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Democracias, territorios y pueblos indígenas

En tiempos de elecciones, avances de opciones de derecha y democracias en crisis, los pueblos indígenas plantean otros modelos de vida: sin explotar la naturaleza, proponen solidaridad, complementariedad y reciprocidad. El genocidio negado, el racismo estructural, los gobiernos extractivos y pueblos milenarios que marcan caminos. “Los argentinos llegamos de los barcos”, afirmó Alberto Fernández en junio de 2021. “En Sudamérica todos somos descendientes de europeos", definió Mauricio Macri en enero de 2018. “Somos hijos, nietos y bisnietos de inmigrantes. Esto es la Argentina”, aseguró Cristina Fernández de Kirchner en abril de 2015. Los últimos tres Presidentes de Argentina insistieron en la zoncera que recorre el imaginario de un sector importante de la sociedad: que el país lo hicieron solo los inmigrantes de Europa. Y niegan que Argentina sentó sus bases en un genocidio que incluyó campos de concentración, robo de bebés, secuestro de persona, desaparecidos, torturas y asesinatos masivos. Con el agravante de que no hubo un “Nunca Más” para esos crímenes. Quizá por eso se explique que aún, 140 años después del inicio de la (mal llamada) Conquista del Desierto, el acontecer de los pueblos indígenas transite entre el racismo estructural que padecen, la represión ejecutada por el aparato estatal y el despojo territorial, elemento central de las políticas económicas y cuasi botín de guerra de todos los gobiernos de turno. No es casual: los sucesivos Presidentes y Presidenta basaron su modelo económico en explotar materias primas, como en tiempo del “granero del mundo”, finales del siglo XIX. Megaminería, agronegocio, petróleo, forestales –entre otras– son las actividades centrales para obtener divisas para las arcas estatales. Todas estas actividades requieren de territorios de sacrificio. Justamente donde viven, desde hace generaciones, los pueblos indígenas. Aunque existe frondosa legislación que debiera frenar el extractivismo (y proteger a las comunidades originarias), el Poder Judicial mira para otro lado. “Para este sistema, ser indígena hoy es ser subversivo”, explicó alguna vez Jeremías Chauque, músico mapuche desde su ruka en Desvío Arijón. ¿Por qué? Porque los pueblos originarios cuestionan el extractivismo no solo discursivamente, sino también con el cuerpo: “Nunca aceptaremos el extractivismo. Y vamos a morir luchando contra las mineras, petroleras, empresas transgénicas. Por eso nos consideran un peligro”. Y, al mismo tiempo, cuestionan al sistema, al capitalismo, donde la explotación de materias primas es un engranaje central. El diaguita Javier Chocobar (Tucumán), el abuelo qom Roberto López (Formosa) y el mapuche Rafael Nahuel (Río Negro) son sólo algunas de las víctimas fatales de los últimos años. También se suman Cristina Lincopan (joven mapuche fallecida en Neuquén por la contaminación petrolera) o Néstor Femenía, niño wichí muerto en Chaco por desnutrición y falta de asistencia médica básica. Imposible resumir las situaciones de gravedad y de lucha de los pueblos indígenas de Argentina. La última sistematización de conflictos territoriales (año 2019) fijaba un piso de 183 casos donde las comunidades indígenas defienden los territorios frente a empresas mineras, agropecuarias, petroleras e inmobiliarias, entre otras. También, claro, frente al Estado (Municipal, Provincial y Nacional). Dos hechos sobresalen en tiempos de un nuevo 12 de octubre y de elecciones presidenciales: *El juicio por el asesinato de Rafael Nahuel, joven de 22 años que recibió un disparo por la espalda de la Prefectura comandada por Patricia Bullrich. Luego de seis años del hecho, y con los efectivos en libertad, la semana pasada el juez Alejandro Silva (Tribunal Oral Federal de General Roca) escuchó las voces mapuche, integrantes del Lof Lafken Winkul Mapu, familia y amistades de Rafael Nahuel. Un síntoma: las audiencias pasan casi desapercibidas por los grandes medios de comunicación, el Gobierno nacional y, también, por organismos de derechos humanos (salvo excepciones). *El Tercer Malón de la Paz, que partió de Jujuy y llegó a la ciudad de Buenos Aires el 1 de agosto, mantiene su vigilia frente a la Corte Suprema de Justicia. Exigen la derogación de la reforma constitucional de Jujuy (impuesta en tiempo récord, con represión y con trasfondo de mineras de litio). No fueron recibidos por los jueces del máximo tribunal ni por los bloques mayoritarios del Congreso Nacional.

Democracias extractivas, derechos humanos selectivos y pueblos indígenas La situación de Jujuy ameritó denuncias y voces de solidaridad desde el peronismo gobernante. Enfrente estaba Gerardo Morales, radical y precandidato a vicepresidente por la alianza Juntos por el Cambio. Desde el peronismo y aliados esbozaron una teoría: Jujuy sería el globo de ensayo de un próximo gobierno de Cambiemos. Desde asambleas socioambientales respondieron que el Estado represivo para imponer el extractivismo es un hecho desde hace tiempo. Incluso, en San Juan y Catamarca se denuncia la “dictadura minera”, en total complicidad de los gobiernos y jueces/fiscales con las empresas extractivas. Luego de las PASO, y tras el golpe de la ultra derecha de Javier Milei a Unión por la Patria y Cambiemos, el candidato Sergio Massa llamó (en un acto público en Salta) a “un gobierno de unidad”, donde incluso alabó al gobernador Gerardo Morales. Amnistía Internacional, organización que no puede ser tildada de oficialista, realizó una visita especial a Jujuy, entrevistó a más de cien personas y confirmó la vulneración sistemática de derechos: “La policía de Jujuy respondió con uso de la fuerza indiscriminada en contra de quienes protestaban por sus derechos. Nuestra investigación apunta a cómo las autoridades provinciales han forjado un ambiente hostil para que la población jujeña ejerza su derecho a protestar pacíficamente”. Como en Jujuy, y en un contexto de crisis climática –con temperaturas extremas y olas de calor que sacuden el planeta–, los partidos mayoritarios de Argentina insisten con la misma receta de hace 200 años: exportar materias primas, explotar la naturaleza, incluir territorios a la economía extractiva. Javier Milei directamente niega el cambio climático y hace pocas semanas sentenció que “una empresa puede contaminar un río todo lo que quiera”. Afirmó que el valor del agua es “cero” y propuso la apropiación de ese bien por parte de las empresas. Sergio Massa, en uno de sus últimos spots, propone: “Tenemos litio, gas y petróleo. Tenemos campo”. Y, sobre hechos consumados, su pago chico (Tigre) es el paraíso de las grandes empresas inmobiliarias que destruyen humedales. Por su parte, Patricia Bullrich se mostró en contra de nacionalización del litio pero a favor de explotarlo. Sobre la megaminería dijo en Twitter: “Será una de las palancas del gran impulso productivo que necesitamos para salir del atraso y la pobreza”. Es central recordar su accionar con la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado y el asesinato de Rafael Nahuel. Myriam Bregman (del FIT-U) es la única que cuestiona claramente el extractivismo.

