
— ¡NO! ¡NO ME DEJES!
Veo una sombra detrás de él, que poco a poco empieza a ser más visible.
Mi respiración se corta al verle. Empiezo a sentir rabia de nuevo.
Richy agarra a Jake por el cuello, arrastrándole.
Jake intenta librarse y él... Richy... Veo que tiene lágrimas en los ojos.
—Lo siento —oigo que dice entre lágrimas—. Si te digo que lo siento ¿me creerías?
— ¡RICHY PARA! —Grito con todas mis fuerzas— ¡NO TE LO LLEVES! ¡NO TE LLEVES A JAKE!
Doy un salto al muro en llamas y comienzo a arder.
Abro los ojos después de haber gritado.
Me incorporo en la cama, sudando.
Tengo la piel caliente, como si hubiera estado cerca del fuego.
Me tiro de nuevo en la almohada, llevándome las manos a la cara. Otra vez... Otra vez soñando que lo vuelvo a perder...
Después de estar un poco más en la cama, me levanto para desayunar. Me parece raro que no haya nadie en casa ¿y los abuelos?
Escucho el coche y dejo el zumo, saliendo de la casa.
— ¡Buenos días! —me saluda mi abuela, con su aspecto risueño y sus gafas de sol
—Buenos días —saluda mi abuelo—. Hemos ido a comprar, perdona por no haberte avisado.
—No pasa nada —respondo, acercándome para ayudar—, me llevo esto —cojo dos bolsas y empiezo a caminar en dirección a la casa.
— ¡OH! Espera cielo —mi abuela me detiene, cambiándome de bolsas—. Como tu abuela ya es mayor, no me había acordado, te he comprado un paquete de compresas y de tampones, no sé, lo que prefieras.
—Gracias, con todo esto que ha pasado ya ni me- —paro de hablar, poniéndome a pensar.
¿Cuánto tiempo había pasado?
¿Cuántas semanas?
Intento hacer cálculos ¿Cuándo fue la última vez? Tendré que mirarlo en el móvil.
— ¿Estás bien cielo? —Me pregunta mi abuela, preocupada— Acabas de palidecer.
Niego con la cabeza, sonriéndola.
—Va todo bien —contesto tranquila—, voy a... Guardar todo esto.
Vuelvo a caminar, entrando en la casa.
Voy a mi cuarto y me siento en la cama, con el móvil en la mano.
—No me jodas... —Me tiro hacia atrás, mirando el techo. Asustada— No puede estar pasándome esto ahora ¿no?
Espero que sea una falsa alarma y que se haya retrasado por el estrés, si no...
1 note
·
View note