Mauro Millán, lonko del Lof Pillan Mahuiza (Corcovado, Chubut), explica que el contexto actual es de “apogeo del capitalismo extractivista”, donde el Pueblo Mapuche rema a contracorriente. “¿Qué pretendemos? El Estado solo piensa en términos de conflictividad. Nosotros aclaramos que tiene que darse un diálogo político, porque no se trata solo de un conflicto perimetral, tienen que entender que es mucho más que eso. Tiene que aceptar algún tipo de espacio para discutir frente a la diferencia, buscar soluciones reales, pero jamás se logrará con represión, persecución, negación, encarcelamiento y muerte, como han actuado los gobiernos hasta este momento”. Recuerda que se trata de un pueblo milenario que muchos creían casi desaparecido, pueblo que sufrió la violencia estatal mucho antes que las dictaduras. “Y, pese a todo, es un pueblo que mantiene su vitalidad, demanda derechos, proyecta su sociedad”, afirma. Marcos Pastrana, abuelo diaguita de Tucumán, realiza la lectura histórica y la une al presente: “Durante la colonia hubo un reparto de regiones y riquezas. El capitalismo actual reconfigura nuevamente el mapa de América, hay un nuevo reparto por intereses económicos, las multinacionales legislan por nuestros legisladores, y éstos sirven a los intereses de esas empresas sin ningún recato”. Con 500 años de violencia y extractivismo, Pastrana afirma que los cambios reales no pasan por las elecciones, sino por “un cambio de la conciencia natural”, un saber de los pueblos originarios que implica un “despertar” basado en tres conceptos: solidaridad, complementariedad y reciprocidad. Y, sobre todo, con un vínculo que desde el poder no se quiere entender: “La tierra es nuestra madre y pertenecemos a ella. Nadie nos puede desarraigar de nuestra Pacha. Nuestra cultura, nuestra cosmovisión, es la única valla de contención que tenemos para resistir”. :::Darío Aranda para Revista Citrica / Fotos: Denali DeGraf::: Read the full article
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Pre Fospa: Denunciaron la vulneración al territorio y los derechos indígenas
En el Pre Foro Social Panamazónico (Fospa), realizado en Rurrenabaque (Beni) y en San Buenaventura (La Paz) dejaron por escrito sus demandas y propuestas al Estado Boliviano, entre las que destacan la vulneración al territorio y los derechos indígenas, la poca transparencia en los mecanismos de gestión de recursos económicos para la Amazonia y el accionar de instituciones públicas que vulnera el…

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#Amazonía#Consulta Previo#Derechos Indígenas#Extractivismo#JIOC#Pre Fospa#Proyectos Sustentables.#territorio indígena
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Tierras raras en Chile : ¿Neo-extractivismo o enverdecimiento productivo?
Tierras raras en Chile: ¿Neo-extractivismo o enverdecimiento productivo? https://climatetrackerlatam.org/historias/tierras-raras-en-chile-neo-extractivismo-o-enverdecimiento-productivo/
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Senadora de CC critica a líderes por no entender desafíos del siglo XXI
Durante una entrevista, la senadora Cecilia Requena señaló los graves problemas ambientales y sociales causados por el extractivismo minero en Potosí, Oruro y otros pueblos mineros de La Paz. Requena expresó su preocupación por los planes en Tarija de compensar la caída de los ingresos del gas con la minería, y llamó al gobernador a no seguir el mismo camino. También alertó sobre la falta de…

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#abusos laborales#Cecilia Requena#Comunidad Ciudadana#Contaminación#extractivismo minero#gobernador de Tarija.#Gobierno Central#lavado de dinero#problemas ambientales.#prostitución#Tarija#trata y tráfico de niños
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Razones para detener el tratado de comercio UE- Mercosur https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2023/10/13/razones-para-detener-el-tratado-de-comercio-ue-mercosur/
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yo, artista, crítica del gobierno, co-conductora de un programa de radio pública donde hablamos sobre medio ambiente y en contra del extractivismo:
#besties if you don't hear from me from now on assume it's bcs the government has put me on JAIL#es increible#me rio para no llorar kskjsd PARA ESTO SI HAY PLATA#hijos d eputa#ya podemos decir que son unos fascistas de mierda o todavía van a seguir fingiendo demencia#aparte flashean CIA y son todos unos gordos asesinos de facturas dejame de joder#argieposting#argentina#sofiverse
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#LasAlasDeLaConciencia
Sábados 17 hs.
Hoy les presentamos a los columnistas de nuestro programa:
- Dr. Damián Verzeñassi en "Cuidar los Territorios, para Sanar las Comunidades".
- Abogada Cecilia Domínguez en "Por los Derechos, Decilo Fuerte".
- Javier Nepomnaschy y los personajes de "La Vidriera de la Estupidez Humana".
- Ocnomáoo, Gustavo Globocopate, y Don Miguel, en las “Reflexiones de Don Miguel”.
Contenido Informativo Socioambiental
Área Prensa
Regional #Córdoba
#ConcienciaSolidaria ONG
Transmisión: Facebook.com/AlasConciencia
#MEDIOAMBIENTE #DERECHOSHUMANOS #Salud #Extractivismo #Educación #HistoriaAmbiental
"Volando hacia la Verdad"
@lasalasdelaconciencia
@concienciasolidariaong
#ConcienciaSolidariaONG
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Drinking from Graveyard Wells: histórias de África, de mulheres, e da fúria de ambas

Seria difícil ter começado melhor as leituras de 2024. Drinking from Graveyard Wells, de Yvette Lisa Ndlovu, é uma pequena mas riquíssima colectânea de contos que a autora publicou em várias revistas temáticas e antologias ao longo dos últimos anos, e que aqui surgem em edição revista pela University Press of Kentucky.
Ao todo, a colectânea inclui 14 contos, todos relativamente curtos, com registos que oscilam entre o realismo, um certo realismo mágico, e territórios temáticos da fantasia literária, chegando mesmo a uma ou outra aproximação ao horror. Nestas páginas encontramos girafas fantasmas, espíritos vingativos, demónios ancestrais sob o jugo do extractivismo capitalista, sereias ameaçadoras, divindades matreiras cujas bênçãos nem sempre produzem o efeito desejado. Sempre com um ponto de vista africano, ou de diáspora africana - a autora é natural do Zimbabwe e vive e estuda nos Estados Unidos. Quase sempre de um ponto de vista feminino/feminista - a única excepção talvez seja When Death Comes to Find You, a única história da colectânea que tem um protagonista masculino, partindo do princípio de que a personagem principal é Takura e não Grootsland, claro (será discutível). Na verdade, a haver um tema que liga todos estes contos, será mesmo a condição feminina, e em particular a condição das mulheres africanas - seja nas feridas que mantém das muitas guerras de independência travadas naquela região do Sul de África, seja no contraste entre os papéis que aspiram desempenhar e aqueles que é esperado que desempenhem, seja na forma como os espartilhos de normas patriarcais condicionam tanto a sua vida como a sua morte, seja nos esforços e sacrifícios que empreendem em busca de uma vida melhor (que passa com frequência com o desejo de deixarem a sua terra), seja até na relação amor-ódio que mantém com a terra natal quando dela saem em busca de uma vida melhor.
Ou sobre vingança, um tema ao qual Yvette Lisa Ndlovu regressa com frequência nestas histórias - seja contra a opressão das mulheres na vida e na morte, seja contra a exploração colonialista ou capitalista, seja contra a corrupção que grassa na sociedade. De facto, se há outro tema comum a estas histórias, a correr em paralelo à condição das mulheres, é o tema da raiva, de uma injustiça que só será corrigida pela força, jamais pelo tempo.
Não estando directamente interligados num contínuo narrativo (como acontece por exemplo em Arboreality de Rebecca Campbell), a ordem com que os contos surgem neste livro acaba por revelar uma certa continuidade, se nem sempre temática, pelo menos simbólica: expressões, noções, e ideias que um conto apresenta e explica são consideradas "matéria dada" nos contos seguintes, surgindo já sem necessidade de contextualização ou explicação. E essa organização contribui para tornar a experiência de leitura mais coesa enquanto seguimos pelas curvas e contracurvas do caminho que Yvette Lisa Ndlovu vai traçando com a sua prosa limpa, rica e evocativa, repleta de frases que perdurarão na memória.
Por norma, as colectâneas de ficção curta tendem a ser algo irregulares - histórias muito boas ao lado de experiências que nem sempre resultam muito bem. Algo que não acontece neste livro, resultado do talento e da disciplina que Ndlovu demonstra. Certo, haverá algumas histórias melhores do que outras, e cada leitor encontrará textos que lhe dirão mais ou menos - mas todos os contos efectivamente muito bons, e seleccionar os melhores revela-se um exercício algo espinhoso. Da parte que me toca, destacaria talvez Home Became a Thing With Thorns, When Death Comes to Find You, e o conto que dá o título à colectânea, Drinking from Graveyard Wells, uma história espantosa cujas imagens que Ndlovu evoca ficarão comigo durante muito tempo.
Drinking from Graveyard Wells é o terceiro livro que leio da shortlist do Prémio Ursula K. Le Guin de 2023, depois do já mencionado Arboreality e de The Spear Cuts Through Water, de Simon Jimenez. E vem confirmar a excelência absoluta desta shortlist - não venceu o prémio, mas se tivesse ganho teria sido um justíssimo vencedor. Yvette Lisa Ndlovu é uma contadora de histórias exemplar, a seguir com atenção.
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Yvette Lisa Ndvolu (2023), Drinking From Graveyard Wells, Lexington, University Press of Kentucky.
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La derecha te quiere en la Pobreza

En Chile siempre hay excusas para subir los precios, la inflación constante que disminuye el poder adquisitivo, la dilución del valor del dinero, profundizada cada vez más con el crecimiento mal distribuido, que alcanza sólo para algunos; se constituye en el disfraz perfecto para el alza artificial y deliberada del nivel de precios y el costo de la Vida.

Más allá de las presiones inflacionarias externas, que siempre existirán; en un país como el nuestro, en que menos del 1% de la población concentra cerca del 30% del ingreso; en que un sector de la sociedad controla los medios de producción, la capacidad de distribución, los servicios y la infraestructura para su prestación, con una hegemonía reforzada por medio de la integración vertical; en que la colusión, el abuso, las prácticas monopólicas y anticompetitivas, son más la regla que la excepción; cabe preguntarse, si todas aquellas ilegítimas “ventajas”, son también mecanismos que permiten el manejo discrecional de los precios; que la evidencia parece reafirmar, y que vemos con mayor claridad en tiempos de crisis, como la que experimentamos durante la pandemia y que hoy seguimos padeciendo.

¿Quienes son los que dominan toda aquella logística, todas aquellas instalaciones?
¿Cuál es la tendencia política a la que son adeptos?
¿Condiciona su pensamiento el uso que hacen de ellas?
¿Que sucede cuando los que manejan la economía son los mismos que se oponen a los Derechos, tanto laborales, sociales y políticos, como de las Mujeres?
¿Que ocurre cuando son los mismos que siempre nos han dicho que si suben los sueldos, o las personas tienen condiciones de Vida dignas, se hundirá la economía?
¿Que pasa cuando son los mismos que hacen hasta lo indecible para evadir y eludir impuestos, y no contribuir al Estado que saquearon en dictadura, del cual les gusta servirse, y del que exigen rescates, cuando su sinvergüenzura y prácticas deshonestas los llevan a la quiebra?
Según parece, es lo que estamos presenciando, sabemos que ya ha ocurrido antes, cada vez que se ha buscado mejorar las condiciones de vida de las personas; incluso llegando al extremo de desestabilizar el país completo, o abusando de la necesidad en tiempos de dificultad; hoy pese al alza sustantiva del sueldo mínimo, prácticamente congelado desde hace casi 30 años, seguimos aplastados por la sobrevivencia.

Es así como los pocos que dominan la economía nos quieren, sumidos en la pobreza material e intangible, porque su riqueza se basa en la miseria de la comercialización de los Derechos; porque cuando tienes que luchar por llegar a fin de mes, no te puedes permitir defenderlos, y te los venden como mercancía, un bien de consumo; tal es la inmoralidad de los que lucran con la precariedad que nos aflije, la ruindad de quienes hacen extractivismo de nuestra vida y nuestra muerte; el presente está a la vista, los saqueados somos nosotros.
Sin embargo, ha llegado el tiempo, en que con firme convicción, dejamos para siempre la ingenuidad atrás, no permitiremos que nos manipulen, ni nos mientan; tampoco el abuso de quienes con más conocimientos, arteramente y a sabiendas, engañan a quienes por diversas razones, saben menos; es fundamental que tengamos la capacidad de hablar con Todos, sin arrogancia y con respeto, responsabilizándonos de darnos a entender, para a la vez hacernos cargo, de las definiciones que como Pueblo tomamos.
Para superar de forma definitiva tanto el chantaje constante, y la captura en que mezquinos intereses mantienen a nuestro país, como el bloqueo de la derecha a los cambios que aún son urgentes, a las justas demandas que siguen sin tener respuesta; resulta imperativo impugnar el verdadero y antidemocrático poder constituido, desenmascarar el engaño de lo que verdaderamente está impulsando, mientras sus esbirros le mienten a la gente; rechazar el origen ilegítimo del poder que ostenta la barbárica y matonesca oligarquía, es también declarar ilegítima la estructura socioeconómica de poder que desarrolló, y por tanto hacer inaceptable la profundización y consolidación de tal poder ilegítimo, impuesto a punta de tortura y fusil en dictadura; más aún cuando, como se propuso en el adefesio medieval de kast, aquello ocurra a costa de dinamitar la capacidad del Estado y los Derechos, y el secuestro de las instituciones políticas mediante la elitización de la base representativa; en definitiva más de lo mismo, hoy como ayer, la élite buscó una vez más, afortunadamente sin éxito, apropiarse del Estado para su conveniencia, en desmedro del Bien Común, esta vez representada por el partido fascista opus dei pinochetista, también conocido como republicanos y chile vamos.
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Ecología y comunismo
Por Esteban Mercatante
Fuentes: La izquierda diario
La manera irrefrenable en la que el capitalismo dislocó el metabolismo socionatural, se ha vuelto quizás una de las muestras más contundentes de la necesidad de superar este modo de producción. Su continuidad se ha vuelto una amenaza para la supervivencia de la humanidad y de muchas otras especies. La seguidilla de eventos disruptivos, vinculados muchos de ellos al cambio climático, pero también a otros trastornos ambientales que produce la dinámica desquiciada de la acumulación, plantean con urgencia la necesidad de activar los “frenos de emergencia”.
La evidencia de que no hay “planeta B”, y que al único que tenemos el capitalismo se lo devora de manera cada vez más acelerada, acerca a sectores, sobre todo de la juventud, a las posturas críticas anticapitalistas. Los proyectos de “capitalismo verde”, que afirman la posibilidad de una transición energética bajo comando de los empresarios y afirman que es posible encaminar este sistema a un sendero “sostenible” en términos ambientales, se paran sobre pies de barro. A pesar de los negocios rentables que muchos sectores vienen haciendo cada vez más exitosamente con energías “limpias”, estas van de la mano del desarrollo de nuevos desastres ambientales como el que genera el extractivismo del litio, que se desarrolla hoy con métodos altamente invasivos que producen numerosas consecuencias negativas allí donde se desarrollan. Al mismo tiempo, las energías de transición no significaron una disminución en la utilización de hidrocarburos, sino que se sumaron a esta para aumentar el total de energía consumida.
Esto explica el dinamismo del ecosocialismo, una de las vertientes de la crítica anticapitalista de gran vitalidad en la actualidad. No se trata de una corriente homogénea, sino que, por el contrario, encontramos planteos divergentes de cómo debe responderse a los legados de crisis ecológica que deja el capitalismo y hacia dónde debe apuntar una sociedad poscapitalista, o más precisamente, comunista. Hay dos posturas, que tienden a polarizar el debate en el campo ecosocialista. Son, por un lado, quienes apuntan hacia el decrecionismo, y, por otro, los “ecomodernistas” que depositan un optimismo excesivo sobre las soluciones tecnológicas para responder a la crisis ecológica y continuar con el aumento generalizado de la producción y el consumo. En contrapunto con estas posturas, vamos a proponer algunas coordenadas para pensar la perspectiva comunista ante la necesidad de responder al metabolismo socionatural trastornado que el capitalismo agrava diariamente.
¿De lujo completamente automatizado?
Para una mirada del comunismo que podríamos llamar ecomodernista, la respuesta está en la aceleración del desarrollo tecnológico. El diagnóstico central es que la innovación en el capitalismo se encuentra más limitada para desplegar todas sus potencialidades, porque le cuesta cada vez más traducirse en modelos de negocios rentables que justifiquen las inversiones. Este es el diagnóstico de Aaron Bastani, autor de Comunismo de lujo plenamente automatizado. Liberar el desarrollo tecnológico de estas trabas que le imponen las relaciones de producción capitalistas permitiría, en opinión de Bastani, automatizar plenamente los procesos productivos. Pero esta automatización comunista sería compatible con la resolución de los problemas ecológicos. Abundancia (entendida como acceso a bienes sin fin a la vista) y sustentabilidad pueden ir de la mano, gracias a numerosos cambios, grandes y pequeños, que en algunos casos ya están en marcha pero se podrían acelerar bajo nuevas relaciones de producción comunistas. Estas iniciativas van desde la introducción en gran escala de energías renovables, a la implementación de mejores métodos de aislamiento para mantener las temperaturas sin requerir calefacción, o aprovechar mejor el calor solar, pasando por el reemplazo de la cría de ganado a gran escala para la alimentación por el consumo de carne sintética. Pero Bastani no se detiene ahí. Como la automatización requiere materiales, y especialmente hará falta capacidad de almacenamiento de energía, imagina que la minería espacial (la extracción de metales de los asteroides) puede ofrecer la respuesta. También debemos imaginar, aunque no lo explicite tan claramente, que el espacio puede ser destino para la chatarra que se acumula de manera cada vez más insostenible en numerosas partes del planeta.
Un supuesto que le permite a Bastani concluir que un comunismo de lujo completamente automatizado y ambientalmente sustentable es alcanzable si se termina con los límites que impone el capital al desarrollo tecnológico, es que, en buena medida, el “lujo” tiende a desacoplarse del impacto ambiental. Aunque no lo explicite así, el autor hace suya la noción de que, con el peso creciente de las tecnologías de la información en los más variados ámbitos de la vida, los procesos de producción se desmaterializan, y por tanto la huella ambiental se reduce en relación con el crecimiento económico. La información, una vez producida, se puede reproducir con costo tendiente a cero. Si extrapolamos esto hacia todas las esferas de una producción que aparece cada vez dominada por la información en el control de distintos procesos, podemos concluir que tiende a haber una desmaterialización generalizada, al menos parcial.
No faltan quienes aportan estadísticas de que este desacople es lo que viene ocurriendo en los países más desarrollados; pero muchas de esas evidencias del desacople se obtienen haciendo abstracción de cómo esos países ricos, imperialistas, sustentan su reproducción (incluyendo con este término los procesos de acumulación capitalista que sus multinacionales comandan desde ahí explotando trabajo y recursos en todo el globo) en numerosos procesos materiales que ocurren fuera de sus fronteras. No hay desmaterialización sino deslocalización de los procesos materiales en terceros países, a donde “tercerizan” los impactos ambientales. Cuando introducimos esta “deslocalización” de la huella material en la ecuación, no ocurre tal desacople.
Sustentar la idea de que un comunismo de lujo automatizado tiene un camino despejado sobre la base de estos débiles presupuestos, puede ser ruinoso.
Para Marx, nos recuerda Terry Eagleton, la posibilidad del socialismo estuvo dada por el desarrollo de las fuerzas productivas que realizó el capitalismo,
pero la tarea de expandirlas no corresponde al socialismo […] El socialismo viene aupado sobre la base de esa riqueza material, pero no es el constructor ni el acumulador de la misma […] La labor del socialismo no consiste tanto en espolear esos poderes como en someterlos a un control humano racional [1].
Bastani no estaría de acuerdo con estas apreciaciones; su “comunismo de lujo” abraza un crecimiento de la riqueza incluso más rápido que el del capitalismo, aunque socializada para todos y todas.
El comunismo de lujo plenamente automatizado de Bastani prefigura más un cambio en la distribución que en las formas de producción y consumo que imprime el capitalismo. Es notable cómo no hay en la hoja de ruta hacia el comunismo que plantea, ningún protagonismo de la fuerza de trabajo, enajenada bajo el capitalismo, para pensar una profunda reorganización y rearticulación de ambos procesos, de producción y consumo, que bajo el capitalismo se encuentran separados por la transformación de la fuerza de trabajo en una mercancía, alienada de los medios de producción y obligada a venderse a cambio de un salario para alcanzar los medios de subsistencia. La clase obrera no aparece, para Bastani, como un agente capaz de ingresar en el terreno de la producción para terminar con esa separación forzada. Se limita a proyectar una automatización plena de la producción, proceso donde la protagonista sería la tecnología en sí misma más que la clase social, y a apuntar en paralelo a una extensión de las formas de consumo vigentes para el conjunto de la sociedad. Una especie de “comunalización” de los patrones de consumo capitalistas, sustentada en proyecciones extravagantes sobre la posibilidad de expandir la extracción de recursos más allá de las fronteras planetarias. No hay una crítica del trabajo alienado bajo el capitalismo, sino una suscripción lisa y llana a lo que Dave Beech denomina los “discursos del rechazo al trabajo, del antitrabajo y del imaginario post-trabajo” [2], tendencia por la que se inclinan la mayor parte de los postcapitalistas contemporáneos. De esto se desprende, en opinión de Beech, que “la tendencia política contemporánea del poscapitalismo no alinea adecuadamente la abolición del trabajo [que se piensa simplemente como su eliminación, como automatización; N. de R.] con la superación del capitalismo” [3].
No debería sorprendernos, entonces, que muchos postcapitalistas que sueñan con “eliminar” el trabajo, al que rechazan, en vez de pensar en su profunda transformación, proyecten la continuidad, más allá del capitalismo, de formas de consumo que son intrínsecas de este modo de producción, con lo cual contribuyen a naturalizarlas y deshistorizarlas. Como estas no resultan universalizables de manera sustentable en los límites que plantea el planeta, no sorprende la necesidad de imaginar soluciones intergalácticas a los desafíos ambientales, como las que propone Bastani, que nos ofrece una variante “comunista” (de lujo) de los desvaríos espaciales de Elon Musk o Jeff Bezos.
¿Comunismo decrecionista?
Kohei Saito desarrolla, en crítica a los planteos comunistas economodernistas, un planteo diametralmente opuesto. Aunque en su primer estudio sobre las obras más tardías de Marx, La naturaleza contra el capital no lo planteaba tan abiertamente, en sus libros más recientes, como Marx in the Anthropocene, Saito manifiesta claramente que el comunismo hoy debe ser decrecionista, una cuestión que es planteada casi como de sentido común. Con este posicionamiento, no está haciendo más que plegarse a una corriente que viene ganando influencia [4], en la que también encontramos otros autores de posturas anticapitalistas y que coquetean con que el decrecionismo solo puede llegar a ser viable con alguna variante de socialización de los medios de producción, como es el caso de Jason Hickel y –en cierta medida– de Giorgios Kallis, de quienes ya hemos hablado en artículos anteriores. En los últimos tiempos, la publicación Monthly Review, en la que tienen una importante responsabilidad editorial John Bellamy Foster, también ha suscrito a una perspectiva decrecionista.
El planteo comunista decrecionista, se distingue de la corriente más general (y extendida) del decrecionismo que plantea que es necesaria una drástica reducción planificada de la producción social con los fines de bajar la presión sobre los recursos del planeta pero no es muy clara respecto del tipo de transformaciones sociales requeridas para llevarla adelante. Si bien esta reducción del volumen del metabolismo social está asociada en la mayor parte de los enunciados decrecionistas a una transformación en los modos de “cómo se produce”, nunca termina de estar claro qué tipo de organización de la producción social, alternativa al capitalismo, prefiguran. Tampoco, donde estarían los puntos de apoyo ni los agentes sociales capaces de transformar en estrategia los postulados de “cambio cualitativo” que prescriben. No obstante estas serias dificultades para articular una perspectiva coherente, la idea de que la salida a los problemas contemporáneos pasa por alguna variante de decrecionismo gana terreno entre sectores del ecologismo crítico del capitalismo. Esto ocurre sobre todo en los países imperialistas desarrollados [5].
Quienes unen la defensa del decrecionismo con la perspectiva del comunismo, como Saito, no son ambiguos en estos aspectos; plantean claramente que este puede ser socialmente equitativa e hipotéticamente viable sólo terminando con el capitalismo. Su énfasis está en que comunismo y decrecionismo pueden acoplarse sin mayores contradicciones, minimizando o ignorando aquellos aspectos de algunos de los principales exponentes del decrecionismo que contradicen o rechazan cualquier horizonte socialista. Obviamente, que algunos decrecionistas sean críticos del comunismo, no es suficiente motivo para afirmar que una estrategia comunista no debería tener en cuenta los planteos decrecionistas o introducir sus coordenadas.
Hay cuestiones, que llevan a estos autores a propugnar un “comunismo decrecionista”, que deben ser tomadas muy en serio, y no se pueden descartar a la ligera. El nivel de expoliación de la naturaleza alcanzado por el capitalismo, que además de traducirse en el calentamiento global y otros varios trastornos significa que en la actualidad se consume cada año el doble de los recursos que el planeta es capaz de reponer, condiciona la manera en que podemos pensar el comunismo hoy. Si la acción revolucionaria de la clase obrera lograra expropiar al capital e imponer una transición al comunismo en porciones considerables del planeta, deberá lidiar con esta herencia de deterioro del metabolismo socionatural producida por el capitalismo. ¿Cómo entender bajo estas condiciones la posibilidad de alcanzar un mundo donde se haga posible el lema “a cada quién según su necesidad”?
Pero la buscada síntesis de perspectivas que se encierra en el “comunismo decrecionista”, termina constriñendo el horizonte de posibilidades con las que podemos contar, si arrebatamos el control de los medios de producción de la minoría capitalista y los gestionamos colectivamente, para establecer un metabolismo socionatural equilibrado. Solo aquellas variantes que sean compatibles con los postulados decrecionistas entran en consideración.
En el caso de Saito, podemos ver que en su “comunismo decrecionista” hay, por momentos, planteos sobre el rol del desarrollo tecnológico que pueden tener rasgos unilaterales. El autor critica correctamente las dimensiones despóticas que conlleva el desarrollo tecnológico en el capitalismo, donde “depende del carácter antidemocrático y verticalista del proceso de producción, con la concentración del poder en manos de unos pocos” [6]. Partiendo de esta advertencia correcta, por momentos parece desestimar la importancia que puede tener un mayor desarrollo de las fuerzas productivas en una sociedad comunista, en la cual el metabolismo equilibrado con la naturaleza sea un objetivo central. Nos advierte que “para Marx en la década de 1870, una sociedad post-escasez no tiene por qué basarse en el desarrollo tecnocrático de las fuerzas productivas” [7]. Por momentos da la impresión de homologar todo aumento de la productividad con aumento del volumen de producción, cuando en realidad puede lograrse produciendo lo mismo en menos tiempo para ahorrar trabajo social, que es lo que podría proponerse una sociedad no basada en la explotación del trabajo como el capitalismo. Al sugerir este tipo de identificación, Saito se inclina por hacer hincapié más bien en que se puede llegar a la abundancia aún bajando la productividad, lo cual, en algunos sentidos, puede ser cierto y necesario, pero no puede necesariamente convertirse en norma. No podemos dar la espalda a la posibilidad de desarrollar nuevas tecnologías más productivas en una sociedad comunista aunque esta no busque producir siempre más y más como fin en sí mismo –como ocurre en el capitalismo–, sino con la meta de aumentar el rendimiento del trabajo para economizarlo. Es decir, determinados desarrollos tecnológicos pueden ser aliados de una sociedad que busque reducir el trabajo necesario, siempre y cuando se tenga, en todo momento, presente la meta de sostener una relación racional o equilibrada con el metabolismo natural. Al mismo tiempo, las “soluciones tecnológicas” a los problemas ambientales que está dejando como herencia el capitalismo a cualquier formación económico social que lo suceda, que pueden ser falaces como la estrategia de mitigación propuesta por el capitalismo verde para seguir creciendo desenfrenadamente, o en la manera en que son encaradas por los postcapitalistas con su fetichismo tecnológico, pueden ser parte del arsenal necesario en una sociedad de transición al comunismo. No se puede confiar que la tecnología por sí sola resolverá los trastornos del desarrollo capitalista; la tecnología nunca es neutra sino que sus desarrollos dependen de la sociedad en la que se inscriben. Pero tampoco dar la espalda a la posibilidad de introducir, bajo el dominio de otras relaciones sociales basadas en el desarrollo más pleno de las personas y en la búsqueda del equilibrio con el metabolismo natural, mejoras tecnológicas que vayan en el sentido de alcanzar estos objetivos, o de revertir los lastres legados por el capitalismo.
Imponernos que el comunismo deberá ser decrecionista termina cercenando un abordaje más rico de las decisiones que podrán plantearse para una sociedad basada en la socialización de los medios de producción para asegurar un bienestar material para el conjunto de la sociedad, y lidiar al mismo tiempo con el legado de crisis climática, proponerse alcanzar y sostener un metabolismo socionatural equilibrado, sin renunciar a la idea de asegurar un bienestar. Si bien la “herencia” de desastres ambientales que lega el capitalismo restringe las opciones, estás son bastante más amplias que lo que puede compatibilizarse con los planteos decrecionistas, aún en sus variantes más “comunistas”.
Planificar el metabolismo socionatural
En los debates entre exponentes de las posturas mencionadas, hay una tendencia a barrer la complejidad detrás de la polarización, como señala correctamente Ståle Holgersen. Se simplifican las posiciones criticadas, desmereciendo los puntos atendibles que cada perspectiva tiene para aportar. La cuestión se traba en binarismos sobre si una sociedad postcapitalista debe proponerse “menos” o “más”. Pero, “para los socialistas, la cuestión principal no es si estamos a favor o en contra del crecimiento. Esta no debería ser una línea en la arena que divida a los movimientos desde el principio” [8].
Lo que necesitamos, continúa Holgersen, son
programas de transición ecosocialistas para planificar, construir y organizar una nueva hegemonía, y un movimiento ecosocialista para hacerla realidad, para un mundo que dé prioridad a las necesidades humanas dentro de límites ecológicos. Esto lo podemos hacer sin quedarnos estancados en el “crecimiento” [9].
¿Cuáles son las coordenadas por las que debería guiarse ese “mundo que de prioridad a las necesidades humanas dentro de límites ecológicos”? Troy Vettese y Drew Pendergrass plantean algunas pistas interesantes en su reciente Half-Earth Socialism (Socialismo de medio planeta). Los autores muestran una inclinación claramente decrecionista, y el libro podría criticarse por achacarle a Marx una mirada enteramente prometeica, minimizando los matices y tonalidades que siempre caracterizaron a este respecto al autor de El capital. Esto último lleva a los autores a minusvalorar la centralidad de los aportes marxianos a la crítica ecológica, y en muchos casos vemos ideas claramente alineadas con el pensamiento de Marx que no son justamente reconocidas. Pero más allá de las discusiones que podrían abrirse por estos y otros puntos, Vettese y Pendergrass aciertan en mostrar la fuerza de una planificación socialista del conjunto de los recursos para encarar la emergencia ecológica con la rapidez que esta exige, lo que incluye destinar vastas áreas del planeta a la regeneración de vida silvestre. De ahí la idea de “medio planeta”, que toman del biólogo Edward Osborne Wilson y que resulta fundamental para asegurar la biodiversidad y poner límites a la sexta extinción en curso.
Los autores destacan que la única manera de compatibilizar los objetivos de “proveer a todas las personas las bases materiales para una buena vida –sustento, refugio, educación, arte, salud– mientras al mismo tiempo se protege la biosfera de la desestabilización” [10]. Este es el desafío que se plantea el estudio de “los límites planetarios”, que en opinión de Vettese y Pendergrass solo puede ser un programa de investigación “incompleto si fracasa en reconocer la imposibilidad de alcanzar estas metas dentro del capitalismo” [11].
Los autores construyen su argumento en crítica directa del ambientalismo mainstream, más allá de los matices que pueda haber entre políticas más libremercadistas o de tinte más keynesiano, cuyos límites están marcados por lo que resulte compatible con el capitalismo. Pero el capital, esa personificación impersonal que se guía simplemente por la búsqueda de la acumulación de capital en escala cada vez mayor, “dirige ciegamente la nave de los tontos hacia el desastre ecológico […] el capital puede sentir solo señales de precios para guiar su paso”. Este pasaje nos remite claramente a lo que Marx apunta en El capital cuando analiza el fetichismo de la mercancía, que determina una objetivación de las relaciones sociales, que los individuos personifican pero no pueden alterar sin modificar sus bases sociales.
Si el capitalismo es una sociedad caracterizada por el control inconsciente, entonces el socialismo debe ser la restauración de la consciencia humana como una fuerza histórica. En la práctica, esto significa que el mercado debe ser reemplazado por el planeamiento [12].
Half-Earth Socialism hipotetiza cómo podría llevarse a cabo una planificación in natura, es decir, en términos materiales (es decir, sin necesidad de recurrir a valores). Se apoyan en los esquemas propuestos por Otto Neurath, socialdemócrata alemán que en 1919 fue nombrado responsable de la Oficina de Planificación Económica destinada a promover la completa socialización de la economía bávara. Si el objetivo del socialismo “es permitirle a la humanidad regularse conscientemente a sí misma y su intercambio con la naturaleza”, la mejor forma de alcanzar este objetivo es elegir entre planes alternativos que representen “distintas visiones de cómo la capacidad productiva de la sociedad puede ser desplegada”. Half-Earth Socialism encuentra en la programación lineal desarrollada por el economista y matemático soviético Leonid Kantoróvich un método posible para presentar distintas alternativas de acuerdo a cómo se combinen de manera concreta las “dos restricciones esenciales” que surgen del corpus científico de los límites planetarios: “limitar la extracción para mantener a la biosfera saludable, y al mismo tiempo distribuir de manera equitativa suficientes recursos naturales para proveer a las necesidades humanas”. Objetivos generales que se pueden traducir en múltiples combinaciones, que a través de instrumentos como la programación lineal se pueden convertir en planes alternativos. La planificación, sobre bases socialistas, “puede trazar varios caminos hacia un planeta sustentable e igualitario”. La cibernética de Norbert Wiener, Andrey KLolmogorov, y Anatoly Kitov, entre otros muchos investigadores, así como los aprendizajes que dejó el proyecto Cybersyn llevado a cabo por Stafford Beer en Chile durante el gobierno de Salvador Allende, también juegan su parte para que la planificación pueda desarrollarse y aplicar las correcciones necesarias sobre la marcha. Vettese y Pendergrass muestran también como desarrollos más recientes como los modelos de evaluación integrada usados por los científicos del clima también pueden enriquecer los mecanismos de planificación.
Lo interesante del ejercicio propuesto por Half-Earth Socialism es que sale de los binarismos entre ecomodernismo y decrecionismo. Sin confiar en un prometeísmo tecnooptimista del “comunismo de lujo automatizado” ni resignarnos a las estrecheces que propugna el decrecionismo, poner el eje en la planificación socialista puede permitir discusiones más sobrias sobre la manera en que una sociedad basada en la socialización de los medios de producción que hoy están en manos de una minoría de explotadores, puede hacer compatibles los objetivos de (re)establecer un metabolismo socionatural equilibrado y la satisfacción más plena de las necesidades sociales.
Notas:
[1] Terry Eagleton, Por qué Marx tenía razón, Barcelona, Península, 2011, pp. 222-223
[2] Dave Beech, Art and labour. On the Hostility to Handicraft, Aesthetic Labour and the Politics of Work in Art, Londres, Brill, 2020, p. 36. Traducción propia del original.
[3] Ibídem, p. 245.
[4] Con la particularidad de que Saito afirma haber descubierto que el propio Karl Marx adscribió en sus últimos años a la perspectiva de un “comunismo decrecionista”, como podría leerse según su opinión en los últimos textos manuscritos del revolucionario alemán. Ya hemos señalado los forzamientos en los que debe incurrir Saito para sostener estos hallazgos que dice encontrar en el recorrido teórico de Marx.
[5] En los países dependientes, el decrecionismo tiene su traducción en algunas de las corrientes ecologistas que rechazan legítimamente los proyectos extractivistas por ser una falsa vía al desarrollo; pero, tal como ocurre en los países ricos, en este caso el planteo de una necesaria transición postextractivista tampoco se inscribe en una estrategia articulada de ruptura con el imperialismo y sus aliados locales, bases sin las cuales no es posible sentar las bases de una alternativa a los proyectos de “modernización” capitalista-imperialista.
[6] Kohei Saito, ob. cit., p. 241
[7] Ibídem, p. 247.
[8] Ståle Holgersen, “Neither Productivism nor Degrowth. Thoughts on Ecosocialism”, Spectre, consultado el 30/10/2023 en https://spectrejournal.com/neither-productivism-nor-degrowth/.
[9] Ídem. Los destacados son del autor.
[10] Troy Vettese y Drew Pendergrass, Half-Earth Socialism. A Plan to Save the Future from Extinction, Climate Change, and Pandemics, Londres, Verso, 2022, libro electrónico sin paginado, traducción propia.
[11] Ídem.
[12] Ídem.
Esteban Mercatante. @EMercatante. Economista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas. Autor de los libros El imperialismo en tiempos de desorden mundial (2021), Salir del Fondo. La economía argentina en estado de emergencia y las alternativas ante la crisis (2019) y La economía argentina en su laberinto. Lo que dejan doce años de kirchnerismo (2015).
Fuente https://www.laizquierdadiario.com/Ecologia-y-comunismo
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Columna: LA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL NORTE Y LOS 50 AÑOS DEL GOLPE MILITAR EN CHILE
Por Paula Corina Hernández.
El 3 de noviembre de 1970 Salvador Allende Gossens, se convirtió en el primer presidente socialista del mundo por vía electoral. El triunfo, se llevó a cabo en paralelo a los hitos históricos de la Guerra Fría, que perduraron desde 1947 a 1991, donde prevalecía una fuerte intolerancia frente a las diferencias ideológicas y políticas del Bloque Capitalista y el Bloque Comunista.
Como era de esperarse, el triunfo de Allende en Chile, disipó en el Bloque Capitalista -liderado por Estados Unidos- una gran preocupación, que se manifestó en acciones antidemocráticas encubiertas de sus organismos de inteligencia en Chile y, posteriormente, el 11 de septiembre de 1973 en una violenta intervención militar al Palacio de la Moneda. Donde el presidente Allende se resistió y luego, según la dictadura, se suicidó. Pese a que su último discurso fue:
“Mis palabras no tienen amargura, sino decepción y serán ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento principal. Ante los hechos, sólo me queda decirles a los trabajadores, que yo no voy a renunciar y pagaré con mi vida la lealtad del pueblo”.

Salvador Allende (1908-1973)
Es ahora, a 50 años del Golpe de Estado, que recordamos la responsabilidad de los países involucrados en el genocidio y que vemos la necesidad de su pronunciamiento con las disculpas pertinentes. Recordemos que el libro “Pinochet Desclasificado” de Peter Kornbluh, revela los documentos desclasificados por Estados Unidos que “muestran el rol que jugó el dueño del Mercurio, Agustín Edwards, en la preparación del Golpe, tras la reunión con el expresidente de EE.UU Nixon y con oficiales de la CIA en la Casa Blanca el 15 de septiembre de 1970, en la que informó las exigencias de militares chilenos dispuestos a participar en el complot”.
Es por todo lo anterior, que el miércoles 6 de septiembre de 2023, se llevó a cabo la Ruta de la Memoria “Caminando Fui lo que Fui” en la Universidad Católica del Norte (UCN). Suceso que se enmarca en el sentimiento que suscitaron los hitos que marcaron la historia personal y social de la comunidad UCN en medio del Golpe de Estado y durante la dictadura.
A sólo instantes del encuentro, ya se daban intensas señales de los duros momentos vividos tras la intervención y depuración que ejerció la dictadura militar en las diferentes casas de Estudios Superiores (ES) en el país, pero en este escrito, rememoramos lo vivido en la UCN.
Recordemos que la UCN nació en Antofagasta en 1956, con la latente necesidad de un ambiente propicio para la Educación Superior (ES) en la región. Fue el rector del Colegio San Luis, el Padre Gustavo Arteaga, quién lideró y materializó los diversos esfuerzos para este fin, en una ciudad marcada fuertemente por la tradición minera. Precisa la doctora en Antropología, Jimena Silva Segovia, que “Antofagasta como zona de sacrificios por el extractivismo, desierto y memoria remitía la sed de saber, que tuvo su ciclo de oro, donde de tanta precariedad del vivir mirando al fondo de la mina se pensaba que no saldría nada, pero que aun así en 1960 hasta 1973 tuvo una época donde todo parecía germinar: la educación, la plástica, la música y poesía”; el mismo avance que fue entorpecido por la barbarie de la dictadura.
El régimen autoritario afectó radicalmente al país, a los chilenos y a las casas de ES. Erika Tello, Directora General de Pastoral UCN afirma que “fue clausurada la manera de decidir en el ejercicio de la ciudadanía en la que se pudiese dibujar el Estado y de buscar la sociedad, la UCN perdió de facto su autonomía con la designación de los rectores delegados y el diseño de carreras fue delineado por las preferencia del mercado”.
Entre tanto, los estudiantes, en palabras de la ex-integrante de la Federación de Estudiantes (FEUCN), Marcela Mercado, pasaron de ser niños y luego adolescentes durante la represión, donde los padres los protegían con el silencio antes que compartir el horror de una dictadura que “fue demasiado larga como para dar el tiempo de crecer y entender lo sucedido, pero que no duró tanto para poder combatir al real enemigo”.
Precisamente, una de las carreras más afectadas por la dictadura en la UCN fue Periodismo, donde muchos docentes dejaron forzosamente las aulas y donde se dispuso su cierre en el año 1986, pero que tardíamente daría su reapertura en 1990. La misma carrera que nació en 1967, con sus periodistas fundadores Nicolás Velasco y Rodolfo Gambetti, y que fue encaminada por emblemáticos maestros como el escritor Andrés Sabella, que bajo su gran sensibilidad describió mediante la poesía la templanza característica del norte de Chile y que dejó, según la actual Directora de la Escuela de Periodismo, María Constanza Castro “anonadados a sus estudiantes por su singular forma de hacer clases”.
Sin duda, uno de los sucesos más lamentables fue la cruda ejecución por parte de soldados del Regimiento de Antofagasta de los estudiantes de Periodismo, Nesko Teodorovic (24), su esposa Elizabeth Cabrera (23) y Luis Alaniz (24) mientras eran trasladados a la Base Aérea de Cerro Moreno.
Es por ello, que los 50 años del Golpe Militar nos recuerda el rol activo que debemos ejercer en la vigilancia, protección y fortalecimiento de nuestra democracia. La Ruta de la Memoria, como las diversas actividades de conmemoración de los 50 años, dan cuenta de la necesidad a nivel país de una real reconciliación, de la que cada uno de nosotros debemos ser parte.
Léelo también acá:
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Juicio por torturas y vejámenes a manifestantes de No a la Mina: la trama del sistema judicial y la policía al servicio del poder extractivista
Desde hace dos décadas, el pueblo chubutense grita en las calles y en donde pueda su negativa a ser zona de sacrificio, al extractivismo, a la destrucción de un territorio del que se considera parte, no dueño. Ni las divisas, ni el pago de la deuda ilegítima, ni el camino hacia un progreso tapizado de espejitos coloridos son argumentos válidos, simplemente porque no está en discusión destruir los cerros, contaminar la cada vez más escasa agua potable, matar la vida en el mar o desalojar comunidades originarias para sembrar molinos. En la noche del 5 de diciembre de 2019, manifestantes de la UACCh (Unión de Asambleas de las Comunidades de Chubut), unión también conocida como “movimiento del No a la Mina”, protestaban frente a la Legislatura por la creación de un ministerio de hidrocarburos y minería. Uno de los tantos proyectos a pedido del poder multinacional, instrumentado por el gobierno de Mariano Arcioni, delfín de Sergio Massa y respaldado por el gobierno nacional. Pasada la media noche, una violenta represión termina con 6 militantes detenidos y detenidas. La golpiza que se inició durante la detención, continuó y se agravó en la comisaría, luego de ser encapuchados. A uno de los detenidos se lo amenazó con la desaparición “vos vas a ser el próximo Santiago Maldonado” y los tres varones fueron trasladados por calles de tierra hasta una comisaría de otra ciudad (Trelew). En todos los casos, lxs detenidxs fueron criminalizados por la fiscal de turno Florencia Gómez. Horas más tarde, luego de una revisación médica, las 6 personas violentadas logran radicar la denuncia contra la policía por torturas y vejámenes. Imagen: Eve Sureña. La fiscalía intentó evitar la instancia del juicio por todos los medios, paralizando la investigación, demorando ruedas de reconocimiento, obstaculizando la presentación de la querella, pidiendo la falta de mérito, entre otras mañas jurídicas. A las acciones dilatorias y maniobras de la fiscalía, se les suman vigilancia policial en los domicilios de los denunciantes durante casi dos años, amenazas y acoso callejero. En las sucesivas revictimizaciones también se coordinaron acciones judiciales y policiales. Este juicio es único en Chubut e incluso a nivel nacional, porque no sólo es en el sentido inverso a la criminalización con que el poder del capital está cargando sobre quienes defienden los territorios, sino porque su accidentado desarrollo deja al desnudo la parcialidad del sistema judicial, su connivencia con las ilegalidades de las fuerzas policiales, su rol protagónico para garantizar impunidad a quienes violan cotidianamente derechos humanos y convenciones internacionales. Estas políticas de Estado, moneda corriente en las provincias, fueron ensayadas hasta el hartazgo durante los períodos de nuestra historia reciente más oscura. Imagen: Iván. Las instituciones de la democracia representativa en Chubut son proclives, dinero mediante, a obedecer a las corporaciones antes que nada. Ya se sabe, no hay velo ni manto populista capaz de cubrir la vocación terricida de toda la dirigencia política, de ahí que pese a la represión policial y judicial, no cedan los cortes de ruta, las iniciativas populares, las recuperaciones territoriales, ni las puebladas como el Chubutaguazo en diciembre de 2021, que obligó a dar marcha atrás con la zonificación minera. El juicio a cargo de la jueza Carina Breckle, tiene como acusados por torturas, vejámenes y lesiones a los policías Juan García, Matías Basualdo, Cynthia Rodríguez y Verónica Larsen, continuará la semana que inicia el lunes 2 de octubre. Sea cual sea su resultado, el horizonte de la organización popular en Chubut es claro, rodear con ternura a quienes vienen sufriendo violencia institucional y prepararse para otra embestida de quienes siguen hablando de recursos, commodities y la cultura del consumo por sobre cualquier otra. :::ANRed::: Read the full article
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Nueva red de articulación internacional: Pueblos contra el extractivismo
Nueva red de articulación internacional: Pueblos contra el extractivismo
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Rosario: Trinchera de la Ciencia Digna contra el Extractivismo y la Crisis Climática Mientras el mundo debate soluciones tecnocráticas a la crisis climática, Rosario se convierte del 10 al 12 de junio en el epicentro de una resistencia científica y comunitaria. El VIII Congreso de Salud Socioambiental no es un evento académico convencional: es un grito colectivo desde América Latina que une laboratorios, chacras y territorios envenenados bajo dos consignas incendiarias: “El rol de las ciencias ante la crisis civilizatoria” y “Un compromiso con la salud de la Madre Tierra”. Ciencia con los Pies en el Barro Organizado por el Instituto de Salud Socioambiental (Inssa) de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), este congreso bianual rompe jerarquías. Aquí, científicos en guantes blancos dialogan de igual a igual con campesinos cuyas manos muestran las huellas del glifosato, con indígenas cuyos territorios son devorados por el agronegocio, y con vecinos de pueblos fumigados. “No solo denunciamos: resistimos y demostramos soluciones reales”, sentencia Silvia Ribeiro (Grupo ETC), desenmascarando las “falsas soluciones” de corporaciones y gobiernos. Los Monstruos en la Mesa: Transgénicos y Tóxicos El fantasma de Andrés Carrasco –el científico argentino que desafió al poder al exponer los efectos letales de los agrotóxicos– ronda los pasillos. Su legado vive en la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza (Uccsnal), que presenta aquí el cuarto número de su revista Ciencia Digna. Pero la lucha es urgente y actual: Trigo HB4: Un Caballo de Troya Tóxico: Elizabeth Bravo (Rallt) alerta sobre esta amenaza regional. “En Argentina ya se cultiva, con resultados desastrosos”, añade Lis García (Base-IS, Paraguay), revelando que este trigo transgénico demanda glufosinato de amonio – un veneno más letal que el glifosato–, envenenando panes y cuerpos. Edición Génica: El Nuevo Disfraz: Bravo denuncia a América Latina como laboratorio experimental de esta tecnología opaca, donde las corporaciones evaden regulaciones. “Bayer, Syngenta y Corteva buscan el control total de las semillas y la biodiversidad”, acusa Pablo Galeano (Redes-Uruguay). Mesas que Son Trincheras Los títulos de las sesiones centrales son programas de acción: “¿Ciencias para cuidar la vida o para las corporaciones?” “Crisis tóxica en nuestros cuerpos-territorios” “Ciencias, semillas y propiedad intelectual” “El sector salud ante la crisis civilizatoria” Cada una desmenuza el modelo extractivista que envenena suelos, aguas y cuerpos, mientras el arte y las “ciencias ciudadanas” emergen como herramientas de resistencia y documentación colectiva. Semillas de Esperanza: Soberanía Alimentaria Frente al monstruo transgénico, el congreso siembra alternativas. Galeano defiende el derecho ancestral a las semillas criollas, mientras la agroecología y la soberanía alimentaria se erigen como faros. “Este espacio une academia, movimientos sociales y afectados. No solo señala culpables (corporaciones y gobiernos), sino que muestra caminos”, enfatiza Galeano. Un Manifiesto desde el Sur Global En un mundo ahogado por cumbres climáticas fallidas y promesas vacías, el congreso de Rosario es más que un evento: es un manifiesto vivo. Demuestra que la verdadera ciencia –la que huele a tierra mojada y a lucha comunitaria– ya está construyendo, desde abajo, un futuro donde la salud de los territorios y la justicia ecosocial no sean utopías, sino raíces. Mientras el trigo transgénico avanza, aquí se cultiva la esperanza: una ciencia digna, con los pies en la tierra y los ojos en un horizonte libre de venenos. Fuente principal: Agencia Tierra Viva (Contexto ampliado y analizado con enfoque crítico y propositivo).

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Vía Cuidadores de la Madre Tierra
[Así es... Extractivismos e más sus -ismo$...]
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Desde la región Puno anuncia organización y protestas a nivel nacional de pueblos originarios
José Carlos Gutiérrez Sancho, Apu Mallku de las autoridades originarias de Puno, denunció la vulneración de derechos y discriminación hacia los pueblos originarios, ante ello, en la selva costa, y sierra los pueblos originarios vienen dialogando y formando organizaciones y diferentes de lucha para rechazar la vulneración de sus derechos que se manifestarán en protestas nacionales de este sector.
En una entrevista con Pachamama Radio, Gutiérrez Sancho destacó la importancia de la consulta previa, un derecho establecido en el Convenio 169. «La consulta previa no se está implementando debidamente en nuestro país», afirmó, señalando modificaciones legales que limitan este derecho.
Gutiérrez Sancho explicó que las nuevas leyes obligan a los pueblos a aceptar decisiones sin posibilidad de oponerse. «Es una imposición que transgrede nuestros derechos», declaró, anunciando un evento en Moquegua el 2 de junio para discutir estas preocupaciones.
El dirigente mencionó la Ley 32293 como ejemplo de vulneración de derechos, al no haber pasado por consulta previa. «Están imponiendo sus leyes», criticó, señalando el extractivismo como objetivo principal del gobierno y las empresas mineras.
Gutiérrez Sancho también denunció la inclusión de las rondas campesinas en el sistema de seguridad ciudadana sin consulta. «No pueden someterse a una jerarquía del gobierno», afirmó, destacando la autonomía de estas organizaciones en la administración de justicia.
El líder originario criticó la corrupción en el gobierno y el congreso, vinculada a lobbies de empresas mineras. «Estamos en un gobierno legislativo y ejecutivo completamente corrupto», declaró, instando a una reflexión profunda para futuras elecciones.
Gutiérrez Sancho informó sobre la articulación nacional de pueblos originarios para luchar por sus derechos. «Estamos visitando distritos y comunidades para fortalecer nuestra organización», dijo, destacando encuentros descentralizados y la celebración del Año Nuevo Andino.
El dirigente anunció una agenda nacional desde los pueblos nativos, con la implementación del Convenio 169 como exigencia principal. «Se va a construir una agenda desde los pueblos nativos, indígenas, originarios», afirmó, destacando la unidad y articulación nacional.
Puno
via https://pachamamaradio.org/desde-la-region-puno-anuncia-organizacion-y-protestas-a-nivel-nacional-de-pueblos-originarios/
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